micropolíticas 7

16
Periódico bimestral independiente Rosario - San Lorenzo Año 2 - Nº7 Julio/Agosto 2010 $5,00 El amor del censor -y el amor al censor- Alberto Ascolani Página 1 Nosotros los de la segunda mitad del siglo XX Malgorzata Hillar Página 2 Editorial y staff Página 3 Seattle no es sólo una ciudad Página 4 Grandes y pequeños acontecimientos Página 4 Victoria habla... ¿inglés? Fernanda Felice Página 5 En espiral Ma. Rosa Colautti Página 6 La diferencia entre el cielo y la tierra Alejandra Gayol Página 6 Lo colectivo en acción Editorial Último Recurso Página 7 Una conciencia sensible Carlos Solero Página 7 Afasia, la atroz y feroz enemiga de la palabra Fernanda Felice Página 8 Del biopoder a la biopolítica 2ª parte Maurizzio Lazzarato Página 8 La sala de espera... espera encuentros Fernanda Felice Página 10 La escritura y la furia A. A. Página 11 Deseo de la furia A. A. Página 11 Estigma A. A. Página 12 Freud Andrés Sanchez Página 14 Cuando no se juega Ana Sagües Página 15 La historia de la mirada Subcomandante Marcos Página 16 El amor del censor -y el amor al censor- por Alberto Ascolani H ace ya algunos años se pu- blicó un libro de Pierre Le- gendre, El amor del censor, que pasó bastante desapercibido y en la ac- tualidad ya no se consigue. continúa en pág. 2 >

Upload: cecilia-cerutti

Post on 23-Mar-2016

220 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Movimientos sociales, políticas,

TRANSCRIPT

Page 1: Micropolíticas 7

Periódicobimestral

independienteRosario - San Lorenzo

Año 2 - Nº7

Julio/Agosto 2010

$5,00

El amor del censor -y el amor alcensor-

Alberto AscolaniPágina 1

Nosotros los de la segundamitad del siglo XX

Malgorzata HillarPágina 2

Editorial y staffPágina 3

Seattle no es sólo una ciudadPágina 4

Grandes y pequeñosacontecimientos

Página 4Victoria habla... ¿inglés?

Fernanda FelicePágina 5

En espiralMa. Rosa ColauttiPágina 6

La diferencia entre el cielo y latierra

Alejandra GayolPágina 6

Lo colectivo en acciónEditorial Último RecursoPágina 7

Una conciencia sensibleCarlos SoleroPágina 7

Afasia, la atroz y feroz enemigade la palabra

Fernanda FelicePágina 8

Del biopoder a la biopolítica 2ªparte

Maurizzio LazzaratoPágina 8

La sala de espera... esperaencuentros

Fernanda FelicePágina 10

La escritura y la furiaA. A.Página 11

Deseo de la furiaA. A.Página 11

EstigmaA. A.Página 12

FreudAndrés SanchezPágina 14

Cuando no se juegaAna SagüesPágina 15

La historia de la miradaSubcomandante MarcosPágina 16

El amor delcensor

-y el amor alcensor-

por Alberto Ascolani

Hace ya algunos años se pu-blicó un libro de Pierre Le-gendre, El amor del censor,

que pasó bastante desapercibido y en la ac-tualidad ya no se consigue.

continúa en pág. 2 >

Page 2: Micropolíticas 7

Página 2Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

Dado que es un tema universal en el doble sen-tido de su sostenimiento y de su promoción por lossectores del poder social a través de los tiempos y porotro lado de su presencia en todos los niveles de lavida en la actualidad.

Tal vez como epígrafe podría haber puestoaquella expresión preocupada de Benedicto de Espi-noza, más conocido por la traducción holandizada desu apellido portugués, como Baruch Spinoza cuandodecía algo así: ¿Por qué será que los hombres luchanpor su esclavitud como si lo hicieran por su libertad?

Hay excepciones por supuesto, y hay otras quelo parecen y no lo son tanto. A este respecto me remitoal artículo sobre los investimientos libidinales dedeseo y de interés publicado en número anterior deeste periódico.

En esto es necesario discriminar ideas y senti-mientos que pueden decirse como liberación, sean po-líticos o religiosos, pero que en la trama de lasinstituciones que los tramitan, afirman esta idea delamor al y del censor que quiero esbozar.

Decimos censor para referirnos a quienes de-tentan cargos de poder cuyos objetivos pueden no serlo de la censura pero que ésta queda implicada en todolo que prohiben sus ideas, sus leyes, sus reglamenta-ciones y sus acciones directas porque el ejercicio delpoder sobre otros lleva a censuras comenzando por laprimera y principal cuando el poder piensa, dice y hacey en esos actos censura de hecho la posibilidad delejercicio de la libertad de pensar, decir y hacer de quie-nes se subordinan a él.

Pero, ¿por qué podría decirse como “amor delcensor”? La mayoría de las veces es porque el que de-tenta el poder supuestamente funda lo que hace en elamor a su pueblo, a su gente.

Y el amor de la gente a su censor podría expli-carse parcialmente por la creencia en ese amor expre-sado por el otro, pero también por comodidad y laseguridad que otorga el alienar los propios derechosen ese otro.

En ambos casos, las explicaciones que puedandarse en el plano del discurso social explícito, encubrela producción de significaciones sociales imaginariasque la sociedad necesita producir.

Esos procesos se encuentran presentes en todaslas sociedades, pasadas y presentes. En todos los casos,una primera cuestión es la manera en que esos con-glomerados imaginan el origen y el sostenimiento delos mismos. Lo que se ha necesitado es negar que lasociedad no tenga un origen, un principio, que noviene de una nada sin fondo, creando siempre lo quese ha dado en llamar la “causa heterónoma”, o seaaquello que causa, hace surgir a lo real a partir de unacto creacional y lo sostiene. Esas significaciones ima-ginarias se extienden a la creación de lugares “bisa-gras” entre esa causa externa, llámesela Dios o de otramanera y las sociedades.

Siempre se supone que el acto creacional de-viene de un sentimiento de amor. La causa crea y sos-tiene al mundo por amor. De ahí se transfiere ese

< viene de pág. 1 ambiguo sentir de que el que detenta el poder nos ama.Pero el problema es que quienes acceden al

poder en cualquier instancia social son sujetos some-tidos a todos los cruces y determinaciones sociales do-minadas por máquinas sociales y técnicas, que losllevan al deseo del poder por el poder mismo.

Desde estas perspectivas se fueron constru-yendo los sistemas de poder político, desde los másverticalistas absolutos, pasando por sistemas mixtosy llegando a los sistemas democráticos.

Pero aún en éstos, siguen permaneciendo figu-ras que sitúan a individuos en lugares intangibles enlos que su necesidad de control de los afectos de lagente se hace necesario.

El problema es que el poder político no puedeconcebirse sin el poder económico y que la concentra-ción del poder en un lado se corresponde con la con-centración en el otro. Por lo tanto el efecto es que unospocos están de ese lado y la mayoría de la gente quedaen el otro, del lado del no poder y del no tener lo su-ficiente para vivir dignamente.

Esta situación origina tensiones que deben serequilibradas por mecanismos que deriven el deseo dela gente de vivir mejor, con alegría, creando figurasdiscursivas que promuevan el valor del sufrimiento,de soportar carencias, de sentir culpa si se siente re-sentimiento o tristeza. Soportar en este mundo paraser premiado en el otro.

Miles de años en que los valores sociales comoéstos, que son mentirosos respecto de la vida social,no han impedido pequeños corrimientos en casos, ma-yores en otros, que muestran que la vida desea vivir,producir, crear con la alegría del hacer libre y del gocedel hacer de los cuerpos.

Es por ello que la alegría en el vivir, en el en-cuentro de los cuerpos, en el trabajo, en la música, enel baile, en el humor y sobre todo en la risa, siempreha sido sospechada por los poderes políticos. Tomé-moslos sobre todo en la unión entre poder político-re-ligioso-económico.

Caso paradigmático es el de la Iglesia Católica,cuyos teólogos se pasaron siglos discutiendo si Cristohabría reído o no. Todo ello por la tendencia y la ne-cesidad de quienes detentan lugares de poder en laiglesia y en otras instancias, de sospechar de la risacomo algo que puede llegar a ser demoníaco.

Y bien entonces, sería bueno que dejáramos decreer en ese supuesto amor del censor, falso de todafalsedad, y comencemos a creer en el amor entre nos-otros, entre los que somos iguales aunque diferentes.Creer más en que la alegría cura y genera potencia.Porque de eso se trata que la enorme potencia que sehalla a la base de todo vida, se exprese en función dela vida y no de la muerte.

Contraparte del proyecto de muerte implicadoen este sistema en el cual el axioma que lo funda es di-nero y la ganancia. Y tratándose de esto, no hay amor,ni solidaridad, ni cuidado por lo otros, ni humor, nialegría.

Y no nos engañemos, debemos saber que todoslos días y que cada día nos presenta la opción por unou otro de estos proyectos.

Nosotros los de la segunda mitad delsiglo XXque rompemos los átomos

que conquistamos la lunanos avergonzamosde los gestos delicadosde las miradas tiernasde las sonrisas cálidas

Cuando sufrimosfruncimos desdeñosamente los labios

Cuando llega el amordisplicentemente nos encogemos de hombros

Fuertes cínicoscon los ojos irónicamente entrecerrados

Sólo a altas horas de la nochejunto a las ventanas herméticamente cerradasnos mordemos las manosmorimos de amor

Nosotros los de la

segunda mitadpor Malgorzata Hillar (trad. Bárbara Gill)

¿Por qué será que los hombres luchan por su esclavitudcomo si lo hicieran por su libertad?

(...) porque el que detenta el poder supuestamente funda loque hace en el amor a su pueblo, a su gente

Page 3: Micropolíticas 7

Editorial

Una editorial es una invitación a presentar la publica-ción, la línea que sigue desde su acción editorial.Pero siendo Micropolíticas una publicación particulartambién es particular su línea de acción editorial, unsommelier diría algo de su sabor, o de su olor, o de sucolor, pero Micropolíticas no es un vino y se niega aser un líquido homogéneo. Somos una publicación demás de un año y más que línea podríamos decir quesomos una deriva editorial, decimos/digo deriva en elsentido en que se encuentra más generalmente estetérmino en esta publicación. Algo así como la derivaque nos permite navegar transformando nuestra na-vegación a partir de lo que el mar, la tripulación y elclima nos proponen (fácilmente podríamos intercam-biar navegar por hacer, navegación por acción o accio-nar y mar/tripulación/clima por contexto).Esta deriva es la que permite que quien escriba estaslíneas lo haga desde un nosotros que en el pasado nola hubiera incluido y en el presente se hace indetermi-nable en el límite de ese nosotros.Se deriva empleado, luchadora, escritor, trabajadoraautogestionada, fotógrafo, ilustradora, psicólogo, di-señadora, editor.Y entonces se empieza a escribir de una forma parti-cular para pretender decir más de lo que se dice, paraque se lea con más atención, para decir más de lo quese sabe incluso, para que otra lea más de lo que estáescrito y proponga su lectura para un próximo trabajo,para una próxima lucha, texto, imagen, etcétera.Es como si estas derivas nos llevaran a algunas orillas,y desde esas orillas encontramos algunas cosas que noqueremos perder de nuestro rumbo. Que hasta ahoranos guían más allá de las derivas. La democracia comovalor utópico casi, libertad, igualdad y fraternidad, co-munidad.Se ha cumplido sólo un año de esta publicación, ya seha cumplido más de un año del golpe de estado enHonduras. Aquí siguen desaparecidos Julio López yLuciano Arruga, en Bariloche han matado ya a treschicos, se propone como voz y mando de los argenti-nos el asesino de Darío Santillán y Maximiliano Kos-teki, también se propone a la terna el que hizo arreglos(en sentido físico y económico) para que se inunde unaparte de Santa Fe capital y mueran una parte de losmás pobres, el mismo que mandó a matar a fines del2001.El bicentenario y su conmemoración inauguran unanueva forma de vivir la historia, hacerla actual y poderinterpretar nuestro pasado para cambiar nuestro fu-

turo. Estamos en una línea que subraya nuestra his-toria, el bicentenario es un punto importante en estaactualización de la historia.En Córdoba se inician los juicios a Videla y Menéndezpor el fusilamiento de 31 presos políticos, inventandosus intentos de fuga. Hace menos de un año fue asesi-nado el cacique diaguita Javier Chocobar.Es un riesgo nutrir las necrológicas, nos desanima, nonos ayuda a cambiar la realidad. No hay que olvidar,pero precisamos reinterpretar la historia. Es por estoque se vuelve tan significativo el bicentenario, el mun-dial, las elecciones, la agenda que van marcando losmedios y los movimientos.Mientras se televisa el mundial se intenta establecerun acuerdo entre gobiernos europeos y sudamerica-nos. Un acuerdo más que nada comercial. Es un mo-mento interesante, cae la Unión Europea ante susmismas propuestas de políticas económicas, continúaen pie Sudamérica, que parece haber superado el neo-liberalismo que vivimos como una imposición externa(aunque socios y empleados locales no le faltaron). LaUnión Europea parecía ser el modelo a seguir para lo-grar una integración, imaginando un MerCoSur am-pliado, una Latinoamérica unida.Sería interesante invitar desde las federaciones de lasque formamos parte (Argentina, Brasil, México, Ve-nezuela y Colombia) a formar juntos una Confedera-ción de naciones, con límites más suaves entre cadauna de estas.Hay pruebas históricas de que si algo nos ha impedidoformar esa gran confederación sudamericana han sidolos grandes poderes económicos. Pruebas que datande 1811 y se extienden hasta nuestros días. Hay quetomar en cuenta el ejemplo, en el caso europeo se unie-ron los poderes económicos, en el caso latinoameri-cano debemos militar una unión de los pueblos, de lasorganizaciones, de los movimientos sociales.

Página 3Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

ISSN [email protected]

micropoliticas-rosario.blogspot.comRío de Janeiro 1240 / Rosario - Sta. Fe.

C.P: 2000Te: (0341) 438-1008/155-849977

Dirección y CoordinaciónPeriodística

Alberto AscolaniBeatriz Piedrabuena

Ana SagüesLaura BazzanaAlejandra LillesCecilia DuccaDiego Roth

Colaboración en este número

Malgorzata HillarFernanda Felice

María Rosa ColauttiAlejandra Gayol

Editorial Último RecursoCarlos Solero

Mauricio LazzaratoAndrés Sanchez

Imágenes y Diseño

Ducrot, comunicación como la gentecomunicacionducrot.com.ar

Distribución

Distribuidora Publicaciones Rosario S.A.La República 7481 - Rosario

Tel.: (0341)458-4417Números anteriores: 0341-155-849977

o podés visitar nuestro blog

ImpresiónDWP S.R.L.

Callao 5841 “B”. Rosario(0341) 156-890163

Las opiniones de los autores no necesariamenteson compartidas por el Periódico Micropolíticas.

Page 4: Micropolíticas 7

Página 4Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

Seattle no es

sólo una ciudad

En el mes del medio ambiente y del suelo y supreservación, queremos compartir desde laAsamblea, las palabras del jefe Suquamish,

una de las 42 tribus ligadas entre si y ocupantes de la zonade la ex-Columbia británica y canadiense. Obligado con supueblo a ocupar una reservación, determinada por los ven-cedores de entonces. Su nombre era Noah Seattle, murió en1866 a los 68 años de edad. La ciudad estadounidense deSeattle lleva su nombre, como homenaje a este defensor dela vida y la naturaleza.

"El agua brillante de los ríos y arroyos no essolo agua, sino la sangre de nuestros antepasados... losríos son nuestros hermanos, aplacan nuestra sed...apreciamos el aire, porque todos, la bestia, el hombre,el árbol, compartimos el mismo aliento... enseñen a sushijos lo que le hemos enseñado a nuestros hijos, quela tierra es nuestra madre... todas las cosas en la tierraestán ligadas, como la sangre que unifica una familia...lo que le pase a la tierra recaerá sobre los hijos de latierra... el hombre no tejió la trama de su vida, es ape-nas una hebra de ella, todo lo que le haga al tejido selo hará a sí mismo... ¿Dónde está la espesa arboleda?Desapareció… ¿Dónde esta el águila? Desapareció. Esel final de la vida y el comienzo del sobrevivir. El hom-bre no es el dueño de la tierra, es sólo el hijo de ella" Mayo y Junio han estado signados por

acontecimientos de distinta índoleque concitaron la atención, sea por

su propio peso o por el manejo que se ha hecho de losmensajes públicos.

Uno ha sido el de los festejos del Bicentenariorespecto del cual tomamos, en la editorial anterior, loque significaba como logro colectivo en vías de los va-lores de la independencia y de la libertad y tambiénlas materias pendientes mirando al futuro.

Tal vez la elaboración de ese acontecimientoahora incluye el impacto y la sorpresa que causó eldespliegue los grupos y organizaciones que participa-ron con diversas formas estéticas, algunas de ella so-brecogedoras y sobre todo la enorme cantidad deasistentes entusiastas y alegres.

Sólo el tiempo irá dando indicios del desplieguede ese acontecimiento y su presencia en la subjetividadde la gente.

En estos días, el mundial de fútbol, ocupa unporcentaje enorme de espacio en los medios y untiempo que no es desdeñable, de la gente que se hallapendiente de los resultados que se van dando.

Lo cierto es que más allá del efecto que pro-duzca a posteriori, este es un tiempo de suspensión deotras cuestiones importantes como el proceso político,como si todo quedara para después del mundial.

Es que el fútbol como las telenovelas puedenoriginar espacios neutros que mantienen a los usua-rios pegados a los mismos, sea con las orejas pegadasa la radio o los ojos clavados en el televisor. Procesosque producen una especie de escisión entre el sujeto yla problemática económico-política, aunque en esteevento actual, la presencia de una abuela de Plaza deMayo, reconectó algo de su sentido con el de las rei-

vindicaciones de mucha gente.Pero estos acontecimientos macro pueden apor-

tar algo de alegría y de intensidad al proceso del vivirde todos nosotros, pero creemos que el clima social seconstruye con muchos otros acontecimientos que sedan en el devenir de multitud de acciones micro. Esasque nos tocan todos los días en nuestras relacionesafectivas, en sucesos familiares, en un logro en el mo-vimiento en el que participamos o en nuestros cambiosen el trabajo.

Son cosas difíciles de pensar, pero digamos quehabría que estar atentos al devenir de estos climas, queserán efecto de los grandes como de los pequeñosacontecimientos y que a su vez serán efectores deotros que se sucederán en el futuro.

Si en esos climas sociales llegara a predominarla participación donde estén presentes el humor y laalegría, seguramente se potenciarán las energías quepuedan ponerse en avanzar en acciones que sigan me-jorando las condiciones existenciales de la gente.

Y tal vez también podrán contribuir a frenar alas fuerzas de los poderes entramados en lo econó-mico-político, cuyo dominio sobre la gente se basa enla producción de tristeza y temor.

Grandes y pequeños

acontecimientos

Sólo el tiempo irá dando indicios del despliegue de eseacontecimiento y su presencia en la subjetividad de la

gente

Page 5: Micropolíticas 7

por la Real Academia Española pero que, sin embargo,poco cuenta si uno desea genuinamente comunicarsecon alguien.

Así, esta niña que no sabe siquiera una pizca deLingüística, es capaz de advertir que el lenguaje comosistema de comunicación universal y natural de todoser humano, afortunadamente, también desconoce al-gunas sutiles reglas y diferencias. El lenguaje que nosatraviesa y nos constituye como sujetos entiende másde vínculos y lazos, que de normativas estructuralesy funcionales que suponen los modos correctos de ha-blar, decir o expresar. De lo contrario, el encuentroentre Victoria y Lucía hubiese sido apenas una ficcióny las diferencias entre sus decires hubiera condicio-nado la oportunidad de sentirse afectadas por lo quecada una de ellas tenía para decirle a la otra. Por for-tuna, Vicky pudo animarse a hablarle y por suerte,Lucía pudo atreverse a escucharla. Ojalá que los adul-tos también sean capaces de correrse de esos supues-tos lugares de saber para atender respetuosamente eldecir de una niña que tiene mucho por decir a su ma-nera.

Victoria habla... ¿inglés?por Fernanda Felice

Página 5Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

Victoria es una niña que tiene algunas di-ficultades para expresarse como mu-chos esperan. Su ingreso al mundo

simbólico de las palabras no ha sido tarea sencilla, sinembargo, ella supo arreglárselas muy bien y lograradentrarse en él.

Pese a sus avances, muchas personas adultas si-guen dudando de sus capacidades, parece que los lo-gros obtenidos hasta ahora no son motivo suficientede confianza, y situar a sus potencialidades por sobresus dificultades no parece ser una apuesta muy tenta-dora.

Sin embargo, Victoria cuenta con la dicha detener cerca otras personas que desde siempre han con-fiado en ella. Sus compañeros siempre supieron detodo lo que era y es capaz, la han alentado en la mara-villosa aventura de crecer haciéndole de sostén y so-porte a cada paso. Siempre pudieron comunicarse conella, mucho antes que otros supieran que Victoriapodía hablar; siempre le comprendieron pese a queotros pensaban que hablaba en otro idioma. Pero pa-rece que algo de cierto hay en esta última hipótesis…

Así fue que un día, su gran amiga Lucía le contóa su mamá acerca de su admiración hacia Victoria yde los deseos de hablar como ella. Su madre, sorpren-dida ante semejante declaración, se dispuso a escu-charla. Lucía le contó que le encantaba como Vickyhablaba y que deseaba algún día poder hablar tan biencomo ella lo hacía. Su mamá seguía con la misma carade sorprendida que al inicio de la conversación, peroprefirió seguir escuchándola para entender a qué serefería exactamente, sabiendo que Victoria tiene difi-cultades en la expresión de su lenguaje. Y así fue queLucía le explicó que quería hablar inglés tan biencomo su amiga lo hacía.

Acto seguido, su madre se río con la ternuraque despierta una niña que es capaz de ver en su com-pañera grandes habilidades que otros adultos ni si-quiera pueden advertir. De alguna manera, estapequeña pudo descubrir que Victoria, a veces, pare-ciera que hablase otra lengua; pero no cualquier len-gua, sino una que es valiosa y que ella quisiera hablartambién para poder comprenderla mejor.

Qué interesante resulta esta interpretación que

Lucía realiza respecto de la manera de expresarse deVictoria, en tanto no supone que ella “habla mal” sinoque, en algunas oportunidades, es ella misma quien nopuede entenderle; pero no por ello, menosprecia sumodo de hablar. Por el contrario, anhela poder comu-nicarse mejor; por lo cual, desearía hablar su mismo“idioma” para que los intercambios sean más efectivos.

A diferencia de lo que muchos creen, Lucía va-lida la forma en la que Victoria se expresa, conside-rando que quizás sea “otra lengua” que ella desconocepero que existe y que es plausible de ser aprendida.

Como siempre, el deseo de comunicarse, el res-peto por las diferencias y el amor pueden convertirseen un antídoto capaz de curar o aliviar cualquier pro-blema o dolor. Así Lucía ha demostrado que para hacerlazo con otro, basta con desearlo e intentarlo; que paraentender un discurso que puede sonar diferente, al-canza con estar atenta y disponible; que cuando no lo-gramos comprender lo que alguien intenta decirnos,no siempre se debe a que esa persona no se expresa“correctamente” sino a nuestras propias dificultadespara poder entender las “diferencias”; que podemos ha-blar “códigos distintos” pero que la verdadera comu-nicación trasciende cualquier lengua posible; que elafecto que siente por su amiga jamás podría impedirvincularse con ella; que sus palabras pueden sonar ex-trañas y no respetar demasiado las normas previstas

Victoria cuenta con la dicha de tener cerca otras personasque desde siempre han confiado en ella

El deseo de comunicarse, el respeto por las diferencias y elamor pueden convertirse en un antídoto capaz de curar o

aliviar cualquier problema o dolor

Page 6: Micropolíticas 7

Yo quiero ser, comer, llorar, ir y venir enespiral. No tengo claro en qué consisteamar, temer, partir de esta manera

ensortijada.No me detengo a pensar si el espiral de mis des-

velos fúgase del centro o va a para a él. Si acaso me preguntan por el material del

mismo, tampoco sé decirles mucho. Al fin y al cabo¿qué lo convierte en tal? ¿la suma de unos ciertosingredientes o los sensuales bucles por donde resbalael deseo?

Yo sólo sé el concepto, pero las aplicaciones queéste pueda tener, además de correr a los mosquitos oimpedir que las mujeres se embaracen, no conozcootras. Y, por más vehemencia que ponga en el asunto,no me es dado comprender en su totalidad, la imagende un transcurrir en espiral.

Entonces, para calmar mis ansias, lo más cer-tero es ponerme frente a un ejemplar de carne y hueso,perdón, de piretro; ir de afuera hacia adentro y deadentro hacia afuera, con movimientos de ojos comode cabeza y porqué no, de cuerpo entero. Voy de loprofano al esplendor de un comprimido dios, y delalma me lanzo al universo. Recorro el hechizo de suscaminos persuasivos, ya centrípeta o centrífugamente.

Me pregunto si es el punto quien genera lascurvas o son éstas quienes generan el punto. Quizá seaésta una cuestión dialéctica y ambos se generen entresí en amoroso ir y venir.

Un espiral es una línea, mas por suerte no esrecta. Parece un círculo, pero a diferencia de los círcu-los de verdad, éste está gloriosamente abierto, lo cualimplica la dicha de poder entrar y salir de élcomo Pancho por su casa. La mirada y la vida van enuna u otra dirección, según soplen los vientos y lasconfiguraciones planetarias del alma.

¿Cómo será desandar rectas y figuras cerradaspara montarse al espiral? ¿Quién puede responderme?Reír, besar, en espiral, también dormir y desamar, hade ser más divertido y relajado y muy distinto a laforma en que hacemos lo que hacemos.

Página 6Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

En espiralpor María Rosa Colautti

La diferencia entre el cielo y la tierrapor Alejandra Gayol

“La diferencia entre el cielo y la tierra es in-finita, pero la distancia es mínima”, diceJohn Berger.

Es tan fugaz como un par de ojos que asomanbajo la colcha y sorprenden con un “¿Dale que éramosastronautas?”. Y es en ese mágico segundo en que elniño se vuelve ingrávido, la cama es una nave y la lám-para se apaga para ceder ante la oscuridad del universoinfinito.

¿Dale que éramos...? y la escena te remite aljuego más ingenuo y despreocupado, invita a jugar enserio, con la frescura de tirarse al piso panza abajomientras uno mismo es la canica con la emoción con-tenida hasta gritar “¡hoyo!”.

Si el juego es tan antiguo como el mundo, quizásea porque a través suyo podemos recrear nuestra pro-pia esencia, sin la carcasa que tanto molesta, ni la hojade parra que esconde.

Sería fantástico poder recuperar ese recreo conrostros que miran más allá y convierten un trapo enuna bandera de barco pirata.

El niño no juega a jugar, lo hace, es su modo devida, de relación, apropiación. Se encuentra con elotro, con el mundo de los objetos, los aprehende yaprende.

¿Pero qué pasa cuando saltamos las fronterasde la niñez?

En la actualidad, se ha vuelto a valorar el juegoentre adultos y hay ámbitos que ofrecen tal posibili-dad:

Las corporaciones multinacionales te llevan aresorts donde podés jugar a ser jefe en un divertido

roll playing con tus compañeros, o participar en dis-tintas disciplinas deportivas y recreativas para tratarde ganar una copa con el logo de la compañía que teseguirá sacando jugo mientras tengas.

En algunas escuelas te ofrecen jugar carrerasde embolsados bajo el rayo del sol de noviembre omorder una manzana que cuelga de un hilo con lasmanos atadas, y después, hasta el año siguiente recu-peran el delantal blanco y el gesto mustio.

¡Es que esos no son juegos, son actividades lú-dicas prolijamente planificadas!

La espontaneidad es lo que da brillo. La de lahora de la siesta, la vereda o el arenero.

Valorar ese juego entre grandes como un actode creación, producción, comenzaría a correr el veloy el adulto que lo hace ya no sería un inmaduro, unloco desubicado. Quizá podría verse como ese creativoque le da una vuelta de tuerca más a la vida. Que sedivierte y no se resigna a la rutina, al sistema que lodescarta.

La pareja que reedita la historia compartida, lamujer que cocina con sobras del día anterior. Las es-condidas historias de amor, el amigo que te salvacuando te hicieron la popa hielo y quedaste congeladode miedo. Verte como ladrón o lamentarte de ser tanpolicía.

En definitiva, dibujar una rayuela donde la dis-tancia entre el cielo y la tierra dependa de las ganasde saltar, caerse, improvisar, matarse de la risa y en laque buscar el tejo signifique tocar el cielo con lasmanos.

No me detengo a pensar si el espiral de mis desvelos fú-gase del centro o va para él

Page 7: Micropolíticas 7

Página 7Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

local que los atravesaba constantemente.Dividimos el escrito en tres partes:La primera, llamada “Los protagonistas y su con-

texto”, nos acerca a las trayectorias laborales de losentrevistados, inmersos en un mercado laboral quepoco habla de los derechos laborales y sindicales queotrora supo tener el movimiento obrero. Intentamosademás, poder poner en escena no sólo a los trabaja-dores sino también a la empresa, su dueño y las con-diciones laborales con la que se encontraban cuandoingresaban a trabajar.

“Creando conciencia” intenta ponernos a tonosobre las primeras relaciones entre los trabajadores ycómo desde abajo inician el camino de la desnaturali-zación de la explotación para comenzar a conocer laorganización sindical. Así, “Crece desde el pie” nos re-lata la trayectoria colectiva durante el año 2006, lasconflictivas y críticas relaciones con el Estado, la pa-tronal y los sindicatos.

Pasamos a la tercera parte, “Solidaridad enlucha”, para inmiscuirnos en las luchas locales que sedaban paralelamente a la del L.V. en el año 2007. Nosdetenemos en los seis meses de carpa que sostuvieronlos trabajadores en la puerta de la empresa, las rela-ciones forjadas, los elementos subjetivos y materialesque fueron construyendo en este tiempo de lucha y re-sistencia, como así también, lo que implicó la visuali-zación del conflicto. Al final de esta parte nosacercamos al relato y análisis del cierre del conflicto.

Finalmente pasamos a “Punto y seguido” endonde contamos la experiencia de cooperativa auto-gestiva “Unión” que llevan adelante los compañerosdesde el año 2009.

Los y las invitamos a recorrer estas páginas.Podes encontrar nuestros libros en todas las libreríasde la ciudad, en nuestros puestos ambulantes o biencomunicándote a: [email protected]

1 En adelante L. V.

Entre los poetas españoles de la llamadageneración del 27, tan pródiga en talen-tos, brilla con sigularidad y luz propia

Federico García Lorca. Nacido el 5 de junio de 1898 en la Villa de As-

querosa, conocida como Valderrubios, cercana Fuen-tevaqueros en la Provincia de Granada, y fusilado porlos falangistas alzados contra la II República el 19 deagosto de 1936.

Su condición de librepensador siempre solidariocon los oprimidos de todas las latitudes, es quizás laimpronta tallada en todo su hacer.

En efecto, los esbirros de la reacción militar-eclesial nunca le perdonaron que en sus versos y obrasde teatro, en sus conferencias y en todas las ocasionesmanifestara su rechazo a las injusticias sociales de todaíndole.

Personalidad multifacética, espíritu creador ex-presado en dibujos, canciones, composiciones musica-les, y sobre todo en piezas escénicas como Yerma (queindaga el drama de la mujer estéril), La zapatera pro-digiosa, Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba (ver-dadero alegato contra el autoritarismo y la hipocresíade los terratenientes).

García Lorca encarna el talante a la vez univer-sal y particular de la cultura andaluza, paradoja quese resuelve al revelar en la poesía las alegrías y triste-zas de las mujeres y hombres del pueblo con la pro-fundidad y la firmeza de una conciencia sensible.

En sus versos aparecen, con potencia y sin igualbelleza, metáforas como aquella del Romance de lapena negra en el que dice: “las piquetas de los galloscavan buscando la aurora cuando por el monte oscurobaja Soledad Montoya”, o Antoñito el Camborio que“tres golpes de sangre tuvo y se murió de perfil”.

Este Federico García Lorca, a quien no pudie-ron acallar sus verdugos porque pervive en sus obras,visitó Nueva York. Dejó plasmadas en sus poemas, susimpresiones, sus ideas de rechazo a la sociedad mer-cantil que todo lo tritura, como cuando escribió: “Losmaestros enseñan a los niños/una luz maravillosa queviene del monte; pero lo que llega es una reunión decloacas/donde gritan las oscuras ninfas del cólera. Losmaestros señalan con devoción las enormes cúpulassahumadas; pero debajo de las estatuas no hay amor,no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo. /Elamor está en las carnes desagarradas por la sed, en lachoza diminuta que lucha con la inundación; el amorestá en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotasy el oscurísimo beso punzante debajo de las almoha-das”… “Porque queremos el pan nuestro de cada día,flor de aliso y perenne ternura desgranada, porquequeremos que se cumpla la voluntad de la tierra queda sus frutos para todos.”

Lo colectivo en acciónpor Editorial Último Recurso

Una conciencia

sensible por Carlos A. SoleroEste libro es el fruto del trabajo colectivo de

quienes somos parte de la Editorial ÚltimoRecurso. Nace con el propósito de recons-

truir la lucha de los trabajadores del Lavadero Virasoro1

como aprendizaje, socializarla y multiplicarla en otras ex-periencias y procesos de organización.

“Lo colectivo en acción” es para nosotros y noso-tras un medio para acercarles una experiencia de or-ganización que ha transitado la indignación, larebeldía, la alegría, el amor, la dignidad, la solidaridady la política sin partidos. Este libro es un intento defestejar los encuentros colectivos y rebeldes.

Nuestro primer acercamiento a la experienciahabía sido allá por el 2007 cuando todavía los trabaja-dores de la Comisión Interna estaban en la carpa deprotesta en la puerta de la empresa. Algunos compa-ñeros de la Editorial tenían una participación más ac-tiva en las guardias, en la carpa, y en las actividadesque iban surgiendo, y empezaron a establecer una es-pecie de nexo entre el conflicto y la Editorial. Sentía-mos constantemente que la experiencia nosinterpelaba, nos empujaba al debate y la reflexión, yde esa manera nos fuimos involucrando junto a otrasorganizaciones en la difusión del conflicto y en la re-caudación de dinero para el fondo de huelga.

En un contexto político y económico total-mente azaroso, los trabajadores en huelga combinabanestrategias de lucha totalmente novedosas, no justa-mente por ser nuevas, sino, por cómo las fueron apli-cando en la coyuntura.

Junto al desafío de reconstruir esta experiencianos motorizaba un interrogante: ¿qué elementos cons-truyeron los trabajadores para colectivizar una luchaque el poder -patronal, estatal y sindical- quiso que-brar en tantas oportunidades?

Cuando enfrentamos la tarea de reconstruiresta lucha, nos movilizaba como primera instancia lasensación de crear un medio por el cual se pueda tras-cender el pantallazo periodístico, el toque mediáticoque reduce la noticia a un flash televisivo. En este sen-tido, el libro no implica inmovilizar la historia, ni con-vertirla en letra muerta; justamente nuestra intenciónes recuperar por este medio la transferencia de expe-riencias; recuperar la voz de la historia no hegemónica.Y es a partir de las voces de los protagonistas que estahistoria esta contada.

La intención de este libro es recuperar el pro-ceso de organización de los trabajadores del L.V., quesorprendentemente antecede al 2007, y nos llevó apensar el ingreso de cada compañero a la empresa.Junto a esto destacamos la centralidad del trabajo enla vida personal y social de los hombres y mujeres engeneral y de los trabajadores del L.V. en particular.

A lo largo del escrito destacamos los relatos delos protagonistas siendo las entrevistas realizadasjunto a las notas informativas de distintos medios decomunicación alternativos nuestras principales fuen-tes de investigación.

El libro pasea por la recuperación de las trayec-torias laborales de los entrevistados, la experiencia co-lectiva de organización, haciendo una breve peroprofunda contextualización de la trama nacional y

Page 8: Micropolíticas 7

Página 8Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

Dicen que una imagen puede decir

mucho más que mil palabras. Sin em-

bargo, cuando alguien pierde esa

capacidad de poder hallar la palabra justa, aquella que

es oportuna para aquello que se quiere expresar, las

cosas se vuelven un poco más complicadas y esta co-

nocida expresión no resulta tan clara.

Hace unos días, mi padre tuvo un accidente de

tránsito por el cual perdió, en parte, esa maravillosa

virtud que el lenguaje nos regala: comunicarnos, en-

tendernos, expresarnos.

Es en ese fragmento episódico, donde la gente

comienza a tomar conciencia de la trascendencia que

la palabra cobra en nuestras vidas. Yo lo sabía desde

antes, porque soy fonoaudióloga y diariamente trabajo

con niños y niñas que tienen obturado el despliegue de

su lenguaje. De todos modos, se vuelve un tanto más

dilématico ese saber cuando esa dificultad se le pre-

senta a un ser querido.

Ante tales circunstancias, las personas empiezan

a cuestionarse respecto del cerebro, la mente, la cabeza

o esa loca maquinaria que pareciera traer a la boca de

ese ser humano los más extraños decires. Todos co-

mienzan a conjeturar acerca del poder del cerebro, ol-

vidando que el gobierno antes lo tenía la palabra y

ahora lo había tomado el caos interno de “la afasia”.

Quizás nunca antes hayan oído hablar de ella,

“la afasia”, pero es la protagonista de esta historia y de

otras tantas. Ella es algo así como la criminal que sabe

matar o, al menos lastimar, al lenguaje y hacer con él

apenas un código casi indescifrable.

Es la déspota que sabe tomar el gobierno de al-

gunas mentes y desordenarlas lo suficiente, como para

no recordar bien muchos acontecimientos, olvidar las

palabras que nombran los objetos y personas que que-

remos evocar, que borra la delgada línea que separa un

sentido de otro que se le parece bastante pero que, sin

embargo, no es lo que queremos significar.

Es la mala de la película en la que la propia vida

de ese sujeto se convierte, película que necesita que

otros le cuenten para empezar a entretejer las distintas

escenas y secuencias que le den sentido al film de sus

propias costumbres cotidianas, un tanto olvidadas.

Es la malvada ladrona de la coherencia, esa que

da sustancia a aquello que intentamos explicar a los

demás; es despiadada pero sutil, lo suficiente como

para que algunos la confundan con la locura.

Es la que sabe corromper las leyes naturales del

lenguaje, ese que nos estructura, constituye y atraviesa

como seres humanos. Es la que impone la anarquía del

caos interno, y así la palabra es derrocada a través de

ese golpe al estado de una mente que sin ella, poco

puede saber, decir, mostrar, contar o comprender.

Es la afasia la que se llevó unas cuantas palabras

que mi padre quería decir, la que se robó algunos de

sus recuerdos, la que le quitó el sentido a algunos de

sus decires, la que lo dejó con cara de desconcierto ante

los dichos de otros, la que lo dejó perplejo ante esa ex-

traña dificultad al intentar expresar lo que pensaba, ne-

cesitaba o deseaba.

Sin embargo, el lenguaje nos pertenece de se-

mejante manera que él siempre intenta volver al poder,

al gobierno de las palabras por sobre el caos. Sólo se

necesita de tiempo y de ayuda “especializada” para que

esas redes semánticas, un tanto dislocadas, vuelvan a

reconectarse y hallar así el sentido de la propia vida.

Pero ¿saben qué? muchos no lo saben, ni los

médicos, ni los enfermeros, ni los demás mortales que

no tendrían porqué saberlo. Y es un enorme riesgo para

quien la padece porque corre con la “fortuna” de ser

etiquetado de amnésico, demente, loco o, por el con-

trario, su sufrimiento puede ser minimizado como un

simple efecto de un golpe que pronto desaparecerá.

Como verán, los costos son disímiles en la medida en

que, sus síntomas pueden engrandecerse o volverse

más pequeños pero en ningún caso, ser medidos con

precisión y exactitud. Así que, esa persona que sufre

el deterioro o la pérdida de su lenguaje, vuelve a que-

dar en poder del caos. En este último caso, del caos ex-

terno, ese que los que debieran saber y desconocen

logran imponer a la perfección. Por lo cual, los efectos

son doblemente negativos: sentirse “perdido” a causa

de la afasia, en la absoluta inermidad de la ausencia de

las propias palabras, pero además sentirse desprote-

gido, ante la falta de otras palabras que lo sepan nom-

brar e intentar “curar”…

5.

Es sólo en los años ochenta, tras un largo rodeopor la ética, que Foucault regresará al concepto de"poder". En sus últimas entrevistas Foucault se dirigea sí mismo una crítica, ya que considera "que al igualque muchos otros, no ha sido muy claro y no ha utili-zado las palabras correctas para hablar del poder". Élve retrospectivamente su trabajo como un análisis yuna historia de diferentes modos de subjetivación delser humano en la cultura occidental, más bien quecomo análisis de las transformaciones del poder. "Noes entonces el poder, sino el sujeto, lo que constituyeel tema general de mis búsquedas"1.

El análisis de los dispositivos del poder debe asípartir sin ninguna ambigüedad, no de la dinámica dela institución, aunque sea biopolítica, sino de la diná-mica de las fuerzas y de la "libertad" de los sujetos,puesto que si se parte de las instituciones para plan-tear la cuestión del poder, se desembocará, inevitable-mente, en una teoría del "sujeto de derecho." En estaúltima y definitiva teoría del poder, Foucault distinguetres conceptos diferentes que son normalmenteconfundidos en una única categoría: las relaciones es-tratégicas, las técnicas de gobierno y los estados dedominación.

En primer lugar precisa que es necesario hablarde las relaciones de poder antes que del poder, pues elacento debe ser puesto en la misma relación y no sobresus términos, siendo estos últimos los resultados, y nolos presupuestos. La caracterización de las relacionesestratégicas en tanto que juegos de poder "infinitesi-males, móviles, reversibles, inestables" se obtiene yaen los años setenta. La novedad que Foucault intro-duce en esta época, y que estaba ya contenida en elconcepto nietzscheano de "fuerzas", de donde Fou-cault toma su concepción de "relaciones estratégicas",es la modalidad por la que el poder se ejerce en el in-terior de una relación amorosa, de la relación profe-sor-alumno, marido-mujer, de los hijos a los padres,etc. Esta modalidad es definida como "acción sobreuna acción" y se despliega por la voluntad de "condu-cir los comportamientos de los otros."

"Creo que es necesario distinguir entre rela-ciones de poder como juegos estratégicos entre liber-tades (que hacen que unos traten de determinar laconducta de los otros, a lo que responden procurandono dejar determinar su conducta, o tratando,como res-puesta, de determinar la de los otros) y los estados dedominación, que son eso que de ordinario se llama elpoder”2. El poder es de este modo definido como la ca-

Afasia, la atroz y feroz enemiga de

las palabraspor Fernanda Felice

Es en ese fragmento episódico, donde la gente comienza atomar conciencia de la trascendencia que la palabra cobra

en nuestras vidas

Del biopoder a la

biopolítica 2ª partepor Maurizio Lazzarato

(...) es necesario hablar de las relaciones de poder antesque del poder, pues el acento debe ser puesto en la misma

relación y no sobre sus términos (...)

Page 9: Micropolíticas 7

Página 9Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

pacidad de estructurar el campo de acción del otro, deintervenir en el dominio de sus acciones posibles. Estanueva concepción del poder muestra aquello que es-taba implícito en el modelo de la batalla y la guerra,pero que aún no hallaba una expresión coherente, asaber: que hay que presuponer, para pensar el ejerciciodel poder, que las fuerzas implicadas en la relación sonvirtualmente "libres". El poder es un modo de acciónsobre "sujetos activos", sobre "sujetos libres, en tantoque libres".

"Una relación de poder, por el contrario, se ar-ticula sobre dos elementos que le son indispensablespara ser precisamente una relación de poder: que "elotro" (aquél sobre el que se ejerce la relación) sea re-conocido y mantenido hasta el final como sujeto de ac-ción; y que se abre, ante la relación de poder, todo uncampo de respuestas, reacciones, efectos, invencionesposibles”3. En este marco, que los sujetos sean libressignifica que ellos "tienen siempre la posibilidad decambiar la situación, que esta posibilidad existe siem-pre". Esta modalidad del ejercicio del poder permite aFoucault responder a las críticas que desde el co-mienzo de sus trabajos sobre el poder le eran dirigidas:

"Yo no he querido decir que estamos siempre atrapa-dos, sino al contrario, que somos siempre libres. Fi-nalmente, que hay siempre la posibilidad detransformar las cosas”4.

Los "estados de dominación", por el contrario,son caracterizados por el hecho de que la relación es-tratégica se ha establecido en las instituciones y quela movilidad, la reversibilidad y la inestabilidad de la"acción sobre otra acción" son limitadas. Las rela-ciones asimétricas que toda relación social contieneson cristalizadas y pierden la libertad, la "fluidez" y la"reversibilidad" de las relaciones estratégicas. Entrelas relaciones estratégicas y los estados de dominaciónFoucault coloca las "tecnologías gubernamentales", esdecir, la unión de las prácticas por las cuales se puede"constituir, definir, organizar, instrumentalizar las es-trategias que los individuos, en su libertad, puedentener los unos en relación con los otros"5.

Para Foucault, las tecnologías gubernamentalesjuegan un papel central en las relaciones de poder,porque es a través de ellas que los juegos estratégicospueden estar cerrados o abiertos; es por su ejercicioque se cristalizan y se fijan en relaciones asimétricasinstitucionalizadas (estados de dominación) o en rela-ciones fluidas y reversibles, abiertas a la creación delas subjetivaciones que escapan al poder biopolítico.

En la frontera entre "relaciones estratégicas" y"estados de dominación", sobre el terreno de las "téc-nicas de gobierno", la lucha ético-política adquiere

pleno sentido. La acción ética es así concentrada sobreel vínculo entre relaciones estratégicas y tecnológicasde gobierno, y tiene dos finalidades mayores: 1) per-mitir las relaciones estratégicas con el minimun posi-ble de dominación6, al darse reglas de derecho,técnicas de gestión de las relaciones con los otros ytambién de las relaciones consigo. 2) aumentar la li-bertad, la movilidad y la reversibilidad de los juegosde poder, pues son ellas las condiciones de la resisten-cia y de la creación.

6.

La relación entre resistencia y creación es el úl-timo límite que el pensamiento de Foucault había pre-tendido franquear. Es en el interior de las relacionesestratégicas y de la voluntad de los sujetos virtual-mente libres de "dirigir la conducta de los otros",donde se pueden encontrar las fuerzas que resisten yque crean. Lo que resiste al poder, a la fijación de lasrelaciones estratégicas en relaciones de dominación, ala reducción de los espacios de libertad en el deseo dedirigir las conductas de los otros, hay que buscarlo enel interior de esta dinámica estratégica. Es en este sen-tido que la vida y lo viviente deviene así la "materiaética" que resiste y crea a la vez nuevas formas de vida.

En una entrevista de 1984, un año antes de sumuerte, se le plantea una cuestión acerca de la defini-ción de la relación entre resistencia y creación:

"-Es sólo en términos de negación que hemosconceptualizado la resistencia. No obstante, tal y comousted la comprende, la resistencia no es únicamenteuna negación: es proceso de creación. Crear y recrear,transformar la situación, participar activamente en elproceso, eso es resistir.

-Sí, es así como yo definiría las cosas. Decir no,constituye la forma mínima de resistencia. Pero natu-ralmente, en ciertos momentos, es muy importante.Hay que decir no y hacer de ese no una forma de re-sistencia decisiva...7"

Y en la misma entrevista, destinada a la revistaBody Politic, Foucault afirma que las minorías (homo-sexuales) en las que la relación entre resistencia ycreación es una cuestión de supervivencia política, nodeben sólo defenderse y resistir, "sino crear nuevasformas de vida, crear una cultura. Nosotros debemostambién afirmarnos y afirmarnos no sólo en tanto que

“Relaciones estratégicas”, es la modalidad por la que elpoder se ejerce en el interior de una relación (...) se des-pliega por la voluntad de conducir los comportamientos

de los otros

Crear y recrear, transformar la situación, participar acti-vamente en el proceso, eso es resistir

continúa en pág. 10 >

Page 10: Micropolíticas 7

Página 10Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

identidad, sino en tanto que fuerza creadora"8.Las relaciones consigo, las relaciones que debe-

mos mantener con nosotros mismos, por las cualesFoucault había llegado a esta nueva definición delpoder, no son relaciones de identidad, "deben ser másbien relaciones de diferenciación, de creación, de in-novación"9.

Y es sobre la cima de la relación entre resisten-cia y creación que hay que prolongar el trabajo de Fou-cault. El itinerario de Foucault permite pensar elvuelco del biopoder en una biopolítica, el "arte de go-bernar" en producción y gobierno de nuevas formasde vida. Es proseguir el movimiento del pensamientofoucaultiano establecer una distinción conceptual y po-lítica entre biopoder y biopolítica.

1 Michel Foucault, Deux essais sur le sujet et le pouvoir, p.298.2 Michel Foucault, Dits et Écrits, IV, p. 729.3 Michel Foucault, Deux essais sur le sujet et le pouvoir, p.313. La relación entre amo y esclavo es una relación depoder, cuando la huida es una posibilidad de acción paraeste último; de otro modo se trata de un simple ejercicio dela fuerza física.4 Michel Foucault, Dits et Écrits, p.740.5 Michel Foucault, Dits et Écrits, p. 728.6 Siempre en la última parte de su vida Foucault se planteael problema de cómo volver simétricas las relaciones estra-tégicas. Esta temática es sólo esbozada a través del tema dela "amistad." Gabriel Tarde, un autor del que he confron-tado, en otro lugar, su pensamiento con el de Foucault, ex-presa la necesidad, partiendo de las mismas "relacionesestratégicas" foucaultianas, de fundar su dinámica no sólosobre la asimetría, sino también sobre la simpatía. "Más es-trecha aún y más alejada de la verdad es la definición en-sayada recientemente por un sociólogo distinguido, quienda como prioridad característica a los actos sociales el serimpuesto desde afuera como obligación. Eso es no reconocercomo relaciones sociales más que las relaciones entre amo ysujeto, entre profesor y alumno, entre padres e hijos, sin tenerninguna consideración a las libres relaciones de los igualesentre ellos. Y es cerrar los ojos no ver que, en los mismos co-legios, la educación que los niños se dan libremente imitán-dose entre ellos, respirando, por así decir, sus ejemplos, oincluso los de los profesores, que interiorizan, tiene más im-portancia que la que reciben o sufren por fuerza." GabrielTarde, La logique Sociale, Institut Synthélabo, Paris,1999,p. 62.7 Michel Foucault, Dits et Écrits, IV, p. 741.8 Michel Foucault, Dits et Écrits, p. 736.9 Michel Foucault, Dits et Écrits, p. 739.

Seguramente todos/as hemos pasado al-guna vez por una sala de espera, y sindudas, no es el lugar preferido de mu-

chos/as de nosotros/as. Esperar unos minutos o unashoras a que un médico o terapeuta nos atienda noresulta ser el plan más interesante.

Sin embargo, puede haber algunas excepciones;y ese rato de espera puede resultar lo suficientementeplacentero como para que la espera termine pare-ciendo breve.

Cada miércoles, hay un grupo de niños/as que,les aseguro, sabe disfrutar ese momento de espera asu turno. Llegar a la clínica, elegir una silla donde sen-tarse y esperar parece ser muy atractivo. Y esto no sedebe solamente a sus ganas de ingresar al consultorio,ese espacio pensado para compartir juegos, charlas ynuevos aprendizajes con otro/a que también los/as es-pera; sino porque además antes de entrar y luego desalir de cada sesión fonoaudiológica, hay alguien conquien encontrarse.

Así, Lucía espera su turno mirando incesante-mente las escaleras porque sabe que desde allí descen-derá Lara, quien la precede en la lista de turnos deldía. Lara siempre actúa con una cierta indiferenciaante el saludo y abrazo apretado que Lucía se prosiguea darle. Antes de partir, esa breve ficción creada porLara se convierte en un beso y abrazo cálido que anun-cia la despedida y que alienta un nuevo encuentro elsiguiente miércoles. Lucía, feliz de haber cruzado al-gunas palabras con su amiga, ingresa al consultoriocon muchas ganas de “trabajar”.

Luego de esos 45 minutos de juegos, letras, di-bujos y cuentos, Lucía sabe que al bajar las escaleras,habrá alguien que la espera y alguien a quien ella tam-bién espera ver a través de los barrotes de la baranda.Allí está Maite, más pequeña y tímida, pero que esbozauna sonrisa de alegría al verla.

Algo similar sucede cuando Paula se asoma delconsultorio lindante, para fisgonear un poco; no por-que sea curiosa simplemente, sino porque ella sabe quea las seis menos cuarto llega Marcos. Si no lo encuen-

tra en el consultorio, mira hacia abajo por las escalerasque le permiten entrever su rostro un poco dormidodespués de un rato de siesta. Marcos mira hacia arribay sabe lo que le espera, una bonita niña que lo llama yle tiende su mano, invitándolo a compartir con ellaaunque más no sea unos minutos de charla y juegos.

Debieran ver ustedes las caritas de decepción alsaber que uno/a de ellos/as no ha venido, decepciónque se convierte en curiosidad y preocupación por eltemor de que algo malo les haya sucedido. Así surgenhipótesis de diversas enfermedades posibles: doloresde panza, mocos en la nariz y otros tantos problemasque pudieran haberle impedido venir.

Lo bueno es saber que, pese a esa ausencia, elpróximo miércoles podrán volverse a encontrar, segu-ros de que la espera no es eterna; y que si acaso lofuera valdría la pena con tal de hallar allí alguien conquien compartirla…

Todos estos/as niños/as vienen a este espacioterapéutico porque tienen dificultades en su lenguaje,vienen aquí para poder comunicarse mejor, para poderdecir nuevos sonidos, nuevas palabras y animarse a en-lazarlas en alguna que otra frase. Muchos/as creeríanque han progresado gracias al profesional que los/asatiende, a sus conocimientos y herramientas terapéu-ticas; sin embargo, eso sólo constituye un pequeñofragmento de esta historia.

Encontrarse con pares con los cuales compartirun par de minutos de charla, de besos, de abrazos yafecto puede resultar también absolutamente terapéu-tico.

El amor nos afecta a grandes y a chicos de lamejor manera, de esa manera que sabe convertirse enencuentros placenteros.

Esta sala de espera oficia de marco que invita aldiálogo, y como bien sabemos, un diálogo puede serconstruido con palabras, con silencios, con gestos, conmiradas, con distancias, con besos, con abrazos, concaricias. Aquí cada quien ofrece lo que tiene y quienopera como interlocutor sabe validarlo y darle a cam-bio algo de lo propio, incluso aquello con lo que eseotro/a no cuenta todavía. Así, los/as más “habladores”ponen palabras a los silencios de los/as que aún nopueden hablar tanto; mientras que los/as más “calla-dos” ponen miradas y gestos de afecto que saben decirmucho más que lo que un par de vocablos podrían ex-presar.

Yo, que tengo el gusto de recibirlos/as cadamiércoles, tengo la dicha de ver sus rostros iluminadospor esos encuentros. Los/as miro y escucho con so-berbia atención, dispuesta a aprender de ellos/as algonuevo cada día. Intento aprender que los espacios for-males y acotados en tiempo y forma no son los únicossitios posibles para construir un vínculo terapéutico,intento aprender que los nombres que la ciencia podríaponerle a cada uno/a de estos pequeños no les intere-san ni les impiden comunicarse, intento aprender queel deseo de hacer lazo con otros/as trasciende a cual-quier obstáculo presente, intento aprender y seguiraprendiendo, así como ellos/as se han dispuesto ahacerlo desde que han tenido la fortuna de“encontrarse”.

La sala de espera... espera “encuentros”por Fernanda Felice

Nosotros debemos también afirmarnos y afirmarnos nosólo en tanto que identidad, sino en tanto que fuerza crea-

dora

< viene de pág. 9

Page 11: Micropolíticas 7

Página 11Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

La escritura y la furiapor A. A.

Miré el cielo y sentí que podría des-atarse la furia. Sentí que esa palabrase quedó ahí, insistiendo, presio-

nando.Pensé, furia... de vivir, de pensar. Estaba ahí, to-

davía detenido. Descanso insuficiente, calor, dolores.Pensé que solo podría salir si me dejaba llevar por lafuria, conmigo mismo, con los otros, con las cosas porhacer. Sentimiento vago, sin precisiones.

Entonces brotó de adentro ese golpe en elplexo, ese vacío que cala el estómago hacia una pro-fundidad que está en el cuerpo pero que llega más alláde él.

Y deseé escribir sobre eso. Escribir con furia,aunque sin negar el miedo que eso mismo me traía.Luego...escribir. Quedó esa idea, ese afecto, esa nece-sidad. Algo me dijo que era lo que más me importaba.

Escribir había sido una conquista tras otra.Conquista, avance, lucha sin cuartel por ocupar esaciudadela tan escarpada, tan difícil.

Pensaba que en otros eso se veía como un fluirnatural, suave, cuando para mí representaba una durapelea. Con mis ideas, con mis afectos, con mi mano de-recha, nunca vencedora final de aquella zurdería re-primida, que me tensa y me produce dolor.

Era la lucha entre vivir otras experiencias opoder apartarme y vivir esta otra, ya desde aquellosaños de estudiante, entre el placer de jugar al fútbol yel trabajo de leer y escribir interminables apuntes.

Pero también lucha entre el placer de devenirinvisible en presencia de los otros, de no ser visto, depasar desapercibido en medio del movimiento de lagente y el ser visible en la escritura. Visible, poner elcuerpo, cuerpo otro, en la escritura, otro que dice, da,se pierde en los vericuetos, en los caminos insondablesde las hojas que transitan y son de otros. Escritosdados a leer, imágenes dadas a ver, fugas, estallidos,misterios de destinos incognoscibles de esas hojas.

Furia de nuevo, por no escribir con la cabezadesprendida, sino sintiendo la enorme y poderosa acu-mulación de energía en el estómago, en el corazón, enlas tripas, en la emoción que a veces apreta la gar-ganta, que no da lugar a las palabras, que explota enalgunas lágrimas.

Escribir no tenía, no tiene que ver con la paz delalma, con la placidez, con la relajación. Es lucha e in-tensidad furiosa aunque no es la batalla del soldadocegado por el odio, dando mandobles a diestra y si-niestra. Es la lucha del guerrero que piensa. A veces

es necesario el pensamiento más desarrollado para in-ventar estrategias, para aprender y ejercer la disciplinade unir mente y cuerpo en la acción. Tensarse, aguzarlos sentidos para anticipar los movimientos del ene-migo, percibir en esa mínima fracción de tiempo ante-rior, cual va a ser su próximo golpe.

Esos enemigos, como decía aquel viejo y sabiohechicero, están dentro de uno mismo, el miedo, la cla-ridad, el poder, la vejez.

El miedo es para enfrentarlo, no se lo puedeperder, no se puede huir de él. Enfrentarlo, atravesarlouna y otra vez.

La claridad narcisista, el todo puesto en la pobrey virtual imagen propia en el lago. Claridad que puedeser empañada por un mosquito que caiga en el agua.

El poder, su deseo, que obnubila todo pensa-miento profundo, propio, todo camino a la libertad. Elpoder, su deseo, que ata, encadena y vacía porquecuanto más poder se alcanza, más vacío de ser propiouno queda.

La vejez, posición que no tiene que ver con losaños transcurridos, sino con el aflojamiento, la deten-ción, el descanso, que son las antesalas de la muerte.Engañosa, porque uno cree vivir cuando está mu-riendo. Lo otro es vivir esta batalla como si fuera laúltima. Uno puede disponerse a eso y prepararse vi-viendo. Entonces la hoja caerá en el momento justo yesa energía estallará en infinitas fugas para alimentarotras vidas.

(ritornello)

Decía Don Juan que para escribir se necesitancantidades inusitadas de energía. Y decía Deleuze:Pensar, escribir. Sólo se escribe en el límite del propiosaber, en ese límite extremo que separa nuestro saberde nuestra ignorancia, y que conduce de uno a otra.Colmar la ignorancia, es relegar la escritura para elmañana, o hacerla imposible.

Cuando aquella vez, yo hablaba del escribir y lafuria, sin saberlo, tal vez decía algo parecido. Escribirdesde la furia, desde lo que surge con una potencia im-parable desde el fondo oscuro, desde lo innumerable eincognoscible, desde lo que no podemos conocer y sinembargo nos empuja a la acción del pensar y del hacer.

Cuando lo hacemos las palabras fluyen y se vanacomodando en el papel, desde la furia a la armonía,al dolor o a la alegría, a la intuición de lo hermoso, ala sensación de estar situado en una infinitesimalcresta de lo inconmensurable.

Este tiempo ha sido el de la entrada al desierto,en ese instante en que ese mundo rico, poblado de in-numerables criaturas invisibles, aparece a nuestrosojos como ese suelo en el que toda la soledad se hacepresente, donde el movimiento de las arenas nos llevade una a otra soledad.

Ese entre, ha sido el tiempo del deseo del fuegoen los plexos, de la tensión en los músculos, de la po-tencia del grito retenido en la garganta, la furia quehará salir a las criaturas, que creará oasis, que poblaráde vida ese desierto.

Y en algún momento comenzamos a verlos y aconvivir con ellas, observamos los extraños y colori-dos flujos de energía que se elevan y danzan, entramosen los oasis donde la vida late, en los cuerpos, en elmecerse de las hojas, en los rizos del agua que brotamisteriosamente de ese suelo que aparecía árido einerte. Lo sentimos ahí por doquier y sentimos cómoentran en nuestro cuerpo, criaturas, formas y energías.

Deseo de la furiapor A. A.1

continúa en pág. 12 >

Sólo se escribe en el límite del propio saber, en ese límiteextremo que separa nuestro saber de nuestra ignorancia, y

que conduce de uno a otra

Page 12: Micropolíticas 7

Página 12Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

Un comentario de cine adobado con otrosingredientes.

Estigma, ese signo que surge en alguien comoproducto de la acción de oponentes capturado en unarelación de violencia casi ilimitada. Relación maniqueaque coloca el bien como supremo en un lado y el malen otro.

Tal vez una de sus facetas sea la eterna luchaentre Cristo y el Anticristo. Relación que ciertos dis-cursos institucionales han mantenido en un plano, per-sonalizado y simplificado hasta su aplanamiento que,como siempre, produce una alienación a figuras que seconstituyen en mitos ficcionales. Y como tales, cierrany alienan a los sujetos.

Estigma, en uno de sus sesgos, simboliza el malque se le asigna a alguien: “Ha sido estigmatizado”,“carga con un estigma”, suele decirse.

Por otro lado, en el discurso religioso y en elimaginario popular, aparece como una carga que portaalguien privilegiado, y cuyo referente central es la fi-gura de Cristo.

Por ello, desde los romanos era el escarnio ydesde los cristianos el signo más preciado. San Fran-cisco en tiempos antiguos, el Padre Pío, en tiempospróximos son figuras paradigmáticas. Fueron estig-matizados por ser los que aparecían encarnando o

aquellos en los que se encarna el espíritu sufriente yviolentado de Cristo. En un caso como el de San Fran-cisco esa “encarnación” fue tan potente que hasta losmismos clavos se hicieron carne.

Pero bien, ¿qué estoy pensando cuando escriboestas ideas? Pienso que la personalización a la que mehe referido es discutible.

Para entrar en esta reflexión recurro a una ver-sión interesante (¿Puramente imaginaria?) que apa-rece en la película “Stigmata”, en la que algo de lo quepienso está claramente expresado.

Un texto prohibido por la iglesia, estigmas quevan apareciendo en una mujer y la intención de dig-natarios de esa institución de ocultar todo, llegandoincluso al propósito de cometer asesinato.

Esa lucha, en el mito, aparece siempre como lalucha entre personas: Cristo-Anticristo. Forma encu-bridora.

En la película, aparece una variante interesante,la encarnación del estigma en una persona por un lado.Pero éste no opera sólo desde su persona, sino que setrata de su transferencia desde otro u otros, de una po-sición que produce ese efecto. Esa posición es la de la

A veces, esa potencia llega a nuestros músculos,a nuestros dedos y se dice en la escritura, aunquesiempre pobremente, como un resto mínimo de esasescenas inmensamente ricas. Y aún para eso necesita-mos de esa energía en cantidades inusitadas para nues-tro palmo humano, saber de nuestra ignorancia de esetodo que retornará siempre, con nosotros o sin nos-otros, siempre diferente, siempre más rico, siempre ha-ciéndose y recreándose en cada retorno.

A veces nos presta un poco de esa maravilla, deesa potencia que se hermana con lo que sentimos comofuria que no acepta nada sino hacer, producir, crear.

Luego, a veces, cuando nos reencontramos coneso escrito, lo reconocemos como propio y sin em-bargo se nos hace difícil conciliarlo con nuestro pen-samiento, y sentimos como una realidad irrefutable esecompuesto que somos de saber, de ignorancia, de esepensamiento y de esas percepciones hoy no recupera-das y hoy, por lo menos, presas del olvido.

Realidad de una conciencia de que ese límite denuestra ignorancia, en algún punto, fue un poco másallá y produjo eso que también somos, y sin embargono sabemos cómo.

Como decía también Don Juan, largo y arduocamino, si es que lo queremos recorrer, entre lo quesomos como efecto de nuestro ser en la cultura y lostoques, pases, pruebas y trampas del espíritu, esospases que dicen del ser implacables sin ser fríos, pa-cientes pero activos, astutos sin ser cínicos, y simpáti-cos, dulces o sensibles sin ser débiles.

Arduo camino, tal vez lejano, tal vez imposiblepara nosotros, ese camino del guerrero que quiere lasoledad y la comunidad, que quiere la libertad.

Sin embargo, están los encuentros y como decíatambién aquel viejo sabio, a veces un poema nos per-mite acecharnos, sacudirnos, cerrar el diálogo internoy hacer que el silencio cobre impulso.

Poema y silencio crean las condiciones para lasacudida. Y a veces podemos ser un poco poeta y acep-tar el anhelo de ver el fondo oscuro, de ver el otro serdel desierto. Ser presas del anhelo y la belleza. Darlosa otros, para que puedan vivir ese impacto de la be-lleza, que es nada más ni nada menos que abrir los ojosy explorar a partir de ese paso, que nos adentra en eldesierto, que nos adentra en lo inconmensurable, esoque somos y que es, a eso que no tiene palabras paradecirse y sin embargo, en el momento en que escribi-mos, no podemos dejar de decir.

1 Casi invierno, bar, café, soledad, casi tocando la furia.

A veces nos presta un poco de esa maravilla, de esa poten-cia que se hermana con lo que sentimos como furia que no

acepta nada sino hacer, producir, crear

Arduo camino (...) del guerrero que quiere la soledad y lacomunidad, que quiere la libertad

Estigmapor A. A.

Estigma, en uno de sus sesgos, simboliza el mal que se leasigna a alguien

< viene de pág. 11

Page 13: Micropolíticas 7

Iglesia. Ahí es azotada quizás como efecto de ese poderque se resiste.

En este caso es dado marcar que no importasaber de Dios (el personaje no conoce ni siquiera elsignificado del Rosario), ni creer, sino sentir el deseoy actuar para “salvar al niño” en esa identificación conel lugar de la madre.

Hay una fuerza que desea el daño. Los estigmasaparecen entonces porque esos sujetos son afectadospor sus visiones del mal y manifiestan esa batalla ensus cuerpos.

En la película citada estas secuencias culminanen aquella donde el obispo manifiesta que sus pecadoscrucificaron a Cristo. Pero en su acción es la Iglesia laque lo vuelve a crucificar: anticristo.

Él dice: “eres el verdadero enemigo de la Igle-sia”, e intenta asesinarla diciendo: “no destruirás a miIglesia”.

La última secuencia es interesante porque in-cluye algo de la dimensión del amor que ya se habíaesbozado en la escena siguiente a la de la escritura enla pared. Cuando el sacerdote-investigador la salva yse acerca, ella le dice. “Dios está dentro de ti y a tu al-rededor”. Luego la levanta, la saca de la habitaciónmientras las llamas van desapareciendo, llega al jardín,se sienta y la sienta en su regazo. Ella le dice “Quédateconmigo” y lo besa. Una paloma se posa en su mano yla escena remeda la imagen de San Francisco con lapaloma. Él la mira caminar por el jardín.

Al final, llega a la Iglesia de las escenas iniciales,esa de incierta ubicación que los representantes ofi-ciales de la Iglesia no encuentran y descubre el per-gamino.

Página 13Año 2 - Nº7

Julio/Agosto 2010

resistencia al intento de represión de la verdad que erala posibilidad de que ese texto reprimido se tratara depalabras auténticas de Cristo y no de retransmisoreso intérpretes posteriores.

Por otro lado, la aparición de una estructura.Estructura institucional. Creo que esto nos acerca alfondo de la cuestión: si hay algo que ha encarnado, en-carna o encarnará al Anticristo, seguramente se tra-tará de una estructura y no de una persona.

Este mecanismo de personalización no escapa auna dinámica institucional común: los conflictos,cuando se personalizan, siempre son encubridores.

Si bien estos nombres han capturado estas ideasde oposiciones absolutas, esto se encuentra en otrostramos como por ejemplo en el “666”, el número dela Bestia, donde se ha dado una inversión interesanteen tanto éste remite a Salomón, pero esa “Bestia” noera esa persona, sino el poder despótico, injusto y es-clavizador de su propio pueblo y de los pueblos sojuz-gados. Recordemos que 666 era el equivalente al pesode ese personaje en el oro de los tributos que se le ofre-cían anualmente.

Por lo tanto esas figuras o la figuración del malimplican estrategias, actos colectivos o estructuralesque significan las aberraciones institucionales en suacción alienante, degradante y violenta sobre las per-sonas.

Precisamente en “Stigmata”, uno de los aspec-tos más impactante, más sobrecogedores, es la inusi-tada violencia de las escenas en las que se vangrabando los estigmas en el cuerpo del personaje.

Quizás sea una sutil visión de los autores deesta problemática en tanto el poder despótico siemprees cruel y violento sobre las personas. Crueldad delacto de marcar al otro que se puede expresar en aque-llas crucifixiones, miles, realizadas por los romanos yestas escenas de la película en el subterráneo y otroslugares de este mundo de máquinas mercadistas inhu-manas.

No sabemos si la referencia que aparece en lapelícula es histórica u otro recurso imaginario. Allíaparece que en 1945 se descubrió un manuscrito enNag Hamadi, que se describe como “Las máximas se-creta de Jesús viviente”. Y que numerosos eruditos

sostienen que ese pergamino conocido como el Evan-gelio de Santo Tomás, es el registro más cercano quetenemos de las palabras del Jesús histórico. Y en fin,que el Vaticano se rehúsa a reconocer este Evangelioy lo ha descrito como herejía.

En esencia esas palabras dicen que “el reino deDios no está hecho de edificios ni maderas” y luegootro pensamiento: “corta un trozo de madera y estoyaquí, levanta una piedra y me encontrarás”. Y másadelante, en una escritura que reproduce el pergaminoen una pared: “El reino de Dios está dentro de ti y atu alrededor”.

Sería lógico pensar que ese personaje miste-rioso, monje al cual se había asignado una terceraparte del manuscrito para su traducción, al saber dela posición de ocultación de la Iglesia, “carga” con él yrecibe los estigmas.

Pero, ¿por qué eso aparece también en unajoven, liberal, atea, inculta e ignorante de los más ele-mentales conocimientos sobre objetos y rituales reli-giosos? Seguramente no se trata simplemente de quesu madre le enviara el Rosario de aquel monje.

Aparecen por el contrario varias secuencias pre-vias a cada estigma donde aparece el placer del cuerpo,el vientre en una posible concepción, pero lo que pa-rece definir esta posición de la sujeto es la visión deun mujer, embozada, de rostro semejante al de una vir-gen que lloraba sangre y su angustia, deseo y accio-

nar decidido para salvar al niño.

En ese verdadero devenir como sujeto, los es-tigmas se producen según la acción de actores figura-dos de diferente forma. Si en un primer momento seproduce cuando el goce del propio cuerpo y de la po-sible maternidad, en otro se produce cuando tira lacruz que lleva una monja como representante de la

Los conflictos, cuando se personalizan, siempre sonencubridores

Si hay algo que ha encarnado, encarna o encarnará alAnticristo, seguramente se tratará de una estructura y no

de una persona

continúa en pág. 14 >

Page 14: Micropolíticas 7

Quizás esto pueda pensarse como indicación deque sólo los que pasen por ese devenir de renunciar alas fuerzas reactivas, tanto externas como internas, yasumen en su corazón y en sus cuerpos el amor, pue-den encontrar las palabras que dicen de la afirmaciónde la vida.

Este texto comenzó a adquirir forma en el climade los días anteriores y posteriores al 24 de marzo, lle-gando a su culminación (¿provisoria?) en el día de hoy,que recuerda otra acción mortífera de ciertos poderessociales y el dolor por tanta muerte inocente. No sé sipodré saber porque necesité trabajar estas ideas quecomenzaron a angustiarme ya siendo muy chico y quenunca fueron desarrolladas debido a lo que podía sig-nificarse como verdadero delirio.

Sin embargo, la vida, los acontecimientos vivi-dos, el conocimiento de hechos de la historia, no hicie-ron más que reafirmarlas. Desde las guerras de laIglesia contra los disidentes, con episodios de exter-minio masivo, a la inquisición, al encubrimiento de lasatrocidades de la conquista, a las alianzas con fascis-mos diversos hasta el silencio, el encubrimiento y aúnla participación activa en el tiempo del gobierno mili-tar, se suman a esa impresión.

Un amigo, ex preso en los tiempos del Procesome decía: “El capellán venía a vernos con la Biblia enla mano y una pistola 45 en la cintura”. “Una vez lepregunté si la usaría y me contestó que no la llevabade adorno”.

Quizás no sea tan delirante entonces pensar queel Anticristo no sea una persona (pasada, presente ofutura), sino esas estructuras y máquinas trituradoras,signadas por un proyecto de muerte, que en distintosmomentos del devenir del mundo, intentan destruir aaquellos que asumen en sí mismos el amor sin condi-cionamientos y lo constituyen en aquello que los hacevivir.

En fin, quizás no valga la pena preocuparsetanto por cierto significado de estos planteos porquecomo decía Freud, y tantos otros en otros campos, aúnlos recuerdos más objetivos siempre conllevan algo deficción y por otro lado aún los delirios más floridossiempre contienen algo de la verdad histórica.

Así, de golpe, un día me di cuenta. Todosestaban de acuerdo. Ninguna de las per-sonas que me rodeaban estaba al mar-

gen de esto.Eran los últimos días de diciembre, todos ha-

bían desaparecido, como sucede en cada año para esasfechas, todos los amigos y conocidos con los cuales sepuede desinflamar el alma, mágicamente ya no esta-ban. Por esos días escuche el consejo por primera vez,al menos eso recuerdo. Mi trabajo me había prohibidodejar la ciudad, la Navidad había sido un trámite, elaño nuevo se acercaba sigilosamente. El día de los ino-centes me jugó una broma pesada, de esas que a pri-mera instancia no se reconocen, que, en principio,parecen ser el regalo esperado, que, desde que se dejóde ser niño uno ansía: Ella me había llamado. La típicaexcusa, feliz Navidad, etc. La conversación derivó enun nuevo encuentro, hacía meses que mi resignaciónera carne, que ya no esperaba ese llamado. Quizás fuepor eso que tanto impactó en mi tristeza de fin de año.

Hicimos el amor luego de un breve brindis depalabras y vinos, dormimos más juntos que nunca,durmió ella, en realidad, yo me limité a mirarla, a pre-guntarme por qué el camino tiene que ser tan ásperopara, igualmente, concluir en que estar juntos es lamejor solución a nuestro amor. La mañana de ese do-mingo me volvió a dejar perplejo, mis confesiones desoledad, de haber sufrido como nunca antes una au-sencia, de haberla extrañado como un niño a su madre,habían calado hondo, muy hondo. Por la noche me

había abrazado, esa mañana ya no. Me preguntó,cuando yo pensaba que su llamado ya era un acto defe, qué haríamos. Se preguntó que sentido había tenidotodo, me dijo que esto era un error, que estar juntosera imposible, luego que yo había vomitado mis deseos,luego que mis ya moribundas ilusiones habían vueltoa palpitar. Dijo que me veía muy mal, muy deprimidoy que era mucho para ella, mucho para mi, también. Ylo dijo. Aún sabiendo lo que yo pensaba de ellos, aunestando segura del daño que causaría al decir aquellaspalabras. “Necesitás ir a un psicólogo”, eso dijo.

Traté de explicarle, una vez más, que no, que noera eso lo que yo necesitaba, que lo único que me hacíafalta era estar con ella, sentir que alguien podía confiaren mi. No un psicólogo, para qué, para depender des-pués de ellos, para encontrarme un día hablando de mianalista, tal como lo hacían todos los que conocía, queno podían vivir sin pensar en lo que pensaría el encar-gado de su salud mental sobre esto o aquello, no, noera eso lo que me hacía falta, sino dejar de estar solo.

Desapareció nuevamente, sus vacaciones la lle-varon a su ciudad, y me dejó el consejo como regalo.

El verano volvió a juntarnos a fines de febrero,luego de una tormenta veraniega de soledad, cómo noiba a preguntarme si acaso ella no tenía razón. Cómono iba a dudar si mi postura seguía siendo correcta, yasí se lo hice saber. Su rostro pareció iluminarse, alverla tan radiante la idea de ir a un psicólogo tomabaforma, tenía ahora más sentido. Pero a la vez yo mepreguntaba si era correcto o no tomar esa decisión en

Freudpor Andrés Sanchez

Página 14Año 2 - Nº7

Julio/Agosto 2010

< viene de pág. 13

Page 15: Micropolíticas 7

Cuando no se juegapor Ana Sagües

Página 15Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

función de los demás. No se suponía, acaso, que erauna cuestión de mi salud, sólo de la mía. Estaba claro,no podía hacer feliz a los demás sin estar seguro de loque hacía. Fui, entonces, dilatando mi decisión, replan-teándome hasta qué punto yo quería hacerlo. Los díaspasaban y la presión crecía, cada noche la pregunta serepetía: ¿sacaste turno? Hasta que mi felicidad y mialegría de estar con ella resultó ser otra mentira. Yo“no estaba bien”, aunque me sentía más vivo quenunca, yo seguía “necesitando” un maldito psicólogoy volvió a desaparecer, como la noche más bella, se fue,dejándome la mañana triste y lluviosa como testigo demi soledad.

Mis amigos retornaban de sus vacaciones, unoa uno venían a verme. Misteriosamente todos parecíansaber que mi verano no había sido el mejor, que loshabía necesitado, que mi angustia podía olerse desdeel punto en que cada uno de ellos se encontraba. Unoa uno se fueron enterando del episodio del psicólogoy la fraternidad esperada nunca llegaba, todos ellosme aconsejaban pensar si no era realmente necesariopensar en ir a uno.

Como una mujer que tiene un atraso, que veniños y mujeres embarazadas por todas partes, así meencontraba yo, viendo carteles de ayuda psicológicapor cada calle, cada hospital, cada rincón de la ciudad.Me seguían, no me dejaban descansar en paz, me so-ñaba en sesiones, los divanes de las vidrieras ya no meremitían al descanso, sino a la terapia.

Mis hermanas me hablaban maravillas de susanálisis, conocidos que veía de vez en cuando me con-taban como su mejor novedad haber empezado terapia,los programas de televisión más exitosos tenían refe-rencias, directas o indirectas, a una sesión de psicoa-nálisis, pero mis amigos, sobre todo ellos, parecíaninducirme firmemente a que me decidiera al fin, queno perdería nada con probar, que dónde encontraba yoel placer de negarme. Bueno, justamente allí. En sentirque todo era muy violento, en que terco, como soy,nunca me decidiría a hacer algo que en mis principiosera negativo, máxime si yo en realidad no sentía enello una solución. Para mí, mi depresión no era másque la de cualquiera que se sintiera solo. Sólo en elfinal de esa soledad encontraría una salida.

El tiempo pareció darme la razón, la ya no tanreiterada presión me llevó a pensar seriamente en em-pezar una terapia, qué tenía de malo probar, si no mesentía a gusto dejaba y listo. Además podía estar equi-vocado, por qué no, tal vez un psicólogo me ayudaríaa salir de mi estado de abandono. Y así fue como undía, sin decir nada a nadie, caminé hacia el centro másprestigioso de atención psicológica y entré, dispuestoa terminar con todo.

La secretaria no estaba, el pasillo se veía des-ierto, nadie parecía estar allí. Me senté en una silla aesperar y fumé. Y fumé, y fumé. Nadie aparecía, losminutos transcurridos parecían querer hacerme darcuenta que tenía que repensarlo, pero no me fui, auncuando estaba a punto de hacerlo. Caminé en sentidocontrario a la salida y me metí en el consultorio de unapsicóloga que su nombre me resultaba familiar. Y allílos vi. No faltaba nadie, ni mis hermanas, ni mis ami-gos y por supuesto, también estaba ella. Se quedarontan perplejos como yo, viéndome como se mira a unfantasma, un fantasma que se niega a ser parte de lalocura.

Luciano tiene dos años recién cumplidos,sus ojos expresivos hablan lo que sulenguaje dice entreverado.

Generalmente se muestra serio, frunciendo elentrecejo. También está atento a los movimientos desus compañeros/as apenas unos meses más grandesque él. Todos/as se disponen a alguna actividad, al-gunos/as hacen dormir a muñecos bebés y nos obligana los demás a hacer silencio para que los bebés no sedespierten o no se asusten, otros hacen circular unosautos por circuitos inventados en divertidas carreras,otras encajan cilindros en vehículos de madera, algu-nos convierten ollas y tazas en un conjunto de tam-bores, otros apilan cubos preparando el regocijo de sucaída. Luciano los observa vivazmente, se acerca y lessaca ese objeto que entretiene en el momento demayor entusiasmo de sus compañeros/as, merodea porcada sector con la misma intervención: así despista elauto violeta de Ema y se lo trae, quita el último tramode la torre de Lucas y lo junta con ese auto, saca unataza devenida tambor de la orquesta de Nacho -lo hacellorar- y también la ubica entre los otros objetos, dis-puta el enorme tractor amarillo con Agustín que chillaruidosamente.

Luciano acumula en un canasto los objetos ex-traídos a sus compañeros/as, en un rincón casi comosi representara la cueva de Alí Babá. Los damnificadosprotestan alborotadoramente pero retornan al juegocuando se les ofrece otro objeto que reemplace al an-terior. Luciano deambula de grupo en grupo inte-rrumpiendo la alegría de cada uno con su juego, seentremete con tanta seriedad y determinación, nojuega a sacar o molestarlos, su intención es clara, sacay guarda para él. Me acerco y le digo que me pareceque a él le gusta lo que el otro tiene pero que no estájugando. Me mira fijo, con profundidad.

Descubro con tristeza que algunas subjetivida-des no están dispuestas a jugar aunque sólo tengandos años, funcionan como grandes capitalistas, captu-rados por el poder, necesitando desbaratar la alegríade los otros.

En la fabricación social de los sujetos, las insti-

tuciones, a través de la transmisión de las significacio-nes imaginarias sociales, asumen un papel fundamen-tal; primero la familia y luego la escuela intervienenen la producción de la subjetividad. Ambas constitu-yen las instituciones emblemáticas a partir de las cua-les el sujeto obtiene los valores instituidos, los mitosculturales, los mandatos religiosos y morales, en defi-nitiva las significaciones que esa comunidad a la quepertenece reconoce como civilizadamente válidas. Enel ejemplo de Luciano se hace visible la preponderan-cia de una dimensión del sistema social que intentaapropiarse y acumular aquello que en un momentoocupa felizmente a los otros. Vaya a saber las razonesfuertes que condicionan el contexto particular de vidade este niño. A pesar de las mismas, creo que podemosacercarle otras propuestas, porque cuando no se juegala subjetividad se endurece, las relaciones se compli-can, los afectos se tiñen de tristeza y el sufrimiento co-mienza a instalarse en la cotidianeidad.

Jugar con esta niñez a entrar en otro régimen,en otro movimiento, es el desafío que los adultos po-demos asumir cuestionándonos también sobre nuestraapertura al jugar, a desprendernos de regimenes com-petitivos y sentir más liviano los avatares de la vida.Esto lo pienso cuando veo a Luciano y a los demásniños/as disfrutar de la música, de los sonidos que secuelan por la sala, de la aceptación a bailar con otros,a pintar juntos. Una línea hacia la creación se abre.

Creo que jugando la subjetividad se expande yse multiplica, se metamorfosea, cambia y en ese movi-miento se expresa un devenir subjetivo inacabado enel que el jugar da consistencia a los deseos, jugando seconsigue una conciencia distinta de sí mismo. De ahíque a los adultos nos sería saludable, de vez en cuando,recordar aquella canción infantil y…abrir la puertapara salir a jugar.

En la fabricación social de los sujetos, las instituciones, através de la transmisión de las significaciones imaginarias

sociales, asumen un papel fundamental

Page 16: Micropolíticas 7

Una lenta voluta de humo sale de laboca del Viejo Antonio que la mira y,con su mirada, le empieza a dar forma

de signo y de palabra. Al humo y la mirada, siguen laspalabras del Viejo Antonio...

“Mirá Capitán, hubo un tiempo hace muchotiempo, en que nadie miraba. No es que no tuvieranojos los hombres y mujeres que se caminaban estastierras. Tenían de por sí, pero no miraban. Los diosesmás grandes, los que nacieron el mundo, los más pri-meros, de por sí habían nacido muchas cosas sin dejarclarito para qué o por qué o sea la razón, o el trabajoque cada cosa debía de hacer o de tratar de hacer. Por-que de cada cosa tenía su por qué, pues sí, porque losdioses que nacieron el mundo, los más primeros, depor sí eran los más grandes y ellos sí se sabían bienpara qué o por qué cada cosa, eran dioses, pues. Peroresulta que estos dioses no se preocupaban mucho delo que hacían, todo lo hacían como fiesta, como juego,como baile. De por sí cuentan los más viejos de los vie-jos que, cuando los primeros dioses se reunían, segurotenía que haber una marimba, porque seguro que alfinal de sus asambleas se venían la cantadera y la bai-ladera. Es más, dicen que si la marimba no estaba a lamano, pues nomás no había asamblea y ahí se estabanlos dioses, rascándose la barriga, contando chistes yhaciéndose travesuras. Bueno, el caso es que los diosesprimeros, los más grandes, nacieron el mundo y no de-jaron claro el para qué o el por qué de cada cosa. Yuna de estas cosas eran los ojos. ¿Acaso habían dejadodicho los dioses que los ojos eran para mirar? No pues.Y entonces ahí se andaban los primeros hombres ymujeres que acá se caminaron, a los tumbos, dándosegolpes y caídas, chocándose entre ellos y agarrandocosas que no querían y dejando de tomar cosas que síquerían. Así como de por sí hace mucha gente ahora,que toma lo que no quiere y le hace daño, y deja deagarrar lo que necesita y la hace mejor, que anda tro-pezándose y chocando unos con otros. O sea que loshombres y mujeres primeros sí tenían sus ojos, sí pues,pero no miraban. Y muchos y muy variados eran lostipos de ojos que tenían. Los había de todos los coloresy de todos los tamaños, los había de diferentes formas.Había ojos redondos, rasgados, ovalados, chicos, gran-des, medianos, negros, azules, amarillos, verdes, ma-rrones, rojos y blancos. Sí, muchos ojos, dos en cadahombre y mujer primeros, pero nada que miraban.

Y así se hubiera seguido todo hasta nuestros

días si no es porque una vez pasó algo. Resulta que es-taban los dioses primeros, los que nacieron el mundo,los más grandes, haciendo una de su bailadera porqueagosto era, pues mes de memoria y de mañana, cuandounos hombres y mujeres que no miraban se fueron adar a donde estaban los dioses en su fiestadero y ahínomás se chocaron con los dioses y unos fueron a darcontra la marimba y la tumbaron y entonces la fiestase hizo puro borlote y se paró la música y se paró lacantadera y también la bailadera se detuvo y gran re-lajo se hizo y los dioses primeros de un lado a otro tra-tando de ver por qué se detuvo la fiesta y los hombresy mujeres que no miraban se seguían tropezando ychocando entre ellos y con los dioses. Y así se pasaronun buen rato, entre choques, caídas, mentadas y mal-diciones.

Ya por fin al rato como que se dieron cuenta losdioses más grandes que todo el desbarajuste se habíahecho cuando llegaron esos hombres y mujeres. En-tonces los juntaron y les hablaron y les preguntaronsi acaso no miraban por dónde caminaban. Entonceslos hombres y mujeres primeros no se miraron porquede por sí no miraban, pero preguntaron qué cosa es“mirar”. Y los dioses que nacieron el mundo se dieroncuenta de que no les habían dejado claro para qué ser-vían los ojos, o sea cuál era su razón de ser, su por quéy su para qué de los ojos. Y ya les explicaron los diosesmás grandes a los hombres y mujeres primeros quécosa es mirar, y los enseñaron a mirar.

Así aprendieron estos hombres y mujeres quese puede mirar al otro, saber que es y que está y quees otro y así no chocar con él, ni pegarlo, ni pasarleencima, ni tropezarlo.

Supieron también que se puede mirar adentrodel otro y ver lo que siente su corazón. Porque nosiempre el corazón se habla con las palabras que nacenlos labios. Muchas veces habla el corazón con la piel,con la mirada o con pasos se habla.

También aprendieron a mirar quien mira mi-rándose, que son aquellos que se buscan a sí mismosen las miradas de otros.

Y supieron mirar a los otros que los miranmirar.

Y todas las miradas aprendieron los primeroshombres y mujeres. Y la más importante que apren-dieron es la mirada que se mira a sí misma y se sabe yse conoce, la mirada que se mira a sí misma mirandoy mirándose, que mira caminos y mira mañanas que

no se han nacido todavía, caminos aún por andarse ymadrugadas por parirse.

Y ya que aprendieron esto, los dioses que na-cieron el mundo les encargaron a estos hombres y mu-jeres por todos lados, que habían llegado tropezando,chocando y cayendo con todo, la tarea de enseñarles alos demás hombres y mujeres cómo se miraba y paraqué es el mirar. Y ahí aprendieron los diferentes mirary mirarse.

Y no todos aprendieron porque ya el mundo sehabía echado a andar y ya andaban los hombres y mu-jeres por todos lados, tropezando, cayéndose y cho-cando unos con otros. Pero unos y unas sí aprendierony éstas y éstos que aprendieron a mirar son los llama-dos hombres y mujeres de maíz, los verdaderos”.

Quedó en silencio el Viejo Antonio. Yo lo mirémirarme mirarlo y volteé la vista mirando cualquierrincón de esa madrugada.

El Viejo Antonio miró que yo miraba y, sindecir ninguna palabra, agitó con su mano la encendidacolilla de su cigarro de doblador. De pronto, convocadapor el llamado de la luz en la mano del Viejo Antonio,una luciérnaga salió del rincón más oscuro de la nochey trazando breves serpentinas luminosas, se acercóhasta donde el Viejo Antonio y yo estábamos sentados.Tomó el Viejo Antonio la luciérnaga con sus dedos y,dándole un soplo, la despidió. Se fue la luciérnaga ha-blando su luz tartamuda.

Un rato siguió la noche de abajo oscura.De pronto, cientos de luciérnagas empezaron su

brilloso y desordenado baile y ahí, en la noche deabajo, había de pronto tantas estrellas como la que enla noche de arriba vestía el agosto de las montañas delSureste Mexicano.

“Para mirar, y para luchar, no basta saber adónde dirigir miradas, paciencia y esfuerzos” –me dijoel Viejo Antonio ya incorporándose-. “Es necesariotambién empezar y llamar y encontrar a otras miradasque, a su tiempo, empezarán y llamarán y encontrarána otras más. Así, mirando el mirar del otro, se nacenmuchas miradas y mira el mundo que puede ser mejory que hay lugar para las miradas todas y para quien,aunque otro y diferente, mira mirar y se mira a símismo caminando la historia que falta todavía”.

Se fue el Viejo Antonio. Yo seguí sentado todala madrugada y, cuando encendí de nuevo la pipa, milluces abajo encendieron la mirada y hubo luz abajo,que es donde debe haber luz y múltiples miradas...

Página 16Año 2 - Nº 7

Julio/Agosto 2010

La historia de la mirada por el subcomandante Marcos a los maestros