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MERCOSUR Y LA IDENTIDAD REGIONAL Daniel Amicci Mag. (RRII), Becario doctoral Europlata-Erasmus Universidad Nacional de Villa María (Argentina), Universidad de Pisa-Italia [email protected] CONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD EN EL REGIONALISMO AMERICANO: LOS INTERROGANTES DEL MERCOSUR Resumen: Los regionalismos americanos se encuentran transitando una fase embrionaria en la formación de una identidad comunitaria. El Mercosur, su representante más promisorio, no escapa a esta realidad. Nuestro trabajo pretende arrojar luz acerca de los factores que determinan ese estado, que conlleva a una ausencia del sentido de pertenencia al bloque. Para ello nos apoyamos, aún a sabiendas de su origen foráneo, en los aportes del constructivismo. Planteamos que, la construcción de una identidad compartida conforma un elemento determinante para profundizar el curso de la integración. Palabras clave: Cono Sur, Mercosur, integración, identidad comunitaria, constructivismo. Abstract: The American continent regionalisms are going through an embryonic stage in the formation of a community identity. Mercosur, the most promising representative, is no exception to this reality. Our work aims to shed light on the factors that determine the state, leading to an absence of the sense of belonging to the block. For this we rely, even knowing their foreign origin, on the contributions of constructivism. We argue that the construction of a shared identity forms a key element for further integration course.

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MERCOSUR Y LA IDENTIDAD REGIONAL

Daniel AmicciMag. (RRII), Becario doctoral Europlata-ErasmusUniversidad Nacional de Villa María (Argentina),

Universidad de [email protected]

CONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD EN ELREGIONALISMO AMERICANO: LOSINTERROGANTES DEL MERCOSUR

Resumen: Los regionalismos americanos se encuentran transitandouna fase embrionaria en la formación de una identidad comunitaria.El Mercosur, su representante más promisorio, no escapa a estarealidad. Nuestro trabajo pretende arrojar luz acerca de los factoresque determinan ese estado, que conlleva a una ausencia del sentidode pertenencia al bloque. Para ello nos apoyamos, aún a sabiendasde su origen foráneo, en los aportes del constructivismo. Planteamosque, la construcción de una identidad compartida conforma unelemento determinante para profundizar el curso de la integración.Palabras clave: Cono Sur, Mercosur, integración, identidadcomunitaria, constructivismo.

Abstract: The American continent regionalisms are going through anembryonic stage in the formation of a community identity. Mercosur,the most promising representative, is no exception to this reality. Ourwork aims to shed light on the factors that determine the state,leading to an absence of the sense of belonging to the block. For thiswe rely, even knowing their foreign origin, on the contributions ofconstructivism. We argue that the construction of a shared identityforms a key element for further integration course.

Daniel Amicci

Key words: Southern Cone, Mercosur, integration, communityidentity, constructivism.

Introducción

La mayoría de los enfoques teóricos acerca de las relacionesinternacionales y los procesos de integración están basados enexperiencias y criterios eurocéntricos, monoculturales, que handado lugar a una copiosa y heterogénea literatura. Y, como hasucedido en otras tantas materias, los americanos tenemos latendencia a utilizarlos con desafortunada incondicionalidad, enuna muestra más de ciertas manifestaciones de dependenciacultural, quizás bajo los efectos de lo que un político brasileñorotulaba como “el afrodisíaco del Viejo Mundo”1.

Los éxitos integrativos de la Unión Europea (UE)alimentaron aún más el corpus especializado en la temáticaregional. La incorporación, sin pausa, de nuevas nacionesasociadas parecía estimular, al menos para los queobservábamos asombrados desde este lado del Atlántico, unproceso aparentemente sin mayores retrocesos y de alcancegeográfico y cultural difícilmente mensurable.

Claro está que la situación de la convivencia europea en losúltimos tiempos ha sufrido un grave desafío de la mano de lacrisis económica, política y social que asola a algunos de susmiembros más débiles, y del rol hegemónico desempeñadoabiertamente por Alemania. Esta supuesta coyuntura generainterrogantes acerca de la viabilidad de un propósito queinvolucra tal grado de extensión espacial, aun admitiendo que el

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regionalismo puede existir en áreas separadas por grandesespacios geográficos2, y que las “regions are what politiciansand peoples want them to be”3.

Si en el futuro fueran aceptados los clamores de países talescomo Georgia o Azerbaiyán, que sueñan con ser incluidos en lacodiciada lista de espera para obtener la membresía de la UE,sus límites terminarían por rebasar las históricas fronteraseuropeas, alcanzando prácticamente el heartland esbozado porMackinder4, ante lo cual sería más preciso elegir unadenominación tal como Unión Euroasiática.

Paralelamente, América ha sido el foco de diferentes debatespor parte de analistas autóctonos y foráneos acerca de laposibilidad de que sus países también lleven a cabo un procesode integración de dimensiones seudocontinentales; algunasveces sin tener en cuenta que región y regionalismo no soncategorías necesariamente congruentes. En este sentido, laregión “latinoamericana” ha obtenido la mayor cantidad devotos como el espacio-candidato más indicado para seguir lospasos de la UE, en particular postulando al Mercado Común delSur (Mercosur) como núcleo principal para una futura adhesiónde los demás emprendimientos asociativos vigentes: laComunidad de Naciones Andinas (CAN) y el Mercado ComúnCentroamericano (MCCA). Quienes sostienen estos planesbuscarían, nuevamente, revivir los proyectos de erigir unaespecie de Unión Latinoamericana, la casi mítica PatriaGrande.

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En relación al tema específico de integración que nos ocupa,el Mercosur, representa hasta el momento una experienciaregionalista ceñida al campo de lo estrictamente económico, aldecir popular, un Mercosur comercial. La reciente incorporaciónde Venezuela no ha conducido a una alteración de este perfil. Eldirigismo economicista y la carencia de voluntad política porincluir a la sociedad civil, en su conjunto, por medio derepresentantes parlamentarios, instituciones regionales,organizaciones intermedias, políticas culturales-educativas, entreotras alternativas, ha conducido a una pobre internalización ysocialización de esta relevante iniciativa sudamericana.

En pos de ensayar algunas respuestas acerca de esaproblemática, hemos organizado este trabajo de la siguientemanera. Primero, delimitamos a grosso modo la unidad espacialcorrespondiente al Cono Sur, revisando sus característicasgeográficas, históricas y culturales. Segundo, proyectamos sobreel Mercosur algunos postulados del constructivismo, a los finesde evaluar sus alcances en un marco tan dispar, priorizandoaquellos relativos a la construcción de una identidad propia. Valela pena recordar que, junto a ese enfoque conviven una miríadade nuevas ofertas y reformulaciones teóricas ligadas al curso dela UE (la mayoría del mundo anglosajón). Pese a estaabundancia, los investigadores no han logrado arribar a unateoría dominante que explique con suficiencia porque y cómofunciona el más significativo fenómeno del regionalismomundial.

Nuestra tesis plantea que la construcción de una identidadcomunitaria constituye un componente sustancial para, una vez

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puesto en marcha el proceso de integración, estimular sudesarrollo. Esta dinámica debe ser conducida por los estados,pero escoltados por los diferentes actores sociales. La ausenciaen el Mercosur de políticas tendientes a rever un modelo deregionalismo, caracterizado por tan limitada inclusión social,otorga endeble garantía de conllevar, en el futuro, a unaintegración más armónica.

Resulta necesario aclarar que no hacemos referencia a untipo de identidad basada únicamente en cuestiones de origen,lengua y religión porque, tal como lo demuestra la UE, laheterogeneidad cultural, si la hubiere, no representa un factorque frustre la integración. De hecho, ponemos el acento enaquella que otorga un sentido de pertenencia a una organizaciónregional que es, ante todo, una construcción artificial.Desconfiamos de una profundización del proceso sin unaidentidad edificada socialmente, en tanto sirve para otorgar “unaafirmación de sí que asegura una permanencia en el tiempo”5.

Cono Sur: espacio de la integración sudamericana

Si aceptamos el Mercosur, luego de la UE, como elemprendimiento integrativo más importante, una potencialunificación de los pueblos “latinos” de América podríapergeñarse a partir de su propia subregión contenedora, esto esel Cono Sur, ahora ampliada a escala regional con laincorporación de Venezuela. A partir de allí tendría posibilidadesde proyectarse hacia el resto de Sudamérica, atravesar la

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balcanizada área central del continente y confluir en tierrasaztecas.

Desde una perspectiva colonial, sería algo semejante aunificar las antiguas administraciones desde el virreinato del Ríode la Plata hasta el de Nueva España, restando la enormeporción conquistada por Estados Unidos a México, perosumando la vasta posesión portuguesa del Brasil y otrosterritorios menores en manos de potencias occidentales. Paraobtener una relativa representación de las dimensionesinvolucradas, la distancia en línea recta que media entre BuenosAires y ciudad de México ronda los, nada despreciables, 7.400km.

El Cono Sur, subsistema continental americano, ocupa elespacio por debajo del paralelo de los veinte grados, comprendeseis estados dentro de sus límites: cuatro casi íntegramente,Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile, y los dos restantes,Bolivia y Brasil, en parte. A su vez, dentro de esa subregión, laCuenca del Plata - por hoy el área más rica de América fuera delos Estados Unidos- conforma el marco natural donde sedesenvolvieron las interacciones históricas entre las actualesnaciones mercosureñas, a excepción de Venezuela.

Aunque las tensiones intra-sub-regionales no fueron pocas,sólo un conflicto bélico - Guerra de la Triple Alianza (1865-70)– involucró a los cuatros primeros miembros del bloque. Lainmensa y riquísima cuenca fluvial, espacio nuclear delMercosur, también ha sido el escenario donde las tentativasregionalistas encontraron mayor eco, sobre todo, a partir de lasaproximaciones bilaterales entre Argentina y Brasil.

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De ese modo, aunque sus vínculos bilaterales estuvieronsignados por momentos de inquietante competencia geopolítica,también dieron lugar a interesantes paréntesis de cooperación –Roca-Campos Salles, de la Plaza-Brás, Perón-Vargas, Frondizi-Kubistchek-Quadros, que fueron fraguando los eslabones de lacadena de antecedentes que conllevaron, gradualmente, a laintegración actual.

El Mercosur se proyecta como el bloque con mayoresposibilidades de crecer en la región, más aún cuando la CANestá debilitada por las decisiones unilaterales de algunos de susintegrantes. Su evolución ha sido sacudida, en los últimosmeses, por dos relevantes acontecimientos de efectosantagónicos para su futuro. Por un lado, la entrada de Venezuelaque potencia la integración regional y, por el otro, un suceso quepuede llegar a tener repercusiones negativas si no se solucionacon prontitud: la suspensión transitoria de Paraguay a raíz de lasalida obligada de su presidente, Fernando Lugo, generada porun golpe de estado encubierto.

El constructivismo y los factores “ideacionales” en elMercosur

El constructivismo prioriza el rol de los factores“ideacionales”, normas, valores, ideas, etc., y critica laaproximación racional y materialista de teorías precedentes,neorrealismo, neoliberalismo que, a su vez, tienden a señalarlocomo cargado de cierto subjetivismo utópico, descreído del

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mundo real. O bien, como una posición filosófica carente deargumentos causales que permitan validarlos.

Para sus defensores, la realidad no es independiente de lasideas y la sociedad mundial y sus distintos componentes seconstruyen mutuamente. Las estructuras de los estados, enbuena medida, son edificadas por las propias estructuras socialesmás que impuestas por las características de la naturalezahumana o por la política vernácula.

Esa corriente asume que la integración enfrenta menoresobstáculos entre sociedades más homogéneas y con menornúmero de líneas divisorias. La decisión de integrarse se generaa partir de los intereses e identidades creadas y reacomodadas enla propia trayectoria de interacción social. El planteo podría serde utilidad para rediseñar el excluyente modelo de integracióndel Mercosur. Este cometido, que ayudaría a estimular unaparticipación más decisiva de las fuerzas sociales, podríaconcretarse si se otorgara valor a los aportes provenientes de losestudios relacionados al importante rol que desempeñan lascausas vinculadas a normas, cultura, identidad y socializaciónque, en el ámbito mercosureño, están descuidadas.

En cuanto al concepto de región, el constructivismo brindó alas ideas e identidades un papel relevante al momento dedefinirlo. Así, Paul identifica a una región como un conjunto deestados cercanos entre sí y sujetos a interconexiones en“términos espaciales, culturales e ideacionales, de manerasignificativa y distinguible”6.

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Valores heterogéneos

En primer lugar, hay que recordar que América es elcontinente mestizo por antonomasia y los pueblos del Mercosurno escapan a esa heterogeneidad. Esta condición ha sidoreconocida por sus autoridades, llevando adelante acuerdos enpos de implementar un espacio regional sin discriminacionesraciales ni xenofobia. El documento firmado en la Cumbre deFoz do Iguazú de 2010 oficializó los preceptos enunciados,considerados pilares fundamentales del proceso de integración.

Tales medidas deben ser reafirmadas, en tanto el componenteracista representó un factor adicional en la clásica disputageopolítica de la Bacia do Prata. Y, si bien su gravedad ha sido,por lejos, menor a la que sufrió Europa, ha tenido ciertainjerencia en el proceso de aproximación-integraciónmercosureña, en particular, entre los dos socios fundadores.

Así, en la medida en que se desenvolvía el sorprendentecrecimiento de Argentina a fines del siglo XIX, germinaba ensus clases dirigentes un convencimiento de supremacía regional,que recibió el estímulo de la doctrina del darvinismo social. Eléxito económico era esgrimido como evidencia categórica de lasuperioridad de su origen y cultura, es decir europeo y blanco.Tal inducida autopercepción las condujo a juzgar a sus demásvecinos, especialmente al Brasil, como incapaces de emular susméritos en razón de sus particularidades raciales -mestizas omulatas- consideradas inferiores.

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Por su lado, los brasileños también vivían atados aconcepciones de supremacía regional. Este criterio estabasustentado en una supuesta preponderancia del mundo lusitano-brasileño frente al hispánico-criollo. En cuanto a sus vecinos“gauchos”, los consideraban como una raza desorganizada yviolenta, que propiciaba una despreciativa “brazilophobia”.

La fuerza de esas representaciones negativas que tensionabaa las dos grandes naciones que forjaron el eje del regionalismosudamericano, en buena medida había sido impulsada, desde losinicios mismos del período colonial, por el desconocimiento y elaislamiento mutuo. Vale recordar las condiciones, al momentode encaminarse el Mercosur, del área fronteriza compartida:caminos de tierra en mal estado para impedir potencialesmovimientos militares, trenes con trochas disímiles y ausenciade puentes.

Esos problemas, que han contribuido al pobre desempeño dela socialización intrarregional, deberían ocupar un espaciosuperior de discusión acerca de su impacto en la formación devalores regionalistas homogéneos, en función de mitigar losefectos de esas prácticas negativas sobre el proceso deintegración actual. Como señala Sousa Santos, “debemosreconocer el racismo cuando es necesario para eliminarlo”7. Másaún si, como se prevé, la futura ampliación del Mercosurllevaría a una fusión con la CAN, lo que podría llegar a depararpara Bolivia y Perú obstáculos similares a los que Turquía vieneenfrentando, desde hace muchos años, y que frenan suaceptación en la UE.

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En efecto, pese a su larga trayectoria y “buena conducta”como miembro de importantes organizaciones internacionales yeuropeas, Turquía sigue en lista de espera para lograr sumembrecía. Este impedimento tiene su asidero en el fracaso delos mecanismos de socialización, alimentados por políticos yactivistas de antiampliación que representan a quienes niegan su“europeidad”, exteriorizando sentimientos racistas, Islam-fóbicos. Por otra parte, ¿el Mercosur reconoce y tiene en cuentala heterogeneidad cultural al momento de crear sus institucionesy elaborar sus políticas? Las organizaciones aborígenes loniegan. Sus miembros, cada vez más activos y respaldados ensus propios intelectuales, les recuerdan a los funcionarios de laintegración la presencia de alrededor de 2.500.000 de nativosreunidos en unas 350 comunidades. Esas entidades, influyentessobre todo en el mundo andino, cuyas naciones nucleares estánasociadas al Mercosur, apoyan el regionalismo, pero desde unaperspectiva intercultural y participativa. Su propuesta rescata lasvariadas economías regionales que han quedado sometidas amedidas basadas sólo en la lógica capitalista del costo-beneficio,y han echado al olvido la naturaleza comunitaria de la economíanativa.

Los movimientos indígenas alientan la implementación deconcepciones alternativas del desarrollo. Denuncian que losmodelos de integración tienen una “matriz cultural y política defiliación occidental y capitalista”8. Por ende, resultan mera eintencionadamente económicos. Otras voces minoritarias y quereclaman también participación activa en el Mercosur, con el

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énfasis puesto en las políticas públicas y de derechos humanos,provienen de las organizaciones de descendientes deafroamericanos9.

¿Hacia una identidad compartida?

1. Mecanismos de internalización y socializacióndesaprovechados

Adler remarcaba que, una vez los bordes fronterizos tiendena desvanecerse y las personas comienzan a comprendersemutuamente, terminan gestándose “identidades comunes”, quedarían paso a las “cognitive regions”10. Por su lado, Waeverponía nuevamente el acento en la importancia de las“identidades compartidas” que, más allá de las interacciones,son necesarias para construir regiones11.

Si las identidades colectivas pueden cimentarse por medio“de fuertes identificaciones ideológicas con un nosotros”12, encuestiones relativas a la patria, nación, raza, entre otras, tambiénpodrían llegar a representarse en una identificación con elregionalismo, que conlleve a formar individuos que compartanun equivalente compromiso para con la profundización delproyecto, esto es, ciudadanos regionales. Al respecto, RaúlAlfonsín, el principal actor de la alianza con Brasil que forjó elMercosur, advertía: “La historia demuestra que los procesos deintegración si no se sostienen en la legitimidad que otorga laactiva participación de la ciudadanía se estancan o fracasan”13.Al respecto, Lugo se manifestaba optimista, expresando su

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beneplácito por la creciente participación ciudadana en el bloquey reafirmaba el compromiso con “un Mercosur de lospueblos”14.

Con la mira puesta en ese objetivo, se aprobó en la XLCumbre el estatuto de ciudadanía del Mercosur, así como unafutura medida que habilite la libre circulación de las personas.En línea, Lula da Silva recomendaba la implementación de unaplaca vehicular común que aumentaría el sentido de pertenenciaal bloque15. Por ahora, estas trascendentes iniciativas continúaninconcretas y la noción de ciudadanía comunitaria permanece enestado embrionario. En efecto, la realidad muestra que tanto elinterés como la participación de la sociedad civil son de bajaintensidad. Prevalece la desinformación, y las ideas acerca de lascaracterísticas y alcances del regionalismo son difusas. Lasinstituciones centrales tampoco ejercen un rol activo en cuanto apropender a la inclusión ciudadana. Se necesitan políticas quetiendan a la construcción de la identidad mercosureña, mediantela inclusión de la dimensión cultural del desarrollo.

De hecho, la promoción de prioridades compartidas paraimpulsar una ciudadanía cultural, mediante el accionar de unagestión estatal intraregional, continúa ausente de la trayectoriaasociativa. Una medida ad hoc como fue la creación delParlamento Cultural del Mercosur (Parcum), 1996, para dotar deuna estructura institucional y apoyo legislativo al denominadoMercosur cultural, no ha tenido efectos positivos y su función haquedado desatendida. Tal como señalaba el ex presidentebrasileño José Sarney, si bien el proyecto original pergeñaba la

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integración cultural, “infelizmente” no fue posible avanzar haciaese objetivo16.

La educación, uno de los grandes sistemas de unificación deuna nación, debería ser direccionada hacia la promoción de unaconciencia de compromiso regional, más aún cuando otro mediode unificación, el judicial, está ausente del Mercosur. En estesentido, debemos remarcar la importancia de la Corte Europeade Justicia que ha penetrado, gradualmente, en la legislacióndoméstica ayudando a levantar barreras que obstaculizaban elderrotero de la integración en el Viejo Mundo. Por ende,también podría llegar a constituirse en una herramientafundamental para alimentar los valores de la integración entrelos pueblos mercosureños. Con todo, las ventajas que otorga laformación han sido soslayadas. Todavía existe escasotratamiento de la temática regionalista en todos los niveles delsistema educativo. En las universidades resulta difícil encontrarcarreras especializadas en integración, y la mayoría de lasinstancias de aprendizaje están dirigidas hacia el campoeconómico-comercial. Escasean las publicaciones y reunionescientíficas en conjunto, tal como en los primeros años de laasociación llevaron adelante varios de los más destacadoscientistas sociales del Brasil y Argentina17.

El rol desempeñado por las industrias culturales, comomecanismo propulsor de la identidad común mercosureña,todavía está lejos de ocasionar alguna influencia. Los mediosaudiovisuales no están volcados a poner en prácticarealizaciones compartidas y la única red de noticias queatraviesa la región es la transnacional estadounidense CNN, que

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además de transmitir informaciones formadas en el centrodominante abordan, en gran parte, temáticas vinculadas alacontecer mexicano.

La UE cuenta con redes de regiones y ciudades que danlugar a importantes interrelaciones y activas participaciones,articuladas mediante un ámbito institucional de peso: el Comitéde Regiones y Ciudades. En el Mercosur, la dimensión sub-estatal comenzó a tomar forma a partir de la creación, en 1995,de una red de urbes asociadas Mercociudades. Su principal

finalidad institucional procuraba ofrecer una mayor intervenciónen la agenda y en el organigrama del bloque, frente a la escasainclusión que otorgaba la lógica de manejo exclusivamenteinter-presidencialista. Esta organización sub-nacional destacópor el particular origen de su formación, en tanto fue alentadapor los propios gobiernos locales y no desde el vértice de laorganización regional. Contar con esa particularidad le permitiódiseñar políticas consensuadas, libres de la dirección de losórganos centrales, impulsando medidas tendientes a lograr unamayor representación de los intereses de los ciudadanos ycompensar la carencia de canales viables para influir en la tomade decisiones.

Paralelamente, también fueron surgiendo otras asociacionesrepresentativas de carácter social, tales como el Foro consultivoeconómico y social, Somos Mercosur y las Cumbres sociales delMercosur. Sin dejar de reconocer la relevancia de estasiniciativas en pos de la participación social, buena parte de lapoblación desconoce su existencia y todavía el bloque está muy

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lejos de albergar una estructura representativa más inclusiva delos diferentes actores sociales.

Otro aspecto controversial surge en tanto, a más de 20 añosde su creación formal, los ciudadanos del Mercosur todavía nohan conseguido una oportunidad para emitir su opinión enrelación al curso de la integración. Continúan ausentes en todaslas instancias de decisión, independientemente de susimplicaciones. También, y tal como ya lo señalaba Hirst en los‘9018, los partidos políticos prolongan su participación marginal,sin promoción de experiencias interactivas dentro del bloque.Por el contrario, los europeos, más allá de contar con la ventajade la representación parlamentaria, han participado a través dediferentes referéndums, en instancias decisivas para latrayectoria de la EU. De hecho, en ciertos casos arrojaronresultados sorpresivos, redireccionando el curso del proceso:rechazo de Dinamarca del Tratado de Maastricht, negativainicial de Irlanda a los Tratados de Niza y de Lisboa, y lasresonantes desaprobaciones de los franceses y holandeses alTratado Constitucional.

La escasa profundidad de la internalización y socializaciónde la trayectoria regionalista, sumada a la clásica predisposicióna emular lo “europeo” por parte de los americanos, haconvertido al MERCOSUR en una estructura con ciertapermeabilidad a las influencias de las acciones de la UE. Esterasgo no es nuevo ni propio: la lejana fundación de la ALADI, enparte, había sido materializada bajo los influjos de la experienciade la Comisión Européa del Carbón (CECA).

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En tanto, el Mercosur fue alentado también por los notablesavances de la Comunidad Europea (CE) que conllevaronfinalmente a la UE. El episodio más renombrado de esatrayectoria y que deparó los análisis más sesudos acerca de supotencial implementación en el Cono Sur, fue el nacimiento delEuro. Rápidamente nacieron proyectos mercosureños paraemular aquel logro y llegaron también los nombres de la futuramoneda, gaucho, gaúcho. Luego, el ímpetu fue perdiendo fuerzade la mano de los síntomas del deterioro económico europeo.Esta vez, el nuevo influjo de la UE terminó mandando al archivoel proyecto de moneda común, ante el temor del contagio de unefecto similar al sufrido particularmente por España, país con elcual tanto Argentina como Uruguay mantienen estrechos lazoshistóricos. Sumado al impacto sobre los propios decisores delbloque, también la esfera social se ha visto influenciada por losdescalabros de la eurozona, con informaciones que suscitanreparos ante las limitaciones del regionalismo, en tanto alertansobre el resquebrajamiento de la “amistad europea” y elrenacimiento de los clásicos brotes de enemistad.

Por ahora, la religión y el lenguaje siguen conformando loselementos culturales más aglutinantes del Mercosur. Unarotunda mayoría católica habita en los cinco países, encabezadospor Brasil, la nación con más número de creyentes del mundoapostólico-romano. Sin embargo, no hay que olvidar quetambién coexisten, arraigados y diseminados, numerosos cultossincréticos y, particularmente, con el gradual pero sostenidocrecimiento de variantes cristianas se estaría gestando una

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tendencia hacia una mayor pluralidad religiosa. El español es lalengua de cuatro de los cinco países del bloque, el portugués delrestante, Brasil. Aunque con ciertas diferencias, ambas son,dentro del grupo de las romances, las más similares. Junto a estahomogeneidad idiomática subsiste un abanico de lenguasnativas: por ejemplo, solamente Brasil cuenta con casi 200. Deespaldas a esta diversidad, dentro del grupo, únicamenteParaguay oficializó un idioma nativo, el guaraní. En ese aspecto,Bolivia llevó adelante modificaciones sustanciales,nacionalizando tanto el guaraní como el quechua y el aymara.Este país andino superó los límites de la cuestión lingüística,reconociendo la multiplicidad étnica de sus habitantes, tal comolo expresa su nueva denominación oficial: Estado Plurinacionalde Bolivia.

2. Dinámicas de cohesión en marcha

La actividad turística merece la atención en razón de supotencial como mecanismo que da lugar a productivasinterrelaciones, que se desencadenan cuando “los grupos entranen contacto, realizan intercambios, incluso cooperan, cada unodentro de su lógica”19. Para la organización del grupo Mercosursupone uno de sus resultados más contundentes, y para sushabitantes, seguramente el más visible y valorado. Elintercambio de viajeros en el bloque constituye un elementodinamizador de las economías que moviliza a millones depersonas, impulsa el conocimiento recíproco y alienta laintegración. El crecimiento exponencial de los flujos en los

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últimos años estuvo sostenido, en buena medida, por la afluenciamasiva de visitantes brasileños a Argentina, hasta llegar aconstituir su principal destino vacacional. Asimismo, los turistasargentinos ocupan la primera posición para la actividad enBrasil, al igual que en Uruguay y Paraguay.

Una iniciativa de valor ha sido la fundación, por parte deBrasil, de la Universidad Federal de IntegraciónLatinoamericana, que prioriza los estudios atinentes a losprocesos regionales y recibe alumnos de todo el bloque.También hay que remarcar el aumento de los programas deintercambio estudiantiles y la promoción del estudio delportugués, sobre todo en Argentina, alentado por el desarrolloexponencial del turismo brasileño.

Una reciente y particular experiencia constructiva fue laposición común tomada por los gobiernos del Mercosur deprohibir la entrada de buques, con bandera de las islas Malvinas,a cualquiera de los puertos del bloque. Este frente unificadocontra las pretensiones inglesas representó un acto novedoso depolítica exterior cooperativa que, de no quedar aislado, podríasentar un antecedente de peso para acelerar el proceso demaduración de las áreas de política externa y seguridadinternacional, que todavía continúan conformando áreascaracterizadas por la baja interacción.

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Conclusiones

La homogeneidad cultural del Subcontinente, aunque es unaverdad parcial, no ha constituido un factor determinante para laformación de un regionalismo a escala cuasi-continental.Sudamérica tampoco escapa a esta realidad y su concreción másrelevante, el Mercosur, se ha forjado por los interesesinterestatales y no por rasgos culturales compartidos.

Si bien la confluencia de atributos tales como origen,lenguaje y culto puede llegar a otorgar mayor compatibilidad alos miembros del grupo, lejos está de ser determinante para latrayectoria de asociación. La experiencia del Mercosur estádemostrando que una identificación cultural es más importanteque una identificación comunitaria. En ese sentido, lainvestigación ha demostrado que el incuestionableestancamiento que atraviesa el bloque, en parte, está relacionadopor la ausencia de una identidad propia. De allí que, el cursoactual de este regionalismo, en la medida que soslaya unelemento de tal trascendencia, tiende a obstaculizar su evoluciónhacia un grado perfeccionado. Difícilmente alcanzará esta metaen tanto no sobrepase los límites excluyentes marcados por losactores estatales, secundados por los económicos, y permita elpaso al conjunto de la sociedad civil.

Hace casi diez años, Alfonsín advertía que la “actualconcepción comercialista del Mercosur corre el riesgo deenflaquecer la sociedad”20. No se equivocaba. La integracióncontinúa restringida al ámbito excluyente de la economía y a laconducción de un modelo político interpresidencialista o, en

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expresión del ex mandatario radical, “hiperpresidencialista”21.Esta orientación absolutista socava la participación de lasociedad civil y restringe las posibilidades de cohesionar unaidentidad comunitaria.

La ciudadanía mercosureña se encuentra en estado latente.Los diferentes actores sociales permanecen ausentes delproceso, distantes, sin sentido de pertenencia. La insuficienciade políticas públicas ad hoc, tanto por parte de las autoridadesdel grupo como por las nacionales, genera dudas acerca de lasreales posibilidades de alcanzar, en el corto-mediano plazo, unnivel de integración superior.

El descuido estatal está acompañado por la baja densidad dela participación civil, en relación a los asuntos nacionales, quecaracteriza a los pueblos sudamericanos. Sumados ambosobstáculos, el Mercosur termina conformando una estructuracontenedora de sociedades sin compromiso regionalista. Ensuma, están circunscriptas a desempeñar un rol de meraobservación de una experiencia que está direccionada, casiexclusivamente, por un minúsculo conjunto de políticos yfuncionarios.

A contramano, la UE ha alentado persistentemente lainclusión social en su estructura, logrando así un alto grado decohesión de la identidad de sus habitantes. No obstante, alpresente y en vista del descalabro que está sufriendo estemodelo de regionalismo, deberán investigarse cuáles son laslimitaciones espaciales-culturales que puede soportar un proceso

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de integración, aún cuando sea poseedor de una identidad,aparentemente, coincidente.

Habrá que esperar el paso del tiempo para contar conprecisiones acerca de la viabilidad de los regionalismossocialmente inclusivos o excluyentes. Por ahora, seguiremosanalizando al Mercosur como un propósito de integratĭo parapocos.

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