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Page 1: Mera y García 2005. Alero Marifilo 1. Ocupación holoceno temprana en la costa del lago Calafquén (X Región, Chile)

Contra viento y marea. Arqueología de Patagonia

INTRODUCCIÓN

Marifilo-1 corresponde a un alero empla-zado en la costa norte del lago Calafquén, lo-calidad de Pucura (X Región-Chile). Presentareiteradas ocupaciones humanas a lo largo deuna secuencia que va desde el Holoceno Tem-prano (ca. 10.200 A.P) hasta momentos alfare-ros tardíos (ca. 1.400 d.C.).

Los resultados de las investigaciones per-miten, a grandes rasgos, plantear una secuen-cia cultural, evidenciada por una serie de ocu-paciones humanas, intercaladas por eventosvolcánicos de alcance local e incluso regional.

Este trabajo tiene por objetivo presentarla investigación realizada en el sitio, la meto-dología implementada y los resultados alcan-zados hasta ahora, en especial, aquellos rela-cionados con las ocupaciones precerámicas.Particularmente, nos interesa enfatizar estoshallazgos en el marco del poblamiento del sec-tor septentrional de Patagonia, para lo cualplanteamos algunas reflexiones en torno a ladinámica del poblamiento y la movilidad de lassociedades cazadoras recolectoras.

ALERO MARIFILO-1. OCUPACIÓN HOLOCENO TEMPRANAEN LA COSTA DEL LAGO CALAFQUÉN (X REGIÓN-CHILE)1

C. Rodrigo Mera M. *Christian García P. *

ANTECEDENTES

El sitio “Alero Marifilo-1” (39º 30’ 30’’- 72º03’ 26’’), se ubica en la costa norte del lagoCalafquén2, comuna de Panguipulli, Provinciade Valdivia, X Región de Los Lagos, sur de Chile.

El alero se encuentra inserto en la regiónde los “bosques templados” (Armesto et al.1996), con la particularidad de la presencia deun sistema lacustre y volcánico. El LagoCalafquén ha sido incluido por los especialis-tas entre los “Lagos Araucanos” (Soto y Cam-pos 1996). Como ocurre con la mayor partede los lagos del sur de Chile, de origen glacialo tectónico glacial, ellos alcanzaron sus nive-les y morfología actual entre 10.000 y 12.000años A.P. (Mercer 1972).

Desde nuestra perspectiva, asumimoscomo nuestra área de estudio a la “Región delCalafquén”, es decir “...la zona en torno al lagoCalafquén, ubicada en la precordillera, en ellímite nordeste de la provincia de Valdivia, abar-cando parte del extremo sureste de la provin-cia de Cautín, hasta el borde meridional dellago Villarrica, por el norte y llegando al bordeseptentrional del lago Panguipulli por el sur...”(Berdichewsky y Calvo 1972-1973: 529). La re-gión de estudio se emplaza en un sistema delagos cordilleranos andinos, tales como elCalafquén, Panguipulli y Pellaifa, donde predo-minan cordones montañosos de altitudes mo-

1 Trabajo inserto en el marco del ProyectoFondecyt 1010200 “Tradición arqueológica debosques templados en el centro-sur de Chile. Po-blaciones arcaicas y formativas adaptadas a lossistemas lacustres andinos (Lago Calafquén, IX yX Región).

* Fondecyt 1010200

2 El sitio se encuentra a 280 m.s.n.m., mientras ellago esta a 205 m.s.n.m. La distancia entre el aleroy la costa del lago es de alrededor de 1.250 m.

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deradas, que fluctúan entre los 600 y 800 m(Figura 1).

El lago Calafquén se encuentra a una alturade 203 m.s.n.m, presenta una superficie de 121km2 y una profundidad máxima de 212 m(Subiabre y Rojas 1994: 41). Corresponde a lahoya hidrográfica del río Valdivia que agrupa alos lagos Lacar (en el lado argentino), Pirehueico,

Pellaifa, Calafquén, Panguipulli y Riñihue.Otro importante hito geográfico es el vol-

cán Villarrica que, con una forma cónica casiperfecta, cubre una superficie de aproximada-mente 400 km2, alcanzado los 2.847 m.s.n.m.La cima del cono principal y el interior de lacaldera están cubiertos por un glaciar que seextiende sobre una superficie de 40 km2.

Figura 1. Ubicación del área de estudio

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Aspectos de la geología local y delambiente fisiográfico

El sitio corresponde a un alero natural, re-sultado de la erosión de antiguos cuellos vol-cánicos, pertenecientes al sistema del volcánVillarrica. Se habría formado, producto de lainfiltración del agua y del concurso de un pe-queño estero que habría erosionado la basedel alero, permitiendo así la posibilidad de “abri-go bajo techo”, que define estos asentamientos.Las dimensiones del alero son de 15.5 m delargo y cerca de 3 m de profundidad.

El alero se ubica en un pequeño valle for-mado por un estrecho pero profundo estero.El valle mira hacia la costa del lago Calafquény se asimila a una pequeña rinconada, formadaen las laderas de antiguas terrazas lacustres(Figura 2). Es probable que a fines del Pleisto-ceno, la cota del lago haya estado a mayor al-tura y cercana por tanto al alero. Posterior-mente, estas terrazas habrían sido cortadas porlos cursos fluviales que se habrían formado alcambiar la dinámica geomorfológica, productodel descenso del nivel del lago y la subida del

desarrollado a lo largo de tres años, durantediferentes temporadas de terreno. Para cadauna de éstas, los objetivos y estrategias a de-sarrollar han sido distintas, de acuerdo a laevolución que han tenido las investigaciones.

Inicialmente3, durante la etapa de prospec-ción fue descubierto el sitio, procediéndose aefectuar 2 restringidos pozos de sondeo endistintos sectores del interior del alero. Mástarde, durante la etapa de sondeos, se practi-caron ampliaciones en uno de estos pozos, demanera de intentar determinar la potencia yla eventual presencia de rasgos significativosen el depósito.

Una segunda etapa de la investigación4 tuvola finalidad de realizar excavaciones extensivasen el lugar, de manera de alcanzar un conoci-miento más acabado de las características es-paciales y materiales de las diferentes ocupa-ciones discriminadas en la etapa anterior. Se pla-nificó abordar tanto el sector interior como elexterior del alero, y poner en práctica una es-trategia de recuperación de los restos que per-mitiera extremar la posibilidad de obtener in-

Figura 2. Ubicación del alero en las suaves laderas de las terrazas lacustres

nivel de base de los cursos fluviales. El procesosería complementado con la constante modifi-cación sobre la topografía producto de la caíday arrastre de depósitos piroclásticos, asociadosa la periódica actividad volcánica del Villarrica.

METODOLOGÍA

El trabajo arqueológico en el sitio se ha

3 Trabajos incluidos en el marco del ProyectoFondecyt 1970105 “Poblaciones agroalfarerastempranas en el ámbito lacustre precordillerano:el caso del Lago Calafquén”.

4 Trabajos realizados en el marco del ProyectoFondecyt 1010200 “Tradición arqueológica de losbosques templados en el centro-sur de Chile. Po-blaciones arcaicas y formativas adaptadas a lossistemas lacustres andinos (Lago Calafquén, IX yX Región).

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formación del registro (Solari y Adán, en estevolumen).

Una última temporada fue llevada a cabo,con el objeto de recuperar el hallazgo de uncontexto funerario asociado a los restos es-queletales de un individuo. Este, resultaba es-pecialmente importante para los objetivos delproyecto, ya que por primera vez existía laposibilidad de recuperar restos bioantropo-lógicos para momentos arcaicos en el sectorcordillerano de la región Centro-Sur de Chile.La asociación estratigráfica observada, permitíasuponer la relación del individuo a los nivelesasociados a una fecha cercana a 5.500 años A.P.

En el caso de la primera etapa, ya que seintentaba tener un diagnóstico del depósito,se asumió una metodología de excavación porniveles artificiales, harneo (mallas de 4 y 6 mm)y selección de restos arte y ecofactuales, laobservación de los rasgos principales y el re-gistro estratigráfico. En la segunda etapa, enque se intentaba abordar aspectos más pun-tuales del sitio, así como obtener restos quepudieran servir de bio-indicadores, los sedi-mentos fueron colados en mallas más finas (2y 3 mm) y se lavó la fracción restante usandoagua, la que fue bombeada desde el estero quepasa a pocos metros del alero. De esta mane-ra, todos los restos fueron más fáciles de dis-tinguir, especialmente las espículas de carbón,los restos óseos y los carporrestos, que even-tualmente servirían de bio-indicadores. Se rea-lizó además la extracción de un área de 25 cmx 25 cm en el vértice norte de cada unidad deexcavación (1 m x 1 m), estos sedimentos fue-ron embolsados y más tarde, flotados en ellaboratorio. Estas columnas, cuyo porcentajedel volumen total corresponde a 6.25%, per-mitieron recuperar prácticamente todos aque-llos restos observables macroscópicamente.Pensamos que la planificación de estas activi-dades y su ejecución permitirán a futuro esta-blecer comparaciones, metodológicamenteválidas, entre diferentes técnicas de recupera-ción y optar por aquellas opciones metodoló-gicas que resulten más eficientes (Cf. Solari yAdán, en este volumen).

En esta segunda etapa, se intentó un acer-camiento hacia aspectos espaciales ydistribucionales del depósito, para lo cual serealizó una unidad fuera de la línea de goteodel alero, con el objetivo de constatar diferen-cias entre “dentro” y “fuera” del mismo.

Producto del escaso registro de restos líticos

y ante la pregunta de si este hecho fuese resul-tado de diferencias en la distribución espacialdentro del alero, se practicó una trinchera enel sector de mayor pendiente a la salida del ale-ro, asumiendo que los objetos caerían con ma-yor probabilidad hacia este sector. También serealizaron cuadrículas en el interior del alero,asumiendo la posibilidad de que, producto deuna mayor área “bajo techo”, aumentaran lasposibilidades de registrar una mayor cantidadde fogones y de restos culturales.

Los restos recuperados de la excavación ydel harneo fueron clasificados y separados deacuerdo a la materialidad. Se hizo registro fo-tográfico y gráfico de las plantas y perfiles delos niveles que resultaron importantes. Se uti-lizó, también, una estación total para obtenerlas distancias y profundidades de los puntos arelevar. Se distinguió, además, las diferenciasentre los sectores nucleares y periféricos quepresentaban los fogones, con la intención deformular comparaciones y establecer si estasdiferencias se correlacionaban con otros ítemarte o ecofactuales, en especial con los restosantracológicos. Se tomaron muestras de car-bón y de cerámica para fechados absolutos(14C y termolumiscencia).

RESULTADOS

El alero fue excavado en cuatro tempora-das de terreno, durante 3 años, abriéndose unasuperficie aproximada de ocho m2. Los volú-menes de sedimentos obtenidos de cada uni-dad de excavación se desglosan en la tabla si-guiente:

Tabla 1. Unidades excavadas y volúmenesextraídos

Unidades Volumen del Volumen totaldepósito excavado (m3)

cultural (m3)

b-16 1 1b-17 0,9 0,9c-17 1 1c-16 1,2 1,2c-15 2,1 3,8c-14 2,1 2,3d-15 2,1 2,1f-15 1,2 1,2total 11,6 m3 13,5 m2

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El sitio “Alero Marifilo-1” originó una seriede resultados no esperados en un primermomento, lo que resultó en que cada tempo-rada fuera abordada casi de manera indepen-diente en su metodología y objetivos, siguien-do –en todo caso– un lineamiento general. Sien un momento inicial, el desafío estaba dadopor conocer la profundidad que alcanzaba eldepósito, al final éste era cómo abordar elcomplejo tema de recuperar restos bioantro-

pológicos en un sector asociado a una comu-nidad mapuche.

A continuación, se presentan los resulta-dos sistematizando los temas que pudieron serabordados independientemente, centrándonosen las ocupaciones precerámicas.

a) En relación con la estratigrafíaSe registró un total de 10 fogones, de dife-

rentes tamaños y densidades, tres de ellos aso-ciados al período Alfarero (ca. 1.400 d.C), lossiete restantes al Arcaico, documentando unalarga e intermitente secuencia de ocupacióndurante más de 6.000 años (ca. 10.200 – ca.4.900 A.P.). Se distinguieron siete estratos,los seis primeros culturales, mientras el úl-timo –más profundo– corresponde a una capaestéril, asociado a un evento volcánico de gran-des proporciones, denominado FlujoPiroclástico 1 (FP-1)5. En la figura 4 puede ob-

Figura 3. Plan de excavación del sitio

Figura 4. Estratigrafía del sitio Marifilo-1

5 Un flujo piroclástico corresponde a un fluido com-puesto de una mezcla turbulenta de gases calien-

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servarse la estratigrafía definida para el sitio,cuyos componentes detallamos a continuación.

Estrato 1 (E1: 0 - 45 cm.)Se trata de una “capa cultural”. La matriz

es limo-arenosa, con leve aporte de ceniza,color café oscuro, textura suelta a semicom-pacta. Presenta raicillas, carbones, discretasmanchas de ceniza y rasgos culturales, corres-pondientes a tres fogones, distinguibles por elrasgo de tierra quemada y que corresponde ala base de éstos. Se registraron, además, res-tos culturales tales como fragmentos de cerá-mica, algunos con decoración Vergel; líticos,entre ellos un pulidor sobre basalto y restosóseos de mamíferos. Asociado a los fogones,se registraron cuentas de collar elaboradas apartir de valvas (malacológicas) y semillas car-bonizadas de poroto (Phaseolus sp.). Hacia elsector de las unidades B-17 y B-16 se distin-guió un “bolsón”, también asignable a momen-tos alfareros (denominado como Estrato 1-A:E.1A, en la lámina), el cual afecta parte del de-pósito subyacente.

Estrato 2 (E2: 35 - 60 cm.)Desde el punto de vista cultural corres-

pondería a una capa estéril, producto de suorigen natural (corresponde a FP-3) se tratade ceniza volcánica gruesa, de color gris. Sinembargo, presenta un considerable número derestos arte y ecofactuales, producto de la ocu-pación por parte de los grupos alfareros, rela-cionados al estrato superior. La capa de cenizase encuentra notablemente intervenida: sedesplazan sedimentos, se entierran postes, seexcava para instalar la base de fogones, es cor-tado por bolsones que «cuelgan» desde el Es-trato 1, entre otras modificaciones.

Estrato 3 (E3: 50 - 97 cm.)Corresponde a una “capa cultural”. Matriz

limo-arenosa, con aportes de ceniza volcánicay piroclastos retrabajados; color café levemen-te rojizo, textura suelta a semi-compacta. Pre-senta raíces, raicillas y rasgos culturales. Seregistra un gran fogón, cuyo centro se instala

en la unidad C-15; su núcleo ha sido delimitadopor una estructura semicircular de clastos an-gulosos, algunos naturales y otros modificados.Este fogón, se hunde hacia el interior del alero,alcanzando un desnivel de 10 cm en sus extre-mos; además de inclinada, su base vista en losperfiles de excavación, se presenta levementecóncava. Sobre la base del fogón, pero con unadistribución mayor, se observa un potente len-te de ceniza, de hasta 20 cm. Se registran abun-dantes restos culturales, fundamentalmente lí-ticos, óseos y carbones, asociado al fogón. Des-tacan dos punzones elaborados en ulnas dezorro chilla (Pseudalopex griseus).

Estrato 4 (E4: 79 - 147 cm.)Capa cultural, de matriz arenosa, con dis-

cretos e irregulares lentes de tefra y piroclastosde color negro y rojo, que gradan de tamaño amayor profundidad. Su textura es suelta ysemicompacta, de color café oscuro a negro.Presenta, al menos, cuatro fogones, distinguiblespor la base asociada a tierra quemada y el de-pósito de ceniza sobre ella. En las unidades B-16 y C-16, nivel 70-80 cm, se registra el entie-rro de un infante (R.E en la lámina.) de unos 6± 2 años. Este rasgo fue señalizado medianteun clasto de granito sobre el cráneo del infan-te, mientras sobre el sector pectoral del cuer-po, se realizó un fogón que carbonizó partede las costillas y cráneo. Como ofrenda fuedejado un guijarro pulido de basalto junto alas manos.

Estrato 5 (E5: 146 - 175 cm.)Al igual que el estrato 2, correspondería a

un evento estéril, asociado a una erupciónvolcánica que sella el depósito (FP-2); sin em-bargo, producto de la ocupación posterior hasido intervenido y retrabajados los piroclastosque lo componen, estos son de formasvesiculares, tamaño grava y arena, textura suel-ta, color negro y rojo.

Estrato 6 (E6: 172 - 214 cm.)Capa cultural. La matriz es areno-limosa,

con aportes de tefra, color café oscuro, textu-ra suelta a semi-compacta. Presenta, dos fogo-nes, distinguibles por el rasgo de tierra que-mada. Bajo el último fogón se ha formado unhorizonte de suelo, de alrededor de 30 cm,que también presenta piroclastos retrabajados.En los fogones hay restos líticos, óseos (ma-

tes y material piroclástico mal clasificado (fragmen-tos volcánicos, cristales, ceniza, pómez y fragmen-tos de vidrio volcánico) que pueden moverse auna alta velocidad (80 a 130 km/h). El término tam-bién se refiere a los depósitos así formados.

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míferos) y vegetales carbonizados. Destaca lapresencia de un artefacto óseo elaborado so-bre la porción medial de un fémur de pudú(Pudu puda) formando un cilindro con fractu-ras longitudinales que convergen dejando unpequeño segmento de unión.

Estrato 7 (E7: 213 – 346 cm)Corresponde a los niveles estériles del

depósito cultural, se asocia a un gran eventovolcánico (FP-1), tefra de color blanco, aun-que en el sector superior presenta gradacio-nes del gris al naranja, probablemente produc-to de la oxidación de la ceniza. Un curiosorasgo se registró en las unidades B-15 y C-15,desde los 300 a los 346 cm, se trataba de unaimpronta sub-circular de entre 16 y 10 cm dediámetro y color café oscuro, la que contras-taba notablemente con la matriz de tefra. Pen-samos que podría tratarse de una “impronta”de un hoyo de poste, cuya asignación culturaldesconocemos.

b) En relación con los restos materiales recu-peradosi) El material lítico

Se recuperaron cerca de 5000 restos des-cartados (Becerra 2003) (más del 85% del to-tal), lo que muestra la dificultad que generó ladiscriminación entre el “lascado natural”, pro-ducto del clivaje de la roca y el astillamientoderivado de la talla. El hecho de que las pare-des del alero sean de basalto y que éste resul-tara una eficiente materia prima para las ta-reas cotidianas que se realizaron en el alero,probablemente incidió en que prácticamenteresultase la única materia prima utilizada. Losartefactos recuperados son un total de 982piezas (Becerra 2003), que se desglosan en lasiguiente tabla.

Tabla 2. Frecuencia de categorías tecnológicas

categorías frecuencia porcentajeartefactos sobre guijarro 3 0,31instrumentos 9 0,92núcleos 34 3,47puntas 1 0,10derivados y desechos 931 95,2totales 978 100

Del total de restos, sólo seis correspon-den a materias primas alóctonas al sitio (0,6%):obsidiana, granito, calcedonia y un guijarro debasalto. Una síntesis del material analizado in-forma lo siguiente:

Los instrumentos corresponden a tres ras-padores, dos tajadores, dos cuchillo-cepillo, unserrucho, un cepillo y un fragmento de punta(Becerra 2003). Los artefactos sobre guijarroson tres, un pulidor de cerámica, sobre basal-to y las dos ofrendas funerarias. De éstos, quepodemos considerar como los artefactos for-matizados del depósito, sólo 3 se asocian a losniveles alfareros (1 raspador, 1 pulidor y el frag-mento de punta), el resto a los precerámicos:1 raspador, 1 cepillo, 1 tajador, 1 cuchillo-cepi-llo y 1 serrucho al Estrato 4 (Figura 5); 1 ras-pador al Estrato 5 y, finalmente 1 tajador y 1cuchillo-cepillo al Estrato 6. Todos estos ins-trumentos, a excepción de la punta, fueron ela-borados sobre lascas secundarias y núcleos debasalto y andesita de grano grueso, provenien-tes del mismo alero, generándose bordes acti-vos sobre 40°, con filos retocados o filos vi-vos, en bordes amplios ubicados en forma dis-tal o lateral de la pieza. Todas las piezas pre-

Figura 5. Raspador y serrucho. Unidad B-15.Estrato 4

Figura 6. Punta de calcedonia. Unidad C-15.Estrato 1 (la pieza no está orientada)

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sentan huellas de uso, dadas por microastilla-miento y trituramiento del borde, lo que po-dría indicar su uso sobre materiales duros (Be-cerra 2003). La punta, como decíamos está ela-borada sobre calcedonia, recuperándose sóloel sector medial de la pieza (Figura 6).

Los núcleos (34) se distribuyen homogé-neamente en el depósito. Todos correspondena la roca que forma el alero. Dos de ellos pre-sentan modificaciones funcionales, uno comotajador y otro como cepillo (Becerra 2003).

En relación con los derivados y desechos,estos presentan cierta diferencia en su distri-bución a lo largo del depósito. “Los estratos 3y 4 son los que presentan mayor cantidad dematerial cultural” (Becerra 2003: 81), asocia-do a los fogones y al rasgo entierro. El mate-rial se presenta similar al Estrato 1 (alfarero),excepto por el hecho de que no hay manejo, ouso de materias primas alóctonas, como laobsidiana y la calcedonia. El estrato 6 presentauna disminución notable del material lítico, loque junto a la nula formatización de las piezas,nos indica que se trata de una industriaoportunística en lo tecnológico.

Las diferencias en todo caso, entre las dife-rentes ocupaciones definidas, no resultan sig-nificativas y más bien se puede hablar de pe-queñas variaciones. Respecto de las materiasprimas utilizadas, existe una preeminencia ab-soluta de aquellas obtenidas localmente(99.23% del total).

Hacia el sector adyacente a la pared del ale-ro, fundamentalmente la unidad B-15, se con-centra el material lítico. En 1 m2 se concentracerca del 50% de los materiales recuperadosen todas las unidades. Debemos recordar quea medida que bajamos los niveles, aumentaba elárea de esta unidad, bajo los 40 cm, el área erasimilar al resto de las unidades (1m2).

El hecho de que no se estén elaborandoinstrumentos formatizados en los niveles ar-caicos (puntas, raederas, cuchillos) que en ge-neral se asocian con la actividad de caza y con-sumo de mamíferos, creemos que apoya la ideade que estos grupos están practicando otrastécnicas de apropiación para estos recursosasociados al bosque. Apoyamos la idea de quepodrían estar usando trampas (Cf. Velásquez yAdán, en este volumen).

Por otro lado, esta situación apunta haciauna estrategia expeditiva (Binford 1979), conrelación a que el instrumental lítico estaría sien-

do confeccionado en el lugar de uso, con undescarte inmediato luego de su utilización ycon nula inversión de tiempo en su manuten-ción. En nuestro caso, se trata del aprovecha-miento de los filos vivos de la roca presenteen el lugar, con escaso trabajo de retoque delas piezas. Finalmente, puede estar dando cuen-ta de una estrategia oportunista (Nelson 1991),debido a su carácter situacional, ya que losrecursos líticos utilizados son los que están ala mano en el lugar de actividad, en este caso,la roca de la pared y techo del alero.

En relación con las ofrendas fúnebres, des-taca el hecho de que las dos piezas sean deorigen alóctono. La primera, un guijarro sub-redondeado de granito, bastante deterioradopor la humedad del depósito. La ubicación deesta pieza –sobre el cráneo– probablementesea resultado de la intención de señalizar elentierro. La segunda, un guijarro (¿sobador?)con claras huellas de desgaste en ambas caras,elaborado sobre basalto, se encontraba juntoa las manos del niño (Figura 7). La forma ova-lada del guijarro evidencia el mayor trabajo quesobre ella se ha producido al trasladarse ríoabajo, lo que denota su origen de una cota in-ferior a este sector cordillerano.

Figura 7. Ofrenda lítica junto a las manos delniño, guijarro desgastado

ii) Los restos bio-antropológicosSe recuperaron los restos de un infante de

6 ± 2 años, ubicado principalmente en las uni-dades B-16 y B-17 (Figura 8). El cuerpo se en-contraba en posición decúbito lateral derecho,con su rostro en dirección hacia el sur, que eneste caso coincide con parte de la costa dellago. La posición del cuerpo sigue una normaperpendicular al alero, con el cráneo más cer-cano a la pared (se distancia unos 30 cm).

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Se observó la presencia de una quema so-bre el cuerpo, en el sector pectoral, que car-bonizó parte de las costillas y del cráneo delinfante, lo cual podría ser parte del rito fune-rario. Sobre el fogón, se registraron abundan-tes restos de ceniza y valvas de “chorito delago” (Diplodon sp.). Sobre el cráneo, se ubicóademás, el mencionado guijarro de granito,alóctono al sitio, pero posible de encontrar enla costa del lago. Su color, forma y tamaño con-trastaba totalmente con el resto de la matriz,por lo que resulta probable su uso comoseñalizador del entierro. La única ofrenda aso-ciada directamente al cuerpo, consistía en unguijarro pulido, elaborado sobre basalto. En elfogón ubicado junto al rasgo, en la unidad B-16 y C-16, aunque no en directa ni evidenteasociación, se registraron abundantes restosde pudú y carporrestos carbonizados, estosúltimos corresponden a Persea lingue (Solari yAdán en este volumen).

Se determinó una fecha para este rasgo de5.940 ± 40 A.P. (Beta-164474), a partir de unfragmento del parietal. Tanto el patrón dedepositación del cuerpo, como algunos rasgosasociados al ritual funerario y el fechado ob-tenido, permite relacionar este hallazgo con elde Chan-Chan, en la localidad homónima ubi-cada en la costa de Valdivia, fechado entre el5.000 ± 70 y el 5.320 ± 150 A.P. (Navarro yPino 1999: 73-74). Ambos se presentandecúbito lateral derecho, en posición flectaday con ofrendas líticas asociadas, aunque el indi-viduo de Chan Chan correspondía a un adulto.

Por otra parte, en la unidad B-17, nivel 0–10 cm, también se registró la presencia de res-tos bioantropológicos, así como también en laB-15, nivel 40 cm. En el primer caso se trata

de la diáfisis del fémur derecho de un infante(ca. 5 meses6) y en el segundo de un pequeñofragmento de parietal, ennegrecido por la ac-ción del fuego, no fue posible determinar sexoni edad (Reyes 2003). En ambos casos, proba-blemente corresponden a entierros que fue-ron disturbados producto de la ocupación deeste sector por parte de los grupos alfareros.Desconocemos mayores asociaciones de es-tos hallazgos.

iii) Los restos zoo-arqueológicosLos restos óseos de fauna se distribuyen a

lo largo de toda la secuencia. En términos ge-nerales, se observan huellas de corte,termoalteraciones y fracturas, las que dancuenta de su consumo y de la utilización derestos óseos como parte del instrumentalnecesario para sus actividades. A modo deejemplo, se puede mencionar que se registraun 31,6% de los restos óseos afectado portermoalteraciones, lo que sugiere que la ma-yoría de los taxa fue sometido a fuego en for-ma directa (Velásquez y Adán en este volu-men).

Las especies más representadas son el pudú(Pudu puda), y el zorro chilla (Pseudalopexgriseus). El primero, con un 57.2% sobre el to-tal, se distribuye en toda la secuencia hasta los210 cm de profundidad (Estrato 6); el segun-do, con un 31.7%, sólo es registrado hasta elEstrato 4 y 5, donde es la especie más repre-sentada. Otros restos presentes, aunque demenor frecuencia, corresponden a huemul(Hippocamelus bisulcus), los que se distribuyensólo hasta el Estrato 3.

Se observa la utilización de los restos óseoscomo materia prima para la elaboración deinstrumentos, lo cual da cuenta del conoci-miento de las propiedades mecánicas y tecno-lógicas de los huesos. En ese sentido, se obser-va que en todos los estratos definidos se tra-bajan y elaboran herramientas con esta mate-ria prima, registrándose también esquirlasóseas y huellas de lascado en algunos artefac-tos. Destaca la presencia en el estrato 3, de 2punzones (horadadores) elaborados sobre lasulnas de un zorro chilla (Pseudalopex griseus),además de los fragmentos de varios otros a lolargo de la secuencia (Figura 9).

Figura 8. Individuo 1. Unidades B-16 y B-17

6 Edad calculada, de acuerdo a la medida de ladiáfisis, según Ubelaker (1996).

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de aves, peces y “chorito de lago” (Diplodonsp.), que evidencia una economía de amplioespectro, en un ámbito ecotonal de borde debosque, praderas y playa lacustre.

c) En relación con los fechadosLa procedencia de las muestras, el tipo de

análisis practicado y las fechas obtenidas (tan-to en su rango convencional como el calibra-do) se presentan en el Cuadro I.

Se enviaron seis muestras al laboratorioBeta Analityc para obtener fechados medianteanálisis radiométrico (14C). Cinco de éstas,corresponden a carbón y la restante a un frag-mento de parietal humano. Cuatro de las mues-tras de carbón fueron obtenidas de fogonesen el sitio Marifilo-1 y una de un corte realiza-do fuera del alero, en donde se tomó unamuestra de carbón proveniente de unpaleosuelo, ubicado bajo el más profundo even-to volcánico de la secuencia (FP-1, Estrato 7).El séptimo fechado corresponde a la dataciónmás joven y fue estimada por el método determoluminiscencia en el laboratorio de Físi-ca de la Pontificia Universidad Católica deChile. Todos los fechados obtenidos se pre-sentan consecuentes con la secuenciaestratigráfica registrada.

Figura 9. Horadadores óseos. Unidad C-15.Sobre ulna de zorro chilla

Cuadro 1. Fechados obtenidos en Marifilo-1

Procedencia de Tipo de Análisis Fecha Rango de Fechas Código dela muestra Convencional A.P. Calibradas A.P. Laboratorio

Unidad C15. TL 590 ± 50 1.410 d.C. UCTL-1278Nivel 10-20 cm.Estrato 1Unidad C15. Estándar 4.870 ± 40 5.940 - 5.658 Beta 138918Nivel 60-70 cm.Estrato 3Unidad C14. AMS 5.940 ± 40 6.850 – 6.670 Beta 164474Nivel 70-80 cm.Estrato 4Unidad C15. AMS 7.000 ± 40 7.930 – 7.720 Beta-164476Nivel 130-140 cm.Estrato 4Unidad C14. AMS 8.420 ± 40 9.526 – 9.303 Beta-138919Nivel 190-200 cm.Estrato 6Unidad C15. Estándar 10.190 ± 120 12.640 – 11.280 Beta-164475Nivel 200-210 cm.Estrato 6Columna Estratigráfica B Estándar 10.410 ± 70 12.780 – 11.970 Beta-164473Paleosuelo Antilef

Resulta sugerente el hecho de que dentrode la variedad de especies que se está consu-miendo, haya algunas que presentan hábitoscrepusculares (Velásquez y Adán en este volu-men); también resulta importante la presencia

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La muestra UCTL-1278 corresponde a unfragmento de cerámica gris café pulida recu-perado en el Estrato 1, de la unidad C-15, so-bre el evento volcánico (FP-3). Este primerestrato documenta los niveles alfareros de laocupación del alero. Un rasgo diagnóstico deestos niveles fue la presencia de cerámicaVergel, que muestra pintura roja sobre engobeblanco, característica del alfarero tardío de laregión.

Se fechó el fogón del Estrato 3 (4.870 ± 40A.P. Beta-138918), cuya muestra fue obtenidade la unidad C-14, nivel 60-70 cm, cercana a labase del fogón. Estos niveles, presentan diferen-cias significativas con la serie de fogones aso-ciados al Estrato 4 (que lo preceden temporal-mente), las que se grafican no sólo en el núme-ro y tamaño de los fogones, sino especialmenteen los restos arte y ecofactuales rescatados.

El segundo fechado (5.940 ± 40 A.P. Beta-164474) se obtuvo del fragmento de un parietalhumano extraído –como hemos dicho– de lasepultura del infante de las unidades B-16 y B-17, la cual ha sido asignada al sector superiordel Estrato 4. Esta capa es la que registra elmayor número de fogones y la que menos tiem-po representa comparativamente, puesto quela siguiente fecha proviene del fogón presenteen la unidad C-15, nivel 130 – 140 cm, del mis-mo estrato, (7.000 ± 40 A.P. Beta-164476).

Los últimos fechados corresponden a losfogones más profundos de la secuencia. Nivel190-200 cm de la unidad C-14 (8.420 ± 40 A.P.Beta-138919) y el nivel 200 – 210 cm, de launidad C-15 (10.190 ± 120 A.P. Beta-164475),correspondiente al Estrato 6. Esta capa se ubi-ca bajo el segundo depósito piroclástico (FP-2, Estrato 5) y sobre el primero (FP-1), por loque subsecuentemente se ubicaría temporal-mente entre ambos “eventos naturales”.

Finalmente, en una columna estratigráficarealizada en las cercanías del alero, se obtuvouna fecha radiocarbónica para una muestra decarbón asociada a un paleosuelo (10.410 ± 70A.P.) y que representa por el momento la fechamás antigua para el sector de Marifilo. Es pro-bable que éste se haya carbonizado por efectode la alta temperatura del evento volcánico quesirvió de sustrato para la formación del suelo.

Se observa una clara concordancia entrela secuencia estratigráfica y los fechados obte-nidos. Esto reafirma lo observado durante laetapa de excavación en relación con el hecho

de que los niveles asociados a las erupcionesvolcánicas estarían sellando los depósitos sub-yacentes y estarían sirviendo perfectamentecomo capas-guía. La importancia de este he-cho sería la posibilidad de establecer compa-raciones a una extensión areal mayor.

Un resultado indirecto obtenido es la po-sibilidad de poder establecer un rango paralos estratos intermedios, no fechados pordatación absoluta y que justamente correspon-den a los depósitos asociados a los eventosvolcánicos (flujos piroclásticos). Así para elEstrato 5 (FP-2), se tiene que al considerar lasfechas que limitan los rangos de los estratossuperior e inferior (4 y 6), se obtiene un nue-vo rango que se mueve entre los 8.380 y los7.040 A.P. En este lapso se habría producido laerupción que depositaría los sedimentos aso-ciados al flujo 2. Asignamos, entonces, una fe-cha convencional intermedia de ca. 7.700 A.P.Puesto que los depósitos piroclásticos son dis-cretos en el tiempo, no existe una mayor cer-teza en este rango de tiempo y la fecha plantea-da corresponde al promedio de los dos extre-mos de los intervalos. Del mismo modo, parael caso del Estrato 7 (FP-1), se tiene, al conside-rar los extremos de los intervalos y conside-rando las sigmas, que el rango en el que se muevecon mayor probabilidad el evento volcánicoestaría entre los 10.310 y los 10.340 A.P. Asig-namos, entonces, una fecha convencional de ca.10.300 A.P., para este evento volcánico.

DISCUSIÓN

A partir de la información descrita sobrelas ocupaciones registradas en el alero Marifilo-1, nos interesa ahora plantear su relevancia entorno a la dinámica del poblamiento de estesector cordillerano de la Patagonia septentrio-nal de Chile. Para esto, nos centraremos enaspectos de la movilidad de grupos cazadoresrecolectores, su relación a la dinámica delpoblamiento regional y lo observado en el re-gistro arqueológico de Marifilo-1.

Partamos por plantear que todas las so-ciedades humanas deben satisfacer las necesi-dades somáticas y reproductivas de los indivi-duos que las componen, para la sobrevivenciade las mismas en el tiempo y el espacio(MacDonald y Hewlett 1999). Entre las socie-dades con un modo de producción forrajero(Lee 1981), la satisfacción de estas necesidades

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implica una organización social y espacial par-ticular.

Debido a que el modo de producción fo-rrajero se sustenta en la movilidad de los indi-viduos y los grupos, la satisfacción de las nece-sidades debe ser organizada espacialmente. Lamovilidad puede responder a varios factores,pero, en general, se reconoce que la necesidadde mantener un equilibrio entre los recursosdisponibles en un medio ambiente en un pun-to del ciclo anual y los gastos energéticos pro-ducidos por su búsqueda y procesamiento, pue-de llevar a los grupos a moverse a través delterritorio (Binford 1980, 1982; Kelly 1983).

De acuerdo a esto, la sociedad forrajeraorganiza espacialmente sus relaciones socia-les para la satisfacción de las necesidades delos individuos a través de la movilidad. El reco-nocimiento de distintos niveles de organiza-ción social en el espacio (Binford 1982; Wobst1974), puede ser relacionado a diferentes eta-pas del proceso de asentamiento regional (Bo-rrero 1989-90), ya que esto influye directamen-te en la densidad de la población y la forma deocupar y modificar económicamente el espa-cio a través de la movilidad (Binford 1982). Lasprimeras etapas de poblamiento de una re-gión se vinculan a densidades bajas y una altamovilidad residencial, ya que se desconoce ladistribución y estructura de los recursos. Igual-mente, la necesidad de que los individuos sereproduzcan en sociedades que regulan la ob-tención de pareja, implica el establecimientode desplazamientos que, cuando la densidadde la población en un territorio es baja, sonnecesariamente de mayor alcance. El estable-cimiento de estos patrones de movilidad, con-lleva una ocupación del espacio muy dispersa,probablemente de corto plazo, haciendo usode vías naturales de comunicación entre dife-rentes áreas de un territorio (como los ríos,los valles, las montañas, los bosques y lagos) yde paraderos en refugios naturales como cue-vas y abrigos rocosos. El registro arqueológi-co puede ser menos visible, particularmenteen medio ambientes de bosques (Borrero yMuñoz 1999), y estar afectado en alguna me-dida por los procesos post-depositacionales.Por ende, su resolución puede ser baja. En estesentido, es difícil tratar de distinguir las moti-vaciones de la movilidad y si ésta realmenteconseguía satisfacer las necesidades básicas. Sinembargo, algo es posible postular para lo re-gistrado en el alero Marifilo-1.

A fines del Pleistoceno, la región sur de

Chile comenzó a ser colonizada por los sereshumanos (Dillehay 1989, 1997), seguramentehaciendo uso de una amplia movilidad residen-cial para explorar el territorio y conseguir susmedios de subsistencia. De acuerdo al regis-tro arqueológico, las ocupaciones en la zonacostera, del valle central y las cordilleranas, afines del Pleistoceno y comienzos delHoloceno (12–9 ka7) parecen indicar una am-plia dispersión a través del territorio. En estesentido, el registro arqueológico de la ocupa-ción más temprana de Marifilo-1 –hace unos10.000 años atrás– daría cuenta de un grupopequeño que se asentó por un tiempo cortoen el alero, seguramente en una fase de explo-ración y explotación de nuevos recursos. Así,por ejemplo, el uso del basalto del alero comomateria prima para confeccionar herramien-tas y la total ausencia de artefactos líticosformatizados, junto a la explotación de peque-ñas presas estaría dando cuenta de una con-ducta expeditiva y oportunista en el espacio yel desarrollo tecnológico. En fechas en que lascondiciones paleoambientales indican un des-censo de las temperaturas y un aumento delas precipitaciones en las latitudes medias delsur de Chile (Moreno 2001), la extensión delos bosques y el crecimiento de los niveles dellago Calafquén habría creado un ambiente deplaya y borde de bosque para la zona en quese ubica el alero. Esta situación pudo haberhecho de la localización del sitio un factorimportante para la permanencia en el lugar, entérminos de que provee varios recursos ne-cesarios, tales como agua, madera, rocas parala construcción de instrumentos, junto a re-cursos dulceacuícolas para la recolección y algode fauna menor. Igualmente, podemos pensarque tales características debieron ser almace-nadas en la memoria colectiva del grupo ytransmitida a través de las generaciones, lo quellevó a que una vez reconocido este espacio,fuera nuevamente visitado y ocupado. Sinembargo, la información disponible permiteplantear que, si bien los grupos que se asen-taron en el alero pudieron haber satisfecholas necesidades alimenticias de una o dosunidades domésticas en el entorno inmedia-to, necesitaron desplegar estrategias de mo-vilidad residencial para resolver sus proble-mas de reproducción. Esta situación, unida ala condición de grupos iniciales en un terri-torio, podría indicar la más amplia dispersión

7 Ka = 103 A.P.

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y movilidad de los grupos forrajeros. Es pro-bable, además, que los distintos eventos vol-cánicos (especialmente FP-1) ocurridos alre-dedor de las fechas más tempranas de ocu-pación de Marifilo-1 hayan modificado nota-blemente el paisaje, influyendo de esta formalas decisiones de movilidad y asentamientode los grupos forrajeros. Esta puede ser larazón para que las primeras ocupaciones delalero, si bien son recurrentes, lo sean aparen-temente, en menor medida que en los perío-dos posteriores.

Durante el Holoceno medio, se ha docu-mentado el descenso de las temperaturas, unaumento en las precipitaciones y cambios enla composición del bosque (Moreno 2001).Estas condiciones pudieron haber reforzadouna movilidad humana entre la costa, el valleinterior y los sectores cordilleranos, median-te la cual se llevó a cabo verdaderamente lacolonización de esta región del sur de Chile.La satisfacción de las necesidades somáticas yreproductivas de los individuos, debieron sa-tisfacerse mediante la explotación complemen-taria y estacional de diversos nichos ecológicos.Asimismo, esta complementariedad de los re-cursos debió hacerse gracias a la transmisiónde los conocimientos acerca del medio a tra-vés de las generaciones. Probablemente, lanecesidad de recoger información acerca delas condiciones más allá de los limites territo-riales conocidos, debieron ayudar al estableci-miento de relaciones con grupos lejanos, conlos cuales podían producirse reuniones endeterminados momentos del ciclo anual parala explotación conjunta de ciertos recursosen zonas costeras, así como en ecotonos ybordes de bosques del interior. También esprobable que los cambios paleoambientales,hayan mermado la productividad de muchosnichos, provocando el establecimiento de te-rritorios de explotación exclusivos o, el esta-blecimiento de alianzas que permitieran el li-bre acceso a los recursos de distintas zonasecológicas donde se asentaban diferentes gru-pos de cazadores recolectores.

El registro material recuperado en el aleroMarifilo-1, concuerda en cierta forma con loque esperamos encontrar durante esta fasede colonización del medio. Las condicionespaleoambientales habrían llevado a que laspoblaciones se centraran en la explotación deespacios más específicos y complementariosa través del ciclo anual. Esta situación, en tér-minos arqueológicos aparece reflejada en

Marifilo-1 en forma de ocupaciones más recu-rrentes, aunque de similares dimensiones ycaracterísticas que las anteriores. Sin embar-go, la sepultura de un infante es relevante paradimensionar la importancia y recurrencia dela movilidad hacia el sector cordillerano. Conambientes de lagos, bosques y volcanes, es pro-bable que la reiterada ocupación del alero serelacione no sólo con aspectos de subsisten-cia, sino también con algunos elementos delsistema de creencias de las poblaciones caza-doras recolectoras del sur de Chile.

Finalmente, hacia el Holoceno tardío, lascondiciones climáticas similares a las actualespermiten la formación del tipo de bosque quedomina estas latitudes en el presente (More-no 2001). Aunque arqueológicamente no lohemos podido detectar aún, la ocupación hu-mana durante estos momentos debió haberhecho uso de los distintos medios ambientesen toda su complejidad y extensión. Segura-mente, la población pudo haber alcanzadomayor densidad, haciendo aparecer la compe-tencia por territorios de alta productividad oel establecimiento de alianzas que permitie-ran la explotación de los mismos, por partede varios grupos. Igualmente, los constantescontactos entre grupos de distintos lugares,debieron haber creado alianzas más firmes yduraderas, tanto para la explotación y proba-blemente la defensa del territorio, así comopara la obtención de parejas y el intercambiode información, materias primas y experien-cias. De esta forma, esperamos para este pe-ríodo un registro arqueológico de mayor visi-bilidad que para los tiempos anteriores, perode menor resolución, por cuanto la mayordensidad debió llevar a la superposición derangos de subsistencia, tanto a nivel de las ban-das como de las poblaciones regionales.

AGRADECIMIENTOS

A toda la banda del Calafquén, quienes hancompartido su trabajo, conocimiento y amis-tad. Un especial reconocimiento a don Ernes-to Marifilo, a su familia (Lucy, María, Nandito) ya Braulio.

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