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118 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 75, 2011 Mendoza Vargas, H. (2009), Lecturas Geográficas Mexicanas. Siglo XX, Biblioteca del Estudiante Universitario, núm. 146, UNAM, México, LXII-270 p., ISBN 978-607-02-0658-0 Mediante una compilación de textos, Héctor Mendoza Vargas 1 reconstituye la evolución de la disciplina estableciendo una periodización desde la fundación de la Universidad Nacional en 1910 hasta nuestros días (con algunos antecedentes del siglo XIX). Los distintos periodos están representa- dos e ilustrados por una selección variada de textos de ingenieros, geógrafos y políticos; actores de la geografía del siglo XX. Publicados entre 1913 y 1994, estos textos se pueden dividir en tres catego- rías: en la primera los autores evalúan la disciplina geográfica en México y su evolución, en la segunda se posicionan en cuanto a grandes discusiones teó- ricas y en la tercera exponen resultados concretos de investigación. El conjunto de estos documen- tos nos permite entender cómo la geografía de México fue cambiando de objetivos adaptándose a los tiempos y cómo los geógrafos mexicanos se posicionaron en relación con las grandes escuelas geográficas (la escuela alemana, la escuela francesa 1 Investigador del Instituto de Geografía de la UNAM y especialista en la historia y teoría de la geografía de México, en especial el siglo XIX. Dedicó su tesis de maestría a los inge- nieros geógrafos del siglo XIX y realizó su tesis de doctorado: “Ciencia, Estado y Burocracia en el México independiente: la biografía científica del ingeniero geógrafo Francisco Díaz Covarrubias 1833-1889” en Barcelona, bajo la dirección del profesor Horacio Capel, especialista en geografía urbana y en la teoría e historia de la geografía y de la ciencia. Después de su tesis de doctorado, ha dedicado sus trabajos tanto a los ingenieros geógrafos como al pensamiento geográfico y a la historia de la geografía. El libro Lecturas geográficas mexicanas. Siglo XX se encuentra en relación directa con estas investigaciones, ya que estudió la historia de la geografía de México en el siglo XX. Gran parte del libro presenta a la geografía tal como fue estudiada y ejercida en la UNAM, institución en la cual labora el autor desde hace poco más de diez años. Por tanto, es la historia del alma mater, una historia que el autor conoce íntimamente pues todavía mantiene contacto directo con algunos de sus protagonistas. de Vidal de La Blache) y ante los grandes debates que se dieron dentro de la disciplina (por ejemplo, el determinismo y el posibilismo). Lo que pasa a nivel nacional está por lo tanto siempre relacionado a la situación internacional e influido por ella, tanto al nivel académico y del debate, como al nivel de los sucesos históricos (Segunda Guerra Mundial, Guerra Fría, entre otros). El libro está dividido en dos partes. La primera está constituida por una introducción explicativa de cincuenta páginas, dividida en apartados en los cuales se describen las grandes etapas cronológicas de la evolución de la geografía en México a lo lar- go del siglo XX. En cada una, el autor presenta el contexto histórico y político, los acontecimientos a nivel académico e institucional (por ejemplo, la creación de una nueva sede o comisión), los trabajos efectuados (mapas, libros) y el desempeño de los protagonistas más importantes. Además se refiere a los documentos presentados posteriormente, los sitúa en el debate académico y ubica a los autores en el mundo geográfico. La segunda parte, conformada por diecinueve textos originales de extensiones variables (entre cinco y treinta cuartillas), abarca un total de 270 cuartillas. Estos documentos siguen un orden cronológico y están repartidos equitativamente en cuanto a la periodización que ilustran. Los textos fueron cuidadosamente seleccionados por el autor, para ilustrar la evolución de la disciplina. Exponen detalladamente los conceptos e ideas resumidos en la introducción, por lo cual existe una interacción constante entre los dos bloques principales del libro. Dan elementos para entender la geografía en cada temporada, describen las preocupaciones principales de los geógrafos en cuanto al ejercicio de su disciplina y la importancia que tenía ésta en la época que estaban viviendo.

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118 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 75, 2011

Mendoza Vargas, H. (2009),Lecturas Geográficas Mexicanas. Siglo XX,Biblioteca del Estudiante Universitario, núm. 146, UNAM, México,LXII-270 p., ISBN 978-607-02-0658-0

Mediante una compilación de textos, Héctor Mendoza Vargas1 reconstituye la evolución de la disciplina estableciendo una periodización desde la fundación de la Universidad Nacional en 1910 hasta nuestros días (con algunos antecedentes del siglo XIX). Los distintos periodos están representa-dos e ilustrados por una selección variada de textos de ingenieros, geógrafos y políticos; actores de la geografía del siglo XX. Publicados entre 1913 y 1994, estos textos se pueden dividir en tres catego-rías: en la primera los autores evalúan la disciplina geográfica en México y su evolución, en la segunda se posicionan en cuanto a grandes discusiones teó-ricas y en la tercera exponen resultados concretos de investigación. El conjunto de estos documen-tos nos permite entender cómo la geografía de México fue cambiando de objetivos adaptándose a los tiempos y cómo los geógrafos mexicanos se posicionaron en relación con las grandes escuelas geográficas (la escuela alemana, la escuela francesa

1 Investigador del Instituto de Geografía de la UNAM y especialista en la historia y teoría de la geografía de México, en especial el siglo XIX. Dedicó su tesis de maestría a los inge-nieros geógrafos del siglo XIX y realizó su tesis de doctorado: “Ciencia, Estado y Burocracia en el México independiente: la biografía científica del ingeniero geógrafo Francisco Díaz Covarrubias 1833-1889” en Barcelona, bajo la dirección del profesor Horacio Capel, especialista en geografía urbana y en la teoría e historia de la geografía y de la ciencia. Después de su tesis de doctorado, ha dedicado sus trabajos tanto a los ingenieros geógrafos como al pensamiento geográfico y a la historia de la geografía. El libro Lecturas geográficas mexicanas. Siglo XX se encuentra en relación directa con estas investigaciones, ya que estudió la historia de la geografía de México en el siglo XX. Gran parte del libro presenta a la geografía tal como fue estudiada y ejercida en la UNAM, institución en la cual labora el autor desde hace poco más de diez años. Por tanto, es la historia del alma mater, una historia que el autor conoce íntimamente pues todavía mantiene contacto directo con algunos de sus protagonistas.

de Vidal de La Blache) y ante los grandes debates que se dieron dentro de la disciplina (por ejemplo, el determinismo y el posibilismo). Lo que pasa a nivel nacional está por lo tanto siempre relacionado a la situación internacional e influido por ella, tanto al nivel académico y del debate, como al nivel de los sucesos históricos (Segunda Guerra Mundial, Guerra Fría, entre otros).

El libro está dividido en dos partes. La primera está constituida por una introducción explicativa de cincuenta páginas, dividida en apartados en los cuales se describen las grandes etapas cronológicas de la evolución de la geografía en México a lo lar-go del siglo XX. En cada una, el autor presenta el contexto histórico y político, los acontecimientos a nivel académico e institucional (por ejemplo, la creación de una nueva sede o comisión), los trabajos efectuados (mapas, libros) y el desempeño de los protagonistas más importantes. Además se refiere a los documentos presentados posteriormente, los sitúa en el debate académico y ubica a los autores en el mundo geográfico.

La segunda parte, conformada por diecinueve textos originales de extensiones variables (entre cinco y treinta cuartillas), abarca un total de 270 cuartillas. Estos documentos siguen un orden cronológico y están repartidos equitativamente en cuanto a la periodización que ilustran. Los textos fueron cuidadosamente seleccionados por el autor, para ilustrar la evolución de la disciplina. Exponen detalladamente los conceptos e ideas resumidos en la introducción, por lo cual existe una interacción constante entre los dos bloques principales del libro. Dan elementos para entender la geografía en cada temporada, describen las preocupaciones principales de los geógrafos en cuanto al ejercicio de su disciplina y la importancia que tenía ésta en la época que estaban viviendo.

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Lecturas Geográficas Mexicanas. Siglo XX

La rápida presentación de los antecedentes permite saber que la geografía fue considerada en México, durante el siglo XIX, como una ciencia que se orientaba principalmente a un mejor cono-cimiento del territorio, en un contexto nacional tumultuoso, tanto a nivel político (cambios conti-nuos de gobiernos) como territorial (modificación de las fronteras después de la guerra de los Estados Unidos). Consistía esencialmente en una labor cartográfica de ingenieros geógrafos.

En las primeras décadas del siglo XX, la disci-plina cambió con la creación de la Universidad Nacional Autónoma de México (1910) y posterior-mente con varios órganos académicos geográficos: el Departamento de Ciencias Geográficas de la Facultad de Filosofía y Letras (1933) y el Instituto de Geografía (1935). A las tareas cumplidas ante-riormente por la geografía siguieron, en especial la elaboración de cartografía, cuya importancia fue resaltada por los políticos (Calles, 1925), en ade-lante los geógrafos se posicionaron también en el debate teórico que se daba en otros países. Por otra parte, el acercamiento de la geografía a la política se hizo más tangible al final de esta temporada con la organización del Primer Congreso de Geografía y Exploraciones Geográficas en 1939, en el que participó el Presidente Lázaro Cárdenas.

Durante esta primera parte del siglo, titulada por el autor “El amanecer geográfico”, se publica-ron los textos de Isidro Díaz Lombardo (1913) y de las Sociedades Científicas de México (1940), que describen los estudios científicos geográficos que se elaboraron hasta entonces –los trabajos car-tográficos, los principales libros– y citan las comi-siones y observatorios existentes relacionados con la disciplina y las atribuciones de cada uno. Estos dos textos definen la manera de mejorar los estu-dios geográficos y de hacer progresar la disciplina; por ejemplo, las Sociedades Científicas de México propusieron la centralización y concertación de los distintos órganos geográficos, la creación de nuevas comisiones, la continuación y el mejoramiento de los trabajos cartográficos, y el aumento del presu-puesto destinado a la geografía por parte del Estado. Otro texto de José Luis Osorio Mondragón (1940) relata la fundación del Instituto de Geografía y sus aportes durante sus primeros años de existencia; su

desempeño como primer director de la institución le permitió aportar un punto de vista sustentado.

Mientras podemos evaluar con estos textos los avances y problemas que enfrentó la geografía, otros escritos de la primera mitad del siglo XX dan a conocer los grandes debates que se dieron en la geografía mexicana en la época. Mediante dos artículos, José Luis Osorio Mondragón (1915) y Pedro C. Sánchez (1946) se pronunciaron sobre el ambientalismo y el determinismo, es decir, a la influencia que ejercen la naturaleza y el medio físico en los seres humanos, a través de la presentación de ejemplos concretos en México y otras regiones del mundo.

En el capítulo “La tensión geográfica”, Héctor Mendoza explica cómo, en el contexto de conflicto mundial, la geografía se militarizó con el objetivo de conocer más a detalle el territorio, mientras se seguían realizando nuevos trabajos sobre la confor-mación del territorio mexicano. El texto de Luis R. Ruiz sobre la necesidad de poner a la geografía al servicio de la Defensa ilustra esta época, además, describe cómo se organizó un curso de estudios para el Servicio de Guerra que se impartió a partir de 1943.

Un texto muy interesante y sintético de Rosa Castro (1950) cierra la primera mitad del siglo XX. La autora preguntó a los geógrafos mexicanos más relevantes de la época lo que opinaban de la disciplina; sus respuestas permiten realizar una evaluación de la geografía a mediados de siglo. Casi todos coinciden en resaltar la poca importancia que se le daba a la geografía por parte del gobierno; mencionan las investigaciones por realizar todavía para tener un mejor conocimiento del territorio mexicano; denuncian la falta de presupuesto para efectuar trabajos geográficos e insisten en la necesi-dad de creación de un órgano directivo. Mediante estas opiniones y reflexiones de los geógrafos sobre su propia disciplina tenemos un panorama com-pleto de los logros, objetivos y deficiencias de la geografía en 1950.

A partir de la década de los cincuenta, surgió la nueva Geografía en México. Una nueva genera-ción de geógrafos, encabezada por Ángel Bassols Batalla, que se hizo más crítica con la disciplina y buscó estrategias para mejorarla. Los intereses se

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Virginie Thiébaut

diversificaron, la escala de análisis cambió y se de-sarrollaron los estudios regionales, más empíricos, promovidos por Bassols. La geografía evolucionó mediante dos enfoques: la enseñanza de la geografía y la geografía aplicada, lo que se vio reflejado en el Congreso Nacional de Geografía que se organizó en 1965. Los textos de Bassols (1955, 1956) que ilustran esta temporada, describen lo que ya se hizo en geografía, a nivel nacional y regional, y señalan las deficiencias existentes, en la investigación y la enseñanza pero también en el desempeño de las instituciones existentes y en las publicaciones. Este geógrafo propone renovar su disciplina mediante los estudios aplicados, de los cuales se presenta un ejemplo con la publicación sobre la exploración de Baja California (1959). En la misma época, Ramón Alcorta (1960), todavía muy influido por el determinismo ambiental, insiste en las diversidades de las regiones de México, en un texto que podría ser un incentivo para el desarrollo de los estudios geográficos regionales.

Las décadas posteriores están marcadas por un “periodo estable” (1960-1970) y una “crisis teórica” (década 1980). Mientras se seguían diversificando las especialidades dentro de la geografía, reflejadas en la Conferencia Regional de la Unión Geográfica Internacional (UGI, 1966), los geógrafos se mos-traron cada vez más preocupados por el desarrollo de una geografía aplicada comprometida con la sociedad y enfocada en solucionar problemas. Esta inquietud se reflejó en la enseñanza, con la creación de una especialidad de geografía aplicada en la carrera de geografía, para lograr la profesio-nalización de los geógrafos. Es perceptible tam-bién en las publicaciones de la época: como en el artículo de 1966, de Silvana Levi quien manifiesta abiertamente su preocupación por el compromiso social necesario en la geografía. Otro objetivo de la época fue la continuación y el mejoramiento de la cartografía mexicana. Se desarrolló un importante proyecto de cartografía a nivel nacional encabezado por Juan B. Puig de la Parra (1968) con la creación de la Comisión de Estudios del Territorio Nacional y Planeación (CETENAP).

En los años ochenta, la necesidad de renovación de la disciplina se expresó en las reivindicaciones de nuevos grupos académicos que pidieron un marco

menos rígido, más discusiones y cuestionaron las formas de organización y la metodología de la dis-ciplina. Héctor Mendoza lo define como una crisis teórica. Estos grupos intentaron “encontrar otras formas de pensar el espacio geográfico” (p. LII). Las jóvenes generaciones, reunidas en el grupo Geos y la Unión de Geógrafos Progresistas, expresaron estas preocupaciones en dos manifiestos, elaborados en 1983, en los que se muestran críticos con los logros de sus predecesores y plantean nuevos retos.

Finalmente el texto de Atlántida Coll-Hurtado (1994), el más reciente, funge como conclusión del libro, coincidiendo con la parte final de la in-troducción titulada “Los altos vuelos”. La autora presenta los resultados de los trabajos geográficos de casi un siglo, resaltando la importancia de la UNAM en este proceso. Al final indica los caminos que estaban siguiendo los geógrafos para modernizar su disciplina: la renovación teórica, la continuación de la investigación geográfica a nivel nacional y regional, el desarrollo de los trabajos cartográficos. Como ejemplo de lo último, cuenta que el nuevo reto que reunió los geógrafos de la UNAM en las dos últimas décadas del siglo XX fue la realización de un nuevo Atlas Nacional de México, publicado en 1990-1992.

La lectura de Lecturas geográficas mexicanas. Siglo XX es imprescindible para los estudiantes de geografía y para cualquier geógrafo o científico que quiera conocer a profundidad la geografía mexi-cana y su evolución durante el siglo XX. Permite un acercamiento a las diferentes corrientes geo-gráficas, situar los debates teóricos en un contexto internacional, ubicar a los principales actores que participaron en la evolución de la geografía en el siglo XX, y comprobar el nivel de conocimientos existente sobre el territorio mexicano en un mo-mento dado. El contacto directo con los escritos de los geógrafos de la época, siendo algunos de ellos ya unos clásicos, permite acercarnos más fácilmente al contexto de la época.

La historia de la geografía estuvo estrechamente vinculada con la UNAM durante todo el transcurso del siglo XX, tal como se puede comprobar en el libro. Sin embargo, como lo menciona Atlántida Coll-Hurtado, al final de la época, la geografía se empezó a estudiar y enseñar en otras instituciones:

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Lecturas Geográficas Mexicanas. Siglo XX

la Universidad Autónoma del Estado de México en 1972 y la Universidad de Guadalajara en 1980. Más recientemente, varias universidades y centros de investigación abrieron posgrados y licenciaturas de geografía y se dedicaron a la investigación: la Universidad Veracruzana, la Universidad Autóno-ma de San Luis Potosí, la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa, el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA) de Morelia, el Centro de Estudios de Geografía Humana de El Colegio de Michoacán, en La Pie-

dad, por citar algunos. La evaluación de los aportes que el conjunto de las instituciones mexicanas dedicadas a la geografía hicieron en los últimos años y décadas, y el estudio de las interacciones que existen entre ellas, podrían ser el tema de una obra complementaria, sobre la geografía mexicana.

Virginie ThiébautCentro de Estudios de Geografía Humana

El Colegio de Michoacán

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Berque, A. (2009),El pensamiento paisajero, Biblioteca Nueva, Madrid, 134 p., ISBN 978-84-9742-934-4

Uno de los conceptos que con los años ha incre-mentado su uso es el del paisaje, en geografía y en otras disciplinas. Nunca se ha hablado tanto del paisaje, como tal, mientras que jamás se le ha arra-sado en la proporción actual. Su protección es ya parte de varias disciplinas, aunque la preocupación proviene desde los albores de la Revolución Indus-trial, cuya pulsión fue contraria a la calidad de los paisajes. Este libro de Augustin Berque, geógrafo y orientalista francés, es una parte de la bibliografía sobre el paisaje1 bajo una perspectiva que busca el “sentido profundo” del mismo.

Berque nació en 1942 en Rabat, Marruecos, hijo del historiador y sociólogo del Magreb Jaques Berque y de Lucie Lissac, de formación artística. Actualmente es investigador del Centre de recher-ches sur le Japon contemporain de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Inició su formación pluridisciplinaria con la Geografía y después se abocó al estudio del idioma chino y el japonés, lo que le permitió realizar una lectura crítica y comparativa entre las posturas filosóficas orientales y occidentales. Centrado en particular en las relaciones que mantiene el humano con su entorno, su mirada geográfica manifiesta una aper-tura a la filosofía (Paquot, 1997). En este sentido, subraya que las palabras son centrales para diferen-ciar concepciones propias del mundo, por lo que

1 Este libro es parte de una colección interdisciplinaria de estudios sobre el paisaje concebida en España denominada Paisaje y Teoría, de la editorial Biblioteca Nueva. Se han pu-blicado seis títulos de diferentes autores en los que se tratan temas actuales en la reflexión del paisaje. Este volumen es el primer libro de Augustin Berque que se traduce enteramente al español, y representa un resumen de la trayectoria de su pensamiento paisajero. Entre sus más recientes publicaciones están: Berque (2010a y b) y la traducción y comentario en Watsuji (2006).

“no es anodino apegarse a la terminología que toda cultura pone de manifiesto para decir lo que ve en su entorno” (Berque, 2009:58). A través del texto utiliza pinturas, fotografías, dibujos (realizados por su madre), trabajo de campo personal y de sus pa-dres, literatura, además nos traslada desde el valle de Seksawa en Marruecos, a Japón, China y Australia.

La primera distinción que hace el autor, para introducirnos en su análisis, es la diferencia entre el pensamiento sobre el paisaje, en donde se contempla y analiza el paisaje como un concepto y su repre-sentación y el pensamiento paisajero, que da título a este libro, en el que se integra “la sabiduría que ha sido desarrollada desde la experiencia del hacer” (Maderuelo, 2009:12), o sea, el cómo hacer en el paisaje, sin necesariamente concebirlo como tal.

En un primer apartado el autor habla del origen del paisaje en Occidente. Las primeras referencias datan del siglo XIV cuando aparecen descripciones que evocan lo que posteriormente se denominará paisajes. Es con el Renacimiento que “el paisaje como tal empieza a existir para los europeos” (Berque, 2009:19). Pero en este sentido ¿pensar el paisaje no es necesariamente un indicador de que exista una identidad entre el hecho de pensar y el hecho de que haya paisaje?, esta última relación es lo que Berque denomina pensamiento paisajero. Una evidencia es el legado de paisajes admirables, sin la presencia de un análisis del mismo como ob-jeto. Y el autor se/nos cuestiona: “¿cómo es posible que nuestros antepasados, que no se ocupaban del paisaje, hayan gozado de un pensamiento paisajero tan destacable y nosotros, que rebosamos de pen-samiento del paisaje, estemos tan manifiestamente desprovistos de él?” (Berque, 2009:21). Es así que nos plantea que en nuestra época carecemos de un “gusto” fiable en el acondicionamiento de lo que denominamos paisaje y que se caracteriza por

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El pensamiento paisajero

la insatisfacción de los entornos que construimos, tal “equivocación no es otra que la insostenibilidad de nuestra manera de ser, de pensar y de actuar en la Tierra –un asunto que va mucho más allá del paisajismo pero del que el paisaje es un fiel reflejo” (Berque, 2009:24). ¿Es el paisaje como objeto de pensamiento contrario a un pensamiento paisajero?, este planteamiento será central a través del libro.

Pero ¿dónde surge el pensamiento sobre el paisaje? ¿Cuál es la primera manifestación de una representación, una palabra que implique su análisis? Para esto Berque, dilucida el origen de este concepto y las condiciones que llevaron a su nacimiento. La idea del paisaje como objeto, está arraigada a las élites, a aquellos individuos capaces de forcluir, de omitir, el trabajo de la tierra permi-tiéndoles contemplar la “naturaleza” en lugar de ser quienes la transforman. Esta mirada desinteresada hacia el entorno permitió el surgimiento de repre-sentaciones de la naturaleza tanto como objeto de conocimiento, como de contemplación. Entre los criterios que, según el autor, permiten diferenciar las culturas en donde el paisaje ya es un objeto del pensamiento, destaca la existencia de una o varias palabras para decir “paisaje” y el planteamiento de una reflexión explícita sobre “el paisaje”. Esto lo encuentra entre los poetas chinos del siglo V, con las consecuentes reflexiones del mismo, y por tanto, una nueva forma de realidad. Ahí el nacimiento del paisaje está ligado a la ruptura con el mundo, un distanciamiento o rechazo, que sólo cierta parte de la sociedad llevó a cabo. Además la percepción subjetiva otorgó a esta parte de la sociedad un gusto distinguido para apreciar el paisaje, del cual carecen las masas, aunque sea el trabajo de las mismas el que ha hecho posible tales paisajes.

Por otro lado, en Occidente la disociación entre mundo natural y humano, con origen en las distin-ciones en la mitología de los fenómenos naturales, dio lugar, mucho tiempo después, a la concepción de la naturaleza como objeto neutro, abstracto, dentro de lo que denomina el autor “paradigma occidental moderno clásico” (POMC). Este último procura la abstracción y el conocimiento reducido y especializado. Ese espacio neutral seguido de los preceptos filosóficos del modernismo espacial, cuya representación es el espacio absoluto, actualmente constituye la base geográfica de las relaciones socia-

les en el mundo capitalista (Smith y Katz, 1993). Y es aquí donde la modernidad es incompatible con los paisajes, con el contenido “espiritual” que le imprime el humano, mundos propios que la modernidad suspendió. El POMC es así “el gran mata-paisajes”; pero Berque nos propone más que el rechazo de la modernidad, superarla a través de una revolución ontológica concibiendo la realidad como relacional: que la subjetividad tenga una medida co-mún con el entorno objetivo (Berque, 2007 y 2009).

Se debe entonces superar el marco mental que impone el dualismo como la única forma de enten-der la realidad y para ello el autor nos recuerda a los primeros que reflexionaron sobre el paisaje. Zong Bing escribió en su obra Introducción a la pintura del paisaje: “En cuanto al paisaje, aun teniendo sustancia, tiende al espíritu” (Berque, 2009:83). En este sentido, el paisaje representa una ambi-valencia, en él se encuentra una existencia física y una existencia humana, que supone una historiay una cultura. Así, esta relación interactiva es esen-cial en el paisaje y constituye una visión más amplia y totalizadora de la complejidad que supone éste.

La relación interactiva se da a través de la tra-yección; relación que se puede establecer a partir de determinadas referencias culturales, más allá de la identidad física del objeto.

Trayectiva significa que esta realidad concreta está entre los dos polos teóricos de lo subjetivo y lo objetivo, que son abstractos […la realidad] no es una pura sustancia, no un simple entorno físico, sino un paisaje: un determinado entorno percibido en tanto que paisaje (Berque, 2009:118).

Así, este último, supone una trayectiva en dos etapas: una a nivel ontológico de la biosfera (lo que como seres vivos aprehendemos de nuestra realidad a través de los diferentes sentidos) y la del ecúmene (en la que se interpreta de una manera u otra aquello que percibimos).

Para acercarnos a ese sentido profundo del paisaje, y realizar la conciliación entre dimensio-nes que aparecen discordantes, Berque recuerda algunos intentos como la mesología, la ciencia de los medios humanos, y la noción de medio que desarrolló Vidal de la Blache.

Pero Berque se centra en un autor en parti-cular, Watsuji Tetsurô, quien en 1935 escribió

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Gerónimo Barrera de la Torre

Fûdo (“Medio”).2 Resulta interesante la reflexión del filósofo japonés, como respuesta a su lectura de Ser y tiempo de Heidegger, al proponer que la ambientalidad es un “elemento estructural de la existencia humana” (Watsuji, 2006:17) y es a través de los instrumentos y costumbres cultu-rales, como construcciones dentro de un clima y paisaje particulares, que el humano se descubre a sí mismo. Estas construcciones tienen como base la correlación existencial con el clima, el paisaje y los condicionamientos ambientales: “constituyen el primer momento en la construcción de los ob-jetos artificiales como tales objetos”. Para Watsuji: “Geografía e historia, paisaje y cultura son insepa-rables” (2006:31), ya que el medio y la historia se suponen el uno al otro, el medio encarna la historia que engendra al medio (CRJ, 2011). Más que un texto sobre el paisaje, para Berque, Fûdo es en sí un “pensamiento paisajero, [que] da a conocer a la vez su potencial y sus riesgos” (Berque, 2009:99). A partir del concepto de “medio” se desprende otro central, en el texto de Berque, que es el de medianza (traducción del neologismo japonés fûdogaku) que representa el modo en el cual se establece la relación dinámica entre la sociedad y el entorno natural. La modernidad, al reducir el mundo exterior a un objeto, ha forcluido esta medianza, la separación del objeto y el sujeto conlleva el análisis del paisaje sólo de acuerdo con los procesos físicos o con los sistemas de signos abstraídos de su fundamento al interior de los ecosistemas: una historia humana desvinculada de la historia natural (Berque, 2009).

Frente al modo de vida insostenible actual tanto en el ámbito ecológico, ético (por las intrínsecas desigualdades del sistema), como estético (con la destrucción de los paisajes), el autor afirma que es necesario librarse de la “forclusión de ese funda-mento que es la Tierra” (Berque, 2009:96), buscar la esencia de la realidad humana en ella, que es el pensamiento paisajero. “Indígenas de la Tierra lo somos todos, y es nuestra realidad” (Berque, 2009:96), por lo que deberíamos considerarla ante todo como un medio vital y no cosificarla. “[E]l pensamiento paisajero es primordial respecto al pensamiento del paisaje. Es el sentido profundo del

2 Existe una edición en español, véase: Watsuji, 2006.

paisaje” (Berque, 2009:70). “Este sentido profundo es la autenticidad de un paisaje en el que la vida de un hombre está en armonía con la naturaleza” (Berque, 2009:74). Y no los paisajes de la moder-nidad carentes de ésta, utilizados para provecho propio, sin considerar los costos de su consumo, –exacerbando la forclusión por el individualismo moderno y por lo posmoderno, que pregona la armonía como anacrónica. La “destrucción del paisaje” es más que un problema estético, afecta nuestra existencia y sustentabilidad en el mundo (Berque, 2007).

REFERENCIAS

Berque, A. (2007), “Transmitting the past to the future: an ontological consideration on tradition and moder-nity”, International symposium: historical architecture heritage preservation and sustainable development, Taijin Univesity, November 10-12 [http://www.paris-lavillette.archi.fr/asialink/document/publica-tion.Berque.pdf, consultado el 17 de abril de 2011].

Berque, A. (2009), El pensamiento paisajero. Biblioteca Nueva, Madrid.

Berque, A. (2010a) Histoire de l’habitat idéal. De l’Orient vers l’Occident, Le Félin, Paris.

Berque, A. (2010b) Milieu et identité humaine. Notes pour un dépassement de la modernité, Donner lieu, Paris.

Centre de recherches sur le Japon (CRJ) (2011), Augustin Berque [Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales: http://crj.ehess.fr/document.php?id=204, consultado el 2 de mayo de 2011].

Maderuelo, J. (2009), “Prólogo”, en: Berque, A. El pensamiento paisajero. Biblioteca Nueva, Madrid, pp. 11-15

Paquot, Th. (1997), Parole, Augustin Berque [Institut d`urbanisme de Paris: http://urbanisme.u-pec.fr/documentation/paroles/augustin-berque-64743.kjsp, consultado el 17 de abril de 2011].

Smith, N. and C. Katz (1993), “Grounding metaphor. Towards a spatialized politics”, in Kaith, M. and S. Pile (eds.), Place and the politics of identity. Routledge, London, pp. 67-83.

Watsuji, T. (2006), Antropología del paisaje. Climas, cul-turas y religiones. Ediciones Sígueme, Madrid.

Gerónimo Barrera de la TorreFacultad de Filosofía y Letras,

Universidad Nacional Autónoma de México

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Las cuencas hidrográficas constituyen sistemas com-plejos que contienen una gran variedad de compo-nentes, intensamente interconectados entre sí, a dis-tintos niveles jerárquicos. En ese contexto, el análisis socioambiental de las cuencas constituye un gran reto para aproximarse al abordaje del análisis diná-mico de sistemas, dependientes de su historia. Una aproximación a este enfoque se presentó en el Atlas de la cuenca Lerma-Chapala… (Cotler et al., 2006), sin embargo, los estudios que abordan la compleji-dad de la dinámica de cuencas son aún incipientes.

El centro de México ha atraído durante mucho tiempo el interés y la curiosidad de científicos naturales y sociales, quienes han realizado una profusa descripción de dicha región. Sin embargo, la cuenca del lago de Cuitzeo ameritaba un libro que de manera sintética y robusta describiera sus principales características y tendencias. Esta información y análisis se presenta en el Atlas de la cuenca del lago de Cuitzeo: análisis de su geografía y su entorno socioambiental, recientemente editado por el Instituto de Geografía de la Universidad Na-cional Autónoma de México y la Universidad Mi-choacana de San Nicolás de Hidalgo.

Este libro está dividido en seis capítulos que explican a través de textos y de mapas la estructura y dinámica de la cuenca, abordando los temas biofísi-cos, de biodiversidad, características socioeconómi-cas, infraestructura, manejo del agua y, finalmente, el lago de Cuitzeo, donde se presenta su evolución, flora y, particularmente, las tendencias espaciales de la contaminación. Este amplio abanico de temas fue abordado por 82 autores provenientes de 21 instituciones. Esta diversidad otorga al proyecto distintas perspectivas disciplinarias sobre la pro-blemática socio ambiental de esta cuenca.

Los textos, escritos de manera precisa, detallada e informada van conduciendo al lector hacia el

entendimiento de la estructura de la cuenca, su dinámica y las condiciones sociales que caracterizan el aprovechamiento de los recursos naturales. Con una equilibrada dualidad entre un lenguaje riguroso pero comprensible, donde se agradece la explica-ción metodológica que acompaña cada capítulo y que da paso a la presentación de los resultados bajo distintos formatos. Entre ellos, La representación sintética de los resultados en mapas cumple un papel preponderante, mostrando la heterogeneidad biofísica y socioeconómica del territorio. Esta repre-sentación espacial está expresada a través de un len-guaje cartográfico específico aplicado en 32 mapas cuyas escalas varían entre 1:510 000 a 1:310 000;además, dicho lenguaje aporta una visión regional de la cuenca plasmada en otros 36 mapas con es-calas de 1:380 000 a 1:600 000.

La obra plantea dos temáticas muy actuales en el análisis de cuencas. Por un lado, el entrecruce entre unidades ambientales y administrativas, que puede plantear una discrepancia cuando la planea-ción ambiental toma como referencia a la cuenca hidrográfica. Esta disyuntiva se puede complejizar aún más cuando se hace referencia a la zona de influencia económica-comercial o cultural de la cuenca misma. Este dilema por mucho tiempo ex-presado se ha comenzado a disipar a medida que se han ido esclareciendo adecuadamente los objetivos del estudio propios de cada unidad territorial. La identificación de la llamada “zona de influencia” (Cardona, 2006) o shadow watershed (National Academy of Sciences, 1999) permite identificar las características e interacciones que son necesarias estudiar en el ámbito de una cuenca y aquellas para las cuales este límite territorial queda sólo como una referencia.

El segundo tema está relacionado con la uti-lidad de contar con información actualizada; los

Cram, S., L. Galicia e I. Israde Alcántara (comps.; 2010),Atlas de la cuenca del lago de Cuitzeo: análisis de su geografía y su entorno socioambiental,Instituto de Geografía-UNAM/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México,311 p., ISBN 978-607-02-1830-9

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Helena Cotler Ávalos

promotores de la obra mencionan que “la vigencia y actualización de la información puede ser un obstáculo en la toma de decisiones”. En efecto, la información juega un papel importante en la toma de decisiones, sin embargo, no es el único. El proceso de toma de decisiones está inmerso en un contexto institucional, organizativo y sociopolítico (Meny y Thoening, 1992) y abarca la totalidad del ciclo de políticas (Parsons, 2007). Por lo cual, muchas veces, más que requerir el dato exacto y último, se necesita claridad en la identificación de las relaciones causales que explican, en este caso, el deterioro socio ambiental. En una cuenca, estas relaciones tienen que poner énfasis en las interac-ciones entre poblaciones y territorios de cuenca arriba y de cuenca abajo, identificando los impactos generados por las distintas actividades productivas y sus efectos acumulativos.

El Atlas de la cuenca del lago de Cuitzeo: análisis de su geografía y su entorno socioambiental busca ir más allá de una caracterización del territorio, ya que sus resultados se traducen en necesidades de acción y de investigación. Las recomendaciones específicas planteadas por los autores, pueden contribuir a me-jorar la gestión territorial, formulando propuestas tan diversas como de reforestación, aprovechamien-to de áreas con vegetación para la construcción de humedales naturales, control de disposición de agroquímicos para disminuir el deterioro del vaso lacustre (Ortega et al., 2010:224-229), o bien la propuesta de integrar un programa, a nivel de cuenca, de rellenos sanitarios intermunicipales (Israde y Buenrostro, 2010:180-185).

Asimismo, presenta la imperiosa necesidad de continuar la investigación a largo plazo de la mag-

nitud y distribución de las fuentes contaminantes en la cuenca del lago de Cuitzeo, debido al riesgo que éstas ocasionan para la población y el medio ambiente (Cram et al., 2010:242-245).

Por ello, como parte del proceso de toma de decisiones, la información proporcionada en el Atlas de la cuenca del lago de Cuitzeo: análisis de su geografía y su entorno socioambiental tiene un inmenso potencial para diversas etapas de la política pública, así como para el establecimiento de nuevas líneas de investigación.

REFERENCIAS

Cardona N. (2006), “Área de influencia de la cuenca Lerma-Chapala”, en Cotler, H., M. Mazari y J. de Anda (eds), Atlas de la cuenca Lerma-Chapala, cons-truyendo una visión conjunta, Instituto Nacional de Ecología, UNAM, México, pp. 54-55.

Cotler, H., M. Mazari y J. De Anda (eds.; 2006), Atlas de la cuenca Lerma-Chapala, construyendo una visión conjunta, Instituto Nacional de Ecología, UNAM, México.

National Academy of Science (1999), New Strategies for America’s watersheds, National Academy of Press, Was-hington D. C. [http://www.nap.edu/catalog/6020.html].

Menny, Y. y J. C. Thoening (1992), Las políticas públicas, Ariel, Barcelona.

Parsons, W. (2007), Políticas públicas: una introducción a la teoría y la práctica del análisis de políticas públi-cas, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, México.

Helena Cotler ÁvalosDirección de Manejo Integral de Cuencas Hídricas

Instituto Nacional de Ecología

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Latour, B. y E. Hermant (2010), París ciudad invisible, [trad. de Antonio Arellano Hernández], Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca,203 p., ISBN 978-607-422-084-1

Jorge Luis Borges, en uno de sus infinitos y circu-lares comentarios, discurría sobre las propiedades que relacionan lo gigantesco con lo abstracto:

Cuando el remoto compilador del Zohar tuvo que arriesgar alguna noticia de su indistinto Dios –divinidad tan pura que ni siquiera el atributo de ser puede sin blasfemia aplicársele– discurrió un modo prodigioso de hacerlo. Escribió que su cara era trescientas setenta veces más ancha que diez mil mundos; entendió que lo gigantesco puede ser una forma de lo invisible y aun de lo abstracto (Borges, 1970:51).

El París invisible de Bruno Latour y Emilie Hermant sigue la pista de las transfiguraciones de lo grande y de lo pequeño, de lo abstracto y lo concre-to, del París “frío y real” y el París “caliente y virtual”.

Esta traducción al español de Paris Ville Invisible −originalmente publicado en 1998− se añade a la bibliografía en castellano del filósofo y sociólogo de la ciencia (Latour, 1993, 1995a y b, 2001, 2008) y muestra un interés por el autor, que se ha mantenido a lo largo de los años, en el ámbito hispanoamericano.1

Esta recepción, de lo que se ha llamado de varios modos, sociología de la ciencia, estudios de la ciencia, sociología de las asociaciones, teoría del actor-red, etc., ha impactado varios ámbitos académicos, siendo la teoría sociológica el más notorio, pero también la historia y la filosofía de la ciencia, la psicología cognitiva, la investigación en ciencias políticas, los estudios visuales, la historia del arte, la investiga-ción en urbanismo, la ecología, el derecho.

1 Una versión digital del libro está disponible en el blog de Bruno Latour, en los idiomas francés, inglés, español e italiano [http://www.bruno-latour.fr]

Es decir, las ramificaciones que presentan las reflexiones de Latour se extienden en un amplio rango de ámbitos intelectuales e incluso políticos.2 Esto es así porque la reflexividad de Latour es heterogénea, deliberadamente transgresora de los “cajones” disciplinarios del conocimiento, abierta y corruptora de los lenguajes especializados. Esto es evidente en París ciudad invisible. El libro está organizado no por capítulos sino por “secuencias” que, como su nombre lo indica, articulan una serie de pasos, llamados “planes”3 (cada uno de éstos puede ser una ejemplificación, un lugar de la ciudad, una historia individual, un objeto). Esta organización modular permite que cada “secuencia” −aunque todas se refieran al mismo movimiento o circulación de signos− agrupe una modalidad de la ciudad. La primera secuencia es “caminar”4 (plan 1 a 19), la segunda “dimensionar” (plan 20 a 29), la tercera “distribuir” (plan 30 al 51) y la cuarta es “permitir” (52 al 54).

Este libro se asocia con la formulación de la teoría del actor-red, expuesta en su libro Reen-samblar lo social, Una introducción a la teoría del

2 Estamos hablando de uno de los intelectuales franceses vivos más influyentes del mundo. En 2007 se posicionó en la lista de los diez autores más citados en libros de ciencias sociales y humanidades, por encima de Freud, Kant, Marx, Heidegger, Lacan, Nietzche, y otros como Chomsky y Said (Fuente: “Thomson Reuters’ ISI Web of Science 2007” [http://www.timeshighereducation.co.uk: consultado el 16 de junio 2011]).3 Si bien la palabra en francés “plan”, en la versión original del libro, hace referencia a los “planes”, en su traducción al español también remite a plano (mapa), un doble sentido que se adapta mejor a la lectura del autor a la ciudad de París.4 En el original en francés Latour utiliza “cheminer”, que da una idea precisa de lo que se quiere abordar en esta primera secuencia, pues el verbo también significa abrirse camino en el plano del pensamiento.

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Omar Olivares Sandoval

actor-red (Latour, 2008). En la presentación del libro, el traductor, Antonio Arellano, localiza las investigaciones de Latour respecto al compendio de su obra y en relación con las corrientes de pen-samiento sociológico en Francia y en el mundo. En esta reseña expondré las partes del libro y pensaré en los lugares que puede ocupar la teoría de Latour en el ámbito latinoamericano y, en particular, cuál es la relación que abre con la geografía urbana de México.

¿Cuál es el París invisible y cuál es el París visi-ble? La pregunta por la visibilidad es la que corre a lo largo del libro. No hay imagen completa de París, según Latour, no existe una imagen capazde abarcar toda la ciudad, lo que sí existe son modos dever París.

Estos modos de ver son posibles a condición de que siempre sean parciales. La visibilidad se compone también por lo invisible. Latour obser-va que para abarcar París de una sola mirada es necesario hacerlo pequeño. Esta es la propiedad de los panoramas que vistos como dioramas, no ofrecen el París absoluto; el simulacro de la mirada panorámica consiste en hacer visible París pero a condición de no ver todo.5

Las ocasiones para señalar esto son varias y se muestran a manera de un itinerario urbano. Así, Latour nos habla de la señora Baysal que organiza las clases de la escuela en un papel y que resuelve

5 Resulta provechoso mencionar que el capítulo “Andares de la ciudad” en La invención de lo cotidiano de Michel de Certeau, comienza de la misma forma. Bajo la figura del panóptico, Certeau convoca la imagen panorámica de Nueva York como contraste de la ceguera que aparentemente rige las prácticas caminantes a nivel de la calle. Además, nos dice el jesuita, ser el sujeto de esta vista panorámica:

Lo pone a distancia. Transforma en un texto que se tiene delante de sí, bajo los ojos, el mundo que hechizaba y del cual quedaba ‘poseído’. Permite leerlo, ser un Ojo solar, una mirada de dios. Exaltación de un impulso visual y gnóstico. Ser sólo este punto vidente es la ficción del conocimiento (Certeau, 2007:104).

Es de especial interés la coincidencia entre la for-mación de la vista “total” de la ciudad y una de las aporías de la racionalidad occidental. También Certeau utiliza la perspectiva dual visible/invisible para hablar de la produc-ción retórica del caminar.

los horarios y el lugar de los profesores a condición de no ver más allá de su papel, hacia la escuela. También en el caso de la imagen satelital de París que produce visibilidad pero a condición de hacer de lo grande lo pequeño. La imagen satelital no mide más que 8 x 10 centímetros, en ella no se encuentra todo París, la sola razón por la que París aparece como forma total es porque en realidad se le ha aplicado un excesivo empequeñecimiento. En ese sentido, nos dice Latour “lo grande no es más grande que lo pequeño” (p. 40).

Estos dispositivos de visibilidad que interesan a Latour son en realidad “oligópticos” pues, como operadores de imágenes, ven poco. Los oligópticos tales como la captación de las condiciones del cli-ma, la administración del alcantarillado de París o la investigación astronómica, todos aquellos dispo-sitivos que ven mucho a condición de no ver todo, no se entienden de acuerdo con una coincidencia con una referencia (exterior) sino que son legibles en la medida en que son inscripciones de un mundo social que pone a circular las imágenes en lugar de detenerlas. Cuando se pasa del movimiento en la calle a la vista satelital de París, no se pasa del interior de lo social al exterior sólo se cambia de circuito de inscripción. Es así que no existe algo así como una Sociedad −nos dice Latour− y tampoco un Individuo, los dos esencialismos son inoperan-tes cuando se pone atención a la circulación de las inscripciones (bordereaux). El estudio de la ciudad es ideal para localizar este tipo de operaciones pero las conclusiones que arroja son extensivas para repensar la teoría social.

Una vez que se ha entendido la circulación de los indicios, lo que se busca estudiar son las plata-formas o los canales por los cuales pueden circular las inscripciones. Esto significa un recorrido por todas las oficinas y lugares de París dedicados a este propósito, desde el Museo de Historia Natural, donde se inscribe la forma de las aves en un sistema científico (Plan 15), la Prefectura de la Policía, que a pesar de contar con miles de cámaras de vigilancia es capaz de actuar sólo porque restringen y seleccionan “eventos” (Plan 28), el Observatorio de París, dedicado a medir y coordinar el tiempo no a través de su percepción absoluta sino a través de una puesta en relación de varios instrumentos

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París ciudad invisible

y mediciones (Plan 41). Con este itinerario se desenvuelve la siguiente reflexión: ya sea París, el cielo, la Naturaleza, la Sociedad, los individuos, todo aquello no se halla sino dimensionado pro-visionalmente, le es dado un tamaño solo a través de las operaciones de conmensurabilidad que se establecen por las conexiones de indicios. Para Bruno Latour: “El tamaño, dicho de otro modo, queda indeterminado sin alguna fabricación que de la ocasión de hacerlo conmensurable” (p. 99).

La escala del mapa de París produce un efecto de totalización porque ha pasado por estrechos canales de circulación que han permitido ponerlo en una hoja, más tarde no se pasará (por un im-posible desplazamiento) del mapa al territorio, de la imagen a la realidad.6 Se pregunta Bruno Latour entonces −¿es necesario desconfiar de las imágenes? y responde que no, “lo visible no reside nunca en una imagen aislada, ni en algo exterior a las imágenes, sino en un montaje de imágenes, en una transformación […]” (p. 72).

Es exactamente el propósito de las imágenes del libro París ciudad invisible, la fotografía de Emilie Hermant es indispensable para seguir el trazo de lo social, funciona coordinadamente con el texto sin ser una ilustración, todo lo contrario, son un modo de investigación que permite la visibilidad de lo social, son conocimiento.7

6 Esta perspectiva se apoya en las investigaciones del geógrafo Christian Jacob:

In order to become an object for thought and language, the map has to be translated, displaced, set outside of its own bounds. It is also a social mediation. A symbolic object in the Greek sense of the term, it is the sign of recognition between those who share the image of the world that it proposes. As a social mediation, the map is suited to many interactive situations, including edifying discourses, projects, operations in real space, teaching, and conversation (Jacob, 2006:362).

7 Es por este tipo de investigación que en 2010, Latour recibió el premio “Nam June Paik Art Center” [http://www.sciencespo.fr/content/2653/bruno-latour; consultado el 19 de junio de 2011]. Paik (1932-2006) considerado como el creador del videoarte, desarrolló un buen número de conceptos en la teoría de los medios contemporáneos. Recientemente, esta manera de investigar toma una forma institucional con la creación de la maestría Artes y Políti-ca, en 2010, en el Instituto de Estudios Políticos de París

¿Cómo podemos tomar la lección de Latour en Latinoamérica?, ¿es posible entender la ciudad de México bajo el ángulo de una teoría de las asociaciones? La geografía urbana puede hacer un deslinde entre la planificación de la ciudad y las prácticas movedizas de los lugares, reflexionar los mapas como creadores de escalas en lugar de ser actos de referencia. Más aún, en el caso de la ciudad de México puede seguirse el ejemplo de los Citámbulos (Álvarez et al., 2007), no a partir de una observación de lugares insólitos −como se propone la lectura de la ciudad de México en aquella guía− sino a través de la asociación de imágenes y usando los medios del arte como investigación urbana.8 Para la geografía, el libro de Latour y Hermant es una referencia indispensable en la literatura sobre la ciudad, además de que abastece de reflexión a las metodologías de lo urbano y del espacio en general. Si la imagen cartográfica se lee bajo su condición de inscripción en el mundo de la significación social, la geografía podrá sustentar una mejor teoría del espacio, en la que se descubra la operación del autor del Zohar, transformar lo grande en lo abstracto.

REFERENCIAS

Álvarez, A., V. Rojas Loa y C. von Wissel (2007), Citám-bulos. El transcurrir de lo insólito. Guía de asombros de la ciudad de México, Océano, CONACULTA– FONCA, México.

Alÿs, F. y C. Monsiváis (2005), El centro histórico de la ciudad de México, Museu d’Art Contemporani de Barcelona, Barcelona.

Borges, J. L. (1970), Discusión, Emecé, Buenos Aires.Certeau, M. de (2007), La invención de lo cotidiano. 1

Artes de hacer, Universidad Iberoamericana, México.Jacob, C. (2006), The sovereign map. Theoretical Appro-

aches in Cartography throughout History, University of Chicago Press, Chicago, London.

Latour, B. (1993), Nunca hemos sido modernos: ensayo de antropología simétrica, Debate, Madrid.

Latour, B. (1995a), Pasteur: una ciencia, un estilo, un siglo, Siglo XXI, Secretaría de Salud, México.

(Sciences Po). [http://speap.sciences-po.fr/fr.php?item.1; consultado el 19 de junio 2011].8 Un ejemplo de este modo de investigación en el ámbito mexicano es el libro de Alÿs y Monsivaís (2005).

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Omar Olivares Sandoval

Latour, B. (1995b), La vida en el laboratorio: la construc-ción de los hechos científicos, Alianza, Madrid.

Latour, B. (2001), La esperanza de Pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia, Gedisa, Barcelona.

Latour, B. (2008), Reensamblar lo social, Una introducción a la teoría del actor-red, Manantial, Buenos Aires.

Omar Olivares SandovalFacultad de Filosofía y Letras

Universidad Nacional Autónoma de México

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Coloquio: Una relectura de Humboldt a 200 años de la publicación del Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España,Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, 6 y 7 de abril de 2011

El Instituto de Investigaciones Históricas organizó, el pasado 6 y 7 de abril del año en curso, un Colo-quio que llevó por título “Una relectura de Hum-boldt a 200 años de la publicación Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España.1 Esta obra, escrita por Alejandro de Humboldt y publicada por vez primera en francés en 1811, es, quizá la expresión más acabada en su género y, por tanto, una fuente fundamental para conocer la situación económica del México colonial en vísperas del estallido de la guerra de 1810.

Por iniciativa de José Enrique Covarrubias y Matilde Souto Mantecón fue posible reunir a un grupo de destacados historiadores para conmemo-rar la obra de quien contribuyera, de una manera imperecedera, a la reconstrucción del pensamiento económico, político, social y cultural del mundo novohispano en sus últimos tiempos.2

A grandes rasgos, se puede decir que el simposio giró en torno a más o menos dos grandes temas, a saber: la estadística y la ciencia política examinadas por Humboldt y las industrias y el desarrollo del espacio novohispano descrito en su Ensayo (Hum-boldt, 1984).3

Las ponencias presentadas por Laura Cházaro, Carlos Marichal y José Enrique Covarrubias ver-saron sobre las prácticas científicas de Humboldt conformadas básicamente por estadísticas. En este sentido, el Ensayo puede ser mirado como una pro-

1 El foro fue presentado por Alicia Mayer, directora de la sede anfitriona y contó con los comentaristas: Leticia Mayer, Eduardo Flores Clair, Carmen Yuste y José María Portillo, repartidos en cuatro mesas, dos por cada día.2 En el evento participaron un total de trece investigadores, tanto de la sede organizadora como de otras instituciones de educación superior.3 Para la edición francesa del Ensayo, véase la de Utz, con un prefacio de François Chevalier (Humboldt, 1995).

puesta de narrativa cuantitativa; esto es, una des-cripción que, por medio de números y mediciones, logra cálculos probabilísticos (y no mecanicistas o empiristas). Así, por ejemplo, es posible analizar cualquier aspecto económico dentro del Ensayo como pudiera ser aquel de carácter fiscal. Humboldtestudia y muestra su complejidad a través de los componentes del sistema económico novohispano con el fin de ofrecer cifras aproximadas o, mejor dicho, “estimaciones”. Se trata de obtener propor-ciones naturales dadas por los condicionamientos geográficos, los cuales determinan el desarrollo político y social ulterior.

Otro de los aspectos analizados fueron las in-dustrias y actividades económicas que se articulan, ante los ojos de Humboldt, para la prosperidad novohispana. Sobre todo, se insiste, una vez más, en el método y en los criterios humboldtianos para presentar una evaluación del suelo, de sus produc-tos y sus potencialidades. Ernest Sánchez Santiró, David Navarrete, Clara Elena Suárez, Guadalupe Pinzón Ríos y Johanna von Grefenstein analizan las conexiones que logra establecer Humboldt entre la producción de determinados productos, sus características de producción y las condiciones geopolíticas que los rodean. ¿El fin?, dilucidar la lógica que encierra la economía novohispana y luego traducirlo como posibilidades de desarrollo. Para ello, Humboldt marca ventajas y desventajas de lo previamente observado. Para ello advierte la necesidad de establecer un eficiente modelo de competencia y de sostener buenas políticas liberales, critica sobre la inadecuada explotación y sugiere incentivos y actividades que estimulen las actividades comerciales y marítimas. Dicho análi-sis, no obstante, encierra una conceptualización y caracterización del espacio geopolítico definido por el propio Humboldt. La disposición del área geo-

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Raquel Urroz

gráfica determina cualidades específicas y define, así, el perfil cultural del espacio (una mentalidad en común) y la cualidad suprema de la “continen-talidad” de estas tierras.

Resumiendo las ponencias comentadas, se pueden mencionar algunos puntos que han sido retomados y analizados en este coloquio para la elaboración de una nueva historiografía. Éstos son: a) varios rasgos personales de Humboldt como, por ejemplo, su credo liberal, intencionalidad, su espí-ritu crítico, su sensibilidad y su diplomacia; junto con el ejercicio de contextualizar sus intereses, mi-radas, preocupaciones, compromisos políticos, etc. En este sentido, Brígida von Mentz, nos situó en el contexto político del sabio alemán como hijo de su propia época. Dentro de este nacionalismo alemán o “Era de Metternich” Humboldt desarrollará, iró-nicamente, un fuerte apego por las ideas francesas y liberales mismas que, sin embargo, no se opondrán a la ideología nacionalista y al humanismo cultural alemán. Sin embargo, y a pesar de ser un erudito que se movió entre una época −la Ilustración− y otra −la Modernidad−, se resalta su visión global, holística y etnográfica. Para muestra bastará evocar el Cosmos y las fuentes y autores universales de los que se vale. b) Se hurga un poco en la definición de ciertos conceptos humboldtianos, tales como terri-torio, servidumbre, libertad. c) Se comenta sobre las ideas sistematizadas de Humboldt en la relación entre aspectos humanos y físicos. Pero, sobre todo, se insiste sobre su metodología, la cual logra hacer transitar la descripción física a una interpretación sociológica, es decir, de la causa a los efectos y de la teoría a la práctica. Se subrayó asimismo el mé-todo de extracción de datos fácticos y la manera de ponerlos a prueba en relación con la realidad social y política, además, se hacen referencias a la forma en que Humboldt parte del análisis regional concreto para deducir generalidades aunque, cabe agregar, desentrañando proporciones naturales que pudieran, no obstante, ser potenciadas por la mano del hombre. d) Se dilucida claramente el diagnóstico humboldtiano de la realidad humana: advertencias y denuncias, propuestas y sugerencias a cambios pertinentes. En este sentido, se subraya constantemente la perspectiva de carácter político y la intencionalidad última de Humboldt: advertir

sobre los riesgos de la mala distribución, el des-contento social y, al mismo tiempo, enfatizar en la necesidad de perfeccionar técnicas administrativas y reformas para la prosperidad pública. e) Se destacó el método de observación y descripción, reunión y compilación de información; esto es, cálculos y datos cuantitativos que Humboldt ofrece constan-temente a través del uso de tablas y gráficas como parte de su narración. f ) Se insistió en la forma en que el autor del Ensayo reporta lugares para mos-trar el desarrollo y potencial del reino a través de cálculos comparativos. Este método comparativo impacta toda la obra y apoya la narración cuando se describen estructuras y su funcionamiento para examinar consecuencias y marcar políticas. g) Se mencionó, aunque esto en menor medida, la plu-ralidad de sus fuentes. h) Se destacaron los criterios de universalidad, su óptica holística, su capacidad de síntesis y generalización en varios niveles −desde el local, al continental y universal− para sugerir conexiones, relaciones, comparaciones y sacar conclusiones. i) Matilde Souto Mantecón retomó la idea de Humboldt como promotor en Europa −sobre todo para el Reino Unido− de los recursos y riquezas del reino, además de su entusiasmo por la agricultura y la minería, entre otras ventajas de tipo geográfico.

Para completar y lograr una novedosa relectura del Ensayo se podría evocar el comentario que al respecto pronunció Eduardo Flores Clair, en la segunda mesa: “debemos ser más críticos y menos elogiosos a la hora de analizar y reinterpretar la obra de Humboldt”. Esto supondría, quizá, abor-dar algunos puntos que no fueron suficientemente analizados −y que marcan los comentaristas− o fueron omitidos y debieran ser incluidos para una relectura verdaderamente refrescante del Ensayo, y son, a saber: a) enfatizar el contexto imperial del texto de Humboldt y las nuevas concepciones de la monarquía en relación con la política dirigida al Atlántico donde se ensaya una recomposición de tipo comercial −como lo sugirió José María Porti-llo−; b) la importancia de las fuentes de Humboldt y los autores de quienes echó mano en su estancia entre 1803 y 1804, por ejemplo, la obra de An-drés Manuel del Río y la de los alumnos del Real Seminario de Minería; c) el trabajo e influencia

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Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España

de Aimé Bonpland; d) el conocimiento adquirido previo a sus viajes, e) la idea europea del territorio en contraste con la realidad territorial del reino, ya que Humboldt exigió proyectos de modernización que eran imposibles de cuajar cuando el comercio exterior apenas comenzaba y el reformismo bor-bónico apenas ofrecía sus frutos. En este sentido, podría haberse dado una discusión en torno al grado en que el Ensayo refleja o no la situación de un régimen colonial y su explotación, y a la que, por tanto, debe ser juzgada como tal. O de otra manera, considerar la crítica de Humboldt en el sentido de un mal colonialismo donde no están par-ticipando todos los grupos sociales novohispanos de los beneficios que otorga el circuito comercial, mismo que prometería el desarrollo económico para la Colonia.

La conmemoración a la obra de Humboldt es un ejercicio necesario, importante y bien logrado en

este Coloquio, mismo que nos brindó un saludable recordatorio de la grandeza, la riqueza y la actuali-dad de su obra; así como nuevas reinterpretaciones, un crítico análisis de las tradicionales líneas de trabajo y algunas sugerencias para abordar demás aspectos que ofrece el Ensayo.

REFERENCIAS

Humboldt, A. de (1995), Essai politique sur le royaume de la nouvelle-espagne du Mexique, préface de François Chevalier, Editions Utz, Paris, 2 vols.

Humboldt, A. de (1984), Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, estudio preliminar, revisión del texto, cotejos, notas y anexos de Juan A. Ortega y Medina, Porrúa, México.

Raquel UrrozFacultad de Filosofía y Letras

Universidad Nacional Autónoma de México

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Los días 7 y 8 de abril se organizó un seminario de la Cátedra Elisée Reclus en El Colegio de Mi-choacán. La Cátedra, organizada por el Instituto Mora, el Centro Geo, el CIESAS y El Colegio de Michoacán, tiene una larga tradición en la orga-nización de seminarios y conferencias en geografía humana, ya que se creó en 1997. Los conferencistas son geógrafos franceses reconocidos que trabajan temas relevantes de la geografía contemporánea. La Cátedra permite por tanto el acercamiento a nuevos enfoques y a conceptos geográficos di-versos, la interacción académica y el acceso a una bibliografía nutrida en distintos idiomas. En esta ocasión, se presentaron temas que corresponden perfectamente a la geografía comprometida que preconizaba Elisée Reclus; se abordaron temas de género y de justicia.

El seminario “Cuestiones de género y justicia espacial desde la geografía” se articuló en dos partes. El 7 de abril se organizó una discusión sobre el tema “Los estudios de género en la geografía”, con la conferencista Claire Hancock e investigadores del Centro de Estudios de Geografía Humana (CEGH) de El Colegio de Michoacán y de otras instituciones. La discusión se hizo en francés y en español, ya que tanto la conferencista como el pú-blico dominaban los dos idiomas. Claire Hancock expuso en francés con el apoyo de una presentación Power point que había sido traducida al español. Los académicos hicieron preguntas y hablaron de sus investigaciones en su propio idioma. Este inter-cambio bilingüe fue especialmente enriquecedor y la discusión, programada para una duración de dos horas, se alargó una hora más. El día siguiente, 8 de abril, entre las 10:00 y las 13:30, Claire Hancock impartió la conferencia magistral titulada “Justicia, identidades y minorías en las grandes ciudades”, que fue comentada por una profesora invitada,

Laura Roush, y se prolongó con un debate abierto con el público. En esta ocasión, la conferencia así como las preguntas y comentarios que se hicieron a continuación fueron traducidos por un perito traductor. Para clausurar y como actividad com-plementaria del seminario, la profesora invitada María Teresa Ayllón Trujillo, geógrafa y especialista en estudios de género, comentó una exposición de pósteres relacionados con este tema.

Tres semanas antes, la organizadora del evento había puesto a disposición del público interesado una compilación de cuatro artículos de Claire Hancock, escritos en español, inglés y francés, de manera que se conocieran mejor sus temas de investigación y que se facilitará el debate. La conferencista envió posteriormente un dossier muy completo, con una selección de 26 artículos relacionados con los temas de género y de justicia espacial, publicados en libros y prestigiosas revis-tas internacionales (Espaces et Sociétés, Annales de Géographie, Journal of Urban History, entre otras). Este dossier con título Cuestiones de género y justicia espacial desde la geografía fue registrado para su consulta en la biblioteca Luis González y González de El Colegio de Michoacán y en las bibliotecas de las otras instituciones participantes a la Cátedra.

La Extensión La Piedad de El Colegio de Mi-choacán fue sede de la Cátedra Elisée Reclus en varias ocasiones en años anteriores (véase el portal de la institución http://etzakutarakua.colmich.edu.mx/misc/paginaElisee/default.html), razón por la cual el evento ya era esperado por los académicos y estudiantes del CEGH y de otras instituciones cercanas. En la actualidad, este Centro constituye con la Cátedra una plataforma ineludible para actualizar conocimientos en geografía, mediante el contacto directo con el investigador francés que expone los resultados de sus trabajos.

Seminario: Cuestiones de género y justicia espacial desde la geografía,Cátedra Elisée Reclus, Centro de Estudios de Geografía Humana,El Colegio de Michoacán, La Piedad, Michoacán,7-8 de abril de 2011

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Seminario: Cuestiones de género y justicia espacial desde la geografía.

La conferencista del seminario de la Cátedra Elisée Reclus, la geógrafa Claire Hancock, es espe-cialista en geografía cultural y obtuvo su doctorado bajo la dirección de Paul Claval en 1997. Desde 1998 se desempeña como profesora-investigadora en la Universidad de Paris XII-Val de Marne. Laura Roush, comentarista de la conferencia magistral, es doctora en Antropología por la New School for Social Research y profesora-investigadora del Centro de Estudios Antropológicos de El Colegio de Michoacán. María Teresa Ayllón Trujillo, la organizadora y comentarista de la exposición de pósteres, es doctora en geografía e historia y trabaja actualmente como profesora-investigadora en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Para facilitar el intercambio y el debate, el pri-mer día la participación fue restringida a investiga-dores que trabajan el tema de género y que tenían un especial interés en interactuar con la geógrafa invitada. El día siguiente, la conferencia sobre justicia especial fue abierta al público en general: asistieron 25 personas, investigadores-docentes y alumnos del CEGH, un grupo de historiadores de la Universidad de Guanajuato y varios geógrafos de otras instituciones.

El primer día, Claire Hancock hizo una presen-tación general de los estudios de género, sus inicios, sus perspectivas y sus autores. En una primera parte de la exposición abordó las cuestiones de la termi-nología entre género y sexo. Para justificar la im-portancia de estos estudios, subrayó la existencia de la perspectiva androcéntrica en las ciencias sociales; se considera por ejemplo que la geografía estudia las relaciones entre el hombre y el medio. Resaltó que en los estudios de género se hace un esfuerzo para “socializar” e incluso “politizar” el tema de las relaciones sociales entre sexos. Abordó también el tema de las minorías sexuales y de su reconoci-miento en un espacio dominado por las normas del patriarcado. Según varios autores, existe un para-lelismo entre sexismo y racismo, ya que en ambos casos se trata de la “naturalización” de la diferencia y la infravaloración sirve a una lógica capitalista: colocar una parte de la fuerza de trabajo en una posición subalterna que permite pagarle menos.

En la segunda parte de la exposición, Claire Hancock explicó la influencia que pueden tener

las cuestiones de género en las ciencias sociales, y en especial en la geografía. El desacuerdo con el androcentrismo de las ciencias sociales no se tra-duce solamente con estudios sobre las poblaciones femeninas. Todo lo social debe ser analizado con la perspectiva de cuestionar a la vez las construcciones de la masculinidad y de la feminidad (y la norma implícita de la heterosexualidad). En geografía, hay que cuestionar “el lugar de las mujeres” pero también “el lugar de los hombres”. Otro tema es estudiar las consecuencias diferenciales de la glo-balización sobre el trabajo femenino y masculino. En estos estudios se consideran los riesgos del “esencialismo”, es decir, postular la existencia de un grupo “Mujeres” cuyos intereses serían todos idénticos. Hay que considerar también las divi-siones de clase (religión, opinión política…) y las divisiones Norte/Sur: las formas de dominación son múltiples y no coinciden siempre. Según las pala-bras de McDowell (1999), se puede practicar sin embargo un strategic essentialism: postular que existe una categoría “mujer” unida de manera ficticia, para adelantar las reivindicaciones y poder actuar.

En la tercera y última parte de su presentación, la conferencista presentó las aplicaciones empíricas de las investigaciones de género. Éstas empezaron primero en la geografía económica que consideró los beneficios de un acercamiento a través del género. Después la temática ganó terreno en la geografía cultural y urbana y tiene actualmente un lugar especial en la geografía del desarrollo. La geografía social y la geografía política han tomado en cuenta estos cuestionamientos, sobre todo con el desarrollo de la feminist geopolitics.

En conclusión, la conferencista comentó que la geografía coincide con otras ciencias sociales para efectuar un análisis crítico de las relaciones sociales entre hombres y mujeres y propone una hipótesis principal: el espacio es un producto de estas rela-ciones –es decir que la dominación masculina se inscribe en el espacio– y puede contribuir al mismo tiempo al ejercicio de esta dominación. El espacio puede ser considerado como recurso en un proceso de emancipación y de afirmación económica, social y política.

A partir de esta exposición, empezó una larga discusión con los participantes que se enfocó a las

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Virginie Thiébaut

investigaciones y los estudios de casos de cada uno. Se reflexionó sobre la implicación y la postura crí-tica de los investigadores en sus trabajos y sobre la relación entre el feminismo y los estudios de género. Las ventajas y desventajas de la discriminación po-sitiva y el uso de los términos y conceptos fueron otros ejes de la discusión, así como la visibilidad del patriarcado en los espacios. Se insistió en que uno de los objetivos principales de los estudios de género es aportar un mejor conocimiento sobre las desigualdades para poder resolverlas.

El segundo día en la conferencia magistral “Jus-ticia, identidad y minorías en las grandes ciudades”, la geógrafa Claire Hancock planteó el lugar de la justicia en la geografía. Citó a varios geógrafos anglosajones y franceses que se interesaron en la cuestión de la justicia a partir de los años setenta: David Harvey, John Rawls, Alain Reynaud, Ber-nard Bret (2009); este último ilustró la dificultad de desarrollar una teoría de la justicia que tome en cuenta la diferencia, en un marco normativo universalista (2009), tema que fue desarrollado también por Iris Marion Young (1990) y David Harvey (1992).

En la primera parte de la exposición, la autora explicó que la cuestión de la justicia está muy relacionada con la geografía y en especial con la geografía urbana; las principales referencias son Henri Lefebvre que preconizó el “derecho a la ciudad” para todos los ciudadanos (1968 y 1974) y David Harvey que analizó la urbanización en una perspectiva marxista. Otro geógrafo, Edward Soja, insistió sobre la importancia de la ciudad en el pensamiento de lo político, en la Grecia antigua, donde se elaboró la noción de democracia (2010). El “derecho a la ciudad”, entendido así, es también “el derecho a la ciudad ideal (cité)”, la ciudadanía, que es un estatus político tanto como un acceso al espacio urbano. Esta imbricación de lo espacial con lo político se organizó alrededor de la polis, la ciudad grande.

En una segunda parte, la conferencista revisó los conceptos de identidades y minorías, que son distintos de un país a otro. En los Estados Unidos, por ejemplo, se desarrolló la identity politics, con la llegada de numerosos grupos que reivindican un “reconocimiento” de su especificidad identitaria,

de su “diferencia”. Se desarrolló la noción de jus-tice as recognition en detrimento de la noción de justicia redistributiva (justice as redistribution). En Francia, existen muchas reticencias respecto a estas concepciones “multiculturalistas”, que parecen ir en contra de la igualdad y prestarse al “comunita-rismo”. Para apoyar la justicia dando prioridad a la dimensión política, los geógrafos insistieron en un “modelo estatuario” de la justicia que incluye y rebasa el “modelo identitario”: se trata del recono-cimiento de la equivalencia de participación: todos los ciudadanos deben tener los mismos derechos, no puede haber ciudadanos de segunda clase. Esta concepción de la justicia que insiste en lo político, en la capacidad a participar políticamente a deci-siones que afectan a la vida cotidiana y al entorno, lleva a Nancy Fraser a cuestionarse sobre la escala en la cual se debe pensar la justicia (2009). En el contexto de la mundialización, las reivindicacio-nes políticas son siempre inscritas en un marco nacional, el cual carece en ciertos casos de poder real. Existe también una “meta-injusticia” que funciona de manera “trasnacional, extra-territorial o a-territorial” (Fraser, 2009); la autora piensa que hay que “trasnacionalizar el espacio público”, establecer una “meta-democracia” que se libere de las divisiones políticas y territoriales.

Al final y a modo de conclusión, Claire Han-cock dio algunos elementos para entablar la discu-sión con el público. Preguntó cuál era la definición de la minoría que parecía la más pertinente en el contexto mexicano y cuál sería la dimensión prioritaria de la justicia; la económica, la cultural o la política. Planteó también la necesidad de una obligación trasnacional de justicia en el contexto de las difíciles relaciones entre Estados Unidos y México. Las reacciones de la comentarista Laura Roush y del público en general se enfocaron al tema de la justicia en México, y en especial a las diferencias que puede haber entre distintos puntos de la República y a nivel local. La cuestión de las minorías fue también un punto especialmente cuestionado. La conferencista fue felicitada por haber presentado el debate teórico de manera tan completa, con numerosas referencias bibliográficas.

Para clausurar el evento, María Teresa Ayllón comentó la exposición “Los trabajos de geografía

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Seminario: Cuestiones de género y justicia espacial desde la geografía.

del género y la diversidad sexual en los siete años del Seminario Identidades, Género y Territorios”. Explicó de viva voz cuáles fueron los proyectos que se desarrollaron en San Luis Potosí, sus objetivos y sus logros. Esta exposición fue complementaria a la discusión del día anterior y suscitó mucho interés por parte de varios estudiantes, por lo cual se planteó invitar posteriormente a la profesora Ayllón a dar un ciclo de conferencias en el CEGH.

Después de los dos días de seminario, se llevó a cabo una salida en los alrededores de La Piedad para que la invitada, que llevó a cabo trabajos de investigación en la ciudad de México en varias ocasiones, conociera nuevos aspectos de nuestro país. En compañía de Elsa Almeida Monterde, profesora-investigadora del CEGH especialista en género, de Manuel Mollá Ruiz-Gómez, profesor invitado de la Universidad Autónoma de Madrid, y de la organizadora de la Cátedra Elisée Reclus, Virginie Thiébaut, Claire Hancock se dirigió al sitio arqueológico de Plazuelas y a la hacienda Corra-lejo en Pénjamo, en el estado de Guanajuato. El recorrido se enfocó a la observación de los paisajes, tema de estudio de los dos últimos acompañantes. En este contexto, Claire Hancock invitó a los in-vestigadores presentes a enviar una propuesta de publicación común sobre paisajes para un número de la revista francesa Géographie et Culture, de la cual es miembro del Consejo Editorial.

El seminario “Cuestiones de género y justicia espacial desde la geografía” se terminó con este recorrido. Permitió como siempre el acercamien-to a nuevos conceptos geográficos, la interacción y el debate académico y el impulso de nuevas cooperaciones laborales. La próxima sesión de la

Cátedra está prevista para agosto de este mismo año: Béatrice Giblin, especialista en geopolítica, profesora investigadora del Institut Français de Géopolitique de la Universidad de París VIII, im-partirá un seminario en el Instituto Mora, de San Juan Mixcoac, del 29 de agosto al 1 de septiembre y una conferencia, el 2 de septiembre, en el Centro de Investigación en Geografía y Geomática “Ing. Jorge L. Tamayo”.

REFERENCIAS

Bret, B. (2009), “L’universalisme rawlsien à l’épreuve de la diversité du réel”, Justice spatiale/Spatiale justice [http://www.jssj.org/archives/01/05.php#c].

Fraser, N. (2009), Scales of Justice. Reimagining political space in a globalizing world, Columbia University Press.

Harvey, D. (1992), “Social justice, postmodernism and the city”, International Journal of Urban and Regional Research, volume 16, Issue 4, December, pp. 588-601.

Lefebvre, H. (1968), Le droit à la ville, Editorial An-thropos, Paris.

Lefebvre, H. (1974), Production de l’espace, Editorial Anthropos, Paris.

McDowell, L. (1999), Gender, identity and place: unders-tanding feminist geographies, University of Minnesota Press.

Soja, E. W. (2010), Seeking spatial justice, University of Minnesota Press.

Young, I. M. (1990), Justice and the politics of difference, Princeton University Press.

Virginie ThiébautCentro de Estudios de Geografía Humana

El Colegio de Michoacán

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No hay duda que una buena parte de la atrac-ción de la escritura realística consiste en el placer de reconocer en la forma verbal, los lugares que son familiares al lector a través de la experiencia personal y en el descubrimiento de nuevos lu-gares cuyas descripciones tengan la autenticidad de los lugares geográficos actuales (Lutwack).

La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México llevó a cabo el curso: Escenarios espaciales en las novelas: geografía y literatura del 24 de febrero al 16 de junio de este año; coordinado por Eduardo Antonio Pérez Torres (Colegio de Geografía) y con la participación de Lourdes Rojas Álvarez (Colegio de Letras Clásicas), Axayácatl Campos García Rojas (Colegio de Letras Hispánicas-Sistema de Universidad Abierta), Lour-des Penella Jean (Colegio de Letras Hispánicas), Aurora Piñeiro Carballeda (Colegio de Letras Modernas), Arturo Hernández Bravo (Colegio de Letras Hispánicas-Sistema de Universidad Abierta) y José Manuel Espinosa Rodríguez (Colegio de Geografía), cuyo objetivo fue reconocer diversos escenarios espaciales a partir de la lectura, entre otras, de la novela griega y la de caballerías: Dafnis y Cloe de Longo, Efesíacas de Jenofonte de Efeso; El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes; Jean Eyre de Charlotte Bron-të; El ancho mar de los sargazos de Jean Rhys; José y sus hermanos de Thomas Mann; La tierra Pródiga de Agustín Yáñez y El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez.

Hay textos en los que no se menciona un lugar (geográfico) específico, pero la mayoría de los rela-tos literarios hacen mención de ciudades, pueblos, ríos, valles, montañas, etc., donde se desarrollan las vidas (historias) de los personajes; “algún tema

Curso: Escenarios espaciales en las novelas: geografía y literatura,Posgrado, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, México,24 de febrero al 16 de junio de 2011

concreto o alguna zona que ha sido presentada por algún novelista” (Vara, 2010:130),1 será siempre motivo de estudio para los geógrafos. De acuerdo con Pérez Torres, son “fundamentales”, ya que se trata de la experiencia del lugar o del lugar como experiencia; de la relación hombre-ambiente. Como menciona Vara: “relación entre Literatura y Geografía, entendida como relación entre ser humano y paisaje” (p. 131). Hay novelas de carácter histórico que sirven para reconstruir paisajes.

Las novelas de Arthur Conan Doyle (Sherlock Holmes), por ejemplo, son toda una guía de Lon-dres, o el Ulises de Joyce que hace una descripción de Dublín; o el mismísimo Don Quijote de la Man-cha que nos presenta toda una serie de aventuras que se desarrollan en ese lugar de España, de “cuyo nombre” ni el mismo Cervantes quería acordarse.

Hay lugares “no reales”, algunos son más bien inventados (ficticios o simbólicos). Los escritores escogen el lugar de acuerdo con sus propias expe-riencias, o toman de otros textos (no necesaria-mente literarios) lugares para recrear sus novelas [Agustín Yáñez: La tierra pródiga, Juan Rulfo: Pedro Páramo]. Carlos Fuentes es un autor que escribe en sus novelas lo que en él dejaron los espacios vividos en el extranjero.

En cuanto al paisaje, éste se percibe (experi-menta) de diferentes formas: para unos puede ser bonito, para otros horrible (por lo inhóspito que se nos presenta en las novelas: Las tierra flacas de Agustín Yáñez). De acuerdo con Vara, “el paisaje condiciona al autor de las obras y también el propio argumento de éstas” (p. 131). En la novela regional

1 A través del análisis que hace de varios autores (entre otros Horacio Capel) nos presenta una investigación de la Geografía de la Percepción “de textos”, como él le llama, cuyo objeto de estudio es el espacio percibido o subjetivo.

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Curso: Escenarios espaciales en las novelas: geografía y literatura

están presentes “modos de vida y descripciones de regiones”, ejemplo de ello son las famosas novelas Santa (Federico Gamboa) y María (Jorge Isaac).

Como se mencionó en el curso, en la litera-tura caballeresca del siglo XVI, los espacios son dos: a) reales (la mayoría se sitúan en Londres) yb) imaginarios o ficticios (que no existen; es decir, son inventos de los propios autores para recrear sus novelas). En las novelas (también en los cuentos se mencionan) hay “lugares cerrados”: castillos, ciudades, villas; y de “lugares abiertos”: campos, bosques, islas, lagos y montañas.

Pero cuando un autor describe en su novela toda una gama de escenarios espaciales, como lo hace García Márquez en El amor en los tiempos del cólera, uno no necesita haber estado en esos lugares, basta con tomar un mapa de Colombia y recorrer los puntos por donde se lleva cabo la narración: Valledupar, Riohacha, Puerto Nare, Santa Marta. Un autor no necesariamente necesita plasmar en su texto un lugar; el lector puede descubrirlo con la lectura.

Algunos elementos geográficos están asociados a algo social: población y jerarquías sociales (una ciudad, un castillo: construcciones humanas), y a lo urbano. Podemos encontrar desarrollos turísti-cos a partir de un escenario espacial (como sería el caso de Chamela), del enfrentamiento (destrucción sobre todo del medio ambiente) del ser humano con la naturaleza; éste quiere protegerla, pero la naturaleza se lo cobra (ciclones, tormentas). De la biodiversidad de un país o una región, no sólo de animales y plantas, el medio ambiente también cuenta. De geografía cultural, es decir, del arraigo de las personas a una zona.

Pérez Torres mencionó cuatro planteamientos en la relación geografía-literatura:

• geógrafos literatos: que buscan información para reconstruir escenarios espaciales.

• geógrafos literatos: que emplean las obras como fuentes de información.

• literatos geógrafos: que estudian el espacio en el que se desarrollan las obras.

• literatura geografía: estudio de las caracte-rísticas del paisaje.

En geografía hay temas que en ocasiones se mencionan en la literatura: geografía física y económica, cartografía, entre otros. “El análisis de textos se convierte en un campo privilegiado de desarrollo” (geografía de la percepción) “cuyo objeto es el espacio subjetivo porque no hay más espacio que ése (el que es para el/los sujetos)”, (Ibid.:140). De acuerdo con Vara, cuando anali-zamos un texto estamos hablando de una “técnica geográfica para estudiar el espacio”; los escenarios espaciales presentes en la literatura nos remiten a la geografía, y no sólo de la percepción sino del paisa-je, de la población, humana, política, rural-urbana e, incluso, del espacio exterior (novela de ficción).

Hay textos que sin ser geográficos ni novelescos, deleitan con extraordinarias narraciones tipo litera-rias (que pudieron influir en García Márquez para describir a Colombia), tal es el caso de El Dorado de Ernest Röthlisberger (1993), uno de los libros de descripción [de Colombia] más equilibrados y sólidos −como menciona Jorge O. Melo en el prólogo a esta obra−. Coincidimos los asistentes al curso, que algunos de los párrafos descritos en esta obra bien pudiera tener cabida en El amor en los tiempos del cólera, y no le restarían validez a la obra de García Márquez: “En verdad, el viaje por el Magdalena es delicioso. Este río, tan modesto como resulta en el mapa en proporción con las tremendas extensiones del continente, es una for-midable arteria de comunicación de Sur a Norte”.2

En la novela La casa de los amores imposibles (López, 2010), ubicada a finales del siglo XIX en un pueblo castellano, donde se combina lo mágico con lo real, cuenta la historia de las Laguna, cuya vida está destinada al desamor y a parir sólo a hijas hembras: el escenario espacial se centra, básicamen-te (aunque se menciona un viaje a París), en dos lugares: “la casona roja” y el jardín; ambos sirven de pretexto para la trama de la historia. Esa casa se convierte en el “escenario” donde las protago-nistas nacen, se reproducen y mueren. Pasa de un

2 Otro texto interesante y del mismo corte que el de Röthlis-berger, es el de Cané (1907). Véase también Reclus (1869, 1893) y la obra de Hettner (1976), donde se describe la geografía, la sociedad y la economía de la región andina de Colombia.

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Martha Pavón López

ambiente familiar a convertirse en un prostíbulo. El jardín fecundo (madreselvas, rosas y margaritas), termina siendo el cementerio familiar, ya que las protagonistas no son muy bienvenidas en el pueblo por el pasado que arrastran “no eran bien recibidas por los velos y las mantillas”. La “cocina”, otro es-cenario presente en esta novela, refleja un ambiente de la Castilla de hace un siglo.

No hay necesidad de salir más allá de un pueblo o una ciudad; de atravesar un mar o un continente. “El escenario espacial tiene sentido en sí mismo”. Si nombramos el espacio éste se convierte en “lu-gar”, si nombramos el lugar, entones es “espacio habitable, vivido”; es como aquellos que viven en camionetas o en las alcantarillas.

No dejará de escribirse literatura, real o ficticia, que no se apoye de la geografía. Entiéndase por esa “geografía”:

• una ciudad (Nueva York: Desayuno en Tiffany´s), • un pueblo (−aun cuando es ficticio−: Macon-

do: Cien años de soledad; Chamela: La tierra pródiga),3

• una selva (La Vorágine de José Eustasio Rivera), • un río (el Magdalena: El amor en los tiempos del

cólera; Orinoco: El soberbio Orinoco4 de Julio Verne),

• un fenómeno climatológico o meteorológico (tormentas, nevadas: Tifón de Joseph Conrad),5

• un campo, una región (el Caribe: El ancho mar de los sargazos),

• un país (Viaje a Portugal, de Saramago), • un valle (El valle de la Pájara Pinta de Dora

Alonso), • una isla (La isla del tesoro; Los viajes de Gulliver

de Jonathan Swift; Un náufrago en el Pacífico de Frederik Marryot; Utopía, de Tomás Moro; Robinson Crusoe de Daniel Defoe; 20.000 leguas bajo el mar (1870) y La isla misterio-sa (1874/1875) de Julio Verne),6

• sociedad-época (Jane Eyre, Charlotte Brontë),

3 Biodiversidad, ecosistemas.4 Paisaje y realidad socio-geográfica de Venezuela.5 Novela marinera que nos cuenta el desarrollo de un fenó-meno meteorológico, teniendo al mar como protagonista. 6 En el mundo de las fábulas hay mucha referencia a las islas.

• montañas (Corazón, diario de un niño −relato desde los Apeninos a los Andes−),

donde se cuente la vida de uno o varios perso-najes a través de la narración literaria. En la novela griega (Efesíacas), por ejemplo, resulta interesante geográficamente, pues muestra los recorridos de los personajes (de Efeso a Egipto); el autor se vale de algunas ciudades “sin preocuparse por la exactitud geográfica” para darle esa connotación a la novela; nos hace conocer ciudades desconocidas: “la nave pasaba a lo largo de Cos y Cnido y se veía la isla de Rodas”.

Las referencias a cada una de las estaciones del año, en Dafnis y Cloe, están plagadas de poesía; no se requiere de metáforas para su descripción:

la Naturaleza, en cuanto tal, según la ha mode-lado el hombre para expresar en ella su espíritu, utilizando las diversas técnicas de la agricultura, la arquitectura, la hidráulica (…) con el fin de hacer del ambiente natural un lugar en el que vivir y contemplar se conviertan en una misma cosa (Rosario Assunto, 39, citada en Aguilar Perdomo, 2010:195).

Esta propuesta llevada a cabo en los muros de la Facultad ha dejado ver los amplios horizontes de la relación entre la geografía y la literatura, pre-sentes en el universo de las novelas. Finalmente, se mencionó la ampliación de los contenidos de este curso en un Diplomado para el 2012.

REFERENCIAS

Aguilar Perdomo, M. del R. (2010), “Espesuras y texi-mientos de jazmines”, Los jardines en los libros de caballerías españoles, entre lo medieval y lo renacentista, Universidad Nacional de Colombia.

Cané, M. (1907), Notas de viaje sobre Venezuela y Colom-bia, La Luz, Bogotá.

Hettner, A. (1976), Viaje por los Andes colombianos (1882-1884), Talleres Gráficos del Banco de la República, Bogotá.

López Barrio, C. (2011), La casa de los amores imposibles, Plaza & Janés, México.

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Curso: Escenarios espaciales en las novelas: geografía y literatura

Lutwack, L. (1984), The role of place in literatura, Syracuse University Press.

Reclus, E. (1869), Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, Imprenta de Focion Mantilla.

Reclus, E. (1893 [1958]), Geografía de Colombia, Edi-torial ABC.

Röthlisberger, E. (1993), El Dorado, Editorial Presencia, Bogotá.

Vara Muñoz, J. L. (2010), “Análisis de textos en Geo-grafía de la percepción: estado de la cuestión y bases conceptuales”, en Baetica. Estudios de Arte, Geogra-fía e Historia, núm. 32, Universidad de Málaga,

pp. 127-146.

Martha Pavón LópezInstituto de Geografía,

Universidad Nacional Autónoma de México