memorias de la actualidad: periodismo autobiográfico
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Trabajo Final de la carrera de Periodismo y Nuevos Medios. Universidad Blas Pascal. Autor: Fabrizio Li Gambi. Directora: Patricia Supisiche. Co-director: Gonzalo Marull. Año: 2015.TRANSCRIPT
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Trabajo Final de la carrera Periodismo y Nuevos Medios
Título: “Memorias de la actualidad: Periodismo autobiográfico”.
Directora: Patricia Supisiche
Co-director: Gonzalo Marull
Asesor: Pablo Baur
Alumno: Fabrizio Li Gambi
Año: 2015
2
ÍNDICE
ÍNDICE…………………………………………………………………………………..2
PARTE I……………………………………………………………………………...….4
Resumen………………………………………………………………………….4
Palabras clave……………………………………………………………………5
Introducción……………………………………………………………………...5
Objetivos…………………………………………………………………………6
Formulación del problema……………………………………………………….7
Hipótesis…………………………………………………………………………9
Metodología………………………………………………………………….....10
Antecedentes……………………………………………………………………13
PARTE II. DELIMITACIONES CONCEPTUALES………………………………….17
Campo, noúmeno, síntesis……………………………………………………...18
La realidad y la actualidad……………………………………………………...20
Objetividad/subjetividad. La autobiografía…………………………………….24
Etnografía y periodismo………………………………………………………...26
PARTE III. EL PRODUCTO…………………………………………………………..31
¿Por qué un geriátrico?........................................................................................32
Sobre el geriátrico………………………………………………………………35
Género, estructura y recursos de estilo…………………………………………38
3
Libro…………………………………………………………………………….39
PARTE V. CONCLUSIONES…………………………………………………………40
PARTE VI. REFERENCIAS…………………………………………………………..42
PARTE VII. ANEXOS…………………………………………………………………45
4
"No estoy escribiendo para ningún lector, ni siquiera para leerme yo.
Escribo para escribirme yo; es un acto de autoconstrucción.
Aquí me estoy recuperando, aquí estoy luchando por rescatar pedazos
de mí mismo que han quedado adheridos a mesas de operación (iba a
escribir: disección), a ciertas mujeres, a ciertas ciudades, a las
descascaradas paredes de mi departamento montevideano, que ya no
volveré a ver, a ciertos paisajes, a ciertas presencias.
Sí, lo voy a hacer. Lo voy a lograr. No me fastidien con el estilo ni con
la estructura: esto no es una novela, carajo.
Me estoy jugando la vida."
(Mario Levrero, Diario de un canalla, 1972)
PARTE I
1- Resumen:
El presente proyecto de investigación indaga sobre la función esencial del periodista en
relación al “capital” que define su campo específico, desde la teoría de Pierre Bourdieu
(en Vizcarra, 2002) y a partir del paradigma fenomenológico hegeliano de acceso al
conocimiento. A través del cuestionamiento de los conceptos de actualidad atribuidos a
la tarea periodística en su rutina de re-producción y mediación de mensajes, desde la
perspectiva de construcción social de la realidad de Peter L. Berger (1966) y la crítica al
periodismo en la sociedad de la información que realizan Javier Del Rey Morató (1996)
e Ignacio Ramonet (1999), exploramos una alternativa de ejercicio de la actividad bajo
las premisas del periodismo de inmersión autobiográfico. Para ello nos acercamos a un
espacio extraño a nuestra vida cotidiana en el entorno urbano, como lo es un geriátrico,
que tuviera la potencialidad de hacernos descubrir asuntos de interés personal y público
desde su dinámica interna, constituida por el diálogo entre el recuerdo y los olvidos de
los internados, los sucesos que ocurren día a día en la institución, los estímulos que los
medios de comunicación masiva ejercen sobre los ancianos y la mirada subjetiva e
introspectiva de un “documentalista” de su propia realidad que retrate todo aquello en
un libro con formato de diario autobiográfico.
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2- Palabras clave: Actualidad, Comunicación, Campo, Etnografía, Información,
Memoria, Periodismo, Realidad, Subjetividad.
3- Introducción:
Al llegar a las instancias finales de la carrera de Periodismo y Nuevos Medios, creemos
necesario contribuir a una crítica a la lógica de la profesión, subordinada a su siempre
inestable y dependiente modelo de negocio y campo de estudio. La crítica, sin embargo,
largamente documentada, más aún hoy en la era digital, no nos impide seguir
construyendo alternativas dentro del oficio, principalmente desde una mirada teórica
que regrese hasta los fundamentos de la actividad. En todo caso, la hegemonía del info-
entretenimiento se hace cada vez más evidente y las audiencias cada vez más
conscientes de su necesidad por otro tipo de tratamiento de la información cuando su
objetivo, como dice Ignacio Ramonet (1999: 12), no sea el de conocer, sino el de
comprender o reflexionar sobre lo que consideramos la “actualidad”.
En el marco de la sociedad de la información, donde la comunicación es cultura y la
cultura es consumo, consumo de comunicación, o sea, consumo de símbolos, no
podemos sino preguntarnos, como futuros periodistas, cuál es el sentido de esos signos.
Si su sentido, como mercancía, es la venta, es decir la reproducción de lo hegemónico,
la búsqueda de la verdad ya no tiene lugar dentro de las rutinas empresariales de los
medios masivos de comunicación, al menos no desde la pretendida neutralidad y
objetividad del periodista. Acordando con lo que sugiere Tomás Eloy Martínez (S/D: 6-
7), pensamos que la subjetividad explícita es, por ende, la forma más cercana a la
verdad.
Por otra parte, si la información está ampliamente disponible al instante en las redes, y
las audiencias ya no necesitan de los medios informativos para acceder a ellas sino, en
todo caso, simplemente para confirmarlas, el rol del periodismo se vuelve forzosamente
interpretativo. ¿Es la explicación, sin embargo, es decir, un rol didáctico, el que debe
cumplir el periodismo? ¿Está en su naturaleza la responsabilidad de mediación entre la
realidad y el público?
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Con esta pregunta nos animamos a explorar la posibilidad de practicar el periodismo
desde su límite más íntimo, donde el testimonio personal introspectivo (diario íntimo)
sirva para descubrir, sin más objetivo que aquello, la actualidad: síntesis de la memoria,
la experiencia, la conversación y hasta la imaginación, relacionando los aportes teóricos
de Peter L. Berger (1966) sobre la construcción de la realidad, con el método de la
etnografía aplicado al periodismo de inmersión.
Para este experimento empírico, desarrollamos el trabajo de campo en un geriátrico, no
como condición excluyente para abordar nuestros objetivos, sino para ayudar a una
reflexión que evidenciara de manera contundente las diferentes percepciones sobre la
actualidad que se construyen en dicho espacio y que, a su vez, transforman al mismo
periodista, a aquel que se sumerge en otra cotidianeidad que lo obliga a renovar su
propio sentido de la realidad a través de la autoconciencia.
El producto de esa “inmersión” es un libro que ilustra la intención de un periodista por
documentar su propia “actualidad”, con la conciencia de estar atravesado por
condicionamientos que lo distraen del fiel registro de su propia percepción en función
de lectores imaginarios que se cruzan en su escritura y para los cuales la “realidad”,
según los intereses de otros campos, podría ser mejor expuesta de otra manera.
Se hace evidente, entonces, que el concepto de independencia se resume en una
premisa: La verdad debe ignorar al que la juzga.
Pensamos que, del mismo modo, el periodista debe ignorar a quien finalmente lo lea.
4- Objetivos:
Objetivos generales
Definir el concepto de periodista en relación a su capital específico y dentro de
un campo autónomo.
Indagar sobre la función del periodismo en “la sociedad de la información” y
cuestionar su rutina de producción y selección de mensajes en los medios
masivos de comunicación.
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Objetivos específicos
Reflexionar sobre el concepto de actualidad como el tiempo privilegiado de re-
producción de mensajes periodísticos y repensar el rol de las historias del pasado
en la construcción de esa actualidad.
Cuestionar el concepto de verdad como objetividad y neutralidad, y explorar el
testimonio subjetivo como paradigma de la honestidad periodística.
Analizar la relación entre el periodismo de inmersión y la etnografía.
Ilustrar, a partir de la producción de un libro en el formato de “diario íntimo”
que relate, a través de las técnicas del periodismo de inmersión, la “actualidad”
de un geriátrico, de sus internados y del mismo narrador a lo largo de un mes de
interacción y diálogo.
5- Formulación del problema:
Este trabajo busca encontrar la función específica del periodista dentro de su campo
independiente. Para eso, debemos esclarecer cuál es el “capital” con el que trabaja,
desde la teoría de Pierre Bourdieu. La respuesta más común a este interrogante es “la
noticia”.
Según el enfoque clásico de Stella Martini (2000) establecemos que lo que hace a una
noticia es su novedad, es decir “…“el índice de la “variación en el sistema”, que
implica la existencia del hecho como ruptura” (Rodrigo Alsina, 1996: 98, en Martini,
2000: 17). Coincidimos en decir que el periodismo, por ende, señala esa ruptura de lo
normal, ejerciendo la función de institucionalizarlo, de “… legalizar la lógica de la
reproducción social” (Duplatt, 2012: 5).
Para ello, sin embargo, se deben poner los límites de lo “normal”, lo cual en nuestra era
coincide con la cultura hegemónica, a su vez establecida por el ciudadano como
consumidor. Como dice Carmona Jiménez (2010), lo que dice la prensa “… es de
naturaleza asertórica y coincide con lo que admite el “horizonte de comprensión” del
ciudadano medio” además de “… institucionalizar el foco periodístico en el Periodismo
de actualidad” (2010: 12). Ya Nestor García Canclini (1996) acordaba con ello cuando
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afirmaba que a pesar del hincapié en lo novedoso o en lo insólito, los diarios se
centraban en lo conocido: “… aunque se venden como informadores de actualidad, y
por tanto el presente es el momento privilegiado, se instalan en lo habitual, lo que en
este momento prolongan estereotipos formados históricamente” (1996: 15).
No nos confundamos. Este análisis no nos ubica frente a nuestro objeto de estudio desde
una perspectiva que se centre en el poder de los “gatekeepers” de la información. Al
contrario, la reproducción de las preferencias de las audiencias y la sobreinformación
existente en estos tiempos, muchas veces producidas por los mismos “prosumidores”,
nos obliga a replantear la función del periodismo para no perderlo de foco. Si los
periodistas, en síntesis, tienen por objetivo “mostrar” y “explicar” la actualidad, pero
esa “actualidad” o cultura hegemónica ya está expresada y disponible a través de otros
“mediadores” al instante, ¿no será posible redefinir la acción del periodista?
Dice Del Rey Morato (1996):
“Cuando la actualidad defraudó sistemáticamente la definición clásica de información –según
la cual la información es la medida de la reducción de la incertidumbre que el individuo tiene
en relación con algo, por intermedio de un mensaje, o de un flujo de mensajes-, es aconsejable
pensar que en la cultura de la actualidad lo más importante ya no es la información, sino
alguna otra cosa” (Del Rey Morato, 1996: 36-37).
La respuesta, para él es: los valores y los significados.
Nos preguntamos, entonces, dos cuestiones:
- ¿Cómo puede el periodismo reflejar la “actualidad” desde una posición honesta y
compleja, siendo fiel a su función prioritaria y no subordinándose a la función
prioritaria de los campos que lo invaden, que son el de las empresas y el del
entretenimiento?
- Si la información ya no constituye la materia primordial del trabajo periodístico y la
actualidad hegemónica se define por sus valores y significados, ¿cuál es la función del
periodista en relación a ellos? Su función es la de: ¿identificarlos y reproducirlos?
¿Interpretarlos y explicarlos? ¿Explorarlos y cuestionarlos?
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Nos arriesgamos a proponer que, en estas instancias, el periodista esencialmente hoy no
es indispensable para la primera alternativa, ni es capaz de hacer efectivamente la
segunda. En cambio, es la tercera opción la que tal vez podría ubicarlo
privilegiadamente: El periodismo como acceso hacia la actualidad no re-producida,
hacia la realidad de lo cotidiano, de lo silencioso. El periodismo como pregunta a
nosotros mismos, como interrogante de lo normal. El periodismo como testimonio. El
periodismo como la actualidad en cámara lenta.
6- Hipótesis:
Postulamos el siguiente panorama:
Un periodista explora y descubre en el ámbito de la vida cotidiana cierto hecho,
anécdota o historia que decide contar, y aquello se publica “creando” en una audiencia,
de manera inductiva, una imagen del presente social (constituida por una serie de
valores).
Otro periodista (o bien el mismo que antes) busca e identifica un hecho, anécdota o
historia en la que se repite la imagen del presente social expuesta en el primer caso, y
decide contarla para que se publique, es decir para replicar un tipo de consumo. El
periodista realiza aquí una operación deductiva.
La audiencia, en ambos casos, extrapola, a partir de un caso particular, un escenario
general constituido por “realidades” hegemónicas y periféricas.
Si la razón de su producción es la publicación, el periodista, ciudadano inmerso en ese
sistema de relaciones de centro-periferia/dominantes-dominados, no puede sino ser
responsable de reproducir el círculo de conocimiento inductivo-deductivo, es decir, de
facilitar una subordinación a la lógica del mercado o del juego de las hegemonías
culturales. No hay alternativa para él en ese caso. Esto no le quita mérito al primer
periodista, pero sí lo cuestiona en cuanto a su prioridad. ¿Es su prioridad la publicación?
¿Está dentro de sus tareas la difusión?
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La respuesta a ambas preguntas es no. Lo que pase en ese ámbito es propio de la
función y objetivos típicos del campo de los medios de comunicación, de las empresas,
pero no de la profesión periodística si queremos para ella un campo independiente, con
un capital y un agente específico, por más pequeño que sea.
Creemos que el periodista, reivindicando el género autobiográfico, debe escribir para sí
mismo, o sea para cavilar sobre sus propias preguntas.
Esto no significa ignorar los condicionamientos propios de la industria en pos de una
mirada idealista, pero sí es pertinente a la hora de enmarcar el campo del periodismo
para analizarlo en perspectiva y ubicarse como profesional más cerca o más lejos de sus
bordes.
7- Metodología:
Para nuestro trabajo de investigación, optamos especialmente por estrategias cualitativas
y consideramos técnicas de estudio teórico y empírico.
El abordaje teórico de nuestro objeto de estudio tuvo como fin llegar a postulados que
nos acercaran a la respuesta de nuestra principal incógnita: en términos de la teoría de
campos de Bourdieu, cuál es el “capital” y el agente específico (definido por su función)
del campo autónomo del periodismo. Nuestra perspectiva epistemológica fue la
fenomenología hegeliana. A partir de la identificación, observación y análisis de los
condicionamientos materiales y conceptuales que enmarcan la práctica periodística
contemporánea, de por sí subordinada a otros campos, desarrollamos un proceso de
síntesis que nos permitiera aislar, al máximo de sus posibilidades, los elementos
esenciales de nuestro campo y plantear las condiciones en las que éste se encontraría en
su estado ideal.
El aporte empírico fue necesario para aplicar la fenomenología. Por ello, elegimos
utilizar herramientas del método etnográfico asociadas al periodismo de inmersión para
concretar el trabajo de campo en un geriátrico. Las justificaciones sobre la elección del
espacio y sobre la utilización del género de diario personal en su registro final están
expuestas en la parte III de este trabajo. La razón de ello es que esas dos decisiones
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fueron complementarias a nuestro objetivo general. Lo estrictamente necesario era el
registro autobiográfico, pero no especialmente cierta ubicación o ciertos recursos de
estilo.
La documentación de la propia actualidad/realidad del periodista es, per se, un trabajo
etnográfico. La diferencia con el científico radica, por un lado en la auto-conciencia del
modo en que el agente construye la narración de su propia vida cotidiana, y por otro
lado en la intención de dicha tarea. Como explica Adrián Duplatt (2012), el etnógrafo,
en el campo de la ciencia, tiene como prioridad el hallazgo de un conocimiento que
únicamente pertenece a esa categoría en cuanto puede mediar entre “… teoría y
campo”, es decir, en cuanto puede derivar en lo más cercano a una fórmula o función
(en su acepción matemática) (Duplatt, 2012: 3). Si la tarea de dicho agente es la
interpretación, la del periodista necesariamente debe ser otra. Responderemos a eso más
tarde, pero aun así podemos, partiendo de esa afirmación, analizar los métodos de la
etnografía que usamos en el periodismo de inmersión y evaluar su utilidad por fuera del
objetivo de interpretar lo documentado.
Los métodos más importantes en el trabajo etnográfico son:
- La descripción densa: Adrián Duplatt compara la descripción llana y la densa,
indicando que la primera presenta “… los acontecimientos como acciones físicas
sin sentido” y la segunda “… reconoce las marcas de interpretación con que los
protagonistas clasifican, comprenden y atribuyen sentido al mundo”, es decir
que “… busca el significado público basado en códigos e intenciones” (Duplatt,
2012: 3). Esto marca la subordinación del método a la prioridad que
establecimos anteriormente. El periodismo de inmersión, en oposición, puede
valerse de las dos.
- Observación participante: El etnógrafo observa y registra lo que sucede a su
alrededor y participa de una o varias actividades de la comunidad (Duplatt,
2012: 3). Este punto sí es condición del periodismo de inmersión, aunque no
necesariamente requiere integrarse a una comunidad distinta a la de la “vida
cotidiana” del periodista, sino que también tiene sentido en cuanto el observador
“… asume una posición de extrañeza sobre lo propio” (Carmona Jiménez, 2010:
19).
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- La entrevista: “Es un intercambio discursivo entre alguien que pregunta y otro
que contesta sobre acontecimientos ajenos a la entrevista” (Duplatt, 2012: 4). El
autor remarca que al plantear las preguntas se provee el marco interpretativo de
las respuestas, y por ello la entrevista debe guiar lo menos posible hacia un
resultado que uno estima previsible sobre interlocutor. La entrevista no dirigida,
en el caso del periodismo de inmersión, no es condición excluyente, ya que,
nuevamente, la misma está centrada en la necesidad y decisiones del periodista,
y no en la búsqueda de un resultado que defina su validez como “conocimiento”
por fuera de su misma producción.
- La reflexividad, es decir, “… la conciencia del investigador sobre su persona y
los condicionamientos sociales y políticos” (Guber, 2001: 48, en Duplatt, 2012:
4). En el caso de la etnografía esto tiene por objetivo buscar la mejor manera
para transmitir la cultura “nativa” con aspiraciones de la mayor neutralidad
posible, pero en el caso del periodismo de inmersión esa no es la causa. Por el
contrario, se requiere un estado de autoconciencia constante del autor desde la
honestidad con la que se expresa subjetivamente porque, finalmente, no puede
engañarse a sí mismo.
Prestando atención, entonces, a los “fenómenos” que definen la lógica periodística
actual, observando y documentando esa “realidad” desde el registro autobiográfico que
hace consiente, para uno, la utilización de herramientas de la etnografía, intentamos, en
alguna instancia, identificar el capital y el agente específico del campo del periodismo y
ejercer su función específica durante un periodo de inmersión en la vida cotidiana de un
geriátrico.1
Las limitaciones de nuestro método estuvieron dadas por los siguientes factores:
- El condicionamiento previo que supone escribir para personas que evaluarán el
trabajo. A priori sabemos que nuestro producto e investigación parten de la
necesidad de ser aprobados por la academia y de aportar algo valioso u original a
su corpus de experiencias o estudios. Somos conscientes, entonces, de que
alguien leerá lo que escribimos, y por eso no podemos decir que estamos
1 El detalle sobre el tipo de entrevistas, el criterio de selección de entrevistados y preguntas, y decisiones en cuanto al registro, estructura del libro y uso del lenguaje está desarrollado en la parte III del informe.
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escribiendo, en el caso del libro, con una intención que ignora lo que se hará con
él posteriormente. Es cierto, sin embargo, que el registro rutinario y exhaustivo
de las jornadas en el geriátrico terminan por “borrar”, al menos por momentos,
la preocupación por el destinatario, y entonces la prioridad para quien escribe se
convierte en ser fiel a “lo que fue” recomponiendo el pasado, por más inmediato
que sea, como un rompecabezas de fotos, imágenes memorísticas, audios y
anotaciones que finalmente se transforman en un texto narrativo escrito que, en
alguna instancia, representa el “producto” ideal del periodista modelo que
planteamos. Luego, las cuestiones de edición ligadas, justamente, a las
necesidades de terceras personas, nos vuelven a alejar de dicho lugar, aunque
tengamos conciencia de aquello.
- Para responder a nuestras incógnitas debimos, además de sacar conclusiones en
base a nuestra experimentación en campo, comparar nuestras prácticas y nuestro
producto resultante con otros antecedentes que se acercaran, con sus respectivos
condicionamientos, a nuestro ideal de periodismo, para así encontrar
nuevamente por un procedimiento de síntesis un “capital” y un tipo de “agente”
común que nos permitiese hablar de un campo independiente y específico para el
periodismo.
8- Antecedentes:
Los antecedentes teóricos sobre el periodismo, en todos los casos, se concentran en
asignarle al oficio el rol de mediador, el cual lo anula como campo específico y lo
subordina, sin alternativas, a la lógica empresarial de los medios de comunicación.
Aunque la postura sea crítica hacia esa dependencia inextricable, los teóricos no
consiguen, o bien no se interesan, por redefinir las bases de la actividad periodística
antes de que se adapte ciegamente a los nuevos fenómenos de consumo y producción
informativo que, evidentemente, ponen de manifiesto que su interés pasó hace tiempo a
priorizar un bien externo que nada tiene que ver con su ética profesional ni con su
función social.
Más importantes para un análisis fenomenológico, son, en cambio, los antecedentes
literarios que dan cuenta de prácticas similares a las que apuntamos. Nos ocuparemos
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aquí de describir brevemente, entre otros posibles, tres ejemplos que reflejan el espíritu
de un periodismo autobiográfico que sea, aun por momentos, independiente a los
intereses de otros campos:
- Miedo y asco en Las Vegas, de Hunter Thompson (1971): Este libro se inscribe
en la corriente de Periodismo Gonzo, definido por el estilo de reportajes que
llevó adelante el autor durante su carrera. Su tipo de periodismo de inmersión se
erige, además de en la experimentación y el relato subjetivo del periodista, en la
catalización intencional de conflictos por parte del escritor y en el uso de drogas
y alcohol durante el proceso.
El libro relata el viaje que Thompson y su abogado realizan a la ciudad de Las
Vegas en búsqueda del “sueño americano”, entre drogas, alcohol y armas,
hallándose en medio de incontables problemas con la ley mientras el periodista
debería estar escribiendo un artículo sobre una carrera de motocicletas para la
revista Sports Illustrated. Desligando los aspectos de estilo, esta crónica
autobiográfica cuenta con las condiciones que debiera tener un tipo de
periodismo cuya intención esté por fuera de los intereses mediáticos.
Paradójicamente, Hunter Thompson apunta reiteradamente que él tendría que
estar escribiendo el artículo para el que fue contratado, pero a su vez continúa
haciendo “irresponsablemente” lo que quiere, o lo que la influencia de las drogas
y de su abogado lo llevan a hacer, y narrando para sí mismo o para nadie en
particular lo que él encuentra digno de contar: lo que vive y siente con la
intensidad de experimentar la actualidad en primera persona.
Finalmente, su texto fue publicado en la revista Rolling Stone y hasta después
adaptado al género cinematográfico.
Lo cierto es que, más allá de la fidelidad a la “realidad” que inicialmente
consiguió y pretendió el autor, a la hora de editar el libro, los nombres de los
protagonistas y de otras personas o lugares tuvieron que ser cambiados u
omitidos por recomendación del abogado (hecho que se aclara en reiteradas
notas al pie), además de ordenar ciertos pasajes y hacer ciertas aclaraciones
firmadas por “el editor” que ponen de manifiesto la intención de facilitar la
lectura al público. Vemos allí cómo el interés del periodista se empieza a
mezclar con el de los agentes de otros campos.
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- Elogiemos ahora a hombres famosos (1941), de James Rufus Agee y Walker
Evans: Este libro combina el reportaje escrito con la fotografía documental y es
el resultado de la convivencia de ambos autores con tres familias de campesinos
algodoneros en Alabama durante el año 1936. El trabajo fue encargado por la
revista Fortune con el objetivo de reflejar las consecuencias que había tenido la
Depresión económica sobre las familias del sur de Estados Unidos, pero nunca
llego a publicarse en ella. Aunque es cierto que la realización del reportaje
estuvo desde un principio condicionado por las exigencias de una posterior
publicación, Agee reflexiona sobre su posición como periodista y su
responsabilidad a la hora de transmitir la “realidad” de aquellas familias, y por
eso toma decisiones enunciativas que ponen el interés documental y ético por
encima de los intereses del tipo de periodismo hegemónico. Aún imaginando a
un lector al que se le debe, Agee se compromete a contar la verdad tal como él la
percibe:
“Si yo me hubiera explicado claramente usted se daría cuenta ya que con esta premisa “no
artística” a la vista, este esfuerzo de suspender o destruir la imaginación, se abre antes la
conciencia, y dentro de ella, un universo luminoso, amplio, incalculablemente rico y
maravilloso en cada detalle, tan relajado y natural para el nadador humano, y tan lleno de
gloria, como la respiración: y que no es posible capturar y comunicar como se pretende este
universo a través del arte, sino en los términos con los que pretendo tratarlo.
En una novela, una casa o persona tiene su significado, su existencia, enteramente gracias al
escritor. Aquí, una casa o una persona sólo tiene el más limitado de sus significados a través
de mí: su verdadero significado es mucho mayor. Es que existe, es real, como usted y como yo,
y no como pueden existir en la imaginación. Su gran peso, su misterio y su dignidad están en
ese hecho. En cuanto a mí, les puedo decir sólo lo que he visto, sólo con tanta precisión como
en mis términos puedo: y esto a su vez no tiene su dimensión en mi capacidad para expresarlo,
sino en el hecho de que yo también existo, no como una obra de ficción, sino como un ser
humano. Debido al peso inconmensurable de su existencia real, y debido a la mía, todo lo que
digo tiene inevitablemente una especie de inmediatez, una especie de sentido, no
necesariamente sentidos “superiores” a los de la imaginación, sino de una naturaleza tan
diferente que una obra de la imaginación (por muy intensamente que pueda reflejar la “vida”)
puede a lo sumo débilmente imitar.” (Agee y Evans, 1941: 9-10).
- El Diario de Ana Frank, de Ana Frank (1947): Este texto es probablemente el
ejemplo más concreto y fiel al ideal de un periodismo que sea independiente a
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cualquier condicionamiento proveniente de un tipo de destinatario aparte del
mismo autor.
El diario, escrito entre 1942 y 1944, narra la vida de la niña durante el tiempo
que, junto a su familia y otras personas judías, estuvo escondida dentro de una
buhardilla de un almacén de Ámsterdam para huir de los nazis.
Ana escribe sin ningún encargo o destinatario identificable. Al contrario, escribe
para sí misma o, como ella argumenta, para desahogarse con una amiga que,
dado el caso, es su mismo diario.
Aunque con el paso del tiempo descubrimos la fantasía que Ana tiene de
convertirse en periodista o escritora de novelas y de publicar su diario, la autora
continúa priorizando el registro de su cotidianeidad, es decir su realidad
experimentada y puesta en valor a partir de su mirada, por encima de cierta clase
de descripción general de la época, como parece querer hacer en la entrada del
28 de marzo de 1944 al escuchar que el gobierno holandés pide que los judíos
guarden sus diarios personales para algún fin posterior. Aun así, sabemos que a
partir de ese “llamado”, Ana reescribe su diario y le pone el título de “La casa de
atrás”. Después de su muerte, en 1947, el único sobreviviente de la familia, Otto
Frank, publica el diario de su hija con la editorial Contact, quien omite ciertos
pasajes en donde Ana habla de su sexualidad, entre otras modificaciones. De
acuerdo a la edición, posteriormente se agregan esos pasajes y hasta cuentos que
escribió Ana durante esa época, pero que estaban destinados a ser publicados en
forma aparte.
El diario, además, fue adaptado al cine y a la televisión.
Creemos que en este caso se hace evidente cómo ciertos condicionamientos
trastocan, desde el momento de producción y en adelante, el registro de la
actualidad/realidad para adaptarlo a los fines de uno u otro campo que,
definitivamente, no pueden ser los del periodismo propiamente dicho si para él
queremos un campo específico, sino más bien los de las ciencias sociales, la
industria literaria o los medios de comunicación.
Inferimos que el periodismo, según estas referencias, es practicable desde una intención
consciente por aislarse de la imagen de un destinatario que constantemente se filtra para
torcer la honestidad que el autor se debe a sí mismo.
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PARTE II. DELIMITACIONES CONCEPTUALES
“Mientras tomemos lo útil como útil, nada hay que objetar. Pero si
esta preocupación por lo útil llega a constituir el hábito central de
nuestra personalidad, cuando se trate de buscar lo verdadero
tenderemos a confundirlo con lo útil. Y esto, hacer de la utilidad la
verdad, es la definición de mentira”
Ortega y Gasset. “Verdad y Mentira” (Ortega y Gasset, 1916, en
Cabezas Pedrero, 2014: 12)
Gilles Deleuze, en “El abecedario de Deleuze” (Boutang, 1988), afirma en respuesta a
los postulados posmodernos, entre otros, de “la muerte de la filosofía”, que no hay
razón para que ésta muera naturalmente, sino que en todo caso pueden intentar
asesinarla con artificios como la publicidad. La existencia de la filosofía, dice, radica en
su función que es la de “… crear conceptos e impedir la estupidez”. Si la publicidad
cumpliera su misma función no tendría por qué llamarse de manera diferente. Mientras
tanto, la filosofía sigue en pie.
Más allá del simplismo propio del formato de dicha entrevista, cabe preguntarse, con la
misma lógica y por el afán de repensar las prácticas de la profesión, cuál es la función
del periodismo en nuestra época y qué es lo que define su existencia.
Parece fácil asociar el rol del periodismo al de comunicar noticias de interés público,
como lo hace Stella Martini (2000), pero cuando observamos el criterio de selección de
las noticias en la agenda mediática, su tratamiento diferencial y su utilidad relativa en la
toma de decisiones de los ciudadanos, no parece haber grandes distinciones entre una
red social y un medio informativo, y menos entre los usuarios y los periodistas, ya que
al menos el medio goza con una cierta posición como verificador. El periodista en sí, sin
embargo, depende de su lugar dentro del modelo del medio y su función, nuevamente,
se desdibuja: ¿Es un re-productor de informaciones, un opinólogo certificado, un
especialista sin título? ¿Cuál es la necesidad de su figura y con qué materia prima debe
trabajar?
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Campo, noúmeno y síntesis:
Pierre Bourdieu, en su teoría de los campos, se ocupa de diagramar, como herramienta
metodológica, el funcionamiento de la sociedad a través de estructuras en las que se
inscriben las relaciones de sus agentes en referencia a cierto tipo de capital. “Un campo
es un espacio social estructurado y estructurante compuesto por instituciones, agentes y
prácticas” (Vizcarra, 2002: 57). En un campo, existen normas explícitas e implícitas
que reproducen sentidos y determinan las condiciones de relación entre los agentes del
mismo. Estas relaciones estarán dadas por intereses específicos al campo al cual se
adscriben, diferentes a aquello que se tome por “capital” en otro campo. Por ejemplo,
“… no será posible atraer a un filósofo con lo que es motivo de disputa entre
geógrafos” (Vizcarra, 2002: 58)
Podemos decir, entonces, que para definir a un campo es necesario contar con un capital
que esté en cuestión y con respecto a cuya posesión los agentes se ubiquen, siempre
desde su visión de mundo (habitus) condicionado por su experiencia y conocimiento de
las “leyes” del campo en el que se encuentran. A su vez, es pertinente aclarar que los
campos tienen un mayor o menor grado de autonomía en cuanto la posesión de su
capital se subordine a las “luchas” por aquel de otro u otros campos.
¿Podemos, entonces, dibujar un campo autónomo para el periodismo? ¿Cuál sería su
capital y cómo podríamos identificar al agente que tiene como prioridad la apropiación
del mismo?
Nos ubicaremos dentro del paradigma epistemológico de la fenomenología hegeliana en
diálogo con los planteamientos sobre el acceso al conocimiento de su predecesor:
Immanuel Kant (1781, en Amengual, 2006).
Para Kant, el conocimiento se logra a través de la experiencia sensible y la aplicación
del entendimiento por medio de conceptos. Para explicar este doble procedimiento,
Kant define a un objeto como “… aquello con cuyo concepto se halla “unificado” lo
diverso de una intuición dada” (Kant, 1781: 137, en Amengual, 2006: 10). Con esto
comprendemos que el entendimiento significa una operación de síntesis de lo
experimentado, es decir, de posibilidad de representación en el lenguaje. Lo anterior, a
su vez, significa una limitación en cuanto la persona conoce a partir de una
19
representación o fenómeno, y no de “la cosa en sí” o noúmeno. La cosa en sí es
incognoscible para el hombre, aunque se tenga conciencia de su entidad.
Hegel (1807, en Amengual, 2006), por su parte, critica la postura de Kant negando la
diferencia entre fenómeno y noúmeno, o más bien, descartándola por inútil. Para él, la
experiencia transforma la conciencia y, por ende, el proceso del entendimiento. Por lo
tanto, la experiencia es en sí misma el conocimiento y no hay ningún punto de
referencia para distinguir lo empírico de lo idílico.
“Si del resultado, a saber del fenómeno, descontamos la parte que corresponde al sujeto, a fin
de deducir el concepto de la cosa en sí, no nos vamos a encontrar con dicho concepto, sino
más bien con la nada, es decir, nos encontramos en el momento anterior al proceso de
conocimiento” (Hegel, 1807: 74, en Amengual, 2006: 20-21).
Para Hegel, entonces, un sujeto irá construyendo su autoconciencia en base al cúmulo
de experiencias que se suman en la historia general e individual, en un constante
movimiento dialéctico (aquí podemos hacer un puente al concepto de habitus de
Bourdieu).
Pensamos, volviendo a la teoría de campos, que, aunque coincidamos con la
inexistencia de lo que llamamos noúmeno, es decir “la cosa en sí”, el conocimiento del
“capital” de un campo o de sus agentes en el mayor grado de autonomía, requiere de un
proceso de síntesis que, en cuanto más pueda identificar y aislar a nuestro objeto de
estudio de aquellos elementos que lo condicionan y que son perceptibles en la
experiencia (factores históricos y materiales, desde la visión hegeliana, o elementos de
campos superpuestos, desde el diagrama de Bourdieu), nos permita ubicarnos en una
perspectiva que active nuevas experiencias y, en consecuencia, nuevos conocimientos.
Desde dicho desglose, que continúa siendo fiel al paradigma fenomenológico, podemos
volver sobre los pasos de dicha evolución dialéctica del conocimiento para explorar
otros caminos y, principalmente, para distinguirnos dentro de nuestro campo y
cuestionar los intereses y función, es decir, el capital, del periodismo.
Bourdieu, propone que el periodismo pertenece a “… un campo relativamente
autónomo (…) en el cual se desarrollan los intereses específicos que están en la base de
las luchas específicas, de las cuales las más típicas son las luchas de prioridad”
20
(Bourdieu, 1996:13, en Gamboa, 2006: 205). ¿Cuál es, entonces, la prioridad del
periodismo, hoy?
La Realidad y La Actualidad:
Independientemente de la función y materia prima específica a la que responde el
periodismo, podemos ubicar la actividad en relación al nombre de su profesional, como
hace Ignacio Ramonet (1999: 6): “… journaliste”, es decir un “… analista del día”.
Coincidimos, entonces, que el ejercicio del periodismo es una operación situada en un
tiempo presente y periódico que constituye la “actualidad”. Si el rol del periodista es el
de transmitir algo de esa “actualidad”, definamos primero qué entendemos por dicho
concepto.
Dice Del Rey Morato: “… la actualidad es una forma simbólica- como el lenguaje, el
arte, la ciencia o la religión, y la propuesta de ese estatuto no es más que el
reconocimiento de una realidad” (1996: 42). Si la actualidad es, en consecuencia, una
abstracción, ¿cómo identificar su referencia?
Nos ubicaremos en el paradigma de Peter L. Berger (1966) expuesto en su libro “La
construcción social de la realidad”. Según el autor, la “realidad” se define como “… una
cualidad propia de los fenómenos que reconocemos como independientes a nuestra
propia volición (no podemos “hacerlos desaparecer”)” (1966:11). Esto no significa que
la realidad es algo estático e inmutable, sino que excede el ámbito de lo individual y
que, a su vez, aún en su dinamismo, se erige como un ente que, aunque reconocible, no
podemos anularlo. Es decir que uno puede actuar dentro de la realidad y ésta, en
consecuencia, será otra (o no), siempre en dependencia del “conocimiento” que
tengamos de ella. Berger define el “conocimiento” como “… la certidumbre de que los
fenómenos son reales y de que poseen características específicas” (1966: 11). La
pregunta que debemos hacernos, empero, es cómo llegamos a conocer algo y,
consecuentemente, establecerlo como “la realidad”. El relativismo que esto supone nos
obliga a considerar lo “real”, tal como indica el título del libro en el que nos basamos,
como una construcción. Pero, ¿qué ladrillos erigen eso que elaboramos?
21
Entendemos que cada individuo accede a la realidad a través de la experiencia que le
provee el lenguaje, los sentidos y la conciencia espacio-temporal.
Berger plantea que existen múltiples realidades que podemos percibir, pero que entre
ellas, la realidad de la vida cotidiana es la que más se le impone a una persona, por su
urgencia e intensidad. La vida cotidiana se presenta ordenada y natural y “… se
organiza alrededor del “aquí” de mi cuerpo y el “ahora” de mi presente” (1966: 37).
Sin embargo, aunque aquel sea el eje desde el que percibo la realidad de la vida
cotidiana, ésta también contempla elementos que no están en ese tiempo y espacio
inmediatos. “Esto significa que yo experimento la vida cotidiana en grados diferentes
de proximidad y alejamiento” (1966: 38).
En cuanto al tiempo, la vida cotidiana se posiciona en el cruce entre el calendario social
y el tiempo interior (nivel que se evidencia, por ejemplo, en la situación de espera en un
hospital o en un aeropuerto, donde el transcurrir del tiempo parece tomar otro “ritmo” al
usual). Además, la temporalidad de la vida cotidiana está subordinada a la conciencia de
la propia biografía que, como dice Berger, hace que el reloj y el calendario me aseguren
que soy “… un hombre de mi época” (1966: 44).
A su vez, como la vida cotidiana se presenta como una realidad compartida con otros, a
los que podemos atribuirles una correspondencia similar en la construcción de
significados, nuestra actitud natural es la de la conciencia del sentido común.
Ahora bien, Berger postula que la vida cotidiana “… se divide en sectores, unos que se
aprehenden por rutina y otros que me presentan problemas de diversas clases” (1966:
39). Siempre y cuando estos problemas puedan ser integrados al sector no problemático
a través del sentido común, la realidad de la vida cotidiana será esencialmente la misma,
ya que su rutina continuará sin interrupción. Tomemos el caso de un acontecimiento
noticioso. Un asesinato afectará, no por ser comunicado, si no por impacto directo, la
vida cotidiana de los familiares de la víctima. Su realidad habrá cambiado radicalmente.
En cambio, para la audiencia masiva de un canal de televisión, el asesinato será, en el
mayor de los casos, absorbido como un problema (común si consideramos que no es el
primero del que se enteran) que, más allá de eventuales precauciones, no modificará sus
rutinas de la vida cotidiana y, a lo sumo, la incorporará al “trasfondo” de su realidad,
siempre en dependencia de su proximidad espacial y temporal. Es preciso indicar, de
22
todos modos, que ese hecho no necesariamente debería haber llegado a su
conocimiento, sino que es producto de la selección de un medio de comunicación y de
un consumo particular de la audiencia. Esto presupone, no sólo en este caso, sino en la
dinámica usual de “construcción del conocimiento” de la vida cotidiana en general, que
la realidad es inabarcable en su totalidad y que, más bien, se corresponde con un mapa
que se ilumina por partes y cuyo foco, inevitablemente, deja grandes zonas a oscuras.
Acordando entonces que la construcción de la realidad es, cuanto menos, parcial y
enfatiza el conocimiento de la vida cotidiana, y regresando al concepto de actualidad, de
la que algo intenta el periodismo transmitir, a la que consideramos una abstracción de la
realidad, intentemos dilucidar qué elementos de la realidad son plausibles de entrar en el
catálogo del que debe hacer uso el periodismo, es decir, al que le debe su función.
Según Maximiliano Korstanje (2011), en su lectura de “Los No Lugares” de Marc Augé
(1992, en Korstanje, 2011), el etnólogo francés observa que en el mundo
contemporáneo se produce un cambio en la percepción del “aquí” y del “ahora” al cual
nos referimos anteriormente como pilares de la construcción de la realidad de los
individuos. Augé plantea que en la postmodernidad se han reducido las lejanías y los
espacios, modificando la concepción del otro que “… sin los prestigios del exotismo, es
sencillamente el extranjero, a menudo temido, menos porque es diferente que porque
está demasiado cerca de uno” (Augé 1992, en Korstanje 2011: S/D). A su vez, se ha
creado un “pasado inmediato” que desdibuja “… la línea divisoria entre actualidad e
historia” (Korstanje 2011: S/D).
La crisis de identidad que caracteriza a las sociedades contemporáneas, según la teoría
de Augé, es el resultado de una pérdida de vínculos producidos por una “… aceleración
de los hechos históricos (condensación del presente), un encogimiento del espacio y
una individualización de las referencias comunes” (Korstanje 2011: S/D).
En el mismo marco de caracterización, pero visto desde el rol de los medios de
comunicación, Nestor García Canclini (1996) apunta que éstos, en vez de proponer un
nuevo orden, ofrecen un “… espectáculo confortante”. “Más que establecer nuevos
lugares de pertenencia y arraigo, les importa ofrecer cierta intensidad de experiencias”
(1996: 11). Pareciera ser que la información, en este contexto, ya no tiene la función de
23
disminuir la incertidumbre u orientar los conflictos, sino relacionar “… comunidades
virtuales de consumidores mediáticos” (1996: 11).
Pero si para ese fin, el agente del periodismo no es indispensable y se subordina al del
entretenimiento y las empresas, ¿dónde se encuentra el rincón de autonomía que
sostiene su existencia?
Del Rey Morato se pregunta si “… no está próxima una nueva figura cultural, que
podríamos llamar objetor de la actualidad: el individuo que, por razones de conciencia,
decide establecer su vida cotidiana a extramuros de esa forma cultural envolvente, que
llamamos información de actualidad” (1996: 37).
Retomando a Berger, esta supuesta figura sería un individuo que construye la realidad
seleccionando, en la medida de sus posibilidades, fuentes de conocimientos distintas a
las que se ofrecen desde la lógica hegemónica de los medios masivos de comunicación.
Esto bien podría aplicársele a su contracara: el periodista que decide hacer y transmitir
una abstracción de la realidad (una actualidad) distinta a la dominante.
Esto no significa establecer otra agenda de noticias, porque no es la competencia por
segmentos de consumo al que se debe la función periodística. Tampoco significa
analizar una u otra realidad, porque ese es el trabajo de especialistas.
Como indica Del Rey Morato, el periodista debe trabajar con la actualidad desde los
valores. ¿Qué significa eso? Dice el autor,
“En la vida cotidiana (…) los valores se producen, como se produce la información de
actualidad. Los valores no se descubren, se crean, no se hallan, sino que se elaboran mediante
un acto de voluntad creadora e imaginativa (…). El periodismo nos permite asistir a la
compleja biografía de los valores, en un escenario (…) en el que el periodismo se revela como
la instancia social más relevante y más decisiva para ejecutar un movimiento sin el cual los
valores podrían perder vigencia: nos referimos a la vigilancia de los valores, y a la presión de
los valores sobre los hechos y sobre los comportamientos relacionados con el uso del poder y
con su ejercicio” (Del Rey Morato, 1996: 41).
Liberemos aquí de una connotación moralista al concepto de valores, sea o no la
intención de Del Rey Morato. Nos animamos a proponer una interpretación desde una
posición más humilde. Tal vez sea hora de quitarle al periodismo su aspiración de
24
“cuarto poder” o de “redentor de la verdad”. Probablemente sea más pertinente
asignarle una función de guerrilla que revolucione desde las bases las formas que se
imponen como “norma”, atacando lo “institucionalizado” a partir de las propias
contradicciones de aquello que se autoerige como “verdadero” y “estable”, una función
que, justamente, aporte a una abstracción alternativa de la realidad, explorando el
collage de vidas cotidianas que la constituyen por fuera de las demandas de
instantaneidad, identificando la trama de valores que dibujan a nuestra sociedad para
que ella misma, luego, se encargue de criticarlos, transformarlos o sostenerlos, en fin, de
objetivar su propio sentido de la realidad/actualidad.
Para ello es imperioso repensar el trabajo de campo del periodista y liberarlo de una
mochila que, aunque pesada, nunca cargó nada valioso: la pretensión de
objetividad/neutralidad.
Objetividad/Subjetividad. La Autobiografía:
Juan Ezequiel Rogna (2010), en su ensayo sobre el discurso autobiográfico en la
producción literaria del periodista argentino Enrique Symns, principalmente en “El
señor de los venenos”, cita a Nietzche para explicar la decisión enunciativa del autor
que analiza: “La única forma posible de hacer filosofía (es) narrar la propia vida”
(Nietzche, S/D, en Legaz, 2000: 19-20, en Rogna, 2010: 1637). Entendemos, según
esto, que el camino más genuino para acceder a la sabiduría, es decir, al conocimiento
de la “realidad” y para, entonces, poder transmitirla, es la auto-referencialidad: “… la
autobiografía puede considerarse el espacio donde se inscribe más fuertemente el
debate sobre la sensibilidad y la subjetividad en las diversas sociedades” (Nietzche,
S/D, en Legaz, 2000: 18, en Rogna, 2010: 1637). Esta afirmación implica un
razonamiento inductivo, propio del humanismo Sartreano, por el cual “… el hombre es
un ser cuya existencia precede a la esencia” (Rogna, 2010: 1638). En consecuencia, las
decisiones de cada persona crean, en consonancia con la visión de Del Rey Morato,
valores, o dicho de otra manera, una imagen de lo que somos o queremos ser, y en esas
elecciones nos erigimos como modelo de todos. Más allá de una lectura que pueda
tildarse de soberbia, es en el reconocimiento de esa pulsión universalista de nuestros
25
actos que la autocrítica puede ser llevada a cabo. Rogna, en base a su lectura del teórico
de la contracultura, Theodore Roszak (1984, en Rogna, 2010), plantea que:
“… el “monopolio psíquico de la consciencia objetiva” ha producido una concepción de un
No-Yo por medio del cual es posible percibir la realidad de manera apropiada.
Consecuentemente, el Ahí-Fuera termina acaparando la totalidad del ser, quedando el Aquí-
Dentro confinado a ser una entidad “sobrenatural” (Rogna, 2010: 1637).
La reflexión anterior, aplicada al periodismo, expone el riesgo de una
despersonalización tal que por brindar una distancia “segura” para un análisis
“cientificista” de la sociedad, heredero del proyecto de la Ilustración, termine por
alienar la práctica de dicha profesión de cualquier anclaje con lo que anteriormente
definimos como la “vida cotidiana” de los hombres.
Al otro extremo se cae en el vicio de un sensacionalismo sentimentalista que propone
una realidad moldeada en términos de una telenovela, de por sí alejada de las premisas
anteriores en cuanto identifica primero los valores generales que quiere
reproducir/vender y a raíz de ello elige contar el acontecimiento. Por ende la operación
ya no es inductiva sino deductiva. Pero aquí no hablamos de fenómenos de consumo,
sino de funciones. De la independencia de aquel condicionamiento depende nuestra
definición del “ser” periodista hoy, es decir, de constituirse en la figura de “objetor de
actualidad”, de la que habla Del Rey Morato.
Martín Caparrós declara en relación a las crónicas de indias:
“Así escribieron los primeros: narraciones que partían de lo que esperaban encontrar y
chocaban con lo que se encontraban. Lo mismo que nos sucede cada vez que vamos a un
lugar, a una historia, a tratar de contarlos. Ese choque, esa extrañeza, sigue siendo la base de
la crónica” (Caparrós 2007: 9, en Cabrol, 2009: 2).
Es justamente esa actitud de descubrimiento y extrañamiento respecto a la “vida
cotidiana” y a sus variables que el periodista debe adoptar para cumplir con su función
exclusiva. Una actitud que por no ser “natural” debe ser constantemente puesta en duda.
Por eso, desde la subjetividad explícita propia de la crónica (variante del texto
autobiográfico) se construye la ética de la actividad, que “… no significa tergiversar la
realidad sino descubrir el punto de vista de su enunciación, en todo caso su sentido
político” (Cabrol, 2009: 3).
26
Aquí, sin embargo, y para llegar al meollo de aquello que buscamos esclarecer, esto es,
la función del periodismo, la razón de su existencia o, si se quiere, su forma más pura,
debemos volver a considerar cuál debiera ser su condición de producción.
Ignacio Ramonet es elocuente respecto de lo que nos referimos. Dice:
“… la actualidad es básicamente lo que dice el medio de comunicación dominante (…) Como
el medio dominante actual es la televisión, será ésta el vector principal de la información y ya
no solamente de la distracción (…) Impondrá como actualidad todos aquellos acontecimientos
que sean propios de su ámbito, acontecimientos esencialmente ricos en capital visual y en
imágenes” (1999: 3).
La agenda, en cuanto consumo, no sólo está marcada por el medio hegemónico sino
también por el soporte dominante, que hoy tampoco es la televisión sino el teléfono
móvil.
En un terreno en el que el periodista no es más que lo que se le impone desde otros
campos, ¿no debería buscar su identidad en el polo opuesto a esos preceptos?
La crónica autobiográfica conjuga estas antípodas. Dijimos que parte, en vez de la
premisa de objetividad, de la subjetividad explícita, es decir de la misma experiencia. Su
sentido de actualidad no tiene que ver con la primicia, sino con “… una construcción de
memoria”, y hasta es “… en cierta forma una ficción (…): los actores y los hechos son
reales y ocurrieron, pero hay un “acto imaginativo” en el etnógrafo al seleccionar,
plasmar, aclarar lo que sucede y contar una historia” (Carmona Jiménez, 2010: 16).
Vemos aquí que asociamos la figura del periodista a la del etnógrafo. Esto es así,
principalmente en la metodología que planteamos, como se explica en el capítulo
homónimo, pero no en su función que creemos importante volver a diferenciar.
Etnografía y periodismo:
Carmona Jiménez (2010), al relacionar el periodismo y la antropología, afirma que
luego de la innovación en el uso del lenguaje que hizo el llamado Nuevo Periodismo,
27
los cronistas contemporáneos han desarrollado un modo distinto de conseguir la historia
en un acercamiento a la Etnografía (Carmona Jiménez, 2010: 28).
Siguiendo a Cabezas Pedrero (2014), llamamos a este tipo de periodismo que comparte
metodológicamente algunas condiciones de la práctica etnográfica, “periodismo de
inmersión”. Este periodismo se asemeja también al de investigación, pero “… no todo lo
investigable (…) presupone una inmersión (…), es necesario que el periodista sea un
participante observador de los hechos” (Cabezas Pedrero, 2014: resumen).
Cabezas Pedrero, a modo descriptivo, detalla que por medio de la “… observación
subjetiva y las entrevistas” el periodista de inmersión debe narrar su historia con un “…
equilibrio entre el verismo documental y las propias percepciones”, y agrega que
generalmente usan un marco autobiográfico “… para explicar sus reportajes” (Cabezas
Pedrero, 2014: 9). Esto nos acerca al tipo de crónica periodística autobiográfica que
consideramos cercana a nuestra “síntesis ideal”, pero es necesario separarla de los
distintos tipos de periodismo de inmersión, como el Periodismo Gonzo, de Hunter
Thompson, en cuanto se vuelve una moda; o las crónicas del movimiento del Nuevo
Periodismo, como las de Truman Capote, que más allá de alejarse de las rutinas del
periodismo hegemónico, continúan subordinados a una utilidad que está fuera de
nuestro campo independiente óptimo.
Definamos, igualmente, la etnografía para marcar los límites que la separa del
periodismo de inmersión.
La etnografía, como enfoque, “… es una concepción y práctica de conocimiento que
busca comprender los fenómenos sociales desde la perspectiva de sus miembros”
(Guber, 2001: 12-13, en Duplatt, 2012: 2). Dicha definición nos remite, desde una
primera instancia, a la función interpretativa que tiene la etnografía, como una arista de
la ciencia antropológica.
La etnografía, a su vez, sigue Duplatt, es “… un método abierto de investigación en
terreno, con la residencia prolongada con el grupo estudiado, la observación
participante y la entrevista no dirigida como principales herramientas” (Duplatt, 2012:
3). En ese punto, no se diferencia de lo que podría ser una crónica autobiográfica, salvo
por la condición de la entrevista no dirigida que en la etnografía tiene por pretensión
28
“… interpretar/describir una cultura para hacerla inteligible ante quienes no
pertenecen a ella” (Guber, 2001: 16-17, en Duplatt, 2012: 3), mientras que en el ideal
de la función periodística, decimos nosotros que no es una condición ya que el que
escribe lo hace como registro de su actualidad en un entorno que “descubre”, ni siquiera
con aspiraciones filosóficas, sino como aquel que deliberadamente y con conciencia de
ser “testimonio”, graba su recorte de la realidad y lo deja, luego, a merced de quien
quiera hallarle utilidad. Hablamos, en definitiva, de un periodismo “documental”, si
fuera por ejemplo en términos audiovisuales, pero otra vez, libre de una “edición”
destinada en primera instancia a dar un sentido a algún destinatario ajeno al autor.
Es importante señalar, nuevamente, que el trabajo etnográfico, como así también el
periodístico, es un ejercicio de registro memorístico. Los etnógrafos recomiendan la
mayor simultaneidad posible entre la observación, el registro y la sistematización o
reflexión. Para el periodismo de inmersión autobiográfico, esto es irrelevante en cuanto,
justamente, los recuerdos, sean cuales fueren, al momento de continuar con el registro,
si es que el autor reelabora o amplía su diario en base a su propia necesidad reflexiva,
serán parte íntegra de la “actualidad” que se exponga. La actualidad, según nuestro
enfoque, estará constituida por lo expresado sobre un período de tiempo que, tanto para
el autor como para el destinatario (sea el mismo autor u otra persona), construye lo que
en este momento “es” en base a lo que “ya fue”. Sin la potencialidad de acceder a ese
registro de la actualidad que fue, aunque el periodista no lo necesite para nada más que
para saber que existe, no hallaríamos la necesidad o la función del periodismo del que
hablamos. Función que a esta altura, como se trasluce de todo lo expuesto
anteriormente, podemos definir de la siguiente manera: Documentar la propia realidad
del autor. Los actores de otros campos, luego, podrán usar esa documentación para sus
propios fines, ya sean los de la Historia, los del Arte, los de la misma Antropología, los
de las empresas de Medios de Comunicación, etc. El periodista, sin embargo, es solo tal
cuando ejerce esa función. El resto debe ser accidente. El capital de su campo es el
testimonio de su propia experiencia (de su propio conocimiento, desde la perspectiva
hegeliana). La autoconciencia de esa intención lo hace el agente específico de nuestro
campo.
El ejemplo más acabado de este planteamiento, como mencionamos en los antecedentes,
es el de Ana Frank (1947).
29
En su diario, la niña escribe, en primer lugar, para sí misma con la necesidad de
exteriorizar sus propios pensamientos y sentimientos en el papel. Aunque utilice el
género epistolar, refiriéndose en tercera persona a su amiga imaginaria, Kitty, Ana
Frank es explícita en su intención:
“Sábado, 20 de junio de 1942
Para alguien como yo es una sensación muy extraña escribir un diario. No sólo porque nunca
he escrito, sino porque me da la impresión de que más tarde ni a mí ni a ninguna otra persona
le interesarán las confidencias de una colegiala de trece años. Pero eso en realidad da igual,
tengo ganas de escribir y mucho más aún de desahogarme y sacarme de una vez unas cuantas
espinas. «El papel es más paciente que los hombres.» (…) Sí, es cierto, el papel es paciente,
pero como no tengo intención de enseñarle nunca a nadie este cuaderno de tapas duras
llamado pomposamente «diario», a no ser que alguna vez en mi vida tenga un amigo o una
amiga que se convierta en el amigo o la amiga «del alma», lo más probable es que a nadie le
interese. He llegado al punto donde nace toda esta idea de escribir un diario: no tengo
ninguna amiga. (…) Para realzar todavía más en mi fantasía la idea de la amiga tan anhelada,
no quisiera apuntar en este diario los hechos sin más, como hace todo el mundo, sino que haré
que el propio diario sea esa amiga, y esa amiga se llamará Kitty.” (Ana Frank, 1947: 5)
A lo largo de su texto, descubrimos contradicciones en las intenciones de Ana,
principalmente cuando escucha por la radio que el gobierno pide que los judíos guarden
sus diarios porque cuando acabe la guerra serán recolectados como documento de
interés público. Ana imagina la posibilidad de que su diario se convierta en una novela.
La autora está siempre condicionada por sus aspiraciones de convertirse en periodista y
escritora, pero aun así predomina, al menos hasta dicha fecha, la necesidad de escribir
para sí misma. Tal vez podemos observar allí, en ese límite en el que se funden intereses
de naturalezas distintas, la frontera entre la figura ideal del periodista que planteamos
aquí, con todas sus otras derivaciones menos “puras”. Nos animamos a asegurar que
Ana Frank, al menos por momentos, se apropió del capital específico del campo
periodístico y ejerció, al fin, la función ideal de quien llamamos “periodista”.
Tal vez podemos ahora escribir, según el razonamiento teórico anterior, una definición
específica para el concepto de periodismo como práctica y como campo:
Como práctica consiste en la documentación personal de aquello que constituye la
actualidad para el mismo periodista, a partir de la conciencia de los condicionamientos
30
materiales y sociales que influyen en la construcción de su realidad y en el registro que
él/ella haga de aquella.
Como campo específico, el periodismo está definido por su agente, el periodista (aquel
que ejerce el periodismo como práctica), y su capital (el registro de la propia actualidad
que realiza el periodista).
Mientras más elementos funcionales a los intereses de otros campos se superpongan con
el campo del periodismo, la práctica se hará menos “pura”. El problema, entonces, no
será ese “mestizaje” natural dentro de la lógica del mercado, sino el grado de
subordinación a los intereses ajenos y el impacto de esa influencia en la ética
profesional.
31
PARTE III. EL PRODUCTO
El producto que ilustra mi inquietud teórica y el trabajo de campo que realicé durante
este proceso es un libro en formato de diario autobiográfico.2
Para su escritura, asistí a un geriátrico del barrio Alta Córdoba, en la ciudad de Córdoba,
por un período de aproximadamente un mes, desde el lunes 17 agosto al viernes 11 de
septiembre, tres veces por semana durante cuatro o cinco horas en cada ocasión.
El registro de la experiencia diaria se capturó en
- un cuaderno de notas donde principalmente se acumularon descripciones de
personajes y espacios, y también algunas reflexiones o comentarios,
- en el grabador de voz del celular donde guardé la mayoría de las conversaciones
puntuales que tuve con los ancianos y otros miembros de la comunidad de la
residencia, y
- en un álbum de fotos digital donde almacené algunas imágenes especialmente
necesarias en la escritura a posteriori.
La intención, en principio, por la gran cantidad de información y para no correr el
riesgo de olvidar detalles significantes, fue que la transcripción de todos los datos de
registro a una “entrada” del diario, con una narración coherente y prolija, se hiciera el
mismo día de registro, o bien al día siguiente, pero antes de la próxima visita al
geriátrico. Aunque eso fue posible en los primeros días de la experiencia, luego, debido
a cuestiones de administración personal del tiempo y responsabilidades por fuera del
proyecto, el registro y la redacción del diario se “desfasaron”, exigiendo un mayor
esfuerzo para evocar ciertas situaciones o sensaciones a la hora de la escritura de cada
fecha.
Sucedió, además, que a medida que el lugar se hizo más familiar, la atención y el interés
por ciertos detalles hacia los que en principio estaba alerta, disminuyó. Eso se condice
con el proceso que imaginaba, ya que como “periodista de inmersión” uno llega a un
2 Escribí este apartado en primera persona del singular para facilitar el relato de la experiencia del autor
y acercarlo más al formato de breve bitácora.
32
lugar como un extraño y se puede mantener esa actitud en la medida que uno se lo
proponga, haciéndose aquello más difícil en cuanto el espacio, las personas y los
sucesos se hacen, cada vez más, parte de nuestra “vida cotidiana”. La percepción de
quien escribe en esos diferentes grados de intensidad manifiesta, igualmente, y con la
mayor honestidad, la realidad como la entendemos aquí.
Una vez finalizado el proceso de registro y de redacción del diario, comencé un proceso
de edición que, como dijimos anteriormente, tiene ya como condicionamiento un
destinatario concreto que son los evaluadores del trabajo. Además, uno empieza a
imprimir, con mayor frecuencia, ciertas marcas de estilo que facilitan la lectura (no solo
para el autor sino para un lector modelo).
La intención hasta el final, de todas maneras, fue desarrollar una escritura que denote
una fluidez del pensamiento en cuanto “memoria de la actualidad” del “periodista”, sin
más prioridad que la de reconstruir (antes que nadie, para sí mismo) esa realidad que ya
“fue”, pero que aún “es” en tanto está presente allí, en el texto.
¿Por qué un geriátrico?:
Para ejercer el tipo de periodismo que intuía más cercano a su función específica, no se
necesitaba obligatoriamente del espacio del geriátrico. Sin embargo, una residencia para
ancianos sí me atrajo como un sitio donde, si en algún punto el trabajo debía cuestionar
la lógica general de consumo y de percepción del tiempo, particularmente en relación al
consumo y percepción de la información de actualidad, estas cuestiones serían más
evidentes y me permitirían actuar con mayor “autoconciencia” de mis prácticas. De
algún modo, la elección de “sumergirme” en un geriátrico fue un intento de movilizar
mi propia realidad, para volverla a ver de forma extraña, para sacarme de mi
habitualidad y entrar en otra, para ver lo que “sucede” a mi alrededor desde el diálogo,
desde la percepción que esas personas tienen de la realidad en un contexto de cuasi-
encierro, y finalmente para buscar fuentes distintas en el relato de la “historia” y el
“presente” que no sean, como siempre, los medios tradicionales de comunicación.
33
Nestor García Canclini analiza un estudio de apropiación de noticias realizado por
Esteban Vernik (S/D, en García Canclini, 1996: 19-20) en el que se advierte que las
noticias que más impactan son aquellas que evocan recuerdos o que influyen en la vida
privada de una comunidad. De otro modo, como ya he argumentado antes, lo destacado
del espacio público sólo funciona para reproducir el orden establecido o para fines de
espectacularidad.
Es interesante, según lo anterior, ahondar en las razones por las que consideramos
importante cierta información de actualidad que recibimos de distintas fuentes y su
relación con nuestra memoria, para identificar la manera en que jerarquizamos y
transmitimos los datos de nuestra “realidad”. Ese fenómeno se cristaliza de manera
llamativa entre los ancianos en el contexto del geriátrico.
La memoria, según Blasco y Meléndez (2006) se define como “… un sistema donde se
recogen las experiencia y la información que recordamos y como un proceso de
retención de las experiencias aprendidas, estando involucrada en todas las actividades
mentales que desarrollamos” (2006: 22)
Los autores hablan de un proceso de envejecimiento sano y otro patológico, aunque los
límites no son claros debido a que en ambos casos las personas llegan a una edad
avanzada sin el pleno uso de sus facultades. La pérdida de memoria es común en el
envejecimiento y en la demencia, pero en la segunda el deterioro neuropsicológico es
más general (Casanova, 2004: S/D). Más allá de esa distinción, es importante conocer
cómo funciona la memoria y cuáles son los deterioros visibles durante el
envejecimiento para comprender la forma en que los ancianos construyen su “realidad”
conjugando su conciencia del pasado y lo aprehendido en el presente.
Blasco y Meléndez explican, siguiendo los planteamientos de Perlmutter y Hall (1992,
en Blasco y Meléndez, 2006), que hay que distinguir entre capacidades y contenidos.
Las capacidades son sinónimo de las estructuras y los procesos, mientras que los
contenidos se refieren al conocimiento almacenado. Como estructuras tenemos la
memoria sensorial, la primaria, la secundaria y la terciaria. En los contenidos tenemos la
memoria procedural y la declarativa, a su vez dividida en episódica y semántica (Blasco
y Meléndez, 2006: 22-23).
34
Dentro de la estructura, el almacén de la memoria primaria o a corto plazo mantiene
información en la conciencia durante 15 a 30 segundos. En el envejecimiento, se
incrementa la dificultad de separar estímulos deseados de los no deseados, y por ende
existen problemas en el registro y procesamiento de la información que no es familiar.
(Blasco y Meléndez, 2006: 23)
En cuanto a la memoria secundaria o de largo plazo, ésta tiene capacidad ilimitada y
mantiene de manera permanente la información, almacenando recuerdos, habilidades y
hasta el funcionamiento de los procesos cognitivos. El deterioro, en este caso, está
asociado a dificultades en el proceso de almacenamiento de nuevos estímulos. En
cuanto a fallos en la recuperación, estos son más frecuentes en el caso de esperar
recuerdos libres, ya que con la ayuda de indicios los ancianos mejoran su ejecución
(Blasco y Meléndez, 2006: 24)
La memoria terciaria se asocia a los recuerdos de la infancia. Los ancianos recuerdan
mejor los acontecimientos lejanos que los recientes. Las hipótesis sobre las causas de
esto son que dichos eventos tienen una mayor carga emocional que los cotidianos o que
no son recuperados desde el momento en que ocurrieron, sino desde la última vez que
fueron evocados (Blasco y Meléndez, 2006: 24).
En cuanto a los contenidos, la memoria procedural no sufre deterioro con el
envejecimiento, así que nos centraremos en la memoria declarativa, la cual se asocia a
nuestro conocimiento sobre el mundo, guardando en ella contenidos episódicos y
semánticos.
La memoria episódica contiene hechos que nos han ocurrido en la vida, vinculados a un
tiempo y un lugar. Son recuperados utilizando información contextual porque se
refieren a una experiencia concreta. Los adultos mayores no recuerdan tantos datos de
contexto, por lo que mientras menos familiar o cercana sea la situación a recordar,
menores serán las probabilidades de recuperarla. La memoria semántica, en cambio, es
un conocimiento organizado de manera conceptual y se refleja principalmente en el
lenguaje, el cual no presenta un deterioro significativo en la vejez (Blasco y Meléndez,
2006: 25).
35
Toda la descripción anterior explica por qué, en las conversaciones que mantuve con los
pacientes del geriátrico, ciertas noticias de la actualidad disparaban relatos sobre la
juventud o infancia de los ancianos. Su vida cotidiana, más allá de la información
proveniente de los medios como la tele, el diario o la radio, está sujeta constantemente a
un plano temporal remoto. Su referencia de “realidad” está en las imágenes de su
memoria aunque reciban estímulos sensoriales del presente que los anclan a nuestra
época, al espacio/tiempo actual. En ciertos casos en el que el deterioro es más grande,
los recuerdos se desordenan y se hacen menos precisos, aunque el lenguaje de los
ancianos continúa siendo rico y fluido. En ejemplos de ancianos con un menor deterioro
en la memoria se hace visible un mayor interés por asuntos coyunturales aparte de los
referidos a la rutina.
Para hacer hincapié en ese juego existente entre la percepción de la “actualidad” por
parte de la comunidad del geriátrico y aquella difundida por los medios masivos de
comunicación, cada entrada del diario autobiográfico está encabezada por los titulares
de cinco periódicos, uno internacional, dos nacionales y dos locales. Son llamativos la
cantidad de episodios que, en relación a la recepción de esas noticias, coinciden con la
descripción del funcionamiento de la memoria que desarrollamos anteriormente.
Sobre el geriátrico:
Nombre: Patio de Luz.
Dirección: Antonio del Viso 340, Córdoba.
Contacto: 4721259; [email protected]
Actualmente la cantidad de “hogarizados” en la institución es de 60 pacientes, pero
tiene capacidad para 70.
Personal de la Institución:3
3 No doy nombres completos para respectar la privacidad del personal del geriátrico
36
Cargo Nombre Actividad
Administrador general y
apoderado
Gustavo
Administrador general Gustavo (hijo)
Directora de la institución: Doctora Elisa Servicio médico,
evaluación y control de
paciente y realización de
recomendaciones.
Psiquiatra Rebeca Interconsulta de pacientes
de requerimientos
psiquiátricos.
Nutricionista Carolina Dietas para pacientes con
bajo peso, hepáticos,
diabéticos, renales, etc.
Fisioterapeuta Susana y Pablo Rehabilitación de pacientes
con fractura de cadera y
pacientes neurológicos.
Gimnasio con movimientos
físicos en general.
Administrativos Alejandra y Catalina Control de todas las
actividades en general de la
institución.
Asistentes geriátricos Turno mañana: 8; Turno
tarde: 8
Se encargan de la atención
integra del hogarizado.
Asistencia de alimentos,
administración de
medicación, baño del
paciente, control de signos
vitales, control de glucosa
en pacientes diabéticos,
etc.
Asistencia general desde
37
que se levantan hasta que
se acuestan los pacientes.
Personal de cocina Turno mañana y turno
tarde
Preparan desayuno,
almuerzo, merienda, cena y
colaciones para pacientes
diabéticos, hepáticos,
renales.
Personal de lavadero Turno mañana y turno
tarde
Lavado, planchado y
entrega de ropa al 90% de
los pacientes hogarizados.
Personal de limpieza Turno mañana y turno
tarde
Se encargan de la higiene y
limpieza de toda la
institución
Personal de recreación Angie.
Servicio de enfermería con
personal profesional
matriculado
Patologías comunes: Si bien ingresan muchos pacientes para rehabilitación por fractura
de cadera, de cuello o de fémur, muchos de ellos ingresan porque su familia no los
puede contener en sus casas porque trabajan o por otras razones. También hay pacientes
con patologías como artrosis, párkinson, demencia y diabetes.
Visitas: Se permiten visitas todos los días de 17 a 20 hs. A los familiares que no puedan
por razones particulares, la institución les permite ingresar a la mañana.
Cronograma de actividades: En general, la mayoría de los pacientes, y sobre todo
aquellos que lo requieren, asisten a fisioterapia todos los días o al menos tres veces por
semana.
La profesora Angie, de recreación, está a cargo del entretenimiento y también
laborterapia en diferentes oportunidades. Lo segundo consiste en juegos de mesa, juegos
de memoria y gimnasia con movimientos pasivos.
Los fines de semana, además, asisten regularmente cantantes o grupos de artistas.
38
Género, estructura y recursos de estilo:
El formato elegido para el producto de esta experiencia es el de un libro, por su
extensión de alrededor de doscientas páginas.
Se escogió el género de diario personal autobiográfico para seguir un orden temporal
claro y cronológico desde la estructura y hacer explícita la posición del enunciador
como narrador/protagonista del relato.
A su vez, se optó por el uso del tiempo presente perfecto para reconstruir, aunque en un
ejercicio de memoria, las imágenes, sensaciones, diálogos y pensamientos que
sucedieron como un segundo recorrido, como un simulacro de lo vivido que al leerlo
coloque al “yo” lector en la misma posición del “yo” narrador: Para que al leer uno se
convierta en personaje desde el lenguaje y no solamente en testigo de aquel que ha
vivido.
El libro está estructurado, como dijimos anteriormente, en días que permiten una lectura
por “capítulos”: domingo, lunes, miércoles y viernes. Cada día (salvo el primer
domingo, por una decisión arbitraria de estilo) comienza con la fecha y un encabezado
con cinco titulares de diarios (uno internacional, dos nacionales y dos locales). La
estructura de los capítulos también es cronológica: Empieza con mi trayecto hacia el
geriátrico y termina cuando me voy del espacio. Los domingos son el único día en que
no voy al geriátrico y el relato se centra en mi propia actividad y pensamientos. Esto es
así, por un lado para resaltar que el protagonista del libro es el mismo autor y que la
realidad que se cuenta y se transforma con lo que acontece en el geriátrico es la suya, y
por otro lado, en cuanto al estilo, para dar “aire” al ritmo que se impone en la rutina de
la residencia y propiciar un “descanso” de lectura con más prosa corrida y menos
diálogo.
En su mayoría, el libro está compuesto por diálogos, fruto de las entrevistas que les
realicé a los ancianos. La cantidad de entrevistas no fue estipulada ni tampoco se
estableció un criterio de selección de los entrevistados a priori. La intención fue conocer
a la mayor parte de la comunidad del geriátrico (internos y personal) gradualmente,
forjando relaciones a través de las charlas que entablara con ellos. A medida que
corrieron las semanas, ciertos personajes cobraron más importancia porque con ellos
39
decidí interactuar más. La razón fue principalmente afectiva o de intriga a medida que
quedaban temas abiertos. Ancianos como Zulima, Berta o Juan me atrajeron por razones
muy distintas pero con todos ellos sentí la necesidad de preguntar más cosas o de pasar
más tiempo a su lado. Zulima me atrapó por su aparente “locura” y su enigmático
pasado de actriz y religiosa; Berta por su lucidez y su forma de razonar lógicamente aún
con pesimismo; Juan por su gran cantidad de anécdotas y las imágenes que evocaban.
Mi búsqueda y selección de preguntas también fue de carácter intuitivo. Dependiendo
de la situación, las preguntas indagaban en el pasado de los ancianos o en las noticias
que habían escuchado en el día o en lo que estaban haciendo en ese mismo momento.
Sólo un día llevé una guía (adjunta en la parte VII del informe: Anexos) con preguntas
que principalmente buscaban cuestionar el significado de la palabra “noticia” para los
internos, pero que no seguí usando luego de esa jornada y que no necesariamente fueron
troncales en el proceso general de “inmersión”.
El lenguaje es informal y coloquial para reflejar la voz natural del narrador y hacerlo
coincidir con la época y lugar específicos en el que se sitúa el relato. Hay, además,
referencias específicas a eventos, personajes y otros elementos que ayudan a
caracterizar al narrador y agregan precisión al marco de su propia “realidad”.
Libro:
Disponible en http://issuu.com/fabrizioligambi/docs/diario_de_un_chico_viejo__1_
40
PARTE V. CONCLUSIONES
A partir de nuestro marco teórico y luego de haber transitado la experiencia de
incorporarnos a la “vida cotidiana” de un geriátrico y de registrar ese período de
nuestras vidas en un diario autobiográfico que nos permitiera practicar un tipo de
periodismo que, según nuestra hipótesis y el análisis de antecedentes, se alejara lo más
posible de los condicionamientos de otros campos, para trabajar produciendo, en el
marco de su función propia, su capital específico, pudimos llegar a las siguientes
conclusiones.
- Según la teoría fenomenológica hegeliana de acceso al conocimiento y, junto a
ella, la teoría de la construcción social de la realidad de Berger, la búsqueda de
una objetividad periodística promulgada hegemónicamente se manifiesta como
una arista que sostiene el modelo del negocio de los medios de comunicación,
pero que desvirtúa la ética del trabajo periodístico. La autocrítica sobre este
punto exige el sinceramiento de la posición del enunciador frente a su discurso,
poniendo en valor la subjetividad explícita como punto de partida en cualquier
relación dialógica. El libro que presentamos aquí demuestra la posibilidad
concreta de ejercer la práctica periodística desde la honestidad que significa
relatar la “actualidad” del mismo autor en primera persona, siendo fiel a una
intención que priorice los intereses específicos de su campo y que, en
consecuencia, al menos nos permita contemplar las diferencias que existen entre
los diferentes tipos de periodismo a los que todos accedemos como
“prosumidores” de información.
- Para el periodista, hoy, no es indispensable transmitir, verificar ni interpretar
información para ningún público. En cada una de esas tareas existen otros
“agentes” que cumplen ese rol y que actúan bajo los intereses de otros campos
que no es el del periodismo. La función del periodista, entonces, debe
identificarse con la búsqueda de un “capital” distinto al de los “agentes” de
campos como el de los medios de comunicación, la ciencia antropológica, la
política, la estadística, etc. El periodismo se define, así, por un interés que es el
41
de “documentar”, por un capital, al que le aplica su interés, que es el de la
“actualidad” y por un agente que es el “periodista”.
- Afirmamos, a partir de lo desarrollado anteriormente, que la función del
periodista, como agente de un campo independiente, es la de explorar la trama
de valores que identifica y se reflejan en su propia realidad, documentando la
“actualidad” de su “vida cotidiana” con la autoconciencia de estar luchando
contra los condicionamientos de otros campos que se superponen y que buscan
priorizar en ese registro los intereses de ciertos destinatarios, es decir, los
intereses de sus propios agentes. El libro presentado aquí es un reflejo de esa
tensión permanente entre campos que condicionan la labor periodística. Mientras
se registra, el recorte de la “realidad” se moldea por destinatarios imaginarios
que van desde un docente hasta un editor o un historiador. Finalmente, el interés,
es decir la intención consiente de quien registra la actualidad es lo que
determinará el grado de acercamiento o alejamiento a un utópico “centro” del
campo del periodismo. Mientras menos se deforme el registro por dichas
influencias externas, más genuino será ese producto periodístico que quizás,
luego, un agente de otro campo utilice para sus fines.
Identificar estos elementos que, en la lógica de mercado, raramente se dan en forma
pura, sirve a los profesionales periodísticos para repensar su función en la sociedad,
replantearse hasta qué punto son utilitarios a los intereses de otros campos, y, en base a
ellos, imaginar nuevas maneras de trabajar en medio de esa correlación de fuerzas que,
finalmente, también construyen su “realidad”.
Quizás es momento de que el periodismo profundice en cada segmento de la realidad
fragmentada de la era posmoderna para superar su subordinación a la gacetilla, a la
primicia y a la catástrofe, y ayudar a percibir la realidad como un rompecabezas de lo
cotidiano, lo banal y lo existencial. Tal vez habiendo llegado como extraños al pequeño
espacio de un geriátrico, donde la actualidad de los ancianos es visiblemente una
alquimia del pasado y el presente, hayamos podido contar una historia que tenga valor
periodístico en el mundo de hoy: Que ayude a comprender (pensar sobre) lo que (nos)
pasa. Registrar ese período de nuestra propia vida, tratando de ignorar los
condicionamientos inherentes al modelo de negocio de los medios de comunicación,
probablemente haya sido un acto de periodismo genuino.
42
PARTE VI. REFERENCIAS
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Disponible en:
http://culturascontemporaneas.com/contenidos/premisas_y_conceptos.pdf
45
PARTE VII. ANEXOS
Anexo 1:
Cuestionario:
- ¿Qué extrañan de afuera?
- ¿Cuál es la mejor noticia que recibieron alguna vez?
- ¿Cuál es la peor noticia que recibieron en su vida?
- ¿Qué noticia les gustaría recibir hoy, si pudieran elegir una?
- ¿Se imaginan qué va a pasar en el futuro, cuando ya no lo puedan ver? ¿Les
importa? ¿Qué les importa?
- ¿Qué cosas son importantes? ¿Qué noticias son importantes?
- ¿Qué cosa les cambiaría la vida? ¿Cómo?
- Si fueran los dueños de un diario, ¿qué noticias pasarían?
- Si el geriátrico tuviera un diario, ¿qué noticias tendría? ¿Qué diría del día de
ayer y del día de hoy, o de la semana pasada?
- ¿Qué es lo más asombroso, lo más excepcional que han visto o vivido o leído?
- ¿En qué ha cambiado el país, las personas, el mundo, a lo largo de su vida?
¿Cambió en algo en serio?
- Su pudieras vivir una vez más el día de ayer, ¿qué harías distinto? ¿Y si hoy
nacieras de nuevo?
- ¿Es muy distinto el “mundo exterior” que “el mundo dentro del geriátrico”?
¿Por qué?