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Ejemplo de revista web del curso de Recursos para el aprendizaje II de la UTN, Costa Rica.TRANSCRIPT
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Medición, evaluación y diagnóstico de competencias
Autor: Jorge L. Benítez R.
Otros conceptos y herramientas de Recursos humanos
07-2005
El tema de la evaluación de competencias es de carácter multiforme, debido a la variedad de
enfoques y de concepciones sobre la competencia. Hay dos perspectivas metodológicas
principales: la educativa o curricular y la gerencial.
Perspectiva curricular
La perspectiva educativa o curricular está alineada con el enfoque de certificación de
competencias. En esta perspectiva, la competencia es la aptitud para desempeñar
idóneamente un oficio u ocupación. La competencia se considera una variable discreta de
carácter binario: sólo admite dos valores (competente o no competente aún). Cuantificada
sobre cien, la calificación de competente estará asociada a 100.
Si aplicamos el principio de Weber-Fechtner o de las percepciones psicofísicas, y
establecemos un rango basado en el umbral de percepción, como factor de corrección del
error de apreciación, obtendríamos un rango corregido de 92 a 100. O sea, que la persona
competente es aquélla que alcanza 92 puntos o más en su evaluación. Este enfoque, un tanto
lineal, es válido para el diseño curricular o la certificación de la competencia, donde ésta se
concibe como una meta a alcanzar.
Perspectiva gerencial
En el mundo empresarial, se ha adoptado el concepto competencia en términos de
desempeño. Se hace referencia a las competencias como características personales
subyacentes, que soportan el desempeño superior. La competencia se concibe asociada al
desempeño idóneo de un rol. En este sentido, una ocupación (cargo u oficio) se despliega en
un conjunto de roles, tales como administrador, líder, motivador, negociador, planificador,
diseñador, entre otros. El desempeño idóneo de cada rol está asociado a una o más
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competencias, tales como pensamiento analítico, pensamiento estratégico, capacidad de
negociación, impacto e influencia, pensamiento creativo, entre otros. Vemos entonces a la
competencia como unidad diferenciada del desempeño o como características personales
subyacentes.
En el mundo empresarial, no todas las personas deben desplegar las competencias, hasta el
nivel de maestría ó en un cien por ciento. Las competencias se asocian a roles y cargos,
entendiendo el cargo como un conjunto integrado de roles. Obviamente, la recepcionista no
tiene que dominar la competencia “orientación al cliente” en la misma medida que el analista
de atención al cliente, y éste tampoco tiene que dominar esa competencia al mismo nivel
exigido al supervisor de atención al cliente, ni éste en comparación con el representante de
ventas. Entonces, se predefinen y establecer niveles de dominio, dependiendo del alcance de
acción y decisión de cada cargo, en una gradación que generalmente va del 1 al 4 o básico,
intermedio, avanzado y maestría.
La competencia: una variable continua
En el enfoque gerencial, la competencia se percibe como una variable continua, o sea, que
puede asumir diversos valores dentro de un rango asociado a una estructura de niveles de
dominio. En las organizaciones, las competencias se desagregan en niveles de dominio,
asociados a la estructura de cargos. En este sentido, una persona puede estar “por debajo
de”, “a nivel de”, o “por encima de” las exigencias de su cargo. Aparece, entonces, algo que es
inaceptable desde la perspectiva curricular, y es la brecha positiva o “ascendiente”; estro
quiere decir que se admite que una persona tenga un nivel de dominio superior al 100%, con
respecto a las exigencias de su cargo.
Debemos aclarar que las perspectivas curricular y gerencial no son excluyentes entre sí,
porque tienen propósitos diferentes. Una, para orientar el diseño y el proceso formativo, así
como establecer las bases para la certificación de la competencia. La otra, para orientar la
gestión de personal sobre la base de las competencias, dentro de la organización,
considerando no sólo las personas sino también los cargos.
Criterios de evaluación en el enfoque gerencial
En el ámbito de la gestión de personal por competencias, nos encontramos con varias vías
metodológicas, aplicables a la evaluación, pero las más utilizadas son las tablas descriptivas y
los indicadores de dominio.
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Tablas descriptivas
Las tablas descriptivas son acotaciones semánticas constituidas por párrafos que describen
un conjunto de conductas observables referidas a niveles de dominio, dispuestos
generalmente en orden ascendente. En este caso, se evalúa el nivel de dominio de una
persona con respecto a una competencia asociada a su cargo, comparando su desempeño
contra cada párrafo descriptivo, y seleccionado el que mejor refleja el desempeño de la
persona. En este caso, la brecha positiva o negativa resultará de la diferencia entre el nivel de
dominio correspondiente al párrafo seleccionado y el correspondiente al nivel de dominio
exigido por el cargo.
Indicadores de dominio
Los indicadores de dominio son un conjunto de ítems o frases cortas referidas a conductas
observables, que permiten evaluar el dominio de la competencia considerando, uno por uno,
todo el conjunto de indicadores. En este caso, la brecha positiva o negativa resultará de la
puntuación obtenida, considerando si el desempeño de la persona con respecto al indicador
es A, B ó C, donde A podría significar “satisface plenamente o supera las exigencias del
cargo”, B “satisface las exigencias mínimas” y C “requiere entrenamiento formativo para
alcanzar el desempeño requerido”, con respecto al indicador. Para cada letra u otro signo
escogido, habrá una puntuación, y el dominio se expresará en un puntaje total.
El nivel de dominio resultante será expresado en las letras A, B ó C. Para ello, se genera una
escala de valoración, basada en ciertos criterios de diseño. Considerando a Weber-Fechtner,
se establecerá la brecha mínima y los rangos de valoración.
Brecha mínima aceptable
Lo primero que hay que definir es la brecha mínima. Esto quiere decir, a partir de cuántos
puntos se considerará que existe una brecha. Aplicando el umbral de percepción de
diferencias (Weber-Fechtner), ésta estará más allá del límite en que una persona es capaz de
detectar diferencias, o sea, por encima del ocho o del diez por ciento. Entonces, toda
diferencia menor o igual a nueve puntos se rechaza como error de apreciación. Claro está,
esto aplica con respecto a la noción de brecha mínima. Siguiendo este criterio metodológico,
el rango superior estará entre 91 y 100 puntos, lo cual significa que quien tenga un puntaje
igual o superior a 91, será considerado A ó en el máximo rango de dominio de la competencia.
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Luego, se establece la amplitud de los rangos siguientes o menores: con una dispersión o
intervalo entre el puntaje superior y el inferior, mayor de nueve y menor del quince por ciento.
Aunque es una materia distinta, las escalas de valoración de cargos se establecen siguiendo
este criterio de diseño, con una amplitud de rango entre el 12 y el 15% entre el valor mínimo y
el máximo de cada rango.
En el caso de prueba de una escala de valoración, para no correr el riesgo de sobre exigencia,
puede llevarse la brecha mínima hasta un 12%. Luego, con el correr del tiempo, se ajustarán
las escalas.
Definiendo la calificación de las brechas
Más allá de la evaluación, hablamos de diagnóstico, o sea, de cómo se interpretan las
brechas: cuándo se puede considerar que una brecha es pequeña o poco apreciable,
moderada, considerable o crítica. En este sentido, la noción de brecha máxima, es un recurso
metodológico que nos permite evitar dispersiones anormales de los datos.
Debemos empezar por “establecer el espectro de dominio de la competencia”. Hemos visto
escalas de valoración mal concebidas, donde se habla de brechas superiores a un 50%, y se
consideran normales. Si una persona tiene una brecha de un 50% o superior en una
determinada competencia, y ésta es importante para el logro de los objetivos del cargo,
entonces la brecha es altamente crítica, o sea, estamos ante un caso anormal.
Espectro de dominio de la competencia
Para establecer el espectro de dominio de la competencia, hay que partir de una premisa
metodológica: si en la empresa existe un subsistema de selección de personal, que permite el
ingreso de una persona a un cargo, sobre la base de una formación profesional previa, y
habiendo superado o satisfecho ciertas exigencias de idoneidad mínima, entonces la noción
de brecha máxima debería estar entre el 40 y el 45% de dominio de una competencia. Este
límite podría establecerse como límite inferior del espectro de dominio de la competencia. Y
nos resultaría el siguiente espectro: desde 45% al 100%, considerando que podría pasar el
umbral o límite superior cuando evaluamos contra un nivel de dominio exigido por el cargo, y
entendemos que una persona bien puede poseer en varias competencias un nivel de dominio
superior al que le exige su cargo. Al pasar la persona a un cargo superior, el nivel de dominio
varía, disminuyendo, y esto se hace cíclico.
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Si evaluamos por tablas descriptivas, y el intervalo entre ellas es del 15%, entonces una
brecha pequeña es de15% (un nivel por debajo), una moderada puede ser de 30% (dos
niveles por debajo) y mayor sería 45% (tres niveles por debajo). Observamos que estas
variaciones acontecen “a saltos”.
La evaluación por indicadores, nos permite mayor precisión, ya que los valores resultantes
pueden extenderse de manera gradual, sin saltos entre los rangos. En esta vía metodológica,
una brecha pequeña sería inferior o igual al 15%, una moderada sería superior al 15 y hasta
un 20%, una considerable sería entre un 21 y un 30%, una grande entre el 31 y el 40%, y
crítica sería superior al 40%, entendiendo que nunca se sobrepasa del 45%, porque es el
límite inferior del espectro.
Impacto de la competencia
Un recurso metodológico complementario en la evaluación de las competencias consiste en
calificar cada competencia asociada a un cargo según su impacto sobre los objetivos o los
resultados que el mismo debe lograr, como “importante” y “complementaria”. De esta manera,
el diagnóstico resulta más preciso, porque no es lo mismo una brecha considerable en una
competencia importante para el cargo, que en una competencia complementaria.
Rango neutral de evaluación
La evaluación, cuando toca aspectos del desempeño personal, puede convertirse en un
evento amenazante. Una forma de contrarrestar ese efecto indeseado es utilizando una escala
neutral. Se define así a un conjunto de categorías dispuestas en una serie numérica
discontinua, con bajo grado de diferencia aparente entre cada una de ellas, presentadas en un
rango de tres (3) niveles o grados. Se trata de evitar el uso de categorías identificadas con
letras o números secuenciales, tales como “A-B-C” ò “3-2-1”, que denotan jerarquía, y
condicionan psicológicamente al evaluador.
La escala neutral, igualmente, está concebida para procurar mayor objetividad y, en
consecuencia, minimizar la subjetividad del evaluador. Entre sus características y ventajas,
cabe mencionar las siguientes:
- De fácil aplicación: son categorías sencillas, con una descripción fácil de entender: “satisface
plenamente o supera las exigencias”, “satisface las exigencias básicas”, y “requiere refuerzo
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para alcanzar el nivel exigido”.
- Se emplean tres números, cada uno de ellos antecedido de un signo: +2, +1 y -1. No
denotan jerarquía, sino únicamente una secuencia de orden simple. Dos de los números
signados reflejan reconocimiento positivo, y el tercero refleja una pequeña deficiencia.
- También puede emplearse letras: AA, A y B. Lo importante es que los valores aparentes, a la
vista del sujeto evaluador, sean de escaso impacto o que la diferencia visible sea escasa.
Escalas diferenciadas de evaluación
Cómo compatibilizar un rango de calificación de tres categorías con un esquema de dominio
de cuatro o cinco niveles, es un problema usual en el diseño de escalas de evaluación de
competencias. Una forma de resolver este problema es mediante el uso de escalas
diferenciadas, las cuales asignan valores diferenciados o puntaje variable a cada categoría,
según varíe el nivel de dominio exigido por el cargo. Por ejemplo, cuando el nivel exigido sea
2 y la calificación (categoría) de calificación sea A, entonces al puntaje asignado se le suma
una determinada cantidad; en cambio, cuando el nivel exigido es 5 y la calificación (categoría)
de calificación sea A, no se suma ni se le resta cantidad alguna. Un ejemplo del uso de
escalas diferenciadas es el mostrado a continuación, que muestra escalas o corridas de
prueba.