Material recomendado:

En este apartado recomendamos publicaciones, documentales /vídeos y películas de cine relacionadas con Filipinas y que pueden acercarnos más a la realidad histórica, socio-cultural y política de este país.

Con motivo del año España-Filipinas, Casa Asia, en colaboración con el Ministerio de Cultura, está preparando una completa recopilación de información audiovisual (cine y videos) sobre Filipinas. La parte dedicada al cine, se titula RETROSPECTIVA: 100 años de cine en FILIPINAS y la dedicada al vídeo Filipiniana, programa de video.

A continuación adelantamos parte de la documentación que a mediados del mes de octubre de 2006 estará disponible.

Para más información, contactar con la organización de la Filipiniana:

Juan GuardiolaCurador Filipinas-España 2006jguardiola@casaasia.esTel. 93 368 49 05Fax 93 368 03 23

Sara FernándezCordinadorasfernandez@casaasia.esTel. 93 368 49 07Fax 93 368 03 23

Para más información del Año España-Filipinas, 2006, contactar con:

Lola BalaguerCoordinadora del Año España- Filipinas, 2006lbalaguer@casaasia.esTel: 933684898Fax: 933680340

*Cine:

LA POLÍTICA EN EL CINE FILIPINO Nick Deocampo

(Extracto del texto original)

Hace veinte años, una película cambió el curso de la historia filipina. Corría 1965 y el entonces presidente del Senado, Ferdinand E. Marcos, intentaba alcanzar la presidencia de la república. Uno de los trucos de campaña a los que recurrió para garantizar el éxito de su candidatura fue filmar su vida. La película en cuestión era Iginuhit ng Tadhana (Escrito por el destino). Las circunstancias que rodearon el estreno parecen motivadas por el oportunismo político que favoreció la carrera pública de Marcos, de modo que, en retrospectiva, puede afirmarse que una película allanó el camino hacia el poder del hombre que más

tarde gobernaría el país con mano de hierro y determinaría irremediablemente el destino de toda una nación.

Aquel hecho puso también de manifiesto la considerable influencia que el cine ejercía en la política, y viceversa. En las dos décadas en las que Marcos gobernó el país se produjeron cientos de películas: la gran mayoría se perdieron en la mediocridad y sólo unas cuantas osaron desafiar el férreo sistema. Esas pocas cintas merecen ser analizadas con mayor minuciosidad, aunque sólo sea para poner de manifiesto la ideología política que dominaba y coartaba la imaginación creativa de nuestros cineastas, que fomentaba películas simplonas que obtenían grandes beneficios tratando temas de sexo y fantasía, que abrió las puertas a Hollywood para que invadiera el panorama cinematográfico local y que subyugó a millones de espectadores a un estado de simple contemplación de un entretenimiento vacuo.Teniendo en cuenta la agitación política que se ha apoderado recientemente de la nación, las películas ya no pueden permanecer en terreno neutral. Aunque el principal objetivo del cine sea entretener, no debemos restar importancia al poder de las películas. Según el director Lino Brocka, “el entretenimiento no es neutral, también toma partido”.

La influencia omnipresente de la política en el cine se hace patente a través de los numerosos documentos visuales que ahora se revelan como pruebas ostensibles de los años represivos y que han culminado legítimamente con el politizado filme de Brocka Kapit sa Patalim (Bayan Ko, Mi tierra). Cuando analizamos los años comprendidos entre 1965 y 1985, podemos sumergirnos en una odisea visual que nos transporta desde el propagandismo descarado de Iginuhit ng Tadhana hasta la militancia de Kapit sa Patalim. Si seguimos la evolución de las películas locales desde Iginuhit… hasta Kapit…, nos daremos cuenta de que nuestro cine ha progresado mucho.

A la luz de los recientes acontecimientos ocurridos en el país, se confirma que el cine y, en un contexto más amplio, el arte y los medios de comunicación, no pueden ser neutrales. Las lecciones aprendidas del pasado nos han demostrado que el cine estaba al servicio de determinadas clases de nuestra sociedad, ya fueran los capitalistas, la elite gobernante, los burócratas del Gobierno o los militares.Al intentar esbozar (por superficial que parezca ahora) la difícil situación de la política cinematográfica en el ámbito local, han surgido cuestiones que, si bien no tienen respuesta por el momento, pueden utilizarse para encarar futuros análisis. ¿Cómo definir la política en el cine, y en especial en el cine filipino? ¿Qué condiciones políticas e históricas influyen en la creación de películas con puntos de vista explícitamente comprometidos? ¿Qué películas y directores encarnan el compromiso político? ¿Qué principios ideológicos suscitan esas películas y sus directores? ¿Plasman las películas políticas los esfuerzos para liberar las conciencias de la gente? ¿Aspiran estas películas a crear un “cine nacional”? ¿Cómo se relacionan nuestras películas con otras del Tercer Mundo o de los países occidentales?Hasta la fecha, la política en el cine filipino se ha considerado un temido mal en una industria “sólida y antiséptica”. “Sólida”, porque todavía podemos asegurar que nuestro país es uno de los quince principales productores mundiales de cine en términos de cifras anuales, con una media de 130 películas al año, a pesar de las dificultades económicas de que se quejan los productores. “Antiséptica”, porque tenemos una de las censuras más duras autorizada para proteger y salvaguardar (en principio) la moral de nuestro pueblo. La realidad —lo que verdaderamente se ve en los cines— es harina de otro costal.

¿Y qué decir de la política? La política es la peor plaga que puede afectar a la industria cinematográfica, o eso dicen. En los años cincuenta, Hollywood llevó a cabo en su

universo cinematográfico una auténtica caza de brujas contra los “rojos” que provocó la expurgación de muchos de los artistas e intelectuales con más talento del sistema.En nuestro país podemos nombrar a Brocka y Cervantes como los cineastas más directos cuyo compromiso político bordea la militancia, y pagaron su precio por ello. Se les encarceló y se prohibieron sus obras, mutiladas por los censores y acogidas por unos espectadores poco receptivos que, como esperaban encontrar los mismos valores de entretenimiento que en otras cintas comerciales, perdían todo interés ante la proximidad de aquellas escenas a sus vidas cotidianas.El tema de la opresión derivada de una intensa lucha de clases domina muchas películas políticas, en las que puede tomar la forma de explotación laboral (entre capitalistas y trabajadores), abuso político (elite gobernante frente a masas oprimidas), acoso sexual (hombres que se imponen a mujeres), dominación religiosa (de la Iglesia sobre el pueblo) y otros temas similares.

Así pues, las películas autóctonas han manifestado la política retratando cómo están distribuidos “los recursos, el poder y el prestigio” en la sociedad. Muchos de los directores de cintas comerciales han descubierto que, para expresar sus opiniones comprometidas, el melodrama es la vía más eficaz de llegar a las masas. En cuanto al cine independiente y el vídeo, el documental es el formato que mejor transmite sus inclinaciones políticas.

Aunque estas películas son una pequeña —y muchas veces ignorada— minoría, justamente a través de ellas puede hallar el público sinceras aspiraciones a un “cine nacional” realizado por artistas nacionales. Aunque anteriormente existía una ideología dominante, basada en “lo verdadero, lo bueno y lo bonito” y propugnada por la antes poderosa primera dama Imelda R. Marcos, que funcionaba como ley no escrita para todos los esfuerzos culturales bajo el régimen dictatorial, unos pocos cineastas no desistieron de presentar las películas que creían que mejor retrataban las condiciones reales y nada engañosas de nuestro país y sus gentes. Esas películas adoptaron una posición crítica respecto al antiguo régimen y contrarrestaron la ideología “oficial” mediante una ideología de resistencia, caracterizada por el cuestionamiento y una actitud crítica en relación con las condiciones a las que se enfrentaba la nación.

La resistencia se manifestaba de distintas formas, y fueron varias las películas políticas que desafiaron intencionada y valerosamente las reglas establecidas para concienciar al público sobre las cuestiones que afectaban a su vida. Esas cintas, aunque seguían fórmulas patentadas de entretenimiento, se servían de ellas (como en el caso del melodrama en las películas de Brocka) precisamente para tocar temas nacionales de importancia ideológica. Se respira en muchas de ellas cierto aire de independencia en el difícil objetivo de revelar la verdad en un mundo que, como consecuencia de un cine basado en la ilusión, ha empezado a creer en sus propias ilusiones como si fuesen otra realidad, de modo que ni la forma más militante de expresión cinematográfica puede cambiar las cosas en poco tiempo. El público ha estado mucho tiempo condicionado por un cine que atraía sus instintos de ocio y entretenimiento, tan inculcados por las autoridades represoras que ahora, incluso bajo una nueva Administración, puede que tarden años en desaparecer completamente.

Para concluir este sucinto (y apresurado) artículo sobre la política en el cine filipino, tal vez la mejor manera sea plantearnos cómo asumirá su nuevo papel esta tribu antes minoritaria de directores de cine politizados que adoptaron una postura crítica contra el régimen depuesto en el contexto del nuevo gobierno.

En muchos de los países que han sufrido dictaduras como la de Filipinas en un pasado reciente, al instaurarse los nuevos gobiernos se ha observado un

resurgimiento cinematográfico liberado de la opresión política. Muchas de las nuevas películas tratan abiertamente temas que antes estaban prohibidos y eran suprimidos. ¿Ocurrirá lo mismo en el cine filipino?

Quizás sea demasiado pronto para suponerlo, e incluso sabiendo que se están tomando medidas para sacar a la luz injusticias pasadas, es preocupante observar que a falta de una postura firme y un compromiso por parte de la nueva Administración en cuestiones de cultura, se mantienen los vestigios culturales del gobierno derrocado.En cuanto al cine que se consume, las películas que han inundado las salas locales a raíz de la revolución, así como las que se espera que se lancen al mercado en estos primeros cien días del nuevo gobierno, son y serán cintas programáticas —vehículos de una forma necia de entretenimiento que busca una efímera gratificación apelando a los instintos más lascivos del público—.

Este problema incrementa las graves dificultades de directores políticos que pensaban que había llegado el momento de hacer películas revolucionarias habida cuenta del “clima revolucionario” que dominaba nuestra supuesta sociedad “provisional”. Sin embargo, a pesar de haber vivido la revolución, si nuestra sociedad no está aún preparada para el cambio social o, en realidad, si no tenemos una cultura revolucionaria que necesite introducir reformas culturales en nuestro sistema social, no podemos esperar mucho de la cruzada política de nuestros cineastas.

Sí, es cierto, hemos vivido una revolución, pero no ha sido suficiente para cambiar la mentalidad de nuestro pueblo en favor de una visión más favorable a los compromisos culturales; para eso se necesita una revolución social. Nuestro pueblo se ha visto condicionado de una forma tan sistemática en el pasado que nuestra estricta adhesión a los principios “democráticos” que nos llevaron a abusar del cine como una “empresa libre” y que nutren aún la vieja fórmula —“entretenimiento a través del escapismo”— seguirá ahí por mucho tiempo, hasta que aparezca un verdadero artista subversivo que lidere la revolución necesaria para mantener nuestro cine en contacto con los tiempos cambiantes.¿Aparecerá pronto?

Películas:

Los últimos de Filipinas 1945, B/N, v. o. castellano, 99 min.Director: Antonio RománGuión: Antonio Román y Pedro JuanProductor: Cinematográfica Española Americana, SAIntérpretes: Armando Calvo, José Nieto, Guillermo Marín, Fernando Rey, Carlos Muñoz, Nani Fernández, Manuel Morán y Manuel Kayser

Al advertir que los tagalos de su distrito planean una insurrección, el comandante del destacamento español de Baler, en las islas Filipinas, da la orden a sus tropas de atrincherarse en la iglesia del pueblo. Durante esta reclusión, que se prolonga casi un año, se van sucediendo episodios que manifiestan la tenacidad y el heroísmo de los españoles. En el momento de la rendición, las tropas españolas exigen no ser consideradas prisioneros de guerra, y no consiguen solamente este favor sino que el Alto Mando Filipino les otorga los mayores honores por tan prolongada resistencia. La historia está basada en las novelas El fuerte de Baler de Enrique Alfonso Barcones y Los héroes de Baler de Enrique Llovet.

Ang Pagdalaga ni Maximo Oliveros / The Blossoming of Maximo Oliveros 2005, color, v. o. filipino/tagalo, 100 min.Director: Auraeus SolitoGuión: Michiko KamamotoProductor: UFO PicturesIntérpretes: Nathan Lopez, Meter Anthony Tombasa, Soliman Cruz, J. R. Valentín y Neil Ryan Sese

La pureza del primer amor contrastado con la miseria y la corrupción en los barrios bajos de Manila. Maxi, un preadolescente jovial, dedica toda su atención a su familia de criminales de poca monta. Limpia la casa para ellos, lava su ropa interior, arregla sus vaqueros harapientos y, si hace falta, cubre sus huellas para que no sean capturados. Su mundo gira en torno a ellos hasta que conoce a Victor, un policía con principios, idealista y guapo. Maxi se hace amigo de Victor, quien, al animar al chico a tener esperanzas de una vida mejor, se convierte en el centro de la ira de toda la familia de Maxi.

Ebolusyon ng Isang Pamilyang Filipino / Evolution of a Filipino Family 2004, B/N, v. o. filipino/tagalo, 600 min.Director: Lav DiazGuión: Lav DiazProductor: Ebolusyon ProductionsIntérpretes: Pen Medina, Angel Aquino, Joel Torre, Ronnie Lazaro y Lui Manansala

Esta obra épica sigue la evolución de una familia de campesinos durante los años del régimen dictatorial de Marcos, entre 1971 y 1987. La familia Gallardo vive en un pueblo de la selva y durante generaciones ha subsistido gracias a su trabajo en el campo, hasta que el mundo exterior interfiere en sus vidas. Diaz recoge el gusto local por la acción, la ultraviolencia y el melodrama en una historia que recoge acontecimientos históricos junto a largas escenas de la vida cotidiana de los protagonistas, todo ello acompañado de interludios musicales, culebrones radiofónicos e imágenes documentales. Una saga rodada a lo largo

de nueve años que justifica plenamente sus diez horas de metraje y en la que vemos crecer y madurar a sus interpretes de tal manera que, al llegar al final de la película, la peculiar forma de rodar de Lav Diaz revela su verdadera fuerza y originalidad.

Vídeos:

Memories of a Forgotten War Camilla Benolirao Griggers y Sari Lluch Dalena y Kawayan Films, 2002, color, v. o. s. e, 57 min. EEUU

En la década siguiente a la Guerra Hispano-Americana murieron más filipinos a manos de las tropas estadounidenses que a manos de los españoles durante los trescientos años de gobierno colonial: más de un millón de filipinos murieron entre 1899 y 1913. Este documental experimental sobre la Guerra Filipino-Americana de 1899 combina fotografías de archivo con material fílmico finisecular, vídeo digital y metraje de 16 mm para fabricar recuerdos de una historia olvidada. Una narradora filipina-americana contemporánea entreteje esta historia compleja a través de la historiografía, el documental experimental y el cine intercultural. Rodada en exteriores de Filipinas y editada en los Estados Unidos, la película fue producida por un equipo internacional de artistas mediáticos filipinos y norteamericanos.

En 1965 Ferdinand Marcos derrotó a Diosdado Macapagal en su lucha por la

reelección a la presidencia y cuatro años después fue reelegido presidente de

Filipinas. Si los primeros años de Marcos en el poder no fueron en exceso

conflictivos, el segundo mandato va a ser testigo de la devaluación del peso,

del incremento de la inflación, del aumento del desempleo y de los desórdenes

públicos. A este clima de inestabilidad social se unieron las revueltas de los

estudiantes, así como la acusación estadounidense sobre la malversación de

los fondos destinados al mantenimiento de las fuerzas filipinas en Vietnam. En

1972, el presidente impone la ley marcial y la suspensión de los derechos

civiles. En los años siguientes, Marcos y su esposa, Imelda, amasan una

inmensa fortuna fruto de su “dictadura conyugal”, cuya arbitrariedad,

despotismo y opulencia convirtió al adjetivo “imeldífico” en sinónimo de

exhibicionismo y ostentosidad. La otra cara de la realidad fueron las

sangrientas represiones, el Estado del miedo y la falta de libertades civiles,

pero también el surgimiento de un movimiento popular y crítico al sistema.

Imelda Ursula Hodel, 1998, DVD, color, v. o. 6 min. Suiza/EEUU

Impulsada por una banda sonora irónica y angustiosa, Hodel aparece sentada ante un aparador de calzado de marca. Viste sus brazos y piernas en diversas combinaciones, representándose a sí misma como una criatura obsesa y fetichista.

Imelda Ramona Diaz, 2003, DVD, color, v. o. s. e. 103 min. Filipinas

La mujer con tres mil pares de zapatos. O algo mucho más profundo. Un documental que estudia los mecanismos de construcción de la imagen pública de Imelda Marcos, la esposa del presidente filipino que en 1986 se vio obligado a abandonar el país tras la revuelta popular. Hasta ese momento la presencia de Imelda Marcos era obligatoria en la vida social del país y en todos los informativos televisivos. A partir de entrevistas con la propia Imelda, vídeos caseros, material original de la época e incluso una entrevista con el diseñador de la dama en cuestión, Ramona S. Diaz construye un retrato de un personaje controvertido, admirado y odiado a partes iguales. Imelda ganó el premio a la mejor fotografía en Sundance en 2003.

Filipinas, como gran parte de las naciones surgidas a raíz del colonialismo occidental, tiene su origen en una construcción política y no cultural. La llegada

de los españoles en 1521 y la posterior conquista y colonización, a partir de

1565, van a suponer la asimilación de un extenso territorio geográfico, con

diferentes etnias y grupos lingüísticos, dentro de un área geopolítica artificial y

colonial. De ahí que para los artistas filipinos contemporáneos el tema de la

identidad nacional, visto a la luz de los estudios culturales asociados a una

lectura poscolonial, devenga en fuente y motor de inspiración, reflexión y

crítica.

The Machine that Killed Bad People Steve Fagin, 1990, DVD, color, v. o. s. e., 100 min. EEUU

The Machine that Killed Bad People, la importante obra de Steve Fagin, examina la política norteamericana en Filipinas, el apoyo estadounidense a Ferdinand Marcos y las esperanzas

frustradas del régimen de Aquino a través del espectáculo posmoderno de los medios de comunicación globales y del invento de la historia. En su mezcla de performance y vídeos domésticos de Marcos, Fagin analiza la “irrealidad” de la política exterior norteamericana.

La religiosidad popular en Filipinas, único país de mayoría católica de Asia,

adquiere una dimensión difícil de encontrar en otras latitudes. La expresión del

catolicismo filipino debe entenderse como un todo sincrético en el que se

funden tradiciones del pasado animista prehispánico con los teleevangelistas

de origen norteamericano. El 85% del país abraza el catolicismo, mientras que

el resto de la población puede dividirse en tres grupos religiosos principales: el

Islam (7%), que se ha afianzado en el sur de Mindanao, la Iglesia ni Kristo (5%)

y la Iglesia Aglipayan (en torno al 1%); el 2% restante profesa el budismo, el

taoísmo y el animismo. La Iglesia ni Kristo (INK), con cinco millones de fieles,

ha crecido con fuerza gracias a sus estrictas prácticas de donativos; su postura

colectiva durante las elecciones la ha convertido en un poderoso bloque político

que con frecuencia es cortejado por los políticos aspirantes. Tras la caída del

régimen de Marcos se asistió a la proliferación de movimientos, de raíz

fundamentalista, formados por los llamados cristianos renacidos y por los

recién surgidos telepredicadores. Otra vertiente de la religiosidad popular es la

validez de los tabúes y la adhesión a supersticiones, comúnmente llamadas

creencias folclóricas, que tipifican una forma de vida animada por un sentido

del fatalismo y el temor a lo desconocido.

El Nazareno negro Sally Gutiérrez, 2006, DVD, color, v. o. 12 min. España

La procesión del Nazareno negro es una de las celebraciones religiosas más importantes de Filipinas. Miles de fieles de toda la ciudad de Manila peregrinan descalzos a la iglesia de Quiapo para redimir sus pecados tocando la figura del Nazareno negro. Decenas de imitaciones circulan durante la procesión pero sólo la figura original, que ha sobrevivido a terremotos e incendios a lo largo de los siglos, tiene un valor milagroso. Durante la procesión del mes de enero del 2006 hubo quinientos heridos, en su mayoría aplastados por la multitud. Dicha procesión es una muestra clara de cómo el sincretismo de las culturas existentes en el pasado y presente Filipino (malaya, china, española, norteamericana y diversas culturas indígenas) han formado una identidad singular, híbrida y posmoderna.

Más de ocho millones de filipinos trabajan o residen en cerca de 200 países,

con lo que contribuyen de forma vital a la economía de Filipinas. En la

actualidad, se estima que alrededor de 2.000 filipinos salen del país a diario en

busca de un trabajo en el extranjero. La emigración, por lo tanto, se ha

convertido en una cuestión de referencia a la hora de analizar el espíritu

colectivo de los filipinos. Los artistas, a menudo emigrantes ellos mismos, han

tratado con el fenómeno de la diáspora filipina como un proceso de negociación

continua en torno a la construcción de su propia identidad. La experiencia

poscolonial se vive dentro de un marco nacional desdibujado, con fronteras

difusas. Los artistas se integran en esta tierra desarraigada que hemos

convenido en llamar diáspora y, a la vez, se encuentran desintegrados de ella.

La identidad es nómada, voluble y cambiante, de ahí que todo intento

convincente de autoafirmación experimenten constantes revisiones y

adaptaciones. Cuestiones como la memoria, el lenguaje, la nostalgia o la

dificultad de adaptación forman parte de un vocabulario presente en toda

comunidad exiliada o emigrante. Los testimonios y las experiencias personales

son también la base con la que artistas como Ursula Biemann o Nick

Deocampo meditan sobre los aspectos inherentes al género y la orientación

sexual relacionados con la emigración en nuestra sociedad informatizada y

globalizada.

The Sex Warriors and the Samurai Nick Deocampo, 1995, DVD, color, v. o. s. e., 26 min. Filipinas

Una historia ingenua sobre un travesti filipino que trabaja en un centro de entretenimiento de Japón para poder mantener a su familia. Tragicomedia que refleja las relaciones geopolíticas que gobiernan Japón y las Filipinas, dos países históricamente unidos por una guerra brutal y actualmente entretejidos por una economía globalizada.

Writing Desire Ursula Biemman, 2000, DVD, color, v. o. s. e., 23 min. Suiza

Ensayo sobre cómo afecta al Primer Mundo la circulación global de los cuerpos del Tercer Mundo. Biemman propone una meditación sobre las desigualdades políticas, económicas y de género obvias en estos intercambios, y la búsqueda de la compañera dócil, tradicional y pre-feminista, implicando al espectador en nuevo voyeurismo repleto de consumo sexual.

Nina Rolmar Baldonado, 2003, 10 min., v.o.s.e., Australia

Nina sueña con ser una chica especial y conocer al hombre de sus sueños.Sin embargo, la vida para esta transexual filipina en Sydney es una historia de aislamiento y desplazamiento. Nina es un retrato verdaderamente valiente y conmovedor de Noni Benito que refleja cuatro años de vida en Australia a través de su viaje de transformación.

Publicaciones:

Noli Me Tangere es la obra cimera del patriota filipino José Rizal (1861-1896), en vida, uno de los españoles de ultramar más emblemáticos de la polémica historia de la dominación española. También uno de los personajes más controvertidos de su época. Fue patriota, poeta, escritor, médico, políglota, activista y rebelde, o filibustero, como se llamaba entonces en Filipinas a los rebeldes.

Más información: http://es.geocities.com/iberofilipino/Noli/NoliInt.html

Noli Me Tangere, está disponible en la mediateca de Casa Asia en Barcelona.

Más información:http://www.maeva.es/autor-63-Francisco_Sionil_Jose_.htm

Anochecer está disponible en la biblioteca de Casa Asia

*Comeperros, Jessica Hagedorn. Ed. Anagrama, 1993.

Jessica Hagedorn nació en Filipinas, hija de padres con descendencia tagala, española y alemana, y vivió allí hasta el comienzo de la adolescencia, cuando se trasladó con su madre a los Estados Unidos.

Comeperros, “Una novela sobre el encuentro de dos culturas, las Filipinas y América, la historia de sus ilusiones mutuas, su hostilidad y su ambiguo amor. Sin ningún género de dudas, una de las mejores novelas que he leído” (Robert Stone).

Comeperros resultó finalista del Nacional Book Award de 1990.

Comeperros está disponible en Casa Asia?

*Palacio de Malacañang: 200 years of a ruling house, Nick Joaquin  

Este libro está disponible en la mediateca de Casa Asia

*Yo te diré…La verdadera historia de los últimos de Filipinas: 1898-1998

Manuel Leguineche 

Yo te diré…Está disponible en la mediateca de Casa Asia

Anochecer se trata del primer libro de LA SAGA DE ROSALES, de Sionil José, considerado uno de los más importantes escritores filipinos en lengua inglesa, además de ser firme candidato al Premio Nobel de Literatura. Anochecer está ambientada en Filipinas en la década de 1880, y se trata de la historia de una familia de agricultores expulsados de su aldea, que intentan forjarse una nueva vida en un pueblo llamado Rosales. También es la historia de un país, Filipinas y de sus habitantes sometidos a la soberanía española.

*Tabaco. El imperio de los marqueses de Comillas, Ramón Vilaró

Tabaco está disponible en la mediateca de Casa Asia.

Publicación del Año Filipinas-España 2006, edición, producción y coordinación: Lola Balaguer.

Esta publicación está disponible en la mediateca de Casa Asia

Publicación dedicada a la exposición Filipiniana; de Juan Guardiola

Esta publicación está disponible en la mediateca de Casa Asia

Se trata de la historia novelada de una estirpe que hizo fortuna en la Barcelona de finales del siglo XIX, la de los marqueses de Comillas, iniciada por Antonio López y López. La familia se enriqueció con negocios como la banca, los ferrocarriles, la navegación comercial, la minería y, por último, el comercio del tabaco. Por las páginas de Tabaco desfilan desde los reyes Alfonso XII y Alfonso XIII hasta Antoni Gaudí, Mossèn Cinto o Eusebi Güell.

1898. España se hunde y Filipinas representa la última esperanza de un naufragio, que se desvanece lentamente... Manila, Cavite, Baler. Este libro es el intento de recoger sobre el terreno, con impresiones vivas y fuentes nuevas, la experiencia de hace cien años.Con el testimonio de los descendientes de quienes dieron su vida por una quimera al fin destruida en desigual batalla. Un documento histórico y humano que narra la trágica lucha de unos hombres, a miles de kilómetros de su país, contada por quien recorrió, palmo a palmo, el escenario de los últimos de Filipinas.