marx, k_(1958)_la ideología alemana - feuerbach

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    material. lo mismo ocurre con la produccin espiritual ta l

    y como se manifiesta en el lenguaje de la poltica de las le-

    yes de la moral de la religin de la metafsica etc. de

    un

    pueblo. Los hombres son los productores de sus representa-

    ciones de sus ideas etc. pero los hombres reales

    y

    ac-

    tuantes tal y como se hallan condicionados por un determi-

    nado desarrollo de sus fuerzas productivas

    y

    por el intercam-

    bio que a l corresponde hasta llegar a sus formaciones ms

    amplias. La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el

    ser consciente y el ser de los hombres es su proceso de vida

    real.

    si en toda la ideologa los hombres

    y

    sus relaciones

    aparecen invertidos como en una cmara oscura este fenme-

    no responde a su proceso histrico de vida como la inversin

    de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su

    proceso de vida directamente fsico.

    Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofa

    alemana que desciende del cielo sobre la tierra aqu se as-

    ciende de la tierra al cielo. Es decir no se parte de lo que

    los hombres dicen se representan o se imaginan ni tampoco

    del hombre predicado pensado representado o imaginado

    para llegar arrancando de aqu al hombre de carne y hueso;

    se parte del hombre que realmente acta y arrancando de

    sil proceso de vida real se expone tambin e l desarrollo de

    los reflejos ideolgicos

    y

    de los ecos de este proceso de vida.

    Tambin las formaciones nebulosas que se condensan en el

    cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su

    proceso material de vida proceso empricamente registrable y

    sujeto a condiciones materiales. La moral la religin la me-

    tafsica y cualquier otra ideologa

    y

    las formas de conciencia

    que a ellas corresponden pierden as la apariencia de su pro-

    pia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio

    desarrollo sino que los hombres que desarrollan su produc-

    cin material y su intercambio material cambian tambin al

    cambiar esta realidad su pensamiento y los productos de su

    pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida sino

    la vida la que determina la conciencia. Desde el primer punto

    de vista se parte de la conciencia como del individuo vivien-

    te; desde el segundo punto de vista que es el que correspon-

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    de a la vida real se parte del mismo individuo real viviente

    y se considera la conciencia solamente como

    su

    conciencia.

    este modo de considerar las cosas no es algo incondi-

    cional. Parte de las condiciones reales

    y

    no las pierde de

    vista ni por un momento. Sus condiciones son los hombres

    pero n vistos y plasmados a travs de la fantasa sino en su

    proceso de desarrollo real y empricamente registrable bajo

    la accin de determinadas condiciones. Tan pronto como se

    expone este proceso activo de vida la historia deja de ser

    una coleccin de hechos muertos como lo es para los empi-

    r is ta~ odava abstractos o una accin imaginaria de sujetos

    imaginarios como para los idealistas.

    All donde termina la especulacin en la vida real co-

    mienza tambin la ciencia real y positiva la exposicin de la

    accin prctica del proceso prctico de desarrollo de los

    Iiombres. Terminan all las frases sobre la conciencia

    y

    pasa

    ocupar su sitio el saber real. La filosofa independiente pier-

    de con la exposicin de la realidad el medio en que puede

    existir. En lugar de ella puede aparecer a lo sumo un com-

    pendio de los resultados ms generales abstrado de la consi-

    deracin del desarrollo histrico de los hombres. Estas abs-

    tracciones de por s separadas de la historia real carecen

    de todo valor. Slo pueden servir para facilitar la ordenacin

    del material histrico para indicar la sucesin en serie de sus

    diferentes estratos. Pero no ofrecen en modo alguno como la

    filosofa una receta o un patrn con arreglo al cual puedan

    aderezarse las pocas histricas. Por el contrario la dificul-

    tad comienza all donde se aborda la consideracin y orde-

    nacin del material sea el de una poca pasada o el del

    presente la exposicin real de las cosas. La eliminacin de

    estas dificultades hllase condicionada por premisas que en

    modo alguno pueden exponerse aqu pues se derivan siem-

    pre del estudio del proceso de vida real y de la accin de

    los individuos en cada poca. Destacaremos aqu algunas de

    estas abstracciones para oponerlas a la ideologa ilustrn-

    dolas con algi~nos jemplos histricos.

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    ses particulares que constantemente y de un modo real se

    enfrentan a los intereses comunes o que ilnsoriamente se

    creen tales, impone como algo necesario la interposirin

    plctica

    y el refrenamiento por el inters general ilusorio

    bajo la forma del Estado. El poder social, es decir, la fuerza

    de produccin multiplicada, que nace por obra de la coope-

    racin de los diferentes individuos bajo la accin de la di-

    visin del trabajo, se les aparece a estos individuos, por no

    tratarse de una cooperacin voluntaria, sino natural, no como

    un poder propio, asociado, sino como un poder ajeno, si-

    tuado al margen de ellos, que no saben de dnde procede ni

    a dnde se dirige y que, por tanto, no pueden ya dominar,

    sino que recorre, por el contrario, una serie de fases y etapas

    de desarrollo peculiar e independiente

    de

    la voluntad y de los

    actos de los hombres y que incluso dirige esta voluntad y

    estos actos. Con esta

    enajettacin ,

    para expresarnos en tr-

    minos comprensibles para los filsofos, slo puede acabarse

    partiendo de dos premisas

    prcticas.

    Para que se convierta en

    un poder insoportal~le , es decir, en un poder contra el que

    hay que siiblevarse, es necesario que engendre a una masa

    de la l~iirnanidactcomo absolutamente desposeda y, a la

    par con ello, en contradiccin con un mundo existente de

    riquezas y de cultura, lo que presupone, en ambos casos, un

    i n r i increniento de la fuerza productiva, un alto grado de

    sa desarrollo; y, de otra parte, este desarrollo de las fiierzas

    productivas (que entrafa ya, al misnio tiempo, tina existencia

    eniprica dada en un plano

    Itistrico-uiziversd,

    y no en la

    vitia puramente local de los Iionibres) constituye tambin,iinn

    premisa prctica absolutamente necesaria, porque sin ella

    slo se generalizara la

    escasez

    y, por tanto, con la

    pobreza,

    comenzara de nuevo, a la par, la lucha por l o indispensable

    y se recaera ~iecesariainentcen toda la inmiindicia anterior;

    y, adriiis, porque slo cstc ciesarrollo univrrsal de las fuerzas

    ]~-odurt ivas lleva coileigo un iiitercainbio

    iiniversal

    de los

    liornl~res,en virtud de lo cual, por una parte, el fenmeno

    de la niasa desposeda se produce simultneamente en to-

    dos los pireblos (competencia general), haciendo que cada

    iirio de e l l o dependa de las conmociones de los otros y, por

    ltimo, instituye a individuos

    histrico-urticersnles,

    emprica-

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    mente mundiales, en vez de individuos locales. Sin esto,

    1 O

    e1 conlunismo slo Ilegara a existir como fenmeno local;

    2.

    las mismas

    potenci s

    del intercambio no podran desarro-

    llarse como potencias

    univers les

    y, por tanto, insoportables,

    sino que seguiran siendo siiiiplcs circiinstancias supcrsti-

    ciosas de puertas adentro,

    y

    3. toda ampliacin del inter-

    cambio acabara con el comunismo local.

    El

    comunismo, empricamente, slo puede darse como la

    accin coincidente o simultnea de los pueblos dominaiites,

    lo que presiipoiie e l desarrollo universal de las fuerzas pro-

    ductivas

    y

    el intercambio universal qiie lleva aparejado.

    i,Ciiio, si no, podra la propiedad, por ejemplo, tener tina

    Iiistoria, rcrcsti r diferentes formas, la territorial,

    supongamos, segn las diferentes premisas existentes, presio-

    nar en Francia para pasar de la parcelacin a la centraliza-

    cin en pocos manos

    y

    en Inglaterra, a la inversa, de la con-

    centracin en pocas manos a la parcelacin, conio hoy real-

    mente estamos viendo?

    cmo explicarse que el comercio,

    que no es sino el intcrcamhio de los productos de diversos

    individuos

    y

    pases, llegue a dominar el mundo entero me-

    diante la relacin entre la oferta

    y

    la

    demanda --relacin

    que, como dice un economista ingls, gravita sobre la tierra

    como el destino de los antiguos, repartiendo con mano invi-

    sible la felicidad

    y

    la desgracia entre los Iionibres, creando y

    destruyendo imperios, aliimbrando pueblos

    y

    hacindolos des-

    aparecer-, mientras que, con la destriiccin de la base, de

    la propiedad privada, con la regulacin comiinista de la pro-

    duccin y la abolicin de la actitud en que los hombres se

    comportan ante siis propios productos como ante algo extra-

    o a ellos, el poder de la relacin de la oferta

    y

    la demanda

    se reduce a la nada

    y

    los Iiombres vuelven a hacerse dueos

    del intercambio. de la produccin y del modo de su mutuo

    comportamiento?

    Para nosotros, el comiinismo no es un

    est do

    que debe

    implantarse,

    u iden

    al que haya d e sujetarse la realidad.

    Nosotros llamamos comunismo a l niovimiento

    re l

    qne anula

    y

    supera

    a l

    estado de cosas actual. Las condiciones de este

    movimiento se desprenden de la premisa actualmente exis-

    tente. Por lo dems, la masa de los

    simples

    obreros -de la

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