marx, ayer y hoy - mario tronti

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MARX, AYER Y HOY 1 Nosotros no podemos hoy dejar de aceptar las afirmaciones marxistas fundamentales más de lo que un físico serio puede ser no-newtoniano, con la enorme diferencia de que en el campo de la sociología tendrán todavía que pasar varias generaciones antes de que pueda aparecer un Einstein. Éste no llegará antes de que la obra de Marx haya dado todos sus frutos históricos.” A esta conclusión llega Rudolf Schlesinger, tras haber recorrido la totalidad del pensamiento de Marx y del período histórico que ha sido caracterizado por éste. De esta conclusión es oportuno partir para avanzar ciertas consideraciones desordenadas previas: hipótesis de trabajo que habrá que profundizar y verificar. Y ante todo una premisa: una investigación que quiera retomar el discurso sobre la validez actual de algunas de las afirmaciones marxistas fundamentales debe confrontar a Marx, no con su tiempo, sino con el nuestro. El Capital deber juzgarse de acuerdo con el capitalismo actual. Así caerá de una vez por todas la ridícula banalidad pequeño-burguesa en virtud de la cual la obra de Marx es producto y explicación, conjuntamente, de una sociedad de pequeños productores de mercancías. Esta es una tesis fundamental de Marx: que, dada la organización social del capitalismo, el propio proceso histórico efectúa siempre un procedimiento lógico de abstracción, que priva al objeto de todos los elementos casuales, ocasionales, inmediatamente subsumidos por su presencia contingente, para 1 Mondo nuovo, 1 (1962) 1

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ARBEITER UND KAPITALMario Tronti

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Page 1: Marx, Ayer y Hoy - Mario Tronti

MARX, AYER Y HOY1

“Nosotros no podemos hoy dejar de aceptar lasafirmaciones marxistas fundamentales más de lo que un físicoserio puede ser no-newtoniano, con la enorme diferencia deque en el campo de la sociología tendrán todavía que pasarvarias generaciones antes de que pueda aparecer un Einstein.Éste no llegará antes de que la obra de Marx haya dado todossus frutos históricos.” A esta conclusión llega RudolfSchlesinger, tras haber recorrido la totalidad del pensamientode Marx y del período histórico que ha sido caracterizado poréste. De esta conclusión es oportuno partir para avanzar ciertasconsideraciones desordenadas previas: hipótesis de trabajo quehabrá que profundizar y verificar.

Y ante todo una premisa: una investigación que quieraretomar el discurso sobre la validez actual de algunas de lasafirmaciones marxistas fundamentales debe confrontar a Marx,no con su tiempo, sino con el nuestro. El Capital deberjuzgarse de acuerdo con el capitalismo actual. Así caerá deuna vez por todas la ridícula banalidad pequeño-burguesa envirtud de la cual la obra de Marx es producto y explicación,conjuntamente, de una sociedad de pequeños productores demercancías.

Esta es una tesis fundamental de Marx: que, dada laorganización social del capitalismo, el propio proceso históricoefectúa siempre un procedimiento lógico de abstracción, quepriva al objeto de todos los elementos casuales, ocasionales,inmediatamente subsumidos por su presencia contingente, para

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descubrir después y valorizar los aspectos permanentes ynecesarios del mismo, los que lo señalan como un productoespecífico de una realidad histórica determinada y, por lo tanto,lo dotan de validez para todo el arco de existencia de estarealidad.

El proceso de desarrollo del capitalismo se encarga, élmismo, de simplificar la propia historia, hace cada vez máspura su propia naturaleza, se desprende de todas lascontradicciones no esenciales para descubrir aquellacontradicción de fondo, que al mismo tiempo lo revela y locondena. En este sentido el desarrollo capitalista es la verdaddel propio capitalismo: porque únicamente el desarrollocapitalista muestra al desnudo el secreto del capitalismo. Estesecreto, expresado desde el punto de vista burgués, se convierteen la máxima mistificación ideológica del capitalismo paratodos, al alcance de todos, y, por ello, en la máximaverificación del capitalismo mismo y, por consiguiente, en elinstrumento ideológico de su estabilización indefinida. Elmismo secreto, visto desde el punto de vista obrero, seconvierte en la más profunda comprensión científica de laverdadera naturaleza del capitalismo, mediante el análisis delos resultados últimos de su historia; se convierte, pues, en eldescubrimiento de la contradicción máxima del capitalismo y,por lo tanto, en el instrumento teórico de su próximadestrucción. Si es cierto que aquí, en la organización social delcapitalismo más desarrollado, debe producirse elenfrentamiento histórico decisivo entre la clase obrera y elcapital, es al mismo tiempo cierto que, sobre el mismo terreno,debe expresarse en la actualidad la lucha de clases entre teoríaobrera e ideologías burguesas.

Esta es también otra tesis fundamental de Marx: que el

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nivel más desarrollado explica el nivel más retrasado y no a lainversa; el capital explica la renta inmobiliaria y no a lainversa. En consecuencia, la verificación de un pensamiento seefectúa, no con el terreno social que aparentemente lo haproducido, sino con aquel que después lo ha superado: porquees precisamente éste el que en realidad lo ha producido. Así,Marx confrontaba a Hegel, no con la situación atrasada de laAlemania semifeudal, sino con los aspectos más avanzados dela Europa capitalista; y obligaba a Ricardo a ofrecer unarespuesta urgente a los problemas que la propia época leplanteaba. Así pues, el Marx de hoy no puede continuareternamente liquidando las cuentas con su vieja concienciafilosófica; debe, por el contrario, ponerse a prueba mediante unencuentro activo con la realidad más moderna del capitalismocontemporáneo: para comprenderlo y para destruirlo. Aquí sehalla en realidad el punto objeto de verificación y esta es laexigencia obrera que se impone. No resulta casual que, en laactualidad, mientras el pensamiento burgués construye novelasexistencialistas sobre la “alienación de la esencia humana”,deteniéndose extasiado ante algunas frases infelices de losManuscritos de París de 1844, no resulta casual, decíamos, queel pensamiento obrero vuelva a El Capital como modeloclásico de análisis científico del presente, en función de lalucha revolucionaria que quiere suprimirlo y superarlo.

En una aguda página de su libro, Michaud encuentra elcoraje para expresar con palabras una idea muy difundida a mijuicio, aunque sea en estado de confusa sensación: “lareaparición, en nuestra época, de una situación ideológica enciertos aspectos premarxista”. Ahora bien, ¿se puede afirmaresto? ¿Y en qué sentido puede afirmarse? La respuesta a estaspreguntas puede arrojar mucha luz sobre innumerables zonasde sombras.

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El pensamiento de Marx, como cualquier pensamientoauténticamente revolucionario, tiende a destruir aquello que yaexiste para construir en su lugar lo que todavía no existe. Noshallamos pues, ante dos partes, entre ellas distintas y entre ellasorgánicamente unidas, que componen este pensamiento. Unade ellas es la “crítica despiadada de todo lo que existe”: enMarx se ha expresado como el descubrimiento delprocedimiento mistificado del pensamiento burgués y, por lotanto, como desmitificación teórica de las ideologíascapitalistas. La otra es “el análisis positivo del presente”, quedel máximo nivel de la comprensión científica hace surgir laalternativa futura al mismo. La una es crítica de la ideologíaburguesa, la otra es análisis científico del capitalismo. En laobra de Marx, estos dos momentos se pueden captarlógicamente divididos y cronológicamente sucesivos: de laCrítica de la filosofía hegeliana del derecho público a ElCapital. Ello no quiere decir en absoluto que deban repetirsesiempre en esta división y en esta sucesión. Marx mismo,cuando observaba la economía política clásica y repasaba elcamino que le había llevado a descubrir, mediante el análisis,algunas relaciones generales abstractas, sabía con certeza queno había que repetir aquel camino; por el contrario, era precisopartir de estas abstracciones simples (la división del trabajo, eldinero, el valor) para llegar posteriormente de nuevo “alconjunto viviente”; la población, la nación, el Estado, elmercado mundial. Análogamente, hoy, una vez adquirido elpunto de llegada de la obra de Marx -El Capital-, es precisotomar éste como punto de partida; una vez llegados al análisisdel capitalismo, hay que partir de nuevo de este análisis.Entonces, la investigación sobre algunas abstraccionesdeterminadas (el trabajo alienado, las modificacionesproducidas en la composición orgánica del capital, el valor enel capitalismo oligopolístico) debe constituir el punto de

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partida para llegar de nuevo al nuevo “conjunto viviente”: elpueblo, la democracia, el Estado político del neocapitalismo, lalucha de clases internacional. No resulta casual que éste hayasido el camino de Lenin: de El desarrollo del capitalismo enRusia a El Estado y la revolución. No por casualidad, toda lasociología burguesa y todas las ideologías reformistas delmovimiento obrero siguen el camino inverso.

Todo esto, sin embargo, todavía no basta porque si se captael carácter específico que debe asumir hoy el análisis delcapitalismo, es preciso captar simultáneamente el carácterespecífico que hoy debe asumir la crítica de la ideología. Yaquí conviene partir de un presupuesto preciso, efectuando unode esos forzamientos tendenciosos que constituyen unacaracterística positiva de la ciencia de Marx, estímulo paranuevos pensamientos e intervención activa en la lucha práctica.Ahora, el presupuesto es éste: que una ideología es siempreburguesa: porque es siempre un reflejo mistificado de la luchade clases sobre el terreno del capitalismo.

El marxismo ha sido concebido como “ideología” delmovimiento obrero. Aquí hay un error de fondo. Y ello porquesu punto de partida, su acto de nacimiento, ha sidoprecisamente la destrucción de toda ideología mediante lacrítica destructiva de todas las ideologías burguesas. Unproceso de mistificación ideológica es posible, de hecho,únicamente en la sociedad burguesa moderna: ha sido y siguesiendo el punto de vista burgués sobre la sociedad burguesa.Y cualquiera que ha abierto una sola vez las primeras páginasde El Capital ha podido constatar que este proceso noconstituye un proceso de pensamiento puro que la burguesíaconscientemente escoge para enmascarar el hecho de laexplotación, sino que constituye el proceso mismo, real,

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objetivo, de la explotación, es decir, el mecanismo mismo deldesarrollo del capitalismo en todas sus fases.

Por esta razón, la clase obrera no tiene necesidad de una“ideología” propia. Porque su existencia como clase, es decir,su presencia como realidad antagonista a la totalidad delsistema del capitalismo, su organización en claserevolucionaria, no la liga al mecanismo de este desarrollo, lahace independiente y contrapuesta al mismo. En este sentido,cuanto más avanza el desarrollo del capitalismo, tanto más laclase obrera puede hacerse autónoma del capitalismo; cuantomás se perfecciona el sistema, tanto más la clase obrera debedevenir la máxima contradicción dentro del sistema, hasta elpunto de hacer imposible la supervivencia del mismo yposible, y por lo tanto necesaria, la ruptura revolucionaria quelo liquide y lo supere.

Marx no es la ideología del movimiento obrero: es suteoría revolucionaria. Teoría que ha nacido como crítica delas ideologías burguesas y que debe vivir cotidianamente deesta crítica: debe continuar siendo la “crítica despiadada detodo lo que existe”. Teoría que ha llegado a constituirse comoanálisis científico del capitalismo y que debe nutrirse en todomomento de este análisis, que debe, en ciertos momentos,identificarse con éste, cuando se trata de recuperar el terrenoperdido y de colmar el vacío, la distancia que se ha producidoentre el desarrollo de las cosas y la puesta al día y laverificación de la investigación y de sus instrumentos. Teoríaque vive únicamente en función de la práctica revolucionariade la clase obrera, que ofrece armas a su lucha, que elaborainstrumentos para su conocimiento, que identifica y aumentalos objetivos de su acción. Marx ha sido y sigue siendo elpunto de vista obrero de la sociedad burguesa.

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Pero entonces, si el pensamiento de Marx es la teoríarevolucionaria de la clase obrera, si Marx es la ciencia delproletariado, ¿a partir de qué fundamentos y por qué vías, almenos una parte del marxismo se ha convertido en unaideología populista, en un arsenal de banales lugares comunespara la justificación de todos los compromisos posibles en elcurso de la lucha de clases? Aquí la tarea del historiadoradquiere proporciones enormes. No obstante, resulta evidenteeste simple hecho: que si la ideología es parte, es articulaciónespecífica, históricamente determinada, del mecanismo mismode desarrollo del capitalismo, aceptar esta dimensión“ideológica” -construir la ideología de la clase obrera- noquiere decir otra cosa que el movimiento obrero ha llegado aser él mismo, en cuanto tal, parte, articulación pasiva deldesarrollo capitalista; ha experimentado un proceso deintegración dentro del sistema, proceso de integración quepuede tener varias fases y varios niveles, pero que de todosmodos tiene la misma consecuencia de provocar fases diversasy diversos niveles -es decir, formas diferentes- de esa prácticareformista, que acaba por parecer en la actualidad,aparentemente, implícita en el concepto mismo de claseobrera. Si la ideología en general es siempre burguesa, unaideología de la clase obrera es siempre reformista: y elloconstituye el modo mistificado a través del cual se expresa y almismo tiempo se destruye su función revolucionaria.

Si esto es cierto, de ello se desprende que el proceso dedesmitificación debe pasar en la actualidad al interior mismodel marxismo, debe expresarse también como proceso dedesideologización del marxismo. Y hablo aquí de marxismo,no de la obra de Marx; porque sobre esta última el discurso quehay que hacer es muy distinto. Hay, por supuesto, un trabajo decrítica interna de la propia obra de Marx, de separación y de

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elección de algunas grandes direcciones que aparecen en lamisma. Hay que captar y valorar los puntos en que lageneralización científica se ejercita al máximo nivel y donde,por consiguiente, el análisis del capitalismo adquiere todo elsentido poderoso de una comprensión dinámica del sistema,que individua y juzga las tendencias de fondo quecontinuamente lo modifican y lo revolucionan desde suinterior. Y hay que aislar y rechazar, por otro lado, aquellaspartes en las que el tipo de generalización desde el punto devista científico parece que no se ve coronado por el éxito ydonde, por lo tanto, se generalizan inmediatamente datosparticulares y es, en consecuencia, un estadio particular dedesarrollo del capitalismo el que acaba por asumir los ropajes,la figura alegórica del capitalismo en su conjunto. Esta críticainterna, sin embargo, que representa en un cierto sentido laautocrítica de Marx, es algo distinto del trabajo dedesmitificación de algunas teorías marxianas. Este últimoaspecto no se refiere a la obra de Marx: se refiere a una ciertaparte del marxismo.

Nos hemos habituado en la actualidad a hablar con ironía ycon desprecio del marxismo vulgar: también esto lo hemosaprendido de Marx. Es conocido el juicio diverso y la diversaactitud que Marx expresaba respecto a la economía políticaclásica, en comparación con la que él mismo denominabaeconomía vulgar. Constituye un mérito de la economía clásicael esfuerzo de reconducir, mediante el análisis, las diferentesformas de la riqueza a su unidad intrínseca, privándolas de lafigura en las que coexisten independientemente la una de laotra: aquella quiere comprender la íntima conexión de loshechos, liberándolos de la multiplicidad de las formasfenoménicas. Procediendo de ese modo, y aun efectuando unproceso específico de mistificación, la economía política

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clásica logra mantener el paso con el desarrollo real de losantagonismos sociales y, por lo tanto, con el nivel objetivo delas luchas de clases implícitas en la producción capitalista.Existe, sin embargo, en el interior de la economía política -o,mejor, aparece en un cierto punto de su desarrollo- un elementoque representa en la misma “la simple reproducción delfenómeno” como simple representación del mismo: y éste es suelemento vulgar, que, en un cierto punto, se separa y se aísladel resto como exposición particular de la economía engeneral. Cuanto más avanzan las contradicciones reales,cuanto más compleja se hace su reproducción en el ámbito delpensamiento, cuanto más fatigoso y difícil se hace el análisis enel ámbito de la ciencia, tanto más se contrapone ese elementovulgar a todo este trabajo, como un elemento autónomo ysustitutivo del mismo, “hasta el momento en que no encuentrasu mejor expresión sino en una compilación doctamentesincrética y clásica carente de carácter”; la economía vulgardeviene entonces cada vez más apologética e “intenta eliminarcon chácharas” todos los pensamientos contradictorios en losque se expresan las contradicciones reales. Cuando se leenestas páginas de Marx y se piensa en el marxismo vulgar, unose halla tentado de concluir: todo ha sido dicho.

Hay que añadir, sin embargo, algo esencial. Si es cierto quela mistificación ha alcanzado hoy a las raíces mismas delmarxismo y si es cierto que existen razones objetivas que hanguiado y que guían este proceso de vulgarización, entonces latarea más urgente es aislar estas razones objetivas, es fijar lascausas materiales fundamentales, no únicamente paraconocerlas, sino para combatirlas. Sobre este punto es precisoser claros. No se trata de una lucha en el ámbito de la simpleteoría. No se trata de oponer una neoescolástica de marxistaspuros a la vieja academia de los marxistas vulgares. Es

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necesario llevar la lucha a la realidad: concebir esta tareateórica como un momento de la lucha de clases. Una vezaceptada la necesidad de esta depuración, digámoslo así,marxiana del marxismo; una vez reconquistado ese nivelcientífico del análisis del capitalismo, que debe aplicarse en laactualidad a toda la complejidad de los fenómenosinternacionales; una vez recuperada y de nuevo verificada esaunidad científica del pensamiento de Marx, que se expresa enla unidad orgánica de economía y sociología, de teoría políticay de lucha práctica -desde aquí, desde este punto, es precisopartir de nuevo o, mejor todavía, desde este punto es precisosaltar: y volver a encontrar las fuerzas reales que deben guiareste proceso, las causas objetivas que necesariamente loproducen, las razones materiales que harán, de nuevo, de lateoría misma una fuerza material-.

Nunca quizá como en la actualidad resalta en toda suverdad la tesis leninista: que no existe movimientorevolucionario sin teoría revolucionaria. Cuando se oyeexpresar por parte de todo el mundo la exigencia de ver y decomprender la perspectiva estratégica de la revolución, másallá de la ciega táctica del día a día, entonces se comprende quéenorme es hoy esta necesidad de teoría que abarca a todo elarco de las fuerzas antagonistas al sistema capitalista y rompeeste arco en un punto decisivo, contribuyendo así a mantenerdivididas esas fuerzas, tanto como la teoría misma podríacontribuir a unirlas y a homogeneizarlas. Nunca como hoy, sinembargo, es cierto también lo contrario: que la teoríarevolucionaria no es posible sin movimiento revolucionario. Elpropio teórico, por lo tanto, debe proceder a todo un trabajopráctico de redescubrimiento y de reorganización de las únicasfuerzas auténticamente subversivas que viven dentro delcapitalismo: debe volver a tomar conciencia de su existencia y

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contribuir a dar forma materialmente organizada a la instanciarevolucionaria que se expresa objetivamente en esa existencia.En el límite, el proceso de desmitificación del marxismo no esposible sin poder obrero. En realidad, el poder obrero -laorganización autónoma de la clase obrera- constituye elproceso real de la desmitificación, porque es la base materialde la revolución.

En este sentido, el principal objetivo polémico del Marx dehoy no puede ser ya la Vulgärökonomie, ni siquiera bajo laactual forma del marxismo vulgar. Porque el marxismo vulgartiene como presupuesto y como resultado conjuntos esta otraforma actual: la Vulgärpolitik del movimiento obrero. Espreciso luchar contra esta política vulgar. Los modos de estalucha, sin embargo, deben elegirse cuidadosamente; y en losmodos de la misma no se puede agotar la tarea de los marxistascontemporáneos. Se trata de un principio obvio, aun cuando hasido con frecuencia mal interpretado: la crítica interna almovimiento obrero debe expresarse siempre como luchaexterna contra el enemigo de clase, y, por lo tanto, la críticainterna al marxismo debe expresarse ante todo como luchacontra el pensamiento burgués. En la actualidad, porconsiguiente, la crítica destructiva de todas las ideologíasneocapitalistas debe constituir el punto de partida necesariopara llegar, de nuevo, a la crítica de toda ideología, incluida latotalidad de las ideologías reformistas del movimiento obrero.Hemos visto, sin embargo, cómo en la actualidad el análisisdel capitalismo debe preceder, de algún modo, a la crítica dela ideología, en el sentido de que debe fundarla. Así podemosdecir que hoy el análisis positivo del presente -y, por lo tanto,la elaboración teórica de las perspectivas de fondo de la luchapráctica y el redescubrimiento y la reorganización de lasfuerzas materiales que deben sostenerla- debe necesariamente

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preceder y fundamentar la destrucción negativa de todas lasmistificaciones ideológicas y políticas.

Se puede entonces concluir del siguiente modo: la situaciónideológica de hoy es quizá premarxista, pero con la diferenciade que la situación teórica es quizá preleninista. Quiero decirque no se trata hoy de recomenzar el camino desde antes deMarx, ni de retomarlo después de Lenin. Se trata quizá -ydigo esto de modo conscientemente provocador- de dar denuevo el salto de Marx a Lenin. Del análisis del capitalismocontemporáneo llegar a elaborar la teoría de la revoluciónproletaria a partir del capitalismo moderno. La revoluciónobrera -con todos sus instrumentos- debe devenir, de nuevo yen concreto, el programa mínimo del movimiento obrero. Yauna vez la clase obrera ha reencontrado a Marx a través deLenin: el resultado ha sido la Revolución de Octubre. Cuandoesto se repita, en el mundo sonarán para el capitalismo, diríaMarx, las campanas a muerto.

Este texto pertenece al libro Obreros y Capital, Mario Tronti. Sereproduce aquí el capítulo I de la obra.

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