marx (antropología)
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Teoría del hombre de marxTRANSCRIPT
4.-Antropología (psicología)
Como señala Henri Lefebvre, Marx no estuvo de acuerdo ni con la antropología
idealista ni con la empirista (ni siquiera con la de Feuerbach) y, mucho menos, con la imagen
que del hombre presentaba la teoría liberal económica:
a) Marx acusa a la economía política de que convierte al trabajador en una
simple bestia de trabajo reducida a las más estrictas necesidades vitales
b) critica a
Feuerbach que conciba la
“actividad teórica” como la
auténticamente humana,
descuidando la “actividad
práctica” (praxis) y le acusa
de concebir la naturaleza
humana de un modo abstracto (es decir, de concebir al
individuo desvinculado de su historia, su entorno y sus relaciones sociales)
En su obra “La ideología alemana” (en la
que precisa los conceptos claves del
materialismo histórico) también expone
las claves de un nuevo humanismo,
anclado en las relaciones sociales de
producción que se establecen a lo largo de
la historia:
“tan pronto como se expone
este proceso activo de vida, la historia deja de ser una
colección de hechos muertos, como lo es para los empiristas, todavía abstractos, o
una acción imaginaria de sujetos imaginarios, como para los idealistas…”
Por eso, la existencia humana es esencialmente histórica y natural y no se puede
concebir la naturaleza humana sin la historia de sus procesos de producción y desarrollo (es
decir, económicos).
Esta idea articulará el llamado “humanismo” de Marx: un humanismo que será,
sobre todo, una crítica al humanismo burgués que tiene su base en la ciencia y en la filosofía
idealista y que legitima la explotación capitalista. Al mismo tiempo, el “humanismo” de Marx
exige una lucha teórica y práctica por implantar en todas las sociedades el nuevo tipo de ser
humano (autónomo, libre y liberado de “ideologías” y alienaciones).
El “humanismo marxista” es un humanismo liberador y crítico y un “antihumanismo”
frente al falso ideal individualista y cosificador del capitalismo.
MARX
(humanismo marxista)
Hombre:
-autónomo
-libre
-liberado de idelogías
-no alienado
Filosofía idealista:
- individualismo
- libre
- intelectualismo
-falso ideal individualista
-abstracto (irreal)
-cosificación (o animalización)
Para Marx, el género humano es una especie animal como las demás, aunque
dotada de una extraordinaria capacidad que es única: la posibilidad de transformar el mundo
mediante el trabajo. En su opinión, la naturaleza no es algo exterior al hombre, sino que forma
parte de él mismo como “actividad sensorial”, como actividad práctica.
La vida humana lo es mediante el trabajo: el hombre se realiza como tal mediante el
trabajo, mediante la actividad que consiste en la transformación de la naturaleza y,
consecuentemente, de la sociedad y de sí mismo.
Podemos resumir en cuatro afirmaciones o tesis generales la concepción marxista de
la naturaleza humana:
1.-El hombre es un ser natural en construcción. En cuanto ser natural es
semejante a los animales: es un ser de necesidades (pasivo) y de fuerzas vitales (activo).
En cuanto “ser en construcción”, su naturaleza, su ser, no está acabado: el hombre tiene que hacerse a sí mismo, tiene que realizarse progresivamente y el marco de su
realización es la historia.
[En efecto, “el hombre es inmediatamente ser natural”; mas no sólo ser
natural, “sino ser natural humano”. Es decir, el hombre, en cuanto ser natural, es
semejante a los animales, y está dotado de fuerzas vitales y activas pero también es un
ser pasivo (en un doble sentido:
• tiene necesidades
• está referido a los objetos reales y es, él mismo, un objeto
para cualquier otra realidad o ser)
Hay que hablar, pues, del “naturalismo” del ser humano. Pero, en cuanto “ser
natural humano” el hombre no es mera naturaleza, fija y dada sino que tiene que
hacerse en su ser y realizarse. En cuanto ser natural humano “el hombre tiene su acto
de nacimiento, la historia”: “la historia es la verdadera historia natural del hombre en
la que se lleva a cabo la conversión de la naturaleza en hombre”]
2.-El hombre es un ser activo, práctico, siendo la actividad productiva, el
trabajo, su actividad fundamental. Lo esencial del hombre no es la actividad
especulativa sino la praxis, mediante la que se relaciona con la naturaleza y con los
demás hombres.
De esta manera “la Naturaleza” aparece como la obra y la realidad del
hombre, más aún, “como el cuerpo inorgánico del hombre”.
[El trabajo constituye la esencia del ser humano. O, mejor que el trabajo, la
producción entendida como “actividad práctico-productiva” (praxis1). Es la
producción lo que distingue originariamente al ser humano de los animales y no otra
cosa: “El hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que
comienza a producir sus medios de vida”.
Así, la praxis aparece en todas las expresiones de la vida humana:
� mediante la praxis desarrolla y realiza el hombre su ser en
la historia, transformando la naturaleza
� la praxis configura la totalidad de la vida social
� en la praxis encuentra fundamento el problema del
conocimiento, el sentido y el valor de la teoría: la utilidad]
3.-“La naturaleza del hombre consiste, pues, en la producción de su vida”.Esta producción (su vida) se constituye en una doble relación:
o con la naturaleza (relación natural)
o con los otros hombres, con la sociedad (relación
social) En efecto, “el ser de los hombres es su proceso de vida real”.
4.-El hombre es un ser social. Igualmente, por el trabajo, por la praxis, el
hombre construye la sociedad y entra en relación con los demás hombres de tal manera
que “la esencia humana no es algo abstracto e inherente a cada individuo; es, en
realidad, el conjunto de las relaciones sociales”.
1 La praxis, como actividad práctico-productiva presenta, pues, un doble aspecto: práctico, es decir,
moral o ética; y productiva, es decir, relativa a la producción de “bienes”.
En definitiva, para Marx no existe una esencia humana en general: el hombre se hace
a sí mismo, a través de su praxis, a través de la historia, en la sociedad y transformando la
naturaleza. El trabajo (la praxis o actividad práctico-productiva) pone al hombre en
relación con la naturaleza y con los demás hombres.
Esta consideración del hombre como ser activo le lleva a Marx a analizar la historia
y, al hacerlo, se encuentra con una organización económica determinada que hace que, de
hecho, el hombre no se realice mediante el trabajo sino que se “desrealice”, se “niegue”, se
“extrañe”, en una palabra, “se aliene”.
Ya hemos dicho que el pensamiento marxista supone una voluntad de transformación
social. Para que esta transformación sea posible es necesario denunciar las injusticias e
incoherencias de la realidad. Así lo hizo Marx, quien consideró que el miserable estado de gran
parte de la humanidad se debía a las relaciones de producción propias del capitalismo, ya que
éste supone una organización del trabajo en la que el hombre no se realiza sino que se aliena.
Marx recoge el término “alienación2” (enajenación) de Hegel y Feuerbach. Ahora
bien:
2 Alienación (de ‘alienus’, otro): desposesión, hacerse otro o extraño. No estar en posesión de sí
mismo ni de lo que es, en verdad, su propiedad. Transferir a otro algo propio de modo que, por
virtud de dicha transferencia, lo que es propiedad y producto de uno es apropiado por otro, que disfruta así de dicho producto. Al término “alienación” puede encontrársele un triple origen:
1.-económico: según el cual “alienación” significa la transmisión de una propiedad de una
persona a otra
2.-jurídico: significa la transferencia que un individuo hace de su libertad a la sociedad
3.-teológico: acción por la que Dios crea y produce el mundo.
a) si entendemos la enajenación en tanto que expresa la estructura o naturaleza
activa, relacional y productiva del sujeto por el que éste se exterioriza y en esta acción
expresiva, productiva y transformadora el sujeto se desposee, al menos, de su fuerza de
producción o trabajo, en este sentido, decimos que la alienación es insuperable (ya que encierra
y expresa la misma naturaleza del ser humano) y, por tanto, no encierra ninguna connotación
negativa
b) pero, la situación en que el resultado de la acción productiva y transformadora del
ser humano no le pertenece, no es considerada y usada como suya, sino que deviene propiedad
de otro (aliud) y al sujeto activo-productivo le resulta extraña, esa situación es designada con el
término de alienación y Marx usará este concepto para referirse a cualquier situación en que el hombre quede desposeído de algún aspecto esencial de sí mismo: su trabajo, su conciencia,
etc., aspectos que acaban convirtiéndose en algo ajeno e independiente al propio sujeto.
Es decir, para Marx, el término alienación adquiere un sentido peyorativo de “estar
extrañado o fuera de sí mismo”. En el fondo, estar alienado significa no identificarse ni
reconocerse a sí mismo, ni con aquello que nos define y es sinónimo, por tanto, de
deshumanización. Se produce alienación cuando el trabajador no se siente reconocido ni
valorado, ni siente que aquello que realiza es realmente suyo.
Tema
13 Marxismo y positivismo Imagen 2 HISTORIA DE LA FILOSOFÍA - 2º BACHILLERATO
Para Marx
El ser humano se hace a sí mismo
es un ser activo
construye la sociedad a través del trabajo
pero
El ser humano está alienado
con respecto a
El producto de su trabajo
Su propia actividad
La naturaleza
Los otros seres humanos
Sólo el comunismo permitirá la eliminación de todas las
alienaciones y la humanización del ser humano
con la abolición de la propiedad privada
LA ALIENACIÓN
El término alienación, así pues, se refiere fundamentalmente al ámbito económico;
pero también es aplicado a los ámbitos social, religioso y político, todos ellos expresión de la
fundamental alienación económica. Las formas de la alienación humana en la sociedad
capitalista son:
a) alienación económico-social
b) alienación jurídico-política
c) alienación filosófico-religiosa
En cualquier caso, la alienación supone o requiere: a) una dualidad de elementos, b) la acción de uno de
ellos (sujeto) por la que se pone en relación con el otro, c) estado o situación en que el polo activo-
productivo se encuentra con respecto al polo que recibe la acción transformadora.
A) Alienación económico-social
Es el tipo de alienación fundamental, es
una alienación estructural de la sociedad
capitalista (o del modo de producción
capitalista-burgués). En efecto, es en el trabajo
donde el hombre debería realizarse como tal ya
que el ser humano consiste en su acción
productiva (social y natural). El trabajo, por tanto,
se convierte en una necesidad pero también en
una forma de humanización, ya que posibilita la
realización personal. Pero en las condiciones de
producción capitalista (condiciones de trabajo
asalariado) sucede exactamente todo lo contrario:
el trabajo no realiza, sino que desposee y aliena.
Y es que en el sistema económico liberal el trabajo se convierte en un instrumento de
explotación. Lo que se produce es la alienación económica del hombre en una cuádruple
dimensión:
� el hombre está alienado respecto del producto de su trabajo: éste es la
“objetivación” de su trabajo pero en cuanto éste ha sido creado se ve privado de él y
aparece ante el trabajador como un ser extraño al que él no posee ni domina. Es
“algo” que ya no le pertenece al trabajador, que no es suyo. El trabajador no se
reconoce en aquello que crea, porque no le pertenece.
Además, este producto del trabajo se coloca frente al trabajador como enemigo ya que,
transformado en “capital” de otros pasa a ser el instrumento de explotación de su fuerza de
trabajo. En efecto, “cuantos más objetos produce el trabajador, tanto menos alcanza a poseer, y
tanto más sujeto queda a la dominación de su
producto, es decir, del capital”: cuanto más
crece el capital como consecuencia del trabajo
del obrero, más se coloca frente a él en cuanto
amo, y tanto más tiene que aceptar el obrero
sus condiciones. Paradójicamente, el obrero
fabrica el medio de su opresión: “de este
modo la miseria del obrero está en razón
inversa de la potencia y magnitud de su
producción: cuanta más riqueza crea el
trabajador más pobre se vuelve él; cuanto
más valor cobra el mundo de las cosas, más
se desvalorizan los seres humanos”.
� el hombre está alienado en el acto mismo de la producción, es decir, respecto de
su propia actividad (o acto de trabajar): el trabajo no pertenece al obrero sino a
otro (al capitalista que le da trabajo) y, por tanto, “cuando está en él no se pertenece
a sí mismo sino a otro”, “se cosifica (o reifica)”. Surge así la paradoja del trabajo
alienado:
[El obrero] “en su trabajo no se afirma sino que se niega; no se siente feliz,
sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual sino que
mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en
sí fuera del trabajo y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no
trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es así voluntario,
sino forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad sino solamente un
medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. De esto resulta que el
trabajador sólo se siente libre en sus funciones animales, en el comer, beber,
engendrar… y en cambio, en sus funciones humanas se siente como animal. Lo
animal se convierte en lo humano y lo humano se convierte en lo animal”.
(Manuscritos).
En efecto, la propia actividad que realiza desposee al trabajador de sí mismo porque es un acto
que se le impone y que tiene lugar en condiciones infrahumanas en el sentido de que el
trabajador no tiene posibilidad de desarrollar
sus capacidades intelectivo-espirituales porque
pasa a ser una pieza más del complejo
engranaje productivo y, el hombre se hace así
una “cosa” más.
El obrero se siente sometido a “trabajo
forzado”, pero no en el sentido bíblico, sino
como consecuencia del sistema productivo, que
ha convertido a la fuerza humana en una
mercancía más: en el sistema capitalista todo
está sometido a la ley de la oferta y de la
demanda, incluso el trabajo humano. El
excedente de mano de obra determina que el trabajo del obrero se valore muy por debajo de su
valor real; esto se traduce en unos salarios irrisorios que lindan con el nivel de subsistencia, o
sea, el mínimo suficiente para que el trabajador se mantenga vivo y siga trabajando.
De este modo, la alienación conduce a la cosificación o reificación del obrero, es decir, a verse
reducido a una cosa o mercancía más, que vale un salario y que es tanto más barata cuantas más
mercancías produce
� el hombre está alienado respecto de la Naturaleza: que, en lugar de ser “el cuerpo
inorgánico del hombre” aparece también como algo ajeno al trabajador, propiedad
de otro.
Esta alienación es resultado directo de las condiciones
económicas del trabajo alienado: el hombre utiliza la
naturaleza libremente eligiendo su actividad de acuerdo
con sus preferencias; de esta forma, la naturaleza permite
al hombre realizarse de una manera humana y ella misma
se desarrolla gracias al trabajo del hombre. Pero en el
sistema capitalista, el trabajador se ve apartado de la
naturaleza y, consecuentemente, no se realiza en ella,
considerándola, ante todo, como un “objeto de
explotación” y manteniendo una relación hostil con ella
� la alienación del hombre con respecto a los otros hombres: el hombre, a diferencia
de los animales, es capaz de trabajar no sólo para sí mismo y sus propias
necesidades sino también a favor de los
demás. Pero, en la sociedad capitalista o
burguesa se corta toda relación con la
Naturaleza y con la Humanidad: cada uno
trabaja para sí mismo (cubrir sus
necesidades) y el otro aparece como “el ser
extraño al que pertenecen la actividad y el
producto de la actividad”.
Todas las relaciones entre los hombres se constituyen,
según Marx, a través de los productos del trabajo y como
estos productos están alienados en la sociedad capitalista,
los hombres no pueden relacionarse en esta sociedad
como personas sino como explotadores y explotados.
Así, la familia, la escuela y todas las instituciones
sociales y políticas se encuadran en este tipo de relaciones de explotación y opresión.
Frente al obrero alienado está necesariamente el antiobrero, el no-obrero, el burgués
capitalista, que se identifica con su papel de no-obrero tan perfectamente como el obrero se
identifica y se pierde en su condición de obrero. Los dos grupos de hombres en que queda
dividida la humanidad, como consecuencia del trabajo alienado en la sociedad capitalista, son humanidad truncada, humanidad alienada, aunque la alienación posea un sentido inverso en
cada uno de los grupos.
En efecto, el trabajo alienado cosifica, reifica al obrero: lo convierte en una mercancía
más (el hombre se ve sometido a las leyes del mercado capitalista –la ley de la oferta y de la
demanda-). Marx considera que la propiedad privada (es decir, el capital), es la consecuencia
del trabajo alienado: y con ello, la escisión de la sociedad en dos clases sociales antagónicas (burguesía y proletariado). Sólo el comunismo (supresión de la propiedad privada) permitirá
la superación de todas las alienaciones y la humanización del hombre.
La alienación económica y social es la alienación fundamental. Y el carácter radical
de esta forma de alienación promueve las otras formas de alienación.
B) Alienación jurídico-política
En efecto, a la división de la sociedad en clases antagónicas (según se posean o no los
medios de producción) se le añade la división política entre “sociedad civil” y “Estado”.
El “Estado” es la representación ilusoria de la igualdad de los ciudadanos, producida
por una “sociedad civil” que, regida por el derecho de propiedad privada y las leyes económicas
liberales, se sustenta sobre las desigualdades y las luchas entre los distintos intereses
económicos. El “Estado” capitalista es también, en el fondo, un instrumento burgués al servicio
de la opresión del obrero: los desfavorecidos económicamente, además de soportar penurias
económicas, también se ven privados de su dignidad como personas y ciudadanos.
Esta forma de alienación está estrechamente vinculada con la ideología, en el sentido
de que segregan un conjunto de representaciones ideológicas que tienden a justificar y obnubilar
la situación real.
C) Alienación filosófico-religiosa
Como Feuerbach, Marx cree que la religión es una proyección del ser humano, pero
Marx encuentra la raíz de la religión, no en un sentimiento religioso, sino en la miseria y el
desgarramiento social. Los hombres, según Marx, tienen necesidad de la religión porque no son
felices.
La religión y el modo de existencia religioso no son, a juicio de Marx, constitutivos
del ser humano. Al contrario, la religión está en estrecha relación con la organización socio-
política y económica, a la que presta estabilidad y justificación ideológica, en la medida en que
la liberación que parece proponer no es de este mundo ni se lleva a cabo mediante la
transformación de la estructura social. La religión es un modo de existencia intrínsecamente
falseada, una forma de alienación cuyos caracteres3 son la resignación, la justificación
trascendente de la injusticia y miseria social, y la compensación en el cielo por la opresión
terrena.
La religión se presenta como el “opio” del pueblo, que vive alienado en un mundo al
revés: la religión es un medio potentísimo para mantener oprimida a la clase más desfavorecida.
La mera existencia de la religión es, para Marx, un síntoma de la miseria humana y una
denuncia contra dicha miseria.
Sólo la transformación práctica de las condiciones materiales de vida habría de acabar
con la aparente dimensión religiosa del ser humano.
Por lo que se refiere a la filosofía, ésta en tanto que un conjunto de representaciones,
conceptos e ideas también es una forma de alienación, con una peculiar fuerza ideológica. Y
ello por dos razones: porque sólo interpreta la realidad (es decir, se olvida de la dimensión
práctica del hombre) y, además, la interpreta falsamente (recordemos la crítica al idealismo
absoluto de Hegel).
En efecto, la nota característica de la historia de la filosofía es considerar a las ideas
desvinculadas de la praxis humana.
Estas parece que tienen vida propia:
que surgen de repente y se
desarrollan de acuerdo a una lógica
interna. Pero todo pensamiento es
un reflejo de la forma de pensar de
la clase dominante y que detenta el
poder económico-político: en este sentido, la filosofía es ideología. La tarea de la crítica
filosófica consiste precisamente en poner al descubierto estos intereses de clase.
Así, filosofía y religión presentan una dimensión particular de alienación en el ser
humano, la de la conciencia ideologizada, que completan su alienación.
En definitiva, la alienación encierra un sentido completamente negativo, no
necesario ni acorde con la naturaleza humana, sino consecuencia del modo de entender y organizar, por parte de una sociedad o época histórica determinada, las relaciones de
producción entre sus miembros. La alienación es negativa porque: a) impone una negación de la libertad del ser humano b) implica su deshumanización.
Por tanto, en cuanto que la alienación es una situación no natural sino histórica,
resultado de una determinada organización de la vida social y económica, Marx se impondrá
una doble tarea:
a) el estudio y conocimiento de la estructura socio-económica o modo de
producción (esto es, una teoría científica de la sociedad y, en último término, una teoría
3 En efecto, la creencia en un futuro celestial, donde todos los hombres serán iguales ante Dios, propicia
que los hombres se resignen ante las desigualdades e injusticias reales. La promesa de un más allá mejor
atenúa las ansias de transformación social y hace aceptables situaciones intolerables.
de la historia); esta sería una vertiente teórico-especulativa [y lo estudiaremos en el
apartado de “Política”]
b) la transformación práctica de la realidad social, encaminada a una mejor y
más plena realización del ser humano; esta sería la vertiente práctica
Acabaremos este apartado antropológico hablando sobre el “humanismo marxista”,
cuestión muy controvertida, y que asume un triple significado:
1.-el marxismo puede considerarse un humanismo en cuanto que promueve una crítica y
lucha contra la alienación del ser humano, que tiene como fin acabar con su explotación, con su
conversión en cosa y lograr su liberación. El humanismo marxista aboga por la libertad, la
racionalidad y el carácter personal del ser humano. En este sentido el marxismo mantiene el
ideal racional-ilustrado del hombre
2.-el marxismo es un humanismo en la medida en que niega la existencia de un ser
distinto y superior a la naturaleza y al ser humano, y establece la principalidad y autonomía del
hombre que, como ser natural, realiza y consuma sus potencialidades, desarrollando y
planificando la naturaleza. Por ello el humanismo marxista es ateo, niega la existencia de Dios y
afirma la primacía, suficiencia y autonomía del ser humano
3.-un humanismo de tipo “epistemológico” en cuanto el marxismo considera que el ser
humano es el principio científico-explicativo de la teoría de la historia. El pensador Louis
Althusser ha negado que el marxismo sea un humanismo en este aspecto.