martinica y guadalupe-historia y organización (1)

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ACHEEN, René; RIFAUX, Francis “Las antillas francesas: ensayo de interpretación sociohistórica” El Caribe Contemporáneo, No. 2, marzo-junio, 1980, pp. 71-104

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  • ACHEEN, Ren; RIFAUX, Francis

    Las antillas francesas: ensayo de interpretacin sociohistrica

    El Caribe Contemporneo, No. 2, marzo-junio, 1980, pp. 71-104

  • LAS ANTILLAS FRANCESAS: ENSAYO DE INTERPRETACION

    SOCIOHISTORICA

    Autores:

    Ren V. Acheen

    Francis R. Rifaux

    Traduccin: Raquel Sosa E.

    Las islas Martinica y Guadalupe constituyen en la actualidad las Antillas Francesas. Desde el

    comienzo de la colonizacin francesa de las Antillas (1635), estos territorios han estado

    siempre dominados por esa metrpoli, excepto algunos periodos cortos de dominacin

    inglesa, como consecuencia de las rivalidades entre las grandes potencias coloniales en los

    siglos XVII y XVIII. La integracin a la unidad francesa, en el curso de estos tres siglos y

    medio, ha sido al mismo tiempo total y progresiva. A partir de la llegada del colonizador,

    estas formaciones sociales fueron constituidas para satisfacer las necesidades expansionistas

    del capitalismo metropolitano. Al final del siglo XVII, y con el creciente desarrollo de la

    estructura latifundista de la economa de plantacin pura1, que trajo consigo la destruccin

    total del proceso de diversificacin y desarrollo autnomo en los primeros tiempos de la

    colonia, Guadalupe y Martinica perdieron "la determinacin histrica de regir su propio

    destino y fue ron incorporadas a las esferas metropolitanas de decisin"2.

    Por ltimo, a mediados del siglo XX (1948), con la departamentalizacin, la integracin del

    conjunto perifrico al centro metropolitano -que ya era total-, llega a ser incluso ms

    completa, con una mayor integracin econmica y la asimilacin a nivel poltico,

    administrativo, territorial y presupuestario. Habida cuenta de las tendencias

    ultracentralizadoras de la administracin francesa, conviene insistir sobre el carcter "total",

    "perfecto" de esta asimilacin, de esta integracin.

    1 Best, Lloyd A "Outlines of Model of Pure Plantation Economy", en Social and Economic Studies, Vol, 17, No. 3, septiembre 1968, pp. 283-326 2 Pierre-Charles, Grard, "Gnesis de las sociedades antillanas; la dominacin externa como molde histrico, en Problemas del Desarrollo, No. 17, Mxico, 1974, p. 57.

  • Las estructuras econmico-sociales de las formaciones sociales que estudiamos son

    necesariamente producto y reflejo de esta dominacin externa que, como dice Grard Pierre

    Charles3, ha sido un "molde histrico"

    Antes de abordar nuestro estudio, deben precisarse algunos elementos de orden general: las

    islas Guadalupe y Martinica estn aproximadamente en el centro del Arco Antillano, en la

    zona de transicin entre las Pequeas Antillas volcnicas y las Pequeas Antillas calcreas.

    Guadalupe -o ms exactamente el Archipilago Guadalupano (16 de latitud norte, 61 de

    longitud oeste} est formada por una porcin de la isla e islotes volcnicos (la Basse-Terre y

    Les Saintes) y por otra parte de la isla e islotes calcreos (la Grande-Terre, la Dsirade, Petite

    Torre y Marie-Galante). La superficie total de las islas de Guadalupe es de 1 780 km2. A las

    dos islas ms grandes y pobladas, la Basse-Terre y la Grande-Terre, las separa un estrecho

    brazo del mar. La poblacin total de Guadalupe es de 324 530 habitantes (segn el censo de

    1974).

    Martinica (14 36' 7" de latitud norte y 63 24' 44" de longitud oeste) es una isla volcnica

    con una superficie de 1 080 km2. Su poblacin en 1974 era de 324 832 habitantes.

    La distancia que separa a Martinica de las islas guadalupanas es de 160 km2. Entre las dos

    est la isla de Dominica, pas autnomo reincorporado a Inglaterra y que en principio obtuvo

    su independencia a fines de 1977.

    1. Clases y tensiones sociales en Martinica y Guadalupe durante el periodo esclavista

    (1650-1848)

    El papel desempeado por la dominacin externa ha sido determinante en el proceso

    gentico-evolutivo de las formaciones sociales dependientes de Martinica y Guadalupe. La

    creacin en las Antillas Francesas de un modo de produccin colonial, fueron realizadas por

    el capital comercial de la metrpoli colonial en la poca del capitalismo mercantil. As, las

    islas se convirtieron en apndices de la metrpoli, en unidades de produccin

    3 Ibdem

  • complementarias de la misma y se destinaron a procurarle productos tropicales, azcar en

    particular.

    El desarrollo ilimitado del monocultivo de caa de azcar en detrimento de la produccin de

    alimentos, la destruccin de la estructura agraria anterior (pequea explotacin de produccin

    de vveres) y el que se constituyeran grandes Plantaciones azucareras fueron hechos que

    deformaron las economas de Guadalupe y de Martinica; stas se convirtieron en zonas

    perifricas y dependientes, y les fue impuesta una organizacin que favoreca al centro en

    perjuicio de la periferia.

    Contrariamente a lo que ocurre en la misma poca en otros territorios del Caribe, en

    particular en las colonias espaolas, para las Antillas Francesas este proceso fue total y

    "acabado" desde el final del siglo XVII. Ello se debe a varios factores: gran desarrollo del

    capitalismo comercial en Francia, estrechez territorial de las colonias antillanas, baja

    densidad de la poblacin precolombina (lo que explica su rpida y casi total exterminacin),

    fuerte importacin de esclavos negros destinados a constituir la nica fuerza de trabajo.4

    De esta manera, la plantacin esclavista era prcticamente el nico sector de la economa de

    cada colonia. En verdad bien pudo existir aqu, como en otra parte, lo que Ciro F. Cardoso S.

    llama "una brecha campesina",5 es decir, un sector de produccin local destinado a lo que

    consumen los esclavos. Sin embargo, y debido a los factores sealados en el prrafo anterior,

    este sector de autoconsumo fue siempre muy reducido y tendi a restringirse a medida que se

    desarrollaba la produccin azucarera.

    As, la plantacin esclavista, conforme absorba la casi totalidad de las tierras cultivadas y de

    la fuerza de trabajo servil, se convirti en el elemento motriz de las economas dependientes

    de Martinica y Guadalupe

    4 Cardoso Santana, Ciro Flammarifin, "Sobre los modos de produccin coloniales de Amrica", en Cuadernos de Pasado y Presente, No. 40, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1973, pp. 145-154. 5 Cardoso Santana, Ciro Flammarion, La brecha campesina en el sistema esclavista, Segundo Encuentro de Historiadores Latinoamericanos, Caracas, Venezuela, marzo de 1977.

  • Sin embargo, si bien es cierto que la dominacin externa desempe un papel determinante,

    no se debera exagerar su importancia en perjuicio del papel desempeado por las

    contradicciones internas en la gnesis de las formaciones sociales coloniales.

    Como escribe Francisco Lpez Segrera, el concepto de dependencia implica una asociacin

    de las clases dominantes del pas metropolitano colonizador y de la colonia: sin esta

    asociacin de clases, la dominacin externa hubiera sido imposible, dado que no se realiza

    sino cuando encuentra el apoyo de sectores nacionales De este modo, la pseudo-burguesa

    (...) cumple funciones determinantes en el pas dependiente para beneficio del pas

    colonizador y a cambio goza del privilegio de una creciente y confortable posicin

    hegemnica en la sociedad (dependiente) gracias al apoyo econmico, poltico y militar del

    exterior.6

    A partir de 1650, en Guadalupe y Martinica, la accin de los grandes propietarios de

    plantaciones azucareras favoreci la rpida extensin del monocultivo de la caa de azcar y

    contribuy a los designios del capital comercial metropolitano. Por medio de toda clase de

    maniobras y a pesar de que hubo una cierta resistencia al poder metropolitano, los

    terratenientes blancos ("les grands blancs") provocaron la ruina de los pequeos cultivadores

    blancos para poder adquirir a bajo precio sus tierras, agrandar sus dominios azucareros y

    satisfacer de este modo su sed insaciable de plusvala.7

    En consecuencia, la clase dominante de la sociedad esclavista antillana es una oligarqua

    ntimamente ligada al capital comercial metropolitano, y cuyo papel es reproducir, extender y

    consolidar los beneficios originales de la dominacin. Los blancos criollos poseen los medios

    de produccin y la totalidad del poder poltico.

    Frente a los dueos de esclavos se encuentran los esclavos negros: ellos representan la

    aplastante mayora de la poblacin colonial, producen todas las riquezas de las islas, no

    tienen ningn derecho, y son considerados como objetos.

    6 Lpez Segrera, Francisco, Cuba, capitalismo dependiente y subdesarrollo (1510-1959), Editorial Digenes, S. A., Mxico, 1973, p. 12. 7 Guerra, Ramiro, Azcar y poblacin en las Antillas, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1970. Lassere, Guy, La Guadeloupe, Unin Francaise d,Impression, Bordeaux, 1961, 2 vol., T. I, pp. 342-350.

  • De este enfrentamiento entre dueos de plantaciones de raza blanca y esclavos de raza negra

    nace el grupo intermediario de la sociedad colonial: los "mulatos", llamados todava

    "hombres de color libres". Este grupo es ms importante en Martinica que en Guadalupe;

    hacia 1730 haba en Martinica 11 500 blancos, 1 300 mulatos y 46 000 esclavos; en la misma

    poca, la poblacin de Guadalupe se distribua de la siguiente manera: 7 700 blancos, 1 262

    mulatos y 26 477 esclavos.

    Durante la primera mitad del siglo XIX, en vsperas de la abolicin de la esclavitud, el grupo

    de mulatos tiende a desarrollarse y sobrepasa numricamente al de los blancos.

    Entre los mulatos predominaban los pequeos comerciantes, artesanos y miembros de

    profesiones liberales. Gozaban de una situacin mejor si se compara con la de los esclavos,

    ya que posean el derecho y la libertad de dedicarse a una actividad remunerada; sin embargo,

    no tenan los mismos derechos cvicos y polticos que los blancos. vidos de ascender en la

    escala social, envidiaban a los blancos criollos colocados por encima de ellos en la jerarqua

    social y se esforzaban en imitar sus costumbres. Deseaban vanamente la igualdad poltica con

    los blancos, aunque slo les fuera concedida a ellos, ya que no sentan ms que desprecio por

    los esclavos.

    Por consiguiente, hacia finales del siglo XVIII la sociedad esclavista que se desarrol1 en las

    Antillas Francesas (como en algunas otras "Old Sugar Islands" del Caribe) aparece como un

    tipo de sociedad particular, sui generis que se caracteriza por lo siguiente:

    l. Su tipo de esclavitud: aporte masivo de elementos exteriores a la realidad geogrfica del

    lugar de trabajo.

    2. Relacin de dos razas que hasta ahora, desde el punto de vista de la historia de la

    humanidad, haban tenido pocas tradiciones en comn.

    3. Desproporcin numrica entre la masa de esclavos y el nmero de origen europeo, dueo

    de la tierra que, por este mismo hecho, acentu su carcter elitista, a pesar de los frecuentes

    contactos en el plano de la vida cotidiana.

  • 4. Una estratificacin social hecha segn modelo jerrquico riguroso; los grupos sociales, a

    partir de la coincidencia de barreras tnicas y de clase aparecen como castas.

    Esta sociedad esclavista, que existi de 1650 a 1848 (pero que se preservara en esencia

    mucho despus de ser abolida la esclavitud), aparece como una sociedad cerrada. Hemos

    visto el reino del azcar: la plantacin, clula social, produce su propio universo (dueos de

    esclavos y esclavos); la administracin, ausente o presente en la medida en que el poder

    poltico es de hecho un poder por delegacin, se vuelca ante todo hacia los intereses

    econmicos y militares de la metrpoli y es, por tanto, exterior al trabajo real en la

    plantacin. El universo de la plantacin, entonces, parecera organizarse en torno a sus

    propios valores, y podra pensarse que ninguna sacudida del interior sera capaz de alterar su

    aparente armona.

    Sin embargo, en el sistema esclavista las tensiones sociales y las contradicciones son

    importantes; en seguida se describen brevemente tres:

    el sistema exclusivista que la metrpoli aplicaba de manera rgida; exclusividad que

    presentaba inconvenientes. Durante ciertos periodos, los bekes sentan la necesidad de

    adquirir mercancas o vender las suyas al extranjero, so pena de hambre o ruina total. Estas

    reivindicaciones de los bekes se acrecentaban despus de una guerra o de ciclones. En estos

    casos se les pona entre la espada y la pared, su situacin era la siguiente: morir o rebelarse

    contra el sistema y exigir que cuando menos se toleraran ciertos cambios, inclusive el

    contrabando,

    Segunda causa de tensiones: la actitud de los administradores frente a los colonos.

    Conscientes de su riqueza y su fuerza, los dueos de plantaciones consideraban intolerable la

    actitud altanera y superior de los administradores metropolitanos.8 Sin embargo, es necesario

    precisar que estas tensiones, o lo que se conoce como "autonomismo beke", no cuestionaban

    profundamente el orden colonial ni el sistema esclavista.

    8 Petitjean Roget, Jacques, Le Gaoul: La Rvolte de la Martinique en 1717, Fort de France, Societ d'Histoire de la Martinique, 1966.

  • La protesta de los dueos de plantaciones se ubicaba dentro del sistema, al que reclamaban

    ligeras modificaciones dirigidas, de cualquier forma, al mantenimiento y reforzamiento del

    mismo. La masa de esclavos serva de moderado catalizador, los dueos de plantaciones

    podan temer que los esclavos intentaran rebelarse a partir de su propio ejemplo, o bien,

    reconocan que sin el apoyo de las tropas metropolitanas se corra el riesgo de que el orden

    esclavista se aniquilara.

    2) Contradicciones entre los bekes y los mulatos. En el sistema esclavista, el mestizaje es un

    elemento perturbador; no obstante en las postrimeras del siglo XVIII asistimos en Guadalupe

    y, sobre todo, en Martinica, a un aumento demogrfico del grupo de los mulatos. Durante la

    primera mitad del siglo XIX son ya ms numerosos que los blancos, lo que no dejaba de

    inquietar a estos ltimos, y es en este momento cuando se desarrolla el prejuicio de color. Se

    aplican numerosas restricciones a la situacin de los "hombres de color libres". La

    discriminacin racial se hace patente hasta en los ms mnimos detalles. En la iglesia se

    reservan bancas a los blancos..., se llega al extremo de prohibir a los mulatos el uso de

    indumentaria o joyas demasiado lujosas.

    En vsperas de la abolicin de la esclavitud, los mulatos se organizan y luchan cada vez con

    ms fuerza para obtener derechos polticos e igualdad completa. Frente a la actitud de los

    blancos, que continuaban proclamando la inferioridad de los mulatos, stos pusieron todas

    sus esperanzas en las corrientes liberales metropolitanas. Deseaban una mayor integracin

    poltica de las colonias con la metrpoli, lo que les permitira, con certeza, obtener la

    igualdad de derechos y el poder poltico a nivel colonial.

    3) Contradiccin duelo de esclavos-esclavo. Es sta la contradiccin ms importante. En las

    Antillas Francesas, como en todas las sociedades esclavistas antillanas, los esclavos lucharon

    por todos los medios contra sus opresores. Las formas de resistencia al sistema esclavista

    fueron muy diversas:

    - Resistencia cotidiana (robos, sabotajes, irona, etctera);

    - Cimarronaje (huidas);

  • - Rebeliones generalizadas.9

    Sealemos aqu las de los das 22 y 23 de mayo de 1843 en la Martinica, que obligaron al

    gobernador local a proclamar la abolicin de la esclavitud, aun antes de la llegada de los

    decretos del gobierno metropolitano que anunciaban la misma medida.10

    II. Clases y tensiones sociales en el curso del periodo postesclavista

    Despus de la abolicin de la esclavitud, la sociedad antillana prcticamente no sufri ningn

    cambio. La sociedad postesclavista recuerda en muchos aspectos a la vieja sociedad

    esclavista. El antiguo orden colonial, el ordenamiento estructural de las formaciones sociales

    antillanas, no fueron transformados en lo fundamental.

    Tanto en lo que concierne a la ideologa de las poblaciones de las colonias, como en el

    dominio de la estructura social, no hay nada nuevo: jerarqua, divisin social rgida,

    discriminacin. Los medios de produccin (tierras y fbricas de azcar) siguen

    concentrndose en un pequeo nmero de manos. Sealemos, sin embargo, que en Guadalupe

    se produce un desplazamiento de la propiedad en beneficio de la concentracin agrcola e

    industrial de fines del siglo XIX: las tierras y las fbricas de los bekes fueron compradas por

    consorcios metropolitanos que, a partir de esta poca, controlaron del 80 al 90% del sector de

    plantacin11

    En Martinica, por el contrario, los bekes pudieron invertir en las fbricas centrales, reaccionar

    contra la amenaza de una apropiacin del sector de exportacin por los capitales

    metropolitanos y, consecuentemente, conservar el control total de la economa, gracias a su

    cohesin social, y gracias tambin a los importantes capitales que haban acumulado durante

    el periodo esclavista.12

    9 Cardoso Santana, Ciro Flammarion, "El modo de produccin esclavista colonial en Amrica", en Cuadernos Pasado y Presente, N 40, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1973, pp. 223-224. 10 Nicolas, Armand, "La Rvolution Anti-Esclavagiste de Mai 1848 a la Martinique", Suplemento de Action, No. 13, Fort de France, Imp. Populaire, 1967. 11 Bangou, Henri, La Guadaloupe 1848-1939, Editions de Centre, Aurillac, 1963 ; Lassere, Op. Cit. 12 Crusol, Jean, "La Martinique et la Guadeloupe: Cas d'application de l'conomie de plantation", Texto indito. Crusol, Jean, "La Martinique, Economie de Plantation: Survel Historique", en Les

  • Por un lado, frente a los blancos criollos y a las sociedades metropolitanas, estaban las masas

    negras. Por otro, como la abolicin de la esclavitud no fue seguida de una reforma de la

    propiedad, ni tampoco implic una reorientacin de la economa antillana y, adems, la

    cantidad de tierras vrgenes disponible era muy escasa en 1848 (esto es todava ms cierto en

    Martinica que en Guadalupe), los ex-esclavos, despus de vanas y efmeras tentativas de

    establecimiento en montes y ciudades, son obligados en su mayora a regresar al trabajo en

    las grandes propiedades. En el periodo postesclavista son ellos quienes forman, junto con

    numerosos indgenas inmigrantes, el ncleo fundamental de la mano de obra asalariada

    empleada sobre todo en el sector azucarero.

    No obstante, despus de 1848 se form un sector domstico: el reinado de la pequea

    propiedad campesina. Su importancia es muy relativa, si se considera que el sector de

    exportacin conserva su papel motor en la economa de ambas islas (80% de las tierras

    cultivadas en Guadalupe y 72% en Martinica durante todo este periodo).

    Los obreros agrcolas y los pequeos campesinos negros y asiticos se encuentran en

    situacin idntica. Su nivel de vida est en los lmites de un mnimo fisiolgico; la

    alimentacin es frugal, la tasa de mortalidad es elevada, el nmero de analfabetos es grande.

    En una palabra, la gran masa de la poblacin antillana vive en una enorme miseria.13

    En cuanto a los mulatos, ellos se ubican siempre en una articulacin entre los negros y el

    grupo de dueos de plantaciones y de fbricas. Constituyen la pequea burguesa colonial.

    Ciertamente, esta clase no accede a la posesin de los medios de produccin, ya que, segn se

    ha visto, stos se con centran en manos de la burguesa "compradora" (bekes) en Martinica, y

    de consorcios metropolitanos en Guadalupe; sin embargo, gracias a que en las colonias se

    instituye la enseanza gratuita y obligatoria (1871), esta pequea burguesa adquiere la

    instruccin que le permitir escalar los peldaos de la sociedad: nos encontramos aqu, en

    Cahiers du CERAG, No. 28, Fort de France, 1973. Acheen, Ren, "Fondements Historiques des Economies Antillaises", en L'Encyclopedie Antillaise, Dsormeaux, Paris, 1973, pp, 186-189. 13 Adelaide, Jacques, "Les Origines du Mouvement Ouvrier a la Martinique de 1870 a la Breve de 1900", en Les Cahiers du CERAG, N 26, Fort de France, 1972 ; Adelaide, Jacques, Troubles Sociaux en Guadelouoe a la fin du XIXeme siecle et au dbut du XXeme siecle", en Etude's et Documents, GURIG, Pointe a Pitre, 1971.

  • germen, la constitucin de la "lumpen-burguesa" sobre la que volveremos a hablar en

    nuestro anlisis.

    Por otra parte, gracias al sufragio universal introducido por la Tercera Repblica. Francesa en

    las Antillas desde 1871, los mulatos tienen responsabilidades polticas al ejercer control

    ideolgico sobre las masas negras. Sin embargo, las modificaciones creadas al ser introducida

    la legislacin democrtica metropolitana no pueden superar las instancias polticas sin

    cuestionar el ejercicio real del poder, porque, por una parte, esta prctica poltica ha sido, por

    as decirlo, impuesta desde el exterior y, por otra, no ha correspondido ni a una redistribucin

    del poder econmico ni a la aparicin de una nueva clase poltica real. La igualdad para los

    mulatos sigue siendo esencialmente una igualdad poltica, nunca social. Adems, los mulatos

    sern la punta de lanza de la asimilacin y la integracin poltica total al conjunto francs en

    el transcurso de todo este periodo. Ocuparn los puestos electivos y administrativos; los

    bekes y los consorcios metropolitanos seguirn siendo los dueos de la tierra y de las

    fbricas.14

    La Ley de Departamentalizacin del 19 de marzo de 1946, que se aplicara a partir del 1 de

    enero de 1948, aparentar dar satisfaccin a las reivindicaciones de esta pequea burguesa.

    La departamentalizacin: causas y consecuencias

    La departamentalizacin puede ser considerada como resultado lgico de la correlacin de

    fuerzas dentro de la metrpoli (fuerzas externas) y en la periferia (fuerzas internas).

    1) Las fuerzas externas

    La economa francesa sufri graves crisis durante la primera mitad del siglo XX: 1900-1907-

    1914 (Primera Guerra Mundial), 1921-1929-1939-1945 (Segunda Guerra Mundial). En el

    transcurso de este periodo, Francia en cierta forma haba perdido el mercado antillano.

    Luego, por razones fcilmente comprensibles, asistimos en las Antillas Francesas durante la

    Segunda Guerra Mundial a una clara sustitucin de las importaciones de origen francs, al 14 Acheen, Ren Conflits des Institutions Franaises, la Martinique: les Blancs Croles et la question du pouvoir (annes, 1870-1885) , en Les Cahiers du CERAG, No. 30, Fort de France, 1973.

  • considerar primordialmente la ruptura de toda comunicacin con la metrpoli. Este hecho da

    lugar a que aparezca un embrin de industrias locales, y a una gran diversificacin en la

    produccin de vveres destinados a surtir el mercado local, aislado del exterior y, por tanto,

    de sus principales fuentes de abastecimiento.

    Despus de la liberacin, la necesidad de recuperar el mercado antillano, dentro del objetivo

    de acrecentar las posibilidades de expansin de la economa metropolitana, se ha ce realidad.

    Este fenmeno existe en la lgica del sistema, que se siente obligado a extender

    progresivamente sus mercados, a fin de favorecer al mximo el flujo de su produccin

    industrial.

    La departamentalizacin apareca entonces como un medio privilegiado para aumentar la

    formacin econmica francesa sobre sus antiguas colonias en las Antillas, Guyana y la

    Reunin.

    2) Las fuerzas internas

    Nuestro campo de fuerzas internas lo constituye la lucha por la asimilacin de la pequea

    burguesa martiniquesa, cuya reivindicacin exista ya, segn hemos visto, desde la poca

    esclavista; haba cobrado particular importancia al final del siglo XIX en el momento en que

    la Tercera Repblica Francesa introdujo las instituciones democrticas en las colonias,

    creando en los mulatos antillanos la esperanza de una completa igualdad con la clase

    dominante de la sociedad colonial.

    Durante la Segunda Guerra Mundial, la instauracin de un rgimen fascista en las Antillas,

    que puso de algn modo en marcha la restauracin del antiguo orden, cataliza la lucha de la

    pequea burguesa por la asimilacin.

    Hace falta recordar aqu que, en 1946, el Partido Comunista Francs se encuentra en el poder

    y que su secretario general, Maurice Thorez, ocupa la vicepresidencia del Consejo de

    Ministros. Esto debe considerarse en relacin con un hecho que no ha dejado de aparecer en

    toda la historia moderna y contempornea francesa: numerosas corrientes polticas radicales

    (revolucionarios de 1789 y de 1848, y en particular Vctor Schoelcher, dirigentes socialistas

  • de fines del siglo XIX y comienzos del XX, especialmente Jean Jaurs) que tomaran

    frecuente y deliberadamente partido por las poblaciones de color en contra de la oligarqua

    criolla.

    De hecho, la pequea burguesa antillana persegua un doble fin:

    - La defensa de sus propios intereses, a saber, la extensin del estatuto de funcionario y

    todas las ventajas materiales que ello implica; y,

    - La defensa de los intereses de las masas populares por la extensin que podra

    esperarse de las leyes sociales impuestas por gobiernos de izquierda franceses a partir

    del fin de la guerra.

    De esta manera, la accin de la pequea burguesa antillana sirvi objetivamente a los

    intereses de la burguesa industrial y comercial francesa en sus ansias de expansin.

    Comprobamos el hecho de que, tanto en 1946 como en 1650, la dominacin externa no se

    pudo realizar ni fortalecer sino con el apoyo objetivo de ciertas clases sociales de las

    formaciones perifricas. Sin embargo, aunque las fuerzas internas no sean en ningn sentido

    secundarias, no es menos cierto que las fuerzas externas fueron determinantes para llevar a

    cabo el proceso de asimilacin.

    Este anlisis puede explicar la preponderancia que tuvieron los gastos pblicos en las

    economas antillanas a lo largo de los aos. En efecto, estos gastos permiten subvencionar de

    manera artificial a ciertas clases de, las sociedades antillanas, que acrecentaron

    considerablemente su nivel de vida y, consecuentemente, su sed de productos importados.

    La departamentalizacin ha contribuido al desarrollo, de una administracin que distribuye

    salarios con un 40% de aumento a sus agentes, lo que aumenta su poder adquisitivo y

    favorece, por lo mismo, la distribucin de productos importados. A titulo de ilustracin, en

    Martinica el ingreso promedio anual de un jefe de familia asalariado del sector pblico es del

    orden de 54 000 francos (aproximadamente 10 800 dlares), mientras que el ingreso

  • promedio anual de las familias martiniquesas puede estimarse en 24 500 francos (cerca de 4

    900 dlares).15

    Los asalariados del sector pblico, que representan el 10.4% del conjunto de jefes de familia,

    tienen un ingreso promedio anual de los ms elevados.

    Esta categora social, por su naturaleza, sumamente receptiva del estndar de vida

    metropolitano, ser conducida sin dificultad al consumo de productos importados; de aqu se

    concluye la importancia que han cobrado el comercio y el sector terciario en general, en

    detrimento de la produccin.

    La hipertrofia del sector terciario trae como consecuencia desequilibrios econmicos muy

    graves, que se manifiestan claramente en una tasa de desempleo del orden del 25%, lo que

    sita a las Antillas Francesas entre las islas del Caribe con mayor tasa de desempleo. Estos

    desequilibrios provocaron inyecciones cada vez mayores de capital pblico en las economas

    antillanas y, a cambio, una dependencia siempre en aumento; esto es lo que nosotros

    llamamos el "circulo vicioso de la dependencia".16

    Podemos resumir este argumento con el esquema siguiente que, ms que una amplia

    explicacin, permite sealar las interrelaciones entre la metrpoli francesa y la periferia

    antillana desde la departamentalizacin.

    III. Panorama de las fuerzas sociales

    La burguesa "compradora" (los bekes)

    En Martinica, a la fecha, los descendientes de los primeros colonos de raza blanca

    (aproximadamente 2 500 segn Mme. Beau doux-Kovats, 2 339)17 son propietarios de tierras

    15 Rifaux, Francis La Rpartition des Revenus a la Martinique; Estimation au 1er Janvier, 1975, AUAC., Julio de 1975, pp. 3-dactil. 16 Rifaux, Francis, "Situation Dmographique", en L'Encyclopdie Antillaise, Dsormeaux, Paris, 573, pp. 125-128. 17 Beaudoux-Kovat, Edith y Jean Benoist, "Les B1anes Croles de la Martinique", en L'Archipiel Inachev, Les Presses de l'Universit de Montral, 1972, pp. 109-132. En este artculo, Edith

  • y dominan las actividades de importacin y exportacin. Estos existen solamente en

    Martinica, ya que en Guadalupe el enviado de la Revolucin Francesa, Vctor Hugues,

    elimin a gran parte de la lite realista blanca.

    Despus de la abolicin de la esclavitud, en 1848, los blancos dueos de plantaciones que

    sobrevivieron no pudieron evitar el fraccionamiento de sus propiedades o la venta a los

    consorcios metropolitanos.

    Beaudoux-Kovats y Jean Benoist escriben especficamente: "Existen actualmente 150 apellidos entre las criollas de la isla. 16 apellidos renen al 50% de la poblacin criolla. De estas 150 familias patronmicas: - 28 llegaron antes de 1713 y representan el 39% de la poblacin criolla total; - 37 llegaron entre 1713 y 1789 y representan el 22% de la poblacin criolla total; - Las familias llegadas durante el siglo XIX representan el 35% de esta poblacin; - Las familias de primera o segunda generacin, 4% solamente. Los autores evalan la poblacin criolla total en 2 339 individuos, de los cuales 1 309 se encuentran en Fort de France, 913 en las otras comunas y 117 son estudiantes. Los emigrados seran un nmero aproximado de 1 560.

  • En Martinica supieron organizarse y conservar su cohesin al amparo de la ocupacin

    inglesa. Quienes eran poseedores de los medios de produccin realizaron una verdadera

    acumulacin de capital y acrecentaron en cierta manera sus beneficios por la conjuncin de

    capital industrial (fbricas azucareras), comercial (importacin-exportacin) y bancario

    (banca de Martinica), g radias a los lazos familiares que les unan.

    Veremos que la departamentalizacin se opondr a este proceso de acumulacin. Esta clase

    tiene, ciertamente, la apariencia de una casta (vase Beadoux-Kovats).

  • La lumpen-burguesa

    Esta clase se compone de "mulatos" en Martinica y negros en Guadalupe por las razones

    histricas ya expuestas.

    Comprende, sobre todo, miembros de profesiones liberales: mdicos, abogados, notarios,

    farmacuticos, dentistas y comerciantes al mayoreo. Son aproximadamente de 700 a 1 000 en

    cada una de las islas.

    Esta clase no posee ningn medio de produccin y es incapaz de acumular capital alguno. Se

    trata de una burguesa parasitaria, dedicada tan slo al consumo, que adopta un nivel estndar

    de consumo y una forma de vida de pases industrializados y desarrollados. Se caracteriza por

    el consumo suntuario.

    La pequea burguesa

    Son los pequeos comerciantes, los artesanos de todas clases, los dueos de pequeas

    explotaciones agrcolas.

    Cerca de 10 000, en cada una de las islas, tienen un comportamiento social que no se aleja

    demasiado del de la lumpen-burguesa, pero se encuentra con dificultades cada vez mayores

    para una reciente acumulacin de capital. Parecen parientes pobres de la nueva distribucin

    de la actividad econmica y social provocada por la departamentalizacin. Su grado de

    participacin social18 es dbil.

    La "Nueva pequea burguesa"

    18 Debemos entender por "participacin social" los diversos tipos de actividades organizadas mediante las cuales todo grupo social dominado puede expresar sus necesidades o sus reivindicaciones, defender sus intereses comunes, alcanzar ciertos objetivos de orden econmico, social o poltico, y ejercer directa o indirectamente una influencia sobre el poder pblico; ello, de acuerdo con la definicin de Rodolfo Stavenhagen en Las clases sociales en las sociedades agrarias, Siglo XXI Editores, Mxico, 1969 (traducido al francs: Les Classes Sociales dans les Socits Agraires, Pars, Anthropos, 1969).

  • Esta clase, producto directo de la departamentalizacin, se compone de modo exclusivo de

    funcionarios y "asimilados"; de 14 000 a 18 000 personas forman parte de ella en cada una de

    las islas.

    Por su propia naturaleza, es la principal beneficiaria del sistema. Su nivel de vida,

    artificialmente inflado, le permite acceder al estndar de consumo de los pases desarrollados.

    Constituye, sin ninguna duda, el sostn principal del sistema actual. Su grado de participacin

    social es muy elevado. Tiene conciencia de su fuerza y no vacila en defender sus intereses por

    medio de sus sindicatos -considerados entre los ms poderosos- cuando siente que son

    afectados de alguna manera.

    El proletariado

    El proletariado de las ciudades. Compuesto en su mayora de obreros de la construccin, de

    obras pblicas y de otras industrias existentes, esta clase no se beneficia de las prestaciones

    otorgadas a los asalariados al servicio del Estado. El ingreso promedio anual del obrero del

    sector privado es del orden de 23 000 francos (unos 4 501 dlares), contra 54 000 francos

    (cerca de 10 800 dlares) del asalariado del sector pblico.'

    En nmero aproximado a 12 000 en cada una de las islas, los obreros se encuentran

    fuertemente organizados y sus movimientos reivindicativos estn estructurados.

    El proletariado rural.

    Formado por obreros agrcolas que trabajan en las plantaciones de caa de azcar, pltano y

    pia, se encuentra en la situacin ms desventajosa. El ingreso promedio anual del obrero

    agrcola es de aproximadamente 15 000 francos (alrededor de 3000 dlares). Son empleados

    slo una parte del ao y durante el resto realizan trabajos eventuales (jobs) para sobrevivir.

    Comenzaron a organizarse de manera poderosa, en particular en Guadalupe, donde el

    sindicato ms representativo, la Unin de Trabajadores Agrcolas (Unin des Travailleurs

    Agricoles, U.T.A.) demostr ya su grado de combatividad.

  • Los marginados

    Compuesto en su mayora por jvenes desempleados, su nmero se incrementa sin cesar, y si

    no fuera por la emigracin, que desempea el papel de vlvula de escape, la situacin poltica

    y social no tardara en volverse explosiva. Recordemos que entre 1967 y 1974, 40 000

    personas abandonaron Martinica, y otras tantas Guadalupe. Estas masas se encuentran

    actualmente desorganizadas, pero representan un potencial reivindicativo que no puede ser

    subestimado.

    En Martinica existiran, pues, segn las evaluaciones oficiales19, 20 539 desempleados, de

    los cuales un 78% sera menor de 25 aos.

    Los franceses metropolitanos

    Existen aproximadamente de 12 a 15 000 en cada una de las islas; son sobre todo empleados

    del sector terciario y, en particular, del gobierno. Representan un grupo aislado, sin

    importantes contactos con la sociedad local. Tienen gran parte del poder de decisin desde la

    departamentalizacin y controlan los Departamentos de Ultramar (Department d'Outre-Mer,

    DOM). Son un reflejo de la presencia francesa en las Antillas.

    IV. Los principios de funcionamiento del sistema social

    Podemos considerar estas diferentes categoras sociales como relativamente cerradas. La

    movilidad social ascendente es dbil.

    A excepcin de la burguesa "compradora", para el resto de las categoras sociales slo la

    instruccin puede verse como un factor importante de movilidad social ascendente. Ciertas

    profesiones liberales, en particular la medicina, gozan en la sociedad de un prestigio

    importante que se refiere, Por una parte, al ingreso, y por otra, a la personalidad misma del

    profesional.

    19 Guengant, Jean-Pierre, "Donns sur l'Emploi en Marti nique", INSEE, la0 de noviembre de 1976, dactilografiado, p. 14.

  • El matrimonio como tal no es importante sino desde el punto de vista de la mujer, Que lo

    considera en alguna medida como medio de ascenso social.

    Sin embarco, estos son fenmenos que, sin dejar de ser interesantes, no resultan suficientes

    para explicar la dinmica social. Debemos pasar con decisin a un anlisis ms estructural de

    la sociedad antillana de expresin francesa y, consecuentemente, colocarnos en el terreno de

    la lucha de clases.

    La lucha de clases

    Desde nuestra perspectiva, las contradicciones aparecen en tres distintos niveles,

    Contradiccin 1, Metrpoli "colonial"-burguesa "compradora" (bekes); Contradiccin 2

    Proletariado negro-bekes: Contradiccin 3, Pueblos martiniquenses y guadalupano-metrpoli

    "colonial".

    a) Metrpoli-burguesa "compradora". El objetivo fundamental de la burguesa

    metropolitana es claramente obtener el mximo de ganancias en la periferia, aprovechando

    las contradicciones que puedan existir entre las clases de la misma.

    Nos parece asistir en la actualidad al desarrollo de una contradiccin entre los intereses de la

    burguesa "compradora" martiniquesa y los de la burguesa metropolitana, aunque -

    subraymoslo- sus intereses se encuentren estructuralmente ligados.

    En efecto, con la departamentalizacin, la burguesa "compradora" martiniquesa vio reducir

    considerablemente su margen de maniobra. Antes que nada, ocurri la entrada de los

    D.O.M.20 en el Mercado Comn Europeo, lo que significa que, especialmente Martinica y

    Guadalupe, que tienen una estructura econmica de pas subdesarrollado, se hayan visto

    sometidas al mismo reglamento comunitario existente entre los pases desarrollados de

    Europa, en particular, para el azcar y el tabaco. Para los otros productos de los D.O.M.

    (pltano, pia, ron, hortalizas) no existe todava una solucin a nivel de la comunidad

    europea. 20 D.O.M.: Departamentos de Ultramar (Dpartements d'Outre-Mer), Guadalupe, Guyana, Martinica, Reunin.

  • Esta insercin de los D.O.M. en el Mercado Comn Europeo, prevista explcitamente en el

    artculo 227 del Tratado de Poma (25 de marzo de 1957), les permiti sin duda beneficiarse

    con cierto nmero de ayudas otorgadas por los organismos de intervencin de la C.E.E.

    (Comunidad Econmica Europea) para mantener particularmente producciones no

    competitivas (por ejemplo, el azcar). No obstante, el 28 de febrero de 1975 se firm en

    Lome un acuerdo de cooperacin entre el Mercado Comn Europeo y 46 Estados del frica,

    del Caribe y del Pacfico (ACP), que garantizaba entre otras cosas el libre acceso al Mercado

    Europeo del 99.2% de las importaciones provenientes de los pases A.C.P., constituidos en

    gran parte por los mismos productos que los D.O.M.

    Desde entonces, los D.O.M. se encuentran en una situacin de concurrencia sumamente

    desventajosa, por oposicin a lo, pases A.C.P. y, en especial, por las diferencias en los costos

    de produccin (la correspondencia es de 1 a 7 entre A.C.P. y D.O.M. en lo tocante a esta

    cuestin).

    Es aqu donde se sita el nudo de la contradiccin entre la burguesa "compradora" y la

    burguesa metropolitana. Esta burguesa compradora ha sido incapaz, despus de la

    departamentalizacin, de reestructurarse y orientarse hacia las nuevas lneas de inversin,

    distintas de las tradicionales o de produccin agrcola clsica (caa de azcar-pltano)

    Por lo anterior, la no competitividad del azcar de caa ha provocado el cierre de las fbricas,

    especialmente en Martinica, y la liquidacin de tierras agrcolas -ms de 4 000 hectreas- han

    sido ya vendidas por la burguesa "compradora" a la lumpen-burguesa o a la "nueva pequea

    burguesa", para fines inmobiliarios en Martinica.

    De esta forma, el capital industrial tiende a perderse en beneficio del capital comercial. Por

    tanto, la base misma de la acumulacin de capital est en camino de desaparecer y la

    burguesa "compradora" est a punto de perder los fundamentos de su existencia para

    convertirse en una burguesa comercial.

    Las fbricas cierran sus puertas, las tierras agrcolas son vendidas y, correlativamente, las

    inversiones se canalizan al comercio.

  • Por otra parte, el capital bancario que hasta la departamentalizacin se hallaba en manos de la

    burguesa compradora, se desmorona en beneficio del capital bancario metropolitano e

    internacional, lo que acenta la dependencia de esta burguesa compradora, la cual se vuelve

    cada vez ms invisible en cuanto tal.

    Estas contradicciones hacen que las superganancias obtenidas en la importacin--exportacin

    y en el comercio el menudeo no sean invertidas localmente, sino en los Estados Unidos,

    Europa, Puerto Rico e incluso frica del Sur. La burguesa compradora, en vista la

    desaparicin de las bases de su existencia, ha perdido toda confianza en el porvenir.

    Queremos demostrar la veracidad de este anlisis con la declaracin de Yves Hayot, eminente

    representante de la burguesa compradora martiniquesa:

    Acaban de dar nuevas ventajas a los pases A.C.P. En las

    negociaciones internacionales, los D.O.M. no tienen suficiente,

    fuerza: son perjudicados y estn condenados a una economa de

    subvenciones. Contemplo cada vez ms seriamente la posibilidad de

    producir ron a azcar en un pas A.C.P. vecino, Santa Luca o

    Dominica. Mas no puedo tolerar seguir dependiendo de esta

    administracin francesa tan rgida. Solamente depender de una

    administracin antillana autnoma, seria ms estpido que el hecho

    de depender de la administracin francesa.21

    b) Proletariado negro-bekes. Es una contradiccin cuyas races se sitan a gran distancia en

    la historia, pero que en la actualidad reviste una nueva dimensin en la medida en que la

    burguesa compradora (los bekes) posee, particularmente en Martinica, la mayor parte de los

    medios de produccin. Se trata entonces de un enfrentamiento de clases con intereses

    divergentes, durante largo tiempo enmascarados en las relaciones de tipo paternalista

    heredadas del pasado, pero que por ahora puede revestir formas extremadamente violentas,

    sobre todo en el medio rural.

    21 I.C.A.R., No. 106, 2 de febrero de 1976, p. 4.

  • En febrero de 1973, por ejemplo, una huelga desencadenada en una propiedad platanera al

    norte de Martinica termin con una sangrienta represin que llev a la muerte a cuando

    menos dos personas.

    c) Pueblos martiniqus y guadalupano-metrpoli. El concepto de pueblo se debe interpretar

    aqu como una coalicin de clases, con intereses necesariamente divergentes, que se unen

    para formar una alianza contra una metrpoli colonizadora. Tal alianza parece formarse

    actualmente en las Antillas Francesas contra la metrpoli.

    Es por ello que el Partido Progresista Martiniqus (Parti Progressiste Martiniquais) de Aim

    Cesaire puede interpretarse como la expresin poltica de esta alianza en formacin. Por

    medio de la ideologa de este partido, dirigido -debemos sealar- por dos representantes de lo

    que hemos llamado "lumpen-burguesa", resulta perfectamente fundado hablar de un

    verdadero ascenso del nacionalismo.

    Esta contradiccin no es sino una expresin de la contradiccin ya clsica entre pueblos

    colonizados y metrpoli colonizadora.

    Al trmino de este anlisis sobre las estructuras sociales en las Antillas Francesas, conviene

    insistir en algunos puntos que nos parecen determinantes para la evolucin de la dinmica de

    estas sociedades antillanas francoparlantes.

    Antes que nada, debemos insistir en el desmoronamiento de las bases de la burguesa

    compradora, lo que no significa de ninguna manera que sta haya perdido el poder

    econmico, sino que los fundamentos que le otorgaba su "legitimidad" estn a punto de

    desaparecer por la departamentalizacin. Asistimos entonces al nacimiento de una nueva

    contradiccin entre burguesa compradora y metrpoli que, en el actual estado de cosas, no

    puede sino acentuarse. Adems, debemos subrayar la emergencia de una nueva categora

    social: la "nueva pequea burguesa", cuya ideologa parece orientarse cada vez ms hacia el

    nacionalismo. Ello no es contradictorio ms que en apariencia, ya que en el seno de la

    funcin pblica, las disparidades que existen entre funcionarios metropolitanos y antillanos,

    por una parte, y los excesos de celo y la inadaptacin a las realidades locales de estos mismos

    funcionarios metropolitanos, por otra parte, traen como consecuencia necesariamente

  • reacciones- en cadena que conducen a un nacionalismo, al principio primitivo, estructurado

    despus.

    Y ste, nos parece, es el ltimo punto que vale la pena retener, a saber: el ascenso del

    nacionalismo y la exacerbacin de las contradicciones entre el pueblo antillano y la

    metrpoli.