Año1 – número 3 san martin de los andes - febrero 2017

literatura breve

EN ESTE NÚMERO:

Katchadjian: “Si tanto le molesta, que mande un abogado. Caso contrario, que me sobe lo que tengo acá colgado”

La hija de Renzi demanda a los herederos de Piglia: “papà se la pasó escribiendo y ese actor se llevó todo el crédito” (pag. 22)

MARTÍN

CAPARRÓS

PABLO

KATCHADJIAN

DUELO DE

VS.

Caparrós: “Una cosa es que me engordarde Valfierno, pero plagiarme el bigote es de choto, puto y nada moderno”

MOSTACHOS

Un chozno de Saint-Exupéry amenaza a escritor local y éste escapa del pueblo utilizando el camino de Neruda (pag. 16)

“Aun seguimos sin aparecer en la Lonely Planet y nuestro territorio continúa borrosos en el Google Map; la viuda heredera deberá hacerse cargo” dijo Draku Rajanushka, Embajador de Ukbar ante la ONU (pag. 7)

natalia belenguer

Jeremias Vergara

andres jeromin

tom atis

Eduardo bedetti

marcelo gobbo

Gregory corso

amaro villalonga

h.costarasanti

Tamara padrón

Teté tarrío

1) Creemos que todo texto es combustible. 2) No hay mejor combustible que las palabras. 3) Las palabras encienden almas, inflaman corazones, incendian imperios. 4) Nuestro fanzine y todos sus textos son combustibles. 5) No hay otro fin que el de encender al lector. 6) No hay otro fin que el del lector encendiéndonos. 7) Recomendamos el uso del fanzine para prender una salamandra, iniciar un fogón en la playa o comenzar un asado. 8) El viento se va a encargar de esparcir las cenizas y hacer viajar a las palabras. 9) Como el ave Félix, estos textos seguirán ardiendo. 10) nuestro fénix se llama Félix.

AÑO 1 – NÚMERO 3 IDEA, REDACCION, EDICION, Y

CATERING:

Matías Castro &

Miguel Selser QUEDA ACEPTADA LA PUBLICACIÓN PARCIAL O TOTAL DEL MATERIAL PUBLICADO, SIEMPRE QUE SE CITE A LOS AUTORES. LA TOTALIDAD DEL CONTENIDO ES RESPONSABILIDAD DE EDGARDO (EL SEÑOR DE BIGOTES Y GAFAS QUE APARECE ARRIBA); LOS EDITORES NO LEYERON LOS TEXTOS. PROHIBIDA LA VENTA DE ESTE EJEMPLAR. NO OBSTANTE, SE PERMITE EL TRUEQUE SÓLO A CAMBIO DE UNA FOTO DE GABRIELA SABATINI, UN LUDO MATIC, O UN EJEMPLAR DE “LOS QUE ESPERAN EL ALBA” DE NOEMÍ ULLA. LAS ILUSTRACIONES Y FOTOS USADAS EN LA PUBLICACIIÓN HAN SIDO RECOPILADAS Y MODIFICADAS HABILENTE PARA EVITAR CUAQUIER LITIGIO. DE CUALQUIER MANERA, TAMBIÉN ES RESPONSABILIDAD DE EDGARDO. TODO LOS HERRORES DE LA PUBLICASION ESTAN AI PARA ONRAR LA FILOSOFÍA DEL FANZINE. ARMADO Y ABROCHADO: ANDREA ERLIJ. IMPRESO EN CASA DE SELSER, EL DÍA //2017

Manifiesto

“No conozco a la mitad de ustedes ni la mitad de lo que querría, y lo que yo

querría es menos de la mitad de lo que la mitad de ustedes merece.”

Decidimos utilizar este espacio para urdir la primera editorial de la revista. ¿Por qué ahora? Porque Budini, el mentalista que todo lo sabe, asegura que va a explotar el volcán Lanín y queremos decirles algo antes de quedar enterrados bajo el torrente de lava: somos felices. Sí, eso, que somos felices. Sobre todo, editando Ars Combustia, porque la publicación funciona, se mueve, viaja, se recomienda y se enciende. Hasta da lástima usarla de lo linda que está (nos pasó frente a una fogata en año nuevo). Encima, alguien viene y nos cuenta que se cagó de risa con la entrevista a Kohan. Otro, que le encanta el pequeño universo autorreferencial que hemos construido en sólo dos números. Una estudiante del profesorado nos dice que se animó a mandarnos un cuento porque se sintió cómoda entre las hojas y por la misma razón, hoy tenemos el honor de publicar un relato que nos envió una escritora de 85 años. Por todo eso, porque queremos seguir riéndonos y disfrutando este fanzine, pergeñamos esta editorial para exhortarlos a enviar sus pequeñas obras. Los necesitamos a todos, escribidores y bardos, biblionautas y versófilos, duendes libreros, funambulistas de Gutenberg, saltimbanquis de la palabra: manden, envíen, despachen, que somos pocos y no queremos que la cosa se termine. Sin autores locales, sin poetas, sin textos, no somos más que un cacho de papel. Eso es todo, muchachada. Nos vemos en el número cuatro.

Editorial

Corrió al lavabo apenas su último cliente abandonó la sesión de quiromancia. En la lectura había descubierto que las líneas de su propia mano habían cambiado, pero no lograba precisar las modificaciones. Se lavó las manos y se dedicó a estudiarlas durante unos minutos, al cabo de los cuales, desesperado por el olvido, extrajo una hoja de afeitar del botiquín y la hundió en la palma para, por fin, volver a dibujarse el trazado de las líneas que creyó necesarias. Sangrante y más calmo, se dispuso a esperar al próximo cliente.

Quiromancia, Marcelo Gobbo

Viste, hay alerta, dice la mina cuando le abre la puerta. Una de la mañana en un barrio ajeno, la tormenta preparada para salir a la cancha y ella en pantuflas, recién bañada, con poca onda y olor a jabón. Me comería un helado, acá a una cuadra hay una heladería buenísima, agrega, señalando la dirección que supone que él debe seguir. Diez minutos después, mientras corre las veredas hasta la parada del bondi, él siente que las gotas son como puños pequeños. Putos del servicio meteorológico, piensa, empapado de Rosario.

Alerta, Herman Costarasanti

Vio una oveja negra, ¿una revelación o una rebelación? Luego, más de una, dos, tres, cruzaban la ruta con cierto misterio, como seres hechizados. En ningún otro lugar había visto tantas ovejas negras, ni había sentido esa frase como certeza: mapuches hechizados. Tanto indio rebelde hecho oveja, por eso Benneton usaba sus lanas y las publicitaba. Indios anónimos vueltos pulóveres de exportación, la otra terrible cara de la conquista.

Siete Lagos, Natalia Belenguer

Tamara Padrón

I No hemos vuelto a la casa donde crecimos

Solo un momento contiene la memoria Dos niñas juegan a recortar

la figura de su padre de las fotos familiares hasta dejarle solo las manos.

Dos niñas que pueden susurrarle a la muerte

mientras viajan en tren, de Tigre a Flores a paso de hombre,

sentadas con un prendedor n que graba su nombre en el cuero de la memoria.

Una de ellas, llevará para siempre el nombre mal escrito en el pecho.

La otra mantendrá los huesos de su padre errantes, huérfanos de tumba y de flores.

Su hijo llevará a cuestas la orfandad y la soledad de la selva.

¿Por qué no me habré quedado con el nombre ajeno?

El instante guarda la memoria.

II

Llega apenas de pie como un borracho que vuelve

de una noche interminable. Se acuesta junto a la niña de ojos abiertos,

con el olor todavía fresco de los hombre en la piel. Su cuerpo es una orgía de ángeles perdidos, y ella es una santa descarnada en harapos.

Hay demasiada gente en esa cama para dormir un sueño de niña.

Tener una madre puta no es tan malo, salvo cuando utiliza su desesperación

como una piedra. Como un grito incapaz de llenar

el vacío del mundo, pese al asco y la náusea.

Tener una madre que ha sido puta permite alegrar cumpleaños familiares,

fiestas de fin de año, funerales inesperados y por supuesto, encender

la más verde de las envidias sobre la mesa.

La memoria como percepción entre dos mares de silencio, los colores, los sonidos, el tiempo habitado, nosotros, un segmento en el infinito, el doblamiento incesante como repetición positiva, la doble afirmación forjando una cadena irrefutable, una cruz en el terreno del olvido, su existencia el deseo subyugado y el descuido, la derrota, la selección pormenorizada en búsqueda del error, el tiempo delimitado de cada objeto, su erupción, el ápice como principio y final, una recopilación susceptible de ser atrapada, descuartizada, la nueva vía lo inesperado, la desesperación recostada en el acceso, todo tan humano tan falso todo esto dibujaban las escrituras decorativas en las puertas del sueño mientras el horizonte se desvanecía.

Tom Atis

Cuando niño, Gregory Corso

Cuando niño vigilé las escaleras fui monaguillo volé los pájaros de Nueva York Y en el campamento de verano Besé a la luna en un barril de lluvia

Él siempre fue un tanto babieca, hay que admitirlo, un gazmoño de aquellos. En gran parte se debió a su madre, que por ser su unigénito nunca dejo de resabiarlo. Para ella, Bartolo era una verdadera afrenta que su familia debía asumir con resignación. Su padre, un viejo malhadado criado a la antigua, siempre buscaba morigerarlo. Lo prosternaba contra la pared cuando lo encontraba haciendo alguna macana o lo descubría en un onanismo, sin importarle los subterfugios que su madre trataba de acusar. Bramaba por horas tratando de consternarlo, y luego se iba al piringundín. Vivian en la rada de una villoría, en una zona poco feraz, con lo cual le costaba mucho a su padre segar con el viejo rastrojo que el preboste le había donado (gracias a Dios). Apenas si les alcanzaba para un refrigerio por día, y una cena de panetelas tabasqueñas que el muy zampabollos se engullía en un santiamén. Pese a ser monaguillo, en la parroquia todos lo trataban con desdén, por no tener prosapia. El era supino en el tema, pero sentía una gran murria. Su galbana no le permitía salir de aquella situación, y apenas si gimoteaba un poco dando bufidos al aire. Por eso, todos se sorprendieron esa tarde en que el manso llevó a cabo su vendetta. Está claro que hasta el más orate se cansa de que lo mortifiquen. Y encontrándose solo en la enfermería, luego de una tunda que le apropincuaron sus compañeros feligreses, escudriño en el aparador hasta encontrar un frasco de ponzoña, repleto de azogue. Lo hurtó y al salir lo volcó en la barrica del moscatel. Esa fue la última eucaristía de muchos, que sufrieron una verdadera transubstanciación.

Pleonasmo, Andres Jeromin

Bien, el tiro tiene que ser en la cara para que me vea de frente. La miraré con una sonrisa de superioridad, no me creerá capaz, ¡ahí su error! Cuando declare me preguntarán ¿Su cara estaba transformada? ¿Le costó reconocerla? Diré que si, lloraré, verán mi dolor. Al policía de guardia le diré que esa noche regresaré a buscar al perro. Solo eso. ¿Tendré valor? ¿Lo haré? O solo soñaré. Aún me duele la cachetada que ella me dio frente a todo el pueblo. Yo no discutí, nada dije, bajé la cabeza. Fue demasiado. Cuando pienso en estos 10 años me vuelvo loco ¿¡cómo soporte tanto!? Permanentemente me humillaba ¿¡Vos que sabes? ¡Cállate!”, me decía frente a todos en las reuniones del club. Así, frente a todos los presentes, por opinar sobre alguna cuestión relacionada al campo, su riego, el sembradío. Bueno, ahora es mi momento. Siento bronca, enojo, seguridad y placer por lo que voy a hacer. Meter mi mano en el bolsillo y acariciar el arma me dan aún más seguridad y repasar los pasos a seguir me convence cada vez más de que tengo razón: no estoy equivocado, lo que va a pasar se lo merece. Camino al sembrado toco mi bolsillo, me siento inequívoco y sigo mi camino haciendo planes. Quiero cerrar esa etapa de mi vida. Piso unas ramas secas y con ello descargo mi furia, sigo acumulando recuerdos, la furia me ciega. Lo que va a pasar será justicia. Junto fuerzas, estoy decidido, me repito permanentemente, ¡tener que llegar a esto! Si, lo haré, seré capaz y más me indigno al sentir las lágrimas corriendo por mis mejillas. Un fuerte ruido retumba, las aves levantan vuelo tapando al sol, entretejiendo una trama como un telón que baja en el último acto. Y un cuerpo lleno de sangre cae sobre el sembrado con el arma a su lado.

Ejercicio, Luisa Amalia “Teté” Tarrio

Interminable, Eduardo Bedetti

Se asoma confiado al fuego del horno que espera el pan y a los extranjeros que lo buscan, a las manos de la cocinera que amasa el movimiento constante del alma hacia el mundo. Se asoma en un atisbo siempre curioso al filo de la mesa, a la luz envolvente de la cocina, al calor de la pared del horno, al aire tibio que lo abraza para suspenderlo en el instante. Se asoma más allá del mar que atrae y rechaza el TIEMPO que él ha intuido, severamente. El fluir constante de lo inaprensible está ante todos, nadie lo ve, todo se mueve indiferente. Quizás aquel que intuye… ve, sin órganos un punto en lo interminable.

Es al divino botón, pensó Saer mientras buscaba su libretita de anotaciones, me la paso guardándola siempre en el cajón del medio de este bendito escritorio, pasan tres días que no la necesito y… ¡zas!... desaparece, sigue pensando mientras mira el taco calendario sobre el escritorio y se da cuenta de que solamente falta algo más de un mes para su cumple, su debilitado e invadido cuerpo le dice que no llegará a esa fecha, pero él convencido de seguir con La grande no le tiembla el pulso ante la cercana parca, Jerónimo se acerca con la medicación del mediodía, y le dice, viejo acá tenés, Saer le pregunta si no vió la libretita, ¿cuál, la nueva?, sí, le contesta…debe estar en el cajón del medio del escritorio, como siempre; una vez más toma la medicación del mediodía con cierto disgusto y corriendo el cortinado de la ventana que da a la calle parisina detiene su mirada al ver el pajoso pasto ralo que se pierde en el horizonte hasta mezclarse indecentemente con el gris plomo del cielo, gris plomo que anuncia una tarde de mierda mezclada con lluvia, que en principio traerá algo de frescor pero que la nube de mosquitos que después sobrevendrá es el anuncio de una noche calurosa de marzo acá en el plano más chato con el río más calmo y la orilla más barrosa y con la poesía más bella que esta tierra haya dado. Saer vuelve su mirada sobre el taco calendario y piensa, un mes más y comenzarán a editar todo, hasta lo que no me gusta.

***

“No permitiré que nadie penetre en mis cuadernos, como han hecho con Kafka o con Pavese. No me moriré. Yo elegiré con el tiempo cuál es la palabra justa y necesaria que debo decir, y el resto lo echaré al fuego. Sé que tengo madera de escritor de los grandes y mi deber consiste en no permitir que celebren como verdades mis equivocaciones, o como genialidades mis torpezas.” (J.J. SAER, circa 1965, publicado en “Papeles de trabajo-Borradores inéditos”, Ed. Seix Barral, Buenos Aires, 2012.)

Año Saer, Amaro Villalonga

También es como el río interminable que pasa y queda y es cristal de un mismo

Heráclito inconstante, que es el mismo y es otro, como el río interminable.

Arte Poética (J.L. Borges)

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In memoriam

Urgente: Busco grupo de amigos para iniciar aventura en el bosque. En lo posible, inmunes a las sanguijuelas y veloces para evitar trenes. Grandes chances de encontrar un cadáver. 2941542070146

Vendo pochoclera copada, roja, de USA. Quema los maíces de abajo, pero mordiendo fuerte pasan. $370. Permuto por una moto o una tabla de serf. Estoy junto a la fuente de la plaza Sarmiento todas las noches. Te

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Fui a buscar un ejemplar a mi librería de cabecera y la mujer que me atendió no sabía de vuestra existencia. A ver si mejoran la propaganda y la distribución. Anita Margareti Estimada Anita: Eso le pasa por visitar negocios que, además de libros, venden salamines, disfraces y motonetas. La próxima vez que quiera un número de la revista vaya directamente a la fiambrería, al cotillón o al taller del Cholo. ¿Por qué la revista no tiene propagandas? ¿Reciben guita del municipio? No sería nada extraño, teniendo en cuenta que en este pueblo se financia cualquier porquería. Roque Esteban Aballay

Estimado Roque: Nadie nos da un mango: somos ricos y creemos que no hay nada más lindo que tirar la plata publicando una revista de mierda. Por favor, chequeen los avisos publicitarios. Fui a comprar gomina a la botica “Los Existencialistas” y un señor de bigotes estuvo dos horas hablándome de la muerte. Gomina no hay, dijo, al final. Roberto Lampeduzi Estimado Robert: Ese señor lidera una secta que adora a Victor Sueiro. La próxima vez, recite: “O-le-le, o-la-la, Sartre se la come, Camus se la da”, y verá cómo huye despavorido. ¿Es cierto que ustedes son Rosacruces? Rolo Tomassi Rolo: a tu vieja se la garchó un Rosacruz

Textos, troyanos y selfies a:

arscombustia@gmail.com No tenemos Face, ni Instagram ni Twitter ni ICQ. Quisimos armar un canal de youtube pero nos salió como el orto.

Clasificados

Cambio “Tengo miedo torero” de Pedro Lemebel por Afanancio. 0294 154782945

Cartas digitales

Valderrama y Amelia Earhart Roberto el lobizón antártico y el vasquito Olarticoechea

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Recetas para el buen uso de Ars Combustia, por el Conde de Ciboullette

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En el próximo número Estuvimos en la reunión anual de espiritistas, alguien rompió una copa y hubo quilombo. Encuentran la raíz del síndrome de la página en blanco en un escritor albino. Entrevista a uno que viajó en avión con Cesar Aira. Segunda parte de la saga “El entenado” (el viejo vuelve a la tribu y abre una parrilla al paso). Bibliotecarios, archivistas, ratas de biblioteca y hantavirus. Budini te enseña a autosugestionarte para ser feliz en la cola del correo. Cuentos, poesías y ensayos de escritores locales. Y más, más, mucho más !!!!!

Estimados amantes de la buena lectura y de la buena mesa, aquí les dejo una breve receta de un riquísimo plato que ha ennoblecido nuestra añorada infancia, lo ha enviado Doña Leonor A. desde Recoleta: “En una pequeña sartén con mango de hierro debemos calentar el arroz con una pizca de pimienta hasta nacrer, luego agregamos caldo de verduras hasta cubrir el arroz y cuatro huevos crudos de gallina o pato. Tapamos la sartén con papel aluminio y llevamos unos minutos al horno fuerte, hasta que el caldo desaparezca, retiramos y servimos. A disfrutar”.

Ars Combustia—¿Gárgamel o Azrael? Jeremias Vergara—¿Cuál era Gárgamel? AC—…okay, sigamos: ¿Qué fue lo último que leyó? JV—El Malleus Maleficarum, también llamado “martillo de brujas”. AC—¿Sirve? JV—Como fuente teórica, claro. Lo mismo me pasa con el Necronomicom. AC—¿No cree que Lovecraft està sobrevalorado, como sucede con Fontanarrosa? JV—La verdad que Fontanarrosa nunca me llamó la atención. Para leer a Lovecraft, por el contrario, se necesita cierto nivel de lectura de ese género, lo que no quita que a veces termine repitiéndose y canse, aunque es el maestro indiscutible del terror cósmico. AC—¿Hacia dónde se dirige la obra de Jeremías Vergara? JV—La idea es seguir explorando los saberes ocultos, continuar la producción de imágenes que no sólo se detienen en el horror, sino que atraviesan otros géneros afines. Por supuesto, nunca la intención está en seguir una línea comercial, esa idea de que la poesía es un montón de juegos de palabras que no dicen nada. Siento que hay una explosión de gente que escribe y escribe (sic) y que no tienen compromiso con la lectura, algo fundamental. AC—¿Es cierto que usted mata pollitos y crucifica conejos? JV—Una vez maté un tero con un aire comprimido y cuando lo fui a ver me sentí muy mal. AC—¿Es cierto que hace el amor sobre las tumbas abiertas del cementerio de calle Perito Moreno? JV—Escribí un relato llamado “sexus necrofagus” que ha sido todo un éxito y fue publicado en revistas de México y España (guiña el ojo, quizá un tic, quizá no). AC—¿Los escritores malditos creen en el amor? JV—(duda) Yo creo que el amor está en la alquimia de las palabras. AC—Gracias, señor maldito. JV—Que las sombras no invadan sus sueños, señor editor.

Entrevista a Jeremías Vergara, “El Escritor Maldito”, digno hijo de las tinieblas y embajador cultural de San Martín de los Andes