mario roso de la luna - la ciencia hierática de los mayas

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    MARIO ROSO DE LUNA

    La Ciencia Hiertica de los Mayas

    (Contribucin para el estudio de los cdices Anhuac)

    MADRID

    LIBRERA DE PUEYO

    Mesonero Romanos, 10

    Editado en 1911

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    AL LECTOR

    La huella histrica de las invasiones arias no ha podido borrar en Europa ni en Amrica lasmisteriossimas que en todas las partes del mundo ha dejado la Edad de Piedra, con sus megalitos,sus pictografas, sus jeroglficos gmicos y de otras clases, precursores de los hierogramas egipcios,de los cuneiformes, de los mogoles; snscritos, etc. Mas la huella de semejante pueblo precaldeo, deuna y de otra orilla del Atlntico, no est slo en sus ruinas, sino tambin en sus tradicionesreligiosas o mitopeicas, tocadas de un carcter comn, cual si unos y otros fuesen originarios de un

    continente conector, la Atlntida de los sacerdotes de Sais, revelada a Soln y y conservada por losincomparables Dilogos de Platn el divino.

    Semejante continente va poco a poco pasando del terreno dela fbula al de la ciencia ms positivista,gracias a los estudios prehistricos de druidas y libio-iberos, por un lado; de mayas-quichs ynahoas, por otro; pero no puede entrar de lleno en este segundo terreno sin un estudio comparado delas lenguas, tradiciones y supersticiones de unos y otros pases, estudio cuyo obligado prlogo es elde los escasos documentos jeroglficos que de ellos se haya podido conservar y que an se tienen porininteligibles.

    De aqu la importancia inmensa de documentos autnticos y originales, tales como los llamados

    Cdices Mayas o libros de anhuac, conjunto de mltiples jeroglficos de aquellos pueblosamericanos, a quien el siglo XVI sorprendiese en plena Edad de

    la Piedra y del Cobre. Semejantes restos, conservados en nuestros museos, equivalen, en efecto, no auna, sino a cien excavaciones en ruinas arcaicas, con toda la frescura propia de las recientes deTroya, de Babilonia o de Numancia, y toda la misteriosa grandeza religioso-cientfica de lascosmogonas asiticas.

    En este sentido, dichos documentos son preciosos e insustituibles.

    Aportar hoy nuestro modestsimo bolo a problema tan gigante se propone el trabajo actual , prlogo

    de otro ms extenso y meditado que trataremos de dar en su da, aunando a nuestras propiasinvestigaciones las enseanzas de la crtica, ante la que

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    respetuosamente nos inclinamos de antemano.

    MARIO ROSO DE LUNA

    LA CIENCIA HIERTICA DE LOS MAYAS

    (Contribucin para el estudio de los Cdices Anhuac) (1)

    Los Cdices Anhuac Anlisis de los elementos que integran a los Cdices Anhuac Descripcin

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    general de las pictografas del Cdice Cortesiano Los chjalchihuit de cempohualli o nmerose de laserie llamada perfecta (unidades mayas) Los numerales gmicos por puntos y rayas Losnumerales gmicos por slo puntos

    Las pictografias del Cdice Cortesiano .

    I

    LOS CDICES ANHUAC

    En la Sala de Antigedades Mexicanas del Museo Arqueolgico Nacional, se exhiben dosmagnficos manuscritos, o Cdices Mayas originales, denominados, respectivamente, CdiceCortesiano y Cdice Troano, documentos de inestimable valor para el esclarecimiento de laprehistoria americana ms remota, e indirectamente, para las prehistorias de otros muchos pases,

    asiticos, africanos y europeos, dentro de ese inmenso lapso de tiempo que denominamos edadespaleoltica, neoltica y del bronce. Nadie ignora, en efecto, que los grandes imperios azteca e inca,fueron ,sorprendidos cuando el descubrimiento y conquista por los espaoles en pleno apogeo deesta ltima edad, supuesto que les era desconocido el uso del hierro.

    Tratndose de dos documentos originales maya-quiches en estado de conservacin casi perfecto, tanextensos como sus similares europeos conocidos por todos los arquelogos, no se explica eldesconocimiento u olvido en que parecen tenerles los

    investigadores de la prehistoria mexicana. Triste fatalidad que pesa sobre mil otras joyas histricasde Espaa, porque no se dira sino que, en una poca como la nuestra, que en punto a prejuicios y

    frivolidad no ha salido an de la Edad Media, los pueblos que han declinado de su podero territorialy militar son tenidos en menos, de un lado por los pueblos fuertes, de otro por los pueblos jvenesque con Espaa tienen, sin embargo, una inmensa deuda de cultura (2).

    Los Cdices relativos a la prehistoria mexicana que se hallan contenidos en los tres primerosvolmenes de los nueve que componen la clsica obra de lord Kingsborongh (Londres, 1831) son lossiguientes, cuya grfica informacin se completa con el esplndido porfolio del Abb Brasseur deBourboug, Palenque y otras ruinas de la civilizacin mexicana) (Pars, 1866).

    a) Cdice Telleriano-Remense (incluido en el tomo II de la obra de Kingsborough). Existe en laBiblioteca Nacional de Pars. De l, segn Chavero, es una copia completa el llamado Cdice

    Vaticano Ritual), al que alude el P. Lino Fbrega S. I, en su Esposizione del Codice Borgiano), conestas palabras: Codice Vaticano Rituale-6. Il terzo quello della Biblioteca Vaticana, citato dal P.Kirker acuza il N 3.773, 48 pagine, dipinte per parte (3). La parte primera del Cdice Vaticano,que falta al original Telleriano, es cosmognica. Representa en sus pinturas la creacin de los cielos

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    y la tierra, segn las ideas religiosas de mayas y nahoas; las mansiones celestes e infernales; losdioses respectivos de ellas; el viaje de las almas de los muertos; la creacin de la luna; el rbol de laleche o del man; los cuatro soles o pocas, y los perodos astronmicos ligados con las fbulas deQuetzalcatl (Venus), ya como lucero del alba, ya como astro vespertino, todo en 16 pinturas; elcalendario en 40 lminas, en

    una de las cuales aparece Tonacatecuhtli (el Sol) rodeado de los 20 smbolos de los das del mesmexicano; las fiestas, sacrificios y dems detalles de la vida social de aquella poca, consignados enotras nueve lminas, y, en fin, una parte histrica, todo ello rodeado de signos amarillos en cuadritosde fondo azul con orla roja.

    Del detenido estudio de estos dos Cdices (que son uno en cuanto al origen), dedujo el P. LinoFbrega su hermosa exposicin sobre el Nuevo sistema de los mexicanos en el cmputo de sustiempos, en sus Tradiciones histricas. de los mexicanos y en suOrigen, pasaje a Amrica, yarte de escribir de los mexicanos.

    Con ms razn an de lo que se ha credo hasta aqu, es este Cdice una completa cronologa. Elcaptulo que Chavero consagra al sistema de numeracin de estos pueblos est inspirado en la obra:del P. Fbrega, y muestra cun perfecto era el sistema de numeracin hablada y escrita empleado porlos mismos desde pocas muy remotas. Del Cdice Vaticano existe un hermoso facsmil en laBiblioteca Nacional (4).

    b) Cdice Borgiano (tomo I de lord Kingsborough). Se conserva este M, S. en la Biblioteca de laPropaganda-Fidei de Roma.

    Chavero dice que es una banda de piel gruesa, preparada con arcilla blanca, como apresto para lapintura. Est doblada en forma de libro, sin principio ni fin; pintada por ambos lados, midiendo 25cm. y medio de ancho y formando 76 pginas, Tiene la ms hermosa e interesante pintura que haquedado de la antigua Mxico. El Ritual Vaticano es muy semejante a l, lo que permite establecerya como principio importantsimo para este estudio, el de la gran analoga o estrecho parentescoentre ambos Cdices originales Telleriano y Borgiano, de los que el Cdice Vaticano es una copia.

    c) Cdice de Dresde. De este Cdice, que actualmente se estudia con singular solicitud en Alemania,donde hasta se ha sometido a anlisis qumico y microscpico el material en que aparece dibujado,existe un ejemplar facsmile en nuestro Museo Arqueolgico, expuesto al lado de los anteriores. Sucarcter general es el mismo que el de ellos, con los que merece parangonarse en multitud de detallespictricos y jeroglficos, como en su debido lugar veremos.

    d) Cdice Fejervary de Hungra: Consta de 44 lminas, y de l no hemos podido adquirir otrasnoticias que las ya conocidas respecto a su descripcin bibliogrfica, por no haber sido objeto, quesepamos, de ningn estudio especial.

    e) Cdice Mendocino (1 de la obra de Kingsborough). Es un Cdice fragmentario que sin dificultadpuede referirse en su primera parte a una parte del Telleriano. En su parte segunda parte parece querecuerda al Cdice siguiente en 16 pinturas consagradas al xodo del pueblo azteca.

    f) Cdice del Museo de Mxico, por otro nombre Matrcula de los tributos), cuyos dibujos son muyparecidos a los del cdice Mendocino, y que pueden referirse sin dificultad a determinados pasajesdel Troano y del Telleriano.

    g) Cdice Laudense. Se le viene considerando hasta el da como un calendario ritual y astronmico,a la manera del Ritual Vaticano, y como tal presenta estrechos vnculos de analoga, tambin con elTroano y el Telleriano.

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    h) Cdice Aubin. Aparece considerado como una pintura didctica de escritura jeroglfico-figurativay simblica de los aborgenes de Mxico, en estrecho parentesco con los anteriores.

    i) Codex Zumrraga. Includo en el ya citado Tesoro Indico, trado a Espaa por SebastinRamrez. Ha sido objeto de un estudio por Joaqun Icazbalceta. El Cdice y la famosa rueda del P.Olmos estn relacionados con el calendario maya.

    ) Tira de Tepechpan. Est ya ms inmediatamente relacionada con los tiempos histricos de Mxicoy algunos de sus grabados, tales como la Ejecucin de Cuanhtemoc; tiene sus orgenes en otraspinturas de los tres Cdices Cortesiano, Troano y Vaticano, a los que tambin pueden agregarse, enfin, los Cdices Bodleriano, Borgiano, Bolons, Clementinus, Vienense, Rueda del P, Olmos,Historia del P. Durn y algn otro, a los cuales se debieron referir los estudios perdidos de Gama ylos inditos del P. Lino Fbrega.

    k) Cdice Troano, y

    l) Codice Cortesiano, que pasamos a describir. (5)

    II

    ANALISIS DE LOS ELEMENTOS QUE INTEGRAN A LOS CDICES ANHUAC

    Por la rpida enunciacin que precede, se ve que los Cdices verdaderamente fundamentales para elestudio de la prehistoria maya-quiche y nahoa son cinco: el Telleriano y el Borgiano, representadostambin por el Cdice Vaticano; el de Dresde; el Cortesiano y el Troano, teniendo nuestra patria lafortuna de poseer originales los dos ltimos y en copia el de Dresde y Vaticano, lo que permite uncompleto examen comparativo, al que va a servir de precedente el trabajo actual, que ofrecemos a laconsideracin de los doctos (6). Adems, gracias al patritico esfuerzo del difunto D. Juan de laRada, y de su colaborador el seor Vizconde de Palazuelos, hoy Conde de Cedillo, y secretario deesta docta Corporacin, la crtica moderna posee una edicin

    fotocromolitogrfica del Cortesiano (7), hecha con motivo del centenario del descubrimiento deAmrica celebrado en Madrid (1892), trabajo que es un buen bolo a la cultura iberoamericana.

    El examen atento y minucioso de dichos Cdices nos presenta, en medio de su abrumador y caticoconjunto que ha puesto a prueba la sagacidad de los arquelogos durante ms de un siglo, los cuatroelementos integradores siguientes, que conviene estudiar con separacin:

    CLASE 1 Pictografas o figuras diversas de hombres, animales y dems objetos, con sus escenascorrespondientes - Por esta clase, como la ms asequible, debe comenzar toda. labor analtica, por

    representarse con ella algo as Como pasajes figurativo-simblicos, relacionados con las creenciasreligiosas del pueblo que las pintase. Suelen ocupar dichas figuras el fondo o parte principal de lasvietas de los Cdices mayas, como si fuesen el asunto principal de ellas, y van, respectivamente, encolores rojo, azul, blanco-amarillento y negro, sobre fondos variados, segn su ndole. El carcter de

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    tales pinturas es ms severo, ms hiertico, pero el mismo en el fondo, que caracteriza a nuestras msfamiliares pinturas histricas mexicanas.

    CLASE 2 Jeroglficos nodulares (chalchihuitl o calculi) dispuestos en series (Catunes) por el mbito

    de las vietas. - Estos smbolos numricos (que nos son conocidos en su significacin de talesnmeros por la obra del P. Fbrega y sus similares, y en su pretendida significacin fontica por laobra del P. Landa y otras ms modernas, como la de Charencey), afectan el mismo tamao; oracircular, ora cuadrado, ordenados por series (Catunes), generalmente de cinco, diez o veinte en cadavieta, formando una, dos, cinco y hasta diez columnas, pero nunca tres columnas. Estos jeroglficosse corresponden con los signos representativos de los das del calendario maya-quiche, comoveremos, y son de excepcional importancia previa para el esclarecimiento del contenido fontico,ideogrfico o simblico que puedan encerrar los referidos documentos.

    CLASE 3 Signos gmicos o por puntos y rayas horizontales yuxtapuestos, ora en rojo slo, ora sloen negro, ora, en fin, alternando dichos colores. - Estos signos horizontales alternan unas veces conlos smbolos de la clase anterior de un modo riguroso; otras caminan a su lado, formando columnasverticales; no pocas van sueltos y como en desorden (8), y muchas ms aparecen coronando lasfiguras o llenando los cuerpos de las representaciones pictricas de la clase primera. De cuando encuando tambin se les ve solitarios y casi siempre negros, emplazados en sentido vertical, entre elgrupo de los hierogramas de la clase siguiente, y en alguna ocasin, en fin, se hallan (pgina 21 delCortesiano y del de Dresde, 1 del Troano), bajo unos ojos en rojo, muy caractersticos que, al igualde aquellos puntos y rayas, no dejan de verse de vez en cuando asimismo en los hierogramasegipcios. Estos simbolismos gmicos son las cup-mark de Rivett-Carmac; las pierres a cupules deCartaillac y otros, y las cazoletas espaolas, que nosotros dimos a conocer antes que aquel enExtremadura (9), y que luego fueron extensamente tratados en varios Informes a la Real Academia,los cuales pueden verse en los tomos correspondientes (1902, 03 y 04), hasta resumir todas estasinvestigaciones en una hiptesis general con nuestra Memoria Atlantes extremeos?- Simbolismosarcaicos de Extremadura (10). Ya veremos que a estos signos de los Cdices Anhuac no les esaplicable la hiptesis astronmica, como a las rocas extremeas, y en ellos hasta hoy se hanestrellado los esfuerzos de los arquelogos. Veremos cmo en el presente trabajo hemos tenido msfortuna que ellos.

    CLASE 4 Hierogramas complejos, que un examen an ms minucioso los encuentra integrados: a)por los mismos rasgos fundamentales caractersticos de los jeroglficos nodulares o de la clase 2; b)por signos gmicos verticales y casi siempre negros; y c) por simbolismos confusos, adosados agrupos de ndulos o calculi, que conviene esclarecer ms tarde. Ellos son como las famosas letrasen racimo, mogolas o trtaras. La confusin ms grande asalta frente a estos misteriososhierogramas que encuadran, por arriba casi siempre, a las figuras de las vietas o pictografas de la

    clase 1, mientras que por derecha e izquierda suelen las ms veces formar el marco los simbolismosde las clases 2 y 3, o nodulos y cazoletas , como va dicho, Ocupan, por lo general, una, dos o treslneas sobre cada vieta, con bastante regularidad en su forma y disposicin. No hay manera dellevar a cabo la descripcin de esta clase de jeroglficos no vindolos en los documentos dereferencia. Imagnese el lector una serie de cantos rodados, de tamaos semejantes, pintarrajeadospor un artista caprichoso o por un chico, y tendr de ello una aceptable idea, hasta tanto que, en elcurso de nuestras investigaciones, demos los facsmiles oportunos. Ellos son, en fin, los mismos queadmiramos en el libro de Brasseur sobre Palenque, etc., y no estn tampoco muy lejos de laspictografas de

    los clsicos dlmenes europeos de todos conocidos, como en su da veremos; pero conviene dejar

    consignado (razonando por una evidente analoga, que la inspeccin de los Cdices Anhuacsobradamente justifica) que las consabidas pictografas de nuestra

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    clase 1, que son las que gozan del privilegio de atraer al investigador por su sencillez aparenterelacionada con escenas de cosmogona, no son en el fondo tales pinturas, sino ms bien caprichososhierogramas complejos, hechos con grupos de numerales o calculi, pertenecientes tambin a la clase2. O, en suma, que las cuatro clases en que nuestro anlisis ha separado los elementos del Cdice,no son, en el fondo, sino tres, por la fusin en una sola de las clases 1 y 4, formadas ambas casiexclusivamente por agrupacin de elementos de las clases 2 y 3

    Sobre estas dos clases de jeroglficos, pues, tiene que comenzar nuestra investigacin, siquier,rindiendo culto al mtodo establecido por nuestros antecesores en el asunto, consagremospreviamente un epgrafe a la descripcin somera de las pictografas del Cdice Cortesiano, lo quetendr la ventaja de familiarizarnos con su manejo tambin, nterin se les d una interpretacin mscorrecta y precisa que hasta aqu, en el curso de nuestro estudio.

    DESCRIPCIN GENERAL DE LAS PICTOGRAFAS DEL CDICE CORTESIANO

    Para el estudio del jeroglfico Anhuac, cabe seguir dos caminos. El de describir uno por uno loscinco Cdices fundamentales dichos, o el fijar la atencin primero en uno slo, el Cortesiano, porejemplo, y ligarle con los dems, puntualizando analogas y diferencias. El primer camino parecems racional si los cuatro Cdices tratan de asuntos diferentes; el segundo, por el contrario, es mslgico y prctico a pocas analogas que entre ellos existan. Como nosotros, desde los primerosmomentos, nos hemos visto sorprendidos por estas ltimas, hemos optado por el procedimientosegundo.

    Pasemos, pues, a describir algo minuciosamente el M. S. Cortesiano en lo relativo a sus pictografaso clase primera de los elementos Anhuac, sin perjuicio de aprovechar cuantas ocasiones se nospresenten de ligarle con los otros tres, mediante notorias analogas y de diferenciarles de ellos,siempre que sea oportuno.

    Sabido es, en efecto, que un buen estudio de las analogas y diferencias entre dos piezas deconviccin absolutamente originales, ha sido con frecuencia el primer jaln que ha marcado la sendade ulteriores progresos, capaces de conducirnos hasta a determinar la paternidad y filiacin de unosdocumentos con otros, y de precisar, a veces, hasta las pocas respectivas de su nacimiento.

    Desde este punto de vista, lo primero que advierte el investigador es que la materia en que estnpintados los dos Cdices, Cortesiano y Troano, es la misma y tan conocida de papel de magey opita, cubierta con un apresto como de arcilla esmctica blanca, que permite identificar el tejido porlos bordes. Es tan area, tan finsima la trama, que recuerda ciertos tejidos chinos y filipinos. A noser por las picaduras de algunos bordes de ambos (como se aprecia tambin por el facsmile de Raday Palazuelos), y por algn estrago de la luz sobre la parte media del reverso de Troano, parecenhechos hace pocos siglos, quiz por orden del propio Corts, al igual de los otros y a raz de laconquista. Tal es el esmero de la preparacin y de las pinturas, bien distante de ser alcanzada pornuestras actuales publicaciones, a quienes nada puede librar de una destruccin definitiva en menosde diez siglos. El Troano ha sido esmeradamente restaurado a pluma en ciertas figuras, y la fecha dela restauracin puede precisarse por las escrituras espaolas como del siglo XVI y XVII, que seadvierten en el borde superior del comienzo del reverso (pg. 36).

    El Cdice Cortesiano es una tira de 1,50 m. de longitud, cuajada por ambos lados por multitud depictografas y dems jeroglficos, distribuidos con perfecta adaptacin (que no ofrece, por cierto, elTroano) en 21 pginas por cada lado, o sean 42 rectngulos iguales de 23 cm. de alto por 12 cm.de ancho, todos ellos, menos uno, completamente escritos, en variado y chocante efecto esttico y a

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    tres colores: negro, rojo y azul, al que sin duda hay que agregar el amarillo, transformado en blancopajizo por la accin de la luz. El juego de los tres colores simples del espectro, rojo, amarillo y azul,con los que sabemos se pueden formar todos los dems, recuerda el tan frecuente de laornamentacin e indumentaria de los indios americanos y aun de otros pueblos del viejo continente,tales como el rabe, que con ellos, asociados al blanco integral y a la privacin de luz que el negrosimboliza, han dado relieve a las maravillosas filigranas de la Alhambra, y son an los predilectospara sus tejidos entre las clases populares espaolas.

    Como todos los Cdices de su ndole, el Cortesiano y el Troano no parecen tener principio ni fin,cabiendo sobre ello idnticas dudas a las que el Sr. Troncoso expone, relativas a cmo ha de leerse elCdice Vaticano. Nosotros hemos adoptado para el Cortesiano la disposicin que deja como final delreverso la pgina en blanco, a la que llamaremos, por tanto, pg. 42, y tomamos como anverso ladisposicin que resulta de dejar en el ngulo inferior izquierdo de la tira extendida la pginaapolillada precisamente en dicho sitio, y a la que denominaremos, por tanto, pgina 1.

    As colocado el Cdice ofrece la particularidad curiosa de que su pg. 21, con la que termina elanverso, es igual a otra pgina de uno de los extremos del Troano (11), detalle que ha engaado hastaaqu a los eruditos, pues colocados de este modo entrambos Cdices, uno al lado de otro, tal cmoaparecen hoy en la instalacin provisional de la respectiva sala del Museo, induce a creer que unCdice es continuacin de otro, siendo as que uno y otro no son sino dos variantes del mismo temafundamental cosmognico-religioso, que caracteriza a todos los similares conocidos, pese a lavariedad de su tamao, disposicin, pinturas, etctera, a la manera de dos ediciones diferentes de laBiblia, por ejemplo.

    Otra particularidad dispositiva no menos notable se ofrece a la vista del observador atento.

    Dispuestos as entrambos Cdices, el Troano presenta del derecho, o en posicin natural, todas laspinturas del anverso y del revs todas las del reverso, por lo cual, para leer en este ltimo, hay quedar un giro transversal de 180 grados a toda la tira, a la manera de nuestras monedas actuales, que,por presentar idntica posicin encontrada en sus dos caras, han de ser vueltas de dentro a fuera oviceversa (pero no de derecha a izquierda o a la inversa) si se quieren ver en posicin normal elanverso y el reverso.

    Por el contrario, en el Cdice Cortesiano hay dos disposiciones diferentes. Desde la pg. 17 a la 21inclusives (y desde la 22 a la 26 inclusives, por tanto, del reverso), la disposicin es la misma delTroano; pero en todas las dems, desde la 1 hasta la 16, y desde la 27 hasta la 42 inclusives, que constas se corresponden, la disposicin del Cortesiano es contraria a la del Troano, por manera quepara ver derechas las figuras pg. 16 a 27 inclusives del reverso, despus de haber examinado deigual modo las 16 primeras del anverso, hay necesidad de dar el giro, no de arriba a bajo o alcontrario, como en el Troano, sino de derecha a izquierda o viceversa.

    Gracias a semejante disposicin, el Cdice Cortesiano presenta en el mismo sentido todas las figurasdel anverso, mientras que volvindole como volvemos las hojas de nuestros libros, vemos ir cabezaabajo las de las pginas del reverso hasta la 27, y cabeza arriba las dems hasta el final. Por maneraque la aparente homogeneidad de este Cdice queda as destruida, cual si fuese formada por dospedazos distintos, empalmados uno con otro, a la manera de los diez fragmentos enlazados queconstituyen el Cdice Vaticano. Pedazos cuya pegadura est entre las pginas 16-17 y 26-27.

    Esto nos da un rayo de luz respecto a la no homogeneidad del Cdice Cortesiano, que desde ahoraempieza a presentrsenos compuesto de dos fragmentos, por lo menos, de los cuales el segundocuenta con cinco pginas, igual que las seriadas de cinco en cinco en el Cdice Vaticano. Es como si

    los arquelogos del porvenir, apoyados en el criterio errneo hasta aqu seguido de creercontinuacin uno de otro al Cortesiano y al Troano, los pegasen por la pg. 21 del primero y 1 delsegundo. As resultaran del derecho todas las figuras del anverso de la tira formada, y del revs

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    todas las figuras del reverso del Troano y tambin las del reverso del Cortesiano; pero esto ltimoslo hasta la pg. 26, pues desde la 27 en adelante las figuras caeran normales, tanto por el anversocomo por el reverso.

    El hecho anterior, cuya evidencia es notoria, nos autoriza para introducir la hiptesis de que tambinpueden ser heterogneos y estar de igual modo ensamblados, otros grupos de pginas del CdiceCortesiano. Se impone, pues, un examen comparativo de unas pginas con otras.

    Las 83 vietas repartidas entre las 41 pginas tiles del Cdice Cortesiano y las que integran a las 70pginas del Troano nos presentan el ms abigarrado conjunto que darse puede, siendo el espanto delos indoctos y la desesperacin de los investigadores.

    Figuras humanas y de animales en las ms originales actitudes, representando las escenas msextraas e incomprensibles; serpientes y otros monstruos entremezclados con escenas de placidezparadsiaca y con otras de horrible y tristsima realidad, tales

    como los sacrificios de nios, cuyo destierro de las costumbres de los precolombinos es ttulo degloria y civilizacin, justificativo ante la Filosofa de la Historia del duro empeo de la conquista, ycapaz de disculpar, por s slo, cuantos errores reales o ficticios puedan afear al perodo colonial enambas Amricas.

    Por otro lado se ven toda clase de armas y utensilios: hachas de piedra, cetros-plumeros, que parecenantorchas; aras, sepulcros, tinajas, rboles en forma de tau egipcia o de T europea; ojos rojos, lneas,puntos, jeroglficos multiformes, ora redondeados, ora rectangulares y cuadrados, aislados y enracimos, ya aparte, ya sobre las figuras, ya en su cuerpo mismo, cual si no fuesen ellas sino unaartificiosa disposicin de artistas burladores de nuestra legtima curiosidad, que las pusiesen paradespistarnos acerca de su verdadero carcter de complejos jeroglficos, cuya criptografa, tan secreta,necesitase las famosas claves iniciticas del manuscrito rosa-cruz cifrado, atribuido al Conde deSaint-Germain, o de los bacos de los cabalistas medioevales, rabes y judos, herederos directos delos gnsticos, o, en fin, los pavorosos misterios sibilinos de la antigedad, que tan famosas hiciesen aEleusis, Tebas, Menfis, Samotracia, Mitras, etc., etc., meeciendo los elogios ms encarecidos dehombres como Cicern y Sneca, cual si Palenque, Nachn, Cholula, Centla, Cabul, Ak, Zam,Papantla y dems gloriosas ciudades esparcidas a derecha e izquierda de los afluentes delUsamacinta nos presentasen en el continente americano, ms antiguo de los que se nos figura, lasclaves de esos misterios religioso-cientficos que solapan los hierogramas egipcios, los cuneiformesparsis y caldeos y los alfabetos sanscrito-moglicos del viejo continente.

    Agrguese a esto lo borroso de no pocos trazos; el desorden casi catico que para nuestros ojos nohabituados entraa cada pgina; la diversidad de las pinturas; lo extravagante de las escenas; lamezcla tricolor de rayas, puntos, crculos, rectngulos,

    ojos, cabezas y figuras, y se comprender que nada tiene de particular el aserto de Chavero, relativoa que los jeroglficos mayas, sean figurativos, ideogrficos, simblicos o fonticos, nos sonabsolutamente ininteligibles, con lo que no podemos llevar demasiado a mal al buen abate Brasseur,sus clebres fantaseos sobre el asunto.

    Pero nosotros nos proponemos ceirnos al positivismo ms estrecho, reservndonos para otraocasin cualquiera idea que se separe del terreno actual de los hechos, cosa no muy fcil en unasunto tan ntimamente relacionado con las cosmogonas mitopeicas de los aborgenes americanos,como que son las cosmogonas mismas, segn el carcter y el alcance que los libros Anhuactuvieron siempre en los grandiosos templos del Yucatn y de Mxico. La necesidad, por otra parte,de inquirir por caminos un tanto apartados a veces de los hasta aqu seguidos, la evidencia toda labibliografa actual sobre mayas-quiches, otomes y nahoas, desde los vanos esfuerzos del P. Landa (apesar de su Gramtica Maya) de Jos Fernndez y Ramrez, Manuel Orozco, el Padre Durn y

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    dems intrpretes del Codex Zumrraga, sin olvidar la fantstica clave de Borunda, hasta losulteriores de Brasseur de Bourboug, Beltrn Santa Rosa, San Buenaventura, Adn Lucien,Charencey y Rau (12), sin menospreciar tampoco los benedictinos trabajos del profesor Holden,pretendiendo determinar hasta cantidad de 1.500 jeroglficos no fonticos ni figurativos, sinoverdaderamente ideogrfico-simblicos, y diferentes, a la manera de las ms remotas dinastasegipcias, de las que los pueblos yucatecos acaso sean legtimos antecesores. Los cdices-reliquiasAnhuac o analt, tesoros de magia y adivinacin; archivos histricos y religiosos de las gloriasaborgenes americanas; alma entera de sus naciones y clave quiz de toda la Edad de Piedra que es,no local, sino, por decirlo as, planetaria o universal, han estado hasta hoy muy por encima denuestros ms geniales esfuerzos inquisitivos.

    Descendiendo a los detalles de las pictografas del Cdice Cortesiano, las examinaremos por grupos,como si efectivamente fuesen tiras diferentes.

    Zona 1 (pg. 1 a 8 inclusives).- Estas pginas van a tres vietas cada una, que designaremos consub-ndices de letras. Las vietas 1a, 1b, 1c y 2c estn demasiado borrosas para juzgar acerca de suspictografas. Las 2b y 4b representan cada una tres figuras yacentes, como sepultadas en trlitos odlmenes, detalle en el que coinciden con las seis figuras de las vietas 22b y 23b; pero, adems,llevan encima otras tantas figuras cual si estas representasen el doble astral del sepultado, a lamanera de otros

    eroglficos egipcios simbolizadores del juicio del alma ante los dioses de la Sala de Mahat en elAmenti. Su contemplacin trae a la memoria aquellos versos que Lucrecio pona en boca del ancianoEnneius:

    Bis duo sunt hominis; manes, caro, spiritus, umbra;

    Quator ista loci bis duo suscipiunt:

    Terra tegit carnem; tumulum circumvolat umbra,

    Orcus habet manes.

    Viene luego una serie de pictografas bastante expresiva, en las que se alude a una larga operacinalqumica relativa probablemente a la creacin de las cuatro primeras razas del mundo, segn los

    mayas. En efecto; en las vietas 3a, 4a, 5a, 6a y las seis de las pginas 7 y 8 se ve una serie deredomas u otras vasijas que a veces parecen aras, ya al lado de sus correspondientes personajes, yacon ellos dentro, a guisa de embriones;

    por cierto una de ellas, la 8 b, con una figura formada de tres trapecios superpuestos, en unadisposicin idntica a la que ms de una vez nos ha intrigado en la basa de cierta minscula columnaque sirve de sustentacin a una cruz de hierro emplazada en el cordel de la salida Norte del pueblode Abertura (Cceres), pueblo tan conocido ya por nuestras investigaciones ibero-romanas, segnpuede verse en la lmina que de ella dimos en la pgina 147 (nm. 13) del BOLETN DE LA REALACADEMIA DE LA HISTORIA, en el primer semestre de 1908.

    Las vietas de este grupo, y en general todas las del Cdice Cortesiano, tienen ms o menos sushomlogas ,en el Troano, como a su tiempo veremos. De la comparacin de las de entrambos surgemucha luz para las respectivas interpretaciones. De otro modo no podramos saber, por ejemplo, quelo que empuan los dos personajes de la vieta 6b son los cabellos de una cabeza cortada de nio,

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    cabeza que en ellos no aparece por parte

    alguna, pero que se ve con ellos en idntica actitud en la vieta 10a del cdice Troano, ni que lafigura letra a de las pginas 23, 24 y 25, son monstruos devorando a nios sacrificados, porque laidea del simbolismo de los sacrificios humanos, igual que las figuras de personajes negros, se venpoco en el Cortesiano, y mucho en aquel otro Cdice compaero, hasta el punto de que las cuatronotas caractersticas del Troano frente al Cortesiano son: a), que las figuras de la vieta formada porlas pginas 19-20 de ste se hallan repartidas principalmente en las vietas 12d, 14d y otras varias deaqul; b), que las figuras de personajes negros slo aparecen dos veces en el Cortesiano,

    mientras que en el Troano constituyen el principal argumento dentro de la identidad casi completa deambos Cdices; c), que la especie de monstruo rojo del Troano apenas si tiene una equivalencia en elborroso monstruo blanco de la fig. 3 de la vieta 5c; d), que la casi totalidad de las pginas delTroano, a partir de la 43 hasta la: 54, repiten el argumento del mono encadenado, mono queaparece tambin repetido en la lmina relativa al Sol de Aire, que nos da Chavero comocorrespondiente al Cdice Vaticano. Estas repeticiones se compensan con el mayor nmero depginas del Troano (28 ms que el Cortesiano), con lo que ambos vienen a ser de la misma extensinefectiva.

    Zona 2 - Poco hay que decir acerca de las pictografas de las pginas 9 a 16 inclusive, pues laextraordinaria importancia de stas proviene ms bien de sus jeroglficos nodulares y gmicos, quese tratarn despus. Slo diremos que la fig. 1 de la vieta 9a representa como a una sacerdotisadruida con una cabeza en las manos, cabeza que acaba de cercenar con un cuchillo de piedra, y quedespus se ve transformada en manos de un guerrero en la figura ltima de la vieta 9b. La vieta10b representa un rbol en forma de tau, cobijando a cada lado a dos animales, macho y hembra(13). Al lado se ve una mujer-serpiente y una como fruta partida en las manos. Las figuras segundade la vieta 12a y primera de la 12b son importantes, porque presentan, respectivamente, al monoencadenado y al personaje negro que vemos repetidos hasta la saciedad en el Cdice Troano (14). Encuanto a la figura primera de la vieta 14a vemos en ella la simblica flor del loto, tan venerada enOriente, y en la 16b una especie de guila-tortuga, uno de los avatares orientales.

    Zona 3 - Las pginas 17 y 18 forman dos vietas distintas en sus mitades inferiores y como una solaen sus mitades superiores, que vienen a repetir as cinco veces, aunque en distintos colores, el mismotipo de personaje, con los mismos signos gmico en sus cabezas y cuerpos, siendo muy de notar quedichas figuras, a las que parece as dar mayor importancia que a las anteriores el Cdice Cortesiano,ocupan un lugar secundario y pequeo, aunque con los mismos tipos e inscripciones en las vietas64a y 65a del Troano. A juzgar porque llevan las figuras sus respectivas caras a dos colores, se tratade la representacin de algo as como de los divinos hermafroditas de las teogonas de Oriente, pueses sabido que, Como nos ensea Chavero, los aborgenes mexicanos solan representar con doscolores distintos de cara, o manos a la mujer y al hombre. En las mitades inferiores 17b y 18 b, va un

    guerrero rodeado por una serpiente como la del relieve de Xochicalco y como las que siguen, ycuatro personajes con redomas encendiendo el fuego.

    Las pginas 19 y 20 forman una sola vieta, siendo nicas en su clase en este concepto. El centro dela vieta as formada, est ocupado por una especie de rbol o tau, con dos alas o expansionesterminadas a manera de gancho o alas de ave. A derecha e izquierda del rbol se ven dos figuras dehombre y mujer con sendos jeroglficos, siendo probablemente la primera pareja de Cipactli yOxomoca, nahoas, todo ello encerrado

    por una faja formando cuadrado con los 20 calculi de nuestra clase segunda. Sobre cada lado delcuadrado se apoyan luego otras cuatro escenas simblicas (que se ven en vietas diferentes en el

    Cdice Troano), una de ellas, muy expresiva, donde una pareja humana presencian el sacrificio de unnio cuyo vientre es literalmente hecho aicos por un hacha colosal, orlada por el signo acatl.Completan esta singular vieta cuatro calculi por ngulo del cuadrado central, hacia la parte de fuera,

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    y de cada uno de ellos salen otras tantas sartas de puntos gruesos que van a enlazarse con otros seiscalculi situados hacia los ngulos exteriores, y otras cuatro sartas que festonean toda la lmina, o seaun total de unos 240 a 260 puntos. En fin, aliado de cada cadeneta de puntos gruesos, aparecen en

    rojo los signos gmicos . y con ms cuatro o seis especies de eles, llenas, de imprenta (15), yotros puntitos transversales entre cada una de esta especie de letra. El conjunto es de lo ms originalque darse puede.

    La pgina 21 es muy singular. Apenas tiene unas figurillas borrosas en la parte superior (o ms bieninferior, pues parece estar la pgina invertida). Lo dems son todos ideogramas de la cuarta clase.

    Reverso del Cdice.- No le dividimos en zonas, por ser poco prctica la divisin. Hay que verle dederecha a izquierda hasta la pgina 26, y de izquierda a derecha, como hasta aqu, desde la pgina 27hasta el final. La vieta 22a presenta tres figuras humanas, con aras o redomas; la 23 a, dosmonstruos tragndose a dos nios; las 22 b y 23b, seis seres de diversos colores, cobijados bajotrilitos o dlmenes; la 23c, dos personajes con caduceos, y las 22d y 23d, otros seis con ruedas. En la24a, continan los monstruos, y en la 24b cinco como prototipos de las cinco razas, elevan sobre undolmen miceniano a una tortuga.

    En la pgina 25 se muestra por primera vez la gigantesca serpiente azul, con cabeza, ora de guila,ora de cocodrilo, que luego nos acompaa por las pginas 26, 27, 28, 29. 30 y 31, cortada por unaancha zona de jeroglficos de la clase 2. Dicha pgina parece ser una con la 26 que le sigue,componiendo con ella una expresin de las ideas religiosas de aquel pueblo en punto al problema deultratumba, pues sabemos que eran cuatro las

    mansiones de los muertos: Chichilmacuauhco, Tlalocan, Mictlan y Ilhuicatl-Tonatiuh. La primera,especie de limbo cristiano, estaba habitada por los nios, que eran all alimentados por el rbol de laleche o del man, en espera de turno para una reencarnacin inmediata. El rbol de la leche no se vetan claro en el Cdice Cortesiano como en el Troano (vieta 25d y otras) y en el Vaticano (pginas

    17 y 18), pero est simbolizado en aquel por un nio en actitud de jugar con dos penachos, negro yblanco, en torno de una rueda representativa del da, que es el hierograma uno-tres de nuestra clase4. Al otro lado de la cudruple banda de jeroglficos nodulares aparece a su vez

    el sacrificador, armado de hacha. La segunda mansin, el Tlalocan, o regin sublunar (donde iban lasalmas de cuantos fueren vctimas de muerte violenta, para completar all el perodo natural de vidaque, sin el accidente, les habra correspondido sobre la Tierra) aparece representada tambin por unarana azul, decapitada, y arriba, de igual modo, se ve su sacrificador con hacha y cuerpo de larva o deserpiente. El Mictlan, tercera mansin, aparece representado por la famosa lagartija Xochitonal,especie de Proserpina o Ataecina, smbolo de la Tierra, bandose en las aguas negras o tinieblas delApanuiayo, que en tales vietas se representan por lneas azules verticales y paralelas, a la manera de

    los ros en nuestros dibujos topogrficos. La cuarta regin infernal, el Ilhuicatl-Tonatiuht o CamposElseos, no aparece representada en dicha pgina, a menos que consideremos como tal a la vieta enluz y sombra, con serpiente y calculi, que se

    ve al lado, en la pgina 25.

    Las cinco pginas siguientes (27 a 31 inclusives) representan los momentos ms tpicos del da, conlos cuatro dioses mayores: Tonacacatecuhtli (el Sol); su esposa Tonacacihuath (la Tierra), y los hijosde entrambos: Quetzalcoatl (Venus), y Tezcatlipoca (la Luna), creadores todos del fuego del hogar,o, por simbolismo, de la luz del mundo. Prescindiendo aqu de la descripcin, ya conocida, de losdoce cielos invisibles y visibles, recordaremos que las diez y seis horas del da se repartan entre

    cuatro cuadrantes:

    el primero, desde la salida del Sol, en que se practicaba la adoracin del astro-rey sacrificndole

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    codornices, y empezaba con la hora Xiuhtletl; el segundo, desde el medio da, o Nahui-Ollin del Sol,hasta el ocaso o Tlaloc, hora en que aparece por el lado

    opuesto la luna en el plenilunio y aqul baja en el otro mundo al reino de Miquitzyaotl (eladversario), smbolo de Tezcatlipoca, o el Tlalocan Metzii de Itzapan (la Luna); el tercer cuadrantedesde el Oxomoca, o regin inferior de la noche, donde impera la hora 12a de la estrella roja (Marte)o Iolmaltcuhtli; y el cuarto que comienza en la hora 13a, consagrada ya a Tonacatecuhtli, el dioscreador del nuevo da, sigue con el Tonatiuh o

    aproximacin del Sol en el Cipactli o aurora, y termina con la potica hora en que Quetzalcatl, laestrella matutina, que tambin inaugurase la hora 9a o primera de la noche con sus fulgoresvespertinos, luce sus blancos destellos, anunciando el nuevo da.

    Las vietas b de las cinco pginas citadas, son evidente representacin de los dichos momentos delda y de la noche. As, en la 27, aparece el cocodrilo blanco de Quetzalcatl armado de basto conhacha, en actitud de descargar un golpe de muerte

    sobre la cabeza oscura de la serpiente de la noche, y es la lmina que podramos llamar de la venidade la aurora. En la siguiente pgina 28, ya aparece el Sol en figura de un dios blanco, dividiendo endos, mediante su hacha-basto, a la serpiente nocturna, representando poticamente as la salida delastro-rey. En la pgina 29 vemos asimismo partida la gran serpiente, y derramndose por el mundoinferior las negras aguas de su cuerpo monstruoso, mientras que el dios blanco solar ahuyenta a lasfieras con su cetro-plumero, que parece ms bien una antorcha. Finalmente, en el centro de la pgina30, vemos ya al disco circular del Sol, coronado de llamas rojas, hundirse en el reino de la noche uotro mundo, representado otra vez por la gran serpiente, ya completa, que eleva sus aguas sombrashasta la parte superior de la pgina para envolver otra vez tambin en ella los conocidos smbolos delmundo de los muertos; el nio frente al rbol de la leche; la rana azul y la tortuga o lagartijaXochitonal en el Apanuiaya. El dios, en forma de rana azul, jaspeada de verde, penetra as en el reinode la noche, en la pgina 31.

    Las pginas 32 y 33, divididas cada una en tres vietas, representan escenas demasiado complejas ydifciles de abarcar con esta ojeada general. Sin embargo, el contenido de la vieta 33c merece atentoexamen por presentar cuatro figuras sedentes iguales: la primera sobre un sol, la segunda sobre dosrectngulos acoplados, terminados por cuatro ganchos o puntas, la tercera se acurruca en un amanera de medalln formado por dos

    cintas azules, entrelazadas como dos serpientes, y la cuarta resulta tambin sentada sobre la partesuperior de uno de esos doseles que vimos en las pginas 19 y 20.

    A no ser por la luz que en este punto nos proporciona el Cdice de Dresde, la pequea vieta acasose nos pasase inadvertida; mas por fortuna, dicho Cdice y el Horgiano, en las lminas que puedenverse reproducidas en la obra de Chavero, nos ilumina acerca del significado de la misma, y que noes otro que el de los cuatro famosos soles, o grandes pocas nahoas, que dichas por el orden en quelas presenta nuestra vieta son: el Tletonatiuh (sol de fuego); el Ehecatonatiuh (sol del aire), elAtonatiuh (sol del agua) y el Tlatonatiuh (sol de la tierra), al tenor de la versin de Humboldt.

    El Cdice Cortesiano contina en su pgina 34 con una enorme figura solitaria que la ocupa porentero, sin apenas ningn otro signo, pintada de azul y circuida por una oscura serpiente que nosinduce a pensar se refiere al gran dios Mictlantecuhtli, el Plutn nahoa, caracterizado por la vasijainvertida que aparece en su cuerpo, volcando sobre el mundo las tinieblas de la noche.

    En la siguiente, pgina 35, parece verse el sol de media noche, en forma de un guerrero blanco, concabeza de cocodrilo, que pasa por debajo del trono de aquel.

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    La vieta 36a es una hermosa representaci6n tricolor del Sol cuando, al sepultarse para visitardurante la noche la triste morada de los muertos, recibe el grfico nombre de Tzontemoc,literalmente, el sol que cae de cabeza; tal como se admira en la piedra de Tuxpan. La vieta 36bpresenta en blanco al hombre cocodrilo, con crneo de tortuga, cuya mandbula es uno de los signosnumricos del Cdice Vaticano . La escena, desprovista casi de jeroglficos, resulta de unsimbolismo bastante oscuro, a juzgar por la especie de pez que se ve en su mano derecha, y lafigurita del fondo debe ser alusin a la mansin infernal en que est sepultado el astro del da, si bienhay medallas en nuestro Museo Arqueol6gico que tambin la recuerdan consagradas a Venus.

    Terminan las pictografas del complicado Cdice con cuatro dobles figuras similares (vietas a de laspginas 37,38, 39 y 40), las que presentan al repetidsimo guerrero azul, de espaldas a una serpienteque se muerde la cola, serpiente que es blanca en la 37 y 39 y jaspeada de negro en la 38 y 40, ysobre cuya cabeza aparecen, respectivamente, un pez y un ave en las dos primeras, una semilla y unbasto-hacha en las segundas. Las cuatro serpientes llevan entre rayas azules (sombras) el signo

    gmico que es muy poco usado. El guerrero primero lleva hacha y antorcha hacia abajo; elsegundo dos plumeros-antorchas, una hacia abajo y otra hacia arriba; el tercero una antorcha haciaabajo y el cuarto otra arriba, en la: nica mano visible. Hay mucho en estas vietas que recuerdan al

    guerrero de la Solana de la lpida que donamos al Museo (16).

    Menos comprensible an nos resulta el simbolismo que entraar puedan las vietas b de las citadaspginas; Sus tipos aparecen: tres rodeados de sendas serpientes, al modo del Mictlantecuhtli de lapgina 34, y el cuarto, simplemente envuelto en sombras y armado de hacha; figura idntica a la dela vieta 41b, o ltima, salvo en el detalle de aparecer en sta el tpico coyolt (zorra o cerdo), y enaqulla el pez consabido. La vieta 41a

    representa, muy borrosos, ocho guerreros armados de hachas o de antorchas y habitantes del reinoinferior de las sombras; como se colige por su posicin, cabeza abajo, y por las lneas azules que lescircuyen, anlogas a las que se ven representadas en ciertos megalitos europeos, y que un autor, nada

    quiromntico, ha comparado a las finsimas estras concntricas de las yemas de nuestros dedos.

    Con esta rpida descripci6n de las pictografas cortesianas, podemos pasar al anlisis de los otros treselementos jeroglficos.

    Los jeroglficos nodulares del Cdice Cortesiano

    LOS CHALCHIHUIT DEL CEMPOHUALLI, O NMEROS DE LA SERIE LLAMADAPERFECTA (UNIDADES MAYAS)

    El contraste que en el informe anterior evidenciamos entre las pictografas jeroglficas de las pginas1 a 8, 9 a 16 y 17 a 21 inclusives, del anverso del C6dice Cortesiano, es an ms notorio entre susrespectivos jeroglficos nodulares (chalchihuit (17) o calculi) que pasamos a examinar.

    Vemos, en efecto, que en las vietas 1a y 1b, aparecen intercalados cinco signos de esta clase en eltexto de cada una, sin correspondencia vertical entre s; que en la vieta 2 a no aparece ninguno,mientras que se muestran, por el contrario, cinco en la vieta 2b, veinte, formando rectngulo, en la2c. La heterogeneidad contina en las vietas siguientes, pues mientras en las 3b y 3c, 4b y c, 5c, 6cy 8c no aparece signo alguno de esta clase, las vietas 4a, 5 b, 6b, 7a y 7c y 8a van cada una con una

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    columna de cinco signos y las vietas 3b, 5a y 8b llevan hasta diez clculi, dispuestos siempre en doslneas verticales, ora juntas, ora separadas. El desorden no puede ser ms palpable.

    Pero todo cambia desde la pgina 9 hasta la 16 inclusives, o sea hasta el final del trozo que tienerectas todas las figuras, tanto del anverso como del reverso. A la irregularidad y desorden anterioressustituye el orden ms perfecto, haciendo de estas ocho pginas las ms bellas y sugestivas quepueden hallarse en documentos criptogrficos de esta ndole. Los jeroglficos de las cuatro clasesaparecen en ellas con ms abundancia que en otra alguna; los cuatro rectngulos de cada pgina sontodos absolutamente del mismo tamao, adivinndose an en muchos de ellos sus bellsimos fondosprimitivos, que apenas si el tiempo respet. La igualdad o paralelismo general contina entre laspictografas, de igual tamao todas, y entre los hierogramas de la cuarta clase que van repartidos porpares de grupos o racimos en las tres lneas superiores de los cuatro rectngulos de la pgina, dandoun total de 24 grupos por cada una. No existe suelto ningn signo gmico en rojo entre laspictografas o sobre ellas, como en casi todas las dems, y los escasos signos gmicos en negro,aparecen verticalmente todos y como adosados en cada rengln al hierograma correspondiente de laclase cuarta, con el que forman, como va dicho, grupos por parejas.

    Asimismo, y esto es lo ms sugestivo de dichas pginas y lo ms luminoso para la investigaci6nulterior, corre a la izquierda de cada pgina una lnea vertical de calculi, hasta marginarla porcompleto, mientras que otra, absolutamente igual, corre vertical

    tambin por el centro, con lo que; si abrimos el Cdice, vemos exornadas las pginas de dos en dospor cuatro columnas verticales, de 16 jeroglficos nodulares cada una, o sea de 32 por pgina, y de64 por cada doble pgina, es decir, un total para las ocho de 256 signos de la clase que nos ocupa.Gran partido ha sacado de esto nuestro anlisis, como pronto vamos a ver.

    No es ello todo, por cuanto entre caluli y calculi corre otra serie muy homognea de caracteresgmicos en rojo, no menos fecunda para la investigacin, y en nmero total tambin, porconsiguiente, de 256 caracteres.

    Finalmente, si, prescindiendo ya del trozo formado por las pginas 17 a 21 inclusives del anverso, y22 a 26 inclusives del reverso (merced a disparidad que en el informe anterior ya hicimos notar,debida a distinta posicin de las figuras), volvemos el Cdice al modo de los folios de nuestroslibros, nos encontramos con las ocho pginas, 27 a 34 inclusives (que forman el reverso de laspginas 9 a 16 inclusives antes admiradas), las cuales representan el conocido tema de las horas delda, o por extensin simblica las estaciones de esotro gran da terrestre que denominamos ao, yms simblicamente an, esos cuatro momentos tpicos de todo ciclo evolutivo: el del crecimientovital; el

    de la vital apoteosis; el del decrecimiento o cada y el de la renovacin y retorno, a travs de lamuerte, en el que las viejas esencias se visten de nuevas formas como el rbol se viste de hojas a lallegada de cada primavera.

    Ya dijimos respecto de estas lminas todo lo relativo a su contenido pictrico y figurativo-simblico,y ya consignamos tambin en el informe anterior que las vietas ocupan las tres cuartas partes de laspginas 27, 28, 29, 30 y 31. Pero esto no es exacto ms que hasta cierto punto. Verdad es que asresulta de comparar, por ejemplo, los pies y la cabeza del Quetzalcatl de la pgina 27, pero no esmenos exacto que esta cabeza y aquellos pies aparecen separados por una banda blanca de un cuartode pgina de ancho, con lo cual la pgina dicha y sus compaeras, queda dividida exactamente encuatro zonas que, de arriba a abajo, son: a) la relativa como al culto correspondiente al pasaje

    u hora simbolizada, culto que parece rendido por una pareja humana con sendas aras a la espalda; b)por la cabeza y brazos del dios, envueltos en las sombras de la noche, con una lnea de cincohierogramas y la tpica tortuga en blanco, que es adems el obligado crneo de este conocidsimo

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    dios nahoa; c) por la banda numrica que va a ocuparnos; y d) por los pies del dios con la segundacabeza de la serpiente de la noche. Tal vez esta

    analoga de distribuci6n y de signos, a ms del asunto mismo, fue la que moviese a los an6nimossacerdotes confeccionadores de las pinturas del Cdice a adosar en esta pgina, aunque invertidaspor no poder ser otra cosa, las cinco pginas anteriores, cuya

    disposici6n encontrada tan til nos fue en el informe primero.

    Sea lo que fuere de esto ltimo, es lo cierto que, si prescindimos de las repetidas cinco pginasagregadas, considerndolas segregadas del resto, y al Cdice cortado, por tanto, entre las pginas 26y 27, podemos tomar por hipottico principio del Cdice, no el que hasta aqu, sino el de dichapgina 27.

    Con esta nuevahip6tesis nos sale al paso un hecho singular, y es el de la coincidencia de argumentossimblicos entre el Cdice Cortesiano y el Vaticano. Veamos separadamente, sin embargo, lorelativo a ambos, respecto al particular que nos ocupa.

    La repetida banda numrica, pgina 27 del Cdice Cortesiano, aparece formada por diez columnasde a cuatro signos cada una, o bien por cuatro lneas, cada una de diez signos, lo que arroja un totalde 40 signos numricos. Adems, la banda puede considerarse dividida verticalmente en dos trozos,cada uno con 20 signos, y es muy de notar que en cada trozo los 20 signos correspondientes sondistintos. Al trozo primero le podemos, pues, considerar como se ve en la figura, donde presentamoslos 20 calculi en igual forma que la en que aparecen en la mitad izquierda de la zona de referencia,precedidos por su nmero correspondiente de orden, y por cierto (y esto ser objeto de un estudioespecial en nuestro cuarto informe) que tales numerales as dispuestos no se corresponden con laserie dada por el P. Landa, cuyos nombres y numerales entre parntesis van puestos debajo, nombresnumerales de marcado sabor hebraico, y algunos como ahan, men y kan de efectiva significacinsnscrita (yo, hombre, y reino respectivamente), sin faltar tampoco alguno recordado tambin enlenguas europeas, como been y hix o shix, de todo lo cual acaso pueda sacarse en su da un partidono pequeo en provecho de la Filosofa comparada. Para completar las correlaciones, y aun a riesgode anticipar aqu lo que ha de ser objeto de nuestro tercer informe, hemos emplazado a la izquierdade cada numeral su smbolo gmico correspondiente.

    Volviendo a la vieta 27b, diremos que la segunda mitad de la banda numrica se advierte almomento que es una repeticin de la mitad primera, mas con la notable variante de que la lneaprimera (18) del baco numrico, formado por la primera mitad,

    ha pasado a ser la cuarta y ltima del baco que forma la mitad segunda, ganando, por consiguiente,un lugar las otras tres lneas. Se ha operado, en suma, de baco a baco, lo que la teora de lacoordinatoria matemtica denomina una transposicin de lneas po permutacin circular, cosa capazde intrigarnos en grado sumo, ponindonos sobre una pista novsima, jams seguida, que sepamospor investigador alguno de estos asuntos, cosa que acaso explique el por qu del relativo fracaso dedichos investigadores, consagrando el aserto de Chavero de que los jeroglficos maya-quiches nosson por completo ininteligibles.

    Llegados aqu es muy lgico que, sin pararnos por el momento a buscar las correlaciones entre estossignos y sus respectivos nombres mayas y nahoas (pues no es an tiempo de abordar tal oscuroproblema filolgico), los demos provisionalmente el significado respectivo de los 20 primerosnmeros, con lo cual, sabiendo como ya sabemos por el P. Landa, que son ellos, efectivamente, talesnumerales mayas, no podemos errar sino en una sola cosa, a lo sumo: en su orden de seriacin,defecto que, como afectara a todos, sera, en su caso, de rectificacin muy fcil.

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    ARITMTICA MAYA

    Los veinte primeros numerales (Cempohualli)

    (Vieta 27b del Cdice Cortesiano)

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    En consecuencia, podemos ya traducir a simbolismo numrico la repetida banda jeroglfica de lapgina 27b, la que nos da, en su primera mitad, este baco o matriz fundamental, de donde vamos a

    derivar metdicamente todos los dems que presenta el

    Cdice Cortesiano:

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    Con lo que tenemos ya un baco de forma rectangular de 4 x 5 o 5 x 4 = 20 nmeros distintos, yseriados por su orden natural, baco cuyas cuatro lneas sufren en la segunda mitad de la banda latransposicin permutatoria circular que expresa, a su vez, el baco siguiente:

    Acaece ahora una cosa muy singular: la de que la banda correspondiente de la pgina 28b, quesubsigue, nos ofrece otra pareja de bacos, completando la permutacin circular de las lneas delmodo siguiente:

    en su primera mitad, y

    en su mitad segunda.

    Resultan as agotadas matemticamente las transposiciones circulares entre las cuatro lneas delbaco fundamental, con slo las dos bandas numricas 27b y 28b, pues que no puede hacerse ya otraalguna en dicha forma.

    Pero s puede operarse, tambin matemticamente, la permutacin circular de las columnas, que es loque, de un modo sorprendente, nos sale al paso en las pginas que subsiguen. As la banda numricade la vieta 29b empieza cumpliendo esta nueva condicin permutatoria.

    Media en esto un detalle nuevo, y es el de que dicha banda 29b no presenta ya los dos grupos de 20

    que suman en las dos anteriores 2 x20 = 40, caracteres numricos, sino que nos ofrece slo 36smbolos, es decir, una columna menos. De los dos bacos, pues, que podemos formar en la banda,uno de ellos, el primero, resulta incompleto. As, el primer baco de aquellos ser:

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    compensando la prdida de la primera columna con la adquisicin de la forma cuadrada que antes notena, mientras que el baco segundo es la repetici6n del antes sealado con la letra (B).

    Finalmente, la vieta 30b, que subsigue, lleva ya 32 signos numricos, en lugar de los 36 de laanterior y de los 40 de las dos primeras (27 y 28b). La banda respectiva pareca formar, pues, dosbacos cuadrados (4 x 4 + 4 x 4 = 32), a la manera del primero de la vieta anterior, pero no es as,

    sino que surge de l una complicacin inesperada, a saber: que la banda nos da la siguientetranscripcin numrica:

    en la que, reuniendo las columnas como marcan las barras, se forma en medio el baco rectangular(D), mientras que las dos primeras columnas constituyen las dos ltimas de baco (C) y la octava oltima la primera columna del baco fundamental (A), que se haba suprimido para formar el bacocuadrado, primero de la vieta anterior .

    Comparando, por tanto, las dos bandas 29 y 30, nos encontramos con que entre ambas se vuelven acomponer los cuatro bacos rectangulares de las dos primeras (27 y 28): el (D), el (B) y el (A)completos; y el (C) slo en sus dos ltimas columnas, sin que, por el momento al menos, se nosalcance la razn de esta ltima supresin, toda vez que en las bandas no se acusa.

    En ella estriba, sin embargo, uno de los detalles ms preciosos que darse pueden en pro de nuestrateora del informe anterior, acerca de la no homogeneidad del Cdice Cortesiano.

    Por de pronto, lo que hay en la banda 29 es una simple abreviatura del copista, y los dos bacosrectangulares (no cuadrados) estn tan completos como los anteriores, cuyos nmeros de las letras(A) y (B) repiten (aunque el primero con transposicin circular, de la que ha llevado a la primeracolumna del baco fundamental A, al puesto de la columna ltima). Basta para comprenderlo as, elconsiderar que en la disposicin dada por la banda la columna ltima del baco primero de ella y lacolumna primera de su baco segundo o ltimo seran la misma, repeticin que, por no afear lapintura, evit el copista, quien, suponiendo conocida la ley de seriacin, escribi la columna (paranosotros desde ahora ya doble):

    2

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    3

    4

    1

    en lugar de escribir dos, de esta manera:

    con lo cual los dos bacos de la vieta 29 quedan completos, y son ya equiparables, respectivamente,a los (A) y (B) anteriores (19).

    Otro tanto acontece con la banda de la vieta 30, donde la abreviatura afecta a dos columnas, escritasas:

    8 12

    5 9

    6 10

    7 11

    a guisa de abreviaturas de estas otras que seran respectivamente las dos ltimas del baco de laizquierda y las dos primeras del de la derecha en esta forma, donde, para no complicar lapresentacin, se han sustituido los dems consabidos por comillas:

    Pues bien; a pesar de esto, quedan dos columnas solitarias al final de la vieta 30b, terminando assta:

    3 7

    4 8

    1 5

    2 6

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    y como con estas mismas columnas empieza la banda de la pgina 26, nos asalta la duda de que,puesto que esta ltima pgina y su compaera la 25 (con otras tres ms) fueron pegadas al resto delCdice, fueron ellas pegadas mal, y en vez de enlazar, como lo hicieron las pginas 26 y 27 slo (sinduda, para que as viniesen derechas las figuras del anverso, o sean las pginas 17 a 21 inclusives),debieron poner nuestras pginas 26 y 27 a continuacin de la 30, con lo que las dos bandas de bacosde entrambas aparecan exactamente a continuaci6n de esta ltima, como esta ltima, a su vez, esmera continuacin serial y de figura de sus predecesoras las pginas nmeros 27, 28 y 29.

    Con esto tendramos ya las seis pginas dichas, que tan simtricas son en todos los detalles, seriadasde un modo regular, y por este orden, que fue sin disputa el primitivo del original que el Cortesianocopiara:

    Paginacin primitivaa b c d e

    Paginacin cortesiana ..27 28 29 26 25

    Razonando por analoga (como han hecho siempre para sus investigaciones los ms ilustresegiptlogos), debemos y podeos ir an ms lejos, porque con las demostraciones anteriores tenemosya derecho a no respetar, mientras no haya notoria seriacin de pictografas y jeroglficos, la dada asus vietas por el Cdice Cortesiano, y haciendo uso de tal derecho, nos permitimos creer que dichasseis pginas as seriadas, han llevado antes otras dos, a saber: la 34 y la 31, constituyendo as todasellas una serie de ocho pginas o de cuatro dobles pginas, tan regulares y perfectas, a su vez, comolas 9 a 16 inclusives, que tanto admiramos en el informe primero, y representativas las ocho,

    tanto de las horas del da, como de las etapas o ciclos cosmognicos de las teogonas mayas yorientales (idnticas en este punto, como podra demostrarse). A estas ocho etapas las podemosdescribir as, anticipando estudios del informe cuarto que preparamos sobre los hierogramascomplejos (nexos o racimos).

    Pgina 35 (primera de la serie). Representa a la serpiente de la eternidad y al Hombre Celesteprimitivo (Verbo) emanando de ella. Es la lmina mayor y ms sencilla de todas las del Cdice, conuna sobriedad que cautiva, por ser poco comn en este abigarrado documento, dado que slo llevaarriba tres hierogramas, o nexos, con dobles signos gmicos, casi borrados, por desgracia, y unabanda azul con estos tres grandes calculi en blanco (salvo el 1, que est en negro)

    12 en nexo con 4

    3

    y varios signos gmicos borrosos, cual si fuesen nmeros emanados, tanto de su boca, como de laredoma que se vuelca desde su pelvis, derramando las tinieblas del mundo inferior, con estosnmeros gmicos:

    12 13

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    Pgina 31 (segunda de la serie). El guerrero de la pgina 35 tiene forma de rana, como uno de losavatares indostnicos.

    Flota en las tinieblas, llevado por una serpiente blanca. En las aguas o tinieblas dichas aparece elsigno gmico trece en rojo y negro, y arriba dos grandes nexos de uno y tres, y ms abajo, en fin,otra banda blanca de estos cinco numerales (en negro el 3, en blanco el 1 y en azul los otros):

    1

    en nexo con 2 5 4

    3

    Adems, al lado de los dos nexos de uno y tres superiores, se ve un berraco de piedra idntico a losde nuestro Museo Arqueolgico, y por bajo otros animales, de los que a su tiempo hablaremos.

    Pgz.nas 27, 28, 29 y 10 (tercera a sexta inclusives de la serie).

    Nada hay que aadir a lo que sobre ellas se dijo en el anterior informe.

    Pginas 26 y 25 (sptima y octava de la serie). Tampoco hay nada que aadir a lo que all se dijoacerca de su simbologa.

    Gracias a tan pacientes esfuerzos como los que anteceden, empieza a aparecer an ms bello y

    profundo el documento que nos ocupa.

    Para terminar esta serie, diremos que estas dos pginas, 26 y 25, llevan respectivamente en susbandas centrales los bacos (C) y (D) la primera, y el baco fundamental (A) la segunda, y por ciertocon la particularidad de que el tal baco slo ocupa la regin o mitad en que se muestra la serpientede la noche, mientras que aparece en blanco el traceado de la pauta, sin duda por haberse destruidopor la accin del tiempo el baco (B) correspondiente.

    Toda vez que las pginas siguientes, desde la 32, no muestran sino solitarios jeroglficos nodulares,parecera agotado el tema de los bacos si no surgiese l con nuevo vigor, del examen de las pginas9 a 16 inclusives, que poco antes nos llamasen poderosamente la atenci6n por su regularidad y

    belleza, las cuales pginas vienen como a estar opuestas a las anteriores de los bacos, formandoanverso y reverso respectivamente. Vemoslas,

    pues, consignando antes que ,estos jeroglficos numricos que se ven tambin en ellas, fueronconocidos por su nombre nahoa de chalchihuitl o calquihuitl, que nosotros hemos sustituido por ellatino calculus-calculi, de la raz calx, calcis (la cal), raz idntica sin duda, porque los romanos(siguiendo en sto como en todas las enseanzas de sus maestros post-atlnticos, los etruscos,heteroscos, o literalmente los otros oscos, o vascos alpinos) denominaron as a las pedrezuelas queles servan para su

    contabilidad, sobre bacos de piedra formados por oquedades, seriadas en la labrada superficie de

    estas piedras bacos, que, segn el mismo P. Landa, los aborgenes mayas denominaron katunes ocatunes, piedras de contabilidad, piedras cronolgicas (20).

    Lo primero que se advierte en los calculi de las pginas 9 a 16 inclusives es su disposicin vertical a

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    lo largo de las pginas, como ya dijimos.

    Lo segundo es que, ni con transposiciones m sin ellas, guardan los calculi en sus catunes lineales laregularidad serial que hemos advertido en los catunes o bacos rectangulares anteriores, como secomprueba por las transcripciones siguientes de los cuatro catunes en columnas, de las pginas 9 y10, consideradas como una sola.

    Primer catn (o primera columna de la izquierda, de la pgina novena):

    15-2-12-18-5-15-2-12-18-5-15-2-12-18-5-15

    Segundo catn (segunda columna o central, de la pgina novena):

    19-6-16-3-9-19-6-16-3-9-19-6-16-3-9-19

    Tercer catn (primera columna de la izquierda, en la pgina dcima):

    4-10-20-7-13-4-10-20-7-13-4-10-20-7-13-4

    Cuarto catn (segunda columna o central, de la pgina dcima):

    8-14-1-11-17-8-14-1-11-17-8-14-1-11-17-8

    Pero, si en vez de leer as, de dos en dos y separadamente, las ocho pginas que nos ocupan, leemosa continuacin unas de otras todas las respectivas columnas verticales, primera, segunda, tercera ycuarta de dichas pginas, nos vemos gratamente sorprendidos por las siguientes series, que, para sumejor inteligencia, daremos en forma de bacos cuadrados.

    Los cuatro bacos (E) de las ocho primeras columnas de la izquierda, en las pginas 9, 11, 13 y 15,

    del Cdice Cortesiano:

    Los cuatro bacos (F) de las ocho columnas centrales, de las pginas 9, 11, 13 y 15, del mismo

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    Cdice:

    Los cuatro bacos (G) de las ocho columnas de la izquierda, en las pginas 10, 12, 14 y 16, delmismo Cdice:

    Los cuatro bacos (H) de las ocho columnas centrales, en las pginas 10, 12, 14 y 16, del mismoCdice:

    La ley de formacin de estos 4 x 4 o 16 bacos es evidente por su misma sencillez. Cada grupo decuatro bacos de la misma letra, consta de cinco nmeros distintos (o sean los 20 primitivosrepartidos entre los bacos de dichas cuatro letras), nmeros que se distribuyen entre cuatro lneas, obien entre cuatro columnas, por manera que todos vienen a figurar tres veces en el baco, menos elque inicia el baco, que figura cuatro veces (por ocupar la diagonal del cuadrado que va del ngulosuperior izquierdo al inferior derecho, constituyendo el eje de simetra del baco, eje en torno delcual se agrupan los otro cuatro nmeros de la combinacin en lneas transversales, paralelas a dichadiagonal).

    Por eso, si leemos las lneas a continuacin unas de otras, tal como verticalmente caminan en elCdice, caemos de nuevo en las series lineales anteriores, y sus homlogas que no hemos escrito.Cada nmero atrasa as un lugar por lnea, merced a ser cuatro los puestos de cada una de ellas ycinco los nmeros seriados, y el total resulta siempre de 16 nmeros, o sean cuatro repetidos tresveces (4 x 3 = 12) y uno repetido cuatro veces (1 x 4 = 4), porque 12 + 4 es igual a 16.

    De aqu resulta que, siendo el nmero de lneas o columnas igual a la primera potencia de cuatro (4 1= 4), el nmero de elementos o calculi de cada baco ser igual a la segunda potencia de cuatro (4 2 =4 x 4 = 16); el nmero de elementos numricos de cada letra o grupo de bacos (E), (F), (G) y (H)ser igual a la tercera potencia de cuatro (4 3 = 4 x 4 x 4 = 64) y, en fin, el nmero total de calculiser igual a la cuarta potencia de cuatro (4 4 = 4 x 4 x 4 x 4 = 256), Si a este nmero 256 se agre ganlos nmeros 3,7, 11 y 17 (21), que no han podido formar cabeza de diagonal en ningn baco

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    (merced a su propia ley de seriacin, que adapta el cuatro con el cinco, o sea -si se agregan las cuatrounidades implcitas o tetracys de las teogonas), tendremos, por ltimo, los doscientos sesenta dasdel ao religioso de los mayas quiches y nahoas, y tambin una gua para la distribucin de susfiestas correspondientes, cuya fijacin, como la de los das fastos y nefastos, fue la terrible arma queel patriciado sacerdotal y astrlogo de los etrusco-romanos de la poca protohistrica esgrimicontra el elemento plebeyo en las pocas

    de decadencia, cuando el saber arcaico y lleno de virtudes de los primitivos iniciados de laCampania, fue poco a poco trocndose en los egosmos de dominacin y de privilegios que por esasconvulsiones geolgico-sociales tan frecuentes en la historia, hacen morir a toda aristocraciacorrompida, a manos de las democracias, democracias quienes traen, a su vez, en germen, las nuevasaristocracias del porvenir, con sus dos naturales perodos cclicos de enaltecimiento por la virtud y laciencia, y degradacin, as que se ven privadas de estos dos tesoros celestes en el curso de suhistoria.

    Pero si comparamos ahora los cuatro bacos o catunes (E), (F), (G) y (H), con el fundamental (A), ocon cualquiera de los otros tres primeros (E), (C) y (D), advertimos que sus 20 nmeros matricesestn repartidos en los cuatro grupos siguientes, que los resumen de este modo:

    formando un baco integral notabilsimo, porque para componer cada una de sus lneas, se han ido

    tomando sus nmeros respectivos de los nmeros de dicho baco fundamental (A), siguiendo, pordecirlo as, un camino como transverso, o sea de tal manera que los 16 primeros nmeros no secorrespondan en lnea ni en columna con las lneas y columnas del fundamental, repitiendo loscuatro ltimos nmeros (17, 18, 19 y 20) el mismo orden que los cuatro primeros (1, 2, 3 y 4).

    Estos conceptos no pueden precisarse con el debido rigor sin acudir a las facilidades que da ellenguaje matemtico, porque, en realidad, lo que aqu se nos est ya presentando con todas estasaparentes complicaciones, es nada menos que nuestra actual teora de las determinantes matemticas,que se aplican, a uno de los ms elegantes mtodos de eliminacin de los sistemas simultneos de necuaciones con n incgnitas mediante

    la formacin de un verdadero baco, a semejanza de los anteriores, con los coeficientes literales onumricos de las respectivas n incgnitas en cada una de las n ecuaciones, para aplicar luego a estoscoeficientes en baco las leyes de la coordinatoria matemtica, coordinatoria que vamos viendoempleada tambin en estos misteriosos jeroglficos numricos del Cdice Cortesiano, como pronto locomprobaremos, al hacer un estudio comparativo entre la coordinatoria maya y la actual. Esteestudio contribuir a deshacer la gran calumnia levantada por nuestras vanidades de pueblos anvenes a una antigedad sabia, que para alzar los colosales monumentos que hoy nos admiran en el

    Indostn, en la Indochina y en Egipto, como en el Yucatn y en el Cuzco, forzosamente ha tenidoque conocer algo que equivalga a nuestra Matemtica, aunque no fuese sino para precisar lasbellsimas proporciones de sus templos e hipogeos y para determinar las resistencias mismas de losmateriales empleados. Cuando nuestra brillante cultura actual, no exenta empero de gravsimos

    defectos, se sepulte a su vez en el polvo delpasado, que es ley inexorable de la vida, acaso lleguemos a comprender, aunque tarde, la compasivaamargura que sienten ante nuestros ligeros juicios, los pensadores orientales, viendo que otros

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    pueblos sucesores nuestros lleguen a creer infantilmente que nuestra Torre Eifel de las ruinas dePars, o nuestra Estatua de la Libertad de las ruinas de Nueva York pudieron muy bien ser levantadassin el conocimiento de las matemticas, ciencia de la que nacen y en la que mueren todas las otras,como del mar toman las nubes agua y en el mar mueren luego las aguas de los ros.

    Si, continuando el examen de los catunes cortesianos, pasamos a la doble vieta, formada por laspginas 19 y 20, nos volvemos a encontrar al baco sinttico, letra (I), desarrollado a partir delvrtice superior izquierdo, por todo el permetro del cuadrado central que rodea a la pareja humanacobijada por la tau, como antes vimos en el informe sobre las pictografas. Por cierto que, gracias anuestro riguroso sistema analtico, podemos puntualizar un pequeo error que, al parecer, seescapase al copista de tan primitivo documento, toda vez que confundi entre s dos nmeros (22): elprimero del baco, que debera ser 18, en lugar de 17, y el tercero de la segunda lnea, el cual,viceversa, debera ser 17 en lugar de 18. La identidad del baco que vamos a

    formar con dichos elementos de las pginas 19 y 20, con el baco (I) no es absoluta, sino de loselementos de cada lnea entre s; pero, a ms de presentarse permutadas entre s las lneas segunda ycuarta, los elementos internos de cada lnea llevan entre s una seriacin diferente, como se apreciacomparando los bacos respectivos:

    otra prueba ms de la solucin de continuidad que tantas veces hemos hecho notar entre las pginas1 a 16 inclusives (con las de su reverso), de un lado, y las pginas 17 a 21 inclusives (con las de sureverso), de otro.

    En cuanto al esclarecimiento del baco formado por los 16 primeros nmeros que, de cuatro encuatro, como siempre, aparecen en los vrtices del cuadrado central en la figura que nos ocupa,media la dificultad de estar borrados por la accin del tiempo los dos primeros. Sospechamos, sinembargo, que se trata del baco siguiente:

    baco desprovisto de toda regularidad permutatoria, a menos que consideremos con separaci6n losdos pares de columnas. El primero nos dara as:

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    columnas cuya filiacin se encuentra en las 3a y 4a del baco fundamental (A), con transposici6npermutatoria adems de la lnea 1a con la 2a y de la 3a con la 4a. El segundo trozo, por su parte, nosda tambin:

    con transposici6n permutatoria, o mejor dicho, con inversin completa de las lneas 2a 3a y 4aMerced a la ndole fragmentaria, por decirlo as, de estas expresiones, los catunes de referenciadistan mucho de los primitivos o fundamentales con que empezamos este captulo, aproximndose,

    en cambio, a todos los dems, como iremos viendo. Por su parte, los seis catunes de los cuatrongulos de la vieta dan en conjunto este complejo baco, en el cual tres de los nmeros de la lnea1a (que estn borrados) van slo puestos por analoga:

    se ve aqu que la columna 3a es la misma 2a con permutacin circular; la columna 5a es la misma 4a,con inversin completa, faltando adems la columna representada por los nmeros 9, 10, 11 y 12, osea la tercera del baco (A). Hay, adems, en lo que se nos alcanza, absoluta incongruencia de losnmeros de las columnas respectivas entre s, salvo la 1a con la 2a, que marca una seriacinexpresable con las cuatro primeras letras,

    por este orden: a, d, c, b.

    Para terminar esta abstrusa materia, examinemos los catunes restantes del Cdice, a la luz de losbacos fundamentales (A), (B), (C) y (D).

    Ya vimos que no todas las vietas llevan catunes en serie, y aun entre las que los llevan se notan

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    diferencias, no slo en cuanto al nmero de sus columnas verticales (casi siempre compuestas porcinco de ellos), sino tambin en cuanto al baco tpico de su posible referencia, o sea el baco quemarque la ley de seriacin entre los mismos. Bajo este aspecto se advierten dos tendencias: una, la deaquellas vietas cuyos catunes hacen referencia a alguno de los cuatro bacos (A), (B), (C) y (D),representados por el (A); otra, la de las vietas que se derivan ms bien del baco (I).

    As, acabamos de ver esta ltima tendencia en las pginas 19 y 20, tendencia que se repite en lasvietas 2b (con la lnea 2a del citado baco (I); 3b (con la lnea 3a del mismo baco); 5a (con laslneas 3a y 1a); 6b y 7a, b y c (con la lnea 4a); 8a (con

    la lnea 2a); 8b (con las lneas 4a y 1a); 22c (con la lnea 3.a), 23 a (con la lnea 3a); 22 b (con lalnea 4a); 22 C (con la lnea 1a); 22d (probablemente con la lnea 2a), lo que da con estas cuatroltimas un baco completo como el (I) de referencia, aunque

    permutadas entre s las lneas 1a y 2a con las 3a y 4a. Las correspondencias siguen en las vietas 24a (con la lnea 2a) y en la 24b (con la lnea 4a); en la 25a (con la lnea 2a); en la 26a (con la lnea 4a);en la 27a, vuelto ya el Cdice, como sabemos, para mantener rectas y no invertidas las figuras (conla lnea 4a); en la 28a y 29a (con la misma lnea 4a), que viene a repetirse as cuatro veces seguidassobre las grandes vietas de por bajo

    de donde el baco fundamental (A) fue deducido. Finalmente, las columnas del tantas veces repetidobaco (I) continan presentndose en las vietas 33a (con la lnea 3a); 35a (con la lnea 2a yprobablemente la 4a); 36a (probablemente con la 1a), y en la 37b (probablemente con la lnea 3a).

    Por el contrario, las columnas del baco fundamental (A), cuyos nmeros, como sabemos, soncorrelativos de cuatro en cuatro, se observan tambin a su vez en las vietas siguientes: 1a (con lacolumna 3a); 1b (con la columna 4a); 2c (con la columna 4a del baco fundamental como primeralnea de un baco completo de 16 nmeros, que aparecen lo bastante borrados o apolillados para nopoderse identificar los restantes nmeros); 6b, en su columna central (acaso con la columna 5a); 18b(con la dicha columna 5a, puesta horizontalmente, o sea como lnea); 22d (con la columna 3a, y conla particularidad de presentar permutados entre s los nmeros de los puestos 3 y 4 con los puestos1 y 2, respectivamente, y de llevar adems un 5 calculi en blanco; 33c (con la columna 3a), yalguna otra serie difcil de comprobar por los estragos del tiempo. En este sentido tambin es notablela vieta 18b con los cinco nmeros 18, 17, 20, 19, 18 puestos en lnea u horizontalmente.

    Por ltimo, aparte de la multitud de veces que los calculi entran claramente formando todos o lainmensa mayora de los hierogramas en racimo o nexos, que sern objeto de nuestro 4 informe, nodejan de verse tambin solitarios, o bien por parejas, siendo muy de notar a este tenor los de lasvietas 17a y 17b, la primera con los nmeros 13 y 15 y la segunda con los nmeros 18 y 20.Asimismo lo son los calculi repetidos que se ven en las vietas a de las pginas 37, 38, 39 y 40, osean las tpicas del guerrero de espaldas a la serpiente, que oportunamente describimos, y cuyasrespectivas transcripciones numricas son:

    7 6 5 8 (?)

    2 1 4 3

    2 1 4 3

    2 1 4 3

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    Como se ve) esta parte, relativa precisamente a las vietas de tercio y de cuarto de pgina, revela alas claras dos cosas, a saber: a) que el problema de los numerales o calculi no est completo por sslo, cosa que vamos a corroborar en el siguiente

    informe, donde los jeroglficos gmicos o de la tercera clase, que alternan casi siempre con loscalculi, son tambin nmeros que as los complementan; b) que en dichas vietas, como las mspequeas del Cdice, son tambin las ms desordenadas, segn

    se nota por su inspeccin misma, pues que muestra asuntos anlogos, emplazados no en la mismapgina, sino en sentido transversal o de lnea en pginas vecinas., teniendo repartidas as nada menosque ocho vietas de cuarto de pgina (continuacin de las de las pginas 22 y 23) encima de lasvietas letra b de las pginas 24 a 31 inclusives.

    Estos detalles no obstan, sin embargo, para que podamos dar como demostrado que los jeroglficosde la segunda clase o calculi del Cdice Cortesiano no son en s todos, sino los 20 primeros nmerosmayas; y en cuanto a su seriacin, una o ms columnas del baco fundamental (A), bien porpermutacin de lneas, pasndose as a las columnas de igual orden de los bacos, derivados (B), (C)y (D), bien por la seleccin ordenada que ha repartido de cuatro en cuatro los numerales de dichascolumnas para formar, como hemos visto, el baco (I). Toda la importancia de este medio deexpresi6n del Cdice, se cifra, pues, en sus pginas 9 a 16 inclusives, y en las que con ellas secorresponden por el reverso.

    Otra demostracin infinitamente ms importante salta tambin a la vista tras el contexto de cuantoantecede, y es la explicacin del fracaso de cuantos anteriores investigadores han tratado de descifrarlos catunes meramente con clave gramatical maya o nahoa.

    El orden matemtico que hemos visto guardan, excluye toda traduccin gramatical de ellos, que nosea una absoluta cacofona. Tropezamos, pues, de manos a boca, con el inaudito hallazgo de unCdice cifrado, escrito, hasta aqu al menos, no precisamente en maya, sino en la lengua universal delos nmeros; en la Matemtica del orden o Teora coordinatoria. Al ver, en efecto, las pictografas,formadas todas por jeroglficos complejos; y al evidenciar. como vamos a hacerlo en lossubsiguientes informes, que los Jeroglficos gmicos son tambin nmeros, que guardan ciertaseriacin casi todos ellos; y, en fin, que los hierogramas en racimo son nexos numricos, asimismoempezamos a entrever una era nueva de descubrimientos la de unos libros hierticos que pueden serledos en toda o en una gran parte de su contenido simblico por un matemtico que no haya, abiertoninguna gramtica maya en toda su vida, como va demostrado, al no emplear, como no hemosempleado en cuanto antecede, palabra alguna de esa antigua lengua.

    No quiere esto decir que acaso no pueda ser ledo en dicha lengua aborigen el Cdice Cortesiano,sino que su importancia capital no viene tanto de sus letras como de sus nmeros.

    Los jeroglficos gmicos del Cdice Cortesiano.

    I

    LOS NUMERALES GMICOS POR PUNTOS Y RAYAS

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