mario heler -ensayo sobre lógica de lo excedente

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Ensayo sobre la lógica de lo excedente * Mario Heler * * Pretendo introducir una idea: la lógica de lo excedente. Una tal introducción obliga a afrontar diferentes cuestiones a la vez, en especial cuando se pretende que esa idea permita hacer algo con los pensamientos, generar una mirada diferente que habilite nuevos recorridos del pensar- hacer, 1 que evada las encrucijadas donde nos repone el pensamiento usual y acostumbrado. Es que al mismo tiempo hace falta presentar la idea y señalar su relativa necesidad, y aun cuando esté en construcción, sostener su propuesta con un adelanto de su fecundidad para pensar en la actualidad. Además hay que esperar lectores incómodos con el pensamiento habitual, con cierta apertura a lo nuevo, con alguna disposición a incursionar en un pensar a contracorriente. Pero también estar prevenido contra el rechazo, las críticas pocas o nada atinentes, la acusación de falta de seriedad intelectual y hasta de soberbia. Asumiré el desafío y apostaré al interés (que confío compartimos) de ser productores y no meros consumidores de ideas ya fabricadas, pese a los obstáculos subjetivos y objetivos que se interponen en su consecución. Precisamente, en torno a la cuestión de la producción 2 irrumpe la alternativa de pensar esta idea de la lógica de lo excedente. 3 Inclusive redoblaré la apuesta, pues enrolaré explícitamente mi elaboración en un pensar situado, que porta sus marcas de nacimiento, su intrínseca conexión con un contexto socio-histórico, y que aquí se manifiesta como un pensar filosófico actual, en Argentina, desde Latinoamérica, en el curso de una transición social de alcance planetario; un pensar que no disimula sus discrepancias con la manera predominante de hacer filosofía en la academia. 4 Planteadas así las cosas, como en toda construcción, habrá que despejar primero el terreno: mostrar dónde la idea de lógica de lo excedente encuentra algún asidero para su construcción, revisar algunos itinerarios filosóficos que han abierto la posibilidad de que sea pensada, rastrear algunos conceptos que sean utilizables como herramientas en su construcción. Pero precisamente porque se trata de introducir una idea en construcción, resultará más interesante deslindar su sentido que dar cuenta acabada de ella, sugerir posibilidades más que establecer con precisión sus significados, demarcar su campo problemático más que determinar sus figuras, movimientos y tensiones. Y si algún valor pueda adjudicarse a lo que aquí se diga, dependerá de su apreciación como avance en la exploración de una posible vía, acaso fecunda, para pensar nuestra actualidad. Comenzaré entonces, exponiendo dos movimientos de aproximación a la idea de la lógica de lo excedente. Ambas aproximaciones llamarán la atención sobre cuestiones que se presentan de alguna forma como antecedentes en la modernidad en contraste con la heredada concepción premoderna, así como empezarán el trabajo de articular esta idea abriendo su sentido. La expresión “lógica de…” señala el nivel en que opera la lógica de lo excedente, en tanto se propone como una idea que trabaje, que funcione, en la articulación de otros conceptos, surgidos o especificados a partir de (o en vinculación con) ella, y por referencia a problemas actuales de distinta índole, en intrínseca conexión con la práctica correspondiente (cuando use la misma expresión precediendo a “el intercambio” y “el excedente” valdrá de igual manera). Téngase en cuenta asimismo que considero que estas lógicas trabajan o funcionan para la invención y articulación de conceptos sin romper su trabazón con las prácticas sociales en las que tales

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  • Ensayo sobre la lgica de lo excedente*Mario Heler

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    Pretendo introducir una idea: la lgica de lo excedente. Una tal introduccin obliga a afrontardiferentes cuestiones a la vez, en especial cuando se pretende que esa idea permita hacer algocon los pensamientos, generar una mirada diferente que habilite nuevos recorridos del pensar-hacer,

    1que evada las encrucijadas donde nos repone el pensamiento usual y acostumbrado. Es

    que al mismo tiempo hace falta presentar la idea y sealar su relativa necesidad, y aun cuandoest en construccin, sostener su propuesta con un adelanto de su fecundidad para pensar en laactualidad. Adems hay que esperar lectores incmodos con el pensamiento habitual, con ciertaapertura a lo nuevo, con alguna disposicin a incursionar en un pensar a contracorriente. Perotambin estar prevenido contra el rechazo, las crticas pocas o nada atinentes, la acusacin defalta de seriedad intelectual y hasta de soberbia.Asumir el desafo y apostar al inters (que confo compartimos) de ser productores y no merosconsumidores de ideas ya fabricadas, pese a los obstculos subjetivos y objetivos que seinterponen en su consecucin. Precisamente, en torno a la cuestin de la produccin

    2irrumpe la

    alternativa de pensar esta idea de la lgica de lo excedente.3

    Inclusive redoblar la apuesta, puesenrolar explcitamente mi elaboracin en un pensar situado, que porta sus marcas denacimiento, su intrnseca conexin con un contexto socio-histrico, y que aqu se manifiestacomo un pensar filosfico actual, en Argentina, desde Latinoamrica, en el curso de unatransicin social de alcance planetario; un pensar que no disimula sus discrepancias con lamanera predominante de hacer filosofa en la academia.

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    Planteadas as las cosas, como en toda construccin, habr que despejar primero el terreno:mostrar dnde la idea de lgica de lo excedente encuentra algn asidero para su construccin,revisar algunos itinerarios filosficos que han abierto la posibilidad de que sea pensada, rastrearalgunos conceptos que sean utilizables como herramientas en su construccin. Pero precisamenteporque se trata de introducir una idea en construccin, resultar ms interesante deslindar susentido que dar cuenta acabada de ella, sugerir posibilidades ms que establecer con precisinsus significados, demarcar su campo problemtico ms que determinar sus figuras, movimientosy tensiones. Y si algn valor pueda adjudicarse a lo que aqu se diga, depender de suapreciacin como avance en la exploracin de una posible va, acaso fecunda, para pensarnuestra actualidad.Comenzar entonces, exponiendo dos movimientos de aproximacin a la idea de la lgica de loexcedente. Ambas aproximaciones llamarn la atencin sobre cuestiones que se presentan dealguna forma como antecedentes en la modernidad en contraste con la heredada concepcinpremoderna, as como empezarn el trabajo de articular esta idea abriendo su sentido.La expresin lgica de seala el nivel en que opera la lgica de lo excedente, en tanto sepropone como una idea que trabaje, que funcione, en la articulacin de otros conceptos, surgidoso especificados a partir de (o en vinculacin con) ella, y por referencia a problemas actuales dedistinta ndole, en intrnseca conexin con la prctica correspondiente (cuando use la mismaexpresin precediendo a el intercambio y el excedente valdr de igual manera). Tngase encuenta asimismo que considero que estas lgicas trabajan o funcionan para la invencin yarticulacin de conceptos sin romper su trabazn con las prcticas sociales en las que tales

  • conceptos se tornan herramientas para pensar un problema ms o menos general, ms o menosespecfico, estableciendo alguna diferencia.

    1. La lgica del intercambio capitalista como lgica del excedente (primer movimiento deaproximacin)En nuestras sociedades, los dispositivos de clausura

    5son suficientemente fuertes como para

    encauzar nuestras producciones en los caminos que sostienen la permanencia de lo mismo, perono tan poderosos como para doblegar toda resistencia. sta se expresa socialmente de diferentesmaneras, aunque tal vez su expresin comn se concrete en la irrupcin de nuevas posibilidadesque eluden la dinmica de la clausura, que rompen con la fuerza envolvente que repone losmismos problemas y similares modos de abordaje. En tanto tal irrupcin se presenta en unmbito clausurado, su nivel de ruptura, su potencial subversivo, se hace comprensible en relacincon ese mbito y por su capacidad de establecer alguna diferencia.Desde esta ptica, en nuestras sociedades modernas, los dispositivos de clausura tienden a cerrarel espacio de posibilidades en los lmites del funcionamiento del capitalismo. Podemosinterpretar entonces que contribuyen as a imponer en extensin e intensidad la lgica delintercambio a las interacciones sociales (llegaremos luego a pensar esta lgica como una lgicadel excedente).En el horizonte de la fetichizacin de la mercanca,

    6la lgica del intercambio capitalista

    configura las relaciones sociales por apelacin a la capacidad de las mercancas de satisfacernecesidades, mediante su circulacin en un mercado (de bienes y de trabajo), regulado por lafigura del contrato entre propietarios.

    7En su rbita, la mercanca se representa como bien de

    consumo y slo en un segundo plano se presenta como producto del trabajo humano. Laproduccin se halla de este modo desenfocada, ya que aunque sea objeto de atencin yocupacin, queda mediada por el consumo, supeditada, por consiguiente, a sus productos,mientras que el productor queda reducido al homo economicus que racionalmente determina suinters desde la perspectiva del consumidor. Es que el consumo realiza el valor de uso de lamercanca pero inscripto en el proceso de realizacin del capital (el gran consumidor queconsuma todos los consumos). En este sentido, en sus diferentes etapas, incluida la actual, elcapitalismo visibiliza y privilegia la perspectiva del consumidor bajo distintas modalidadesQu interesa a la perspectiva del consumidor que polariza la lgica del intercambio?Al consumidor ocupado con los productos, le preocupa asegurar la reiteracin del consumo,dado el continuo renacer de la necesidad. Est interesado entonces en que esos productos estndisponibles cuando se haga sentir la urgencia de la satisfaccin (de necesidades que en elpresente continuamente se estimulan y multiplican, se inventan).La perspectiva del consumidor generaliza una visin instrumentalizadora de los seres humanos:todos son medios para los otros y cada uno es medio para los dems. En la modernidad, el lmitede la instrumentalizacin de cada uno por los otros radica en la pretensin de que el intercambiosea realizado por libre consentimiento.

    8La satisfaccin de las necesidades del consumidor opera

    entonces a travs del intercambio en el mercado. Un mercado de bienes y de trabajo donde juegala necesidad de seguridad y su corolario: la necesidad de incrementar los beneficios a bajo costo,garantizando as la continuidad del consumo.

    9Tales beneficios y costos se contabilizan a partir

    del establecimiento de la equivalencia entre los distintos productos y converge en el equivalentegeneral: el dinero. No obstante, para la mirada del consumidor, como seala Marx, el valor decambio parece radicar en las relaciones entre los objetos mismos, quedando fuera de foco la

  • produccin el trabajo socialmente necesario que brinda la medida del valor y especifica lasrelaciones sociales que establecen los productores en su produccin.Retomemos dos de los elementos que acabo de sealar: por un lado, la instrumentalizacinlibremente consentida, por el otro, el imperativo del incremento de beneficios a bajo costo.Ambos aspectos se presentan en conexin con las necesidades, entendidas como carencia,

    10que

    encuentran alguna satisfaccin en el consumo, sin lograrse nunca saciedad plena (mucho mshoy cuando se logra eficacia en la fabricacin de necesidades). Para el consumidor, el libreconsentimiento se traduce en el derecho a la libre eleccin: un derecho a elegir y tambin alaumento de las posibilidades de eleccin, lo que significa la demanda de un incremento de lacantidad y en cierto sentido tambin de la calidad de bienes ofertados en el mercado. Unademanda que se dirige a la produccin, nicamente en cuanto proveedora de los productos que seofertan en el mercado. La seguridad del consumidor parece depender entonces de ese aumentoen la cantidad de productos disponibles para el consumo (cuanto ms en un mundo que se dicede escasez) y, en un segundo plano, en la calidad, apreciada a su vez por el presunto grado desatisfaccin (sumando carga simblica al consumo). Hoy la calidad parece adquirir unarelevancia que en otras etapas no posey, gracias a una produccin automatizada einformatizada, con sus correspondientes nuevas modalidades de administracin y definanciacin,

    11que aumentaran las posibilidades de eleccin con una mltiple y variada oferta

    a medida de la demanda.La bsqueda de seguridad en el consumo parece demandar la instauracin de un orden

    12que

    haga factible la previsin, una previsin en que el consumo se componga y disponga para lasatisfaccin ms o menos inmediata. En consecuencia, orden y seguridad van de la mano. Laseguridad exige entonces que el orden se mantenga a travs del tiempo, sin mayores variaciones,sin cambios que alteren radicalmente la direccin de la distribucin y la circulacin del consumo.Por su parte, el orden administra la imprescindible produccin, la gestiona para establecer lagaranta del consumo e incluso la defensa de los derechos del consumidor. Esta administracinconlleva la tarea de instituir criterios que discriminen las producciones productivas (las quesatisfacen el consumo, y que hay que promover y asegurar) de las que no lo son, y que habr porende que cancelar o transformar. Son criterios externos a la produccin, ya que se derivan de laexigencia de orden y seguridad, imponindose por sobre el movimiento propio, inmanente, delproceso productivo. Cumplen la funcin de certificar la calidad de los productos. Y son efectivoscomo dispositivos de clausura: en la bsqueda de obtener el aval del control de calidad para susproductos, la produccin tiene que conformarse a tales criterios, limitando sus propiasposibilidades a las que demanda el mercado de consumo, siempre con eficiencia (con bajo costoy alto rendimiento).

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    Resulta entonces que en la lgica del intercambio y desde la perspectiva del consumidor, laproduccin interesa solamente por el excedente que genera. Pero ms bien, la produccin es lacondicin de posibilidad no slo del consumo si no del incremento, del excedente, en la cantidady la calidad de productos; productos que en el intercambio se encaminan a la realizacin delcapital, es decir, a su constante incremento. No obstante, la produccin permanece fuera de focopara el consumidor, e incluso supeditada a sus demandas, al punto de llegar a clausurarla en laque ahora podemos llamar lgica del excedente.Pero es la produccin la que conlleva el movimiento de lo excedente, de lo que va ms all de lodado, introduciendo un plus, un exceso, la novedad y el cambio. De este modo, no sloincrementa la cantidad y calidad de productos sino que potencia la produccin: produce la

  • produccin y sus productores, as como los productos (pero como momento del proceso deproduccin). Y este funcionamiento, este trabajo, remite a la posibilidad de pensar sumovimiento como una lgica de lo excedente.

    2. De la armonizacin a la transformacin (segundo movimiento de aproximacin)Despus de esta primera aproximacin a la lgica de lo excedente, a partir de la lgica delexcedente, debera poder observarse que en la modernidad encontramos antecedentes para pensarla primera, aunque haya predominado la segunda.En la edificacin del ethos moderno parece correcto interpretar que la novedad, la ruptura, seobserva en el pasaje de un orden con una direccin general hacia la armonizacin a un ordenorientado hacia la transformacin.Es que en la modernidad ya no es cuestin de interpretar el mundo, sino de transformarlo. Ya nose trata entonces de contemplarlo, para poder prescribir la forma en que cada existente debeponerse en consonancia con la armona del cosmos, sino de actuar sobre el mundo, guiados porla razn, para construir el Paraso Terrenal.

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    En esta imagen de un Paraso recuperado aqu en la Tierra y a travs del esfuerzo humano, sejuegan dos connotaciones que pueden independizarse. Por un lado, remite a la creacin para lavida humana de un mundo de abundancia que transmute el mundo de escasez, al que nos confinel castigo divino: un mundo de abundancia donde el consumo estuviera espontneamentedisponible. Kant ya vea que los hombres quieren vivir cmoda y plcidamente y que eltrabajo, el penoso esfuerzo, slo adquieren justificacin en tanto sirve para encontrar losmedios que les libren de esta situacin,

    15brindando la comodidad y la paz anhelada, la

    seguridad. La vida apetecida se imagina as a partir de una Edad de Oro perdida como el purogoce de una vida despreocupada, ociosamente soadora o infantilmente retozona.

    16Podemos

    asociar esta connotacin con la perspectiva del consumidor, y desde la Antigedad, referirla a suvez a la figura del amo satisfecho gracias a la produccin de sus esclavos.

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    Por otro lado, el ideal de la construccin de un Paraso Terrenal connota un mundo donde seexprese libremente la creacin propia del ser humano y donde la produccin humana se potenciaa s misma. Y en este sentido se entiende que reciba el nombre de Reino de la Libertad.El siglo XIX valorar la vida activa: la puesta en prctica de todas las capacidades humanas en laproduccin de la emancipacin de la necesidad externa e interna, pero en un proceso en que talemancipacin ser condicin y resultado de la potenciacin de la produccin humana, de suapertura a nuevas posibilidades.

    Es cierto que tambin el animal produce. Se construye un nido, viviendas, comolas abejas, los castores, las hormigas, etc. Pero produce nicamente lo quenecesita inmediatamente para s o para su prole; produce unilateralmente,mientras que el hombre produce universalmente; produce nicamente pormandato de la necesidad fsica inmediata, mientras que el hombre produceincluso libre de la necesidad fsica y slo produce realmente liberado de ella; el animalse produce slo a s mismo, mientras que el hombre reproduce la naturalezaentera; el producto del animal pertenece inmediatamente a su cuerpo fsico,mientras que el hombre se enfrenta libremente a su producto. El animal formanicamente segn la necesidad y la medida de la especie a la que pertenece,mientras que el hombre sabe producir segn la medida de cualquier especie y

  • sabe siempre imponer al objeto la medida que le es inherente; por ello el hombrecrea tambin segn las leyes de la belleza.

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    Esta segunda connotacin de la construccin de un Paraso Terrenal conecta con la perspectivadel productor. De la serie continua de la relacin produccin-consumo (se produce paraconsumir, al consumir se genera la necesidad de renovar la produccin para nuevamenteconsumir y), esta perspectiva enfoca la secuencia produccin-consumo-produccin. Elconsumo se presenta aqu slo como un momento del proceso productivo. En cambio, laperspectiva del consumidor se concentra en la secuencia consumo-produccin-consumo,convirtiendo a la produccin en una variable dependiente de los requerimientos del consumo. Lanecesaria relacin produccin-consumo es investida as por dos posiciones contrapuestas. Y elrelativo triunfo de la perspectiva del consumidor supone imponer sus imperativos a laperspectiva del productor, tratando de supeditar la produccin al consumo. Pero nuncaeliminndola: el predominio de la lgica del excedente requiere como su condicin sine qua nonla lgica de lo excedente productora indispensable del excedente, as como encauzar laproduccin cada vez de nuevo en su funcionamiento.Para poder dar cuenta de la exigencia de transformacin, desde una connotacin o desde la otra,se hace necesario resignificar el legado de pensamientos heredados, un legado signado por laexigencia premoderna de armonizacin. Desde los primeros tiempos modernos, esaresignificacin lleva a la produccin de nuevas formas de pensar que al mismo tiempo conllevanprofundos cambios y tambin fuertes continuidades. Estas continuidades no pueden dejar deconectarse con las condiciones en que la modernidad lucha por consolidarse y, por consiguiente,con la tendencia al predominio de la lgica del excedente. Adems de su pregnancia en elpensamiento occidental, estas ideas y conceptos heredados constituan las herramientas con quese contaba para producir nuevas concepciones capaces de dar cuenta de las modernascircunstancias socio-histricas.Cabe pensar entonces que la seguridad que antepone la perspectiva del consumidor se apoya enla vieja valoracin de la permanencia y la inmutabilidad. Y tiende a recuperar las viejasevidencias de pensar con la categora de sustancia, como modo de evitar la irrupcin dealteraciones de las previsiones que aseguran el consumo. Como consecuencia, el cambio y lainnovacin quedaron de alguna manera circunscriptos en el marco de una concepcin lineal,mecnica, determinista y reduccionista de la causalidad, en concordancia con una cienciaentendida como sistema de manipulacin.

    19Pero adems, con el reciclaje de la categora de

    sustancia en la nueva de sujeto se repona un carcter moralizador.En las sociedades premodernas, el lugar de nacimiento determinaba el deber de los cuerposhumanos, conforme a su distribucin en del mapa social, a su vez en armona con el cosmos: elnacimiento estableca las perfecciones (o virtudes) cuyo desarrollo era responsabilidad de cadasujeto. En cambio, el pasaje moderno hacia la movilidad social, lograda en cada caso por elejercicio de las capacidades humanas de transformar el mundo, establece tambin obligacionessegn el lugar que se ocupa en la sociedad. Pero ahora el individuo es tambin responsable de sumejor o peor posicin social. Entonces, el sujeto normal de la modernidad, centrado, conidentidad estable, brinda un asidero a la atribucin de culpas a travs del tiempo.La tradicin nos ha enseado que la sustancia se define por su esencia. Empero, sta no estrealizada ni en el mundo sensible ni en el sublunar. Por el contrario, la armonizacin con elorden del cosmos supone la bsqueda de perfeccin: el deber de armonizacin que en cadasustancia se manifiesta en la tendencia a realizar la perfeccin de la que participa o que le

  • corresponde. Las nociones de perfeccin e imperfeccin operan as en conexin con laidentificacin de la esencia con el fin, pudiendo as acoplarse a tal identificacin la nocin devalor moral.

    20Y en tanto fin, la esencia es el parmetro con el que juzgar el proceso de

    armonizacin, sobre la base en cada momento de la cercana o lejana de la meta: la realizacinplena de la esencia.

    21En tanto algo existe con cierta independencia es una sustancia y se

    determina como un algo especfico por su esencia permanente e inmutable. Pero esa esencia nose la posee necesariamente en su plenitud, en su perfeccin. Hace falta entonces realizar laesencia, involucrando al existente en un proceso de perfeccionamiento o, en su defecto, dedecadencia. Por un lado, entonces, los entes son y no son: su determinacin se da en la carencia,en la falta de perfeccin de su esencia, en su no ser. Son en potencia la esencia plena, pero laidea de potencia se define como lo que no es y puede ser. Por otro lado, el perfeccionamientotiene en la esencia su fin y su lmite. La perfeccin alcanzable est predeterminada por la esenciaque corresponde a cada sustancia y que integra a cada singularidad en las clasificacionesesenciales (de gnero y especie) con las que se da cuenta de todo lo que existe. Y si bien, ensentido estricto, es el ser humano el llamado a realizar su esencia de animal racional,comportndose racionalmente, y es a quien, por tanto, se juzga moralmente conforme a susavances en el perfeccionamiento de su esencia, todo lo existente queda comprendido en unproceso de perfeccionamiento que permite juzgar moralmente cambios e innovaciones quesurjan en nombre de la exigencia moderna de transformacin.

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    Resulta entonces que, con su equiparacin de esencia-fin-valor, el pensamiento sustancialistacontribuye a la permanencia, a la reiteracin de lo mismo (por cierto, en la modernidad con unaacentuacin del cambio ajena a la premodernidad). Adems, se ve reforzado correlativamentepor la idea tambin antigua de la causalidad como un nexo necesario que encorseta al efecto, consu posible novedad y cambio, en la realidad de la causa, de tal manera que las consecuencias hande ser explicadas ntegramente por su causa y, consecuentemente, por la regresin hasta unacausa primera. Todo ello dando lugar a la prediccin/previsin que hace factible la seguridad enmedio de las transformaciones (predicciones/previsiones que la ciencia moderna debe encargarsede proveer).El proceso de modernizacin, no obstante, se manifiestan ya en el siglo XVII en las rupturas conesta visin, y se pueden seguir las derivas de estos planteamientos, ya sea que repongan lapermanencia y la predictibilidad/previsin en un orden de consumo seguro, ya sea, en pensadoresa contracorriente, que sostienen el cambio y la transformacin sin sujeciones a lo ya acontecido yacostumbrado.Con profundas implicancias tericas y prcticas, Thomas Hobbes y Baruch Spinoza introducirnun cambio radical al concebir a los cuerpos por lo que pueden y ya no en funcin de su esencia.En el caso de Spinoza, negando adems que pueda anticiparse lo que un cuerpo puede.

    23Aqu,

    las potencias que definen los cuerpos ya no remiten a lo que no es pero puede llegar a ser, segnla esencia-fin-valor, sino que constituyen el ser de cada cuerpo y el aumento de la potencia abrenuevas potencias en el ser.Por su parte y desde su empirismo, David Hume cuestiona la presunta conexin necesaria entrela causa y el efecto.

    24Ms all de sus intenciones y de las lecturas posteriores que se hayan

    privilegiado, su crtica abri la posibilidad de pensar de otro modo el orden mecnico de lanaturaleza y su base determinista, asociada a la posibilidad de prediccin/previsin. As comopermite el cuestionamiento aunque mantenga su vigencia de la coartada que da por sentado(podramos decir, exagerando) que slo es posible lo que es posible: la consideracin como

  • alternativas de eleccin de slo aqullas que responden a un estado de situacin dentro de unorden dado y condicionante, donde est establecido lo que es esperable y admisible (lo viable, losustentable, ms an, lo autosustentable), as como excluye lo que choca o no se acomoda a lousual y acostumbrado. Crticas y desarrollos posteriores hacen hoy factible dar cuenta de lanovedad y el cambio, del acontecimiento, como una irrupcin ya no reductible a las condicionesantecedentes, y permiten enfocar, por consiguiente, la produccin, el movimiento de loexcedente.

    3. La relacin con la lgica del excedente y la modalidad de funcionamiento de la lgica delo excedenteLas dos aproximaciones precedentes de la lgica de lo excedente ponen en primer plano elaspecto poitico de la existencia humana. Pero plantean la cuestin de precisar la relacin entreesta lgica y la del excedente, por un lado y por otro, de distinguir con la mayor precisinposible ambas lgicas.

    25

    En cuanto la relacin entre ambas lgicas. Las lgicas de lo excedente y del excedenterepresentan sendas modalidades de funcionamiento, ambas operantes sobre la relacin entreproduccin y consumo. Dado que nunca se es nicamente productor o slo consumidor, sino quesomos productores en algunos aspectos y consumidores en otros, en forma simultnea osucesiva, complementaria o ms o menos incompatible, la oposicin entre una y otra lgica surgeentonces del modo en que cada una trabaja con la relacin produccin-consumo. Como yavimos, si en la lgica del excedente prevalece el consumo y a l se supedita la produccin, hastaprocurar incluso su clausura en aras de sostener la prevalencia de la perspectiva del consumidor,la lgica de lo excedente, en cambio, sustenta la relacin produccin-consumo en su elementodinamizador: la produccin. En consecuencia, entre ambas lgicas se dirime una lucha respecto ala forma de encarar la relacin produccin-consumo.Es que frente a la lgica del excedente, la lgica que hace funcionar el orden policial

    26de las

    sociedades modernas, se contrapone una lgica diferente que la cuestiona (en el elemento comnde la relacin produccin-consumo), que pone en litigio a aqulla en su mismo terreno y porconfrontacin con una posibilidad otra: la lgica de lo excedente. Siguiendo la concepcin deJacques Rancire, podemos asociar entonces la idea de una lgica de lo excedente con laactividad poltica.

    27Si el orden moral-policial de las sociedades modernas genera sociedades de

    la igualdad desigual28

    y su funcionamiento responde a la lgica del excedente, la lgica de loexcedente se manifiesta como el argumento de una distorsin principal que viene a anudarsecon tal litigio determinado en la distribucin de las ocupaciones, las funciones y los lugares(distribucin que he interpretado que en nuestras sociedades funciona partiendo de la perspectivadel consumidor).Si la relacin entre los dos lgicas se comprende enmarcada por la dimensin tico-poltica, latensin entre ellas, desde el lado de la lgica de lo excedente, no puede trabajarse con un pensardicotmico, consistente en elegir entre alternativas incompatibles, sino con el planteamiento deestrategias para ser consecuente

    29con la defensa de la perspectiva de productor contra la

    sujecin de la produccin al consumo. No se trata entonces de un problema de toma de decisinadecuada, de tomar partido por un lado o por el otro (incluso adoptando actitudes heroicas).

    30

    Por el contrario, la lgica de lo excedente comprende la lucha contra los dispositivos sociales quesubordinan la produccin al punto de vista del consumidor; contra esos dispositivos que no estnslo coaccionando desde fuera de los posibles productores, sino que estn incorporados en sus

  • subjetividades (in-corpore, en el cuerpo, siendo marcas de las identificaciones que nosconstituyen en el orden moral-policial). Por consiguiente, la construccin de la idea de lgica delo excedente no consiste en una mera conceptualizacin sin efectos materiales, sino que conllevaun trabajo con los cuerpos: implica poner en marcha simultneamente procesos dedesidentificacin respecto a la lgica del excedente que nos acta y de nuevas subjetivaciones,as como una revisin crtica de los saberes vigentes y una transformacin de las relaciones depoder existentes. Supone entonces hacer algo con la idea.En cuanto a la distincin del funcionamiento de cada lgica y consecuentemente con la relacinentre ellas. La lgica de lo excedente tendr que diferenciarse de una lgica del excedente que secaracteriza por funcionar dicotmicamente, ubicndonos continuamente frente a encrucijadasbien sealizadas que predeterminan el recorrido correcto, el recorrido que contribuye a lapermanencia de la dominacin. Un pensar dicotmico rpidamente encuentra cosas, objetos,sustancias, bien delimitadas, separadas y aisladas, definidas por sus esencias, deslindadas a suvez mediante reglas de inclusin y exclusin, que adems desembocan en encrucijadas, dilemas,opciones obligatorias.

    31En la modernidad, tal pensar trabaja conjuntamente con otro,

    caracterizado de cientfico, que funciona segn una analtica atomista y mecanicista, quedescompone en sus partes una unidad definida arbitrariamente como tal, de tal manera derecomponerla con la ganancia de una capacidad de prediccin que brinde el poder de manipularpartes de lo existente. Aquel pensar dicotmico y este pensar analtico suponen una causalidad(si hace falta, compleja, probabilstica, aleatoria) que permita formular conexiones repetibles,controlables, idneas para reducir al mnimo el azar de lo nuevo y orientadas a generar una clavede explicacin en forma de algoritmos tiles para moverse en medio del cambio y laincertidumbre.

    32Ambas son modalidades de pensar que quedan entrampadas en los productos,

    en los resultados, en las prdidas y las ganancias, respondiendo a la lgica del excedente y, porende, funcionales a la permanencia de lo mismo.Por el contrario, la lgica de lo excedente reclama una modalidad de trabajo diferente, apta parapensar el proceso de la produccin, sin disociar los productos de la produccin (entonces con susproductos pero no por ellos), sin sustancializar las relaciones que constituyen y movilizan elproceso, enfocando lo excedente en su fluir a veces potenciador. Esto es, relaciones deproduccin de la produccin: la produccin entendida como las relaciones que configuran unaprctica compartida, de cooperacin, de producir juntos, y que produce tambin a losproductores. Por consiguiente, la lgica de lo excedente reclama un pensar relacional.Un pensar relacional que, a diferencia del funcionamiento de la lgica del excedente, operesobre la base de la sociabilidad del ser humano, de su necesidad y deseo del otro. Una necesidady deseo del otro que habla de la ndole eminentemente social de los seres humanos y que nosremite entonces a las relaciones entre los seres humanos, a las relaciones que nos conformancomo individuos y en las cuales adquieren sentido nuestras acciones. Un pensar que rechaza laexistencia de individuos-tomos aislados, separados y centrados en sus fines egostas, sabedoresde sus deseos y preferencias, que entran en contacto con los otros en el mercado slo parasatisfacer necesidades que no pueden cubrir por s mismos; y que adems no se reconocen comoproductos de relaciones sociales. Por tanto, un pensar que no conceptualiza sustancias que entranen relacin entre s,

    33sino que concibe relaciones y relaciones de relaciones, redes de relaciones,

    como las que desde antes del nacimiento del beb humano lo va constituyendo y a partir de lascuales contina vinculndose con variaciones el resto de su vida. Un pensar de relaciones queson constitutivas de los seres humanos, resultado asimismo de la reproduccin, en cada

  • momento, de relaciones sociales; que lleva a considerar a la sociedad ya no como un compuestode individuos, sino como un producto de vnculos y relaciones en las que estn insertos losindividuos que los individuos reproducen y transforman con sus acciones. Un pensar relacionalentonces que no se deje llevar naturalmente por nuestro lenguaje, por un lenguaje donde seexpresan mejor las cosas y los estados que las relaciones y los procesos.Las aclaraciones que se acaba de exponer acerca de la relacin y la distincin entre las doslgicas insisten en que la idea de esta lgica de lo excedente refiere a un exceder que es un plusen s mismo productivo, que depende de la produccin y vuelve sobre la produccin, sobre losproductores y sobre los productos. En oposicin, por tanto, a la lgica del excedente, para la quelos productos ocupan el lugar del plus que excede lo dado, sin ser directamente productivo en smismo. Pero deja en pie la cuestin fundamental para esta introduccin de la idea de la lgica delo excedente: su puesta en accin ser capaz de dar cuenta de la vida humana como loexcedente, como produccin del plus que hace humanos a nuestros cuerpos biolgicos: el plus desu propia capacidad simblica, de su lenguaje, de los significados que inventa el mundo humano,significados que a la vez son constituidos y constituyentes de los individuos en el accionar conlos otros; un plus que excede los cuerpos y los inviste hacindolos humanos? Creo que larespuesta a tal pregunta slo se encuentra avanzando en su construccin, y tal cual la hepropuesto exige ser consecuente con ella y, simultneamente, una permanente revisin crtica.Para Spinoza,

    34la unin de los cuerpos los potencia, los hace ms, pueden ms. Los encuentros

    entre los cuerpos nudos de relaciones son aquellos contactos entre quienes son compatibles,capaces de componerse entre s y que por eso se potencian. En el encuentro producen y seproducen. Resultan as productores. Operan juntos, cooperan, en la produccin, no slo de cosas,sino tambin de s mismos. Los encuentros entre los seres humanos concretan la produccincooperativa en que la vida humana persevera en el ser, florece.

    35Ser productores no sera

    entonces una exigencia sustituible, sino parte inescindible de nuestra humanidad. Hara nuestrahumanidad. En este sentido, la idea de una lgica de lo excedente requiere ser puesta en accinpara poder apreciar si es capaz de dar cuenta de esta produccin cooperativa que el modernoorden moral-policial capitalista oculta y distorsiona hasta la clausura.* Enviado para su publicacin a la revista Estudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas, INCIHUSA CRICYT, Mendoza, Octubre de 2007.** Doctor en Filosofa (UBA). Profesor Titular regular en la Fac. Cs. Sociales-UBA y en elCBC-UBA. Investigador del CONICET y del Instituto Gino Germani.1 Cf. con respecto a una crtica a la separacin entre pensar y hacer: HELER, M., La produccin de conocimientoen el Trabajo Social y la conquista de autonoma, en Escenarios. Revista Institucional, Ao 4, N 8, septiembre2004, La Plata, Escuela de Trabajo Social-UNLP.2 En este ltimo tiempo me he dedicado a elaborar, en la medida de mis posibilidades, el concepto de productor encontraposicin con el de consumidor, y en torno a la idea de produccin. Ver, por ejemplo, adems del artculo ibid.,en su 2, HELER, M., Formacin de productores o formacin de consumidores de conocimiento?, en CienciasSociales, Revista de la Facultad de Ciencias Sociales-UBA, N 65, Bs. AS., Noviembre de 2006, ISSN, 1666-7301,pp. 18-19; Acerca de la produccin cooperativa en la enseanza y el aprendizaje, en Paideia (Revista de filosofa ydidctica filosfica), Madrid, Sociedad Espaola de Profesores de Filosofa (SEPFI), 2007; La formacin detrabajadores sociales y la produccin del trabajo social, en MESCHINI, Paula y CECCHETTO, Sergio (editores),Nuevos escenarios sociales para la formacin profesional -Trabajo Social y formacin superior- Mar del Plata,Facultad de Ciencias de la Salud y Servicio Social de la Universidad Nacional de Mar del Plata, en prensa..

  • 3 Fue en una conversacin con Patricia Digilio y Jorge Manuel Casas que fue configurndoseesta idea de la lgica de lo excedente. Fue trabajada por los tres en un seminario dictado en lacarrera de Filosofa de la Universidad Nacional de Salta en 2006, y durante 2007 objeto denuevas actividades, agregndose al grupo inicial otros colegas: Gabriela DOdodirco, AlejandroCerletti, Yamila Volnovich. Entre esas nuevas actividades se encuentra un proyecto para eldesarrollo de seminarios de posgrado con orientacin en Filosofa Social.4 Y sin renunciar por ello a la pretensin de cierta universalidad inmanente a todo proceso deproduccin intelectual. Cf. HELER, M., "El sapere aude kantiano en nuestra actualidadlatinoamericana", en TUDELA SANCHO, A. y BENTEZ MARTNEZ, J. M. (compiladores),Pensar en Latinoamrica, Asuncin, Colegio de Investigaciones Filosficas, Jakemb editores,2006, pp. 29-40.5 HELER, M., Dispositivos de clausura en las reflexiones sobre el ethos contemporneo, enAAVV, Miradas sobre lo urbano. Reflexiones sobre el ethos contemporneo, Bs. As.,Antropofagia, 2005, pp. 53-70.6 Cf. MARX, C., El capital. Crtica de la economa poltica, Mxico, FCE, varias ediciones,Tomo I, pp. 36 y ss.7 Bajo el supuesto de que todos somos propietarios, al menos del propio cuerpo, y que puede serofrecido en el mercado como fuerza de trabajo. Cf. MACPHERSON,C. B., La teora poltica delindividualismo posesivo. De Hobbes a Locke, Barcelona, Fontanella, 1979.8 Cf. HELER, M., Por qu el otro siempre es un medio? O acerca de la instrumentalizacin del otro, enFERNNDEZ, G. y PARENTE, D. (editores), El legado de Immanuel Kant. Actualidad y pespectivas, Mar delPlata, Surez, 2004, pp. 201-210.9 El corolario deriva de la relacin entre las fuerzas fsicas, extrapolada a las relaciones socialesentre individuos. Dado que una fuerza puede ser detenida por una fuerza de direccin contraria yde igual o mayor intensidad, el aumento de la intensidad (poder) de una fuerza brindaposibilidades de mantener su direccin en el choque con otras fuerzas. Cf. HELER, M.,Dispositivos de clausura en las reflexiones sobre el ethos contemporneo, ob. cit., 3, pp.62-67.10 Cf. HELER, M., CASAS, J. M. y GALLEGO, F. M. (editores), La necesidad de las necesidades. La categorade necesidades en las investigaciones e intervenciones sociales, Bs. As., Espacios, en prensa. En relacin con unaontologa de la carencia, cf. HELER, M., Dispositivos de clausura en las reflexiones sobre el ethoscontemporneo, ob. cit., 2, pp. 58-61.11 Este es slo un aspecto, a su vez causa y consecuencia, en los cambios sociales actuales.Distintos debates dan cuenta de otras cuestiones que son afectadas y afectan la situacincontempornea. La bibliografa es copiosa al respecto. Me refiero a discusiones que abarcantemas que en su aparente disparidad confluyen empero en los intentos por pensar nuestropresente. Algunos ejemplos: las nuevas modalidades que adquiere el trabajo (posfordista,inmaterial) y el problema de la desocupacin, en conexin con la marginalidad y la exclusinsocial, la sociedad de conocimiento, la poltica espectculo, la globalizacin, labiotecnologa, la mayora de los sectores de punta de la tecnocientfica, etctera.12 Me refiero a un orden moral-policial, siguiendo de alguna manera las ideas de Jacques Rancire (Eldesacuerdo. Poltica y filosofa, Bs. As., Nueva Visin, 1996), quien define un orden policial. Cf. HELER, M.,El orden moral-policial y la dimensin tico-poltica, en AMBROSINI, Cristina Marta (compiladora), tica.Convergencias y divergencias. Homenaje a Ricardo Maliandi. Universidad Nacional de Lans, en prensa. Msadelante volver sobre el tema.

  • 13 Ntese tambin que la calidad se determina cientficamente, y que la prctica cientfica estdirecta o indirectamente financiado por el Capital, de modo que la calidad, incluso la calidad devida, es tambin un producto que se consume para que se consume la reproduccin del capital.14 En el mismo sentido, en relacin con una interpretacin del Fausto de G. W. F. Goethe, cf.HELER, M., Individuos. Persistencias de una idea moderna, Bs. As., Biblos, 2000, pp. 59-6015 KANT, Idea de una historia universal en el sentido cosmopolita, en Filosofa de la Historia,Mxico, FCE, 1981, p. 48, la cursiva me corresponde.16 KANT ,Comienzo presunto de la historia humana, en Filosofa de la Historia, Mxico,FCE, 1981, p. 87.17 Cf. HELER, M., La produccin de conocimiento en el Trabajo Social y la conquista deautonoma, ob. cit., 2.18 MARX, K., Manuscritos: economa y filosofa, Madrid, Alianza, 1986, p. 112.19 La ciencia, al mismo tiempo, se volva cada vez ms exange, pero su fracaso en tantosistema de comprensin estaba enmascarado por su xito en tanto sistema de manipulacin,MORIN, E., Introduccin al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 1995, pp. 80-81 (lacursiva me corresponde). Adems cf. HELER, M., Ciencia Incierta. La produccin social delconocimiento, Bs. As., Biblos, 2004; 2 Edicin, 2005, cap. III.20 Cf. HELER, M., Dispositivos de clausura en las reflexiones sobre el ethos contemporneo,ob. cit., 2, pp. 58-61.21 Cf. DELEUZE, G., En medio de Spinoza, Buenos Aires, Cactus, 2003, pp. 46-47.22 En relacin con la moral definida como los usos y costumbres socialmente establecidos y la tica como la criticaa la moral, cf. HELER, M., El orden moral-policial y la dimensin tico-poltica, en AMBROSINI, Cristina Marta(compiladora), tica. Convergencias y divergencias. Homenaje a Ricardo Maliandi. Universidad Nacional deLans, en prensa.23 Cf. Ibid., pp. 31 y ss. En las palabras de Spinoza: tica, Libro III, Proposicin II, Escolio.24 Cf. HUME, D., Investigacin sobre el conocimiento humano, Madrid, Alianza,1994, Seccin VII, parte I, parteII25 La razn por la que expondr primero la relacin entre ambas lgicas y luego las distinguirse aclarar implcitamente en el desarrollo siguiente.26 La polica es, en su esencia, la ley, generalmente implcita, que define la parte o la ausencia de parte de laspartes. Pero para definir esto hace falta en primer lugar definir la configuracin de lo sensible en que se inscribenunas y otras. De este modo, la polica es primeramente un orden de los cuerpos que define las divisiones entre losmodos del hacer, los modos del ser y los modos del decir, que hace que tales cuerpos sean asignados por su nombrea tal lugar y a tal tarea; es un orden de lo visible y lo decible que hace que tal actividad sea visible y que tal otra nolo sea, que tal palabra sea entendida como perteneciente al discurso y tal otra al ruido. [] La polica no es tantoun disciplinamiento de los cuerpos como una regla de su aparecer, una configuracin de las ocupaciones y laspropiedades de los espacios donde esas ocupaciones se distribuyen. RANCIRE, J., La distorsin: poltica ypolica, captulo 2, en El desacuerdo. Poltica y filosofa, Bs. As., Nueva Visin, 1996, pp. 44-45., la cursiva mecorresponde. Mi utilizacin del pensamiento de Rancire me permite incluso proponer las expresiones orden moral-policial y dimensin tico-poltica, pues con el agregado respectivo de moral y tico pretendo resaltar el ladosubjetivo, dado que siguiendo a Rancire, tenemos la subjetivacin que reclama un proceso de desidentificacin y denueva subjetivacin en la actividad poltica. Ver nota siguiente y cf. HELER, M., El orden moral-policial y ladimensin tico-poltica, op. cit.27 Hay poltica cuando hay un lugar y unas formas para el encuentro entre dos procesos heterogneos. El primeroes el proceso policial en el sentido que se intent definir. El segundo es el proceso de la igualdad. Con este trmino,

  • entendamos provisoriamente el conjunto abierto de las prcticas guiadas por la suposicin de la igualdad decualquier ser parlante con cualquier otro ser parlante y por la preocupacin de verificar esa igualdad. []No habrde olvidarse tampoco que si la poltica pone en accin una lgica completamente heterognea a la de la polica,siempre est anudada a sta. La razn es simple. La poltica no tiene objetos o cuestiones que le sean propios. Sunico principio, la igualdad, no le es propio y en s mismo no tiene nada de poltico. Todo lo que aqulla hace esdarle una actualidad en la forma de casos, inscribir, en la forma del litigio, la verificacin de la igualdad en elcorazn del orden policial. Lo que constituye el carcter poltico de una accin no es su objeto o el lugar donde seejerce sino nicamente su forma, la que inscribe la verificacin de la igualdad en la institucin de un litigio, de unacomunidad que slo existe por la divisin. [] Para que una cosa sea poltica, es preciso que d lugar al encuentrode la lgica policial y la lgica igualitaria, el cual nunca est preconstituido. As pues, ninguna cosa es por smisma poltica. RANCIRE, J., ob. cit, pp. 46, 47 y 48.28 Cf. HELER, M. (editor), Filosofa social & Trabajo Social. Elucidacin de una profesin, Bs.As., Biblos, 2002, captulo II.29 Cf. BADIOU, A., La idea de justicia, en Acontecimiento. Revista para pensar la poltica,N 28, 2004, Bs. As., Grupo Acontecimiento, pp. 9-22.30 Actitudes heroicas por arriesgar de alguna manera la exclusin del campo de produccindonde el productor ha puesto su illusio, y donde se ha formado (ha incorporado su habitus)como productor. Cf. BOURDIEU, P., Cosas Dichas, Buenos Aires, Gedisa, 1988.31 He tratado de caracterizar este pensar dicotmico con la idea de encrucijada, operante comoun dispositivo de clausura, y en contraposicin con la idea de enredo. Cf. HELER, M.,Dispositivos de clausura en las reflexiones sobre el ethos contemporneo, ob. cit., 1, pp.54-58.32 Pienso, por ejemplo, en desarrollos cientficos actuales: la analtica atomista y mecanicista delas llamadas ciencias de la mente, la ciberntica, la robtica, la biotecnologa, etc. Tambin en lafinalidad de control y dominio mediante el logro de una capacidad de prediccin que toma encuenta lo aleatorio, por ejemplo, en los estudios de la fsica contempornea sobre los fenmenosno-lineales y de la complejidad, acerca de los procesos fuera del equilibrio termodinmico y delos fenmenos que ocurren a escalas mesoscpicas y nanoscpicas. En todos estos desarrollosocurre adems la disolucin de la vieja divisin del trabajo cientfico en ciencia pura o terica,ciencia aplicada y tecnologa, una disolucin que solventa la designacin de la actividadcientfica como tecnociencia. Cf. HELER, M., Ciencia Incierta , ob. cit., captulos III y IV, 1 a 3..33 Que nos consideremos como sujetos nada cambia, si el sujeto se entiende con lascaractersticas de la sustancia: como substrato permanente frente los cambiantes y variadosestados de conciencia, como substrato de una identidad esencialista.34 SPINOZA, B., tica (varias ediciones en castellano) y cf. DELEUZE, G., Spinoza: filosofaprctica, Bs. As., Tusquest, 200435 Cf. HELER, M., Ciencia Incierta, ob.cit., pp. 78 y 117.