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58 - Argutorio 34 - II semestre 2015 MARAGATOS, HABITANTES DE LAS TIERRAS DE ASTORGA EN EL SIGLO XVIII Olegario Pérez Alija Diversos autores, tanto nacionales como extranjeros, mostraron su interés por las costumbres y las gentes maragatas ya desde el siglo XVIII, y especialmente el XIX, llevados del gusto romántico y costumbrista de la época. Al igual que escritores y viajeros, también pintores y grabadores gustaron de representar los ti- pos y vestimentas de estas tierras. Pero el interés por lo relacionado con Astorga, no tan- to lo maragato, comienza a gestarse antes, al menos desde mediados del siglo XVI. En esta primera pre- sencia astorgana en la literatura y el periodismo ante- rior a la eclosión del mito maragato del siglo XIX, se habla de “habitantes de las tierras de Astorga”. El nombre “maragato” no se emplea extendidamente hasta el s. XVIII., aunque una de las primeras refe- rencias escritas, si bien los nombra “maregatos”, ya la encontramos en 1615, en la obra de Prudencio de Sandoval sobre el obispo Idacio. En las páginas que dedica al rey Mauregato señala que tal vez lo nom- braran así, “por haberse criado en unas montañas de Astorga, que caen a la parte de Asturias, donde viven gentes pobres y viles, arrieros que los llaman Mare- gatos...” 1 En 1675 Gregorio de Argaiz dice que Mauregato “de- bió ser de las montañas de Astorga, y de aquella parte que llaman por mal nombre Maragatos, tierra pobre, y de gente hecha a mucha miseria…” 2 . En estos años se habla del maragato como natural de la tierra de Astorga. Así en 1719 Francisco de Bergan- za conjetura también sobre el nombre del rey Maure- gato, del que cree que fue en realidad un apodo “por haber nacido, o haberse criado en el país que llaman de los maragatos”, pues Mauregato “hubiese nacido en tierra de Astorga” 3 . Acerca del origen y etimología del nombre maragato se harán variadas propuestas a lo largo de los siglos. Un exhaustivo estudio de ellas puede consultarse en el erudito trabajo que Pascual Riesco publicó en la revista Argutorio. 4 El interés literario y periodístico por el pueblo ma- ragato parece coincidir con el auge de la arriería y con el empleo del término maragato asociado al oficio arriero, del que tenemos constancia desde los inicios del siglo XVIII, como atestiguan los abundantes plei- tos civiles ligados a esta profesión. El primero de ellos es un pleito de 1692 contra Jeró- nimo Ferreiro, del que nos dice que es “arriero mara- gato, vecino del Rabanal, tierra de Astorga”, al igual que otros testigos que intervienen en el mismo, “Juan Marcos, soltero, vecino del lugar de Andiñuela, tierra de Astorga” y Mateo Ramos, “maragato, vecino del Rabanal del Camino…”. Pleito civil contra Jerónimo Ferreiro, vecino de Astorga (León), a instancias de Francisco San Martín Soto, abogado, vecino y regidor de la ciudad de Santiago de Compostela, y deposita- rio de pruebas de pretendientes del Santo Ofi- cio, sobre cierta cantidad de dinero que debió entregar, en su nombre, a Bernabé García de San Román, vecino de Madrid. AHN. Pleitos civiles. Tribunal de la Inquisición de Santiago de Compostela. También en el siglo siguiente aparecen pleitos ligados con el oficio arriero de los maragatos. 1784. Tomás Antonio de Sarates contra Domin- go Martínez, arriero maragato, sobre pago de maravedíes. Madrid. AHN Consejo de Castilla. El riesgo propio del oficio arriero dio lugar a causas penales, así entre otras:

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58 - Argutorio 34 - II semestre 2015

MARAGATOS, HABITANTES DE LASTIERRAS DE ASTORGA EN EL SIGLO XVIII

Olegario Pérez Alija

Diversos autores, tanto nacionales como extranjeros, mostraron su interés por las costumbres y las gentes maragatas ya desde el siglo XVIII, y especialmente el XIX, llevados del gusto romántico y costumbrista de la época. Al igual que escritores y viajeros, también pintores y grabadores gustaron de representar los ti-pos y vestimentas de estas tierras.Pero el interés por lo relacionado con Astorga, no tan-to lo maragato, comienza a gestarse antes, al menos desde mediados del siglo XVI. En esta primera pre-sencia astorgana en la literatura y el periodismo ante-rior a la eclosión del mito maragato del siglo XIX, se habla de “habitantes de las tierras de Astorga”.El nombre “maragato” no se emplea extendidamente hasta el s. XVIII., aunque una de las primeras refe-rencias escritas, si bien los nombra “maregatos”, ya la encontramos en 1615, en la obra de Prudencio de Sandoval sobre el obispo Idacio. En las páginas que dedica al rey Mauregato señala que tal vez lo nom-braran así, “por haberse criado en unas montañas de Astorga, que caen a la parte de Asturias, donde viven gentes pobres y viles, arrieros que los llaman Mare-gatos...” 1

En 1675 Gregorio de Argaiz dice que Mauregato “de-bió ser de las montañas de Astorga, y de aquella parte que llaman por mal nombre Maragatos, tierra pobre, y de gente hecha a mucha miseria…” 2. En estos años se habla del maragato como natural de la tierra de Astorga. Así en 1719 Francisco de Bergan-za conjetura también sobre el nombre del rey Maure-gato, del que cree que fue en realidad un apodo “por haber nacido, o haberse criado en el país que llaman de los maragatos”, pues Mauregato “hubiese nacido en tierra de Astorga”3.Acerca del origen y etimología del nombre maragato se harán variadas propuestas a lo largo de los siglos.

Un exhaustivo estudio de ellas puede consultarse en el erudito trabajo que Pascual Riesco publicó en la revista Argutorio.4

El interés literario y periodístico por el pueblo ma-ragato parece coincidir con el auge de la arriería y con el empleo del término maragato asociado al oficio arriero, del que tenemos constancia desde los inicios del siglo XVIII, como atestiguan los abundantes plei-tos civiles ligados a esta profesión.El primero de ellos es un pleito de 1692 contra Jeró-nimo Ferreiro, del que nos dice que es “arriero mara-gato, vecino del Rabanal, tierra de Astorga”, al igual que otros testigos que intervienen en el mismo, “Juan Marcos, soltero, vecino del lugar de Andiñuela, tierra de Astorga” y Mateo Ramos, “maragato, vecino del Rabanal del Camino…”.

Pleito civil contra Jerónimo Ferreiro, vecino de Astorga (León), a instancias de Francisco San Martín Soto, abogado, vecino y regidor de la ciudad de Santiago de Compostela, y deposita-rio de pruebas de pretendientes del Santo Ofi-cio, sobre cierta cantidad de dinero que debió entregar, en su nombre, a Bernabé García de San Román, vecino de Madrid. AHN. Pleitos civiles. Tribunal de la Inquisición de Santiago de Compostela.

También en el siglo siguiente aparecen pleitos ligados con el oficio arriero de los maragatos.

1784. Tomás Antonio de Sarates contra Domin-go Martínez, arriero maragato, sobre pago de maravedíes. Madrid. AHN Consejo de Castilla.

El riesgo propio del oficio arriero dio lugar a causas penales, así entre otras:

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1744. Pleito de Don Nicolás Portillo y León abogado de los Reales Consejos, Corregidor y Capitán a guerra de la villa de Tordesillas y su jurisdicción (Valladolid). Contra Agustín del Campo, casado, tratante en lino, vecino de la de Villanubla (Valladolid) sobre Acusarle de haber robado a Francisco de la Huelga, maragato, ve-cino del lugar de Laguna de la Somoza en el Obispado de Astorga, una bolsa que contenía 315 reales en el mesón de las Encinas situado extra muros de la citada villa de Tordesillas, se-gún denuncia presentada por el mesonero An-tonio Tabarés, la noche del 25 al 26 de abril de 1744. AHN. SALAS DE LO CRIMINAL.

1795. Pleito contra Vicente García, casado, jor-nalero, vecino de la villa de Ezcaray (La Rio-ja), sobre Acusar a Vicente de haber intentado robar, amenazándoles con una escopeta, a unos maragatos en el término del lugar de Sanchi-drián jurisdicción de la ciudad de Ávila. AHN. SALAS DE LO CRIMINAL.

1815. Pleito del fiscal del crimen contra Benito Borrego y José Rodríguez, vecinos de Cadalso (Cáceres), por haber robado a dos arrieros ma-ragatos. AHN SALAS DE LO CRIMINAL.

La actividad arriera de los maragatos adquirió en el siglo XVIII importancia suficiente para constituir el llamado “gremio de los arrieros maragatos”, del cual existe también numerosa documentación (AHN.Ar-chivo del Consejo de Castilla):

1761. El fiscal con los apoderados del gremio de arrieros maragatos sobre la construcción del puente de San Vicente sito sobre el rio Zapar-diel y las dos calzadas intituladas del Simplón y la Laguna. Medina del Campo (Valladolid).

1775. El Gremio de Maragatos con el duque de Frías, sobre cobranza del derecho de portazgo, en la villa de Villalpando.

1777. El Gremio de Maragatos con el deán y cabildo de la ciudad de Segovia, sobre pago del derecho de portazgo del paso de Sabajos.

1778. El gremio de arrieros de Maragatos (León) con la ciudad de La Coruña sobre exac-ción de portazgo.

1779. El gremio de arrieros maragatos con el duque de Frías, sobre cobranza del derecho de portazgo en dicha villa. Villalpando (Zamora).

1790. El gremio de Maragatos (León) con el vecino deán y cabildo de Santiago, sobre co-branza del derecho de portazgo.

1776. El gremio de arrieros de Maragatos (León) con la ciudad de La Coruña sobre exacción de portazgo.(AHN.Archivo del Consejo de Castilla)

Luis Alonso Luengo en su libro Los Maragatos re-cuerda la posible raíz del término maragato en el mercator o mericator. Siguiendo la tesis de Gómez Moreno, el nombre no sería local, sino que les fue atribuido en las regiones donde desarrollaban su ofi-cio arriero. Y recuerda también el descubrimiento por José Mª Luengo de una lápida sepulcral del s. XIV en La Coruña, en la que aparecen los símbolos arrieros junto al epitafio “hic jacet Joahnnes Andresi mer(i)cator”. 5

Más tardío es el término “maragatería”. Popularizado en el siglo XIX para referirse a la comarca habitada por los maragatos, lo hallamos en fuentes impresas ya en 1754, cuando Francisco Colmenero publica El Carmelo Ilustrado, donde habla de una imagen “en la iglesia de Morales de la Maragatería”. 6

Mención especial merece la obra del padre Martín Sarmiento. Buena parte del interés despertado en la cultura del siglo XVIII por todo lo maragato es de-bido a la publicación de su Discurso crítico sobre el origen de los maragatos7 escrito en 1758. Aparte de diversas conjeturas sobre su origen, que básicamente fueron recogidas durante décadas por otros escritores, Sarmiento repara también en la peculiaridad de su in-dumentaria (Pag. 198):

El vestido de los maragatos aún hoy se lleva la atención por lo singular y extraordinario. Y ha-rán muy mal los maragatos en intentar mudarle. Antes bien, atendiendo a alguna pintura de los siglos pasados, debían intentar restituirle del todo. El maragato más infeliz trae en su som-brero piramidal, en su saco, o jaqueta cerrada, en sus calzones anchos, en sus polainas y en su gorguera (de la cual han apostatado ya muchos) una visible carta ejecutoria de su suma antigüe-dad en España.

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Es interesante anotar que el padre Sarmiento men-ciona “alguna pintura de los siglos pasados” sobre la indumentaria del maragato. Posiblemente se refiera a las frecuentes “pinturas de trajes” de los siglos XV y XVI de las que luego hablaremos. También es indicativo que, como colofón a las espe-culaciones sobre su origen, concluya que su proce-dencia es igual a la del resto de españoles, y que su indumentaria es un reflejo residual de la habitual en la península siglos atrás (Pag. 211):

Digo pues, en conclusión, que los maragatos, son unos hombres como los demás. Que en su vida, trajes y costumbres, representan a los es-pañoles antiguos.

Aunque ha pasado desapercibida, es igual de esclare-cedora la equiparación que hace entre maragatos y as-torganos, como una parte de aquéllos. Ambos serían los Maurellos de que hablara Ptolomeo y que habita-ron la comarca ya en tiempos de suevos y amacos, y así llamados por su color –maurus-. (Págs 212-213): “Los maragatos, y en especial los astorganos de la campiña, son de un color pardo, fusco y atezado…”

Naipe representando a una pareja maragata con la leyenda “de Astorga”. H. 1810. Museo Nacional de Artes Decorativas de España.

También en 1758, el Padre Isla escribe la primera par-te de Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, aliàs Zotes, y habla de “una taberna de la Maragatería, donde servia de cobertera á un pi-chel.” 8 Y en las siguientes partes de su obra menciona también esta comarca:

No había órgano, pero se suplia con mucha ven-taja con dos gaitas gallegas, que de proposito había hecho traer de la maragateria el Mayor-domo, y las tocaban dos Maragatos rollizos, tan diestros en el arte, que los llamaban para todas las fiesas recias del Román, Foncebadón y el Rabanal, de donde se extendió la fama hasta el mismo Páramo, con ser así que hay mas de ocho leguas de camino; y Antón Zotes, á quien llegaron ellas noticias, por haberlas oído ca-sualmente en la auente Vizona a un criado del maragato Andrés Crespo, al tiempo que cargaba la recua, al instante envió á llamar9 (…) quando se toca esta materia en un corrillo, y aunque sea en la cocina ahumada de la maragateria.10

En otras obras del Padre Isla se hace referencia tam-bién al polémico modo de vestir y al aseo del mara-gato, que será objeto de numerosas crónicas periodís-ticas de la época:

La extrañeza de esta inscripción movió mi cu-riosidad á ver el Libro, y dando aviso á mi ami-go, me le envió prontamente con un Maragato de los muchos que frecuentan este País, y son los únicos que sirven de acarrear todo lo que no se encuentra en él. Como estos son gente tan za-fia y rústica, tuvo el Maragato la inadvertencia de hacer que mi Libro sirviese de cuña á unos tercios de Jabón y Espliego, que conducía á Ga-licia, con lo que contrajo un olor pestífero…11

En este siglo XVIII se produce un leve resurgir de los Libros de Caballerías, y el recurso al personaje mara-gato también es frecuente en ellos.Así, en la Historia fabulosa del distinguido caballero Don Pelayo Infanzón de la Vega, Quixote de la Can-tabria escrita por Alonso Bernardo Ribero12, en la que uno de los personajes, D. Policarpo, se confiesa natu-ral “de las inmediaciones de Astorga”:

Pues señor, prosiguió Mateo, yo como non había visto en toda mi vida Maragatos, como los vi con aquellos calzones de estameña negra anchos, folludos, y vestidos todos ellos de una manera misma, y reparé que estaban mas de ca-torce rodeados falando de sus coses....13

Has de saber Mateo, dixo Don Pelayo, que en toda esta carrera que viene de Galicia tienen los Maragatos un casi señorío en todos los meso-nes; porque como jamás faltan de ellos Mara-gatos, y de las demás especies de arrieros no se ven todas las veces, resulta de esto el que se apoderan de las cuadras y cocinas; y tu mismo parece que has notado el mal humor que gastan siempre, lo pronto que se enfadan, y lo poco que ríen, bailan y se divierten, pues parece que

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aquel traje les infunde una seriedad notable; y desde luego digo que de todos los hombres es-pañoles el mas serio es el maragato.14

y Vusté non pudo penos de furtai esos calzones. Todos los Maragatos vestimos de este modo, dixo el Maragato, y ahorrémonos de preguntas, porque los Maragatos no gastamos flores.15

En el llamado “Quijote leonés”, Historia del valeroso caballero D. Rodrigo de Peñadura, escrita por el Li-cenciado Luis Arias de León,16uno de sus personajes es Toribio, un canónigo de Astorga sobrino del prota-gonista, y a esta ciudad el caballero se dirigirá a pasar algunas de sus aventuras. En el episodio de la visita a Astorga no puede evitar la tópica referencia a la rus-ticidad del habitante de las tierras de Astorga: “pues bien sabía él que los rústicos labriegos de Astorga necesitaban conocer un poco el derecho natural y de gentes, ya que por tantos siglos no habían conocido mas derecho que el del arado.”Desde mediados del s. XVIII comienza a ser habi-tual encontrar referencias al maragato, generalmente como motivo de chanza, por lo rústico y trasnochado de su atuendo. Es tiempo en España de efervescencia del gusto por la moda y el lujo en el vestir, importan-do la afectación de la moda francesa del momento. Desentonan en este entorno los maragatos, que ya son conocidos en toda España por su oficio arriero y por lo peculiar de su indumentaria. Incluso sabemos por el Diario noticioso y universal que en 1761 ya se menciona con este nombre el madrileño “Mesón de los maragatos”, situado en la calle Segovia, famoso durante todo el siglo XIX.Ya en 1737 aparecen menciones al aseo y el vestir maragatos: “...capotillo de mangas perdidas y aun le echaba de ver al Maragato, núblo por el olor de los calzones.”17

En el Memorial literario instructivo y curioso de 1787, vuelven los maragatos, al socaire de lo rudi-mentarios de su vestir, a ser puestos como ejemplo de testarudez y resistencia a los cambios:

..de no hacer vanidad de separarme de aquellos que tienen por inútiles los papeles periódicos, y cuya testa férrea no admite más cultura que la que tuvieron sus abuelos desde el siglo XI, siendo tan tenaces como los maragatos en no mudar la forma de sus calzones, y mucho peo-res que éstos, pues los maragatos a nadie perju-dican con su antigua vestimenta, y aún nos dan ejemplo contra el lujo vicioso que diariamente introduce el capricho de la moda…

“De Astorga en España”, ilustración a plumilla coloreada con acuarelas, del Códice de Trajes. Anónimo del S. XVI. Biblioteca Nacional de España.

En el Diario de Madrid de 21 de octubre de 1795 continúa la polémica a costa de las costumbre de la moda: “como las señoritas de alfeñique ha declarado guerra a los calzones ajustados, a las caminas con ho-nores de calzones de maragato…” Y en este mismo Diario, el jueves 2 de agosto de 1798, León de Parma, seudónimo de escritor coruñés Manuel Pardo Andra-de, publica una ácida reivindicación de los maragatos ante unos comentarios críticos hacia ellos publicados:

¿Cómo creerá Vmd. que los Maragatos esos zancudos, y desaliñados arrieros, cuyo trage pa-rece signo de más torpe idiotismo, y de la más crasa ignorancia, son la porción mas recomen-dable de nuestra península? ¿Cómo es posible de Vmd. se persuada de que una gente insensi-ble al rigor de las estaciones, a los infortunios y trabajos de tan penoso tráfico esté adornada de la docilidad mas loable, de la piedad, y de la religión mas heroica? ¿Qué juicio ventajoso de estos semibrutos, en la apariencia, hará un hombre de Corte, como Vmd. entregado a la blandura de la seda, y finísimas ropas de lino, y lana, y que cree que es el luxo un necesario medio de cultura, y civilización? Quite Vmd. allá esos hombre fieras dirá Vmd. que da asco el solo mirarlos. Pues Señor Diarista, estos hombres cubiertos con un basto coleto de cuero tonsurados, y de chanclos de cuatro suelas, son en lo moral, y en lo físico, dignos del nombre de racionales: son el apreciable fragmento de

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nuestras antiguas y nobles costumbres, que des-de tiempo inmemorial han conservado con su tra-ge, que puede reputarse reliquia de los antiguos romanos; pues solo en el Abruzo, provincia de Nápoles se conserva su semejante desde tiempo también de los antiguos Sabinos. Comienza este País a las faldas del Puerto de Fuencebadon y a la derecha e izquierda tendrá la extensión de 6 leguas, y 5 de ancho, desde Astorga, que es la ca-pital, hasta Fuencebadon. Su trage y sus costum-bres en nada se parecen a la de los árabes, y así creo muy fuera de propósito fixar su origen en la época de la irrupción, quando consta la residen-cia igualmente de los Romanos en Astorga. Que su trage no es árabe cualquiera lo conoce, que su lenguage es el antiguo castellano, que conserva el estilo latino, se dexa conocer en el tratamien-to de vos, que universalmente y sin distinciones se dan, y en las voces y frases. Sus constumbres prueban su antigua cultura, y son todas contra-rias a los vicios dominantes entre los habitantes de las provincias sujetas a los árabes. Son en grado heroico animosos, laboriosos, honestos, obedientes a sus padres y mayores; amigos de la paz, y enemigos del litigio, y muy zelosos de su buena fama. La mugeres miran las flaquezas del sexo con mucho horror, y se esfuerzan en los trabajos más pesados para hacerse varoniles. La soltera que comete una fagilidad es mirada con universal desprecio; y casi no se encuentra ejemplar de adulterio sucedido en el país. Loa hombres no obstante, que frecuentan las pobla-ciones mas viciadas, se contienen igualmente de todo deleyte carnal, y miran la variedad de trages de otras Provincias, como un incitativo de la luxuria, del robo, y mas pasiones dominantes. Hacen gala de ser fieles, y veraces; y aborrecen tanto el litigio, que se reputa ignominioso entre ellos cualquiera ministerio de la curia. Respetan a sus Alcaldes, y a sus ancianos, en tanto gra-do, que su decisión trunca todos los pleytos y cuestiones; pero lo mas loable, y particular es el singular aprecio y estimación que hacen de sus padres en todo caso y fortuna. Me lleno de gozo todas las veces que he transitado por este país, ver que mi conductor antes de llegar a los brazos de su esposa, se arrodillaba, y besaba la mano a sus padres, haciéndoles luego una demostración de cariño y memoria en algún regalo traído de propósito. El país no es apto sino para la sola co-secha de centeno, y en algunos parages de lino, y cria de ganados; pues se dedican generalmente todos al tráfico y arriería. Hoy que la piedad del Rey franqueó los caminos de Galicia deberían hacer el transporte de los géneros en carromatos, con que lograrían mayores ventajas. No se que les estorva este ventajoso lucro: no dudo que se desengañarán y en este particular harán novedad en su antiguo uro, que es en los otros Particulares tan recomendable.

También en el Diario de Madrid de 21 de octubre de 1799, se cuestiona el “follaje de las bragas de los murcianos, maragatos y antiguos rodrigones”. Y en ese mismo periódico, el 19 de febrero de 1800, León de Parma, nos deja en un artículo sobre el comercio una nota de las costumbres del aseo maragato indica-tiva de la fama que tenían:

Como si v.g. un comerciante hiciera venir para vender en Astorga, un surtido vasto de medias de seda de Nimes, o pelucas de París para ven-der a las mujeres de aquél país, malograría su especulación, pues los maragatos no gastan más que calzas de lana, y polaina, y las mujeres no conocen otro aliño que la guedeja.

Alexander Laborde, en 1816, refleja las peculiarida-des del vestir maragato: 18

[...] entre las reliquias de las usanzas nacionales antiguas que pueden citarse en España… son las que aun conservan los maragatos, habitantes de las montañas, no lejos de Astorga [...] Los hombre usan un sombrero piramidal, una chu-pa-casaca abotonada, y al cuello una gorguera ó lechuguilla elevada de lienzo blanco, calzones con polaynas, y botines de paño, atacados hasta la rodilla; tal es el traje de los maragatos cuya antigüedad podrá conjeturar [...]

Descricipción parecida hará en 1826 Sebastián Miña-no en su Diccionario Geográfico:19

[...] gorguera ó lechuguilla de lienzo muy blan-co ai cuello, calzones con polainas, y botines de paño atacados hasta la rodilla [...]

Esa imagen del maragato anclado en el tiempo y aje-no a las transformaciones sociales, seguirá siendo un estereotipo en la prensa posterior. Así, el Semanario Pintoresco Español en febrero de 1839 señala la con-tradicción de un pueblo que pese a mantener “ani-mado y constante tráfico con diversas provincias de la península, ha podido sustraerse absolutamente al movimiento de la civilización y conservar íntegro el legado de los hábitos, creencias y organización social de sus abuelos.”A mediados del siglo XIX este rústico atuendo se mo-dernizará y se hará más lujoso, como señala Ricardo Becerro de Bengoa en su libro Viaje de Palencia a La Coruña de 1883:

[...] se les encuentra en todas partes, con sus an-chos sombreros, su jubón encarnado con boto-nes afiligranados de oro, su moderno chaquetón que ha sustituido al chaleco-peto de cuero, y sus características bragas de lana o de merino […]20

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Desde que en el siglo XVI se extendió en Europa el gusto por la moda y el ornato en el vestir, se hicieron muy populares los libros representativos de trajes y tipos característicos de los distintos pueblos. Es de resaltar en lo que nos atañe que desde un principio fue común incluir en los tipos del Reino de España figuras representando las vestimentas de la tierra de Astorga. En el estudio que en Argutorio hizo Ignacio Pérez García acerca que unas figuras de astorganas que existen en la Biblioteca Nacional Francesa21, ya queda patente que el modo de vestir de esta comar-ca era merecedor del suficiente interés como para ser incluido entre los que representaban los tipos de Es-paña en los catálogos de trajes desde el siglo XVI y posteriores.En estas imágenes, como en otras de ese siglo, se re-fieren a los tipos como “de Astorga”. Será a partir del siglo XVIII cuando desaparezcan las figuras señala-das como “de Astorga” o “astorganas”, siendo ya co-mún desde esa fecha incluir imágenes de personajes señalados como “maragatos” o “de maragatería”.

“De Astorga en España”, ilustración a plumilla coloreada con acuarelas, del Códice de Trajes. Anónimo del S. XVI. Biblioteca Nacional de España.

Hasta entonces, como queda dicho, lo más común era denominarlas como “de Astorga”. Así ocurre con otros dos grupos de mujeres que figuran en el llamado Códice de Trajes que se conserva en la Biblioteca Nacional de España. No sabemos su fecha exacta de creación -la Biblioteca lo data entre los años 1500 y

1600-, y la procedencia seguramente sea centroeuro-pea, pues las hojas están encabezadas por epígrafes a tinta negra en alemán, en algunos casos traducidos a lápiz al español.Las ilustraciones de que hablamos representan grupos femeninos y están ambas encabezadas por la leyenda “zu Storges in Spania”.22 Su indumentaria, muy si-milar a las astorganas representadas en las imágenes francesas estudiadas por Ignacio Pérez, es propia de finales del siglo XVI y de otros libros de trajes como el de Christoph Weiditz 23.Ya en el siglo XVIII comienzan las ilustraciones a denominar a estos personajes maragato o maragata, pero sin referencia a la comarca de maragatería, sino como “leoneses del territorio de Astorga”.24

Leoneses del territorio de Astorga. L’Espagne et le Portugal ou moeurs, usages et costumes des habitans de ces royaumes. Breton de la Martiniere. Tomo IV. Paris 1815.

Todavía en el año 1815 encontraremos el retrato de una pareja maragata con el epígrafe, “Leonés y leo-nesa del territorio de Astorga” en el libro L’Espagne et le Portugal ou Moeurs, usages et costumes des habitans de ces royaumes: précedé d’un précis histo-rique, escrito por Jean Baptiste Joseph Breton de La Martinière.En adelante ya la iconografía que aparecerá en los libros será con la denominación “maragata” y ha sido estudiada entre otros autores por Concha Casado.25

Estos dibujos y grabados, abundantes en los siglos XVIII y XIX, contribuirán a la popularización román-tica de la maragateria y lo maragato, tan del gusto de la época.

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Detalle en el que se observa un maragato con su recua, tomado de una ilustración del libro: L’Espagne et le Portugal ou moeurs, usages et costumes des habitans de ces royaumes. Breton de la Martiniere. Tomo IV. Paris 1815.

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1Historia de Idacio Obispo. Prudencio de Sandoval. En Pamplo-na: por Nicolás de Assiayn. 1615. Pág. 113.2 La soledad laureada por San Benito y sus hijos en las iglesias de España. Tomo III, por Fr. Gregorio de Argaiz, cronista de la Or-den de San Benito. Franciso García, impresor de la Universidad. Alcalá 1675. pag. 512.3 Antiguedades de España, propugnadas en las noticias de sus reyes, y condes de Castilla la Vieja. Por Francisco de Berganza. En Madrid: Francisco del Hierro, 1719. Pág. 105-106.4 Pascual Riesco Chueca. De nuevo sobre el nombre de los mara-gatos: una revisión. Argutorio nº 33. 2015.5 Los maragatos. Su origen, su estirpe, sus modos. Luis alonso Luengo. Ed. Lancia. León 1992.6 El Carmelo ilustrado con favores de la Reyna de los Angeles, con indulgencias y privilegios. Colmenero, Francisco. En Valla-dolid : en la imprenta de Athanasio y Antonio Figueroa, 1754.7 Martín Sarmiento. Discurso crítico sobre el origen de los mara-gatos. Semanario erudito. - Madrid : por don Blas Román, 1787. - P. 175-214. El original manuscrito es de 1758 y se conserva en la Biblioteca Nacional de España.8 Pag. 64 Tomo I edic. de 1758. Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, aliàs Zotes escrita por el Licdo. Don Francisco Lobón de Salazar, presbytero. En Madrid en la imprenta de D. Gabriel Ramirez. (Francisco Lobón de Salazar es seudónimo del P. Jose Francisco de Isla en la primera edición del tomo I pues la obra fue prohibida por la Inquisición). 9 Historia del famoso Diego Antonio predicador fray Gerundio de Campazas - pag. 52 . Tomo II edicion de 1787.10 Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas - pag. 85. Tomo II edición de 1787.11 Rebusco de las obras literarias así en prosa como en verso del P. Joseph Francisco de Isla de la extinguida Compañía de Jesús. 1790. En Madrid en la imprenta de Pantaleon Aznar. Pag.132.

12 Historia fabulosa del distinguido caballero Don Pelayo Infan-zón de la Vega, Quixote de la Cantabria: por D Alonso Bernardo Ribero y Larrea, Primera parte, tomo I, Madrid 1792, Pag. 355.13 Historia fabulosa del distinguido caballero Don Pelayo. Pag. 296.14 Historia fabulosa del distinguido caballero Don Pelayo. Pag. 298.15 Historia fabulosa del distinguido caballero Don Pelayo. Pag. 62. segunda parte tomo II. 1793.16 Historia del valeroso caballero D. Rodrigo de Peñadura, escrita por el Licenciado Luis Arias de León,. Marsella: en la imprente de Carnaud y Simonin, 1824. Luis Arias de León es seguramen-te seudónimo del autor, un leonés que se confiesa “paisano del héroe”.17 Epitome de la portentosa vida y milagros de la gran Virgen y proto-martyr Santa Tecla. Pablo Mendoza de los Rios, Burgos: en la imprenta de los Herederos de Juan de Villar, 1737.18 Itinerario descriptivo de las provincias de España y de sus islas y posesiones en el Mediterráneo. Alexandre de Laborde. Valencia : Librería de Cabrerizo, 1816 Imprenta de Ildefonso Mompié. Pag. 362.19Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal.Se-bastián Miñano y Bedoya. Madrid: Imprenta de Pierart-Peralta, 1826. Pág. 405.20 Ricardo Becerro de Bengoa. Viaje de Palencia a La Coruña. 1883. Pag. 91.21 Ignacio Pérez García, Sobre dos acuarelas de mujeres astorga-nas de 1572. Investigación y descubrimientos. Argutorio, nº 33. 2015.22 Códice de Trajes. Libro anónimo. S XVI. Biblioteca Nacional de España.23 El libro de Christoph Weiditz `Das Trachtenbuch´, El Libro de los Trajes, es el más antiguo libro de trajes, realizado por este pintor y orfebre en Estrasburgo fruto del viaje que realizó a la corte imperial de Carlos I en 1529. Sus grabados reflejan la forma de vestir de los diferentes reinos y provincias de España escenas cotidianas y de oficios de la época. Una copia manuscrita del año 1600 se conserva en la Bayerische Staatsbibliothek de München. (Kopie nach dem Trachtenbuch des Christoph Weiditz - BSB Cod.icon. 342 .München, um 1600).24 Juan de la Cruz Cano y Olmedilla. Coleccion de Trajes de Es-paña, tanto antiguos como modernos, que comprehende todos los de sus dominios: Dividida en dos volumenes, con ocho quadernos de á doze estampas cada uno. Madrid. 1777.25 Concha Casado Lobato: Los maragatos en el arte, revista Ar-gutorio, 1998.