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2014 Manual de Liderazgo – Unidad 2 Contenidos Declarativos

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2014

Manual de Liderazgo – Unidad 2

Contenidos Declarativos

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CRÉDITOS

Prof. Dr. Fernando Vera, MA & DEA (autor) Doctor en Ciencias de la Educación c/m en Evaluación y Acreditación; Magíster en Ciencias de la Educación c/m en Administración y Gestión Educacional; Magíster en Ciencias de la Educación c/m en Currículum y Evaluación; Licenciado en Educación; Profesor de Estado en Inglés; Diplomado en Aprendizaje Profundo; Diplomado en Liderazgo Educacional; Diplomado en Liderazgo para el Trabajo en Equipo, Especialista CALL (Computer-Assisted Language Learning). Cuenta con pasantías en Edusot, Israel y Zhejiang Gongshang University (ZJSU), China.

Lic. Mg. Sol Amador (revisora) Licenciada en Humanidades c/m en Lengua y Literatura Hispánica; Magíster Interdisciplinario en Estudios Humanísticos; Diplomada en Docencia Universitaria.

Manual instruccional - Unidad Temática 2,

elaborado para la Universidad de

Aconcagua en el marco de la micro

implementación de la habilidad laboral de

Liderazgo, año 2014.

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Índice de contenidos

Págs.

Descripción del manual ............................................................................................ 3 Unidad temática 2. Inteligencia emocional como componente del liderazgo ............. 4 ­ ¿Qué es la inteligencia emocional? ............................................................................. 5 ­ La autoconciencia ........................................................................................................ 11 ­ Autoliderazgo ............................................................................................................... 20 ­ Autocontrol .................................................................................................................. 26 ­ Inteligencia intrapersonal ............................................................................................ 29 ­ Inteligencia interpersonal ............................................................................................ 32 Referencias bibliográficas ......................................................................................... 36

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Descripción del Manual

El presente Manual entrega un conjunto de

contenidos declarativos, expuestos de manera simple y amena, que te ayudarán a comprender mejor el concepto de Liderazgo. Con las altas exigencias del mundo actual, casi todo el que es “alguien” o quiere ser “alguien” ha iniciado su camino hacia el liderazgo. Pero, para liderar a otros, primero tenemos que aprender a liderarnos nosotros mismos. Como punto de partida, conviene aprender de los demás, es decir, es preciso seguir a alguien, de quien aprender y cuya experiencia nos ayude

a emprender nuestro propio rumbo. Este proceso es largo, y mientras antes lo inicies, mucho mejor. En este contexto, de mucha búsqueda, análisis, toma de decisiones y reflexión se inscribe este curso sobre Liderazgo, que esperamos puedas aprovechar al máximo para así mejorar tu perfil de egreso, como profesional competente, no sólo en tus destrezas técnicas, sino también en tus habilidades blandas, tan requeridas actualmente en el mercado laboral. Cómo buen hábito de estudio, podrás enriquecer tu aprendizaje de liderazgo con las lecturas complementarias que iremos entregándote y con otras que, por iniciativa propia, puedas conseguir. Pero, lo más importante es que todo lo que aprendas con nosotros lo pongas en práctica inmediata.

Carpe diem!

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Unidad Temática

Inteligencia emocional como componente del Liderazgo

En esta unidad trabajaremos en torno a la inteligencia emocional y sus implicaciones en el liderazgo, desde un enfoque teórico, pero que llevaremos a la práctica con diversas actividades intra aula, trabajos e indagaciones extra aula. En esta unidad abordaremos los siguientes temas: − ¿Qué es la Inteligencia emocional? − Autoconciencia y sus niveles − Autoliderazgo − Autocontrol y aptitudes emocionales − Inteligencia intrapersonal e interpersonal

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Tema 2.1 ¿Qué es la inteligencia emocional? “Todo el aprendizaje tiene una base emocional.”

Platón

La habilidad para expresar y controlar nuestras emociones es importante, pero también lo es nuestra capacidad de comprender, interpretar y responder a las emociones de otros ¿Qué pasaría si no fueras capaz de entender cuando un amigo se está sintiendo mal o triste? Los psicólogos se refieren a esta habilidad como “inteligencia emocional” (IE), e incluso algunos expertos sugieren que es más importante que el cociente intelectual (CI). Por lo tanto, podemos decir que

la inteligencia emocional se refiere a la habilidad de percibir, controlar y evaluar las emociones de uno y de otros, discriminando entre ellos para usar esta información y así guiar las acciones y el pensamiento (Salovey & Mayer, 1990). Más aún, algunos investigadores sugieren que la inteligencia emocional puede ser aprendida y fortalecida, mientras otros señalan que es una característica que viene con nosotros desde nuestro nacimiento. Daniel Goleman popularizó este constructo en el año 1995 en su best seller “Inteligencia emocional”, que rápidamente captó la atención de los medios de comunicación y del público en general. Tras estudiar a cientos de ejecutivos y profesionales de alto rendimiento, este profesor de Harvard encontró que la superioridad intelectual o técnica no desempeñaba papel alguno para triunfar cómo líderes, sino que era la aptitud emocional la que marcaba la diferencia crucial entre los líderes mediocres y los mejores. Al respecto, podemos decir que “la aptitud emocional es importante sobre todo en el liderazgo, papel cuya esencia es lograr que otros ejecuten sus respectivos trabajos con efectividad” (Goleman, 2019, p. 52). Aún más, podemos decir que liderar es una "tarea emocional", en el sentido que no sólo el líder debe ocuparse de que los colaboradores alcancen una meta común, sino que esto debe ocurrir a través de relaciones humanas positivas (Goleman, McKee y Boyatzis, 2003). Por tanto, es fácil concluir que las emociones juegan un rol importante en los ambientes de trabajo, afectando la forma en que la organización se comunica tanto interna como externamente. Por ejemplo, las emociones positivas, tales como alegría, reconocimiento, euforia, entusiasmo, interés, esperanza, etc., ayudan a los empleados a conseguir mejores resultados y a sentirse más valorados, mientras que las emociones negativas, tales como miedo, incertidumbre, rabia, estrés y hostilidad, entre otras, generan desmotivación, con lo cual baja la productividad.

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Por otra parte, en una época de plena competitividad, las personas con una elevada inteligencia emocional son más exitosas, pues son capaces de controlar con acierto su entorno como a otras personas. Esto les permite actuar con tacto en las más diversas situaciones, un aspecto clave para el éxito profesional. Estas personas pueden presentarse con determinación y seguridad en sí mismas, pero también superar fracasos ocasionales. En el ámbito laboral, se ha demostrado que el éxito depende sólo en un 20% del coeficiente intelectual (CI) y que el restante 80% viene determinado, en gran medida, por la inteligencia emocional. Al respecto, no es extraño encontrarse con egresados universitarios con destacadas habilidades técnicas, pero con baja inteligencia emocional. Esto no es una casualidad, ya que la inteligencia cognitiva por sí sola no basta para lograr el éxito profesional. La inteligencia emocional posee, como mínimo, una importante equivalencia, y según Goleman (2010), ésta supera en dos veces la inteligencia cognitiva. De hecho, la inteligencia emocional es el sine qua non del liderazgo. Sin ella, la persona puede tener el mejor entrenamiento del mundo y la mente mejor calificada, pero no será un líder destacado. Podemos incluso afirmar que la inteligencia emocional moldea las concepciones que tenemos de nuestro futuro personal y profesional. En este sentido, es probable que sin emociones no podríamos fijarnos metas a largo plazo y tampoco podríamos vivir experiencias con sentido. Como vemos, el camino hacia el éxito suele ser largo, pero, en pleno proceso de altas exigencias y constantes cambios, hay que estar dispuestos a recorrerlo. Normalmente, las personas inquietas, y, por tanto, emocionalmente inteligentes, invierten mucho tiempo y recursos en estudios y formación. Pasan muchas horas en vela, leyendo, analizando y reflexionando sobre sus logros y fracasos. Las personas con altos niveles de inteligencia emocional se caracterizan por volver a analizar las experiencias vividas, aprendiendo de ellas y realizando cambios positivos, aun cuando estos sean difíciles de implementar. ¿Cómo determinar si alguien tiene alta inteligencia emocional y cómo reconocerla en ti mismo? La inteligencia emocional tiene cinco componentes: autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y destreza social. El camino hacia la inteligencia emocional debe ser honesto y supone también preguntarse:

¿Responde esto a mi misión personal?

¿Cuáles son mis fortalezas y debilidades?

¿Qué precio estoy dispuesto a pagar para ser una persona emocionalmente inteligente?

¿Qué importancia tiene para mí alcanzar una determinada meta?

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¿Qué implica concretamente la inteligencia emocional?

Daniel Goleman propone los siguientes cinco pasos hacia la inteligencia emocional: 1. Conocer las propias emociones. Para ello se necesita honestidad y algo de práctica:

¿Qué emociones me mueven?, ¿qué me provoca pasión, aburrimiento, enfado, etc.?, ¿cómo reacciono cuando alguien me critica?, ¿cuánto significa para mí un elogio sincero?, etc.

2. Gestionar las propias emociones. Esto nos exige estar atentos a las señales del otro y del contexto para así controlar nuestras emociones y vivirlas de forma equilibrada: ¿Cómo abordo lo que me dicen?, ¿tiene sentido que exprese a gritos mi enfado?, ¿tiene sentido buscar saltarse ciertos conductos?, ¿cómo son mis decisiones valoradas por el otro?, ¿cómo puedo solucionar este conflicto?, etc.

3. Poner en práctica las propias emociones. Quien conoce sus emociones y es capaz de gestionarlas, puede permitirse ponerlas en práctica: ¿Cómo aprovecho positivamente mi enfado?, ¿cómo puedo avanzar si no tengo metas?, ¿estoy dispuesto a perseverar para conseguir mi meta?, ¿qué debo hacer para invertir en esta relación?, ¿qué debe hacer para mejorar mi desempeño?, ¿estoy dispuesto a esperar para conseguir lo que deseo?, etc.

4. Entablar relaciones. Para entablar y dar forma a las relaciones con otras personas, tanto en la vida personal como profesional, se requiere empatía: ¿Sé lo que siente mi interlocutor cuando le hablo de sus errores?, ¿soy capaz de ponerme en la piel de mi jefe cuando éste, bajo la presión de los plazos, me demanda productos? ¿Me importan las emociones de mis compañeros de equipo?, ¿soy capaz de interpretar bien las emociones de otras personas a partir de la voz, la expresión facial, los gestos o el comportamiento? ¿Corto alguna conversación abruptamente?, etc.

5. Tratar a las personas de forma individualizada. La inteligencia emocional se caracteriza por el trato individualizado con personas diferentes: ¿Saludo a los demás con su nombre de pila?, ¿me despido con su nombre de pila para generar cercanía?, ¿tomo en consideración a los demás cuando me relaciono con ellos?, ¿aprovecho mi empatía para mejorar las conversaciones y la colaboración?, ¿me implico con los demás?, ¿me contacto con ellos?, etc.

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Algunas aclaraciones sobre el concepto de “inteligencia emocional”

En su obra “La práctica de la inteligencia emocional”, de 1998, Daniel Goleman nos aclara los siguientes errores conceptuales:

En primero lugar, la inteligencia emocional no significa sólo "ser amable", porque hay momentos estratégicos en los que no requerimos precisamente la amabilidad; por el contrario, necesitamos afrontar abiertamente una realidad incómoda que no podemos eludir por más tiempo. En segundo lugar, la inteligencia emocional tampoco quiere decir que debamos dar rienda suelta a nuestros sentimientos y “dejar al descubierto todas nuestras intimidades". Más bien, se refiere a la capacidad de expresar nuestros propios sentimientos del modo más adecuado y eficaz, posibilitando la colaboración en la consecución de un objetivo común. También debemos subrayar que las mujeres no son emocionalmente más inteligentes que los hombres ni viceversa. En este sentido, cada persona posee su propio perfil de fortalezas y debilidades. Algunos de nosotros, por ejemplo, podemos ser muy empáticos, pero carecer de la habilidad necesaria para controlar nuestra propia ansiedad. Sin embargo, otros

pueden ser conscientes de los más mínimos cambios de su estado de ánimo sin dejar por ello, no obstante, de ser socialmente incompetentes. Por último, el grado de desarrollo de la inteligencia emocional no está determinado por nuestra genética ni tampoco se desarrolla exclusivamente en nuestra infancia. A diferencia de lo que ocurre con el CI, que comienza a variar al cumplir los diez años, la inteligencia emocional constituye un proceso de aprendizaje mucho más lento que prosigue durante toda la vida y que nos permite ir aprendiendo diariamente a partir de nuestras experiencias.

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La inteligencia emocional nos ayuda a: Solucionar problemas usando la combinación de la lógica y los

sentimientos. Ser más flexible en tiempos de alta competitividad y cambios

permanentes. Reconocer las necesidades de los demás, con sólo mirarlos y

escucharlos. Responder a personas difíciles con más calma, paciencia y de una

manera más asertiva. Reconocer y recompensar las virtudes, los logros y el progreso de otros. Ofrecer críticas constructivas e identificar los puntos que el otro debe

mejorar. Asesorar y brindar consejos oportunos y asignar tareas que fortalezcan

y alienten las habilidades del otro. Mantener una perspectiva optimista y positiva de la realidad que nos

toca vivir. Captar las tendencias significativas del entorno y proyectarnos

estratégicamente hacia el futuro, y Convertir los obstáculos en oportunidades de crecimiento personal y

profesional. De acuerdo a lo anterior, salta a la vista la importancia de la cooperación , la relación con el otro y el trabajo en equipo, aspectos críticos que sólo son posibles de conseguir si conocemos en profundidad las necesidades, deseos y emociones de nuestro interlocutor.

En resumen, para un desempeño profesional excepcional en todo tipo de trabajo, y en todas las especialidades, la inteligencia emocional es dos veces más importante que las facultades meramente cognitivas (Goleman, 2010).

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Consejos prácticos Algunos consejos que podrían ayudarte a controlar inteligentemente las emociones:

Expresa en palabras lo que sientes, es decir, verbaliza. Piensa, lee y habla sobre los sentimientos. Identifica tus debilidades y fortalezas dominantes. Analiza críticamente el origen de alguna preocupación, reflexionando sobre

sus causas. Distráete con alguna actividad cuando enfrentes algún pensamiento

deprimente. Evita los pensamientos negativos y victimistas. Desahógate con quien te pueda ayudar. Esfuérzate en ver lo positivo de cualquier situación. Descansa. Piensa en los demás. Busca alguna salida a los enfados y aprende de ellos, sin perjudicar a los

demás.

Temas a investigar Profundiza en el concepto de “emociones”. Indaga en el principio de “ganador” y “perdedor”.

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Tema 2.2 La autoconciencia “Cogito, ergo sum.” (Pienso, luego existo.)

Descartes

Cada ser humano es único y diferente, pero todos nacemos a partir de una energía común, materializada mediante ciertas cualidades o virtudes inherentes a nuestra naturaleza: serenidad, humildad, autenticidad, ecuanimidad, desapego, valor, sobriedad, inocencia y actividad (Vilaseca, 2008). Aunque estos rasgos innatos están presentes en cada uno de nosotros, se ha demostrado que sólo uno determina nuestra esencia personal, también llamada «yo verdadero”. Sin embargo, eso no quiere decir que dos personas con una misma esencia o energía común sean iguales, pero sí que contarán con una serie de patrones

de conducta muy parecidos – una especie de esqueleto psicológico –, cuyas variaciones dependerán del amor y la estabilidad que experimentaron durante la infancia, así como del condicionamiento sociocultural recibido y la genética, entre otros factores. En términos generales, se entiende por autoconciencia como la capacidad de percatarse de uno mismo. A diferencia del resto de los animales, los seres humanos somos los únicos que la hemos desarrollado. Sin embargo, su evolución requiere cierto esfuerzo consciente, que depende de cada uno de nosotros. Profundizando en el concepto, también podemos definir la autoconciencia como un estado psicológico en el cual la persona es consciente de sus rasgos, sentimientos y comportamiento, la que consta de cinco componentes: autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y destreza social. Alternativamente, se puede definir como la realización de uno mismo como una entidad individual (Crisp & Turner, 2010). En este contexto, la autoconciencia es probablemente una de las capacidades del liderazgo menos discutidas, pero, sin lugar a dudas, es la más valiosa, pues implica ser conscientes de aquello en lo que somos buenos, reconociendo que aún necesitamos aprender. Esto incluye admitir también nuestras limitaciones. En una sociedad altamente competitiva, es común ver que muchos profesionales operan con la creencia de que deben saberlo todo, aparentando muchas veces conocimientos y habilidades que no tienen para así no perder su efectividad. Sin embargo, si somos honestos con nosotros mismos y admitimos que estamos en pleno proceso de aprendizaje y que, por tanto, no lo sabemos todo, estamos abriéndonos a la posibilidad de comenzar a recorrer un camino interior que sólo nos traerá grandes beneficios. Quien oculta sus debilidades y se empecina en demostrar lo indemostrable crea la percepción de falta de integridad y autoconciencia, que siempre es vista por todos.

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A nivel personal, el ser conscientes de nuestras fortalezas y debilidades nos ayuda a crear confianza en los demás e incrementa nuestra credibilidad, con lo cual mejora ostensiblemente nuestra efectividad como líderes. Así, las personas con un alto nivel de autoconciencia reconocen cómo sus sentimientos los afectan a sí mismos, a otras personas y al desempeño en el trabajo (Goleman, 1999). A nivel organizacional, los beneficios pueden ser incluso mayores. Cuando reconocemos que aún tenemos que aprender, estamos modelando la idea de que en una organización está bien admitir que no tenemos todas las respuestas, que cometemos errores y, lo más importante, que necesitamos la ayuda de los demás. Todas estas son características que llevan a una organización abierta al aprendizaje y a la innovación – dos de los factores críticos del éxito de una organización de alto desempeño. En este sentido, reconocer que necesitamos mejorar en algo es sólo el comienzo, pero es a menudo el paso más difícil en todo el proceso de mejoramiento personal. En muchos casos, las personas logran darse cuenta de que algo no está funcionando bien, pero no saben cómo cambiarlo por algo que sí funcione. Esta dificultad de ver en uno mismo lo que es evidente para los demás constituye el desafiante camino hacia la autoconciencia, que, en definitiva, es la aventura más importante que el Ser Humano puede emprender en su vida.

¿Cómo empezar? Asumiendo que estas aprendiendo y que deseas mejorar, te presentamos cinco estrategias que podrías utilizar:

Aprende a meditar: La meditación es un medio para transformar nuestra mente, cuya práctica nos permite cultivar nuevas formas positivas de ser. Una de las meditaciones de carácter auto-reflexivo más conocida, es la que busca contestar la pregunta ¿Quién soy yo? Los gurúes sugieren siempre comenzar con ella, pues la respuesta a este interrogante sólo puede provenir de una mente en silencio, que facilite al “Yo” reconocerse a sí mismo.

Reflexiona a diario: Date el tiempo para reflexionar sobre los eventos del día, por ejemplo, analiza tus niveles de desempeño, la forma en que la gente reaccionó, tu capacidad para trabajar en equipo, tu capacidad para involucrarte, etc. Hacer esto de manera efectiva y por cuenta propia, requiere altos niveles de inteligencia emocional, que algunos definen precisamente como la toma de conciencia de nuestras propias emociones y de las de los demás. Algunas personas nacen con una alta inteligencia emocional, pero con una introspección permanente podemos cultivarla. Toma en cuenta la retroalimentación: Es preciso recoger todas las retroalimentaciones que se dan una organización o equipo de trabajo, tanto las directas (aquéllas que se nos brindan individualmente) como las indirectas (aquéllas que se dan para todos, pero que también se aplican a nosotros).

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Formula buenas preguntas: La habilidad de hacer buenas preguntas es un valioso activo para ti y tu organización. Sin embargo, cuando las preguntas son sobre tu propio rendimiento, puede ser difícil ser objetivo. No obstante, cuando muestras que estás abierto a todo tipo de retroalimentación, estás demostrando autoconciencia y disposición a aprender. Además, el hacer buenas preguntas modela un sólido y transparente enfoque de resolución de problemas y toma de decisiones que beneficia a todos. Escucha sin justificarte: Cuando recibas retroalimentación es crucial que escuches con atención, sin justificar tus acciones, pues si defiendes lo que haces, te perderás lo que la otra persona está tratando de decirte. Por el contrario, si escuchas atentamente, aumentas tu credibilidad ante la persona que te está brindando retroalimentación y, al mismo tiempo, ayudas a crear fuertes lazos de confianza que posibilitarán a ambos comunicarse y entregar retroalimentación útil a futuro.

Desde la perspectiva de la psicología transpersonal1, la autoconsciencia humana admite grados o niveles, por lo que el nivel en que nos encontramos determina la forma en que experimentamos la propia identidad. De allí surge la típica pregunta existencial “¿Quién soy?” y la que deriva de ella, “¿Quién soy yo para los otros?” Responderse uno mismo la pregunta "¿Quién soy?" no es tarea fácil. Por tanto, responder a la pregunta “¿Quién soy yo para los otros?" o "¿Qué idea creo yo que tienen los otros de mí?" es todavía más complicado.

Niveles de autoconciencia

Según plantea Goleman (2004), la autoconciencia es el ingrediente primordial de la inteligencia emocional, algo que cobra sentido si se tiene en cuenta que hace miles de años el oráculo de Delfos aconsejaba “Conócete a ti mismo”. Autoconciencia significa tener una profunda comprensión de las emociones, fortalezas, debilidades, necesidades y motivaciones propias.

Aunque los antiguos griegos nos advirtieron de la trascendencia de cuestionarnos acerca de quiénes somos, para qué estamos aquí y cuál es el sentido de nuestra existencia, descubrir nuestra vulnerabilidad no es fácil para la mayoría de las personas. Sin embargo, hoy sabemos que el autoconocimiento es un aspecto central en el desarrollo de la inteligencia emocional y social, y por ende, una de las claves para vivir con éxito en la vida.

1 Rama de la psicología que integra los aspectos espirituales y trascendentes de la experiencia humana.

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Por su parte, Philippe Rochat2 en su reciente e interesante libro “Others in Mind: Social Origins of Self-consciousness”, sugiere 6 niveles en la progresión de la consciencia de sí mismo, que describe en términos de las distintas formas que tienen los niños de reaccionar ante un espejo. Se pregunta ¿Qué ven los niños cuando se miran al espejo?, ¿se ven a sí mismos o perciben a otra persona? Para averiguarlo estudia a bebés y niños hasta los cinco años, registrando lo que hacen mientras se les sitúa frente a un espejo, describiendo estos 6 niveles como sigue: Nivel 0: Confusión. El espejo se confunde con el resto del ambiente. No se diferencia como objeto, es una mera extensión del mundo, no un reflejo del mismo. Los pájaros ejemplificarían este nivel chocando contra las ventanas o también los perros, gatos y otros muchos animales, al adoptar actitudes defensivas o de juego ante la imagen que ven reflejada. Nivel 1: Diferenciación. Lo que se ve en el espejo es algo diferente a lo demás. El espejo comienza a aparecer como una herramienta para reflejar, se percatan de la contingencia entre lo que ven reflejado y las sensaciones procedentes de los propios movimientos. Según Rochat, esto implica una diferenciación perceptual entre la experiencia de los movimientos corporales reflejados en el espejo y la experiencia directa de otras entidades que se mueven en el ambiente. Nivel 2: Ubicación (Situación). Ahora el niño es capaz de explorar la relación entre los movimientos reflejados y la experiencia propioceptiva. Se trata de un paso más allá: se explora cómo la experiencia del propio cuerpo se relaciona con la imagen reflejada, una imagen que está “ahí fuera”, una retroalimentación de la experiencia corporal sentida. Aparecen los primeros signos de una actitud contemplativa ante el espejo. Lo que se ve está fuera, situado sobre una superficie distinta en el espacio. Nivel 3: Identificación. Hacia los 18 meses surge el reconocimiento, la imagen es de “mí”, no de otro objeto o persona. Explora con su imagen, se da cuenta de que tiene una pegatina en la cabeza e intenta cogerla. Explora su cara y su cuerpo. Este nivel es considerado por los psicólogos evolutivos como un índice de emergencia de un concepto del “Yo”. Pero durante los tres primeros años, el “Yo” que identifican en el espejo sigue siendo un enigma: oscilan entre una conciencia de sí mismos y la conciencia de ver a alguien que se les parece. Pueden usar el genérico “guagua” o decir su propio nombre ante el espejo y, a la vez, extrañarse de que la imagen reflejada lleve su misma ropa.

2 Profesor del Departamento de Psicología de Emory University, en Atlanta.

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Nivel 4: Permanencia. Entre los 3 y 4 años de edad, la mayoría de los niños se identifican superando el aquí y ahora. Se reconocen frente al espejo y también en distintas imágenes en películas o fotografías, aunque aparezcan con ropa distinta o en contextos variados. Cuando se ven pueden decir “yo”, además de su propio nombre, sugiriendo el punto de vista de la primera persona. Se ha superado la contingencia temporal y espacial del movimiento-imagen, está emergiendo un “Yo” estable, una entidad que se representa permanente frente a los cambios de apariencia. Nivel 5: Autoconciencia o meta-autoconocimiento. Sobre los cuatro años pueden verse no sólo desde su propia perspectiva como también desde la de los otros. No sólo son conscientes de quiénes son, sino también de cómo se presentan ante los demás. Aparece una nueva evaluación: la social. En esta etapa aparecen los sentimientos de vergüenza y orgullo. Emerge un “Yo” autoconsciente.

Como vemos, el autoconocimiento se desarrolla de forma paralela e interdependiente al conocimiento de los otros. La primera y tercera perspectiva estarán presentes toda la vida, constituyendo los anclajes de la identidad. El ser humano tendrá que lidiar con dos fuentes de información sobre sí mismo: La que procede de sus propias percepciones, sensaciones y emociones y la de los otros, acerca de sí mismo.

Esas dos fuentes estarán siempre en conflicto, ésa es nuestra naturaleza. Los humanos tendremos que ir construyendo una identidad, una imagen social, que será resultado de una negociación entre dos necesidades básicas: mantener el vínculo con los demás y poder expresarnos tal como somos, asegurando así nuestra autonomía, el progreso y la diversidad en nuestra especie. En todo caso, la forma de precisar el nivel de autoconciencia está determinada por los resultados que hemos conseguido en nuestra vida. Esto quiere decir que mientras mejores sean los resultados, más alto es el nivel de autoconciencia. Por tanto, el no lograr los resultados deseados supone que no hemos sido capaces de darnos cuenta del esfuerzo que necesitábamos para lograrlos. Al respecto, Goleman (2004) plantea que las personas con un alto grado de autoconciencia saben cómo sus sentimientos los afectan a ellos, a otras personas y a su desempeño en el trabajo. Por lo tanto, alguien que tiene conciencia de sí mismo sabe que el incumplimiento con los plazos sacará a relucir lo peor de su persona, por lo que procurará planificar su tiempo con cuidado y hacer su trabajo con antelación.

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Así, las personas con alta autoconciencia presentan las siguientes características:

Son capaces de juzgarse a sí mismas de manera objetiva.

Pueden hablar abierta y objetivamente sobre sus emociones y el impacto que éstas tienen en su trabajo.

Son capaces de ser objeto de su propio humor, sin exagerar.

Reconocen sus propias limitaciones.

Son capaces de traspasar su zona de confort. Además, las personas con altos niveles de autoconciencia piensan en grande debido a que han desarrollado seis facultades mentales superiores: 1. Razonamiento: capacidad que permite pensar antes de actuar. La clave es siempre

pensar antes de aceptar alguna opinión. 2. Voluntad: capacidad para dirigir continuamente la energía hacia un propósito.

3. Percepción: capacidad que permite determinar cómo vemos el mundo a partir de nuestras experiencias y creencias.

4. Memoria: capacidad para retener información. Como estrategia, hay gente que recuerda sólo cosas buenas, relegando las experiencias malas.

5. Intuición: facultad que nos permite interpretar las energías de los demás. Todos tenemos esta capacidad, pero mientras más la usemos, más la desarrollamos.

Por el contrario, una persona con bajos niveles de autoconciencia no utiliza sus facultades mentales al máximo, prefiriendo permanecer en su zona de confort. Adicionalmente, como plantea Goleman (2004), una persona carente de autoconciencia tiende a tomar decisiones que pasan a llevar los valores y, por ende, ocasionan dilemas internos.

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¿Quién soy yo?

“¿Quién soy yo?” es probablemente la pregunta existencial más desconcertante, profunda, difícil, emocionante e interesante que nos podemos hacer. Es probable que a largo de todas las respuestas y las definiciones que demos de nosotros mismos, siempre terminaremos insatisfechos, ya que frecuentemente encontraremos alguna discrepancia entre el “yo real” y el “yo ideal”.

Es una pregunta tan básica que nos incomoda no tener una respuesta preparada y clara. Sin embargo, el solo hecho de empezar a cuestionarnos nos trae entusiasmo y emoción porque nos abre un vasto campo de exploración. Quiere decir que es una puerta hacia nuestra vida interior. Cuando nos preguntamos seriamente, en la intimidad de nuestro ser, con honestidad total y objetiva, empezamos a recorrer nuestro camino interior: ¿Quién soy yo?, ¿cuáles son mis fortalezas y mis limitaciones?, ¿cómo me ven los demás?, etc. Empezar a recorrer este camino interior es fascinante pues abre un inmenso campo frente a nuestros ojos: el campo de la conciencia interior. No hay realmente una respuesta clara o simple a las preguntas. Si lo vemos desde un punto de vista más analítico, este asunto de “¿Quién soy yo?” es más una poderosa herramienta para explorar la propia vida interior y conocer la naturaleza de nuestro ser. En todo caso, podemos acercarnos a esta pregunta de modo sistemático, planteándonos las siguientes afirmaciones:

Yo soy un cuerpo.

Yo soy una persona que reacciona emocionalmente.

Yo tengo un pasado histórico.

Yo soy parte de una cultura.

Soy parte de una nación.

Soy parte de una familia.

Soy el resultado de mi educación.

Soy el conjunto de mis pensamientos.

Soy un conjunto de fortalezas y limitaciones.

Soy un conjunto de valores.

Soy alguien que aspira a una vida mejor.

Etc.

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Peguntas para el análisis:

¿Hasta qué punto …

mi familia es/son algo central en la idea que tengo de mi mismo/a?

mi trabajo

mis estudios

mis aficiones

mi pareja

mis valores

mi personalidad (mi carácter, mi forma de ser)

mi aspecto o apariencia física

mis ideas políticas

mis creencias religiosas

mis amigos

el barrio en que vivo

las experiencias que he tenido en mi infancia

la educación recibida de mis padres

mis sueños y planes para el futuro

mis experiencias actuales

Consejos prácticos Algunos consejos que podrían ayudarte a conocerte mejor y a incrementar tu nivel de autoconocimiento: 1. Busca formas de meditar a diario. Así lograrás armonía y la transformación

personal. 2. Reflexiona sobre todo lo que hagas. Sólo así podrás mejorar. 3. Toma algunas pruebas de personalidad (pero no muchas). 4. Descubre tus límites físicos e intelectuales. 5. Sé consciente de tus fortalezas y debilidades. 6. Mantén una mente abierta para así ser más creativo. 7. Consigue más experiencias fuera de tu zona de confort. 8. Práctica la autodisciplina. Los grandes líderes son muy disciplinados en su

trabajo y en todos los aspectos de su vida. 9. Abraza tu intuición. La gente exitosa confía en sus instintos y toma riesgos. 10. Reconoce tus emociones y aprende a controlarlas.

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Temas a investigar Profundiza en los conceptos de “autorregulación, motivación, empatía y destreza social”.

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2.3. Autoliderazgo "Tus actos siempre hablan más alto y más claro que tus palabras."

Stephen Covey

El autoliderazgo ha sido definido como el "proceso de influenciarse uno mismo" para así establecer la auto-dirección y la auto-motivación necesaria para el desempeño. Se trata de la versión moderna del mandamiento socrático “Conócete a ti mismo”. Adicionalmente, implica tener un sentido desarrollo de quien eres, qué haces y hacia donde te diriges.

El autoliderazgo desarrolla a los líderes desde adentro hacia afuera. Por tanto, “si la persona no tiene primero un nivel de profundidad interior, no podrá irrigar un liderazgo constructivo y hacer crecer a las personas que la sigan” (Fischman, 2013, p. 19). Esto supone realizar una profunda introspección, que es la base del autoconocimiento. Así, si quieres ser un líder, entonces necesitas emprender el difícil viaje que muy pocos seres humanos osan hacer, la primera gran etapa es el viaje hacia el liderazgo personal. Hacer este camino supone realizar primero una profunda introspección, que es la basa del autoconocimiento. Como vemos, resulta difícil liderar a otros si primero no sabemos cómo liderarnos a nosotros mismos. Esto se aplica a cualquier actividad que realicemos, ya sea del ámbito personal o profesional. En este sentido, los líderes de un mundo cambiante necesitan tener su propia misión personal y hacer un inventario de sus atributos personales para así cumplir con todas las metas que se proponen.

Es más. Muchos preferimos a los líderes sin cargo, ya que los encontramos más genuinos. En realidad, resulta extraño cuando alguien sustenta su “liderazgo” con base en los cargos que ha tenido, los equipos de gestión en los cuales ha trabajado y los proyectos que ha conducido. De hecho, para liderar no hace falta una autoridad oficial, sólo el deseo de implicarse y el compromiso de dejar una huella positiva. Distinto es si una persona con cargo, pone en primer lugar su autodesarrollo y lo visibiliza en su discurso. El liderazgo interpersonal se logra posteriormente, cuando la persona domina la comunicación y aprende a dirigir a otros. Para esta etapa, necesitarás desarrollar habilidades interpersonales y emocionales, que son las que distinguen a los líderes. En este sentido, el liderazgo no se enseña, se aprende. Esto significa que sólo se pueden enseñar los contenidos conceptuales o declarativos, pero la formación de las habilidades y actitudes para convertirse en líderes requiere de otras estrategias.

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El entrenamiento formal es útil y contribuye a la formación de líderes. Sin embargo, la mejor manera de aprender a convertirse en líder es a través del autoconocimiento, la reflexión y el cambio de paradigma. No es una tarea fácil. A veces requiere que algo ocurra o alguien aparezca en nuestras vidas y nos haga despertar y darnos cuenta de lo que somos y podemos entregar.

¿Qué hace a un líder? Al analizar la vida de diversos líderes, nos encontramos con que la gran mayoría puede tomar decisiones importantes en mucho menos tiempo que el que les tomaría a otros en entender una pregunta. Entonces, ¿cuál es la razón? Muy simple: el proceso de toma de decisiones se produce gracias a que los líderes acumulan muchas experiencias y a que comparten ciertos aspectos en común, tales como:

Son conscientes de sus limitaciones;

Conocen sus puntos fuertes;

Tienen una misión y visión personal;

Poseen una fuerte capacidad para visualizar3;

Colaboran con los demás;

Comunican expectativas;

Desafían a los demás a pensar y crear;

Lideran a través del ejemplo;

Entregan constante retroalimentación;

Distribuyen el talento apropiadamente;

Tienen buena capacidad para resolver problemas;

Evitan las prórrogas de todo tipo;

Piensan en positivo y en grande; y

Disfrutan genuinamente las responsabilidades.

Misión personal La misión personal se convierte en la Constitución de uno como persona y profesional, pasando a ser nuestra norma, el criterio para la autoevaluación, la toma de decisiones y el mejoramiento continuo. Por tanto, es vital para nuestra autogestión. Nos ayuda a gobernar nuestra vida y rumbo. En cierto grado, es permanente, pero necesitamos revisarla periódicamente para ampliar la perspectiva, cambiar el énfasis y enmendar alguna frase a medida que vayamos logrando nuestras metas. No se trata de un simple enunciado. Requiere mucha reflexión.

3 Capacidad para practicar mentalmente un proceso o actividad.

¿De cuántos

aspectos podrías

hacerte cargo

ahora?

¿En cuántos

aspectos estás

actualmente

trabajando?

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Podemos decir que la misión personal es la hoja de ruta que seguiremos a lo largo de toda nuestra vida y que nos permitirá enfocarnos en las cosas realmente importantes, nos ayudará en la toma de decisiones correctas y nos permitirá mantener un soporte inquebrantable para nosotros mismos.

Las competencias clave para elaborar y cumplir con nuestra misión son: Autoconocimiento: Conocerse a sí mismo. Valorarse. Reconocer

errores y aprender de ellos. Tener confianza en sí mismo. Pasión por lo que hacemos: La pasión es eso que nos hace existir, eso que nos motiva a hacer algo, a hacer que pase, a hacerlo bien, a conseguir ese detalle que nadie ve, ese deseo de hacer, ese sentido de pertenencia que tenemos por algo, ese motor que nos mantiene imparables. Eso es la pasión. Si lo que haces no te apasiona no tiene ningún sentido, no lo vas a hacer bien.

Paciencia y perseverancia: La virtud de la perseverancia y paciencia

juntas hacen un equipo importante. Ambas virtudes se relacionan y son imprescindibles para el desarrollo de nuestra vida en general.

Creatividad: La creatividad es la producción de una idea o un concepto,

una creación o un descubrimiento que es nuevo, original, útil y que satisface tanto a su creador como a otros durante algún periodo.

Rediseño de nuevos modelos mentales: Se refiere a la capacidad de

descubrir creencias limitantes. Reemplazarlas por creencias potenciadoras.

Aplicación de la inteligencia emocional: Autodominio y manejo del

mundo emocional.

Flexibilidad: Facilidad para acomodarse a distintas situaciones o a las propuestas de otros y lograr una visión global de las situaciones y poder cambiar en el momento preciso.

Adaptabilidad: Capacidad para acomodarse a los cambios en las situaciones, sin que ello redunde en una reducción de eficacia y su compromiso. Se relaciona con la capacidad de entender y apreciar perspectivas diferentes de una situación.

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Consejos prácticos Algunos consejos prácticos basados en la propuesta del Dr. Rick Bommelje4, podrían servirte para mejorar tu liderazgo personal: 1. Clarifica tu propósito. Si no tienes una clara misión personal es difícil existir.

Pregúntate: ¿Quién soy?, ¿qué quiero de lograr? 2. Usa tus talentos, pero sé disciplinado/a. Todos tenemos talentos y

habilidades. Pregúntate: ¿Las estoy usando?

3. Reflexiona sobre tu vida. Quien se autolidera comprende el poder de la reflexión y lo que significa para el crecimiento personal. Pregúntate: ¿Cómo puedo mejorar?

4. Ayuda a otros. Quien se autolidera comprende el poder que se genera

cuando ayudamos a los demás. Pregúntate: ¿Crecen las personas a quienes

ayudo?

5. Haz que tu presente sea lo mejor que puedas. Quien es un buen autolíder

vivo su presente al máximo, pues es más saludable y productivo que el

pasado o futuro. Pregúntate: ¿Aprovecho mi día?

6. Escucha de manera efectiva. Los buenos autolíderes capitalizan el poder de la escucha activa. Pregúntate: ¿Cuánto tiempo y energía le dedico a esta habilidad que se me dio al nacer?

7. Sé 100% honesto cuando hables con los demás. Quien se autolidera ha

desarrollado el hablar siempre con la verdad y entrega incondicionalmente

retroalimentación constructiva, pues su estilo de vida se basa en la

integridad. Pregúntate: ¿Miento con facilidad?, ¿uso mis contactos para

conseguir lo que deseo?

8. Asume riesgos calculados, focalizándote en el éxito. Los autolíderes se arriesgan. La palabra fracaso no es parte de su vocabulario; se focalizan en tener siempre éxito. Pregúntate: ¿Con qué herramientas cuento, ¿cuáles son mis posibilidades de éxito?

4 Profesor asociado en el Departamento de Comunicaciones en Rollins College, en Winter Park, Florida.

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Juega a ganar “El ganador es siempre parte de la solución. El perdedor es siempre parte del problema.”

Anónimo

Existen dos actitudes básicas sobre la vida. Por un lado, están quienes deciden ser ganadores, que piensan en positivo y que comprenden que la única manera de cambiar su vida es tomando el control, asumiendo el 100% de la responsabilidad. Por otro lado, están las personas que se consideran víctimas o perdedores, que, debido a sus creencias limitantes, piensan que su vida está dominada por las circunstancias que no pueden manejar o controlar. Este tipo de personas tiende a culpar a otros por sus

fracasos, inventan excusas, acuden a sus contactos, se quejan constantemente, ven el lado negativo de las cosas, mienten y niegan hechos o realidades. En este contexto, analicemos el siguiente cuatro comparativo:

Tabla 1. Ganador vs. Perdedor

Mentalidad del Ganador Mentalidad del Perdedor

- Trata de controlar todo lo que hace. - Utiliza todo su potencial para lograr sus

metas. - Asume el 100% de la responsabilidad

sobre sus resultados. - Reflexiona permanentemente. - Aprende de cada error. - Ve los problemas como oportunidades

de aprendizaje y mejoramiento. - Cruza la zona de confort y se arriesga. - Tiene una actitud positiva. - Persevera y nunca se rinde,

visibilizándose.

- Busca culpables. - Recurre a subterfugios o contactos para

abrirse camino, sin importar herir al otro.

- Inventa excusas para justificar sus fracasos.

- Ve cada problema como un error, siendo incapaz de aprender.

- Repite los mismos errores. - Tiene una actitud negativa. - Se autoimpone limitaciones. - Se rinde y margina.

Fuente: Adaptado de Larc (2013).

Muchas personas, que aún no han iniciado el camino del autoliderazgo, transitan entre ambas veredas. Sin embargo, los que evidencian una actitud más ganadora son conscientes de sus patrones mentales y tratan de controlarlos. Es más, las personas con una actitud más ganadora reconocen que la vida no es perfecta y que no pueden controlar todas las circunstancias que la afectan. Sin embargo, siempre se las ingenian para buscar caminos alternativos al éxito que están persiguiendo.

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Por el contrario, los perdedores esperan que alguna situación externa solucione sus problemas. Los ganadores tienen fe en sí mismos y a menudo se ayudan en las afirmaciones, el llamado poder de las manifestaciones. La repetición de las afirmaciones las hace manifestarse. Como plantea Larc (2012):

Si crees que puedes hacerlo… lo lograrás. Si piensas que estás vencido… lo estás. Si piensas que eres bueno… lo eres.

Entonces, para crear la vida que deseas, tienes que creer que eres capaz de conseguirlo…pero, cuidado, debes tener preparado el arsenal necesario para lograrlo. En síntesis, los ganadores comprenden que la única forma de triunfar en la vida es fallar, mientras que los perdedores se desmoralizan si fallan.

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Tema 2.4 Autocontrol “Todos tenemos sueños, pero para que estos se conviertan en realidad hace falta una gran

cantidad de determinación, dedicación, autodisciplina y esfuerzo.” Jesse Owens

La capacidad de ejercer autocontrol es probablemente una de las más poderosas y beneficiosas adaptaciones de la psique humana. La gente es más feliz y saludable cuando logra un calce óptimo entre su yo y el ambiente, por lo que este ajuste puede ser mejorado alterando el yo para que se acomode al ambiente (Rothbaum, Weisz & Snyder, 1982, citados en Tangney et at., 2004). Si observamos a nuestro alrededor, nos encontraremos con diferencias substantivas en nuestra capacidad de autocontrol. Hay personas que gobiernan muy bien su vida: controlan su temperamento, cumplen sus promesas, mantienen su dieta, piensan en positivo, se detienen luego de un par de copas, ahorran dinero, perseveran en el trabajo, no hablan a espaldas de otros, saben guardar un secreto, etc. Estas diferencias están necesariamente asociadas con un mayor éxito y una mejor calidad de vida. Es más. Cuando nos resistimos a decir o hacer algo que pudiera dañarnos a nosotros o a los demás, estamos evidenciando nuestra capacidad de autocontrol o autorregulación, es decir, aquella habilidad que involucra tomar decisiones y comportarse de manera racional (a través de respuestas bien pensadas) y no visceral (a través de respuestas fisiológicas) a una situación del ambiente. En otras palabras, podemos decir que el autocontrol es la capacidad de alterar nuestras respuestas para así acomodarnos a ciertos estándares, tales como ideales, valores, y expectativas sociales. Desde este punto de vista, el autocontrol debiera contribuir a producir resultados más positivos en nuestra vida. De hecho, la evidencia empírica demuestra que las personas con altos niveles de autocontrol son más exitosas en diversas esferas (Tangney, 1991, Tice & Baumeister, 1997, Smith, 2001, entre otros). Por el contrario, la falta de autocontrol se vincula con problemas emocionales, fracasos académicos, dificultades laborales, falta de disciplina, y problemas en todo tipo de relaciones, y así sucesivamente. En las organizaciones, el autocontrol tiene un efecto multiplicador hacia abajo. Nadie quiere ser reconocido como conflictivo y de mal genio cuando el jefe es conocido por su equilibrio y sinceridad. Pero, ¿por qué es importante el autocontrol? Goleman (2004) plantea que las personas que están en control de sus sentimientos e impulsos, son razonables y capaces de crear un ambiente de confianza y equidad. En este tipo de ambientes, las chismerías y las rencillas internas se reducen drásticamente y la productividad aumenta. Además, agrega que el autocontrol es muy importante por razones competitivas.

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En pleno proceso de cambio, las personas auto-controladas no emiten juicios valorativos y son capaces de buscar información para así comprender los cambios y ajustarse a ellos. Algunas veces, estas personas lideran el cambio. Por tanto, las señales del autocontrol son fáciles de identificar en el discurso. Por ejemplo, frente a ciertas situaciones contextuales, cuando alguien dice “Me urge esto ahora,” “Necesito que alguien me explique”, etc. está demostrando claramente que carece de autocontrol. Al respecto, en diversos estudios se ha demostrado que las emociones negativas o de alta dependencia nunca son motores de un buen liderazgo. Por el contrario, ante las mismas situaciones contextuales, las personas con alto autocontrol son fáciles de identificar, porque propenden a la reflexión, tienden a conformarse con la ambigüedad y el cambio, y, además, demuestran habilidad para decir no a los instintos impulsivos (Goleman, 2004). Beneficios del autocontrol Para comprender los beneficios que el autocontrol reporta a nuestra vida, nos ceñiremos a la clasificación de dominios propuesta en una investigación con estudiantes universitarios desarrollada por Tangney et al. (2004), a saber:

Logro y desempeño de tareas: Este dominio incluye el desempeño académico y laboral. Esto quiere decir que las personas con alto autocontrol consiguen mejores resultados a largo plazo porque cumplen con las metas, y evitan distraerse con actividades ajenas al foco del trabajo.

Control de impulsos: Este dominio involucra los comportamientos impulsivos. Por ejemplo, es probable que las personas con bajo autocontrol presenten problemas con los hábitos alimenticios y abuso del alcohol.

Ajuste: Este dominio involucra el ajuste psicológico. Muchos problemas y desórdenes psicológicos se relacionan con una deficiente autorregulación de los pensamientos, el afecto y/o el comportamiento (p. ej., pánico, ansiedad, personalidad antisocial, manejo del enojo, etc.).

Relaciones interpersonales: Este dominio contribuye directamente con las interacciones armoniosas. Las personas con altos niveles de autocontrol sostienen relaciones duraderas; pero su autocontrol les impide relacionarse directamente con personas que sienten le harían daño. Estas personas también evitan decir algo que dañe a otros, por lo que no hablan a espaldas de otros.

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Emociones morales: Este dominio es potencialmente relevante para el autocontrol. Se relaciona con la vergüenza y la culpa que aparecen en una variedad de situaciones interpersonales y personales. Por ejemplo, la culpa tiende a ser una respuesta más adaptativa al error. La gente que experimenta la culpa se siente motivada a confesar el hecho, disculparse, o de alguna forma, enmienda el error. Por el contrario, los estudios demuestran que la vergüenza trae consigo numerosos costos psicológicos y sociales.

Características relacionadas con la personalidad: Esta dimensión está relacionada con la autoconciencia y el perfeccionismo. Las personas con alto autocontrol actúan de manera consciente en todo lo que hacen: responden a tiempo, evitan las prórrogas, cumplen sus compromisos, etc. Sin embargo, el rol del autocontrol en el perfeccionismo es menos claro. El perfeccionismo es la tendencia a adherirse a expectativas extremadamente altas que requieren ejercer un considerable autocontrol, lo que paradójicamente podría derivar en la solicitud de prórrogas que se opone al autocontrol.

Temas de interés

¿Cómo nos ayuda el autocontrol?

El autocontrol nos ayuda de varias formas: Nos alerta sobre el comportamiento autodestructivo, adictivo,

obsesivo e impulsivo. Nos da una suerte de dominio sobre nuestra vida, permitiendo que

logremos un equilibrio. Nos ayuda a controlar las respuestas emocionales y actuar con

moderación. Nos permite desarrollar la independencia de los otros. Nos ayuda a controlar nuestra paz interior. Fortalece nuestra autoestima, confianza en nosotros mismos,

autodominio y fuerza de voluntad. Nos transforma en un ser humano responsable y merecedor de

confianza. Obstáculos para el autocontrol:

Falta de conocimiento y comprensión de lo que significa el autocontrol.

Respuestas emocionales descontroladas. Falta de disciplina y fuerza de voluntad. Incapacidad para cambiar y mejorar. Falta de confianza en nosotros mismos y en nuestras habilidades.

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Tema 2.5 La inteligencia intrapersonal “Sentirse en determinada forma —paranoico, envidioso, jubiloso— equivale a dar lugar a

una situación en determinada forma, ver que algo tiene un efecto posible en uno mismo y en los demás individuos.”

Howard Gardner

¿Alguna vez te han dicho que eres reflexivo? A lo mejor, algún profesor te ha felicitado por tu capacidad para comprender tus fortalezas y debilidades ¿Te das el tiempo para reflexionar sobre las cosas que haces y cómo éstas se relacionan con tus sentimientos? Si es así, significa que tienen inteligencia intrapersonal. La inteligencia intrapersonal es una de las ocho inteligencias

investigadas y publicadas por Howard Gardner. Esta inteligencia refleja la capacidad innata de una persona por comprender su mundo interior, un mundo del cual muchas personas están desconectadas. Howard Gardner, en su libro “Estructura de la Mente: La teoría de las inteligencias múltiples” de 1983, define la inteligencia intrapersonal como la capacidad involucrada principalmente en el examen y conocimiento de nuestros propios sentimientos. En este sentido, podemos decir que esta capacidad está estrechamente ligada con la autoconciencia. Pero, para lograr auto-conciencia debemos ser capaces de reflexionar sobre nosotros mismos, es decir, hacer un recorrido hacia nuestro interior y entender por qué hacemos lo que hacemos, y por qué pensamos y sentimos de tal forma. Las principales características de una persona con un alto desarrollo de la inteligencia emocional son la conciencia afectiva, la conciencia ética, la autorregulación, y la meta cognición. Por tanto, si tienes la capacidad de reflexionar sobre ti mismo, serás capaz de reconocer y cambiar tus comportamientos, con lo cual podrás cumplir mejor con tu misión personal. Principales características Las personas con una alta cuota de inteligencia intrapersonal presentan las siguientes características: Son introvertidas, autoconscientes, perfeccionistas, independientes, intuitivas. Prefieren trabajar a solas. Dedican mucho tiempo a la reflexión y contemplación. Les gusta aprender sobre sí mismos.

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¿Qué tienen en común estos personajes?

Sócrates Friedrich Nietzsche Henry David Thoreau Descartes Mahatma Gandhi Ralph Ellison

Todos evidenciaron una alta inteligencia intrapersonal. Todos tuvieron una gran capacidad para la auto-reflexión. Todos fueron personas altamente motivadas porque conocían muy bien sus necesidades. En otras palabras, tenían la capacidad de entenderse a sí mismas y apreciar sus sentimientos, temores y motivaciones. Las personas con inteligencia intrapersonal son proclives a la auto-reflexión y se conocen muy bien. Además, están en contacto permanente con sí mismas, por lo que saben quiénes son, qué necesitan, y lo que pueden alcanzar.

Consejos prácticos Algunos consejos prácticos basados en la propuesta del Dr. Rick Bommelje5, que podrían servirte para mejorar tu liderazgo personal:

1. Aprende a meditar – o simplemente, busca un espacio en donde estés solo/a

y piensa. 2. Estudia a los filósofos de diferentes escuelas de pensamiento y de diferentes

culturas. 3. Busca un mentor o una persona que te ayude con los hallazgos que

encuentres en tu interior. 4. Crea algún ritual personal que te haga sentir bien. 5. Registra y analiza tus sueños. 6. Lee libros o revisa videos sobre autoayuda. 7. Busca un espacio especial en tu hogar para la introspección. 8. Prepara un plan de desarrollo personal. 9. Establece metas a corto y largo plazo y haz un seguimiento de ellas. 10. Mantén un diario de vida en donde registres tus pensamientos, sueños,

metas, sentimientos y recuerdos. 11. Comienza el día con una frase que te anime a aprovechar bien la jornada

(Carpe diem!). 12. Comparte tus ideas y éxitos, pues así atraerás más ideas y éxitos.

5 Profesor asociado en el Departamento de Comunicaciones en Rollins College, en Winter Park, Florida.

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Temas a investigar Investiga sobre la Teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner.

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Tema 2.6 La inteligencia interpersonal “Los verdaderos oyentes empáticos hasta pueden oír lo que se dice en el silencio. Lo más

importante en la comunicación es oír lo que no se está diciendo.” Peter F. Druncker

La inteligencia interpersonal se refiere a la habilidad de involucrarse y mantener relaciones exitosas con otros (interacción). De acuerdo a Gardner 1987), en un nivel primitivo, la inteligencia interpersonal comprende la capacidad de los infantes para discriminar entre los individuos a su alrededor y así descubrir sus

distintos estados de ánimo. Así también lo podemos constatar con nuestras mascotas, quienes son muy hábiles en detectar nuestros estados de ánimo. En un nivel avanzado, esta capacidad permite a las personas que la poseen leer las intenciones y estados de ánimo - incluso aunque éstas sean ocultadas - y potencialmente actuar o tomar decisiones con base en este conocimiento. Desde el punto de vista organizacional, esta capacidad brinda a la persona ventaja frente a los demás. Este tipo de inteligencia se manifiesta en todo lo que hacemos en nuestras interacciones con los otros, incluso cuando enviamos un correo electrónico, en la forma en que escribimos, saludamos y nos despedimos. También demostramos nuestra habilidad interpersonal cuando dejamos algún mensaje de voz. Es más. Muchos profesionales no son promovidos a posiciones superiores, precisamente por su baja capacidad de interacción con otras personas, por lo que la habilidad para manejar situaciones y relacionarse con otros, de manera efectiva, es un factor crítico del éxito profesional. En el plano profesional, la inteligencia interpersonal se relaciona con la habilidad de la persona para llevarse bien con los demás, establecer buenas alianzas, conocer las necesidades del equipo, delegar y comunicarse bien, entre otras. Se manifiesta en la forma en que se expresa la confianza, la habilidad de escuchar, comprender situaciones, resolver problemas, tomar decisiones y liderar equipos. En el plano personal, la inteligencia interpersonal se demuestra en la capacidad de la persona de establecer buenas y duraderas relaciones afectivas y en la buena interacción con personas de diversos niveles socioeconómicos.

Entonces, la inteligencia interpersonal mira hacia afuera, hacia la conducta, los sentimientos y las motivaciones de los demás.

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¿Por qué es importante la inteligencia interpersonal en los profesionales de este siglo?

El éxito profesional y la productividad organizacional dependen, en gran medida, de la inteligencia interpersonal, es decir, de cómo nos llevamos con los demás.

Hoy en día, las transformaciones en los puestos de trabajo son enormes: La estructura organizacional se adapta continuamente a las nuevas necesidades; se adquiere nueva tecnología; se implementan nuevas

formas de trabajo; se implantan nuevos modelos, etc. En este complejo escenario, ya no basta con la preparación técnica. Por el contrario, se requieren profesionales con altos niveles de adaptabilidad y que sepan relacionarse bien con todos. Esta capacidad relacional incluye también la interculturalidad. La evidencia es contundente. Los estudios muestran que el 90% de las dificultades o fracasos que enfrentan los profesionales es atribuible a su baja inteligencia emocional (Wheeler, 2005). La incapacidad de leer bien el ambiente, liderar personas, resolver problemas, trabajar en equipo, sumarse al cambio, etc., indica que hay un déficit de esta importante capacidad. Entonces, el mensaje es claro: Si deseas sobresalir, en donde sea que te toque trabajar, debes dominar esta capacidad de las personas exitosas.

Es más, esta inteligencia está adquiriendo gran relevancia en el actual escenario laboral, en donde se necesitan profesionales, que aparte de dominar su área disciplinar o técnica, tengan un valor agregado que les permita liderar personas y proyectos, conducir el cambio, crear e innovar.

Por ejemplo, en la gestión del cuidado y en la tarea de enseñar, donde la unidad básica del negocio es la persona, la inteligencia interpersonal es incluso más importante. Si un médico, una enfermera o un profesor tienen problemas para relacionarse con aquéllos a quienes atienden, es porque no han sido capaces de adaptarse o leer bien las necesidades de los demás. En definitiva, esto podría significar que estas personas no han iniciado primero el recorrido interior, pues, según señala Wheeler (2005), construir esta capacidad nos podría costar toda nuestra vida. Aunque hay algunas estrategias que quienes desean cambiar, siguen. Por ejemplo, observar cómo actúan las personas exitosas, leer sobre el tema, asistir a talleres y seminarios relacionados, tener un coach personal, autoevaluarse permanentemente, imponerse pequeños desafíos, tales como, entablar una conversación con algún desconocido, probar ayudar a un extranjero en su idioma, conversar con personas de diversas edades, etc.

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Algunas características que destacan en personas con alta inteligencia interpersonal: Trabajan proactivamente. Trabajan y animan el trabajo en equipo. Inspiran confianza. Actúan con flexibilidad. Se preocupan por el otro. Tienen un trato respetuoso. Se adaptan fácilmente a nuevas situaciones y

contextos. Piensan en positivo. Acumulan muchos conocimientos y experiencias. Tienden a recorrer el mundo. Hablan diversos idiomas. Son intuitivos. Ayudan a los demás. Comparten sus conocimientos y experiencias. Intercambian puntos de vista. Se implican en lo que hacen. Se involucran en diversos proyectos. Cruzan su zona de confort. Se perfeccionan de manera continua. Se comunican asertivamente. Toman roles de liderazgo. Se especializan en más de un área. Son detallistas. Tienen buenas redes de contacto. Son muy creativos. Disfrutan de la naturaleza. Tienen mascotas. Se adaptan fácilmente al cambio. Asumen riesgos ponderados. Trabajen bien con otros. Son buenos embajadores o representantes.

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Consejos prácticos Algunos consejos prácticos que podrían servirte para mejorar y/o potenciar tu inteligencia interpersonal: 1. Atrévete a trabajar con otras personas. Altera tu rutina, saliendo de tu zona

de confort. 2. Aprende a leer las necesidades del ambiente (necesidades de otros,

necesidades del trabajo, etc.). 3. Presta atención al lenguaje corporal. Así aprenderás a conocer al otro más

allá de las palabras. 4. Nunca solicites prórrogas, pues quien lo hace desconoce las necesidades

del ambiente. 5. Habla siempre mirando a los ojos. No rehúyas la mirada. 6. Colabora con los equipos en que trabajes. No esperes a que te pidan

colaboración. 7. Ayuda a la comunidad. 8. Dirígete al otro por su nombre de pila. Así generarás cercanía. 9. Despídete con tu nombre de pila, como lo hacen los grandes líderes. 10. Atrévete a asumir riesgos ponderados y a tomar la iniciativa. 11. Actúa proactivamente, pues con ello estás demostrando preocupación por

los demás. 12. Implícate al 100% en todo lo que haces. Siempre tendrás buena cosecha.

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REFERENCIAS BLIOGRÁFICAS

Gardner, H. (1987). Estructuras de la mente: La teoría de las inteligencias múltiples. New

York: Basic Books. Harper Collins Publisher Inc., Nueva York Goleman, D. (1988). La práctica de la inteligencia emocional. Barcelona: Editorial Kairós,

S.A. Goleman, D. (2002). ¿Qué hace a un líder? Harvard Business Review. Goleman, D., McKee, A. y Boyatzis, R. E. (2003). El líder resonante crea más. Barcelona: Plaza

y Janés Larc. A. (2013). 21 reglas para alcanzar el éxito personal. Cómo conseguir el éxito que estás

buscando de manera fácil y efectiva. España: Mestas Ediciones, S.L. Smith, S. M. (2001: February). Self-control and academic performance. Presented at the

Society for Personality and Social Psychology, San Antonio, TX. Tangney, J.P., Baumeister, R.F. &Boone, A.L. (2004). High self-control predicts good

adjustment, less pathology, better grades, and interpersonal success. Journal of Personality, 72, 271–322.

Tice, D. M., & Baumeister, R. F. (1997). Longitudinal study of procrastination, performance, stress, and health: The costs and benefits of dawdling. Psychological Science, 8, 454–458.

Wheeler, P. (2005). The Importance of Interpersonal Skills. Health Care Executive.