manifiesto fundacional patria grande

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MANIFIESTOFUNDACIONALHacia el plenario nacional de delegados/as - mayo 2015

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El Manifiesto Fundacional fue aprobado por la Mesa Nacional de Patria Grande el 23 de marzo de 2015, de cara a la preparación del primer Plenario Nacional de Delegados y Delegadas, a realizarse los días 23 y 24 de mayo en la ciudad de La Plata.

Es una síntesis de los principales aspectos de nuestra identidad y de los lineamientos estratégicos de nuestro proyecto político, orientado a construir una izquierda popular y latinoamericana en la Argentina.

Con este material buscamos promover debates fundamentales entre nuestra militancia, con las personas que participan, simpatizan o apoyan nuestra construcción día a día en sus distintos sectores y regionales y con el público general interesado en conocer y discutir una propuesta política de emancipación de nuestro pueblo para el siglo XXI.

Mesa Ejecutiva Nacional – abril de 2015

Introducción

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Patria Grande es un movimiento político y social nacido de la unidad de múltiples y variadas experiencias de militancia territorial, estudiantil, sindical, feminista y cultural que florecieron en nuestro país en los últimos 20 años.

1 ¿Quiénes somos?

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Somos una organización joven pero no caímos del cielo. Somos expre-sión de un acumulado de luchas

populares que se fortaleció en la resis-tencia al neoliberalismo y en los levan-tamientos del 2001, y que recorrió un largo y trabajoso camino para llegar a la fundación de una nueva organización política. Nos fogueó también, induda-blemente, un nuevo ciclo político que alcanzó su clímax luego del llamado “conflicto del campo” allá por el 2008. Lo que en aquel momento asumió la de-nominación de izquierda independien-te se fue agrupando en razón de una posición común frente a la polarización del campo político argentino entre el “kirchnerismo” y el “anti-kirchneris-mo”. Buscamos, no sin dificultades, trascender dicha dicotomía. Señalamos el carácter limitado de los elementos progresistas de la política gubernamen-tal, confrontamos con el posibilismo y la ausencia de transformaciones de fondo, al tiempo que, en consecuencia, mantuvimos autonomía plena y descar-tamos cualquier disputa “desde aden-tro”. Sin embargo, también sostuvimos la convicción de jamás mezclar nues-tras banderas con lo más retardatario de la política y el poder económico em-banderados en la “oposición”, y de apo-yar y defender medidas progresivas que

1 ¿Quiénes somos?

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entendíamos como avances históricos del campo popular.

Nuestra emergencia como espacio político dentro de la izquierda argentina tiene también filiación continental. No exageramos si decimos que en gran par-te somos hijos e hijas de Chávez y la Re-volución Bolivariana, de Evo y la Bolivia indígena y campesina, de todo un ciclo de resistencia y movilización continental que alcanzó hitos como la derrota del ALCA y la formulación del ALBA, y que fortaleció la defensa de la Revolución Cubana. Y esto no sólo porque estos procesos despertaron nuevamente las esperanzas de liberación y hasta volvieron a poner en escena la pala-bra socialismo, sino también, porque en su dinámica y alcance introdujeron un fuerte debate en la militancia popular. Nuestra izquierda se puso en pie debatiendo, tanto con los que igualaban estas experiencias a las de Argentina o Brasil - englobándolas bajo el amplio mote de “gobiernos progre-sistas” - como con los que despreciaron estas gestas populares viendo en ellas sólo “populismo” o “reformismo”. La Revolu-ción Bolivariana, particularmente, es para Patria Grande no sólo bandera, es ense-ñanza, laboratorio político, es reapertura del debate sobre el socialismo y la revolu-ción. Si alguna vez nuevas izquierdas sur-gieron al calor de los debates sobre Cuba, China o Vietnam, hoy parte importante de nuestra identidad política se construye al

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fragor del proceso venezolano y otras ex-periencias populares.

Reconocemos como propia tam-bién una historia de lucha y reivindi-cación que nos antecede, luchas en las que nuestro pueblo ha buscado incan-sablemente vías para su liberación, peleando por la independencia y la soberanía, construyendo sindicatos y conquistando derechos, demandando mejoras y cuestionando el orden exis-tente, desde las luchas independentis-tas hasta la insurgencia popular de los setenta, desde el movimiento obrero anarquista a la resistencia. También recuperamos el grito antineoliberal del zapatismo mexicano, que abrió un ciclo incandescente de lucha social, que fue ejemplo y que fue - aún a par-tir de las limitaciones de su propia ex-periencia - impulso fundamental para el surgimiento de una nueva izquierda latinoamericana. Somos parte de una izquierda que reconoce y asume estas experiencias como propias, con acier-tos y errores, intentando evitar ideali-zación alguna pero convencidos y con-vencidas de que es imposible construir la emancipación del pueblo renegando de ellas. Ser capaces de crear, pero no en el vacío, no desde cero; ser irreve-rentes, no ser esclavos de la costumbre ni del dogma, pero sobre la base de un profundo conocimiento de nuestra

1 ¿Quiénes somos?

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historia y nuestras luchas; ese es el de-safío que nos anima.

Finalmente, Patria Grande nace en una coyuntura particular, en la que emergen rasgos de agotamiento del ci-clo económico y político marcado por el 2001 y de la forma que la recomposición capitalista asumió en los años posterio-res. Los sectores más concentrados del capital local y extranjero, cuyo progra-ma expresan los principales candida-tos presidenciables, pugnan por salidas más conservadoras, donde la lógica que buscaba compatibilizar acumulación de capital con satisfacción gradual de de-mandas, típica del periodo kirchneris-ta, seguramente sea puesta en cuestión, aunque no necesariamente barrida por completo. Esto ultimo dependerá se-guramente de condiciones económicas globales, pero también de la capacidad de resistencia de la clase trabajadora y el conjunto del pueblo. Las organizaciones populares y de izquierda no llegamos de la mejor manera a la coyuntura del 2015 para intentar postular una alter-nativa frente a la salida conservadora, lo cual, seguramente será parte de nuestro balance de la década. Patria Grande se propone aportar a los procesos de uni-dad necesarios, tanto en las luchas con-tra toda ofensiva reaccionaria, como en el terreno político para gestar una alter-nativa popular de poder.

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Patria Grande se define como una organización de izquierda popular, anticapitalista, antiimperialista, internacionalista y feminista, que inscribe en sus banderas y consignas la lucha por un socialismo para el siglo XXI, de carácter democrático, nuestroamericano y ecosocialista.

2 Por una izquierda popular

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Somos anticapitalistas porque nuestra lucha es para terminar con todas las miserias y pade-

cimientos que produce en las gran-des mayorías un sistema basado en la explotación, la especulación y el lucro privado de la minoría. Las crisis, las hambrunas, el desempleo, la esclavi-tud moderna, las guerras, son produc-to de un modo de producir y distribuir la riqueza social basada en la explota-ción, en la expropiación permanente de los y las que creamos con nuestro trabajo la nueva riqueza del mundo, y en la acumulación de los recursos pro-ductivos y los bienes naturales en ma-nos de unos pocos. Estamos cada vez más convencidos y convencidas de que este sistema debe ser superado si aspi-ramos a una vida digna para nuestros pueblos y a un futuro para la propia especie humana. Esta contradicción entre el capital y el trabajo es la arti-culadora central de nuestra sociedad contemporánea. Por lo tanto, en cual-quier proceso de liberación es funda-mental el protagonismo de la clase que vive del salario, que no sólo se gana el pan todos los días con sus labores co-tidianas en el transporte, los servicios, la industria, el comercio, la banca, la construcción, la educación, el empleo público, el cultivo o las mil y una chan-gas sino que, además, sostiene con su


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trabajo a quienes concentran los recur-sos económicos y políticos.

Somos antiimperialistas por-que entendemos que, así como nues-tras sociedades son desiguales, nos encontramos insertos en un mundo de dominación y expoliación, donde las grandes potencias someten y condicio-nan por múltiples mecanismos, econó-micos, políticos, militares y culturales a los pueblos de la periferia, redoblando sus cadenas de explotación. Sea el FMI en la Argentina de 2001, el Dto. de Es-tado o CIA en la Venezuela actual o la “troika” en la renacida Grecia, liberar-nos de esa opresión externa, ejercida siempre con la participación, compli-cidad y beneficio de poderes locales, es parte imprescindible de cualquier emancipación social. Somos parte de una militancia popular que reivindica como propias las banderas de la libera-ción nacional, la lucha contra el impe-rialismo en cualquier lugar del mundo y el derechos de los pueblos oprimidos y sojuzgados a su autodeterminación.

Somos latinoamericanistas y reivindicamos un internacionalismo militante, porque la unidad de los pue-blos del continente es un paso impres-cindible para la liberación, para cortar las cadenas de opresión, para construir sociedades libres, justas y solidarias, que puedan tomar el destino en sus

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propias manos. Reivindicamos una tradición de lucha de Nuestra América y un recorrido histórico común, defendemos el ALBA y otras iniciativas de integración de los pueblos, sin que esto suponga regionalismo alguno frente a las múltiples expresiones de lucha de los opri-midos del mundo. Frente a la internacionali-zación de la explotación y la opresión que nos propone este sistema, nosotros reivindicamos la internacionalización de la resistencia y la lu-cha, donde sea, en cualquier continente. Como militantes socialistas decimos con el Che que sentimos “en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo”.

Somos feministas, porque buscamos cuestionar al capitalismo hetero-patriarcal incluyendo esta perspectiva de manera trans-versal e integral en los procesos de moviliza-ción y organización del pueblo trabajador. El género y la sexualidad, junto a la clase o con-dición social, etnia, nacionalidad y genera-ción, constituyen la trama de posiciones sobre las cuales se justifican las relaciones jerárqui-cas y desigualdades de poder. Por eso, los su-jetos políticos de nuestro feminismo popular son diversos, como diversos son los mecanis-mos que nos mandatan, excluyen y explotan. Nuestro feminismo popular es una forma de mirar y estar en el mundo, visibilizando y lu-chando contra un sistema complejo, diseña-do para perpetuar la desigualdad y violencia hacia a las mujeres y personas LGBTTTIQ, y desafiándonos a ensayar desde nuestras cons-


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trucciones actuales, relaciones socia-les cada vez más libres de estas formas de opresión.

Somos socialistas, porque creemos que hay futuro para la huma-nidad y que otro mundo es posible, sin miseria, pobreza ni explotación. Rei-vindicamos una larga historia de lucha, que se remonta a las internacionales obreras y que recorre todo el siglo XX, en el que con suerte desigual millones de seres humanos dedicaron su vida a la conquista de una sociedad de igua-les. Pero nuestra convicción es clara: el socialismo será obra de los pueblos, o no será. Por eso el socialismo por el que luchamos es radicalmente demo-crático y está basado en el desarrollo del poder popular y del gobierno del pueblo. Este socialismo tendrá el desa-fío de terminar no sólo con la explota-ción humana y las injusticias sociales, deberá también revisar la relación del hombre con la naturaleza y la vida en este planeta, criticando de raíz las con-cepciones meramente productivistas. Asumimos como propia la fórmula ab-solutamente abierta y en construcción de “socialismo del siglo XXI”, porque entendemos intenta expresar esta vo-cación profundamente democrática, creativa, nuestroamericana y no dog-mática, que nos anima en la búsqueda de una “creación heroica”.

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Finalmente, nos reivindicamos como iz-quierda popular como forma de manifes-tar la necesidad de una nueva experiencia

política, capaz de renovar el pensamiento de iz-quierdas y darle raigambre popular a las ideas anticapitalistas y socialistas. Patria Grande no es la izquierda popular, tampoco lo somos un cúmulo de organizaciones reunidas en torno a algunos objetivos. Para nosotros y nosotras iz-quierda popular es un objetivo, un proyecto en construcción, una tarea generacional. Es la iz-quierda nueva que necesitamos para el siglo XXI, aún indeterminada, aún con muchos interro-gantes, pero con algunas fuertes convicciones:

Izquierda popular significa vocación por construir movimientos de masas y mayo-rías políticas, por enraizar ideas emancipato-rias en el seno del pueblo, por disputar poder desde y para los de abajo. Es pelear por la cons-trucción de bloques revolucionarios y popula-res con la suficiente amplitud y acumulación de fuerzas para abrir el camino a cambios radicales, es pelear por el protagonismo de las y los traba-jadores y la hegemonía socialista en todo proce-so de cambio. Significa, también, ruptura con el sectarismo y la auto-proclamación “revoluciona-ria” que ha hecho estragos en parte de las forma-ciones tradicionales de izquierda, pero también en los tinglados autonomistas o “basistas”, que han rechazado la disputa política en el presente en pos de una ilusoria pureza para la posteridad.

Izquierda popular es respeto y reivindi-cación de la experiencia política, la po-

¿Quésignifica una

izquierda popular?


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tencialidad y la creatividad de los sujetos populares. Es asumir que las semillas de la emancipación laten en las luchas cotidianas, en la resistencia y las prácticas de nuestro pueblo. Esto supone una ruptura con toda vanguardia autodeclarada y con la idea dirigista de que la revolución no la hacen los pueblos, sino un grupo de notables que entiende lo que “realmente” es una revolución. Sin embargo, tampoco subesti-mamos el lugar de la militancia política, de la or-ganización, de la elaboración teórica, de los cua-dros dirigentes que pueden prestar orientación y voz al movimiento popular, aunque siempre en íntima conexión con la experiencia histórica y ac-tual de nuestras clases trabajadoras, nunca des-de la pedantería oculta tras retórica de izquierda.

Izquierda popular es intentar recono-cer, apoyar y comprender un proceso de cambio allí donde lo hay, se ajuste o no a nuestras prenociones y expectativas. Es luchar contra todo dogmatismo, sea “comunis-ta” o “autonomista”, “ortodoxo” o “renovador”, e incluso contra los propios, que por supuesto son los más difíciles de reconocer. No recha-zamos, ni mucho menos, la teoría ni los pro-gramas. Hacemos nuestro y debemos estudiar con esfuerzo el pensamiento marxista, la tradi-ción obrera y socialista europea, las variantes del pensamiento crítico latinoamericano o de los nacionalismos populares del llamado “ter-cer mundo”. Pero, estas tradiciones en ningún caso suponen recetas o manuales, sino herra-mientas para el estudio y la transformación de

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la realidad que deben ser actualizadas perma-nentemente por la propia praxis popular.

Izquierda popular es respetar los dere-chos de los pueblos originarios, no desde una postura paternalista, una incorporacion unilateral y subordinada de algunas de sus rei-vindicaciones, sino intercultural, que los reco-nozca como pueblos hermanos preexistentes con los que podemos construir conjuntamente, en igualdad de condiciones, una convivencia justa y solidaria que nos incluya a todos y todas.

Izquierda popular es sostener una fuer-te vocación democrática hacia fuera y dentro de las organizaciones. Es asumir que la crítica, la construcción colectiva y la revi-sión de las orientaciones y las ideas propuestas es un elemento insustituible a la hora de parir una nueva izquierda. Asumimos la producti-vidad política de nuestros núcleos organiza-dos de base. No necesitamos nuevo patriarcas, gurúes o jefes infalibles; tampoco caudillos que tras el supuesto horizontalismo y la inexisten-cia de dirigentes esconden conducciones uni-personales y ausencia de toda democracia. Ne-cesitamos liderazgos populares, democráticos y abnegados, referentes políticos y sociales que sean la expresión del pueblo organizado y no de apetencias personales o de pequeñas iglesias.


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Patria Grande asume como estrategia la lucha por un gobierno popular en la Argentina, basado en la movilización de los trabajadores y trabajadoras y la construcción del poder popular.

3 Luchamos por un gobierno popular

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Entendemos por gobierno popu-lar a un gobierno del conjunto de los trabajadores y trabaja-

doras, de los pobres, excluidos, des-heredados y humillados de nuestro suelo, en unidad con otras fracciones de nuestro pueblo que son víctimas de la explotación y opresión de este sistema, como los estudiantes, cuen-tapropistas, pequeños comerciantes, campesinos y profesionales. No as-piramos a tener la receta milagrosa que nos conduciría hacia la socie-dad nueva, no queremos repetir ese trágico legado de sectarismo y van-guardismo. Sin embargo, sí tenemos fuertes convicciones, y una de ellas es que para cambiar la Argentina des-de la raíz es necesario avanzar en la conquista de un gobierno de y para el pueblo. Un gobierno basado en el po-der popular que impulse la transición hacía un Estado radicalmente de-mocrático, donde el conjunto de las clases trabajadoras puedan toman en sus manos las decisiones centra-les de la planificación económica, la distribución del excedente, y la polí-tica exterior e interior. Para avanzar en este sentido es necesario el desa-rrollo de una lucha política y social de carácter integral que impulse la organización popular, proponga una perspectiva anticapitalista, alimente

3 Luchamos por un gobierno popular

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el poder del pueblo y se plantee como elemento indispensable la disputa del poder estatal. En un sentido es-tratégico el desarrollo del poder po-pular está vinculado de manera orgá-nica a la disputa hegemónica por la dirección política del conjunto de la sociedad, y por lo tanto, al acceso al poder político del Estado y al inicio de su transformación radical. De la misma manera, una transformación del Estado iniciada por un gobierno de características populares, si quie-re ser un cambio radical y no mera administración democrática del sta-tus quo, debe estar vinculada de ma-nera orgánica al poder popular. Una vía para la superación de la vieja ins-titucionalidad autoritaria, delegativa y centralista puede ser, como ha ocu-rrido en Bolivia, Venezuela o Ecua-dor, la convocatoria a una asamblea constituyente fundacional y sobe-rana que abra las puertas al cambio profundo y a una nueva democracia popular, participativa y protagónica. Para avanzar en estos objetivos es imprescindible la confluencia y arti-culación de las múltiples reivindica-ciones y luchas de nuestro pueblo, en una única plataforma de acción con capacidad de trascender el momento corporativo o sectorial. Esta es nues-tra concepción.

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Patria Grande entiende que para alcanzar el gobierno y abrir un proceso de transformaciones radicales es necesaria la consolidación de un gran bloque popular y revolucionario.

4 Unidad para cambiar la Argentina

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Nos referimos a una fuerza político-so-cial de masas, un amplio movimiento de las clases trabajadoras, que logre

torcer decisivamente la relación de fuerzas y abrir un camino de liberación nacional y cam-bio social, trascendiendo todas las variantes de administración del capital. Para esto es nece-sario incentivar y promover la lucha de masas, fortalecer el protagonismo desde abajo, pero también buscar la confluencia de múltiples fuerzas populares, de tradiciones políticas di-versas, no todas autodenominadas de izquier-da, que es imprescindible para cualquier pro-ceso de cambio revolucionario. Es la lección que nos aportan todos los grandes procesos sociales del siglo XX y XXI, desde la revolución rusa hasta China o Vietnam, desde la revolu-ción cubana y el proceso chileno a la Venezuela o Bolivia actuales. En los procesos que asumie-ron caminos más radicales y llegaron a la ex-propiación de la burguesía, el protagonismo de los trabajadores y campesinos y la formulación de un claro objetivo socialista fue producto de la dinámica, los conflictos y las disputas al in-terior de esos grandes movimientos de masas, no de la pureza revolucionaria a priori ni del iz-quierdismo retórico. La lectura contraria sesga el análisis y esteriliza la acción práctica de las organizaciones. Lleva, en los extremos, a seña-lar que Bolivia es sólo una variante de “capita-lismo andino” o de “extractivismo”, Chávez un “dictador populista” y Syriza o Podemos meras expresiones reformistas y conciliadoras desti-nadas, por lo tanto, a decepcionar las expecta-

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tivas populares. Rechazamos la concepción del partido de vanguardia, portador de una verdad cerrada expresada en su doctrina y programa del cual el pueblo debe ser convencido, de la misma manera que la mirada reformista que entiende la disputa de poder sólo en los estre-chos marcos de las instituciones y partidos del sistema, que siempre termina siendo furgón de cola de expresiones más o menos progresistas del régimen político dominante. A diferencia de estas estrategias, la izquierda popular apues-ta a la construcción de un amplio movimiento popular, integrado por organizaciones políti-cas, sociales, sindicales, juveniles, feministas, ambientales, de derechos humanos, vecinales o culturales; diversas en cuanto a identidades políticas e ideológicas; independientes de las estructuras tradicionales y con una clara orien-tación popular y emancipadora. Movimiento en cuyo seno hay que dar pelea por consolidar la hegemonía de una perspectiva anticapitalis-ta y un horizonte socialista.

En el terreno histórico de Nuestra Amé-rica estos debates se han expresado en los des-encuentros de las ideas socialistas o marxistas con los movimientos nacionalistas radicales, e incluso con las propias tradiciones nacionales emancipatorias. Las experiencias más poten-tes, ricas y profundas han sido, sin embargo, las que han logrado disolver esa dicotomía y sintetizas las mejores ideas del marxismo con movimientos populares de base nacional en una perspectiva antiimperialista y anticapita-lista, como de manera evidente muestra Cuba.

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Patria Grande sostiene que la vía electoral es, en las actuales condiciones socio-históricas, políticas y culturales, la principal hipótesis para el surgimiento de un gobierno popular en la Argentina.

5 Por una izquierda de mayorías

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Las vías por las cuales se puede abrir en Argentina un proceso de cambio radical, similar a los que

se abrieron en otras latitudes, o al que muchos aspirábamos en el 2001, por supuesto que no pueden ser adivinadas. Sin embargo, en función de las expe-riencias recientes y las características de nuestro país, nuestra hipótesis es que el momento de acumulación electoral será central para una modificación sustancial de la correlación de fuerzas, e impres-cindible para el acceso al gobierno del Estado de una fuerza popular y transfor-madora, como se ha dado en Bolivia, en Venezuela o puede estar produciéndose en Grecia. Por supuesto que esto supo-ne un episodio en un largo proceso de transformaciones y disputa por la hege-monía que seguramente no se definirá ni exclusiva ni principalmente en el te-rreno electoral, y en el cual la moviliza-ción popular extraparlamentaria será el factor decisivo y estratégico. Tampoco supone asumir la idea de que es posible una “transición pacífica” que destruya el poder de los capitalistas y sus insti-tuciones. El momento electoral es un momento de la lucha de clases, y aún en plena vigencia del mismo las acciones de fuerza o directamente violentas serán un factor fundamental de la reacción, como lo demuestran Venezuela, Ecuador, Bo-livia, Honduras, o en el pasado la ex-

5 Por una izquierda de mayorías

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periencia chilena. El núcleo del Estado capitalista impondrá siempre límites a los procesos emancipatorios, por lo que es imprescindible sostener un horizonte de ruptura y transformación radical de este aparato y su corazón: las fuerzas re-presivas. Sin embargo, nuestra hipótesis supone que la vía electoral de agudiza-ción de las contradicciones sociales tiene mayor probabilidad de desarrollarse en la Argentina actual que otras estrategias de poder, puestas en juego en otros mo-mentos históricos. Por eso Patria Gran-de inscribe en sus objetivos la lucha por una fuerza electoral de carácter nacional capaz de disputar la institucionalidad es-tatal, asentada en la movilización popu-lar, en el poder de las y los trabajadores y en un programa de transformaciones con objetivos anticapitalistas, como con diverso signo y características expresa-ron Chávez o Evo en Venezuela, y posi-blemente el reciente triunfo de Syriza en Grecia. En el caso nuestroamericano no es posible establecer una dicotomía en-tre los momentos insurreccionales o de rebelión popular y las salidas democrá-tico-electorales. Desde el 17 de octubre del 45 y el peronismo, pasando por el “Cordobazo” y la vuelta de Perón, hasta el propio 2001 y el ciclo posterior, la his-toria argentina está plagada de articula-ciones creativas entre esas dos expresio-nes de la lucha de clases.

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Patria Grande es un espacio en construcción, es una apuesta a la elaboración colectiva de una salida popular y emancipatoria. No tenemos recetas ni caminos predeterminados pero sí algunas propuestas para discutir con el conjunto de la militancia popular que pueden constituir un primer paso para iniciar un proceso de transformación profunda en la Argentina:

6 Nuestro programa

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Nacionalización del comercio exterior. La res-titución de las junta reguladoras y el estableci-miento del Estado como único exportador de los rubros estratégicos; y el control estatal de los principales puertos y terminales que desde los ‘90 están en manos privadas nos permitiría recuperar para el pueblo el control de las divi-sas imprescindibles para el desarrollo del país.

No al pago de la deuda fraudulenta e ilegí-tima. Es necesaria una auditoria y una investi-gación del conjunto de la deuda externa públi-ca para establecer legitimidad y legalidad de la misma, mientras se suspenden los pagos como medida de autodefensa nacional.

Nacionalización de los servicios públicos y las industrias estratégicas. Es necesario revertir el proceso privatizador en el transporte pú-blico, las telecomunicaciones, la distribución de energía eléctrica que deben volver a ser de propiedad pública, con la participación de tra-bajadores y usuarios en su dirección. También es necesario la nacionalización de industrias estratégicas para el desarrollo del país, como es el caso del conjunto de la industria hidrocarbu-rífera, minera o parte de la sidero-metalúrgica. Es necesaria también una rediscusión demo-crática de la matriz energética y de las formas de explotación mineras e hidrocarburíferas.

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Reforma impositiva de carácter progresivo. Es necesario sacar los recursos públicos de aquellos que más han acumulado. Hay que for-talecer la carga impositiva sobre la gran propie-dad, las rentas y las ganancias de capital más concentrado, derogar el IVA para los productos de consumo popular y eliminar la cuarta cate-goría del llamado impuesto a las ganancias.

Derogación de toda la legislación neoliberal heredada de la dictadura y el menemismo, como la Ley de inversiones extranjeras o la Ley de entidades financieras. La Argentina debe denunciar los tratados suscriptos en el Ciadi.

Derogación de toda la legislación laboral pre-carizadora. Es necesario avanzar con una real arremetida contra el trabajo en negro y las formas precarias de contratación en los privados y en el Estado. Hay que establecer un aumento salarial de emergencia, la prohibición de despidos y la re-gulación estricta de toda forma de terciarización. Y el 82% móvil para nuestros jubilados. Debe ga-rantizarse la organización sindical en los lugares de trabajo y protección de los delegados gremia-les. Para acabar con la precarización y los atrope-llos patronales hay que darle poder a los traba-jadores. El reconocimiento a las organizaciones de los trabajadores y trabajadoras de la economía popular y el apoyo estatal para el desarrollo pro-ductivo del sector debe ser un eje prioritario.

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Plan nacional de vivienda de carácter inte-gral, de financiamiento y ejecución estatal. La regulación de alquileres y el impuesto a la vivienda ociosa son medidas que contribuyen a poner frenos al negocio inmobiliario. Los in-tereses de los sectores dominantes que lucran con la necesidad de vivienda no puede seguir primando por sobre los derechos de los secto-res populares. La planificación de los territo-rios necesita garantizar el derecho a la ciudad y el acceso al hábitat para nuestro pueblo, lo que implica un plan integral de reforma urbana

Plan agroalimentario nacional que tenga como objetivo la soberanía alimentaria y la protección de los bienes naturales. La defen-sa de los campesinos, pequeños productores y pueblos originarios desplazados por los gran-des productores impone la necesidad de esta-blecer limitaciones a la gran propiedad de la tierra y encarar un proyecto de reforma agraria integral. Este punto conlleva la protección de los bienes comunes de la naturaleza como pa-trimonio del conjunto del la sociedad.

Políticas integrales de género. Aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embara-zo elaborada por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Re-glamentación completa e implementación real

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de las Leyes de Protección Integral para preve-nir, sancionar y erradicar la violencia hacia las mujeres, la Ley de Educación Sexual Integral, y la Ley de Identidad de Género. Implementación de un Plan nacional de lucha contra las violen-cias machistas y homo-lesbo-transfóbicas.

Reforma Educativa Integral. Elaboración de una Nueva Ley de Educación Superior y de leyes provinciales que terminen con la mercantiliza-ción de la educación. Es necesario trabajar so-bre una educación que sea realmente inclusiva, cuyos programas respondan a los intereses de los sectores populares y no a las imposiciones de las clases dominantes. Acabar con las polí-ticas mercantilizadoras y elitistas implican la construcción de una nueva educación: emanci-padora, nuestroamericana, feminista y popular.

Políticas integrales de seguridad. Es urgen-te y necesario un trabajo de transformación de las instituciones represivas que permitan avan-zar sobre modelos de seguridad integrales que dejen de sustentarse en la criminalización de la pobreza y la protesta social; en el abuso de autoridad y el incremento de la violencia sobre los sectores populares. Intervenir sobre la inse-guridad requiere tener una mirada amplia, que no recaiga en el eslabón más débil sino en los grandes mercados de la inseguridad, que están en manos de los sectores dominantes. La dero-

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gación de la Ley Antiterrorista y del Proyecto X son medidas centrales para garantizar cons-trucciones desde la democracia protagónica.

Plena aplicación de la Ley de Servicios de Co-municación audiovisual. La ley de medios es una conquista histórica de las organizaciones populares, por lo tanto es imprescindible que se garantice el 33% del espectro radioeléctri-co a los medios sin fines de lucro. Esto implica generar las condiciones presupuestarias para hacer efectiva su participación. Por otro lado, la disputa debe darse en el ámbito de los me-dios gráficos, trabajando sobre marcos legales que avancen en la desmonopolización de este soporte y en el fomento a la producción auto-gestiva, cultural y comunitaria.

Reforma política integral hacia un Estado popular. Convocatoria a una asamblea cons-tituyente soberana y fundacional que pueda poner en discusión el conjunto de un régimen político y una institucionalidad donde los po-líticos están cada vez más alejados del pueblo y presos de las corporaciones y poderes fácti-cos. Es necesario generar una transformación estructural del Estado, avanzando en la promo-ción de instancias de autogobierno o democra-cia participativa y protagónica.

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6 Nuestro programa

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Patria Grande nace para luchar por este programa, por estos sueños, por estos ideales. Nace para sumar una mano a la de millones de explotados, una gota de agua a la marea de la liberación continental, un grano de arena para la construcción de la futura sociedad de iguales. Desde lo profundo de nuestra historia hasta los horizontes por conquistar, con humildad y mezclados entre nuestro pueblo pero sin agachar la cabeza frente a la prepotencia del poder. Con Fidel, con Chávez, con el Che, con el socialismo y el poder popular como banderas de una nueva generación que lucha para vencer.

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Patria Grande

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