manifiesto de los iguales -1796

Upload: elsa-ibarra-ocampo

Post on 14-Oct-2015

36 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

  • ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net

    Youkali: revista crtica de las artes y el pensamienton 3, mayo de 2007

    revista semestral en formato electrnicopara encontrarla: www.youkali.net

    edita: tierradenadie ediciones, S.L.I.S.S.N.: 1885-477X

    las afirmaciones, las opiniones y los anlisis que se encontrarn en el pre-sente nmero de Youkali, son responsabilidad de sus autores.

    los autores(copyleft)

    coordinacin: Montserrat Galcern Huguet y Matas Escalera Cordero

    participan en el nmero: Taller de resistencia a la banalidad, grupo Arbeit,Fernanda Navarro, Montserrat Galcern Huguet, Matas EscaleraCordero, Maite Aldaz, Juan Pedro Garca del Campo, Aurelio SainzPezonaga, Enrique Falcn, Iris M. Zavala, Paula Winkler, Jess EzquerraGmez, Teresa Rejano Garca, Filippo del Lucchese, Roger Campione,Natividad Salguero y Jos Andrs Calvo.

    maquetacin: tallerVportada y contraportada: Maite Aldaz

    Los fotogramas de la pelcula Que viva Mxico!, de S. Eisenstein, que sal-pican las pginas de este nmero han sido capturados a partir de una copiadigitalizada del original.

  • ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.com

    www.youkali.net

    N D I C E pg.

    Breve editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

    El materialismo

    - Fernanda Navarro: La actualidad de las ltimas reflexiones sobre la poltica de Louis Althusser . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

    - Juan Pedro Garca del Campo: El materialismo, una prctica de la mirada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14

    - Filippo del Lucchese; Sobre el vaco de un encuentro: Althusser lector de Maquiavelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

    - Jess Ezquerra Gmez: El espejo de Dionisio (acerca del idealismo hegeliano) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

    - Aurelio Sainz Pezonaga: El deseo activo de amar(afecto y materialismo en Spinoza) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

    - grupo Arbeit: siete (7) respuestas rpidas para siete (7)preguntas clave (cuestionario de la redaccin) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68

    Elementos de produccin crtica

    - Iris M. Zavala: ...dejndome el alma herida (narracin) . . . . . . . . . . . . 73- Paula Winkler: Las dichas del aburrimiento (narracin) . . . . . . . . . . . . 85- Matas Escalera Cordero: El nombre de la mesa (narracin) . . . . . . . . . 90- Taller de Resistencia a la Banalidad: Eximgenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 5

    Anlisis de efectos / Reseas

    - Resea (breve) de Anciano ya y novato todava, de Jorge Riechmann por Jos Andrs Calvo Rodrguez . . . . . . . . . . . . . 110

    - autodefensa de Once poetas crticos: una antologa necesaria, por Quique Falcn . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112

    - La locura disciplinaria: resea de El poder psiquitrico de Michel Foucault, por Teresa Rejano Garca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115

    Un clsico, un regalo

    - El manifiesto de los Iguales (1796),de Sylvain Marchal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

  • YOU

    KA

    LI, 3

    p

    gina

    4

    ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net

    EDITORIAL

    Con unos das de retraso sobre el calendario previsto (era de prever, por cierto), aqutenis el tercer nmero (el cuarto, en rigor) de nuestra revista digital. Vuestras reac-ciones, que nos llegan por diversos medios, y los datos -objetivos-, nos animan a con-tinuar en la brecha (defendindola a tecla y pluma)

    El nmero de visitas se dispara, y, semestre a semestre, crece sin parar; desde el mesde noviembre pasado, sumamos ya ms de 3.400 lectores; de ellos, aproximadamen-te, 2.400 seran lectores del nmero 2 -el precedente-, y el resto, mil lectores, lo ser-an de artculos incluidos en el nmero cero y el uno. Somos, pues, ms de los que cre-emos, taponando la brecha (resistiendo a tecla y ratn); y, a todos vosotros, os invi-tamos a participar -envindonos vuestras reflexiones, ideas y opiniones- en nuestroforo.

    El materialismo es el leitmotiv de los artculos de fondo y de algunas de las produc-ciones, de este nmero; entre los primeros estn el de Fernanda Navarro sobre lavigencia de Louis Althusser, o el de Filippo del Lucchese, acerca de Althusser comolector de Maquiavelo, el de Jess Ezquerra Gmez, acerca del idealismo hegelia-no, el de Juan Pedro Garca del Campo sobre el materialismo o el de Aurelio SainzPezonaga, que trata la relacin afecto/materialismo en Spinoza.

    Adems, los miembros del colectivo Arbeit responden, con el tino y el sentido a quenos tienen acostumbrados, a nuestro habitual cuestionario express; Iris M. Zavalanos ofrece un captulo de su ltima novela, apenas edita (va a ser presentada, enBarcelona, casi al tiempo que sale este nmero), y Paula Winkler se suma, desde eluniverso creativo argentino -uno de los ms activos en el mbito hispnico- a lanmina de nuestros amigos y colaboradores.

    La resea -y autodefensa por parte de su coordinador, Quique Falcn- de la apari-cin de una antologa que ser clave en el devenir de la poesa actual, Once poetascrticos; y un indito extraordinario y sorprendente, el Manifiesto de los iguales,que disfrutaris sin duda todos, son otros de los alicientes de este nmero.

    Que lo (de)gustis con bien y salud. Vale.

    Tierradenadie edicionesCiempozuelos mayo de 2007

  • Es para m un motivo de gran alegra estar en estaUniversidad. Quiero agradecer en primer lugar a Vi-ttorio Morfino y Maria Turchetto la invitacin, queme ha dado la oportunidad de repensar la obra de unfilsofo controvertido y polmico, a quien admiro y aquien tuve la suerte de conocer en el perodo entresus dos muertes 1980-1990. Louis Althusser, cues-tionador de la racionalidad occidental y de su estruc-tura de dominio, desde un proyecto original conoci-do como el retorno a Marx que tuvo una impresio-nante respuesta en su tiempo.

    En cuanto a mi exposicin, no pretendo hacer unriguroso anlisis terico de su legado, me centrarms aunque no nicamente- en el ltimo Althusser.

    Mi encuentro con el filsofo, con ese Maestro delpensamiento, fue absolutamente casual y aleatorio.Llevaba yo una carta de un amigo suyo, un profesorargentino Mauricio Malamud, durante mi sabticoen 1984, en Paris. Despus de mucho pensarlo, deci-d visitarlo y un buen da tena yo frente a mi al Maes-tro de alta y fatigada figura y de mirada azul, conver-tido primero en mito, despus en misterio.

    En el trayecto fui recordando la inmensa influen-cia que tuvo en Amrica Latina entre los aos de 1965y 80. Especialmente en Argentina y Mxico. Fue unava antidogmtica para acceder al Marxismo. Articu-l una interpretacin anti-humanista y anti-econo-micista de Marx y, en la prctica, hizo una fuerte cr-tica al estalinismo. Quienes nos estbamos iniciando,sentimos un reto y una motivacin en la argumenta-cin y la pasin althusseriana. Sus brillantes pginasen que propona una lucha despiadada contra losmitos epistemolgicos: de los orgenes, de la tradi-cin, de la teleologa, de la historia, sin ms, desper-taron especial inters.

    Su concepto de prctica terica que exigi rigor,polmica seria y respeto al adversario, iluminabanuestras discusiones. Y su concepto de prctica pol-tica nos indicaba que no bastaba la reflexin tericafilosfica ni la crtica de la cultura para inducir cam-bios sociales.

    Y qu decir de su tesis de la historia sin sujeto nifines, tesis que provoc interesantes polmicas y fru-tos acadmicos: se trataba del sujeto de la historia oen la historia...o simplemente historia sin sujeto? ob-

    jetivismo o subjetivismo, sincrona o diacrona, his-toricismo o estructuralismo. Esta discusin, inserta-da en todo un aparato conceptual de explicacin his-trica, nos abri un sendero diferente. Un rasgo ms:su escritura portaba siempre una dimensin tica.

    Algunos nos dejamos seducir por la nueva teorade la ideologa, la de los Aparatos Ideolgicos del Es-tado... que dio lugar a sendas discusiones apasiona-

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    5

    el m

    ate

    ria

    lism

    o

    ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com

    www.youkali.net

    LA ACTUALIDAD DE LAS LTIMAS REFLEXIONESSOBRE LA POLTICA DE LOUIS ALTHUSSERpor Fernanda Navarro*

    * Una primera versin del texto que publicamos fue leda por Fernanda Navarro en el transcurso del Congreso Internacional Rileggere IlCapital. La lezione di Louis Althusser, celebrado en Venecia entre el 9 y el 11 de noviembre de 2006, organizado por el Departamentode Estudios Histricos de la Universidad Ca Foscari de Venecia.

  • das. Prcticas transformadoras por un lado, sujetossujetados por otro. Muchas de sus tesis eran delibe-radamente provocadoras. Deca que la provocacinpuede ser altamente filosfica!

    En suma, nos dimos cuenta de que, en nuestrotiempo, no se poda ya pensar a Marx pre-althusse-rianamente.

    Una experiencia relevante que tambin recorden la que no voy a ahondar- fue en 1978 cuando sehablaba de la crisis del marxismo y contrariamentea las actitudes esquivas o de lamentacin de muchos,Althusser la encar de manera positiva, Viva la cri-sis! dijo, porque una crisis no slo significa liquida-cin o muerte sino puede tener tambin un carctertransformador, liberador. Y adems, con gran valen-ta reconoci que detrs de todo haba una crisisterica que afectaba al marxismo y a todos los par-tidos comunistas del mundo. Al mismo tiempo, Al-thusser siempre critic a los que abanderaban un So-cialismo occidental sin lucha de clases, en una Euro-pa unida en un socialismo verbal y moralizador queescamoteaba los antagonismos sociales haciendoconcesiones al Capitalismo.

    Quisiera insistir en el tema de la crisis terica delmarxismo; en ese al fin la crisis! con resonancias dealivio y bienvenida. Pero antes, una aclaracin: cuan-do Althusser habla de Marxismo, implica no slo lateora marxista sino tambin las organizaciones y lasprcticas que se han inspirado en ella y que desem-bocaron en las revoluciones rusa y china, y posterior-mente en una escisin del movimiento comunistainternacional. Fue cuando aparecieron conflictos gra-

    ves al interior del campo socialista, que llegaron acuestionar tanto la interpretacin de la historia delmarxismo como de la teora marxista misma.

    Nuestro autor hace referencia a la realidad brutalque se descubri en el XX Congreso del P.C. soviti-co, y que haba sido ocultada a los militantes duran-te ms de 20 aos, para justificar los monstruososproceso de 1937-8 en la URSS... Resultado: revel unsistema terico y prctico capaz de sobrevivir a lasrevelaciones ms escandalosas. Claro! La verdad deese pasado resultaba difcil si no imposible de en-frentar, insoportable, pero lo cierto es que los mar-xistas que se proclamaban comunistas, fueron inca-paces de dar cuenta de su propia historia!

    Y as es como la crisis poltica del marxismo re-mite a lo que debemos llamar su crisis terica. Lostrabajos referidos a esta situacin padecen de unagran debilidad, reducidos a crnicas sin proyeccinpoltica ni terica, o a meras hiptesis aventuradas...y vuelve Althusser a lanzar la pregunta por qu elmovimiento comunista no fue capaz de escribir supropia historia de manera convincente, desde El Ma-nifiesto Comunista? Y lanza una ltima pregunta:acaso no es en la teora marxista misma tal ycomo la concibi su fundador- donde debemos bus-car tambin rendir cuentas, incluyendo hechos quepermanecen oscuros?

    Afirma: Yo pienso que es as y que se debe hablarabiertamente de la crisis de la teora marxista, conuna sola reserva: a sabiendas de que esta crisis vienede mucho tiempo atrs y que desde los aos 30 conel estalinismo, tom una forma particular que blo-que toda salida a la crisis, impidiendo toda investi-gacin y formulacin.

    Hoy, empero, estamos en una nueva situacin...que nos permite decir al fin la crisis ha explotado!Est a la vista de todos! Al fin se hace posible un tra-bajo de revisin y de rectificacin!

    A los camaradas que temen hablar de crisis, losentiende porque las palabras se concatenan y sugie-ren ciertas significaciones: crisis apunta a falla, y fallaa liquidacin o muerte. Pero en ese momento Al-thusser les dice que hay otra posibilidad, a la que lapuesta: la de una crisis liberadora, una crisis de re-nacimiento, de transformacin. Sostena que no lla-mar a la realidad por su nombre y en voz alta, y nocerrar filas ocupando cada uno un lugar en la luchade clases, era prolongar la crisis interna del marxis-mo en sus aspectos y efectos ms graves.

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    6

    el m

    ate

    ria

    lism

    o

    ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net

  • Por su parte, los idelogos de la burguesa habancantado ya la crisis desde haca tiempo. Desde Webera Croce, de Raymond Aaron a Popper as como des-tacados economistas, haban anunciado la muerte deMarx. Y los que quisieron salvarlo hicieron de l unrevolucionario por indignacin moral, por humanis-mo o religin, o sea otro tipo de entierro!

    Con todo esto dando vuelta en la cabeza, despus debuscar en un mapa de Paris, la ubicacin de su De-partamento, finalmente lo encontr, ocupado, repen-sando y vislumbrando nuevos textos que plasmarannuevos planteamientos filosficos que habran demarcar una especie de viraje en su obra.

    Despus de algunos minutos entre el silencio y elbalbuceo, me atrev a hacerle una pregunta en tornoa los autores que l menciona como influyentes en suobra: Bachelard, Foucault, Freud, Lacan y Canguil-hem cmo es que ninguno de ellos es marxista? Surespuesta fue rpida: sencillamente porque lo quehan hecho en la URSS con la filosofa es absoluta-mente aplastante. En cambio los autores a los quealudo permiten pensar. Lo que no necesitaba expli-car es que a travs de la obra de ellos, l hizo unaggiornamento del Marxismo, lo puso al da incor-porando la perspectiva de poderosas corrientes inte-lectuales de los 60s-70 como la lingstica, la episte-mologa, el psicoanlisis.

    Para mi sorpresa, no fue la nica visita. Me invita seguir conversando y un buen da, despus de me-ses, me mostr un alto armario de madera dondeguardaba una gran cantidad de papeles y... manus-critos. Lo abri permitindome el placer de hurgar enlo indito. Fue entonces que me vino la idea dellibro-entrevista Filosofa y Marxismo. Volviendo alos dems manjares que guardaba el armario, resal-taban un Manual de Filosofa para no-iniciados, unanovela filosfica donde congregaba a un nmero defilsofos de diferentes pocas y corrientes en un granfestn, tipo Banquete; estaba tambin la primera desus autobiografas: Los Hechos, que empieza dicien-do nac en Argelia a la edad de 4 aos. Algunas p-ginas sueltas donde encontr un dato que desconoca:que durante la 2 Guerra Mundial, el filsofo haba es-tado en un campo de prisioneros en Alemania du-rante 5 aos. Segu con los textos algunos a mqui-na y otros a puo y letra- y el que ms me atrap fueuno sobre los Mundos de Epicuro, escrito en 1982, al

    salir de una estancia en un psiquitrico, despus dehaber frecuentado profundidades de oscuridad y devaco, en una soledad extrema y sin metfora.

    Este libro cristalizara en el Materialismo Aleato-rio, sobre Epicuro, donde recoge la tradicin mate-rialista apenas reconocida por la Historia de la Filo-sofa, incluyendo a los raros pensadores no apolog-ticos, no aprisionados en la dada materialismo-idea-lismo, tales como Demcrito, Epicuro, Maquiavelo,Hobbes, Rousseau (2 Discurso), Marx, Nietzsche yHeidegger as como las categoras que sustentan ta-les como la margen, el vaco, la contingencia, laausencia de centro y la libertad. Se trata de un mate-rialismo del Encuentro, de la contingencia, de loaleatorio que se opone incluso al materialismo co-mnmente atribudo a Marx y a Lenin que, comotodo materialismo de la tradicin racionalista es unmaterialismo de la necesidad y de la teleologa, es de-cir, una forma disfrazada de idealismo. Sobre estoregresaremos.

    Muchos de ustedes han ledo este libro ( Materia-lismo Aleatorio) y saben que ah explica Althusser lastesis centrales de Epicuro: a saber, que antes de laformacin del mundo, una infinidad de tomoscaan, de manera paralela, en el vaco. Lo cual impli-ca que antes de que hubiera mundo, no haba Nada,aunque todos los elementos que conforman el mun-do existan ya sueltos, dispersos, desde siempre. Esdecir que, antes de la formacin del mundo no exis-ta ningn Sentido, ni Causa, ni Fin, ni Razn. Conestas tesis Epicuro se opone claramente a Platn y aAristteles, o sea, al idealismo.

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    7

    el m

    ate

    ria

    lism

    o

    ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com

    www.youkali.net

  • Qu ocurre entonces? Sobreviene el clinamen(trmino de Lucrecio, aunque resulta indispensablepara la lgica de las tesis de Epicuro). El clinamenes una desviacin infinitesimal que tiene lugar no sesabe donde ni cuando ni cmo y hace que un tomose desve de su cada en el vaco y, al romper apenasel paralelismo en algn punto, provoca un encuentrocon un tomo vecino...y de encuentro en encuentro,(en una suerte de carambola)... nace un mundo.

    Ahora bien, para que la desviacin d lugar a unencuentro del cual nacer un mundo- es precisoque tenga cierta duracin, que no sea breve o efme-ra, para que se convierta en la base slida de todarealidad, de toda necesidad, de todo Sentido y Razn.

    Si el encuentro no es duradero, si no se consolida,entonces no hay mundo. El encuentro mismo, por sslo, no crea nada de la realidad del mundo. Lo ques hace es darles una existencia real a los tomos mis-mos que, sin la desviacin y el encuentro no serannada ms que elementos abstractos, sin consistenciani existencia. Pero una vez establecido el mundo,consumado ya, se instaura el reino de la Razn, deSentido, de la Necesidad y del Fin. Pero ojo, esta con-sumacin del mundo es efecto de la contingencia.

    El remitir el Origen de todo mundo, de toda rea-lidad y de todo sentido a una desviacin aleatoria yno a la Razn o a la Causa primera, habla de la auda-cia de la tesis de Epicuro.

    En esta circunstancia qu pasa con la filosofa?Ya no es el enunciado de la Razn y del Origen de lascosas sino una teora de su contingencia y del some-timiento de la necesidad a la contingencia. La filoso-fa no hace ms que constatar que hubo encuentro yque los elementos prendieron, cuajaron. Toda lacuestin del Origen , como otras grandes cuestionesde la filosofa tradicional, es relegada.

    Con resonancias ms contemporneas, escucha-mos la pregunta: Por qu hay ser y no ms biennada? Cul es la razn de ser del mundo? Cul es ellugar del hombre en el universo? Heidegger proponeal ser-ah o da-sein: su es gibt=hay=il y a) sinCausa, ni Origen ni Principio.

    La originalidad de este materialismo del encuen-tro, para Althusser, se hace todava ms clara si se lapiensa a travs de la poltica. No supone nada prees-tablecido. Es en el vaco poltico donde se debe reali-zar el encuentro. Pero ese vaco poltico es antes quenada un vaco filosfico, donde no se encuentra nin-

    guna Causa que preceda a sus efectos. NingnPrincipio moral o teolgico (como en la tradicinaristotlica). Aqu no se razona a partir de laNecesidad del hecho consumado sino desde su con-tingencia.

    Es decir, en esta filosofa reina la posibilidad: elencuentro puede o no llevarse a cabo, puede o no te-ner lugar, Ningn principio decide de antemano so-bre esta alternativa que es del orden del azar, deljuego de dados. Althusser considera a Maquiavelo elfundador de la Ciencia Poltica materialista. En otraspalabras, nada garantiza que la realidad del hechoconsumado sea la garanta de su permanencia y ac-tualizacin. Al contrario, y en el plano poltico esms claro: todo es provisorio, no hay nada eterno enlas leyes de ningn Estado. De hecho, la historia noes ms que la revocacin permanente del hecho con-sumado por otro hecho indescifrable que habr deconsumarse despus; sin que se sepa de antemanodnde ni cmo se producir el evento de su revoca-cin. Simplemente otro da llegar en que los dadoshabrn de lanzarse en una mesa o un tablero, vac-os... pero nunca un golpe de dados podr abolir elazar!

    Se habr podido ver que esta filosofa es una filo-sofa del vaco (recordemos que para Althusser elconcepto de vaco es un motor en su produccin te-rica: como condicin de posibilidad de la libertad ydel movimiento, como ausencia de obstculos).

    Se trata no slo de una filosofa que dice que elvaco preexiste a los tomos que caen sino una filoso-

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    8

    el m

    ate

    ria

    lism

    o

    ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net

  • fa que hace el vaco filosfico para darse existen-cia: una filosofa que en vez de partir de los famososproblemas filosficos y metafsicos, comienza porevacuarlos, para slo partir de la nada y de esa varia-cin infinitesimal y aleatoria que es la desviacin enla cada: el clinamen.

    Nuestro autor se pregunta Hay acaso una crticams radical de toda Filosofa en su pretensin de de-cir la verdad de las cosas? Pocas veces en la historia sele ha dado al vaco toda su proyeccin filosfica. No escasual que la obra de Epicuro haya sido presa delfuego de los incendiarios de la tradicin filosfica.

    Entre los autores que menciona en esta lnea estSpinoza, quien consider el vaco como el objeto de laFilosofa. Entre Spinoza y Rousseau menciona a Hob-bes, el implacable ingls, que declara que la sociedadentera reposa sobre el miedo, (La prueba es quetodos tienen llaves) y que el hombre es el lobo delhombre. Habla de la guerra preventiva y de la guerrade todos contra todos. Esto es lo que lo hace pasar ala alternativa calculada entre el estado de guerra y elContrato, el pacto, El Leviatn, al que los individuosdelegan unilateralmente todos sus derechos. Tran-saccin fundada en el miedo y la sumisin en aras dela proteccin contra el estado de guerra. Althusserconsidera a Hobbes como el primero en pensar ladominacin ideolgica y sus efectos.

    El siguiente autor para hablar del materialismodel Encuentro es el Rousseau del 2Discurso, (dondehabla tambin del Estado de Naturaleza, como unestado sin ninguna relacin social). Para ilustrarloofrece la figura del bosque primitivo. Para Althusser,El bosque es el equivalente del vaco epicureo donde

    cae la lluvia paralela de tomos: es un vaco donde losindividuos se cruzan, sin encontrarse, salvo en brevescoyunturas sin ninguna duracin...

    Con esta figura, Rousseau quiso mostrar una Na-da de sociedad, anterior a toda sociedad. La nada desociedad que constituye la esencia de toda sociedadposible. Tesis audaz cuya radicalidad ha escapado asus contemporneos y posteriores, dice Althusser).

    Menciona toda esta intuicin del Siglo XVIIIrechaza toda teleologa de la historia. No hay inicio nifin, hay devenir... como en las aguas del ro de Her-clito. Filsofos desde Nietzsche a Deleuze, Heideggery Derrida siguen est lnea del materialismo aleatorioponiendo nfasis en el Antes no hubo nunca nada ;o el Da-Sein de Heidegger: = el SER-AH (arrojado almundo sin consulta ni sentido previo); o el toujoursdeja la (siempre-ya-ah).

    Quien tambin expres esta idea es el filsofofrancs contemporneo Clement Rosset:

    La historia de la filosofa occidental abre con unenunciado de duelo: la desaparicin de las nocionesde azar, desorden y caos. Fue esa la palabra inaugu-ral que evacuara -del campo filosfico- la idea de azaroriginal, constitutivo y generador de existencia.

    A partir de entonces, prevaleci la corriente de lgi-cos del orden, de la sabidura y de la razn, de la sn-tesis y el progreso...lgicos de la reparacin que hanborrado el azar del horizonte de la conciencia filos-fica. Pero tambin ha habido pensadores que se hanasignado la tarea opuesta...son los filsofos trgicoscuyo fin ha sido disolver el orden aparente para en-contrar el caos y el azar, enterrados por la racionali-dad logocentrista empeada en prolongar la relativapermanencia de cierto orden que asegura la fijeza ilu-soria de cierto ser. (La Logique du Pire. PUF 1971)

    Y despus, qu es lo que adviene, lo que acontece eneste mundo sin un ser originario y sin historia?Encuentros. Lo que adviene en la lluvia universal deEpicuro, anterior a todo mundo constituido sonencuentros. Y el Encuentro adviene por el milagrodel clinamen: razn de cualquier mundo posible yque es anterior al nacimiento de cualquier Forma.

    Se da el primado de la Nada sobre la Forma.

    Althusser hace una aseveracin atrevida: Todoencuentro es aleatorio. Tanto en sus inicios comoen sus efectos. Todo Encuentro pudo no haber sido.Necesidad y Contingencia se vuelven a juntar. En vez

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    9

    el m

    ate

    ria

    lism

    o

    ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com

    www.youkali.net

  • de pensar la contingencia como modalidad o excep-cin de la necesidad, hay que pensar la necesidadcomo el devenir-necesario del encuentro de los con-tingentes. Es as como puede verse no slo el mundode la vida sino tambin el de la historia.

    Y qu ocurre con el sentido de la palabra LEY. Seconceder que no hay Ley que presida el Encuentrodel clinamen pero una vez consumado el encuentro,y lograda la estabilidad, estamos frente a un mundoya instaurado, un mundo firme y slido, cuyos acae-cimientos deben obedecer a leyes.

    Y tal es el mundo que conocemos. Ese es nuestromundo, ante el cual una vez instaurado, poco impor-ta que inicialmente haya nacido del encuentro detomos en una lluvia paralela en el vaco, o que sehaya originado en el big bang de los astrnomos. Elhecho real es que este mundo nuestro, que ahora esREGULAR, est sometido a Reglas y Leyes. Perotambin es un hecho el que las leyes mismas estnsujetas a cambio, que pueden no tener valor y vigen-cia por toda la eternidad.

    Con esto revela el fondo aleatorio que est detrs,de la sin razn y la nula finalidad o teleologa.

    Volviendo a Marx, resulta que omite el carcteraleatorio del Encuentro y su conformacin. Aunquese mantiene dentro de la lnea materialista, no dejade ser un materialismo de la tradicin racionalistaque reconoce la necesidad y la finalidad. Cede a otroconcepto del modo de produccin capitalista con unaconcepcin totalitaria, teleolgica y filosfica. (Es ascomo Marx y Engels pensaron al proletariado comoproducto de la gran industria, producto de la explo-

    tacin capitalista, confundiendo la produccin delproletariado con su reproduccin capitalista amplia-da, como si el modo de produccin capitalista hubie-ra preexistido a uno de sus elementos esenciales: lamano de obra desposeda.) O sea que aqu, a diferen-cia de los tomos en el vaco, todo est consumadocon anterioridad, la estructura precede a sus elemen-tos y los reproduce para reproducir la estructura.Remite a la dimensin del Todo y a su reproduccin.

    Como se puede advertir, est en las antpodas dela concepcin del Encuentro. Lo que ah importa esel modo de Dominacin de la estructura sobre loselementos. Y no puede haber Encuentro porque laUnidad precede a los elementos y porque no existe elvaco necesario para todo Encuentro aleatorio.

    En suma, admite Althusser, se trata finalmentede una forma enmascarada de idealismo, ajena almaterialismo aleatorio del que ahora vamos a verotra faceta.

    Esta ltima concepcin althusseriana de Marx esdesconcertante porque no concuerda con su posicinanterior. Ej. Fernandez Liria). Pero tiene una prime-ra explicacin: Althusser no apoy nunca tesis esen-cialistas, ms bien, el constante fluir, la desustancia-lizacin, ej. la ausencia de un sujeto fijo, idntico a smismo. Y por otro lado, lo explica claramente en miEntrevista sobre Filosofa y Marxismo de 1984,cuando relata cmo, a partir de las investigaciones deBidet en su libro Qu Hacer del Capital, se convencede que Marx nunca se liber totalmente de Hegel,aunque s se movi hacia otro terreno, el cientfico,en el que fund el materialismo histrico.p.27

    F. significa que la ruptura no fue total?A. No, no lo fue, fue slo tendencial.

    Luego, en la pag. 26: he pensado que resulta muydifcil hablar de una filosofa marxista, de la mismamanera que sera difcil hablar de una filosofa mate-mtica o fsica, si consideramos que lo esencial deldescubrimiento de Marx es de carcter cientfico: elhaber sacado a la luz el modo de funcionamiento delrgimen capitalista.

    Para ello, Marx se apoy en una filosofa la deHegel- que nosotros podemos considerar que no fuela que mejor corresponda a su objetivo...y paraseguir pensando. Pero no se pueden extrapolar susdescubrimientos cientficos a la filosofa....siguep.27,28 y30.

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    10

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net

  • Hasta aqu, hemos hablado de la obra publicada deAlthusser. Ahora daremos un salto para tocar temasinditos (o de pstuma edicin) sobre filosofa polti-ca, que ocuparon largas horas lectura y de conversa-cin con el autor y que al final, no quiso que se publi-caran en la Entrevista porque, segn l, carecan delrigor y pulimento que su autoexigencia siempre de-mand. Con esta advertencia me atrevo a mencionar-los ahora dada la actualidad que an tienen paranuestras latitudes, esperando que perdone mi osada.

    Aluda al acontecimiento imprevisto siempre,que cambia todos los datos fijos y las premisas, ysobretodo, a los intersticios modernos que han surgi-do en este mundo donde, como en el mundo deHerclito y de Epicuro, todo se encuentra en un flujoconstante e imprevisible y cuya imagen se acercams a la de una raz horizontal que a la de un rboljerarquizado.

    Uno de estos espacios o intersticios son, paranuestro autor, los movimientos populares y lasluchas marginales cuyo creciente auge y vigor es cadada ms evidente, contrariamente a los partidos pol-ticos. Entre los movimientos destaca, el de jvenes,pacifistas, feministas, ecologistas y, menciona tam-bin -a fines de los 80- al movimiento de la teologade la liberacin. Movimientos que, sin saberlo, si-guieron ms a Rosa Luxemburgo que a Lenin. Se-ala que stos han mostrado que la organizacin par-tidaria est construida exactamente sobre el modelodel aparato poltico tradicional, burocrtico, al que loque ms le interesa es mantener los cargos y garanti-

    zar el predominio de su lnea. Sostiene que la crecien-te apata o despolitizacin que se acusa actualmente,se debe al hasto al que ha llegado la sociedad civilpor esa poltica partidaria, cimentada en estructurasjerrquicas, anquilosadas, ancladas en la retrica, elautoritarismo y la falsedad.

    Tambin critica a quienes por haber ledo a Marxy a Lenin se sienten con capacidad y con derecho deintroducirse en los grupos o movimientos y, desdefuera, pretenden dirigirlos.

    El ltimo Althusser considera que estas minoras,estos movimientos, se estn organizando ya; que coe-xisten a micro-escala y han comenzado a filtrarse yproyectarse por entre los resquicios del poder, abrien-do espacios, sin la pretensin de instaurar nuevas pir-mides con viejas estructuras de dominio sino simple-mente de abrir intersticios y habitarlos. Extender lasmrgenes que permitan otro tipo de prctica huma-na: libre de la manipulacin ideolgica y de toda cla-se de opresin y explotacin y que posibiliten el adve-nimiento de una sociedad ms justa.

    Toda esa nueva realidad revela una bsquedacallada de otras formas de organizacin y de accinalternativas, lo cual en el fondo indica que, despusde todo, no se trata de un desinters total por la pol-tica en s -que desde los griegos se considera inheren-te a toda accin humana- sino de un rechazo rotundoa la poltica oficial actual, degradada, degenerada,sellada por la corrupcin.

    Sin embargo, algo le preocupaba a Althusser:cmo superar el espontanesmo e improvisacin delos emergentes movimientos sociales. Para l, la ni-ca manera es la organizacin, con una concepcin de-mocrtica de las bases y con un largo trabajo de in-formacin, concientizacin y formacin. Conside-raba que esta tarea es mejor hacerla desde el interiory de manera autogestiva.

    Creo que ir ms lejos y soar con un movimien-to de Liberacin Internacional sera caer totalmenteen la utopa. Lo ms que se puede concebir es unCentro Internacional de Convergencia Ideolgica,por la Liberacin, que uniera a los movimientos al-ternativos y revolucionarios que estn surgiendo pordoquier, en busca de una nueva estrategia y nuevasprcticas y principios, buscando formas comunita-rias, con relaciones transversales. Un Centro de in-formacin, no de direccin. Una convergencia sinpoder de decisin, ni de orientacin, pues esto co-rresponde a los militantes de cada regin, de cada

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    11

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com

    www.youkali.net

  • pas, y ser la coyuntura local la que defina las formasde organizacin y las prcticas a seguir, En suma, unCentro de Encuentros, de intercambio de ideas, posi-ciones y experiencias; de investigaciones y de infor-macin sobre el estado que guarda la realidad decada pas: sus luchas, correlacin de fuerzas y pers-pectivas. A esto se llegar primero en los pases delTercer Mundo.

    Y nos hace una ltima recomendacin: para lograrabrir estos intersticios que anuncian una sociedadms justa, debemos despojarnos de los viejos esque-mas, abandonar los mitos en que vivimos, en suma,debemos aprender a pensar de otra manera.

    Tambin debemos abandonar toda una termino-loga desgastada y crear una nueva. No hay que se-guir empleando palabras como revolucin proleta-ria o internacionalismo proletario, debemos apren-der a hablar de otra manera... aprender con lospueblos y para los pueblos, un lenguaje en el cual sereconozcan. Esto desemboca en una nueva concep-cin de la historia, realmente materialista y aleatoria.

    Y resume: para cambiar el mundo de base, espreciso cambiar, de base, nuestra manera de pen-sar.

    Pero eso no es todo. La actualidad de estos pensa-mientos no se detiene ah. Quiero hacer referencia aun acontecimiento real, histrico, vivo, un hecho

    acontecido pero an inacabado, que ha conmovidomi pas, Mxico, con el que quiero hacer una analo-ga en apariencia hiperblica. Pues esa bsquedacallada de otras formas de organizacin y de accinalternativas, de pensar y de hablar diferente, se dioen mi pas, Mxico, en 1994. en Chiapas. YaAlthusser no lleg a verlo -muri en 1990- pero pare-ciera que lo intuy.

    Pienso en el levantamiento zapatista, al sur delpas, en Chiapas, el 1 de enero de 1994, fecha en laque Mxico deba acceder a las puertas majestuosasdel primer mundo tras la firma del NAFTA. En sulugar se desencaden una guerra singular que venade abajo, del color de la tierra, de los indios pobresentre los pobres, que se sublevaron con una astucia,una eficacia y una verdad (en su forma de hablar y deactuar) que sorprendi y sacudi al pas entero (hayque decir, al hilo de esto, que la teologa de la libera-cin jug ah un papel importante).

    Curiosamente, encuentro que este acontecimien-to no es extrao a las ltimas reflexiones deAlthusser: primeramente por su carcter aleatorio,inatendido y sorprendente; adems, coincide con susconsignas y su visin de la lucha: no internacionalis-ta sino regionalista, con relaciones transversales,horizontales dicen los zapatistas, rizomticas diraDeleuze. Tambin en sus formas de accin y de orga-nizacin alternativas y su forma de hablar, en un len-guaje en el que el pueblo se reconoce. En suma, otramanera de pensar y de hacer poltica.

    Desde el principio hubo en esto algo sorprenden-te, un hecho muy particular: que tras los 12 primerosdas de fuego y metralla, decidieron hacer callar a lasarmas y cambiarlas por la palabra, el dilogo quedesde entonces- se ha convertido en el arma mspoderosa. Adems, uno de sus puntos polmicos hasido su posicin respecto al poder. Es una lucha queno reclama el poder de arriba, del aparato de Estado,de la cpula, sino la organizacin de abajo en la quela autonoma juega un papel importante. Este es jus-tamente un punto que los distingue de las guerrillaslatinoamericanas de los aos 80, que luchaban por elpoder, por un asalto al poder que finalmente termi-naba con la reinstauracin o restauracin de lasestructuras de dominacin que decan querer trans-formar.

    Finalmente, un dato revelador, significativo: elsubcomandante Marcos, su portavoz y el ms cono-cido de los dirigentes del EZLN (Ejrcito Zapatista deLiberacin Nacional) fue althusseriano en sus aos

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    12

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net

  • de estudiante de filosofa en la Universidad NacionalAutnoma de Mxico. Escribi su tesis sobre losAparatos Ideolgicos de Estado, poniendo el acentoen la educacin.

    Desgraciadamente, el maestro en el pensarmuri 4 aos antes, pero bien podra pensarse que supensamiento iba en esa direccin, sobre todo cuandose leen esas palabras que escribi al final: este mundo,tan desprovisto de sentido, de orientacin y de aura,puede an sorprendernos. Y sorpresas hubo el 1 deenero de 1994! Un acontecimiento que gan la simpa-ta de amplios sectores mexicanos y del mundo. Sera,en s mismo, tema para otra conferencia.

    Abrieron un camino con tanta imaginacin y cre-atividad, tan lleno de iniciativas y de proyectos, queno tiene fin. Un hecho especialmente relevante hasido el paso del mando militar al civil en la organiza-cin de las comunidades zapatistas, desde 2003, conla creacin de la Junta de Buen Gobierno LosCaracoles (escargots, caracoles, figura simblicaporque su estructura hace posible entrar o salir y por-que al moverse sobre la superficie del terreno recogelas voces de la tierra). Tras 12 aos y despus dehaber pasado lo que ellos llamas los 3 Tiempos (oetapas): el de pedir, el de exigir y el de ejercer, prac-

    tican la autonoma en el mbito del gobierno local, enel de la educacin y en el de la salud (Italia ha sido eneso un pas solidario, proporcionando electricidad ala comunidad de La Realidad y un enorme apoyomdico para las clnicas zapatistas (tanto materialcomo humano, con los Mdicos sin Fronteras; estnorgullosos de tener ya una clnica, en Oventic, que hapracticado la ciruga por primera vez).

    En julio de 2005 han inaugurado una nueva sor-prendente estrategia que consiste en abrirse, en aco-ger a todos los dems sectores marginales, los opri-midos, los explotados... no slo los indios que son elorigen de su lucha- sino a todos los sin voz, los sinrostro, es decir, los parias de la tierra. Les han acogi-do en lo que llaman la Otra Campaa; derivada de laVI Declaracin de la Selva Lacandona, publicada en2005, que consiste en acercarse a las luchas, conocer-las directamente, crear lazos, enlazarlas porque estndispersas por todo el pas, para conseguir que seorganicen pacfica y civilmente. Con ese objetivo, esepropsito, es con el que Marcos ha salido de Chiapas,el 1 de enero de 2006, despus de 22 aos, y recorretodo Mxico hasta el 30 de noviembre. Es el tiempode la escucha, dice l.

    Este asunto y la historia de su relacin con laclase poltica dara lugar a otra conferencia! Pero eltiempo, siempre implacable, no lo permite.

    Querra terminar con una bella cita de Althusser:

    Debemos, a priori y sin vuelta atrs, decir adis acualquier formalismo, ya sea de las formas del ser odel conocer, como impostura que tiende, medianteuna desviacin del sentido, a restaurar Ser y Razn,Logos y Nomos, sobre las ruinas del mundo: tristeexilio de los elegidos de Dios. Como si hubiramosolvidado el Caos originario y el Diluvio, y el desenca-denamiento de los elementos previamente encade-nados, y slo espersemos a que la embriaguez de unNo viera un da, en el horizonte, el mar, el mar siem-pre ya recomenzado, y tras l, a lo lejos, la Tierra, laTierra...

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    13

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com

    www.youkali.net

  • La palabra es el instrumento bsico de la interaccinhumana con el mundo. No slo porque, como la tra-dicin psicoanaltica ha venido a concluir, a su travsse constituya la unicidad libidinal del yo soy, sinoporque slo simblicamente es posible dotar almundo de una unidad (o de una entidad, ms sim-plemente) en cuya virtud quepa proyectar sobre ltanto la actuacin como el conocimiento: siendo lapalabra el smbolo de los smbolos o, si se prefiere, elcdigo de los cdigos, es desde ella y por su articula-cin en el discurso que se produce ese curioso fen-meno que llamamos mundo. En este sentido, portanto, paradjicamente, cabe entender la plausibili-dad de aquella prdica que pretenda colocar alverbo como principio, y que narraba el surgimien-to del mundo como dictum sucesivo o como unnombrar que se hace carne: plausible como todo loideolgico, que slo tiene fuerza de conviccin cuan-do se superpone a lo fctico y, conservando la tramade su presencia ante los ojos, lo interpreta por sucuenta y lo integra en la discursividad previa de losimblico del Orden.

    El conjunto de datos que son captados por losrganos de los sentidos, por los ojos por ejemplo,carecen de capacidad referencial o informativa si noson estructurados simblicamente y ordenados sig-nificativamente por la actividad de la mente huma-na: La palabra, como metfora de los discursos enque se articula el sentido, es el nombre de un mirar,necesariamente simblico, que ordena y vehiculaunos datos que slo por ella adquieren plenitud sig-nificativa. Hay una realidad que se impone a cual-quier mirada como aquello que no puede ser obvia-do, como constancia fsica del ser circundante,pero sin la mediacin fsica de nuestro cuerpo y sin la

    mediacin simblica de lo imaginario que convier-te los datos percibidos en informacin significativa,no hay mirada sobre el mundo: sin mediacinhumana no hay mundo percibido sino impactosperceptivos en la debilidad fisiolgica del ser-hom-nido. En este sentido (pero quin podra pensar enotro sino los idelogos de lo previo fundante e infun-dado: de la palabra como absoluto, divino u ontol-gico?) la palabra es el origen del mundo, y sus articu-laciones discursivas son otros tantos mecanismospara su conversin en campo posible para la actua-cin humana: la palabra (retomando de nuevo para-djicamente la expresin utilizada por Deleuze-Guattari a propsito de la literatura) slo es signifi-cativa en la medida en que es apertura de un agen-ciamiento, en tanto que origina y pone en funciona-miento una mquina de significacin y/o sentido.

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    14

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net

    EL MATERIALISMO: UNA PRCTICA DE LA MIRADApor Juan Pedro Garca del Campo*

    * El presente artculo forma parte de un libro del propia autor titulado Opaco, demasiado opaco, que ser publicado en los prximosmeses

  • La mirada de los humanos sobre el mundo, por eso,es siempre, necesariamente, una mirada simblica:construida desde una cierta codificacin o articula-cin de los smbolos en cuya virtud reconocemoscomo coherente con nuestra actividad habitual lopercibido, naturalizndolo como evidencia que secorresponde sin sobresaltos con las formas histrica-mente codificadas de nuestra conducta y de nuestrosaber-para-la-supervivencia. No hay, pues, en elmbito humano, una mirada fsica neutral y neutra:toda mirada humana es una mirada simblica. Unamirada cargada de cdigos y normas y, al tiempo,una mirada que carga de cdigos y normas el mundoal que se aplica. Una mirada que hace natural yevidente (es decir, coherente con el universo cul-tural de sentido en el que nuestra humanidad seconforma) aquello que con su constitucin concuer-da. Una mirada, por eso, que es siempre de-la-inte-gracin e integrada, una mirada que slo proble-matiza el mundo y su orden si problematiza la pre-tensin (inducida por la coherencia simblica de lovisto con la construccin simblica de la mirada) deser una mirada neutra.

    El materialismo es una prctica de la mirada: unamanera de mirar, un punto de vista. Ms exactamen-te, un empecinamiento en mantener siempre el mis-mo punto de vista: no, desde luego, un punto de vistacualquiera, sino el de quien se niega a admitir la in-troduccin en el discurso de un Absoluto fundante,de un Orden o de un Sentido previos; el de quienrechaza cualquier tipo de sobreentendido, cualquierprincipio de autoridad o cualquier tipo de trascen-dencia. El materialismo es la mirada que, sabiendoresultante (y resultante de un proceso histrico, realy material muy concreto: el proceso de naturaliza-cin simblica de la impotencia y del sometimiento)la integracin y el orden, lo mira desde fuera parainsistir en la necesidad de su ruptura. El materialis-mo es, haciendo nuestra la expresin althusseriana,el empeo por explicar sin contar(se) cuentos. Nadams simple y, al tiempo, nada ms complejo. Nadams simple porque no exige la adhesin a dogma o aprincipio supremo alguno. Nada ms complejo por-que supone la ruptura con la palabra que construye lasubjetividad dominada. Apuesta simple, porque lo esslo por la mirada abierta. Empeo comprometidoporque equivale a romper con los lugares comunesde la evidencia cultural y simblica que la normavehicula: con la mirada del Orden.

    Primer y fundamental aserto: hay una mirada-del-orden, y es posible tambin una mirada-otra; segun-do aserto, no menos importante: en la diferenciaentre ambas, precisamente, est la que hay entre elidealismo y el materialismo, y no en otra cosa.

    Hay, ciertamente, una mirada del Orden, unamirada construida sobre la aceptacin incuestiona-ble de un orden social que sustenta su irrebasabilidaden la afirmacin de un Absoluto fundante, de unSentido que todo lo ordena y del que todo depende,una mirada de la presencia, una mirada del some-timiento a lo inmutable, una mirada de la impoten-cia, una mirada de la ignorancia y de su sublimacinmtica o religiosa, una mirada que pretende anidar lamorada del Ser, una mirada metafsica.

    Y frente a ella hay una mirada del conocimiento o,lo que es lo mismo, del no contar(se) cuentos, unamirada de la potencia, de la afirmacin de la libera-cin posible, del rechazo del sometimiento y delcuestionamiento continuo de la naturalidad y lainmutabilidad del orden dado, una mirada queniega la resignacin ante la impotencia, una mirada,por tanto, desfundamentadora del poder y de su ejer-cicio, una mirada crtica y desmitificadora: porque enltimo trmino, ntimamente unidas, son esas doslas cuestiones que, para el pensamiento, estn siem-pre en juego: la del poder y la del conocimiento. Nadatiene de extrao que fueran los griegos los que, en lamisma poca y (evidentemente) frente a los mismosproblemas, los que inventaran la ciencia, la filosofa yla democracia.

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    15

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com

    www.youkali.net

  • Deleuze y Guattari en una frase ya tan clebre que seha independizado de sus personas y del contexto enque la hicieron funcionar como provocacin y comosntoma, recordaban hasta qu punto es agradablehablar como todo el mundo y decir el Sol sale, cuan-do todos sabemos que es una manera de hablar.Sucede que, pese a las apariencias, la frase en cues-tin no tiene nada de simple: si todos sabemos quees una manera de hablar y que es la Tierra lo que esten movimiento por qu todo el mundo cuandohabla tiende a decir que el Sol sale? Sobre todo, porqu resulta tan agradable hacerlo? Agradable comoel retorno al hogar. Tranquilizador como el reingresoen el Orden, suprimiendo el riesgo de no ser enten-dido. Como llegar a casa y encender el televisor.Como leer que el Sol fue detenido en una batallaatendiendo la peticin de un po (!) guerrero.

    Materialista es el aguafiestas que a cada paso nosrecuerda (cmo si no lo supiramos?) que la mane-ra de hablar comn esconde una falsedad, y quesuprimiendo el riesgo anula toda posible ruptura:que hurta la posibilidad de un agenciamiento dis-tinto y pugnante, que mantiene el Sentido (natural-mente) sujeto a un Orden que se hace inquebranta-ble porque as escapa a la eficacia productiva de cual-quier palabra que lo cuestione; materialista es elaguafiestas que nos coloca el lmite ante los ojos yque, empeado en cambiar las palabras por concep-tos y la fabulacin comn por el rigor deductivo, pre-tende que el resultado (encima!) le parece bello.

    La palabra vehicula, decimos, la donacin de sen-tido en que consiste mirar y dar cuenta delmundo: hacerlo mundo propio, signado con las mar-cas de lo humano. En este sentido, la mirada no esnunca captacin especular, neutra: es siempre undeterminado agenciamiento que, adems, es tam-bin resultante y se construye desde el modo de ser(interesado tambin, en tanto que social e histrica-mente determinado) de lo-simblico-social en que lamirada y la significacin se juega.

    Saber y poder, efectivamente, como nadie duda(aunque muchos parecen olvidarlo a cada paso),aunque se presenten como cosas diferentes, son doscaras inseparables de una misma realidad ancladaprofundamente en las races vitales (corporales,fsicas o materiales, porque a nuestros efectosambas cosas vienen a ser lo mismo) de las que brotatoda la actividad humana: los humanos, como cual-quier otro ser vivo, procuran continuamente mante-ner la vida, esto es, procuran conservarla y hacer esaconservacin lo ms sencilla posible, lo que tambin

    significa hacerla lo ms agradable o lo menos penosaque sea posible. En este sentido, los humanos, a lolargo de su historia, han sido capaces de producirinstrumentos con los que satisfacer las necesidadestcnicas a las que debieron enfrentarse; no slo hanconstituido redes de cooperacin social, como hanpodido hacer otras muchas especies animales, sinoque, adems, han dado lugar a un modo tcnico deintervencin en el mundo (a un saber-hacer) quefacilitaba la supervivencia individual en el seno del

    grupo. El dominio del mundo y la actuacin eficaz enel mismo con vistas a la supervivencia y a la consecu-cin de una vida menos penosa, as, son posibles porel despliegue de un conjunto de estrategias de actua-cin, de un conjunto de saberes y tcnicas, cuyaformulacin y cuyo funcionamiento es posible sloporque el mundo de los smbolos y de la palabra hasido puesto en accin: porque los humanos, ademsde vivir en el mundo, lo han mirado buscando en llas regularidades de su funcionamiento que permi-tiesen captar sus procesos, prever las consecuenciasde los acontecimientos fsicos o de las realizacionesde los humanos, y transmitir las pautas y ritos queconstituyen el saber-para-la-supervivencia de lacomunidad. En eso consiste precisamente esa pro-duccin humana que llamamos conocimiento: unaactividad terica que resulta de la formulacin dis-cursiva (en el mbito de lo simblico y de la palabra)de las leyes de funcionamiento de lo real con vistasa su dominio prctico: para la actuacin eficaz o parala supervivencia.

    A este respecto, no es slo una curiosa coinciden-cia la que ms arriba sealbamos: considerar laaparicin simultnea de la ciencia, de la filosofa y de

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    16

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net

  • la democracia, nos permite matizar muy seriamentelo que acabar de leerse, porque las redes de coope-racin social que los humanos histricamente hanconstituido tienen realmente (en su materializacinreal, efectiva) poco de cooperativas y son, ms bien,formas de organizacin de la cooperacin productivasignadas por el dominio, y por ello, la palabra, el ele-mento simblico con-el-que-desde-el-que la miradanaturalizadora se constituye, no slo dirige el mirarsino tambin el decir lo que se ha visto: la articula-cin discursiva de la palabra, de ese modo, reprodu-ciendo la norma de la inteligibilidad que, sobre todo,es la norma del sentido, reproduce tambin el lugardesde el que el orden es naturalizado y presentadocomo la nica realidad posible: reproduce la presen-tacin como orden social inevitable de aquello que estan slo una de las maneras de articularse el ordendel dominio efectivamente construido en el transcur-so del tiempo.

    Para las comunidades humanas no tecnificadas,la actuacin (la mera supervivencia) exige un modode apropiacin simblica del mundo (ritual, mtica oreligiosa) que hace depender su funcionamiento defuerzas trascendentes (necesariamente trascenden-tes, en tanto que desconocidas e incontrolables) que,una vez que se articula una determinada forma dedominio y de apropiacin de las dinmicas de la coo-peracin, son utilizadas (no nos interesa ahora sabersi esa utilizacin se realiza de manera calculada ydecidida o como resultado de un infeliz encuentro)como sustento justificador-legitimador del ejerciciodel dominio en lo social, igualmente caracterizadopor la venalidad y por una sobreabundancia delcapricho disfrazada de orden natural o de voluntaddivina (entendida como presencia y actuacin cons-

    tante de un Absoluto que es fundante de todo sucesoy determinante de toda modificacin efectiva de lascondiciones de vida). La complejidad creciente de lassociedades humanas, tanto desde el punto de vistatcnico como organizativo, hace funcionalmenteimprescindible la constitucin de un aparato organi-zativo que, por ser necesariamente un intento de arti-culacin del ejercicio del mando, tiene que establecerregularidades en su funcionamiento: en otro caso, losdiversos funcionarios a su servicio, no sabran aqu atenerse (o reproduciran la norma de la venali-dad en sus actuaciones, constituyendo as lmites dehecho al poder a cuyo servicio se organiza el aparato).La complejidad creciente de las comunidades huma-nas, que es el origen histrico de la constitucin yfijacin de los ms antiguos aparatos de poder, estambin, as, atendiendo exactamente a la mismanecesidad, origen histrico de los primeros saberesinternamente reglamentados y estructurados y que,por ello, tienen necesariamente que poner al margenla determinacin trascendente de su funcio-namiento. Las matemticas, por ejemplo, surgencomo consecuencia de las necesidades contables delos escribas mesopotmicos, y tanto la fijacin de sunotacin como la estandarizacin (o geometrizacin)de sus procedimientos derivan de las necesidades deformacin de nuevos escribas cada vez ms ESPE-cializados.

    Esta cuestin no es, en absoluto, una cuestinbalad: la formulacin de las ciencias, el conocimien-to cientfico (aqul que da cuenta de las regularida-des atendiendo a la inmanencia del despliegue delobjeto a cuyo estudio se aplica) constituye una poten-cia de liberacin que lo es no slo porque aumente lasposibilidades humanas de supervivencia (dicho deotro modo: no slo porque el conocimiento facilite eldominio tcnico sobre la naturaleza y, as, la actua-cin eficaz en el mundo) sino tambin, y de manerano menos fundamental, porque instaurando comonorma la inmanencia explicativa deslegitima elsupuesto de la trascendencia, del Absoluto fundantey actuante (si se quiere: de la Presencia), en que sesustenta la naturalizacin ideolgica de la forma deldominio sobre la cooperacin social.

    La ciencia (el establecimiento de regularidadesexplicativas desde el supuesto de la inmanencia) es,por eso, adems de un instrumento que permite laliberacin de la humanidad de su dependencia fsi-ca respecto del mundo, un instrumento de libera-cin respecto de las ataduras ideolgicas con las queel ejercicio del poder construye simblicamente sunaturalidad. La ciencia, as, es un instrumento de

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    17

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com

    www.youkali.net

  • liberacin poltica; y (aunque algunos, por distintosprocedimientos: confundiendo el dominio-sobre-el-mundo con el dominio-sin-ms-determinacin,colocando el dominio-de-las-fuerzas-naturales enuna continuidad esencial con el dominio-de-unos-sobre-los-otros, o identificando la actividad cientficacon su expropiacin para el beneficio privado, pre-tendan hacer de la ciencia o del complejo-cientfico-tcnico el origen de todos los males que afectan a lahumanidad) lo ha sido siempre: por su propio fun-cionamiento discursivo, que en la opcin por lainmanencia elimina cualquier consideracin del ori-gen o, dicho de otro modo, toda afirmacin de unAbsoluto o de un Sentido que sea previo, pero tam-bin porque ese mismo funcionamiento discursivoconlleva la negacin de cualquier principio de autori-dad (de cualquier autoridad) que pretenda impo-ner su norma a la norma del despliegue inmanentede la racionalidad explicativa.

    La ciencia (decimos la ciencia y no otra cosa)supone una forma de mirar que ha puesto al margenla trascendencia y la naturalizacin absolutizadoradel poder y de la norma (tanto social como explicati-va) y, por eso, juega un papel fundamental en lamanera en que se construye la red de los sobreenten-didos ideolgicos con los que se forma el armaznunificador-simblico tanto del sujeto como delmundo. Cada nueva ciencia, de ese modo, constituyeuna autntica revolucin: una revolucin tericaque es tanto mayor cuanto que, surgiendo de la nece-sidad tcnica de hacer frente a la complejidad cre-ciente del mundo y de la actuacin humana en elmismo, sus resultados son literalmente imprescindi-bles: hay una exigencia prctica en el origen de la

    actividad terica y cientfica en cuya virtud ni siquie-ra el funcionamiento del aparato de dominio puedeprescindir de unas explicaciones que, sin embargo,de hecho, cuestionan la naturalizacin de su funcio-namiento al cuestionar el Absoluto y su Presencia. Espor eso que los diversos poderes, aunque histrica-mente han querido resistir a los efectos liberadoresde las formulaciones discursivas (podra escribirseuna preciosa novela de serie negra tomando en con-sideracin las sangrientas pugnas que siguieron a ladisolucin de la secta pitagrica y a la divulgacin dealgunos de sus descubrimientos; sera, al menos, tantruculenta como las que recrean las desventuras deGalileo, de Servet o de tantas otras vctimas de la pre-sencia del Absoluto en el discurso de la fsica), hanterminado por rendirse a las evidencias y por desple-gar ante ella una estrategia diferente: incorporarcuanto en el nuevo saber formulado es tcnicamen-te imprescindible (as, por ejemplo, la consideracinmecnica entre los siglos XVII y XVIII), pero refor-mulndolo y reformulando al mismo tiempo la ima-gen-del-mundo que constituye el fondo de la mirada-simblica-sobre-el-mundo de manera que (tal el tra-bajo de autores como Descartes, Leibniz, Malebran-che o, sin ir ms lejos, el propio Newton) siga siendoposible entenderlo desde el supuesto del Orden, delAbsoluto y del Sentido.

    La reconduccin de las revoluciones tericas alOrden del sentido: tal es la funcin que cumple lafilosofa idealista; en la misma medida en que negarlas lneas por las que tal pretensin se desarrolla,afirmando, antes bien, la potencia liberadora de laciencia y del conocimiento... sin contarse cuentos,es la del materialismo. Por eso (permtase aqu lasimplificacin) las mismas condiciones que hacenque histricamente, sea en la Grecia clsica dondesurge la forma organizativa de la democracia (escla-vista, sin duda, pero en ruptura y es lo importante-con el orden mtico que garantizaba el poder del lina-je) estn en el origen de la transformacin del sabertcnico-matemtico, precisamente en la Grecia delmismo tiempo, en ciencia matemtica; y no es tam-poco descabellado (aunque en ciertos ambientespueda constituir una especie de hereja) afirmar queesas mismas condiciones explican el surgimiento,tambin en esa misma Grecia histrica, de la activi-dad terica que trabaja en la produccin de una ima-gen de la realidad que permita su apropiacin simb-lico-discursiva y que llamamos filosofa. Tampoco esdescabellado insistir en el papel poltico (al lado delpoder: de las tiranas de las polis o del amo del impe-rio, tanto da a estos efectos) jugado por personajescomo Platn o Aristteles, o en el papel, radicalmen-

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    18

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net

  • te distinto, desempeado por los fsicos, por losmdicos, por los sofistas, por los atomistas o, engeneral, por los amigos de la tierra: por un lado,defensa de la tradicin y el mando; por otro, inma-

    nencia de la cooperacin y poder del demos (undemos, sin duda, construido en el marco de unasociedad esclavista, pero tendencialmente abierto ala liberacin completa: en la epicrea Escuela delJardn, tal como la tradicin transmite, libres y escla-vos compartan la vida con los mismos derechos y encalidad de amigos).

    La filosofa surge cuando es preciso construir lamirada sobre el mundo (porque la mirada mtica quela tradicin permita ha sido fcticamente desactiva-da por la potencia de las nuevas formas de relacinsocial) all donde la mirada del Orden de la trascen-dencia es cuestionado: la filosofa surge como conse-cuencia de una necesidad poltica (en dos sentidoscomplementarios: de la polis y en la polis) y, as,la mirada desde ella construida es siempre (porqueno hay ninguna opcin del mirar que sea poltica-mente neutral o neutra) una mirada situada deuna determinada manera. Es por eso que el materia-lismo siempre ha sido tendencialmente discursividadcontra el orden impuesto de la trascendencia y, entanto que tal, discurso de la liberacin posible y delrechazo de los sobreentendidos en que se sustenta eldominio: si se quiere, recogiendo nuevamente unaexpresin althusseriana, singularizacin pugnantede una misma tradicin: la tradicin de enfrenta-miento y antagonismo (de crtica del Orden y de afir-macin de una liberacin posible) de la que tambinforma parte el materialismo histrico (si se quieretambin, torsionando una expresin cara a Juan

    Carlos Rodrguez, el materialismo es siempre, dealgn modo, ontologa del ser explotado). En virtudde la existencia de esa tradicin, precisamente, pode-mos decir que Demcrito, Epicuro, Occam, Spinoza,Hume, Marx, Nietzsche, Freud, y tantos otros, pese aequivocarse en mltiple lugares, pese a desvariar encuestiones de gran importancia (de tanta importan-cia que no pueden ser obviadas en una exposicin desus respectivas obras: pero no es esa la cuestin queaqu nos ocupa), pese a mantener posiciones con lasque discrepamos claramente o que nos parecen espe-cialmente equivocadas, son de los nuestros y, comotales, compartimos con ellos la trinchera que mantie-nen en el campo de batalla de las ideas y de la con-formacin de la mirada.

    El materialismo, as, es la posicin filosfica (y todaposicin lo es en relacin a algo: no hay posicinque sea absoluta afirmacin de inmutabilidad) quetrabaja en la conformacin de un modo de la mirada(una categorizacin del mundo percibido, un agen-ciamiento simblico del mundo) que, sustentando eloptimismo de la liberacin y de la potencia, ponga almargen el sometimiento a la presencia molar (soli-dificada y ontologizada: presente y activa en tantoque aparato que ha estandarizado tanto su funcio-namiento como la manera en que se apropia de losflujos vitales y significativos), del Orden y delSentido, de la trascendencia. El materialismo es, portanto, el rechazo de cualquier supuesto previo, elcuestionamiento de cualquier salto mortal en elrazonamiento, la negacin de la capacidad normati-va de la autoridad (en el mbito de las explicacionesy, por eso, tambin en el de la convivencia), la afirma-cin absoluta de la inmanencia. En ese sentido esvlida la identificacin del materialismo con la posi-cin de aquellos amigos de la tierra de los quePlatn hablaba (y que vendran a negar la validezexplicativa de la ontologizacin de las Ideas), o la nomenos repetida, de supuesto origen fichteano(supuesto porque en realidad Fichte habla de dog-matismo y no de materialismo, y lo caracterizacomo afirmacin de una cosa en s independientede toda inteligencia, esto es, como una posicinmetafsica), para la que materialismo vendra a con-sistir en la afirmacin del carcter resultante (cons-truido o, mucho mejor, producido) de todo yo,frente a la afirmacin de su originariedad absoluta:en cualquier caso, materialismo como potencia des-mitificadora y desmitologizadora, negadora de losmodos del Absoluto y del Sentido que, en cada

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    19

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com

    www.youkali.net

  • momento, son puestos en funcionamiento por elpensamiento de la trascendencia, de la naturalidadde lo existente y, por eso, del Orden; materialismotambin, por tanto, como pensamiento de la poten-cia y de la liberacin de las potencias del pensamien-to que, al tiempo, necesariamente, implica liberacinde las dinmicas sociales y vindicacin de su capaci-dad de actuacin inmanente, cooperativa.

    Las diversas ciencias, en ltimo trmino, sonresultados de la potencia articuladora de la perspec-tiva materialista: discursividad que elimina cualquiertrascendencia y que, al hacerlo, da cuenta de la leyde funcionamiento de su objeto o, lo que viene a serlo mismo, de la regularidad (categorizada para sudominio posible) de su presentarse, establecidacomo apertura de la posibilidad de su utilizacincomo mquina para la supervivencia y como ant-doto contra la humana impotencia. Pero esta cir-cunstancia no puede convertirse en coartada para laafirmacin de ningn tipo de estrategia re-ontologi-zadora o metafsica: ese ha sido, precisamente, unode los mecanismos que histricamente ha desplega-do el pensamiento del Orden para redirigir la crticasometindola nuevamente al dictado del Sentido.Quiz sea comprensible que quien se esfuerza en dis-cutir con la metafsica y en rechazar los Absolutosdesde ella afirmados se vea tentado por la posibilidadde establecer la veracidad ontolgica de los contra-principios que presenta (su correspondencia con losdatos fcticos) como uno ms de los argumentos delenvite, pero sucumbir ante semejante opcin es tantocomo dar por perdida la batalla (y quiz por eso casinunca ha sido hecho por los grandes autores delmaterialismo sino, en todo caso, por algunos de sus

    discpulos o seguidores): a diferencia de algunosfilsofos prendidos del embrujo de la metafsica, loscientficos saben perfectamente que su trabajo con-siste en establecer fijaciones conceptuales y discursi-vas que permitan dar cuenta de la ley de funciona-miento del mundo (dicho de otro modo: modelostericos, modelos explicativos) pero en ningn casoexpresiones de ningn supuesto verdadero ser. Laprctica cientfica es ajena al problema supuesta-mente filosfico del fundamento, como la posibili-dad de ladrar es ajena al concepto de perro.

    La afirmacin de una metafsica contra la metaf-sica supondra la instauracin de un proceso re-mitologizador por el que se reintroducira el Orden,el Sentido y el Absoluto: la conversin de la mquinade guerra de la discursividad pugnante en nuevoaparato discursivo. Aristteles era claro cuandoidentificaba como teologa cualquier discurso sobreel Ser.

    El materialismo es una prctica desmitificadorade la mirada y, en ese sentido, no puede ser unametafsica: toda metafsica es, por definicin, pensa-miento que reintroduce el Orden (y no precisamenteel orden inmanente del discurso de la matemticasino, antes bien, un Orden que, por afirmar unSentido o un Absoluto, en tanto que incuestionada-mente fundante y fundamentador, es trascendente yprevio). El materialismo no puede ser una metafsi-ca: ante su mirada, toda metafsica es, adems deinnecesaria, necesariamente falsa: un salto mortaldel pensamiento.

    Desde esta consideracin, si dejamos de lado laspolmicas de escuela y atendemos a los discursoshistricamente formulados, podemos acotar unhacercamiento al pensamiento materialista que,atravesando las distintas cuestiones por l tematiza-das, nos permita verificar que en sus distintas objeti-vaciones es el modo de la mirada (y no la metafsi-ca convertida en aparato de guerra) lo que es pues-to en juego. La cuestin puede formularse delsiguiente modo: hemos hablado ms arriba de unaserie de autores a los que hemos dicho que podemosconsiderar de los nuestros; concretamente hemoscitado los nombres de Demcrito, Epicuro, Occam,Spinoza, Hume, Marx, Nietzsche y Freud, sealandoal mismo tiempo que podramos citar a muchosotros. Ahora bien qu tienen -si es que tienen algo-en comn sus pensamientos respectivos? cul es elasunto desde cuya consideracin podemos decir quetodos ellos afirman lo mismo?

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    20

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net

  • Lo cierto es que si atendemos al contenido de su pen-samiento, tal como nos ha sido transmitido por lahistoriografa al uso, poco o nada encontramos en lque pueda considerarse comn o, sin ms, semejan-te; ms bien incluso podra siturseles (tal como haceesa misma historiografa) como perteneciendo acorrientes de pensamiento o escuelas enfrentadaspor la opcin metafsica tomada en cada una de ellas.As por ejemplo, la eticidad epicrea vendra a supo-ner una correccin en toda regla al presocrticosensualismo mecanicista propio del atomismodemocrteo; el fidesmo occamiano se convertira ensimple re-interiorizacin de la prioridad de la obe-diencia all donde Toms de Aquino, paradjicamen-te, habra introducido una racionalidad olvidada porel cristianismo medieval; el monismo pantesta deSpinoza sera el reverso de ese empirismo humeano,tantas veces alabado como liquidador de los sueosdogmticos que emanaran de todo planteamientoracionalista; la dialctica marxista liquidara a suvez la vulgaridad del simple mecanicismo; el aristo-cratismo nietzscheano sera incompatible con elpathos igualitario comunista; el inconsciente delque habla Freud habra de ser considerado una rein-troduccin de las cualidades ocultas y, por tanto, unanegacin de la exigencia de materialidad de losagentes causales...; los ejemplos se pueden multipli-car y el efecto de su enumeracin vendra a ser elmismo: el materialismo no puede aducir una posi-cin metafsica que enfrentar a la metafsica-genui-namente-filosfica que los maestros (en laAcademia) y los idelogos (en las publicaciones derenombre) alaban como pensamiento sublime ocomo pensamiento de-lo-sublime. Sucede, sinembargo, que lo que los guardianes de la Norma con-

    sideran una carencia es, en realidad, la mayor expre-sin de su potencia crtica: la ausencia de una meta-fsica, dicho de otro modo, no es un lmite, sino lasuperacin de los lmites impuestos al pensamientopor la afirmacin injustificable de un Orden-Ser pre-vio y fundante.

    Con todo, esto no significa que el materialismotenga que ser considerado desde un historicismo defondo para el que la atencin a las variaciones de lasituacin histrica justificara por s misma la varian-za de las afirmaciones ms diversas: no somos tansimples. Se trata de algo diferente: para nuestros au-tores, la cuestin no est en afirmar una metafsicasino, depurando el pensamiento de las adherenciasmticas y msticas que el mirar-del-orden le ha incor-porado, determinando los estrictos lmites que dis-tinguen el conocimiento de la ignorancia, en negar lapotencia sublimadora de la metafsica con que el Or-den pretende justificar la naturalidad de su Presen-cia. Ningn pensador materialista, ninguno de losnuestros, ha pretendido que la mquina de guerraque ha puesto a funcionar en el universo de lo teri-co fuera otra cosa que una mquina de guerra: ningu-no la ha pretendido aparato solidificado desde elque pudieran reintroducirse rutas normalizadas paravehicular un decir-posible o un decir-legitimado: De-mcrito ha afirmado no saber cmo es el mundo real-mente; Marx, que el orden de exposicin del discur-so cientfico difiere del orden en que las cosas se or-ganizan o se generan y que, por eso, la tarea del cono-cimiento es la de reproducir (en el sentido de producirde nuevo, y no en el de mostrarla reflejada en un es-pejo al que se supone neutral) la realidad por el ca-mino del pensamiento; Spinoza, y es esta la frmulams provocadora y, por eso tambin, ms explcita,que el concepto de perro no ladra. Digmoslo nueva-mente: para el materialismo, y por eso no puede sernunca una posicin metafsica, el conocimiento nodice el ser sino que expresa la ley de funcionamien-to del objeto al que se aplica; y el dominio sobre elmismo que permite es, por eso, el criterio de su vali-dez, pero no de una supuesta verdad metafsica,mucho menos si es entendida como correspondencia.

    Es cierto que el conocimiento, en tanto que dicealgo de un objeto, de algn modo supone la afir-macin de una determinada forma de articulacinde lo real, de una determinada unidad-estructural delo dicho, pero esa afirmacin es, en todo caso, laconstruccin terico-simblica mediante la que seda cuenta del modo no-mtico de efectuarse lamirada de la ciencia: cualquier otra cosa sera, amnde una reintroduccin del Sentido y del Orden, una

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    21

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com

    www.youkali.net

  • falsedad manifiesta. Nos apartamos as del histori-cismo, pero tambin de toda pretensin de, frente al, retornar a la prioridad de la Presencia (por ejem-plo, convirtiendo al estructuralismo [una corrienteque se opone, como la fenomenologa husserlianapor otra parte, a la relativizacin historicista de lasciencias] en una metafsica de la eternizacin de loverdadero) o de sostener, como haca el fisicalismo,pretendiendo que slo es discurso significativo el dis-curso cientfico, y entendiendo por tal, en el senti-do del positivismo lgico, el referido a realidades-materiales-fsicamente-localizables-en-lo-espacio-temporal, que slo es real lo fsico as entendido:una metafsica de lo fsico supuestamente opuestaa la metafsica de lo meta-fsico.

    El materialismo no es no puede ser- una metaf-sica, y no consiste no puede consistir en el supues-to desvelamiento de un (oculto u ocultado) Ser de lascosas: precisamente porque en tanto que opcin porla liberacin lo es por la ciencia y no por los cuentos,por el dominio del mundo y no por la contemplacin,necesariamente mstica, a la que todo desvelartiende.

    En tanto que opcin por la ciencia y por la libera-cin, por el conocimiento del mundo y por su domi-nio, as, el materialismo se aleja de la metafsica y, almismo tiempo y en la misma medida, marca tambindistancias frente a la acrtica aceptacin de la prima-ca de la productividad que el orden burgus de lamercantilizacin, de manera interesada, pretendehacer pasar por derivacin del proyecto tcnico deliberacin de la potencia de actuacin individual ycolectiva.

    Ese es precisamente el nudo de la cuestin que abor-damos, y a la que hacemos referencia mediante ladistincin entre las mquinas de guerra discursivasy los aparatos discursivos propios de la mirada delOrden. En tanto que opcin por la ciencia y por laliberacin, en tanto que opcin crtica con el Orden ydesveladora (en este sentido s) de sus supuestos, elmaterialismo, en cada momento y circunstancia, hadebido oponer a la palabra de la naturalidad la pala-bra desmitificadora: mostrar la posibilidad de unapalabra otra, construir la coherencia de un mirar dis-tinto y de un decir alternativo, poner en funciona-miento la racionalidad misma contra la racionalidaddel Orden. Hemos hecho referencia al historicismo yal fisicalismo para criticar la pretensin de identifi-carlos con el discurso materialista; podemos ahorasealar, sin que en ello haya contradiccin alguna,que buena parte de los autores que optaron por talesposiciones lo hicieron frente a la mistificacin delOrden burgus y que, hacindolo, se posicionaron enel mbito del materialismo y mantuvieron, por ello,una mirada materialista. Dicho de otro modo: ni elhistoricismo ni el fisicalismo son identificables comola filosofa del materialismo o como la metafsicamaterialista, pero puede haber (lo ha habido dehecho) un posicionamiento materialista que asientesu despliegue en el supuesto del historicismo o en elsupuesto fisicalista.

    Y otro tanto cabe decir de las diversas metafsi-cas que, a lo largo de la historia, se han identificadocon el materialismo.

    Puede entenderse perfectamente que incluso elfidesmo, durante los siglos XIV y XV, fuera paraalgunos autores (est, por ejemplo, en el origen delnominalismo occamiano) un modo de enfrentarse enlo terico-simblico a la fijacin dogmtica delsaber teolgico que el Papado pretenda convertiren estrategia para el mantenimiento del (muy terre-nal) poder de la Iglesia: el conjunto doctrinal de lametafsica dogmtica de la ms tradicionalEscolstica era puesto en funcionamiento parademostrar racionalmente, sin ninguna duda posi-ble, que los usos doctrinales, sociales y polticos, sus-tentados en la teocracia de la ciudad de Dios, debamantenerse frente a las novedades introducidas enlas ciudades y en las cortes por esos nuevos ricosque venan exigiendo el acceso a alguna cuota depoder. Si en lo social y poltico el desarrollo de lasnuevas formas de riqueza y de organizacin produc-tiva constitua el ncleo prctico del contrapoder enacto, en lo simblico fue la defensa de fe religiosacomo valor por encima de los dogmas defendidos por

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    22

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net

  • la Iglesia el campo de batalla elegido por los intelec-tuales enfrentados al Orden. El fidesmo, de hecho,funcion como bandera de enganche de la apuestapor la liberacin poltica (porque esa era la apuestapresente en la ideologa burguesa de la poca) y comoposibilitador de la ruptura con el dogmatismo quepermiti el desarrollo de caminos novedosos para lainvestigacin y la ciencia: el fidesmo funcion, dehecho, en buena parte de los autores de la poca,como una apuesta paradjicamente materialista. Anadie, sin embargo, se le ocurrira afirmar que una delas caractersticas del materialismo haba de ser ladefensa de la primaca de la autenticidad de la fefrente al dogmatismo teolgico. Ms an: entre lossiglos XVI y XVII, el fidesmo acab por ser la opcinmolar del discurso del Orden que, precisamente,era utilizada frente a la potencia de la mquina deguerra del racionalismo mecanicista puesto en mar-cha en las investigaciones de la nueva fsica. Lamquina de guerra contra el Orden se convirti, enese trnsito, en aparato del Orden contra las din-micas de la liberacin y del conocimiento.

    Desde esta consideracin se comprender msfcilmente la perspectiva de acercamiento al materia-lismo histricamente desarrollado a la que nos refe-ramos ms arriba: frente al fidesmo convertido enaparato simblico del decir de la obediencia, elracionalismo, entendido como confianza en lacapacidad explicativa de la razn humana, es unaopcin materialista; sin embargo, cuando ese mismoracionalismo (por obra de Descartes fundamental-mente) se convierte en nueva dogmtica y en afirma-cin de verdades metafsicas fundantes de unnuevo sometimiento a la palabra verdadera queexcluye la interpretacin y la investigacin libres,

    deviene opcin del Orden y, en la misma medida,mistificacin interesada que reconstruye la forma dela mirada en el modo del sometimiento a la naturali-dad del Sentido. Frente a este aparato del raciona-lismo, el empirismo es la nueva mquina de guerrapuesta en funcionamiento contra los innatismos y,por tanto, contra la afirmacin de verdades incues-tionables y previas. El empirismo, entendido comorechazo de los innatismos y, al tiempo, como afir-macin de la capacidad explicativa de una mentehumana que no es considerada como mera parcela-cin modal de la mente divina (una acepcin, comose apreciar, distinta de la tradicionalmente utiliza-da), es una opcin materialista como tambin lo es ladel mecanicismo explicativo (la del rechazo decualquier pretensin explicativa que suponga la pre-sencia de una causalidad trascendente o superpuestaa la inmanencia de los choques, a la eficacia genera-dora de efectos de la realidad existente), aunque con-vertidas en aparatos de afirmacin metafsica seanrecuperadas inmediatamente (un proceso que elXVIII ve dibujarse claramente en el horizonte) comosustento ltimo de la aventura constituyente desde laque se asienta el dominio del individualismo sobrelas dinmicas de la cooperacin y la superposicindel inters privado sobre las posibilidades de libera-cin productiva: abandono de la utopa de la libertady gestacin de la desutopa del liberalismo; aparatomolar (fijacin eternizada y fsil) que se apropia nue-vamente de la potencia generada por la mquina deguerra del pensamiento libre.

    En el XIX (en ese largo XIX que ahora parece quetermina), nuevas formas de la crtica han sido pues-tas en funcionamiento: el naturalismo, por ejemplo,contra cualquier afirmacin que suponga algn tipode intervencin trascendente; el sociologismo, contracualquier priorizacin de lo individual como fundan-te, o de lo subjetivo como original y originario; unnuevo mecanicismo de lo humano (origen de las for-mulaciones que dan lugar a los diversos discursospsicolgicos) como puesta al margen del supuestodel libre arbitrio y como afirmacin de la cualidad deconstructo del yo aquel que el Orden presentacomo Sujeto; dialctica (en la versin no ideolgica:en tanto que discurso que piensa la realidad comosusceptible de explicacin) como rechazo del simplis-mo de la causalidad mecnica reducida ideolgica-mente a mera secuencia lineal de una causa y unefecto; antidialctica, como rechazo del teleologismoimplcito en la ontologizacin y remitologizacin dela dialctica; psicologismo, como rechazo de laabsolutizacin de las construcciones raciones; antip-sicologismo, como crtica de la relativizacin de las

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    23

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com

    www.youkali.net

  • verdades que el psicologismo provocaba; historicis-mo, como negacin de la eternidad del modo de viday de mirada propio del modo de produccin capita-lista; antihistoricismo (en sus multiples variantes;desde la afirmacin de la eternidad eidtica hasta laontologizacin del estructuralismo) contra la relati-vizacin escptica que desde el historicismo se intro-duca. Cada una de estas articulaciones del pensa-miento se ha visto poblada y enriquecida por la ac-tividad del pensamiento materialista: todas ellas hanfuncionado como mquinas de guerra contra elOrden, desde todas ellas se han lanzado afilados dar-dos tericos contra inmutabilidad del Sentido y con-tra la alabanza de la obediencia. Pero desde todasellas, tambin, reconvirtindolas en otras tantas arti-culaciones del decir sometido y del mirar del someti-miento, el discurso del Orden ha logrado reconducirla guerra hasta presentarla como disputa interna sinms importancia que la de la fidelidad de escuela.

    Hay autores que han construido una posicinmaterialista desde el fidesmo, desde el racionalismo,desde el empirismo, desde el mecanicismo, desde ladialctica, desde la antidialctica, desde el historicis-mo, desde la fenomenologa, desde el estructuralis-mo, desde el fisicalismo, desde el naturalismo, odesde el sociologismo, porque todas estas articula-ciones del pensamiento pueden funcionar (han fun-cionado de hecho) como mquinas de guerra contrael Orden. Pero ninguna de esas articulaciones crticasdel pensar puede ser afirmada como la metafsicapropia del materialismo: en primer trmino, porquese tratara necesariamente de una simplificacin fal-sificadora de la complejidad de lo real (son las diver-sas ciencias las que, al margen de cualquier sublima-cin ideolgica de sus resultados, pueden hacer luzsobre el funcionamiento del mundo); adems, y enno menor medida, porque la confusin del saber conla afirmacin metafsica (la reduccin del conoci-miento a expresin del Ser) supone por s misma laafirmacin de un Absoluto y de un fundamento lti-mo de todo mirar y de todo decir posible.

    Materialismo es, decimos, una manera de mirar querechaza la absolutizacin de la mirada, que sabe quemirar es dar sentido al mundo y que el sentido del

    mundo es construido en la cooperacin o en el domi-nio privado de las dinmicas cooperativas, que esnecesario decir, aunque no sea agradable y aunqueresulte repetitivo, que el sol ni sale ni se pone, y queel concepto de perro no ladra ni muerde a los nios.El materialismo, sabiendo de la especificidad del uni-verso de lo simblico, es un estar contra el Orden queimpone un Sentido a las dinmicas constitutivas(democrticas, por as decirlo) de la potencia indivi-dual y colectiva; y por eso no puede consistir en una(ni en otra) posicin metafsica.

    No un contenido, sino una actitud: eso caracteri-za la perspectiva materialista. El posicionamiento dequien se niega a contar(se) cuentos, de quien se niegaa dar por buena la naturalidad del presentarse de lascosas, de quien se coloca contra las evidencias en queel sometimiento se presenta como inevitable necesi-dad, como modo de ser del mundo, como tradicinautofundante. Por eso el materialismo ha sido siem-bre, a) defensa de la ciencia (de su trabajo y de susresultados), esto es, del conocimiento que expresa elmodo de funcionamiento del mundo haciendo asposible su dominio (el no-sometimiento a sus din-micas) y, b) una crtica (necesariamente poltica por-que poltico es el planteamiento al que se enfrenta)de todos los intentos de mantener la impotencia (elsometimiento) en nombre de algn Absoluto quecomo Dios, Ser, Tradicin, Sentido o Fundamento,quiera superponerse al trabajo explicativo de la cien-

    YOU

    KA

    LI, 3

    p

    g

    ina

    24

    el

    ma

    teri

    ali

    smo

    ISSN: 1885-477Xwww.tierradenadieediciones.comwww.youkali.net

    * Nos dejamos aqu llevar por la forma normalizada del hablar: son muchos los matices que, en rigor, tendramos que aadir a lacuestin. Resumimos en uno solo: en realidad la palabra, como venimos hasta aqu diciendo, es ya actuacin, produccin de efec-tos en el mbito de la comunicacin y en el marco de lo simblico.

  • cia y a la prctica liberadora y constituyente de lacooperacin posible.

    El materialismo, en ese sentido, es (y hay queadvertir que aqu no hacemos una simplificacin sinotodo lo contrario) un modo de la mirada: una apues-ta poltica. Una apuesta poltica tan real y tanprctica como cualquier otra, pero tanto ms fun-damental cuanto que con ella nos situamos en el cen-tro del campo de batalla de lo simblico: del univer-so de sentido por el que nuestra humanidad se hacetal y en el que se juega la posibilidad misma de pen-sar una posible alternativa; el universo de la palabra,fundamental, tanto como el de la propia actuacin*,porque en l se juega lo que puede ser visto y lo quepuede ser dicho.

    Partir de esta certeza nos permite, dejando al margenlas estriles polmicas de escuela, no slo reconocera los nuestros sino disear las formas de un entendi-miento posible y de una produccin orientada en la

    misma direccin. Nos permite tambin entender elenorme parentesco (que el pensamiento del Sentidopretende explicar aludiendo a no se sabe qu mismareferencia comn al Ser velado por la tcnica y quesera desvelado por la palabra fntica) entre los uni-versos discursivos de lo filosfico y de lo literario(o de lo terico y lo artstico, o de lo conceptualy simblico...): trabajo con lo simblico, trabajocon la palabra, actuacin (como tal, productiva)sobre las maneras de mirar posibles. Produccin desentidos desde el juego simblico, tal la literatura;produccin de sentidos desde la articulacin de con-ceptos, tal el mbito de lo filosfico.

    En ambos campos est abierta la posibilidad de ac-tuacin pugnante, de construccin no sublimada, deposicionamiento materialista. El paradigma simbli-co sobre el que se asienta en ltimo trmino la natu-ralizacin del Orden capitalista, sigue siendo hoy elmodelo del yo fundante y las diversas formas queasume: en lo filosfico, dando cobertura a las formasen que la obediencia reglada y normalizada quierepresentarse como comunicacin difusa y democr-tica, como invencin solidaria que deriva del juegoentre iguales; en lo artstico, haciendo pivotar entorno a las figuras de la emotividad los mismosAbsolutos que con el nombre de Arte, Belleza, Razno Gusto, construyeron desde el principio la subjetivi-dad burguesa. La anulacin de ese paradigma quesublima y esconde la relacin de explotacin, someti-miento y muerte en que el Capital consiste, pasa porla mostracin del carcter radicalmente histrico detoda relacin Interhumana, por la anulacin, portanto, de los efectos de naturalizad y de eternidad delas r