luxemburg la cuestion nacional[1]

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La revolución rusa de 1905 ha puesto a la orden del día, entre otros problemas, la cuestión nacional. Hasta ahora, esta cues- tión sólo se había planteado con urgencia en el Imperio Austro- húngaro. Pero ahora también se revela crucial en Rusia, porque el desarrollo revolucionario ha hecho que todas las clases y to- dos los partidos políticos tomen conciencia de la necesidad de solucionar la cuestión nacional como un asunto de política prác- tica. Todos los partidos, tanto los recién creados como los que se hallan en proceso de formación en Rusia, sean radicales, li- berales o reaccionarios, han tenido que tomar posición en sus programas respecto a la cuestión nacional, un problema estre- chamente vinculado al conjunto de la política interior y exterior del estado. Para un partido obrero, la cuestión nacional afecta tanto a su programa como a la organización de clase. Su posi- ción en este tema, como en cualquier otro astuto, debe diferen- ciarse, en cuanto a método y concepciones básicas, de la posi- ción tanto de los partidos burgueses más radicales como de los partidos seudosocialistas pequeñoburgueses. La socialdemo- cracia, cuyo programa político se basa en el método científico del materialismo histórico y en la lucha de clases, no puede hacer una excepción en el tema de la cuestión nacional. Además, sólo enfocando esta cuestión desde el punto de vista del socialismo científico podrá la política de la socialdemocracia ofrecer una solución esencialmente uniforme, si bien su programa debe con- templar la gran variedad de formas que adopta la cuestión nacio- nal dada la diversidad social, histórica y étnica del imperio ruso. El Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) propone una solución general de la cuestión nacional en todas sus ma- nifestaciones, solución que se expresa en el punto nueve de su programa. En él se propugna una república democrática cuya instauración garantizaría, entre otras cosas, "el derecho a la autodeterminación a todas las nacionalidades que broten parte del estado". Este programa contiene otros dos postulados de extrema impor- tancia en la materia. Se trata del punto siete, que exige la abol- ición de las clases y la plena igualdad legal para todos los ciu- dadanos sin destinción de sexo, religión, raza o nacionalidad, y del punto ocho, donde se dice que los distintos grupos étnicos del estado deben tener el derecho a escuelas subvencionadas por el estado que enseñen en sus respectivas lenguas nacionales, así como el derecbo a utilizar su lengua en las asambleas, en todas las administraciones del estado y en las funciones públicas al mismo nivel que la lengua del estado. También el punto tres del programa está íntimamente relaciona- do con la cuestión nacional, ya que formula la exigencia de un amplio autogobierno a nivel local y provincial en zonas caracter- izadas por unas condiciones de vida y una composición demográfica especiales. Pero es evidente que los autores del programa creyeron insuficientes la igualdad de todos los ciu- dadanos ante la ley, los derechos lingüísticos y la autonomía local para solucionar el problema nacional, ya que juzgaron necesario añadir un párrafo especial que garantizara a cada nacionalidad el "derecho a la autodeterminación". Lo que más llama la atención de esta fórmula es el hecho de que aparezca desvinculada del socialismo o de la política de la clase obrera. A primera vista, "el derecho de las naciones a la autodeterminación" parece una paráfrasis de la vieja consigna del "derecho de las naciones a la libertad y a la independencia" típica del nacionalismo burgués aplicable a cualquier país y a cualquier época. Aquí, en Polonia, el "derecho innato de las naciones" a la libertad ha sido la fórmula clásica de todos los nacionalistas, desde la Asociación Democrática hasta la Pobudka de Limanowski, y desde la Pobudka nacionalsocialista hasta la Liga Nacional antisocialista antes de que ésta aban- donara su programa independentista 2 . Igualmente, el único re- sultado tangible del famoso congreso paneslavo celebrado en Praga y disuelto en 1848 por las bayonetas paneslavas de Windischgrätz fue la resolución sobre "igualdad de derechos de todas las naciones" a la libertad. Y por extraño que parezca, el principio del "derecho de las naciones a la autodeterminación" que evidentemente es aplicable tanto a los pueblos de Rusia UNTREF VIRTUAL | 1 La Cuestión Nacional y La Autonomia Rosa Luxemburg El Derecho de Las Naciones a La Autodeterminacion 1

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Historia Social y Politica

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  • La revolucin rusa de 1905 ha puesto a la orden del da, entreotros problemas, la cuestin nacional. Hasta ahora, esta cues-tin slo se haba planteado con urgencia en el Imperio Austro-hngaro. Pero ahora tambin se revela crucial en Rusia, porqueel desarrollo revolucionario ha hecho que todas las clases y to-dos los partidos polticos tomen conciencia de la necesidad desolucionar la cuestin nacional como un asunto de poltica prc-tica. Todos los partidos, tanto los recin creados como los quese hallan en proceso de formacin en Rusia, sean radicales, li-berales o reaccionarios, han tenido que tomar posicin en susprogramas respecto a la cuestin nacional, un problema estre-chamente vinculado al conjunto de la poltica interior y exteriordel estado. Para un partido obrero, la cuestin nacional afectatanto a su programa como a la organizacin de clase. Su posi-cin en este tema, como en cualquier otro astuto, debe diferen-ciarse, en cuanto a mtodo y concepciones bsicas, de la posi-cin tanto de los partidos burgueses ms radicales como de lospartidos seudosocialistas pequeoburgueses. La socialdemo-cracia, cuyo programa poltico se basa en el mtodo cientfico delmaterialismo histrico y en la lucha de clases, no puede haceruna excepcin en el tema de la cuestin nacional. Adems, sloenfocando esta cuestin desde el punto de vista del socialismocientfico podr la poltica de la socialdemocracia ofrecer unasolucin esencialmente uniforme, si bien su programa debe con-templar la gran variedad de formas que adopta la cuestin nacio-nal dada la diversidad social, histrica y tnica del imperio ruso.

    El Partido Obrero Socialdemcrata de Rusia (POSDR) proponeuna solucin general de la cuestin nacional en todas sus ma-nifestaciones, solucin que se expresa en el punto nueve de suprograma. En l se propugna una repblica democrtica cuyainstauracin garantizara, entre otras cosas, "el derecho a laautodeterminacin a todas las nacionalidades que broten partedel estado".

    Este programa contiene otros dos postulados de extrema impor-tancia en la materia. Se trata del punto siete, que exige la abol-icin de las clases y la plena igualdad legal para todos los ciu-dadanos sin destincin de sexo, religin, raza o nacionalidad, ydel punto ocho, donde se dice que los distintos grupos tnicosdel estado deben tener el derecho a escuelas subvencionadaspor el estado que enseen en sus respectivas lenguasnacionales, as como el derecbo a utilizar su lengua en lasasambleas, en todas las administraciones del estado y en lasfunciones pblicas al mismo nivel que la lengua del estado.Tambin el punto tres del programa est ntimamente relaciona-do con la cuestin nacional, ya que formula la exigencia de unamplio autogobierno a nivel local y provincial en zonas caracter-izadas por unas condiciones de vida y una composicindemogrfica especiales. Pero es evidente que los autores delprograma creyeron insuficientes la igualdad de todos los ciu-dadanos ante la ley, los derechos lingsticos y la autonomalocal para solucionar el problema nacional, ya que juzgaronnecesario aadir un prrafo especial que garantizara a cadanacionalidad el "derecho a la autodeterminacin".

    Lo que ms llama la atencin de esta frmula es el hecho deque aparezca desvinculada del socialismo o de la poltica de laclase obrera. A primera vista, "el derecho de las naciones a laautodeterminacin" parece una parfrasis de la vieja consignadel "derecho de las naciones a la libertad y a la independencia"tpica del nacionalismo burgus aplicable a cualquier pas y acualquier poca. Aqu, en Polonia, el "derecho innato de lasnaciones" a la libertad ha sido la frmula clsica de todos losnacionalistas, desde la Asociacin Democrtica hasta laPobudka de Limanowski, y desde la Pobudka nacionalsocialistahasta la Liga Nacional antisocialista antes de que sta aban-donara su programa independentista2. Igualmente, el nico re-sultado tangible del famoso congreso paneslavo celebrado enPraga y disuelto en 1848 por las bayonetas paneslavas deWindischgrtz fue la resolucin sobre "igualdad de derechos detodas las naciones" a la libertad. Y por extrao que parezca, elprincipio del "derecho de las naciones a la autodeterminacin"que evidentemente es aplicable tanto a los pueblos de Rusia

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  • como a las nacionalidades que viven en Alemania, en Austria,en Suiza, en Suecia y en Amrica, no aparece en ninguno de losprogramas de los partidos socialistas contemporneos, pese asu carcter genrico. Este principio ni siquiera se incluye en elprograma de la socialdemocracia austraca, que opera en unestado con una poblacin sumamente mezclada, donde la cues-tin nacional es de vital importancia.

    El partido austraco resolvera el problema de las nacionali-dades no mediante una frmula metafsica que deje en manosde cada nacionalidad la solucin de la cuestin nacional segnsu propio punto de vista, sino mediante un plan bien definido. Lasocialdemocracia austraca exige la supresin de la estructuraestatal existente en Austria, que no es sino una suma de "reinosy principados" fragmentados y reagrupados durante la EdadMedia por la poltica dinstica de los Habsburgo, donde cadareino alberga en un mismo territorio distintas nacionalidades.Frente a esta situacin, el partido socialdemcrata exige queestos reinos y estados se dividan en territorios basados en lanacionalidad, y que estos territorios nacionales se agrupen enuna unin estatal. Pero dado que las nacionalidades se hallanhasta cierto punto mezcladas en casi toda Austria; el programade la socialdemocracia preve una ley especial que proteja a lasminoras de los territorios nacionales de nueva creacin.

    Todo el mundo es libre de opinar sobre este plan, Karl Kautsky,uno de los grandes especialistas en la situacin austraca y unode los padres espirituales de la Socialdemocracia austraca,muestra en su ltimo opsculo, Nacionalidad e internacionali-dad, que este plan, an en el supuesto de qute pudiera llevarsea cabo, no acabara ni mucho menos con los conflictos y las difi-cultades nacionales. Con todo, representa un intento por partedel partido del proletariado de encontrar una solucin prctica aestas dificultades y, dada la importancia de la cuestin de lasnacionalidades en Austria, lo citamos aqu en su totalidad.

    El programa nacional del partido austraco, adoptado en el con-greso de Brnn en 1899, dice:

    Dado que los conflictos nacionales en Austria estn bloqueandoel progreso poltico y el desarrollo cultural de las nacionalidades;

    y dado que estos conflictos tienen su origen principal en el atra-so de nuestras instituciones pblicas y que la prolongacin deestos conflictos es uno de los mtodos de que se vale la clasedirigente para asegurar su dominacin e impedir toda medida enfavor de los autnticas intereses del pueblo, el congreso declaraque:

    La solucin definitiva de la cuestin nacional y lingstica enAustria segn los dictados de la igualdad y la razn, es ante todouna exigencia cultural, y por lo tanto constituye uno de los intere-ses vitales del proletariado.

    Esto es posible slo bajo un rgimen autnticamente democrti-co basado en el sufragio universal, igual y directo, un rgimendonde todos los privilegios feudales en los distintos estados yprincipados se hayan abolido. Slo en un rgimen as podrn lasclases trabajadoras -las fuerzas que sostienen realmente elestado y la sociedad- expresar sus exigencias.

    El mantenimiento y el desarrollo de los particularismos nacio-nales de todos los pueblos de Austria slo son posibles si existela igualdad de derechos y se destierra la opresin. Por consi-guiente, hay que luchar contra todo centralismo burocrtico ycontra los privilegios feudales de los principados.

    Slo bajo estas condiciones podr la armona entre las naciona-lidades de Austria reemplazar los conflictos actuales, especialmen-te mediante cl reconocimiento de los siguientes principios-gua:

    1. Austria deber transformarse en un estado federal de nacio-nalidades (Nationalittenbundesstaat).2. Los territorios histricos de la Corona sern reemplazadospor entidades autogobernadas nacionalmente homogneas, cu-ya legislacin y administracin estarn en manos de los parla-mentos nacionales (Nationalkammern) elegidos por sufragiouniversal, igual y directo.3. Todas las regiones autogobernadas de una misma nacin for-marn conjuntamente una un ion nacional distinta, que se ocu-par autnomamente de los asuntos de esta unin (es decir, losasuntos culturales y lingsticos, segn la aclaracin que los diri-gentes del partido hacen constar en el proyecto -RL ).

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  • 4. El parlamento deber adoptar una ley especial para salva-guardar los derechos de las minoras nacionales.5. No reconocemos ningn privilegio nacional; por consiguienterechazamos la exigencia de una lengua estatal oficial. Un parla-mento federal podr decidir si es necesaria una lengua comn.El congreso del partido, en tanto que Organo de la Socialdemo-cracia internacional en Austria, expresa su conviccion de quesobre la base de estos principios-gua es posible el entendi-miento entre los pueblos.Y declara solemnemente que reconoce el derecho de cadanacionalidad a la existencia nacional y a su desarrollo nacional.Los pueblos slo pueden avanzar y desarrollar su cultura me-diante una estrecha solidaridad, no a base de litigios mezqui-nos; y ms especialmente en el caso de la clase obrera de todaslas naciones que, en inters de cada una de las nacionalidadesy en e1 inters general, debe mantener lazos de cooperacin yde fraternidad internacional. Sin desligar su lucha poltica de sulucha econmica.

    Aparte de la Socialdemocracia rusa, esta frmula slo apareceen el programa de los socialrevolucionarios rusos unida al prin-cipio del federalismo estatal. La seccin pertinente de la decla-racin poltica de los socialrevolucionarios dice que "es posibleuna extensa aplicacin del principio del federalismo en las rela-ciones entre las distintas nacionalidades" y destaca "el recono-cimiento de su derecho ilimitado a la autodeterminacin".

    Es cierto que esta ltima formulacin se encuentra asimismo enotro texto relacionado con el socialismo internacional: se tratade la parfrasis que figura en la resolucin sobre la cuestinnacional adoptada en el ao 1896 por el Congreso InternacionalSocialista de Londres. Sin embargo, las circunstancias que lle-varon a la adopcin de dicha resolucin, y la manera en que laresolucin fue formulada, indican claramente que slo un mal-entendido ha permitido considerar el prrafo nueve del progra-ma del partido ruso como una aplicacin de la resolucin deLondres.

    La resolucin de Londres no se debi ni mucho menos a la in-tencin o a la necesidad de hacer una declaracin en un Con-

    greso internacional sobre la cuestin de las nacionalidades engeneral, ni el Congreso la present o la adopt como una frmu-la para la resolucin prctica de la cuestin nacional por partede los partidos obreros de los distintos pases. Todo lo contrario.La resolucin de Londres se adopt a instancias de una mocinpresentada al Congreso por la fraccin socialpatriota del movi-miento polaco, o Partido Socialista Polaco (PSP)3. La mocinexiga el reconocimiento de la reconstruccin de una Poloniaindependiente como una de las exigencias ms urgentes delsocialismo internacional. La mencionada mocin dice: "Si lasubyugacin de una nacin por otra slo sirve a los intereses decapitalistas y dspotas, para el pueblo trabajador, sea de unanacin oprimida o de una nacin opresora, resina a tambin per-niciosa; y puesto que el zarismo ruso, que basa su fuerza inter-na y su relevancia externa en la dominacin y particin de Polo-nia, representa una amenaza permanente para el desarrollo delmovimiento internacional de los trabajadores, el Congreso deci-de que la independencia de Polonia es una exigencia polticaimperativa tanto para el proletariado polaco como para el movi-miento obrero internacional en general".

    A raz de Ias crticas presentadas ante el congreso por la Social-democracia polaca, e infludo por el debate sobre el tema en laprensa socialista y por la primera manifestacin de masas delmovimiento obrero en Rusia -la memorable huelga de 40.000obreros de la industria textil en Petersburgo en mayo de 1896-,el Congreso de la Internacional desestim la mocin polaca fa-vorable a la reconstruccin de Polonia, ya que su argumenta-cin y naturaleza iban dirigidas contra el movimiento revolucio-nario ruso, y adopt, en cambio, la ya mencionada resolucin deLondres. ElI Congreso dice esta resolucin- se declara a favor

    del pleno derecho de todas las naciones a la autodeterminaciny expresa su simpata hacia los obreros de todos los pases queactualmente sufren el yugo de un despotismo militar, nacional ode otro gnero; el Congreso exhorta a los obreros de todos estospases a unirse a los obreros con consciencia de clase de todo elmundo para luchar unidos contra el capitalismo internacional yalcanzar los objetivos de la Socialdemocracia internacional.

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  • Est claro que el contenido de la resolucin de Londres, lejos deuna consideracin exclusiva de la cuestin polaca, opta por ge-neralizar el problema a todas las nacionalidades oprimidas,transfiriendo la cuestin del ambito nacional al internacional; y enlugar de una exigencia concreta de poltica practica, como pedala mocin del PSP -la reconstruccin de la Polonia independien-te- la resolucin expresa un principio general del socialismo: susimpata hacia el proletariado de todas las nacionalidades opri-midas y el reconocimiento de su derecho a la autodeterminacin.Es evidente que el Congreso no formul este principio con el ni-mo de ofrecer al movimiento obrero internacional una solucinpractica al problema de las nacionalidades. Al contrario, en lasegunda parte de la resolucin de Londres -no en la primera- yamencionada, se propone una gua prctica para la estrategiasocialista, donde se hace "una llamada a los obreros de todos lospases que sufren la opresin nacional a que ingresen en las filasde la Socialdemocracia internacional y trabajen para la realiza-cin de sus principios y sus fines". Se trata de una manera ine-quvoca de destacar que el principio formulado en la primeraparte -el derecho de las naciones a la autodeterminacin- slopuede llevarse a cabo de una manera: realizando primero losprincipios del socialismo internacional y alcanzando sus obje-tivos ltimos.

    Ningn partido socialista presente en el Congreso confundi laresolucin de Londres con una solucin prctica de la cuestinnacional, por lo que no la incluyeron en sus respectivos progra-mas. Ni siquiera la Socialdemocracia austraca, para la que lasolucin del problema nacional es una cuestin vital, la incor-poro; en su lugar elabor en 1899 para s misma y de formaindependiente el "programa nacional" prctico de Brnn men-cionado ms arriba. Pero lo mas revelador es que tampoco elPSP la incluyera, porque, a pesar de todos sus esfuerzos pordivulgar el cuento de que la resolucin de Londres era una fr-mula "acorde con el espritu" del socialismo, es evidente que laresolucin supona claramente un rechazo a su mocin sobre lareconstruccin de Polonia, o cuanto menos su dilucin en unafrmula general sin carcter prctico*. En realidad, los progra-mas polticos de los modernos partidos obreros no buscan afir-mar principios abstractos relativos a un ideal social, sino slo

    formular aquellas reformas sociales y polticas prcticas que ne-cesita y exige el proletariado consciente en el marco de la socie-dad burguesa para facilitar la lucha de clases y su victoria final.

    Los elementos de un programa poltico se formulan pensandoen objetivos concretos: dar soluciones directas, prcticas y fac-tibles a los problemas ms candentes de la vida social y polti-ca, que tienen que ver con la lucha de clases del proletariado;servir de lneas orientativas para la poltica cotidiana y sus nece-sidades; iniciar la accin poltica del partido obrero en la direc-cin correcta; y finalmente separar la poltica revolucionaria delproletariado de la poltica de los partidos burgueses y pequeo-burgueses.

    Es evidente que la consigna del "derecho de las naciones a laautodeterminacin" no posee este carcter. No ofrece ningunaorientacin prctica para la poltica del da a da del proletaria-do, ni ninguna solucin prctica a los problemas nacionales. Porejemplo, no indica al proletariado ruso cmo abordar y resolverel problema nacional polaco, finlands, caucsico, judo, etc.Slo ofrece una ilimitada autorizacin a todas las "naciones''interesadas para que resuelvan sus problemas nacionales comoms les plazca. La nica conclusin prctica que cabra extraerde esta frmula para la poltica cotidiana de la clase trabajadoraes la indicacin de que su deber de clase es luchar contra todaslas manifestaciones de opresin nacional. Si reconocemos elderecho de cada nacin a determinarse a s misma, la conclu-sin ms evidente y lgica es que debemos condenar todo in-tento de dominio de una nacin por otra, o del uso de la fuerzapara imponer a otra nacin una forma determinada de existen-cia nacional. Pero el deber del partido de la clase obrera de pro-testar y luchar contra la opresin nacional no surge de un ''dere-cho de las naciones" especial, como tampoco su lucha por laigualdad social y poltica entre los sexos emana de ningn "de-recho de la mujer" innato, como sugiere el movimiento de lasfeministas burguesas, sino que surge exclusivamente de la opo-

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    * Aus dem literarische Nachlass von Karl Marx. Friedrich Engels undFerdinand Lasalle, vol. III, p. 241.

  • sicin general a la estructura de clase y a toda forma de desi-gualdad y de dominacin social; en una palabra, surge de lapropia posicin bsica del socialismo.

    Pero dejando de lado este punto, la nica indicacin capaz deorientar la poltica prctica es de carcter puramente negativo.El deber de resistirse a todas las formas de opresin nacionalno incluye ninguna indicacin sobre qu condiciones y firmaspolticas debe propiciar hoy el proletariado consciente de Rusiapara solucionar el problema nacional polaco, letn, judo, ni so-bre qu programa debe presentar para oponerse a los progra-mas de los partidos burgueses, nacionalistas y seudosocialistasen la actual lucha de clases. En otras palabras, la frmula del"derecho de las naciones a la autodeterminacin" no es enesencia una consigna ni una gua poltica o programtica paraabordar la cuestin de las nacionalidades sino tan solo un mediopara eludir la cuestin.

    II.

    El carcter general y estereotipado del punto nueve del progra-ma del POSDR demuestra que esta forma de resolver la cues-tin es ajena a la posicin del socialismo marxiano. Un "derechode las naciones" vlido para todos los pases y para todos lostiempos no es ms que un clich metafsico similar a los "dere-chos del hombre" y los "derechos del ciudadano". El materialis-mo dialctico, que es la base del socialismo cientfico, ha deste-rrado definitivamente de su vocabulario este tipo de frmulas"eternas". Porque la dialctica histrica ha demostrado que noexisten verdades ni derechos "eternos". En palabras de Engels,"lo que es bueno aqu y ahora, es malo en otro sitio, y vicever-sa", es decir, lo que es justo y razonable en determinadas cir-cunstancias se convierte en injusto y absurdo en otras. El mate-rialismo dialctico nos ha enseado que el contenido real deesas verdades, frmulas y derechos "eternos" viene determina-do slo por las condiciones sociales materiales en una pocahistrica dada.

    Partiendo de esta base, el socialismo cientfico ha revisado todoel conjunto de clichs democrticos y de metafsicas ideolgicasheredado de la burguesa. Hace tiempo que la actual socialde-mocracia lia dejado de considerar expresiones tales corno"democracia" "libertad nacional", "igualdad" y otras bellas frasessimilares como verdades y leyes eternas capaces de trascendernaciones y pocas concretas. Al contrario, cl marxismo las con-sidera y las trata tan slo conio expresiones de unas determi-nadas condiciones histricas, cono categoras que, desde cipunto de vista de su contenido material y consiguiente valorpoltico, estn sujetas a un constante cambio, y esa es la nicaverdad "eterna''.

    Cuando Napolon o cualquier otro dspota de su estilo se sirvede un plebiscito -la forma extrema de democracia poltica- confines cesaristas, aprovechndose de la ignorancia poltica y delsometimiento econmico de las masas, no vacilamos ni un se-gundo en criticar categoricamente esa ''democracia", y no nosdejarnos engaar lo ms mnimo por la soberania o la omnipo-tencia del pueblo, que para los metafsicos de la democraciaburguesa constituye algo as como un dolo sacrosanto. Cuandoun alemn corno Tassendorff, o un gendarme zarista, o unmiembro de la Democracia Nacional "autnticamente polaco",defienden "la libertad personal" de los esquiroles y los protegencontra la presin moral y material de los obreros organizados,no vacilamos un instante en apoyar a estos ltimos, garantiz-doles el ms completo derecho moral e histrico a imponer lasolidaridad a aquellos desprovistos de conciencia de clase, aun-que desde el punto de vista del liberalismo formal, los obreros -dispuestos a trabajar- tengan de su parte el derecho de "todapersona libre" a hacer lo que la razn, o la sinrazn, les dicte.

    Cuando, finalmente, los liberales de la Escuela de Manchesterpiden, en nombre de "la igualdad de los ciudadanos", que elasalariado sea abandonado completamente a su suerte en sulucha contra el capital, nosotros desenmascaramos ese clichmetafsico que slo busca ocultar la ms feroz desigualdad eco-nmica, y exigimos la proteccin legal de la clase de los asala-

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  • riados, quebrantando claramente y sin ambages la "igualdadformal ante la ley".

    Entre todos los problemas polticos, sociales y morales analiza-dos bajo esta ptica por el socialismo moderno, la cuestin na-cional no puede constituir una excepcin. No puede zanjarse conun vago clich, ni siquiera con una frmula tan biensonante co-mo "el derecho de todas las naciones a la autodeterminacin".Porque este tipo de consigna expresa o bien nada en absoluto,en cuyo caso sera una frase vaca que a nada obliga, o bien eldeber incondicional de todos los socialistas de apoyar todas lasaspiraciones nacionales, en cuyo caso es simplemente falsa.

    A partir de las premisas generales del materialismo histrico, laposicin de los socialistas ante los problemas nacionales de-pende sobre todo de las circunstancias concretas de cada caso,que difieren notablemente de un pas a otro, y cambian tambincon el paso del tiempo en cada pas. Basta un vero conocimien-to superficial de los hechos para encender que el problema delas luchas nacionales bajo el Imperio otomano en los Balcanespresenta un aspecto, unas bases econmicas e histricas, ungrado de impacto internacional y una proyeccin de futuro total-mente diferentes de la lucha de los irlandeses contra la domi-nacin inglesa. Tampoco las complejas relaciones que existenentre las nacionalidades que forman el estado austraco son lasmismas que las que concurren en la cuestin polaca. Adems,la cuestin de las nacionalidades en cada pas cambia de carc-ter con el paso del tiempo, lo cual significa que deben realizarsevaloraciones nuevas y distintas sobre ella. Ni siquiera los tresmovimientos nacionales polacos surgidos en la poca de LaInsurreccin de Kosciuszko pueden considerarse una triplerepeticin estereotipada del mismo drama histrico, slo unmetafsico de la ideologa catlica de la clase dominante comoSzujski4, que crea que Polonia tena la misin histrica de con-vertirse en "el Cristo de las naciones", o un ignorante de la"escuela" socialpatriota actual, podra entenderlo as en los trescasos, es decir, como "la lucha de una nacionalidad sometida enfavor de la independencia". Pero si alguien se molesta en pro-fundizar un poco ms con el bistur del investigador -del investi-gador materialista histrico, para ser ms precisos- ver bajo la

    superficie de aquellos tres levantamientos nacionales tres movi-mientos sociopolticos radicalmente distintos, que adoptaronidntica firma de lucha contra el invasor por circunstancias ex-clusivamente externas. Valorar la Insurreccin de Kosciuszko ylos levantamientos de Noviembre y de Enero con el mismorasero -o sea, las sagradas leyes de la "nacin subyugada"- re-vela en realidad una falta total de juicio y la absoluta incapaci-dad para realizar una diferenciacin Histrica y poltica.

    Un ejemplo fehaciente de cmo el cambio de las condicioneshistricas influye en la valoracin y en la posicin de los socia-listas respecto de la cuestin nacional es la llamada cuestin o-riental. Durante la guerra de Crimea de 1855, las simpatas detoda la Europa democrtica y socialista estaban del lado de losturcos y contra los eslavos del sur que luchaban por su libertad.El "derecho" de todas las naciones a la libertad no impidi queMarx, Engels o Liebknecht criticaran a los eslavos balcnicos yahogaran decididamente por la integridad de los turcos. Porquejuzgaron aquellos movimientos nacionales de los pueblos esla-vos en el seno del Imperio turco no desde el punto de vista delas frmulas sentimentales y "eternas" del liberalismo, sino des-de el punto de vista de las condiciones materiales que determi-naban el contenido de aquellos movimientos nacionales, segnsu forma de entenderlos en aquella poca. En el movimiento delos eslavos del sur, socialmente muy atrasados, Marx y Engelsslo vean las maquinaciones del zarismo ruso para provocar alos turcos, y por consiguiente, sin pensrselo dos veces, subor-dinaron la cuestin de la libertad nacional de los eslavos u losintereses de la democracia europea, insistiendo en la integridadde Turqua en tanto que muro de contencin contra la reaccinrusa. Esta posicin poltica fue mantenida por la socialdemocra-cia alemana hasta al menos la segunda mitad de los noventa,cuando, refirindose a la lucho de los turcos osmanles, el yaanciano Wilhelm Liebknecht se pronunci todava en el mismosentido. Pero para entonces la posicin de la socialdemocraciaalemana e internacional respecto a la cuestin oriental ya habacambiado. La socialdemocracia empez a apoyar abiertamentelas aspiraciones de las nacionalidades oprimidas en Turqua auna existencia cultural separada, abandonando todo inters porel mantenimiento artificial del Imperio turco. Y en esta ocasin UNTREF VIRTUAL | 6

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  • se guiaba no por un sentido del deber hacia los osmanles o losmacedonios como pueblos sojuzgados, sino por el anlisis de labase material de las condiciones en miente en la segunda mitaddel siglo pasado. Gracias a ese anlisis, la socialdemocracialleg a la conclusin de que la desintegracin poltica de Tur-qua vendra determinado por el propio desarrollo econmico ypoltico de la segunda mitad del siglo XIX, y que la preservacintemporal de Turqua slo serva a los intereses de la diplomaciareaccionaria del absolutismo ruso. En este caso, como en todaslas dems cuestiones, la socialdemocracia no iba contra eldevenir del desarrollo objetivo, sino a favor de l y, a partir deesta conclusin, entendi que apoyando a los movimientosnacionales en Turqua estaba defendiendo los intereses de lacivilizacin europea. Ahoy asimismo todos los Intentos de re-novacion y reforma en Turqua desde eI interior, por muy dbilelite tuera la base social de esos movimientos.

    Un segundo ejemplo de lo mismo lo encontramos en las acti-tudes diametralmente opuestas de Marx y Engels respecto delas aspiraciones nacionales de checos y polacos durante la re-volucin de 1848. No cabe duda de que, desde el punto de vistadel "derecho de las naciones a la autodeterminacin'', los che-cos merecan el mismo apoyo que los demcratas y socialistaseuropeos dispensaban a los polacos. Pero Marx prescindi deaquel derecho abstracto y fulmin con sus crticas a los checosy a sus aspiraciones de libertad por considerarlos una compli-cacin perjudicial para la situacin revolucionaria, y por lo tantodoblemente condenables, pues, para Marx, los checos eran unanacionalidad moribunda llamada a desaparecer en breve. Losautores del Manifiesto Comunista formulaban estas posicionesal tiempo que defendan con todas sus fuerzas al movimientonacionalista polaco, haciendo llamamientos a todas las fuerzasprogresistas y revolucionarias para que ayudaran a nuestrospatriotas.

    El sobrio realismo, ajeno a todo sentimentalismo, con que Marxtrata la cuestin nacional durante la revolucin se refleja en suforma de abordar las cuestiones polaca y checa: "Puesto que larevolucin de 1848 -escribi Marx en sus artculos sobre la re-

    volucin, publicados en febrero de 1852 en el periodico nor-teamericano Daily Tribune5-

    reclamaba para todas las naciones oprimidas una existenciaindependiente y el derecho a resolver sus propios asuntos, eracompletamente natural que los polacos exigieran inmediata-mente la restauracin de su Pas de acuerdo con las fronterasde la antigua Repblica polaca anterior a 1772. Es cierto queaquellas fronteras, entendidas como delimitacin entre lasnacionalidades alemana y polaca, ya haban quedado obsole-tas: y cada ao lo eran ms debido al avance de la germaniza-cin; pero los alemanes expresaron luego tal entusiasmo por larestauracin de Polonia que seguramente crean que se espera-ba de ellos que renunciaran a su parte del botn como prueba dela sinceridad de sus simpatas. Por otro lado, deban cederseporciones enteras de territorio, habitadas principalmente por ale-manes, y grandes ciudades enteramente alemanas, a un puebloque hasta entonces no haba dado prueba alguna de su capaci-dad para superar el estado feudal basado en la servidumbre? Lacuestin era complicada. La nica solucin posible pasaba porla guerra contra Rusia, porque as el problema de la delimitacinentre las diferentes naciones insurrectas pasara a un segundoplano, y aparecera en primer plano la cuestin primordial deestablecer una frontera segura contra el enemigo comn. Lospolacos, si obtenan extensos territorios en el este, seran mstratables y razonables en el oeste; y Riga y Miln seran paraellos tan importantes como Danzig y EIbing. Es por esta razonque el partido avanzado de Alemania, creyendo que la guerracon Rusia permitira afianzar el movimiento a nivel continental, yque el restablecimiento nacional de al menos una parte de Polo-nia llevara inevitablemente a esa guerra, apoy a los polacos.En cambio, el principal partido de la clase media, que preveaclaramente su propia cada en la eventualidad de una guerranacional contra Rusia, lo que habra requerido hombres msactivos y enrgicos al frente y, por lo tanto, poco entusiastas dela extensin de la nacionalidad alemana, declaraba que la Polo-nia prusiana, el principal foco de la agitacin revolucionaria pola-ca, era parte inseparable del futuro Imperio alemn.

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  • Marx trat la cuestin checa con no menos realismo:

    La cuestin nacional era motivo de conflicto tambin en Bohe-mia. Este pais, habitado por dos millones de alemanes y tresmillones de eslavones de lengua checa, tena una gran memo-ria histrica de la antigua supremaca checa. Pero, a raz de lasguerras de los husitas en el siglo XV, la fuerza de esta rama dela familia eslavona perdi fuerza y la zona de habla checa sedividi: una parte form el reino de Bohemia, otra el principadode Moravia y la tercera el territorio eslovaco de los Crpatos,hoy parte de Hungra. Los moravos y los eslovacos haban per-dido haca mucho todo vestigio de sentimiento y vitalidad nacio-nales, aunque conservaban gran parte de su lengua. Bohemiaestaba rodeada por pases enteramente alemanes por tres desus cuatro lados. El elemento alemn haba logrado grandesavances en su propio territorio; incluso en la capital, Praga,ambas nacionalidades estaban en trminos prcticamente deigualdad; y en todas partes el capital, el comercio, la industria yla cultura estaban en manos alemanas. El propio profesor Pa-lacky, paladn del nacionalismo checo, es slo un erudito ale-mn trastornado que ni an hoy es capaz de hablar correcta-mente el checo sin acento extranjero. Mas, como sucede confrecuencia, la agonizante nacionalidad checa, moribunda segntodos los datos conocidos de la historia de los ltimos cuatrosiglos, hizo en 1848 un ltimo esfuerzo por recuperar su viejavitalidad; un esfuerzo cuyo fracaso, al margen de toda consi-deracin revolucionaria, demuestra que Bohemia solo puedeexistir como parte de Alemania, aunque muchos de sus habi-tantes continuaran hablando una lengua no germana durantesiglos.*

    Citamos este texto para subrayar los mtodos que utilizaronMarx y Engels para abordar la cuestin nacional, mtodos queno se basan en frmulas abstractas, sino solamente en los pro-blemas reales de cada caso concreto. Pero este mtodo noimpidi que hicieran una valoracin errnea de la situacin, oque adoptaran una posicin equivocada en determinados ca-sos. El actual estado de cosas muestra hasta qu punto Marx seequivoc al predecir, hace 60 aos, la desaparicin de la nacincheca, cuya vitalidad tantos problemas est creando hoy a los

    austracos. En cambio, Marx sobrestim la importancia interna-cional del nacionalismo polaco, destinado a descomponerse de-bido al propio desarrollo interno de Polonia, proceso que ya sehaba iniciado en su poca. Pero estos errores histricos no dis-minuyen un pice el valor del mtodo de Marx, ya que por logeneral no existen mtodos de investigacin inmunes, a priori, auna aplicacin errnea en casos particulares. Marx nunca pre-tendi ser infalible y, en ltima instancia, no hay nada msopuesto al espritu ele su ciencia que los juicios histricos infa-libles. Marx pudo equivocarse en su toma ele posicin respectoa determinados movimientos nacionales, y la autora del presen-te ensayo trat de demostrar ya en 1896 y en 1897 que los pun-tos de vista de Marx sobre la cuestin polaca y la cuestin orien-tal eran equivocados y anticuados. Pero precisamente esta viejaposicin de Marx y Engels sobre la cuestin de Turqua y loseslavos del sur, y sobre el movimiento nacional de checos ypolacos, demuestra claramente lo lejos que estaban los funda-dores del socialismo cientfico de resolver todos los problemasnacionales segn un nico patrn basado en un slo esloganadoptado a priori. Tambin demuestra el escaso inters quedemostraron hacia los derechos "metafsicos" de las naciones ala hora de tratar los problemas materiales tangibles relacionadoscon la evolucin europea.

    Finalmente, un ejemplo an ms revelador de cmo trataron lascuestiones nacionales los creadores de la poltica socialistamoderna es su valoracin del movimiento por la libertad de lossuizos en el siglo xiv. Se trata de algo ya pasado y, por lo tanto,libre de la influencia de las expectativas y pasiones que despier-ta la poltica cotidiana. El levantamiento de los cantones suizoscontra la sangrienta opresion del despotismo Habsburgo (que,en forma de mito histrico de Guillermo Tell, es objeto de abso-luta veneracin por parte del idealista romantico liberal-burgus)mereci la siguiente valoracin por parte de Friedrich Engels en1847:

    La lucha de los primeros cantones suizos contra Austria, el fa-moso juramento de Rytly, el heroico tiro de Tell, la inmortal vic-

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    * Revolution und Konterrevolution in Deutschland, pp. 57-62.

  • toria de Morgarten, todo ello representaba la lucha de unos per-tinaces pastores contra la dinmica del desarrollo histrico, unalucha de intereses tercos, conservadores y locados contra losintereses de toda la nacin, una lucha del primitivismo contra lacivilizacin. Lograron su victoria contra la civilizacin de aquellapoca, pero como castigo quedaron aislados del futuro progre-so de la civilizacin6.

    Kautsky glosara ms tarde el texto con el siguiente comentario:

    Podra aadirse un punto de interrogacin al texto interior sobrela misin civilizadora que los Habsburgo estaban llevando acabo en Suiza en el siglo xiv. Por lo dems, es cierto que la pre-servacin de la independencia de los cantones fue un aconte-cimiento sumamente conconservador y nada revolucionario, yque desde aquel momento la libertad de esos cantones fue uti-lizada como un medio para mantener la ms negra reaccinCentro-europa. Fueron precisamente los cantones forestales losque derrotaron a Zwingli y a su ejrcito en 1531 en la batalla deKappel, frenando as la expansin del protestantismo en Suiza.Proporcionaron ejrcitos a todos los dspotas de Europa, y fue-ron los suizos de los cantones forestales los ms fieles defen-sores de Luis XVI contra la revolucin. Por ello la repblica leserigi un majestuoso monumento en Lucerna.*

    Desde el punto de vista del "derecho de las naciones a la auto-determinacin", el levantamiento suizo merece, evidentemente,la simpata de los socialistas en todos los aspectos. No hayduda de que la aspiracin de los suizos a emanciparse del yugode los Habsburgo fue una expresin real de la voluntad del"pueblo" o de su inmensa mayora. El movimiento nacional delos suizos tuvo un carcter meramente defensivo, y no contenaningn deseo de oprimir a otras nacionalidades. Slo pretendaacabar con la opresin de un invasor extranjero y puramentedinstico. Finalmente, este movimiento nacional contena todaslas caractersticas externas del democratismo, e incluso del re-volucionarismo, ya que el pueblo se rebel contra el absolutis-mo con el eslogan de una repblica popular.

    En claro contraste con este movimiento est el levantamientonacional hngaro de 1848. No es difcil adivinar lo que hubieraocurrido en el hipottico caso de una victoria de los hngaros,ya que las condiciones sociales y nacionales de este pas ase-guran el dominio absoluto de la minora magiar sobre la mayoramezclada de las dems nacionalidades subyugadas. La com-paracin de estas dos luchas por la independencia nacional -lahngara de 1848 y la suiza cinco siglos antes- resulta suma-mente reveladora porque ambas iban dirigidas contra el mismoenemigo: el absolutismo de los Habsburgo austriacos. Y ade-ms permite apreciar con suma claridad el mtodo y el punto devista de Marx y Engels sobre la poltica nacionalista. Pese a queel movimiento suizo presentaba todas las evidencias externasde revolucionarismo, y pese al indudable carcter de doble filodel movimiento magiar, que se evidencia en el servilismo conque los revolucionarios hngaros ayudaron al gobierno de Vienaa abortar la revolucin italiana, los creadores del socialismocientfico criticaron duramente el levantamiento suizo calificn-dolo de evento reaccionario, pero apoyaron fervientemente ellevantamiento hngaro de 1818. En ambos casos se guiaron nopor la frmula del "derecho de las naciones a la autodetermina-cion", que de toda evidencia era mucho mas aplicable al casosuizo que al magiar, sino slo por un anlisis realista de ambosmovimientos desde un punto de vista histrico y poltico. El le-vantamiento de los fragmentados cantones campesinos, con suregionalismo frente al poder centralista de los Habsburgo, era,para Engels, un signo de reaccin histrica, mientras que elabsolutismo del poder seorial, con tendencias centralizadoras,era en aquel entonces un elemento de progreso histrico.Digamos de pasada que, desde un punto de vista similar, Lasa-lle considero las guerras campesinas, y la coetanea rebelin dela pequea nobleza en Alemania en el siglo XVI contra el cre-ciente poder de los prncipes, como signos de reaccin. Pero en1818, el absolutismo de los Habsburgo ya constitua una reliquiareaccionaria de la Edad Media, y el levantamiento nacional delos hngaros -aliados naturales de la revolucin interna alema-

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    * Die Neue Zeit, 1904- 1905, vol II. p. 146

  • na- contra los Habsburgo deba considerarse como un elemen-to de progreso histrico.

    III.

    Hay que decir tambin que la posicin de Marx y Engels no obe-deca de hecho a ningn egosmo de partirlo o de clase, capazde sacrificar naciones enteras a las necesidades y perspectivasde la democracia europea occidental, tal como pudo parecer ensu poca. Es cierto que a un joven "intelectual" de imaginacindesbordada puede parecerle mucho mas generoso y halagadorque los socialistas proclamen la instauracin general y universalde la libertad para todas las naciones sojuzgadas existentes.Pero la tendencia a garantizar a todos los pueblos, pases, gru-pos y criaturas humanas el derecho a la libertad, a la igualdad ya otras joyas semejantes de un plumazo es caracterstico delperiodo adolescente del movimiento socialista, y sobre sobretodo tpico de la bravuconera anarquista.

    El socialismo de la moderna clase obrera, es decir, el socialis-mo cientfico, no gusta de soluciones radicales, maravillosas ybiensonantes a los problemas sociales y nacionales, sino queexamina ante todo los verdaderos temas implicados en estascuestiones.

    Las soluciones que propone la socialdemocracia no se caracte-rizan en general por la "magnanimidad" y, en este sentido, siem-pre habr partidos socialistas que, sin las "trabas" que suponenlas doctrinas cientficas, tengan a punto en sus bolsillos regalosmaravillosos para todo eI mundo que superen con creces nues-tras propuestas. Es el caso, por ejemplo, del partido socialrevo-lucionario de Rusia, que deja muy atrs a la socialdemocraciaen las cuestiones agrarias: ofrece a los campesinos una recetapara la inmediata instauracin parcial del socialismo en las al-deas, sin necesidad de pasar por un aburrido periodo a la es-pera de que surjan las condiciones objetivas para esa transfor-macin en el mbito industrial. Comparada con tales partidos, lasocialdemocracia es y siempre ser un partido pobre, como lofue Marx en su poca al lado del expansivo y magnnimo Ba-kunin, y como lo fueron Marx y Engels en comparacin con los

    representantes del socialismo "real" o "filosfico". Pero el secre-to de la magnanimidad de aquellos socialistas con tintes anar-quistas, y tambin de la pobreza de la socialdemocracia, estribaen que el revolucionarismo anarquista mide "la fuerza segn lasintenciones y no las intenciones segn la fuerza", es decir, midesus aspiraciones nicamente en funcin de lo que su razn es-peculativa, jugando torpemente con una utopa vaca, consideracomo ''bueno" o "necesario" para la salvacin de la humanidad.La socialdemocracia, en cambio, asienta firmemente sus aspira-ciones en terreno histrico y, por consiguiente, tiene en cuentalas posibilidades histricas. El socialismo marxiano difiere detodos los dems socialismos porque, entre otras cosas, no fingetener parches en sus bolsillos para tapar todos los agujeros queha creado el desarrollo histrico.

    En la realidad, aunque como socialistas reconociramos el dere-cho inmediato de todas las naciones a la independencia, el des-tino de las naciones no cambiara un pice por ello. En lascondiciones sociales existentes, el "derecho" de una nacin a lalibertad, as como el 'derecho' del obrero a la independenciaeconmica, valen tanto como el "derecho" de todo ser humanoa conter en vajilla de oro, una vajilla que ese mismo ser humano,como escribiera Nicolaus Chernyshevski, estara encantado envenderla en todo momento por un rublo. En la dcada de loscuarenta, el "derecho al trabajo" fue el postulado favorito de lossocialistas utpicos franceses, y apareca como una va inme-diata y radical de solventar la cuestin social. Pero durante larevolucin de 1848, y tras un efmero intento de llevarlo a cabo,aquel "derecho" acab en un terrible fracaso, que no habra po-dido evitarse ni siquiera en el caso de que los famosos "talleresnacionales" se hubieran organizado de modo diferente. Un an-lisis de las condiciones reales de la economa contempornea,tal como las expone Marx en El Capital, debe convencernos deque an en el caso de que los actuales gobiernos se vieranobligados a declarar un "derecho al trabajo" universal, tal dere-cho no sera ms que una frase biensonante, y ni un solo miem-bro del ejrcito de reserva de los desocupados que esperan enlos mrgenes podra llenar un plato de sopa para sus hijos ham-brientos con ese derecho.

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  • Hoy, la socialdemocracia entiende que el "derecho al trabajo"dejar de ser una frase hueca slo con la abolicin del rgimencapitalista, porque el desempleo crnico de una parte del prole-tariado industrial es una condicin necesaria de la produccinde ese sistema. Por lo tanto, la socialdemocracia no pide reivin-dicar ese "derecho" imaginario en el seno del sistema vigente,sino que lucha por abolir el sistema mismo mediante la lucha declases, y considera los sindicatos obreros, los seguros de de-sempleo, etc, slo como medidas temporales de ayuda.

    Por la misma razn, la esperanza de solucionar todas las cues-tiones nacionales en el marco capitalista asegurando a todas lasnaciones, razas y grupos tnicos la posibilidad de "autodetermi-nacin" es una completa utopa. Y es una utopa porque el sis-tema objetivo de fuerzas polticas y de clase hace que muchasreivindicaciones del programa poltico socialdemcrata resultenirrealizables en la prctica. Por ejemplo, voces autorizadas delmovimiento obrero internacional han expresado la conviccin deque la exigencia de una introduccin universal de la jornada la-boral de horas por medios legales no tiene ninguna posibilidadde ser efectiva en la sociedad burguesa debido a la crecientereaccin social de las clases dominantes, al estancamiento ge-neral de las reformas sociales, a la aparicin de potentes aso-ciaciones patronales, etc. Con todo, nadie se atrevera a califi-car la reivindicacin de la jornada laboral de 8 horas de utpica,porque corresponde plenamente al desarrollo progresivo de lasociedad burguesa.

    Para resumir: la posibilidad real de "autodeterminacin" paratodos los grupos tnicos o nacionalidades es una utopa pre-cisamente debido a la tendencia del desarrollo histrico de lassociedades contemporneas. Sin pararnos a analizar aquellostiempos en los albores de la historia cuando las nacionalidadesde los estados modernos se desplazaban constantemente deun lado a otro de la geografa, cuando se unan, se fundan, seescindan y se pisoteaban unas a otras, el hecho es que todoslos estados antiguos sin excepcin, debido a esa larga historiade trasvases polticos y tnicos, aparecen sumamente mezcla-dos desde el punto de vista de las nacionalidades. Hoy, lasreliquias tnicas que existen en todos los estados dan fe de los

    conflictos y las mezclas que caracterizaron el devenir histricoen el pasado. El mismo Marx mantuvo en su poca que estosresiduos nacionales no tenan ms funcin que servir de bastio-nes de la contrarrevolucin, hasta el da en que el gran huracnde la revolucin, o una guerra mundial, los borrara completa-mente de la faz de la tierra. "No hay ningn pas en Europa",escribi en el Neue Rheinische Zeitung,

    que no conserve en algn rincn una o varias ruinas de nacio-nes, restos de un antiguo pueblo desplazado o conquistado poruna nacin convertida ms tarde en estandarte del desarrollohistrico. Esos restos de naciones pisoteadas implacablementepor la historia -como dice Hegel-, todas esas sobras nacionales,se convertirn y seguirn siendo, hasta su exterminacin o des-nacionalizacin final, partidarios fanticos de la contrarrevolu-cin, dado que su entera existencia es, en general, una protes-ta contra la gran revolucin histrica. Por ejemplo, en Escocia losgalicos fueron el principal soporte de los Estuardo desde 1640hasta 1745; en Francia, los bretones apoyaron a los Borbonesdesde 1792 hasta 1800; en Espaa, los vascos apoyaron a DonCarlos. En Austria, los eslavos paneslavistas del sur no son msque el residuo nacional de un confuso desarrollo milenario.*

    En otro artculo sobre las luchas paneslavas en favor de la inde-pendencia de todas las naciones eslavas, Marx escribe:

    En la poca en que las grandes monarquas eran una necesidadhistrica en Europa, los alemanes y los hngaros formaron ungran imperio a partir de todas aquellas pequeas nacionesmezquinas, mutiladas e impotentes, permitindoles as que par-ticiparan en el desarrollo histrico, que de otro modo habrapasado de largo. Hoy, gracias al ingente progreso de la indus-tria, del comercio y de las comunicaciones, la centralizacinpoltica se ha convertido en una necesidad an ms perentoria

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    * Aus dem literalische Nachlass von Karl Marx. Friedrich engels und ferdi-nand Lasalle, vol III, p. 241.

  • que en los siglos xv y xvi. Lo que no estaba an centralizadoest ya en vas de centralizacion.**

    Hace tiempo que abandonamos los puntos de vista de Marxsobre los eslavos del sur; pero el dato general es que el desa-rrollo histrico, especialmente el moderno desarrollo del capita-lismo, no tiende a devolver a cada nacionalidad una existenciaindependiente, sino que se mueve en direccin opuesta, y esose sabe tanto hoy como en la poca de la Nueva Gaceta Rena-na. En su obra ms reciente, Nacionalidad e internacionalidad,Karl Kautsky presenta el siguiente esquema del destino histri-co de las nacionalidades:

    Hemos visto que la lengua es el medio ms importante para larelacin social. Como esa relacin crece con el desarrollo eco-nmico, crece tambin el crculo de quienes usan la misma len-gua. De ah surge la tendencia de las naciones unificadas a ex-pandirse, a tragarse a otras naciones, que pierden su lengua yadoptan la lengua de la nacin dominante, o una mezcla.

    Segn Kautsky, hubo tres grandes comunidades culturales de lahumanidad que se desarrollaron simultneamente: la cristiana,la musulmana y la budista.

    Cada una de estas comunidades culturales incluye lenguas ynacionalidades muy diversas. Dentro de cada una de ellas, lamayor parte de la cultura no es nacional, sino internacional. Pe-ro la comunicacin universal tiene otros efectos. Se expande ca-da vez ms y establece por doquier la dominacin de la mismaproduccin capitalista [...] Cuando entre un gran nmero denaciones se establece una comunidad estrechamente tupida decomunicacin y cultura durante un periodo prolongado, al cabode un tiempo una o varias de esas naciones ganan ascenden-cia en las cpulas del gobierno, del ejrcito, de las ciencias y lasartes. Su lengua se hace imprescindible para los comerciantesy para los hombres cultos de esa comunidad cultural interna-cional. Su cultura -economa, arte y literatura- imprime su carc-ter a toda la civilizacin. Ese es el papel que desempearon elgriego y el latn en la cuenca mediterrnea hasta el final de laAntigedad. En el mundo musulmn este papel lo desempea

    el rabe; en el mundo cristiano, incluidos los judos y los ateos,el alemn, el ingls y el francs se han convertido en lenguasuniversales [...] Acaso el desarrollo econmico y poltico aadiralgn da el ruso a estas tres lenguas. Pero tambin es posibleque una de ellas, el ingls, se convierta en la nica lenguacomn [...] La incorporacin de otras naciones a esta comunidadcultural internacional se traducir en un aumento de las lenguasuniversales entre los comerciantes y la gente culta. Y esta uninnunca ha sido tan tupida como ahora; y nunca una culturanacionalmente pura ha sido menos factible. Por eso nos sor-prende y nos extraa que la gente hable de una sola culturanacional, y que dotar a las masas de una cultura nacional seconsidere un objetivo del socialismo. [...] Desde el momento enque la sociedad socialista ofrece educacin a las masas, lasest al mismo tiempo capacitando para expresarse en variaslenguas, en las lenguas universales, y por lo tanto para partici-par en toda la civilizacin internacional y no slo en la culturaaislada de una determinada comunidad lingstica. Cuandoalcancemos el punto en que las masas en nuestros estados ci-v-ilizados puedan dominar, junto a su lengua nativa, una o variasde las lenguas universales, el terreno estar abonado para ungradual retroceso y ulterior desaparicin de las lenguas de lasnaciones ms pequeas, y para la unin de toda la humanidadcivilizada en una sola lengua y una sola nacin, del mismo modoque los pueblos de la cuenca oriental del Mediterrneo seunieron bajo el helenismo tras la muerte de Alejandro Magno, ylos pueblos de la cuenca occidental se fundieron bajo la roma-nizacin.

    La diversidad de lenguas en nuestro crculo civilizatorio dificultael entendimiento entre los miembros de las distintas naciones yconstituye un obstculo a su progreso civilizatorio. Pero sola-mente el socialismo ser capaz de superar este obstculo, ytendr que trabajar mucho y muy duramente para conseguireducar masas enteras de gente y lograr resultados tangibles. Yno hay que olvidar que nuestro internacionalismo no es un tipoespecial de nacionalismo, un nacionalismo que difiere del nacio-

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    ** Ibid, p. 255

  • nalismo burgues slo porque no acta de manera agresiva: esdecir, porque otorgue a cada nacin el mismo derecho que exi-ge para s mismo, reconociendo as la plena soberana de todaslas naciones. Esta manera de abordar la cuestin, que transfierela posicin anarquista sobre el individuo a las naciones, no secorresponde con la comunidad cultural que existe entre las na-ciones de la civilizacin contempornea.*

    Desde el punto de vista de la economa y de la civilizacin, s-tas ltimas forman de hecho un solo y nico cuerpo social, cuyobienestar depende de la cooperacin armnica de sus partes,posible nicamente cuando todas ellas se subordinan al todo.La Internacional Socialista no es un conglomerado de nacionesautrquicas donde cada una hace lo que quiere siempre que nointerfiera en la igualdad de derechos de las dems. sino queconforma un organismo que cuanto mejor funcione. tanto msfcil les resultar a las partes llegar a acuerdos y ms trabajarnconjuntamente de acuerdo con un plan comn. **

    Este es el esquema histrico que describe Kautsky. Es ciertoque presenta el tema desde un punto de vista distinto de Marx,subrayando sobre todo el desarrollo cultural y pacfico, mientrasque Marx acenta su aspecto poltico, una conquista armadaexterior. Pero ambos caracterizan el destino de las nacionali-dades en el devenir histrico no como una tendencia a la sepa-racin y a la independencia, sino todo lo contrario. Kautsky for-mula -y, por lo que sabemos, por primera vez en la literaturasocialista de los tiempos modernos- la tendencia histrica asuprimir completamente todas las distinciones nacionales en elseno del sistema socialista y a fusionar a toda la humanidad ci-vilizada en una sola nacionalidad.

    Pero, segn Kautsky, el presente desarrollo del capitalismo pro-voca fenmenos que parecen operar en direccin opuesta, comoson el despertar y la intensificacin de la conciencia nacional, ytambin la necesidad de un estado nacional que es la forma deestado "que mejor responde a las condiciones modernas, [...] laforma en que ms fcilmente puede cumplir sus funciones" (Ibid).

    Ese estado nacional "mejor" es slo una abstraccin bastantefcil de describir y definir tericamente, pero que no correspon-de a la realidad. El desarrollo histrico hacia una comunidad ci-vilizada universal tendr lugar, como todo desarrollo social, enmedio de contradicciones, pero la contradiccin que concierne ala evolucin unificadora de la civilizacin internacional no resideall donde Kautsky la busca, sino donde Marx la sita: en la luchaa muerte entre las naciones, en la tendencia a crear grandes esta-dos capitalistas en torno a las grandes reas de civilizacin y apesar de ellas.

    El desarrollo de poderes mundiales, un rasgo caracterstico denuestra era moderna, y que adquiere cada da mayor importan-cia gracias al progreso del capitalismo, condena a priori a todaslas pequeas naciones a la impotencia poltica. Aparte de algu-nas de las naciones ms poderosas, que lideran el desarrollocapitalista y poseen los recursos espirituales y materiales nece-sarios para conservar su independencia econmica y poltica, la"autodeterminacin", es decir, la existencia independiente denaciones pequeas, es una ilusin, y cada vez lo ser ms. Larecuperacin de la independencia de todas, e incluso de la ma-yora, de las naciones hoy oprimidas, slo sera posible si laexistencia de pequeos estados en el mbito del capitalismotuviera alguna posibilidad o perspectivas de futuro. Adems, lapoltica y la economa mundializadas -una condicin para lasupervivencia de los estados capitalistas- convierten a lospequeos estados europeos polticamente independientes y for-malmente iguales en protagonistas mudos -y a menudo enchivos expiatoriosdel escenario europeo. Puede hablarse se-riamente de la "autodeterminacin" de pueblos que son formal-mente independientes, como los montenegrinos, los blgaros,los rumanos, los serbios y los griegos e incluso de los suizos,para quienes la independencia misma es el producto de Ias

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    * Karl Kautsky, Nationalitt and Internationalitt, pp. 12-17; los subrayadosson nuestros.

    **Ibid, pp. 23.

  • luchas polticas y del juego diplomtico del "Concierto deEuropa"? Desde este punto de vista, la idea de asegurar a todaslas "naciones" la posibilidad de autodeterminarse equivale a laperspectiva de abadonar el desarrollo del gran capitalismo paravolver a los pequeos estados medievales, muy anteriores a lossiglos XV y XVI.

    El otro rasgo fundamental del desarrollo moderno que convierteesta idea en una utopa es el imperialismo capitalista. El ejem-plo de Inglaterra y Holanda demuestra que en determinadas cir-cunstancias un pas capitalista puede incluso saltarse completa-mente la fase de transicin como "estado nacional" y crear di-rectamente, en su fase manufacturera, un estado colonial. Elejemplo de Inglaterra y Holanda, que a principios del siglo xviicomenzaron a conquistar colonias, cundi entre todos los gran-des estados capitalistas de los siglos xviii y xix. El fruto de estatendencia es la continua destruccin de pases y pueblos inde-pendientes e incluso de continentes enteros.

    El propio desarrollo del comercio internacional en la era capita-lista conlleva la inevitable, aunque a veces lenta, ruina de lassociedades ms primitivas, destruye sus medios histricos de"autodeterminacin" y las hace dependientes de la rueda tritu-radora del desarrollo capitalista y de la poltica mundializada.Slo una completa ceguera formalista podra llevar a alguien amantener, por ejemplo, que la nacin china (consideremos o noa las gentes de ese estado como una o varias naciones) se"autodetermina" realmente. A la accin destructuradora del co-mercio mundial le sigue inmediatamente la particin directa o ladependencia poltica de las colonias en diversos grados y for-mas. Y si la socialdemocracia lucha con todas sus fuerzas con-tra la poltica colonial en cualquiera de sus manifestaciones,tratando de frenar su avance, comprender que esta evolucin,y las bases mismas de la poltica colonial, hunden sus races enla produccin capitalista, que el colonialismo es indisociable delavance del capitalismo, y que slo los inocuos apstoles bur-gueses de la "paz" son capaces de creer en la posibilidad deque los estados actuales eludan ese camino. La lucha por man-tenerse en el mercado mundial, por estar presente en la polticainternacional y por poseer territorios de ultramar es a la vez una

    necesidad y una condicin para el desarrollo de los poderescapitalistas mundiales. La forma que mejor sirve a las interesesde la explotacin en el mundo contemporneo no es el estado"nacional", como cree Kautsky, sino un estado abocado a la con-quista. Si comparamos los diferentes estados en funcin delgrado de aproximacin a ese ideal, vemos que no es el estadofrancs el que mejor encaja con el modelo, o al menos no suzona europea, que es nacionalmente homognea; y muchomenos el estado espaol, que desde que perdi sus colonias hadiluido su carcter imperialista para convertirse en un estadopuramente "nacional". Los modelos son sobre todo el estadobritnico y el estado alemn, ya que se basan en la opresinnacional en Europa y en todo el mundo, y los Estados Unidos deAmrica, un estado que mantiene en su seno como una heridaabierta la opresin de los negros, y que persigue la conquista delos pueblos de Asia.

    La siguiente tabla ilustra la tendencia imperialista a la conquistanacional. Las cifras se refieren a la cantidad de personas opri-midas en las colonias de cada pas. Las enormes cifras que apa-recen, y que afectan a quinientos millones de personas, seranan mayores si se incluyesen los pases que no figuran comocolonias pero que son hoy totalmente dependientes de estadoseuropeos, y luego habra que dividir estos totales en innume-rables nacionalidades y grupos tnicos para hacernos una idea delos efectos del imperialismo capitalista sobre el destino de lasnaciones y sobre su capacidad para "autodeterminarse":

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  • Es evidente que la historia de la expansin colonial del capita-lismo revela tambin, en cierta medida, la tendencia contradic-toria a la obtencin legal, y luego poltica, de la independenciade los pases colonizados. La historia de la separacin de losEstados Unidos de Inglaterra a finales del siglo xviii, de los pa-ses de Amrica del Sur respecto de Espaa y Portugal en losaos veinte y treinta del siglo pasado, as como la autonoma delos estados australianos respecto de Inglaterra, constituyen lailustracin ms clara de esta tendencia. Pero un anlisis msprofundo de estos acontecimientos permite identificar de inme-diato las condiciones especiales de su origen. Hasta el siglo xix,tanto Amrica del Norte como Amrica del Sur fueron vctimasde un sistema de administracin colonial an primitivo, basadoms en el saqueo del pas y de sus recursos naturales en bene-ficio de las arcas de los estados europeos que en una explota-cin racional en beneficio de la produccin capitalista. En am-bos casos se trataba de pases enteros, que contaban con todaslas condiciones para el desarrollo independiente del capitalismoy que, dispuestos a seguir su propia va, rompieron las degra-dantes cadenas de la dependencia poltica. La fuerza de la din-mica capitalista era mayor en Amrica del Norte, dependientede Inglaterra, mientras que Amrica del Sur, hasta entonces pre-dominantemente agrcola, encontr menor resistencia por partede Espaa y Portugal, pases econmicamente atrasados. Claroque una riqueza excepcional en recursos naturales no es laregla en todas las colonias. Por otro lado, el sistema de colo-nizacin contemporneo ha creado una dependencia muchomenos superficial que el anterior. Pero la conquista de la inde-pendencia de las colonias americanas no acab con la depen-dencia nacional, slo la transfiri a otra nacionalidad, slo cam-bi de rol. Consideremos por ejemplo los Estados Unidos: elelemento que se emancip de la corona de Inglaterra no erauna nacin fornea sino los propios emigrantes ingleses que sehaban asentado en Amrica sobre las ruinas y los cadveres delos nativos pieles rojas. Y lo mismo puede decirse de las colo-nias inglesas de Australia, donde los ingleses constituyen el 90por ciento de la poblacin. Los Estados Unidos estn hoy en lavanguardia de las naciones que practican la conquista imperia-lista. Tambin Brasil, Argentina y las dems ex colonias cuyoelemento principal son inmigrantes -portugueses y espaoles-

    ganaron la independencia frente a los estados europeos sobretodo para poder controlar el trfico de esclavos negros y suexplotacin en las plantaciones, y tambin para anexionarse lascolonias ms dbiles de la zona. Es muy probable que en laIndia prevalezcan condiciones similares; all ha aparecido unmovimiento "nacional" bastante serio contra Inglaterra. La exis-tencia en la India de nacionalidades con diversos grados dedesarrollo social y cultural, y su dependencia mutua, desacon-seja toda valoracin apresurada del movimiento indio bajo lasimple etiqueta de "los derechos de las naciones".

    Las excepciones aparentes no hacen sino confirmar, tras unanlisis ms profundo, la conclusin de que el desarrollo mod-erno del capitalismo resulta irreconciliable con la autntica inde-pendencia de todas las nacionalidades.

    Es cierto que el problema parece mucho ms sencillo si, al abor-dar la cuestin nacional, excluimos el tema de las particionescoloniales. Se trata de una tcnica que aplican con frecuencia,consciente o inconscientemente, los defensores de los "dere-chos de las naciones"; corresponde tambin a la posicin sobreel colonialismo que adopta, por ejemplo, Eduard David en lasocialdemocracia alemana, o van Kol en la holandesa. Esta po-sicin considera el colonialismo en general como la expresinde la misin civilizadora de los pueblos europeos, inevitableincluso en un rgimen socialista. Esta posicin puede des-cribirse sucintamente como la aplicacin "europea" del principiofilosfico de Fichte en su famosa parfrasis de Ludwig Born: Ichbin ich -was ausser mir, ist Lebensmittel (yo soy yo-lo que estfuera de m es un medio de vida). Si se considera a los puebloseuropeos como naciones propiamente dichas, mientras que alos pueblos colonizados se los ve como "fuente de abasteci-miento", entonces se puede aplicar el trmino "estado-nacin"en Europa a pases como Francia, Dinamarca o Italia, y el pro-blema nacional queda limitado a dimensiones intraeuropeas.Pero entonces "el derecho de las naciones a la autodetermi-nacin" se convierte en una teora de las razas dominantes ytraiciona claramente su origen ideolgico liberalburgus y sucretinismo "europeo". Segn la manera que tienen los socialis-tas de entenderlo, este derecho debe tener, por su naturaleza UNTREF VIRTUAL | 15

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  • misma, un carcter universal, y entenderlo as basta paramostrar que la esperanza de realizar este "derecho" en el marcoexistente es una utopa en contradiccin directa con la tenden-cia del desarrollo capitalista en el que la socialdemocracia habasado su existencia. Un intento general de dividir todos losestados existentes en unidades nacionales y delimitarlos segnel modelo de estados y estaditos nacionales es una empresa sinesperanza y, desde el punto de vista histrico, reaccionaria.*

    IV

    La frmula del "derecho de las naciones" es inadecuada parajustificar la posicin de los socialistas ante la cuestin nacional,no slo porque no toma en cuenta ni la gran variedad de condi-ciones histricas (lugar y tiempo) que existe en cada caso con-creto ni el curso general de la evolucin de las condiciones glo-bales, sino porque ignora totalmente Ia teora fundamental delsocialismo moderno: la teora de las clases sociales.

    Cuando hablamos del "derecho de las naciones a la autodeter-minacin" estamos utilizando el concepto de "nacin" como unaentidad social y poltica homognea. Pero en realidad un con-cepto como el de "nacin" constituye una de esas categoras dela ideologa burguesa que, como la "libertad del ciudadano", la"igualdad ante la ley", etc., la teora marxista ha sometido a unarevisin radical, demostrando que tras esa cortina de humo seesconde en todos los casos un contenido histrico bien definido.

    En una sociedad de clases, "la nacin" como una entidadsociopoltica homognea no existe. Lo que s existe en cadanacin son clases con intereses y "derechos" antagnicos. Noexiste literalmente una sola esfera social, desde las ms gro-seras relaciones materiales hasta las ms sutiles y morales,donde las clases poseedoras y el proletariado con conscienciade clase tengan la misma actitud, y donde aparezcan como unaentidad "nacional" slida. En el mbito de las relaciones eco-nmicas, las clases burguesas representan los intereses de laexplotacin, y el proletariado loss intereses del trabajo. En elmbito de las relaciones legales, la piedra fundamental de lasociedad burguesa es la propiedad privada, mientras que los

    intereses del proletariado exigen la emancipacin del hombredesposedo de la dominacin de la propiedad. En el mbitojurdico, la sociedad burguesa representa la "justicia" de clase,la justicia de los bien alimentados y de los que gobiernan; el pro-letariado defiende lo humano del individuo y considera las in--fluencias sociales que recibe ese individuo. En las relacionesinternacionales, la burguesa representa la poltica de la guerray la conquista y, en la actualidad, un sistema de guerra comer-cial; el proletariado exige una poltica de paz universal y comer-cio libre. En el mbito de las ciencias sociales y de la filosofa,las escuelas de pensamiento burguesas y la escuela que repre-senta al proletariado estn en posiciones radicalmente opues-tas. Las clases poseedoras tienen su propia visin del mundo,representada por el idealismo, la metafsica, el misticismo y eleclecticismo, y el proletariado contemporneo tiene su propiateora: el materialismo dialctico. Incluso en el mbito de las lla-madas condiciones "universales" -la tica, las corrientes artsti-cas, el comportamiento-, los intereses, la visin del mundo y losideales de la burguesa y los del proletariado consciente repre-sentan dos campos separados por un abismo. Y en aquellas

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    * En la mente de los formalistas legales y profesores, este desarrollo adop-ta la forma de "degeneracin de la idea nacional": Las otras tendenciasnacionalistas surgen en las luchas de las naciones que ya han alcanzado suindependencia poltica para consolidar su superioridad y ascendencia sobreotras naciones. Estas luchas se manifiestan, por un lado, en la glorificacinde las virtudes histricas del pasado o en los rasgos presentes de su carc-ter o "alma" nacional, o finalmente en forma de esperanzas sumamente im-precisas de un futuro rol cultural o alguna misin de destino exclusivo deciertas naciones, luchas que hoy se bautizan con el nombre de nacionalis-mo. Por otro lado, estas tendencias polticas implican la expansin de lasfronteras territoriales de una determinada nacin, el fortalecimiento de suposicin global mediante la particin de otros pases y el incremento de susposesiones coloniales, es decir, una poltica imperialista. Estos movimientosencarnan el desarrollo de la idea nacional, pero representan una contradic-cin en relacin con los contenidos originales de esa idea, y en sus fatalesresultados, tan degradantes para la civilizacin, es imposible no ver la dege-neracin de esa idea y su muerte. Es evidente que el siglo de las naciona-lidades ha acabado. Habr que esperar a una nueva era, con nuevas ten-dencias. -W. M. Ustinov, Idyeya Natsyonalnovo Gosudarstva, Kharkov,1906).

  • ocasiones en que las luchas formales y los intereses del prole-tariado y los de la burguesa (como un todo o en su parte msprogresista) parecen idnticos -por ejemplo, en el mbito de lasaspiraciones democrticas- all, bajo la identidad de formas y deconsignas, se oculta la ms completa divergencia de contenidosy polticas fundamentales.

    En una sociedad as constituida no cabe hablar de una voluntadcolectiva y uniforme, de la autodeterminacin de la "nacin".Cuando en la historia de las sociedades modernas encontramosmovimientos "nacionales" y luchas en favor de "intereses nacio-nales", suelen ser movimientos de clase de los estratos diri-gentes de la burguesa, que en un momento dado pueden re-presentar los intereses de otros estratos slo en la medida enque bajo la forma de "intereses nacionales" defienden formasprogresivas del desarrollo histrico y en la medida en que laclase trabajadora an no se ha diferenciado como tal de la masade la "nacin" (liderada por la burguesa) lo suficiente como paraformar una clase poltica independiente y consciente.

    En este sentido, la burguesa francesa, durante la Gran Revolu-cin, tena el derecho a presentarse como tercer estado en nom-bre del pueblo francs, e incluso la burguesa alemana en 1848poda an considerarse, hasta cierto punto, representante de la"nacin" alemana, si bien El Manifiesto Comunista y, en parte, laNueva Gaceta Renana, ya eran indicadores de una poltica declase distinta del proletariado alemn. En ambos casos el intersde la clase burguesa revolucionaria se identificaba, en aquellafase del desarrollo social, con el inters de la parte de la po-blacin que todava formaba, junto con la burguesa, una masapolticamente uniforme contra el feudalismo imperante.

    Esta circunstancia demuestra que los "derechos de las nacio-nes" no pueden ser un criterio para orientar la posicin de lasocialdemocracia sobre la cuestin nacional. La existenciamisma de un partido de este tipo demuestra que la burguesa hadejado de ser la representante de todo el pueblo, que la clasedel proletariado ya no se ampara bajo las faldas de la burguesa,sino que se ha separado como clase independiente con suspropias aspiraciones sociales y polticas. Dado que los concep-

    tos de "nacin", "derechos" y "voluntad del pueblo" como untodo homogneo son, como hemos dicho, residuos de los tiemposdel antagonismo inmaduro e inconsciente entre el proletariado y laburguesa, la realizacin de esa idea por el proletariado conscientee independiente desde el punto de vista organizativo constituirauna enorme contradiccin, no contra la lgica acadmica sino con-tra la lgica histrica.

    A la hora de abordar la cuestin nacional en la sociedad contem-pornea, la socialdemocracia debe tomar en cuenta de formaprioritaria el antagonismo de clases. La cuestin nacional checareviste una determinada forma para la joven pequea burguesacheca y otra distinta para el proletariado checo. Tampoco existeuna nica solucin a la cuestin nacional polaca que satisfagapor igual a Koscielski y a su capataz Miroslawie, a la burguesade Varsovia y de Lodz y a los obreros polacos conscientes; y lamanera de plantear la cuestin juda es muy distinta entre la bur-guesa juda y entre el proletariado judo revolucionario. Para lasocialdemocracia, la cuestin nacional es ante todo, como paratodas las dems cuestiones sociales y polticas, una cuestin deintereses de clase.

    En la Alemania de la dcada de los cuarenta existi un socialis-mo mstico-sentimental, el de los llamados "socialistas autnti-cos" de Karl Grn y Moses Hess, representado en Polonia porLimanowski. Luego apareci en Polonia una edicin espartanadel mismo -el Lud Polski [Pueblo Polaco] en los aos setenta yPobudka [Despertar] a finales de la dcada. Este socialismoluchaba por alcanzar todo lo bueno y bello, y sobre esas bases,Limanowski, ms tarde lder del PSP, trat de amalgamar el so-cialismo polaco y la reconstruccin de Polonia, diciendo que siel socialismo era una idea tan bella, y el patriotismo no era me-nos bello, ",por qu no unir dos ideas tan hermosas?".

    El nico elemento saludable de este socialismo sentimental esque esa parodia utpica se fundamenta en la idea, bsicamentecorrecta, de que un rgimen socialista abolir la dominacin declases y con ello, por primera vez en la historia, quedar garan-tizada la realizacin de los ms altos ideales de la humanidad.

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  • Este es en realidad el contenido y el significado esenciales delprincipio implcito en la resolucin presentada al Congreso Inter-nacional de Londres [1896]. "El derecho de las naciones a laautodeterminacin" deja de ser un clich slo en un rgimensocial donde el "derecho al trabajo" tambin haya dejado de seruna frase hueca. Un rgimen socialista, al eliminar la domina-cin de una clase sobre otra y, con ello, la existencia misma delas clases sociales antagnicas y la divisin de la sociedad enclases con distintos intereses y deseos, har realidad una so-ciedad que ser la suma total de individuos unidos entre s porla armona y la solidaridad de sus intereses, un todo uniformecon una voluntad organizada comn y la capacidad para satis-facerla. El rgimen socialista har realidad la "nacin" como unavoluntad uniforme -en la medida en que las naciones en el senode esa sociedad en general constituyan organismos socialesseparados o, como dice Kautsky, se junten en uno solo- y crearlas condiciones materiales para su libre autodeterminacin. Enuna palabra, esa sociedad tendr la capacidad para determinarlibremente su existencia nacional cuando tenga la capacidadpara determinar su existencia poltica y las condiciones para sucreacin. Las "naciones" controlarn su existencia histricacuando la sociedad humana controle sus procesos sociales.

    Por lo tanto, la pretensin de los partidarios "del derecho de lasnaciones a la autodeterminacin" de establecer una analogaentre este "derecho" y las reivindicaciones democrticas, comoson el derecho a la libertad de expresin, de prensa, de asocia-cin y de reunin, es totalmente incongruente. Esta gente afir-ma que nosotros apoyamos la libertad de asociacin porquesomos el partido de las libertades polticas; pero nosotros anluchamos contra los partidos burgueses hostiles. Dicen, tam-bin, que tenemos el deber democrtico de apoyar la autodeter-minacin de las naciones, pero esto no nos obliga a apoyarcada una de las tcticas individuales de aquellos que luchan porla autodeterminacin.

    Estas teoras olvidan por completo el hecho de que unos y otros"derechos", aunque presentan una cierta similitud superficial, sehallan en niveles histricos completamente diferentes. Los dere-chos de asociacin y de reunin, de expresin, de prensa, etc.,

    constituyen las formas legales de existencia de una sociedadburguesa madura. En cambio, "el derecho de las naciones a laautodeterminacin" es tan slo una formulacin metafsica deuna idea que en la sociedad burguesa es impracticable y slo esposible realizarla en el marco de un rgimen socialista.

    Sin embargo, tal como se practica actualmente, el socialismo noes en absoluto una coleccin de "nobles" y "bellas" aspiracionesmsticas, sino slo la expresin poltica de unas condicionesperfectamente definidas, es decir, la lucha de la clase del prole-tariado moderno contra la dominacin de la burguesa. Socia-lismo significa la lucha del proletariado por establecer la dictadu-ra de su clase con el fin de subvertir las formas actuales de pro-duccin. Para la socialdemocracia, en su calidad de partido delproletariado, sta es la tarea y la orientacin principales, y deter-mina la posicin de este partido respecto a todos los problemasde la vida social.

    La socialdemocracia es el partido de clase del proletariado. Suobjetivo histrico es expresar los intereses de clase del proleta-riado y tambin los intereses revolucionarios del desarrollo de lasociedad capitalista en su evolucin hacia el socialismo. Por lotanto, la socialdemocracia est llamada a realizar no el derechode las naciones a la autodeterminacin, sino solamente el dere-cho de la clase trabajadora, explotada y oprimida, a la autode-terminacin. Es desde esta posicin que la socialdemocraciaanaliza todas las cuestiones sociales y polticas sin excepcin, ydesde ese punto de vista formula sus reivindicaciones progra-mticas. Ni en la cuestin de la estructura poltica del estadoque exigimos, ni en las polticas interior y exterior del estado, nien las cuestiones legislativas, educativas, fiscales o militares,permite la socialdemocracia que sea la "nacin" quien decida sudestino segn su propia visin de la autodeterminacin. Todasestas cuestiones afectan a los intereses de clase del proletariadode forma distinta a las cuestiones nacional-polticas y nacional-culturales, si bien entre ambas existen vnculos muy estrechos demutua dependencia y causalidad. Por eso la socialdemocracia nopuede eludir la necesidad de formular estas demandas individual-mente, y debe reclamar activamente aquellas formas de existen-cia nacional-poltica y nacionalcultural que mejor correspondan UNTREF VIRTUAL | 18

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  • tanto a los intereses del proletariado y de su lucha de clases enuna poca y tiempo determinados como a los intereses deldesarrollo revolucionario de la sociedad. La socialdemocraciano puede dejar que estas cuestiones las resuelvan "lasnaciones".

    Esto aparece con total claridad cuando trasladamos estas cues-tiones de las nubes de la abstraccin a la tierra firme de lascondiciones concretas.

    La "nacin" debera tener el "derecho" a la autodeterminacin.Pero quin es esa "nacin" y quin posee la autoridad y el "de-recho" para hablar en su nombre y expresar su voluntad? C-mo saber lo que "la nacin" quiere realmente? Acaso existe unsolo partido poltico que no afirme ser, entre todos los dems, elautntico portavoz de la voluntad de "la nacin", mientras acusaal resto de partidos de ser tan slo expresiones pervertidas y fal-sas de la voluntad nacional? Todos los partidos liberales burgue-ses se consideran a s mismos encarnaciones de la voluntad delpueblo y reclaman el monopolio exclusivo para representar a "lanacin". Pero los partidos conservadores y reaccionarios tam-bin hablan de la voluntad y de los intereses de la nacin y, hastacierto punto, tienen el mismo derecho a hacerlo. La Gran Revo-lucin francesa fue sin lugar a dudas una expresin de la volun-tad de la nacin francesa, pero Napolen, que con el golpe del18 Brumario aniquil las conquistas de la revolucin, bas todasu reforma del estado en el principio de "la volont gnrale" (lavoluntad general).

    En 1848 la voluntad de la "nacin" produjo primero la repblicay el gobierno provisional, luego la Asamblea Nacional, y final-mente a Luis Bonaparte, quien aboli la repblica, el gobiernoprovisional y la asamblea nacional: Durante la revolucin rusa[de 1905], el liberalismo exigi, en nombre del pueblo, un minis-terio "cadete"; el absolutismo, en nombre del mismo pueblo,organiz los progroms contra los judos, mientras que los cam-pesinos revolucionarios expresaron su voluntad nacional convir-tiendo las propiedades de la aristocracia rural en humo. En Po-lonia, el partido de la Democracia Nacional afirmaba encarnar lavoluntad del pueblo, y en nombre de la "autodeterminacin de la

    nacin" incit a los trabajadores "nacionales" a asesinar a traba-jadores socialistas.

    De modo que, con la "autntica" voluntad de la nacin ocurre lomismo que con el anillo autntico de la obra de Lessing sobreNatn el sabio: el anillo se ha perdido y parece casi imposibleencontrarlo y diferenciarlo de los falsos o de las copias. En apa-riencia, el principio de la democracia ofrecera una va para dis-tinguir la autntica voluntad del pueblo: la voluntad de la mayo-ra. La nacin quiere lo que quiere la mayora del pueblo. Peroay de la socialdemocracia que haga de este principio su propianorma!: condenara a muerte a la propia socialdemocracia comopartido revolucionario. La socialdemocracia, por su propia natu-raleza, es un partido que representa los intereses de la imensamayora de la nacin. Pero tambin es, en el seno de la socie-dad burguesa y en la medida en que se trata de expresar la vo-luntad consciente de la nacin, el partido de una minora quebusca convertirse en mayora. En sus aspiraciones y en su pro-grama poltico, quiere reflejar no la voluntad de una mayora dela nacin, sino todo lo contrario, encarnar slo la voluntad cons-ciente del proletariado. E incluso en el seno de esa clase, lasocialdemocracia no pretende ser la encarnacin de la voluntadde la mayora, sino expresar tan slo la voluntad y la conscien-cia de la seccin ms avanzada y ms revolucionaria del prole-tariado urbano-industrial. Intenta ampliar esa voluntad y desbro-zar el camino para la mayora de los trabajadores hacindolosconscientes de sus propios intereses. "La voluntad de la nacin"o de su mayora no es, pues, un dolo ante el cual la socialde-mocracia deba postrarse con humildad. Al contrario, la misinhistrica de la socialdemocracia se basa ante todo en revolucio-nar y formar la voluntad de la "nacin", es decir, de su mayoratrabajadora. Porque las formas tradicionales de consciencia quedespliega la mayora de la nacin, y por lo tanto tambin lasclases trabajadoras, en la sociedad burguesa, son las formasque suele adoptar la consciencia burguesa, hostil a los idealesy a las aspiraciones del socialismo. Incluso en Alemania, dondela socialdemocracia es el partido poltico ms poderoso, con3.250.000 votantes, es an una minora comparada con losocho millones de electores de los partidos burgueses y con lostrece millones de personas con derecho a voto, si bien es cierto UNTREF VIRTUAL | 19

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  • que las estadsticas electorales dan slo una idea aproximadade la relacin de fuerzas en tiempos de paz. As que la nacinalemana se "autodetermina" eligiendo a una mayora de conser-vadores, clrigos y librepensadores, y pone su destino polticoen sus manos. Y lo mismo est ocurriendo, en mayor grado sicabe, en los dems pases .

    V

    Tomemos un ejemplo concreto para intentar aplicar el principiode "autodeterminacin" de la "nacin". En la actual fase de la re-volucin en Polonia, un socialdemcrata ruso perteneciente alconsejo de redaccin del hoy difunto peridico Iskra, explicabaen 1906 la idea de la ineludibilidad de la asamblea constituyentede Varsovia de la siguiente manera:

    Si partimos de la premisa de que la estructura poltica de Rusiaes el factor determinante de la actual opresin de las nacionali-dades, entonces habr que concluir que el proletariado de lasnacionalidades oprimidas y el de los pases anexionados de-bera mostrarse sumamente activo en favor de una asambleaconstituyente panrusa.

    Esta asamblea podra, si quisiera, cumplir con su misin revolu-cionaria y romper las cadenas de la opresin con que el zaris-mo ha unido a su destino a las nacionalidades sojuzgadas.

    Y no existe otro mtodo satisfactorio, es decir, revolucionariopara solucionar esta cuestin que implementar los derechos delas nacionalidades a autodeterminar su propio destino. La tareade un partido proletario unido de todas las nacionalidades en laasamblea constituyente ser precisamente promover esta solu-cin de la cuestin nacional, tarea que podr realizar el partidoslo si se basa en el movimiento de masas, en la presin sobrela asamblea constituyente.

    Pero de qu forma concreta debera realizarse el derecho a laautodeterminacin? En aquellos casos en que la cuestin nacio-nal pueda identificarse ms o menos con la existencia de un

    estado legal -como es el caso de Polonia-, el rgano capaz dellevar a trmino el derecho de la nacin a la autodeterminacinpuede y debe ser una asamblea nacional constituyente cuyatarea ser determinar la relacin de un determinado "pas peri-frico" con el estado como un todo. decidir si debe pertenecer alestado o escindirse de l, y decidir su estructura interna y sufuturo nexo con el estado como un todo.

    Esto significa que la asamblea constituyente de Polonia deberadecidir si Polonia ha de formar parte de una nueva Rusia y culdebera ser su constitucin. Y el proletariado polaco debera uti-lizar todas sus fuerzas para garantizar que su clase imprima susello en la decisin de aquel rgano de autogobierno nacional.

    Y en el caso ole que pidiramos a la asamblea panrusa quedejara la solucin de la cuestin nacional polaca en manos de ladieta de Varsovia, no creo que hubiera necesidad de aplazar laconvocatoria de esa dieta hasta que la constituyente de Peters-burgo haya abordado la cuestin nacional. Al contrario, creo quela consigna de una asamblea constituyente en Varsovia deberalanzarse ahora, junto con la consigna de una asamblea consti-tuyente panrusa. El gobierno que finalmente convoque una a-samblea constituyente para toda Rusia tambin debera convo-car (o ratificar la convocatoria) una dieta constituyente especialpara Polonia. La misin de la asamblea panrusa ser sancionarlos trabajos de la dieta de Varsovia, y a la luz de las diferentesfuerzas sociales presentes en la constituyente de Petersburgo,cuanto ms se respeten los principios reales de la democracia,ms decisiva y claramente podr expresar su voluntad nacionalla nacin polaca. Y lo har sobre todo en las elecciones a ladieta especialmente convocada para decidir el futuro destino dePolonia. En base a las decisiones adoptadas en esta dieta, losrepresentantes del proletariado ruso y polaco en la asambleapanrusa podrn defender enrgicamente el autntico reconoci-miento del derecho a la autodeterminacin. De modo que nues-tra consigna debe ser la convocatoria simultnea de las asam-bleas constituyentes panrusa y polaca.

    Pero el hecho de que el proletariado presente la exigencia deuna asamblea constituyente para Polonia no significa que cual- UNTREF VIRTUAL | 20

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  • quier delegacin de la dieta de Varsovia pueda representar a lanacin polaca en la asamblea panrusa. Porque creo que estetipo de representacin no correspondera a los intereses deldesarrollo revolucionario, ya que unira los elementos proleta-rios y burgueses de la dieta polaca mediante vnculos de soli-daridad y responsabilidad mutuas que estaran en contradiccincon sus respectivos intereses.

    En la asamblea panrusa el proletariado y la burguesa de Polo-nia no pueden estar representados por una sola delegacin. Yes precisamente lo que ocurrira si la dieta enviara a la asam-blea una delegacin con representantes de todos los partidospolacos en funcin de su fuerza parlamentaria; en cuyo caso, larepresentacin directa e in