los tejedores del borde. ensayo acerca de la función social de la salud mental y la locura

10
41 Ensayos y Reflexiones / Essay and Reflections / Ensaios e Reflexões / LOS TEJEDORES DEL BORDE ENSAYO ACERCA DE LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA SALUD MENTAL Y LA LOCURA Laura Fascioli 1 «En la historia de los hombres cada acto de destrucción encuentra su respuesta, tarde o temprano, en un acto de creación» Eduardo Galeano Resumen Cuando leo algún artículo sobre la ruptura del tejido social evoco la vieja caja de zapatos donde, siendo escolares, colocábamos gusanos de seda. Con impaciencia, «los niños de la escuela» les dábamos su morera esperando que comenzaran a tejer los capullos, de donde saldrían más tarde las ansiadas mariposas. Nunca faltaba el «varón de la otra clase» que, por molestar a las «niñas», destruyera con un palito un pe- dazo del tejido. Al poco tiempo, el gusano incansable reconstruía su capullo o comenzaba uno nuevo. Tal vez, como todo recuerdo, no es exacto, pero lo desea así mi dolor de niña ante la destrucción. Ese sentimiento, mezcla de dolor, desazón, impotencia, temor y posterior alegría al comprobar la anhelada reconstrucción, es el mismo que siento al observar cómo aparecen lentamente los hilos que permiten empezar a reparar nuestro destruido tejido social luego de la dictadura de los años 70. Me pregunto ma- ravillada, dónde han quedado guardados y quienes han guardado durante el tiempo transcurrido, los ovi- llos que al desenrollarse ayudan a reconstruir la trama de nuestra historia. ¿Quiénes han sido los guardia- nes? ¿Quiénes serán los nuevos tejedores? 1 Licenciada en Enfermería. Licenciada en Psicología. Magister en Salud Mental. Psicoterapeuta en psicoanálisis de las configuraciones vinculares. Directora de Departamento, División Enfermería, Hospital de Clínicas. Uruguay. [email protected]. Cel. 098 738 239 Fascioli, L. «Los tejedores del borde. Ensayo acerca de la función social de la salud mental y la locura»

Upload: ediciones-abrelabios

Post on 09-Mar-2016

216 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

ensayo de la Revista Uruguaya de Enfermería (con base en la versión impresa en soporte papel, del año 2011, publicada por ediciones abrelabios)

TRANSCRIPT

Artículos de investigación / Articles in Research / Artigos de pesquisa /

41

Ensayos y Reflexiones / Essay and Reflections / Ensaios e Reflexões /

LOS TEJEDORES DEL BORDEENSAYO ACERCA DE LA FUNCIÓN SOCIALDE LA SALUD MENTAL Y LA LOCURA

Laura Fascioli1

«En la historia de los hombrescada acto de destrucción encuentra su respuesta,

tarde o temprano, en un acto de creación»Eduardo Galeano

ResumenCuando leo algún artículo sobre la ruptura del tejido social evoco la vieja caja de zapatos donde, siendoescolares, colocábamos gusanos de seda. Con impaciencia, «los niños de la escuela» les dábamos sumorera esperando que comenzaran a tejer los capullos, de donde saldrían más tarde las ansiadas mariposas.Nunca faltaba el «varón de la otra clase» que, por molestar a las «niñas», destruyera con un palito un pe-dazo del tejido. Al poco tiempo, el gusano incansable reconstruía su capullo o comenzaba uno nuevo.Tal vez, como todo recuerdo, no es exacto, pero lo desea así mi dolor de niña ante la destrucción. Esesentimiento, mezcla de dolor, desazón, impotencia, temor y posterior alegría al comprobar la anheladareconstrucción, es el mismo que siento al observar cómo aparecen lentamente los hilos que permitenempezar a reparar nuestro destruido tejido social luego de la dictadura de los años 70. Me pregunto ma-ravillada, dónde han quedado guardados y quienes han guardado durante el tiempo transcurrido, los ovi-llos que al desenrollarse ayudan a reconstruir la trama de nuestra historia. ¿Quiénes han sido los guardia-nes? ¿Quiénes serán los nuevos tejedores?

1 Licenciada en Enfermería. Licenciada en Psicología. Magister en Salud Mental. Psicoterapeuta en psicoanálisis de lasconfiguraciones vinculares. Directora de Departamento, División Enfermería, Hospital de Clínicas. [email protected]. Cel. 098 738 239

Fascioli, L. «Los tejedores del borde. Ensayo acerca de la función social de la salud mental y la locura»

Artículos de investigación / Articles in Research / Artigos de pesquisa /

42 Revista Uruguaya de Enfermería, noviembre de 2007, 2 (2): 41-50

Ensayos y Reflexiones / Essay and Reflections / Ensaios e Reflexões /

THE WEAVERS OF THE BORDERESSAY ON THE SOCIAL FUNCTION OF MENTAL HEALTH AND MADNESS

AbstractWhen I read an article about the breakdown of social fabric evoke the old shoebox where, being children,we placed silkworms. Anxiously, the school children gave the silkworms their mulberry buds hoping forthey begin to weave, and later would leave the desired butterflies. There was always the «male child ofthe other class», that for disturbing the» girls» with a stick destroy a piece of tissue. Soon, the tirelessworm began rebuilding its cocoon or made a new one. Perhaps, like all memory, not exact, but mychildhood pain at the destruction want to do it. That feeling, a mixture of pain, frustration, helplessness,fear and joy back to check the desired reconstruction is the same I feel when looking at how slowly thethreads are allowed to begin to repair our social fabric destroyed after the dictatorship of the 70s. Iwonder, where they have been saved and who have saved during the time, to unwind the tangles thathelp to rebuild the fabric of our history. Who have been the guardians? Who will be the new weavers?

OS TECEDORES DA BEIRAENSAIO SOBRE A FUNÇÃO SOCIAL DA SAÚDE MENTAL E DA LOUCURA

ResumoQuando leio algum artígo sobre a ruptura do tecido social evoco a velha caixa de sapatos onde, sendoescolares, colocávamos bicho-de-seda. Com impaciência, «as crianças da escola» dávamos sua amoreiraesperando que começassem a tecer os casulos, de onde mais tarde sairiam as ansiadas borboletas.Nunca faltava o «menino da outra sala» que, para incomodar as «meninas», destruísse com um palitoum pedaço do tecido. Em pouco tempo, o bicho-de-seda incansável reconstruía seu casulo ou começavaoutro novo.Talvez, como toda lembrança, não é exata, mas o deseja assim minha dor de criança perante a destruição.Esse sentimento, mistura de dor, dissabor, impotência, temor e posterior alegria ao comprovar a dese-jada reconstrução, é o mesmo que sinto ao observar como aparecem lentamente os fios que permitemcomeçar a reconstruir nosso destruído tecido social após a ditadura dos anos 70. Pergunto-me, maravi-lhada, onde ficaram guardados e quem guardou durante o tempo transcorrido, os novelos que, ao sedesenrolar, ajudam a reconstruir a trama de nossa história. Quem foram os guardiões ?Quem serão os novos tecedores?

Artículos de investigación / Articles in Research / Artigos de pesquisa /

43

Ensayos y Reflexiones / Essay and Reflections / Ensaios e Reflexões /

El Uruguay entra en dictadura (junto con otrospaíses de América del Sur) cuando se acercaba aun cambio en su sistema económico-social y polí-tico hacia formas de organización más justas.Luego de todos los procesos devastadores que sefueron sucediendo durante más de 15 años y queparecían señalar una fractura de los ideales y losdeseos de cambio de la generación de los años60-70, el nuevo siglo se inicia con un nuevo acer-camiento a un cambio. ¿Cómo se explica que lasnuevas generaciones, cuyos vínculos con las ante-riores parecían haber sido cercenados por la vio-lencia del proceso dictatorial y sus secuelas, vuel-van a tomar, ampliándolos y mejorándolos en sucomprensión y aplicación, los ideales de las gene-raciones pasadas? ¿Cómo se explica que, al mis-mo tiempo que parecen imponerse en nuestro paíslas pautas posmodernas y neoliberales que sostie-nen el fin de la Historia y la caída de las utopías,surja con increíble fuerza la imagen del «Che»como símbolo de esperanza de los más jóvenes?

El período dictatorial de los años 70-80 no ha si-do el único proceso de catástrofe social en nuestropaís. Lo han antecedido otros hechos como porejemplo, el exterminio de los Charrúas. El perte-necer a un continente conquistado y colonizado,que ha luchado y lucha por su independencia noshace copartícipes de procesos sociales en dondelas poblaciones han sido devastadas, destruidas,fragmentadas y vueltas a recomponer tras largosy costosos esfuerzos generales de reconstrucción.¿Qué peso han tenido estos procesos históricossobre los grupos, sus valores, sus símbolos, suimaginario y sobre la conformación de la subjeti-vidad individual?Un análisis lineal, determinista, reduccionista,nos podría llevar a pensar que la fuerza del aconte-cimiento traumático deja secuelas irreversiblestanto en la trama social como en las nuevas subje-tividades. Sin embargo, al mismo tiempo que seviven las inevitables pérdidas y duelen las «espi-nas envenenadas» que en general continúan a lascatástrofes sociales, como la corrupción herederade la impunidad, se conservan en forma latentelos valores positivos trabajosamente logrados porel quehacer colectivo. El desarrollo de la vida

muestra –más tarde o más temprano– que no al-canza con eliminar 300 voluntades para aniquilarlas praxis que apuntan a satisfacer con equidadlas necesidades más básicas de los seres humanos.La represión intenta eliminar sin dejar rastros to-do aquello que amenaza o denuncia los interesesde los grupos más reducidos (en cantidad de inte-grantes) pero también más poderosos. Sin em-bargo, la memoria colectiva deja testimonios delos sucesos no sólo a través de su voluntad explí-cita sino también a través de los mitos, las leyen-das, la historia no oficial.

A modo de ejemplo, una historieta reciente deéxito internacional, como es «Asterix» recuerdala lucha de los pueblos galos contra el avance delImperio Romano, prototipo de la lucha que hacaracterizado la historia de la humanidad hastanuestros días. Sólo cambia el nombre de los prota-gonistas: las diferencias de clase subsisten. El nú-cleo central de la historieta se apoya sobre un he-cho real: «(…) el dolor de cabeza que le ocasionóel joven jefe de la tribu de los Avernos llamadoVercingétorix (82-46 AC) (a Julio César). Estehombre lideró la resistencia contra los romanosy el tiempo lo transformó en una de las figurasmás legendarias de su pueblo. El victorioso JulioCésar fue humillado cuando Vercingétorix vencióa sus entrenadas tropas en Gergovia» (Gómez, S.1999).

La Historia, más lenta para dar satisfacción a losdeseos de justicia de los hombres, no coincidecon el gozo triunfal de los menos poderosos delos episodios de la historieta: «Esta vez la gloriaacompañó a Julio César, cuya presión fue tal queobligó a Vercingétorix a rendirse. Prisionero, fueenviado a Roma donde lo ejecutaron públicamen-te 6 años después» (Gómez, S. 1999).Dos milenios más tarde, en 1959, el héroe Vercin-gétorix renace en Asterix. ¿Por qué el personajesurge en este momento histórico y por qué se hacetan popular? ¿Tiene que ver con el espíritu de re-sistencia y lucha del pueblito galo? ¿Simbolizala resistencia de los pueblos actuales a la globali-zación impuesta que quiebra con las identidadesy las culturas propias?

Fascioli, L. «Los tejedores del borde. Ensayo acerca de la función social de la salud mental y la locura»

Artículos de investigación / Articles in Research / Artigos de pesquisa /

44 Revista Uruguaya de Enfermería, noviembre de 2007, 2 (2): 41-50

Ensayos y Reflexiones / Essay and Reflections / Ensaios e Reflexões /

Todos los ejemplares de la historieta comienzande la misma forma:«Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Todala Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda?¡No! Una aldea poblada por irreductibles galosresiste todavía y siempre al invasor…» (GosinnyR. Uderzo A. 1994).

La complejidad del tema obliga a establecer uncero ficto de inicio y de contexto, que permitareflexionar acerca de estos fenómenos. Por ello,sin desconocer nuestra Historia particular y nues-tra Historia como integrantes de América Latina,contextuaré estas reflexiones en el lapso posteriora la última dictadura ocurrida en nuestro país.

Las catástrofes socialesy sus rupturasNo pretendo en este trabajo explicar las múltiplescausas coyunturales de los distintos tipos de catás-trofes sociales tales como guerras étnicas, religio-sas, genocidios, dictaduras, aunque parto de labase de que en última instancia sus motivacionesson siempre de orden económico y político. Loque promueve este trabajo es analizar cómo ellasinfluyen sobre la inter y la intrasubjetividad dela población afectada no sólo en sus aspectos ne-gativos, destructivos sino también en los que tie-nen que ver con las formas de resistencia y repara-ción del daño. No todos los grupos y todas laspersonas sufren idénticas consecuencias a raíz dela violencia que supone una catástrofe social. Sibien hay aspectos generales comunes, las expe-riencias de unos pueblos, sus formas de elabora-ción y salida de los traumatismos, no son superpo-nibles a las de otros. Distintas investigaciones psi-cológicas y sociales señalan que existe una inci-dencia intrapsíquica de la violencia social que seextiende a las sucesivas generaciones y que mu-chas veces lo que no ha podido ser elaborado enuna generación se repite en acto (acting) en lasegunda o tercera generación.

Las repercusiones son distintas entre aquellos quesufrieron violencia directamente y el resto de lapoblación. Son distintas también para los diferen-tes grupos sociales: existen numerosos trabajos

realizados en nuestro país y en otros países deLatinoamérica que dan cuenta de los efectos psi-cológicos y sociales de la represión política. Eneste trabajo pretendo reflexionar acerca de unarealidad social devastada que compartimos todosy de la cual estamos emergiendo como sujetosrecomponedores y creadores: como tejedores deun borde destruido.Cuando se producen acontecimientos violentosen la realidad social de una población los sujetosquedan expuestos a la amenaza de una desestruc-turación de su personalidad. Especialmente cuan-do estos acontecimientos violentos provienen delpropio Estado, al cual, más allá de las discrepan-cias con su forma de funcionamiento, se ha acep-tado como garante de la Ley y de un cierto gradode seguridad y equidad. Por un acuerdo intersub-jetivo consciente e inconsciente, se lo vive comoel representante del límite, del borde, que permite(al estilo del encuadre de J. Bleger, 1989) que sedesarrollen los procesos de la vida. He aquí unode los aspectos de lo siniestro (Unheimlich). S.Freud (1919) planteaba en «Lo Siniestro» queunheimlich es lo que otrora fue heimisch, es decirhogareño, familiar, lo que da cierta seguridad ybruscamente se vuelve incierto, peligroso. Tantomás desorganizador cuanto más confianza se ha-bía depositado en él.Cada conjunto poblacional se constituye comogrupo en tanto se comparten ideales, creencias,identificaciones, surgidas de una Historia comúny de una forma de relacionamiento entre susmiembros que le es propia. Se va formando unapiel, un límite que identifica al conjunto y se re-presenta simbólicamente como País. A él remitenlos símbolos oficiales (la bandera, el escudo, elhimno) y una serie de conductas y hábitos, expre-sión de un imaginario que inviste con mucha fuer-za aspectos surgidos de la cultura dominante yde las formas culturales no dominantes.

En nuestro país, entre otras cosas: el mate, «lagarra charrúa», el fútbol, el candombe, el asado,el «espíritu gauchesco» y la melancolía de la mi-longa.

Artículos de investigación / Articles in Research / Artigos de pesquisa /

45

Ensayos y Reflexiones / Essay and Reflections / Ensaios e Reflexões /

Todo remite a «lo nuestro», lo compartido, lo quenos aproxima más allá de las palabras y los símbo-los concretos, lo que se relaciona con el afecto.Este límite, conformado por los sistemas simbóli-co e imaginario es destruido (o se intenta destruir)en las catástrofes sociales.

El ataque a las formaciones transsubjetivas inter-mediarias es vivida individual y colectivamentecomo incertidumbre: se distorsionan los procesosque tienen que ver con la vida y con la muertecomo procesos normales vitales. El derecho deejercer en forma indiscriminada y más allá de todalegalidad, la tortura, la prisión, la imposición delexilio, el secuestro de niños y la muerte por partedel Estado, expresa claramente que la vida haperdido valor. De ahí que el miedo y la amenazase extienda a toda la población – aún a la que noreconoce la existencia real del proceso devastador(«a mí no me pasó nada») - y no sólo a los designa-dos como subversivos por el poder dominante.El máximo exponente de ese horror es la desapari-ción de recién nacidos y sus madres, pues atacaal centro mismo de la posibilidad y de la continui-dad de la vida.«Atacándose a una parte de la sociedad para ha-cerla desaparecer, el Estado totalitario desarticulalos fundamentos del conjunto social y destruyelas formaciones y los procesos de la vida psíquicaque se apuntalan sobre el conjunto social.... Asícomo el primer acto de los torturadores es siempreel de quebrar los ritmos temporales fundamenta-les de la vida, el primer acto de la violencia socialcatastrófica es el de establecer el terror mediantela desarticulación de los procesos del pensamien-to» (Kaës, R. 1981).

La población que no sufre la violencia directa-mente pero que vive la catástrofe social, adoptauna serie de medidas defensivas conscientes e in-conscientes, que si bien la mayoría de las vecesadoptan la forma de autoprotección individual yfamiliar, supone la preservación de la vida de todoel grupo social. El silencio, la reducción y limita-ción de los vínculos, la desconfianza, el desinteréspor el prójimo, la delación, son algunas conductasque, pese a parecer destructivas de los intercam-

bios intersubjetivos son al mismo tiempo preser-vadoras de cierta integridad mínima: expresan losdistintos mecanismos de defensa utilizados indi-vidual y grupalmente para sobrevivir.

Bruno Bettelheim (1981), a partir de sus propiasexperiencias en un campo de concentración nazi,señalaba cómo, frente al desamparo inicial trau-mático cada persona intentaba mantener su inte-gridad como tal recurriendo a diferentes mecanis-mo de defensa. En general se producía una vueltahacia el interior de cada uno y una búsqueda deapoyo en un ideal, una ideología, una creencia,una cultura, un afecto, pero con un apuntalamien-to consciente e inconsciente sobre el grupo delcual se era parte. Esta dialéctica individuo-grupopermitió resistir con más fuerza lo violento de lasituación.

La catástrofe social genera un hueco, un vacíosocial no sólo por la cantidad de muertos, encarce-lados, desaparecidos, exiliados, huidos, sino tam-bién por la rotura de los vínculos entre las perso-nas, por la falta de participación social, por laautomarginación, por el desvínculo, por la exacer-bación de la alienación.

En un trabajo sobre los «Efectos psicológicos dela represión política», Kordon y Edelman (1986)señalaban que la dictadura en la Argentina instru-mentó una campaña propagandística induciendoa guardar silencio, a sentirse culpable, a dar pormuertos a los desaparecidos, a considerar la disi-dencia política como una falta de adaptación so-cial y como campo de enfermedad mental, a olvi-dar, a diluir responsabilidades, a considerar culpa-ble al desaparecido. Una campaña similar se pro-dujo también en nuestro país.Si realizamos un análisis de la situación pensandodesde la complejidad podemos comprender cómoel acatar y guardar silencio significó a la vez unsometimiento al poder y una forma de resistenciay lucha. De la misma manera que se enterrabanlibros y banderas, se ocultaban en la memoria in-dividual la comprensión y la explicación de loque ocurría. Pero, como ya lo había planteadoFreud, lo que no se expresa a través de la palabra,

Fascioli, L. «Los tejedores del borde. Ensayo acerca de la función social de la salud mental y la locura»

Artículos de investigación / Articles in Research / Artigos de pesquisa /

46 Revista Uruguaya de Enfermería, noviembre de 2007, 2 (2): 41-50

Ensayos y Reflexiones / Essay and Reflections / Ensaios e Reflexões /

aparece como acto. Tal lo que ocurría, durantelos últimos años de dictadura en nuestro país, enlas fiestas escolares, cuando al cantar los niñosel Himno Nacional, los padres coreaban espontá-neamente y a viva voz las estrofas que dicen: «ti-ranos temblad».

Otra anécdota al respecto, más reducida en cuantoal número de actores, pero más cercana por refe-rirse a nuestra profesión de enfermeros, se produ-jo en el Hospital de Clínicas al momento de finali-zar la dictadura: el abandono general, simultáneoy espontáneo de la toca que nos obligaban a usar.Como ya dije, se puede hacer un análisis de ladestrucción que provocó el período dictatorial ysus secuelas en las generaciones posteriores. Exis-ten suficientes documentos al respecto, pero meinteresa más pensar en este momento, en las dis-tintas formas reparadoras que adoptan las organi-zaciones intra e intersubjetivas luego del caos quesigue a una situación traumática. ¿Es posible pen-sar que no sólo lo traumático es reprimido? ¿Esposible pensar que una generación reprime y lue-go transmite los aspectos positivos, esperanzas yutopías que socialmente no se les autorizó a ex-presar?

Pensar las consecuencias de un traumatismo im-plica tener en cuenta no sólo la fuerza del agentetraumatizante sino también las condiciones de or-ganización y fuerza en que se encuentra el objetotraumatizado. Pese a que durante y después de ladictadura sufrimos transformaciones en nuestrasubjetividad, en nuestro país se produce una resis-tencia que no obedece a causas simples. Sería in-teresante realizar una investigación histórica acer-ca de la situación económica, social, política ycultural en que se encontraba nuestro país al iniciode la dictadura. Ello podría iluminar la compren-sión acerca de los mecanismos de defensa usadosy de los tipos de salidas reparatorias. A modo dehipótesis, se podría pensar que en términos muyamplios, especialmente en Montevideo, se conju-garon una serie de factores socio culturales queconfiguraron un entramado social fuerte, capazde resistir y elaborar los daños de la dictadura:nuestro origen como población, los inmigrantes,

los pueblos originarios, los negros, sus ancestrosesclavos y las mezclas raciales posteriores; nues-tro surgimiento como país: la intervención extran-jera y las luchas por la independencia; el hechode ser país de fronteras; el grado de alfabetizacióny los sistemas de enseñanza; el lugar social de lamujer; la fuerza, el grado de conciencia de clase,el nivel político y de organización del movimientosindical; la existencia de variadas organizacionessociales y políticas; el espíritu crítico, cuestiona-dor, libertario que nos atraviesa más allá de lasdiferencias de clase.¿Qué ocurre con las vivencias de horror, de pérdi-da, de ruptura, de miedo, de vacío, pero tambiénde lucha que experimentan los miembros de unageneración? ¿Cómo se inscriben y elaboran ensu psiquismo? ¿Influyen en la subjetividad de lasgeneraciones siguientes? ¿Es posible olvidar? ¿Esposible recordar?Estas preguntas remiten a tres aspectos funda-mentales:

1) La constitución del psiquismo2) El retorno de lo reprimido3) La transmisión transgeneracional

La constitución del psiquismoEl ser humano es un ser natural, histórico y rela-cional. Nace dentro de un grupo (familiar y social)que lo precede y que a su vez es determinado ensu esencia por la formación económico-social enla que existe. Hacia 1950, E. Pichón Rivière, plan-teaba que el mundo interno de la persona se cons-tituye por un proceso de progresiva internaliza-ción de los objetos y los vínculos. Más adelanteR. Kaës (1992), desde la escuela francesa, sugiereque el psiquismo se va formando por la invagina-ción del vínculo primario en el adentro, pero nosiguiendo una causalidad lineal sino como elabo-ración dialéctica única y particular de cada perso-na. Re elabora y amplía el concepto freudiano deanlhenung, (apuntalamiento) que sostiene que elpsiquismo en su conformación se apoya en lasfunciones corporales, agregando que también seapoya sobre el grupo, la cultura y el propio apara-to psíquico. El concepto de apuntalamiento -elapoyo de algo sobre algo- lleva implícita la ideade un sostén, pero también de una modelización

Artículos de investigación / Articles in Research / Artigos de pesquisa /

47

Ensayos y Reflexiones / Essay and Reflections / Ensaios e Reflexões /

y de un espacio entre quien apuntala y quien esapuntalado. Kaës (1992) dice que ese espacio per-mite la función de transcripción. Es decir que elnuevo ser no se modela exactamente igual a aque-llos objetos sobre los que se apoya para constituir-se sino que transcribe de acuerdo a sus propiasposibilidades y experiencias lo que recibe comomolde.El bebe humano es «colocado» en el mundo pormás de un cuerpo y por más de un sexo. No tieneposibilidad de elegir el grupo en el cual devendráadulto, como tampoco tiene posibilidad de elegirsu cuerpo. El grupo lo recibe, lo sostiene, lo cuida,lo inviste, lo nombra, aún si lo ubica en un lugar-no lugar de marginación. Al decir grupo no merefiero a un grupo en particular sino al conjuntode espacios intersubjetivos que forman el macro-contexto y que se expresan y transmiten - a travésde lo que Piera Aulagnier (1993) llamó violenciaprimaria -en los primeros y fundamentales mesesde la vida a través del vínculo primario madre-hijo.«Existe una necesidad biológica, psíquica, cultu-ral de permanencia del ser humano, un deseo delos padres de continuar la vida y prolongar la pro-pia a través de los hijos. La madre y el bebé trans-curren durante el embarazo en unidad simbiótica,hasta que el nacimiento marca una ruptura y seinicia un proceso de separación que irán elaboran-do ambos, según su propia experiencia, en su pro-pio tiempo y en interacción desde lugares asimé-tricos en cuanto a la dependencia y la posibilidadde influir uno sobre el otro. Esta asimetría surgede la indefensión e inmadurez del recién nacidoque hace que en lo intersubjetivo «(…) los padresdescifren las necesidades del bebé y también im-ponen su propio significado basándose en el pre-supuesto de ser lo más adecuado para él. La se-mantización dada por los objetos parentales a lasemociones del bebé cierra la posibilidad de cono-cimiento de las que pudieran ser propias al sujetorecién nacido, que jamás se conocerán (Berens-tein et al. 1984)» (Coco, A. Fascioli, L. 1996).

Ana Pampliega (1987) dice que la madre en inte-racción permanente con el hijo en gestación apa-rece como la mediadora de una riquísima red de

relaciones que abarcan desde relaciones económi-cas de producción y su superestructura ideológicay jurídico-política.

La transmisión que hacen la madre y luego la fa-milia y las instituciones al niño, de las prácticasy valores de la generación que lo antecede, loubican como heredero de una parte del patrimoniocultural de la humanidad que se espera él conservey transmita. La herencia recibida es a su vez con-servada y modificada por el nuevo ser, en formaconsciente e inconsciente, configurando una nue-va subjetividad única e irrepetible.

Las nuevas profundizaciones psicológicas mues-tran que no se memoriza y se transmite sólo através del lenguaje. Piera Aulagnier (1993) intro-duce la idea de las representaciones pictográficas:las primeras experiencias cargadas de emotividadcon otro engendra sensaciones de placer-displa-cer, que no pueden ser transformadas en palabras,pero que pueden ser expresadas a través del cuer-po. ¿Sostiene y acaricia igual a su bebé una madrefeliz que otra deprimida? ¿Recuerda el bebé, lue-go niño, luego adulto, estos primeros contactos?¿Es consciente de esos «recuerdos corporales»?

Freud planteaba que el sujeto humano constituíaun fin para sí mismo, pero que también era el es-labón de una cadena generacional que estaba obli-gado a conservar. Sostenía que el narcisismo delniño se apoya sobre el narcisismo de los padres:los sueños y deseos que los padres no puedenrealizar son transferidos al niño en un anhelo derealización. Posteriormente, Piera Aulagnier(1993), habla del contrato narcisista y sostieneque cada sujeto llega al mundo con la misión deasegurar la continuidad de las generaciones. Asu vez, para asegurar que se cumpla esa continui-dad el conjunto de la sociedad debe investir narci-sísticamente al nuevo sujeto. Se establece unaespecie de contrato entre el sujeto individual y elgrupo social en donde el lugar que ocupará elnuevo ser es significado de antemano y tejido conlos valores e ideales del grupo. Se espera que elniño transmita esos contenidos de la cultura. Estecontrato permite mantener la continuidad del gru-

Fascioli, L. «Los tejedores del borde. Ensayo acerca de la función social de la salud mental y la locura»

Artículos de investigación / Articles in Research / Artigos de pesquisa /

48 Revista Uruguaya de Enfermería, noviembre de 2007, 2 (2): 41-50

Ensayos y Reflexiones / Essay and Reflections / Ensaios e Reflexões /

po como tal y la continuidad psíquica del sujetocomo parte de ese grupo.Al producirse las catástrofes sociales se rompeen forma violenta y aguda esta continuidad. Cadaindividuo agredido, violentado, marginado, ex-cluido, arrastra consigo no sólo la pérdida de supropia continuidad vital y la de su grupo primariosino también la ruptura de la cadena generacionalsocial de la que es parte. Se rompe el entramadosocial que sostiene a todo el grupo, se quiebransu cultura y sus valores ¿Queda registro indivi-dual de esas rupturas violentas? ¿Queda registroen el resto de la población? ¿De qué forma? ¿Sepuede reparar el daño?

El retorno de lo reprimidoMuy resumidamente planteado en «Tótem y Ta-bú», Freud (1913) decía que luego del trauma ori-ginal se produce un período de represión con unposterior despertar de la huella némica a partirde una repetición real reciente de un suceso simi-lar. Este suceso con aspectos comunes que evocanal suceso traumático inicial abre el camino paraque lo reprimido reaparezca.Pese a que Freud había estudiado este fenómenoprincipalmente en los individuos, hacía referenciatambién a procesos sociales. Esta extensión esválida en tanto ellos son producto de la complejadinámica de la inter y transsubjetividad que invo-lucra y trasciende al sujeto individual.

Según el Diccionario de Psicoanálisis de Laplan-che y Pontalis (1981), el retorno de lo reprimidoes un: «proceso en virtud del cual los elementosreprimidos, al no ser nunca aniquilados por la re-presión, tienden a reaparecer y lo hacen de unmodo deformado, en forma de transacción»Freud había insistido sobre la indestructibilidadde los contenidos inconscientes. Lo reprimido,no sólo no es aniquilado, sino que tiende incesan-temente a reaparecer en la conciencia disfrazadode distintas formas. Los síntomas son una formade retorno de lo reprimido, a través de una tran-sacción entre las representaciones reprimidas ylas represoras. En uno de sus trabajos, «El delirioy los sueños en la Gradiva de W. Jensen»(1907),

utiliza para explicar la dialéctica reprimido-repre-sor, la fábula del asceta que intentando vencer latentación mediante la imagen de un crucifijo veaparecer, en lugar del crucifijo, la imagen de unamujer desnuda. Explicaba que dentro y detrás delo represor obtiene finalmente la victoria lo repri-mido.Es interesante observar cómo este fenómeno esposible que sea uno de los que subyace al fenóme-no de la transformación de Ernesto Guevara«Che» como símbolo. La intención de las fuerzasrepresoras fue no sólo destruir su persona sinotambién toda posibilidad que fuera tomado comoejemplo. Sin embargo las mismas modificacionesque realizaron sobre su cadáver con la intenciónde destacar su fracaso (y por extensión el fracasode la posibilidad de toda revolución) fueron lasque lo convirtieron en imagen simbólica.

«Al recostarlo en la lápida de concreto, le desata-ron las cuerdas con que lo maniataron durante elviaje en helicóptero desde La Higuera y le pidie-ron a la enfermera que lo lavara, lo peinara e in-cluso le afeitara la barba (…) La explicación laofrece el general Gary Prado Salomón, el máslúcido y profesional de los cazadores del Che:«Lo lavaron, lo vistieron, lo acomodaron porquehabía que mostrar la identidad, mostrarle al mun-do que el Che había sido derrotado; le hemos ga-nado a éste (…) poder decir: aquí está, hemosganado. Ese era el sentimiento que había en lasFuerzas Armadas de Bolivia, que habíamos gana-do la guerra». Para cuando comenzaron a desfilarlos periodistas y vecinos curiosos, la metamorfo-sis ya era completa: el hombre abatido, iracundoy desarrapado aún en vísperas de su muerte sehabía convertido en el Cristo de Vallegrande, re-flejando en sus límpidos ojos abiertos la tranquili-dad del sacrificio consentido. El ejército bolivia-no cometió su único error de campaña (…) Trans-formó al revolucionario resignado y acorralado,al indigente de la Quebrada del Yuro, (…) en laimagen crística de la vida que sigue a la muerte.Sus verdugos le dieron rostro, cuerpo y alma almito que recorrería el mundo» (Castañeda, J.1997).

Artículos de investigación / Articles in Research / Artigos de pesquisa /

49

Hoy, el nombre del símbolo de la generación delos 60-70, silenciado durante años por las fuerzasrepresoras, reaparece con más fuerza, incluso has-ta tatuado en el cuerpo de algunos personajes po-pulares, como es el caso del futbolista argentinoDiego Maradona.¿Retorno de lo reprimido? ¿Cómo se produce elproceso por el cual lo que se reprime en una subje-tividad se expresa más tarde en otra? ¿Qué ocurrecon lo que reprime una generación? ¿Aparece lue-go en las siguientes?

La transmisión transgeneracionalEl problema de la transmisión entre generacionesviene siendo estudiado desde hace un tiempo. Secomprende y se acepta que hay una transmisiónpositiva de valores, creencias, ideales, prohibicio-nes que se produce a través de la palabra oral/es-crita y de los comportamientos de los otros quesirven como modelos identificatorios. No se tratade una transmisión directa, inmodificable sino deun monto de información que es recreado, resigni-ficado por cada uno de acuerdo a su propia histo-ria. R.Kaës (1981) sostiene que ningún cambioes individual aunque se considere desde la indivi-dualidad. Se cambia con y en relación con otros.El psiquismo individual se constituye en la inter-subjetividad.

Los contenidos transmitidos son pasibles de sertransformados pero tienden a permanecer incam-biados. En la década de los 70 se comienza a pen-sar que hay algo más que se transmite que tieneque ver con lo que no ha sido simbolizado. Lostrabajos realizado en torno a los efectos de lascatástrofes sociales y a los procesos de las cade-nas asociativas en los grupos permitieron com-prender la forma en que se produce la transmisióntanto entre las generaciones como en la sincroníagrupal. Lo que se encuentra enquistado, no simbo-lizado, forcluído, sin inscripción en el inconscien-te de una persona se transmite en bruto al incons-ciente de otra(s). Es la transmisión de lo negativo:aquello que es violentamente rechazado de la con-ciencia por el impacto de un trauma queda en elinconsciente pero sin inscripción. Kaës (1981)

plantea que hay algo así como una pulsión a trans-mitir: la necesidad de transferir a otro aparatopsíquico lo que no puede ser mantenido en el apa-rato del propio sujeto. Se produciría no sólo porun plus intolerable sino también por la ligazónque puede darse entre sujetos por una poderosaalianza de intereses inconscientes.

Se puede pensar que el contenido encriptado semantiene en una subjetividad no sólo por la propiarepresión sino también por las exigencias de lasfuerzas represoras reales de la sociedad, en arasde un proceso de autoconservación: expresar loreprimido puede significar el límite entre la viday la muerte, entre el honor y el deshonor, entre laprotección del otro y la delación. Sin embargo,la convicción de la justeza del contenido reprimi-do aumenta la necesidad de transmitir.

A modo de cierre(y apertura) (¿reapertura?)No es casual que muchas de las actuales patolo-gías mentales giren en torno a las perturbacionesvinculares graves. Tienen que ver con las nuevassubjetividades, que, como señala E. Galende(1997), se adaptan a las exigencias posmodernasa costa del debilitamiento del yo, la pasividad, lamaquinización de los vínculos, la superficialidadafectiva, la pérdida del goce y de la pasión, lafalta de compromiso emocional, la compulsión ahacer, el deterioro de los vínculos familiares yde amistad, el relacionamiento virtual, la banali-zación de la violencia. Sin embargo, estas nuevassubjetividades constituidas en el caos, la incerti-dumbre y la desesperanza de un momento socialcrítico, violento, en donde parece imponerse mun-dialmente el sistema capitalista más despiadado,contienen en sí, encriptados o no, los valores, de-seos y saberes tejidos durante milenios por losseres humanos en busca de una vida más justa eigualitaria para todos. Los tejedores de los bordesdestruidos existen aunque a veces no se vean.Si como trabajadores de la salud sólo intentamos–ajustándonos al modelo médico hegemónico–«curar» al que no se considera normal, sólo cami-naremos en el mismo sentido de la enfermedad y

Fascioli, L. «Los tejedores del borde. Ensayo acerca de la función social de la salud mental y la locura»

Ensayos y Reflexiones / Essay and Reflections / Ensaios e Reflexões /

Artículos de investigación / Articles in Research / Artigos de pesquisa /

50

la marginación. Es necesario escuchar y leer elentrelineado de los síntomas que, como toda tran-sacción, busca a la vez preservar lo sano, expresar

BibliografíaAguiar E. Transmisión de la violencia social: los antepasados y su herencia. En: Rev de Psicología y Psicoterapiade Grupo (Argentina), TXV, Nº2, 1992; 209-220Aulagnier P. La violencia de la interpretación. Buenos Aires: Amorrortu, 1993Bettelheim B. Sobrevivir. Editorial Grijalbo 1981Berenstein I. et al. Narciso y Edipo en el proceso psicoanalítico: del espejo a la esfinge. Rev de Psicoanálisis(Argentina) Separata del T XLI. 1984Bleger J. Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico. En: Bleger J. Simbiosis y ambigüedad. Buenos Aires: EditorialPaidos; 1989: 237-249Castañeda J. La vida en rojo: una biografía del Che Guevara. Buenos Aires: Espasa Calpe; 1997.Cocco A, Fascioli L. La depresión desde un modelo en configuraciones vinculares. Rev Tramas (Uruguay) 1996;2(2):57-73.Freud S. Lo siniestro (1919). En: Freud S. Obras completas. Vol XVII. Buenos Aires: Amorrortu; 1979Freud S. Totem y tabú (1913) En: Freud S. Obras completas. Vol XIII. Buenos Aires: Amorrortu; 1979Freud S. El delirio y los sueños en la Gradiva de W. Jensen»(1907) En: Freud S. Obras completas. Vol IXBuenosAires: Amorrortu; 1979.Galeano E. Las venas abiertas de América Latina. Madrid: Siglo XXI; 1971.Galende E. Integración y desintegración social. Buenos Aires: UNLA; 1997.Galli V. Terror, silencio y enajenación. En: Rev Salud y Sociedad (Argentina) 1985; 2: 17-23Gelman J. Antología poética. Montevideo: Vinten editor; 1989.Gomez S, Victoria de Asterix. Una protesta gremial que terminó en comic. Suplemento de «El Observador».Montevideo. Febrero 1999.Goscinny R. Uderzo A. Asterix. La cizaña. Barcelona: Editorial Grijalbo-Dargau; 1994:3Kaës R. Rupturas catastróficas y trabajos de la memoria. En: Kaës R. Puget J. et al. Violencia de Estado yPsicoanálisis. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina; 1981.Kaës R. Apuntalamiento múltiple y estructuración del psiquismo. En: Grupos, Instituciones y macrocontexto.Buenos Aires: ASociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo; 1992: 15-35Kordon D, Edelman L. Efectos psicológicos de la represión política. Buenos Aires: Editorial Sudamericana-Planeta; 1986.Laplanche J, Pontalis J. Diccionario de Psicoanálisis. Barcelona: Labor; 1981.Max-Neef, M. Desarrollo a escala humana. Montevideo: Nordman-Comunidad; 1993.Pampliega de Quiroga A. Proceso de constitución del mundo interno. Buenos Aires: Editorial Cinco; 1963.Pampliega de Quiroga A. El grupo, sosten y determinante del psiquismo. En: Temas grupales. Buenos Aires:Ediciones Cinco; 1987: 239-246Pichón Rivière E. El proceso grupal (Del psicoanálisis a la psicología social). Buenos Aires: Nueva Visión; 1983.Pichón Rivière E. Teoría del vínculo. Buenos Aires: Nueva Visión; 1977.Raggio V. Marxismo y psicoanálisis. Montevideo: Banda Oriental; 1988.

un conflicto, denunciarlo y buscar una salida crea-tiva. ¿Quiénes son los locos? ¿Quiénes son lossanos? ¿Quiénes son los tejedores de los bordes?

Ensayos y Reflexiones / Essay and Reflections / Ensaios e Reflexões /

Revista Uruguaya de Enfermería, noviembre de 2007, 2 (2): 41-50