los procesos de cambio en america latina

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Esta versión: 3/abr/2015 Los procesos de cambio en América Latina: Balance y perspectivas “Los procesos no son permanentemente ascendentes. Son por oleadas. Avanzan, se consolidan, se estancan, retroceden, caen, y vuelven a levantarse. Es un proceso continuo de avances y retrocesos. Por oleadas” Álvaro García Lineras “Que lo adverso predomine no significa que agote lo real” Eduardo Cáceres Valdivia I. Introducción El triunfo de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de Venezuela a la cabeza del Movimiento 5ta República (MVR) en 1998, inició un inédito ciclo de auge de los movimientos progresistas en América Latina, que se revelaron capaces de derrotar a las fuerzas de la derecha neoliberal en el mismísimo terreno electoral. Después de sucesivas reelecciones en ese país, que se repitieron en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, El Salvador, Nicaragua y Uruguay. El 2015 marca un punto de quiebre en estos 17 años de ascenso de la izquierda latinoamericana, con la derrota del kirchnerismo en las elecciones presidenciales de Argentina en noviembre de 2015, y la subsecuente derrota del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) – sucesor del MVR – en las elecciones parlamentarias de diciembre del mismo año. En muchos países latinoamericanos, los triunfos electorales de las fuerzas progresistas y de izquierda fueron seguidos de una o más reelecciones como muestra el Cuadro 1. Aparte, hubo también episodios más bien truncados por las fuerzas de la derecha, como en Honduras y Paraguay. Entre los ocho países considerados, Venezuela tiene el récord con cuatro reelecciones, hasta su reciente derrota en elecciones parlamentarias. En el otro extremo, El Salvador y Nicaragua exhiben una sola reelección. En varios países, durante los próximos años se realizarán elecciones que pondrán a prueba el avance, organización y hegemonía de los movimientos progresistas y de izquierda, así como las posibilidades de las fuerzas de la restauración neoliberal/conservadora. Cuadro 1 1

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Page 1: Los Procesos de Cambio en America Latina

Esta versión: 3/abr/2015

Los procesos de cambio en América Latina: Balance y perspectivas

“Los procesos no son permanentemente ascendentes. Son por oleadas. Avanzan, se consolidan, se estancan, retroceden, caen, y vuelven a levantarse. Es un proceso

continuo de avances y retrocesos. Por oleadas”Álvaro García Lineras

“Que lo adverso predomine no significa que agote lo real”Eduardo Cáceres Valdivia

I. Introducción

El triunfo de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de Venezuela a la cabeza del Movimiento 5ta República (MVR) en 1998, inició un inédito ciclo de auge de los movimientos progresistas en América Latina, que se revelaron capaces de derrotar a las fuerzas de la derecha neoliberal en el mismísimo terreno electoral. Después de sucesivas reelecciones en ese país, que se repitieron en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, El Salvador, Nicaragua y Uruguay.

El 2015 marca un punto de quiebre en estos 17 años de ascenso de la izquierda latinoamericana, con la derrota del kirchnerismo en las elecciones presidenciales de Argentina en noviembre de 2015, y la subsecuente derrota del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) – sucesor del MVR – en las elecciones parlamentarias de diciembre del mismo año.

En muchos países latinoamericanos, los triunfos electorales de las fuerzas progresistas y de izquierda fueron seguidos de una o más reelecciones como muestra el Cuadro 1. Aparte, hubo también episodios más bien truncados por las fuerzas de la derecha, como en Honduras y Paraguay. Entre los ocho países considerados, Venezuela tiene el récord con cuatro reelecciones, hasta su reciente derrota en elecciones parlamentarias. En el otro extremo, El Salvador y Nicaragua exhiben una sola reelección. En varios países, durante los próximos años se realizarán elecciones que pondrán a prueba el avance, organización y hegemonía de los movimientos progresistas y de izquierda, así como las posibilidades de las fuerzas de la restauración neoliberal/conservadora.

Cuadro 1Elecciones y reelecciones de partidos y movimientos progresistas y de izquierda

en América Latina desde 1998Elección Reelecciones Situación

actualArgentina 2003-2007 2007-2011; 2011-2015 Derrota en

2015 (Presidencia)

Bolivia 2005-2009 2010-2014; 2015-2019 En el cargoBrasil 2003-2006 2007-2010; 2011-2014; 2015-

2018En el cargo

Ecuador 2007-2009 2010-2013; 2014-2017 En el cargoEl Salvador 2009-2014 2014-2019 En el cargoNicaragua 2007-2012 2012-2017 En el cargo

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Page 2: Los Procesos de Cambio en America Latina

Uruguay 2005-2010 2010-2015; 2015-2020 En el cargoVenezuela 1999-2000 2000-2002; 2002-2007; 2007-

2012; 2012-2017Derrota en

2015 (Parlamento)

Fuente: Wikipedia.

Como indica Parodi (2015)1, la emergencia de estos gobiernos progresistas y de izquierda en la región debe entenderse en un contexto histórico marcado por dos hechos fundamentales. En primer lugar, el colapso del llamado socialismo real con la caída del muro de Berlín en 1989 y la disolución de la Unión Soviética en 1991. En segundo lugar, la creación del Foro de Sao Paulo (FSP) en julio de 1990 como espacio de confluencia de los movimientos anti-imperialistas y de izquierda en América Latina. Como resultado del impulso de líderes continentales como Fidel Castro e Ignacio Lula da Silva, y de nuestro compañero Javier Diez Canseco, el FSP se plantea desarrollar ideas e iniciativas para buscar nuevos caminos, acorde con nuestra realidad y la nueva correlación de fuerzas geopolítica internacional, a fin de defender los intereses económicos, sociales, políticos y culturales de los pueblos de América Latina y el Caribe. Poco después, el presidente Hugo Chávez se sumaría al Foro. En el FSP se aglutinan fuerzas progresistas y de izquierda en base a tres principios básicos: contra el neoliberalismo, contra el imperialismo, y a favor de cambios en la normativa internacional en función del apoyo al socialismo en la región. Un tercer elemento sería la llamada “guerra contra el terrorismo” iniciada por la administración Bush Jr. después de los ataques del 11 de setiembre de 2001 en Nueva York y Washington, DC. Se puede argumentar que, como la Casa Blanca se embarcó primero en la invasión de Afganistán y posteriormente en la de Irak, “descuidó” a América Latina, permitiendo así la emergencia de gobiernos progresistas y de izquierda en diferentes países.

En este contexto, es necesario que el Partido Socialista realice un balance inicial acerca de estas experiencias, con todas sus implicancias. Debemos señalar, en primer lugar, que el mismo proceso político y social puede ser analizado y criticado desde diferentes perspectivas. En tal sentido, nuestro balance y señalamiento de las insuficiencias y errores de cada uno de estos procesos debe ser absolutamente claro, pero sin caer en la unilateral y conveniente “radicalidad” de las críticas interesadas de las derechas de distinto tipo. No obstante, tampoco debemos caer en el facilismo de que “todo está muy bien”, y de que los problemas se deben exclusivamente a los afanes desestabilizadores de las fuerzas de la restauración neoliberal/conservadora y de la guerra económica orquestada por el imperialismo yanqui. Este equilibrio no es fácil de alcanzar, pero es indispensable que el socialismo peruano lo intente, y que hable alto y claro al respecto.

El presente documento realiza un apretado análisis de la situación y las principales tendencias en América Latina con relación a los gobiernos progresistas y de izquierda, en un contexto internacional de crisis. Se intenta identificar si los gobiernos de izquierda, a pesar de sus propias limitaciones y el escenario de confrontación con la derecha (que utilizó distintas estrategias, desde golpes de Estado y vías institucionales), lograron sentar las bases de una nueva organización de la economía y del Estado; si lograron convertirse en hegemónicos y si los cambios que impulsaron son en cierto modo "irreversibles". En la segunda sección se describe el contexto internacional donde se insertan estos procesos. A continuación, se revisan los avances en términos sociales y laborales alcanzados en cada país, en comparación con otros que se mantuvieron bajo la égida

1 R. Parodi (2015). “Reflexiones y resultados numéricos provisionales del avance de la izquierda en América Latina, entre los años 1990 y 2015”. Lima. Diciembre. No publicado.

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del neoliberalismo, incluyendo al Perú. La tercera sección discute lo aspectos políticos más importantes que atañen a los procesos de cambio en la región. En la cuarta sección se plantean algunas reflexiones acerca de los aciertos y los errores cometidos, así como los problemas incubados en los gobiernos progresistas y de izquierda en la región. La última sección presenta las conclusiones y reflexiones finales.

II. El contexto internacional

Para esbozar un análisis de los gobiernos progresistas y de izquierda en la región, es necesario mirar el contexto global. Un primer elemento está referido a la crisis financiera internacional que se inició en 2008, cuyos efectos se siguen dejando sentir ocho años después. Este aspecto se desarrolla en detalle en otro documento base de discusión del II Congreso Nacional Ordinario del Partido Socialista2. Un segundo elemento tiene que ver con los dramáticos cambios en la geopolítica mundial: en los últimos 30 años el planeta ha transitado de un mundo con dos ejes Washington-Moscú, a uno mundo unipolar con dominio estadounidense, para finalmente arribar a un mundo multipolar, con fuerte crecimiento de la economía china y el consecuente fortalecimiento del Yuan; crecimiento de otras economías como Brasil, Rusia, India y Sudáfrica. Además, Europa, a pesar de no recuperarse todavía de la crisis, sigue representando un tercio de la economía mundial3.

Desde Washington se vienen impulsando una serie de medidas para recuperar el dominio perdido. Entre éstas se encuentran los Tratados de Libre Comercio (TLC) suscritos de manera bilateral con una serie de países en todo el planeta (varios de ellos en América Latina), y los tratados multilaterales que vienen avanzando, tales como el Tratado Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI)4. La suscripción de estos acuerdos terminaría por liquidar a la Organización Mundial del Comercio (OMC), y sentaría las bases para que los Estados Unidos enfrenten económica, comercial y políticamente a China en mejores condiciones. Otro elemento de la estrategia estadounidense es la fractura de los procesos de integración regionales en América Latina, tales como la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC). En este sentido se orienta la Alianza del Pacifico. Cabe destacar que un aspecto importante de esta estrategia es la militarización de la política exterior de los Estados Unidos. No obstante, el declive de la hegemonía estadounidense en el mundo es manifiesto, de la mano del declive de su predominio económico. Por ejemplo, si bien en 2014 los Estados Unidos daban cuenta del 23% del PBI mundial y China el 13%, para 2030 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) proyecta que la participación de estas economías serán de 18% y 28% del producto mundial, respectivamente.

Es claro que Washington tiene una estrategia clara para AL, expresada años atrás en el ALCA. Fracasada esta, impulso la firma de varios TLCs. Para luego impulsar la AP y la firma del TPP.

Promediando la segunda década del siglo XXI, la potencia norteamericana vive una de las recuperaciones más lentas de su historia, la UE prolonga una crisis económica que puede amenazar incluso su subsistencia como bloque, y el Japón se mantiene estancado desde 1990.

2 Ver “La crisis del capitalismo neoliberal”.3 A. Borón Falta cita.4 Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI), en ingles Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) es aucerdo de libre comercio (TLC) Estados unidos y la Unión Europea que se viene negovciando actualmente a instancias del gobierno norteamericano.

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Asimismo, la economía de China se está reestructurando. Si antes el crecimiento era generado principalmente por la inversión orientada a la industrialización y las exportaciones, desde inicios de esta década ha comenzado a enfocarse cada vez más en el consumo interno. Esto ha determinado un declive en las espectaculares tasas de crecimiento observadas en el periodo 1980-2010 (alrededor de 10% promedio anual), a un más sostenible y rápido crecimiento para un país continental de 6% o 7% por año. Con más de 1.300 millones de habitantes y un PBI superior a los US$13 billones (millones de millones), es la segunda economía a nivel mundial. Adicionalmente, es el segundo socio comercial y la tercera fuente de inversión de América Latina. En el año 2013, el comercio bilateral China-AL superó los US$260 mil millones.

China y Rusia, desafían la hegemonía geopolítica de los Estados Unidos cuestionando sus posiciones en el Medio Oriente y sus intervenciones en Siria y ataques al Estado Islámico (EI), en cuya creación las potencias occidentales tuvieron un papel gravitante. Estos dos países también han actuado militarmente y se han dado mutuo respaldo diplomático para encarar sus problemas en Ucrania (anexión de Crimea y apoyo a los separatistas de Ucrania del este) y en Hong Kong. El pacto geopolítico ruso-chino se proyecta a los planos financiero, geo-energético y militar, ámbitos a los que suman Irán, India y parte de Europa. China ha suscrito además acuerdos estratégicos con India en temas comerciales, enegéticos y de inversión, habiendo desarrollado también ejercicios militares navales conjuntos. Rusia y China negocian acuerdos militares que incluyen la compra por parte de China de submarinos, cazas y sistemas de defensa antiaérea rusos. A la vez, estos países no sólo mantienen una enorme cooperación militar que incluye submarinos nucleares y portaaviones, sino que se proponen la fabricación conjunta de un nuevo diseño de cazas de quinta generación. En este contexto, los gastos militares de China se han multiplicado en más de 20 veces desde 1990.

En el plano económico, China ha impulsado las “rutas de la seda terrestre y marítima” para articular la alianza Ruso-China con Europa (especialmente Alemania). En la última reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), Rusia y China respaldaron creación de la Zona de Libre Comercio Asia-Pacífico, que reuniría a 21 países que representan la mitad del comercio mundial, lo que asestaría un duro golpe al TPP promovido por Washington

Vinculado a esto se viene dando, un proceso de privatización del “régimen publico multilateral” como consecuencia del colapso del FMI y demás instituciones multilaterales. Un grupo de transnacionales, sobre todo de la banca privada (los llamados “businees twenty”) son las que ponen la agenda de los gobiernos. En la práctica, el mundo estaría transitando de un régimen multilateral púbico a un régimen multilateral privado5.

Un tercer elemento, tiene que ver con el ilusorio crecimiento latinoamericano. La baja de las tasas de interés en el 2008 generó incremento de los precios internacionales de las materias primas, a la vez que devaluó el dólar. Lo que a su vez generó una apreciación de los tipos de cambio y acumulación de reservas, como producto de los excedentes comerciales. Se incrementaron los flujos de capital de llos países desarrollados a los países en vías de desarrollo. Que vieron crecer sus bolsas de valores, a partir del incremento de precios de bienes raíces y materias primas. La consecuencia en países de África y AL, de economías primario exportadoras, fue un crecimiento ilusorio, ficticio (Ugarteche, 2016).

5 O. Ugarteche (2016). “Un nuevo momento de la crisis mundial”. Disponible en: http://www.alainet.org/es/articulo/174881.

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Entonces cuando se bajan las tasas de interés los precios de las materias primas se elevan, los capitales de migran a los mercados emergentes. Eso paso hasta el 2013. Sin embargo, ahora la tasa de interés ha subido, ligeramente es cierto, los capitales regresan al norte (o por lo menos existe la expectativa que así), los precios caen y los tipos de cambio se deprecian (las monedas locales se deprecian y el dólar se aprecia).

Un cuarto elemento tiene que ver con que la crisis actual no solo es económica, sino que es también, del mercado de trabajo (quizá la más importante), ambiental, energética, ideológica, política (del estado de bienestar, de la democracia, de los países inviables), de la seguridad ciudadana, terrorismo fundamentalista, de género, etc. Estamos en suma, frente a una crisis de proporciones civilizatorias.

Sin embargo, si hablamos de crisis es porque todavía no se identifica con claridad una salida (o salidas) a la situación actual. Esto tiene que ver con que lo nuevo aun no termina de llegar y lo viejo no termina de irse (que es como Gramsci definía a las crisis). Por donde se puede comenzar a hilar una salida?. Aquí los aportes de Gramsci, Laclau, Mouffe y Garcia Linera, son relevantes. La política no versa sobre lo dado sino que es una actividad de edificación de orden social, partir de la construcción de un sentido de época y de poder. Lo social (el capitalismo, por ejemplo) viene a ser producto de un conjunto de prácticas políticas (hegemónicas). De tal modo que lo dado, el status quo, pudo haber sido de otro modo y de hecho puede ser de otro modo.

La historia evidentemente no ha terminado. Se requiere re-pensarlo todo e identificar el punto desde el cual articular o hilar una relación política que construya un orden social alternativo. Pues lo que está puesto en cuestión es el orden civilizatorio de tipo capitalista. A los poderosos les cuesta cada vez mas lograr consensos alrededor de su discurso: no hay alternativa y el orden que han construido es lo único posible. Por ello acuden cada vez más a la fuerza a la violencia a la represión. En América Latina hace 15 años comenzó a cuestionarse el orden social vigente. Y a construirse, en cierto modo, una alternativa. Que tanto se han sentado las bases de un nuevo orden es materia precisamente de análisis crítico en el presente texto.

Un quinto elemento, refiere a la creación del Foro de Sao Paulo (FSP) en julio de 1990 como espacio de confluencia de los movimientos anti-imperialistas y de izquierda en AL. Como resultado del impulso de líderes continentales como Fidel Castro, Lula y nuestro JDC. El FSP se plantea desarrollar ideas e iniciativas para buscar nuevos caminos, acorde con nuestra realidad y la nueva correlación de fuerzas geopolítica internacional, a fin de defender los intereses económicos, sociales, políticos y culturales de los pueblos de América Latina y el Caribe. Poco después, el presidente Hugo Chávez se sumaría al Foro. En el FSP se aglutinan fuerzas progresistas y de izquierda en base a tres principios básicos: contra el neoliberalismo, contra el imperialismo y a favor de cambios en la normativa internacional en función del apoyo al socialismo en la región. Un elemento a considerar, y que según Parodi (2015) propició la irrupción de movimientos progresistas y de izquierda en AL y su posterior llegada al poder, está referida a la “guerra contra el terrorismo” iniciada por la administración Bush Jr. después de los ataques del 11 de setiembre de 2001 en Nueva York y Washington, DC. Se puede argumentar que, como la Casa Blanca se embarcó primero en la invasión de Afganistán y posteriormente en la de Irak, “descuidó” a AL, permitiendo así la emergencia de gobiernos progresistas y de izquierda en diferentes países.

Ahora bien, si entendemos por análisis político la comprensión de escenarios concretos (de estabilidad o cambio) producto de determinadas correlaciones de fuerzas y sentidos compartidos, que prefiguran el terreno de la confrontación política,

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la alineación y percepciones de los actores en disputa6, quizá las preguntas, respecto a la situación internacional (particularmente AL) debieran ser: ¿Cuáles son las fuerzas y los sentidos comunes de época en disputa? y si algunas de estas fuerzas están cambiando las coordenadas de la contienda política, re-significando elementos ya existentes y posibilitando, con ello, el surgimiento de un nuevo orden. Erigiéndose en ese esfuerzo en la expresión del avance general de sus respectivas comunidades políticas y sub-ordinando a los otros actores en disputa. O para ponerlo en términos gramscianos: si están "determinando, además de la unidad de fines económicos y políticos, también la unidad intelectual y moral, situando todas las cuestiones entorno a las cuales hierve la lucha no en el plano corporativo sino en un plano universal". Es decir, si están convirtiéndose, o no, en hegemónicos.

III. Avances sociales y laborales de los gobiernos progresistas

En general, todos los países con gobiernos progresistas y de izquierda (PGPI) han implementado políticas a favor del bienestar de la población. En su mayoría éstas han consistido en alguna combinación de vigorosas políticas sociales (educación, salud, asistencia social, etc.) y mejoras en las condiciones laborales y el nivel de ingresos de los trabajadores. Desde el punto de vista socialista, evidentemente, las segundas son preferibles a las primeras, en tanto apuntalan la autonomía de los trabajadores, independientemente de quién esté en el gobierno. Antes de discutir las cifras al respecto, conviene revisar la evolución del PBI por habitante que, con todas sus limitaciones, brinda una idea general acerca del nivel de desarrollo de los países.

Los Gráficos 1 y 2 presentan el PBI por habitante de los ocho PGPI y de los cuatro de la Alianza del Pacífico (AP) en 2000 y en 2014, respectivamente. Se puede constatar que ambos grupos de países, en promedio, incrementaron su PBI per cápita en 140%, con lo que los dos se beneficiaron del llamado súper-ciclo de las materias primas de 2003-2013. Evidentemente, esto se explica por la estructura primario-exportadora de la mayoría de países. En particular, el PBI por habitante más que se cuadruplicó en Ecuador, y más que se triplicó en Bolivia, Brasil, Colombia y Perú. En contraste, el producto por habitante creció menos en México (55%) y Argentina (63%). Con todo, este fue un periodo de extraordinario crecimiento en toda la región, tanto para los PGPI como para los países de la AP. Cabe destacar que, pese a las grandes diferencias en el nivel del PBI por habitante, América Latina es una región de países de ingresos medios: de los ocho PGPI, Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela son países de ingresos medios altos (entre US$4.215 y US$12.736), mientras que Bolivia, El Salvador y Nicaragua son países de ingresos medios bajos (entre US$1.045 y US$4.215). Entre los países de la AP, Colombia, México y Perú son países de ingresos medios altos. Uruguay y Chile, por su parte, califican como países de ingresos altos (superior a US$12.736).

Gráfico 1PGPI: PBI por habitante, 2000 y 2014

(Dólares)

6 ERREJON, Iñigo, ¿Que es el análisis político? Una propuesta desde la teoría del discurso y la hegemonía, RELACSO

6

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ARG BOL BRA ECU ELS NIC URU VEN Prom0

2000

4000

6000

8000

10000

12000

14000

16000

18000

7669

1007

3739

14512260

1016

6872

47853600

12510

3124

11384

6346

4120

1963

16807

12772

8628

2000 2014

Fuente: Banco Mundial.Nota: Para Venezuela, la segunda cifra corresponde al año 2012.

Gráfico 2AP: PBI por habitante, 2000 y 2014

(Dólares)

CHI COL MEX PER Prom0

2000

4000

6000

8000

10000

12000

14000

16000

5229

2472

6650

1967

4080

14528

7904

10326

6541

9825

2000 2014

Fuente: Banco Mundial.

En cuanto a las política sociales, en el Cuadro 2 se muestra el incremento sostenido del gasto público social desde mediados de los años 1990. En promedio, los ocho PGPI considerados, aumentaron el gasto público social – educación, salud, vivienda, y seguridad y asistencia social – de 11,9% del PBI en 1996-1997 a 17,4% en 2008-2009. La caída en 2012-2013 se explica porque no se dispone de cifras para los países con mayor gasto público social: Argentina, Brasil y Uruguay, con niveles cercanos a 25% del PBI. Destacan los incrementos del gasto social en Ecuador – donde más que se duplicó como porcentaje del PBI entre 1996-1997 y 2012-2013 (de 4% a 8,3%) – y en Venezuela, donde aumentó en un 70% en ese mismo lapso, pasando de 12,5% a 21,2% del PBI. En Bolivia el aumento fue importante, aunque menor (37%, de 8,9% a 11,5% del PBI), mientras que en Nicaragua el gasto social casi se duplicó entre 1996-1997 (6,5% del PBI) y 2008-2009 (12,6%). Los PGPI no sólo superan en nivel de gasto público social (como porcentaje del PBI) a los países

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de la AP, sino también en incremento entre 1996-1997 y 2008-2009: mientras que en ese periodo el gasto público social aumentó en 46% en los PGPI, en los de la AP lo hizo en sólo 17%. En el bienio 2008-2009, el nivel del gasto público social en los PGPI ara 45% superior al de los países de la AP (17,4% versus 12% del PBI).

Cuadro 2Gasto público social, 1996-2013a

(Porcentaje del PBI) 1996-1997 2000-2001 2004-2005 2008-2009 2012-2013Argentina 20,0 21,8 19,5 26,0 ..Bolivia 8,9 11,9 12,6 12,2 11,5Brasil 19,4 21,2 22,4 25,7 ..Ecuador 4,0 3,8 4,5 7,1 8,3El Salvador .. .. 12,3 13,2 14,8Nicaragua 6,5 8,1 10,8 12,6 ..Uruguay .. 21,6 19,6 23,5 ..Venezuela 12,5 15,9 17,9 18,8 21,2Promedio PGPI

11,9 14,9 15,0 17,4 14,0

Chile 12,8 15,1 13,2 14,6 14,7Colombia .. 10,5 11,3 13,4 13,7México 7,7 8,9 9,3 10,6 10,7Perú .. 9,0 9,6 9,4 9,4Promedio AP 10,3 10,9 10,9 12,0 12,1

Fuente: CEPAL.a Incluye gasto público en educación, salud, vivienda, y seguridad y asistencia social.

El mayor nivel e incremento del gasto público social en los PGPI no se expresó de manera significativa, sin embargo, en mayores reducciones en la tasa de pobreza monetaria en comparación a los países de la AP. En el Gráfico 3 se muestra la tasa de pobreza de los PGPI en 2000 y 2013, así como la diferencia en puntos porcentuales entre ambos años. Similarmente, en el Gráfico 4 se muestran las cifras correspondientes a los países de la AP. Se observa que en ambos grupos la pobreza monetaria se redujo en torno a 17 puntos porcentuales.

Gráfico 3Gobiernos de Izquierda: Tasa de pobreza monetaria, 2000 y 2013

(Porcentaje de la población total)

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ARG BOL BRA ECU ELS NIC URU VEN Prom0

10

20

30

40

50

60

70

25.8

63.7

37.5

61.6

47.9

69.4

17.7

4445.95

4.3

36.3

18

33.6

40.9

58.3

5.6

32.128.6375

21.500

27.400

19.500

28.000

7.00011.100 12.100 11.900

17.313

2000 2013 DIF

Fuente: CEPAL.Nota: La cifra de 2000 corresponde al año más cercano. La cifra de 2013 es la última disponible en la fuente. En Argentina corresponde a la población urbana.

Gráfico 4Alianza del Pacífico: Tasa de pobreza monetaria, 2000 y 2013

(Porcentaje de la población total)

CHI COL MEX PER Prom0

10

20

30

40

50

60

20.2

49.7

41.1

54.7

41.425

7.8

30.7

37.1

23.9 24.875

12.400

19.000

4.000

30.800

16.550

2000 2013 DIF

Fuente: CEPAL.Nota: La cifra de 2000 corresponde al año más cercano. La cifra de 2013 es la última disponible en la fuente.

En términos porcentuales, las mayores reducciones de pobreza entre 2000 y 2013 se registraron en Argentina (-83%), seguido de Uruguay (-68%), Chile (-61%) y Perú (-56%). Les siguen Brasil (-52%), Ecuador (-45%), Bolivia (-43%) y Colombia (-38%). A grosso modo, entre los PGPI, comparando la pobreza actual con la que existía en 2000, en 2013 sólo quedaba uno de cada cinco pobres en Argentina, uno de cada tres en Uruguay, y uno de cada dos en Bolivia, Brasil y Ecuador. En Venezuela, la relación es de tres pobres hoy por cada cuatro del 2000. Entre los países de la AP, comparando con el año 2000, hay un pobre por cada tres en Chile, uno por cada dos en Perú, y tres por cada cinco en Colombia. En consecuencia, las mejoras en los

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indicadores de pobreza han sido importantes y similares en ambos grupos de países. Cabe destacar, no obstante, que dada su mayor población, en términos absolutos la mayor reducción de pobreza se registró de lejos en Brasil, donde cerca de 30 millones de personas dejaron esta condición entre 2000 y 2013. Adicionalmente, estos avances han sido muy desiguales entre países. Destacan, en este aspecto, en orden de mérito, Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Brasil, Ecuador y Bolivia. En contraste, los países que lograron los menores avances en reducción de la pobreza son, en orden de demérito, México (-10%), El Salvador (-15%) y Nicaragua (-16%).

En lo referente a las condiciones laborales, los resultados son también mixtos en los PGPI y los de la AP. Los Gráficos 5 y 6 muestran la población urbana ocupada en empleos de baja productividad, definidos como aquellos en microempresas con entre 2 y 5 trabajadores, empleo doméstico y trabajadores auto-empleados sin calificación profesional o técnica, incluyendo trabajadores familiares no remunerados (TFNR). Constituyen empleos básicamente de sobrevivencia, y se caracterizan por reducidas remuneraciones, extensas jornadas de trabajo, y ausencia de seguridad social (seguro médico, sistema de pensiones), para no hablar de otros derechos como vacaciones, sindicalización y negociación colectiva.

Gráfico 5PGPI: Población urbana ocupada en empleos de baja productividad, 2000 y 2013

(Porcentaje de la población urbana ocupada)

ARG BOL BRA ECU ELS NIC URU VEN Prom

-10.000

.000

10.000

20.000

30.000

40.000

50.000

60.000

70.000

43

63.3

45.6

56.7

53.558.2

40.9

54.2 51.925

37.700

60.000

37.700

53.500 54.600 57.500

34.700

49.400 48.138

5.300 3.3007.900

3.200

-1.100

.7006.200 4.800 3.788

2000 2013 DIF

Fuente: CEPAL.Nota: La cifra de 2000 corresponde al año más cercano. La cifra de 2013 es la última disponible en la fuente.

Gráfico 6AP: Población urbana ocupada en empleos de baja productividad, 2000 y 2013

(Porcentaje de la población urbana ocupada)

10

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CHI COL MEX PER Prom-10

0

10

20

30

40

50

60

70

31.8

58.6

41.9

63

48.825

29.2

57.7

46.4

56.9

47.55

2.6 0.899999999999999

-4.5

6.11.275

2000 2013 DIF

Fuente: CEPAL.Nota: La cifra de 2000 corresponde al año más cercano. La cifra de 2013 es la última disponible en la fuente.

Se observa que, en promedio, la PEA ocupada en empleos de baja productividad eran similares en ambos grupos de países, poco menos del 50% de los trabajadores urbanos ocupados. Sin embargo, comparando la evolución de esta variable desde 2000, en los PGPI la reducción fue pequeña, pero casi el triple que en los países de la AP: 3,8 versus 1,9 puntos porcentuales. Los PGPI donde esta reducción fue cercana o superior a cinco puntos porcentuales son Argentina (5,3), Brasil (7,9), Uruguay (6,2) y Venezuela (4,8). En los países de la AP, el único caso es Perú, donde la PEA urbana ocupada en empleos de baja productividad se redujo en 6,1 puntos porcentuales entre 2000 y 2013. Los países que en años recientes han exhibido niveles cercanos o superiores al 50% de la PEA urbana ocupada en empleos de sobrevivencia, son Bolivia, Ecuador, El Salvador, Nicaragua y Venezuela, en el grupo de los PGPI, y Colombia y Perú en el de los países de la AP. De modo que en este aspecto, los limitados avances son compartidos tanto por los PGPI como por los países de la AP.

Respecto de las remuneraciones, el Gráfico 7 muestra el ingreso medio de la PEA ocupada como múltiplo de la línea de pobreza per cápita (LPpc) de los PGPI en 2000 y 2013. En promedio, se observa que este ingreso aumentó de 3,7 a 4,2 en el periodo, es decir, media LPpc. Este incremento es muy cercano a las 0,4 LPpc observadas en promedio en los países de la AP, tal como presenta el Gráfico 8. Los mayores aumentos se dieron en Brasil (1,5 LPpc), y Bolivia, Ecuador, Uruguay, Chile, Colombia y México, donde el ingreso laboral promedio aumentó en cerca de 1 LPpc. A contracorriente, en varios países el ingreso medio del trabajo se redujo en términos de múltiplos de la LPpc en el periodo. Tales son los casos, en orden de demérito, de México (-1,3 LPpc), El Salvador (-0,7), Venezuela (-0,4) y Nicaragua (-0,1). En consecuencia, en cuanto a la evolución de los ingresos laborales, los logros y limitaciones han sido compartidos entre los PGPI y los de la AP.

Gráfico 7PGPI: Ingreso medio de la PEA ocupada, 2000 y 2013(Múltiplos de las líneas de pobreza per cápita nacionales)

11

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BOL BRA ECU ELS NIC URU VEN Prom

-1

0

1

2

3

4

5

6

3.1

4.4

3.4

4.1

3.2

4 3.83.714285714285714.1

5.9

4.5

3.43.1

5

3.4

4.2

1.0001.500

1.100

-.700-.100

1.000

-.400

.486

2000 2013 DIF

Fuente: CEPAL.Nota: La cifra de 2000 corresponde al año más cercano. La cifra de 2013 es la última disponible en la fuente. No se dispone de cifras para Argentina.

Gráfico 8AP: Ingreso medio de la PEA ocupada, 2000 y 2013

(Múltiplos de las líneas de pobreza per cápita nacionales)

CHI COL MEX PER Prom

-2

0

2

4

6

8

10

7.8

3.44.2

2.7

4.525

8.8

4.3

2.93.7

4.925

1.000 .900

-1.300

1.000.400

2000 2013 DIF

Fuente: CEPAL.Nota: La cifra de 2000 corresponde al año más cercano. La cifra de 2013 es la última disponible en la fuente.

Finalmente, en lo referente a la distribución del ingreso, en los Gráficos 9 y 10 se muestra la relación entre la participación en el ingreso del 10% más rico respecto de la participación del 50% más pobre en 2000 y 2013 en los PGPI y los países de la AP, respectivamente. Se observa que, si en 2000 esta relación era más del doble (2,1) en promedio en el primer grupo, hacia 2013 se había reducido a 1,2. Esto indica que la participación en el ingreso del 10% más rico representaba el 120% de la participación de la mitad más pobre de la población. En el caso de los países de la AP, esta relación se redujo de 1,9 a 1,4 en el mismo periodo, con lo que los países de este bloque exhiben una peor distribución del ingreso entre el 10% más rico y el 50% más pobre, que los PGPI. La reducción de la concentración del ingreso en este segundo grupo de

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Page 13: Los Procesos de Cambio en America Latina

países fue más del doble que en el primero entre 2000 y 2013 (0,9 versus 0,4 veces, o 90 versus 40 puntos porcentuales). Las mejoras en la distribución del ingreso fueron especialmente acentuadas – la participación en el ingreso del 10% más rico se redujo más en comparación con la del 50% más pobre – en países como Bolivia (-2,3 veces), Brasil (-1,2 veces) y Ecuador (-0,9 veces). De modo que en materia de equidad en la distribución del ingreso, se observa una clara superioridad de los PGPI en comparación a sus pares de la AP7. Este parecería ser el aspecto principal en el que redundó el mayor esfuerzo en términos de gasto social y (en menor medida) de mejoras en la calidad del empleo en los países que son/fueron parte del periodo de ascenso de la izquierda en la región.

Gráfico 9PGPI: Distribución del ingreso, 2000 y 2013

(Participación del 10% más rico entre la participación del 50% más pobre)

BOL BRA ECU ELS NIC URU VEN Prom.000

.500

1.000

1.500

2.000

2.500

3.000

3.5003.396

3.120

2.173

1.663

2.279

.9791.222

2.119

1.123

1.879

1.2931.161

1.251

.672.861

1.177

2.273

1.241

.880

.503

1.028

.307 .361

.942

2000 2013 DIF

Fuente: CEPAL.Nota: La cifra de 2000 corresponde al año más cercano. La cifra de 2013 es la última disponible en la fuente. No se dispone de cifras para Argentina.

Gráfico 10AP: Distribución del ingreso, 2000 y 2013

(Participación del 10% más rico entre la participación del 50% más pobre)

7 Nótese que no se disponen de cifras para Argentina en esta materia.

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CHI COL MEX PER Prom.000

.500

1.000

1.500

2.000

2.5002.109

1.984

1.758 1.6921.886

1.700 1.659

1.2761.142

1.444

.409.326

.482 .550.442

2000 2013 DIF

Fuente: CEPAL.Nota: La cifra de 2000 corresponde al año más cercano. La cifra de 2013 es la última disponible en la fuente.

IV. La restauración conservadora: una batalla por el sentido

Durante el II Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP 2015), el Vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, señalaba que el neoliberalismo, ha tenido dos momentos. El primero (1980-2005), los neoliberales capturaron el Estado, lo reformaron y utilizaron para transferir recursos naturales, excedentes, empresas y ahorros públicos a grupos privados locales y extranjeros. El Estado cumplió el papel de "regulador y transferente de lo público a lo privado" y "cohesionador cultural de la sociedad en torno a la privatización". El segundo momento (2005-a la fecha), el Estado representa más bien un estorbo. Con lo que se ha ingresado a una etapa de debilitamiento, fraccionamiento y desmembramiento de los Estados, vía A) la conformación de "oposiciones políticas movilizadas, creación de áreas extraterritoriales..., fraccionalismos regionales" y, en algunos países, posteriores guerras civiles e intervención militar extranjera: casos de Irak, Afganistán, Libia, Túnez, Siria y Ucrania; B) impulso de las privatizaciones, ampliación de endeudamiento público, pérdida de soberanías tributaria y monetaria. En general, debilitamiento del papel del Estado: caso Grecia. Ambas modalidades en una lógica de control geopolítico y de recursos estratégicos de los países por parte de las potencias hegemónicas.

La derecha luego de perder el gobierno buscó bajo diversas estrategias (desde golpes de Estado hasta elecciones) recuperar el gobierno desestabilizando a la izquierda en el Estado. Si fracasó hasta ahora en su intento es por un conjunto de elementos (década económica dorada por precios internacionales de materias primas, esperanza de la población que acompaña un ciclo que se inicia, capacidad de la izquierda en el gobierno para redistribuir la riqueza a través de políticas sociales, etc.). Pero ahora a la crisis económica, se suman, hechos de corrupción en varios de los gobiernos y el agotamiento natural de un periodo.

Algunos se preguntan si el ciclo en América Latina está terminando. Esta es una pregunta incorrecta pues olvida un hecho fundamental en la política: las cosas no están dadas sino que se construyen. Y esa construcción, que es un proceso, es dinámica. Y tiene a la base un hecho central en política: el antagonismo. Y olvidan un elemento adicional: la confrontación política atraviesa los campos de la economía, el

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Estado y la sociedad civil. No se reduce al control del gobierno. Por lo que no se reduce a ganar o perder elecciones, que son importantes pero que determinan si un actor es hegemónico o no. Al respecto, a modo de ilustración, Margaret Thatcher, en alguna ocasión señaló que el mayor logro de su gobierno había sido el partido laborista. Es decir, había logrado construir una relación política de tipo hegemónica al punto que había modificado a su actor antagónico, subordinándole. La continuidad del neoliberalismo estaba garantizada.

En nuestra región, algunos atribuyeron a los gobiernos progresistas capacidad efectiva para llevar a sus países más allá del neoliberalismo, e incluso del capitalismo. Se concluía, erróneamente, que las políticas neoliberales estaban agotadas y que existía un margen amplio de maniobra para implementar políticas alternativas (cambios en el patrón de acumulación, un mercado regional alternativo con moneda única, instituciones financieras propias e incluso institucionalidad política regional alternativa a la decadente Organización de Estados Americanos, OEA). Las coordinaciones entre los BRICS se interpretaron como la expresión de voluntad contra hegemónica por parte de estos países. Que crearía espacios favorables para concretar un proyecto regional post neoliberal. Sin embargo, hoy constatan avances insuficientes.

En el nuevo contexto, de recesión económica, es poco probable que se puedan dar avances en esa orientación. Por lo que se augura en la región recortes en el gasto para reducir los déficits externos (comerciales y de balanza de pagos), en un escenario de menores precios de las materias primas y un desvío de flujos de capital que dejaron de mirar a Sudamérica con interés y fluyen hoy mayoritariamente a Asia.

Esto no quiere decir que los procesos de cambio han fracasado. Pues más allá de sus limitaciones han producido modificaciones significativas en la sociedad y en las correlaciones de fuerza en diversos ámbitos. En general se ha fortalecido la presencia y el rol del Estado. Se ha incrementado el acceso a mercados, créditos y servicios de parte de millones de productores, rurales y urbanos. Se ha renovado el rostro de las élites económicas y políticas en diversos países. Ha continuado expandiéndose conciencia y capacidad de reclamo de derechos. Con distintas intensidades, se han desarrollado nuevos sentidos comunes aun cuando los contenidos del discurso neoliberal siguen siendo hegemónicos en la mayoría de los países. Si bien la correlación de fuerzas entre empresarios y trabajadores sigue siendo desfavorable a éstos, en la mayoría de los países, otras correlaciones se han modificado. Lo que es una tendencia en la región desde principios del siglo XXI, existe una insurgencia de movimientos sociales nuevos, no proletarios, des-sindicalizados, tematizados (género, jóvenes, ambientalistas, pueblos indígenas, diversidad sexual, cultura, etc.).

Es evidente, que un contexto de crisis, recesión y/o ralentización de las economías latinoamericanas abonaran en una lógica discursiva capitalista neoliberal. Pero sería un error pensar que durante 15 años de gobiernos progresistas el discurso hegemónico neoliberal fue derrotado o una vez que los neoliberales perdieron el control del Estado se quedaron sin hacer nada.

En los países con gobiernos progresistas8 se produjo en primer lugar, un agrietamiento del discurso neoliberal y el orden establecido (de no haber sido así ninguna coalición progresista hubiera ganado el gobierno) producto de una serie de cuestionamientos, movilizaciones y articulaciones de la sociedad alrededor de proyectos de cambio. En segundo lugar, con matices, estas articulaciones sociales lograron conformar bloques

8 Se sigue esquema de análisis de Garcia Linera, que si bien lo desarrolla para el caso boliviano, puede ser de utilidad para acercarse a las experiencias de otros países como Ecuador, Venezuela, Argentina, entre otros. Ver A. García Linera, “Las tensiones creativas de la revolución. La quinta fase del proceso de cambio”. Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia. La Paz. Disponible en: http://www.rebelion.org/docs/134332.pdf.

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nacionales y populares, que alrededor de nuevos liderazgos e ideas-fuerza (que sintetizan sus propuestas programáticas) lograron consolidar proyectos políticos con capacidad de disputarle el poder a los neoliberales y ganar el gobierno. En tercer lugar, la disputa política entre los proyectos neoliberales y los de cambio progresista se trasladaron al interior del Estado. Si se quiere, la lucha de clases se desarrolló ya no solo en la sociedad sino al interior del propio Estado. Donde si bien los progresistas controlan el gobierno, los neoliberales y clases dominantes controlan los poderes facticos (productores de sentido como los medios de comunicación e incluso el propio mando institucional del poder estatal: Fuerzas Armadas, Poder Judicial, etc.) con matices desde luego de acuerdo a cada país.

En cuarto lugar, los gobiernos progresistas tuvieron que sortear una serie de arremetidas no solo discursivas sino de fuerza. Allí están el golpe de Estado a Chávez y la serie de acciones de desestabilización política deliberada por parte de la derecha en Venezuela; allí también, el revocatorio e intento de golpe a Evo con amenaza de separatismo en Bolivia; allí la destitución del presidente Lugo en Paraguay; o el intento de golpe y asesinato del presidente Correa en Ecuador; o los innumerables cuestionamientos y acciones desestabilizadoras a la presidenta Cristina Fernández en Argentina; o lo mismo a los presidentes de Nicaragua y El Salvador; y allí el reciente proceso de destitución contra la presidenta del Brasil, Dilma Rousseff.

Esta etapa es fundamental para el futuro de la izquierda en Amérca Latina. Para el caso boliviano, pero que puede aplicarse para cualquier caso, García Linera le ha llamado “punto de bifurcación”. Pues aquí, a partir de una confrontación o choque directo de fuerzas, se resuelve la disputa hacia la consolidación y estabilización política del cambio o hacia la regresión y continuismo de las fuerzas conservadoras.

El curso del proceso en América Latina va a tener mucho que ver con las particularidades de cada país. En algunos casos, por la profundidad de los cambios será muy difícil revertir lo avanzado a pesar que la derecha gane el gobierno (tal vez Bolivia y Uruguay). En la mayoría de los casos habrá recortes fiscales y será parte de la disputa política qué se modifica y qué se anula en políticas sociales.

En los países de gobierno y poder hegemónico neoliberal, ya se anunciaron restricciones fiscales para el 2016 (recortes presupuestales del 11% en Colombia y quizá mayores en México). Así como, más incentivos para la inversión privada (particularmente transnacionales en extractivas), debilitamiento de estándares laborales y ambientales, profundización de la criminalización de la protesta social.

Un elemento clave, que explica en parte el surgimiento de gobiernos progresistas y de izquierda en la región, es la aparición de nuevos movimientos sociales (con programas y actorías nuevas). Movimientos que crecen en cada uno de sus respectivos países y que luego irrumpen en la escena política. Pero que fueron claves en forjar una nueva conciencia y nuevos sentidos comunes. Y que planteaban en algunos casos cambios profundos como la conformación de un nuevo estado. Pero en varios casos (Brasil, Argentina, Venezuela, entre otros) no tuvieron fuerza suficiente para promover un cambio más radical en la correlación de fuerzas y reorientar la forma de producción y acumulación histórica en AL (primario exportadora) profundizada por el neoliberalismo. Por lo que, el mayor logro alcanzado por varios de los GPI (Brasil, Argentina, Venezuela, entre otros) fueron políticas de distribución (políticas sociales). Pero fueron pocos los avances sólidos para no depender de la renta de la explotación del petróleo y los commodities y de la financiarización de la economía. Sectores que siguieron siendo importantes en la estructura económica en varios países, con consecuente manejo del poder. Es el caso, por ejemplo, del Brasil.

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En tal sentido, es necesario valorar los cambios o continuidades en la correlación de fuerzas (en la lucha de clases) para tratar de encontrar explicaciones al surgimiento y crisis de los GPI. Esto es importante, en primer lugar, pues determinadas correlaciones de fuerza obliga a pactos o alianzas, en determinadas condiciones y con determinados aliados. Que obligaran a una reorientación o re-significación del discurso inicial. Y que en algunos casos puede significar terminar atrapado en una lógica (la de los aliados y peor aún si son parte de la derecha y del status quo) que puede terminar acorralando y desorientando a las nuevas fuerzas. Esta puede ser una manera (para no reducir el análisis a actos de inmoralidad individual) de entender los hechos de corrupción en lso que se han visto envueltos varios gobiernos y en algunos casos dirigentes de más alto rango en los partidos de gobierno.

En segundo lugar, ayudaría a entender las limitaciones de los cambios en el estado y la economía. Aquellos exitosos y aquellos frustrados. Como ha señalado Valter Pomar, habiendo votado por el PT no más del 25% de electorado todo lo que pudieron poner sobre la agenda política fue un nuevo tipo de desarrollo (que ya es importante pues la idea-fuerza del desarrollo volvía a la política nacional frente a la idea-fuerza del crecimiento impulsada por los neoliberales. Pero el discurso del desarrollismo es (ha sido) insuficiente para dar pasos solidos de una agenda distributiva hacia cambios estructurales. Como ha dicho Bourdieu el campo político está conformado por fuerzas (que están confrontadas) ellas y sus visiones de sociedad (ideas-fuerzas). Por lo que en gran medida, una de las tareas fundamentales de los GPI tenía que ver con cambiar la correlación de fuerzas a partir de configurar nuevos sentidos, o un nuevo sentido de época. Que es dicho sea de paso el rol que cumple el Estado y no solo el represivo.

Con lo que el proceso de restauración conservadora, no es uno de corto plazo, que se haya iniciado en el último año, sino que es la estrategia misma de los sectores neoliberales por mantener el poder económico, político y cultural en la región y que, como se ha visto, transita las diversas etapas por las que han atravesado los gobiernos de izquierda y progresistas. En casi todos los países con gobiernos progresistas se construyó y existe una mayoría electoral, pero con reducida hegemonía política, ideológica e institucional. Cuba, Bolivia y parcialmente Nicaragua podrían ser la excepción.

La estrategia de restauración conservadora de las oligarquías tiene como aspectos centrales: mantener y ampliar correlaciones de fuerza alrededor de sentidos comunes (como el del emprendedor, eficiencia, tramitología, modernización, competencia y competitividad, entre otros) que les permita irradiar su hegemonía a todos los sectores de la sociedad. Cuando el discurso se agrieta no dudan en acudir a la fuerza represiva del Estado. En el afán de incrementar sus niveles de acumulación establecen por un lado alianzas con el capital privado transnacional y con algunas potencias que tienen intereses geopolíticos en la región (fundamentalmente Estados Unidos). Como señala Emir Sader: "El modelo de la derecha está reconstituido: monopolio de los medios de comunicación; campaña catastrofista sobre la situación económica y política del país; aislamiento del gobierno y polarización en contra de él; diversos candidatos para converger en la unidad de la oposición en contra del gobierno en la segunda vuelta"9.

V. Luces y sombras en los gobiernos progresistas y de izquierda

¿Cuáles son los errores comunes en los procesos de los PGPI que podemos señalar desde una posición socialista? Antes de abordar esta pregunta, es preciso destacar dos aspectos positivos que deberían perdurar, más allá del resultado de las próximas

9 E. Sader (XXXX). FALTA CITA.

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elecciones en los PGPI, y que tienen implicancias estratégicas. Aparte de los avances en la justicia social discutidos en la sección anterior, Parodi (2015) destaca que la izquierda ha demostrado que es capaz de gobernar, y que ha puesto sobre la mesa la importancia de las políticas sociales y de redistribución, lo que ha mejorado las condiciones de vida de millones de personas. Lo primero es importante, pues derriba el mito de que la izquierda sabe ser oposición, pero no gobierno (“tiene protesta, pero no propuesta”). Lo segundo es también significativo, pues fortalece las condiciones materiales de producción y reproducción de la clase trabajadora, sujeto social de la revolución.

Pasando a las críticas a los procesos de los PGPI, son cuatro las principales: la continuada dependencia de las exportaciones de materias primas; el culto al líder y la falta de recambio en los liderazgos; las continuas reformas constitucionales (o recursos legales) para facilitar la reelección presidencial; y la tolerancia con la corrupción dentro de las filas del gobierno. En cuanto al primer punto, tanto en los PGPI como en los países de la AP, el súper-ciclo en el precio de las materias primas que se prolongó hasta 2013, acentuó la característica primario-exportadora de sus estructuras productivas. En el Gráfico 11 se observa que, en promedio, los países sudamericanos del grupo de los PGPI incrementaron el peso de los productos primarios en sus canastas exportadoras en 13,1 puntos porcentuales del total en 2014 en comparación a 2000. Algo similar ocurrió entre los países de la AP, aunque con menor intensidad (6,9 puntos porcentuales de incremento). Particularmente acentuado fue este proceso en Bolivia y Ecuador, donde la participación de los hidrocarburos en las exportaciones aumentó mucho de la mano de los precios internacionales, y en Uruguay, que también se benefició del incremento en el precio internacional de los alimentos (carne y granos).

Gráfico 11PGPI: Exportaciones de productos primarios, 2000 y 2014

(Porcentaje de las exportaciones de bienes)

ARG BOL BRA ECU URU VEN Prom0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

67.571.1

41.6

90.1

58.1

90.9

69.883333333333367.9

96.4

65.2

93.8

76.3

98.2

82.9666666666667

0.400000000000006

25.3 23.6

3.7

18.2

7.313.0833333333333

2000 2014 DIF

Fuente: CEPAL.

Gráfico 12AP: Exportaciones de productos primarios, 2000 y 2014

(Porcentaje de las exportaciones de bienes)

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CHI COL MEX PER Prom0

10

20

30

40

50

60

70

80

90 83.8

67.5

16.5

79.7

61.875

85.982.4

21.3

85.3

68.725

2.10000000000001

14.9

4.8 5.599999999999996.85000000000001

2000 2014 DIF

Fuente: CEPAL.

El hecho de que la estructura primario exportadora en 2014 sea tan acentuada en los PGPI, incluso más que en los que los países de la AP (83% versus 68,7% de exportaciones primarias en relación al total, respectivamente) es un error fundamental de los gobiernos izquierdistas latinoamericanos, que al igual que sus pares neoliberales de los países de la AP optaron por el camino fácil de “gozar la fiesta” de precios altos y crecientes de las materias primas, en lugar de utilizar esos recursos para impulsar la diversificación y sofisticación del aparato productivo y la generación de empleo productivo de calidad. No se puede criticar al modelo neoliberal primario-exportador en el Perú, sin criticar al mismo tiempo el modelo primario-exportador en Bolivia, Ecuador y Venezuela, principalmente, todos ellos abundantes en hidrocarburos.

La aguda dependencia de los precios internacionales de las materias primas facilitó la guerra económica desarrollada por las derechas neoliberales internas con el apoyo del gobierno de Estados Unidos en los PGPI. De hecho, si bien el súper-ciclo en el precio de los commodities promovió el acelerado crecimiento y proveyó importantes recursos fiscales para el financiamiento de sendos programas sociales y políticas redistributivas en la región, su término en 2013 generó importantes dificultades económicas en todos los países: el crecimiento se desaceleró, las balanzas comerciales (exportaciones menos importaciones) se tornaron deficitarias, y la recaudación tributaria se contrajo.

El Cuadro 3 presenta las tasas de crecimiento en años recientes. El crecimiento promedio de los PGPI se redujo de 3,7% en 2013 (último año de auge en el precio internacional de materias primas), a 2% en 2014 y a sólo 0,5% como pronóstico para 2015. Esto significa una caída de más de 3 puntos porcentuales, u 85% respecto de 2013. Preocupante es el desempeño económico reciente de Brasil y Venezuela. En el primer caso, en 2015 se espera una caída en la producción del orden de 3,5%, luego de haber estado estancado en 2014 (0,1%). La situación es más dramática en Venezuela, que registra dos años consecutivos de sustancial caída en la actividad económica: 4% en 2014 y más de 7% como pronóstico para 2015. Evidentemente, las crecientes dificultades económicas son terreno fértil para la desestabilización de estos gobiernos, en la forma de continuación de la guerra económica en Venezuela – y del inminente sabotaje desde el Parlamento, hoy en manos de la oposición – y de la destitución de Dilma en Brasil. Aunque los efectos de este nuevo contexto económico sobre las perspectivas electorales de los gobiernos de izquierda de los otros países

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aún están por verse – lo mismo que en los futuros comicios en Argentina y Venezuela – queda claro que estos pudieron atenuarse si se hubieran iniciado políticas de diversificación e industrialización a inicios de la década pasada.

Cuadro 3Tasa de crecimiento del PBI, 2011-2015

(Porcentaje)2011 2012 2013 2014 2015a

Argentina 8,4 0,8 2,9 0,5 2,0Bolivia 5,2 5,1 6,8 5,5 4,5Brasil 3,9 1,8 2,7 0,1 -3,5Ecuador 7,9 5,6 4,6 3,7 0,4El Salvador 2,2 1,9 1,8 2,0 2,4Nicaragua 6,2 5,1 4,5 4,7 4,0Uruguay 5,2 3,3 5,1 3,5 1,5Venezuela 4,2 5,6 1,3 -4,0 -7,1Promedio 5,4 3,7 3,7 2,0 0,5

Chile 5,8 5,5 4,2 1,9 2,0Colombia 6,6 4,0 4,9 4,6 3,1México 3,9 4,0 1,4 2,2 2,5Perú 6,3 6,1 5,9 2,4 2,8Promedio 5,7 4,9 4,1 2,8 2,6

Fuente: CEPAL.a Preliminar.

En cuanto al culto a la personalidad y la falta de liderazgos alternativos y de recambio, en la mayoría de PGPI se carece/careció de liderazgos alternativos: en Venezuela, Maduro está muy lejos de la potencia del liderazgo de Hugo Chávez, mientras que en Bolivia, Ecuador y Nicaragua hay un único líder difícil de reemplazar (Evo, Correa y Ortega, respectivamente). En el caso de Argentina, el liderazgo único fue ejercido por Néstor y Cristina Kirchner, pero el candidato Scioli, que perdió las recientes elecciones presidenciales, no era un buen candidato, a decir de los resultados y de la opinión de analistas como Alfredo Serrano Mancilla (2015)10. Por el lado positivo, en los otros PGPI hubo/hay recambio, como en Brasil, El Salvador y Uruguay. Sin embargo, el liderazgo de Dilma es bastante más débil que el de Lula (casi pierde las elecciones en 2014, aunque en eso también jugó un papel el natural desgaste del PT en el gobierno durante tres periodos consecutivos, desde 2003), mientras que en Uruguay se tendría que pensar desde ya en un liderazgo alternativo a Tabaré para las próximas elecciones. Evidentemente, no es saludable bajo ningún punto de vista la escasez de liderazgos alternativos fuertes en los partidos y movimientos hoy en funciones de gobierno o en posiciones electorales expectantes.

Como resultado de lo anterior, en los diversos PGPI se han visto obligados a impulsar sendas reformas constitucionales, no sólo para cambiar el régimen político y económico, o para abrir los candados que protegían la herencia neoliberal anterior, lo cual está muy bien, sino también (y a veces parecería que principalmente) para habilitar al gobernante de turno a postular a una nueva reelección. Estos son los casos de Bolivia, Ecuador y Venezuela, principalmente. Alternativamente, Ortega fue habilitado en Nicaragua para tentar la reelección inmediata en 2012 (cosa que logró) a partir de un polémico fallo de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia que declaró inaplicable el Artículo 147 de la Constitución que la prohibía. Esto no es 10 A. Serrano Mancilla (2015). “La derecha del siglo XXI”. En Hildebrandt en sus Trece, n. 277, 27 de noviembre al 3 de diciembre de 2015.

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conveniente no sólo por las razones mencionadas en el párrafo anterior (culto a la personalidad y ausencia de liderazgos alternativos fuertes), sino también porque brinda municiones a los fachas y sus medios de comunicación de masas para atacar a los gobiernos progresistas, además de que no se puede gobernar en medio de un proceso de polarización y campaña electoral permanente. Este ha sido sobre todo el caso en Venezuela. En Bolivia, en cambio, parecería que la derecha como que estuviera hasta cierto punto resignada con el gobierno del MAS. En Ecuador, habría una situación intermedia entre la calma boliviana y la contrarrevolución permanente de Venezuela.

Por último, el desfalco del Estado, el sometimiento de las políticas públicas a los grandes intereses económicos (en muchos casos transnacionales), y la corrupción generalizada (con funcionarios públicos corruptos, pero también con empresarios y lobistas corruptores), es un mal que azota a los países de América Latina desde la Colonia. Y esto era algo que la izquierda buscaba terminar. De hecho, entre las razones que explican el ascenso de los gobiernos progresistas y de izquierda en la región, figura el hartazgo frente a esta situación y al clamor de poner los recursos del país al servicio de la gente, y lejos de los bolsillos de la detestable casta rentista apátrida, siempre dominante, pero nunca dirigente. Lamentablemente, y en parte a causa del tiempo transcurrido en el gobierno, existen una serie de denuncias de corrupción que involucra a altos funcionarios de algunos gobiernos de izquierda en la región. Las acusaciones más graves son contra el presidente Nicolás Maduro y Diosdado Cabello (presidente de la Asamblea Nacional) en Venezuela; y Lula y Dilma Russef en Brasil11. Evidentemente, desde el socialismo no nos unimos al coro de las derechas de todos los pelajes, cínicas frente al secular saqueo de nuestros recursos, y hoy convenidamente inquisitivas, pero a la vez no podemos más que pedir que una investigación imparcial y profesional llegue hasta las últimas consecuencias a fin de dilucidar responsabilidades. Y que se aplique la ley, independientemente de quien sea encontrado culpable de estas deplorables acciones. Esto revela que el ejercicio prolongado (y a veces no tan prolongado) del gobierno genera muchas situaciones donde, si no se tiene el sentido de la honestidad bien puesto, se puede sucumbir a corruptelas grandes o pequeñas, conduciendo a la descomposición moral y política del gobierno. De allí la importancia de formarse no sólo en la teoría y en la práctica política concreta, sino también en los valores del socialismo. Sobre esto último, no existe mejor escuela que el contacto directo y cotidiano con nuestro pueblo, con sus luchas, sus carencias y sus esperanzas.

No podemos eludir mencionar nuestro rechazo al retiro de Venezuela del sistema interamericano de derechos humanos, anunciado en 2012 y efectivizado en 2013, cuando el país se retira de la Convención Americana y de la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Como se sabe, este sistema es el principal medio para que los ciudadanos del continente puedan denunciar la violación de sus derechos fundamentales por parte de cualquier Estado miembro. Así, en la práctica se ha desprotegido a la población venezolana de cualquier arbitrariedad y abuso de poder estatal. Hay que recordar que varios de los representantes más recalcitrantes de la dictadura fujimorista pidieron el retiro del Perú del sistema interamericano en los años 1990, cosa que fue rechazada por las organizaciones políticas, sociales y de la sociedad civil que entienden que la defensa de los DDHH es un principio, y por ende es innegociable. Felizmente, esta pretensión no se concretó, lo que ha permitido denunciar al Estado peruano en sede internacional en numerosos casos de flagrante violación de DDHH12. Gracias a que el Perú 11 También hay denuncias sobre enriquecimiento ilícito contra el presidente Daniel Ortega, respecto de supuestas acciones cometidas durante el régimen sandinista de los años 1980. 12 Entre los casos emblemáticos llevados ante la CIDH están el del estudiante de Sociología de la PUCP Ernesto Castillo Páez, detenido-desaparecido por integrantes de la PNP en octubre de 1990 en Villa El

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pertenece al sistema interamericano, los familiares o las mismas víctimas han podido reclamar la justicia que el sistema judicial peruano les negó. Lo que es bueno para los peruanos, no puede ser malo para los venezolanos.

VI. Conclusiones y reflexiones finales

El mundo se encuentra en medio de una crisis civilizatoria. Por el lado económico, los Estados Unidos, Europa y Japón no se terminan de recuperar de la crisis financiera internacional iniciada en 2008, mientras emergen países como China e India como actores importantes en la economía mundial.

En este contexto, está en curso una disputa feroz por la hegemonía en la geopolítica mundial. Estados Unidos hace todos los esfuerzos por enfrentar el creciente poderío económico de China. Para ello su estrategia es más neoliberalismo. Allí están el TTIP, el TPP, y la AP. En estos dos últimos acuerdos, el Perú viene jugando un papel importante, y lamentable, con el claro objetivo de debilitar económica y políticamente diversos procesos de integración latinoamericanos.

El desempeño reciente en materia económica, social y laboral de los PGPI ha sido en varios aspectos similar al de los países de la AP. Ambos grupos de países experimentaron aceleradas tasas de crecimiento económico al ritmo del súper-ciclo de los precios internacionales de las materias primas, que llevaron a sustanciales incrementos en el PBI por habitante en los diferentes países. En promedio, el PBI per cápita (medido en dólares) creció en 140% entre 2000 y 2014 en los dos grupos de países. A nivel individual, el PBI por habitante más que se cuadruplicó en Ecuador, y más que se triplicó en Bolivia, Brasil, Colombia y Perú durante estos 14 años. Este es un fenómeno inédito en la región, y explica dos asuntos importantes: la extraordinaria dependencia económica de la evolución de las cotizaciones internacionales de las materias primas, y la popularidad de algunos gobiernos bendecidos por la abundancia de recursos fiscales que esta coyuntura trajo aparejada.

El mayor esfuerzo realizado por implementar políticas y programas sociales en los PGPI en comparación a los países de la AP se reflejó fundamentalmente en términos de mejoras en la equidad entre 2000 y 2013. Las mejoras en la calidad del empleo y de los ingresos laborales, así como las reducciones en la pobreza monetaria, fueron similares en ambos grupos de países. De todos los países considerados, destaca el desempeño de Brasil que superó al resto en mejoras en la distribución del ingreso, en la calidad del empleo y en el ingreso laboral. En reducción de la pobreza, sacó a cerca de 30 millones de personas de esta condición en el mismo periodo, de lejos el mayor avance en términos absolutos.

Los aspectos positivos a destacar en cuanto a las experiencias de los PGPI desde la primera elección de Hugo Chávez como presidente en Venezuela en 1998, son que la izquierda es capaz de gobernar de manera eficiente y eficaz, y de haber puesto a la orden del día la relevancia de las políticas sociales y laborales para mejorar la equidad y las condiciones de vida de los trabajadores. Por el lado negativo, con diferencias entre países, destacan la continuada dependencia de las exportaciones de materias primas, la falta de liderazgos alternativos y de recambio, las permanentes modificaciones a la Constitución para permitir la reelección inmediata del líder (o movidas en los órganos electorales o judiciales para hacerla posible), y la tolerancia de episodios de corrupción dentro de las filas de los regímenes de izquierda.

Salvador; el de los ocho estudiantes y un profesor de La Cantuta detenidos, secuestrados y asesinados por el Grupo Colina en 1992 (quisieron desaparecerlos); y el de las esterilizaciones forzadas de los últimos años de los años 1990.

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Pero la capacidad de la izquierda para gobernar en la región, evidentemente, tiene como pre supuesto que es capaz de ganar elecciones. Esto implica un cambio fundamental en cuanto a las formas de lucha y, sobre todo, a la vía estratégica para las fuerzas del cambio: en el siglo XXI y el mundo post guerra fría, la legitimidad de cualquier proceso de transformación estructural pasa por ganar las elecciones generales. Del mismo modo, este cambio de paradigma supone que el ritmo de los cambios debe ser más gradual que en nuestras anteriores concepciones. Por supuesto, ganar elecciones no basta para cambiar la correlación de fuerzas, ni para garantizar la materialización de nuestro programa. Eso no sirve de nada si no viene antecedido y acompañado de la construcción de una hegemonía política, social y cultural de los trabajadores, del socialismo y de la izquierda. Es decir, ganar las elecciones es condición necesaria, pero no suficiente para la transformación estructural de nuestra sociedad.

Si no somos capaces de ganarle a la derecha un proceso electoral, no tenderemos la legitimidad necesaria para realizar los cambios deseados. Más aún, dada la envergadura y alcance de los cambios que nos proponemos, serán necesarios varios triunfos electorales sucesivos. Eso no significa que la lucha política y social se diluya en la lucha electoral, sino que son complementarias. Dicho en forma directa, si durante el siglo XX la izquierda latinoamericana llegó al poder mediante la vía armada (Cuba, Nicaragua, y casi El Salvador), y fracasó en sus intentos de lograrlo por la vía electoral debido a la intervención directa de los Estados Unidos para impedirlo (Chile, Guatemala), en el siglo XXI la vía estratégica es electoral, pero como coronación de la construcción de un movimiento popular hegemónico, es decir, como punto culminante de la elevación de la consciencia de los trabajadores en clase para sí. Y respecto de la gradualidad de los cambios, como estos se materializarían a partir de una administración de izquierda, deberán implementarse paso a paso, respetando los mecanismos de la legalidad vigente o de la nueva que emerja, de ser el caso. En este punto, es clave la bandera programática de la Nueva Constitución – uno de los dos pilares de nuestro Programa – ya que la Constitución de 1993 está diseñada para blindar al modelo económico y político neoliberal impuesto por la dictadura mafiosa de Fujimori. Así, aunque existen algunos grados de libertad, independientemente de la voluntad política del gobierno de turno, la Constitución fujimorista no permite cambios fundamentales sin el consentimiento de los herederos directos de la dictadura inmunda y de los poderes fácticos. De modo que es necesario prepararnos también para ser gobierno, con cuadros no sólo formados en la lucha y la organización política – que sigue siendo lo más importante –, sino también en el manejo de la cosa pública. Y en el de los medios de comunicación de masas, incluyendo las redes sociales. Asimismo, es extremadamente importante la generación de una correlación de fuerzas favorable a la consagración de una Nueva Constitución que permita implementar cambios de fondo en la economía y en la política del país.

Después de las recientes derrotas electorales en Argentina y Venezuela, ¿cuáles son las perspectivas del ciclo de ascenso de la izquierda y el progresismo en la región iniciado a fines de los años 1990? ¿Es ineluctable el triunfo de la restauración neoliberal conservadora? Valter Pomar (2015)13 señala que Argentina, Brasil y Venezuela habían cumplido un rol clave en el proceso de integración regional, constituyéndose en una efectiva retaguardia estratégica de las izquierdas latinoamericanas. Evidentemente, esto será mucho más difícil en adelante. Haciendo referencia a un ensayo escrito por él mismo en 201214, el dirigente brasileño indica que

13 V. Pomar (2015). “Retos y perspectivas de la izquierda latinoamericana”. Disponible en: http://www.alainet.org/es/articulo/174181. 14 V. Pomar (2012). “Ensayo sobre una nueva ventana abierta”. Disponible en: http://valterpomar.blogspot.com.br/2012703/ensayo-sobre-una-ventana-abierta.html?m=1.

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la continuidad o cese del ciclo ascendente de la izquierda en la región, depende de los siguientes factores:

i) La profundidad de la crisis internacional, los conflictos entre las grandes potencias, y la extensión del impacto de las guerras. En particular, el futuro de la hegemonía de los Estados Unidos en el mundo.

ii) El comportamiento de la burguesía latinoamericana en relación a los gobiernos progresistas y de izquierda, y a los procesos de integración regional, y su disposición y capacidad para competir con las burguesías de los países desarrollados.

iii) La capacidad y disposición de los sectores hegemónicos de las izquierdas: partidos políticos, movimientos sociales, intelectualidad y gobiernos.

Así, en 2012 se preguntaba si los gobiernos de izquierda serían capaces (y hasta dónde) de profundizar las condiciones de integración regional, soberanía nacional, democratización política, ampliación del bienestar social y del desarrollo económico. Más aún, la interrogante se resumía en si iban a lograr alterar o no la dependencia externa y la concentración de la propiedad vigentes en la región desde hace siglos.

En este contexto, Pomar (2015) señala como potencialidades objetivas la apertura de un ciclo de desarrollo capitalista de tipo socialdemócrata, y/o un nuevo ciclo de construcción del socialismo. En apoyo de la segunda alternativa menciona que estamos en mejores condiciones materiales que la Rusia de 1917, la China de 1949, la Cuba de 1959 y la Nicaragua de 1979. Cabe destacar que, como es obvio, los cuatro procesos mencionados alcanzaron el poder por la vía armada. Aunque no lo menciona explícitamente, parecería que Pomar no considera como procesos (incipientes) de construcción del socialismo a ninguna de las experiencias recientes en América Latina. ¿Cómo los consideramos nosotros? Y para regresar al viejo debate Stalin-Trostsky, ¿será posible la construcción del socialismo en un solo país? ¿Y en América Latina? En cuanto a las dificultades subjetivas, menciona que los que tienen la voluntad no tienen la fuerza, y los que tienen la fuerza, no tienen la voluntad para adoptar medidas a fin de aprovechar las posibilidades abiertas por la crisis internacional y por la correlación regional de fuerzas aún favorables a la izquierda y al socialismo. Más importante, el dirigente brasileño señala acertadamente que “no hay tiempo ni materia prima para formar otra izquierda hegemónica. O bien la izquierda hegemónica que tenemos aprovecha la ventana abierta, o será la pérdida de una oportunidad”.

De este modo, retomando la situación actual, Pomar (2015) concluye indicando que aunque el juego no ha terminado, el tiempo se está acabando – la ventana abierta en 1998 se está cerrando –, por lo que debemos redoblar esfuerzos para que las izquierdas latinoamericanas en el gobierno retomen la iniciativa y profundicen los cambios de modo de superar la situación de defensiva estratégica mundial en la lucha por el socialismo. El texto citado fue escrito después de la derrota en las elecciones presidenciales de noviembre en Argentina, pero antes de las elecciones parlamentarias de diciembre en Venezuela. El panorama, pues, se dibuja más difícil. No obstante, como indica el epígrafe de Álvaro García Linera al inicio de este documento, el avance de un proceso como este nunca es lineal, sino que es por oleadas. De lo que hagamos nosotros hoy aquí y ahora, dependerá también la extensión, intensidad y alcance de la marea roja.

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