los peces de toÑito -...

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LOSPECESDETOÑITO -LagraciadelacriaturaesAntonio .Eslaque trajo .Nacióel13dejunio,díadeSanAntoniode Padua . AsídecidióÑaLaureanacómohabíadellamarse suhijo .Porapellidollevaríaelsuyo :Tenorio .Puesto quenoeralegítimo,nohabíaparaquémencionara supadre . 49

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LOS PECES DE TOÑITO

-La gracia de la criatura es Antonio . Es la quetrajo. Nació el 13 de junio, día de San Antonio dePadua .

Así decidió Ña Laureana cómo había de llamarsesu hijo. Por apellido llevaría el suyo : Tenorio. Puestoque no era legítimo, no había para qué mencionar asu padre .

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Sus compadres serían sus mejores patrones : donSimón y doña Sofía, para quienes ella venía trabajan-do como lavandera desde hacía años .

De inmediato el nombre de Antonio declinó enToñito. Creció menudo, como para justificar el dimi-nutivo .

-El color lo ofende- solía decir la señora Celin-da al referirse al hijo de Laureana .

En verdad, Toñito nunca se sintió ofendido porel color . Jamás mostró resentimiento por su pigmen-tación, ni en su pecho alentó envidia o rencor hacialos blancos .

Mostró desde tierna edad una irresistible inclina-ción por las cosas de la Iglesia. Tan pronto se sintióhábil para ello, le manifestó al cura de la parroquia sudeseo de ser monaguillo . El padre Valencia se encari-ñó con el muchacho, a quien aceptó por monaguillo yutilizó para toda clase de menesteres .

En compensación, el padre Valencia se dedicó adarle letras a su acólito, quien se inició en ellas con lalectura de EL AÑO CRISTIAÑO y las biografías delos principales doctores y santos de la Iglesia .

Nació en Toñito culto especial por el santo aquien debía su nombre . Ambicionaba él, a fuer de suparadigma, morir mártir como los cinco franciscanosante cuyas reliquias juró sacrificarse el santo lusitano .

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Nunca se sintió tan feliz como el día de su pri-mera comunión . Recibió la Eucaristía junto con otrosmuchachos de su misma edad. Ellos iban trajeados deblanco, como correspondía a la ocasión . El ocupólugar entre ellos y vestido con calzón de tela ordinariay blusa de manta-sucia y descalzo .

Ese día Toñito hizo la promesa formal ante Diosde marchar por el mundo con los pies desnudos, co-mo habían marchado los más grandes santos de laIglesia .

Por no haber asistido nunca a la escuela pública,no intimó con los muchachos del pueblo, ni participóen sus juegos, ni aprendió de sus malicias . Sus lecturasreligiosas apenas le dieron un presentimiento de loque podían ser los pecados de la carne .

Cuando encontraba a sus padrinos caía de hino-jos ante ellos y con toda humildad les pedía su bendi-ción .

-Dios te bendiga y te haga un santo, ahijado -era la invariable respuesta de ellos, mientras trazabanen el aire una cruz .

Diez años acababa de cumplir el niño cuandoincurrió en el primer acto de su vida que había de sermotivo de comentarios de todo el pueblo por variosdías. El ciego Jacobo, quien solía recorrer el pobladoen súplicas, dejó de salir un sábado por enfermedad desu lazarillo. Súpolo Toñito y corrió al siguiente díamuy temprano a la choza del ciego .

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- Buenos días, señor Jacobo - dijo ante la puer-ta del pordiosero . -Sé que su muchacho está enfer-mo y vengo a ayudarlo a usted hasta que él se cure .

- ¿ Y tú quién eres y quién te manda? - pre-guntó el menesteroso .

- Yo soy Toñito. Toñito Tenorio, hijo de ÑaLaureana, la lavandera, y me manda San Antonio dePadua, mi patrón .

Aprestó Jacobo el fardel en el que recibía laslimosnas y el largo bastón que estiró hacia Toñito,quien lo tomó con la mano derecha y el muchacho,adelante y el ciego atrás, recorrieron de puerta enpuerta todo el poblado .

Aquel primer acto público de humanidad efec-tuado por Toñito dio lugar a aplausos y críticas .

- El hijo de Ña Laureana - se está preparandopara no trabajar. Ya está aprendiendo el oficio demendigo .

- Siempre he dicho que ese muchacho es unsanto - declaró la señora Celinda .

Aquel acto fue eclipsado por otro de mayor ab-n-gación. En el pueblo había un hombre de nombreolvidado, a quien todos llamaban Churú . Hacía traba-jos de jornalero, pero todo el mundo lo miraba conrepugnancia. Tenía las piernas totalmente llagadas ycon frecuentes manchas purulentas.

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Toñito se presentó la mañana de un domingotemprano a la choza del llagoso, provisto de un balde,una totuma y un pan de jabón, obtenidos de la gene- rosidad de su padrino.

-Buenos días, señor Churú- dijo al llegar a lapuerta.

- Buenos días, muchacho - contestó el llagado- ¿Qué se te ofrece?

- Vengo a lavarle las piernas, señor - explicó elchico.

- Muchacho, tú tas loco -increpó el llaga-do. -Vete, vete antes de que te eche de un arrempu-jón .

- Ño hará usted eso con un siervo del Señor -replicó Toñito . Vengo enviado por mi patrón, SanAntonio de Padua y es su voluntad y la de Dios queyo le sirva.

Había tal convicción en las palabras de Toñito yera tan fervorosa su súplica, que Churú no pudo resis-tirse . Sacó al portal un taburete en que se sentó y seentregó a la operación de aseo a que lo sometió elmuchacho.

Todo el pueblo se enteró de aquella hazaña . Unmalediciente apuntó : "-Ña Laureana lava ropa, Toñi-to, su hijo, lava llagas.

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Monaguillo en la iglesia, mandadero del señorcura, auxiliar del enterrador, asistente imprescindiblea los velorios y novenarios, dispuesto siempre a serviral prójimo, la pasó Toñito hasta llegar a la adolescen-cia, cuando dispuso hablarle al padre Valencia de suaspiración a hacerse franciscano .

Ño quiso el buen párroco lastimar a su acólitorevelándole la verdad : era muy difícil ingresar a laInstitución, no por su color, que frailes negros y mu-latos eran frecuentes en todas las órdenes, sino porrazón de su origen ilegítimo . Había dificultades quepodían vencerse sin duda. Pero ello requería moverresortes que no estaban al alcance de un simple curade aldea .

- Está bien, padre -aceptó Toñito - He faltadoa la humildad al aspirar a tanto, pero nada me ha deimpedir servir al Señor y seguir consagrado al culto deSan Antonio de Padua .

Los mozos del pueblo dispusieron jugarle a Toñi-to una mala pasada . En casa de una familia servía dedoméstica una muchacha nombrada Apolonia, de a-gresivos senos, muy bien puestas pantorrillas y pródi-ga de sus favores . Ofreciéronle cinco pesos para quetentara al siervo de San Antonio y escogieron comoocasión propicia cuando éste, al apuntar el día, iba aun manantial inmediato en el que acostumbraba ba-ñarse . Apolonia, bien aleccionada, se acercó al mance-bo en momentos en que éste, sin ropa alguna, salía dedarse abluciones con una totuma .

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- Jé, Toñito: no pensaba encontrarte por aquítan temprano. Da la casualidad de que yo tambiénvengo a bañarme . Quédate aquí conmigo para que merestriegues la espalda .

Aunque falto de experiencia sexual y limpio deturbación de malicia, Toñito intuyó que estaba frentea la tentación de la carne de que se había valido elMalo para perder a los más virtuosos eremitas . Hizo laseñal de la cruz, vistióse precipitadamente y empren-dió a toda carrera el regreso al pueblo .

Los mozos que habían tramado aquel encuentropresenciaron el desenlace desde una mata vecina : eltentado había vencido la tentación y Apolonia no seganó los cinco pesos .

Una sublime experiencia sorprendió a Toñito a-penas entrado a la mayoría de edad . Se encontrabasolo en el templo una madrugada, en éxtasis ante laimagen de su santo patrono, cuando sintió que susrodillas abandonaban las baldosas y que todo su cuer-po se elevaba cosa de un metro sobre el suelo .

iLevintación! ¡He tenido una levintación!¡Dios de los Cielos! ¡Yo la más vil de tus criaturas,he sido escogido para revelar tu grandeza!

Y entonces concluyó que era el momento deiniciar su misión . Comenzaría como San Antonio dePadua, predicando a su pueblo para luego lanzarse porel mundo . Su patrono logró multitudes de treinta milalmas. El se conformaría con mucho menos .

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Se presentó a la plaza pública para predicar elamor a nuestros semejantes, "Ama a tu prójimo comoa tí mismo" había predicado el que trajo la Repara-ción Humana - Seamos hermanos. Aborrezcamos elvicio, la crueldad, la avaricia, el ansia de mandar, losfalsos halagos de la carne .

Y pronto descubrió que "nadie es profeta en sutierra". El, para los de su pueblo, no era otra cosa queel mulato Toñito, el hijo de Ña Laureana, la lavande-ra, sin padre responsable y ahora un loco empeñadoen llevar la voz divina.

También el Hijo del Hombre había pasado poraquella prueba . Sí. Jesús era, para los de su aldea, "elhijo del carpintero" . Y San Antonio no consiguióoyentes sino fuera de Portugal, que fue su cuna.

Y entonces resolvió buscar una vez más la com-probación de que él estaba destinado a predicar comosu patrono .

Próximo estaba el mar. A él se encaminó unatarde, ya cerca del crepúsculo . Estaba a solas, frente ala llanura suspirante. Y a fuer de San Antonio, alzó suvoz para llamar a los hermanos peces.

Tenía tanta fe en la efectividad de su prédica,que no se sorprendió cuando sobre la superficie de lasaguas comenzaron a despuntar cabezas de peces gran-des y chicos. Y mientras él predicaba, los seres acuáti-cos parecían atentos a sus palabras y sólo se sumergie-ron cuando él dio cabo a su prédica .

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Y volvió por muchas tardes consecutivas a hablara los peces y éstos siempre acudieron a su voz .

Y sucedió que una tarde un pescador vio sin servisto lo que ocurría entre Toñito y los peces Y porsiete días el curioso volvió a ser testigo del milagro .

Y el séptimo día el pescador le salió al camino aToñito cuando éste regresaba a su prédica vespertina.

-Toñito- le dijo. Vengo presenciando desdehace muchas tardes lo de tus prédicas a los peces . Nosé de dónde viene tu virtud, pero sé que la tienes .¿Por qué no nos entendemos? Podemos hacer muchodinero. Tu atraes a los peces con tu prédica y cuandoestén todos concentrados, yo tiendo mis redes . Parti-remos las ganancias entre tú y yo . Tú podrás comprar-te zapatos y buena ropa y, devoto como eres, tendrásbastante para introducir mejoras en el templo y alum-brar los altares con mil velas .

Por primera vez Toñito sintió el huracán de lacólera en su pecho . Trató de serenarse para no revelar-la en sus palabras y luego dijo al tentador :

-Hermano pescador, la codicia se ha apoderadode tu corazón para perderte y ella te ha nublado elentendimiento y segado las fuentes de la misericordia .¿Cómo pretendes tú que este humilde siervo de Dios,escogido por El para revelar su grandeza, preste lavirtud que El le ha dado, para engañar a los peces?¿Me has tomado por uno de los oradores que concen-tran con su verbo multitudes para ponerlas al servicio

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de sus intereses y ambiciones? Has pecado en tu cora-zón contra Dios y sus criaturas y has querido usar aun vocero del Todopoderoso para saciar tus apetitosterrenales. Ve a hacer penitencia . Arrepiéntete yaprende la lección de hoy : la voz de los escogidos deDios nunca ha de estar al servicio de apetitos groseros .Y da gracias al Omnipotente porque mi virtud ha sidomás fuerte que tu tentación, porque mayor serla tupecado si hubieras logrado corromper a quien ha reci-bido la gracia del Señor .

Ño se dio por vencido el tentador y a la tarde deldía siguiente, cuando Toñito fue a hablar a los peces,se presentó con sus aperos. Violo el varón justo cuan-do se disponía a lanzar sus redes y con voz potentegritó :

- Hermanos peces, huid, que alguien quiere sor-prender vuestra fe mientras escucháis mis palabras .

Y los peces desaparecieron como por encanto .Un viento huracanado sopló sobre las aguas y espesasy negras nubes precipitaron la llegada de la noche .

Al día siguiente unos vecinos que fueron hasta elmar encontraron a Antonio sobre la arena, con la caraal cielo y una suave sonrisa .

El tentador en trance de arrepentimiento reveló,trémulo de sollozos lo acaecido .

- Fue un santo . - comentó el pueblo .

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Y es fama que desde entonces jamás se tendióuna red en las aguas a las que antes acudían los pecesa oir la palabra de Antonio, porque todos sabían queestos nunca más volverían a ellas .

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EL REGRESO DE ISAAC

-Hermano : ¿y para qué le pidió Dios a Abrahamque matara a su hijo Isaac?

-Para probar su fe y devoción . Abraham era unhombre de Dios y sus descendientes serían los escogi-dos para guardar la verdad, hasta cuando viniera elHijo del Hombre a redimirnos con su sangre, del peca-do original .

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No lograba captar Gabriel Vásquez el significadode las palabras de su preceptor, un hermano cristianoque enseñaba a los niños de tercer grado . Los seguido-res de San Juan Bautista de la Salle, cuatro en total,tenían a su cargo la escuela de varones del pueblo .Los alumnos oían una hora diaria de religión, asigna-tura dividida en enseñanza de la Historia Sagrada ydel Catecismo .

Gabriel amaba oír de su preceptor las narracio-nes bíblicas . El hermano Enrique, aunque francés, sa-bía contar maravillosamente en español y sus pala-bras, preñadas de fe y sinceridad, anclaban en el fon-do del alma del niño .

De las paredes del salón de clase pendían cua-dros que representaban escenas bíblicas . Eran pintu-ras muy hermosas. En la primera aparecían Adán y Evaen el Paraíso Terrenal. Nuestros primeros padres esta-ban desnudos, apenas cubiertas las vergüenzas por loscabos de unas ramas. Sombreaba a la pareja un her-moso árbol cubierto de rojos frutos, evidentementemanzanas. Una serpiente enrollaba la longaniza de sucuerpo alrededor del árbol que daba la fruta del bieny del mal .

Seguidamente venían otras escenas: Caín y Abel,primer pleito entre el pastor errante y el labriego . ElArca de Ñoé, el Diluvio Universal y varios otros hastallegar al cuadro que obsesionaba la mente infantil deGabriel : el suspendido sacrificio de Isaac .

Ahí aparecía el patriarca luciendo una túnica ro-

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ja sobre la que caía, en pliegues inquietados por elviento, un rojo manto . Sus pies iban calzados consandalias y sus cabellos y barba eran castaños y abun-dantes .

La mano izquierda del padre descansaba sobre lacabeza de su hijo mientras la derecha se levantabasobre él, armada de un puñal .

Isaac, ceñida la cintura por un blanco paño, lu-cía sus promisorias formas de mancebo, con la cabezainclinada en señal de sumisión .

A un lado aparecía un grueso rimero de ramassecas en el que comenzaban a lamer las lenguas defuego . Sobre el fondo del cuadro, formado por árbo-les y arbustos, se alzaba un ángel alado, de rostroefébico, un carnero de breves y corvos cuernos apare-cía en un zarzal .

-iY qué habría ocurrido, hermano, si el ángel nose hubiera presentado a tiempo? - preguntaba Ga-briel a su preceptor, con los ojos llenos de angustia ycuriosidad .

- Que Abraham habría tenido que sacrificar a suhijo y ofrecérselo a Jehová en holocausto - explicó ellasallista .

-i Y qué es holocáustico, hermano? - reindagóel niño .

-Holocausto, no holocáustico, Gabriel . Pues es,o mejor dicho era, un sacrificio especial que hacían

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los judíos en que se quemaba toda la víctima . Era unaofrenda a Dios.

-i Y por qué Abraham tenía que matar y que-mar a su hijo?

- Porque Dios, para probar hasta dónde llegabala devoción del patriarca, así se lo pidió . Isaac era elúnico hijo de Abraham con su esposa Sara, siendo losdos ya de avanzada edad, Jehová le anunció al patriar-ca por medio de tres ángeles que habría de tener unhijo en Sara . Y vino al mundo Isaac, de quien vendríaJacob, cuyos doce hijos fundaron las doce tribus deIsrael. No era el propósito de Dios que Abraham ma-tara a Isaac, sino tan sólo probar su fe .

-Y ahora, hermano ¿por qué no hay sacrificiosde holocausto? ¿o podría ocurrir que Dios quisieraprobar la fe de un hombre de hoy?

Sonrió el bondadoso preceptor mientras tratabade encontrar palabras para explicar a su curioso alum-no que ya a Dios no se le ofrecen sacrificios de seresvivos. El nos dio a su Hijo para que se sacrificara portodos nosotros. Cumplida la redención, ya no haynecesidad de holocaustos .

o satisficieron a Gabriel totalmente las explica-ciones del Hermano Enrique . Recurrió al Texto deHistoria Sagrada y su desconcierto fue mayor . Por élse enteró de que Abraham no sólo estuvo dispuesto asacrificar a su hijo único por mandato de Jehová, sinoque caminó tres días para llevarlo al lugar donde ha-

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Va de ofrecerlo en holocausto; luego lo hizo cargar laleña en que había de quemarlo y caminó a su ladoportando en una mano el cuchillo y en la otra elfuego. Y cuando Isaac, llamándolo "Padre mío" lepreguntó dónde estaba la víctima para el holocausto,el patriarca se limitó a contestarle : "Hijo mío, Diossabrá proveerse de víctimas para el holocausto" .

El grito del ángel detuvo el cuchillo filicida .

De los personajes bíblicos, Abraham llegó a serel más odioso para Gabrielito, más que él mismoCaín . Y el niño no podía menos que preguntarse si supadre, que era un ferviente católico, sería capaz desacrificarlo a él si Dios se lo pidiera .

Bajó la calidad de Gabriel como estudiante, loque le valió una estimulante reprimenda por parte delhermano Enrique . Y no era que el niño se dedicaba ahacer travesuras, sino que se pasaba las horas de clasecon los ojos fijos en el cuadro que tanto lo impresio-naba. Aquello llegó a constituirse para él en una ideafija .

La noticia cundió con rapidez entre la chiquille-ría del pueblo : Abraham Martínez había anunciadodesde el portal de su casa, una noche, bajo los efectosde la chicha fuerte, que estaba dispuesto a ahorcar asu hijo Isaac .

Los adultos no hicieron caso de la especie, maslos muchachos y muy especialmente Gabriel, se sintie-ron aterrados.

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Abraham Martínez era un hombre de bien . Enun tiempo había servido de policía . Cuando exigieronque para ser agente del orden público era requisitoindispensable saber leer y escribir, él que era analfabe-to, entregó su placa y se retiró del servicio para dedi-carse a las cosas que antes hacía : barnizar y pintarcasas, ganar camarones cortando yerba para caballosde pesebrera, coger goteras, pisar barro y . . . de vez encuando tomar chicha fuerte preparada por María Lao,su esposa, en compañía de algunos amigos del Barriodel Calvario .

Vivía Abraham con su compañera, dos hijos ydos hijas . Su mujer ayudaba con la plancha y la fami-lia pasaba sin nada de lo superfluo, pero sin necesi-dades extremas .

Isaac, el primogénito de la familia, era de apa-riencia enfermiza. Pálido hasta hacer indeterminableslos factores de su mestizaje, de descoliridas encías,labios lívidos, vientre abultado y ojos inyectados deamarillo, daba la impresión de que se había detenidoen su crecimiento desde los siete años cuando ya con-taba diez .

o andaba mejor su desarrollo mental . Los otrosmuchachos de su misma edad cursaban el tercer gradomientras él se mantenía como repetidor del segundo .

La crueldad irreflexiva de sus compañeros lo lle-nó de apodos, entre los que prevaleció el de "yuqui-Ila", nombre de un tubérculo silvestre que secreta unjugo amarillo usado entre los campesinos para teñirfibras textiles .

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o tomaba parte el niño enfermo en los juegosde sus compañeros. En los recreos, mientras los otrosretozaban alborozados, él buscaba la sombra de unmango y se la pasaba mirando con ojos inexpresivoslo que ocurría a su alrededor.

¿Por qué Abraham Martínez había anunciadoque iba a matar a su hijo : ¿Sería que Dios le habíapedido que se lo sacrificara?

Aquellas preguntas golpeaban incesantemente enel cerebro de Gabriel . Estuvo a punto de preguntarleal hermano Enrique, pero no se atrevió a hacerlo .Después de haberse enterado de lo que el padre deIsaac se proponía hacer, en la escuela no volvió atener ojos ni atención para otra cosa que para el cua-dro que tanto venía obsesionándolo . Ahora lo veía deotra manera . Abraham se le antojaba como su tocayovernáculo: rostro moreno, descomunales y retorcidosbigotes y cabello lanoso . En cuanto al mancebo, suhijo, su imaginación lo transformó en el chico cetrinoy revejido apodado "yuquilla" .

Dos noches después de haber anunciadoAbraham Martínez su propósito de ahorcar a su hijo,otra vez bajo la influencia de la chicha fuerte, reiteróque tal haría al día siguiente, domingo, muy tempra-no.

Gabriel no se explicaba por qué Isaac no huía desu casa. ¿Iba a esperar tranquilamente a que su papálo colgara del guayabo del patio, como venía amena-zando hacerlo? Y María Lao, la madre, ¿por qué no

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le daba parte a la autoridad? ¿Estaba ella de acuerdocon el sacrificio de su hijo?

-Mañana temprano yo ahorco a Isaac aquí en elpatio de mi casa y el que quiera verlo, que madrugueporque lo colgaré tan pronto como asome el sol .

Tras una noche de sueño angustioso, Gabriel selevantó con las primeras clarinadas de los gallos. Casitodos los chicos del pueblo habían hecho lo mismoque él y acudido a ver cómo Abraham Martínez cum-plía su terrible amenaza. Salvo algunas mujeres quehabitualmente mañaneaban con sus cántaros y latas abuscar agua a un pozo vecino, no había adultos entrelos concurrentes. Ni el alcalde, ni los padrinos deIsaac, ni los policías, como si aquello no tuviera im-portancia alguna .

Ya Abraham Martínez se encontraba bajo el gua-yabo. Su rostro no denotaba emoción alguna. Tansólo en su frente se había acentuado el pentagrama delas arrugas .

Junto a él, de pies y con la cabeza inclinada, máscetrino que de costumbre, estaba Isaac .

El padre pasó por la cabeza del hijo una sogaanudada, cruzó con el otro cabo la rama más baja delguayabo y comenzó a cobrar lentamente hasta obligara Isaac a erguirse sobre la punta de los pies .

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-iPapá! iPapá! ¡Por Dios! ¡o me ahor-ques! ¡Yo te prometo no volver a hacer eso más!

- Fíjate bien lo que prometes, Isaac, porque sino lo cumples, lo que es la próxima vez no tendrépiedad de tí, dijo solemnemente Abraham .

- Sí, papá. ¡Te juro que yo nunca, nunca másvolveré a comer tierra .!

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EL REGRESO

La hacienda de don Santiago se extiende a lamargen izquierda del río . Acopla varios centenares dehectáreas sembradas de pasto .

Don Santiago abarca con sus ojos cansados todoel panorama. El río transcurre murmurante por sulecho pedernoso . Es cristalino en la estación veranera .Las aguas han formado un profundo canjilón bordea-do por guabos, barrigones y espavés .

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Circunda el enorme valle una ronda estática decolinas doradas entre las que se destacan algunosenhiestos picos de azul añilino, de caprichosas formas .Domina el círculo irregular una cima que remeda unáguila con las alas casi plegadas .

Don Santiago adquirió la propiedad cuando to-davía la carretera no había penetrado en la región .Entonces él hacía la travesía del pueblo a su incipien-te hacienda, a lomo de caballo . Dos horas largas queel nuevo camino asfaltado redujo a quince minutos.

Entonces, cuando no había carretera, los viajesde don Santiago a su propiedad eran espaciados . Aho-ra son diarios y en automóvil .

o se fastidia el hacendado de contemplar elpaisaje. Es como si diariamente descubriera sus encan-tos paradisíaco. Oye arrobado el canto bullicioso einarmónico de los pericos que en nubes glaucas lo-quean por el espacio para posarse sobre los mangoscargados de frutos .

Esta tarde don Santiago trajo consigo al mayorde sus nietos, por el que siente manifiesta predilec-ción .

Mientras el anciano se acomodó en amplia buta-ca de cuero, bajo el alero de la modesta y cómodacasa de teja y quincha que ha edificado sobre el ba-rranco que se levanta a veinte metros de la margen delrío, Antonio, el nieto preferido, ha lanzado sus nue-ve años repletos de salud y energía al asalto de los

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árboles frutales de la hacienda y al arreo caprichoso yveloz de los terneros .

o tiene el abuelo por qué preocuparse por To-ño. El muchacho es fuerte y sabe valerse por sí mis-mo. Apenas dio los primeros pasos, se inició en lanatación en los remansos inmediatos del río. Las va-cas de ordeñe son mansas. El las conoce todas y lasllama por sus nombres. o hay animales peligrosospor los alrededores. El, Toño, armado de una hondade ligas, podría ser un peligro para las distintas espe-cies de aves que comparten ecuánimemente el disfrutedel paisaje. Pero para su desesperación y seguridad delas aladas, Toño no ha logrado todavía acertar unasola vez en sus tentativas de exterminio .

- "Toño, Toño" - modula apenas don Santia-go. Y su mente bucea en su pretérito . Penetra hastalas profundidades de su remota infancia .

El, don Santiago, no fue un niño feliz. Acaso lofue cuando no podía aún tener conciencia de su felici-dad. Nació de padres cordiales y amorosos, pobres yde numerosa prole . Ambos murieron en menos de unaño, cuando Santiago, uno de los menores, apenasalcanzaba los seis años . Su padre, dedicado al ejerciciode la medicina, no les legó más bienes que la casaprovinciana de teja, una reducida botica y una tiendade mercancías secas que no se había repuesto aún delos saqueos de la última guerra civil . Sobre ello, elviejo dejó en toda la comarca una sana reputación dehombre bueno y servicial . Santiago tuvo el privilegiode heredar la gracia de su padre .

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El anciano tenía como cosa milagrosa su forma-ción bajo el cuidado de sus hermanos, mayores que él,pero aún todos menores de edad . La escuela primaria,donde estudió afanosamente en los cuatros gradosque la formaban . Luego, un internado de pocos mesesen un colegio privado de la capital . Y seguidamente,la lucha por la vida. Un largo y empeñoso curso dehombría que él pasó victoriosamente . Magisterio, ca-rrera judicial, puestos de administración, prestigio po-lítico e influencia con los directores de los partidos deoposición cuando éstos llegaron al desempeño del go-bierno .

Ahora se siente retirado de los afanes de la polí-tica. Vive para su mujer, sus hijos y los nietos que lehan venido de los matrimonios de sus dos vástagosvarones .

Prefiere entre ellos a Toño, ya por ser el prime-ro, ya porque lleva el nombre de su hijo muerto, aquien le encuentra parecido .

Ama en Toño al hijo que se fue y de cuya muer-te jamás se ha consolado .

Aquel Antonio, el ido, nació enfermo . Una defi-ciencia renal ante la que fueron impotentes los másreputados clínicos del país .

El niño tenía la precocidad que no es infrecuen-te en los que nacen sentenciado para una muerte pre-matura. Lucía un regocijante sentido de humor y unainclinación enternecedora a expresar su amor a suspadres y hermanos con inefables palabras y caricias .

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Más su advenimiento sembró una preocupacióncreciente en sus padres . Sus micciones eran frecuen-tes, casi ininterrumpidas. o mermaron con el creci-miento .

Los médicos apenas osaron prescribir una con-ducta. el niño no debía tomar parte en los juegos yejercicios que provocaran cansancio físico . Había queevitar los resfriados, pues su organismo no los resis-tiría. ¿Medicinas? Algunas, las necesarias para desper-tar en los padres la esperanza de que el mal podríareducirse a un mínimo .

Nunca hubo criatura mejor cuidada ni más mi-mada que Toño. Todos lo querían, acaso porque suprecaria salud apagaba en su cuna cualquier inclina-ción a envidiarlo por inteligente y por mimado .

Las incontinencias de micción eran la preocupa-ción mayor de los suyos y el pecado original de suvergüenza. Su cama era recolchonada con frecuenciapara impedir el desagradable olor a ácido úrico .

El menor malestar de Toño empinaba el alertade los padres .

Cuando se abrió la carretera que marginó su ha-cienda, don Santiago trajo por primera vez consigo aToño. Desde entonces jamás vino sin él . Y mientrassus hermanos y amigos se divertían corriendo por lasorillas ribereñas, trepando árboles y escalando colinas,Toño permanecía al lado de su padre, dialogando conél desde sendas hamacas ahorcadas bilateralmente enlos horcones del amplio portal .

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-"Papá : cuando yo me cure te quedarás aquísolito porque entonces yo me iré a jugar con losotros"- le dijo un día Toño a don Santiago .

El padre hizo un esfuerzo para ahogar el sollozoque hinchaba su pecho. Limpió los vidrios de sus es-pejuelos que habían empañado unas lágrimas .

-"Si, hijo. Me quedaré solo por un rato, mien-tras tú te diviertes con ellos" . . .

-" ¿Y si no me curo, papá? " - insistió el niño .

-"Tú te curarás, hijo mío" - mintió casi sollo-zante el padre .

El regreso de la chiquillería cargada de frutas,gritos y exclamaciones canceló el torturante diálogo .

Un solo deporte había en el que Toño podíatomar parte : la natación. En el remanso inmediato lasdesventajas físicas de Toño desaparecían . Su padredesde temprano lo enseñó a nadar. Toño se sentíaparcialmente compensado cuando lograba vencer enregata a sus hermanos y amigos, en el cruce de unaorilla a la otra.

Más tarde surgió otra inclinación compensatoriapara Toño: la riña de gallos. Su padre tenía la másreputada cría de aves reñidoras a muchas leguas a laredonda. Toño aprendió a cuidarlos . Don Santiago lointrodujo a la gallera llevando en cada mano un futu-ro vencedor.

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Ya apuntaba Toño hacia la adolescencia cuandosintió inclinación amorosa por una muchacha de suedad. Y como don Santiago era su amigo de mayorintimidad, fue a él a quien primero se lo dijo .

-"Está bien, hijo . Ya crecerás y te casarás conella. Yo hablaré de eso con sus padres .

Supieron éstos lo del amor de Toño por su hijay, nobles y compasivos, lo acogieron con simpatía .Padre y madre llamaron desde entonces "yerno" alniño enfermo .

o era aconsejable enviar a Toño a un colegio .En el internado sufriría al ponerse de manifiesto sumal. Ni era posible imponerlo a las familias afinesresidentes en la metrópoli .

-"Yo me dedicaré a cuidarte lo tuyo, papá" -solía decirle Toño a su padre cuando intuía en éstepreocupación por su futuro .

Don Santiago colmaba de regalos a su retoñoenfermo. Era también espléndido con sus otros hijos .Para las fiestas navideñas, la casa se llenaba de jugue-tes .

-"Mis hijos reciben en una sola Navidad másregalos que todos los que mis hermanos y yo recibi-mos a lo largo de nuestra infancia" - solía decirledon Santiago a su esposa, satisfecho de reparar en sushijos las limitaciones de su orfandad .

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Fueron frecuentes las hospitalizaciones de Toño .La menor maluqueza, un repentino estornudo, lleva-ban a sus padres a internarlo en el hospital del puebloo cargar con él para los más modernos de la capital .

Un resfriado hizo presa en Toño el asomo de laestación seca, principios de diciembre, cuando la brisanorte iniciaba sus caricias de copas de palmas y árbo-les y las corrientes de los ríos se hacían claras y delga-das.

Del hospital del pueblo, donde permaneció po-cos días, Toño fue llevado al de la capital .

Fueron aquellas semanas angustiosas . Mientraslos más de los padres de familia se preparaban parauna feliz navidad, los de Toño y sus parientes másinmediatos permanecían concentrados, vigilantes, jun-to al lecho del adolescente enfermo .

El resfriado iba minando a galope la resistenciadel muchacho . El parecía consciente de su próximofin. Acaso pensara que no valía la pena seguir vivien-do con un mal que le había negado la vida normal dela infancia y que le negaría también los halagos delamor y de la lucha por ganar en su medio una posi-ción halagadora.

Ya próxima la Navidad, un médico compasivomintió caritativamente a la familia . Contra todos losdiagnósticos pesimistas de los más reputados clínicos,él sostuvo que el muchacho curaría . Era un médico deprovincias de larga experiencia y reputación milagro-sa .

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Hubo un respiro para los deudos de Toño . Algu-nos llevaron arbolitos de Navidad a sus hogares y saca-ron los tradicionales retablos de los estantes en los quese guardaban el resto del año .

Un sacerdote oyó en confesión al adolescente sinpecado, más que purgado de su falta de ser hombrepor largos sufrimientos y desesperanzas .

Y el veintiséis de diciembre, después del GranDía, la muerte, la gran liberadora, puso fin a la vidafrustrada de Toño .

Don Santiago, al evocar la biografía de su hijo,lloró come el día mismo de su deceso. Estaba solo .o tenía por qué solapar su dolor .

Antes, mucho antes de que Toño viniera a suvera, él había leído y retenido las estrofas de Fernán-dez Shaw :

Cuando era joven y me embriagabacon ilusiones de que hoy me río,soñé ser dueño de grandes tierrasy hoy tengo un trozo de tierra mío . . .

Sus juveniles aspiraciones de tierra se había col-mado. Tenía esta hacienda y otra tan grande en elllano. o era rico, pero sus propiedades le asegurabanuna vejez sin preocupaciones.

La pérdida de Toño le había mermado la atrac-ción material por sus fincas . La otra, la del llano,

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apenas la visitaba. Mas se sentía unido a ésta, orilleradel río, porque ella había sido el escenario favorito deToño. Toda estaba llena de su recuerdo, de su presen-cia .

Quedaba, allá en el cementerio del pueblo, unpedazo de tierra a la que no osaba acercarse por mie-do de que se le rompiera el corazón . Y otra estrofadel poeta español volvió a su recuerdo :

Con él descansan todos mis sueñosde amor, de gloria y de poderío ;y ante los cielos y ante los hombresaquel pedazo de tierra es mío .

Aquel trozo de tierra donde descansaba parasiempre Toño, era lo único positivamente suyo . Allí,junto a los restos de su hijo, descansaría él eternamen-te .

Y vino a su cerebro el panorama del cementeriosombreado por las equis imperfectas de las cruces,con lápidas de nombres familiares . Cerca discurría unarroyo. Al entrar la estación lluviosa, los ciruelos in-mediatos pondrían las guirnaldas de sus frutos. Aho-ra, que se iniciaban las lluvias, la brisa descenderíadesde los montes inmediatos a susurrar sus ingenuasjaculatorias sobre las tumbas.

Don Santiago había acabado de sollozar. Limpiólos vidrios de sus espejuelos, trató de aclarar la vozcon un desgarrón y como en vida de su hijo Toño, elprimer Toño, lanzó al aire el grito requeridor :

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-"Toño! ¡Toñooooooo! . . . .

El eco devolvió el llamado y en un desafío devoces, don Santiago volvió a llamar sin definir en suinterior si sus llamados eran para el hijo muerto opara el nieto vivo .

-"Ya voy, papá Tiago, ya voy! " - contestó alcabo la voz infantil y sonora del nieto .

Al fin, el niño sano y fuerte cruzó la "Y" de lahorqueta que interrumpiá la cerca de alambre depúas. Traía los cabellos alborotados, las ropas en de-sorden, los zapatos sucios de tierra y monte y el ros-tro sudoroso . En un bolsillo trasero llevaba un biom-bo y en las manos sostenía su amplio sombrero regio-nal colmado de mangos, caimitos y marañones .

-¡Cómo se parece al otro! - sintió, más quedijo, el abuelo .

El niño, una vez cruzada la horqueta, se precipi-tó feliz hacia su abuelo que lo esperaba con los brazosabiertos .

- ¡Mira, papá Tiago! - le dijo con voz entrecor-tada por el cansancio y la emoción . -¡Mira todo loque traigo! -

Y depositó a los pies del abuelo su sombrerorepleto de frutas .

- iToño! ¡Toño! ¡Hijo mío! ¡Cómo has vuel-to! ¡Eres el mismo, pero sano y fuerte!

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El anciano apretó contra su pecho al infante .

-"Sí, papá Tiago . Aquí estoy. o me ha pasadonada".-

Don Santiago prorrumpió en sollozos mientras elniño inocentemente reía de sus lágrimas .

Abajo del barranco, el río serpenteante entre laspiedras, parecía remedar en sus murmullos el llantodel anciano y la risa del niño . . .

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INDICE

LA GALLINA DE DESIDERIO11LOS PECES DE TOÑITO49EL REGRESO DE ISAAC61EL REGRESO 71

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COLECCIÓN MULTIPLE - Títulos publicados

MARTINEZ, José de Jesús, LIBRO PARA RODAR, poesía

JURADO, Ramón H., UN TIEMPO Y TODOS LOS TIEMPOS,cuento .

OCHOA LOPEZ, Moravia, GANAS DE ESTAR UN POCO VI-VOS, poesía.

FRANCESCHI, Víctor M., APOCALIPSIS, poesía .

YOUNG NUÑEZ, César, CARTA A BLANCANIEVES, poesía .

FERRER VALDES, MANUEL, LA MUERTE DE LA OPERAEN LA SELVA, cuento.

ALVAREZ, Rosa E ., EL ALBA PERDURABLE, poesía

CHUEZ, Enrique, LA MECEDORA, cuento .

PERALTA, Bertalicia, LIBRO DE LAS FABULAS, poesía .

McKAY, Roberto, PRODUCCIÓN TOBANGO, poesía .

TEJEIRA, Gil Blas, CUATRO CUENTOS INÉDITOS, cuento .

HERNÁNDEZ, Javier H., QUIXOTENAUTAS, poesía.

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"CUATRO CUENTOS INEDI-TOS" de Gil Blas Tejeira se termi-nó de imprimir en marzo de 1977en los Talleres Gráficos de La"Editora de la Nación" . Publicadopor Ediciones INAC Panamá enuna primera edición que constade 2,000 ejemplares .

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COLECCIÓN MULTIPLE

SECCIÓN CUENTO

INSTITUTO NACIONAL DE CULTURA

Pareciera que estas cuatro narraciones fueran suúltimo legado a las letras panameñas . Ejemplo vivo dequien después de haber acumulado una maciza expe-riencia de la vida, que no fue siempre feliz para GilBlas, podía dejar un hermoso testimonio de lo quebulle en las mentes y corazones del ser humano . Soncuentos edificantes e inspiradores, creados por quiendeseaba ennoblecer y humanizar a sus lectores conhechos y sucesos ficticios, pero verosímiles, para ejer-cer una función docente sin proponérselo .

Estoy seguro que los cuentos de Gil Blas seránrecibidos con placer por grandes y chicos, y dejaránen los lectores el sabor de lo que tiene la virtud deagradar sin alcanzar el punto de saturación de lo queempacha .

La imaginación creadora de Gil Blas ha conce-bido y realizado cuatro narraciones que bien merecenel calificativo de ejemplares, tal como lo había enten-dido el famoso Miguel de Cervantes Saavedra, padreespiritual de Gil Blas Tejeira, consagrado escritor na-cional, a quien veneramos y ofrecemos una pruebamás de nuestra amistad .

ISMAEL GARCÍA S .