los conflictos sindicales

2
TRANSICION, DIAGNOSTICO Y DESAFIOS EN MATERIA SINDICAL Por Leandro A. Lanfranco 1 Abril 2009 La alta conflictividad sindical, sumada al remolino social y político de los últimos años ha cambiado el foco de los líderes de las relaciones laborales y del negocio, los que deben adaptarse a nuevos desafíos y a interlocutores constantemente demandantes, con intereses difusos y códigos muy diferentes a los que tenían los antiguos representantes sindicales de otras décadas. En efecto, históricamente la firma de un acuerdo era “un compromiso” y su cumplimiento era incuestionable por ambas partes. En los últimos tiempos, son múltiples los casos de negociaciones desgastantes, y cuando finalmente se formaliza el acuerdo, ni bien toma estado público, a las pocas horas el mismo gremio se presenta con un nuevo reclamo superador, agravando las medidas de fuerza, o más complejo aún, las bases desconocen los términos del acuerdo firmado por sus representantes sindicales y esto excede la letra de la ley. La Libertad Sindical, ha sido reconocida por la Constitución Nacional, por los Tratados Internacionales de la Organización Internacional del Trabajo y recientemente por la Corte Suprema en el Fallo “ATE c/ Ministerio de Trabajo”, donde queda de manifiesto que cualquier grupo de trabajadores, afiliados o no al gremio que los representa, podrá constituir una nueva entidad sindical, aún sin haber obtenido la personería gremial. Sin duda, es una señal de libertad sindical ya que se fomenta la democracia gremial, y eso es positivo. Ahora bien, el oportunismo y la puja del poder interno, desnaturaliza el espíritu de la libertad sindical, generando fragmentaciones dentro de las organizaciones sindicales, desconocimientos de acuerdos firmados por las Federaciones, creación de nuevas agrupaciones disidentes, con apoyo político de diferentes sectores, que persiguen fines más políticos que gremiales. La última tendencia, insólita pero real, es firmar acuerdos y luego, someterlos a la aprobación de las asambleas, que lógicamente siempre esperan más. Durante los últimos años han sido tan fuertes las conquistas del gremio (aunque no siempre por medios pacíficos), que progresivamente mejoraron el nivel salarial y de beneficios de sus representados, habiéndose identificado en sectores de las nuevas generaciones, una sensación de “insatisfacción permanente”, lo cual combinada con la “desconfianza hacia sus representantes” y la “libertad sindical desnaturalizada”, produce una fórmula compleja que roza el límite de la “anarquía”. Esta patología va de la mano con la “pérdida de compromiso por el trabajo” fomentada por el extremo poder, la vagancia y el reclamo permanente. El trabajador rústico nunca hubiera dejado de trabajar porque la combi que lo transportaba “no tenía aire acondicionado” o “asientos con apoya cabeza”, o habría dejado de trabajar cuando se “levantaba una leve brisa de viento”, o con “la caída de unos pocos copos de nieve”. En efecto, el trabajador contemporáneo hoy es más exigente en sus condiciones de trabajo, y el contexto lo fue acompañando. 1 El autor es Abogado, MBA en RRHH y se especializa en temas de relaciones laborales. Actualmente, es docente de la Universidad Argentina de la Empresa y de la Universidad del Salvador en la materia Relaciones Laborales. Ha sido profesor en la Universidad Católica, Delegación Neuquén y en la Escuela Técnica Nro.16 de Rincón de los Sauces, durante los años 2006 y 2007 ([email protected]).

Upload: cordobaluisf

Post on 12-Dec-2015

18 views

Category:

Documents


2 download

DESCRIPTION

Conflictos sindicales en Argentina

TRANSCRIPT

Page 1: Los Conflictos Sindicales

TRANSICION, DIAGNOSTICO Y DESAFIOS EN MATERIA SINDICAL Por Leandro A. Lanfranco1

Abril 2009

La alta conflictividad sindical, sumada al remolino social y político de los últimos años ha cambiado el foco de los líderes de las relaciones laborales y del negocio, los que deben adaptarse a nuevos desafíos y a interlocutores constantemente demandantes, con intereses difusos y códigos muy diferentes a los que tenían los antiguos representantes sindicales de otras décadas.

En efecto, históricamente la firma de un acuerdo era “un compromiso” y su cumplimiento era incuestionable por ambas partes. En los últimos tiempos, son múltiples los casos de negociaciones desgastantes, y cuando finalmente se formaliza el acuerdo, ni bien toma estado público, a las pocas horas el mismo gremio se presenta con un nuevo reclamo superador, agravando las medidas de fuerza, o más complejo aún, las bases desconocen los términos del acuerdo firmado por sus representantes sindicales y esto excede la letra de la ley.

La Libertad Sindical, ha sido reconocida por la Constitución Nacional, por los Tratados Internacionales de la Organización Internacional del Trabajo y recientemente por la Corte Suprema en el Fallo “ATE c/ Ministerio de Trabajo”, donde queda de manifiesto que cualquier grupo de trabajadores, afiliados o no al gremio que los representa, podrá constituir una nueva entidad sindical, aún sin haber obtenido la personería gremial. Sin duda, es una señal de libertad sindical ya que se fomenta la democracia gremial, y eso es positivo.

Ahora bien, el oportunismo y la puja del poder interno, desnaturaliza el espíritu de la libertad sindical, generando fragmentaciones dentro de las organizaciones sindicales, desconocimientos de acuerdos firmados por las Federaciones, creación de nuevas agrupaciones disidentes, con apoyo político de diferentes sectores, que persiguen fines más políticos que gremiales. La última tendencia, insólita pero real, es firmar acuerdos y luego, someterlos a la aprobación de las asambleas, que lógicamente siempre esperan más.

Durante los últimos años han sido tan fuertes las conquistas del gremio (aunque no siempre por medios pacíficos), que progresivamente mejoraron el nivel salarial y de beneficios de sus representados, habiéndose identificado en sectores de las nuevas generaciones, una sensación de “insatisfacción permanente”, lo cual combinada con la “desconfianza hacia sus representantes” y la “libertad sindical desnaturalizada”, produce una fórmula compleja que roza el límite de la “anarquía”.

Esta patología va de la mano con la “pérdida de compromiso por el trabajo” fomentada por el extremo poder, la vagancia y el reclamo permanente. El trabajador rústico nunca hubiera dejado de trabajar porque la combi que lo transportaba “no tenía aire acondicionado” o “asientos con apoya cabeza”, o habría dejado de trabajar cuando se “levantaba una leve brisa de viento”, o con “la caída de unos pocos copos de nieve”. En efecto, el trabajador contemporáneo hoy es más exigente en sus condiciones de trabajo, y el contexto lo fue acompañando.

1 El autor es Abogado, MBA en RRHH y se especializa en temas de relaciones laborales. Actualmente, es docente de la Universidad Argentina de la Empresa y de la Universidad del Salvador en la materia Relaciones Laborales. Ha sido profesor en la Universidad Católica, Delegación Neuquén y en la Escuela Técnica Nro.16 de Rincón de los Sauces, durante los años 2006 y 2007 ([email protected]).

Page 2: Los Conflictos Sindicales

Otro diagnóstico, nacido como consecuencia del repentino e intenso crecimiento de los gremios, ha sido el “Solapamiento Salarial” del personal operativo con el personal de supervisión, lo cual genera situaciones de incomodidad cuando el primero supera y hasta (hay casos) que duplica al segundo; y peor aún, le expresa su negativa a trabajar exhibiéndole su recibo de sueldo, con cierta “ironía y soberbia”.

En los últimos tres años el volumen de empresas impactadas por este desorden llegó al 75%, de acuerdo a una encuesta reciente de la consultora Mercer.

"Esta situación es un disparador de conflictos internos y genera un deterioro en el ambiente de trabajo, con un riesgo latente para las empresas de que el personal afectado termine buscando la solución (por ejemplo) en un sindicato, lo que no sólo repercute en el clima laboral, sino que se traduce en costos económicos para las compañías".

Explica Zoltan Rosenfeld, director asociado de la consultora Mercer, que llevó adelante la encuesta junto a la Asociación de Recursos Humanos de la Argentina (ADRHA), realizada entre 163 empresas de distintos sectores, 81% de ellas de más de 100 empleados2.

Cambiando el foco de análisis, esta situación, no pasa desapercibida para los jóvenes estudiantes de localidades petroleras como Rincón de los Sauces, Catriel, Malargue o Las Heras, que años atrás –al egresar del secundario– migraban a las ciudades urbanas a estudiar un carrera universitaria, y hoy –por el contrario– deciden resignar sus estudios para ingresar en una petrolera. “¿Para qué perder 5 años estudiando, si el sindicato me consigue hoy mejor sueldo que un ingeniero recién recibido?”

Cualquier explicación sobre la necesidad de una formación sólida universitaria, sobre la visión a largo plazo, del entorno, la sustentabilidad o sobre los valores, se cae ante una realidad con datos objetivos y reales. Y la realidad llegó, con la crisis internacional que impacta directamente en la industria local.

En efecto, durante el 2009 no se habla de salarios, ni de paritarias, sino de mantenimiento de empleo, de procedimientos de crisis, de reestructuración productiva, de salarios reducidos, adelanto de vacaciones, cambio de diagramas, eliminación de horas extras, de ajuste de costos y de una caída de actividad a la que nadie puede escaparle.

Como novedad y señal de la gravedad de la crisis, el Ministerio de Trabajo, ha comenzado a ofrecer a las empresas afectadas (incluso dentro de la industria petrolera) un subsidio (REPRO Res. 31/03 M.T.) consistente en una suma de hasta $ 600 para cada trabajador (fondos del presupuesto nacional), con el objeto de evitar despidos y extender la empleabilidad. Al mes de Marzo de 2009, según lo informado por el Ministro Tomada en la 4ª Cumbre de Relaciones Laborales, se habían otorgado 38.200 subsidios.

El desafío en momentos de crisis, será trabajar empresa y gremio del mismo lado, más que nunca, para que la industria pueda sobrevivir, procurando exprimir al máximo la creatividad, la optimización de los costos y la buena voluntad para velar por la continuidad de la actividad y el mantenimiento de la fuente laboral.

2 Fuente “El Cronista”