lo que me ensenó euskadi en un paseo junto al río golako

58

Upload: jose-perez

Post on 13-Mar-2016

229 views

Category:

Documents


8 download

DESCRIPTION

Libro de lectura

TRANSCRIPT

Page 1: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako
Page 2: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako
Page 3: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

2

Page 4: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

3

Lo que me enseñó Euskadi en un paseo junto al río

Golako

Raquel Cánovas Molina

Page 5: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

4

© Raquel Cánovas Molina

www.facebook.com/raquelcanovasmolina

Ilustraciones:

© Tatiana Navarro Molina

© Raquel Cánovas Molina

ISBN: 978-84-615-8400-0

© 2012 Bubok Publishing S.L.

Impreso en España / Printed in Spain

Impreso por Bubok

http://raquelcm.bubok.es

Page 6: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

5

“El verdadero camino a la felicidad pasa por devolver al ser la importancia que el tener le ha robado.”

Raquel Cánovas Molina

Page 7: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

6

...Anduve perdida horas y horas por la orilla de una carretera que coincidía con el cauce del río. Oí el agua caer desde lo alto y quise adentrarme más aún, ir más cerca, así que bajé por una pendiente manteniendo el equilibrio lo mejor que pude pero las hojas estaban mojadas, resbalaban, y no quería destrozar los preciosos helechos que crecían a ambos lados del estrechísimo sendero agarrándome a ellos; como era de esperar, resbalé y caí. Ahora iría perdida de barro, pero realmente ¿qué importaba eso?

Al fin y al cabo si me caía siempre podría volverme a levantar, pero si arrancaba esa planta, ella ya nunca volvería a crecer...¡vaya!¡definitivamente había comprendido la leyenda de la lamia del río Golako!

Bajé hasta la misma orilla del pequeño lago. Realmente, aquel era un lugar de cuento: el agua tenía un color plateado y reflejaba perfectamente todo cuanto se alzaba a ambos lados de ella, las ramas de los árboles desnudas por el otoño, las nubes y el cielo. Estaba cubierta por las hojas, y la distancia entre cada una de ellas parecía meditada, como si cada una hubiera sido puesta en su lugar adrede para crear una imagen perfecta.

Me quedé un buen rato en silencio sólo escuchando el sonido del agua al terminar su caída más abajo.

Hubo un reflejo en el agua que me llamó la atención: el juego de sombras y luces se asemejaba a la imagen de un hombre enfadado. Inevitablemente, me acordé de Gabriel: de nuestras peleas, de su incomprensión, de la cómoda y totalmente vacía vida que llevaba junto a él en Madrid, del terrible miedo que se apoderaba de mí cada vez que por mi cabeza cruzaba la idea de separarme de él, que era mi novio, del pánico a

Page 8: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

7

romper alguno de los hábitos de mi rutina diaria, de que mi supuesta vida ideal dejara de serlo.

Y desde luego que aquella dicha era sólo eso: supuesta.

Recordé la noche que tomé la decisión de hacer este viaje, estaba sumida en una profunda tristeza preguntándome dónde estaba mi “yo”, porque por ningún lado aparecía la chica feliz y risueña que siempre había sido, por ningún lado aparecía el sentimiento de “estar en la etapa más feliz de mi vida” que me había acompañado en todas y cada una de las etapas de mi vida.

Me recordé tratando de expresar a Gabriel algo que ni yo misma entendía, y que él sólo pudo interpretar como un “tú ya no me quieres”. Pero no, “no es que yo ya no te quiera Gabriel, es que yo ya no soy yo porque en algún lugar de este camino perdí de vista el objetivo que compartía contigo, perdí el entusiasmo, perdí la alegría. Sin ellos yo no me reconozco. Lo cambié todo por miedos. Miedo a que dejemos de querernos, miedo a que conozcamos a otras personas, miedo a quedarme sin mi novio. Y ese miedo se ha extendido a todos los campos de mi vida. Siento miedo con tan sólo pensar en cualquier cambio. Y sabes que nunca he sido así”

-Pero nosotros tenemos metas, tenemos hermosos planes de futuro ¿qué pasa con los hijos que íbamos a tener, te has olvidado de eso?- Me reprochaba Gabriel.

- No me entiendes Gabriel - dije agachando la cabeza para ocultar las lágrimas - va mucho más allá de ti.- Me erguí de nuevo, como reafirmándome en mi decisión y continué con el tono de voz menos tembloroso que pude sacar de mi pecho: -Hoy he pedido una excedencia en el hospital y mientras me la conceden he cogido vacaciones. Mañana me marcho a

Page 9: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

8

Euskadi. Lo poco que queda de mí misma me exige que lo haga. Hemos terminado Gabriel-

El recuerdo de aquella última noche seguía siendo horrible, pero desde la orilla del río Golako era tan pequeño, y quedaba tan lejos y tan atrás...se asemejaba a una pesadilla cuando ya llevas unas horas despierto, el recuerdo de un mal sueño.

Y bien, no tenía una meta que me guiara en la vida práctica, no me había encontrado a mí misma (al menos esa “yo misma” valiente y segura de sí que yo recordaba que era) pero dejando todo de lado para hacer este viaje al menos me estaba buscando en lugar de dedicarme a consumir cosas y a tener: a tener una vida ordenada, a tener un amplísimo y luminoso apartamento, a tener un fabuloso coche, ropa a la última moda, a tener a mi novio, a tener una rutina que me dé seguridad y estabilidad, donde no tener miedo de que nada malo pase nunca... Aunque paradójicamente, sea en esa seguridad y estabilidad donde habita el miedo de forma permanente...

Estaba de barro hasta las cejas, ¿y qué leche importaba eso? Ahora estaba convencida de que había aprendido la diferencia entre ser y tener. Y en lugar de tener estaba siendo ¡estaba siendo!

Esta enseñanza modificará mi percepción de la vida en todos los sentidos.

La forma en que ha llegado a mí también ha sido de lo más curioso: a los lados del camino por el que paseaba había enormes plantaciones, yo no sabía de qué eran hasta que he tropezado con un agricultor que sostenía una cajita de cartón llena de kiwis. En este punto debo matizar que, tras haber hecho un curso para aprender a alimentarme bien, y conocer la de nutrientes que se pierden “por el camino”, no hay cosa

Page 10: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

9

que más me apasione que la fruta y la verdura recién cogida. Con los ojos como platos frente a aquello exclamé:

-¡Kiwis recién cogidos! Por favor, por favor, señor, véndame unos kiwis (estaba dispuesta a cargar en mi mochila los kilos que el agricultor aceptara darme durante el resto del día a cambio de poder disfrutar de ese manjar reservado sólo a unos pocos privilegiados).

-¡Están aún un poco verdes! y estos son pequeños, los estamos cogiendo para hacer mermelada- se quejaba el agricultor.

Y yo que vi aquellos frutos frescos, que para mí eran enormes, le contesté con gran efusividad:

-¡Pero si son estupendos!- me quité la mochila de los hombros la abrí y le dije: le compro todos los que me quepan aquí.

Desde luego el agricultor debió pensar que yo era algo así como una loca fanática de ciudad...me miraba sonriente como preguntándose: “y ésta ¿es que no habrá visto un kiwi en su vida, o qué?”. Tras un breve silencio añadió:

-Venga ven, llenaremos tu mochila. No te preocupes, los kiwis te los regalo yo...

Desde ese momento, entablamos una grata conversación, que cada vez se iba tornando más y más profunda: le acabé contando toda mi vida al agricultor de los kiwis, sí.

Page 11: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

10

Algo así habría sido totalmente inconcebible en mi perfecta y vacía vida de Madrid, pero aquí, sencillamente surgía de forma natural.

El hombre, tras escuchar paciente y atentamente, me dijo:

-Yo conozco una leyenda que creo que te va a gustar, es la historia de la lamia del río Golako y el don de la felicidad.

-¿Qué significa lamia?- le pregunté porque claro, yo no tenía ni idea de vasco.

El agricultor, muy amablemente, me explicó que las lamias son seres de la mitología vasca que habitan en los ríos, parecen mujeres, además muy hermosas, con la diferencia de que poseen pies de pato o cola de pez. Suelen ser bondadosas y, a veces, ayudan a los humanos; aunque otras, los castigan.

Me pareció realmente curioso eso de que hubiera una mitología vasca que, según este hombre, la tradición oral había hecho perdurar a través de los siglos hasta hoy. La única mitología que mis ascendientes me habían transmitido a mí era la historia del hombre del saco; vamos, nada que ver...así que estaba deseosa de que el agricultor me contara la leyenda.

Nos sentamos en la puerta de su caserón, en un banquito de madera y el sol nos calentaba lo suficiente como para no sentir ni una pizca de frío, ni una pizca de calor. Así de agusto empecé a escuchar el relato:

Page 12: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

11

La lamia del río Golako y el don de la felicidad

“Era una tarde oscura y lluviosa. En la orilla del río Golako una muchacha lloraba con gran desconsuelo.

Una de las lamias que habitaba el lugar la oyó y se compadeció de ella tanto, que decidió ayudar a la joven.

Para sacarla de su llanto, la lamia le arrojó el peine de oro con que habitualmente se alisaba los cabellos y la muchacha, sorprendida, cesó su llanto unos instantes mirando el objeto que volando había llegado hasta ella.

“Este debe ser el peine de una lamia, porque es de oro” pensó la joven.

-Si, es mi peine- contestó la lamia en voz alta a su pensamiento, mientras se sentaba sobre una piedra del río frente a la chica- perdona si te ha molestado, ¡lo he hecho para que dejaras de llorar por un momento! Ahora devuélvelo.-la muchacha le lanzó de nuevo el peine a la piedra- Quiero ayudarte.-continuó la lamia- ¿Sabes qué? Voy a concederte el don de la felicidad.

-¿El don de la felicidad?¡es imposible!...si tengo tanto dolor porque, porque- decía mientras empezaba a moquear de nuevo.

-¡Pues yo no quiero que me cuentes cuáles son las causas de tu llanto!¿En algún momento te has preguntado qué es lo que puedes hacer para aliviar tu sufrimiento?- exclamó la lamia en tono mandón.

Page 13: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

12

La muchacha se quedó pensativa; primero: sabía que no debía enfadar a la lamia por lo que pudiera pasarle, y después: ¡tenía toda la razón! Llevaba toda la tarde llorando y llorando y llorando a la orilla del río y lo único a lo que daba vueltas su cabeza era a la causa de su sufrimiento, pero en ningún momento se había parado a pensar si podía aliviarlo de algún modo.

-No, lamia, no he pensado nada de eso...

-¿Lo ves? Anda, sécate esas lágrimas- dijo la lamia acercándose más a la muchacha.- Toma esta semilla, es una semilla mágica, en ella está el don de la felicidad.

A la joven se le iluminó la cara; pensaba sin cesar “tengo una semilla mágica, la semilla de la felicidad, me la ha dado una lamia, la tengo, la tengo, por fin seré feliz” y volvió corriendo a su casa tan contenta a plantar la semilla.

Pasaron unos meses y en aquel lugar no brotó nada de nada, la muchacha se iba poniendo cada vez más y más triste, hasta que un día acabó de nuevo junto al río Golako llorando con terrible pena y desconsuelo.

Page 14: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

13

La lamia, que la oyó, se volvió a apiadar de ella, le volvió a lanzar su peine de oro para que parara de llorar y sentada desde su piedra del río le dijo:

-A ver, te di la semilla de la felicidad, ¿se puede saber por qué no dejas de llorar?

-Porque, porque, soy muy desdichada porque...

-¡Que no!-la interrumpió tajante la lamia- que no me interesan las causas de tu llanto. El dolor es siempre dolor cualquiera que sea su causa. Así que no me importan tus motivos para llorar, lo que me importa son tus motivos para dejar de hacerlo, para ser feliz, que en realidad es la única manera de combatir al dolor. ¿Se puede saber qué hiciste con la semilla que te di?

Page 15: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

14

-La planté, pero no ha crecido nada.

-¿Cómo? Pero, ¿tú la regaste, la abonaste y cuidaste de ella?

-Pues yo es que pensé que la semilla de la felicidad era mágica, que brotaría sola, y no necesitaría que yo hiciera nada.

-¡Ah! Veo que voy a necesitar paciencia si quiero ayudarte. Toma otra semilla, siémbrala en un lugar escondido donde nadie pueda pisarla cuando empiece a crecer y que esté rodeada de plantas para que no se sienta sola, cuida de ella con mimo y esmero y brotará una flor preciosa-.

Y así hizo muchacha que quedó tan contenta porque la lamia volviera a ayudarla. Plantó la semilla en un lugar apropiado y cuidó de ella con mimo y esmero. Al cabo de unos meses nació una bonita planta, y de ella, la flor más hermosa que hubiera visto jamás.

La joven no cabía en sí de gozo. Ella tenía la flor más bonita del mundo. Necesitaba enseñarle a los demás su más preciada posesión. Le dio pena cortarla, así que la arrancó de raíz y la puso en un macetero en la puerta de su casa.

La noticia de que poseía la flor más hermosa del mundo pronto se extendió y fue envidiada en toda la comarca por ser la propietaria de tan hermosa flor. Ella, al principio, estaba muy feliz, era querida por todos, admirada, pero poco a poco la muchacha empezó a temer que se la fueran a quitar, temía que la tocaran y se pudiera estropear, pasaba el día temiendo que algo malo le pudiera ocurrir a la hermosa flor... y lo que sucedió fue que, de un día para otro, la flor se marchitó y se secó.

Page 16: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

15

Sus vecinos dejaron de admirarla, y ella poco a poco, volvió a sumirse en la tristeza, hasta llegar al desconsuelo, que la llevó de nuevo a la orilla del río Golako.

Cuando la lamia volvió a verla allí llorando, una vez más le lanzó el peine de oro para poder hablar con ella desde su piedra del río:

-Muchacha ¿qué ha sido de la semilla de la felicidad?

-Pues, pues- decía la muchacha entre sollozos –pues la planté y brotó una bonita planta, y de ella la más bonita flor, la arranqué para ponerla en la puerta de mi casa. Todos mis vecinos y los de todos los pueblos cercanos me admiraban por tener la flor más bonita del mundo...y yo era muy feliz. Pero de repente un día, se marchitó y se secó y yo ya he vuelto a la pena otra vez.

-Ja, ja, ja- Se reía a gusto la lamia- Veo que has aprendido una valiosa lección.

-¿Si?- preguntó la muchacha atónita- ¿cuál?

-Si tú eres lo que tienes...cuando cambia o desaparece lo que tienes ¿qué eres en realidad? Nadie.

-¿Cómo?

- Pues que si la felicidad te la daba tener una hermosa flor, en el momento en que la flor desapareció, con ella desapareció tu felicidad. Cuando tú eres feliz todo cuanto está a tu

Page 17: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

16

alrededor, todo lo que ves, lo que oyes, lo que sientes y lo que sucede, todo, tiene su lado hermoso. Escucha bien lo que te voy a decir: el don de la felicidad está en ti, está en todos y en todas las cosas. Es tu deber cultivarlo, cuidarlo, y protegerlo porque sólo gracias a él ahuyentarás al dolor.

-Ahora toma esta última semilla de la felicidad.

Después de aquello, la muchacha cultivó con agrado la flor, que brotó, más hermosa que la anterior, pero nunca la arrancó, la dejó crecer en un lugar recóndito junto al río Golako, rodeada de plantas, como en su momento le había dicho la lamia.

La jóven ya no necesitaba tener aquella flor pues ella, en sí misma, era la que se ocupaba de ser feliz.”

-Y aún en nuestros días se puede encontrar la hermosa flor en un recóndito lugar junto al río Golako.- Acabó diciendo el agricultor.

-¿Dónde?- Pregunté yo interesadísima - ¿Dónde?¿a qué altura?¿por dónde se va?

-Yo nunca la he visto, pero casi todos los del pueblo sí, lo curioso es que cada uno la ha descubierto en un lugar distinto, así que no puedo ayudarte, amiga.

-Vale, pues yo voy a buscarla esta misma tarde. Tengo bastante tiempo por delante. Oiga me ha encantado la leyenda, ¿se sabe más? Cuénteme más cosas sobre la mitología de Euskadi, por favor...

Page 18: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

17

-¡Ay muchacha! - dijo el hombre mientras entraba a su caserón- pasa pasa, que voy a dejarte un librito, es muy breve, pero muy bonito.

Prometí a mi amigo, porque ya se le podía llamar así, el agricultor, devolvérselo al día siguiente.

Y comencé mi camino en busca de la hermosa flor.

Así fue como aprendí la diferencia entre ser y tener. Ahora tengo barro hasta en las cejas, pero soy feliz, soy feliz, muy feliz, porque probablemente ese helecho que no he querido arrancar en mi bajada hacia la cascada del agua era mi hermosa flor. ¡Uy!¡pero qué bonitos pueden llegar a ser los helechos! y todo este paisaje místico, y mágico a la vez.

Después de mis reflexiones, deambulé un rato más por la orilla del camino que va junto al río Golako, pero pronto me volví al hospedaje para descargar mis preciados kiwis y leer el cuento, se titulaba el akelarre

Page 19: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

18

El akelarre

Hilargi y yo solíamos sentarnos junto a un remanso del río Agaunza. El agua cristalina reflejaba las nubes, los árboles y el vuelo de las aves; bajo ella, los cangrejos se escondían entre las piedras cuando alguna de nosotras metía la mano para intentar cazarlos.

Hilargi significa “luna”. Envidiaba a mi amiga por tener un nombre con un significado tan bonito. La luna es hermosa, ilumina la oscuridad de la noche. En cierta manera, Hilargi también es así: tiene la cara blanquita y unos enormes y preciosos ojos azules, el pelo largo le cae sobre los hombros formando caracolillos dorados; y su alegría es deslumbrante, cuando más, cuando sonríe.

Sin embargo yo, me llamo Isabel. ¿Y qué significa Isabel? Isabel no significa nada.

-Pues si tu deseo es tener un nombre con un significado bonito, yo te lo daré. – Me dijo aquel día. – A partir de ahora te llamarás Izar-.

Hundí mis dos manos en el agua para ver mi reflejo ¿soy yo tan hermosa como para parecer una estrella?

-Sí, sí, sí. Izar, Izar. – Canturreaba mi amiga - y a lo mejor te conviertes en una lamia.

-¿Cómo que voy a convertirme en una lamia?

Page 20: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

19

-¿Es que tú no sabes que la Diosa Mari muchas noches se convierte en estrella y viaja por los montes? En Aralar la han visto. Se oculta en las cuevas con sus lamias que también viajan con ella en forma de estrellas. Ahora que tu nombre es estrella, a lo mejor te conviertes en una y recorrerás los cielos en forma de haz de oro...

-Pues tú no te has convertido en luna, eres una niña- le respondí yo.

-¿Y quién sabe si algún día me convertiré en luna? Pero mientras que siga siendo niña no necesito convertirme en ella, sólo adorarla, y a cambio ella me guía.

-¡A mí también me guía la luna cuando está oscuro!

-¡Qué tonta! es mucho más que eso. Me da consejos. No, no me mires con esa cara, no oigo hablar a la luna. Sólo le cuento mis problemas por la noche y me acuesto, y casi siempre sueño la solución.

-¿Es como si rezaras?

- ¡Déjalo ya, tú no lo comprendes!

- Vale, pues dime entonces qué hacen las lamias, puesto que a lo mejor me convierto en una, me conviene saberlo...ji, ji, ji.

-¡No! Jamás te rías de una lamia, ¡podría castigarte! Ellas pueden castigar o premiar a los humanos. También convierten el carbón en oro. Cuando surcan los cielos, pueden arrastrar con ellas tempestades. Se peinan sus largos cabellos con

Page 21: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

20

peines de oro en las fuentes, los ríos y las cuevas. Además son muy hermosas.

-Creo que entonces me encantaría ser una lamia.-

Volví a mirar mi reflejo en el agua del río. Definitivamente, yo no era muy guapa.

-Hilargi, ¿cómo sabes todas esas cosas?- le pregunté a mi amiga.

Se puso muy seria, clavó sus enormes ojos azules en los míos, y me dijo:

-¿Prometes guardarme el secreto?

-Si, lo prometo.

-¿Y aceptas que si no lo haces vendrá la Diosa Mari y te castigará?

-Si, lo acepto, no diré ni una palabra a nadie, te lo prometo de corazón Hilargi.

-Todas estas cosas las sé porque me las han contado en los akelarres-

Yo suspiré profundamente, me dio un vuelco el corazón. ¡Dios mío! ¡Mi amiga era una bruja!

Page 22: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

21

-Entonces tú, ¿tú eres una bruja?- le pregunté asustada.

-No, no, no, no, y no. ¡No es lo que imaginas! yo no soy una bruja y tampoco conozco a ninguna.

-¡Pero mi madre me ha dicho siempre que los akelarres son reuniones de brujas. Reuniones de brujas para hacer pactos con el diablo!

- Pues por eso mismo te pedí que me guardaras el secreto. Mucha gente no sabe lo que son los akelarres en realidad. Tu idea en nada se parece a nuestras fiestas que, en verdad, son reuniones de amigos que se hacen después del duro trabajo semanal. Si quieres, puedes venir y verlo por ti misma, pero si no se lo cuentas a nadie, ni siquiera a tu madre.

Yo quería saber más historias sobre las lamias. Sentía una gran curiosidad por conocer esa fiesta. De hecho, yo nunca había estado en una fiesta. Y si mi amiga iba, ¿por qué no iba a poder ir yo?. Hilargi me quería mucho. Yo estaba completamente segura de que nunca me haría ningún daño.

-¡Decidido! ¡Iré al akelarre! ¿qué tengo que hacer?-

-El próximo será este sábado. Tienes que estar a las doce de la noche en el puente de mandaibieta. Pero tu madre no debe enterarse, ni sospechar nada.

- ¿Y cómo voy a hacer yo eso?

-Rellena tu cama con sacos de paja para que parezca que sigues ahí durmiendo...ummm...¿crees que tu familia dormirá?

Page 23: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

22

-Si, mi madre acuesta a mi hermano temprano, nada más caer el sol y después se acuesta ella.

-Bien, pues, de todas formas, ten preparada alguna manera de escapar por la ventana, por si fuera necesario.

-¿Qué ropa debo llevar para la fiesta, digo, para el akelarre?

-Ja, ja, ja. Pues la que tienes. Lo que si debes traer es algo de comida.

-¿Puedo llevar talo? ¡Me sale riquísimo!, puedo pedirle a Lizar, el del molino, la harina de maíz. Él siempre me regala harina a cambio de que yo amase una parte para él. Mi madre no sospechará si me ve amasando talo. También podría esconder algún huevo de los que recojo por la mañana de nuestras gallinas y algo de leche de mi cabra.

-¡Genial! Será muy divertido, ya lo verás tú.

Volvimos juntas por el sendero recogiendo las castañas y nueces que encontrábamos a nuestro paso. ¡Qué hermoso es el otoño en Ataun!

Cuando llegué aquí por primera vez quedé asombrada con la cantidad de prados, de árboles, de pájaros, de fuentes y arroyos...En Murcia hace más calorcito, eso sí. Pero el otoño en Ataun es más bonito.

Mi padre y sus hermanos nacieron en Estella, un pueblo cercano a éste, pero cuando era joven se unió al ejército del

Page 24: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

23

rey Alfonso X para hacer frente a un levantamiento mudéjar que hubo en el Reino de Murcia. Los cristianos dominaron la revuelta en que mi padre luchó valientemente, en agradecimiento a su inestimable ayuda, el rey obsequió a mi padre con grandes y fértiles extensiones de terreno para cultivar expoliadas a los árabes, en la huerta de Murcia, en la ribera del río Segura.

Mi padre siempre contaba que él nunca se hubiera asentado en aquellas tierras, en que el clima era árido y sofocante, de no ser porque allí conoció a mi madre; y allí se quedó, porque ella se lo pidió.

Tras la revuelta, los conflictos con los árabes que quedaban allí se sucedían día tras día y mi padre, temiendo por nuestras vidas, nos envió a mi madre, mi hermano y a mí a vivir en Ataun, donde nuestro tío Txelu cuidaría de nosotros.

Eso fue hace ya muchos años, cuando yo era muy pequeña y mi hermano sólo un bebé.

A veces hecho de menos Murcia, su sol, sus colores, sobre todo, el color verde esmeralda de su río.

A la mañana siguiente de estar con Hilargi junto al arroyo fui al molino de Lizar a ofrecerme para amasarle talo. Allí dentro había dos señoras que esperaban para recoger su harina. Yo entré y las saludé amablemente. Siempre que iba al molino me quedaba embobada viendo rodar la enorme piedra, pero aquel día preferí quedarme cerca de las mujeres para escuchar lo que decían, estaban hablando de brujas.

-Si, si, si. Las brujas son muy listas: por las noches rellenan su cama con bultos para que parezca que duermen- decía una de ellas.

Page 25: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

24

-Ya lo creo, y algunas veces se convierten en gato. Y también pueden volar. Yo no me fío, no me fío ni de las herboleras, ni de las parteras ya. ¿Sabes que dicen que Ederne, la partera, ha hecho un pacto con el diablo?-

-¿Qué?¡No puede ser!¡con la cara tan angelical y dulce que tiene!¿cómo sabes eso?-

-Pues porque mi vecina Eguzkine, ya sabes, la que tiene seis hijos; cuando fue a dar a luz, no pudiendo encontrar a ningún médico que la atendiera, llamaron a la partera. En medio del parto Eguzkine desfalleció y al despertar el bebé estaba muerto.

Ya sabes lo portentosa que es Eguzkine para engendrar y dar vida, que en los 9 años que lleva casada ha tenido ya seis criaturas, casi siete, si no fuera porque, de seguro, Ederne le robó el alma al bebé para ofrecérsela al diablo a cambio de la belleza que tiene-

-¡Oh!¡Dios Santo! Hasta dónde vamos a llegar, robarle el alma a una criatura.- respondió la otra mujer

-¡Señoras! Aquí tienen su harina- Apareció de repente Lizar con dos bolsas de harina. - ¡Buenos días Isabel!¿ No querrás por casualidad amasar talo para mí?

-Sí, venía a ofrecértelo- le contesté.

Las dos señoras se marcharon del molino.

Page 26: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

25

-Pues estupendo, porque guardo desde hace días una harina finísima del mejor grano de toda la comarca- Me dijo Lizar sonriente. En realidad, Lizar siempre parecía estar contento.

Cogí la harina, le di las gracias y le prometí que tendría el talo listo para comer al día siguiente.

Volví a casa muy preocupada. Al día siguiente debería rellenar mi cama con paja para ir al akelarre, tal como habían dicho esas señoras que hacían las brujas para desaparecer de sus casas por las noches sin dejar sospechas...

Entonces, según esas señoras, yo también me convertiría mañana en una bruja. ¿Sería yo una bruja por ir a una fiesta con una amiga y ocultárselo a mi madre para que no se preocupe?

Aquella noche utilicé el método de Hilargi, puesto que ella me había puesto el nombre de Izar, le preguntaría a las estrellas sobre mi preocupación.

Tuve una pesadilla terrible, afortunadamente con un final feliz: todo el pueblo me perseguía lanzándome piedras, llamándome “bruja”, querían pegarme y estirarme de los pelos, y yo corría hacía el bosque tratando de huir de ellos; pero cuanto más corría, más despacio avanzaba; tropecé y no pude evitar caer a un pozo de agua.

Chapoteé pensando que jamás lograría salir de allí hasta que vi justo al lado mío un recoveco de tierra firme, resultó que el pozo era la entrada a una enorme cueva, preciosa, llena de luz, lagos azules, estalactitas y estalagmitas. Al fondo vi un grupo de mujeres peinando sus largos cabellos con peines de oro.

Page 27: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

26

Me acerqué despacito, no las fuera a asustar y con voz suave les pregunté:

-Señoritas, perdónenme ¿podrían decirme cómo podría salir de aquí?

-No, no podemos decírtelo hasta que nos digas por qué estás aquí.

-Yo no lo sé muy bien. Corría, y me he caído al pozo, en su agua he nadado un poco y después he entrado aqui.

-Y ¿por qué corrías?- me preguntaron las chicas.

-Huía.

-¿De quién? ¿Y por qué?

-Es que...creo que soy una bruja, como las brujas son malas y hacen pactos con el diablo, la gente del pueblo les tira piedras, les pega y estira de los pelos. Por eso huía de ellos.

-Ja, ja, ja.-Todas las mujeres se reían- Pero niña, ¿tú has hecho algún daño a alguien?

-No, yo, creo que no.

-Entonces, piensa, ¿quiénes son los malos?- me decía una de ellas.

Page 28: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

27

- Muchachita, antes de juzgar, deberás reflexionar. Nunca lo olvides- Me dijo otra.

- Tienes un precioso don, la capacidad de pensar por ti misma. En realidad, todas las personas la tienen, pero la mayoría no la usa.

-No eres una bruja mala sólo porque los demás piensen que lo eres. Al contrario, más bien lo son ellos por tratar de hacerte daño a ti.

Pues sí que tenían razón las mujeres éstas. Lo único que yo había hecho malo era querer ir a una fiesta con mi amiga Hilargi.

Y ahí me desperté feliz y contenta. Las estrellas, a las que había preguntado antes de acostarme, me habían dicho que no había nada de brujil en querer ir a una fiesta.

Me levanté muy contenta aquella mañana, tenía muchas cosas que preparar para que lo de ir al akelarre saliera bien: amasar el talo, recoger los huevos, ordeñar a la cabra, preparar los sacos rellenos de paja...

A lo largo de todo el día estuve ocupadísima con esas tareas, y con las de limpieza que todos los sábados me encargaba mi madre que hiciera.

Al caer la noche, escuché a mi madre acostar a mi hermano y cerrar la puerta de su habitación para acostarse ella; yo me encerré en mi cuarto a construir una cuerda que atar a mi ventana para poder salir sin levantar sospechas; además, así haría tiempo hasta la media noche. La preparé atando todas mis sábanas y esperando que no se rompiera ninguna,

Page 29: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

28

porque si eso pasaba lo que quería hacerme la gente del pueblo en mi pesadilla se quedaría en mantillas en comparación con lo que querría hacerme mi madre.

Aquella noche el cielo estaba cubierto de nubes, mala suerte, porque no podría ver la posición de la luna y no podría saber cuándo era medianoche. Así que descendí por mis sábanas como una lagartija lo hace por la pared cuando más o menos yo calculaba que sería el momento; fui al pajar y de allí recogí el talo, los huevos y la leche que había escondido, los coloqué en la cesta y me fui.

Cuando llegué al puente no vi a nadie. Efectivamente, o había llegado antes o después del momento señalado por mi amiga, pero ¿qué otra cosa podría haber hecho?. Estaba muy oscuro y el candil que yo llevaba tampoco es que alumbrara mucho más allá de mí, pero allí no había nadie.

-¡Apaga eso zoquete!- me dijo de repente la voz de alguien que se abalanzaba sobre mí. La negrura se hizo total y ahora no sólo no veía a nadie, no veía nada de nada.

-¿Quién es?¿quién anda ahí?¿eres tú Hilargi?- lancé mi pregunta a la oscuridad muerta de miedo.

-Sssss. Sí, soy yo, coge mi mano y sígueme- Me susurró Hilargi a la vez que me tocaba el hombro tratando de encontrar dónde estaba mi mano.

- Pero no veo nada- le dije a mi amiga

-¿Pero qué quieres?¿que nos descubran? Calla ya y camina en silencio- Me respondió ella.

Page 30: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

29

Empezó a llover. Afortunadamente, no era una lluvia muy fuerte, pero si lo suficiente para que el frío de la humedad nos hiciera aligerar bastante el paso. Después de un buen rato caminando divisamos luz de hogueras a lo lejos.

-Ya estamos llegando- me dijo Hilargi.- ¡Ya puedes hablar! Esto es el bosque y aquí no hay peligro. ¿Ves aquellos fuegos? Allí está la cueva donde se celebra el akelarre-

Yo estaba un poco nerviosa, porque no sabía qué me iba a encontrar allí; también me sentía un poco angustiada por estar engañando a mi madre.

-Hilargi, debo contarte algo- le dije a mi amiga.

-¿Qué?

Entonces relaté toda la pesadilla de la noche anterior, cómo me perseguía la gente para pegarme, el pozo en el que caí, la cueva, aquellas mujeres que me hacían reflexionar...

- y ¿dices que se peinaban sus largos cabellos en una cueva junto a un lago?-me preguntó mi amiga.

-Si

-Y ¿lo hacían con un peine de oro?

-Creo que si

-¡Pues claro!- grito Hilargi- ¡tú has soñado con las lamias!-

Page 31: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

30

Di un respingo, ¡era verdad, eran como Hilargi me las describió el día que me habló de ellas por primera vez, eran lamias! Me sentí la niña más afortunada de todos los lugares.

Page 32: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

31

Cuando llegamos a la puerta de la cueva, me quedé sorprendidísima: ¡allí estaba más de la mitad del pueblo de Ataun! Entonces ¿por qué tanto secreto? Se lo pregunté a mi amiga Hilargi.

-¡Oh!¡Isabel! Pues porque la otra mitad del pueblo prefiere obedecer a los señores feudales. Bien sabes que nosotros, los campesinos, ni siquiera tenemos derecho a pescar, ni a cazar, ni a tomar leña...esta es la única forma que nos queda para divertirnos y rememorar las tradiciones que nuestros antepasados han ido trasladando de generación en generación. Muchas de ellas van en contra de la religión, no se pueden decir, ni practicar libremente. Es en los akelarres donde los mayores las trasmiten a los pequeños para que puedan perdurar para siempre.

-Mnnn Hilargi...¡cuéntame alguna de esas tradiciones!

-Ja, ja, ja. Esta noche conocerás muchas de ellas, pero tal vez el ejemplo más importante sea...la veneración a la diosa Amalur, la Mari, que es la madre tierra, la naturaleza. Ella hace la lluvia, crea la fertilidad de los campos, de los animales y las personas, ella crea el bien y el mal. Es la diosa de todas las cosas-

-¡Amigos, amigos!- gritaba un hombre por allí- ¡qué buena fortuna la nuestra! ¡Ha nacido una camada de gatitos en el fondo de la cueva, y tres de ellos son negros! 1

-¡Oh!- exclamaban todos- tres gatitos negros, pero qué buen augurio! ¡Eso traerá felicidad a nuestros akelarres durante mucho tiempo!-

1 En algunas localidades guipuzcoanas se tenía por señal de felicidad el nacimiento de un gato negro.

Page 33: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

32

Aquella fiesta era mucho mejor de lo que yo la había imaginado: en una enorme hoguera se asaba un cordero, la gente bebía sidra y bailaba al ritmo de la alboka, el txistu y el tamboril. Se les veía a todos tan felices... después de haber dejado la comida que traíamos junto con la de los demás, Hilargi y yo también nos pusimos a bailar, y no sé cuánto tiempo estaríamos pero tuvimos que parar agotadas.

Entonces nos sentamos junto a unas señoras que cortaban y aliñaban el cordero; la más joven le decía a la mayor:

-¿Y qué podía hacer yo? Si el bebé tenía el cordón umbilical enrollado en el cuello; yo hice cuanto pude, pero el niño nació azul.

-Sabes que no dudo en absoluto que lo hiciste lo mejor que pudiste y sé perfectamente que esas cosas pasan, Ederne. Pero jamás debiste decirle a Eguzkine que pensara lo que le diera la gana cuando te acusó de robar el alma de su bebé para venderla al diablo.

-¡Pero es que eso son bobadas!- respondía la muchacha - ¿quién va a creer algo así, cuando llevo años ayudando a las mujeres de este lugar a dar a luz? Sí, me dejé llevar por la frustración, pero es que a mí también me dolió mucho perder a ese bebé. De todas formas, todo el mundo sabe que yo no soy una bruja.

Mientras las escuchaba hablar reconocí inmediatamente que se trataba del mismo suceso que relataban las dos señoras en el molino de Lizar. Me dio mucha pena Ederne, pues se la veía muy afectada por lo que había pasado. No sabía si contarle lo que les había oido decir a las mujeres del molino, pero pensé que contándoselo tal vez ella podría defenderse.

Page 34: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

33

-Perdona Ederne, quisiera contarte una conversación que escuché a dos mujeres en el molino de Lizar.

Ederne me miró a los ojos, realmente era muy bonita, tal como habían descrito las mujeres, pero yo no podía creer que su belleza fuera fruto de un pacto con el diablo. Le relaté toda la conversación y le di la mejor descripción que pude de las señoras para que Ederne hablara con ellas.

-Muchas gracias Isabel. Te lo agradezco de corazón, pero no creo que vaya a hablar con esas señoras. No soy ninguna bruja, y no tengo por qué defenderme de las acusaciones de esas harpías. Vamos a olvidarlo y disfrutemos del akelarre. Tomad niñas, probad este cordero.

El cordero estaba delicioso, cuando terminamos de comerlo Hilargi me llevó a otra parte de la cueva donde había un fuego y alrededor muchos niños sentados escuchaban atentos a un hombre que estaba a punto de comenzar a relatar una historia:

-Venid señoritas, habéis llegado justo a tiempo de escuchar la historia de la Eguzkilore-

Nos sentamos junto a los otros niños para escuchar el relato:

“Hace muchos, muchos años, todo lo que hoy existe estaba sumido en una perenne oscuridad. Por ella, los espíritus malignos paseaban cuanto querían atemorizando a las personas. Entonces los humanos pidieron ayuda a Amalur, y en respuesta, la diosa madre creó a Eguzki (sol).

Sucedía entonces que los malvados espíritus se escondían del sol pero, al caer la noche, volvían a salir.

Page 35: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

34

Entonces los humanos volvieron a implorar la ayuda de Amalur, y es respuesta a sus súplicas, la diosa madre creó a Hilargi (luna).

Durante un tiempo estos espíritus temieron su luz y se escondían de ella, pero pronto se acostumbraron a la suave luminosidad de la luna: tan pronto se escondía el sol, volvían a salir a cometer sus fechorías.

Los humanos, desesperados, volvieron a implorar a Amalur para que les ayudara.

Entonces la Diosa Madre creo una flor tan hermosa que haría creer a los espíritus malignos que era el propio sol. Y brotó entonces el primer eguzkilore (flor del sol).

Y desde aquel momento, en la puerta de cada casa cuelga una para proteger a los que viven dentro de los malvados espíritus”-

-¡Qué bonito!- exclamé sin poder contenerme

-¡Cuéntanos ahora otra historia!- dijo un niño.

-Sí, otra, otra.- Gritaban.

- Mi amiga Izar quiere que nos cuentes una sobre las lamias- dijo Hilargi señalándome

Todos los niños y mayores que había se volvieron para ver de quién se trataba. Y yo me puse rojísima. Uno de los adultos dijo:

Page 36: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

35

- Pero, ¿tú no eres Isabel?

-No- se apresuró a decir Hilargi – ahora se llama Izar porque le gusta más y es más bonito- sentenció.

Todos los que la oyeron se hecharon a reir. Yo notaba arder mis mejillas cada vez con más fuerza.

-Muy bien, contaremos una historia de lamias, entonces: la lamia enamorada.

"Una vez un joven pastor de Orozko, en Bizkaia, llamado Antxon, andaba por el monte con su rebaño cuando oyó un canto maravilloso, y quedó tan asombrado que se olvido de las ovejas y se dirigió hacia el lugar de donde provenía la voz.

Al separar unos matorrales vio algo que le dejó boquiabierto: sobre una roca enclavada en medio del río estaba sentada la joven más hermosa que jamás había visto; tenía el cabello largo y rubio, tan largo que le llegaba a los pies…Se peinaba con un peine de oro mientras cantaba una extraña melodía.

Antxon no podía apartar sus ojos de ella.

En eso, la joven dejó de cantar y dirigió su mirada hacia los matorrales. Al ver al joven pastor se zambullo fugazmente en el río. Al poco sacó la cabeza del agua, escondiéndose tras la roca, asomándose temerosamente…mientras el muchacho contemplaba, atónito, el juego. Finalmente, no volvió a esconderse y abriendo sus grandes ojos transparentes la preciosa lamia preguntó:

-¿Quién eres?- El pastor permaneció mudo.

Page 37: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

36

-¿Quién eres?- insistió la joven

-Antxon, Soy Antxon-acertó a responder al fin-.

-¿Y Tú?-

La joven lamia se echo a reír y no respondió, zambulléndose de nuevo.

El pastor esperó y esperó, pero al ver que no salía, regresó al pueblo confuso. Durante unos cuantos días no salio de casa, y no podía dejar de pensar en la joven del río.

Por fin se decidió y otra vez cogió el camino hacia el monte. A medida que se acercaba al lugar, de nuevo escucho aquel canto de los ángeles, y se sintió feliz.

La hermosa joven, al igual que la vez anterior, peinaba sus cabellos rubios sentada encima de la roca junto a la cascada….Al ver a Antxon dejó de cantar y le sonrió

-Buenos días, Antxon- dijo-.Te estaba esperando.

-¿A mi?-pregunto estupefacto.

-Si, a ti. Acércate, acércate.

Antxon se aproximó a la orilla, y allí se sentó. Pasaron las horas y ninguno de los dos hablaba, sólo se miraban.

-¿Te casarás conmigo?-.Pregunto la joven lamia cuando el sol comenzaba a ocultarse.

Page 38: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

37

-Si- Respondió Antxon.

En señal de compromiso, la joven le entrego un anillo, que el se puso en el dedo anular al instante.

Tras la despedida el joven ya en casa…. -Ama, voy a casarme- le dijo Antxon a su madre.

-Pero, hijo…¿con quien?-pregunto su madre, asombrada, pues no sabia que su hijo tuviese novia.

-Con la joven más hermosa del mundo, vive arriba en el monte, junto al río.

-Pero…¿quien es?- insistió la madre

-La mujer más hermosa que he visto en mi vida.

-¿como se llama? ¿Quienes son sus padres?

-Es la más hermosa, la más hermosa…

La madre llego a la conclusión de que su hijo estaba hechizado. Salio presurosa a la calle, habló con sus vecinos, con la abuela, con el tío, con el cura….todos le aconsejaron de forma distinta: si es bruja, esto..Si es Lamia, lo otra..Si es extranjera, aquello….finalmente el hombre más viejo de Orozko dio también su opinión.

-Si es lamia, tendrá los pies de pato-sentenció…

La madre regresó a casa e hizo prometer a su hijo que miraría los pies a su novia. Después de mucho insistir, Antxon

Page 39: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

38

prometió que así lo haría, miraría los pies a su hermosísima novia.

Un gran deseo de verla de nuevo se apoderó de él, y echo a correr hacia el monte.

Su enamorada se estaba bañando y jugueteaba con los peces, entraba y salía del agua como un delfín y su risa era como el sonido de mil cascabeles. Se acercó silenciosamente, queriendo darle una sorpresa pero…..ahí! los pies de su amada no eran como los de todo el mundo!

-estaré soñando?-se preguntaba, incrédulo…Los pies de la joven parecían patas de pato, definitivamente eran pies de pato! Antxon se quedó paralizado por el estupor y después regreso al pueblo con el corazón destrozado. Al entrar en casa su madre que le esperaba, notó que algo extraño sucedía. -¿Y qué, hijo? ¿Que ha pasado? ¿Has visto sus pies?-le pregunto impaciente.

-Son como los pies de los patos…-murmuro el joven.

-¡Es una lamia, no puedes casarte con ella! ¿lo oyes?, los humanos no se casan con las lamias.

Antxon, presa de gran tristeza, se metió en la cama y enfermó. La fiebre le hacia delirar, veía el rostro de su amada y oía su voz llamándole..:”Zatoz, maitea, zatoz”(”Ven, querido, ven”). Pero él nunca volvió, porque murió de pena.

El día del entierro la lamia acudió a la casa de Antxon, se acercó al lecho, lo cubrió con una sábana de oro y besó sus fríos labios. Siguió al cortejo fúnebre hasta la puerta de la iglesia, pero, como todo el mundo sabe, las lamias no pueden entrar en las iglesias, entonces regresó al monte llorando por su amor perdido.

Page 40: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

39

Tanto y tanto lloró que, en el lugar donde cayeron sus lágrimas brotó un manantial que recuerda para siempre el amor imposible entre la lamia y el pastor.”-

Page 41: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

40

-¿Qué te ha parecido?- me preguntó Hilargi.

-Muy bonito, precioso.

-¿Ves? las lamias son muy hermosas. Y ahora vamos a probar tu talo y a bailar un rato, ya no nos queda mucho tiempo, tenemos que volver a casa en completa oscuridad.

Bailamos aún un rato largo hasta que Hilargi me sacó casi a rastras de la cueva. ¡Yo me habría quedado allí un año más por lo menos!

En el camino de vuelta le pregunté a mi amiga:

-¿De verdad crees que alguna vez podré convertirme yo en lamia?¿qué tendré que hacer para conseguirlo?

-No sé -contestó mi amiga- supongo que lo primero debe ser creer en ellas.

Después de aquello, caminamos en silencio todo el rato, un poco tristes, al menos yo, porque la fiesta se había terminado. También andaba dando vueltas a eso de creer en las lamias.

Cuando llegué a casa dejé la cesta y el candil en el pajar y, a tientas, conseguí llegar hasta las sábanas para trepar por ellas: estaban empapadas de la lluvia; más me valía no acostarme en ellas ¡más me valía no acostarme! Dentro de poco mi madre entraría a mi cuarto a despertarme para preparar todo para ir a misa.

Page 42: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

41

La misa de aquella mañana se me hizo interminablemente larga, tenía mucho sueño, cada vez que cabeceaba intentaba acordarme del akelarre para espabilarme...entre sueñecito y sueñecito me pareció entender algo sobre quemar vivos a los gatos2 pero tampoco mucho, porque las misas siempre eran en latín y yo no entendía del todo bien.

Volví a casa cansadísima, afortunadamente había hecho sol y mis sábanas se habían secado ya. Después de comer me acosté con propósito de dormir hasta el día siguiente.

En la cama pensaba en lo que me había dicho Hilargi de las lamias, en eso de creer en ellas...yo nunca había visto a una, ¡pero sí que había soñado con ellas! Entonces me quedé dormida susurrando a mi almohada “yo si que creo en las lamias, yo sí que creo en las lamias, yo sí que creo en las lamias”

Aquella noche volví a soñar con ellas, pero era todo mucho más borroso y confuso me decían que algunos humanos habían dado la espalda a la naturaleza, que habían roto el equilibrio, hablaban de gatos, de castigos...

En los meses siguientes la gente del pueblo enloqueció. Hubo una terrible matanza de gatos; los animalillos fueron perseguidos y asesinados cruelmente. Había gente que decía que eran el mismísimo demonio, otros que eran brujas disfrazadas de animal...

Una mañana vi a mi tío Txelu enseñando a mi hermano a cazar gatos, engañándolos con comida, para luego degollarlos.

2 En 1233 el papa Gregorio IX declaró que los herejes adoraban a satanás en forma de gato, lo que los convirtió en enemigos de la cristiandad. Se les persiguió, desolló, quemó vivos por millones durante 4 siglos. Como consecuencia de la masacre las ratas proliferaron enormemente y con ellas las epidemias que diezmaron poblaciones.

Page 43: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

42

-¡Malvados!-grité-¡tiranos! Pero ¿cómo podéis hacer eso a un animalito indefenso?¿es que no sabéis que cuando nace un gato negro es un augurio de felicidad?

-No Isabel, los gatos son la representación del demonio y debemos exterminarlos-

-Tú no eres nuestro padre, así que calla ya- le dije a mi tío- Alfonsito, no escuches a éste- le ordené a mi hermano.

-Pero tiene razón, todo el pueblo lo dice: los gatos son seres malignos del infierno y las brujas.- replicaba mi hermano.

Me abalancé sobre ellos para robarles el gatito que habían capturado, lo cogí y me marché corriendo mientras gritaba:

-¡Las lamias os castigarán! ¡las lamias castigarán a todos los humanos por darle la espalda a la naturaleza!-

Fui al río Agaunza con el gatito. Pensaba buscarle un lugar seguro, lejos de sus captores. Encontré una cueva bastante inaccesible y allí lo escondí. Y desde entonces, todos los días iba a llevarle un poco de comida con Hilargi, quien también llevó allí algunos gatitos.

El castigo de las lamias no se hizo esperar mucho. Cuando llegó el verano, una extraña epidemia hizo enfermar a una gran parte de la gente del pueblo. Entre ellos, mi hermano y mi tío.

Nadie quería creer que era un castigo de las lamias, preferían seguir creyendo que los gatos eran la representación de satanás.

Page 44: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

43

Salvo aquellos que continuábamos yendo a los akelarres. Formábamos la parte del pueblo que sabía que el nacimiento de un gatito negro era un augurio de felicidad; que la luna, las estrellas y el sol existían para brindarnos su protección; que las que eran acusadas de brujas no eran más que parteras o herboreras; y que las lamias castigaban o premiaban a los humanos según fuera su comportamiento, y una infinidad de cosas más que aprendimos, y enseñamos, a escondidas.”

“Guau” pensé yo, “esto dista mucho de la historia del hombre del saco...qué bonito es Euskadi, que hermosa es su cultura, qué diferente de todo lo que conozco” y entre aquellos pensamientos me quedé dormida.

A la mañana siguiente me comí tres de mis tesoros (los kiwis) que mi amigo el agricultor me había dado para desayunar. ¡Eran deliciosos! ¿Cómo podría agradecérselo? Y qué bondadoso había sido, me había llenado la mochila de frutos a cambio de nada.

Desde luego, todo esto distaba mucho de un martes habitual de mi vida.

Salí corriendo, súper feliz, a ver si encontraba de nuevo a mi amigo el agricultor para devolverle su libro del akelarre. Y sí, allí estaba, en el mismo lugar que el día anterior:

-¡Buenos días!-le dije radiante.

-Vaya, hoy estás de muy buen humor, ya se nota. Eso es que has dormido bien.

-Bien no, he dormido genial. Pero lo mejor ha sido el desayuno, me he comido tres de sus kiwis.

-Vaya, vaya...pues si tanto te gustan deberás llevarte más antes de volver a tu tierra.

Page 45: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

44

-¡Estaría encantada!. Quiero decir, si no es mucha molestia y por supuesto, deberá usted dejar que se los pague.

-Quita, quita. ¿Es que a ti no te han enseñado lo que es compartir?. Porque yo conozco una historia respecto a eso muy bonita.

-¡Por favor! Cuéntemela- le dije entusiasmadísima. Y mi amigo comenzó el relato...

El castaño de castañas dulces

Aquel sábado era un día muy especial para las mellizas traviesas porque su madrina vendría a llevarlas de excursión a los montes de Vitoria para hacer un pic-nic; nunca antes habían hecho uno, así que estaban tremendamente ilusionadas, querían llegar ya, y correr y saltar y jugar por el monte; parecía que se hubieran hecho mayores a lo largo de toda aquella larga mañana en que esperaban impacientes su llegada.

Lo que no imaginaban las pequeñas es que aquel sábado, y siendo tan pequeñas como eran, aprenderían una valiosísima lección que muchos adultos aún desconocen y otros muchos parecen haber olvidado.

-Estela ¿va a venir ya la madrina?- preguntó Érika a su hermana con voz aburrida mientras hundía las galletas en la leche.

-Yo no lo sé hermana- le respondió la niña encogiéndose de hombros-.

Entonces alguien llamó a la puerta de la casa. Las dos niñas saltaron de sus sillas y corrieron hacia la puerta gritando:

-¡Por fin! ¡Es la madrina! ¡Yo abro, yo abro!

-¡No! ¡Tú no abres! ¡Abriré yo! ¡La madrina, la madrina ha venido!

-¡Deeeejaaa!

Page 46: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

45

-¡No! ¡Quita!

Finalmente, en un descuido de Estela, Érika levantó su bracito, agarró la manivela y tiró de ella hacia abajo, consiguiendo abrir la puerta. Al otro lado su madrina empujaba despacito porque sabía que las dos estarían dando saltos detrás y no quería hacerles daño.

Estela, al verla, se puso a gritar de alegría. Para sorpresa de su madrina, la saludó diciéndole:

-¡Señoritita! ¡Está usted muy guapa hoy!

-¿Señoritita?¿qué palabra es esa? ¡me gusta! Señoritita, usted también está muy guapa hoy.- le respondió la joven. Y dirigiéndose a ambas preguntó:

-Señorititas, ¿están ustedes preparadas para nuestro fabuloso día de pic-nic?¿tenéis vuestras cestas listas?

Las mellizas corrieron a la cocina gritando: “siiiii”, y volvieron con dos hermosas cestas de mimbre llenas de comida y muchas frutas.

Entre tanto, su madrina se había puesto a hablar con los padres de las mellizas, pero éstas, deseosas de salir cuanto antes, interrumpían cada frase de los mayores: estiraban al padre de los pantalones, a la madre de la falda, cogían la mano de la muchacha, y repetían: “venga, vamos ya, vamos ya, queremos irnos ya, ahora mismo”

- Está bien, señorititas- dijo su madrina en un tono de voz dulce y paciente - ahora despediros de papá y mamá y ¡comencemos nuestra aventura rumbo al bosque! -.

Por el camino jugaron a ser todos los animales que podía existir en los montes de Vitoria: un corzo, un azor, una mamá visón, un búho bebé, pájaros carpinteros, y también árboles: un haya, roble, quejigal, acebo...

-pájaro carpintero bebé, mamá corzo: ¡Por fin, hemos llegado! Vamos a extender nuestro gran mantel de flores de colores, nos sentaremos sobre él y pondremos encima toda nuestra comida-

Page 47: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

46

Entre las tres extendieron el gran mantel y pusieron unos mullidos cojines que la madrina había traído para sentarse. Después, cada una sacó de su cesta su comida. Desafortunadamente, la mamá de las mellizas había puesto un delicioso trozo de pastel de chocolate en la cesta de Érika, pero se había olvidado de ponerlo en la de Estela.

Page 48: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

47

-Yo quiero mi pastel- sollozaba Estela – toda esta comida no la quiero, ni la fruta, quiero mi pastel de chocolate.

-Vamos Estela, esto se arregla muy rápido. Tu hermana Érika te dará la mitad del suyo.

-¡Ni hablar! ¡Éste es mío, mío, y no le voy a dar nada!- gritó Érika alargando la mano para atrapar el pastel que había dejado en el mantel de flores de colores.

Pero la madrina de las mellizas traviesas fue más rápida: lo alcanzó y lo dejó sobre una gruesa rama del roble bajo el que estaban, donde ninguna de las niñas alcanzaba a cogerlo.

-Y ahora, señorititas, el pastel es sólo mío – decía la jóven riendo – a no ser que...

-¡Qué!

-¡Qué!

-A no ser que queráis oír una historia que conozco yo, es una historia muy bonita: la del castaño de castañas dulces.

-¡Bieeeeen!- gritaron las niñas al unísono mientras hacían palmas con sus manecitas – ¡Una historia! ¡Cuéntala, cuéntala!

- Está bien- respondió la madrina, empezó entonces a relatar la historia:

“Había una vez un lejano bosque en un lejano lugar, o ¿quien sabe?, tal vez fuera aquí mismo; la cuestión es que aquel bosque estaba lleno de castaños orgullosos.

En todo el continente no había unos árboles tan altos, tan verdes, tan aromáticos y hermosos como aquellos. Sus frutos, las castañas, caían sobre el suelo, y al cabo de un tiempo nacía un castañito pequeño. Así se había formado aquella frondosa arboleda.

Digo que se trataba de unos castaños orgullosos porque se consideraban demasiado importantes como para dejar que ningún animalillo se comiera sus castañas; se decían unos a otros:

Page 49: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

48

-Pues ¿no que va la lista de la ardilla e intenta comerse la mejor de mis castañas? pero ¿cómo se atreve?- decía uno.

-Ja, ¿y tú te quejas de una ardilla? ¡un humano hambriento trató de comerse una de las mías! – le respondía otro.

-¿Pues sabéis qué? Yo he descubierto cómo hacer para que ésos no se coman nuestros frutos. Debemos buscar con nuestras raíces los nutrientes más amargos y depositarlos enteritos en nuestros frutos; porque debemos defender lo que es nuestro – respondía otro.

Pero en aquella arboleda había nacido un castaño muy crítico, que, desde chiquitín, se lo cuestionaba todo. Era muy tolerante y cariñoso y no le gustaba producir castañas amargas. A pesar de las instrucciones de sus mayores, decidió conocer otros puntos de vista. Entonces preguntó a unas águilas que aquel día pasaban por el cielo azul.

-¡Escuchadme pajarillos!- les gritó el castaño desde abajo.

Las águilas se asombraron al oír a un miembro de aquella arboleda orgullosa llamarlos, y bajaron dos emisarios a ver qué querría.

-Vosotros que sobrevoláis los cielos debéis haber visto muchas cosas. Decidme ¿todos los castaños de todas las tierras hacen frutos amargos para protegerlos de los que se los quieren comer?

Las aves se miraron asombradas, echaron a volar un poco para debatir, sin que el castaño las oyera, cuál sería la mejor respuesta. Pronto volvieron y una de ellas dijo:

-Pequeño, me temo que el único castañar que nosotros hemos sobrevolado es el vuestro. En nuestros itinerarios hay muchos árboles muy diversos, pero vosotros sois los únicos castaños.

-¿Cómo puede ser eso? y ¿cómo son los otros árboles? ¿son muy diferentes a mí?-

-Pues si- respondió uno de los pájaros- para empezar porque no son unos orgullosos- pero le interrumpió el otro pájaro dándole un cocotazo con el ala en la cabeza.

Page 50: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

49

-Lo que quiere decir mi amigo, es que mientras que vosotros os esforzáis en hacer vuestro fruto amargo para que nadie os lo arrebate, la mayoría de los otros árboles se esfuerza en hacer justo lo contrario: unos frutos suculentos, dulces y atractivos para animales y personas.

-¡Caramba!- exclamó el pequeño- y ¿por qué quieren hacer eso?-.

-¡Pues porque tienen raíces! Ellos, por sí solos, no pueden andar, no pueden conocer el mundo, no pueden poblar nuevas tierras. Así que hacen sus frutos atractivos para aquellos seres que sí que pueden transportarlos. Imagina que un humano se marcha a nuevas tierras: debe llevarse frutos con que alimentarse, y dentro de esos frutos están las semillas de las que brotará una nueva planta... Y, de esta manera, un árbol, a pesar de tener raíces, viaja y se expande.

Y sin embargo vosotros, sólo estáis aquí. Ya que no habéis querido compartir con las demás especies vuestros frutos, sólo ocupáis un trocito chiquitito del mundo. Vuestro mundo.

-Bueno, tampoco es tan malo eso de vivir sólo en nuestro mundo ¿no?- contestó el castaño dudoso.

-Ay, ¡qué poco sabes!. ¿Has visto alguna vez una tormenta eléctrica? Si, ¿verdad?. Pues nosotros hemos visto bosques mucho más grandes arder y desaparecer en una sola noche a causa de un relámpago. Lo malo de vivir sólo en vuestro mundo es que si algo como eso pasara ya no tendréis ningún otro lugar a dónde ir, ningún otro lugar donde vuestra especie pueda seguir existiendo y, lamentablemente, desaparecería.

El castaño se quedó un poco asustado, los pájaros tenían razón. Entonces había que trabajar rápidamente, había que empezar ya a pensar cómo hacer para: en lugar de defender lo que es nuestro, compartir lo que es nuestro porque esa sería la única manera de poder expandirse y crecer en otros lugares.

Buscó por el suelo todas las clases de nutrientes. Pidió ayuda a animales, insectos, a las aguas subterráneas, a los pájaros, al viento...a todos los que pudo. Poco a poco lo consiguió. Se esmeró y, transcurridos unos años, logró crear unas castañas

Page 51: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

50

maravillosas que eran el manjar predilecto de todos los animalillos herbívoros.

Cierto día, unos niños que jugaban en el castañar se acercaron al árbol a ver cómo una ardilla comía los frutos. Cogieron unas cuantas semillas con cuidado de no pincharse y descubrieron los ricos frutos de su interior. Se llenaron los bolsillos de castañas dulces y las compartieron con su familia.

Sus padres plantaron aquellas semillas para poder recolectar el delicioso manjar; y los vecinos también las plantaron. Los viajantes que pasaban por el pueblo y probaban los frutos se llevaban semillas para venderlas a otros pueblos. Fue así como el castañito se expandió por lejanas tierras, muy, muy lejos del castañar orgulloso.

Con todo, sus vecinos se reían de él, decían que era un árbol chalado que permitía que cualquiera le arrebatara lo suyo. Pero él, lejos de hacerles caso, sentía una inmensa alegría desde el fondo de su alma, pues sabía que, además de estar haciendo felices a otros seres, su obra en esta tierra contribuiría, en cierta manera, a que su especie, y él mismo, continuara existiendo mucho más allá que su tiempo.

Y desde entonces hasta ahora, gracias a aquel castaño que quiso compartir, cientos y miles y millones de animalitos y personas hemos disfrutado del delicioso sabor de las castañas.”

¿Sabéis cuál es la moraleja de esta historia niñas?- preguntó la madrina.

-No, ¿cuál es?

-Eso, ¿cuál?

- Pues que la naturaleza no es escasa, no es orgullosa, ni tacaña. Hace crecer un bosque donde sólo había un árbol. Ella premia a los que comparten “lo suyo”, no sólo con su felicidad, también con la felicidad de todo aquello que, gracias a ellos, permanece a través de los tiempos.

-Eso significa que si comparto mi pastel con Estela...

-Eso significa- interrumpió la madrina- que si compartes tu pastel con tu hermana te estará muy agradecida. Algún día,

Page 52: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

51

en el futuro, recordará lo feliz que la hizo recibir un poquito de lo que era tuyo y compartirá con otra persona algo suyo...esa otra persona recordará lo feliz que la hizo que compartieran con ella y también querrá hacerlo con otro que lo necesite...y así será como tú, como el castaño de castañas dulces, con un pequeño esfuerzo ahora, harás feliz a muchísima gente a lo largo de todos los tiempos.

Las niñas se comieron todo lo que su madre les había puesto en la cesta. Guardaron con cuidado las semillas de las frutas para plantarlas después en una maceta.

Érika entregó a su hermana la mitad de su pastel de chocolate.

De vuelta a casa, las dos niñas querían ser el castaño de la historia. Lo cierto es que, después de aquel día, compartir ya nunca volvió a ser un “estoy quedándome sin lo que es mío” sino más bien un “¿a cuantos seres haré feliz a lo largo de los tiempos si comparto ahora esto?”.

Y así termina la historia- concluyó mi amigo el agricultor.

Yo estaba ya llorando. ¡Pero qué bonita!

Después de escucharla, me quedé un buen rato más de cháchara con mi amigo. Le devolví su libro y le apunté en una hoja de libreta todos mis datos de contacto por si algún día iba a Madrid, antes de que yo volviera por aquí, claro. Y yo me quedé con los suyos, le dije que me tenía que permitir enviarle un regalo cuando llegara a Madrid. El hombre se sonrojó y todo, y me decía: “no hace falta, no hace falta” y yo pensaba, “ya sé que no hace falta, pero es que, probablemente, el regalo que le voy a hacer a este hombre es el que más ilusión me hace a mí obsequiar de cuantos he comprado en los últimos cinco años, por lo menos, y ¿a cuánta gente haré feliz con mi acción a lo largo de los siglos?”

Page 53: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

52

Me fui andando de nuevo por el camino de la orilla del río Golako. Había cascaditas de agua a ambos lados del mismo. Estaba nublado, pero el color predominante era el verde, todo estaba verde, salvo el suelo, cubierto de hojas con distintos tonos ocre. Llegué a un puente construido con piedras, no con hormigón, no, no, con piedras de verdad. Era muy bonito porque de entre ellas nacían lianas que colgaban hasta tocar el mismo cauce del río. Nunca olvidaré cómo respiré: quería que entrara en mis pulmones todo el aire posible, un aire limpio, impregnado de los aromas de las plantas húmedas.

Este puente tenía algo de mágico, como el lago que había visto el día anterior. Tal vez fuera el río, no lo sé.

En medio del río había una enorme piedra, y yo me acordé de la historia de la lamia y la hermosa flor. Salté por entre los guijarros como pude para no mojarme y poder subir a ella.

Me quedé allí, un buen rato en silencio.

En dos días aquí había pasado de no encontrar sentido a nada, a estar radiante de alegría. Realmente yo ya había conseguido todo lo que quería de este viaje.

Estaba sola en medio de la naturaleza más salvaje y, sin embargo, me sentía más segura de lo que me había sentido en los últimos años. No había en mí atisbo de miedo, por ninguna parte de mi ser.

Me quedé mirando un remanso que había justo junto a la piedra en que yo estaba subida. “El agua también se detiene” pensé, “hasta en el río Golako se detiene”.

Page 54: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

53

Justo igual que yo había necesitado detenerme en mi vida, para recapacitar sobre cómo la estaba viviendo.

Para volver a nacer.

En el hospital, lo que siempre más me ha sorprendido de cuanto he visto por mi trabajo, es cómo los bebés, de manera innata, buscan la teta de la madre. Nadie se lo ha enseñado, pero ellos saben que tienen que comer, y cómo tienen que hacerlo.

Creo que en alguna parte de mí, de manera innata también, hace tiempo despertó la necesidad, legítima, de que mi vida tuviera sentido, y el deseo, también legítimo, de ser feliz.

Entonces vi como el agua descendía río abajo, y entendí que todo mi camino realmente comenzaría en aquel preciso momento.

Page 55: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

54

Agradecimientos

A los empleados de la Biblioteca / Casa de Cultura Ignacio Aldecoa por ayudarme en mi búsqueda y por su amabilidad.

Al río Golako, por encontrarme, espero que tus aguas siempre sean impolutas, limpias y cristalinas.

Bibliografía

Todas las historias relatadas han sido creadas por mí a excepción de “la lamia enamorada” y “la leyenda del eguzkilore” y la descripción de “Amalur” que pertenecen a la mitología vasca transmitida oralmente de generación en generación.

La fuente de la que provienen estas historias es el blog de Itsas sobre mitología vasca

http://mitologiavasca-itsas.blogspot.com.es

---

Wikipedia: eguzkilore, lamias, mitología vasca, Amalur...etc.

Libro “¿tener o ser?” de Erich Fromm. Editorial Madrid: Fondo de Cultura Económica

Libro: “Brujas” de Toti Martínez de Lezea y Juan Luis Landa, Editorial Erein.

Page 56: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

55

Page 57: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako

56

Page 58: Lo que me ensenó Euskadi en un paseo junto al río Golako