lineamientos para el director

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IDEAS PRINCIPALES DEL TEXTO LINEAMIENTOS DEL DIRECTOR DE MICHEL FULLAN Son vitales los esfuerzos individuales y colectivos de los docentes como iniciadores y promotores de la mejora. Pero donde el liderazgo y el ambiente escolar son hostiles de una manera notable y sistemática, sus esfuerzos tendrán un resultado escaso, efímero o inexistente, y pronto aprenderán a dejarlos de lado. Aquí es donde el rol del director parece decisivo. Los directores que prefieren culpar antes que elogiar, que sólo ven problemas donde los otros ven posibilidades, son directores inadecuados. Por eso es esencial el rol del director en dar sustento al profesionalismo interactivo y promoverlo. Sugerimos ocho lineamientos para motivar las acciones necesarias: 1. Comprender la cultura: Cuál es la cultura de la escuela, sus valores, tradiciones, supuestos, creencias y métodos? ¡Comprenda a la escuela y su cultura antes de cambiarla! Privilegie el sentido sobre la gestión. Tómese tiempo. Sea paciente. Absténgase de una desaprobación prematura antes que pueda juzgar imparcialmente La tradición es tan importante como el cambio. Tomar nota y comprender de una manera activa es esencial para convertirse en un líder eficaz en la cultura de la escuela. Además, brinda oportunidades naturales para que los directores expresen lo que valoran y lo que pueden aportar a la cultura sin imponer sus puntos de vista como edictos amenazadores. 2. Valorar a sus docentes: promover su crecimiento profesional: Si no se busca ni valora su sabiduría y su pericia, y si se miran con desdén sus estilos y estrategias de enseñanza, por desactualizados y no vigentes, es comprensible que se desilusionen y ofrezcan resistencia al cambio. Si los malos son muchos, el problema es de liderazgo. ”Es fundamental apreciar al maestro como a una persona total y no como un mero manojo de competencias o carencias”. Desarrollar esta apreciación, junto con el conocimiento activo, la observación y la comunicación, es fundamental para la dirección. Para valorar al maestro, uno debe conocerlo a fin de descubrir sus cualidades valiosas. Esta información se adquiere a través de la observación, la evaluación

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IDEAS PRINCIPALES DEL TEXTO LINEAMIENTOS DEL DIRECTOR DE MICHEL FULLAN

Son vitales los esfuerzos individuales y colectivos de los docentes como iniciadores y promotores de la mejora. Pero donde el liderazgo y el ambiente escolar son hostiles de una manera notable y sistemática, sus esfuerzos tendrán un resultado escaso, efímero o inexistente, y pronto aprenderán a dejarlos de lado. Aquí es donde el rol del director parece decisivo. Los directores que prefieren culpar antes que elogiar, que sólo ven problemas donde los otros ven posibilidades, son directores inadecuados. Por eso es esencial el rol del director en dar sustento al profesionalismo interactivo y promoverlo.

Sugerimos ocho lineamientos para motivar las acciones necesarias:

1. Comprender la cultura: Cuál es la cultura de la escuela, sus valores, tradiciones, supuestos, creencias y métodos?¡Comprenda a la escuela y su cultura antes de cambiarla! Privilegie el sentido sobre la gestión. Tómese tiempo. Sea paciente. Absténgase de una desaprobación prematura antes que pueda juzgar imparcialmente La tradición es tan importante como el cambio. Tomar nota y comprender de una manera activa es esencial para convertirse en un líder eficaz en la cultura de la escuela. Además, brinda oportunidades naturales para que los directores expresen lo que valoran y lo que pueden aportar a la cultura sin imponer sus puntos de vista como edictos amenazadores.

2. Valorar a sus docentes: promover su crecimiento profesional: Si no se busca ni valora su sabiduría y su pericia, y si se miran con desdén sus estilos y estrategias de enseñanza, por desactualizados y no vigentes, es comprensible que se desilusionen y ofrezcan resistencia al cambio. Si los malos son muchos, el problema es de liderazgo. ”Es fundamental apreciar al maestro como a una persona total y no como un mero manojo de competencias o carencias”. Desarrollar esta apreciación, junto con el conocimiento activo, la observación y la comunicación, es fundamental para la dirección. Para valorar al maestro, uno debe conocerlo a fin de descubrir sus cualidades valiosas. Esta información se adquiere a través de la observación, la evaluación y la supervisión. Lo peor que se puede hacer es calificar de inútiles a docentes que parecen mediocres o deficientes, y buscar en cambio soluciones administrativas fáciles con su transferencia o su retiro. Una vez marginados, no es difícil excluirlos por completo. Trate de hacer lo más difícil, lo más correcto, lo más ético, y trate de recupera esos maestros.

3. Ser amplio con lo que se valora: Reconocer el valor que conservan muchos enfoques más antiguos, admitir que son apropiados en ciertos escenarios y propiciar su combinación e integración con las nuevas estrategias contribuirá a que los docentes experimentados se interesen por la mejora y participen en ella. Ser amplio con lo que usted valora importa si está dispuesto a reconocer el valor genuino de su personal.

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4. Comunicar lo que se valora: La comunicación y demostración de lo que usted valorase transmite mejor por la conducta y el ejemplo, por lo que usted hace y por su modo de ser cotidiano. Para que los docentes perciban poco a poco lo que es importante para usted, el núcleo de sus valores. Demostrar lo que usted valora sigue siendo importante sea que usted refuerce esa cultura o la cambie junto con su personal. Deal y Kennedy (1982) proponen reforzar y desarrollar los valores y normas básicas de la escuela con el ejemplo, la enseñanza y la atención; con la observancia de ceremonias, rituales y tradiciones; con la narración de historias y la consagración de héroes y heroínas, y con el uso de la red informa. Conductas convenientes para ello son exaltar los aportes al éxito del personal y de los alumnos, en ceremonias públicas y en reuniones de personal; escribir notas privadas al personal para expresar su agradecimiento por esfuerzos especiales; alentar y respaldar a los docentes para que compartan unos con otros sus experiencias; participar en celebraciones informales; revelar algo personal; pedir ayuda cuando sea apropiado; y mostrar que uno es vulnerable, no invencible. Los sentimientos importan tanto como el intelecto. Si el corazón está preocupado por el control estricto, no habrá trabajo intelectual, no existirán conductas y técnicas aprendidas que lo neutralicen. Lo mostrarán más manipulador, no más participativo.

5. Promover la colaboración, no el reclutamiento. «Mi visión», «mis maestros», «mi escuela» son afirmaciones de propiedad y actitudes que sugieren una apropiación de la escuela más personal que colectiva, más impuesta que ganada, y más jerárquica que democrática. Con visiones tan singulares como esta, los maestros pronto aprenden a silenciar su voz. No la llegan a expresar. La administración se convierte en manipulación. La colaboración se convierte en reclutamiento. Y lo peor de todo: tener docentes que acatan la visión del director reduce al mínimo las posibilidades de aprendizaje del director. Esto no le permitirá ver, que su visión tiene aspectos erróneos y que las visiones de algunos maestros pueden ser tan válidas o más que las de él. Construir una visión lleva por una calle de doble circulación, donde los directores aprenden de los demás tanto como contribuyen al aprendizaje de estos (Bolman y Deal, 1990; Louis y Miles, 1990). las visiones de los directores deben ser provisionales, abiertas al cambio. Se integrarán al conjunto de los trabajos en equipo. La calidad y riqueza de los puntos de vista del director les confieren autoridad: no deben esta autoridad a la circunstancia de ser los puntos de vista del director. El desarrollo profesional no es la simple cuestión de invitar a los docentes a comprometerse en una serie de actividades de capacitación. El liderazgo compartido y el acceso a los recursos están íntimamente relacionados por su naturaleza. Las oportunidades de liderazgo sin recursos son invalidantes. La disponibilidad de recursos, especialmente los recursos de colaboración humana, alienta las iniciativas y el liderazgo.

Estrategias para el compromiso: Participación en el poder; Recompensas al personal; Apertura, inclusividad. Ampliación de los roles de liderazgo; Paciencia

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6. Proponer alternativas, no dar órdenes: No imponga a sus docentes un enfoque particular. Desarrolle el conocimiento del principio general de trabajo en equipo, el compromiso con él y la experiencia de él. Documente, muestre ejemplos, y quizás organice talleres sobre el conjunto de prácticas de trabajo en equipo disponibles. El compromiso con el trabajo en equipo es un objetivo por el cual vale la pena luchar, pero no armados de una inflexibilidad administrativa e ideológica Encima de todo, incluso del trabajo en equipo, está el respeto por la libertad del docente, siempre que esto no perjudique a los alumnos. Por esa razón, las alternativas deben prevalecer sobre las órdenes.

7. Utilizar los recursos burocráticos para facilitar no para obstaculizar: La burocracia también puede dificultar las cosas si convertimos los sólidos principios del trabajo en equipo y la mejora en sistemas inflexibles de control burocrático. los recursos burocráticos no son necesariamente dañinos. También se pueden usar para facilitar y apoyar nuestros esfuerzos de mejora. Se pueden poner al servicio de las culturas del trabajo en equipo para contribuir a institucionalizar nuevas estructuras organizacionales favorables a la mejora sostenida. Los directores ya tienen a su disposición una cantidad de recursos administrativos. Los siguientes cinco mecanismos están entre los más utilizados por esos directores: Los subsidios que han sido fijados por el Estado y la política oficial. La organización, la planificación y la programación escolar. Las estructuras para tomar decisiones. Los procedimientos para tomar personal. La evaluación.

8. Conectarse con el medio externo. Las escuelas no prosperan si no se insertan activamente en su medio, si no hacen aportes a las cuestiones del día ni les dan respuesta. El director, necesita estar comprometido fuera de la escuela, sobre todo en actividades de aprendizaje, es decir, participar, con otros directores, en proyectos de capacitación entre pares; trabajar con ellos y con administradores del sistema escolar para mejorar el propio desarrollo profesional; visitar otras escuelas dentro o fuera de su distrito escolar; invertir tiempo en la comunidad; enterarse de las prácticas más recientes que registra la bibliografía especializada y difundir ideas sobre las prácticas de la escuela propia en conferencias, talleres y/o escritos. Las tradiciones normales propias es una gran fuente de aprendizaje y de mejora. Los directores pueden hacer una serie de cosas diferentes para contribuir a ampliar los horizontes y contactos de los docentes. Alentarlos y respaldarlos para que se relacionen con otros docentes del distrito podría ser un ejemplo. Otro sería el de formar una asociación con una facultad local de Ciencias de la Educación. Un tercero podría ser el de invitar a una organización docente a participar en las actividades de desarrollo profesional. Las alianzas también proporcionan bases de apoyo poderosas para avanzar en las direcciones deseadas (Block, 1987).

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Relación Escuela- Familia

Familia y escuela comparten inevitablemente un miembro: el niño, hijo y alumno a la vez. A partir de intersecciones inevitables, familia y escuela se influyen mutuamente. Sin embargo, muchas veces actúan como si nada tuviera que ver la una con la otra. Sin embargo, sabemos que ambas son dinámicas y evolucionan a diferente ritmo: la familia con el paso del siclo vital de sus miembros y del colectivo familiar, la escuela, más lentamente y con los vaivenes de las políticas educativas. También sabemos que ambas con sistemas sensibles, que responden a las fluctuaciones socioeconómicas y políticas de la comunidad. En los términos establecidos anteriormente, estas interinfluencias afectan inevitablemente lo que constituye una de las misiones centrales de la familia: la generación de un contexto estable, nutriente, de apoyo, de validación y de estímulo del bienestar y aprendizaje fundamentalmente en los niños. Y, entonces, también afecta a las funciones de la escuela.

La misión de favorecer el aprendizaje de los niños se trata, desde nuestra perspectiva, de una función colectiva en la que familia, escuela y sociedad suelen concordar: cada uno de estos sistemas reconocen el aprendizaje de los niños como su responsabilidad, a la vez que cada una reconoce la función complementaria de los otros niveles o sistemas.es un área de acuerdo potencial que les permite desarrollar, en principio, objetivos en común, genera un diálogo, interinfluirse sin caer en la opción fácil de “culpar al otro”.

En relación a la escuela, resulta importante contextualizar su situación. En esta época de cambio y mutación, a pesar de todas las reformas, la escuela sigue intocada en lo esencial. Los elementos fundamentales estructurantes son los mismos desde su fundación aunque el sistema social plantee otras necesidades. Si nos remontamos a su nacimiento, a mediados del siglo XIX, el sistema escolar en sus elementos fundamentales no ha cambiado. El sistema educativo moderno nació para reproducir lo que la Iglesia no podía hacer plenamente. Con las migraciones masivas a las ciudades, las familias y sobre todo los niños perdieron el hábitat rural acogedor, pasando a vivir en un ambiente degradado. Las mujeres se insertaban progresivamente en los ámbitos laborales, quedando los más pequeños totalmente desprotegidos. Para atenuar esta situación y dado que la Iglesia por sí sola no podía afrontar el cuidado de los niños, se crean las escuelas, comenzando el Estado a tener influencia en la educación. Se crea así un sistema destinado a adaptar a los más jóvenes al mundo social vigente. Hoy en día, muchos educadores plantean que a la escuela se le recargan demasiados contenidos, demasiadas responsabilidades, ambiciones y que esto produce una sensación de agobio en el personal docente y que redunda en una confusión, en la cual el alumno queda designado como el que fracasa. Desde esta posición, es que la psicopedagoga Elina Dabas plantea que podemos y debemos pensar que las familias, las escuelas y las diversas organizaciones de la comunidad pueden mejorar su interrelación para contribuir a un mejor proceso educativo, ya que resulta un obstáculo intentar abordar la situación de un niño que no aprende o que presenta distorsiones en su comportamiento habitual, sin incluir un trabajo con su familia. En palabras de la misma Dabas, “al analizar la institución escuela vemos como ésta se plantea la transmisión de ciertos valores sociales y culturales, fundamentalmente a través de contenidos predeterminados. Si la educación se centra en los contenidos que hay que enseñar en determinado tiempo y con una cierta secuencia es bastante probables que los

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niños puedan presentar dificultades para aprender, en tanto consideramos que el aprendizaje entraña un proceso por el cual un sujeto, en su interacción con le medio, incorpora la información suministrada por éste, según sus necesidades e intereses, la que elaborada por sus estructuras cognitivas, modifica su conducta para aceptar nuevas propuestas y realizar transformaciones inéditas del ámbito que lo rodea. El aprendizaje creativo requerirá, entonces, de la capacidad crítica de la persona." La escuela plantea una norma, un parámetro que los que asisten a ella deben cumplir, entonces, el fracaso escolar tiene lugar cuando un niño no puede adaptarse a ella. Esto deja de manifiesto no solo las carencias de los alumnos sino también las de la misma institución para abordar los distintos problemas que desde los niños se plantean. Se plantea, desde algunas corrientes actuales de la psicología, que el fracaso del niño implica también un fracaso familiar que difícilmente es asumido como tal. En general, los padres no se cuestionan a sí mismos por la falta de adecuación de su hijo a los parámetros establecidos por su edad. En cambio, se preocupan por la posibilidad de una alteración en el desarrollo, o responsabilizan a los maestros del problema (responsabilización que no negamos que en algunos casos pueda ser acertada). Este registro del fracaso familiar nos está indicando que uno, o a veces más niños de una familia no pueden adaptarse al ámbito social.