libro_carlos_escartin

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    FONDO

    Todo siempre fue nmero.La pena oscura planetaria,

    el fro quieto de estrella,

    el contorno curvo y blanco

    del tiempo.

    Pero el trazo visible,

    abstracto y puro, del nmero

    necesit desde el primer momento

    de su expresin curva

    de una red para sujetar su locura,

    de un fondo marino en que aquietar su brillo.

    Y novias coronadas de pistilos,

    yacentes como lechos poblados de perfume,

    surgieron: pginas hechas de barro eterno;

    pginas de piedra, serias y duras como una muerte;

    fibras vegetales suaves como lminas salvajes;

    pginas de trapo, mudas como un secreto de sangre;

    pginas, lechos de madera silenciosa y maternal

    como la geologa; pginas, finalmente,

    de desnudos destellos electrnicos donde el nmero,

    la cifra, hunde su raz de rumor y cuarzo.

    La pgina siempre marc

    el transcurrir eterno del tiempo.Podra todo el universo estar escrito

    en una diminuta pgina, silenciosa

    lmina oscura y solitaria donde tambin

    se hallaran a su pie las respuestas imposibles,

    color relmpago, a las preguntas de un nio.

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    Fueron tambin, entonces, pgina

    las antiguas tablillas de barro color de incendio,

    y las grandes losas frescas de granito mesopotmico,

    desnudas y bautismales como un margen

    sin hora, fueron pgina.

    Las tablas de barro sumerias

    cieron la eternidad del agua. Las losas,altas como si se erigieran sobre toda la pena

    de una estirpe, fueron monumentos.

    El papiro fue como un lingote enrollado,

    iracundo y torrencial, sin unidad textual,

    como la lluvia pura sobre el ocano.

    El cdice, como una cometa

    viva de cola quieta, naci del pergamino

    y la vitela, como un dios oscuro

    amamantado de silencio.

    El arte de escribir, ro de arena

    mudo y solitario, no naci de la necesidad

    sonora del regalo fragrante de un poeta,

    sino del camino mineral y sin salida

    de un contable, bajo la estrellada constelacin

    sumeria del desierto. Islas, montaas marinas,

    soles de aves bajo el peso catedralicio

    de sesenta siglos vrgenes.

    Desde el principio, hubo que contar;las estrellas del otoo, los rdenes

    de las soledades, las frutas rituales,

    las ovejas vestidas de obediencia;

    los arco iris, las gotas del oro,

    el roco esparcido sobre las alturas.

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    Pero a la suma de espesura y germen,

    de sonido y nacimiento, hubo que restar

    tiniebla, delicadeza, oxgeno,

    e igualar, en cndido resumen,

    la operacin hacia la que sta pura matemtica,

    que dorma en la naturaleza, tenda.

    Otras veces el polen, las chispas, la sangre,se multiplicaban, y otras el rayo, el desamor

    o la muerte, dividan.

    Suma, resta: esencia diurna;

    multiplicacin, divisin: esencia oscura.

    As surgieron los signos.

    Como gotas de fuego que desangraban

    los dones, que amanecan en todo,

    como el sol durante la primavera.

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    NMEROS

    Los nmeros nos estaban esperandoal final de la mano,como el mar aguarda al final de ro frtil,como un camino estrellado para entender

    el implacable manantial mudable de la vida.

    Sobre un cuenco de arcilla se dispuso la sangre.Al fondo de la cueva,aquella mirada paleolticapuso su mano sobre la roca amarga,impregn de sangre su contorno, y coroncomo un rbol blanco y otoalsu legado de arte, de duda,de misterio color de sangre.

    Las cosas eran nmero,como los animales, y el hombre,atlas de barro,miles de aos aguardando,poda al fin contarlas.

    Los siglos murmuraron con la muerte,se enterraron centenares de dcadas sobre cordillerasazules sin tesoros antes de que los signoscuneiformes como huellas de ave sobre arcilla

    despertaran a la vida dormidaen las tablillas calladas de Mesopotamia,destructoras del caos con el ordenfabuloso de sus surcos guerreros,alimentados de canela,color trueno y abismo.

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    Llovieron miles de aos.Al otro lado del mundo,sobre la alhaja verde del Yucatn,escribas mayas, constantescomo el brillo del sol sobre las cimas,trabajan entre mariposas de aguijones dulces,sobre la corteza seca del ficus renacido

    vestido de estuco de cal fina,en el cdice maya, encuadernadoen la insepulta piel del jaguar astuto,protector de estos smbolos, nmeros rojos, negros,glifos, calendarios, rostros, fechas,exactas como un pjaro amarillo,inmviles como el azufre bajo la tierra.Las guilas equivocadasan flotaban en la altura, y su bellezaera como un silencio acumuladodonde duerme el orden verdeentre corazones blancos.

    El descubridor ti de sangre aquellas pginas;fue una tiniebla venenosaque esparci su agua negrade cruel espuma, destruyendo,en su inspirada ignorancia divina, todoaquel saber fosforescente y perfecto,aquella ciencia esmeralda,aquella astronoma de arterias de caoba,

    aquellos clculos de sal,aquellos cmputos de oro y maz,aquellas predicciones de lluvia, cuarzo y equinoccios,quemando toda la magiade todos los rubes an tiernos de la tierra.

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    Pero un cdice vigila,con mirada milenaria,con su traje de vitela monstica,desde la sagrada biblioteca de la altura,el orden universal y rojode los nueve nmerosmisterio sin cero de la cifra-

    que como gotas de un fruto indio y carmessern el desangrado latirde la estructura del mundo.

    Pero ya exista antes el vaco,el novio de la nada, el germen del espacio pensativo,ese crculo pequeo derribado, el cero,que nada significay lo comprende todo.

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    UNO

    El uno fue la selva azulde lo indiviso, el agua sobre la tierra,

    el sol un da de amor,

    la tristeza dentro del conocimiento

    herido de nieve.

    Smbolo del fin supremo,

    de la sombra amarilla sobre la ciudadela,

    limitada conciencia de uno mismo,

    vida y muerte del maz y de los dioses.

    El hombre experiment desde

    la torre de su vida

    en contraposicin a la unidad,

    al misterio, al mar, a la montaade agricultura perfumada,

    y desmont los cielos para escribir sobre las piedras.

    Encontrar la unidad, como el agua de la noche pura,

    fue mirar la lanza descansando,

    la individualidad desenterrada

    convertida en atmsfera

    como luna cida y corprea.

    El uno fue la base de los seres,la veta insondable del monotesmo cereal

    de arterias blanquecinas,

    caminos altos de

    manantial marino.

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    El uno respondi a la invernal

    uniformidad de toda forma de fenmenos,

    a la mina de flor donde se tejen diamantes,

    a la arena de luz donde palpitan las aves.

    Este acontecimiento, encadenado

    al anillo absoluto, transform

    el grumo del abismo, la aurora de cristalro a ro, y lo hizo energa pura, sin fuego,

    sin silencio, transparente,

    como la muerte de mil nios.

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    DOS

    Entonces, fue el temblor del hidrgenoal pensarse a s mismo, el dolor

    del pan al sentir el cuchillo,

    el diablico temblor de la tierra

    al rugir los volcanes, lo que fij

    la polaridad del silencio,

    la comprensin de que el da traa aves,

    y la noche sueos.

    De la tierra al aire,

    como un paso vaco, de la consciencia de s mismo

    como una ola enterrada, surge la divisin,

    el envs terrestre y germinal

    en la primavera del hombre.

    Todo se transforma,

    la paz profunda, el jazmn

    sulfrico sobre una mano,

    la espiral gastada del aire.

    Al tiempo que todo fue mltiple

    la muerte, el crepsculo, la estirpe,

    todo se orient a la unidad, al da,

    a la noche, al nmero.

    El desierto tuvo humilladas casas salobres

    a la izquierda y ptalos esparcidos como heridas

    a su diestra el da del combate.

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    Si el sueo del trueno fue bueno,

    la mirada del cndor azul slo maldad

    como una oquedad terrestre.

    La polaridad, el azahar dormido sobre estrellas,

    la cordillera roja donde duerme el almbar

    siempre fue experiencia,

    magnitud profunda de sombra verdadera.

    As, el dos fue abismo y contraste,

    divisin mltiple necesaria

    para la abrasadora comprensin

    de la unidad del tiempo, del espacio,

    de la piedra y la palabra.

    Se tensarn los polos como truenos lineales

    y del problema final se hallar respuesta

    secreta, minscula, como una esmeraldasobre la nieve quieta.

    El sstole de luz necesit

    de un distole de slabas

    para desatar su silencio.

    Para que las ciudades estuvieran arriba,

    con sus crespones amarillos en las ventanas,

    los ros tuvieron que pasar su lengua azul

    ms abajo de los plidos muros de la niebla.

    Para despertar sobre los pies de la blanca

    espuma del acantilado, hubo que dormir

    sobre lgrimas glaciales, sobre los estambres

    marrones de la cama de las rocas.

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    El comienzo de la historia sagrada

    no fue con alfa, sino con beta.

    Para leer en negro

    siempre hizo falta blanco,

    y viceversa.

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    TRES

    Aquella tensin entre roca y espuma,entre fro y fuego, vendaval y silencio,

    fue redimida por el tres, aurora

    de brazos rojos, herido agua

    de idioma salobre.

    El tres fue la frontera donde nace el movimiento,

    la estrella verde amurallada de roco,

    la dinmica del equilibrio de la flor

    entre los cauces, la unin de tiempo y aire,

    la simplificacin de la espesura despeada del silencio.

    Antes del tres, lo limitado

    era el precio precipitado de la definicin.

    Luego, fue la estrella sobre el aire

    al fondo del desfiladero que acoge

    las paralelas y azules lminas del viento,

    desde donde contemplar el brillo coronado de los polos.

    Dos nios se disputan

    el juguete de la lluvia

    y una planta secreta,

    adulta como un arrecife de altos ojos,

    separa sus espadas de rosas altas y concretas.

    La aparicin de esta mano de luz,sobre estas dos hojas planas que se tocan

    en esta lnea fra de noventa grados,

    supone una piedra circular de aire para uno,

    un rectngulo de lluvia oscura para otro.

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    La misma experiencia del otoo

    siempre es distinta desde ventanas distantes.

    Pero el quieto esplendor del tres abandona,

    a travs de su distancia prisionera,

    el plano amargo de los otros, para hundir sus brazos,

    como dos tallos de agua secreta, en los dos

    polos huracanados, sin herirlos,diagonales ciegas de una vida de sombra.

    Es el tringulo el conocimiento de la ciencia de la lluvia,

    de la ciencia de la noche, smbolo de mirada furibunda,

    porcin azul y poderosa, medida de todo lo perfecto,

    flor del panal, sobre la hipotenusa tierna y callada

    de un cuerpo de lgrima celeste.

    El tres fue una ascensin antigua,

    dormida en los campos derramados de labios silenciosos,

    el rayo amarillo que extiende su brazo divino

    para desunir la lucha entre volcanes,

    para unir los siglos los hombres

    a los dioses como imanes.

    La base del silencio, la base de lo oscuro,

    la base del agua, el conocimiento cientfico

    anclado en la naturaleza, ese ro de guilas enterradas,

    se sostiene sobre el eslabn del espacio,

    sobre la cadena del tiempo,

    sobre el paso firme de la casualidad.

    Las lgrimas de estrella siempre fueron lquidas;

    sus horas, das, aos, slidos como angustia;

    su silencio, su cuerpo, su anhelo hermoso,

    siempre enterrado y gaseoso.

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    La divisin del martirio biolgico,

    sus heridas vacas, siempre fueron

    agrupado mineral, vegetal humedecido,

    espeso y olvidado, animal salvaje

    dulce y sangriento.

    Todo siempre fue presente trmulo,

    pasado imperial,futuro escrito.

    El conocimiento arterial y terico

    del mundo fue hmeda tesis,

    inmvil anttesis, clara

    sntesis derramada.

    Los colores hilvanaron su base

    de espesura en las arenas rojas,

    en el silencio azul, en el viento amarillo.

    Las frases hermanaron sus races

    en el aroma sujeto, en el delgado

    predicado y en el objeto renacido.

    El trino fue la ley del mundo,

    an sin nombre, celeste,

    impregnado de dominios.

    En la fertilidad de las llanuras,

    como lmparas verdes del planeta,una trada masculina,

    implacable extensin nocturna,

    engendra a otra, femenina y matutina,

    bajo el aire rumoroso y libre;

    actuando sobre s, como un resultado

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    sin rienda y sin races, fragancia

    generacional del mundo, justicia intersticial

    y terrestre que respira llanura, lanza flores

    y esparce nueve vidas

    desde los dominios de los nmeros.

    El punto final fue el principio de las cosas.

    La unidad impregnada de aire.

    El conocimiento de todo de la tierra rota,

    de la libertad terrible, de la muerte errante,

    fue el entendimiento de su origen.

    El factor creador global, coronado de jazmines,

    gua de los procesos hundidos en races,

    fue el primognito en el reino

    del musgo y el perfume.

    El tres fue la reconciliacin imparcial y rosada

    entre la unidad del invierno y la dualidad del verano.

    La divina paradoja que alimenta al hambre

    con silencio y sol sobre pirmides.

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    CUATRO

    Hijo del ciclo inicial,monacal y vorazcomo un pual de oro.

    Antes fue una estirpe masculina,supervivencia positivaen la hmeda sima de las flores.

    Ahora, una femenina rosa nupcialarrastra mariposas negativas por un mudofestival de interrogaciones clandestinas.

    La materia de la sangre se solidificen la hoguera de estelas agotada,tras un rumor sordo de besos y arrecifes.

    Como una corona invadida de sombra,qued ensartada en el camino del cambio,en la conversin de las nubes gastadaspor el tiempo claro.

    Orden tangible de los aromas destruidos,fundamento material de todo lo visible,del relmpago al ladrido,de la soga al apellido.

    Smbolo cuadrado de la tierra, ngulo rectoancho mar sin espuma hacia la luna.

    Lugar diminuto, morada misteriosa de lo oscuro,ocenico y concreto, de la armona hecha volumen,bruma de piedra donde descansa lo nocturno.

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    Al norte hubo semillas; al sur, hielo;al oeste, almas marinas; al este,tierras verdes y huesos.

    Lo rectangular, el olor oscuroa majestad marina de sus paredes sonmbulas,hicieron posibles las existencias, los ojos

    de los nios, la fertilidad en la vida.

    Cuatro fueron los libros sagrados;cuatro, los elementos rituales de las ciencias ocultas;cuatro, los extremos de la cruz, inmvil; cuatro,los palos sin races de la baraja; cuatro,los querubines secretos; y cuatro, los temperamentos;y el coro: soprano, contralto, tenor y bartono.Cuatro, las castas indias; las extremidades;y las fases de la luna, donde nacenlas olas de sombra sin ternura.

    Resultado de la trada espiritual,verde y desnuda, la cuaternidades el brillo antiguo donde los dos contrarios,vertebrados de ro y roco, no se destruyencomo linces asustados, sino que sonraz de una alhaja, secreta y roja.

    La adicin teosfica es casa solemne,elaborada unidad cargada de maana,regeneracin principesca alumbradaa un nivel oscuro y supremo. Resultado

    amasado de luz, fruto de divinidad,msica del viento rodeada de nueve planetas.

    Unidad oscura y diversidad agnica,

    nunca ms se encontraron

    en la lnea de sangre de la lucha.

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    CINCO

    El cinco, el individuo,el guerrero que construye

    sobre la cuaternidad concreta

    su soledad indomable.

    El cuatro fue la imagen de la naturaleza,

    el color del sendero en rfagas de viento

    y fragmentos de madre tierra, armona final

    endurecida, reflejo mismo de la tierra

    antes de aparecer el hombre

    en la tiniebla natural atada al bosque.

    Y aquel individuo, capaz de explicarse

    ya todo lo acaecido antes que l,

    millones de aos antes, frente al rbol

    rojo de la memoria, pide su estandarte

    de armona, irrevocable; y cuando tierra y aire,

    y piedra y tiempo, le entregaron el secreto

    del agua, la perfeccin de lo material

    encontr su contrario para ser reconocido.

    Se hizo frente a la naturaleza,

    a su perfume hmedo en la oscuridad sonora,

    para tomarla en su conciencia

    como la maravilla unnime de su verdad.

    La contemplacin, la atmsfera glacial

    del maz salvaje, exigi distancia, separacin

    entre la sangre y el sonido,

    entre el fulgor secreto

    y el tiempo vano transcurrido.

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    La unidad existente en la atemporalidad,

    en esos ocanos incendiados de rboles sin patria,

    la armona de las sombras reptando sobre el tiempo,

    la totalidad de los seres repartidos entre selva y agua,

    todo, intent manifestar su silencio remoto

    devorado de lneas, mediante la evolucin,

    la gota del llanto,

    el aullido del viento en las praderas.

    Para ello necesit de un polo opuesto,

    de una serpiente solitaria, de un ciervo herido,

    an en condiciones de notar, entre flores secas y negras,

    que el aire desemboca siempre, al final, en lo ms alto.

    Y fue el hombre, tierra atormentada de agua y cielo,

    quien tuvo presente el pequeo cometa de armona

    de lo divino, quien percibi que las estrellas lloran

    con lgrimas blancas de nieve

    en la noche extensa de los sueos.

    As, el cinco se situ, como la luz

    implacable del relmpago, en el centro del mundo,

    sobre el bosque destruido de noche fra,

    como necesaria forma de contemplacin tridimensional

    sobre el cereal antiguo,

    punta de pirmide de la tierra.

    El mundo creado, encerrado

    en la tormenta de su propia perfeccin azul,arco iris salvaje que devora las multitudes

    esplndidas en su unidad ensortijada,

    encierra a su contrario marino y quinquenal

    que se observa a s mismo, grito de mar, grito claro,

    de luz marina, conocimiento de lo alto,

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    significado del tiempo, del antes y el despus,

    del manantial ahogado,

    de lo ms profundo de la luz de la pirmide.

    El cinco, sol sobre las cosas, es el centro

    de lo existente, all entre el paraso perdido

    y las huellas de las aves en el hielo.

    Entre la polaridad terrestre, rfagasatravesadas de arrecifes, y la polaridad celeste,

    mancha litoral de luz y arena.

    Entre dos mundos dominados por la geografa,

    cuatro aromas virginales a un lado,

    cuatro tinieblas de sangre desnuda al otro,

    grandioso reparto, dilema tierno, antes del diamante

    y la miel hilada en la tormenta, unin

    de ambos mundos de semillas,

    mediador de dos polos de rboles y estrellas.

    Tu signo fue lnea y crculo,

    arquitectura curva de sangre sobre flores enterradas,

    mundo material como ptalo o planeta enlazado

    a ese rbol nube, mundo espiritual

    de flores enraizadas en el agua.

    El hombre qued frente al mundo,

    con su libertad escondida en los fragmentos

    de las voces en los frutos, para experimentar

    la vida, la lucha, los secretos,el aire ahogado de s mismo.

    Si lo divino era una luz no conocida,

    el hombre fue sombra,

    pena innumerable en medio de la tierra.

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    En la unidad de la luz no haba movimiento,

    ni error, ni muerte. Pero la sombra trajo matices,

    viento secreto en su columna incesante,

    cautiva de los siglos.

    Fueron dos polos de luz, dos trpicos dorados,

    y un ecuador, testigos de la primavera de la tierra.

    El hombre es luz y sombra, distancias

    de un reino de horas sealadas.

    Sombra matiz de luz,

    nunca oscuridad cautiva del secreto.

    Luz, gracias a una luz mayor,

    mayor que los siglos o las piedras innimes.

    Cinco fueron las vrgenes prudentes,

    olas blancas suaves como aceite en la alta noche;

    cinco fueron las necias, labios cosidos

    al silencio del destierro de las flores.

    Suma de s, los mandamientos fueron cinco

    rdenes en una tabla unida a una tiniebla,

    ms cinco deseos hundidos en otra piedra igual

    besada por el viento, escrita

    con la letra de la lluvia

    sobre los mrgenes de la libertad alta del hombre.

    El pentagrama fue ventana fra,

    estrella de cinco puntas, donde se arrojel secreto de la luz y de la sombra,

    la transparente seccin urea, eterna

    como la ternura escondida en la harina,

    inmensa en el crter circular y divino,

    llave de luz, parte y todo,

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    hacia la que ensanchar la libertad,

    sombra desnuda.

    Fue el gnesis, antiguo dolor oculto,

    obra numrica que remite en nombre del hombre

    entrada en el tormento

    y en nombre de la palabracepa natural florida, a la ley,

    signo zodiacal, estrella del pueblo.

    Ser la misin del hombre,

    su transcurso peregrino, tiempo frgil,

    el cambio de la ley, de los surcos

    contemplados en la tierra,

    con su adecuado proceder, siempre errante.

    Toda religin, estructura organizada

    de flores y titanes, creci desde la polaridad,

    en extravo amargo, hacia la individualidad

    empapada de luz clara,

    jerarqua armnica de totalidad y ocano.

    Desde el barranco de la alquimia,

    con sus almenas de pjaros y nubes, llueve,

    como un racimo fro, la quinta esencia,

    piedra del saber, consecucin de la humanidad verdadera,

    mar profundo alfombrado de estambres y primavera,

    cinco sentidos como heridas para conmoverse

    ante la experiencia espiritual,

    siempre su sino.

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    Aquello que habitaba en las alturas,

    donde la noche palpitaba enlutada de violetas,

    aquello que se diriga a la polaridad de los recuerdos,

    slo poda experimentarse como un volcn

    abierto de tormento, reflejndose en dolor,

    desangrndose de sueos en la tortura pura

    de los espejos ardientes de su carne.

    Pero slo el espejo en otro espejo

    la lluvia sobre un mar de lluvia,

    el reflejo reflejado otra vez, origina

    el silencio tenebroso de la imagen original,

    gota de agua tal y como fue creada.

    Y fue lo polar, las grutas en la nieve,

    lo femenino, como una adolescencia sin dominio,

    lo que indujo al roce de secretos, al sexo

    de ptalos de fuego tiendo los cuerpos de victorias;fue la experiencia amamantada de primavera y noche

    la que sostuvo el derrumbe del mundo y de su azufre.

    El carbono, con sus prpados

    aplastados de sueo, fue el elemento fundamental

    de la fibra de la vida orgnica. El seis

    fue su nmero de orden

    y la carga de su ncleo.

    As, la piedra base de la qumica orgnica,

    su podero acumulado de tormentos,la base de las uniones aromticas

    ms all del aire, de la luz y de los seres,

    lo forma el perfecto anillo de benceno, anillo del seis,

    de los seis secretos de las guilas,

    de los seis colores fros de la primavera.

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    Entonces, en la luna de miel de la qumica,

    en su aurora de sexo, se unieron la molcula

    de glucosa y fructosa, batalla slo de armaduras,

    con sus seis ejrcitos de tomos limpios de carbono.

    Todo desea la sntesis,

    la fusin sobre los muros blancos:

    el aceite llorado sobre campos,

    las piedras desangradas de silencio

    sobre el peso del crepsculo.

    La geometra sembr sus alas forestales,

    de monte a monte, de nube a cauce.

    Lo bidimensional, con su piel mojada

    de sombra y jazmn, dibuj su estrella

    de seis puntas, agua de cristal, copo de nieve,

    donde lo tridimensional, ebrio de sangre y lluvia,

    y luz y trueno, impuso su cubo abatido,smbolo del mundo, terrn de estirpe oscura,

    cruz golpeada de fuego y de dulzura.

    De las cavidades, de las dimensiones,

    segunda, tercera, se extrajo un hexgono de roble,

    un hexaedro de piedra fue su cueva,

    lleno de ptalos azules,

    de fro y clera perfectos.

    El seis es nmero perfecto,

    siendo la suma de sus miembrosel mismo nmero, sin rostros enemigos

    que desfiguren su sombra color de luna,

    par, femenino, conduciendo su reduccin

    a la unidad, con suavidad de terciopelo.

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    El mundo, sus seres vivos en tierra y ocanos,

    territorio sacudido de belleza y de tormenta,

    fue creado en seis das, con seis

    noches duras como espectros.

    Quince veces suma teosfica del seis

    se menciona al hombre,

    a su sangre construida de montaas,

    en el gnesis, blanco y glacial, sobre los siglos.

    El seis es parte y suspiro de perfeccin,

    la crea, como un lquido escondido

    en el sendero de los das, centro cabalstico

    donde se halla el bello cetro del rbol de la vida.

    El sexto mes se envi al ngel

    para anunciar el nombre de la virgen

    a las tierras, a los ros, a los muros,

    sobre las voluntades adornadaso agresoras como guilas violentas.

    La sangre del crucificado eman

    el sexto da de la semana, en la hora sexta,

    y estableci la libertad, el secreto

    doloroso de la rosa, sobre la tierra

    muerta y desangrada,

    el da que el hombre incendi el infierno.

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    SIETE

    Se abandon el mundode las formas concretas,

    por escalones de sal

    se traspas la frontera de la fsica.

    El siete forma, en su altura

    de amor y tristeza, el producto

    de su llanto a partir de dos miembros

    contradictorios en principio,

    como montaa y camino,

    pueblo y batalla.

    El siete es lnea recta de luz sacrificada,

    carcter primitivo de la unidad,

    de la silenciosa semilla que germina en la tierra,

    congregada fruta del mundo nuestro,

    de ms all de nuestra tierra de hoy,

    unido a los fenmenos de las slabas ardientes,

    a lo perfecto de las praderas de rosas

    donde galopa el aire sagrado y completo.

    El mundo tridimensional

    de la polaridad, desde donde los planos desgarrados,

    simbolizados en el cubo, ascienden

    su perfeccin en la suma alta

    de sus caras opuestas, fras, exactas,polares, surge como un hielo de mar

    donde desaparece el sol con sus rituales.

    Nmero ordinal divino, espiga dorada

    que une los vnculos dispersos, dirigente,

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    opuesto, desde tu gloria desgarrada no se puede

    construir la luz muerta en la regla de oro y el comps,

    nmero primo del sol, fruto, aroma,

    y simiente frtil de la tierra, timn

    que nos conduces al mundo paralelo y opuesto

    a travs del tiempo que nos sigue.

    Espejo para el mundo, bandera de luzen las paredes rotas, reflejo

    hacia donde dirigir el cambio necesario,

    momento de perfeccin en el minuto muerto

    que impides la prdida

    de las partes inconscientes.

    Tras siete montaas,

    siete enanitos sacan el mineral de lo inconsciente,

    nacido de nuevo duramente, de la madre tierra,

    credos para siempre sumergidos,

    hasta la luz del da, pura, perfecta,

    como nieve intacta o alma de diamante.

    El siete es activo, como un secreto extrao,

    masculino, como lmite martimo,

    creador de imgenes,

    como gotas de sangre en el invierno.

    Como una condicin del equilibrio,

    abandonado de incompleto,

    es el principio de lo justo, argamasa agreste,seria como casa de madera,

    bien hundida en las races de la tierra,

    dimensin clara de la unidad

    arenosa del mundo.

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    Con los siete ojos de tu corazn callado,

    desde tu indestructible posicin paterna,

    mueves el carro del mundo

    empujado de avalanchas giles de claridad,

    como un ejrcito dorado, disciplinado

    en la balanza entre pueblo y soldado,

    hasta la sptima casa, donde suea el horscopo

    en su tumba victoriosa, mientras se alimentaa cuatro mil jinetes con siete panes

    y algunos peces desterrados,

    aun sobrando siete cestos,

    como un recuerdo masculino

    de sombras y juramentos en los campos.

    Como en sueo de faran,

    sangre gobernada desde el hambre, siete

    vacas flacas como novias exiliadas devoran a siete

    vacas gruesas como casas iluminadas en la noche,

    donde crecen siete tallos verdes

    de un tallo dorado y enigmtico

    como palabras suaves, tiernas,

    secas y altas como espigas.

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    OCHO

    Camino inmaterial, ms allde las cordilleras de pureza

    donde, desde tus races a tu rostro,

    hacen tus hectreas y tu sombra

    algo mental e incorpreo.

    Abarcaste la polaridad en tu linaje,

    como un viento grande, para crear

    la unidad en tu territorio de pan y alba pura,

    lmina fresca vallada de trbol y cereales,

    que bordea el camino de la materia,

    arenoso retorno a la posibilidad, gua sin puertas

    en el silencio derramado

    en la frontera de confines y reflejos.

    Testigo de ti mismo, curva plana,

    lemniscata, encrucijada en torbellino

    que diseminas en giros el cambio eterno,

    en hallazgo y curva, extensin donde

    duerme la fuerza interior

    de la indestructible primavera.

    Como un ro de luna entre dos cauces de sol,

    en el declive de tu valencia tiene un hueco

    el equilibrio interior, la luz rebelde

    y la cuna del diamante agonizante,jerarqua eterna de tinieblas que excluye el aire,

    invadido de noche y sacrificio, que persigue aldeas negras,

    filos de espadas de charol

    para sesgar las ocho puertas de gata del averno.

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    El hombre, como una luz renaciente,

    fue creado a imagen y semejanza de su luz,

    ante el espejo eterno y ancestral, llamando

    al firmamento cielo, rayo azul reciente

    en las tierras y los siglos, paz germinadora de diluvio,

    a cuya caudalosa transparencia slo sobrevivieron

    ocho hombres, tiernos como adobe en agona.

    El ocho, lucha geomtrica del todo,

    parte y funcin de mrmol, es la progresiva

    divisin en dos del crculo del agua realizado tres veces,

    por encima de la materia, en la vertiente

    de la frmula oculta, divinidad

    inagotable de dimensin y experiencia.

    Los nmeros primos,

    masculino pensamiento fro,

    elevados al cuadrado de su rostro,

    son consciente nombre, palabra de tierra,

    de su principio ardiente de actividad.

    En la tierra amable de nubes octadricas,

    se esparce libertad y manzanas azules,

    que flotan en gases nobles, grupo nulo de cautiverio,

    octava de la qumica,

    mampostera inerte de ocho electrones exteriores.

    En la noticia secreta del ocho

    se esconde la vctima de sombra,que yace en el altar de ocho esquinas indomables,

    ritual de un sacrificio, inmolacin

    de la forma informe convertida en frmula de muerte,

    sobre las crines ciclnicas de sangre revestidas.

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    NUEVE

    Omega del mundo numrico,puerta y parntesis de la forma

    de los fenmenos, hacia donde

    se dirige la energa desbocada,

    ave extranjera que escribe en el aguay ordena las nubes,

    principio del nacimiento de las cosas.

    Eres el uno lleno de dimensin,

    de corazn brillante, condicin prpura,

    jinete bravo con manos de luz vertiginosas.

    En el nueve se manifiesta lo oculto

    dentro de la unidad, la vida meterica,

    la creacin patricia, los ptalos

    de olas que sobre el mar cabalgan.

    El objetivo de cada germen es dejar

    su trono vaco, manifestar su huracn de marfil

    y escalofro, destapar su identidad interior

    y frentica, su volcnica verdad oculta,

    siendo continente y contenido idnticos,

    como oro muerto o piedras arrojadas.

    Las matemticas nos desvelan el secreto

    exacto de su infancia: la multiplicacin,en matrimonio o azahares solitarios,

    no es ms que continua adicin de lgrimas

    en la patria nevada, idolatrada montaa

    sobre una ola que golpea y yace aplastada

    en la arena negra.

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    CERO Y UNO

    Entre el cero y el unose halla toda la tensin original

    nutrida de misterio y materia de la vida.

    El cero, rfaga insigne, tierno temible,que no es nmero natural ni cuerpo invencible,

    existe para la nada, para el duro dominio

    de lo incomprensible, la dimensin libre, delgada,

    desconocida, inane, eterna grandeza

    del vaco hipottico, descubierto, pensado

    al tiempo en varios puntos de la Tierra,

    para resolver el camino hacia la primera

    energa primitiva, sangre y lgrimas

    lloradas donde brotan claveles.

    Un abismo, ardiente y grande como un relmpago,

    separan a cero y uno, urna oscura

    de imposible acceso para el hombre.

    Slo en la asociacin amanecida de lo imposible,

    el diez es final de un camino, pradera

    donde galopa, inclemente, celestial,

    la matemtica.

    Ceros y unos de longitud ene para la informtica,secreto bordado en lo profundo de la tecnologa,

    que unir arte y matemtica en los ordenadores

    universos de las pautas repetidas, frmulas

    intuitivas de la geometra de la naturaleza

    que desembocar en lo fractal,

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    explosin infinita de creatividad digital

    conquistado a lo lquido, a lo fro, a la luz inerte,

    latitud secreta de colores

    en las clulas algortmicas del arte.

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    DIEZ

    Nace lo perfecto en el reino vaco,creciente y constelado.

    El conocimiento se transforma a s mismo,

    como las victorias derrotadas en los truenos,para comprender lo concreto

    con la imperfeccin impuesta al hombre

    desde que vio la malherida luz del da.

    El trato del silencio con los arquetipos numricos,

    de uno a nueve, es orden y medida, voz de agua

    en la primavera esparcida un da de viento,

    expresin de la ley personificada en el diez,

    dominio de smbolos y formas a lo que todo

    se somete como una memoria luminosa

    en un camino de sombra, impalpable y areo,

    como un temblor de la historia.

    Si el hombre pudiera, desde su huda inaccesible,

    conocer y comprender el orden,

    sera un ser superior a s, a su misma fortaleza

    ferruginosa desde la que atisba palabras, frutas y tormento,

    hasta ser parte del orden mismo,

    ancho ro de sustancia donde construye su sueo.

    En el diez convergen las unidades naranjasde la noche, y la divinidad alta,

    de estrella, de bandera amada.

    El hombre se pone en contacto

    con el camino de lo divino, con el oro

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    desangrado de tiniebla, con el silencio nico de la tierra,

    con lo contrario a su existencia de ptalo negro y ciego,

    y lo encuentra dentro de l, dentro de su rbol

    oscuro esclavo de la sangre, dentro de la voz

    escondida en su secreto,

    en esa memoria mgica donde se custodia su conciencia.

    Pero el mundo de las formas, de la arena aparecidaal desenterrar la soledad, no puede ofrecer nada

    definitivo, como el pan o la piedra, ni nada

    contradictorio, como el cielo o la llanura,

    permaneciendo siempre la primitiva

    y ceremonial causa de lo infinito: la nada;

    la impasible paradoja,

    expresin de la perfeccin que nos acoge.

    El diez es seor del mundo,

    tomo de tiempo, sangre permanente,

    estable geologa de cal y plata

    donde se oculta la unidad.

    Un nuevo ritmo emana del diez,

    sistema decimal de briznas y ciudades,

    cumplido temblor en la triple trinidad que le precede.

    Dos quinquenios teosficos levantan

    las columnas de tu tierra emancipada,

    individualidad contradictoria donde se mezclan

    las fibras del tiempo y el dolor humano,a travs de la suave lentitud de los siglos,

    espacio y tiempo unidos por las palabras altas,

    delgadas y suaves como dolores insepultos.

    Pero todo se suma, no se destruye.

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    Los nmeros describen sta eterna transformacin,

    perfecta, y a veces olvidada

    como la tierra que acaba en el mar.

    Y la transformacin contiene muerte, muerte inmensa,

    como la fatiga y la sangre en la batalla,

    camino de la perfeccin, de la multiplicidad

    agujereada como un da de sol sin tregua.

    La muerte es, pues, remedio

    para la experiencia insepulta

    de unidad dormida y estabilidad estrellada.

    El diez une las polaridades,

    ltimas cortezas de geometra germinada,

    reconocidas como individualidades curvas, rectas,

    como la pureza dormida en las semillas,

    tendencia natural a cumplir la ley del desarrollo.

    El diez no pertenece a este mundo

    de primavera y transcurso,

    que borra los nombres de las lpidas,

    canto dormido derramado de voces.

    Pertenece a lo supremo, al manantial

    divino y caudaloso

    que hunde las slabas al fondo de las aguas.

    Diez mandamientos sin tiempo ni victoria,

    antigua orden solemneen el desierto salitroso de los pueblos.

    Con diez palabras se cre el mundo,

    movimiento fro

    en la pgina nocturna del silencio.

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    FRUTO FRACTAL

    La matemtica,con su ejrcito indmito de nmeros,trat siempre de poner ordencon su baluarte idiomtico de luz,

    en el reino del caos ms completo, que es el mundo.

    Pero las nubes no son blancas esferas;las montaas no son conos perfectos;la corteza de los rboles, residenciaajardinada de insectos y sombras,no son matemticamente lisas ni planas;ni los relmpagos desplazan su blancoestallido de luz en lnea recta.Sus caticas formas, observadas de cercacomo si fueran una hoja de un libro nuevo,

    son una manifestacin desveladade la geometra del caos en que morimos.

    Las soolientas y caticas formasdel humo que se eleva, de las olas inhspitas,del fuego hambriento de oxgeno azul,mirado bien de cerca, se repiten infinitamente,a distintas escalas del mismo objetoejrcito fiel de arterias o ramas en el rbolen una silenciosa invasora autosemejanza,reina indiscutible de la naturaleza.

    stas recin entronadas formas de lo fractal,buscan en su abismo de coloresla estructura profunda y resistente de la irregularidad,cimiento infinito del caosque rige la inmensidad de todo lo visible.

  • 8/3/2019 libro_carlos_escartin

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    La misma luz de un sistema simplede tres cuerpos trinidad que gobiernala noche estrellada es catico,impredecible en el largo plazoconstruido de tiempo, magnitud y planeta.

    La longitud misma superficie de sal, estatua hundida

    de los objetos fractales que rodean nuestra vida,hace de la dimensin fractal de un simpletringulo equiltero traicionada hermosura desnudauna tendencia implacable, por su insostenibletorrente de autosemejanza,hacia su infinito interior ms insondable.

    Todo es en lo ms profundoigual al contorno de sombrams inmenso y externo que lo protege.

    A travs de la iteracin,de la sangrienta e inagotable repeticinde un mismo procedimiento geomtrico de arena,o de una misma funcin de agua,al resultado obtenido de la oblicua estrellade la operacin anterior, dentro del tormentorepresentado de los nmeros complejos,como un vaco socavado en el aire realde lo imaginario, se obtendr un conjuntode puntos como crteres desesperados

    del plano complejo del tiempo que huyeimpulso veloz de fuga dejando tras suna imagen bella de energa transparentevestida de formas y color, hacia su infinito,su esencia, su caos perfecto, su arte,donde se sobrevive.