libro revelador

40
Libro revelador: HITLER VIVIÓ Y MURIÓ EN CHILE El periodista Osvaldo Muray, quien en 1966 cogió uno de los primeros hilos de la madeja que llevaría a desentrañar los misterios del caso de Colonia Dignidad, y que siguió desenredando en las páginas de Ercilla hasta los resultados que conocemos hoy, prepara un libro que dará que hablar. Su título es Chile: El último búnker de Hitler. El siguiente es un anticipo de su investigación, del análisis de las evidencias que ha reunido y de la posible huida del Führer desde Berlín para refugiarse en una isla del sur de nuestro país. N° 3.295 del 5 al 18 de junio del 2006 Cualquier persona Desde la base del faro Carranza, en la Séptima Región, se pueden observar los restos del submarino destruido, encallado en los roqueríos a no más de un kilómetro de la playa.

Upload: debs0623

Post on 07-Dec-2015

239 views

Category:

Documents


4 download

DESCRIPTION

T

TRANSCRIPT

Page 1: Libro Revelador

Libro revelador: HITLER VIVIÓ Y MURIÓ EN CHILE

El periodista Osvaldo Muray, quien en 1966 cogió uno de los primeros hilos de la madeja que llevaría a desentrañar los misterios del caso de Colonia Dignidad, y que siguió desenredando en las páginas de Ercilla hasta los resultados que conocemos hoy, prepara un libro que dará que hablar. Su título es Chile: El último búnker de Hitler. El siguiente es un anticipo de su investigación, del análisis de las evidencias que ha reunido y de la posible huida del Führer desde Berlín para refugiarse en una isla del sur de nuestro país.

N° 3.295 del 5 al 18 de junio del 2006

Cualquier persona que se haya interesado en Adolf Hitler, dictador de Alemania y fundador del nazismo, sabrá que su destino final se ha equilibrado entre dos alternativas: a) Se suicidó en su refugio subterráneo de Berlín, junto a Eva Braun –luego de casarse con ella–, y los cadáveres de ambos se consumieron en una pira alimentada con 200 litros de petróleo. Dicha tesis fue aceptada finalmente por los

vencedores de la Segunda Guerra Mundial en Europa –

Desde la base del faro Carranza, en la Séptima Región, se pueden observar los restos del submarino destruido, encallado en los roqueríos a no más de un kilómetro de la playa.

Page 2: Libro Revelador

los Aliados, encabezados por Inglaterra, Rusia y Estados Unidos– que pronto se olvidaron del Führer. b) Hitler escapó de Berlín y abordando un submarino, integrante de un convoy de naves semejantes, se dirigió al sur del planeta.

En esta parte de la teoría hay dos versiones diferentes. La primera, que se refugió en un escondite subterráneo en un remoto y casi inexplorado territorio antártico, descubierto y bautizado por los noruegos a comienzos de los años 20 como Tierra de la Reina Maud. Y que esta tesis no era una locura lo demuestran las expediciones militares norteamericanas que fueron a la Antártida en busca de un posible búnker secreto del Führer. La segunda versión asegura que Hitler buscó refugio en Argentina, muy cerca de Bariloche. Autores que han teorizado profusamente sobre esta última posibilidad aseguran que Hitler asistió a algunas cenas en su honor, o que conversó con varias mujeres que lo reconocieron como el desaparecido líder de los nazis.

Cuando el fantasma del Führer se atravesó en mis afanes periodísticos, a fines de los años 90 y en forma impensada y sorprendente, se entreveró con el tema de Colonia Dignidad (que era mi propio fantasma desde 1966), pero rechacé la idea por demasiado fantástica. Sin embargo, algo había sucedido a fines de los 80 que me hizo repensar el asunto. Cierto día, un periodista del diario “Fortín Mapocho” –Sergio Gutiérrez Patri, editor nacional del periódico, en el que yo era editor del sector Justicia– se me acercó acompañado de una persona que lo fue a visitar, diciéndome: “Te presento a un apreciado amigo, don Pedro Mansilla, arquitecto del Ministerio de Obras Públicas y destacado competidor internacional de deportes submarinos, quien tiene una historia que te va a interesar”. De esta manera conocí a

Page 3: Libro Revelador

Pedro y escuché su sorprendente relato sobre el hallazgo de un submarino, a doscientos metros de una desértica playa en el sur chileno. Junto con su relato, Pedro me dibujó un plano con la ubicación del navío.

Pero los periodistas vivíamos horas turbulentas en Chile. Se había ganado el plebiscito, que puso fin al régimen de Pinochet y el país se aprestaba a su prueba de fuego: una elección democrática para designar un presidente de la República, luego de 17 años de dictadura. Nadie tenía tiempo para submarinos misteriosos. El relato de Pedro Mansilla y el plano de ubicación del navío quedaron para mejores tiempos, archivados en la memoria.

EL SECRETO DE DIGNIDAD

A fines de 1997, a casi una década de la entrevista con Mansilla, caí en la cuenta de que Colonia Dignidad había cumplido treinta años como noticia y los escándalos en la organización germana seguían vigentes, y en aumento, como vigentes estaban este reportero y la revista Ercilla, autores de la denuncia que sacó al enclave alemán de su siesta pueblerina, en marzo de 1966. Entonces propuse publicar una serie de crónicas con un recuento histórico, haciendo notar que Dignidad, que fuera información exclusiva de Ercilla en 1966, había cumplido tres décadas en el plano noticioso y continuaban las informaciones sobre irregularidades como en sus primeros tiempos. Por aquellos días, la justicia iniciaba un nuevo proceso contra el inubicable Paul Schaefer, esta vez a petición del Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

Frente a este renacer del caso, volví a los enigmas de Colonia Dignidad mientras comenzaban a suceder cosas inesperadas. Cierto día de la primavera de 1998,

Page 4: Libro Revelador

conversando con un analista policial sobre el oculto poder que parecía tener Schaefer, me dijo: “Hemos llegado a la conclusión de que este sujeto posee el conocimiento de algún gran secreto, tal vez de carácter político, por lo que nadie se atreve a hacerle frente”. Y agregó sobre la marcha: “Y ese secreto debe ser de tal magnitud que ni siquiera el Gobierno alemán adopta una decisión drástica sobre la colonia, pese a que en Berlín se conoce al dedillo el régimen de esclavitud que agobia a los más de trescientos colonos”. Le pregunté cual podría ser dicho secreto y mi amigo replicó: “Es una sospecha solamente, pero demasiado fantástica para hablar de ella”.

Esta breve conversación me dejó cavilando un par de meses. En esas cavilaciones descarté que se tratara del ocultamiento en Dignidad de alguno de los criminales de guerra nazis “sumergidos”, tales como Borman, Méngele, o algún otro de la cincuentena de grandes asesinos del Tercer Reich, aún con vida. A fines de los 90, los “sumergidos”seguían capeando la intensa persecución judía. Contribuyendo a descartar a los criminales de guerra prófugos, consideré que todos ellos tenían órdenes de captura cursadas por Alemania y otros países, por lo cual no gozarían de la protección del Gobierno germano. Asimismo, los jerarcas de la Colonia habían asegurado que en sus tierras no le darían refugio a ningún nazi connotado. Dignidad evitaba teñirse públicamente de nazista, porque tal etiqueta pondría en peligro su secreta misión oficial, cual era ser un enclave anticomunista para evitar que Chile se convirtiera en una segunda Cuba.

Pero esta oculta “misión” de Dignidad, aceptada sin reparos por los gobiernos de Jorge Alessandri y los que le siguieron, y apoyada alegremente por numerosos

Page 5: Libro Revelador

políticos de derecha y centro, planteaba una nueva interrogante: ¿Por qué la Inteligencia alemana se preocupa del comunismo en Chile, que es el coto de caza privado de la CIA? Y un segundo enigma: ¿No habrá otra razón, más oculta aún, que el combate anticomunista, y que este combate sea un biombo que oculte otro secreto más trascendente para Alemania?

De tanto darle vueltas al asunto, recordé de pronto a Pedro Mansilla y su submarino… ¿Submarino? Y la palabra me trajo el recuerdo de algunas conjeturas surgidas en diversos ámbitos, especialmente europeos, luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial. Esas teorías aseguraban que Hitler había escapado al sur del mundo en una flotilla de submarinos, pero nadie, hasta ahora, había mostrado alguna de tales naves como prueba de indiscutible seriedad.

El próximo y obvio paso era estudiar a Hitler, a los nazis y los últimos días de la guerra en Europa; mejor dicho, la batalla de Berlín. Decididamente, el fantasma recurrente de Adolf Hitler Polz se había instalado en mis preocupaciones. En esta pesquisa, que me llevó a penetrar en las profundidades de medio siglo de historias y rumores, yo buscaba antecedentes que desvirtuaran mi idea del Führer en Chile. Durante dos años estudié libros y crónicas periodísticas que hablaban sobre el tema, esperando que en algún momento surgiera la prueba definitiva de que mis sospechas eran erradas y que Hitler jamás pisó tierra chilena.

¿SUICIDIOS EN EL BUNKER?

Pero ante cada hallazgo de nuevos antecedentes aparecían algunas evidencias que afirmaban lo contrario, puesto que todos los hechos conocidos y

Page 6: Libro Revelador

registrados históricamente apuntan a la fuga del Führer pocos días antes que finalice abril de 1945. Esto significaría, por ende, que el matrimonio de Hitler con Eva Braun corrió a cargo de un par de infortunados dobles –o sosias– de uno y otra, quienes, desgraciadamente, fueron asesinados sin testigos en la habitación privada de Hitler. Y es un hecho confirmado que el Führer usaba a sus dobles en ciertas actividades públicas por motivos de seguridad o para confundir a sus enemigos. De este modo, los dos asesinatos en el búnker se hicieron pasar por suicidios.

Es tan tan poco fiable la identificación de los cadáveres por parte de los testigos que se “reclutaron” para este trágico montaje, que una cocinera, al serle preguntada por las autoridades de ocupación aliadas si estaba segura de que el cadáver que vio era de la Braun, afirmó: “A ella la sacaron envuelta en una frazada para quemarla, pero le sobresalían los pies y llevaba los mismos zapatos que usara en la mañana”. Vale decir, la mujer identificó un calzado semejante al que usaba Eva Braun, pero no a la supuesta esposa del Führer.

Otra de las precauciones adoptadas para encubrir la fuga la tomó el mismo Hitler, al exigir a su hombre de confianza, su chofer personal, que tras su suicidio y el de Eva los rociaran con 200 litros de petróleo para reducir los cuerpos a cenizas, “porque no quiero ir a parar a un museo de Moscú”. Pero es también creíble que la finalidad de la incineración era evitar que los vencedores recuperaran los cuerpos y constataran que los supuestos suicidas eran perfectos sosias de ambos. Esta estratagema resultó, porque los vencedores, oficialmente, aceptaron la identificación de los restos sin contar con pruebas científicas rigurosas. No obstante, a título personal, todos los líderes –tanto

Page 7: Libro Revelador

rusos, que hallaron los cuerpos calcinados, como los demás aliados– dijeron desconfiar de esa solución, para opinar que Hitler se había dado a la fuga. Y dichas opiniones eran para tenerlas en cuenta, porque las emitieron Stalin, Eisenhower, Bedell Smith, el mariscal Zhukov y el coronel-general ruso Alexander Gorbatov. Este último era el representante de Stalin en la Kommandatura de Berlín y declaró a los periodistas occidentales el 30 de julio de 1945 que “no hay la menor prueba de la muerte de Hitler y lo más probable es que haya escapado de Alemania”. A mayor abundamiento, todos quienes de una u otra forma tuvieron que ver con la invasión y ocupación de Berlín, fueron de la misma opinión.

EL GRAN ESCAPE

A estas alturas de la pesquisa era más que obvio que Hitler se había escapado del Führerbunker. ¿Cómo lo hizo, cuando la capital del Tercer Reich estaba rodeada de soldados rusos por sus cuatro costados? Encontré varias versiones del sistema empleado para el gran escape, pero la que más se acerca al trayecto seguido entre su refugio y el puerto noruego de Kristiansund –donde le aguardaba la flotilla de submarinos– curiosamente la publicó la revista chilena Zig-Zag, el 16 de enero de 1948, señalando:

“El 30 de enero de 1945, el capitán Peter Baumgart transportó a Adolf Hitler, a Eva Braun y a un grupo de leales amigos, desde Tempelhof (aeropuerto de Berlín) hasta Tondern, en Dinamarca, y desde allí a Kristiansand, en Noruega, donde les esperaba la flotilla de submarinos”.

Esta versión necesita algunos reparos y precisiones. De partida, la fecha de la fuga no corresponde en absoluto

Page 8: Libro Revelador

a los hechos conocidos. La fecha más aproximada es la del 19 de abril en adelante, cuando el propio Führer le dice a Karl Doenitz que a partir de ese momento él desaparece y el Gran Almirante (es su título por ser el Comandante en Jefe de la Armada alemana. N. del A.) debe asumir la conducción del Reich. “Usted es un soldado –enfatiza perentoriamente Hitler a Doenitz– y debe obedecer mis órdenes. El marino, no obstante, recién a fines de abril, toma el mando de Alemania y el cargo de Führer (máximo jefe militar).

En la información de la revista Zig-Zag de 1948 se dice que a Hitler le acompañó en su fuga, aparte de Eva Braun, un grupo de amigos. Esto es coherente con otra versión que asegura que el Führer fue llevado a Dinamarca en un avión “Arado 555”.

Aquí es necesaria una explicación aclaratoria. Los últimos personajes que llegaron o salieron de Berlín –mejor dicho, del búnker de Hitler– en el mes de abril, lo debieron hacer en pequeños aviones que podían aterrizar o despegar desde una amplia avenida frente al edificio de la Cancillería del Reich (sede del Partido Nazi), conocida como el Eje Este-Oeste, por lo cual es muy posible –y eso nos permite fijar con mayor exactitud la fecha de la fuga– la presencia del Arado 555. Este avión era capaz de transportar a varios pasajeros, lo que es imposible para un pequeño monomotor que a lo sumo transporta a dos o tres personas. El Arado era un monstruo del aire, pero llegó demasiado tarde, como muchas otras armas secretas de Hitler. Se trataba del primer avión a reacción del mundo, dotado de seis motores y capaz de ir desde Alemania a Nueva York, dejar caer cuatro toneladas de bombas y regresar a su base, sin reabastecerse de

Page 9: Libro Revelador

combustible.

Pero hizo su aparición cuando ya Alemania había perdido la guerra y el único aparato que salió de la fábrica Arado sólo sirvió para rescatar a Hitler desde su refugio y llevarlo a Dinamarca.

Ahora, si el Arado despegó desde Tempelhof significaría que la fuga se inició, a lo menos, una semana antes que terminara el mes de abril, ya que en esos días los rusos se apoderaron del aeropuerto, único que permitiría operar al gigantesco bombardero intercontinental.

UN PARAISO PARA HITLER

Las maniobras del almirante Karl Doenitz durante abril despejan cualquier duda que se pudiera tener sobre su rol en la fuga del Führer. Dos años antes, en 1943, cuando Doenitz era el comandante de la flota submarina de los nazis –en esa época el arma más poderosa de Alemania– declaró a un grupo de periodistas alemanes: “Mis submarinos descubrieron un paraíso en la tierra, una admirable fortaleza para el Führer, en algún lugar del mundo. Allí podrá (Hitler) trabajar con plena tranquilidad, preparando sus nuevos planes”.

No aclaró el almirante dónde estaba ese paraíso, pero no debe haber sido la Antártida. También era ilógico pensar en Argentina, que se llenó de criminales de guerra al término del conflicto, y donde los comandos judíos buscaban afanosamente a los prófugos del Tercer Reich. Para Hitler, esconderse en Bariloche, como se ha teorizado, era refugiarse en la boca del lobo.

Volviendo a Doenitz, poco antes de la debacle final, Hitler saca de su cargo al comandante en Jefe de la Armada, el Gran Almirante Raeder y nombra a Doenitz

Page 10: Libro Revelador

en su reemplazo. Obviamente, una medida muy estratégica del Führer. El nuevo jefe naval cambia la sede de la Comandancia en Jefe del arma, que estaba en Pilau, a orillas del Báltico, y la lleva a Flensburg, donde funciona la Escuela Naval de la Marina. ¿Cuál es la razón de este cambio?

Pilau está en el camino por donde llegan a Berlín las tropas rusas; Flensburg se ubica al norte de Alemania, también a orillas del Mar Báltico, pero fronterizo con Dinamarca que permanece en poder del Ejército alemán. Un poco más al norte de Dinamarca, tras cruzar un estrecho, está Noruega –también en poder de los nazis–, y en la esquina misma del territorio noruego, el puerto de Kristiansand, donde se reúne la flotilla del gran escape. Esto significa que un vuelo desde Berlín a Flensburg, se realiza sobre territorio controlado por Alemania, aunque los rusos ya dominen la capital del Reich.

Instalado en la Escuela Naval, Doenitz ordena que una promoción completa de submarinistas se ponga bajo sus directas órdenes y como las conversaciones sobre rendición ya están muy avanzadas con el enemigo, manda radiar un orden de rendición a todos los submarinos que navegan por el mundo. Todo este panorama tiene una sola explicación: los submarinistas van a integrar la flotilla del gran escape (¿ para qué otra cosa necesita submarinistas, si la guerra está terminando?). En cuanto a la orden de rendición a los submarinos es muy evidente su intención. Cuando el enemigo se entera de tal orden cesa de perseguirlos, porque centenares de dichas naves comienzan a aflorar a la superficie del mar con bandera blanca. De este modo, la flotilla del gran escape navega casi

Page 11: Libro Revelador

tranquilamente rumbo a Chile.

DE CABO VERDE AL SUR DE CHILE

La flotilla, compuesta a lo menos por seis submarinos, sale de Noruega al Mar del Norte y bordea el sur de Islandia. Ya en el Atlántico, la travesía se cumple sin inconvenientes. Pero cuando la flotilla –que navega sumergida– pasa entre Africa y Brasil, frente a las islas del Cabo Verde, se rompe la tranquilidad de la navegación.

Es la madrugada del 4 de julio de 1945. Un destructor brasileño choca inesperadamente contra un submarino que, al parecer por la escasa profundidad en que ocurre la colisión, se estaba sumergiendo. Del barco brasileño se alerta a otro destructor que patrulla en las cercanías y todo indica –por lo que sucedió después– que los dos submarinos encargados de proteger el convoy del Führer se quedan en las proximidades del incidente para detener a los brasileños, mientras el resto de las naves escapa raudamente con rumbo sur.

El segundo destructor, que llega cuatro horas después en apoyo del primero es el Bahía con una dotación de 360 tripulantes. La situación se complica para los alemanes y uno de los submarinos de combate dispara un torpedo contra el buque recién llegado. El impacto da justamente en la proa y muy cerca de la santabárbara, por lo que la explosión causa un serio daño a la nave que comienza a hundirse con letal rapidez. De sus 360 hombres sólo se salvan 40.

Una semana después, el 12 de julio, otro destructor brasileño que ha permanecido en el área donde se hundió el Bahía detecta a un submarino y lo ataca con cargas de profundidad. Es fácil suponer que el

Page 12: Libro Revelador

submarino permaneció sumergido, esperando que los perseguidores se convencieran de que había escapado, para poder reanudar su travesía.

Es posible suponer que por razones estratégicas y conversaciones de muy alto nivel entre alguna autoridad nazi “sumergida” y el Gobierno argentino –claramente pro nazi–, los dos submarinos de combate cambien su trayectoria y no sigan en el convoy del Führer. Por ello, el 10 de julio se rinde en Buenos Aires el U-530, al mando del teniente de navío Otto Weirmutt y su tripulación de 54 hombres.

En medio de estas historias de rendiciones, la prensa argentina informa de avistamientos de a lo menos otros tres submarinos, uno de los cuales es apresado por la Marina, pero dejado libre después, al decir de la prensa. Tales navíos desaparecen rumbo al sur.

La flotilla del gran escape, entretanto, ha entrado al Pacífico. El submarino que transporta a Hitler fondea en el refugio que el almirante Karl Doenitz calificara como “paraíso en la tierra”, y que no es otro que la hoy llamada isla Friendship, en la provincia de Aisén. Otro submarino llega hasta Valdivia, donde es hundido por su tripulación. Un tercer navío reposa en Bahía Mansa y un cuarto submarino es detectado y perseguido por la Fach en Iquique, pero escapa y hoy se encuentra hundido en la costa de Antofagasta.

Un quinto submarino fue dinamitado, hundido y reflotado en una playa de la Séptima Región, pero esa nave nos cuenta otra historia, porque fue escenario de un asesinato múltiple.

¿Quiénes tenían interés en dinamitar ese submarino, instalado al costado norte y muy próximo al faro

Page 13: Libro Revelador

Carranza, un faro de la Armada chilena? Tras el análisis de los sucesos ocurridos en el refugio berlinés de Hitler, es forzoso arribar a una sola conclusión: Martin Borman, canciller del Partido Nazi y su hombre de confianza. En los dos últimos meses de la guerra, ninguno de los generales o mariscales del Reich tenía acceso al Führer si Borman no lo autorizaba. Su sistema era simple: aparentando relevar al jefe de sus agobiadoras tareas, “filtraba” las visitas, hasta que llegó un momento en que el Führer se tornó invisible para sus generales y líderes políticos. Sólo tres de los sátrapas del dictador no eran manejados por el canciller del partido: Goebbels, Goering y Himmler.

No cabe la menor duda de que fue Martin Borman quien ideó el gran escape, convenciendo al Führer de huir de Berlín –y de Alemania–, porque, al parecer, Hitler realmente quería morir en el Fuhrerbunker. También es evidente que Borman abandona el refugio mucho después que Hitler, en el pequeño submarino hoy abandonado en Carranza. Llegados al lugar elegido y descargados los valores que transportaba, decide eliminar a los tripulantes –quizás no a los oficiales– y para ello debe haber instalado una carga explosiva en el sector de los torpedos, donde están las literas de los marinos, la que estalló cuando éstos dormían. Hay un testigo que escuchó la detonación en horas de la madrugada.

Para ese genio maléfico que era Borman, un grupo de marinos era un potencial peligro de contar lo que sabían, decidiendo su eliminación.

Muchos años después, el administrador de la Estancia Flora, Florencio Arellano, le dijo a este periodista que unos alemanes que llegaron en avión se llevaron el

Page 14: Libro Revelador

contenido del barco, y mostró el cable que sirvió para reflotarlo, montando un andarivel para transportar la carga hacia la playa.

Osvaldo Muray

EL MUNDO 24 FEB 2014 - 5:00 PM

Hitler murió en América con el apellido Kirchner, según una investigación

El periodista argentino Abel Basti así lo asegura en su libro 'Tras los pasos de Hitler'.

Hitler no se suicidó una vez que la guerra ya estaba perdida, sino que escapó a Argentina y visitó varios países de Suramérica con distintas identidades falsas, entre ellas la de Kurt Bruno Kirchner que utilizó durante su estadía en Paraguay, según un libro del periodista argentino Abel Basti.

Page 15: Libro Revelador

"Tras los pasos de Hitler" es la investigación definitiva sobre el exilio postmortem del líder nazi en Argentina y otros países de la región, que Basti publicó en la editorial Planeta y que resume 20 años de arduo trabajo.

El Führer, quien según la historia oficial se quitó la vida con un disparo en la sien, en realidad huyó de una Berlín asediada por el Ejército Rojo y arribó, en submarino, a la patagonia argentina donde vivió en un campo próximo a la ciudad de Bariloche bajo el nombre de Adolf Schütelmayor, afirma el escritor en su último libro.

Basti, que escuchó por primera vez en 1994 que Hitler había llegado a Argentina semanas después de que finalizara la Segunda Guerra Mundial, contó a Efe que al principio no lo creyó "porque tenía en la cabeza la verdad oficial".

"Pero en la medida que me movía en círculos alemanes del sur, y otras partes del país, comencé a ver esa posibilidad. Y la terminé creyendo cuando empecé a entrevistar a testigos que habían estado con Hitler en Argentina", relató el autor.

El periodista, radicado en Bariloche, asegura en su libro que Hitler "no vivió enclaustrado" sino que se trasladaba con total libertad no sólo por el territorio argentino, sino también por países como Brasil, Colombia y Paraguay.

La fuga del jerarca alemán "no hubiera sido posible sin un acuerdo militar entre los nazis y los norteamericanos, que consistía en la salida (de Alemania) de hombres, divisas y tecnología militar para reutilizar todo esto contra el comunismo, a cambio de inmunidad para los nazis y el reciclaje de estos en la estrategia bélica norteamericana", explicó Basti.

Según el escritor, las principales agencias de inteligencia del mundo, como la CIA estadounidense y el MI6 británico, contaban con informes y fotografías que confirmaban la presencia de Hitler en Suramérica después de 1945.

Basti afirmó que "lo que hacían los servicios secretos era reportar su presencia, pero no actuar para una detención" y que "es obvio" que, si hubiesen querido, podrían haber capturado al líder nazi ya que "así lo demuestran los documentos".

Page 16: Libro Revelador

Durante los dos primeros mandatos del expresidente argentino Juan Domingo Perón (1946-1955), Hitler vivió en la hacienda San Ramón, a unos 15 kilómetros de Bariloche, a la que llegó en tren desde la costa patagónica.

Numerosos son los testimonios citados en el libro que corroboran la presencia del Führer en la región, al asegurar haber estado junto a él o tener un familiar que tenía una relación cercana con el presidente del Tercer Reich.

Tales son los casos de Eloísa Luján, quien era una de las "catadoras" de la comida que se le servía al nazi para asegurar que esta no estaba envenenada, y de Ángela Soriani, la sobrina de la cocinera de Hitler, Carmen Torrentegui, en el tiempo que éste pasó en la finca sureña.

La presencia del líder alemán en aquel rincón de la Patagonia era un secreto a voces, "no era que todos sabían que estaba Hitler en esa hacienda pero los que sí lo sabían, por alguna circunstancia como ser empleados de la hacienda, minimizaron el tema respecto a la importancia del personaje", comentó Basti.

"Para la gente de campo la guerra prácticamente no existía, no había radio, los diarios llegaban una vez por mes y no cualquiera los leía. Así que sabían que había una guerra pero no tenían la dimensión del conflicto ni tampoco de los personajes en particular", agregó.

Cuando Perón es derrocado en la llamada Revolución Libertadora (1955), el autor sostiene que muchos nazis se van de Argentina hacia países vecinos, principalmente a Paraguay, y también, aunque hay testigos que aseguran haber estado con Hitler después de esa fecha, el mismo Hitler tuvo que migrar al país guaraní, con el seudónimo de Kurt Bruno Kirchner.

En "Tras los pasos de Hitler", se cita un testimonio de un exmilitar brasileño hijo de un alto cargo nazi, quien asegura que el Führer falleció el 5 de febrero de 1971 y está sepultado en una cripta en un antiguo búnker subterráneo nazi en Paraguay, donde en la actualidad se levanta un "moderno y exclusivo hotel".

Basti escribe que la primera semana de cada febrero, el establecimiento hotelero cierra sus puertas para que un grupo exclusivo de nazis pueda

Page 17: Libro Revelador

honrar a su líder, "el hombre que les cambió la vida, a ellos y a todo el mundo, para siempre".

17 curiosidades de Adolfo Hitler el führer

1. Hitler nunca permitió que nadie lo viese desnudo o bañándose. Él se rehusaba a usar colonia o esencias de ningún tipo en su cuerpo.

2. No importaba cuanto calor sintiera, Hitler nunca se quitó su capa en público.

3. En 1923, el secretario de prensa Nazi Dr. Sedgwick intentó convencer a Hitler para que se afeitara su bigote o lo dejara crecer normalmente. Hitler

Page 18: Libro Revelador

respondió: “No te preocupes por mi bigote. Si no está a la moda ahora, lo estará luego, porque yo lo uso!”.

4. Durante una cena con invitados, Hitler permitía que la conversación se extendiera en temas generales, pero luego de unas horas inevitablemente comenzaba con alguno de sus tantosmonólogos. Estas charlas eran precisas desde el principio hasta el final, porque él las ensayaba en sus ratos libres.

5. Sus temas favoritos eran: “Cuando fuí soldado”, “Cuando estuve en Viena”, “Cuando estuve en prisión,” y “Cuando era el líder en las primeras épocas de la fiesta”.

6. Si Hitler comenzaba a hablar sobre Wagner y la ópera, nadie se atrevía a interrumpirlo. Él daba este discurso hasta que la gente se dormía.

7. Hitler no tenía interés en los deportes o juegos de ningún tipo y nunca hizo ejercicio, excepto por caminatas ocasionales.

8. Establecia caminatas dentro de las habitaciones, silvando siempre la misma melodía y siempre cruzando los cuartos diagonalmente, de esquina a esquina.

9. La escritura manuscrita de Hitler era impecable. Cuando el famoso psicólogo Carl Jung vió los manuscritos de Hitler en 1937 dijo: “Detrás de esta escritura puedo reconocer las típicas características de un hombre con esencial instinto femenino.”

10. Hitler amaba el circo. Disfrutaba placenteramente con la idea de que actores poco pagos arriesgaban sus vidas para divertirlo a él.

11. Fué al circo en varias ocasiones en 1933 y envió chocolates extremadamente caros y flores a las actrices. Hitler siempre recordaba sus nombres y se preocupaba por ellos y sus familiares en caso de accidentes.

12. A él no le interesaban los actos con animales salvajes, a menos que hubiese una mujer en peligro.

13. Casi todas las noches Hitler miraba una película en su cine privado, principalmente películas extranjeras que estaban prohibidas al público Alemán. Él amaba comedias y a veces se reía mucho con comediantes Judíos.

Page 19: Libro Revelador

A Hitler también le gustaban algunos cantantes Judíos, pero luego de escucharlos afirmaría que era una lástima que elos no fueran de una raza Aria.

14. El equipo de Hitler hizo en secreto películas para él sobre tortura y ejecución de prisioneros políticos, las que luego disfrutaba viendo. Sus asistentes ejecutivos también le conseguían fotos y películas pornográficas.

15. Le encantaban los noticieros, especialmente cuando él estaban en ellos.

16. Le gustaba mucho la música gitana, las óperas de Wagner y especialmente las marchas de colegios de fútbol de Estados Unidos.

17. Para excitar a las masas, él también usó música del estilo de colegios norteamericanos durante sus discursos. Su grito de reunión (”Sieg Heil!”) fue modelado en base a los gritos de los entrenadores de futbol americano

Hace un par de semanas saltaba la noticia:EL SUPUESTO CRÁNEO BALEADO DE HITLER, SEGÚN SE PUDO DETERMINAR CON UN EXÁMEN DE ADN, NO ERA DE ÉL SINO DE UNA MUJER.No hay cadáver. Nunca lo hubo.Lo primero que encontraron los soldados rusos, al entrar al bunker(ver foto más abajo) es el cadáver de un hombre idéntico a Hitler, quedescartaron como auténtico por considerarlo un doble. El supuestocadáver real estaba calcinado, envuelto en una sábana y semi-enterrado.Ahora sabemos que ese tampoco era su cuerpo.Entonces... que pasó, realmente?

[/COLOR][/SIZE]

Page 20: Libro Revelador

Adolf Hitler en sus últimos días, presuntamente refugiado en Argentina. Archivo del autor.

Mitos. Aquellos que se cuentan en las calles, en reuniones y enconvites. Los que mantienen los frágiles estandartes de una sociedadque vive una idílica utopía. Son cientos. Hasta miles quizá. Los másañejos pecan de senilidad; los más nuevos, gozan de la inmunidad de lainocencia. Abel Basti conoció la crudeza de ambos y comprobó que todoseran ciertos. Al menos así fue su incursión con el escape nazi a lastierras del sur. La olvidada Patagonia; la Bavaria del mate y el dulcede leche. La estancia del Tercer Reich en Argentina.

Basti nació en Olivos. Pero la quinta presidencial no iba a verlocrecer. Hoy, más allá del paralelo º33, el periodista que supo sercorresponsal de Ambito Financiero y DyN, tiene la autoridad paraafirmar que “el escape nazi a nuestro país se trató de un plan muygrande que era la evacuación total del tercer Reich de Europa”. ¿Y cómologró comprobarlo? Fácil, con casi 20 años de investigación en el tema.

Entrevistar a Erich Priebke, un militar nazi que fue extraditado deArgentina a comienzos de los ’90, le cambió la vida para siempre. Esanota se convertiría en su pasaporte a la verdad. A su verdad, al menos.Persiguió todas las pistas posibles que hablaban de un supuestodesembarco alemán que comenzó, inclusive, mucho tiempo antes definalizar la Segunda Guerra Mundial. “Ellos sabían que perdían desde el’44 y allí nació el escape”.

Ese arribo, “comprobado por documentación desclasificada del FBI ycientos de testimonios”, no sólo traería tecnologías y divisasprovenientes del viejo mundo a nuestro país, también incluía, segúnafirma el periodista, a un

Page 21: Libro Revelador

personaje muy especial. “Hitler vino ensubmarino a la Argentina en 1945. Desembarcó en el sur por lasdesoladas playas, la baja densidad poblacional y la similitud conBavaria”. Situación ambigua, porque según él, “había un acuerdo militarcon Estados Unidos. Ellos sabían el plan y dieron luz verde”.

Con todo el material, Basti publicó dos libros: “Bariloche Nazi” y“Hitler en Argentina” (librerías del grupo Distal), y está trabajandoen el próximo: “Destino Patagonia”. “Desde que decido publicar un librocon ese nombre –referido al segundo- esto deja de ser una leyenda paramí y se convierte en una realidad demostrable con documentación ytestimonios directos”, recalca el autor, y destaca que “es mayor lacantidad de material que pude encontrar de su presunto escape y estadíaen Argentina que de su muerte en Alemania”.

Desde comienzos del siglo XX, los alemanes pre Primera GuerraMundial fueron los primeros en investigar las frías tierras del sur.“Había una gran necesidad de recursos y de sitios estratégicos queprovocó la exploración de nuestras costas por la entonces inteligenciaalemana”, declara el hombre y evidencia sus dichos con documentación:“Todavía no existía el nazismo pero la mayoría de estos mismospersonajes después sí iban a formar parte del sistema nazi. El jefe delcontraespionaje del Fhurer, que era el almirante Canaris, llega aBariloche durante la primera guerra. Eso está escrito en susbiografías”.

¿Cómo comienza el plan?

El relevamiento del suelo nacional proveyó a la comandancia delReich de lugares estratégicos para el atracamiento de barcos,posteriores ingresos de submarinos y posibles parajes para estacionesde aprovisionamiento. Desde Puerto Madryn hasta Río Negro, Bastidestaca que los nazis se “pasearon” por todo el territorio sin ningúntipo de problema. Sobre todo en Córdoba y en Bariloche. Incluso cuentacuriosas historias de personas que dicen haber estado junto a Hitler envarias ocasiones. “Algunos lo describen como un tipo melancólico que sepasaba horas mirando el mar, como extrañando”.

La residencia de Ante Pavelic, el ex mandatario de la Croaciatotalitaria de

Page 22: Libro Revelador

1941, en Argentina, confirma aún más las hipótesis delperiodista. “Pavelic huyó hasta Italia y de allí –tras haber alcanzadouna acuerdo con Perón- pudo ingresar al Río de la Plata”. El gobiernoyugoslavo, luego, pidió la extradición en 1951.

El acuerdo entre Hitler y Perón

De la misma forma que su par Pavelic, el máximo jerarca de lastropas nacionalsocialistas alemanas, Adolf Hitler, “concretó un acuerdocon Perón para desembarcar en las costas argentinas”. El presidente, dequién se sospecha un negociado nazi desde hace varios años apoyado conuna investigación muy profunda realizada por Uki Goñi sobre lospermisos y pasaportes presuntamente otorgados a los exiliados nazis delgobierno argentino, “no los recibe en forma individual e independiente,sino que lo puede hacer porque había un paraguas y un Ok de las fuerzasmilitares norteamericanas dentro de un esquema de reciclaje de loshombres, nazis en particular, en la lucha contra el comunismo”.

De esta forma, el investigador justifica el traslado de los convoyalemanes en pleno conflicto internacional: “A esa altura de 1945, unaflota de submarinos jamás podría haber cruzado el Atlántico sin serdetectados”.

¿Dónde murió Hitler?

La gran duda. Un de las mayores incógnitas de la historia nooficial. Lo que “se dice” desde años, presuntamente lo sabe él. Y no seguarda nada, va contra todos los pronósticos porque: “Tengo pruebas quelo demuestran, Hitler murió en Argentina a los 66 años en los años‘50”. Y la realidad no deja de sorprender, “es fácil, el secretario deGobbels, el ministro de propaganda, todavía vive en Buenos Aires yedita libros. Es más, el último de ellos lo venden en la librería queestá al lado de la Cancillería”.

Page 23: Libro Revelador

El autor, Abel Basti

Adolf Hitler no se suicidó

Saltó la noticia cuando Abel Basti, un periodista argentino,declaró haber encontrado pruebas que demostrarían que Adolf Hitler nose suicidó en 1945 como, según Basti, nos han hecho creer todas lasfuentes oficiales.

Es una “leyenda urbana” muy conocida la de que Hitler huyó de sufatídico destino tras la entrada del Ejército Rojo en las calles deBerlín que acabaron con la capitulación del III Reich frente a Stalin yel resto de fuerzas aliadas. Son también conocidas las hipótesis quehablan de asentamientos nazis en América del Sur, principalmente Chile.Algunas de estas hipótesis siempre barajaron la posibilidad de que elmismo Adolf Hitler estuviese en uno de esos “paraisosnacionalsocialistas” en América.

Muchos dirigentes del III Reich y de su maquinaria de destrucciónen Alemania y los demás países del Eje huyeron a América vía España yAustria. El gobierno de Franco ayudó a muchos a huír, y el de Perón arefugiarse. Son conocidos varios casos en Argentina investigados por elMosad, así como las ya citadas colonias de Chile. Menos conocidos sonlos casos del sur de Brasil, donde se alojaron muchos nazis austriacosy Uruguay y Paraguay donde

Page 24: Libro Revelador

incluso participaron en la segunda mitad delsiglo XX en la creación de Juntas Militares que instauraron sendasdictaduras. Por último está el caso de los Ustachás croatas que seafincaron en Bolivia en el departamento de Santa Cruz.

Todo esto es conocido y fácilmente demostrable, lo sorprendentesería probar que entre todo ese tránsito de genocidas que escapaban dela justicia internacional con el beneplácito de las dictaduraslatinonoamericanas también se hubiese “colado” el mismísimo Führer.

Basti dice tener pruebas que aseguran que Hitler, Eva Braun y 13de sus hombres llegaron a Barcelona el 27 de abril de 1945 desde Linzen un Junker 290, número de serie 0163, código PIPQ. Una vez quellegaron a España, se subieron a un submarino y fueron rumbo a Argentina, donde termino sus vidas apaciblemente.

Las pruebas que Basti aporta consisten, entre otras, en un supuestodocumento del FBI de 1947, en el que se dice que agentesnorteamericanos buscaron a Hitler en España. No todos los dirigentesnazis que huyeron del III Reich a España después dieron el salto aAmérica. Muchos se quedaron viviendo placenteras jubilaciones en laCosta del Sol, Madrid o Mallorca, por citar unos ejemplos. También sonconocidos muchos dirigentes Croatas que vivieron en Canarias hasta quese reinstauró el régimen croata en 1991, reviviendo nuevamente en laGuerra de los Balcanes los genocidios ya practicados durante la SegundaGuerra Mundial. El documento concluye que Hitler no estaba en España.Basti dice que es porque ya estaba en Argentina, pero obviamente esto prueba que para el FBI Hitler posiblemente no estaba muerto cuando se realizó el informe.

Fuente: http://www.24con.com/conurbano/nota/19933-Hitler-muri%C3%B3-en-Bariloche/[/COLOR]]http://www.24con.com/conurbano/nota/19933-Hitler-muri%C3%B3-en-Bariloche/http://www.barilochenazi.com.ar/introduccion.htm[/COLOR]]http://www.barilochenazi.com.ar/introduccion.htm

Page 25: Libro Revelador

EL CASO EICHMANN: (http://es.wikipedia.org/wiki/Adolf_Eichmann[/COLOR]]http://es.wikipedia.org/wiki/Adolf_Eichmann)

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Eichmann fue capturado porla armada de los Estados Unidos, los cuales desconocían que este hombreque se presentaba a sí mismo como Otto Eckmann era de hecho un prófugode una importancia mayor. En los albores de 1946 se escapó de lacustodia de la armada estadounidense y se escondió en varios lugares deAlemania durante algunos años. En 1948 obtuvo un salvoconducto para escapar a Argentina, pero no lo usó inmediatamente.

A principios de 1950, Eichmann estuvo en Italia, donde se hizopasar por un refugiado llamado Ricardo Klement. Con la ayuda de unfraile franciscano, el cual tenía conexiones con el obispo Alois Hudal,Eichmann obtuvo un pasaporte emitido por el Comité Internacional de laCruz Roja (CICR) y un visado argentino, ambos documentos a nombre de "Riccardo Klement, técnico".Abordóun barco hacia Argentina el 15 de julio de 1950. En los siguientes diezaños trabajó en el área de Buenos Aires desempeñando muy diversospuestos, desde capataz hasta criador de conejos, eventualmente

Page 26: Libro Revelador

Eichmannlogra traer a toda su familia.

Lo encuentran en Argentina

Adolf Eichmann es localizado a finales de los años 50 y se preparaun plan para capturarlo y llevarlo a Israel, encargo hecho por elprimer ministro David Ben Gurion al jefe del Mossad (Isser Harel), coninformación dada por Simon Wiesenthal. Hacia la fecha no se conocia elparadero del criminal nazi, pero su nombre fue rodando por variostestigos del juicio de Nüremberg. Se creia que había muerto, se creiaque no lo iban a encontrar mas hasta que fue ubicado. La operación dedetención de Eichmann recibe el nombre de Operación Garibaldi.

Violando tratados de asistencia consular y la soberanía nacionalargentina, el 1 de mayo de 1960 un grupo de "nokmin" (Vengadores) delespionaje israelí ingresan subrepticiamente por vía aérea en BuenosAires e inician la "Operación Garibaldi" (bautizada así por el nombrede la calle donde vivía Eichmann). Este equipo dirigido por RafaelEitan y coordinado por Peter Malkin, "especialista en secuestros y enmaquillajes", inicia una vigilancia durante casi dos semanas.Finalmente el 11 de mayo de 1960 lo secuestran en plena calle cuando llega del trabajo siendo subido a un auto particular. Los cuatro hombres del Servicio Secreto israelí lo trasladan inmediatamente desde el aeropuerto internacional "Ezeiza" de Buenos Aires, Argentina, en un avión particular a Haifa en Israel el 20 de mayo, con otra identidad, simulando que estaba ebrio.

Page 27: Libro Revelador

Pasaporte de Eichmann con los datos falsos de Ricardo Klement