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  • Scarlett OHara vive en Tara, una gran plantacin del estado sureo deGeorgia, y est enamorada de Ashley Wilkes, que en breve contraermatrimonio con Melanie Hamilton. Estamos en 1861, en los prolegmenosde la guerra de Secesin, y todos los jvenes sureos muestran entusiasmopor entrar en combate, excepto el atractivo aventurero Rhett Butler. AButler le gusta Scarlett, pero sta sigue enamorada de Ashley, que acaba dehacer pblico su compromiso con Melanie. Despechada, Scarlett acepta lapropuesta de matrimonio de Charles, el hermano de Melanie, al quedesprecia. Aos ms tarde, y como consecuencia del final de la guerra, yaviuda, Scarlett debe afrontar situaciones nuevas como el hambre, el dolor yla prdida e instalarse en Atlanta, donde Melanie espera noticias de Ashleyy Butler aparece de nuevo

  • Margaret Mitchell

    Lo que el viento se llev

  • PRIMERA PARTE

  • 1

    Scarlett OHara no era bella, pero los hombres no solan darse cuenta de ellohasta que se sentan ya cautivos de su embrujo, como les suceda a los gemelosTarleton. En su rostro contrastaban acusadamente las delicadas facciones de sumadre, una aristcrata de la costa, de familia francesa, con las toscas de supadre, un rozagante irlands. Pero era el suyo, con todo, un semblante atractivo,de barbilla puntiaguda y de anchos pmulos. Sus ojos eran de un verde plido, sinmezcla de castao, sombreados por negras y rgidas pestaas, levementecurvadas en las puntas. Sobre ellos, unas negras y espesas cejas, sesgadas haciaarriba, cortaban con tmida y oblicua lnea el blanco magnolia de su cutis, esecutis tan apreciado por las meridionales y que tan celosamente resguardan delclido sol de Georgia con sombreros, velos y mitones.

    Sentada con Stuart y Brent Tarleton a la fresca sombra del porche de Tara, laplantacin de su padre, aquella maana de abril de 1861, la joven ofreca unaimagen linda y atrayente. Su vestido nuevo de floreado organd verde extendacomo un oleaje sus doce varas de tela sobre los aros del miriaque y armonizabaperfectamente con las chinelas de tafilete verde que su padre le haba trado pocoantes de Atlanta. El vestido se ajustaba maravillosamente a su talle, el msesbelto de los tres condados, y el ceido cors mostraba un busto muy biendesarrollado para sus diecisis aos. Pero ni el recato de sus extendidas faldas, nila seriedad con que su cabello estaba suavemente recogido en un moo, ni elgesto apacible de sus blancas manitas que reposaban en el regazo conseguanencubrir su personalidad. Los ojos verdes en la cara de expresin afectadamentedulce eran traviesos, voluntariosos, ansiosos de vida, en franca oposicin con sucorrecto porte. Los modales le haban sido impuestos por las amablesamonestaciones y la severa disciplina de su madre; pero los ojos erancompletamente suyos. A sus dos lados, los gemelos, recostados cmodamente ensus butacas, rean y charlaban. El sol los haca parpadear al reflejarse en loscristales de sus gafas, y ellos cruzaban al desgaire sus fuertes, largas ymusculosas piernas de j inetes, calzadas con botas hasta la rodilla. De diecinueveaos de edad y rozando los dos metros de estatura, de slida osamenta y fuertesmsculos, rostros curtidos por el sol, cabellos de un color roj izo oscuro y ojosalegres y altivos, vestidos con idnticas chaquetas azules y calzones color

  • mostaza, eran tan parecidos como dos balas de algodn.Fuera, los ray os del sol poniente dibujaban en el patio surcos oblicuos

    baando de luz los rboles, que resaltaban cual slidas masas de blancos capullossobre el fondo de verde csped. Los caballos de los gemelos estaban amarradosen la carretera; eran animales grandes, jaros como el cabello de sus dueos, yentre sus patas se debata la nerviosa trailla de enjutos perros de caza queacompaaban a Stuart y a Brent adondequiera que fuesen. Un poco ms lejos,como corresponde a un aristcrata, un perro de lujo, de pelaje moteado,esperaba pacientemente tumbado con el hocico entre las patas a que losmuchachos volvieran a casa a cenar.

    Entre los perros, los caballos y los gemelos hay una relacin ms profundaque la de su constante camaradera. Todos ellos son animales sanos, irreflexivosy jvenes; zalameros, garbosos y alegres los muchachos, briosos como loscaballos que montan, briosos y arriesgados, pero tambin de suave temple paraaquellos que saben manejarlos.

    Aunque nacidos en la cmoda vida de la plantacin, atendidos a cuerpo derey desde su infancia, los rostros de los que estn en el porche no son ni dbiles niafeminados. Tienen el vigor y la viveza de la gente del campo que ha pasadotoda su vida al raso y se ha preocupado muy poco de las tonteras de los libros.La vida es an nueva en la Georgia del Norte, condado de Clay ton, y un tantoruda como lo es tambin en Augusta, Savannah y Charleston. Los de lasprovincias del Sur, ms viejas y sedentarias, miran por encima del hombro a losgeorgianos de las tierras altas; pero all, en Georgia del Norte, no avergonzaba lafalta de esas sutilezas de una educacin clsica, con tal de que un hombre fueradiestro en las cosas que importaban. Y las cosas que importaban eran cultivarbuen algodn, montar bien a caballo, ser buen cazador, bailar con agilidad,cortejar a las damas con elegancia y aguantar la bebida como un caballero. Losgemelos sobresalan en estas habilidades, y eran igualmente obtusos en su notoriaincapacidad para aprender cualquier cosa contenida entre las tapas de un libro.Su familia posea ms dinero, ms caballos, ms esclavos que otra ninguna delcondado, pero los muchachos tenan menos retrica que la mayora de losvecinos ms pobres de la regin.

    sta era la razn de que Stuart y Brent estuvieran haraganeando en el porchede Tara en aquella tarde de abril. Acababan de ser expulsados de la Universidadde Georgia (la cuarta universidad que los expulsaba en dos aos), y sus doshermanos mayores, Tom y Boyd, haban vuelto a casa con ellos por habersenegado a permanecer en una institucin donde los gemelos no eran bienrecibidos. Stuart y Brent, consideraban su ltima expulsin como una bromadeliciosa, y Scarlett, que no haba abierto con gusto un libro desde que saliera, unao antes, de la academia femenina de Fay etteville, lo encontraba tan divertidocomo ellos.

  • Ya s que ni a Tom ni a vosotros dos os importa que os hayan expulsado dijo. Pero qu me decs de Boyd? Est decidido a instruirse, y vosotros lehabis hecho salir de las universidades de Virginia, de Alabama y de Carolina delSur, y ahora de la de Georgia. A ese paso no acabar nunca.

    Oh! Puede estudiar leyes en el despacho del juez Parmalee, enFayetteville contest Brent despreocupadamente. Adems, no importa grancosa. Hubiramos tenido que volver a casa de todos modos antes de fin de curso.Por qu?

    La guerra, tonta! La guerra va a estallar el da menos pensado, y noimaginars que ninguno de nosotros va a seguir en el colegio mientras dure laguerra, verdad?

    Ya sabis que no va a haber guerra replic Scarlett, enojada. Nadiehabla de otra cosa. Ashley Wilkes y su padre dijeron a pap la semana pasadaprecisamente que nuestros delegados en Washington llegaran a a un acuerdoamistoso con el seor Lincoln sobre la Confederacin. Y, adems, los y anquis nostienen demasiado miedo para luchar. No habr guerra alguna, y y a estoy hartade or hablar de eso.

    Que no va a haber guerra? protestaron con indignacin los gemelos,como si se sintieran defraudados. Claro que habr guerra, querida! dijoStuart. Los yanquis pueden tenernos mucho miedo; pero, despus de ver laforma en que el general Beauregard los arroj anteay er de Fort Sumter[1],tendrn que luchar o quedarn ante el mundo entero como unos cobardes. Si laConfederacin

    Scarlett hizo un gesto de enfado e impaciencia.Si nombris la guerra una sola vez ms, me meto en casa y cierro la

    puerta. Nunca he estado en mi vida tan harta de una palabra como de sta deSecesin. Pap habla de guerra maana, tarde y noche, y todos los seores quevienen a verle se exaltan hablando de Fort Sumter, Estados, derechos y deAbraham Lincoln, hasta que me ponen tan nerviosa que de buena gana meechara a llorar. Ese es tambin el tema de conversacin de los muchachos queno saben hablar de otra cosa; de eso y de su Milicia. No ha habido diversionesesta primavera porque los chicos no saben hablar de otra cosa. Me alegro infinitode que Georgia esperase a que pasaran las Navidades para separarse, pues de locontrario nos hubiera estropeado las reuniones de Pascuas. Si volvis a decir unapalabra de la guerra, me meto en casa.

    Y lo pensaba como lo deca, porque no le era posible soportar mucho rato unaconversacin de la que ella no fuese el tema principal. Pero sonrea al hablar y,con estudiado gesto, haca ms sealados los hoyuelos de sus mejillas, y agitabasus negras y afiladas pestaas tan rpidamente como sus alas las mariposas. Losmuchachos estaban entusiasmados, como ella quera que estuviesen, y seapresuraron a disculparse por haberla disgustado. No encontraban mal su falta de

  • inters. Parecales mejor, por el contrario. La guerra es asunto de hombres, node seoras, y ellos consideraban aquella actitud como prueba de la feminidad deScarlett.

    Habiendo maniobrado de este modo para sacarles del rido tema de laguerra, volvi con inters al de su situacin actual.

    Qu ha dicho vuestra madre al saber que os han expulsado otra vez?Los muchachos parecieron sentirse desasosegados recordando la actitud de su

    madre cuando, tres meses antes, haban vuelto a casa, expulsados de laUniversidad de Virginia.

    Pues mira, no ha tenido an ocasin de decir nada. Tom y nosotros doshemos salido temprano de casa, esta maana, antes de que se levantase. Tom seha quedado en casa de los Fontaine, mientras nosotros venamos aqu.

    No dijo nada anoche cuando llegasteis?Anoche estuvimos de suerte. Precisamente cuando nosotros llegamos

    acababan de llevarle el nuevo caballo garan que mam compr en Kentuckyel mes pasado, y toda la casa estaba revuelta. Qu animal tan robusto! Es ungran caballo, Scarlett; tienes que decir a tu padre que vaya a verlo en seguida. Yaha mordido al mozo que lo trajo y ha coceado a dos de los negros de mam quefueron a buscarlo al tren en Jonesboro. Y un momento antes de llegar nosotros acasa haba destrozado a patadas el establo y dejado medio muerto a Fresa, elviejo garan de mam. Cuando llegamos, mam estaba en el establo,calmndolo con un saquito de azcar; y lo haca a las mil maravillas. Los negrosestaban tan espantados que temblaban, encaramados a las vigas; pero mamhablaba al caballo como si se tratara de una persona; y el animal coma en sumano. No hay nadie como mam para entender a un caballo. Y cuando nos vionos dijo: En nombre del cielo! Qu hacis otra vez en casa? Sois peores quelas plagas de Egipto! Y entonces el caballo empez a relinchar y aencabritarse, y mam dijo: Largo de aqu! No veis que el pobre animal estnervioso? Ya me ocupar de vosotros cuatro maana por la maana. Entoncesnos fuimos a la cama, y esta maana nos marchamos antes de que nos pudierapescar, dejando a Boy d para que se las entendiese con ella.

    Creis que pegar a Boyd?Scarlett, como el resto del condado, no poda acostumbrarse a la manera

    como la menuda seora Tarleton trataba a sus hijos, ya crecidos, y les cruzaba laespalda con la fusta cuando el caso lo requera. Beatrice Tarleton era una mujermuy activa, que regentaba por s misma no slo una extensa plantacin dealgodn, un centenar de negros y ocho hijos, sino tambin la ms importantehacienda de cra caballar del condado. Tena mucho carcter y a menudo seincomodaba por las frecuentes trastadas de sus cuatro hijos; y, mientras a nadiele permita pegar a un caballo, ella pensaba que una paliza de vez en cuando nopoda hacer ningn dao a los muchachos.

  • Claro que no le pegar. A Boyd no le pega nunca, primero porque es elmayor y luego por ser el ms menudo de la carnada dijo Stuart, que estabaorgulloso de su casi metro noventa. Por eso le hemos dejado en casa, para queexplique las cosas a mam. Dios mo, mam no tendr ms remedio quepegarnos! Nosotros tenemos y a diecinueve aos y Tom veintiuno, y nos tratacomo si tuviramos seis.

    Montar tu madre el caballo nuevo para ir maana a la barbacoa de losWilkes?

    Eso quera, pero pap dice que es demasiado peligroso. Y, adems, laschicas no quieren dejarla. Dicen que van a procurar que vaya a esa fiesta por lomenos en su coche, como una seora.

    Espero que no llueva maana dijo Scarlett. No hay nada peor que unabarbacoa que se convierte en un picnic bajo techado. No, maana har un daesplndido y tan caluroso como si fuera de junio. Mira qu puesta de sol. No lahe visto nunca tan roj iza. Siempre se puede predecir el tiempo por las puestas desol.

    Miraron a lo lejos hacia el rojo horizonte por encima de las interminableshectreas de los recin arados campos de algodn de Gerald OHara. Ahora, alponerse el sol entre oleadas carmeses detrs de las colinas, ms all del ro Flint,el calor de aquel da abrileo pareca expirar con balsmico escalofro. Laprimavera haba llegado pronto aquel ao con sus furiosos chaparrones y con elrepentino florecer de los melocotoneros y de los almendros que salpicaba deestrellas el oscuro pantano y las colinas lejanas. Ya la labranza estaba casiterminada, y el sangriendo resplandor del ocaso tea los surcos recin abiertosen la roja arcilla de Georgia de tonalidades an ms bermejas. La hmeda tierrahambrienta que esperaba, arada, las simientes de algodn, mostraba tintesrosados, bermelln y esscarlata en los lomos de los arenosos surcos, y siena alldonde las sombras caan a lo largo de las zanjas. La encalada mansin de ladrillopareca una isla asentada en un mar rojo chilln, un mar cuy o oleaje ondulante,creciente, se hubiera petrificado de pronto, cuando las rosadas crestas de susondas iban a romperse. Porque all no haba surcos rectos y largos, como los quepueden verse en los campos de arcilla amarillenta de la llana Georgia central oen la oscura y frtil tierra de las plantaciones costeras. El campo que se extendaen pendiente al pie de las colinas del norte de Georgia estaba arado en un millnde curvas para evitar que la rica tierra se deslizase en las profundidades del ro.

    Era una tierra de tonalidades rojas, color sangre despus de las lluvias y colorpolvo de ladrillo en las sequas; la mejor tierra del mundo para el cultivo delalgodn. Era un pas agradable, de casas blancas, apacibles sembrados yperezosos ros amarillos; pero una tierra de contrastes, con el sol msradiantemente deslumbrador y las ms densas umbras. Los claros de laplantacin y los kilmetros de campos de algodn sonrean al sol clido, sereno,

  • complaciente. A sus lados se extendan los bosques vrgenes, oscuros y fros aunen las tardes ms sofocantes; misteriosos, un tanto siniestros, los rumorosos pinosparecan esperar con paciencia secular, para amenazar con suaves suspiros: Cuidado! Cuidado! Fuisteis nuestros en otro tiempo. Podemos arrebataros otravez.

    A los odos de las tres personas que estaban en el porche llegaba el ruido delos cascos de las caballeras, el tintineo de las cadenas de los arneses, las agudasy despreocupadas carcajadas de los negros, mientras braceros y muasregresaban de los campos. De dentro de la casa llegaba la suave voz de la madrede Scarlett, Ellen OHara, llamando a la negrita que llevaba el cestillo de susllaves. La voz atiplada de la nia contest: S, seora , y se oy eron las pisadasque salan de la casa dirigindose por el camino de detrs hacia el ahumadero,donde Ellen repartira la comida a los trabajadores que regresaban. Se oa elchocar de la porcelana y el tintineo de la plata anunciando que Pork, elmay ordomo de Tara, pona la mesa para la cena.

    Al or estos ltimos sonidos, los gemelos se dieron cuenta de que era ya horade regresar a casa. Pero tenan miedo de enfrentarse con su madre yremoloneaban en el porche de Tara, con la momentnea esperanza de queScarlett los invitara a cenar.

    Oye, Scarlett. A propsito de maana dijo Brent, el que hay amosestado fuera y no supiramos nada de la barbacoa y del baile no es razn paraque no nos hartemos de bailar maana por la noche. No tendrs comprometidostodos los bailes, verdad?

    Claro que s! Cmo iba yo a saber que estabais en casa? No podaexponerme a estar de plantn slo por esperaros a vosotros. T de plantn? Ylos muchachos rieron a carcajadas.

    Mira, encanto. Vas a concedernos a m el primer vals y a Stu el ltimo, ycenars con nosotros. Nos sentaremos en el rellano de la escalera, como hicimosen el ltimo baile, y llevaremos a mamita Jincy para que te eche otra vez labuenaventura.

    No me gustan las buenaventuras de mamita Jincy. Ya sabes que me dijoque iba a casarme con un hombre de pelo y bigotazos negros; y no me gustan loshombres morenos.

    Te gustan con el pelo rojo, verdad, encanto? dijo Brent haciendo unamueca. Bueno, anda; promtenos todos los valses y que cenars con nosotros.

    Si lo prometes te diremos un secreto dijo Stuart.Cul? exclam Scarlett, curiosa como una chiquilla ante aquella

    palabra.Es lo que omos ayer en Atlanta, Stu? Si es eso, ya sabes que prometimos

    no decirlo.Bueno, la seorita Pitty nos dijo

  • La seorita qu?Ya sabes; la prima de Ashley Wilkes, que vive en Atlanta. La seorita

    Pittypat Hamilton, la ta de Charles y de Melanie Hamilton.S, ya s; y la vieja ms tonta que he visto en toda mi vida.Bueno, pues cuando estbamos ay er en Atlanta, esperando el tren para

    venir a casa, lleg en su coche a la estacin, se par y estuvo hablando connosotros; y nos dijo que maana por la noche, en el baile de los Wilkes, iba aanunciarse oficialmente una boda.

    Ah! Ya estoy enterada exclam Scarlett con desilusin. CharlesHamilton, el tonto de su sobrino, con Honey Wilkes. Todo el mundo sabe haceaos que acabarn por casarse alguna vez, aunque l parece tomarlo conindiferencia.

    Le tienes por tonto? pregunt Brent. Pues las ltimas Navidades biendejabas que mosconeara a tu alrededor.

    No poda impedirlo dijo Scarlett, encogindose de hombros con desdn. Pero me resulta un moscn aburrido.

    Adems, no es su boda la que se va a anunciar dijo Stuart triunfante.Es la de Ashley con Melanie, la hermana de Charles.

    El rostro de Scarlett no se alter, pero sus labios se pusieron plidos como losde la persona que recibe, sin previo aviso, un golpe que la aturde, y que n elprimer momento del choque no se da cuenta de lo que le ha ocurrido. Tantranquila era su expresin mientras miraba fijamente a Stuart, que ste, nadapsiclogo, dio por supuesto que estaba simplemente sorprendida y muyinteresada.

    La seorita Pitty nos dijo que no pensaban anunciarlo hasta el ao queviene, porque Melanie no est muy bien de salud; pero que con estos rumores deguerra las dos familias creyeron preferible que se casaran pronto. Por eso loharn pblico maana por la noche, en el intermedio de la cena. Y ahora,Scarlett, y a te hemos dicho el secreto. As que tienes que prometernos quecenars con nosotros.

    Desde luego dijo Scarlett como una autmata.Y todos los valses?Todos.Eres encantadora! Apuesto a que los dems chicos van a volverse locos de

    rabia.Djalos que se vuelvan locos. Qu le vamos a hacer! Mira, Scarlett,

    sintate con nosotros en la barbacoa de la maana.Cmo?Stuart repiti la peticin.Desde luego.Los gemelos se miraron entusiasmados, pero algo sorprendidos. Aunque se

  • consideraban los pretendientes preferidos de Scarlett, nunca hasta aquelmomento haban logrado tan fcilmente testimonios de su preferencia. Por reglageneral les haca pedir y suplicar, mientras los desesperaba negndoles un s o unno; riendo si se ponan ceudos, mostrando frialdad si se enfadaban. Y ahora leshaba prometido el da siguiente casi entero: sentarse a su lado en la barbacoa,todos los valses (y ya se las arreglaran ellos para que todas las piezas fueranvalses!), y cenar con ellos en el intermedio. Slo por esto vala la pena serexpulsados de la universidad.

    Henchidos de renovado entusiasmo con su xito, continuaron remoloneando,hablando de la barbacoa y del baile, de Ashley Wilkes y Melanie Hamilton,interrumpindose uno a otro, diciendo chistes y rindoselos, y lanzando indirectasclarsimas para que los invitaran a cenar. Pas algn tiempo antes de que notaranque Scarlett tena muy poco que decir. Algo haba cambiado en el ambiente, algoque los gemelos no saban qu era. Pero la tarde haba perdido su bella alegra.Scarlett pareca prestar poca atencin a lo que ellos decan, aunque sus respuestasfuesen correctas. Notando algo que no podan comprender, extraados ymolestos por ello, los gemelos lucharon an durante un rato y se levantaron porfin de mala gana consultando sus relojes.

    El sol estaba bajo, sobre los campos recin arados, y recortaba al otro ladodel ro las negras siluetas de los bosques. Las golondrinas hogareas cruzabanveloces a travs del patio, y polluelos, patos y pavos se contoneaban, rezagndosede vuelta de los campos.

    Stuart bram: Jeems! Y, tras un intervalo, un negro alto y de su mismaedad corri jadeante alrededor de la casa y se dirigi hacia donde estabantrabados los caballos. Jeems era el criado personal de los gemelos y, lo mismoque los perros, los acompaaba a todas partes. Compaero de juegos de suinfancia, haba sido regalado a los gemelos cuando cumplieron los diez aos. Alverle, los perros de los Tarleton se levantaron del rojo polvo y permanecieron ala expectativa, aguardando a sus amos. Los muchachos se inclinaron estrechandola mano de Scarlett, y le dijeron que por la maana temprano la esperaran encasa de los Wilkes. Salieron en seguida a la carretera, montaron en sus caballos y,seguidos de Jeems, bajaron al galope la avenida de cedros, agitando lossombreros y gritndole adis.

    Cuando hubieron doblado el recodo del polvoriento camino que los ocultabade Tara, Brent detuvo su caballo en un bosquecillo de espinos. Stuart se partambin, mientras el criado negro retroceda, distancindose de ellos unos pasos.Los caballos, al sentir las bridas flojas, alargaron el cuello para pacer la tiernahierba primaveral y los pacientes perros se tumbaron de nuevo en el suave polvorojo, mirando con ansia las golondrinas que revoloteaban en la crecienteoscuridad. El ancho e ingenuo rostro de Brent estaba perplejo y demostraba unaleve contrariedad.

  • Oye dijo. No te parece que deba habernos convidado a cenar?Eso creo respondi Stuart, y estaba esperando que lo hiciese pero no lo

    ha hecho. Qu te ha parecido?No me ha parecido nada, pero creo que deba habernos invitado. Despus

    de todo es el primer da que estamos en casa, no nos haba visto casi ni un minuto,y tenamos un verdadero montn de cosas que decirle.

    A m me ha hecho el efecto de que estaba contentsima de vernos cuandollegamos.

    Y a m tambin.Y de repente, al cabo de media hora, se ha quedado casi ensimismada,

    como si le doliera la cabeza.Yo me he dado cuenta, pero no me he preocupado de momento. Qu

    crees que le dolera?No s. Habremos dicho algo que la disgustase?Ambos pensaron durante un momento.No se me ocurre nada. Adems, cuando Scarlett se enfada, todo el mundo

    se entera; no se domina como hacen otras chicas.S, precisamente eso es lo que me gusta de ella. No se molesta en aparentar

    frialdad y desapego cuando est enfadada, y dice lo que se le ocurre. Pero hasido algo que hemos hecho o dicho lo que ha provocado su mudez y su aspecto deenferma. Yo jurara que le alegr vernos cuando llegamos y que tena intencinde convidarnos a cenar. No habr sido por nuestra expulsin?

    Qu diablos! No seas tonto. Se ri como si tal cosa cuando se lo dij imos. Y,adems, Scarlett no concede a los libros ms importancia que nosotros.

    Brent se volvi en la silla y llam al criado negro.Jeems!Seor?Has odo lo que hemos estado hablando con la seorita Scarlett?Por Dios, seorito Brent! Cmo puede usted creer? Dios mo, estar

    espiando a las personas blancas!Espiando, por Dios! Vosotros, los negros, sabis todo lo que ocurre. Vamos,

    mentiroso, te he visto con mis propios ojos rondar por la esquina del porche yesconderte detrs del jazminero del muro. Vaya, nos has odo decir algo quepueda haber disgustado a la seorita Scarlett o herido sus sentimientos?

    As interrogado, Jeems no llev ms lejos su pretensin de no haberescuchado la charla, y frunci el oscuro ceo.

    No, seor; yo no me di cuenta de que dijeran ustedes nada que ledisgustase. Me pareci que estaba muy contenta de verlos y que los haba echadomucho de menos; gorjeaba alegre como un pjaro, hasta el momento en queempezaron ustedes a contarle lo de que el seorito Ashley y la seorita MelanieHamilton se iban a casar. Entonces se qued callada como un pjaro cuando va

  • el halcn a echarse sobre l.Los gemelos se miraron moviendo la cabeza, perplejos.Jeems tiene razn. Pero no veo el motivo dijo Stuart. Dios mo!

    Ashley no le importa absolutamente nada, no es ms que un amigo para ella. Noest enamorada de l. En cambio, nosotros la tenemos loca.

    Brent movi la cabeza asintiendo.Pero no crees dijo que quiz Ashley no le haya dicho a Scarlett que

    iba a anunciar su boda maana por la noche y que Scarlett se ha disgustado porno habrselo comunicado a ella, una antigua amiga, antes que a nadie? Lasmuchachas dan mucha importancia a eso de ser las primeras en enterarse desemejantes cosas.

    Bueno, puede ser. Pero qu tiene que ver que no le dijera que iba a sermaana? Se supone que era un secreto, una sorpresa, y un hombre tiene derechoa mantener secreta su palabra de casamiento, no es as? Nosotros no noshubiramos enterado si no se le escapa a la ta de Melanie. Pero Scarlett debasaber que l haba de casarse algn da con Melanie. Nosotros lo sabemos haceaos. Los Wilkes y los Hamilton se casan siempre entre primos. Todo el mundoestaba enterado de que seguramente se casaran, exactamente igual que HoneyWilkes se va a casar con Charles, el hermano de Melanie.

    Bueno, vamos a dejarlo. Pero siento que no nos convidara a cenar. Te juroque no tengo ninguna gana de or a mam tomarla con nuestra expulsin. No escomo si fuera la primera vez.

    Tal vez Boyd la haya suavizado a estas horas. Ya sabes que es un hbilparlanchn ese gorgojo. Y sabes tambin que consigue siempre aplacarla.

    S, puede hacerlo, pero necesita tiempo. Tiene que empezar con rodeoshasta que pone a mam tan nerviosa que se da por vencida y le pide que reservesu voz para la prctica del Derecho. No habr tenido tiempo, sin embargo, dellevar las cosas a buen fin. Mira, te apuesto lo que quieras a que mam est tanexcitada an con lo de su caballo nuevo que ni se dar cuenta de que estamosotra vez en casa hasta que se siente a cenar esta noche y vea a Boy d. Y antes deque termine la comida se habr ido acalorando y poniendo furiosa. Y habrndado las diez sin que Boyd haya conseguido tomar la palabra para decirle que nohubiera resultado digno en ninguno de nosotros continuar en el colegio despus dehabernos hablado el rector como nos habl a ti y a m. Y ser ms demedianoche antes de que haya l conseguido darle la vuelta en tal forma queest tan indignada con el rector que le pregunte a Boy d por qu no le peg un tiro.No, decididamente, no podemos ir a casa hasta pasada medianoche. Es algocompletamente imposible.

    Los gemelos se miraron malhumorados. No tenan ningn miedo ni a loscaballos salvajes ni a los peligros de la caza ni a la indignacin de sus vecinos;pero les infundan un saludable pnico las clarsimas advertencias de su pelirroja

  • madre y la fusta con la cual no tena reparo en castigarles.Bueno, mira dijo Brent, vamos a casa de los Wilkes. Las chicas y

    Ashley se sentirn encantados de que cenemos all.Stuart pareci un poco molesto.No, no vayamos all. Estarn muy ocupados preparndolo todo para la

    barbacoa de maana, y ademsOh! Me haba olvidado de eso replic Brent rpido. No iremos, no.Pusieron los caballos al paso y marcharon un rato en silencio, Stuart con las

    morenas mejillas encendidas de sonrojo. Hasta el verano anterior haba lcortejado a India Wilkes, con la aprobacin de ambas familias y del condadoentero. El condado pensaba que tal vez la fra y comedida India Wilkes tendrasobre l una influencia sedante. Por lo menos, eso esperaban todosfervientemente. Y Stuart hubiera seguido adelante, pero Brent no estabasatisfecho. Brent le tena afecto a India pero la encontraba muy fea y apocada yno hubiera podido enamorarse de ella slo por hacerle compaa a Stuart. Era laprimera vez que los intereses de los gemelos no estaban acordes, y Brent se sintiagraviado por las atenciones que su hermano prodigaba a una muchacha que a lno le pareca nada extraordinaria.

    Entonces, el verano anterior, en un discurso poltico que tuvo lugar en unrobledal de Jonesboro, a los dos les llam la atencin Scarlett OHara. Laconocan desde haca aos; en su infancia haba sido su compaera favorita dejuegos porque saba montar a caballo y trepar a los rboles casi tan bien comoellos. Pero ahora, ante su gran asombro, vieron que se haba convertido en unabella joven, la ms encantadora del mundo entero.

    Se dieron cuenta por primera vez de la movilidad de sus verdes ojos, de loprofundos que resultaban los hoyuelos de sus mejillas cuando rea, de lodiminutos que eran sus manos y sus pies y de lo esbelto que era su talle. Lasingeniosas salidas de los gemelos la hacan prorrumpir en sonoras carcajadas, y,posedos del convencimiento de que los consideraba una pareja notable, ellos sesuperaron realmente.

    Fue aqul un da memorable en la vida de los gemelos. Desde entonces,cuando hablaban de ello, se asombraban de que no se hubieran dado cuenta antesde los encantos de Scarlett. Nunca lograban dar con la exacta respuesta, y erasta: que Scarlett decidi aquel da conseguir que se diesen cuenta de susreferidos encantos. Era incapaz por naturaleza de soportar que ningn hombreestuviera enamorado de otra mujer que no fuese ella, y simplemente el ver aStuart y a India Wilkes durante el discurso fue demasiado para su temperamentode predadora. No contenta con Stuart, ech tambin las redes a Brent, y ello conuna habilidad que los domin a los dos.

    Ahora, ambos estaban enamorados de ella. India Wilkes y Letty Munroe, deLovejoy, a quienes Brent haba estado medio cortejando, se encontraban muy

  • lejos de sus mentes. Qu hara el vencido, si Scarlett daba el s a uno de los dos,era cosa que los gemelos no se preguntaban. Ya se preocuparan de ello cuandollegase la hora. Por el momento, se sentan muy satisfechos de estar otra vez deacuerdo acerca de una muchacha, pues no exista envidia entre ellos. Era unasituacin que interesaba a los vecinos y disgustaba a su madre, a quien no le erasimptica Scarlett.

    Os vais a lucir si esa buena pieza se decide por uno de vosotros observaba ella. O tal vez os diga que s a los dos, y entonces tendrais quetrasladaros a Utah, si es que los mormones os admiten, lo cual dudo mucho Loque ms me molesta es que cualquier da os vais a pegar, celosos el uno del otro,por culpa de esa cnica pcora de ojos verdes, y os vais a matar. Aunque tal vezno fuese una mala idea, despus de todo.

    Desde el da del discurso, Stuart se haba encontrado a disgusto en presenciade India. No era que sta le reprochase ni le indicara siquiera con miradas ogestos que se haba dado cuenta de su brusco cambio de afectos. Era demasiadoseora. Pero Stuart se senta culpable y molesto ante ella. Comprendi que sehaba hecho querer y saba que India le quera an; y senta, en el fondo delcorazn, que no se haba portado como un caballero. Ella le segua gustandomuchsimo por su fro dominio sobre s misma, por su cultura y por todas lasautnticas cualidades que posea. Pero demonio!, era tan incolora y tan pocointeresante, tan montona en comparacin con el luminoso y variado atractivo deScarlett. Con India siempre saba uno a qu atenerse, mientras que con Scarlettno se tena nunca la menor idea. No basta con saber entretener a un hombre,pero ello tiene su encanto.

    Bueno, vamos a casa de Cade Calvert y cenaremos all. Scarlett dijo queCathleen haba vuelto de Charleston. Tal vez tenga noticias de Fort Sumter quenosotros no conozcamos.

    Cathleen? Te apuesto doble contra sencillo a que ni siquiera sabe que elfuerte est en el muelle, y mucho menos que estaba lleno de y anquis hasta quefueron arrojados de all. Esa no sabe nada ms que los bailes a que asiste y lospretendientes que selecciona.

    Bueno, pero es divertido orla charlar. Y es un sitio donde esconderse hastaque mam se vaya a la cama.

    Qu diablo! Me gusta Cathleen; es entretenida, y me alegrar saber deCaro Rhett y del resto de la gente de Charleston; pero que me condenen si soycapaz de aguantar otra comida sentado al lado de la yanqui de su madrastra.

    No seas demasiado duro con ella, Stuart. Tiene buena intencin. No soyduro con ella. Me inspira muchsima lstima, pero no me gusta la gente que meinspira compasin. Y se agita tanto de un lado para otro procurando hacer lascosas bien y darte la sensacin de que ests en tu casa, que siempre se las arreglapara decir y hacer precisamente lo peor. Me pone nervioso! Y cree que los del

  • Sur somos unos brbaros feroces. Siempre se lo est diciendo a mam. La tienenasustada los del Sur. Siempre que estamos con ella parece muerta de miedo. Mehace pensar en una gallina esqueltica encaramada en una silla, con los ojos enblanco, brillantes y espantados, dispuesta a agitar las alas y a cacarear al menormovimiento que se haga.

    Bueno, no debes censurarla. Le disparaste un tiro a la pierna a Cade. S,pero estaba bebido; si no, no lo hubiera hecho dijo Stuart. Y Cade no me haguardado nunca rencor, ni Cathleen, ni Raiford, ni el seor Calvert. La nica quechill fue esa madrastra yanqui, diciendo que yo era un brbaro feroz y que laspersonas decentes no estaban seguras entre los meridionales incultos.

    No puedes echrselo en cara. Es una yanqui y no tiene muy buenosmodales; y, al fin y al cabo, le habas soltado un balazo a Cade, y Cade es suhijastro.

    Qu diablo! Eso no es disculpa para insultarme. T eres de la mismasangre de mam y se puso mam as aquella vez que Tony Fontaine te larg a tiun tiro en la pierna? No, se limit a llamar al viejo doctor Fontaine para quevendase la herida, y le pregunt al mdico por qu haba errado el blanco Tony.Dijo que prevea que la falta de entrenamiento iba a echar a perder la buenapuntera. Acurdate cmo le indign esto a Tony.

    Los dos muchachos prorrumpieron en carcajadas.Mam es admirable! dijo Brent, con cariosa aprobacin. Siempre

    puedes contar con que ella har lo ms indicado y estar seguro de que no tepondr en un apuro delante de la gente.

    S, pero estar dispuesta a ponernos en un apuro delante de pap y de laschicas, cuando lleguemos a casa esta noche dijo Stuart con mal humor.Mira, Brent, eso me hace presentir que ya no iremos a Europa. Ya sabes quemam dijo que si nos expulsaban de otro colegio nos quedaramos sin nuestroviaje alrededor del mundo.

    Bueno, y qu? Nos tiene sin cuidado, no es verdad? Qu hay que ver enEuropa? Apostara a que esos extranjeros no nos iban a ensear nada que notengamos aqu en Georgia. Jugara que sus caballos no son tan rpidos ni susmuchachas tan bonitas. Y estoy completamente seguro de que ellos no tienen unwhisky de centeno que pueda compararse con el que hace pap.

    Ashley Wilkes dice que no hay quien los iguale en decoraciones de teatro yen msica. A Ashley le gusta mucho Europa; siempre est hablando de ella.

    S, ya sabes cmo son los Wilkes. Tienen la mana de la msica, de loslibros y del teatro. Mam dice que es porque su abuelo vino de Virginia y que lagente de all es muy aficionada a esas cosas.

    Buen provecho les haga. A m dame un buen caballo que montar, un buenvino que beber, una buena muchacha que cortejar y una mala para divertirme, yque se queden ellos con su Europa. Qu nos importa perder el viaje? Suponte

  • que estuviramos en Europa, ahora que va a estallar aqu la guerra. Nopodramos volver a tiempo. Me interesa mucho ms ir a la guerra que ir aEuropa.

    Lo mismo me pasa a m. Algn da Mira, Brent, ya s adonde podemosir a cenar. Crucemos el pantano en direccin a la hacienda de Able Wynder. Lediremos que estamos otra vez los cuatro en casa dispuestos a hacer la instruccin.

    Es una buena idea exclam Brent, entusiasmado. Y nos enteramos delas noticias del Ejrcito y del color que han adoptado al fin para los uniformes.

    Si es el de zuavo, prefiero cualquier cosa a alistarme con ellos. Me iba asentir como un monigote con esos pantalones bombachos encarnados. Esoscalzones de franela roja me parecen de seorita.

    Piensan ir a la hacienda del seor Wynder? Si van, no cenarn muy biendijo Teems. Se les muri la cocinera y no han comprado otra. Han puesto aguisar a una de las trabajadoras del campo, y me han dicho los negros que es lapeor cocinera del Estado.

    Dios mo! Por qu no compran otra?Cmo van a poder esos blancos pobretones comprar ningn negro? No han

    tenido nunca ms de cuatro.Haba franco desprecio en la voz de Jeems. Su propia categora social estaba

    asegurada porque los Tarleton posean un centenar de negros, y, como todos losesclavos de los grandes hacendados, despreciaban a los modestos labradores queno podan tener tantos.

    Te voy a hacer azotar por decir eso! exclam Stuart con orgullo. Novuelvas a llamar a Able Wynder blanco pobretn. Verdad es que es pobre, perono es un cualquiera: que me condene si hay alguien, blanco o negro, jque puedacompararse con l. No hay hombre mejor que l en todo el condado. Y, si no,cmo iba a haberle elegido teniente la Milicia?

    Nunca lo hubiera credo, mi amo replic Jeems, impertrrito despus dela ria de su seor. Yo cre que elegiran a los oficiales entre la gente rica ynunca a esos pobretones de los pantanos.

    No es un pobretn. Cmo se te ocurre compararle con gente como losSlattery? sos s que son unos blancos pobretones. Able no es rico, sencillamente.Es un modesto hacendado, no un gran terrateniente, y puesto que los muchachosle consideran con suficiente talla para nombrarle teniente, no tiene por qu hablarde l descaradamente un negro cualquiera. La Milicia sabe lo que hace.

    La milicia de caballera haba sido organizada tres meses antes, el mismo daque Georgia se separ de la Unin, y desde entonces los reclutas se venanpreparando para la guerra. El batalln careca de nombre an, aunque no porfalta de sugerencias. Todos tenan su idea sobre el asunto y no se sentandispuestos a abandonarla, de igual modo que todos tenan su idea sobre el color yel corte de los uniformes. Los gatos monteses de Clay ton , Los devoradores

  • de fuego , Los hsares de Georgia del Norte , Los zuavos , Los rifles delinterior (aunque la Milicia iba a ser equipada con pistolas, sables y cuchillos demonte, y no con rifles), Los Clay ton grises , Los rayos y truenos , Losrudos y preparados , y otros muchos por el estilo. Mientras se decida esteasunto, todo el mundo, al referirse a la organizacin, la llamaba la Milicia , y,a pesar del muy sonoro nombre que fue adoptado finalmente, toda la vida se laconoci por la Milicia .

    Los oficiales eran elegidos entre los propios miembros, porque nadie en elcondado tena la menor experiencia militar, excepto algunos veteranos de lasguerras de Mxico y la de los Seminlas[2], y adems la Milicia hubierarechazado como jefe a un veterano si no le hubiera querido y apreciadopersonalmente. Todo el mundo quera a los cuatro chicos Tarleton y a los tresFontaine; pero, sintindolo mucho, se negaron a elegirlos porque los primeros seexcitaban fcilmente con la bebida y eran demasiado aficionados a la jarana, y,en cuanto a los Fontaine, tenan un temperamento demasiado vivo y sanguinario.Fue elegido capitn Ashley Wilkes, porque era el mejor j inete del condado yporque se confiaba en su carcter fro para mantener cierta apariencia de orden.Fue nombrado primer teniente Raiford Calvert, porque todo el mundo quera aRaif, y Able Wynder, el hijo de un trampero del pantano y a su vez modestohacendado, fue elegido segundo teniente.

    Able era un gigante astuto y serio, inculto, de buen corazn, de ms edad quelos otros muchachos y de tan buenos o mejores modales que ellos con lasseoras. No haba muchos en la Milicia que pudieran presumir de aristcratas.Los padres y abuelos de muchos de ellos haban alcanzado la fortuna desde laclase de modestos granjeros. Adems, Able era la mejor escopeta de la Milicia,un magnfico tirador capaz de vaciar un ojo a una ardilla a una distancia desetenta metros; y saba mucho de la vida al aire libre: encender fuego bajo lalluvia, rastrear animales y encontrar agua. La Milicia se inclinaba ante elverdadero mrito, y, como adems de todo esto le queran, eligironle oficial.Recibi el honor gravemente y sin engrerse, como si le fuera debido. Pero lasseoras de los grandes hacendados y los esclavos de los mismos no podansoportar el hecho de que no hubiera nacido noble, aunque a esto no leconcediesen importancia los hombres.

    Al principio, la Milicia haba sido reclutada tan slo entre los hijos de loshacendados y la gente acomodada, teniendo que aportar cada uno su caballo,armas, equipo, uniforme y asistente. Pero los ricos hacendados eran pocos en elnuevo condado de Clay ton, y para poder reunir una milicia poderosa haba sidonecesario alistar ms reclutas entre los hijos de los modestos granjeros,cazadores, tramperos, canteros y, en casos excepcionales, hasta entre los blancospobres, si estaban por encima del nivel medio de los de su clase.

    Estos ltimos jvenes se sentan tan deseosos de luchar contra los yanquis

  • como sus vecinos ricos; pero se plante la delicada cuestin del dinero. Pocos sonlos pequeos labradores que tienen caballos. Hacen las faenas de la granja conmuas y no suelen tener ms que las absolutamente necesarias, rara vez ms decuatro. No podan prescindir de las muas para darlas al Ejrcito y eso en el casode que la Milicia las hubiera aceptado, cosa que no ocurri. En cuanto a losblancos pobres, se consideraban potentados si tenan una mula. Los habitantes delos bosques y de los pantanos no poseen ni caballos ni muas. Vivenexclusivamente del producto de sus tierras y de la caza en el pantano, atendiendoa sus necesidades por el sistema del cambio de artculos, pues no ven unamoneda de cinco dlares al cabo del ao, y caballos y uniformes se hallan fuerade su alcance. Pero eran tan salvajemente orgullosos en su miseria como loshacendados en su opulencia, y no hubieran aceptado de sus ricos vecinos nadaque pudiera tener apariencia de limosna. As, para no herir los sentimientos denadie y conseguir formar una poderosa milicia, el padre de Scarlett, John Wilkes,Buck Munroe, Jim Tarleton, Hugh Calvert y, en fin, todos los ricos hacendados delcondado, con la nica excepcin de Angus Macintosh, haban aportado el dineropara equipar enteramente a la Milicia de caballos y hombres. El resultado delacuerdo fue que cada hacendado consinti en pagar para equipar a sus hijos y acierto nmero de muchachos ms, pero se hizo en tal forma que los menosafortunados pudieron aceptar caballos y uniformes sin menoscabo de sudignidad.

    La Milicia se reuna dos veces por semana en Jonesboro para hacer lainstruccin y rezar por el pronto estallido de la guerra. Todava no habanterminado las gestiones para conseguir el cupo completo de caballos, peroquienes los tenan realizaban lo que ellos crean maniobras de caballera en uncampo, detrs de la Audiencia; levantaban grandes nubes de polvo, se gritabanunos a otros con voz ronca y blandan las espadas de la Guerra de Independenciacogidas de la panoplia del saln. Los que no tenan an caballos se sentaban alborde de la acera, delante del almacn de Bullard y contemplando a suscompaeros masticaban tabaco y contaban cuentos. Y tambin organizabanpartidas de tiro al blanco. No haba necesidad de ensear a tirar a ninguno de loshombres. La mayora de los meridionales nacen con un fusil en la mano, y elpasarse la vida cazando les ha hecho a todos tiradores.

    De las casas de las plantaciones y de las cabaas del pantano llegaba paracada revista un variado surtido de armas de fuego. Veanse all largos fusiles quehaban sido nuevos cuando los montes Alleghenies fueron cruzados por primeravez, antiguallas que se cargaban por la boca y que haban despachado a ms deun indio, recin creado el Estado de Georgia; pistolas de arzn que habanprestado servicio en 1812, en las guerras de los Seminlas y de Mxico, pistolasde desafo montadas en plata, derringers de bolsillo, escopetas de caza de doscaones y magnficos rifles ingleses, nuevos, fabricados con relucientes culatas

  • de maderas finas.La instruccin terminaba siempre en los salones de Jonesboro, y al caer la

    noche haban estallado tantas disputas que a los oficiales les era difcil evitar losaccidentes sangrientos en espera de que se los ocasionasen los yanquis. Fue enuno de aquellos alborotos donde Stuart Tarleton hiri a Cade Calvert y TonyFontaine a Brent. Los gemelos acababan de llegar a casa recin expulsados de laUniversidad de Virginia, cuando se estaba organizando la Milicia, y se habanincorporado a ella con entusiasmo; pero despus del episodio del tiro, haca dosmeses, su madre los mand a la Universidad del Estado, con rdenes categricasde permanecer all. Haban echado mucho de menos la animacin del ejerciciomilitar y daban por bien perdidos sus estudios con tal de volver a cabalgar, agritar y a disparar rifles.

    Bueno, atajemos a campo traviesa para ir a casa de Able sugiri Brent. Podemos ir cruzando el vado del seor OHara y los pastos de los Fontaine yestar all en un momento.

    No vamos a conseguir para comer ms que zarigeya y verduras argy Jeems.

    T no vas a conseguir nada gru Stuart, porque vas a irte a casa adecir a mam que no iremos a cenar.

    No, yo no! protest Jeems alarmado. Yo no. No me hace gracia quela seora Beatrice me vuelva a castigar. Lo primero, me va a preguntar cmo selas han arreglado ustedes para que los echen otra vez, y despus por qu no los hellevado a casa esta noche para que pudiera zurrarlos. Adems me va a sacudir delo lindo, como a una estera vieja, y voy a ser yo el que pague por todos. Si no mellevan ustedes a casa del seor Wynder me quedar al sereno en el bosque todala noche, y puede que me cojan las brujas; al fin y al cabo, prefiero que mecojan las brujas a que me coja la seora Beatrice cuando est enfadada.

    Los gemelos le miraron perplejos e indignados.Es tan loco que es capaz de dejarse llevar por las brujas; y eso

    proporcionar a mam tema de conversacin para unas semanas. Te aseguroque los negros son un estorbo. Algunas veces pienso que los abolicionistas tienenrazn.

    Realmente, no sera justo hacerle enfrentarse a Jeems con lo que anosotros nos asusta. Bueno, vamos a tener que llevarle con nosotros.

    Pero, mira, negro loco y descarado, si empiezas a presumir con los negros deWy nder y a hacer alusiones a que nosotros comemos siempre pollo asado yjamn, mientras ellos slo tienen conejo y zarigeya, yo yo se lo dir amam. Y no te dejaremos ir a la guerra con nosotros.

    Presumir? Presumir yo con esos negros baratos? No, mi amo, tengomejores modales. No me ha enseado educacin la seora Beatrice como austedes?

  • Pues no se ha lucido con ninguno de los tres dijo Stuart. En marcha,vamos de prisa.

    Se ech hacia atrs en su alto caballo jaro, y, picando espuelas, le hizo saltarcon agilidad la valla que separaba el prado de la plantacin de Gerald OHara. Elcaballo de Brent le sigui, y luego, el de Jeems, con ste aferrado a las crines yal pomo de la silla. A Jeems no le gustaba saltar vallas, pero las haba saltado msaltas que aqulla para seguir a sus amos.

    Mientras buscaban su camino a travs de los surcos roj izos, en medio de lacreciente oscuridad, desde la falda de la colina hasta llegar al vado, Brent grit:

    Oye, Stu! No te parece que Scarlett poda habernos convidado a cenar?Sigo pensando que s grit Stuart. Por qu crees t?

  • 2

    Cuando los gemelos dejaron a Scarlett de pie en el porche de Tara y se huboextinguido el ltimo eco de los rpidos cascos, ella volvi a su asiento como unasonmbula. Senta su rostro como rgido por el dolor, y su boca verdaderamentedolorida de tanto dilatarla a disgusto en sonrisas forzadas para evitar que losgemelos se enterasen de su secreto. Se sent abrumada, en descuidada postura,con el corazn rebosante de amargura, como si no le cupiera en el pecho. Lelata con extraas y leves sacudidas; sus manos estaban fras, y se sentaoprimida por la sensacin de un desastre. Haba dolor y asombro en su expresin,el asombro de una nia mimada que siempre ha tenido todo cuanto quiere y queahora, por primera vez, se ve en contacto con la parte desagradable de la vida.

    Casarse Ashley con Melanie Hamilton!Oh, no poda ser verdad! Los gemelos estaban equivocados! Le haban

    gastado una de sus bromas! Ashley no poda estar enamorado de ella. Nadiepoda estarlo de una personilla tan ratonil como Melanie. Scarlett record condisgusto la delgada figura infantil, la cara seria en forma de corazn einexpresiva casi hasta la fealdad. Y Ashley llevaba varios meses sin verla. l nohaba estado en Atlanta ms de dos veces desde la recepcin que haba dado elao anterior en Doce Robles. No, Ashley no poda estar enamorado de Melanieporque oh, era imposible que se equivocase!, porque estaba enamorado deella! Era a ella, a Scarlett, a quien l amaba. Lo saba, s!

    Scarlett oy los pesados pasos de Mamita que hacan retemblar el piso delvestbulo, se apresur a adoptar una postura natural y procur dar a su rostro unaexpresin ms apacible. No quera que nadie sospechase que algo no marchababien. Mamita crea poseer a los OHara en cuerpo y alma, y que sus secretoseran los suy os; y el menor asomo de secreto bastaba para ponerla sobre la pista,implacable como un sabueso.

    Scarlett lo saba por experiencia; si la curiosidad de Mamita no quedabasatisfecha, pondra en seguida al corriente del asunto a Ellen, y entonces Scarlettno tendra ms remedio que contrselo todo a su madre o inventar algunamentira aceptable.

    Mamita lleg del vestbulo. Era una mujer enorme, con oj illos penetrantes deelefante. Una negra reluciente, africana pura, devota de los OHara hasta dar por

  • ellos la ltima gota de su sangre; la mano derecha de Ellen, la desesperacin desus tres hijas y el terror de los dems criados de la casa. Mamita era negra, perosu regla de conducta y su orgullo eran tan elevados como los de sus amos. Sehaba criado con Solange Robillard, la madre de Ellen, una francesa distinguida,fra, estirada, que no perdonaba ni a sus hijos ni a sus criados el justo castigo porla menor ofensa al decoro. Haba sido nodriza de Ellen, vinindose con ella deSavannah a las tierras altas cuando se cas. Mamita castigaba a quienes quera. Ycomo a Scarlett la quera muchsimo y estaba enormemente orgullosa de ella, laserie de castigos no tena fin.

    Se han marchado esos seores? Cmo no los ha convidado a cenar,seorita Scarlett? Le dije a Poke que pusiera plato para ellos. Es sa sueducacin?

    Oh! Estaba tan cansada de orlos hablar de la guerra que no hubierapodido soportarlo la comida entera, y menos con pap vociferando sobre el seorLincoln.

    No tiene usted mejores maneras que cualquiera de las criadas. Despusde lo que la seora Ellen y yo hemos luchado con usted! Y est usted aqu sin unchai? Con el relente que hace! No le he dicho y repetido que se cogen fiebrespor estar sentada al relente de la noche sin nada sobre los hombros? Mtase encasa, seorita Scarlett!

    No; quiero estar sentada aqu contemplando la puesta de sol. Es tanhermosa! Por favor, corre y treme un chai, Mamita. Estar aqu sentada hastaque llegue pap.

    Me parece, por la voz, que est usted resfrindose dijo Mamita, recelosa.Pues no es verdad replic Scarlett, impaciente. Anda, treme mi chai.Mamita volvi al vestbulo, con sus andares de pato, y Scarlett la oy llamar

    en voz baja desde el pie de la escalera a una de las criadas del piso de arriba.T, Rose, chame el chai de la seorita Scarlett! Y luego ms alto:

    Dichosas negras! Nunca estn donde deben. Ahora voy a tener que subir yo abuscarlo.

    Scarlett oy cruj ir los peldaos y se levant sin hacer ruido. Cuando Mamitavolviese, reanudara su sermn sobre la falta de hospitalidad de Scarlett, y stasenta que no podra aguantar la charla sobre un asunto tan trivial cuando leestallaba el corazn. Mientras permaneca en pie, vacilante, pensando dndepodra esconderse hasta que el dolor de su pecho se hubiera calmado algo, se leocurri una idea que fue como un rayo de esperanza. Su padre haba ido aquellatarde a caballo a Doce Robles, la plantacin de Wilkes, para proponerle lacompra de Dilcey, la obesa esposa de su criado Pork. Dilcey era el ama de llavesy mujer de confianza de Doce Robles, y desde que, haca seis meses, se habacasado con Pork, ste haba mareado a su amo da y noche para que comprase aDilcey, y que pudieran as vivir los dos en la misma plantacin. Y, esa tarde,

  • Gerald, agotada ya su resistencia, sali a proponer una oferta por Dilcey. Seguramente pens Scarlett, pap se enterar si es cierta esa horrible

    historia. Aunque realmente no oiga nada esta tarde, acaso note algo, tal vezperciba alguna agitacin en la familia Wilkes. Si y o pudiera verle a solas antes decenar, quiz conseguira averiguar la verdad. Ser una de las odiosas bromas delos gemelos.

    Era ya la hora de que volviese Gerald, y si quera verle a solas no tena msremedio que esperar all donde el sendero desembocaba en la carretera. Bajdespacio los escalones del porche, mirando con cuidado por encima de suhombro para estar segura de que Mamita no la estaba observando desde lasventanas del piso de arriba. Viendo que ningn rostro negro, tocado con cofiablanca como la nieve, atisbaba, inquisitivo, detrs de los descorridos visillos, serecogi valientemente las floreadas y verdes faldas y corri camino abajo, haciala carretera, tan velozmente como sus pequeas y elegantes chinelas, atadas concintas, se lo permitieron.

    Los oscuros cedros que crecan a ambos lados del enarenado caminoformaban un arco sobre su cabeza, convirtiendo la larga avenida en sombrotnel. Tan pronto como estuvo debajo de los nudosos brazos de los cedros,comprendi que se hallaba a salvo de la curiosidad de los de la casa y afloj surpido paso. Estaba jadeante porque llevaba el cors demasiado apretado parapermitirle correr muy de prisa, pero caminaba rpidamente. Pronto lleg al finaldel camino y a la carretera, pero no se detuvo hasta dar vuelta a un recodo quedejaba un bosquecillo entre ella y la casa.

    Sofocada, anhelante la respiracin, se sent en un tocn a esperar a su padre.Haba pasado y a la hora de su regreso, pero Scarlett se alegraba de aquel retraso.La demora le dara tiempo a calmar su respiracin y a tranquilizar su rostro parano despertar sospechas. A cada momento esperaba or el ruido de los cascos desu caballo y verle aparecer galopando a la velocidad acostumbrada, como siquisiera romperse la cabeza. Pero se deslizaban los minutos sin que Geraldllegase. Miraba ella a lo lejos buscndole, sintiendo renacer la angustia de sucorazn.

    Oh, no puede ser verdad! pens. Por qu no viene?Sus miradas seguan el sinuoso camino, de un rojo de sangre ahora, despus

    de la lluvia matinal. Seguale imaginariamente en su carrera mientras cabalgabacolina abajo hasta el perezoso ro Flint, a travs de los intrincados vadospantanosos y, luego, subiendo la colina inmediata a Doce Robles donde Ashleyviva. ste era todo el camino que los separaba ahora, un camino que conduca aAshley, a la hermosa casa de blancas columnas que como un templo griegocoronaba la colina.

    Oh, Ashley, Ashley ! , pensaba, y su corazn lata aceleradamente. Sehaba disipado en parte la fra sensacin de catstrofe que la oprimiera desde que

  • los gemelos Tarleton le haban contado sus murmuraciones, y en su lugar seinsinuaba la fiebre que vena padeciendo desde haca dos aos.

    Le pareca extrao ahora que, mientras se haca mujer, Ashley no la atrajeranunca demasiado. En los das de su infancia le haba visto ir y venir sinconcederle nunca un pensamiento. Pero haca tres aos, Ashley, recin llegado asu casa de un gran viaje de tres aos por Europa, haba ido a visitarla, y desdeaquel da le amaba. Era as de sencilla la cosa.

    Estaba ella delante del porche, y l haba llegado a caballo por la largaavenida, vestido de fino pao gris, con una corbata ancha que resaltaba a laperfeccin sobre su rizada camisa. Aun ahora, poda recordar Scarlett cadadetalle de su indumentaria; lo relucientes que estaban sus botas, la cabeza deMedusa en camafeo de su alfiler de corbata, el ancho panam que se quitrpidamente al verla. Se ape, entreg las riendas a un negrito y se quedmirndola. Sus soolientos ojos grises sonrean y el sol brillaba de tal modo sobresu rubio cabello que pareca un casco de reluciente plata. Y dijo: De modo quey a ests hecha una mujer, Scarlett? Y subiendo ligero los escalones, le hababesado la mano. Y su voz! Nunca podra olvidar el salto que dio su corazncuando la oy como si fuese por primera vez, lenta, sonora, musical.

    Desde aquel mismo instante, l le haba sido preciso, tan sencilla eirrazonablemente como le eran precisos la comida para alimentarse, los caballospara cabalgar y un suave lecho para su reposo.

    Durante dos aos habala escoltado por toda la comarca, en bailes, fritadas,meriendas campestres y sesiones en la Audiencia; nunca con tanta frecuenciacomo los gemelos Tarleton o Cade Calvert, nunca tan pesado como los jvenesFontaine; pero, as y todo, no transcurra jams una semana sin que Ashley fuerade visita a Tara.

    Verdad es que nunca le haba hecho la corte, ni sus claros ojos verdes habanbrillado con el fulgor que tan bien conoca Scarlett en la mirada de otroshombres. Y, sin embargo, sin embargo, ella saba que l la amaba. No podaequivocarse en esto. Un instinto ms fuerte que la razn y el conocimiento nacidode la experiencia le decan que l la quera. Con demasiada frecuencia le habasorprendido, cuando su mirada no era ni soolienta ni lejana, contemplndola conun anhelo y una tristeza que la desconcertaban. Ella saba que la amaba. Por quno se lo haba dicho? No lo poda comprender; pero haba en l tantas cosas queella no comprenda

    l era siempre corts, pero lejano, distante. Nadie hubiera podido decir nuncaen qu estaba pensando, y Scarlett menos que nadie. Y esto en un vecindariodonde todos decan lo que pensaban no bien lo haban pensado. Resultabaexasperante lo reservado que era Ashley. Era tan diestro como cualquiera de losotros muchachos en las habituales diversiones del condado, caza, juego, baile ypoltica, y el mejor j inete de todos ellos, pero difera de todos los dems en que

  • esas gratas actividades no constituan el objetivo de su vida. Y slo l sentainters por los libros y la msica y era aficionado a las musas.

    Oh! Por qu era tan atractivamente rubio, tan cortsmente distrado, tanenloquecedoramente aburrido con su charla sobre Europa, los libros, la msica,la poesa y otras cosas que a ella no le interesaban en absoluto, y era, sinembargo, tan deseable? Noche tras noche, cuando Scarlett se iba a acostardespus de haber estado sentada con l en la penumbra del porche, permanecasin dormirse durante horas enteras y slo la consolaba la idea de queseguramente Ashley se declarara la prxima vez que le viera. Pero la prximavez llegaba y pasaba, y el resultado era nulo, nulo salvo en que la fiebre que laatacaba se haca cada vez ms alta y ms ardiente. Le quera y le necesitaba,pero no le comprenda. Ella era tan natural y sencilla como los vientos quesoplaban sobre Tara, como el amarillo ro que la surcaba, y hasta el fin de susdas sera incapaz de comprender nada complejo. Y ahora, por primera vez en suvida, se encontraba frente a una naturaleza compleja.

    Porque Ashley provena de un linaje de hombres que entretenan sus ocios enpensar, no en obrar, en tener brillantes y coloridos sueos sin un pice derealidad. Se mova en un mundo interior que era ms hermoso que Georgia, y lecostaba trabajo volver a la realidad. Miraba a la gente, y ni le gustaba ni ledisgustaba. Miraba a la vida, y ni le alegraba ni le entristeca. Aceptaba eluniverso y su puesto en l tales como eran, y, encogindose de hombros volva asu msica, a sus libros y a su mundo mejor.

    Cmo poda haber cautivado a Scarlett con una mente tan distinta de la suy a?Ella no lo saba. Aquel mismo misterio excitaba su curiosidad como una puertaque no tiene llave ni cerradura. Lo que tena l de incomprensible acreca en ellasu amor, y la extraa y comedida corte que le haca serva nicamente paraaumentar su decisin de hacerlo suy o. No dud nunca de que se declarara algnda, pues era ella demasiado joven y demasiado mimada para conocer laderrota. Y ahora, como un trueno, haba llegado aquella horrible noticia. CasarseAshley con Melanie! No poda ser cierto!

    Pero si todava la semana anterior, cuando regresaban a caballo de Fairhill,al anochecer, l haba dicho: Scarlett, tengo algo tan importante que decirte queapenas s cmo expresarlo !

    Ella haba bajado los ojos recatadamente, mientras el corazn le palpitabacon salvaje alegra pensando que llegaba el feliz momento. Entonces, l habadicho: Ahora, no. Estamos cerca de casa y no hay tiempo. Oh, Scarlett, qucobarde soy ! Y picando espuelas a su caballo, haba subido al galope la colinahasta Tara.

    Sentada en el tocn, Scarlett pens en aquellas palabras que la haban hechotan feliz, y de repente tomaron stas otro sentido, un sentido horrible. Y si era lanoticia de sus esponsales lo que haba intentado decirle?

  • Oh, si al menos llegara pap!Scarlett no poda soportar la duda un momento ms. Mir otra vez con

    impaciencia hacia el camino, y de nuevo se sinti defraudada.El sol estaba ahora bajo en el horizonte y en el lmite de la tierra el rojo

    resplandor se difuminaba en tonos rosados. Y, encima, el firmamento ibacambiando lentamente su color celeste por un delicado azul verdoso de exquisitastonalidades. La mgica quietud del crepsculo en el campo la envolvacalladamente. La tenebrosa oscuridad de la noche se cerna sobre los campos.Los rojos surcos y la bermeja herida del camino perdan su mgico color desangre y recobraban la parda uniformidad de la tierra. Al otro lado del camino,en los pastos, el ganado, asomando la cabeza por encima de la barrera, esperabapacientemente que lo condujesen a los establos y al pienso. Atemorizados por lanegra sombra de la espesura que bordeaba los pastos, los animales parecanmover sus orejas con satisfaccin al ver a Scarlett, como si apreciasen lacompaa de un ser humano.

    En la extraa media luz, los altos pinos del pantanoso ro, que tan verdesparecan iluminados por el sol, resaltaban cual negras siluetas sobre el azul pasteldel cielo en hilera de oscuros gigantes y hundan sus races en la mansa yamarillenta corriente. En la colina, al otro lado del ro, las altas chimeneasblancas de la casa de los Wilkes se borraban gradualmente en la oscuridad de losespesos robles que las rodeaban y slo, ms lejanos, los puntitos de luz de laslmparas encendidas para la cena revelaban que all haba una casa. El aireembalsamado de la primavera se confunda con los hmedos efluvios de loscampos recin arados y con la agradable frescura de los verdes prados.

    Para Scarlett no eran espectculo milagroso ni la puesta del sol, ni laprimavera, ni el verdor de los campos. Aceptaba su belleza como cosa natural,como el aire que respiraba y el agua que beba; porque nunca haba admiradoconscientemente la belleza, ms que en las mujeres hermosas, en caballos, trajesde seda, en cosas tangibles. Sin embargo, la serena media luz sobre los biencuidados campos de Tara actu como un sedante sobre sus excitados nervios.Amaba tanto aquella tierra sin saber que la amaba! Le gustaba lo mismo queamaba el rostro de su madre rezando a la luz de la lmpara.

    No se divisaban an seales de Gerald en la sinuosa y tranquila carretera. Sitena que esperar mucho, Mamita vendra seguramente en su busca y la obligaraa entrar en casa. Pero, cuando esforzaba su mirada hacia el oscuro camino, oy el golpear de los cascos de un caballo y vio al ganado dispersarse espantado.Gerald OHara volva a casa, a campo traviesa y a toda marcha, Lleg colinaarriba galopando en su caballo de caza, de patas tan largas que, a distancia,pareca un nio montado sobre una cabalgadura demasiado grande para l. Suslargos cabellos blancos flotaban al viento sobre su espalda y animaba al caballocon el ltigo y con sus gritos.

  • Aunque embargada por sus preocupaciones, Scarlett le contempl concarioso orgullo, porque Gerald era un magnfico j inete.

    Me sorprende ese empeo suyo en saltar siempre obstculos cuando estalgo bebido pens. Y ms, despus de aquella cada que tuvo precisamenteaqu, el ao pasado, cuando se rompi la rodilla. Cremos que le servira deleccin; sobre todo cuando prometi a mam no volver a saltar.

    Scarlett no tena miedo a su padre; le senta como ms contemporneo suy oque sus hermanas; saltar vallas y setos, sin que se enterara su mujer, le producaun orgullo infantil y una culpable alegra que corran parejas con la de ganar enlisteza a Mamita. Scarlett se levant de su asiento para verle.

    El gigantesco bruto lleg al cercado, recogi sus patas y se alz por encimadel obstculo tan ligero como un pjaro, mientras el j inete gritaba entusiasmadoazotando el aire con su fusta, y sus blancos rizos golpeaban su nuca. Gerald no vioa su hija en la sombra de los rboles y tir de las riendas al llegar al camino,acariciando el cuello del caballo en seal de aprobacin.

    No hay otro en el condado que pueda comparrsele, ni en el Estado dijoorgulloso de su montura; y, a pesar de los treinta y nueve aos pasados en EstadosUnidos, su palabra tena un marcado acento irlands.

    Se alis apresuradamente el cabello, arreglando la arrugada camisa y lacorbata, que se le haba torcido al saltar. Scarlett conoca aquellos precipitadosarreglos, hechos a fin de presentarse ante su mujer con el aspecto de uncaballero que llega tranquilamente a su casa de visitar a un vecino. Comprenditambin que apareca ante l en el momento ms oportuno para entablarconversacin sin revelar su verdadero propsito.

    Se ech a rer ruidosamente y, como era su intencin, consigui sobresaltar asu padre; luego, ste la reconoci y una expresin tmida y desconfiada a la vezapareci en su colorado rostro. Se ape con dificultad, porque su rodilla estabargida, y, con las riendas en el brazo, camin a su lado cojeando.

    Bien, seorita dijo, pellizcndole la mejilla. De modo que estabasespindome como tu hermana Suellen la semana pasada? Y, ahora, se lo irs acontar a tu madre?

    En su ronca voz haba indignacin, pero tambin una nota de carioso afecto.Scarlett chasc la lengua y, mimosa, se empin para colocarle bien la corbata. Elaliento de Gerald ola a whisky, mezclado con una ligera fragancia de menta.Tambin se mezclaban a aquel olor otros a tabaco de mascar, a cuero engrasadoy a caballos, una combinacin de olores que Scarlett asociaba siempre a su padrey que, instintivamente, le gustaba en los dems hombres.

    No, pap, yo no soy una chismosa como Suellen dijo, tranquilizadora,separndose un poco para contemplar con mirada crtica el rpido arreglo de suatavo.

    Gerald era un hombre baj ito, de poco ms de metro sesenta, pero tan fuerte

  • de cintura para arriba y de cuello tan desarrollado que su apariencia, cuandoestaba sentado, le haca parecer mucho ms grandote. Unas piernas cortas ygruesas, que acostumbraba a llevar muy separadas, como un mozo fanfarrn,sostenan aquel macizo torso. La mayora de las personas bajas que se toman a smismas en serio resultan un poco ridiculas; pero Gerald, como el gallito delcorral, era el amo del cotarro. Y nadie hubiera cometido la temeridad de pensarsiquiera que Gerald OHara tena una figurilla ridicula.

    Contaba sesenta aos, su cabello crespo y rizado era de un blanco de plata,pero su astuto rostro no mostraba una arruga, y los duros oj illos azules eranjvenes, con la tranquila juventud de quien no ha agobiado nunca su mente conms problemas abstractos que el saber cuntas cartas hay que pedir en unajugada de poker Era el tipo ms irlands que poda imaginarse, aun llevandoya tanto tiempo separado de su patria y a tanta distancia de ella, rollizo, colorado,chato, de boca grande y muy pendenciero.

    Tras su furibunda apariencia, Gerald tena el corazn ms tierno que cabeimaginar. No poda ver a un esclavo enfurruado por una reprimenda, pormerecida que sta fuera, ni or maullar a un gato, ni llorar a un nio; pero lehorrorizaba que le descubriesen esta debilidad. No saba que bastaba estar cincominutos con l para darse cuenta de la bondad de su corazn; de haberlo sabido,su vanidad hubiese sufrido mucho, pues le gustaba creer que cuando gritaba susrdenes con voz atronadora todo el mundo temblaba y obedeca. No se le habaocurrido nunca que slo una voz era obedecida en la plantacin: la suave voz deEllen, su mujer. Era ste un secreto que nunca descubrira, ya que todos, desdeEllen al ltimo bracero, conspiraban tcita y bondadosamente para dejarle en lacreencia de que su palabra era ley.

    Scarlett se dejaba impresionar menos todava que los dems por el mal genioy los gritos de su padre. Era la may or de las hijas, y, ahora que Gerald saba queya no vendran ms hijos a sustituir los tres varones que yacan en el panten dela familia, haba tomado la costumbre de tratarla como a un camarada, cosa quea Scarlett le resultaba muy agradable. Se pareca a l ms que sus hermanas,pues Carreen (por su nombre de pila Caroline Irene) era delicada y soadora, ySuellen (bautizada con el de Susan Elinor) no pensaba ms que en la elegancia desus trajes y en la correccin de sus modales.

    Adems, Scarlett y su padre estaban ligados por una complicidad mutua. SiGerald sorprenda a su hija saltando una cerca en lugar de andar unos metrospara llegar al portillo, o sentada, demasiado tarde, en los escalones del porchecon un admirador, la rea con gran violencia, pero no iba con el cuento a Ellenni a Mamita. Y cuando le sorprenda a l saltando obstculos, despus de lasolemne promesa a su mujer, o cuando se enteraba, como ocurra siempre porlas habladuras de la gente, de la suma exacta a que ascendan sus prdidas en elpker, se abstena a su vez de mencionar el hecho a la hora de la comida, como

  • haca con mucha naturalidad la astuta Suellen. Scarlett y su padre se habanconvencido mutuamente de que hacer llegar cosas a odos de Ellen serva tanslo para disgustarla; y ellos deseaban ante todo evitarle disgustos.

    Scarlett mir a su padre a la dbil luz del anochecer, y sin saber por qu sesinti reconfortada con su presencia. Haba en l algo vital y fuerte que laanimaba. Como no era nada psicloga con la gente no se daba cuenta de que estoera debido a que ella posea tambin en cierto grado aquellas mismas cualidades,pese a los esfuerzos que, desde haca diecisis aos, venan haciendo Ellen yMamita para destruirlas.

    Ahora te encuentras muy presentable dijo y no creo que nadie puedaadivinar que has estado haciendo travesuras, a no ser que a ti mismo se te ocurracontarlo. Aunque me parece que despus de haberte roto la rodilla saltando estamisma barrera el ao pasado

    Bueno, pero t crees que voy a consentir que una hija ma me sermoneepor si salto o no salto? protest l, pellizcndole de nuevo la mejilla. Supongoque se trata de mi propia cabeza, no es as? Y adems, seorita, se puede saberqu ests haciendo aqu sin tu chai?

    Viendo que l estaba empleando subterfugios para conseguir zafarse de unaconversacin desagradable, Scarlett desliz su brazo bajo el de su padre, y ledijo:

    Estaba esperndote. No saba que volveras tan tarde. Tena curiosidad porsaber si habas comprado a Dilcey.

    S, la he comprado, y el precio me ha arruinado. Los compr a ella y a sudiablillo, Prissy. John Wilkes quera drmelas casi regaladas, pero no quiero quenadie pueda decir que Gerald OHara se aprovecha de la amistad para unnegocio. Le he hecho admitir tres mil por los dos.

    Por Dios santo, pap! Tres mil! No tenas ninguna necesidad de comprara Prissy !

    Vay a, es bonito que mis hijas se atrevan a criticarme! protest Gerald,enfticamente. Prissy es un diablillo muy simptico, y adems

    La conozco. Es una criatura tonta repuso Scarlett tranquilamente, sinasustarse por los gritos de su padre. Y la nica razn para comprarla ha sidoque te lo suplic Dilcey.

    Gerald se qued apabullado y molesto, como siempre que lo cogan en unabuena accin, y Scarlett ri, sin disimulo, de su ingenuidad.

    Bueno. Y qu, si he hecho eso? De qu nos iba a servir haber comprado aDilcey si se pasaba el da llorando por su nia? No vuelvo a permitir que ningnnegro de la plantacin se case con alguien de fuera; me sale demasiado caro.Anda, gatita, vamos a cenar.

    Las sombras eran cada vez ms densas. El ltimo tono verdoso habadesaparecido del cielo y un airecillo fro haba sucedido a la agradable serenidad

  • del atardecer. Pero Scarlett remoloneaba, cavilando en cmo llevar laconversacin a Ashley sin que Gerald pudiera presumir el motivo. Resultabadifcil, y a que Scarlett no saba fingir; y Gerald se le pareca tanto que nuncadejaba de descubrir sus dbiles subterfugios lo mismo que ella descubra los del. Y generalmente no tena mucho tacto al hacerlo.

    Cmo andan los de Doce Robles?Como siempre. All estaba Cade Calvert, y, despus de arreglar lo de

    Dilcey, nos instalamos todos en la galera y estuvimos tomando unos ponches.Cade acababa de llegar de Atlanta y dice que all est todo trastornado y quenadie habla ms que de la guerra y

    Scarlett suspir. Si Gerald la emprenda con el tema de la guerra y de laSecesin, pasaran horas antes de que lo dejase. Le interrumpi hablando de otracosa.

    Dijeron algo de la barbacoa de maana?Ahora que me acuerdo, s, dijeron algo. La seorita Cmo se llama

    aquella muchachita tan mona que estuvo aqu el ao pasado? Sabes? La primade Ashley Ah, s! Se llama Melanie Hamilton. Ella y su hermano Charlesacaban de llegar de Atlanta y

    Oh! De modo que ha venido?S, y es un encanto de muchacha, tan modosa, sin hablar nunca de ella

    misma, como debe ser una mujer. No te quedes atrs, hija. Tu madre debe estarbuscndonos.

    Scarlett sinti oprimrsele el corazn al or la noticia. Haba esperado contratoda esperanza que algo retuviese a Melanie en Atlanta, donde viva, y el saberque hasta su padre aprobaba su suave carcter, tan distinto del suy o, la dejanonadada.

    Estaba all tambin Ashley?S, estaba. Gerald solt el brazo de su hija y se volvi, mirndola

    inquisitivamente a la cara. De modo que por eso has salido a esperarme? Porqu no lo dij iste de una vez, sin dar tantos rodeos?

    A Scarlett no se le ocurri nada que contestar y not con disgusto que seruborizaba.

    Vamos, habla!Pero Scarlett permaneci callada; en aquel momento sinti no poder darle un

    buen meneo a su padre y obligarle a callar.Estaba all y me pregunt por ti con ms inters que sus hermanas, y dijo

    que esperaba que nada te impedira ir maana a la barbacoa. Respondo de quenada te lo impedir afirm Gerald con marcada intencin. Y ahora, hijama, dime: qu hay entre Ashley y t?

    No hay nada dijo ella, arrastrndole por el brazo. Vamos, pap.Vay a, ahora eres t la que tienes prisa observ l. Pero no me mover

  • de aqu hasta que consiga entenderte. Pensndolo bien, ya te notaba yo algoraro ltimamente. Ha estado jugando contigo? Se te ha declarado?

    No replic ella secamente.Ni se te declarar dijo Gerald.Scarlett se sinti furiosa en su interior, pero su padre la aplac con un

    ademn.No se ponga usted as, seorita! John Wilkes me lo ha dicho esta noche en

    la ms estricta intimidad: Ashley se va a casar con Melanie. Lo anunciarnmaana.

    Scarlett dej caer bruscamente la mano.As, pues, era cierto!El dolor se le clavaba en el corazn tan brutalmente como los colmillos de un

    fiero animal. Como a travs de una niebla, sinti que los ojos de su padre laobservaban con una mirada entre compasiva y enojada, por tener queenfrentarse con un problema al que no encontraba solucin. Quera mucho aScarlett, pero le resultaba desagradable verse obligado a buscar solucin a lospueriles problemas de la muchacha. Ellen saba todas las soluciones. Que Scarlettle confiase a ella sus problemas.

    De modo que nos has estado poniendo a todos en evidencia! grit,elevando la voz como le ocurra siempre que se excitaba. Perseguir a unhombre que no te quiere, cuando podras esclavizar a tu gusto a cualquierpetimetre del condado!

    La clera y el amor propio herido se sobrepusieron al dolor.No le he perseguido. Es, sencillamente, que me has cogido de sorpresa.Mientes! replic Gerald. Pero, al observar su apenado rostro, aadi en

    un arranque de bondad: Lo siento, hija ma. Despus de todo no eres ms queuna nia, y hay otros muchos galanes en el mundo.

    Mam tena quince aos cuando se cas contigo, y yo tengo ya diecisis.Tu madre era distinta repuso Gerald. Nunca fue una atolondrada

    como t. Ahora ven, hija ma, anmate, y te llevar a Charleston la semana queviene, a ver a tu ta Eulalie, y con todo el jaleo que hay all, con lo del FortSumter, antes de una semana te habrs olvidado de Ashley.

    Cree que soy una nia pens Scarlett, afligida y rabiosa sobre todaponderacin, y slo se le ocurre darme un nuevo juguete para que olvide misdescalabros.

    Vamos, no me pongas esa cara dijo, regan, Gerald. Si tuvieras algode sentido comn te hubieras casado con Stuart o Brent Tarleton hace tiempo.Pinsalo, hija ma. Csate con uno de los gemelos, juntaremos las plantaciones yJim Tarleton y yo os construiremos una hermosa casa, precisamente en el granpinar donde se unen, y

    Quieres dejar de tratarme como a una nia? No quiero ir a Charleston, ni

  • tener una casa, ni casarme con los gemelos! Slo quiero Se contuvo, peroera demasiado tarde.

    La voz de Gerald era tranquila, y habl despacio, como si extrajese suspalabras de un lugar de su memoria al que rara vez acudiese.

    Slo quieres a Ashley y no lo vas a tener. Y si l quisiera casarse contigo, tedara mi consentimiento temblando, a pesar de la excelente amistad que me unecon su padre. Al notar la mirada de asombro de Scarlett, explic: Yo deseoque mi hija sea feliz; y t no seras feliz con l.

    Oh, lo sera! Lo sera!No, hija ma. Slo las parejas afines pueden ser felices en el matrimonio.Scarlett sinti un sbito deseo de gritar: Pues vosotros habis sido felices, y

    mam y t no os parecis en nada! , pero se contuvo, comprendiendo que seganara un tirn de orejas por su impertinencia.

    Nuestra gente es distinta de los Wilkes continu pausado, articulandotorpemente las palabras. Los Wilkes son distintos de todos nuestros vecinos,distintos de las dems familias que he conocido. Son seres raros, y es mejor quese casen dentro de su propia familia y guarden sus rarezas para ellos.

    Pero, pap, Ashley no esPunto en boca, gatita! No digo nada en contra de ese muchacho, pues le

    tengo afecto. Al llamarle raro, no quiero decir que est loco. No es su rarezacomo la de los Calvert, que se juegan a un caballo todo lo que tienen, o la de losTarleton, entre quienes hay siempre uno o dos borrachnes en cada generacin, ola de los Fontaine, fogosos como animalitos y que son capaces de matar a unhombre por el menor capricho. Esa clase de rarezas son fciles de comprender,sin duda, y si no fuese por misericordia divina, Gerald OHara tendra todos esosdefectos! Y tampoco quiero decir que Ashley se escapase con otra mujer, si tecasaras con l, ni que te pegase. Seras ms feliz si tal hiciese, pues por lo menospodras comprenderle. Pero es un raro de otro estilo y no hay quien lo entienda.Me resulta simptico, pero no encuentro pies ni cabeza a la mayor parte de loque dice. Y ahora, gatita, dime la verdad, entiendes t sus desatinos sobre libros,msica, poesa y pintura y otras tonteras por el estilo? Oh, pap! Si me casocon l, y a har que cambie todo eso! exclam Scarlett con impaciencia.

    Lo hars! Lo cambias ahora? dijo Gerald, impertinente, mirndolasagazmente. Conoces muy poco a los hombres, Scarlett. No pienses en Ashley.No hay mujer que cambie a su marido en lo ms mnimo: no lo olvides. Y encuanto a cambiar un Wilkes Por Dios, hija ma! Si toda esa familia es delmismo estilo, y lo ha sido siempre! Y, probablemente, siempre lo ser. Te digoque han nacido raros. T fjate cmo se largan a Nueva York para or una perao ver una exposicin de pintura. Y cmo encargan libros franceses y alemanes alos yanquis. Y se pasan las horas leyendo o soando, sabe Dios qu, en lugar depasarlas cazando o jugando al poker, como hacen las personas decentes.

  • No hay nadie en el condado que monte como Ashley dijo Scarlett,indignada por el estigma de afeminado que se arrojaba sobre l. Nadie,excepto tal vez su padre. Y, en cuanto al poker, no te gan Ashley doscientosdlares en Jonesboro la semana pasada?

    Los chicos de Calvert han estado otra vez chismorreando dijo Gerald,resignado, pues de otro modo no sabras la cantidad. Ashley puede montar acaballo con el mejor y jugar al poker con el mejor, o sea, conmigo!, gatita. Yno te niego que si se pone a beber es capaz de dejar atrs a los mismos Tarleton.Puede hacer esas cosas, pero no pone corazn en ellas. Por eso digo que es un serraro.

    Scarlett, con el pecho oprimido, permaneci silenciosa. Saba que Geraldtena razn y no encontraba disculpa para su amado. Ashley no pona nunca elcorazn en ninguna de aquellas cosas tan agradables y que tan bien saba hacer.No les dedicaba ms que un inters corts, en contraste con los dems, a quienesles interesaba vitalmente.

    Interpretando certeramente su silencio, Gerald le acarici el brazo, y dijotriunfante:

    Scarlett! Reconoces, entonces, que es verdad? Qu ibas a hacer con unmarido como Ashley? Todos los Wilkes son unos autnticos lunticos.

    Y luego, con acento mimoso, continu:Aunque hace un momento mencion a los Tarleton, no quiere esto decir

    que los ensalce. Son simpticos muchachos, pero si prefieres a Cade Calvert, am lo mismo me da. Los Calvert son buena gente, todos ellos; aunque el viejo sehaya casado con una yanqui. Y cuando yo desaparezca, cllate, rica, yescchame!, os dejar Tara a ti y a Cade.

    No querra a Cade ni en bandeja de plata! grit Scarlett, exasperada.Haz el favor de no decirle nada de m. No quiero ni Tara ni ninguna otra antiguaplantacin. Las plantaciones no me importan nada cuando

    Iba a decir cuando no tengo al hombre que quiero , pero Gerald, irritadopor la desdeosa actitud con que acoga su dadivosa oferta, lo que ms quera enel mundo despus de Ellen, exhal un rugido:

    Eres capaz, t, Scarlett OHara, de decirme a m que esta tierra de Tara note importa nada?

    Scarlett movi la cabeza obstinadamente. Senta demasiado dolorido sucorazn para que la preocupase irritar a su padre.

    La tierra es la nica cosa del mundo que tiene algn valor murmur l;haciendo con sus cortos y gruesos brazos amplios ademanes de indignacin,porque es la nica que perdura. No lo olvides! Es la nica cosa que merece quetrabajemos por ella, que luchemos por ella, que muramos por ella.

    Oh, pap! protest Scarlett, disgustada. Hablas como un irlands!Nunca me he avergonzado de serlo; por el contrario, estoy orgulloso de

  • ello. No olvides que t tambin eres medio irlandesa, seorita! Y paracualquiera que tenga en sus venas una gota de sangre irlandesa la tierra en quevive es como su madre. De ti s que estoy avergonzado ahora. Te ofrezco la tierrams hermosa del mundo, exceptuando el condado de Meath, en el ViejoContinente, y t, qu haces? La desprecias!

    Gerald haba empezado a excitarse, gritando de rabia, cuando algo en eldesconsolado rostro de su hija le hizo interrumpirse.

    Bueno, eres joven an. Ya sentirs despus ese amor a la tierra. No podrsescapar de l, si tienes sangre irlandesa. Eres sencillamente una nia, preocupadapor tus adoradores. Cuando seas vieja, ya vers lo que es eso. Y ahora, quieresdecidirte por Cade o por los gemelos o por uno de los chicos de Evan Munroe?Ya vers el pago que te doy !

    Oh, pap!En aquel momento estaba y a Gerald completamente harto de la

    conversacin y aburridsimo de encontrarse aquel problema sobre sus hombros.Se senta ofendido, adems, al ver que Scarlett segua estando desconsolada aundespus de haberle ofrecido los mejores partidos del condado y Tara poraadidura. A Gerald le gustaba que sus regalos fuesen recibidos con palmitas ybesos.

    Vaya! No haga usted pucheros, seorita! No me importa con quin tecases con tal que piense como t y sea un caballero, un hombre del Sur, yarrogante. Porque el amor de la mujer llega despus del matrimonio.

    Por Dios, pap! sa s que es una teora del Viejo Continente!Y una magnfica teora. Todos los americanos tratan afanosos de casarse

    por amor, como los criados, como los yanquis. Los mejores matrimonios sonaquellos que escogen los padres. Cmo va a saber una chiquilla tonta, como t,distinguir a un hombre bueno de un canalla? Fjate, si no, en los Wilkes. Qu es loque les hace conservarse dignos y fuertes a travs de todas las generaciones?Pues sencillamente el casarse con sus afines; entre primos, como quiere sufamilia que lo hagan.

    Dios mo! gimi Scarlett, sintiendo renovado su dolor con las palabrasde Gerald, que trajeron de nuevo a su mente la inevitable verdad. Su padre lamir y bajando la cabeza anduvo unos pasos indeciso.

    No estars llorando? le pregunt, acaricindole torpemente la barbilla eintentando levantarle l cabeza, compasivo.

    No! exclam ella con vehemencia, dando un respingo.Mintiendo es lo que ests, y me enorgullezco de ello. Me alegro de que seas

    orgullosa, gatita. Y deseo verte orgullosa maana, en la barbacoa. No quiero quetodo el condado cotillee y se ra de ti maana porque hay as entregado tu corazna un hombre que no ha pensado en ti ms que como amiga de la familia.

    S que ha pensado se dijo Scarlett, dolida. Ya lo creo que ha pensado!

  • Estoy segura de que si hubiera tenido un poco ms de tiempo se lo hubiera hechoconfesar Ay, si no fuese porque los Wilkes se creen siempre obligados acasarse con sus primas!

    Gerald enlaz su brazo al de su hija.Y, ahora, entremos a cenar; que todo esto quede entre nosotros, para que tu

    madre no se preocupe y yo tampoco. Sunate, hija ma.Scarlett se son con su arrugado pauelito, y ambos echaron a andar por el

    sendero, cogidos del brazo, mientras el caballo los segua lentamente. Al llegar ala casa, Scarlett se dispona a hablar de nuevo, cuando vio a su madre salir de ladensa sombra del porche. Tena puestos la toca, el chai y los mitones, y detrs deella iba Mamita con cara de pocos amigos, asiendo el maletn de cuero negro enque Ellen OHara llevaba siempre los vendajes y medicinas que utilizaba en lascuras de los esclavos. Mamita tena una boca grande, de labios gruesos ycolgantes que, cuando la negra se enfadaba, pendan ms que de costumbre. Enaquellos momentos los labios de Mamita tenan una longitud desmesurada, yScarlett comprendi que Mamita estaba furiosa por algo que no aprobaba.

    Seor OHara llam Ellen, al ver a la pareja que avanzaba por el camino(Ellen perteneca a una generacin formalista, aun despus de diecisiete aos dematrimonio y de haber tenido seis hijos). Seor OHara, ha ocurrido unadesgracia en casa de los Slattery. El hijo de Emmie ha nacido, se est muriendoy hay que bautizarlo. Voy all con Mamita a ver qu puedo hacer.

    Su voz se alzaba interrogante como si estuviera pendiente de la aprobacin desu marido, mera formalidad, pero muy grata al corazn de Gerald.

    Por Dios santo! grit OHara. Cmo se atreven esos indecentesblancos a hacerte salir de casa precisamente cuando vas a cenar y cuando estoydeseando contarte todo lo que en Atlanta se dice de la guerra? Vete, seoraOHara; no podras dormir tranquila esta noche si supieras que ha ocurrido unadesgracia y no has acudido a aliviarla.

    No podra dormir nunca tranquila si no hubiese ido antes a cuidar a losnegros y a esos pelmas de los blancos, que bien podran cuidarse a s mismos gru Mamita como rezando, mientras bajaba las escaleras dirigindose al cocheque esperaba al borde del camino.

    Ocupa mi lugar en la mesa, querida dijo Ellen a Scarlett, acaricindolela mejilla con su enguantada mano.

    A pesar de sus lgrimas, Scarlett se estremeci al contacto realmente mgicode la mano de su madre y con la dbil fragancia de verbena que exhalaba lacruj iente seda de su traje. Para Scarlett haba algo portentoso en Ellen OHara;era una maravilla que viva en la casa con ella, a la que tema, pero que lahechizaba y la calmaba al mismo tiempo.

    Gerald ayud a su mujer a subir al coche y orden al cochero que condujeseco