lenin- tesis de abril

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CARTAS SOBRE TÁCTICAS. Prefacio. El 4 de abril de 1917 hube de pronunciar un informe en Petrogrado, sobre el tema que figura en el título, primeramente en una reunión de bolcheviques: los delegados a la Conferencia de los Soviets de diputados obreros y soldados de toda Rusia. Los delegados debían regresar a sus lugares de procedencia, por lo que no podían concederme ninguna dilación. Al final de la reunión, su presidente, camarada G. Zinóviev, me propuso en nombre de todos los presentes que repitiera en el acto mi informe en una asamblea de delegados bolcheviques y mencheviques, que deseaban discutir el problema de la unificación del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. Por difícil que fuera para repetir inmediatamente mi informe, no me consideré con derecho a negarme, ya que lo pedían tanto mis correligionarios como los mencheviques, los cuales, a causa de su partida, no podían, en efecto, concederme ninguna dilación. En el informe leí mis tesis, publicadas en el núm. 26 de Pravda del 7 de abril de 1917 * . Tanto las tesis como mi informe suscitaron discrepancias entre los propios bolcheviques y en la redacción misma de Pravda. Tras una serie de reuniones, llegamos por unanimidad a la conclusión de que lo más oportuno sería discutir públicamente estas discrepancias, proporcionando así material para la Conferencia de toda Rusia de nuestro partido (el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, unificado por el Comité Central) que debería celebrarse en Petrogrado el 20 de abril de 1917. Precisamente en cumplimiento de este acuerdo sobre la discusión publico las cartas siguientes, sin pretender estudiar en ellas el problema en todos sus aspectos; sólo deseo esbozar los argumentos principales, especialmente esenciales para las tareas prácticas del movimiento de la clase obrera. Carta I. Apreciación del momento. El marxismo exige de nosotros el análisis más exacto, objetivamente comprobable, de la correlación * En el apéndice a esta carta reproduzco dichas tesis, acompañadas de unas breves observaciones aclaratorias, del citado número de Pravda. (Véase el presente volumen. . de la Edit.) de las clases y de las peculiaridades concretas de cada momento histórico. Nosotros, los bolcheviques, hemos procurado siempre ser fieles a esta exigencia, indiscutiblemente obligatoria desde el punto de vista de toda fundamentación científica de la política. “Nuestra doctrina no es un dogma, sino una guía para la acción” 124 : así decían siempre Marx y Engels, quienes se burlaban, con razón, del aprendizaje mecánico y de la simple repetición de “fórmulas” que, en el mejor de los casos, sólo sirven para trazar las tareas generales, que cambian necesariamente de acuerdo con las condiciones económicas y políticas concretas de cada fase particular del proceso histórico. ¿Cuáles son los hechos objetivos, establecidos con exactitud, que deben servir hoy de guía al partido del proletariado revolucionario para determinar las tareas y las formas de su actuación? Ya en mi primera Carta desde lejos (La primera etapa de la primera revolución), publicada en Pravda, números 14 y 15, del 21 y 22 de marzo de 1917, y también en mis tesis determiné “la peculiaridad del momento actual en Rusia”, como fase de transición de la primera etapa de la revolución a la segunda. Por lo tanto, consideraba que la consigna fundamental, la “tarea del día”, en ese momento era: “¡Obreros! Habéis hecho prodigios de heroísmo proletario y popular en la guerra civil contra el zarismo. Tendréis que hacer prodigios de organización del proletariado y de todo el pueblo para preparar vuestro triunfo en la segunda etapa de la revolución” (Pravda, núm. 15). * ¿En qué consiste, pues, la primera etapa? En el paso del poder del Estado a manos de la burguesía. Hasta la revolución de febrero-marzo de 1917, el poder del Estado en Rusia se encontraba en manos de una vieja clase, a saber: la nobleza feudal- terrateniente, encabezada por Nicolás Románov. Después de esta revolución, el poder ha pasado a manos de otra clase, de una clase nueva, a saber: la burguesía. El paso del poder del Estado de manos de una clase a manos de otra es el primer rasgo, el principal, el fundamental de la revolución, tanto en el significado rigurosamente científico como en el * Ver el presente volumen.

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Tesos de abril

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  • CARTAS SOBRE TCTICAS. Prefacio. El 4 de abril de 1917 hube de pronunciar un

    informe en Petrogrado, sobre el tema que figura en el ttulo, primeramente en una reunin de bolcheviques: los delegados a la Conferencia de los Soviets de diputados obreros y soldados de toda Rusia. Los delegados deban regresar a sus lugares de procedencia, por lo que no podan concederme ninguna dilacin. Al final de la reunin, su presidente, camarada G. Zinviev, me propuso en nombre de todos los presentes que repitiera en el acto mi informe en una asamblea de delegados bolcheviques y mencheviques, que deseaban discutir el problema de la unificacin del Partido Obrero Socialdemcrata de Rusia.

    Por difcil que fuera para m repetir inmediatamente mi informe, no me consider con derecho a negarme, ya que lo pedan tanto mis correligionarios como los mencheviques, los cuales, a causa de su partida, no podan, en efecto, concederme ninguna dilacin.

    En el informe le mis tesis, publicadas en el nm. 26 de Pravda del 7 de abril de 1917*.

    Tanto las tesis como mi informe suscitaron discrepancias entre los propios bolcheviques y en la redaccin misma de Pravda. Tras una serie de reuniones, llegamos por unanimidad a la conclusin de que lo ms oportuno sera discutir pblicamente estas discrepancias, proporcionando as material para la Conferencia de toda Rusia de nuestro partido (el Partido Obrero Socialdemcrata de Rusia, unificado por el Comit Central) que debera celebrarse en Petrogrado el 20 de abril de 1917.

    Precisamente en cumplimiento de este acuerdo sobre la discusin publico las cartas siguientes, sin pretender estudiar en ellas el problema en todos sus aspectos; slo deseo esbozar los argumentos principales, especialmente esenciales para las tareas prcticas del movimiento de la clase obrera.

    Carta I. Apreciacin del momento. El marxismo exige de nosotros el anlisis ms

    exacto, objetivamente comprobable, de la correlacin

    * En el apndice a esta carta reproduzco dichas tesis, acompaadas de unas breves observaciones aclaratorias, del citado nmero de Pravda. (Vase el presente volumen.

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    sentido poltico-prctico de este concepto. Por tanto, la revolucin burguesa o democrtica

    burguesa en Rusia ha terminado. Aqu omos el alboroto de las rplicas de aquellos

    a quienes gusta llamarse viejos bolcheviques: Acaso no he dicho siempre que la revolucin democrtica burguesa sera terminada solamente por la dictadura democrtica revolucionaria del proletariado y de los campesinos? Acaso la revolucin agraria, tambin democrtica burguesa, ha terminado? Acaso no es, por el contrario, un hecho que esta ltima todava no ha comenzado?

    Contesto: las consignas y las ideas bolcheviques, en general, han sido plenamente confirmadas por la historia, pero, concretamente, las cosas han resultado de otro modo de lo que poda (quienquiera que fuese) esperar, de un modo ms original, ms peculiar, ms variado.

    Desconocer, olvidar este hecho, significara semejarse a aquellos viejos bolcheviques, que ya ms de una vez desempearon un triste papel en la historia de nuestro partido, repitiendo una frmula tontamente aprendida, en vez de dedicarse al estudio de las nuevas peculiaridades de la nueva y viva realidad.

    La dictadura democrtica revolucionaria del proletariado y de los campesinos ya se ha realizado en la revolucin rusa en cierta forma y hasta cierto grado, puesto que esta frmula slo prev una correlacin de clases y no una institucin poltica concreta llamada a realizar esta correlacin, esta colaboracin. El Soviet de diputados obreros y soldados es ya la realizacin, impuesta por la vida, de la dictadura democrtica revolucionaria del proletariado y de los campesinos.

    Esta frmula ha caducado ya. La vida la ha trasladado del reino de las frmulas al reino de la realidad, hacindola de carne y hueso, concretndola, y, con ello, transformndola.

    A la orden del da se plantea ya otra nueva tarea: la escisin entre los elementos proletarios (antidefensistas, internacionalistas, comunistas, partidarios del paso a la comuna) dentro de esta dictadura y los elementos partidarios de la pequea propiedad o pequeoburgueses (Chjedze, Tsereteli, Steklov, los socialistas-revolucionarios y otros tantos defensistas revolucionarios, enemigos de tomar el camino de la comuna, partidarios del apoyo a la burguesa y al gobierno burgus).

    Quien ahora hable solamente de la dictadura democrtica revolucionaria del proletariado y de los campesinos, se ha rezagado de la realidad y, por esta razn, se ha pasado de hecho a la pequea burguesa contra la lucha proletaria de clase y hay que mandarlo al archivo de las curiosidades bolcheviques prerrevolucionarias (al archivo que podramos llamar de los viejos bolcheviques).

    La dictadura democrtica revolucionaria del

    proletariado y de los campesinos se ha realizado ya, pero de un modo sumamente original, con una serie de importantsimos cambios. De ellos hablar aparte en una de mis cartas posteriores. Por ahora es necesario asimilarse la verdad indiscutible de que un marxista debe tener en cuenta la vida real, los hechos exactos de la realidad, y no seguir aferrndose a la teora de ayer, que, como toda teora, en el mejor de los casos, slo traza lo fundamental, lo general, slo abarca de un modo aproximado la complejidad de la vida.

    La teora, amigo mo, es gris; pero el rbol de la vida es eternamente verde125.

    Quien plantee la cuestin de la terminacin de la revolucin burguesa al viejo estilo, sacrifica el marxismo vivo en aras de la letra muerta.

    Con arreglo al viejo estilo resulta que tras el dominio de la burguesa puede y debe llegar el dominio del proletariado y del campesinado, su dictadura.

    Pero en la vida real las cosas han resultado ya de otro modo: ha resultado un entrelazamiento de lo uno y de lo otro en forma extraordinariamente original, nueva e inaudita. Existen paralelamente, juntos, simultneamente, tanto el dominio de la burguesa (gobierno de Lvov y Guchkv) como la dictadura democrtica revolucionaria del proletariado y del campesinado, que voluntariamente entrega el poder a la burguesa, convirtindose voluntariamente en apndice suyo.

    Pues no se debe olvidar que, de hecho, en Petrogado el poder est en manos de los obreros y soldados: el nuevo gobierno no ejerce, ni puede ejercer, violencia alguna contra ellos, puesto que no existe polica, ni ejrcito separado del pueblo, ni burocracia que se site de un modo omnipotente por encima del pueblo. Esto es un hecho. Este es precisamente el hecho caracterstico de un Estado del tipo de la Comuna de Pars. Este hecho no encaja en los esquemas antiguos. Es necesario saber adaptarse a los esquemas a la vida y no repetir las palabras sobre la dictadura del proletariado y de los campesinos en general, que se han vuelto absurdas.

    Para enfocarla mejor, abordemos la cuestin desde otro aspecto.

    Un marxista no debe apartarse del terreno exacto del anlisis de las relaciones entre clases. En el poder se encuentra la burguesa. Pero acaso la masa de campesinos no es tambin una burguesa de otra capa, de otro gnero, de un carcter distinto? De dnde se deduce que esta capa no puede llegar al poder, terminando la revolucin democrtica burguesa? Por qu no es posible?

    As razonan con frecuencia los viejos bolcheviques.

    Contesto: esto es muy posible. Pero un marxista, al apreciar el momento dado, no debe partir de lo posible, sino de lo real.

  • Cartas sobre tcticas

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    Y la realidad nos demuestra el hecho de que los diputados soldados y campesinos, libremente elegidos, entran libremente a formar parte del segundo gobierno, del gobierno paralelo completndolo, desarrollndolo perfeccionndolo tambin libremente. Y con la misma libertad entregan el poder a la burguesa: fenmeno que no contradice en lo ms mnimo la teora del marxismo, puesto que siempre hemos sabido e indicado reiteradamente que la burguesa se mantiene no slo por medio de la violencia, sino tambin gracias a la falta de conciencia, la rutina, la ignorancia y la desorganizacin de las masas.

    Y ante esta realidad de hoy, es francamente ridculo volver la espalda a los hechos y hablar de las posibilidades.

    Es posible que los campesinos tomen toda la tierra y todo el poder. Yo no slo no pierdo de vista esta posibilidad ni limito mi horizonte al da de hoy, sino que formulo, directa y exactamente, el programa agrario teniendo en cuenta un nuevo fenmeno: la escisin ms profunda entre los jornaleros del campo y los campesinos pobres, de un lado, y los propietarios campesinos, de otro.

    Pero tambin es posible que suceda otra cosa: es posible que los campesinos sigan los consejos del partido pequeoburgus eserista, influenciado por la burguesa y que se ha pasado a la posicin defensista, que les aconseja esperar hasta la Asamblea Constituyente, a pesar de que, hasta ahora, ni siquiera se ha fijado la fecha de su convocatoria!*

    Es posible que los campesinos conserven, continen su pacto con la burguesa, pacto concertado por ellos en la actualidad por medio de los Soviets de diputados obreros y soldados no slo de un modo formal, sino tambin de hecho.

    Son posibles muchas cosas. Sera el ms craso de los errores olvidarse del movimiento agrario y del programa agrario. Pero un error igual constituira el olvidarse de la realidad, que nos indica el hecho del acuerdo -o empleando un trmino ms exacto, menos jurdico, de mayor sentido econmico-clasista-, el hecho de la colaboracin entre las clases: la burguesa y el campesinado.

    Cuando este hecho deje de ser un hecho, cuando el campesinado se separe de la burguesa, tome la tierra, a pesar de ella, se aduee del poder, contra ella, entonces sta ser una nueva etapa de la

    * Para que no sean tergiversadas mis palabras, dir ahora adelantndome: soy partidario incondicional de que los Soviets de los braceros y campesinos se apoderen inmediatamente de toda la tierra, pero que observen del modo ms riguroso ellos mismos el orden y la disciplina, sin permitir el ms mnimo dao de mquinas, edificios, ganado, y sin que, de ninguna manera, desorganicen la hacienda y la produccin del trigo, sino la intensifiquen, puesto que los soldados necesitan el doble de pan y el pueblo no debe sufrir hambre.

    revolucin democrtica burguesa, de la que hablaremos aparte.

    El marxista que ante la posibilidad de semejante etapa futura olvide sus deberes en la actualidad, cuando el campesinado pacta con la burguesa, se convertir en un pequeo burgus. Pues de hecho predicar al proletariado confianza en la pequea burguesa (ella, la pequea burguesa, el campesinado, todava dentro de los lmites de la revolucin democrtica burguesa, tendr que separarse de la burguesa). Ante la posibilidad de un futuro agradable y dulce, en que el campesinado no vaya a remolque de la burguesa, y los socialistas-revolucionarios los Chjedze, los Tsereteli y los Steklov, no sean apndice del gobierno burgus, ante esta posibilidad, dicho marxista olvidar el presente desagradable, en que el campesinado sigue yendo a remolque de la burguesa, en que los eseristas y socialdemcratas no han abandonado todava su papel de apndice del gobierno burgus, su papel de la oposicin de Su Majestad126 Lvov.

    Este hombre supuesto por nosotros se asemejara al dulzn Luis Blanc o a un empalagoso kautskiano, pero de ningn modo a un marxista revolucionario.

    Pero quiz corremos el peligro de caer en el subjetivismo, de querer saltar por encima de la revolucin de carcter democrtico burgus, an no terminada -trabada todava por el movimiento campesino-, a la revolucin socialista?

    Si yo hubiese dicho: Sin zar, por un gobierno obrero127, me amenazara semejante peligro. Pero yo no he dicho eso, he dicho otra cosa distinta. Yo he afirmado que fuera de los Soviets de diputados obreros, braceros, soldados y campesinos no puede haber otro gobierno en Rusia (sin contar el gobierno burgus). Yo he afirmado que el poder en Rusia puede pasar, ahora, de Guchkov y Lvov nicamente a estos Soviets, y en ellos justamente prevalecen los campesinos, prevalecen los soldados, prevalece la pequea burguesa, para expresarlo en trminos cientficos, marxistas, y no empleando una caracterizacin habitual, filistea, ni profesional, sino una caracterizacin clasista.

    En mis tesis, me asegur completamente de todo salto por encima del movimiento campesino o, en general, pequeoburgus an latente, de todo juego a la conquista del poder por parte de un gobierno obrero, de cualquier aventura blanquista, puesto que me refera directamente a la experiencia de la Comuna de Pars. Como se sabe, y como lo indicaron detalladamente Marx en 1871 y Engels en 1891128, esta experiencia exclua totalmente el blanquismo129, asegurando completamente el dominio directo, inmediato e incondicional de la mayora y la actividad de las masas, slo en la medida de la actuacin consciente de la mayora misma.

    En las tesis reduje la cuestin, con plena claridad, a la lucha por la influencia dentro de los Soviets de

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    diputados obreros, braceros, campesinos y soldados. Para no dejar asomo de duda a este respecto, subray dos veces, en las tesis, la necesidad de un trabajo de paciente e insistente explicacin, que se adapte a las necesidades prcticas de las masas.

    Gente ignorante o renegados del marxismo, como el seor Plejnov y otros, pueden gritar sobre anarquismo, blanquismo, etc. Quien quiera meditar y estudiar deber comprender que el blanquismo significa la conquista del poder por una minora, mientras que los Soviets de diputados obreros, etc., constituyen evidentemente una organizacin directa e inmediata de la mayora del pueblo. El trabajo o la lucha por la influencia dentro de tales Soviets no puede, sencillamente no puede, desviarse a la charca del blanquismo. Y tampoco puede caer en la charca del anarquismo, puesto que el anarquismo es la negacin de la necesidad del Estado y del poder estatal en la poca de transicin del dominio de la burguesa al dominio del proletariado. Mientras que yo defiendo, con una claridad que excluye toda posibilidad de confusin, la necesidad del Estado en esta poca, pero -de acuerdo con Marx y con la experiencia de la Comuna de Pars-, no de un Estado parlamentario burgus de tipo corriente, sino de un Estado sin un ejrcito permanente, sin una polica opuesta al pueblo, sin una burocracia situada por encima del pueblo.

    Si el seor Plejnov, en su Edinstvo, grita a voz en cuello sobre anarquismo, con ello slo demuestra, una vez ms, que ha roto con el marxismo. Al reto, lanzado por m en Pravda (nm. 26), de exponer lo que en 1871, 1872 y 1875 ensearon Marx y Engels acerca del Estado, el seor Plejnov tiene y tendr que responder slo con el silencio respecto a la esencia de la cuestin y con gritos al estilo de la burguesa enfurecida.

    El ex marxista seor Plejnov no ha comprendido en absoluto la doctrina del marxismo sobre el Estado. De paso sea dicho, los grmenes de esta incomprensin se ven ya, tambin, en su folleto sobre el anarquismo, editado en alemn130.

    * * * Veamos ahora cmo formula el camarada Y.

    Kmenev, en el comentario del nmero 27 de Pravda, sus discrepancias con mis tesis y concepciones expuestas ms arriba. Ello nos ayudar a esclarecerlas con mayor exactitud.

    En lo que respecta al esquema general del camarada Lenin -dice el camarada Kmenev- nos parece inaceptable, ya que arranca del reconocimiento de que la revolucin democrtica burguesa ha terminado y confa en la transformacin inmediata de esta revolucin en socialista... Tenernos aqu dos grandes errores. Primero. El problema de la terminacin de la

    revolucin democrtica burguesa est planteado

    errneamente. Este problema es enfocado de una manera abstracta, simple, unicolor, por as decirlo, que no corresponde a la realidad objetiva. Quien plantea as la cuestin, quien pregunta ahora si est terminada o no la revolucin democrtica burguesa, y nada ms, se priva a s mismo de la posibilidad de comprender la realidad, extraordinariamente compleja y, por lo menos, bicolor. Eso en el terreno de la teora. Y en el terreno de la prctica, se rinde impotente ante el revolucionarismo pequeoburgus.

    En efecto. La realidad nos muestra tanto el paso del poder a la burguesa (la revolucin democrtica burguesa de tipo corriente terminada) como la existencia, al lado del gobierno autntico, de otro accesorio, que representa la dictadura democrtica revolucionaria del proletariado y de los campesinos. Este ltimo tambin-gobierno ha cedido l mismo el poder a la burguesa, se ha atado l mismo al gobierno burgus.

    Abarca esta realidad la frmula de viejos bolcheviques del camarada Kmenev: la revolucin democrtica burguesa no ha terminado?

    No, la frmula ha envejecido. No sirve para nada. Est muerta. Y sern intiles las tentativas de resucitarla.

    Segundo. La cuestin prctica. Se desconoce si ahora puede todava existir en Rusia una dictadura democrtica revolucionaria del proletariado y de los campesinos independiente, apartada del gobierno burgus. No se debe basar la tctica marxista en lo desconocido.

    Pero si eso puede ocurrir an, el camino para llegar a ello es uno y slo uno: la separacin inmediata, resuelta e irreversible entre los elementos proletarios, comunistas, del movimiento y los elementos pequeoburgueses.

    Por qu? Porque toda la pequea burguesa no ha girado de

    manera casual, sino necesariamente, hacia el chovinismo (=defensismo), hacia el apoyo a la burguesa, hacia la dependencia de ella, hacia el temor de pasarse sin ella, etc., etc.

    Cmo se puede empujar a la pequea burguesa al poder si esta pequea burguesa puede tomarlo ya, hoy, pero no lo quiere?

    nicamente con la separacin del partido proletario, comunista, con la lucha de clase proletaria exenta de la timidez de esos pequeos burgueses. Slo la cohesin de los proletarios, libres de hecho, y no de palabra, de la influencia de la pequea burguesa, es capaz de hacer arder de tal modo la tierra bajo las plantas de la pequea burguesa que sta, en determinadas condiciones, se vea obligada a tomar el poder; no est excluido, incluso, que Guchkov y Miliukov se declaren partidarios -tambin en determinadas circunstancias- del poder ilimitado, del poder absoluto de Chjedze, de Tsereteli, de los

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    eseristas, de Steklov, porque, pese a todo, son defensistas!

    Quien separa ahora mismo, inmediata e irreversiblemente, a los elementos proletarios, que forman parte de los Soviets (es decir, al partido proletario, comunista), de los elementos pequeoburgueses, expresa con acierto los intereses del movimiento en ambos casos posibles: tanto en el caso de que Rusia pase an por la dictadura del proletariado y del campesinado independiente, separada, no subordinada a la burguesa, como en el caso de que la pequea burguesa no sepa desligarse de la burguesa y vacile eternamente (es decir, hasta el socialismo) entre ella y nosotros.

    Quien se gua en su actividad nicamente por la simple frmula de la revolucin democrtica burguesa no ha terminado, contrae en cierto sentido el compromiso de garantizar que la pequea burguesa tiene la probabilidad de ser independiente de la burguesa. Y con ello se entrega impotente, en el momento actual, a merced de la pequea burguesa

    A propsito. Al hablar de la frmula de la dictadura del proletariado y de los campesinos, ser oportuno recordar que en Dos tcticas (julio de 1905) subrayaba especialmente (pg. 43 de En doce aos):

    La dictadura democrtica revolucionaria del proletariado y de los campesinos tiene, como todo el mundo, su pasado y su porvenir. Su pasado es la autocracia, el rgimen feudal, la monarqua, los privilegios... Su porvenir es la lucha contra la propiedad privada, la lucha del obrero asalariado contra el patrono, la lucha por el socialismo...*

    El error del camarada Kmenev consiste en que en 1917 sigue mirando slo al pasado de la dictadura democrtica revolucionaria del proletariado y de los campesinos. Mas para ella ha empezado ya, de hecho, el porvenir, pues los intereses y la poltica del obrero asalariado y del pequeo patrono se han divorciado ya de hecho y, adems, ante un problema tan importantsimo como el defensismo, como la actitud frente a la guerra imperialista.

    Y llego as al segundo error de las mencionadas consideraciones del camarada Kmenev. Me reprocha que mi esquema confa en la transformacin inmediata de esta revolucin (la democrtica burguesa) en socialista.

    Eso no es justo. Lejos de confiar en la transformacin inmediata de nuestra revolucin en socialista, pongo en guardia francamente contra ello, declaro sin rodeos en la tesis nmero 8: ...

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    socialismo y cmo darlos. El control del banco y la fusin de todos los bancos en uno solo no es todava el socialismo, pero es un paso hacia el socialismo. Hoy dan pasos de ese tipo contra el pueblo los junkers y los burgueses de Alemania. Maana sabr darlos muchsimo mejor en beneficio del pueblo el Soviet de diputados obreros y soldados, si tiene en sus manos todo el poder del Estado.

    Y qu es lo que obliga a dar esos pasos? El hambre. El desbarajuste de la economa. La

    bancarrota amenazante. Los horrores de la guerra. Los horrores de las heridas causadas por la guerra la humanidad.

    El camarada Kmenev termina su comentario declarando que espera defender su punto de vista en una amplia discusin como nico posible para la socialdemocracia revolucionaria, ya que sta quiere y deber ser hasta el fin el partido de las masas revolucionarias del proletariado, y no convertirse en un grupo de propagandistas comunistas.

    Me parece que estas palabras evidencian una apreciacin profundamente errnea del momento. El camarada Kmenev contrapone el Partido de las masas a un grupo de propagandistas. Pero las masas se han dejado llevar precisamente ahora por la embriaguez del defensismo revolucionario. No ser ms decoroso tambin para los internacionalistas saber oponerse en un momento como ste a la embriaguez masiva que querer seguir con las masas, es decir, contagiarse de la epidemia general? Es que no hemos visto en todos los pases beligerantes europeos cmo se justificaban los chovinistas con el deseo de seguir con las masas? No es obligatorio, acaso, saber estar en minora durante cierto tiempo frente a la embriaguez masiva? No es precisamente el trabajo de los propagandistas en el momento actual el punto central para liberar la lnea proletaria de la embriaguez defensista y pequeoburguesa masiva? Cabalmente la unin de las masas, proletarias y no proletarias, sin importar las diferencias de clase en el seno de las masas, ha sido una de las premisas de la epidemia defenisista. No creemos que est bien hablar con des precio de un grupo de propagandistas de la lnea proletaria.

    Escrito entre el 8 y el 13 (21 y 26) de abril de

    1917. Publicado en abril de 1917 en un folleto en Petrogrado, por la Editorial Pribi.

    T. 31, pgs. 131-144.

  • LA DUALIDAD DE PODERES. El problema del poder del Estado es el

    fundamental en toda revolucin. Sin comprenderlo claramente no puede ni pensarse en participar de modo consciente en la revolucin y mucho menos en dirigirla.

    Una particularidad notable en grado sumo de nuestra revolucin consiste en que ha engendrado una dualidad de poderes. Es necesario, ante todo, explicarse este hecho, pues sin ello ser imposible seguir adelante. Es menester saber completar y corregir las viejas frmulas, por ejemplo, las del bolchevismo, acertadas en general, como se ha demostrado, pero cuya realizacin concreta ha resultado ser diferente.

  • V. I. Lenin

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    tambin nuestros camaradas cometen tantos errores al formular simplemente esta interrogante: se debe derribar inmediatamente al Gobierno Provisional?

    Respondo: 1) se le debe derribar, pues es un gobierno oligrquico, un gobierno burgus, y no de todo el pueblo; un gobierno que no puede dar ni paz, ni pan, ni plena libertad; 2) no se le puede derribar inmediatamente, pues se sostiene gracias a un pacto directo e indirecto, formal y efectivo, con los Soviets de diputados obreros y, sobre todo, con el principal de ellos, el Soviet de Petrogrado; 3) en general, no se le puede derribar por la va habitual, pues se asienta en el apoyo que presta a la burguesa el segundo gobierno, el Soviet de diputados obreros, y ste es el nico gobierno revolucionario posible, que expresa directamente la conciencia y la voluntad de la mayora de los obreros y campesinos. La humanidad no ha creado hasta hoy, ni nosotros conocemos, un tipo de gobierno superior ni mejor que los Soviets de diputados obreros, braceros, campesinos y soldados.

    Para convertirse en poder, los obreros conscientes tienen que ganarse a la mayora: mientras no exista violencia contra las masas, no habr otro camino para llegar al poder. No somos blanquistas, no somos partidarios de la conquista del poder por una minora. Somos marxistas, partidarios de la lucha proletaria clasista contra la embriaguez pequeoburguesa, contra el defensismo chovinista, contra las frases hueras, contra la dependencia respecto de la burguesa.

    Formemos un partido comunista proletario; los mejores militantes del bolchevismo han creado ya los elementos de ese partido; unmonos estrechamente en la labor proletaria clasista y veremos cmo vienen a nosotros, en masas cada vez mayores, los proletarios y los campesinos pobres. Porque la vida se encargar de destruir cada da las ilusiones pequeoburguesas de los socialdemcratas, de los Chjedze, de los Tsereteli, de los Steklov, etc., de los socialistas- revolucionarios, de los pequeos burgueses todava ms puros, etc., etc.

    La burguesa defiende el poder nico de la burguesa.

    Los obreros conscientes defienden el poder nico de los Soviets de diputados obreros, braceros, campesinos y soldados, el poder nico que es necesario preparar esclareciendo la conciencia proletaria, emancipando al proletariado de la influencia de la burguesa, y no por medio de aventuras.

    La pequea burguesa -los socialdemcratas, los socialistas-revolucionarios, etc., etc.- vacila, entorpeciendo este esclarecimiento, esta emancipacin.

    Tal es la verdadera correlacin de las fuerzas de clases, que determina nuestras tareas.

    Pravda, nm. 28, 9 de abril de 1917. T. 31, pgs. 145-148.

  • LAS TAREAS DEL PROLETARIADO E- -UESTRA REVOLUCI-131. (Proyecto de plataforma del partido proletario) El momento histrico que vive Rusia se

    caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales: Carcter de clase de la revolucin realizada. 1. El viejo poder zarista, que slo representaba a

    un puado de terratenientes feudales, dueos de toda la mquina del Estado (ejrcito, polica, burocracia), ha sido destruido, suprimido, pero no rematado. La monarqua no est formalmente aniquilada. La banda de los Romnov continua urdiendo intrigas monrquicas. Las gigantescas posesiones de los terratenientes feudales no han sido liquidadas.

    2. El poder de Estado ha pasado en Rusia a manos de una nueva clase: la clase de la burguesa y de los terratenientes aburguesados. En esa medida, la revolucin democrtica burguesa en Rusia est terminada.

    La burguesa instaurada en el poder ha formado un bloque (una alianza) con elementos manifiestamente monrquicos, que se distinguieron de 1906 a 1914 por el apoyo, celoso en extremo, prestado a Nicols el Sanguinario y a Stolypin el Verdugo (Guchkov y otros polticos, ms derechistas que los demcratas-constitucionalistas). El nuevo gobierno burgus de Lvov y Ca. ha intentado e iniciado negociaciones con los Romnov para restaurar la monarqua en Rusia. Encubrindose con una fraseologa revolucionaria, este gobierno entrega los puestos dirigentes a los partidarios del antiguo rgimen. Se esfuerza por reformar lo menos posible todo el aparato del Estado (ejrcito, polica, burocracia), ponindolo en manos de la burguesa. El nuevo gobierno ha empezado ya a impedir por todos los medios la iniciativa revolucionaria de las acciones de masas y la toma del poder por el pueblo desde abajo, nica garanta de los verdaderos xitos de la revolucin.

    Hasta hoy, este gobierno no ha sealado siquiera el plazo de convocatoria de la Asamblea Constituyente. Deja intacta la propiedad terrateniente del suelo, base material del zarismo feudal. Este gobierno no piensa siquiera en investigar, hacer pblicos y controlar los manejos de las organizaciones financieras monopolistas, de los grandes bancos, de los consorcios y crteles capitalistas, etc.

    Las carteras ms importantes y decisivas del nuevo gobierno (los ministerios del Interior y de la Guerra, es decir, el mando del ejrcito, de la polica y de la burocracia, de todo el aparato destinado a oprimir a las masas) se hallan en manos de monrquicos notorios y de partidarios reconocidos de la gran propiedad terrateniente. A los demcratas-constitucionalistas, republicanos de la ltima hornada, republicanos bien a pesar suyo, se les han concedido puestos secundarios, que no tienen relacin directa ni con el mando del pueblo ni con el aparato de poder del Estado. A. Kerenski, representante de los trudoviques y tambin-socialista, no desempea ms papel que el de adormecer con frases sonoras la vigilancia y la atencin del pueblo.

    Por todas estas razones, el nuevo gobierno burgus no merece, ni aun en el campo de la poltica interior, ninguna confianza del proletariado, y es inadmisible que ste le preste el menor apoyo.

    La poltica exterior del nuevo gobierno. 3. En el campo de la poltica exterior, que las

    circunstancias objetivas colocan hoy en primer plano, el nuevo gobierno es un gobierno de continuacin de la guerra imperialista, de una guerra en alianza con las potencias imperialistas, con Inglaterra, Francia, etc., por el reparto del botn capitalista y por la estrangulacin de los pueblos pequeos y dbiles.

    A pesar de los deseos expresados con la mayor claridad a travs del Soviet de diputados soldados y obreros en nombre de la mayora indudable de los pueblos de Rusia, el nuevo gobierno -subordinado a los intereses del capital ruso y a los de su poderoso amo y protector, el capital imperialista anglo-francs, el ms rico del mundo- no ha dado ningn paso efectivo para poner fin a esa matanza de pueblos, organizada en inters de los capitalistas. Ni siquiera ha hecho pblicos los apartados secretos, manifiestamente rapaces (sobre el reparto de Persia, el saqueo de China, el saqueo de Turqua, el reparto de Austria, la anexin de la Prusia Oriental, la anexin de las colonias alemanas, etc.), que encadenan a Rusia, sin duda alguna, al rapaz capital imperialista anglo-francs. Ha refrendado esos tratados concertados por el zarismo, que en el transcurso de varios siglos ha expoliado y oprimido a

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    ms pueblos que los dems dspotas y tiranos; por el zarismo, que no slo oprima al pueblo ruso, sino que lo deshonraba y corrompa, convirtindolo en verdugo de otros pueblos.

    El nuevo gobierno, que ha refrendado esos tratados rapaces bochornosos, no ha propuesto a todos los pueblos beligerantes un armisticio inmediato, a pesar de haberlo exigido claramente la mayora de los pueblos de Rusia a travs de los Soviets de diputados obreros y soldados. El gobierno se ha limitado a simples declaraciones y frases solemnes, sonoras y pomposas, pero completamente hueras, que en boca de los diplomticos burgueses han servido y sirven siempre para engaar a las masas ingenuas y crdulas del pueblo esclavizado.

    4. Por ello, el nuevo gobierno no slo no merece la ms mnima confianza en su poltica exterior, sino que seguir exigindole que proclame los deseos de paz de los pueblos de Rusia, que renuncie a las anexiones, etc., etc., significa, en realidad, engaar al pueblo, hacerle concebir esperanzas irrealizables, retrasar el esclarecimiento de su conciencia; significa contribuir indirectamente a conciliar al pueblo con la continuacin de la guerra, cuyo verdadero carcter social no est determinado por las buenas intenciones, sino por el carcter de clase del gobierno que la hace, por los nexos que ligan a la clase representada por ese gobierno con el capital financiero imperialista de Rusia, Inglaterra, Francia, etc., por la poltica real y efectiva que esa clase sigue.

    La original dualidad de poderes y su

    significacin de clase. 5. La peculiaridad esencial de nuestra revolucin,

    la que ms imperiosamente requiere una atencin reflexiva, es la dualidad de poderes surgida ya en los primeros das que siguieron al triunfo de la revolucin.

    Esta dualidad de poderes se manifiesta en la existencia de dos gobiernos: el gobierno principal, autntico y efectivo de la burguesa, el Gobierno Provisional de Lvov y Ca., que tiene en sus manos lodos los rganos del poder, y un gobierno suplementario, accesorio, de control, encarnado en el Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado, que no dispone de los rganos de poder del Estado, pero que se apoya directamente en la indudable mayora absoluta del pueblo, en los obreros y soldados armados.

    El origen y la significacin de clase de esta dualidad de poderes residen en que la revolucin rusa de marzo de 1917, adems de barrer toda la monarqua zarista y entregar todo el poder a la burguesa, se acerc de lleno a la dictadura democrtica revolucionaria del proletariado y de los campesinos. Precisamente esa dictadura (es decir, un poder que no se basa en la ley, sino en la fuerza

    directa de las masas armadas de la poblacin), y precisamente de las clases mencionadas, son el Soviet de Petrogrado y los Soviets locales de diputados obreros y soldados.

    6. Otra peculiaridad importantsima de la revolucin rusa consiste en que el Soviet de diputados soldados y obreros de Petrogrado, el cual goza, segn lodos los indicios, de la confianza de la mayora de los Soviets locales, entrega voluntariamente el poder del Estado a la burguesa y a su Gobierno Provisional, le cede voluntariamente la primaca suscribiendo con l el compromiso de apoyarle, y se contenta con el papel de observador, de fiscalizador de la convocatoria de la Asamblea Constituyente (hasta hoy, el Gobierno Provisional no ha sealado siquiera el plazo de su convocatoria).

    Esta circunstancia extraordinariamente original, que la historia no haba conocido bajo semejante forma, ha entrelazado, formando un todo, dos dictaduras: la dictadura de la burguesa (pues el gobierno de Lvov y Ca. es una dictadura, es decir, un poder que no se apoya en la ley ni en la voluntad previamente expresada del pueblo, sino que ha sido tomado por la fuerza y, adems, por una clase determinada, la burguesa) y la dictadura del proletariado y de los campesinos (el Soviet de diputados obreros y soldados).

    No cabe la menor duda de que ese entrelazamiento no est en condiciones de sostenerse mucho tiempo. En un Estado no pueden existir dos poderes. Uno de ellos tiene que reducirse a la nada, y toda la burguesa de Rusia labora ya con todas sus fuerzas, por doquier y por todos los medios, para eliminar, debilitar y reducir a la nada los Soviets de diputados obreros y soldados, para crear el poder nico de la burguesa.

    La dualidad de poderes no expresa ms que un momento transitorio en el curso de la revolucin, el momento en que sta ha rebasado ya los cauces de la revolucin democrtica burguesa corriente, pero no ha llegado todava al tipo puro de dictadura del proletariado y de los campesinos.

    La significacin de clase (y la explicacin de clase) de esta situacin transitoria e inestable consiste en lo siguiente: nuestra revolucin, como todas las revoluciones, ha requerido de las masas el mayor herosmo, los ms grandes sacrificios en la lucha contra el zarismo, y ha arrastrado al movimiento, de golpe, a un nmero inmenso de pequeos burgueses.

    Una de las principales caractersticas cientficas y poltico-prcticas de toda verdadera revolucin consiste en que engrosa de un modo increblemente rpido, brusco, sbito el nmero de los hombres de la calle que empiezan a tomar parte activa, independiente y efectiva en la vida poltica, en la organizacin del Estado.

    En Rusia sucede lo mismo. Rusia est hoy en ebullicin. Millones y decenas de millones de

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    hombres que se haban pasado diez aos aletargados polticamente, en quienes el espantoso yugo del zarismo y los trabajos forzados al servicio de los terratenientes y de los fabricantes haban matado, toda sensibilidad poltica, han despertado y comenzado a incorporarse a la vida poltica. Y quines son esos millones y decenas de millones de hombres? Son, en su mayora, pequeos propietarios, pequeos burgueses, gentes que ocupan un lugar intermedio entre los capitalistas y los obreros asalariados. Rusia es el pas ms pequeoburgus de toda Europa.

    Esta gigantesca ola pequeoburguesa lo ha inundado todo, ha arrollado al proletariado consciente no slo por la fuerza de nmero, sino tambin ideolgicamente; es decir, ha arrastrado y contaminado con sus concepciones pequeoburguesas de la poltica a grandes sectores de la clase obrera.

    En la vida real, la pequea burguesa depende de la burguesa: su vida es (por el lugar que ocupa en la produccin social) la del propietario, no la del proletario, y en su forma de pensar sigue a la burguesa.

    Una actitud de confianza inconsciente hacia los capitalistas, los peores enemigos de la paz y del socialismo: eso es lo que caracteriza la poltica actual de las masas en Rusia, se es el fenmeno que ha brotado con rapidez revolucionaria en el terreno econmico-social del pas ms pequeoburgus de Europa. Tal es el cimiento de clase sobre el que descansa el acuerdo (insisto en que, al decir esto, no me refiero tanto al acuerdo formal como al apoyo efectivo, al acuerdo tcito, a la cesin inconsciente y confiada del poder) entre el Gobierno Provisional y el Soviet de diputados obreros y soldados, acuerdo que ha proporcionado a los Guchkov una buena tajada, el verdadero poder, mientras que al Soviet no le ha dado ms que promesas, honores (hasta cierto momento), adulaciones, frases, seguridades y reverencias por parte de los Kerenski.

    La debilidad numrica del proletariado en Rusia, su insuficiente grado de conciencia y de organizacin: he ah el reverso de la misma medalla.

    Todos los partidos populistas, incluyendo a los eseristas, han sido siempre pequeoburgueses, lo mismo que el partido del Comit de Organizacin (Chjedze, Tsereteli, etc.); los revolucionarios sin partido (Steklov y otros) se han dejado tambin arrastrar por la ola o no se han impuesto a ella, no han tenido tiempo de imponerse.

    Peculiaridad de la tctica que se deriva de lo

    expuesto. 7. De la peculiaridad de la situacin real, tal como

    queda expuesta, se desprende obligatoriamente para el marxista -que debe tener en cuenta los hechos objetivos, las masas y las clases, y no los individuos,

    etc.- la peculiaridad de la tctica del momento presente.

    Esta peculiaridad destaca a primer plano la necesidad de echar vinagre y bilis en el jarabe de las frases democrtico-revolucionarias (para decirlo con la felicsima frase empleada por Teodorvich, un camarada mo del Comit Central de nuestro partido, en la sesin de ayer del Congreso de empleados y obreros ferroviarios de toda Rusia, que se est celebrando en Petrogrado132). Es necesaria, por tanto, una labor de crtica y esclarecimiento de los errores de los partidos pequeoburgueses -el eserista y el socialdemcrata- una labor de preparacin y cohesin de los elementos del partido proletario consciente, del Partido Comunista, una labor de liberacin del proletariado de la embriaguez pequeoburguesa general.

    Aparentemente, esto no es ms que una labor de mera propaganda. Pero, en realidad, es la labor revolucionaria ms prctica, pues es imposible impulsar una revolucin que se ha estancado, que se ahoga entre frases y se dedica a marcar el piso sin moverse del sitio, no por obstculos exteriores, no porque la burguesa emplee contra ella la violencia (por el momento, Guchkov slo amenaza con emplear la violencia contra la masa de soldados), sino por la inconsciencia confiada de las masas.

    Slo luchando contra esa inconsciencia confiada (lucha que puede y debe librarse nicamente con las armas ideolgicas, por la persuasin amistosa, invocando la experiencia de la vida), podremos desembarazarnos del desenfreno de frases revolucionarias imperante e impulsar de verdad tanto la conciencia del proletariado como la conciencia de las masas, la iniciativa local, audaz y resuelta, de las mismas y fomentar la realizacin, desarrollo y consolidacin no autorizados de las libertades, de la democracia, del principio de posesin de toda la tierra por la totalidad del pueblo.

    8. La experiencia de los gobiernos burgueses y terratenientes del mundo entero ha creado dos mtodos para mantener la esclavizacin del pueblo. El primero es la violencia. Nicols Romnov I (Nicols el Garrote) y Nicols II (el Sanguinario) ensearon al pueblo ruso todo lo posible e imposible en este mtodo de verdugo. Pero hay, adems, otro mtodo, que han elaborado mejor que nadie las burguesas inglesa y francesa, aleccionadas por una serie de grandes revoluciones y movimientos revolucionarios de masas. Es el mtodo del engao, de la adulacin, de las frases, de las promesas sin fin, de las mseras limosnas, de las concesiones en las cosas insignificantes para conservar lo esencial.

    La peculiaridad de la situacin actual en Rusia estriba en el trnsito vertiginosamente rpido del primer mtodo al segundo, del mtodo de la violencia contra el pueblo al mtodo de las adulaciones y del engao del pueblo con promesas.

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    Como el gato de la fbula, Miliukov y Guchkov escuchan y hacen lo que les parece. Detentan el poder, protegen las ganancias del capital, hacen la guerra imperialista en inters del capital ruso y anglo-francs y se limitan a contestar con promesas, declamaciones y declaraciones efectistas a los discursos de tales amos del gato como Chjedze, Tsereteli y Steklov, que amenazan, apelan a la conciencia, conjuran, imploran, exigen, proclaman... El gato escucha y sigue haciendo lo que le parece.

    Pero cada da que pase, la inconsciencia confiada y la confianza inconsciente irn desapareciendo, sobre todo entre los proletarios y los campesinos pobres, a quienes la vida (su situacin econmico-social) ensea a no confiar en los capitalistas.

    Los lderes de la pequea burguesa tienen que ensear al pueblo a confiar en la burguesa. Los proletarios tienen que ensearle a desconfiar de ella.

    El defensismo revolucionario y su significacin

    de clase. 9. El fenmeno ms importante y destacado de la

    ola pequeoburguesa que lo ha inundado casi todo es el defensismo revolucionario. Es ste, precisamente, el peor enemigo del desarrollo y del triunfo de la revolucin rusa.

    Quien haya cedido en este punto y no haya sabido sobreponerse, est perdido para la revolucin. Pero las masas ceden de otro modo que los lderes y se sobreponen de otro modo, por otro procedimiento, por otro proceso de desarrollo.

    El defensismo revolucionario es, de una parte, fruto del engao de las masas por la burguesa, fruto de la confiada inconsciencia de los campesinos y de un sector de los obreros, y, de otra parte, expresin de los intereses y del punto de vista del pequeo propietario, interesado hasta cierto punto en las anexiones y ganancias bancarias y que conserva religiosamente las tradiciones del zarismo, el cual corrompa a los rusos convirtindolos en verdugos de otros pueblos.

    La burguesa engaa al pueblo especulando con el noble orgullo de ste por la revolucin y presenta las cosas como si el carcter poltico-social de la guerra hubiese cambiado, por lo que a Rusia se refiere, a consecuencia de esta etapa de la revolucin, de la sustitucin de la monarqua de los zares por la casi repblica de Guchkov y Miliukov. Y el pueblo lo ha credo -hasta cierto tiempo-, gracias, sobre todo, a los viejos prejuicios que le hacan ver en cualquier pueblo de Rusia que no fuera el ruso una especie de propiedad o feudo de ste. La infame corrupcin del pueblo ruso por el zarismo, que lo habitu a ver en los dems pueblos algo inferior, algo que perteneca por derecho propio a Rusia, no poda borrarse de golpe.

    Debemos saber explicar a las masas que el carcter poltico-social de la guerra no se determina

    por la buena voluntad de personas, de grupos ni aun de pueblos enteros, sino por la situacin de la clase que hace la guerra; por la poltica de esta clase, que tiene su continuacin en la guerra; por los vnculos del capital, como fuerza econmica dominante de la sociedad moderna; por el carcter imperialista del capital internacional; por el vasallaje financiero, bancario y diplomtico de Rusia respecto de Inglaterra y Francia, etc.

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    A la guerra no se le puede poner fin mediante un acuerdo entre los socialistas de diferentes pases, por medio de una accin de los proletarios de todos los pases, por la voluntad de los pueblos, etc. Todas las frases de este tipo, que colman los artculos de los peridicos defensistas, semidefensistas y semiinternacionalistas, as como las innumerables resoluciones, proclamas y manifiestos y las resoluciones del Soviet de diputados soldados y obreros, no son ms que bondadosos, inofensivos y vacuos deseos de pequeos burgueses. No hay nada ms nocivo que esas frases en torno a la expresin de la voluntad de paz de los pueblos, el turno que han de seguir las acciones revolucionarias del proletariado (despus del proletariado ruso, le toca al alemn), etc. Todo eso es actuar a lo Luis Blanc, son sueos melifluos; es jugar a las campaas polticas, es, en realidad, repetir la fbula del gato.

    La guerra no ha sido engendrada por la voluntad maligna de los bandidos capitalistas, aunque es indudable que se hace slo en inters suyo y slo a ellos enriquece. La guerra es el producto de medio siglo de desarrollo del capital mundial, de sus miles de millones de hilos y vnculos. Es imposible salir de la guerra imperialista, es imposible conseguir una paz democrtica, una paz no impuesta por la violencia, sin derribar el poder del capital y sin que el poder del Estado pase a manos de otra clase, del proletariado.

    Con la revolucin rusa de febrero-marzo de 1917, la guerra imperialista comenz a transformarse en guerra civil. Esta revolucin ha dado el primer paso hacia el cese de la guerra. Pero slo un segundo paso puede asegurar ese cese, a saber: el paso del poder del Estado a manos del proletariado. Eso ser el comienzo de la ruptura del frente en todo el mundo, del frente de los intereses del capital; y slo rompiendo ese frente, puede el proletariado redimir a la humanidad de los horrores de la guerra y asegurarle el bien de una paz duradera.

    La revolucin rusa, al crear los Soviets de diputados obreros, ha llevado ya al proletariado de Rusia hasta el umbral de esa ruptura del frente del capital.

    El nuevo tipo de estado que brota en nuestra

    revolucin. 11. Los Soviets de diputados obreros, soldados,

    campesinos, etc., son incomprendidos no slo en el sentido de que la mayora no ve con claridad su significacin de clase ni su papel en la revolucin rusa; son incomprendidos tambin en el sentido de que representan una nueva forma, o ms exactamente, un nuevo tipo de Estado.

    El tipo ms perfecto, ms avanzado de Estado burgus es la repblica democrtica parlamentaria. El poder pertenece al Parlamento; la mquina del Estado, el aparato y los rganos de gobierno son los usuales: ejrcito permanente, polica y una

    burocracia prcticamente inamovible, privilegiada y situada por encima del pueblo.

    Pero desde finales del siglo XIX, las pocas revolucionarias hacen surgir un tipo superior de Estado democrtico; un Estado que, en ciertos aspectos, deja ya de ser, segn la expresin de Engels, un Estado. no es ya un Estado en el verdadero sentido de la palabra133. Nos referimos al Estado del tipo de la Comuna de Pars, que sustituye el ejrcito y la polica, separados del pueblo, con el armamento directo e inmediato del pueblo. En esto reside la esencia de la Comuna, calumniada por los escritores burgueses, y a la que, entre otras cosas, atribuan errneamente la intencin de implantar en el acto el socialismo.

    La revolucin rusa comenz a crear, primero en 1905, y luego en 1917, un Estado precisamente de ese tipo. La Repblica de los Soviets de diputados obreros, soldados, campesinos, etc., congregados en la Asamblea Constituyente de los representantes del pueblo de toda Rusia, o en el Consejo de los Soviets, etc.: he ah lo que est encarnando ya en la vida de nuestro pas, ahora, en este momento, por iniciativa de un pueblo de millones y millones de hombres, que crea la democracia, sin previa autorizacin, a su manera, sin esperar a que los seores profesores demcratas-constitucionalistas escriban sus proyectos de ley para crear una repblica parlamentaria burguesa, y sin esperar tampoco a que los pedantes y rutinarios de la socialdemocracia pequeoburguesa, como los seores Plejnov o Kautsky, renuncien a sus tergiversaciones de la teora marxista del Estado.

    El marxismo se distingue del anarquismo en que reconoce la necesidad del Estado y del poder estatal durante el perodo revolucionario, en general, y en la poca del trnsito del capitalismo al socialismo, en particular.

    El marxismo se distingue del socialdemocratismo pequeoburgus y oportunista de los seores Plejnov, Kautsky y Ca. en que el Estado que considera necesario para esos perodos no es un Estado como la repblica parlamentaria burguesa corriente, sino un Estado del tipo de la Comuna de Pars.

    Las diferencias fundamentales entre este ltimo tipo de Estado y el antiguo estriban en lo siguiente:

    De la repblica parlamentaria burguesa es muy fcil volver a la monarqua (la historia lo demuestra), ya que queda intacta toda la mquina de opresin: el ejrcito, la polica y la burocracia. La Comuna y los Soviets de diputados obreros, soldados, campesinos, etc., destruyen y eliminan esa mquina.

    La repblica parlamentaria burguesa dificulta y ahoga la vida poltica independiente de las masas, su participacin directa en la edificacin democrtica de todo el Estado, de abajo arriba. Los Soviets de diputados obreros y soldados hacen lo contrario.

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    Los Soviets reproducen el tipo de Estado que iba formando la Comuna de Pars y que Marx calific de la forma poltica al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipacin econmica del trabajo134.

    Suele objetarse que el pueblo ruso no est preparado todava para implantar la Comuna. Es el mismo argumento que empleaban los defensores del rgimen de la servidumbre, cuando decan que los campesinos no estaban preparados an para la libertad. La Comuna, es decir, los Soviets de diputados obreros y campesinos, no implanta, no se propone implantar ni debe implantar ninguna transformacin que no est ya perfectamente madura en la realidad econmica y en la conciencia de la inmensa mayora del pueblo. Cuanto mayores son la bancarrota econmica y la crisis engendrada por la guerra, ms apremiante es la necesidad de una forma poltica, lo ms perfecta posible, que facilite la curacin de las horrendas heridas causadas por la guerra a la humanidad. Y cuanto menos experiencia tenga el pueblo ruso en punto a organizacin, tanto ms resueltamente habr que emprender la labor de organizacin del pueblo mismo y no exclusivamente de los politiqueros burgueses y funcionarios con puestecitos lucrativos.

    Cuanto ms rpidamente nos desembaracemos de los viejos prejuicios del seudomarxismo, del marxismo desnaturalizado por los seores Plejnov, Kautsky y Ca.; cuanto ms celosamente ayudemos al pueblo a crear sin demora y por doquier Soviets de diputados obreros y campesinos, a que stos se hagan cargo de toda la vida; cuanto ms largas den los seores Lvov y Ca. a la convocatoria de la Asamblea Constituyente, ms fcil resultar al pueblo pronunciarse a favor de la Repblica de los Soviets de diputados obreros y campesinos (por medio de la Asamblea Constituyente o sin ella, si Lvov tarda mucho en convocarla). En esta nueva labor de organizacin del pueblo mismo sern inevitables al principio ciertos errores, pero es mejor equivocarse y avanzar que esperar a que los profesores y juristas reunidos por el seor Lvov escriban las leyes acerca de la convocatoria de la Asamblea Constituyente, de la perpetuacin de la repblica parlamentaria burguesa y de la estrangulacin de los Soviets de diputados obreros y campesinos.

    Si nos organizamos y hacemos con habilidad nuestra propaganda, conseguiremos que no slo los proletarios, sino nueve dcimas partes de los campesinos estn contra la restauracin de la polica, contra la burocracia inamovible y privilegiada y contra el ejrcito separado del pueblo y precisamente en eso, y slo en eso, estriba el nuevo tipo de Estado.

    12. La sustitucin de la polica por la milicia del pueblo es una transformacin que ha derivado de todo el proceso revolucionario y que se est realizando actualmente en la mayora de los lugares

    de Rusia. Debemos explicar a las masas que, en la mayora de las revoluciones burguesas de tipo corriente, esta transformacin ha sido muy efmera y que la burguesa, incluso la ms democrtica y republicana, ha restablecido la vieja polica de tipo zarista, separada del pueblo, colocada bajo las rdenes de los elementos burgueses y capaz de oprimir al pueblo por todos los medios.

    Slo hay un medio de impedir la restauracin de la polica: crear una milicia popular y fusionarla con el ejrcito (sustitucin del ejrcito permanente por el armamento de todo el pueblo). A esta milicia debern pertenecer absolutamente todos los ciudadanos y ciudadanas, desde los quince hasta los sesenta y cinco aos, edades que slo tomamos a ttulo de ejemplo para determinar la participacin en ella de los adolescentes y ancianos. Los capitalistas debern abonar a los obreros asalariados, criados, etc., el jornal de los das en que presten servicio social en la milicia. Sin incorporar a la mujer a la participacin independiente tanto en la vida poltica en general como en el servicio social permanente que deben prestar todos los ciudadanos, es intil hablar no slo de socialismo, sino ni siquiera de una democracia completa y estable. Hay, adems, funciones de polica, como el cuidado de los enfermos y de los nios abandonados, la inspeccin de la alimentacin, etc., que no pueden cumplirse satisfactoriamente sin conceder a la mujer plena igualdad de derechos no slo en el papel , sino en la realidad.

    Impedir el restablecimiento de la polica, incorporar las fuerzas organizadoras de todo el pueblo a la creacin de una milicia que abarque a toda la poblacin: tales son las tareas que el proletariado ha de llevar a las masas para proteger, consolidar y desarrollar la revolucin.

    El programa agrario y el programa nacional. 13. En los momentos actuales no podemos saber

    con precisin si se desarrollar en un futuro prximo una poderosa revolucin agraria en el campo ruso. No podemos saber hasta dnde llega la divisin de clase del campesinado -acentuada indudablemente en los ltimos tiempos- en braceros, obreros asalariados y campesinos pobres (semiproletarios), de un lado, y campesinos ricos y medios (capitalistas y pequeos capitalistas), de otro. Slo la experiencia puede dar, y dar, respuestas a estas interrogantes.

    Pero como partido del proletariado, tenemos la obligacin absoluta no slo de presentar sin demora un programa agrario (un programa de la tierra), sino tambin de propugnar, en inters de la revolucin agraria campesina en Rusia, diversas medidas prcticas de realizacin inmediata.

    Debemos exigir la nacionalizacin de todas las tierras: es decir, que todas las tierras existentes en el pas pasen a ser propiedad del poder central del Estado. Este poder deber determinar las

  • Las tareas del proletariado en nuestra revolucin

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    proporciones, etc., del fondo de tierras destinado a asentamientos, promulgar las leyes necesarias para la proteccin forestal, mejoramiento del suelo, etc., y prohibir en absoluto toda mediacin entre el propietario de la tierra, es decir el Estado, y su arrendatario, o sea, el agricultor (prohibir todo subarriendo de la tierra). Mas el derecho a disponer de la tierra y a determinar todas las condiciones locales para su posesin y disfrute no debe encontrarse en modo alguno en manos de la burocracia, de los funcionarios, sino plena y exclusivamente en manos de los Soviets de diputados campesinos regionales y locales.

    Para mejorar la tcnica de la produccin de cereales, aumentar las proporciones de sta, desarrollar las grandes haciendas agrcolas racionales y efectuar el control social de las mismas debemos tender dentro de los comits de campesinos a transformar cada finca terrateniente confiscada en una gran hacienda modelo, bajo el control de los Soviets de diputados braceros.

    En contraposicin a las frases y la poltica pequeoburguesas imperantes entre los eseristas, principalmente en su frvola charlatanera acerca de la forma de consumo o de trabajo135, de la socializacin de la tierra, etc., el partido del proletariado debe explicar que el sistema de la pequea hacienda, existiendo la produccin mercantil, no est en condiciones de liberar a la humanidad de la miseria de las masas ni de sin opresin.

    Sin escindir inmediata y obligatoriamente los Soviets de diputados campesinos, el partido del proletariado debe explicar la necesidad de organizar Soviets especiales de diputados braceros y Soviets especiales de diputados campesinos pobres (semiproletarios), o, por lo menos, asambleas especiales permanentes de los diputados de estos sectores de clase, como fracciones o partidos especiales dentro de los Soviets generales de diputados campesinos. De otro modo, todas esas melifluas frases pequeoburguesas de los populistas acerca de los campesinos en general servirn para encubrir el engafo de las masas desposedas por parte de los campesinos ricos, que no son otra cosa que una variedad de capitalistas.

    Frente a las prdicas liberales burguesas o puramente burocrticas de muchos socialistas-revolucionarios y de diversos Soviets de diputados obreros y soldados, que aconsejan a los campesinos no apoderarse de las tierras de los terratenientes ni empezar las transformaciones agrarias hasta que se rena la Asamblea Constituyente, el partido del proletariado debe exhortar a los campesinos a efectuar sin tardanza ni previa autorizacin las transformaciones agrarias y la confiscacin inmediata de las tierras de los terratenientes por acuerdo de los diputados campesinos en cada lugar.

    Tiene singular importancia, a este respecto, insistir en la necesidad de aumentar la produccin de vveres para los soldados que se hallan en el frente y para las ciudades, haciendo ver que es absolutamente intolerable destruir o inferir daos al ganado, deteriorar los aperos, mquinas, edificios, etc.

    14. En el problema nacional, el partido del proletariado debe defender, ante todo, la proclamacin y realizacin inmediata de la plena libertad a separarse de Rusia para todas las naciones y minoras nacionales oprimidas por el zarismo, que han sido incorporadas por la fuerza o retenidas violentamente dentro de las fronteras del Estado, es decir, anexadas.

    Todas las manifestaciones, declaraciones y proclamas renunciando a las anexiones, pero que no lleven aparejada la realizacin efectiva de la libertad de separacin, no son ms que un engao burgus del pueblo o ingenuos deseos pequeoburgueses.

    El partido del proletariado aspira a crear un Estado lo ms grande posible, ya que eso beneficia a los trabajadores; aspira al acercamiento y la sucesiva fusin de las naciones; mas no quiere alcanzar ese objetivo por la violencia, sino exclusivamente por medio de una unin libre y fraternal de los obreros y las masas trabajadoras de todas las naciones.

    Cuanto ms democrtica sea la Repblica Rusa, cuanto mejor consiga organizarse como una Repblica de los Soviets de diputados obreros y campesinos, tanto ms poderosa ser la fuerza de atraccin voluntaria hacia esta repblica para las masas trabajadoras de todas las naciones.

    Plena libertad de separacin, la ms amplia autonoma local (y nacional), garantas detalladas de los derechos de las minoras nacionales: tal es el programa del proletariado revolucionario.

    -acionalizacin de los bancos y de los

    consorcios capitalistas. 15. El partido del proletariado no puede

    proponerse, en modo alguno, implantar el socialismo en un pas de pequeos campesinos mientras la inmensa mayora de la poblacin no haya tomado conciencia de la necesidad de la revolucin socialista.

    Pero slo los sofistas burgueses, que se esconden tras tpicos casi marxistas, pueden deducir de este axioma la justificacin de una poltica que diferira la aplicacin inmediata de medidas revolucionarias plenamente maduras desde el punto de vista prctico, realizadas no pocas veces, en el transcurso de la guerra, por toda una serie de Estados burgueses y perentoriamente necesarias para luchar contra la completa desorganizacin econmica que nos amenaza y contra el hambre inminente.

    Medidas corno la nacionalizacin de la tierra y de todos los bancos y consorcios de los capitalistas, o, por lo menos, el establecimiento urgente del control

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    de los mismos por los Soviets de diputados obreros, etc., que no significan en modo alguno la implantacin del socialismo, deben ser defendidas incondicionalmente y aplicadas, dentro de lo posible, por va revolucionaria. Sin estas medidas, que no son ms que pasos hacia el socialismo, y perfectamente realizables desde el punto de vista econmico, ser imposible curar las heridas causadas por la guerra e impedir la inminente bancarrota; y el partido del proletariado revolucionario jams vacilar en atentar contra los beneficios inauditos de los capitalistas y banqueros, que se enriquecen precisamente con la guerra de un modo particularmente escandaloso.

    La situacin en el seno de la internacional

    socialista. 16. Los deberes internacionales de la clase obrera

    de Rusia se sitan precisamente ahora en primer plano y cobran un especial relieve.

    Hoy, todo el mundo, a excepcin de los que tienen pereza de hacerlo, jura confesar el internacionalismo; hasta los defensistas chovinistas, hasta los seores Plejnov y Potrsov, hasta Kerenski, se llaman internacionalistas. Por eso, urge que el partido proletario, cumpliendo con su deber, oponga con toda claridad, con toda precisin y con toda nitidez al internacionalismo palabrero el internacionalismo efectivo.

    Los llamamientos platnicos dirigidos a los obreros de todos los pases; las aseveraciones va de fidelidad al internacionalismo; las tentativas de establecer, directa o indirectamente, un turno en las acciones del proletariado revolucionario de los diversos pases beligerantes; los forcejeos por llegar a un acuerdo entre los socialistas de los pases beligerantes respecto a la lucha revolucionaria; el ajetreo en torno a la organizacin de congresos socialistas para desarrollar una campaa en pro de la paz, etc., etc., todo eso por su significacin objetiva, por sinceros que sean los autores de esas ideas, de esas tentativas y de esos planes, no es ms que vacua palabrera, y, en el mejor de los casos, la expresin de deseos inocentes y piadosos, que slo sirven para encubrir el engao de que los chovinistas hacen vctimas a las masas. Los socialchovinistas franceses, los ms avezados y ms diestros en todos los trucos y maas del fraude parlamentario, hace mucho ya que han batido el rcord en punto a las frases pacifistas e internacionalistas increblemente pomposas, que van acompaadas de una traicin inauditamente descarada al socialismo y a la Internacional, de la participacin en los ministerios que hacen la guerra imperialista, de la votacin de crditos o de emprstitos (como lo han hecho en Rusia, ltimamente. Chjedze, Skbeliev, Tsereteli y Steklov), de la resistencia a la lucha revolucionaria dentro de su propio pas, etc., etc.

    Las gentes bondadosas olvidan con frecuencia la

    dura y cruel realidad de la guerra imperialista mundial. Y esta realidad no admite frases, se burla de todos los deseos candorosos y melifluos.

    Slo hay un internacionalismo efectivo, que consiste en entregarse por completo al desarrollo del movimiento revolucionario y de la lucha revolucionaria dentro de su propio pas, en apoyar (por medio de la propaganda, con la ayuda moral y material) esta lucha, esta lnea de conducta, y slo sta en todos los pases sin excepcin.

    Todo lo dems es engao y manilovismo136. El movimiento socialista y obrero internacional ha

    originado durante ms de dos aos de guerra, en todos los pases, tres corrientes de opinin; y quien abandone el terreno real del reconocimiento y del anlisis de estas tres corrientes y de la lucha consecuente por la tendencia verdaderamente internacionalista, se condenar a s mismo a la impotencia, a la incapacidad y a las equivocaciones.

    Estas corrientes son: 1) Los socialchovinistas, es decir, los socialistas

    de palabra y chovinistas de hecho son los que admiten la defensa de la patria en la guerra imperialista (y, sobre todo, en la guerra imperialista actual).

    Estos elementos son nuestros enemigos de clase. Se han pasado al campo de la burguesa.

    En este grupo figura la mayora de los lderes oficiales de la socialdemocracia oficial de todos los pases. Los seores Plejnov y Ca. en Rusia, los Scheidemann en Alemania, Renaudel, Guesde y Sembat en Francia, Bissolati y Ca. en Italia, Hyndman, los fabianos y los dirigentes laboristas en Inglaterra. Branting y Ca. en Suecia, Troelstra y su partido en Holanda, Stauning y su partido en Dinamarca, Vctor Berger y otros defensores de la patria en los Estados Unidos, etc.

    2) La segunda corriente -el llamado centro- est formada por los que oscilan entre los socialchovinistas y los internacionalistas verdaderos.

    Todos los centristas juran y perjuran que ellos son marxistas, internacionalistas, partidarios de la paz, que estn dispuestos a presionar por todos los medios a gobiernos, dispuestos a exigir de mil maneras a su propio gobierno que consulte al pueblo para que ste exprese su voluntad de paz, propicios a mantener toda suerte de campaas a favor de la paz, de una paz sin anexiones, etc., etc., y propicios tambin a sellar la paz con los socialchovinistas. El centro quiere la unidad; el centro es enemigo de la escisin.

    El centro es el reino de las bondadosas frases pequeoburguesas, del internacionalismo de palabra, del oportunismo pusilnime y de la complacencia servil ante los socialchovinistas de hecho.

    El quid de la cuestin reside en que el centro no est convencido de la necesidad de una revolucin contra sus propios gobiernos, no propaga esa

  • Las tareas del proletariado en nuestra revolucin

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    necesidad, no sostiene una lucha revolucionaria abnegada, sino que encuentra siempre los ms vulgares subterfugios -de una magnfica sonoridad archimarxista- para no hacerla.

    Los socialchovinistas son nuestros enemigos de clase, son burgueses dentro del movimiento obrero. Representan a una capa, a los grupos y sectores de la clase obrera objetivamente sobornados por la burguesa (mejores salarios, cargos honorficos, etc.) y que ayudan a la burguesa de su propio pas a saquear y estrangular a los pueblos pequeos y dbiles y a luchar por el reparto del botn capitalista.

    El centro lo forman los elementos rutinarios, corrodos por la podrida legalidad, corrompidos por la atmsfera de parlamentarismo, etc. Son funcionarios acostumbrados a los puestecitos confortables y al trabajo tranquilo. Considerados histrica y econmicamente, no representan ninguna capa social especfica, no pueden valorarse ms que como un fenmeno de transicin del perodo ya superado, del movimiento obrero de 1871 a 1914 -perodo que ha dado no pocas cosas de valor, sobre todo en el arte imprescindible para el proletariado de la labor lenta, consecuente y sistemtica de organizacin sobre bases cada vez ms amplias- a un nuevo perodo objetivamente necesario desde que estall la primera guerra imperialista mundial, que abri la era de la revolucin social.

    El jefe y representante ms destacado del centro es Carlos Kautsky, primera autoridad de la II Internacional (1889-1914), caso tpico de la ms completa bancarrota del marxismo y un ejemplo de inaudito apocamiento, de las ms miserables vacilaciones y traiciones desde agosto de 1914. La tendencia centro est representada por Kautsky, Haase, Ledebour, la llamada Liga Obrera o del Trabajo137 en el Reichstag; en Francia son Longuet, Pressemanne y los llamados minoritarios138 (mencheviques) en general; en Inglaterra, Felipe Snowden, Rainsay MacDonald y muchos otros lderes del Partido Laborista Independiente139 y algunos del Partido Socialista Britnico140; en los Estados Unidos, Mauricio Hillquit y muchos otros; en Italia. Turati, Treves, Modigliani, etc.; en Suiza, Roberto Grimm y otros; en Austria, Vctor Adler y Ca.; en Rusia, el partido del Comit de Organizacin, Axelrod, Mrtov, Chjedze, Tsereteli, etc., etc.

    Es natural que haya personas que, sin advertirlo ellas mismas, se pasen de la posicin del socialchovinismo a la del centro y viceversa. Todo marxista sabe que las clases se mantienen deslindadas unas de otras, aunque las personas cambien libremente de clase; lo mismo ocurre con las tendencias en la vida poltica, que no se confunden por que una o varias personas se pasen libremente de un campo a otro, ni a pesar de los esfuerzos y tentativas que se hacen por fundir esas tendencias.

    3) La tercera corriente es la que representan los internacionalistas de hecho, cuya expresin ms fiel la constituye la izquierda de Zimmerwald141. (En el apndice insertamos su manifiesto de septiembre de 1915, para que el lector pueda conocer de primera mano el origen de esta tendencia.)

    Su principal rasgo distintivo es: la ruptura completa con el socialchovinismo y con el centro, la abnegada lucha revolucionaria contra el gobierno imperialista propio y contra la burguesa imperialista propia. Su principio es: el enemigo principal est dentro del pas propio. Lucha sin cuartel contra las melifluas frases socialpacifistas (el socialpacifista es socialista de palabra y pacifista burgus de hecho; los pacifistas burgueses suean con la paz perpetua sin derrocar el yugo ni el dominio del capital) y contra todos los subterfugios con que se pretende negar la posibilidad, la oportunidad o la conveniencia de la lucha revolucionaria del proletariado y de la revolucin proletaria, socialista, en relacin con la guerra actual.

    Los representantes ms destacados de esta tendencia son: en Alemania, el Grupo Espartaco o Grupo de la Internacional del que forma parte Carlos Liebknecht, el representante ms famoso de esta corriente y de la nueva y verdadera Internacional proletaria.

    Carlos Liebknecht ha hecho un llamamiento a los obreros y soldados de Alemania, invitndoles a volver las armas contra su propio gobierno. Y lanz este llamamiento abiertamente, desde la tribuna del Parlamento (Reichstag). Luego, llevando consigo proclamas impresas clandestinamente, se encamin a la plaza de Potsdam, una de las mayores de Berln, para participar en una manifestacin bajo la consigna de Abajo el gobierno! Fue detenido y condenado a presidio, donde est actualmente recluido, como cientos o quiz miles de verdaderos socialistas alemanes encarcelados por luchar contra la guerra.

    Carlos Liebknecht luch implacablemente en sus discursos y en sus cartas no slo contra los Plejnov y los Potrsov de su propio pas (los Scheidemann, Legien. David y Ca.), sino tambin contra los centristas alemanes, contra los Chjedze y los Tsereteli de puertas adentro (Kautsky, Haase, Ledebour y Ca.).

    Carlos Liebknecht y su amigo Otto Rhle fueron, entre los 110 diputados, los nicos que rompieron la disciplina, echaron por tierra la unidad con el centro y con los chovinistas y se enfrentaron a todos. Liebknecht es el nico que representa el socialismo, la causa del proletariado, la revolucin proletaria. Todo el resto de la socialdemocracia alemana no es ms, para decirlo con la frase feliz de Rosa Luxemburgo (afiliada tambin y dirigente del Grupo Espartaco), que un cadver maloliente.

    Otro grupo de internacionalistas de hecho es el que se ha formado en Alemania en torno al peridico

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    de Bremen Poltica Obrera. En Francia, los elementos ms afines a los

    internacionalistas de hecho son: Loriot y sus amigos (Bourderon y Merrheim se han pasado al socialpacifismo) y el francs Enrique Guilbeaux, que publica en Ginebra la revista Demain142; en Inglaterra, el peridico The Trade-Unionist143 y una parte de los miembros del Partido Socialista Britnico y del Partido Laborista Independiente (por ejemplo, Williams Russell, que ha proclamado abiertamente la necesidad de romper con los jefes traidores al socialismo); el maestro de escuela y socialista escocs Maclean, condenado a presidio por el gobierno burgus de Inglaterra, por haber luchado revolucionariamente contra la guerra, como cientos de socialistas ingleses que expan en las crceles delitos del mismo gnero. Ellos, slo ellos, son internacionalistas de hecho; en los Estados Unidos, el Partido Socialista Obrero144 y los elementos del oportunista Partido Socialista145 que publican desde enero de 1917 el peridico The Internationalist146; en Holanda , el partido de los tribunistas147, que publican el peridico De Tribune (Pannekoek, Hermann Gorter, Wijnkoop, Henrietta Roland-Holst, que en Zimmerwald figuraba en el centro, pero que ahora se ha pasado a nuestro campo); en Suecia, el partido de los jvenes o de los izquierdistas148, acaudillado por hombres como Lindhagen, Ture Nerman, Carleson, Strm y Z. Hglund, que en Zimmerwald intervino personalmente en la fundacin de la izquierda zimmerwaldiana y se halla hoy en la crcel luchar revolucionariamente contra la guerra; en Dinamarca, Trier y sus amigos, que han abandonado el Partido Socialdemcrata Dinamarqus, completamente aburguesado y presidido por el ministro Stauning; en Bulgaria, los tesniak149; en Italia, los ms cercanos son Constantino Lazzari, secretario del partido, y Serrati, redactor de Avanti!150, su rgano central; en Polonia, Rdek, Hanecki y otros dirigentes de la socialdemocracia unificada en la Direccin Territorial; Rosa Luxemburgo, Tyszka y otros lderes de la socialdemocracia unificada en la Direccin Central151; en Suiza, los izquierdistas que, en enero de 1917, redactaron la fundamentacin de un referndum para luchar contra los socialchovinistas y contra el centro de su propio pas y que en el Congreso socialista del cantn de Zrich, celebrado en Tss el 11 de febrero de 1917, presentaron una resolucin verdaderamente revolucionaria contra la guerra; en Austria, los jvenes amigos de izquierda de Federico Adler, que tenan, en parte, su centro de accin en el club viens Carlos Marx, clausurado ahora por el gobierno austriaco, reaccionario hasta la mdula, que se ensaa con Federico Adler por su atentado heroico, aunque mal pensado, contra uno de los ministros, etc., etc.

    No importan los matices, que se dan tambin entre los izquierdistas. Lo esencial es la corriente misma. El nervio de la cuestin est en que, en estos tiempos de espantosa guerra imperialista, no es fcil ser internacionalista de hecho. Estos elementos no abundan, pero slo ellos representan el porvenir del socialismo, slo ellos son los jefes de las masas y no sus corruptores.

    Era objetivamente forzoso que la guerra imperialista hiciese cambiar de aspecto las diferencias establecidas entre los reformistas y los revolucionarios en el seno de la socialdemocracia y de los socialistas en general. Todo el que se contenta con exigir de los gobiernos burgueses que concierten la paz o que manifiesten la voluntad de paz de los pueblos, etc., se desliza en realidad al campo de las reformas. Porque, objetivamente considerado, el problema de la guerra slo se plantea de modo revolucionario.

    Para acabar con la guerra, para conseguir una paz democrtica y no una paz impuesta por la violencia, para liberar a los pueblos del tributo esclavizador que suponen los intereses de miles de millones pagados a los seores capitalistas enriquecidos en la guerra, no hay ms salida que la revolucin del proletariado.

    Se puede y se debe exigir a los gobiernos burgueses las ms diversas reformas; lo que no se puede, sin caer en el espejismo, en el reformismo, es pedir a estas gentes y a estas clases envueltas una y mil veces en la red del capital imperialista que desgarren esa red; y si esa red no se desgarra, cuanto pueda predicarse sobre la guerra contra la guerra no sern ms que frases vacuas y engaosas.

    Los kautskianos, el centro, son revolucionarios de palabra y reformistas de hecho; internacionalistas de palabra, pero, de hecho, auxiliares del socialchovinismo.

    Bancarrota de la internacional

    zimmerwaldiana. -ecesidad de fundar la tercera internacional.

    17. La Internacional zimmerwaldiana adopt desde el primer momento una actitud vacilante, kautskiana, centrista, lo que oblig a la izquierda de Zimmerwald a separarse inmediatamente, a independizarse y lanzar un manifiesto propio (manifiesto publicado en Suiza en ruso, alemn y francs).

    El principal defecto de la Internacional zimmerwaldiana -causa de su bancarrota (pues est ya en bancarrota, tanto en el terreno ideolgico como en el poltico)- son sus vacilaciones, su indecisin en el problema ms importante de todos y el que prcticamente condiciona todos los dems: el problema de la completa ruptura con el socialchovinismo y con la vieja Internacional socialchovinista, acaudillada en La Haya (Holanda) por Vandervelde, Huysmans y algunos ms.

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    En nuestro pas se ignora todava que la mayora de Zimmerwald est formada precisamente por kautskianos. Y ste es un hecho fundamental, que es necesario tener en cuenta y que ya es generalmente conocido en los pases de Europa Occidental. Hasta el chovinista, el ultrachovinista alemn Heilmann, director de la archichovinista Gaceta de Chemnitz y colaborador de la tambin archichovinista La Campana152 de Parvus, hasta ese Heilmann (que es tambin, naturalmente, socialdemcrata y celoso defensor de la unidad en el seno de la socialdemocracia) hubo de reconocer en la prensa que el centro, o sea, los kautskianos, y la mayora zimmerwaldiana son una y la misma cosa.

    A fines de 1916 y a principios de 1917 se confirm definitivamente este hecho. Aunque en el Manifiesto de Kienthal153 se condena el socialpacifismo, toda la derecha zimmerwaldiana, toda la mayora zimmerwaldiana, se ha deslizado al campo socialpacifista: Kautsky y Ca. en una serie de manifestaciones hechas en enero y febrero de 1917; Bourderon y Merrheim, en Francia, al votar en unanimidad con los socialchovinistas a favor de las resoluciones pacifistas del Partido Socialista (diciembre de 1916)154 y de la Confederacin General del Trabajo (organizacin nacional de los sindicatos franceses, tambin en diciembre de 1916); Turati y Ca., en Italia, donde todo el partido adopt una actitud socialpacifista, y el propio Turati (y no por casualidad, naturalmente), cometi el desliz, en su discurso del 17 de diciembre de 1016, al pronunciar una retahla de frases nacionalistas que embellecan la guerra imperialista.

    El presidente de las conferencias de Zimmerwald y Kienthal, Roberto Grimm, estableci, en enero de 1917, una alianza con los socialchovinistas de su propio partido (Greulich, Pflger, Gustavo Mller y otros) contra los internacionalistas efectivos.

    En dos reuniones de zimmerwaldianos de distintos pases, celebradas en enero y febrero de 1917, esa ambigedad e hipocresa de la mayora zimmerwaldiana fue estigmatizada formalmente por los internacionalistas de izquierda de varios pases: por Mnzenberg, secretario de la Organizacin Internacional de la Juventud y director del magnfico peridico internacionalista titulado La Internacional de la Juventud155. Zinviev, representante del Comit Central de nuestro partido; K. Rdek, por el Partido Socialdemcrata Polaco (Direccin Territorial), y Hartstein, socialdemcrata alemn, afiliado al Grupo Espartaco.

    Al proletariado ruso le ha sido dado mucho; en parte alguna del mundo ha habido una clase obrera que haya conseguido desplegar una energa revolucionaria comparable a la que despliega la clase obrera de Rusia. Pero a quien mucho se le ha dado, mucho se le exige.

    No puede tolerarse por ms tiempo la charca

    zimmerwaldiana. No podemos permitir que por culpa de los kautskianos de Zimmerwald sigamos aliados a medias con la Internacional chovinista de los Plejnov y los Scheidemann. Hay que romper inmediatamente con esta Internacional, permaneciendo en Zimmerwald slo con fines de informacin.

    Estamos obligados, nosotros precisamente, y ahora mismo, sin prdida de tiempo, a fundar una nueva Internacional revolucionaria, proletaria; mejor dicho, debemos reconocer sin temor, abiertamente, que esa Internacional ya ha sido fundada y acta.

    Esa Internacional es la que forman los internacionalistas de hecho que he enumerado minuciosamente ms arriba. Ellos y slo ellos, son los representantes de las masas revolucionarias internacionalistas y no sus corruptores.

    Si son pocos esos socialistas, que los obreros rusos se pregunten si haba en Rusia muchos revolucionarios conscientes en vsperas de la revolucin de febrero-marzo de 1917.

    Lo importante no es el nmero, sino que expresen de un modo justo las ideas y la poltica del proletariado verdaderamente revolucionario. Lo esencial no es que proclamen el internacionalismo, sino que sepan ser, incluso en los momentos ms difciles, internacionalistas de hecho.

    No nos hagamos ninguna ilusin en cuanto a los acuerdos y los congresos internacionales. Mientras dure la guerra imperialista, pesar sobre las relaciones internacionales el puo frreo de la dictadura militar imperialista burguesa. Si hasta el republicano Miliukov, que se ve obligado a tolerar junto al suyo al gobierno del Soviet de diputados obreros, deniega en abril de 1917 el permiso para entrar en Rusia al socialista suizo Fritz Platten, secretario del partido, internacionalista y delegado a las conferencias de Zimmenwald y Kienthal -y se lo deniega a pesar de estar casado con una rusa, cuya familia venia a visitar, y a pesar de haber tomado parte en Riga en la revolucin de 1905, vindose por ello recluido en una crcel rusa y habiendo tenido que entregar una fianza al gobierno zarista para conseguir su libertad, fianza que ahora pretenda recuperar-; si hasta el republicano Miliukov ha podido hacer eso en Rusia en abril de 1917, jzguese qu valor tendrn las promesas y seguridades, todas esas frases y declaraciones de la burguesa acerca de la paz sin anexiones, etc., etc.

    Y la detencin de Trotski por el gobierno ingls? Y la retencin de Mrtov en Suiza y las esperanzas de atraerle con engaos a Inglaterra, donde le espera la suerte de Trotski?

    No nos hagamos ilusiones. Nada de engaarnos a nosotros mismos.

    Esperar congresos y conferencias internacionales sera traicionar al internacionalismo, estando probado, como lo est, que incluso de

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    Estocolmo no dejan salir para Rusia a ningn socialista de cuantos se han mantenido fieles al internacionalismo, ni siquiera sus cartas, a pesar de todas las posibilidades y de toda la ferocidad de la censura militar.

    No esperar, sino proceder inmediatamente a fundar la III Internacional: tal es la misin de nuestro partido. Cientos de socialistas, recluidos en crceles alemanas e inglesas, respirarn con alivio; miles y miles de obreros alemanes que hoy se lanzan a la huelga y organizan manifestaciones con gran horror de Guillermo II, ese canalla y bandolero, se enterarn por las proclamas clandestinas de nuestra decisin, de nuestra confianza fraternal en Carlos Liebknecht y slo en l, de nuestra resolucin de luchar tambin ahora contra el defensismo revolucionario. Y esto reforzar en ellos el espritu del internacionalismo revolucionario.

    A quien mucho se le ha dado, mucho se le exige. No hay en el mundo pas en que reine, actualmente, la libertad que reina en Rusia. Aprovechemos esta libertad no para predicar el apoyo a la burguesa o al defensismo revolucionario burgus, sino para dar un paso valiente y honrado, proletario, digno de Liebknecht, fundando la III Internacional, una Internacional que se alce resueltamente y de un modo irreconciliable, no slo contra los traidores, contra los socialchovinistas, sino tambin contra los personajes vacilantes del centro.

    18. Despus de lo que antecede, creo innecesario gastar muchas palabras para demostrar que no puede ni hablarse de una unificacin de los socialdemcratas de Rusia.

    Antes quedarnos solos, como Liebknecht -y quedarse solos as significa quedarse con el proletariado revolucionario-, que abrigar, aunque slo sea un minuto, la idea de una unin con el partido del Comit de Organizacin, con Chjedze y Tsereteli, los cuales toleran un bloque con Potrsov en la Rabchaya Gazeta, votan en el Comit Ejecutivo del Soviet de diputados obreros a favor del emprstito156 y han rodado al terreno del defensismo.

    Dejad que los muertos entierren a sus muertos! Quien quiera ayudar a los vacilantes, debe

    comenzar por dejar de serlo l mismo. Cmo debe denominarse nuestro partido para

    que su nombre, adems de ser cientficamente exacto, contribuya polticamente a esclarecer la conciencia del proletariado?

    19. Paso al punto final: al nombre que debe ostentar nuestro partido. Debemos llamarnos Partido Comunista, como se llamaban Marx y Engels.

    Debemos repetir que somos marxistas y que nos basamos en el Manifiesto Comunista, desfigurado y traicionado por la socialdemocracia en dos puntos sustanciales: 1. Los obreros no tienen patria: la

    defensa de la patria en la guerra imperialista es una traicin al socialismo. 2. La teora marxista del Estado ha sido desnaturalizada por la II Internacional.

    El nombre de socialdemocracia es cientficamente inexacto, como demostr Marx reiteradas veces, entre otras obras, en Crtica del Programa de Gotha en 1875, y como repiti Engels, en un lenguaje ms popular, en 1894157. La humanidad slo puede pasar del capitalismo directamente al socialismo, es decir, a la propiedad comn de los medios de produccin y a la distribucin de los productos segn el trabajo de cada cual. Nuestro partido va ms all: afirma que el socialismo deber transformarse inevitablemente y de modo gradual en comunismo, en cuya bandera campea este lema: De cada cual, segn su capacidad; a cada cual, segn sus necesidades.

    He ah mi primer argumento. Segundo argumento: la segunda parte de la

    denominacin de nuestro partido (socialdemcrata) tampoco es exacta desde el punto de vista cientfico. La democracia es una de las formas del Estado, y nosotros, los marxistas, somos enemigos de todo Estado.

    Los lderes de la II Internacional (1889-1914), los seores Plejnov, Kautsky y consortes han envilecido y desnaturalizado el marxismo.

    El marxismo se distingue del anarquismo en que reconoce la necesidad del Estado para el paso al socialismo, pero -y esto lo distingue de Kautsky y Ca.- no de un Estado al modo de la repblica democrtica parlamentaria burguesa corriente, sino de un Estado como la Comuna de Pars de 1871, como los Soviets de diputados obreros de 1905 y 1917.

    Mi tercer argumento es ste: la realidad, la revolucin, ha creado ya prcticamente en nuestro pas, aunque en forma dbil y embrionaria, ese nuevo Estado, que no es un Estado en el sentido estricto de la palabra.

    Esto es ya un problema prctico de las masas y no slo una teora de los lderes.

    El Estado, en el sentido estricto de la palabra, es un poder de mando sobre las masas ejercido por destacamentos de hombres armados separados del pueblo.

    Nuestro nuevo Estado naciente es tambin un Estado, pues necesitamos de destacamentos de hombres armados, necesitamos del orden ms severo, necesitamos recurrir a la violencia para reprimir despiadadamente todos los intentos de la contrarrevolucin, ya sea zarista o burguesa, a la manera de Guchkov.

    Pero nuestro nuevo Estado naciente no es ya un Estado en el sentido estricto de la palabra, pues en muchas regiones de Rusia los destacamentos armados estn integrados por la propia masa, por

  • Las tareas del proletariado en nuestra revolucin

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    todo el pueblo, y no por alguien entronizado sobre l, aislado de l, dotado de privilegios y prcticamente inamovible.

    Hay que mirar hacia adelante y no hacia atrs, no hacia la democracia de tipo burgus habitual,