lectura theodor adorno

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    Epistemologa y ciencias sociales

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    Coleccin dirigida por:Ped ro Ruiz Torres, S ergio Sevilla y Je na ro Talens

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    Theodor W. Adorno

    Epistemologa y ciencias sociales

    Traduccin de Vicente Gmez

    F RNESISCTEDRAUNIVERSITAT DE VALENCIA

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    Ttu lo or ig inal de la obra :Gesellschaft. Soziologie und empirische Forschung.

    Notiz ber sozialwissenschaftliche Objektivitt. Zur geg enwrtigen Stellungder empirischen Sozialforschung in Deutschland.Gesellschaftstheorie und empirische Forschung. Teamwork in der Sozialforschung.

    Zum gegenw rtigen Stand der deutschen Soziologie. Gesellschaftstheorie un d empirischeForschung ( inc lu idos en Gesammelte Schriften, vol. 8, Soziologische Schriften, I).Empirische Sozialforschung (incluido en Gesammelte Schriften, vol. 9-2,

    Soziologische Schriften, II)

    Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegidopor !a Ley, que establece penas de prisin y/o multas, adems de lascorrespondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, paraquienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicarenpblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artsticao cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucinartstica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicadaa travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.

    Vo lumen 8 : S uhrkamp Ver lag F rank fu r t 1972 Volumen 9 : S uhrkamp Ver lag F rank fu r t am Main 1975 Ed ic iones C ted ra (Grupo Anaya , S . A . ) , 2001J u an Ignac io Luca de Te na , 15 . 2802 7 M adr idDeps i to l ega l : M. 27 .642-2001I.S.B.N.: 84-376-1922-X

    Printed in SpainImpres o en C los as -Orcoyen , S . L . P o l gono Iga r s aP aracue l lo s de J a r am a (Ma dr id )

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    ndiceSociedad 9Sociologa e investigacin em prica 19So bre la objetiv idad en ciencias sociales 37Sobre la situacin actual de la investigacin social em prica en Alem ania 45Trabajo en eq uip o e investigacin social 59Sobre el estadio actual de la sociologa alem ana 65Teora de la sociedad e investigacin emp rica 93Inves tigacin social em prica 101

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    SociedadEl concepto de sociedad muestra ejemplarmente en qu escasa medida los con cep tos, c om o p retend e Nietzsche, pue de n definirse verbalmente afirm and o qu e en ellos se sintetiza sem itica m ente to d o u nproceso. La sociedad es esencialmente proceso; sobre ella dicen mslas leyes de su evolucin que cualquier invariante previa. Esto mismo

    prueban tambin los intentos de delimitar su concepto. As, por ejemplo , si ste se determ inara c om o la hu m an ida d ju nt o co n to do s los grupos en los que se divide y la forman, o de modo ms simple, como latotalidad de los hombres que viven en una poca determinada, se omitira el sentido ms propio del trmino sociedad. Esta definicin, enapariencia sumamente formal, prejuzgara que la sociedad es unasociedad de seres humanos, que es humana, que es absolutamenteidntica a sus sujetos; como si lo especficamente social no consistieraacaso en la preponderancia de las circunstancias sobre los hombres,que no son ya sino sus productos impotentes. En relacin con pocaspasadas, cuando quiz pudo ser de otro modo la Edad de piedra,apenas puede hablarse de la sociedad en el mismo sentido que en lafase del cap italismo inte ns o. J. C . Blun tschli, especialista en derec hopblico, caracteriz la sociedad, hace ya ms de cien aos, como unconcepto del tercer estamento. Y lo es no slo en razn de las tendencias igualitarias que se ha n infiltrado en l y que lo distingu en de labuena sociedad feudal y absolutista, sino tambin porque su construccin obedece al modelo de la sociedad burguesa.

    El concepto de sociedad no es en absoluto un concepto clasifica-torio, no es la abstraccin suprema de la sociologa, que incluira en smisma todas las dems formaciones sociales. Tal concepcin confian-9

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    atribuir a la parte lo que nicamente adquiere su valor dentro de untodo. As como la mediacin social no podra existir sin lo mediadopor ella, sin los elementos: los individuos, las instituciones y las situaciones particulares, as stos tampoco existen sin la mediacin. Cuando los detalles, en virtud de su inmediata tangibilidad, se toman por loms real, causan al mismo tiempo ofuscacin.Puesto que el concepto de sociedad no puede definirse conforme ala lgica corriente ni demostrarse decticamente, mientras que los fenmenos sociales reclaman imperiosamente su concepto, su rganoes la teora. Slo una detallada teora de la sociedad podra decir qu esla sociedad. Recientemente se ha objetado que es poco cientfico insistir en conceptos tales como el de sociedad, pues slo podra juzgarsesobre la verdad o falsedad de enunciados, n o de conceptos. Esta objecin confunde un concepto enftico como el de sociedad con unadefinicin al uso. El concepo de sociedad ha de ser desplegado, nofijado terminolgicamente de forma arbitraria en pro de su pretendidapureza.La exigencia de determinar tericamente la sociedad el desarrollo de una teora de la sociedad se expone adems al reproche de haberse quedado rezagado en relacin con el modelo de las ciencias naturales, al que se considera tcitamente como modelo vinculante. Enellas, la teora tendra como objeto el nexo transparente entre conceptos bien definidos y experimentos repetibles. Una teora enftica de lasociedad, en cambio, se despreocupara del imponente modelo paraapelar a la misteriosa mediacin. Esta objecin mide el concepto de sociedad con el rasero de su inmediata datidad, al que precisamente ella,en tan to que mediacin, se substrae esencialmente. Consecuentemente, a rengln seguido se ataca el ideal del conocim iento de la esencia delas cosas desde dentro, tras el que se acorazara la teora de la sociedad.Este ideal no hara ms que obstaculizar el progreso de las ciencias, yen las ms desarrolladas habra sido liquidado hace tiempo. La sociedad, sin embargo, hay que conocerla y no conocerla desde dentro. Enella, producto de los hom bres, stos todava pueden, pese a todo y, pordecirlo as, de lejos, reconocerse a s mismos, a diferencia de lo queocurre en la qumica y en lafsica.Efectivamente, en la sociedad burguesa la accin, en tanto que racionalidad, es en gran medida una accin comprensible y motivada objetivamente. Esto es lo que recordcon razn la generacin de Max Weber y Dilthey. Pero este ideal dela com prensin fue unilateral, pues excluy aquello que en la sociedades contrario a su identificacin por parte de los sujetos de la comprensin. A esto se refira la regla de Durkheim segn la cual haba que tra-

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    tar los hechos sociales como cosas, renunciando por principio a comprenderlos. Durkheim no se dej disuadir del hecho de que todo individuo experimenta primariamente la sociedad como lo no-idntico,como coaccin. En esta medida, la reflexin sobre la sociedad comienza all donde acaba la comprensibilidad. En Durkheim, el mtodo cientfico-natural, que l defiende, registra esa segunda naturalezade Hegel en la que la sociedad acab convirtindose frente a sus miembros. La anttesis de Weber, sin embargo, es tan parcial como la tesis,pues se da por satisfecha con la incomprensibilidad, como l con elpostulado de la comprensibilidad. En lugar de esto, lo que habra quehacer es comprender la incomprensibilidad, deducir la opacidad deuna sociedad autonomizada e independiente de los hombres a partirde las relaciones existentes entre ellos. Hoy ms que nunca la sociologa debera comprender lo incomprensible, la entrada de la humanidad en lo inhumano.Por otra parte, los propios conceptos antitericos de una sociologa desgajada de lafilosofason fragm entos tericos olvidados o reprimidos. El concepto alemn de comprensin (Verstehen) de las primeras dcadas del siglo xx es la secularizacin del Espritu (Geist) hegeliano la totalidad que hay que llevar a concepto en forma de actossingulares o de tipos ideales, sin tener en cuenta la totalidad de la sociedad, de la que en verdad extraen su sentido los fenmenos que hayque comprender. El entusiasmo por lo incomprensible, por el contrario, transforma el permanente antagonismo social en quaestiones facti.La realidad irreconciliada es aceptada pasivamente en el ascetismo conque se renuncia a su teorizacin y lo aceptado es finalm ente exaltado,la sociedad es aceptada como mecanismo colectivo de coaccin.No menos numerosas, y no menos funestas, las categoras dominantes en la sociologa actual son asimismo fragmentos de plexos tericos, a los que niegan con mentalidad positivista. ltimamente se emplea con profusin el rol com o un concepto sociolgico clave, com ouna categora que hara inteligible la accin social. Este concepto hasido privado de su referencia a ese ser-para-otro caracterstico de los individuos que, irreconciliados y enajenados de s mismos, los encadenalos unos a los otros bajo la contrainte sociale. Los roles son propios deuna estructura social que adiestra a los hom bres para que persigan nicamente su autoconservacin y, al mismo tiempo, les niega la conservacin de su yo. El omnipotente principio de identidad, la abstractaequiparabilidad de su trabajo social, les lleva a la extincin de la identidad consigo m ismos. No es casual que el concepto de rol, que se presenta como un concepto axiolgicamente neutral, haya sido tomado12

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    en prstamo del teatro, en el que los actores no son realmente aqullosa los que ellos interpretan. Desde el punto de vista social, esta divergencia expresa el antagonismo. La teora de la sociedad debera trascender las evidencias inmediatas en busca del conocimiento de sufundam ento en la sociedad y preguntarse por qu los hom bres siguendesempeando un rol. ste fue el propsito de la concepcin marxiana del carcter como mscara, que no slo anticipa esa categora, sinoque la deduce socialmente. Si la ciencia social se sirve de este tipo deconceptos pero rehye la teora, de la que stos son parte esencial, sepone al servicio de la ideologa. El concepto de rol, incorporado sinprevio anlisis desde la fachada social, coadyuva a perpetuar el abusodel rol.

    Una concepcin de la sociedad que no se conformara con esto sera crtica. Dejara atrs la trivialidad de que todo est relacionado contodo. La abstraccin mala de esta afirmacin no es tanto consecuenciade la flojedad mental cuanto reflejo de la realidad mala de la sociedadmisma: de la realidad del cambio en la sociedad moderna. Es en su realizacin universal, y no slo en la reflexin cientfica, donde se practica objetivamente la abstraccin; se hace abstraccin de la naturalezacualitativa de productores y consumidores, del modo de produccin,incluso de las necesidades, que el mecanismo social slo satisface deforma secundaria. Lo primero es el beneficio. La misma humanidaddeterminada como clientela, el sujeto de las necesidades, est, ms allde toda representacin ingenua, preformada socialmente, y no slopor el nivel tcnico alcanzado por las fuerzas productivas, sino tambin por las relaciones econmicas, por ms difcil que sea verificaresto empricamente. Previamente a cualquier estratificacin social concreta, la abstraccin del valor de cambio va de la mano del dom inio delo universal sobre lo particular, del dominio de la sociedad sobre quienes son sus miembros forzosos. Dicha abstraccin no es socialmenteneutral, a diferencia de lo que aparenta el carcter lgico de la reduccina unidades tales com o el tiempo de trabajo social medio. En la reduccin de los hombres a agentes y portadores del intercambio de mercancas se oculta la dominacin de los hombres sobre los hom bres. Esto sigue siendo verdad, pese a todas las dificultades con las que vienen confrontndose muchas de las categoras de la crtica de la economapoltica. La sociedad total es tal que todos deben someterse al principiode cambio, a menos que quieran sucumbir, y ello independientementede si, subjetivamente, su accin est regida por el beneficio o no.Ni reas atrasadas ni formas sociales suponen limitacin algunapara la ley de cam bio. La vieja teora del imperialismo dem ostr ya que

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    entre la tendencia econmica de los pases inmersos en la fase de capitalismo intenso y los en su da llamados espacios no capitalistas existe tambin una relacin funcional. stos no coexisten simplem ente losunos al lado de los otros, ms bien se mantienen en vida los unos envirtud de los otros. Tras la abolicin del colonialismo de viejo estilo,esto se convirti inmediatamente en objeto de inters poltico. Unaayuda racional al desarrollo no sera ya un lujo. En el seno de la sociedad basada en el principio de cambio, los rudimentos y enclaves pre-capitalistas no slo son elementos extraos a ella, reliquias del pasado:esta sociedad necesita de ellos. Las instituciones irracionales redundanen beneficio de la persistente irracionalidad de una sociedad que es racional en sus medios, pero no en sus fines. As, una institucin com ola familia, derivada de lazos naturales y cuya estructura interna no serige por la ley del intercambio de equivalentes, podra deber su relativa resistencia al hecho de que sin la ayuda que su irracionalidad proporciona a relaciones de produccin muy especficas, como por ejemplo las de los pequeos campesinos, stas apenas hubieran podido subsistir, aun cuando su racionalizacin no podra tener lugar sin trastornar el conjunto de la estructura social burguesa.El proceso de socializacin no se realiza ms all de los conflictosy los antagonismos o pese a stos. Su elemento propio lo constituyenlos mismos antagonismos que desgarran la sociedad. Es la misma relacin social de cambio la que introduce y reproduce el antagonismoque en todo momento amenaza a la organizacin social con la catstrofe total. Slo a travs de la bsqueda del beneficio y de la fracturainmanente al conjunto de la sociedad sigue funcionando hasta hoy, rechinante, quejumbrosa, con indescriptibles sacrificios, la mquinasocial. Toda sociedad sigue siendo todava sociedad de clases, comoen los tiempos en los que surgi este concepto; la inmensa presinexistente en los pases del Este es indicio de que all las cosas no sondistintas. Aunque el pronstico de la pauperizacin a largo plazo n o secumpli, la desaparicin de las clases es tan slo un epifenmeno. Esposible que en los pases de capitalismo intenso se haya debilitado laconciencia de clase que en Amrica siempre falt. Pero esta concienciajams estuvo dada sin ms en la sociedad, sino que, conforme a la teora, era ella misma la que deba producirla. Lo que resulta tanto ms difcil cuanto la sociedad ms integra las formas de conciencia. Inclusola tan invocada nivelacin de los hbitos de consumo y de las oportunidades de formacin es parte de la conciencia de los individuos socializados, no de la objetividad social, cuyas relaciones de produccinconservan precariamente el viejo antagonismo. Pero la relacin de cla-14

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    de los hombres, una prolongacin del brazo del hombre incluso en laciberntica, por lo que es solamente un momento de la dialctica entre fuerzas productivas y relaciones de produccin, no una fuerza demonaca independiente. En la situacin actual opera de forma centralizadora; en s misma podra hacerlo de otro modo. All donde loshombres creen estar ms cerca los unos de los otros, como en la televisin, que se les lleva hasta sus hogares, en realidad esa cercana estmediada por la distancia social, por la concentracin del poder. Nadasimboliza mejor que la televisin el hecho de que, en gran medida, yatendiendo a su contenido concreto, a los hombres se les dicta desdearriba su vida, la misma que ellos creen poseer y tener que ganarse y ala que toman por lo ms prximo y lo ms real. La existencia humanaindividual es, ms all de todo lo imaginable, mera reprivatizacin; loms real, aquello a lo que se agarran los ho m bre s, es al m ism o tiem polo ms irreal. La vida no vive. Tampoco una sociedad transparentedesde el punto de vista racional, una sociedad verdaderamente l ibre,podra zafarse en absoluto a la administracin y a la divisin del trabajo . Pero las administraciones de todos los pases de la tierra tiendencompulsivamente a autonomizarse respecto de los administrados y areducirlos a meros objetos de procedimientos regulados abstractamente. Estas tendencias remiten, segn Max Weber, a la racionalidad econmica medios-fines. Puesto que le es indiferente su fin, la consecucin de una sociedad racional, y mientras siga siendo as, esta racionalidad se torna irracional para los sujetos. La figura racional de estairracionalidad es en muchos sentidos el experto. Su racionalidad sefunda en la especializacin de los procesos tcnicos y los adaptados astos, pero tambin tiene su lado ideolgico. Los procesos de trabajo,segmentados en unidades cada vez ms pequeas y tendencialmentedesprovistos de cualificacin, se aproximan entre s.

    Dado que incluso los procesos e insti tuciones sociales ms poderosos t ienen un origen humano, esto es, son esencialmente el productode la objetivacin del trabajo de los hombres, la autonomizacin delpoder es al mismo tiempo ideologa, apariencia social necesaria quehabra que penetrar y transformar. Pero esta apariencia es para la vidainmediata de los hombres el ens realissimum. El peso de las relacionessociales hace todo lo posible para hacer ms densa tal apariencia. Contrariamente a lo que suceda alrededor de 1848, cuando la relacin declases se manifest como conflicto entre el grupo inmanente a la sociedad, la burguesa, y el que se hallaba p rctic am ente excluido de ella,el proletariado, la integracin, concebida por Spencer como la ley fun-damental de toda socializacin, se ha apoderado de la conciencia de16

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    los que son objeto de la sociedad. Contrariamente a la teora de Spencer, integracin y diferenciacin ya no estn hermanadas. Tanto espontnea como planificadamente, los sujetos se ven impedidos de reconocerse a s mismos como sujetos. La oferta de mercancas, que losinunda, contribuye tanto a ello como la industria cultural y los innumerables mecanismos directos e indirectos de control intelectual. Laindustria cultural naci de la tendencia del capital a la explotacin.Inicialmente se desarroll bajo la ley del mercado, bajo el imperativode adaptarse a sus consumidores, pero despus se ha convertido en lainstancia que fija y refuerza las formas de conciencia existentes, en elstatus quo del pensamiento. La sociedad necesita que el pensamientoduplique infatigablemente lo que meramente es, porque sin la exaltacin de lo siempre igual, si remitiera el empeo de justificar lo existente por el mero hecho de ser, los hombres acabaran quitndoselo deencima.

    La integracin tiene un alcance mu ch o m ayor. La adap tacin de loshombres a las relaciones y procesos sociales, que constituye la historiay sin la que los hombres difcilmente hubieran podido sobrevivir, se hasedimentado en ellos de tal modo que cada vez les es ms difcil librarse de ella, aunque slo sea en la conciencia, sin enredarse en conflictos pulsion ales insop ortable s. Los ho m bre s ste es el triunfo de laintegracin se identifican, hasta en sus reacciones ms internas, conlo que se hace con ellos. Para escarnio de la esperanza de la filosofa,sujeto y objeto estn reconciliados. Este proceso vive del hecho de quelos hombres deben su vida a aquello mismo que se les inflige. La tcnica, fuertemente catectizada*, la atraccin que el deporte ejerce sobrelas masas, la fetichizacin de los bienes de consumo, son sntomas deesta tendencia. La cimentacin social que anteriormente procurabanlas ideologas se ha trasladado, por una parte, a las poderossimas relaciones sociales existentes como tales, y, por otra, a la constitucin psicolgica de los hombres. Si el concepto de lo humano, lo que en definitiva importa, se ha convertido en la ideologa que encubre el hechode que los hombres son slo apndices de la maquinaria social, podradecirse sin miedo a exagerar que, en la situacin actual, son literalmente los hombres mismos, en su ser as y no de otro modo, la ideologa que, pese a su manifiesta absurdez, se dispone a eternizar la vidafalsa. El crculo se cierra. Se requerira hombres vivos para transformar

    * Besetzung en el texto. M edi ante el co nc ep to de Besetzung (catexis), el psicoanlisis hace referencia a la energa psquica o quantum de afecto con el que estn cargadas una representacin o un conjunto de representaciones. (N. del T.)17

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    el actual estado de endurecimiento, pero ste ha calado tan profunda-mente en su interior, a expensas de su vida y de su individuacin, quelos hom bre s apena s parecen ser ya capaces de esa espo ntane idad de laque todo dependera. De esto extraen los apologistas de lo existentenuevas fuerzas para revitalizar el argumento de que la humanidad todava no est madura. El solo hecho de denunciar este crculo suponeatentar contra un tab de la sociedad integral. Cuanto menos toleraaquello que sera verdaderamente distinto, con tanto mayor celo velapor que todo lo que en su seno se piensa y se dice aporte algn cambio particular o, como ellos lo l laman, sea una contribucin positiva.El pe nsa m ien to q ued a s om etido a la sutil censura del terminus ad quem:si se presenta como crtico, debe decir lo que de positivo tiene. Si halla bloqueada dicha positividad, es que es un pensamiento resignado,cansino, como si este bloqueo fuera su culpa y no la signatura de lacosa misma. Pero lo primero que habra que hacer es descubrir la sociedad como bloque universal erigido entre los hombres y en el interior de ellos. Sin esto, toda sugerencia de transformacin slo sirve albloque, bien como administracin de lo inadministrable, bien provocando su inmediata refutacin por parte del todo monstruoso. El concepto y la teora de la sociedad slo son legtimos si no se dejan seducir por ninguna de las dos cosas, si perseveran negativamente en la posibilidad que les anima: expresar que la posibilidad corre el riesgo deser asfixiada. Un conocimiento de este tipo, sin anticipacin de lo quetrascendera esta situacin, sera la primera condicin para que se deshiciera por fin el hechizo que mantiene cautiva a la sociedad.

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    Sociologa e investigacin emprica1Los procedimientos reunidos bajo el nombre de sociologa comodisciplina acadmica se relacionan entre s slo en un sentido sumamente abstracto: todos ellos se ocupan de algn modo de lo social.Pero ni su objeto ni su mtodo son unitarios. Algunos de estos procedimientos se dirigen a la totalidad social y a sus leyes de evolucin;otros, en marcada oposicin a stos, abordan fenmenos sociales particulares, prohibiendo, po r considerarla especulativa, su remisin a unconcepto de sociedad. Los mtodos varan en correspondencia conello. As, los primeros pretenden arrojar luz sobre el conjunto de la realidad social partiendo de sus condiciones estructurales fundamentales,como por ejemplo las relaciones de cambio; los segundos, por el contrario, rehsan dicho esfuerzo, aun en el caso de que ste no pretenda

    en absoluto justificar lo existente desde la soberana del espritu, considerndolo com o un resto filosfico en la evolucin de la ciencia, yse conforman con la mera constatacin de lo que hay. A estas dosconcepciones les subyacen modelos histricamente divergentes. Lateora de la sociedad procede de lafilosofa,pero al mismo tiempo trata de reorientar los planteamientos de sta, determinando la sociedadcomo ese substrato al que lafilosofa radicional llam formas eternaso espritu. As com o lafilosofadesconfi del carcter engaoso de losfenmenos y se entreg a su interpretacin, la teora de la sociedadtambin desconfia tanto ms profundamente de la fachada socialcuanto sta ms naturalmente se presenta. La teora quiere nombraraquello que secretamente cohesiona el engranaje social. El anhelo del

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    pensamiento, al que una vez le result insoportable la falta de sentidode lo que meramente es, se ha secularizado en el afn de desencantamiento. Su anhelo es levantar la roca bajo la que se incuba la deformidad; nicamente el conocimiento de tal deformidad le garantizara unsentido. Contra este afn se rebela la investigacin sociolgica de hechos. El desencantamiento, en la forma en que Max Weber todavadaba po r bu en o, es para ella tan slo un m od o de enc antam iento; y lareflexin sobre lo que impera ocultamente, y que habra que transformar, mera prdida de t iempo en la labor de cambio de lo manifiesto.Lo que hoy suele recibir el nombre de investigacin social emprica,desde el posi t ivismo de Comte t iene como modelo, ms o menosabiertamente, las ciencias naturales. Ambas corrientes niegan tener undenominador comn. Las reflexiones tericas sobre el conjunto de lasociedad no pueden hacerse efectivas simplemente a travs de hallazgos empricos: son tan escurridizas como los espritus en los experimentos parapsicolgicos. Todas las ideas sobre la sociedad entendidacomo un todo trascienden necesariamente sus hechos dispersos. Laconstruccin de la totalidad tiene como su condicin primera un concepto de la cosa en tomo al cual se organicen los datos dispares. Partiendo de la experiencia viva, no de la que ya est preformada por losmecanismos de control establecidos por la sociedad; del recuerdo delo que ya se pens una vez; de la imperturbable consecuencia de lapropia reflexin, dicha construccin debe confrontar permanentemente aquel concepto con el material y volverlo a modificar en contactocon ste. Pero la teora tampoco debe conformarse con esto, a menosque quiera incurrir en ese dogmatismo en cuyo descubrimiento se regocija un escepticismo que ha progresado hasta convertirse en prohibicin del pensamiento. Debe transformar los conceptos que, por decirlo as, trae desde fuera, en conceptos propios de la cosa misma, enlo que sta pretende ser, y confrontarlo con lo que realmente es. Debedisolver la rigidez del objeto fijado aqu y ahora, convirtindolo en uncampo de tensin de lo posible y lo real: stos, simplemente para poder ser, se necesitan el u n o al ot ro . C o n otras palabras, la teora es ineludiblemente crtica. Pero, por esta misma razn, las hiptesis derivadas de ella, las predicciones de regularidades, no le son totalmenteapropiadas. Lo meramente predecible es ya parte de la maquinaria social, inco nm ens urab le con aquello a lo qu e ap un ta la crt ica. La baratasatisfaccin de que las cosas ocurran como la teora haba previsto nopuede hacer olvidar a la teora de la sociedad que, en el mismo momento en que se presenta como hiptesis, transforma su constitucininterna. La constatacin particular a travs de la que se verifica perte-

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    nece ya al contexto de ofuscacin que la teora querra penetrar. El precio de la obtencin de concrecin y vinculabilidad es la prdida defuerza intelectiva; el que paga el principio por su verificacin en el fenmeno es su nivelacin con ste. Si, a la inversa, y conforme al usocientfico generalizado, se quiere ascender a la totalidad de la sociedadpartiendo de datos particulares, en el mejor de los casos se obtiene conceptos generales clasificatorios, pero jams los que expresan la vidamisma de la sociedad. La categora sociedad regida por la divisin deltrabajo es lgicamente superior, ms general, que la de sociedad capitalista, pero no ms esencial, sino todo lo contrario, pues dice menos sobre la vida de los hombres y sobre lo que los amenaza, sin quepor ello sea preferible una categora lgicamente inferior como la deurbanismo. Los niveles de abstraccin sociolgica no se corresponden sin ms, ni por arriba ni por abajo, con su valor cognoscitivo. Poreso cabe esperar tan poco de su unificacin sistemtica por parte de unmodelo como el funcional de Parsons. Pero an menos de las promesas, hechas y aplazadas una y otra vez desde los tiempos ms remotos de la sociologa, de una sntesis de teora y empira, que equiparanincorrectamente teora y unidad formal y no quieren entender que unateora de la sociedad depurada de contenidos equivale a un desplazamiento de prioridades. Recurdese cun indiferente es recurrir al grupo en vez de a la sociedad industrial. La formacin de teoras socialesconforme al modelo de los sistemas de clasificacin sustituye aquelloque prescribe su ley a la sociedad por la ms exigua escoria conceptual:empira y teora no se dejan disolver en un continuum. Frente al postulado de la intuicin de la esencia de la sociedad moderna, las investigaciones empricas son cual gotas en el mar; pero las demostracionesempricas de leyes estructurales son siempre, de acuerdo con las reglasde juego empricas, impugnables. De lo que se trata no es de eliminary armonizar tales divergencias: slo una concepcin armonicista de lasociedad se deja extraviar en este sentido. De lo que se trata es de desplegar fruc tferamente las tensiones.

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    Hoy, tras la decepcin causada tanto por la sociologa entendidacom o ciencia del espritu com o por la sociologa formal, impera la tendencia a conceder la primaca a la sociologa emprica. A ello contribuye sin duda su inmediata aplicabilidad prctica, su afinidad contoda administracin. No obstante, la reaccin ante la arbitrariedad o la21

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    vaciedad de las afirmaciones sobre la sociedad hechas desde arriba esuna reaccin legtima. Y, sin embargo, la superioridad de los procedimientos empricos no es algo obvio. No slo porque hay otros procedimientos adems de ellos: la mera existencia de disciplinas y puntosde vista tericos no sirve como justificacin. Sus limitaciones las marca la cosa misma. Paradjicamente, los mtodos empricos, cuya fuer-za de atraccin procede de su pretensin de objetividad, privilegianlo que se explica por su origen en los estudios del mercado lo subjetivo, las actitudes o , cuando ms, las form as de com portamiento delos sujetos, abstraccin hecha, naturalmente, de datos estadsticos censuales tales como el sexo, la edad, el estado civil, los ingresos, el nivelde formacin y criterios similares. En cualquier caso, slo en este reducido mbito se preserva hasta ahora su especificidad: en tanto queinventarios de los as llamados hechos objetivos, difcilmente se los podra distinguir de la informacin precientfica destinada a fines administrativos. En general, la objetividad de la investigacin emprica esuna objetividad de los mtodos, no de lo investigado. Mediante tratamientos estadsticos, y a partir de sondeos realizados sobre un mayoro m enor nm ero de individuos, se infieren enunciados que, conformea las leyes del clculo de probabilidades, son generalizables e independientes de las variaciones individuales. Pero los valores promedio asobtenidos, por ms objetiva que sea su validez, la mayora de las vecesno pasan de ser enunciados objetivos sobre sujetos; sobre cmo stosven la realidad y a s mismos. La objetividad social, la totalidad de lasrelaciones, instituciones y.fuerzasen cuyo seno los hom bres actan,es algo que los mtodos empricos (cuestionarios, entrevistas y cualesquiera sean los modos en que stos se combinen o se com plementen)han ignorado o, a lo sum o, slo han tenido en cuenta como algo accidental. Los culpables de esto no son exclusivamente los interesadosclientes que, consciente o inconscientemente, obstaculizan la clarificacin de la realidad social y que, en Amrica, desde el mom ento mismode la adjudicacin de los proyectos de investigacin sobre los medios de comunicacin de masas, por ejemplo, velan por que talesproyectos se limiten a constatar reacciones dentro del commercial system dominante y por que no analicen la estructura y las implicaciones del sistema mismo. Antes bien, son los mismos instrumentos empricos los que objetivamente estn hechos de tal form a que tienden areconocer como criterios vlidos de juicio sobre lo investigado loscuestionarios ms o menos tipificados a los que se somete a determinado nmero de individuos y su tratamiento estadstico, esto es, lasopiniones ya extendidas y como tales preformadas. Ciertamente, en22

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    uso generalizado en la tcnica emprica, en la que, por ejemplo, unacategora como conservadurismo se define a travs de las puntuaciones de las respuestas determinadas por la encuesta misma, sanciona elprimado del mtodo sobre la cosa y, en definitiva, la arbitrariedad dela organizacin cientfica. Se pretende investigar un tema con un instrumento de investigacin cuya propia formulacin decide qu es loque hay que investigar: un crculo vicioso. El gesto de honestidad cientfica, que se niega a trabajar con conceptos que no sean claros y distintos, se convierte en pretexto para dejar de lado lo investigado en favor de una actividad investigadora autosuficiente. Se olvidan, con laarrogancia del ignorante, las objeciones de la gran filosofa contrala prctica de la definicin 1; en nombre de la exactitud cientfica, lasciencias irreflexivas siguen arrastrando lo que ella proscribi por considerarlo un resto escolstico. Y basta co n q ue despu s, co m o resulta casiinevitable, se deduzcan a partir de los conceptos definidos instrumentalmente otros conceptos, aunque slo sean los convencionalmenteusuales, para que la investigacin incurra precisamente en esa falta detransparencia que pretenda haber extirpado con sus definiciones.

    3El impedimento para transferir a la sociedad alegremente y sin restricciones el m od elo de las ciencias naturales radica en la sociedad misma. Pero no, como pretende la ideologa y como racionalizan en Alemania justamente las resistencias reaccionarias a la introduccin de lasnuevas tcnicas, porque la dignidad humana, en cuya destruccin lahumanidad se afana, se substraiga a mtodos que consideran al hom

    bre como una parte ms de la naturaleza. Ofende ms a la humanidadla pretensin de dominio que reprime la rememoracin de su ser natural, perpetuando de este modo las ciegas relaciones naturales, que elrecuerdo de esta su condicin. La sociologa no es una ciencia del espritu2. Puesto que el endurecimiento de la sociedad reduce a los1 Cfr., por ejemplo, Kant, Kritik der reinen Vernunft, ed. Felix Gross, Leipzig, 1922

    (Smtliche Werke, edici n Insel, vol. 3), pgs. 553 y ss. [trad, esp.: Crtica de la razn pura,Madrid, Alfaguara, 1994]; Hegel, Wissenschaft der Logik, 2." parte, S tuttgart, 1949 (edicinconmemorativa), pgs. 289 y ss. , pgs. 292 y ss. [trad. esp.: Ciencia de la lgica, BuenosAires, Hachette, 1956]; as como numerosos pasajes de Nietzsche.2 Soziologie und empirische Sozialforschung, en Institut fr Sozialforschung. Soziologische Exkurse. Nach Vortrgen und Diskussionen, Francfort del Meno, 1956, pg. 112.24

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    las condiciones sociales de estas formas de reaccin, dicho hallazgo,que es correcto, induce tambin a error; sugiere que la divisin de laexperiencia musical en classical y popular> es algo ltimo, natural.La cuestin socialmente relevante, sin embargo, comienza exactamente cuando se aborda esa escisin, su eternizacin como algo obvio, yde este modo trae consigo necesariamente la cuestin de si la percepcin de la msica bajo el a priori de tales divisiones no afecta acaso delmodo ms profundo a la experiencia espontnea de lo percibido. Solamente la comprensin de la gnesis de las formas de reaccin existentes y su relacin con el sentido de lo experienciado p odra perm itirdescifrar el fenmeno registrado. Pero la costumbre emprica imperante rechazara la preg un ta p or el sentido objetivo de la manifestacin artstica, despachara ese sentido como mera proyeccin subjetiva de losoyentes y privara de sus cualidades a la obra, degradndola a simpleestmulo de un experimento psicolgico. De este modo abortara deantemano la posibilidad de estudiar la relacin de las masas con lasmercancas que les impone la industria cultural; las mismas mercancas vendran definidas por las reacciones de las masas, cuya relacincon las mercancas habra que discutir. Pero, actualmente, trascender lainvestigacin aislada sera tanto ms urgente cuanto que, en virtud dela progresiva integracin comunicativa de la poblacin, la preformacin de su conciencia es tan grande y completa que apenas permite yadarse cuenta de ella. Hasta un socilogo positivista como Durkheim,que coincida con la social research en el rechazo de la comprensin,estableci correctamente un vnculo entre las leyes estadsticas, a lasque tambin l se entreg, y la contrainte sociale4,viendo en sta el criterio de la legalidad general de la sociedad. La investigacin social contempornea niega esta conexin, pero con ella sacrifica tambin la desus generalizaciones con las determinaciones estructurales concretasde la socied ad. Pero si tales perspectivas so n relegadas po r ejem plo,como tareas de futuras investigaciones especiales, el reflejo cientfico se queda en realidad en mera duplicacin, en apercepcin cosificada de lo csico, y deforma su objeto precisamente mediante tal duplicacin, convierte po r arte de encantam iento lo m ediato en inm ediato.Para corregir esto no basta, como pens ya Durkheim, con distinguirdesde u n p u n to de vista descriptivo en tre el m bito de lo general y elmbito de lo singular. Ms bien habra que mediar la relacin de ambos mbitos, fundamentarla tericamente. La oposicin entre anlisis

    4 mile Durkheim, Les Rgles de la mthode sociologique, Pars, 1950, pgs. 6 y ss. [Trad,esp.: Reglas del mtodo sociolgico, Madrid, Alianza, 1994.]26

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    cuantitativo y anlisis cualitativo no es absoluta: no es algo ltimo enla cosa misma. Para poder formular enunciados cuantitativos, antes esnecesario hacer abstraccin de las diferencias cualitativas de los elementos; y todo fenmeno social singular lleva consigo las determinaciones generales a las que se refieren las generalizaciones cuantitativas.Las mismas categoras de estas generalizaciones son siempre cualitativas. Un mtodo que no comprenda esto y que, por ejemplo, rechaceel anlisis cualitativo por considerarlo incompatible con la naturalezadel mbito de lo general, hace violencia a aquello que ha de investigar.La sociedad es una; incluso all donde hoy todava no alcanzan losgrandes poderes de la sociedad, los mbitos no desarrollados y aquellos que ya se han abierto a la racionalidad y a la uniformizacin introducida por la socializacin mantienen entre s una relacin fun-cional. La sociologa que no reconoce esto y se conforma con el pluralismo metodolgico al que despus justifica, por ejemplo, conconceptos tan pobres e insuficientes como induccin y deduccin5,en su afn por decir lo que es, se pone al servicio de lo que es. Se convierte en ideologa en sentido estricto, en apariencia necesaria. Apariencia, porque la pluralidad de mtodos no logra dar con la unidaddel objeto y la oculta detrs de los llamados factores en los que divideal objeto en pro de su manejabilidad; necesaria, porque el objeto, la sociedad, nada teme tanto como ser llamado por su propio nombre, ypor ello, fomenta y tolera espontneamente slo aquellos conocimientos de s misma en los que logra escabullirse. El par conceptual induccin y deduccin es el sucedneo cientfico de la dialctica. Ascomo una teora social, para ser verdadera, ha de haberse empapadodel material, asel actum que se elabora debe traslucir ya la totalidadsocial en virtud del proceso que lo capta. Pero si el mtodo lo ha convertido en factum brutum, despus ya no podr arrojar luz sobre l. Enla rgida contraposicin y complementariedad de sociologa formal yciega constatacin de hechos desaparece la relacin entre lo universaly lo particular, relacin que anima la sociedad y que por esta raznconstituye el nico objeto digno de la sociologa. Pero si, por el contrario, posteriormente se junta lo que ya ha sido separado, el carcterescalonado del mtodo invierte la relacin real. El celo con el que inmediatamente se vuelve a cuantificar los hallazgos cualitativos no escasual. La ciencia, en tanto que sistema coherente, quisiera borrar de la

    5 Cfr. Erich Reigrotzki, Soziale Verflechtungen in der Bundesrepublik, Tubinga, 1956,pg. 4 .27

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    faz del mundo la tensin entre lo universal y lo particular, cuando loque confiere unidad a este mund o es precisamente la contradiccin.4

    Este carcter contradictorio es la razn por la que el objeto de la sociologa, la sociedad y sus fenmenos, no posee el tipo de homogeneidad con la que pudo contar la denominada ciencia natural clsica. Ensociologa no es posible ascender a enunciados de validez universalsiquiera restringida a partir de enunciados particulares sobre hechos sociales en la misma medida en que, por ejemplo, de la observacin de las propiedades de un trozo de plom o se acostumbraba a concluir las del plomo en general. La generalidad de las leyes de la cienciasocial no puede entenderse en absoluto como la de un universo conceptual en el que sus partes se integran armnicamente, sino que se refiere siempre, y esencialmente, a la relacin de lo universal y lo particular en su concrecin histrica. Esto es lo que prueba, negativamente, la no hom ogeneidad del estado de la sociedad la anarqua de lahistoria entera hasta hoy mismo, del mismo modo que, positivamente, el momento de espontaneidad, imposible de captar mediantela ley de los grandes nm eros. Excluir el mund o hu m ano de la regularidad y constancia relativas de los objetos de las ciencias matemticasde la naturaleza, o al menos de la macrofsica, no significa exaltarlo.La naturaleza antagnica de la sociedad es fundam ental, y esto es precisamente lo que la mera generalizacin escamotea. Es la homogeneidad, antes que su defecto, lo que requiere una explicacin, pues es ellala que somete la accin humana a la ley de los grandes nmeros. Suaplicabilidad contradiceelprincipium individuationis; contradice, pese atodo, algo imposible de obviar: el hecho de que los hombres no sonsimples especmenes. Sus comportamientos estn mediados por la razn. Ciertamente, sta contiene en s misma un momento de universalidad, que sin duda puede reflejarse despus en la generalidad estadstica; pero al mismo tiempo dicho mom ento est especificado por elconjunto de los intereses de cada individuo, que en la sociedad burguesa son divergentes y, pese a toda uniformizacin, tendencialmenteopuestos; por no hablar de la irracionalidad que la sociedad impone yreproduce en los individuos. Slo la unidad del principio de una sociedad individualista unifica los intereses dispares de los individuoscomo su opinin. Ciertamente, la frmula hoy tan extendida deltomo social expresa adecuadamente la impotencia del individuo fren-28

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    te al todo, pero esta frmula no pasa de ser una metfora comparadacon el concepto cientfico-natural de tomo. La igualdad de las unidades sociales mnimas, los individuos, incluso ante la pantalla de televisin, no puede sostenerse seriamente con el mismo rigor como en relacin con la materia fisicoqumica. La investigacin social emprica,sin embargo, procede como si tomara al pie de la letra la idea de tomo social. Su relativo xito en el uso de esta frmula dice algo crticosobre la sociedad. Las leyes generales, que privan de sus cualidades alos elementos estadsticos, prueban que lo universal y lo particular noestn reconciliados, que en la sociedad individualista el individuo estsometido ciegamente a lo universal, que l mismo est privado de cualidades. La frmula del carcter como mscara social seal ya estehecho; el empirismo actual lo ha o lvidado. La uniformidad del comportam iento social es fundam entalm ente el reflejo de la presin social.Si la investigacin social emprica, en su concepcin del mbito de logeneral, puede pasar tan soberanamente por encima de la individuacin, es nicamente porque, hasta ahora, sta no ha sido ms que ideologa, pues los hombres todava no son verdaderamente tales. En unasociedad liberada, la estadstica sera positivamente lo que hoy es negativamente, a saber, una tcnica de administracin, pero de la administracin de las cosas, de los bienes de consumo, no de los hom bres.Pese a su funesto anclaje en la estructura social, la investigacin socialemprica debera ser capaz de autocrtica, pues las generalizacionesque obtiene no pueden atribuirse sin ms a la cosa m isma, el m un doestandarizado, sino tambin a su mtodo, en el que la misma generalidad de las cuestiones que plantea a los individuos o su limitadaseleccin las cafeteria questions preforma de tal mod o lo investigado por ejemplo, las opiniones que hay que indagar que loconvierte en tomo.

    5Comprender la no homogeneidad de la sociologa en tanto queagregado de ciencias y, por lo tanto, la divergencia categorial, no solamente gradual y salvable a voluntad, existente entre disciplinas comola teora de la sociedad, el anlisis de relaciones e instituciones socialesobjetivas y la investigacin social en sentido estricto de orientacinsubjetiva, no significa necesariamente conformarse con la estril separacin de dichas disciplinas. Ciertam ente, no hay por qu respetar laexigencia formal de unidad de una ciencia que lleva en s misma lashuellas de una arbitraria divisin del trabajo y que no puede pretender

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    acceder aproblemticamente a preciadas totalidades cuya existencia social es absolutamente dudosa. Con todo, la vinculacin crtica de mtodos sociolgicos dispares es exigida materialmente por la meta misma del conocim iento. Frente a la trabazn especfica de la teora socialcon intereses sociales particulares, un correctivo como el que ofrecenlos mtodos de investigacin emprica es saludable, por mucho questos estn tambin ligados, desde el punto de vista de su estructuraadministrativa, a intereses particulares. Hay una enorme cantidadde enunciados terico-sociales mencionem os solamente, a ttulo deprueba, los de Max Scheler sobre las formas tpicas de conciencia de laclase inferior6 que podran contrastarse y quedar refutados mediante investigaciones rigurosas. E inversamente, la social research ha de con-frontarse con la teora y conocer las formaciones sociales objetivas, amenos que quiera condenarse a la irrelevancia o condescender anteconsignas apologticas como las hoy tan populares sobre la familia. Lasocial research, en su aislamiento, se toma falsa tan pronto como deseasuprimir la totalidad considerndola como un prejuicio metafsico,por el hecho de que sta se substrae por principio a sus mtodos. Cuando as lo hace, la ciencia claudica ante el mero fenm eno. Tabuizandola pregunta por la esencia como una ilusin, como algo que su mtodo es incapaz de resolver, los plexos esenciales aquello verdaderamente importante en la sociedad se protegen a priori del conocimien to. Ocioso es preguntar si estos plexos esenciales son reales o si,por el contrario, son puras formaciones conceptuales. Quien atribuyecarcter conceptual a la realidad social no tiene por qu temer la objecin de idealismo. Y no me refiero tanto a la constitucin conceptualdel sujeto cognoscente como a la que impera en la cosa misma: en ladoctrina de la mediacin conceptual de todo cuanto es, Hegel haapuntado tambin a algo decisivo desde el punto de vista de la realidad. La ley que gua el fatal destino de la humanidad es la del intercambio. Pero esta ley no es pura inmediatez, sino algo conceptual: elacto de cambio implica la reduccin de los bienes intercambiados a suequivalente, algo abstracto, en modo alguno, como suele decirse, material. Esta mediacin conceptual, sin embargo, no es en absoluto unasimple generalizacin de expectativas promedio, una frmula introducida extrnsecamente por la ciencia fundadora de orden , sino que la so-

    6 Cfr. Max Horkheimer, Ideologie und H andeln, en Max Horkheimer y TheodorW. Adorno, Sociologica II. Reden und Vortrge, Francfort del Meno, 1962, pgs. 41 y ss.[Trad, esp.: Ideologa y accin, en Max Horkheimer y Theodor W . Adorno, Sociologi-ca, Madrid, Taurus, 1979, pgs. 43 y ss.]30

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    ciedad como sistema, que constituira su objeto ms propio, porqueeste objeto no es igual a la suma de las partes, porque no las subsumeen s mismo, ni se asemeja a un mapa con sus pases y fronteras, consus tipos y costumbres. La sociedad no es un atlas social, ni en sentido literal ni en sentido figurado. Puesto que la sociedad no se reduce ala vida inmediata de sus miembros ni a los hechos subjetivos y objetivos relacionados con ella, toda investigacin que se limite a describiresas formas de inmediatez yerra el blanco. Pese a la cosificacin delmtodo y justamente en virtud de tal cosificacin, el dolo de loconstatable, la investigacin emprica introduce una apariencia devida, una especie de cercana del cara a cara, cuya disolucin no seraprecisamente la tarea ms irrelevante del conocimiento social, si nofuera porque dicha apariencia fue disuelta hace ya mucho tiempo. Peroesta tarea es hoy reprimida. La culpa la tienen igualmente la exaltacinmetafsica del Dasein y la toz ud a descripcin de lo qu e es el caso. Pero,po r otra p arte, la prctica c onc reta de la investigacin sociolgica ni siquiera se corresponde con su propio reconocimiento de la necesidadde las hiptesis. Aunque se concede, de mala gana, su necesidad, sedesconfa de cada u na de ellas, pu es po dra n convertirse en bias, menoscabar la objetividad de la investigacin 7. A esta concepcin le subyace una teora residual de la verdad, segn la cual sta sera lo quequeda tras restar el aadido supuestamente subjetivo o, por decirlo as,los costes de produccin. Las ciencias sociales todava no han asimilado la idea, familiar a la psicologa desde G eorg Sim m el y Freud, de q uela validez de la experiencia, en la medida en que su objeto la sociedad en este caso est esencialmente mediado por la subjetividad, aumenta con la participacin subjetiva del sujeto cognoscente, y no alcontrario. Tan pronto como se suspende el sano sentido comn en favor del gesto responsable del investigador, se recurre a procedimientosque prescindan en lo posible de hiptesis. La investigacin social emprica debera deshacerse totalmente del prejuicio de que la investigacin habra de comenzar como una tabula rasa en la que ir disponiendo los datos hallados sin partir de supuesto alguno, y naturalmentedebera acordarse de las controversias epistemolgicas mantenidas durante tanto tiempo, que la conciencia disneica olvida demasiado fcilmente apelando a las urgentes exigencias tcnicas. A la ciencia escptica le convendra ser escptica ante su propio ideal asctico. La idea de

    7 Cfr., por ejemplo, Ren Knig, Beobachtung und Experiment in der Sozialforschung, en Praktische Sozialforschung, Colonia, 1956, II, pg. 27.32

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    constituye la condicin de posibilidad para dar con lo esencial. Inevitablemente, de entre todos esos datos, la investigacin emprica comenzar primando los relacionados con las opiniones, los sentimientos y los comportamientos subjetivos de los individuos estudiados,pero estas mismas relaciones llegan tan lejos que, en verdad, dicha confrontacin no debera conformarse con el conocimiento de determinadas instituciones aisladas, sino que habra de recurrir a la estructurade la sociedad: la dificultad categorial no se soslaya comparando determinadas opiniones y determinadas condiciones. Pero, incluso bajoesta seria restriccin, los resultados de los sondeos de opinin adquieren un valor distinto tan pronto como se los mide con la realidad a laque las opiniones se refieren. Las diferencias as extradas entre la objetividad social y la conciencia de esa objetividad, sea cual sea su gradode generalizacin, representan para la investigacin social emprica unpaso adelante en el conocimiento de la sociedad: en el conocimientode las ideologas, de su gnesis y de su funcin. Tal conocim iento serasin duda el objetivo ms propio, aunque ciertamente no el nico, de lainvestigacin social emprica. No obstante, tomado aisladamente, notiene autoridad sobre el conocim iento de la sociedad: las mismas leyesdel mercado, en cuyo sistema se integra irreflexivamente, todava sonsimple fachada. As, por ejemplo, aunque una encuesta indicara conuna evidencia estadstica aplastante que los trabajadores ya no se tienen a s mismos por trabajadores y niegan que siga habiendo algo ascomo el proletariado, esto no constituira una demostracin de la inexistencia del proletariado. Esos datos subjetivos deberan ms biencompararse con datos objetivos, como por ejemplo el lugar de los encuestados en el proceso de produccin, su posesin o no de los mediosde produccin, su poder o impotencia sociales. Naturalmente, en estacomparacin los datos empricos sobre los sujetos conservaran su relevancia. No simplemente habra que preguntar, al modo de la doctrina de las ideologas, cmo se han producido tales contenidos deconciencia, sino tambin si su existencia no ha modificado esencialmente la objetividad social. Slo el dogmatismo ms delirante podradesatender la naturaleza y la autoconciencia de los hombres que enellos se manifiesta, por ms que stas estn producidas o reproducidassocialmente. La existencia de dichos contenidos de conciencia es tambin un momento de la totalidad social, bien como elemento de afirmacin de lo existente, bien como potencial de la otra realidad. Noslo la teora, tambin su ausencia se transforma en poder material tanpronto como apresa a las masas. La investigacin social emprica es capaz de corregir esto no slo porque impide ciegas construcciones te-34

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    ricas realizadas desde a rriba, sino tam bi n desde el p u n to de vista de larelacin entre esencia y fenmeno. Si la teora de la sociedad debe relativizar crticamente el valor cognoscitivo del fenmeno, la investigacin emprica, por su parte, debe impedir la mitologizacin del concepto de ley esencial. El fenmeno es siempre manifestacin de unaesencia, no mera apariencia. Sus transformaciones no son irrelevantesen relacin con la esencia. Si efectivamente nadie supiera ya que es untrabajador, este hecho afectara a la constitucin interna del conceptode trabajador, aun cuando su definicin objetiva su separacin delos medios de produccin conservara su validez.

    7La investigacin social emprica no puede eludir la realidad de quetodos los hechos estudiados por ella, los subjetivos no menos que losobjetivos, estn mediados por la sociedad. Lo dado, los hechos conlos que da y que, conforme a sus mtodos, considera como algo ltim o , no son verdaderamente nada l t imo, sino algo condicionado. Poreso no debe confundir lo que constituye la base de su conocimientolo dado, que su mtodo se esfuerza por alcanzar con la realidad,

    con el ser en s de los hechos, con su inmediatez sin ms, con su carcter de fund am ento . Pero pu ede librarse de esta confusin hac iend oms sofisticados sus mtodos y disolviendo la inmediatez de los datos.De ah la importancia fundamental de los anlisis motivacionales. Evidentemente, stos apenas pueden apoyarse en preguntas directas, y lascorrelaciones muestran siempre relaciones funcionales, pero no explican dependencias causales. Esta es la razn por la que el desarrollo demtodos indirectos ofrece esencialmente a la investigacin social emprica la oportunidad de ir ms all de la mera constatacin y tratamiento estadstico de hechos superficiales. Pero la dificultad epistemolgica para su autocrtica sigue estribando en que los hechos registrados no reflejan fielmente la realidad social subyacente, sino que alm ism o t iem po son el velo tras el qu e sta se oculta de forma necesaria.As pues, en relacin con los resultados de lo que no por casualidad sellama sondeo de opinin, es vlido el juicio sobre la opinin pblica que Hegel expresa en la Filosofa del derecho: segn l, sta merecetan to q ue se la aprecie co m o q ue se la m enosp recie8 . Q ue se la aprecie.

    8 Hegel , Grundlinien der Philosophie des Rechts, ed. Georg Lasson, Leipzig, 1921, 318, pg. 257. [Trad, esp.: Principios de filosofa del derecho, Barcelona, Edhasa, 1988.]35

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    porque tambin las ideologas, en tanto que conciencia necesariamente falsa, son parte de la realidad social, que ha de conocer quien quiera conocer esta realidad. Pero que se la menosprecie: que se someta acrtica su pretensin de verdad. La investigacin social emprica se convierte en ideologa tan pronto como absolutiza la opinin pblica. Elresponsable de este extravo es un concepto nominalista e irreflexivode verdad, que introduce errneamente la volont de tous como la verdad sin ms porque no se dispondra de otro. Esta tendencia est particularmente acentuada en la investigacin emprica americana. Noobstante, a sta no habra que contraponer dogmticamente una vo-lontgnralecomo la verdad en s por ejemplo, postulando valores. Esta forma de proceder seguira adoleciendo de la misma arbitrariedad que la instauracin de la opinin generalizada como lo objetivamente vlido: desde Robespierre, la imposicin por decreto dela volont gnrale ha causado, si cabe, ms desastres histricos que laadopcin irreflexiva de la volont de tous. Esta funesta alternativa slopodra evitarse con el anlisis inmanente, examinando la verdad o falsedad de la opinin y de su relacin con la cosa, no oponiendo abstractamente a la opinin lo objetivamente vlido. La opinin no ha derechazarse con arrogancia platnica, hay que deducir su falsedad a partir de la verdad: a partir de la realidad social subyacente, y en ltimainstancia a partir de la falsedad de esta realidad. Pero, por otra parte, laopinin media no es ningn ndice de la verdad, sino de la aparienciasocial media. De sta son parte los encuestados mismos, los sujetos,que la investigacin social irreflexiva considera como su ens realissimum. Su propia naturaleza, su ser sujetos, depende de la objetividad,de los mecanismos a los que obedecen, y que constituyen su concepto . Pero ste slo puede determinarse captando en los mismos hechosla tendencia que lleva ms all de ellos. Esta es la funcin de la filosofa en la investigacin social emprica. Si esta funcin se omite o se frena, si lo nico que se hace es reproducir los hechos, esta reproduccines al mismo tiempo un falseamiento ideolgico de los hechos.

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    Sobre la objetividad en ciencias socialesEn la evolucin de las ciencias sociales despus de Durkheim, en laque ste, el positivista, ha sido tildado de metafsico por su concepcinde la objetividad social, de modo parecido a como l mismo ti ld aComte, se ha expresado de forma paradjica la primaca de esa objetividad. Por un a p arte, sta se ha vuelto tan om niab arca nte y total que el

    conocimiento apenas encuentra ya un desde el qu epoder concretar esa primaca conforme a los criterios cientficos corrientes. As, todo aquel conocimiento que resulta incmodo es despreciado co m o falto de cientificidad. Por otra parte, el com portam iento constatable y mensurable de los sujetos est separado de lo universal po r el dictado de ste co m o p or u n velo impe netrab le. Lo universales hasta tal punto el caso que no deja lugar para lo que no sea el caso.C ua nt o ms abso luta es la totalidad objetiva, tan to m s servilmente seve reducido el sujeto cognoscente a su forma de reflexin subjetiva: lamonadologa en la que Leibniz identif ic lo universal como contenido inconsciente de las particularidades sin ventanas. El todo, omnipo ten te, se to m a invisible. En la distincin rousseaun iana de volont genrale y volont de torn est presente ya su divergencia, pero evidentemente en esta distincin todava se da prioridad al universal que seimpone objetivamente, el cual no coincide con la suma de los contenidos de la conciencia subjetiva. Sin lugar a dudas, el miedo al abusoque cometera la teora si tambin ella procediera a la exaltacin totalitaria de lo universal, en la que se acumulan las fuerzas sociales contralo particular, ha contribuido a reducir ciegamente el todo a sus correlatos individuales. La teora del antipsiclogo Max Weber sobre lacomprensin de la accin social tambin fue vctima de esta ofusca-

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    cin. Esta teora se prest completamente afinesapologticos cuando,en pro de la pura objetividad cientfica, se elimin el recuerdo de la objetividad del objeto, de la sociedad misma. As, quienes negaban quehubiera algo que comprender, expulsaron tambin a los infiernos lacomprensin misma. Dado que el mecanismo objetivo de la sociedades imposible de captar adecuadamente en los comportamientos subjetivos aislados, se otorga la mxima objetividad cientfica a lo generalextrado por abstraccin del universo de los comportamientos subjetivos, y la objetividad social misma, que n o slo determina los comportamientos subjetivos, sino tambin los planteamientos cientficos, esdifamada como supersticin. Desde el punto de vista ideolgico, estoofrece la ventaja de poder sustituir la teora crtica de la sociedad poresquemas de ordenacin conceptual, que a su vez no son ms que clasificaciones de datos subjetivos. Pese a la teora material de la conciencia colectiva, cuyo ejemplo ms famoso es la constancia de los ndicesde suicidio; pese a su herencia, si se quiere, hegeliana, el propio Durkheim comparte esta misma tendencia: de forma bastante sorprendente, su mtodo concibe el espritu objetivo de una colectividad comovalor medio y opera estadsticamente. C on lo que, de haber sido consecuente, habra vuelto a quedar encadenado precisamente a esos hechos psicolgicos que l mismo discute en nombre de la primaca delo universal: El conjunto de las creencias y los sentimientos comunesa la media de los miembros de una misma sociedad forma un sistemadeterminado que tiene vida propia; podem os denom inarlo la conciencia colectiva media. Sin duda, su substrato no es un rgano nico; pordefinicin, esta conciencia se extiende de forma difusa en toda la sociedad; no obstante, tampoco carece de caractersticas especficas quela determinan como realidad distinta. En efecto, esta conciencia colectiva es independiente de las condiciones particulares en las que se hallan los individuos; stos pasan, y ella queda... Asimismo, esta conciencia no cambia de generacin en generacin, sino que liga entre s a lasgeneraciones sucesivas. Por tanto, aunque slo se realiza en los individuos, es totalmente distinta de las conciencias particulares. Constituyeeltipopsquico de la sociedad y, al igual que los tipos individuales, tiene sus propias caractersticas, sus condiciones de existencia y su desarrollo especfico, slo que de otro mod o '. Esta cosificacin del espritu colectivo, sin duda totalmente adecuada al objeto estudiado, se co-

    1 mile Durkheim, De la division du travail social, 4. ed., Pars, 1922, pg. 46 [en francs en el texto]. [Trad, esp.: La divisin del trabajo social, Madrid, Akal, 1987.]38

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    rresponde con demasiada exactitud con el mtodo durkheimiano delchosisme como para que no se la pueda considerar asimismo como funcin de ste, como funcin de un mtodo que, pese a todo parti prispo r el gran n m ero , tiene su fund am en to en datos subjetivos aislados.El que la sociedad tienda a cancelar las categoras mediadoras y a imponer por la fuerza la identidad, no libra a la reflexin terica de la pregu nta p or la m edia cin entre los datos y la ley. En el no m inalista Durkheim, el primado de lo universal es casi un milagro. No se le puedenegar el mrito de haber defendido de la socavacin subjetiva queacompaa a la depotenciacin real de los sujetos la objetividad cientfica de lo que Hegel entendi metafsicamente como el espritu delmundo o el espritu de la poca. Pero tambin l condescendi a esemodo de pensamiento para el que la objetividad en s del esprituesto es, de la sociedad y el supuesto ser para s de los individuospermanecen absolutamente . Le faltab a el rgano para captar lareciprocidad existente entre los momentos antagnicos. El conceptodurkheimiano de faits sociaux es totalmente aportico: transforma lanegatividad, la opacidad de la sociedad y su dolorosa extraeza para elindividuo, en este precepto metdico: no debes comprender . Con sumentalidad positivista, Durkheim duplica el mito subsistente, la sociedad como destino. As, la doctrina de los faits sociaux da forma a uncontenido de experiencia. En efecto, en la medida en que el particularno se reconoce en el universal, al individuo le resulta incomprensiblelo que la sociedad le inflige: pero precisamente por esto la ciencia tendra que comprender esta incomprensibilidad, en vez de adoptarlacomo su propio pr incipio. Lo que Durkheim considera como lo especficamente social, la impenetrabilidad de la norma y la inexorabilidadde las sanciones, no constituye criterio metdico alguno, sino que esun aspecto fundamental del objeto que es la sociedad, obstinada manifestacin del antagon ism o. D urkh eim la describe pasivam ente, en lugar de desplegarla a partir de su propio concepto. Por eso es presa dela ideologa. En virtud del instrum ental con cep tual, el en s inm edia todel espritu colectivo se convierte en algo tan sacrosanto como slopudo haberlo sido para los australianos estudiados.

    La ilusin de la que es vctima el nominalismo, el enemigo de lasilusiones, es palpa ble en la insuficiencia de los m to do s cientficos qu epostula para abordar la sociedad contempornea. La crt ica de los mtodos em pricos de investigacin, cuyas pretensiones son cada vez mstotali tarias, no precisa en absoluto comenzar demostrando la superficialidad y la falta de espritu de la actividad investigadora corriente.sta ha de ser medida con su propio rasero. Segn las reglas de juego

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    de los estudios empricos del mercado, la ciencia debe abordar su material sin prejuicios, sin teoras preconcebidas, en definitiva irreflexivamente; debe definir sus conceptos a travs de sus propios instrumentos de investigacin, no a travs de lo investigado, y el pensam iento hade restringir su actividad al registro y clasificacin de datos. Conformea las reglas de la social research, que constituyen un corpus metodolgico cerrado, concebir e indagar los hbitos de consumo con las categoras de una teora como la de Freud, que en el fondo tambin es positivista, es pura metafsica. Sin embargo, de acuerdo con los criterios deprediccin de tales reacciones acordes con el nominalismo, los procedimientos sospechosos de especulacin y tachados de deep stuffhandemostrado ser ms eficaces que la tabula rasa del cientificismo. El concepto ha mostrado ser ms adecuado a la realidad que su supresin,que se interpreta a s misma com o absoluta adecuacin a la res. Los estudios del mercado realizados desde un punto de vista psicoanalticono son menos tcnicos que la investigacin emprica ortodoxa, y aventajan incluso a sta en lo que respecta a la manipulacin de los sujetos,a cuya opinin los empiristas dan trato de rey, de modo parecido acom o las grandes m ultinacionales tratan a los clientes en sus reclamospublicitarios. Pero lo que se pone de manifiesto en las disputas tcnicas vale ante tod o en relacin con aquellas reas del conocimiento queno dependen tan crudamente del afn de lucro. Para la sociologa entanto que ciencia organizada, es anatema tomar com o pun to de partida el poder social efectivo y su espritu objetivo en vez del individuoaislado, pues ese poder no podra determinarse tan perfectamentecomo las opiniones, reacciones y comportamientos de los individuossocializados; sociedad es su palabra favorita en los ndices de trminos prohibidos. Pero, partiendo del universal social, cuya experienciaslo es tabuizada por un mtodo obsesionado por la pureza terica, sepuede alcanzar conclusiones ms razonables y plausibles sobre los individuos que partiendo de la falsa observacin cientfico-natural de losmismos. De este modo, si sta claudica ante la pregunta predilecta, lareferida a los efectos que la televisin produce realmente en los hombres, es porque ningn estudio sobre el efecto de una emisin o de unaserie de emisiones podra descubrir transformaciones mensurables ensus vctimas. Pero hasta al tan valorado common sense debera resultarleevidente que el efecto acumulativo es proporcional a los estmulos.Ciertamente, el primado de lo universal tambin es dialctico. Si enlos hombres no sobrevivieran, procedentes de pocas prem onopo lsticas, muchas cosas que no armonizan perfectamente con la industria delos bienes de consumo y con la industria cultural, y que stas todava40

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    han de tener en cuenta, hace ya tiempo que se habra alcanzado la utopa negativa, sobre la que algunos escritores gustan de ironizar porqueno quieren la positiva. Sin embargo, slo quienes ocultan algn tipode inters pueden ignorar que los efectos subliminales de la comunicacin de masas considerada como sistema, sumados, tienen la mayorinfluencia simplemente la pasin con la que los jvenes se enganchan a los medios de comunicacin de masas permite suponerlo.Quien imagina los efectos de la televisin, encamacin de lo universal,en virtud del poder concentrado en ella cmo moldea realmente alos hombres conforme a lo que los enemigos de la televisin procedentes de la crtica conservadora de la cultura no se cansan de llamarideales, tiene ms sano sentido comn que quien se esfuerzavanamente en calcular los efectos de la totalidad a partir de efectos aislados controlables. No obstante, la sociologa de Durkheim expresa elmom ento de opacidad, el m om ento de necesidad ciega de lo universalen la historia que Hegel expulsa de la filosofa; tal vez el lmite de laconsideracin dialctica de lo universal y lo particular en la historia loconstituya el hecho de que la primaca de lo universal convierte esadialctica en apariencia. El que las leyes sociolgicas generales se asemejen a las de la naturaleza es el argum ento emprico m s poderoso enfavor de la futilidad de lo individual en la historia, que la tradicin deciencias del espritu en Alemania guarda temerosamente como su propiedad. La diferencia entre el mbito de lo singular y lo que recientemente ha recibido el nombre de mbito de lo general, as como eldictado de ste, resulta evidente en la medida en que en el universo social el individuo, el nmero singular, efectivamente no precisa ya serconcebido ms que como elemento estadstico. Siendo esto as, slocabe esperar que, en condiciones sociales y polticas e ndices de poblacin relativamente constantes, que registran tambin la constanciade la presin social, los ndices de suicidio permanezcan tambin constantes, lo que a mediados del siglo XIX impact ya a Kierkegaard. Su indignacin ante las estadsticas de suicidios, ante el hecho de que loshombres fueran tratados como nm eros, no hace sino desplazar, conforme a un modelo perfectamente consolidado, lo que la objetividadinflige a los hombres al conocimiento que se adapta a ello. Cien aosdespus de Kierkegaard se tatuara con nmeros a las vctimas de las cmaras de gas. La experiencia de la impotencia del individuo, contra laque se rebela el principio de la experiencia individual, apenas puedecaptarse en sta. Pero la razn que adopta como ideal de conocimiento la ley social de corte matemtico es, en tal objetividad, razn subjetiva; el sujeto slo se reduce a ejemplar si, como ocurre en el concepto

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    de necesidad estadstica, se elimina todo sentido objetivo. Slo la razn obtusa que se conforma con registrar y clasificar los casos y con extrapolar leyes sale victoriosa en la feliz y desesperada concordancia detodos los casos con la sociedad, y por eso ya no necesita en absolutode la reflexin sobre sta. El equivalente de la concepcin del individuo como ejemplar es la concepcin del espritu objetivo como desprovisto de todo sentido; la anttesis del espritu. As es como el concepto idealista de espritu, en su poder y soberana sobre lo otro, se reduce a s m ism o ad absurdum. Hegel tod ava se op us o a esto y critic laequiparacin nominalista de generalidad y verdad: Las cadenas detoda abstraccin, que no est libre del concepto 2 slo puede aludir alas categoras clasificadoras de la razn subjetiva, por ms que sus cadenas puedan ser tambin las del ens realissimum . Cabra pensar quetras la abstraccin despreciada por Hegel est aquello que goza de unreconocimiento general, extrado por la conciencia cientfica a partirde lo disperso, y as hacer extensiva la crtica hegeliana a esa universalidad: La actitud natural del espritu ingenuo es acatar con firme conviccin la verdad reconocida pblicamente, y sobre esta slida baseasegurar su comportamiento y su postura ante la vida. Contra esta actitud surge supuestamente la dificultad de cmo sera posible hallar ydiscernir lo que goza de un reconocimiento y una validez general apartir de infinitas opiniones distintas 3. Pero la pregunta revela inmediata m en te su carcter retric o: es fcil to m ar esta perplejidad po r u nacorrecta y autntica preo cup acin po r el problema' ', pero, de acu erdocon la construccin terica hegeliana, esta pregunta no es precisamente esto, sino un simple error del pensamiento respondn. Inmediatamente se echa el sermn: Pero, en realidad, quienes hacen alarde deesta perplejidad corren el riesgo de que el rbol les impida ver el bosque, y sta es una perplejidad y dificultad que ellos mismos se crean;su perplejidad y dificultad son ms bien la prueba de que buscan otracosa como sustancia de lo justo y de lo tico, algo distinto de lo quegoza de reconocimiento y validez general' ' . Hegel necesita resaltar laobjetividad del espritu contra los particulares para exorcizar una contingencia que se debe a la brutalidad del universal, en el que el par-

    - Hegel, Smtliche Werke, ed. Hermann Glockner, vol. 7, GrundlinienderPhilosophiedes Rechts, Stuttgart, 1928, pg. 35. [Trad, esp.: Principios de ilosofa del derecho, Barcelona,Edhasa, 1988.]3 Op.cit.,pg. 22.4 Op. cit.5 Op. cit., pgs. 22 y ss.42

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    t icular no se recono ce a s m ism o, pues es un universal mera m ente impu esto . La apora le obliga a m eter en un m ism o saco la objetividad dela Idea y lo que goza de reconocimiento y validez general, la generalidad, que segn la lgica hegeliana no puede coincidir con la Idea. Elultraje permanente de la conciencia que protesta contra una identificacin que en verdad no es tal , sino subsuncin, es testimonio de lamala conciencia de la instancia que, no contenta con su tr iunfo, quisiera adems que sus vctimas se le entregaran con toda su alma, talcomo lograra tiempo despus. Hegel impone por la fuerza la identificacin y en ese mismo acto niega la autonoma de lo universal. El quesale ganando es el nominalismo, que reduce el conocimiento a esaconstruccin post facto de lo que meramente es contra la que arremetiel pathos del Idealismo absoluto y que ya el Kant de la doctrina de lasideas despreci por considerarlo una simple copia.

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    Sobre la situacin actual de la investigacinsocial emprica en AlemaniaSe me ha asignado la tarea de hablarles de la situacin de la sociologa emprica en Alemania. Por lo que se refiere al estadio en que seencuentra la investigacin misma, a las instituciones dedicadas a ella, alos m tod os y problem as cientficos y a las cuestiones de organizacin,

    estas jomadas se encargarn de procurarles una idea concreta. Por esono quisiera anticiparles de un modo genrico lo que ustedes podrnconocer mejor a travs de aportaciones especficas. Ms bien quisiera hablarles de la situacin de la investigacin social emprica en laconciencia pblica, de su relacin con las tendencias del presente y delas objeciones crticas a las que se expone continuamente. El tema delque quisiera hablarles podra caracterizarse como la situacin intelectual de la investigacin social emprica, si no fuera porque situacinintelectual es una expresin demasiado comprometida y sugiere quese trata de una lucha de ideas, de discusiones puramente cientficas,cuando en verdad lo que aqu est en juego son fuerzas sociales y econmicas sumamente reales.

    La clase de ciencia que estas jornadas representan y para la que nose dispone de una denominacin adecuada, mientras que su conjuntoresulta inconfundible, esta clase de ciencia no ha irrumpido con fuerza en Alemania hasta hace unos aos. Antes de la Primera GuerraMundial y durante la Repblica de Weimar slo encajaban en ella algunos estudios aislados, sin que todava se hubiera constituido comotal, como disciplina autnoma. Durante la dictadura hitleriana fue,como sola decirse en la jerga de entonces, no grata. Especialmente enla public opinion research, para la que entretanto se ha acuado la

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    desafortunada expresin estudio de opinin, los nazis detectaroninstintivamente un potencial democrtico. El hecho de que en la evaluacin estadstica todas las opiniones tuvieran la misma validez, el hecho de que un concepto tan importante en la formacin de muestrascomo el de representatividad no supiera nada de privilegios, les recordaba demasiado el voto libre y secreto, las elecciones democrticas,con las que los sondeos comparten la voz inglesa poli. La influenciaamericana desde 1945, la fuerte, aunque inarticulada, voluntad de loshombres de hacer valer su opinin, sus deseos y necesidades ms allde las urnas, coadyuv a la implantacin de los mtodos de la socialresearch en la Alemania de posguerra. Detrs de esto estaba, en unpas destruido y econmicamente catico, la necesidad administrativade conocer la situacin del pas, lo que slo poda lograrse a travs demtodos empricos controlados: por ejemplo, la situacin social de losrefugiados y las consecuencias sociales de los bombardeos. Otro factordecisivo fue la tendencia de la economa a reducir en lo posible losriesgos. En lugar de someter los propios planes al veredicto del mercado, primero se quera determinar con el mayor grado de probabilidadla situacin concreta de la oferta y la demanda, y despus disponer conarreglo a ella; una tendencia que, por lo dems, est en estrecha relacin con el cambio de funcin del mercado en el rea de influencia delos grandes monopolios.

    Frente al mltiple uso que puede hacerse de la investigacin socialemprica para fines parciales, su potencial democrfico, al que ya mehe referido, es nuestra mxima responsabilidad. Hemos de cuidarnosde considerar a los hombres, que constituyen nuestro objeto de estudio, como simples nmeros cuyo pensamiento y cuya accin obedezcan a leyes ciegas. Sabemos que stos siguen siendo hombres, seres dotados de espontaneidad y de la facultad de decidir libremente por smismos, pese a estar inmersos en una realidad que les resulta impenetrable, y qiie esta espontaneidad y esta conciencia constituyen los lmites de la ley de los grandes nmeros. sta es la razn por la que, sibien podemos hacer predicciones fundadas acerca de lo probable en lasociedad actual, cuyos mecanismos estn ampliamente determinados,no podem os profetizar acontecimientos polticos como si fueran eclipses solares. Quien espera esto de nosotros confunde nuestra intenciny nos convierte en agentes de la no libertad, mientras que nuestro inters por lo que los hombres piensan y quieren ha de ponerse nicamente al servicio de su libertad. Nosotros no somos los aliados del denominado rumbo de la sociedad; no podemos ni debemos hablarcom o si furamos la voz del destino.46

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    El avance de las tendencias empricas en la sociologa alemana nose debe al culto de la fierza de los hechos. Esas tendencias son consecuen cia de la evo lucin interna de la ciencia. En el pe riod o idealista, elpensamiento social y la reflexin filosfica sobre la totalidad eran unay la misma cosa. El pensamiento fi losfico concreto dispona del conjunto del material fctico entonces accesible. Despus, con el derrumbe de los grandes sistemas filosficos se desmoron tambin, de formanecesaria, la unidad del pe nsa m ien to terico y el co nte nid o especficode la experiencia. Los conceptos tericos se desprendieron del sistema,cuya pretensin de verdad no logr mantenerse en pie ante la crtica.Su herencia se la repartieron distintas reas especializadas del saber escindida s entre s. D e este m o d o , la idea metafsica de espritu en He gel,que en su sistema se refera a la totalidad dinmica del ser, se convirtien la esfera del espritu, en la esfera parcial de la cultura. sta constituir despus el objeto de la ciencia del espritu en Dilthey, cuya ideay cuyo mtodo influyeron hasta tal punto en la sociologa alemanaque sta se entendi propiamente a s misma como ciencia del espritu. Pero cu an do con cepto s co m o los de espritu se desco nectaron de sucontexto terico propio y de su relacin concreta con el material, primero quedaron aislados, despus fueron absolutizados, y finalmentese convirtieron en fetiches, en instrumentos al servicio del oscurantism o . Permtanme que les explique esto con un ejemplo clarsimo. En lapoca de los grandes sistemas especulativos, los conceptos de inmediatez de las relaciones humanas y su contrario, el concepto de alienacin o cosificacin, desempearon un papel determinante. Originariamente, estos conceptos fueron entendidos como momentos necesarios del espritu qu e se escinde en s m ism o y que despu s se reconciliaconsigo mismo. Esta concepcin se derrumb junto con las escuelasidealistas. No obstante, los conceptos de inmediatez y mediacin sociales permanecieron. Ferdinand Tnnies, a quien sin duda tanto debela moderna sociologa alemana, convirti esta oposicin conceptualen el nico principio rector del conocimiento social, haciendo abstraccin del contexto filosfico que le confera su sentido y sus lmites.Su propsito era muy claro: poner a la sociologa al servicio del establecimiento de una sociedad verdaderamente humana. Sin embargo,al convertir los conceptos de comunidad y de sociedad en principiosde clasificacin exclusivos, no slo los empobreci, no slo absolutizincorrectamente lo que no es ms que un momento parcial , s ino queabri las puertas de par en par al abuso. Estos dos pobres conceptospermitieron a la sociologa alemana de la poca de decadencia prefas-cista dividir la realidad social en buenos y malos. La comunidad era lo

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    bueno, la sociedad lo malo. De esto al culto de las ciegas relaciones naturales, de la tierra y la sangre (Blut und Boden), de la raza, apenas haba un paso consecuencias que Tnnies, que tambin fie difamadopo r los nazis, jams habra po did o imaginar. Ha sta ho y m ism o, en la sociologa alemana son visibles las huellas de esta forma de pensar. As,por ejemplo, en la sociologa agraria pueden encontrarse expresionesco m o a m or a la tierra, ho m bre rural y otros cliss propios de u n romanticismo trasnochado que slo sirven para ocultar a los hombres el decidido avance hacia la tecnificacin y la racionalizacin, o para aliviarlo.Esta ruinosa situacin de la sociologa alemana entendida comociencia del espritu necesita urgentemente del antdoto que son los mtodos empricos. El autntico sentido de stos es su impulso crtico. Lasociologa emprica no debe dejar que se le arrebate este impulso, niqu e se le prescriba n ad a en el co no cim ien to de la realidad social. En lugar de construirse artificialmente con conceptos ideolgicos una imagen reconciliada de la realidad social, para despus encontrar su consuelo en la realidad tal como es, la ciencia ha de llevar a conciencia ladureza de la realidad tal como es. As, y slo as, podra yo al menosentender lo que en los ltimos tiempos se denomina tan complacidamente sociologa realista. La sociologa no es una ciencia del espritu.Las cuestiones de las que se ocupa no son esencial y primariamente lasde la conciencia o el inconsciente de los hombres de los que se comp o n e la soc iedad . Sus cuestione s se refieren fiandamentalmente a laconfrontacin de hombre y naturaleza y a las formas objetivas de socializacin, cuestiones absolutamente irreductibles al espritu entendido como constitucin intema de los hombres. La investigacin socialemprica en Alemania ha de poner de manifiesto, con rigor y sin exaltaciones, la objetividad de lo que ocurre en la sociedad, una objetividad que se substrae en gran medida al hombre individual e incluso ala conciencia colectiva. As, por ejemplo, si nos topamos con una afirmacin sociolgica que, apelando a cualquier supuesta autoridad enciencias del espritu, establezca que el as llamado hombre rural se resiste a las innovaciones tcnicas y sociales en razn de su espritu esencialmente conservador o de su postura ante el mundo, no habremosde conformarnos con este t ipo de explicaciones. Habremos de exigiruna prueba contundente de su verdad. Por ejemplo, enviaremos alcampo a entrevistadores familiarizados con los campesinos solicitndoles que sigan preguntando cuando stos les expliquen que se quedan en su finca por amor a la patria y por lealtad a las costumbres delos padres. Confrontaremos el conservadurismo con hechos econm icos y averiguarem os, po r ejem plo, si las inno vac ione s tcnicas en las48

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    explotaciones agrcolas no son rentables cuando estn por debajo decierto nivel, ocasionando gastos de inversin tan elevados que en estetipo de empresa la racionalizacin tcnica sera irracional. Adems,nos preguntaremos si la permanencia en el campo, aunque poco rentable de acuerdo con los principios de contabilidad empresarial , nose justifica para los campesinos entrevistados: stos cuentan con lasfiaerzas de trabajo baratas de su propia familia, por lo que obtienen ingresos mayores de los que podran obtener en la ciudad. No estoy diciendo que con esto quede todo claro, y desde luego no desprecio laimportancia que puedan tener momentos irracionales en la realidadsocial, pero no podemos conformarnos con afirmaciones tan grandilocuentes y generales, como sigue siendo costumbre en Alemania. Esobvio que no todas las investigaciones emprico-sociolgicas cumplenuna fincin crtica. Pero creo que incluso los estudios del mercado detemtica exactamente perfilada, si es que realmente quieren dar lo queprometen, han de contener algo de ese espritu esclarecedor, antiideolgico. Esta relacin objetiva, b asada en la cosa, co n la Ilustracin, co nla disolucin de tesis ciegas, dogmticas y arbitrarias, es lo que a m, entanto que filsofo, me une a la investigacin social emprica.

    El hecho de que los fenmenos sociales estn mediados por el espri tu, por la conciencia de los hombres, no debe hacernos caer en elerror de deducirlos sin ms de un principio espiritual. En un mundodo m ina do po r leyes econm icas que se im po ne n por encim a de las cabezas de los hombres, sera i lusorio pretender comprender los fenm enos sociales co m o fenm enos que, por pr incipio, estn dotado s desentido. Lo que es meramente un factum puede abordarse adecuadamente con fact-finding methods. Cuando se arremete contra la transferencia de los mtodos de las ciencias naturales al supuesto mbitodel espritu, se pasa por alto que los mismos objetos de la ciencia social obedecen antes a la ciega necesidad natural que al espritu. El hecho de que en ellos se manifieste la racionalidad humana de los finesno los convierte ni en racionales ni en humanos. Quien pretendieratratarlos co m o si lo fueran con tribuira a la exaltacin de lo que se impone simplemente a los hombres. La objecin usual de que la investigacin social emprica es demasiado mecnica, tosca y falta de espritu, co m ete el error de respon sabilizar de ello a la ciencia en vez de a suobjeto. La tan denostada falta de humanidad de los mtodos empricos es siempre ms humana que la humanizacin de lo inhumano.Pero esto no ha de entenderse demasiado li teralmente. Una sociologaemprica responsable ha de reflexionar sobre qu puede tomar por objeto y no empearse en aquello en lo que no hay nada que buscar. Si,

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    por ejemplo, para traer a colacin un caso grotesco pero en a