adorno theodor - epistemologia y ciencias sociales

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    Epistemologa y ciencias sociales

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    Coleccin dirigida por:Ped ro Ruiz Torres, S ergio Sevilla y Je na ro Talens

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    Theodor W. Adorno

    Epistemologa y ciencias sociales

    Traduccin de Vicente Gmez

    F RNESISCTEDRAUNIVERSITAT DE VALENCIA

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    Ttu lo or ig inal de la obra :Gesellschaft. Soziologie und empirische Forschung.

    Notiz ber sozialwissenschaftliche Objektivitt. Zur geg enwrtigen Stellungder empirischen Sozialforschung in Deutschland.Gesellschaftstheorie und empirische Forschung. Teamwork in der Sozialforschung.

    Zum gegenw rtigen Stand der deutschen Soziologie. Gesellschaftstheorie un d empirischeForschung ( inc lu idos en Gesammelte Schriften, vol. 8, Soziologische Schriften, I).Empirische Sozialforschung (incluido en Gesammelte Schriften, vol. 9-2,

    Soziologische Schriften, II)

    Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegidopor !a Ley, que establece penas de prisin y/o multas, adems de lascorrespondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, paraquienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicarenpblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artsticao cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucinartstica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicadaa travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.

    Vo lumen 8 : S uhrkamp Ver lag F rank fu r t 1972 Volumen 9 : S uhrkamp Ver lag F rank fu r t am Main 1975 Ed ic iones C ted ra (Grupo Anaya , S . A . ) , 2001J u an Ignac io Luca de Te na , 15 . 2802 7 M adr idDeps i to l ega l : M. 27 .642-2001I.S.B.N.: 84-376-1922-X

    Printed in SpainImpres o en C los as -Orcoyen , S . L . P o l gono Iga r s aP aracue l lo s de J a r am a (Ma dr id )

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    ndiceSociedad 9Sociologa e investigacin em prica 19So bre la objetiv idad en ciencias sociales 37Sobre la situacin actual de la investigacin social em prica en Alem ania 45Trabajo en eq uip o e investigacin social 59Sobre el estadio actual de la sociologa alem ana 65Teora de la sociedad e investigacin emp rica 93Inves tigacin social em prica 101

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    SociedadEl concepto de sociedad muestra ejemplarmente en qu escasa medida los con cep tos, c om o p retend e Nietzsche, pue de n definirse verbalmente afirm and o qu e en ellos se sintetiza sem itica m ente to d o u nproceso. La sociedad es esencialmente proceso; sobre ella dicen mslas leyes de su evolucin que cualquier invariante previa. Esto mismo

    prueban tambin los intentos de delimitar su concepto. As, por ejemplo , si ste se determ inara c om o la hu m an ida d ju nt o co n to do s los grupos en los que se divide y la forman, o de modo ms simple, como latotalidad de los hombres que viven en una poca determinada, se omitira el sentido ms propio del trmino sociedad. Esta definicin, enapariencia sumamente formal, prejuzgara que la sociedad es unasociedad de seres humanos, que es humana, que es absolutamenteidntica a sus sujetos; como si lo especficamente social no consistieraacaso en la preponderancia de las circunstancias sobre los hombres,que no son ya sino sus productos impotentes. En relacin con pocaspasadas, cuando quiz pudo ser de otro modo la Edad de piedra,apenas puede hablarse de la sociedad en el mismo sentido que en lafase del cap italismo inte ns o. J. C . Blun tschli, especialista en derec hopblico, caracteriz la sociedad, hace ya ms de cien aos, como unconcepto del tercer estamento. Y lo es no slo en razn de las tendencias igualitarias que se ha n infiltrado en l y que lo distingu en de labuena sociedad feudal y absolutista, sino tambin porque su construccin obedece al modelo de la sociedad burguesa.

    El concepto de sociedad no es en absoluto un concepto clasifica-torio, no es la abstraccin suprema de la sociologa, que incluira en smisma todas las dems formaciones sociales. Tal concepcin confian-9

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    dira el ideal cientfico corriente del ord en co nt in uo y jerrquico de lascategoras con el objeto del conocimiento. El objeto al que apuntael concepto de sociedad no es en s mismo continuo desde el puntode vista racional. Tampoco es el universo de sus elementos; el concepto de sociedad no es simplemente una categora dinmica, sino funcional. Para una aproximacin inicial , aunque todava demasiado abstracta, pinsese en la dependencia de todos los individuos respecto dela totalidad que forman. En sta, todos dependen tambin de todos. Eltodo se mantiene nicamente gracias a la unidad de las funciones desempeadas por sus partes. En general, cada uno de los individuos,para prolongar su vida, ha de desempear una funcin, y se le enseaa dar las gracias por tener una.

    En virtud de su determinacin funcional, el concepto de sociedadn o pu ed e captarse inm ed iatam en te ni, a diferencia de las leyes cientfico-naturales, verificarse directamente. sta es la razn por la que las corrientes positivistas de la sociologa querran desterrarlo de la cienciaen tanto que reliquia filosfica. Pero este realismo es poco realista. Puessi la sociedad no puede obtenerse por abstraccin a partir de hechosparticulares ni aprehenderse como un factum, n o hay factum social queno est determinado por la sociedad. sta se manifiesta en las situaciones sociales fcticas. Conflictos tpicos como los existentes entre superiores y subordinados no son algo ltimo e irreductible, algo que pudiera circunscribirse al lugar de su ocurrencia. Ms bien enmascaranantagonismos fundamentales. Los conflictos particulares no puedensubsumirse en stos como lo particular en lo universal. Tales antagonismos producen conflictos aqu y ahora conforme a un proceso, auna legalidad. As, la llamada paz salarial, estudiada desde muchospuntos de vista por la actual sociologa empresarial, slo sigue aparentemente las pautas marcadas por las condiciones existentes en unaempresa y en un sector determinados. Depende, por encima de ellas,del ord en am ien to salarial general, y de su relacin co n los distintos sectores; depende del paralelogramo de fuerzas, del que el ordenamientosalarial es la resultante, c uy o alcance es m uc ho m ayo r q ue el de las pugnas entre las organizaciones de empresarios y trabajadores integradasinsti tucionalmente, pues en stas se han sedimentado consideracionesreferidas a un electorado potencial definido desde el punto de vista organ izativo. Decisivas tam bi n para la paz salarial son, finalmente, aunqu e slo sea de forma indirecta, las relaciones de pod er, la po sesi n delaparato de p rod uc ci n po r parte de los empresarios. Si n o se tiene plena conciencia de esto, resulta imposible comprender suficientementecualquier situacin concreta, a menos que la ciencia est dispuesta a10

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    atribuir a la parte lo que nicamente adquiere su valor dentro de untodo. As como la mediacin social no podra existir sin lo mediadopor ella, sin los elementos: los individuos, las instituciones y las situaciones particulares, as stos tampoco existen sin la mediacin. Cuando los detalles, en virtud de su inmediata tangibilidad, se toman por loms real, causan al mismo tiempo ofuscacin.Puesto que el concepto de sociedad no puede definirse conforme ala lgica corriente ni demostrarse decticamente, mientras que los fenmenos sociales reclaman imperiosamente su concepto, su rganoes la teora. Slo una detallada teora de la sociedad podra decir qu esla sociedad. Recientemente se ha objetado que es poco cientfico insistir en conceptos tales como el de sociedad, pues slo podra juzgarsesobre la verdad o falsedad de enunciados, n o de conceptos. Esta objecin confunde un concepto enftico como el de sociedad con unadefinicin al uso. El concepo de sociedad ha de ser desplegado, nofijado terminolgicamente de forma arbitraria en pro de su pretendidapureza.La exigencia de determinar tericamente la sociedad el desarrollo de una teora de la sociedad se expone adems al reproche de haberse quedado rezagado en relacin con el modelo de las ciencias naturales, al que se considera tcitamente como modelo vinculante. Enellas, la teora tendra como objeto el nexo transparente entre conceptos bien definidos y experimentos repetibles. Una teora enftica de lasociedad, en cambio, se despreocupara del imponente modelo paraapelar a la misteriosa mediacin. Esta objecin mide el concepto de sociedad con el rasero de su inmediata datidad, al que precisamente ella,en tan to que mediacin, se substrae esencialmente. Consecuentemente, a rengln seguido se ataca el ideal del conocim iento de la esencia delas cosas desde dentro, tras el que se acorazara la teora de la sociedad.Este ideal no hara ms que obstaculizar el progreso de las ciencias, yen las ms desarrolladas habra sido liquidado hace tiempo. La sociedad, sin embargo, hay que conocerla y no conocerla desde dentro. Enella, producto de los hom bres, stos todava pueden, pese a todo y, pordecirlo as, de lejos, reconocerse a s mismos, a diferencia de lo queocurre en la qumica y en lafsica.Efectivamente, en la sociedad burguesa la accin, en tanto que racionalidad, es en gran medida una accin comprensible y motivada objetivamente. Esto es lo que recordcon razn la generacin de Max Weber y Dilthey. Pero este ideal dela com prensin fue unilateral, pues excluy aquello que en la sociedades contrario a su identificacin por parte de los sujetos de la comprensin. A esto se refira la regla de Durkheim segn la cual haba que tra-

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    tar los hechos sociales como cosas, renunciando por principio a comprenderlos. Durkheim no se dej disuadir del hecho de que todo individuo experimenta primariamente la sociedad como lo no-idntico,como coaccin. En esta medida, la reflexin sobre la sociedad comienza all donde acaba la comprensibilidad. En Durkheim, el mtodo cientfico-natural, que l defiende, registra esa segunda naturalezade Hegel en la que la sociedad acab convirtindose frente a sus miembros. La anttesis de Weber, sin embargo, es tan parcial como la tesis,pues se da por satisfecha con la incomprensibilidad, como l con elpostulado de la comprensibilidad. En lugar de esto, lo que habra quehacer es comprender la incomprensibilidad, deducir la opacidad deuna sociedad autonomizada e independiente de los hombres a partirde las relaciones existentes entre ellos. Hoy ms que nunca la sociologa debera comprender lo incomprensible, la entrada de la humanidad en lo inhumano.Por otra parte, los propios conceptos antitericos de una sociologa desgajada de lafilosofason fragm entos tericos olvidados o reprimidos. El concepto alemn de comprensin (Verstehen) de las primeras dcadas del siglo xx es la secularizacin del Espritu (Geist) hegeliano la totalidad que hay que llevar a concepto en forma de actossingulares o de tipos ideales, sin tener en cuenta la totalidad de la sociedad, de la que en verdad extraen su sentido los fenmenos que hayque comprender. El entusiasmo por lo incomprensible, por el contrario, transforma el permanente antagonismo social en quaestiones facti.La realidad irreconciliada es aceptada pasivamente en el ascetismo conque se renuncia a su teorizacin y lo aceptado es finalm ente exaltado,la sociedad es aceptada como mecanismo colectivo de coaccin.No menos numerosas, y no menos funestas, las categoras dominantes en la sociologa actual son asimismo fragmentos de plexos tericos, a los que niegan con mentalidad positivista. ltimamente se emplea con profusin el rol com o un concepto sociolgico clave, com ouna categora que hara inteligible la accin social. Este concepto hasido privado de su referencia a ese ser-para-otro caracterstico de los individuos que, irreconciliados y enajenados de s mismos, los encadenalos unos a los otros bajo la contrainte sociale. Los roles son propios deuna estructura social que adiestra a los hom bres para que persigan nicamente su autoconservacin y, al mismo tiempo, les niega la conservacin de su yo. El omnipotente principio de identidad, la abstractaequiparabilidad de su trabajo social, les lleva a la extincin de la identidad consigo m ismos. No es casual que el concepto de rol, que se presenta como un concepto axiolgicamente neutral, haya sido tomado12

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    en prstamo del teatro, en el que los actores no son realmente aqullosa los que ellos interpretan. Desde el punto de vista social, esta divergencia expresa el antagonismo. La teora de la sociedad debera trascender las evidencias inmediatas en busca del conocimiento de sufundam ento en la sociedad y preguntarse por qu los hom bres siguendesempeando un rol. ste fue el propsito de la concepcin marxiana del carcter como mscara, que no slo anticipa esa categora, sinoque la deduce socialmente. Si la ciencia social se sirve de este tipo deconceptos pero rehye la teora, de la que stos son parte esencial, sepone al servicio de la ideologa. El concepto de rol, incorporado sinprevio anlisis desde la fachada social, coadyuva a perpetuar el abusodel rol.

    Una concepcin de la sociedad que no se conformara con esto sera crtica. Dejara atrs la trivialidad de que todo est relacionado contodo. La abstraccin mala de esta afirmacin no es tanto consecuenciade la flojedad mental cuanto reflejo de la realidad mala de la sociedadmisma: de la realidad del cambio en la sociedad moderna. Es en su realizacin universal, y no slo en la reflexin cientfica, donde se practica objetivamente la abstraccin; se hace abstraccin de la naturalezacualitativa de productores y consumidores, del modo de produccin,incluso de las necesidades, que el mecanismo social slo satisface deforma secundaria. Lo primero es el beneficio. La misma humanidaddeterminada como clientela, el sujeto de las necesidades, est, ms allde toda representacin ingenua, preformada socialmente, y no slopor el nivel tcnico alcanzado por las fuerzas productivas, sino tambin por las relaciones econmicas, por ms difcil que sea verificaresto empricamente. Previamente a cualquier estratificacin social concreta, la abstraccin del valor de cambio va de la mano del dom inio delo universal sobre lo particular, del dominio de la sociedad sobre quienes son sus miembros forzosos. Dicha abstraccin no es socialmenteneutral, a diferencia de lo que aparenta el carcter lgico de la reduccina unidades tales com o el tiempo de trabajo social medio. En la reduccin de los hombres a agentes y portadores del intercambio de mercancas se oculta la dominacin de los hombres sobre los hom bres. Esto sigue siendo verdad, pese a todas las dificultades con las que vienen confrontndose muchas de las categoras de la crtica de la economapoltica. La sociedad total es tal que todos deben someterse al principiode cambio, a menos que quieran sucumbir, y ello independientementede si, subjetivamente, su accin est regida por el beneficio o no.Ni reas atrasadas ni formas sociales suponen limitacin algunapara la ley de cam bio. La vieja teora del imperialismo dem ostr ya que

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    entre la tendencia econmica de los pases inmersos en la fase de capitalismo intenso y los en su da llamados espacios no capitalistas existe tambin una relacin funcional. stos no coexisten simplem ente losunos al lado de los otros, ms bien se mantienen en vida los unos envirtud de los otros. Tras la abolicin del colonialismo de viejo estilo,esto se convirti inmediatamente en objeto de inters poltico. Unaayuda racional al desarrollo no sera ya un lujo. En el seno de la sociedad basada en el principio de cambio, los rudimentos y enclaves pre-capitalistas no slo son elementos extraos a ella, reliquias del pasado:esta sociedad necesita de ellos. Las instituciones irracionales redundanen beneficio de la persistente irracionalidad de una sociedad que es racional en sus medios, pero no en sus fines. As, una institucin com ola familia, derivada de lazos naturales y cuya estructura interna no serige por la ley del intercambio de equivalentes, podra deber su relativa resistencia al hecho de que sin la ayuda que su irracionalidad proporciona a relaciones de produccin muy especficas, como por ejemplo las de los pequeos campesinos, stas apenas hubieran podido subsistir, aun cuando su racionalizacin no podra tener lugar sin trastornar el conjunto de la estructura social burguesa.El proceso de socializacin no se realiza ms all de los conflictosy los antagonismos o pese a stos. Su elemento propio lo constituyenlos mismos antagonismos que desgarran la sociedad. Es la misma relacin social de cambio la que introduce y reproduce el antagonismoque en todo momento amenaza a la organizacin social con la catstrofe total. Slo a travs de la bsqueda del beneficio y de la fracturainmanente al conjunto de la sociedad sigue funcionando hasta hoy, rechinante, quejumbrosa, con indescriptibles sacrificios, la mquinasocial. Toda sociedad sigue siendo todava sociedad de clases, comoen los tiempos en los que surgi este concepto; la inmensa presinexistente en los pases del Este es indicio de que all las cosas no sondistintas. Aunque el pronstico de la pauperizacin a largo plazo n o secumpli, la desaparicin de las clases es tan slo un epifenmeno. Esposible que en los pases de capitalismo intenso se haya debilitado laconciencia de clase que en Amrica siempre falt. Pero esta concienciajams estuvo dada sin ms en la sociedad, sino que, conforme a la teora, era ella misma la que deba producirla. Lo que resulta tanto ms difcil cuanto la sociedad ms integra las formas de conciencia. Inclusola tan invocada nivelacin de los hbitos de consumo y de las oportunidades de formacin es parte de la conciencia de los individuos socializados, no de la objetividad social, cuyas relaciones de produccinconservan precariamente el viejo antagonismo. Pero la relacin de cla-14

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    ses tampoco ha sido tan completamente suprimida desde el punto devista subjetivo como le gustara a la ideologa dominante. La investigacin social ms reciente subraya la existencia de diferencias esencialesen lo que se refiere a la forma de ver las cosas de aqullos a los que lastoscas estadsticas incluyen respectivamente en las denominadas clasealta y clase baja. Quienes se forjan menos ilusiones, los menos idealistas, son los individuos pertenecientes a la clase baja. Esto suscita elreproche de materialismo por parte de los happy few. Los trabajadoressiguen considerando que la sociedad est dividida en un arriba y unabajo. As, po r ejemplo, es sabido que la igualdad formal de oportunidades de formacin no se corresponde en absoluto con la proporcinde los hijos de trabajadores en la poblacin estudiantil.

    Velada subjetivamente, la diferencia entre clases sociales crece objetivamente en virtud de la imparable y progresiva concentracin del capital. Esta diferencia tiene efectos decisivos en la existencia concreta delos individuos; de lo contrario, el concepto de clase sera evidentemente un fetiche. Mientras que los hbitos de consumo van hacindose similares a diferencia de la clase feudal, la clase burguesa contuvo siempre el gasto en favor de la acumulacin, salvo en los aos deespeculacin, la diferencia entre el poder y la impotencia sociales essin duda mayor que nunca. Hoy cualquiera puede comprobar quees prcticamente imposible determinar por propia iniciativa su existencia social, debiendo ms bien buscar huecos, plazas vacantes, jobsque le garanticen el sustento, sin tener en cuenta aquello que considera como su propia determinacin humana, si es que todava tiene alguna idea al respecto. Este estado de cosas halla su expresin y su ideologa en el concepto de adaptacin, concepto caracterstico del darvinismo social, transferido desde la biologa a las llamadas ciencias delhombre y empleado en ellas normativamente. No precisamos considerar si, y hasta qu punto, la relacin de clases se hizo extensiva a lasrelaciones entre los pases completamente desarrollados desde el punto de vista tecnolgico y los pases que se quedaron atrs.El que, pese a todo, esta situacin perdure en precario equilibrio, sedebe al control sobre el juego de fuerzas sociales que todos los pasesde la tierra han introducido desde hace tiempo. Pero este control refuerza necesariamente las tendencias totalitarias del orden social, laadaptacin poltica a la socializacin total. De este modo se acrecientala amenaza que los controles y las intervenciones, al menos los introducidos en los pases situados ms ac del rea de influencia soviticay china, pretenden conjurar. Todo esto no debe imputarse a la tcnicaen cuanto tal. sta es solamente una figura de la capacidad productiva

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    de los hombres, una prolongacin del brazo del hombre incluso en laciberntica, por lo que es solamente un momento de la dialctica entre fuerzas productivas y relaciones de produccin, no una fuerza demonaca independiente. En la situacin actual opera de forma centralizadora; en s misma podra hacerlo de otro modo. All donde loshombres creen estar ms cerca los unos de los otros, como en la televisin, que se les lleva hasta sus hogares, en realidad esa cercana estmediada por la distancia social, por la concentracin del poder. Nadasimboliza mejor que la televisin el hecho de que, en gran medida, yatendiendo a su contenido concreto, a los hombres se les dicta desdearriba su vida, la misma que ellos creen poseer y tener que ganarse y ala que toman por lo ms prximo y lo ms real. La existencia humanaindividual es, ms all de todo lo imaginable, mera reprivatizacin; loms real, aquello a lo que se agarran los ho m bre s, es al m ism o tiem polo ms irreal. La vida no vive. Tampoco una sociedad transparentedesde el punto de vista racional, una sociedad verdaderamente l ibre,podra zafarse en absoluto a la administracin y a la divisin del trabajo . Pero las administraciones de todos los pases de la tierra tiendencompulsivamente a autonomizarse respecto de los administrados y areducirlos a meros objetos de procedimientos regulados abstractamente. Estas tendencias remiten, segn Max Weber, a la racionalidad econmica medios-fines. Puesto que le es indiferente su fin, la consecucin de una sociedad racional, y mientras siga siendo as, esta racionalidad se torna irracional para los sujetos. La figura racional de estairracionalidad es en muchos sentidos el experto. Su racionalidad sefunda en la especializacin de los procesos tcnicos y los adaptados astos, pero tambin tiene su lado ideolgico. Los procesos de trabajo,segmentados en unidades cada vez ms pequeas y tendencialmentedesprovistos de cualificacin, se aproximan entre s.

    Dado que incluso los procesos e insti tuciones sociales ms poderosos t ienen un origen humano, esto es, son esencialmente el productode la objetivacin del trabajo de los hombres, la autonomizacin delpoder es al mismo tiempo ideologa, apariencia social necesaria quehabra que penetrar y transformar. Pero esta apariencia es para la vidainmediata de los hombres el ens realissimum. El peso de las relacionessociales hace todo lo posible para hacer ms densa tal apariencia. Contrariamente a lo que suceda alrededor de 1848, cuando la relacin declases se manifest como conflicto entre el grupo inmanente a la sociedad, la burguesa, y el que se hallaba p rctic am ente excluido de ella,el proletariado, la integracin, concebida por Spencer como la ley fun-damental de toda socializacin, se ha apoderado de la conciencia de16

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    los que son objeto de la sociedad. Contrariamente a la teora de Spencer, integracin y diferenciacin ya no estn hermanadas. Tanto espontnea como planificadamente, los sujetos se ven impedidos de reconocerse a s mismos como sujetos. La oferta de mercancas, que losinunda, contribuye tanto a ello como la industria cultural y los innumerables mecanismos directos e indirectos de control intelectual. Laindustria cultural naci de la tendencia del capital a la explotacin.Inicialmente se desarroll bajo la ley del mercado, bajo el imperativode adaptarse a sus consumidores, pero despus se ha convertido en lainstancia que fija y refuerza las formas de conciencia existentes, en elstatus quo del pensamiento. La sociedad necesita que el pensamientoduplique infatigablemente lo que meramente es, porque sin la exaltacin de lo siempre igual, si remitiera el empeo de justificar lo existente por el mero hecho de ser, los hombres acabaran quitndoselo deencima.

    La integracin tiene un alcance mu ch o m ayor. La adap tacin de loshombres a las relaciones y procesos sociales, que constituye la historiay sin la que los hombres difcilmente hubieran podido sobrevivir, se hasedimentado en ellos de tal modo que cada vez les es ms difcil librarse de ella, aunque slo sea en la conciencia, sin enredarse en conflictos pulsion ales insop ortable s. Los ho m bre s ste es el triunfo de laintegracin se identifican, hasta en sus reacciones ms internas, conlo que se hace con ellos. Para escarnio de la esperanza de la filosofa,sujeto y objeto estn reconciliados. Este proceso vive del hecho de quelos hombres deben su vida a aquello mismo que se les inflige. La tcnica, fuertemente catectizada*, la atraccin que el deporte ejerce sobrelas masas, la fetichizacin de los bienes de consumo, son sntomas deesta tendencia. La cimentacin social que anteriormente procurabanlas ideologas se ha trasladado, por una parte, a las poderossimas relaciones sociales existentes como tales, y, por otra, a la constitucin psicolgica de los hombres. Si el concepto de lo humano, lo que en definitiva importa, se ha convertido en la ideologa que encubre el hechode que los hombres son slo apndices de la maquinaria social, podradecirse sin miedo a exagerar que, en la situacin actual, son literalmente los hombres mismos, en su ser as y no de otro modo, la ideologa que, pese a su manifiesta absurdez, se dispone a eternizar la vidafalsa. El crculo se cierra. Se requerira hombres vivos para transformar

    * Besetzung en el texto. M edi ante el co nc ep to de Besetzung (catexis), el psicoanlisis hace referencia a la energa psquica o quantum de afecto con el que estn cargadas una representacin o un conjunto de representaciones. (N. del T.)17

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    el actual estado de endurecimiento, pero ste ha calado tan profunda-mente en su interior, a expensas de su vida y de su individuacin, quelos hom bre s apena s parecen ser ya capaces de esa espo ntane idad de laque todo dependera. De esto extraen los apologistas de lo existentenuevas fuerzas para revitalizar el argumento de que la humanidad todava no est madura. El solo hecho de denunciar este crculo suponeatentar contra un tab de la sociedad integral. Cuanto menos toleraaquello que sera verdaderamente distinto, con tanto mayor celo velapor que todo lo que en su seno se piensa y se dice aporte algn cambio particular o, como ellos lo l laman, sea una contribucin positiva.El pe nsa m ien to q ued a s om etido a la sutil censura del terminus ad quem:si se presenta como crtico, debe decir lo que de positivo tiene. Si halla bloqueada dicha positividad, es que es un pensamiento resignado,cansino, como si este bloqueo fuera su culpa y no la signatura de lacosa misma. Pero lo primero que habra que hacer es descubrir la sociedad como bloque universal erigido entre los hombres y en el interior de ellos. Sin esto, toda sugerencia de transformacin slo sirve albloque, bien como administracin de lo inadministrable, bien provocando su inmediata refutacin por parte del todo monstruoso. El concepto y la teora de la sociedad slo son legtimos si no se dejan seducir por ninguna de las dos cosas, si perseveran negativamente en la posibilidad que les anima: expresar que la posibilidad corre el riesgo deser asfixiada. Un conocimiento de este tipo, sin anticipacin de lo quetrascendera esta situacin, sera la primera condicin para que se deshiciera por fin el hechizo que mantiene cautiva a la sociedad.

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    Sociologa e investigacin emprica1Los procedimientos reunidos bajo el nombre de sociologa comodisciplina acadmica se relacionan entre s slo en un sentido sumamente abstracto: todos ellos se ocupan de algn modo de lo social.Pero ni su objeto ni su mtodo son unitarios. Algunos de estos procedimientos se dirigen a la totalidad social y a sus leyes de evolucin;otros, en marcada oposicin a stos, abordan fenmenos sociales particulares, prohibiendo, po r considerarla especulativa, su remisin a unconcepto de sociedad. Los mtodos varan en correspondencia conello. As, los primeros pretenden arrojar luz sobre el conjunto de la realidad social partiendo de sus condiciones estructurales fundamentales,como por ejemplo las relaciones de cambio; los segundos, por el contrario, rehsan dicho esfuerzo, aun en el caso de que ste no pretenda

    en absoluto justificar lo existente desde la soberana del espritu, considerndolo com o un resto filosfico en la evolucin de la ciencia, yse conforman con la mera constatacin de lo que hay. A estas dosconcepciones les subyacen modelos histricamente divergentes. Lateora de la sociedad procede de lafilosofa,pero al mismo tiempo trata de reorientar los planteamientos de sta, determinando la sociedadcomo ese substrato al que lafilosofa radicional llam formas eternaso espritu. As com o lafilosofadesconfi del carcter engaoso de losfenmenos y se entreg a su interpretacin, la teora de la sociedadtambin desconfia tanto ms profundamente de la fachada socialcuanto sta ms naturalmente se presenta. La teora quiere nombraraquello que secretamente cohesiona el engranaje social. El anhelo del

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    pensamiento, al que una vez le result insoportable la falta de sentidode lo que meramente es, se ha secularizado en el afn de desencantamiento. Su anhelo es levantar la roca bajo la que se incuba la deformidad; nicamente el conocimiento de tal deformidad le garantizara unsentido. Contra este afn se rebela la investigacin sociolgica de hechos. El desencantamiento, en la forma en que Max Weber todavadaba po r bu en o, es para ella tan slo un m od o de enc antam iento; y lareflexin sobre lo que impera ocultamente, y que habra que transformar, mera prdida de t iempo en la labor de cambio de lo manifiesto.Lo que hoy suele recibir el nombre de investigacin social emprica,desde el posi t ivismo de Comte t iene como modelo, ms o menosabiertamente, las ciencias naturales. Ambas corrientes niegan tener undenominador comn. Las reflexiones tericas sobre el conjunto de lasociedad no pueden hacerse efectivas simplemente a travs de hallazgos empricos: son tan escurridizas como los espritus en los experimentos parapsicolgicos. Todas las ideas sobre la sociedad entendidacomo un todo trascienden necesariamente sus hechos dispersos. Laconstruccin de la totalidad tiene como su condicin primera un concepto de la cosa en tomo al cual se organicen los datos dispares. Partiendo de la experiencia viva, no de la que ya est preformada por losmecanismos de control establecidos por la sociedad; del recuerdo delo que ya se pens una vez; de la imperturbable consecuencia de lapropia reflexin, dicha construccin debe confrontar permanentemente aquel concepto con el material y volverlo a modificar en contactocon ste. Pero la teora tampoco debe conformarse con esto, a menosque quiera incurrir en ese dogmatismo en cuyo descubrimiento se regocija un escepticismo que ha progresado hasta convertirse en prohibicin del pensamiento. Debe transformar los conceptos que, por decirlo as, trae desde fuera, en conceptos propios de la cosa misma, enlo que sta pretende ser, y confrontarlo con lo que realmente es. Debedisolver la rigidez del objeto fijado aqu y ahora, convirtindolo en uncampo de tensin de lo posible y lo real: stos, simplemente para poder ser, se necesitan el u n o al ot ro . C o n otras palabras, la teora es ineludiblemente crtica. Pero, por esta misma razn, las hiptesis derivadas de ella, las predicciones de regularidades, no le son totalmenteapropiadas. Lo meramente predecible es ya parte de la maquinaria social, inco nm ens urab le con aquello a lo qu e ap un ta la crt ica. La baratasatisfaccin de que las cosas ocurran como la teora haba previsto nopuede hacer olvidar a la teora de la sociedad que, en el mismo momento en que se presenta como hiptesis, transforma su constitucininterna. La constatacin particular a travs de la que se verifica perte-

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    nece ya al contexto de ofuscacin que la teora querra penetrar. El precio de la obtencin de concrecin y vinculabilidad es la prdida defuerza intelectiva; el que paga el principio por su verificacin en el fenmeno es su nivelacin con ste. Si, a la inversa, y conforme al usocientfico generalizado, se quiere ascender a la totalidad de la sociedadpartiendo de datos particulares, en el mejor de los casos se obtiene conceptos generales clasificatorios, pero jams los que expresan la vidamisma de la sociedad. La categora sociedad regida por la divisin deltrabajo es lgicamente superior, ms general, que la de sociedad capitalista, pero no ms esencial, sino todo lo contrario, pues dice menos sobre la vida de los hombres y sobre lo que los amenaza, sin quepor ello sea preferible una categora lgicamente inferior como la deurbanismo. Los niveles de abstraccin sociolgica no se corresponden sin ms, ni por arriba ni por abajo, con su valor cognoscitivo. Poreso cabe esperar tan poco de su unificacin sistemtica por parte de unmodelo como el funcional de Parsons. Pero an menos de las promesas, hechas y aplazadas una y otra vez desde los tiempos ms remotos de la sociologa, de una sntesis de teora y empira, que equiparanincorrectamente teora y unidad formal y no quieren entender que unateora de la sociedad depurada de contenidos equivale a un desplazamiento de prioridades. Recurdese cun indiferente es recurrir al grupo en vez de a la sociedad industrial. La formacin de teoras socialesconforme al modelo de los sistemas de clasificacin sustituye aquelloque prescribe su ley a la sociedad por la ms exigua escoria conceptual:empira y teora no se dejan disolver en un continuum. Frente al postulado de la intuicin de la esencia de la sociedad moderna, las investigaciones empricas son cual gotas en el mar; pero las demostracionesempricas de leyes estructurales son siempre, de acuerdo con las reglasde juego empricas, impugnables. De lo que se trata no es de eliminary armonizar tales divergencias: slo una concepcin armonicista de lasociedad se deja extraviar en este sentido. De lo que se trata es de desplegar fruc tferamente las tensiones.

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    Hoy, tras la decepcin causada tanto por la sociologa entendidacom o ciencia del espritu com o por la sociologa formal, impera la tendencia a conceder la primaca a la sociologa emprica. A ello contribuye sin duda su inmediata aplicabilidad prctica, su afinidad contoda administracin. No obstante, la reaccin ante la arbitrariedad o la21

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    vaciedad de las afirmaciones sobre la sociedad hechas desde arriba esuna reaccin legtima. Y, sin embargo, la superioridad de los procedimientos empricos no es algo obvio. No slo porque hay otros procedimientos adems de ellos: la mera existencia de disciplinas y puntosde vista tericos no sirve como justificacin. Sus limitaciones las marca la cosa misma. Paradjicamente, los mtodos empricos, cuya fuer-za de atraccin procede de su pretensin de objetividad, privilegianlo que se explica por su origen en los estudios del mercado lo subjetivo, las actitudes o , cuando ms, las form as de com portamiento delos sujetos, abstraccin hecha, naturalmente, de datos estadsticos censuales tales como el sexo, la edad, el estado civil, los ingresos, el nivelde formacin y criterios similares. En cualquier caso, slo en este reducido mbito se preserva hasta ahora su especificidad: en tanto queinventarios de los as llamados hechos objetivos, difcilmente se los podra distinguir de la informacin precientfica destinada a fines administrativos. En general, la objetividad de la investigacin emprica esuna objetividad de los mtodos, no de lo investigado. Mediante tratamientos estadsticos, y a partir de sondeos realizados sobre un mayoro m enor nm ero de individuos, se infieren enunciados que, conformea las leyes del clculo de probabilidades, son generalizables e independientes de las variaciones individuales. Pero los valores promedio asobtenidos, por ms objetiva que sea su validez, la mayora de las vecesno pasan de ser enunciados objetivos sobre sujetos; sobre cmo stosven la realidad y a s mismos. La objetividad social, la totalidad de lasrelaciones, instituciones y.fuerzasen cuyo seno los hom bres actan,es algo que los mtodos empricos (cuestionarios, entrevistas y cualesquiera sean los modos en que stos se combinen o se com plementen)han ignorado o, a lo sum o, slo han tenido en cuenta como algo accidental. Los culpables de esto no son exclusivamente los interesadosclientes que, consciente o inconscientemente, obstaculizan la clarificacin de la realidad social y que, en Amrica, desde el mom ento mismode la adjudicacin de los proyectos de investigacin sobre los medios de comunicacin de masas, por ejemplo, velan por que talesproyectos se limiten a constatar reacciones dentro del commercial system dominante y por que no analicen la estructura y las implicaciones del sistema mismo. Antes bien, son los mismos instrumentos empricos los que objetivamente estn hechos de tal form a que tienden areconocer como criterios vlidos de juicio sobre lo investigado loscuestionarios ms o menos tipificados a los que se somete a determinado nmero de individuos y su tratamiento estadstico, esto es, lasopiniones ya extendidas y como tales preformadas. Ciertamente, en22

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    estas opin ion es se refleja tam bi n la objetividad social, pe ro siem pre d eforma muy incompleta y deformada. En cualquier caso, en comparacin con esta objetividad, el peso de las opiniones, actitudes y reacciones subjetivas es secundario, como muestra un simple vistazo al funcionamiento de los trabajadores en sus profesiones. Por ms positivistamente que se presenten estos procedimientos de investigacin, atod os ellos les subyace im plcita m ente la idea, derivada d e las reglas dejuego de la eleccin democrtica y demasiado irreflexivamente generalizada, de que el conjunto de los contenidos conscientes e inconscientes de los hombres que componen un universo estadstico tendra, sinms, un carcter clave para el proceso social. Pese a su objetivizacin,o ms bien en virtud de sta, los mtodos no penetran la objetivizacin de la cosa misma, particularmente los imperativos de la objetividad econmica. Para ellos, todas las opiniones t ienen virtualmenteidntico valor, y diferencias tan elementales como las referidas al pesode las opin ione s en funcin del po de r social, las captan sim plem ente atravs de perfeccionamientos adicionales, por ejemplo mediante la seleccin de grupos clave. Lo primario se convierte en secundario. Estosdesplazamientos en el interior del mtodo, sin embargo, no son insignificantes en relacin con lo investigado. Pese a toda la aversin de lasociologa emprica a las antropologas filosficas puestas en boga almismo tiempo que ella, comparte con stas una misma forma de considerar las cosas, como si de o que se tratara aqu y ahora fuera ya delos hom bres , en lugar de determ inar a los hom bre s socializados de ho ycomo momento de la total idad social o, ms que nada, como objetos suyos. La coseidad del mtodo, su tendencia inmanente a asegurarhechos, es transferida a su objeto, los hechos establecidos precisamente de forma subjetiva, como si stos fueran cosas en s y no ms biencosificaciones. El mtodo amenaza tanto con fetichizar lo estudiadocomo con degenerar l mismo en fet iche. No en vano y con tododerecho, de acuerdo con la lgica de los procedimientos cientficos delos que hablamos, en las discusiones sobre investigacin social emprica predominan las cuestiones de mtodo sobre las de contenido.En vez de la relevancia de los temas, el criterio lo constituye a menudo la objetividad de los hallazgos que hay que establecer mediante unmtodo; y en la actividad cientfica concreta, la eleccin de los temasy la puesta e n m archa de las investigaciones se rige, cu an do n o p or exigencias prctico-administrativas, antes por los procedimientos disponibles y, si acaso, por los que hay que perfeccionar, que por la importancia de lo investigado mismo. De ah la absoluta irrelevancia de tantos estudios empricos. La definicin operacional o instrumental, de

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    uso generalizado en la tcnica emprica, en la que, por ejemplo, unacategora como conservadurismo se define a travs de las puntuaciones de las respuestas determinadas por la encuesta misma, sanciona elprimado del mtodo sobre la cosa y, en definitiva, la arbitrariedad dela organizacin cientfica. Se pretende investigar un tema con un instrumento de investigacin cuya propia formulacin decide qu es loque hay que investigar: un crculo vicioso. El gesto de honestidad cientfica, que se niega a trabajar con conceptos que no sean claros y distintos, se convierte en pretexto para dejar de lado lo investigado en favor de una actividad investigadora autosuficiente. Se olvidan, con laarrogancia del ignorante, las objeciones de la gran filosofa contrala prctica de la definicin 1; en nombre de la exactitud cientfica, lasciencias irreflexivas siguen arrastrando lo que ella proscribi por considerarlo un resto escolstico. Y basta co n q ue despu s, co m o resulta casiinevitable, se deduzcan a partir de los conceptos definidos instrumentalmente otros conceptos, aunque slo sean los convencionalmenteusuales, para que la investigacin incurra precisamente en esa falta detransparencia que pretenda haber extirpado con sus definiciones.

    3El impedimento para transferir a la sociedad alegremente y sin restricciones el m od elo de las ciencias naturales radica en la sociedad misma. Pero no, como pretende la ideologa y como racionalizan en Alemania justamente las resistencias reaccionarias a la introduccin de lasnuevas tcnicas, porque la dignidad humana, en cuya destruccin lahumanidad se afana, se substraiga a mtodos que consideran al hom

    bre como una parte ms de la naturaleza. Ofende ms a la humanidadla pretensin de dominio que reprime la rememoracin de su ser natural, perpetuando de este modo las ciegas relaciones naturales, que elrecuerdo de esta su condicin. La sociologa no es una ciencia del espritu2. Puesto que el endurecimiento de la sociedad reduce a los1 Cfr., por ejemplo, Kant, Kritik der reinen Vernunft, ed. Felix Gross, Leipzig, 1922

    (Smtliche Werke, edici n Insel, vol. 3), pgs. 553 y ss. [trad, esp.: Crtica de la razn pura,Madrid, Alfaguara, 1994]; Hegel, Wissenschaft der Logik, 2." parte, S tuttgart, 1949 (edicinconmemorativa), pgs. 289 y ss. , pgs. 292 y ss. [trad. esp.: Ciencia de la lgica, BuenosAires, Hachette, 1956]; as como numerosos pasajes de Nietzsche.2 Soziologie und empirische Sozialforschung, en Institut fr Sozialforschung. Soziologische Exkurse. Nach Vortrgen und Diskussionen, Francfort del Meno, 1956, pg. 112.24

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    hombres cada vez ms a objetos y convierte su situacin en segundanaturaleza, los mtodos que les hacen ver esto n o constituyen sacrilegio alguno. La falta de libertad de los mtodos sirve a la libertad delos hombres, al atestiguar sin palabras la falta de libertad imperante.Las reacciones de furia, y otros gestos de rechazo ms refinados, desencadenadas por las investigaciones de Kinsey, son el mejor argumento en favor de ste. All donde , bajo la presin de la sociedad, loshombres son efectivamente degradados a las formas de reaccin delos batracios3 convirtindolos en consumidores forzosos de los medios de com unicacin de masas y de otros placeres reglamentados, lossondeos de opinin, que provocan la indignacin de un humanismodesfalleciente, son ms adecuados a la cosa que pueda serlo, por ejemplo, una sociologa comprensiva: el substrato de la comprensin, elcomportamiento hum ano coherente y dotado de sentido, ha sido sustituido en los sujetos por la mera reaccin. Una ciencia social atomstica y que a la vez, mediante la clasificacin, asciende de los tomos alas generalidades, es el espejo de Medusa de una sociedad a la vez atomizada y organizada conforme a conceptos clasificatorios abstractos,los de la administracin. Pero esta adaequatio rei atque cogitationis precisa todava de la autorreflexin para ser verdadera. Su legitimidad esnicamente crtica. En cuanto la situacin que los mtodos de investigacin emprica descubren y expresan se hipostatiza como razn inmanente de la ciencia en vez de convertirla en objeto del pensamiento , se contribuye, quirase o no, a su eternizacin. En ese caso, la investigacin social emprica toma incorrectamente el epifenmeno, loque el mu nd o ha hecho de nosotros, por la cosa misma. Su aplicacinpresupone algo que no habra que deducir tanto de las exigencias delmtodo cuanto del estado de la sociedad, es decir, histricamente.El mtodo csico postula la conciencia cosificada de sus sujetos de experimentacin. Cuando un cuestionario investiga el gusto musical introduciendo la posibilidad de elegir entre las categoras classical ypopular>, da por cierto y con razn que el pblico investigadoescucha segn estas categoras, del mismo modo que cuando se conecta la radio se percibe automticamente si se ha dado con un programa de canciones de xito, con msica supuestamente seria o con lamsica que acompaa a un acto religioso. Pero mientras no se d con

    3 Cfr. Max Horkheimer y The odo r W. Ado rno, Dialektik kr Aufklrung. PhilosophischeFragmente, Am sterdam, 1947, pg. 50. [Trad. esp.: Max H orkheim er y Th. W. A dorn o,Dialctica de la Ilustracin. Fragmentos ilosficos,Madrid, Trotta, 1994.]

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    las condiciones sociales de estas formas de reaccin, dicho hallazgo,que es correcto, induce tambin a error; sugiere que la divisin de laexperiencia musical en classical y popular> es algo ltimo, natural.La cuestin socialmente relevante, sin embargo, comienza exactamente cuando se aborda esa escisin, su eternizacin como algo obvio, yde este modo trae consigo necesariamente la cuestin de si la percepcin de la msica bajo el a priori de tales divisiones no afecta acaso delmodo ms profundo a la experiencia espontnea de lo percibido. Solamente la comprensin de la gnesis de las formas de reaccin existentes y su relacin con el sentido de lo experienciado p odra perm itirdescifrar el fenmeno registrado. Pero la costumbre emprica imperante rechazara la preg un ta p or el sentido objetivo de la manifestacin artstica, despachara ese sentido como mera proyeccin subjetiva de losoyentes y privara de sus cualidades a la obra, degradndola a simpleestmulo de un experimento psicolgico. De este modo abortara deantemano la posibilidad de estudiar la relacin de las masas con lasmercancas que les impone la industria cultural; las mismas mercancas vendran definidas por las reacciones de las masas, cuya relacincon las mercancas habra que discutir. Pero, actualmente, trascender lainvestigacin aislada sera tanto ms urgente cuanto que, en virtud dela progresiva integracin comunicativa de la poblacin, la preformacin de su conciencia es tan grande y completa que apenas permite yadarse cuenta de ella. Hasta un socilogo positivista como Durkheim,que coincida con la social research en el rechazo de la comprensin,estableci correctamente un vnculo entre las leyes estadsticas, a lasque tambin l se entreg, y la contrainte sociale4,viendo en sta el criterio de la legalidad general de la sociedad. La investigacin social contempornea niega esta conexin, pero con ella sacrifica tambin la desus generalizaciones con las determinaciones estructurales concretasde la socied ad. Pero si tales perspectivas so n relegadas po r ejem plo,como tareas de futuras investigaciones especiales, el reflejo cientfico se queda en realidad en mera duplicacin, en apercepcin cosificada de lo csico, y deforma su objeto precisamente mediante tal duplicacin, convierte po r arte de encantam iento lo m ediato en inm ediato.Para corregir esto no basta, como pens ya Durkheim, con distinguirdesde u n p u n to de vista descriptivo en tre el m bito de lo general y elmbito de lo singular. Ms bien habra que mediar la relacin de ambos mbitos, fundamentarla tericamente. La oposicin entre anlisis

    4 mile Durkheim, Les Rgles de la mthode sociologique, Pars, 1950, pgs. 6 y ss. [Trad,esp.: Reglas del mtodo sociolgico, Madrid, Alianza, 1994.]26

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    cuantitativo y anlisis cualitativo no es absoluta: no es algo ltimo enla cosa misma. Para poder formular enunciados cuantitativos, antes esnecesario hacer abstraccin de las diferencias cualitativas de los elementos; y todo fenmeno social singular lleva consigo las determinaciones generales a las que se refieren las generalizaciones cuantitativas.Las mismas categoras de estas generalizaciones son siempre cualitativas. Un mtodo que no comprenda esto y que, por ejemplo, rechaceel anlisis cualitativo por considerarlo incompatible con la naturalezadel mbito de lo general, hace violencia a aquello que ha de investigar.La sociedad es una; incluso all donde hoy todava no alcanzan losgrandes poderes de la sociedad, los mbitos no desarrollados y aquellos que ya se han abierto a la racionalidad y a la uniformizacin introducida por la socializacin mantienen entre s una relacin fun-cional. La sociologa que no reconoce esto y se conforma con el pluralismo metodolgico al que despus justifica, por ejemplo, conconceptos tan pobres e insuficientes como induccin y deduccin5,en su afn por decir lo que es, se pone al servicio de lo que es. Se convierte en ideologa en sentido estricto, en apariencia necesaria. Apariencia, porque la pluralidad de mtodos no logra dar con la unidaddel objeto y la oculta detrs de los llamados factores en los que divideal objeto en pro de su manejabilidad; necesaria, porque el objeto, la sociedad, nada teme tanto como ser llamado por su propio nombre, ypor ello, fomenta y tolera espontneamente slo aquellos conocimientos de s misma en los que logra escabullirse. El par conceptual induccin y deduccin es el sucedneo cientfico de la dialctica. Ascomo una teora social, para ser verdadera, ha de haberse empapadodel material, asel actum que se elabora debe traslucir ya la totalidadsocial en virtud del proceso que lo capta. Pero si el mtodo lo ha convertido en factum brutum, despus ya no podr arrojar luz sobre l. Enla rgida contraposicin y complementariedad de sociologa formal yciega constatacin de hechos desaparece la relacin entre lo universaly lo particular, relacin que anima la sociedad y que por esta raznconstituye el nico objeto digno de la sociologa. Pero si, por el contrario, posteriormente se junta lo que ya ha sido separado, el carcterescalonado del mtodo invierte la relacin real. El celo con el que inmediatamente se vuelve a cuantificar los hallazgos cualitativos no escasual. La ciencia, en tanto que sistema coherente, quisiera borrar de la

    5 Cfr. Erich Reigrotzki, Soziale Verflechtungen in der Bundesrepublik, Tubinga, 1956,pg. 4 .27

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    faz del mundo la tensin entre lo universal y lo particular, cuando loque confiere unidad a este mund o es precisamente la contradiccin.4

    Este carcter contradictorio es la razn por la que el objeto de la sociologa, la sociedad y sus fenmenos, no posee el tipo de homogeneidad con la que pudo contar la denominada ciencia natural clsica. Ensociologa no es posible ascender a enunciados de validez universalsiquiera restringida a partir de enunciados particulares sobre hechos sociales en la misma medida en que, por ejemplo, de la observacin de las propiedades de un trozo de plom o se acostumbraba a concluir las del plomo en general. La generalidad de las leyes de la cienciasocial no puede entenderse en absoluto como la de un universo conceptual en el que sus partes se integran armnicamente, sino que se refiere siempre, y esencialmente, a la relacin de lo universal y lo particular en su concrecin histrica. Esto es lo que prueba, negativamente, la no hom ogeneidad del estado de la sociedad la anarqua de lahistoria entera hasta hoy mismo, del mismo modo que, positivamente, el momento de espontaneidad, imposible de captar mediantela ley de los grandes nm eros. Excluir el mund o hu m ano de la regularidad y constancia relativas de los objetos de las ciencias matemticasde la naturaleza, o al menos de la macrofsica, no significa exaltarlo.La naturaleza antagnica de la sociedad es fundam ental, y esto es precisamente lo que la mera generalizacin escamotea. Es la homogeneidad, antes que su defecto, lo que requiere una explicacin, pues es ellala que somete la accin humana a la ley de los grandes nmeros. Suaplicabilidad contradiceelprincipium individuationis; contradice, pese atodo, algo imposible de obviar: el hecho de que los hombres no sonsimples especmenes. Sus comportamientos estn mediados por la razn. Ciertamente, sta contiene en s misma un momento de universalidad, que sin duda puede reflejarse despus en la generalidad estadstica; pero al mismo tiempo dicho mom ento est especificado por elconjunto de los intereses de cada individuo, que en la sociedad burguesa son divergentes y, pese a toda uniformizacin, tendencialmenteopuestos; por no hablar de la irracionalidad que la sociedad impone yreproduce en los individuos. Slo la unidad del principio de una sociedad individualista unifica los intereses dispares de los individuoscomo su opinin. Ciertamente, la frmula hoy tan extendida deltomo social expresa adecuadamente la impotencia del individuo fren-28

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    te al todo, pero esta frmula no pasa de ser una metfora comparadacon el concepto cientfico-natural de tomo. La igualdad de las unidades sociales mnimas, los individuos, incluso ante la pantalla de televisin, no puede sostenerse seriamente con el mismo rigor como en relacin con la materia fisicoqumica. La investigacin social emprica,sin embargo, procede como si tomara al pie de la letra la idea de tomo social. Su relativo xito en el uso de esta frmula dice algo crticosobre la sociedad. Las leyes generales, que privan de sus cualidades alos elementos estadsticos, prueban que lo universal y lo particular noestn reconciliados, que en la sociedad individualista el individuo estsometido ciegamente a lo universal, que l mismo est privado de cualidades. La frmula del carcter como mscara social seal ya estehecho; el empirismo actual lo ha o lvidado. La uniformidad del comportam iento social es fundam entalm ente el reflejo de la presin social.Si la investigacin social emprica, en su concepcin del mbito de logeneral, puede pasar tan soberanamente por encima de la individuacin, es nicamente porque, hasta ahora, sta no ha sido ms que ideologa, pues los hombres todava no son verdaderamente tales. En unasociedad liberada, la estadstica sera positivamente lo que hoy es negativamente, a saber, una tcnica de administracin, pero de la administracin de las cosas, de los bienes de consumo, no de los hom bres.Pese a su funesto anclaje en la estructura social, la investigacin socialemprica debera ser capaz de autocrtica, pues las generalizacionesque obtiene no pueden atribuirse sin ms a la cosa m isma, el m un doestandarizado, sino tambin a su mtodo, en el que la misma generalidad de las cuestiones que plantea a los individuos o su limitadaseleccin las cafeteria questions preforma de tal mod o lo investigado por ejemplo, las opiniones que hay que indagar que loconvierte en tomo.

    5Comprender la no homogeneidad de la sociologa en tanto queagregado de ciencias y, por lo tanto, la divergencia categorial, no solamente gradual y salvable a voluntad, existente entre disciplinas comola teora de la sociedad, el anlisis de relaciones e instituciones socialesobjetivas y la investigacin social en sentido estricto de orientacinsubjetiva, no significa necesariamente conformarse con la estril separacin de dichas disciplinas. Ciertam ente, no hay por qu respetar laexigencia formal de unidad de una ciencia que lleva en s misma lashuellas de una arbitraria divisin del trabajo y que no puede pretender

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    acceder aproblemticamente a preciadas totalidades cuya existencia social es absolutamente dudosa. Con todo, la vinculacin crtica de mtodos sociolgicos dispares es exigida materialmente por la meta misma del conocim iento. Frente a la trabazn especfica de la teora socialcon intereses sociales particulares, un correctivo como el que ofrecenlos mtodos de investigacin emprica es saludable, por mucho questos estn tambin ligados, desde el punto de vista de su estructuraadministrativa, a intereses particulares. Hay una enorme cantidadde enunciados terico-sociales mencionem os solamente, a ttulo deprueba, los de Max Scheler sobre las formas tpicas de conciencia de laclase inferior6 que podran contrastarse y quedar refutados mediante investigaciones rigurosas. E inversamente, la social research ha de con-frontarse con la teora y conocer las formaciones sociales objetivas, amenos que quiera condenarse a la irrelevancia o condescender anteconsignas apologticas como las hoy tan populares sobre la familia. Lasocial research, en su aislamiento, se toma falsa tan pronto como deseasuprimir la totalidad considerndola como un prejuicio metafsico,por el hecho de que sta se substrae por principio a sus mtodos. Cuando as lo hace, la ciencia claudica ante el mero fenm eno. Tabuizandola pregunta por la esencia como una ilusin, como algo que su mtodo es incapaz de resolver, los plexos esenciales aquello verdaderamente importante en la sociedad se protegen a priori del conocimien to. Ocioso es preguntar si estos plexos esenciales son reales o si,por el contrario, son puras formaciones conceptuales. Quien atribuyecarcter conceptual a la realidad social no tiene por qu temer la objecin de idealismo. Y no me refiero tanto a la constitucin conceptualdel sujeto cognoscente como a la que impera en la cosa misma: en ladoctrina de la mediacin conceptual de todo cuanto es, Hegel haapuntado tambin a algo decisivo desde el punto de vista de la realidad. La ley que gua el fatal destino de la humanidad es la del intercambio. Pero esta ley no es pura inmediatez, sino algo conceptual: elacto de cambio implica la reduccin de los bienes intercambiados a suequivalente, algo abstracto, en modo alguno, como suele decirse, material. Esta mediacin conceptual, sin embargo, no es en absoluto unasimple generalizacin de expectativas promedio, una frmula introducida extrnsecamente por la ciencia fundadora de orden , sino que la so-

    6 Cfr. Max Horkheimer, Ideologie und H andeln, en Max Horkheimer y TheodorW. Adorno, Sociologica II. Reden und Vortrge, Francfort del Meno, 1962, pgs. 41 y ss.[Trad, esp.: Ideologa y accin, en Max Horkheimer y Theodor W . Adorno, Sociologi-ca, Madrid, Taurus, 1979, pgs. 43 y ss.]30

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    ciedad misma se rige por ella, siendo tambin la que procura el modelo objetivamente vlido de todo lo que de esencial ocurre en la sociedad, un modelo independiente tanto de la conciencia del individuosometido a ella como de la conciencia del investigador. Podra decirseque, frente a la realidad corprea y a los slidos datos, esta esencia conceptual es apariencia, porque el cambio de equivalentes es verdad y, almismo tiempo , no lo es. Pero no es apariencia en el sentido de que fuera producto de la sublimacin de lo real por parte de la ciencia en sufuncin de ordenacin de la realidad, sino que es inmanente a sta.Decir que las leyes sociales son irreales es legtimo nicamente si sehace con una intencin crtica, con referencia al carcter fetichista dela mercanca. El valor de cam bio, que frente al valor de uso es algo meramente pensado, domina las necesidades humanas y las suplanta; laapariencia domina la realidad. En esta medida, la sociedad es el mito ysu clarificacin racional es tan perentoria hoy como ayer. Pero, al mismo tiempo, esa apariencia es lo ms real, la frmula con la que elmundo qued hechizado. Su crtica nada tiene que ver con la crticapositivista de la ciencia, segn la cual la realidad objetiva del cambiono ha de entenderse verdaderamente como algo real, cuando en verdad es precisamente la realidad la que corrobora permanentemente suvalidez. Si el empirismo sociolgico aduce que la ley no es algo realmente existente, seala involuntariamente algo de la apariencia socialnsita en la cosa, pero lo achaca incorrectamente al mtodo. Es justamente el pretendido antiidealismo cientfico el que termina por contribuir a la pervivencia de la ideologa. sta habra de ser inaccesible ala ciencia, pues no es un factum; pero nada hay ms poderoso que lamediacin conceptual, que presenta engaosamente a los hombres elser para otro como ser en s y les impide tomar conciencia de las condiciones en las que viven. Tan pronto como la sociologa se cierra alconocimiento de esta realidad, resignndose a registrar y ordenar loque ella lama actum, y confunda las reglas que obtiene con la ley querige los hechos mismos y su acontecer, se convierte, aun sin saberlo,en justificacin. En las ciencias sociales, a diferencia de lo que ocurre enlas ciencias naturales, no puede avanzarse desde la parte al todo , puesen ellas el mom ento conceptual del todo tiene una lgica que nada tiene que ver con la unidad de notas comn a los elementos particulares,y este todo , precisamente en virtud de su mediacin conceptual, tampoco tiene nada en comn con esas totalidades y formas que se presentan siempre com o algo inm edia to; la sociedad se asemeja antes a unsistema que a un organismo. La investigacin emprica que, rehusando la teora, se limita a operar con meras hiptesis, es ciega ante la so-

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    ciedad como sistema, que constituira su objeto ms propio, porqueeste objeto no es igual a la suma de las partes, porque no las subsumeen s mismo, ni se asemeja a un mapa con sus pases y fronteras, consus tipos y costumbres. La sociedad no es un atlas social, ni en sentido literal ni en sentido figurado. Puesto que la sociedad no se reduce ala vida inmediata de sus miembros ni a los hechos subjetivos y objetivos relacionados con ella, toda investigacin que se limite a describiresas formas de inmediatez yerra el blanco. Pese a la cosificacin delmtodo y justamente en virtud de tal cosificacin, el dolo de loconstatable, la investigacin emprica introduce una apariencia devida, una especie de cercana del cara a cara, cuya disolucin no seraprecisamente la tarea ms irrelevante del conocimiento social, si nofuera porque dicha apariencia fue disuelta hace ya mucho tiempo. Peroesta tarea es hoy reprimida. La culpa la tienen igualmente la exaltacinmetafsica del Dasein y la toz ud a descripcin de lo qu e es el caso. Pero,po r otra p arte, la prctica c onc reta de la investigacin sociolgica ni siquiera se corresponde con su propio reconocimiento de la necesidadde las hiptesis. Aunque se concede, de mala gana, su necesidad, sedesconfa de cada u na de ellas, pu es po dra n convertirse en bias, menoscabar la objetividad de la investigacin 7. A esta concepcin le subyace una teora residual de la verdad, segn la cual sta sera lo quequeda tras restar el aadido supuestamente subjetivo o, por decirlo as,los costes de produccin. Las ciencias sociales todava no han asimilado la idea, familiar a la psicologa desde G eorg Sim m el y Freud, de q uela validez de la experiencia, en la medida en que su objeto la sociedad en este caso est esencialmente mediado por la subjetividad, aumenta con la participacin subjetiva del sujeto cognoscente, y no alcontrario. Tan pronto como se suspende el sano sentido comn en favor del gesto responsable del investigador, se recurre a procedimientosque prescindan en lo posible de hiptesis. La investigacin social emprica debera deshacerse totalmente del prejuicio de que la investigacin habra de comenzar como una tabula rasa en la que ir disponiendo los datos hallados sin partir de supuesto alguno, y naturalmentedebera acordarse de las controversias epistemolgicas mantenidas durante tanto tiempo, que la conciencia disneica olvida demasiado fcilmente apelando a las urgentes exigencias tcnicas. A la ciencia escptica le convendra ser escptica ante su propio ideal asctico. La idea de

    7 Cfr., por ejemplo, Ren Knig, Beobachtung und Experiment in der Sozialforschung, en Praktische Sozialforschung, Colonia, 1956, II, pg. 27.32

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    que un investigador necesitara un 10% de inspiracin y un 90% detranspirac in, qu e ta nt o gusta de citarse, es servil y su objetivo es proh ibir el pensamiento. Hace ya t iempo, el abnegado cientf ico respondaprincipalmente a un trabajo mal pagado renunciando a los pensamientos, de los que de todos modos careca. Hoy, cuando el jefe deoficina, mejor pagado, ha sucedido al cientfico, la falta de espritu nosolam ente se celebra com o virtud de q uien se integra mod esta y armoniosamente en un team, sino que adem s se insti tucionaliza no rm an doel curso de la investigacin, que apenas conoce ya la espontaneidad delindividuo ms que como factor perturbador. Pero la anttesis entre sublime inspiracin y concienzudo trabajo de investigacin es absurda.Las ideas, aunque surjan repentinamente, no caen del cielo, sino quecristalizan a travs de largos proce sos s ubterr neo s. Lo sbito de lo q uelos tcnicos de research l laman despect ivamente intuicin representala erupcin de la experiencia viva a travs de la endurecida costra de lacomm unis opinio; es el respiro de lo que se opone a sta, y no privilegiados instantes de gracia, lo que permite al pensamiento no reglamentado ese contacto con la realidad esencial que suele ser irremediablemente saboteado por el hipertrofiado aparato que se interpone entre ellos. Inversamente, el celo cientfico es tambin siempre, al mismotiempo, trabajo y esfuerzc del concepto, lo contrario de ese procederm ec nico y ciego con el qu e se lo identifica. La ciencia sera: descubrirla verdad y la falsedad de lo que el fenmeno considerado pretende serpor s mismo; y no hay conocimiento que, en vir tud de la dist incinentre lo verdadero y lo falso que le es inmanente, no sea al mismotiempo crtico. Slo una sociologa que dinamizara las petrificadas anttesis de su organizacin se recobrara a s misma.

    6La diferencia categorial entre las disciplinas queda confirmada porel hecho de que, hasta hoy, pese a los intentos aislados, no se ha conseguido aquello de lo que verdaderamente se tratara, a saber: conectarlas investigaciones empricas con planteamientos tericos fundamentales. El requisito m s m od es to de la investigacin social emp rica y, almismo tiempo, el ms plausible en el sentido de la crtica inmanente

    y tambin de acuerdo con las reglas de juego de la objetividad, sera confrontar todos sus enunciados sobre la conciencia y el inconsciente de los hombres y de los grupos humanos con los datos objetivos que probaran su existencia. Lo que en el mbito de la investigacin social se considera meramente accidental, simple background study,33

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    constituye la condicin de posibilidad para dar con lo esencial. Inevitablemente, de entre todos esos datos, la investigacin emprica comenzar primando los relacionados con las opiniones, los sentimientos y los comportamientos subjetivos de los individuos estudiados,pero estas mismas relaciones llegan tan lejos que, en verdad, dicha confrontacin no debera conformarse con el conocimiento de determinadas instituciones aisladas, sino que habra de recurrir a la estructurade la sociedad: la dificultad categorial no se soslaya comparando determinadas opiniones y determinadas condiciones. Pero, incluso bajoesta seria restriccin, los resultados de los sondeos de opinin adquieren un valor distinto tan pronto como se los mide con la realidad a laque las opiniones se refieren. Las diferencias as extradas entre la objetividad social y la conciencia de esa objetividad, sea cual sea su gradode generalizacin, representan para la investigacin social emprica unpaso adelante en el conocimiento de la sociedad: en el conocimientode las ideologas, de su gnesis y de su funcin. Tal conocim iento serasin duda el objetivo ms propio, aunque ciertamente no el nico, de lainvestigacin social emprica. No obstante, tomado aisladamente, notiene autoridad sobre el conocim iento de la sociedad: las mismas leyesdel mercado, en cuyo sistema se integra irreflexivamente, todava sonsimple fachada. As, por ejemplo, aunque una encuesta indicara conuna evidencia estadstica aplastante que los trabajadores ya no se tienen a s mismos por trabajadores y niegan que siga habiendo algo ascomo el proletariado, esto no constituira una demostracin de la inexistencia del proletariado. Esos datos subjetivos deberan ms biencompararse con datos objetivos, como por ejemplo el lugar de los encuestados en el proceso de produccin, su posesin o no de los mediosde produccin, su poder o impotencia sociales. Naturalmente, en estacomparacin los datos empricos sobre los sujetos conservaran su relevancia. No simplemente habra que preguntar, al modo de la doctrina de las ideologas, cmo se han producido tales contenidos deconciencia, sino tambin si su existencia no ha modificado esencialmente la objetividad social. Slo el dogmatismo ms delirante podradesatender la naturaleza y la autoconciencia de los hombres que enellos se manifiesta, por ms que stas estn producidas o reproducidassocialmente. La existencia de dichos contenidos de conciencia es tambin un momento de la totalidad social, bien como elemento de afirmacin de lo existente, bien como potencial de la otra realidad. Noslo la teora, tambin su ausencia se transforma en poder material tanpronto como apresa a las masas. La investigacin social emprica es capaz de corregir esto no slo porque impide ciegas construcciones te-34

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    ricas realizadas desde a rriba, sino tam bi n desde el p u n to de vista de larelacin entre esencia y fenmeno. Si la teora de la sociedad debe relativizar crticamente el valor cognoscitivo del fenmeno, la investigacin emprica, por su parte, debe impedir la mitologizacin del concepto de ley esencial. El fenmeno es siempre manifestacin de unaesencia, no mera apariencia. Sus transformaciones no son irrelevantesen relacin con la esencia. Si efectivamente nadie supiera ya que es untrabajador, este hecho afectara a la constitucin interna del conceptode trabajador, aun cuando su definicin objetiva su separacin delos medios de produccin conservara su validez.

    7La investigacin social emprica no puede eludir la realidad de quetodos los hechos estudiados por ella, los subjetivos no menos que losobjetivos, estn mediados por la sociedad. Lo dado, los hechos conlos que da y que, conforme a sus mtodos, considera como algo ltim o , no son verdaderamente nada l t imo, sino algo condicionado. Poreso no debe confundir lo que constituye la base de su conocimientolo dado, que su mtodo se esfuerza por alcanzar con la realidad,

    con el ser en s de los hechos, con su inmediatez sin ms, con su carcter de fund am ento . Pero pu ede librarse de esta confusin hac iend oms sofisticados sus mtodos y disolviendo la inmediatez de los datos.De ah la importancia fundamental de los anlisis motivacionales. Evidentemente, stos apenas pueden apoyarse en preguntas directas, y lascorrelaciones muestran siempre relaciones funcionales, pero no explican dependencias causales. Esta es la razn por la que el desarrollo demtodos indirectos ofrece esencialmente a la investigacin social emprica la oportunidad de ir ms all de la mera constatacin y tratamiento estadstico de hechos superficiales. Pero la dificultad epistemolgica para su autocrtica sigue estribando en que los hechos registrados no reflejan fielmente la realidad social subyacente, sino que alm ism o t iem po son el velo tras el qu e sta se oculta de forma necesaria.As pues, en relacin con los resultados de lo que no por casualidad sellama sondeo de opinin, es vlido el juicio sobre la opinin pblica que Hegel expresa en la Filosofa del derecho: segn l, sta merecetan to q ue se la aprecie co m o q ue se la m enosp recie8 . Q ue se la aprecie.

    8 Hegel , Grundlinien der Philosophie des Rechts, ed. Georg Lasson, Leipzig, 1921, 318, pg. 257. [Trad, esp.: Principios de filosofa del derecho, Barcelona, Edhasa, 1988.]35

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    porque tambin las ideologas, en tanto que conciencia necesariamente falsa, son parte de la realidad social, que ha de conocer quien quiera conocer esta realidad. Pero que se la menosprecie: que se someta acrtica su pretensin de verdad. La investigacin social emprica se convierte en ideologa tan pronto como absolutiza la opinin pblica. Elresponsable de este extravo es un concepto nominalista e irreflexivode verdad, que introduce errneamente la volont de tous como la verdad sin ms porque no se dispondra de otro. Esta tendencia est particularmente acentuada en la investigacin emprica americana. Noobstante, a sta no habra que contraponer dogmticamente una vo-lontgnralecomo la verdad en s por ejemplo, postulando valores. Esta forma de proceder seguira adoleciendo de la misma arbitrariedad que la instauracin de la opinin generalizada como lo objetivamente vlido: desde Robespierre, la imposicin por decreto dela volont gnrale ha causado, si cabe, ms desastres histricos que laadopcin irreflexiva de la volont de tous. Esta funesta alternativa slopodra evitarse con el anlisis inmanente, examinando la verdad o falsedad de la opinin y de su relacin con la cosa, no oponiendo abstractamente a la opinin lo objetivamente vlido. La opinin no ha derechazarse con arrogancia platnica, hay que deducir su falsedad a partir de la verdad: a partir de la realidad social subyacente, y en ltimainstancia a partir de la falsedad de esta realidad. Pero, por otra parte, laopinin media no es ningn ndice de la verdad, sino de la aparienciasocial media. De sta son parte los encuestados mismos, los sujetos,que la investigacin social irreflexiva considera como su ens realissimum. Su propia naturaleza, su ser sujetos, depende de la objetividad,de los mecanismos a los que obedecen, y que constituyen su concepto . Pero ste slo puede determinarse captando en los mismos hechosla tendencia que lleva ms all de ellos. Esta es la funcin de la filosofa en la investigacin social emprica. Si esta funcin se omite o se frena, si lo nico que se hace es reproducir los hechos, esta reproduccines al mismo tiempo un falseamiento ideolgico de los hechos.

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    Sobre la objetividad en ciencias socialesEn la evolucin de las ciencias sociales despus de Durkheim, en laque ste, el positivista, ha sido tildado de metafsico por su concepcinde la objetividad social, de modo parecido a como l mismo ti ld aComte, se ha expresado de forma paradjica la primaca de esa objetividad. Por un a p arte, sta se ha vuelto tan om niab arca nte y total que el

    conocimiento apenas encuentra ya un desde el qu epoder concretar esa primaca conforme a los criterios cientficos corrientes. As, todo aquel conocimiento que resulta incmodo es despreciado co m o falto de cientificidad. Por otra parte, el com portam iento constatable y mensurable de los sujetos est separado de lo universal po r el dictado de ste co m o p or u n velo impe netrab le. Lo universales hasta tal punto el caso que no deja lugar para lo que no sea el caso.C ua nt o ms abso luta es la totalidad objetiva, tan to m s servilmente seve reducido el sujeto cognoscente a su forma de reflexin subjetiva: lamonadologa en la que Leibniz identif ic lo universal como contenido inconsciente de las particularidades sin ventanas. El todo, omnipo ten te, se to m a invisible. En la distincin rousseaun iana de volont genrale y volont de torn est presente ya su divergencia, pero evidentemente en esta distincin todava se da prioridad al universal que seimpone objetivamente, el cual no coincide con la suma de los contenidos de la conciencia subjetiva. Sin lugar a dudas, el miedo al abusoque cometera la teora si tambin ella procediera a la exaltacin totalitaria de lo universal, en la que se acumulan las fuerzas sociales contralo particular, ha contribuido a reducir ciegamente el todo a sus correlatos individuales. La teora del antipsiclogo Max Weber sobre lacomprensin de la accin social tambin fue vctima de esta ofusca-

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    cin. Esta teora se prest completamente afinesapologticos cuando,en pro de la pura objetividad cientfica, se elimin el recuerdo de la objetividad del objeto, de la sociedad misma. As, quienes negaban quehubiera algo que comprender, expulsaron tambin a los infiernos lacomprensin misma. Dado que el mecanismo objetivo de la sociedades imposible de captar adecuadamente en los comportamientos subjetivos aislados, se otorga la mxima objetividad cientfica a lo generalextrado por abstraccin del universo de los comportamientos subjetivos, y la objetividad social misma, que n o slo determina los comportamientos subjetivos, sino tambin los planteamientos cientficos, esdifamada como supersticin. Desde el punto de vista ideolgico, estoofrece la ventaja de poder sustituir la teora crtica de la sociedad poresquemas de ordenacin conceptual, que a su vez no son ms que clasificaciones de datos subjetivos. Pese a la teora material de la conciencia colectiva, cuyo ejemplo ms famoso es la constancia de los ndicesde suicidio; pese a su herencia, si se quiere, hegeliana, el propio Durkheim comparte esta misma tendencia: de forma bastante sorprendente, su mtodo concibe el espritu objetivo de una colectividad comovalor medio y opera estadsticamente. C on lo que, de haber sido consecuente, habra vuelto a quedar encadenado precisamente a esos hechos psicolgicos que l mismo discute en nombre de la primaca delo universal: El conjunto de las creencias y los sentimientos comunesa la media de los miembros de una misma sociedad forma un sistemadeterminado que tiene vida propia; podem os denom inarlo la conciencia colectiva media. Sin duda, su substrato no es un rgano nico; pordefinicin, esta conciencia se extiende de forma difusa en toda la sociedad; no obstante, tampoco carece de caractersticas especficas quela determinan como realidad distinta. En efecto, esta conciencia colectiva es independiente de las condiciones particulares en las que se hallan los individuos; stos pasan, y ella queda... Asimismo, esta conciencia no cambia de generacin en generacin, sino que liga entre s a lasgeneraciones sucesivas. Por tanto, aunque slo se realiza en los individuos, es totalmente distinta de las conciencias particulares. Constituyeeltipopsquico de la sociedad y, al igual que los tipos individuales, tiene sus propias caractersticas, sus condiciones de existencia y su desarrollo especfico, slo que de otro mod o '. Esta cosificacin del espritu colectivo, sin duda totalmente adecuada al objeto estudiado, se co-

    1 mile Durkheim, De la division du travail social, 4. ed., Pars, 1922, pg. 46 [en francs en el texto]. [Trad, esp.: La divisin del trabajo social, Madrid, Akal, 1987.]38

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    rresponde con demasiada exactitud con el mtodo durkheimiano delchosisme como para que no se la pueda considerar asimismo como funcin de ste, como funcin de un mtodo que, pese a todo parti prispo r el gran n m ero , tiene su fund am en to en datos subjetivos aislados.El que la sociedad tienda a cancelar las categoras mediadoras y a imponer por la fuerza la identidad, no libra a la reflexin terica de la pregu nta p or la m edia cin entre los datos y la ley. En el no m inalista Durkheim, el primado de lo universal es casi un milagro. No se le puedenegar el mrito de haber defendido de la socavacin subjetiva queacompaa a la depotenciacin real de los sujetos la objetividad cientfica de lo que Hegel entendi metafsicamente como el espritu delmundo o el espritu de la poca. Pero tambin l condescendi a esemodo de pensamiento para el que la objetividad en s del esprituesto es, de la sociedad y el supuesto ser para s de los individuospermanecen absolutamente . Le faltab a el rgano para captar lareciprocidad existente entre los momentos antagnicos. El conceptodurkheimiano de faits sociaux es totalmente aportico: transforma lanegatividad, la opacidad de la sociedad y su dolorosa extraeza para elindividuo, en este precepto metdico: no debes comprender . Con sumentalidad positivista, Durkheim duplica el mito subsistente, la sociedad como destino. As, la doctrina de los faits sociaux da forma a uncontenido de experiencia. En efecto, en la medida en que el particularno se reconoce en el universal, al individuo le resulta incomprensiblelo que la sociedad le inflige: pero precisamente por esto la ciencia tendra que comprender esta incomprensibilidad, en vez de adoptarlacomo su propio pr incipio. Lo que Durkheim considera como lo especficamente social, la impenetrabilidad de la norma y la inexorabilidadde las sanciones, no constituye criterio metdico alguno, sino que esun aspecto fundamental del objeto que es la sociedad, obstinada manifestacin del antagon ism o. D urkh eim la describe pasivam ente, en lugar de desplegarla a partir de su propio concepto. Por eso es presa dela ideologa. En virtud del instrum ental con cep tual, el en s inm edia todel espritu colectivo se convierte en algo tan sacrosanto como slopudo haberlo sido para los australianos estudiados.

    La ilusin de la que es vctima el nominalismo, el enemigo de lasilusiones, es palpa ble en la insuficiencia de los m to do s cientficos qu epostula para abordar la sociedad contempornea. La crt ica de los mtodos em pricos de investigacin, cuyas pretensiones son cada vez mstotali tarias, no precisa en absoluto comenzar demostrando la superficialidad y la falta de espritu de la actividad investigadora corriente.sta ha de ser medida con su propio rasero. Segn las reglas de juego

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    de los estudios empricos del mercado, la ciencia debe abordar su material sin prejuicios, sin teoras preconcebidas, en definitiva irreflexivamente; debe definir sus conceptos a travs de sus propios instrumentos de investigacin, no a travs de lo investigado, y el pensam iento hade restringir su actividad al registro y clasificacin de datos. Conformea las reglas de la social research, que constituyen un corpus metodolgico cerrado, concebir e indagar los hbitos de consumo con las categoras de una teora como la de Freud, que en el fondo tambin es positivista, es pura metafsica. Sin embargo, de acuerdo con los criterios deprediccin de tales reacciones acordes con el nominalismo, los procedimientos sospechosos de especulacin y tachados de deep stuffhandemostrado ser ms eficaces que la tabula rasa del cientificismo. El concepto ha mostrado ser ms adecuado a la realidad que su supresin,que se interpreta a s misma com o absoluta adecuacin a la res. Los estudios del mercado realizados desde un punto de vista psicoanalticono son menos tcnicos que la investigacin emprica ortodoxa, y aventajan incluso a sta en lo que respecta a la manipulacin de los sujetos,a cuya opinin los empiristas dan trato de rey, de modo parecido acom o las grandes m ultinacionales tratan a los clientes en sus reclamospublicitarios. Pero lo que se pone de manifiesto en las disputas tcnicas vale ante tod o en relacin con aquellas reas del conocimiento queno dependen tan crudamente del afn de lucro. Para la sociologa entanto que ciencia organizada, es anatema tomar com o pun to de partida el poder social efectivo y su espritu objetivo en vez del individuoaislado, pues ese poder no podra determinarse tan perfectamentecomo las opiniones, reacciones y comportamientos de los individuossocializados; sociedad es su palabra favorita en los ndices de trminos prohibidos. Pero, partiendo del universal social, cuya experienciaslo es tabuizada por un mtodo obsesionado por la pureza terica, sepuede alcanzar conclusiones ms razonables y plausibles sobre los individuos que partiendo de la falsa observacin cientfico-natural de losmismos. De este modo, si sta claudica ante la pregunta predilecta, lareferida a los efectos que la televisin produce realmente en los hombres, es porque ningn estudio sobre el efecto de una emisin o de unaserie de emisiones podra descubrir transformaciones mensurables ensus vctimas. Pero hasta al tan valorado common sense debera resultarleevidente que el efecto acumulativo es proporcional a los estmulos.Ciertamente, el primado de lo universal tambin es dialctico. Si enlos hombres no sobrevivieran, procedentes de pocas prem onopo lsticas, muchas cosas que no armonizan perfectamente con la industria delos bienes de consumo y con la industria cultural, y que stas todava40

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    han de tener en cuenta, hace ya tiempo que se habra alcanzado la utopa negativa, sobre la que algunos escritores gustan de ironizar porqueno quieren la positiva. Sin embargo, slo quienes ocultan algn tipode inters pueden ignorar que los efectos subliminales de la comunicacin de masas considerada como sistema, sumados, tienen la mayorinfluencia simplemente la pasin con la que los jvenes se enganchan a los medios de comunicacin de masas permite suponerlo.Quien imagina los efectos de la televisin, encamacin de lo universal,en virtud del poder concentrado en ella cmo moldea realmente alos hombres conforme a lo que los enemigos de la televisin procedentes de la crtica conservadora de la cultura no se cansan de llamarideales, tiene ms sano sentido comn que quien se esfuerzavanamente en calcular los efectos de la totalidad a partir de efectos aislados controlables. No obstante, la sociologa de Durkheim expresa elmom ento de opacidad, el m om ento de necesidad ciega de lo universalen la historia que Hegel expulsa de la filosofa; tal vez el lmite de laconsideracin dialctica de lo universal y lo particular en la historia loconstituya el hecho de que la primaca de lo universal convierte esadialctica en apariencia. El que las leyes sociolgicas generales se asemejen a las de la naturaleza es el argum ento emprico m s poderoso enfavor de la futilidad de lo individual en la historia, que la tradicin deciencias del espritu en Alemania guarda temerosamente como su propiedad. La diferencia entre el mbito de lo singular y lo que recientemente ha recibido el nombre de mbito de lo general, as como eldictado de ste, resulta evidente en la medida en que en el universo social el individuo, el nmero singular, efectivamente no precisa ya serconcebido ms que como elemento estadstico. Siendo esto as, slocabe esperar que, en condiciones sociales y polticas e ndices de poblacin relativamente constantes, que registran tambin la constanciade la presin social, los ndices de suicidio permanezcan tambin constantes, lo que a mediados del siglo XIX impact ya a Kierkegaard. Su indignacin ante las estadsticas de s