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Lectura Orante de la Palabra

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Lectura Orante de la

Palabra

Lectura Orante

de la Palabraen el Encuentro de catequesis Actuar

Valorar/actuar

VIVIR

La Palabra

Leer

¿Qué dice

el texto?

COMPRENDER

La Palabra…

Para descubrir lo

que el Señor nos

Enseñarnos por su

Palabra.

Meditar

¿Qué me/nos

dice el Señor

con su Palabra?

ACTUALIZAR

La palabra

Para iluminar la

vida, conocer su

Sentido (discípulos).

Fortalecidos por

la esperanza.

Orar/

contemplar

Qué quiero decirle al

Señor/Hago silencio

para escuchar su voz

DIALOGAR

La Palabra

Para dialogar con

Dios y celebrar

nuestra fe en la

familia y la

comunidad

Para conducir la

vida (practicar)

según los

criterios de Dios

(conversión). Donde

está tu tesoro, allí está

tu corazón

Los 4 pasos de la Lectio Divina

Contemplar

LeerMeditar

Orar1

23

4

El mensaje

de Dios…

interpela

la vida…

suscita la

oración…

Inspira la vida

en la Palabra

y nos invita a

la conversión

Leer1

¿Qué dice el texto?Nos preguntamos

Comprender la PalabraPara

Descubrir lo que Jesús

quiere enseñarnos

por su Palabra

Y poder

Es necesario escuchar con atención y tomar conciencia de

que escuchamos a alguien: la persona viva que habla es

Dios mismo.

Debemos leer y releer atentamente, hasta que hayamos

entendido bien todo su contenido. Se trata de poner de

relieve lo más importante: el contexto, los personajes, el

ambiente, los sentimientos, las imágenes, los símbolos, los

verbos, los paralelos, el mensaje central... Su objetivo es

orientar hacia la interiorización de la Palabra, captar las

ideas principales, profundizar, sentir y apropiarse del

texto.

1

Meditar2

¿Qué me/nos dice el Señor

con su Palabra?

Nos preguntamos

Actualizar la PalabraPara

Iluminar nuestra vida

con la Palabra

Y poder

La meditación busca actualizar el texto e insertarlo en el horizonte

personal, en mi vida concreta. Qué me dice “A mí, hoy, aquí y ahora

esta Palabra…”.

Meditar es rumiar la Palabra intentando hacerla entrar poco a poco

dentro de nosotros y confrontar el texto con nuestra vida,

reconociendo las actitudes y los sentimientos que la Palabra de Dios

nos transmite. ¿Con qué personaje(s) me identifico? ¿Cuáles son las

actitudes de los personajes del texto? Si es un Evangelio: ¿cuáles son

las actitudes de Jesús?, ¿por qué es importante para mí la idea y el

valor fundamental del texto?, ¿cómo me interpela?, ¿qué me sugiere

en mi relación con Dios y con los demás?

2

Orar3

¿Qué quiero decirle al Señor

después de haber

escuchado su Palabra?

Nos preguntamos

Dialogar la PalabraPara

Expresar lo que la Palabra

de Dios me ha provocado

Y poder

La oración es el fruto de lo que provoca en nosotros la

Palabra escuchada y meditada.

La Palabra, convertida en oración, se vuelve motivo de

alabanza, de agradecimiento, de súplica, de

arrepentimiento, de bendición, de celebración, pues todo se

funde en un diálogo profundo con Dios. Orar es buscar la

voluntad de Dios y realizarla con amor, con generosidad y

alegría. La oración se hace solidaria cuando se reza por la

familia y los amigos, por los más necesitados y los que más

sufren.

3

Contemplar4

¿Qué inspira en mi vida

la Palabra?

Nos preguntamos

Admirar el misterio de Dios-Padre,

el de Jesús-Amigo

y el del Espíritu-Amor.

Para

Mirar la vida desde la Palabra

y convertirse

Y poder

Cuando se ora y se ama mucho, las palabras llegan casi a

sobrar. La contemplación es el fruto que se experimenta después

de haber orado la Palabra. Esa presencia del Señor suscita

estupor y conversión, otorga paz, descanso y una fe serena. Nos

regala una nueva mirada de la realidad: comenzamos a mirar

con ojos de admiración y gratitud, de alegría y de esperanza,

gozando del misterio de Dios-Padre, de Jesús-Amigo y del

Espíritu-Amor.

Esta actitud contemplativa nos sumerge en los acontecimientos de

la vida cotidiana para descubrir y saborear en ellos la presencia

bondadosa, activa y creativa de la Palabra de Dios.

4

Lectio Encuentro 18:

“Jesús nos invita a recibir el perdón”.

Jesús dijo: “Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su

padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y el padre

les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo

que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida

inmoral.

Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país,

y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los

habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él

hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos,

pero nadie se las daba.

+ Parábola de los dos hermanos y del Padre misericordioso (Lucas 15,11-32):

Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de

mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí

muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa

de mi padre y le diré: Padre, peque contra el Cielo y

contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo,

trátame como a uno de tus jornaleros”. Entonces

partió y volvió a la casa de su padre.

Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se

conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó

y lo besó. El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y

contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo.” Pero el padre

dijo a sus servidores: “Traigan enseguida la mejor ropa y

vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los

pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y

festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la

vida, estaba perdido y fue encontrado.

Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de

la casa, Oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a

uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. Él le respondió: “Tu

hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo

ha recobrado sano y salvo.”

Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él

le respondió: “Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni

una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con

mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado

tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”

Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es

tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque este hermano tuyo estaba

muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”.

Leer1

• ¿Qué te llama la atención del relato que hemos

leído?

• ¿Por qué el hijo decide regresar?

• ¿Cuál es la actitud del Padre cuando el hijo llega a

casa?

• ¿Cuál es la actitud del hermano mayor?

Para profundizar:

Lejos de la casa del padre y en una tierra extraña, las condiciones se vuelven

adversas. El hijo menor, que había abusado de su derecho al pedir a su padre repartir

la herencia, ahora tiene que ajustarse a las condiciones que le impone un desconocido

en un país extranjero. Como él, todos hemos experimentado que la existencia se hace

más difícil cuando rompemos la amistad con Dios.

El hijo menor se da cuenta que él ha pecado. El mismo ha desordenado y arruinado su

vida. Eso es el pecado: romper nuestra propia vida, romper el proyecto de Dios para

con nosotros y romper la relación con el hermano.

Consciente de su pecado, no se deja hundir por la desesperación, sino que toma la

única decisión lúcida: «levantándose, volvió a su padre».

Cuando vuelve a casa, con el amargo sabor de la derrota y la conciencia de pecado,

dice el Evangelio, que al padre se «le conmovieron las entrañas». Recoge de nuevo en

su regazo al hijo perdido. «Lo vio de lejos, salió corriendo se le echó al cuello, lo

cubrió de besos». Él toma la iniciativa y vuelve a introducir en sus entrañas de padre al

hijo que se fue.

Le vuelve a otorgar la categoría correspondiente en el seno de la familia: el

traje, los vestidos, el anillo, las sandalias describen como el padre restituye a su

hijo la dignidad perdida.

Le besa como padre y como amigo. No aplica con el hijo ningún tipo de justicia

basado en modelos humanos, pues si así hubiese sido el hijo no tendría derecho a

nada de los bienes familiares, y tendría que tratarlo como un jornalero más. En

cambio, cuando regresa, el padre no le pide razones de su comportamiento, ni le

reprocha su traición, sino que lo acoge como hijo.

El hermano mayor siguió trabajando en el campo, mientras su hermano

desperdiciaba la parte de su herencia. Durante largos años sirvió a su padre sin

desobedecer una sola orden, pero nunca disfrutó de un cabrito para celebrar con

los amigos. Ha vivido una existencia triste y cerrada a la bondad del padre.

Siente ira por la actitud de su hermano. No puede entender que el padre lo acoja

con un amor tan intenso. Se niega a entrar en la casa para participar de la fiesta.

También se niega a dejarse amar por su padre. El padre le dice: ¡tú siempre estás

conmigo y todo lo mío es tuyo! No dejarse querer por el padre, por Dios, es

también una manera de huir de la casa paterna, de echar a perder el amor que

Dios nos da.

Meditar2

• ¿Con cuál de los personajes de la parábola

te identificas? ¿Por qué?

• ¿Qué imagen de Dios descubres para tu

vida?

• ¿Cómo podrías prepararte para recibir el

abrazo de su perdón en el sacramento de la

reconciliación?

Los frutos

de la Lectio

Lectio Compartida: El diálogo puedeser compartido en comunidad através de un eco personal, que seexpresa en primera persona y querespeta el valor de la historia deDios con cada persona.

De la Contemplación a la Acción: Desde la gratuidad de Dios quesale a mi encuentro con su Palabra, surge naturalmente el deseo deresponder con la propia vida, de asumir las actitudes de Jesús, deamar como Él, de acoger, de servir, de asumir su proyecto…

Lectio y Vida Sacramental: LaPalabra meditada se prolongaen la Eucaristía, estimula laReconciliación e impulsa lavocación del bautizado y delconfirmado, animando lavocación específica.

La Virgen María “que conservaba todosestos recuerdos y los meditaba en su corazón”(Lc 2,19), nos enseña el primado de laescucha de la Palabra…

En Ella la Palabra de Dios se encuentra deverdad en su casa, de donde sale y entra connaturalidad. Ella habla y piensa con laPalabra de Dios; la Palabra de Dios se lehace su Palabra, y su Palabra nace de laPalabra de Dios.

Estando íntimamente unida a la Palabra deDios, Ella puede llegar a ser madre de laPalabra encarnada. (Cf. DA 271).

«Si se promueve la práctica de la Lectio Divina

con eficacia, estoy convencido de que producirá

una nueva primavera espiritual en la Iglesia…

Es algo que tiene que tener en cuenta cada

cristiano y aplicarse a sí mismo: sólo quien

escucha la Palabra puede convertirse después en

discípulo misionero».

(Papa Benedicto XVI, Mensaje del 16 de septiembre de 2005)