lec 8 - el hombre de romanos 7

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EL HOMBRE DE ROMANOS 7 ón 8 para el 21 de agosto de 2010

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EL HOMBRE DE

ROMANOS 7

Lección 8 para el 21 de agosto de 2010

Los judíos convertidos seguían pensando que era necesario guardar la ley (tanto moral como ceremonial) para poder salvarse y enseñaban esta doctrina en las distintas iglesias.

Para Pablo, el viejo hombre (del creyente judío) es aquel que se empeña en ganar la salvación a través de la estricta observancia de la ley. El nuevo hombre es aquel que acepta el sacrificio de Cristo como el medio de salvación.

Él quería impedir que el concepto de la salvación a través de la ley fuese aceptado por los gentiles romanos.

Leer Romanos 7: 1-6Para poder comprender mejor la comparación que hace aquí Pablo, debemos recordar el propósito general de Pablo al escribir su carta a los romanos.

El marido es la ley, es decir, nuestro viejo hombre que intenta salvarse obedeciendo la letra de la ley. Mientras estemos casados con la ley estamos sometidos a sus exigencias.

Cuando somos crucificados (morimos) con Cristo, muere la vieja naturaleza pecaminosa y somos liberados de la condenación y del dominio del pecado y de la ley.

Al unirse con el Salvador resucitado, los creyentes renacen del Espíritu Santo y viven bajo su influencia, de modo que, de allí en adelante, el creyente ya no sirve a Dios movido por el sentimiento de un yugo legal y por temor, sino en un nuevo espíritu de libertad y de amor.

El "viejo hombre" es el primer marido. La crucifixión del "viejo hombre" (cap. 6: 6) es la muerte del marido. La resurrección a una nueva vida (cap. 6: 5, 11) es el nuevo casamiento. En cada caso, el resultado final es llevar fruto para Dios; el fruto de una vida reformada.

Leer Romanos 7: 7-11La ley no es pecado. El pecado

está en el hombre y la ley lo muestra.

Pablo, como fariseo bien versado que vivía de acuerdo con la secta más estricta de su religión, con intensos, aunque inútiles esfuerzos, y mediante una observancia externa, había tratado de cumplir con las exigencias de una ley santa que escudriña el corazón. Pero la serenidad y el amor perdonador que manifestó Esteban durante su martirio conmovieron hasta lo profundo la mente de Pablo, e hicieron que su conciencia comprendiera que la obediencia a la ley era algo que iba más allá de la letra.

Cuando Pablo llegó a comprender la naturaleza espiritual de la ley, el nuevo conocimiento sólo sirvió para acusarlo como transgresor y despertar en él toda clase de malos deseos (vers. 8). Pablo se convirtió entonces en un pecador plenamente consciente, persiguiendo y matando a los cristianos, y descubrió que no tenía esperanza de vida.

La función permanente de los mandamientos es revelar la norma de justicia, convencer de pecado y mostrar la necesidad de un Salvador. Si no hubiera ley para convencer de pecado, el Evangelio sería impotente, pues a menos que el pecador esté convencido de su pecado, no sentirá la necesidad de arrepentirse y de tener fe en Cristo.

Leer Romanos 7: 12-14

La ley de Dios, como revelación del carácter de su Autor y expresión de su pensamiento y voluntad, fue para nuestro beneficio y es santa, justa y buena.

Obedecerla sólo está al alcance de los que son espirituales y tienen los frutos del Espíritu.

Mientras vivamos según la carne, estamos vendidos al pecado.Los hombres más santos son carnales en comparación con la espiritualidad de la ley.

“No entiendo el resultado de mis acciones, pues no hago [practico] lo que quiero, y en cambio aquello que odio es precisamente lo que hago [lo que termino haciendo]” (Romanos, 7: 15 DHH)

E.G.W. (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pg. 538-539)

“Cuando el cristiano ve que esos antiguos deseos y sentimientos -que él desaprueba y odia- intentan día tras día recuperar su poder sobre él, lucha contra su influencia y anhela ser llenado con todos los frutos del Espíritu de Dios; pero entonces descubre que ni por sí mismo ni por la ayuda de la ley puede lograr su liberación de lo que odia, ni puede tener éxito en alcanzar lo que aprueba y desea hacer. Cada noche es testigo de su penitente confesión de su impotencia y de su anhelante deseo de recibir ayuda de lo alto” (CBA, sobre Romanos, 7: 15)

“Cuando el cristiano ve que esos antiguos deseos y sentimientos -que él desaprueba y odia- intentan día tras día recuperar su poder sobre él, lucha contra su influencia y anhela ser llenado con todos los frutos del Espíritu de Dios; pero entonces descubre que ni por sí mismo ni por la ayuda de la ley puede lograr su liberación de lo que odia, ni puede tener éxito en alcanzar lo que aprueba y desea hacer. Cada noche es testigo de su penitente confesión de su impotencia y de su anhelante deseo de recibir ayuda de lo alto” (CBA, sobre Romanos, 7: 15)

“Cada día se necesita hacer esfuerzos renovados para refrenar al yo y negarlo. Cada día hay nuevas batallas que pelear y victorias que ganar. Cada día el alma debe ejercitarse en fervientes súplicas ante Dios por las grandes victorias de la cruz”

“Cada día se necesita hacer esfuerzos renovados para refrenar al yo y negarlo. Cada día hay nuevas batallas que pelear y victorias que ganar. Cada día el alma debe ejercitarse en fervientes súplicas ante Dios por las grandes victorias de la cruz”

Leer Romanos 7: 16-20

“He aquí una obra que el hombre puede hacer. Debe mirarse en el espejo, la santa ley de Dios, descubrir los defectos de su carácter moral y abandonar sus pecados, lavando la vestidura de su carácter en la sangre del Cordero. La envidia, el orgullo, la malicia, el engaño, la contienda y el crimen serán limpiados del corazón que recibe el amor de Cristo y que alberga la esperanza de ser transformado a su semejanza cuando lo vea tal como él es. La religión de Cristo refina y dignifica a su poseedor, no importa qué relaciones haya tenido en la vida y por qué circunstancias haya pasado. Los hombres que llegan a ser cristianos poseedores de gran luz se levantan por encima del nivel de sus caracteres antiguos hasta alcanzar una mayor fortaleza mental y moral. Los que han caído en el pecado y el crimen y han sido degradados por ellos, gracias a los méritos del Salvador pueden ser exaltados a una posición muy poco menor que la de los ángeles”

“He aquí una obra que el hombre puede hacer. Debe mirarse en el espejo, la santa ley de Dios, descubrir los defectos de su carácter moral y abandonar sus pecados, lavando la vestidura de su carácter en la sangre del Cordero. La envidia, el orgullo, la malicia, el engaño, la contienda y el crimen serán limpiados del corazón que recibe el amor de Cristo y que alberga la esperanza de ser transformado a su semejanza cuando lo vea tal como él es. La religión de Cristo refina y dignifica a su poseedor, no importa qué relaciones haya tenido en la vida y por qué circunstancias haya pasado. Los hombres que llegan a ser cristianos poseedores de gran luz se levantan por encima del nivel de sus caracteres antiguos hasta alcanzar una mayor fortaleza mental y moral. Los que han caído en el pecado y el crimen y han sido degradados por ellos, gracias a los méritos del Salvador pueden ser exaltados a una posición muy poco menor que la de los ángeles”

E.G.W. (La maravillosa gracia de Dios, pg. 232)

¿Qué puede hacer el hombre ante esta lucha que existe dentro de él?

Leer Romanos 7: 21-25

Esta lucha entre las dos leyes interiores es una pelea a muerte

LA LEY EN MI MENTE LA LEY EN MIS MIEMBROS

El conocimiento de la voluntad de Dios revelada al hombre

Es la ley de Dios comprendida y aceptada por mi mente

Me conduce a Jesucristo, el cual me libera del pecado

La fuerza maligna que crea problemas en mi vida

Se aprovecha de cada impulso carnal

Me hace esclavo del pecado

“Este es el punto culminante hacia el cual se ha dirigido el razonamiento de Pablo en este capítulo. No es suficiente estar convencido de la excelencia de la ley ni reconocer la sabiduría y justicia de sus requerimientos, ni tampoco es suficiente asentir que son buenos sus preceptos o aun deleitarse en ellos. Ninguna cantidad de intenso esfuerzo de obediencia servirá para superar la ley del pecado en los miembros, a menos que el pecador rebelde se entregue a Cristo por fe. Entonces la entrega a una Persona ocupará el lugar de la obediencia legalista a una ley. Y como se trata de una entrega a una Persona tiernamente amada, se la siente como una libertad perfecta”

“Este es el punto culminante hacia el cual se ha dirigido el razonamiento de Pablo en este capítulo. No es suficiente estar convencido de la excelencia de la ley ni reconocer la sabiduría y justicia de sus requerimientos, ni tampoco es suficiente asentir que son buenos sus preceptos o aun deleitarse en ellos. Ninguna cantidad de intenso esfuerzo de obediencia servirá para superar la ley del pecado en los miembros, a menos que el pecador rebelde se entregue a Cristo por fe. Entonces la entrega a una Persona ocupará el lugar de la obediencia legalista a una ley. Y como se trata de una entrega a una Persona tiernamente amada, se la siente como una libertad perfecta”

Comentario Bíblico Adventista, sobre Romanos, 7: 25Comentario Bíblico Adventista, sobre Romanos, 7: 25

“¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro”(Romanos, 7: 24-25)

“¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro”(Romanos, 7: 24-25)