lavarse las manos. la clave para prevenir infecciones

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LAVARSE LAS MANOS. La clave para prevenir infecciones transmisibles.

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LAVARSE LAS MANOS.La clave para prevenir infecciones transmisibles.

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El lavado de las manos, continúa siendo un tema pendiente

tanto en los ambientes domésticos como en los servicios de

salud a nivel mundial. Pocas veces el agua ha sido tan acer-

tadamente llamada fuente de vida como cuando se la asocia

al jabón. Pero la simpleza de la idea y su consolidación actual

no tuvo un comienzo fácil. Quien primero se dio cuenta de su

importancia fue un médico de Budapest, Ignac Philipp Sem-

melweis (1818-1865).

Semmelweis, médico obstetra nacido en Hungría, recibió su tí-

tulo en 1844 y ejerció en el Hospital Universitario Allgemeine

Krankenhaus de Viena, como asistente del Prof. Johann Klein,

quien estaba a cargo de la Primera Clínica Obstétrica de ese

hospital.

El hospital disponía de dos Clínicas de maternidad, una dirigi-

da por el Prof. Johann Klein y otra, idéntica, atendida por par-

teras bajo la dirección del Prof. Bartch.

Trabajando allí, Semmelweis rápidamente se dio cuenta que la

mortalidad materna por fiebre puerperal o “fiebre de la cama

del niño”, era alrededor de siete veces más alta en la Clínica

del Prof. Klein que en la atendida por parteras. En toda Viena

era conocido el riesgo de muerte que suponía ingresar en el

pabellón del Prof. Klein, hasta el punto que algunas mujeres

suplicaban ser admitidas en el pabellón del Prof. Bartch.

Tratando de encontrar la causa de la diferencia de mortali-

dad, Semmelweis comenzó un prolijo estudio epidemiológico

caso-control (sorprendente para la época) y revisó la mortali-

dad por fiebre puerperal en la institución, desde 1841 hasta

1846, comparando ambas clínicas. La diferencia más notable

que encontró, radicaba en que en la clínica comandada por el

Dr. Klein, los partos eran asistidos por médicos y estudiantes

de medicina; mientras que en la segunda Clínica eran atendi-

dos por matronas. Otra diferencia fue que tanto médicos como

estudiantes de medicina realizaban autopsias, mientras que

las matronas no lo hacían. Cuando analizó las estadísticas de

mortalidad constató que entre los años 1841-1846 la morta-

lidad en la Clínica 1 (dirigida por Klein) era del 13-17% mien-

tras que en la 2 (dirigida por Bartch) se encontraba en torno

al 1.5%.

Semmelweiss no tuvo en sus manos la respuesta definitiva

hasta que falleció el doctor Jacob Kolletschka (1803-1847),

profesor de medicina legal, al infectarse accidentalmente con

un escalpelo en un dedo mientras realizaba una autopsia. La

sintomatología que presentó hasta su muerte fue la misma

que tenían las parturientas y los hallazgos de la autopsia fue-

ron similares a las encontradas en las madres y en sus hijos

víctimas de la fiebre puerperal.

Entonces, el Dr. Semmelweis supuso que aquellos que esta-

ban en contacto con cadáveres transportaban en sus manos

“algo”, una “substancia cadavérica” que enfermaba a las par-

turientas. Por aquel entonces todavía no estaba demostrado

que los gérmenes causaban infecciones, eran tiempos ante-

riores a Lyster y a Pasteur. De inmediato comenzó un ensayo

clínico, ordenando que todos los médicos y estudiantes que

asistieran partos en la primera clínica, además del lavado de

manos con agua y jabón, las sumergieran en una solución de

hipoclorito de calcio antes de atender a las parturientas.

Con esa medida, en pocos meses las tasas de mortalidad debi-

da a fiebre puerperal habían caído a los niveles de la segunda

Clínica de Obstetricia. Al agregar a su estudio el lavado con

hipoclorito del instrumental utilizado en los partos en ambas

Clínicas, la mortalidad se redujo casi a cero en todo el hospital.

A pesar de los resultados obtenidos, el Prof. Johann Klein no

aceptó las conclusiones de Semmelweis, ya que pensaba que

la diferencia era debida a la mejor ventilación de la Segunda

Clínica (de acuerdo con la “teoría miasmática” de la enferme-

dad, de moda por aquellos días) y no a las “sustancias cadavé-

ricas”. Por otra parte, consideraba “ofensivo” el suponer que

los médicos eran responsables de la enfermedad de mujeres

parturientas, desacreditando al investigador y las conclusio-

nes del estudio.

Lamentablemente, cuando el contrato del Dr. Semmelweis es-

taba a punto de terminar solicitó una prórroga, pero el Dr. Carl

Braun obtuvo el nombramiento; por lo que tuvo que dejar la

clínica en marzo de 1849, aunque irónicamente a los dos o

tres años cambió el equipo directivo del hospital y la antisep-

sia de Semmelweis se impuso.

La reacción de Semmelweis ante el no reconocimiento de sus

hallazgos y las críticas de sus colegas, lo hicieron retornar a

Hungría; allí se encontró con un panorama semejante. Tras tra-

bajar en un hospital menor, pobre y deprimido, la situación

fue minando poco a poco su voluntad y salud, terminando sus

días en una institución mental víctima de una profunda de-

presión sin haber sido examinado por ningún psiquiatra (de

LAVARSE LAS MANOS.La clave para prevenir infecciones transmisibles.

LOS MICROORGANISMOS MULTIRRESISTENTES ACECHAN A MÉDICOS Y PACIENTES. UN ACTO TAN SIMPLE COMO EL CORRECTO

LAVADO DE MANOS PUEDE EVITAR MILES DE INFECCIONES ASOCIADAS AL CUIDADO DE LA SALUD.

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hecho su internación fue pedida por un pediatra y un cirujano).

En 1879 el propio Louis Pasteur reconoció el mérito de Sem-

melweis, en una reunión de la Academia de Ciencias de París

mientras un expositor hablaba de posibles causas de la fiebre

puerperal, Pasteur lo interrumpió diciendo: “nada de eso expli-

ca la fiebre puerperal: son la enfermera y el médico que llevan

microbios de una persona infectada a otra sana”.

LA SENCILLA TAREA DEL LAVADO DE MANOSAún hoy en el siglo XXI, la infección en el contexto hospitalario

sigue siendo una importantísima causa de morbimortalidad y la

prolija higiene de manos sigue siendo el factor individual más

relevante y costo efectivo en su control.

Las tasas de cumplimiento del lavado de manos son bajas,

conseguir incrementar la adherencia a esta técnica debería ser

una de la metas educativas no solo de los profesionales médi-

cos, sino de la población en general.

El lavado de las manos como profilaxis ha sido reconocido por

el CDC (Centro de Control de Enfermedades) como la medida

más sencilla e importante para reducir el riesgo de transmitir

microorganismos de trabajadores de la salud a pacientes y vi-

ceversa.

Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) in-

forma que miles de personas mueren diariamente en todo

el mundo a causa de infecciones contraídas mientas reciben

atención médica. Este organismo aportar directrices, basadas

en fundamentos científicos, para la mejora de la higiene de

manos en la atención sanitaria e implementó el 5 de Mayo del

2009 como el Día Mundial de la Higiene de Manos, coinci-

diendo con el lanzamiento del Reto Mundial para la Seguridad

del Paciente bajo el lema “Salvar vidas está en tus manos”.

Esta organización fomenta la difusión de “los 5 momentos

para la higiene de manos” empleando la regla mnemotécnica

5-5-5 (el día 5, del mes 5 y los 5 momentos para el lavado de

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA • Best, M.; Neuhauser, D. Ignac Semmelweis and the birth of infec-

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poster_es.pdf. Accedido 02/05/2019.

• https://cultura.hu/aktualis/semmelweis-ignac-eletmuvenek-titkai/.

Accedido 02/05/2019.

manos).

Los estudios de Semmelweis constituyen la primera evidencia

documentada y clara del beneficio que reporta el lavado de

las manos en el control de las enfermedades infecciosas, vi-

gente hasta la actualidad.

El Día Mundial del Lavado de Manos es una oportunidad para

consolidar este beneficioso hábito.

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* Adaptado tweet IDSA (Infectius Diseases of America)

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