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     Las sombras de nocturna

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     Las sombras de nocturna

     Las sombras de nocturna La vida es efímera, como una tenue luz que ilumina un abismo de infinita oscuridad, y

    basta un simple resoplido para extinguirla y dejar todo en tinieblas. (Nocturna…)

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     Las sombras de nocturna

    El comenzó de la primavera en las lejanas tierras del sur de Alemania, los primeros brotes

    comienzan a deslizan suavemente entre las ramas de los árboles sobresaliendo tímidamente de

    entre la nieve, al mismo tiempo, pero lentamente se apoderan del paisaje un olor a césped moja-

    do.

    Las fragancias delicadas despedidas por las flores recién abiertas en las cercanías, el catar delas aves, la interpretación armónica de los grillos y el viento cálido proveniente del este; hacenoficial la llegada de la primavera. Todo aquello era un deleite a los sentidos conocidos, en espe-cial para mí, ya que desde la pequeña buhardilla de mi hogar se alcanzaba a ver una gran porciónde tan magnifico panorama.

    Para ser exacta, el lugar a que yo llamo hogar, era un gran castillo, con murallas más altas quecualquier árbol de las cercanías, jardines enormes en donde yacían frondosos rosales multicolo-res, pasillos extensos que de izquierda a derecha donde se hayan habitaciones espaciosas ador-nadas de acuerdo a la época, y fue en uno de ellos donde mi madre me trajo al mundo años atrás,cerca de una chimenea que iluminaba débilmente la habitación, pero aun así desprendía calidezsuficiente para ambas durante el invierno.

    Todo transcurre igual dentro del castillo de Schweingen, y de igual modo ya han pasadotres años desde el anuncio oficial de mi rey. A pesar de su avanzada edad continua gobernandola región sin tomar en cuenta las sugerencia de sus allegados y familiares, argumentando que nodejaría el trono a menos que su hijo mayor Sirius dejara de ser el hombre arrogante y soberbioante el pueblo o que Marcos, de tan solo 13 años de edad llegara a la madurez suficiente paracederle el trono.

    Sus concejales no ponían objeción alguna antes sus palabras; ya que al igual que yo preferíanser gobernados por una persona justa como el, y no por su hijo mayor Sirius, que al parecer aeste no le agradaba tal idea, se notaba en su mirada que haría lo que fuese necesario para ocuparla posición de su padre incluyendo si era necesario ensuciarse sus manos el mismo.

    Yo no me preocupaba mucho por esas cuestiones, no eran parte a aquel círculo familiar ycomo de costumbre solo me enfocaba a mi trabajo dentro del castillo sin opinar nada en lo que nofuese invitada.

    De todas formas tenía otras cosas en que pensar, ya que tenía la madures suficiente para haceruna familia y también me volví la favorita del joven amo Marco, que ya era todo un hombre, losuficiente para ceder al trono que le correspondía. Tan solo pensar en el me hacía sentir conforta-

     ble de alguna manera extraña, sentía una paz indescriptible, escuchar su voz dulce helaba mipiel, mi fino cabellos se erizaban y mis sentidos se agudizaban, sí, eso era lo que sentía todo miser cerca de él y se potencializaban en sus aposentos cada noche, al sentir sus dedos largos ydelgados sobre mi melena oscura acariciando cada parte de mi cuerpo mientras recitaba pala-

     bras dulces que no podía entender con claridad. Pero las entendía inmediatamente en el mo-mento en que nuestras miradas se encontraban, decía lo mucho que él me apreciaba como com-pañera de confianza y yo simplemente me entregaba sin oponer resistencia alguna antes susavilés carisias hasta quedar dormida entre sus brazos, el recordar con nítida claridad el iris desus ojos marrones, su sonrisa con aquellos labios carnosos con un ligero color melón me dis-traían de todos mis deberes por momentos. Al volver a la realidad me sorprendía de tan vergon-zosos pensamientos.

    La noche ha llegado cubriendo totalmente el castillo con su abrigado manto y como de cos-tumbre me dirijo a los aposentos del joven amo, la entrada de la habitación era dos veces la esta-tura de un hombre y fabricada puramente de roble con adornos tallados haciendo alusión a laescena de un bosque lleno de vida, dentro yacía una chimenea que iluminaba tenuemente elrecinto, a la izquierda enormes ventanales cubiertas por largas y espesas telas de color azul pro-fundo, y de ultimo la cama con al menos siete almohadas enormes y sabanas de seda.

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    - Ven mi pequeño pedazo de cielo – lo decía aquel joven sobre la cama indicándome con eldedo anular, no perdí tiempo en llegar a su lado, en un fugaz movimiento me acomodeentre dos enormes almohadas a su derecha. – Hoy he visto a mi padre – sus palabras salie-ron de la nada en un tono triste, sorprendiéndome, mientras acariciaba el mentón de mirostro – sabes, creo que el día de su despedida está cerca, y me temo que pronto tendréuna gran carga sobre mis hombros.

    Aquello último, lo decía sin motivación alguna reflejando la tristeza que yacía en su corazón,solo me limite a aliviarlo con un beso en su suave mejilla y unos cuantos mimos de mi parte, enrespuesta Marco coloco su mano en mi espalda y me dedico una sonrisa llena de felicidad, comosi todo aquello se hubiese desvanecido y abandonado su mente y corazón.

    - Hablando de otra cosa querida, mañana al medio día me dispongo a visitar al párroco dela iglesia, me preguntaba si quisieras acompañarme – mientras se recostaba por completoy apoyando su cabeza en uno de sus brazos.

    No fue sus palabras la que ilumino mis ojos verdes, sino su expresión picarona y a la vez in-fantil; sería la primera vez que yo saldría del castillo para conocer lo que se encontraba más allá

    de sus muros protectores y Marco no tardó mucho en percatarse de mi estado de ánimo, sonrien-do con un gesto triunfador.

    Entonces es un hecho, saldremos mañana – colocando sus manos en mi torso para atraermemás a su pecho, con sus típicos abrazos melosos e infantiles, que tanto amaba recibir.

    ***

    Al amanecer estaba dispuesta a salir de entre las sabanas, pero sino antes ver al joven amo conel pelo encantadoramente revuelto con pliegues muy divertidos en el borde de su boca, unalínea casi imperceptible de saliva al costado de sus labios, y su expresión adormilada. Aunque yo

    no debía burlarme, ya que yo no era la acepción, pues mi pelo era más abundante y esponjosodaba la impresión de ser un león súper feroz. Con movimientos torpes salí como pude de laacolchonada cama, en cuanto la planta de mis pies tocaran el suelo desperté completamente demi soñolencia, estire mi delgado y menudo cuerpo en dirección a la puerta; a la mitad del trayec-to gire levemente la cabeza para poder enfocar al joven amo, que aun debatía en levantase, dejeesa escena atrás y me dirijo a la cocina.

    En cuanto emprendí el recorrido por los largos pasillo de piedra esculpida, escaleras en espi-ral y más pasillos de izquierda, derecha, en frente y de tras; llegue a la pequeña puerta de la casi-na, un poco exhausta y sumamente acalorada. Sin más di un leve empujón a la puerta ocasionan-do que la madera crujiese. Una vez dentro me encontré como de costumbre a la abuelita Mabel,

    ella era una mujer mayor de piel albina con ligeros toques rosados en los pómulos y en la puntade su fina naricilla, sus arugas cubrían la mayor parte de su rostro y manos mostrando su avan-zada edad, su pelo de forma ondulante de color cenizo con ligeros toques de dorado aun existen-tes, adornaban su cabeza y sus ojos almendra con destellos amarillos eran lo que más resaltabaen ella. Podría decirse que en su juventud Mabel fue una joya en bruto.

    Permanecí inmóvil recuperando el aliento mientras observaba como la abuelita Mabel reali-zaba las laborares matutinas con su característica agilidad y gracia de colibrí. Me coloque a unlado de ella y con un delicado tirón de su vestido, haciendo que se percatara de la linda intrusade ojos verdes.

    - Buenos días mi bella jovencita – lo decía embozando una sonrisa maternal, por mi parte,me limite responderle a mi manea acostumbrada – ya sé lo que necesitas, espera en segui-da te daré el desayuno – dio media vuelta en dirección a uno de los estantes donde yacíanlos platos.

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    En cuanto un gran plato de sopa estuvo a mi merced lo devore con rapidez sin perder losmodales en el proceso, Mabel por su lado se sentó cerca de donde me encontraba, observándomecon esos ojos de halcón.

    - Mi bella jovencita hoy estas muy animosa. ¿Qué es lo que te ha ocurrido? – mostrandouna sonrisa de par en par en aquel arrugado rostro.

    Ahora que lo pienso, Mabel era una persona perspicaz que el hecho de ocultarle algo erasumamente imposible, y lo era aún más si mi rostro se lo decía a gritos, en un intento de eludir lapregunta desvié la mirada provocándole a mi interrogadora asombro; ya que aquella bondado-sa mujer me apreciaba como una niña a la cual cuidar.

    - No importa jovencita – el tono de su voz dejo de ser alegra y paso a ser apagado, junto consonrisa menos visible en su rostro.

    Después de toda esa escena en la cocina, Mabel retomo sus actividades y por mi parte medirigí a ser mis acostumbradas labores.

    Llegado en medio día, emprendí una carrera a todo lo que daban mis pequeñas y delgadaspiernas, para llegar a la entrada donde Marco yacía esperándome. Con la agitación a mil porhora dentro de mi pecho, llege en tiempo récor a mi destino.

    - Creía que no vendrías – caminando en dirección a donde me encontraba para tomándo-me entre sus brazos.

    Sin aflojas su agarre de mi cintura me condujo directo a donde se hallaba nuestro trasporteequino nos esperaba. Se trataba de un magnifico semental cobrizo sumamente joven que oscila-

     ba entre uno o dos años. Proseguimos a subirnos en él y emprender la marcha.

    Levante ligeramente la vista para ver como aquellas enormes y gruesas puertas de madera se

    abrían para dar aseso a un camino de terracería rodeado de frondosos árboles, arbustos y lossonidos animales. Fuera y con tantas cosas nuevas, no podía controlar mi curiosidad, dirigía miatención a todo movimiento o sonido desconocido, fue así como me comporte todo el camino sinprestarle atención al joven amo. El sol cambio su posición en el cielo y por fin salimos del bosque,dando paso a otro paisaje de enormes campos llenos de cultivos, chozas diminutas hechas depalos y paja, y conforme fuimos avanzando las chozas fueron cambiando en aspecto pero no asíen material.

    Las miradas de los aldeanos me ponían nerviosa en especial de los hombre, ya que cuandoposaban su mirada en mí no perdían tiempo en susurrase unos a otros, las de las mujeres era aúnpeor, no dejaban de observar a joven amo con ojos de animalito indefenso como si él fuese a reco-gerlas e ignorándome por completo, eso me ponía furiosa y mi cuerpo solo reaccionaba en res-puesta apegándome más y más a Marco, lanzando un mensaje indirecto a todas ellas.

    El caballo de detuvo bruscamente, dirigiendo mi completa atención a una construcción untanto diferente, más amplia que las anteriores y construida de piedra y madera. Marco bajo delcaballo junto con migo, sin más entramos a aquella edificación.

    - Buenas tardes – cuando termino la frase un hombre un tanto rellenito y calvo se levantódel suelo en donde se encontraba contemplando una cruz.

    - Igualmente joven príncipe Marco – haciendo una reverencia mientras terminaba la frase.

    - He venido ante usted para, que nuestro gran señor pueda darme su bendición – ambosintercambiaron miradas unos cuantos segundos.

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    Pude notar como ambos hombres se retiraban a una habitación continua, dejándome sola enaquella habitación, el lugar no era tan espacioso comparándolo con la habitación en la que solíapasar todas noches, el suelo de terracería asombrosamente se encontraba limpio demostrandoque aun humilde era bien cuidado; a izquierda y derecha yacían pocos muebles largos, para sermás precisa eran cinco. Un sonido estruendoso me saco de mis pensamientos.

    - Hora de irnos.

    Fue Marco quien pronunció la frase y sin más nos retiramos de aquel lugar, emprendiendo lamarcha de regreso al castillo.

    ***

    Hoy el cielo está pintado de gris, las aves no cantan su melódica orquesta; de alguna formaaquel silencio absoluto sobre el castillo es extraño y perturbador. El único sonido perceptible erael silbido del viento, no, más bien la melodía triste que producía sus susurros para quienes en-cuentra significado de su entonación, y yo soy una de ellas. No obstante el día sigue su curso, aligual que todos los habitantes del castillo.

    Y hoy por azares del destino o simple capricho mío, tome un desvió de mí habitual ruta de losestablos a la cocina, ya que la primera opción consistía en recorrer innumerables pasillos y esca-leras, y decidiendo cortar camino por cuestiones de tiempo. La ruta más conveniente era pasarprimero por el gran salón, tomar la puerta a la derecha, bajar una escalera, pasar por los aposen-tos del rey, tomar las escaleras de la derecha y seguir en line recta a la cocina; sin más emprendíla marcha.

    Al entrar en el pasillo de los aposentos del rey, el sonido grave y alzado de ciertas voces prove-nientes la habitación real trajeron mucho mi atención, y en afán de saciar mi curiosidad, porconsiguiente no pude evitar escuchar un fragmento de la misma, la cual se desarrolló de una

    manera que ni en más locas ideas fuese posible.Introduje levemente mi rostro en una pequeña abertura de la puerta, la escena dentro era la de

    Sirius que le alzaba su voz en un tono irrespetuoso a su padre que yacía postrado en la camaconvaleciente ante la espera de la muerte.

    - ¡No! El trono es mío por derecho.

    - Es mi decisión… y Marcus será rey Sirius, y no hay nada que puedas hacer al respecto. –con una voz débil.

    - Pero yo soy el… -su rostro comenzaba a deformarse por la ira que crecía a pasos agiganta-

    dos. –no me importa tus deseos o los cualquier otro, porque de una u otra manera, yo seréel rey.

    - Precisamente, por esa forma tuya de pensar Sirius, no te hace candidato para ocupar eltrono. Solo llevarías a la ruina tolo por lo que tus antecesores y yo hemos trabajado tanto.

    - Todo aquello son calumnias.

    - Querido hijo mío, tu orgullo no te permite ver lo que realmente te has convertido – derra-mando unas cuantas lágrimas –en donde quedo el chico que solías ser antes.

    - Muerto, como lo estarás tu muy pronto.

    Aunque dentro la escena podría considerarse triste por las palabras de aliento del rey, Siriusla trasformaban en una carente de empatía humana alguna, no era en sí de sorprender; ya que al

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    ser un hombre prepotente, soberbio, orgulloso, pasaría un día entero describiendo sus maravi-llosas cualidades y jamás terminaría; sin mencionar que su apariencia no le favorecía del todo,sumamente robusto en manos y rostro, nariz de duende y ni hablar de sus pies, cualquier desa-fortunado roedor que pasase cerca moriría el instante por la fetidez. Un contrate notorio compa-rado con el joven amo. Lo que hacía preguntarme en algunas ocasiones si Sirius fue concedidocon amor.

    - No me ganes como enemigo padre – mientras lo señalaba con el dedo índice con levesmovimientos temblorosos.

    - Ja… jjjaaa… tú me amenazas.

    - Acaso cuestionas mi poder.

    - Sí – en un tono tan calmo.

    - Viejo estúpido te burlas de mi – iba perdiendo los estribos de su cordura en cada palabraque pronunciaba.

    No pude quedarme más tiempo viendo aquella fatídica escena y mucho menos viendo comole faltaban al respeto al rey, con amenazas e insultos; di media vuelta y deje aquella escena atrás,no dejaría que ello me afectase en lo más mínimo, pero era inevitable, la rabia no tardo en mani-festarse en mi ser; trataría de despejarla una vez que llegase a la cocina con Mabel, siempre fun-cionaba.

    Entando en la cocina encontré todo como de costumbre, limpio y ordenado, con una grancantidad de sirvientes, que iban y venían con alimentos o leña para el horno; y justo al fondoMabel y Cáterin desplumaban unas cuantas gallinas, que pobremente se servirían asadas.

    - Bienvenida mi bella jovencita – fue lo único que me dijo Mabel durante mi estancia y el

    resto de la cena.

    Llegado la noche, me disponía a llegar a la habitación del joven amo, pero en resonar de pisa-das hiso que me detuviera e investigara de quien se trataba. Para mala fortuna se trataba de Si-rius, el cual se encontraba de mar humor como siempre, y decidí ignorarlo, continuando con mimarcha. Sin sospechar que aquel hombre tenía algo entre manos.

    Hay llegar a la habitación, las cosas prosiguieran como todas la noche, el amo y yo descansan-do tranquilamente hasta adentrada la madrugada, porque nuestro placido sueño fue interrum-pido por sonido de la puerta que era derribada por un grupo de hombres con capas y telas quecubrían sus rostros, solo uno no contaba con la vestimenta del resto, y esa persona era Sirius.

    En un súbito movimiento el joven amo me escondió debajo de la cama. Avece deseaba quenunca hubiera hecho eso, porque lo que siguió a continuación fue el acto más atroz que en micorta vida ha presenciado, y al mismo tiempo me enseño la maldad que poseían el corazón de loshombres hambrientos de poder.

    - ¿Qué es esta intromisión hermano? – mientras encubría mi presencia, tapando el espacioen donde me encontraba, con las sabanas.

    Marco solo buscaba una explicación, la cual nunca llego, en vez de eso fue una daga la res-puesta de ese mal nacido de su hermano, si es que se le podía decir de esa manera a tan repúgna-

    te desperdicio de ser humano. Marcos como pudo trato de defenderse del ataque, pero todo fueen vano; pues los demás hombres con capucha lo sujetaron, haciendo el trabajo de Sirius másfácil.

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    La impotencia de presenciar tal acto maléfico y desalmado de Sirius, hizo que brotaran lágri-mas amargas de mis ojos y al mismo tiempo me dio fuerzas para tratar de impedir que acabaranpor completo con la persona que más quería. Así que salí de mi escondite, y me abalase contra elprimero que entro en camino. Mordí y arañe, incluso llegue a sacarle sangre del ojo a uno, peroya era demasiado tarde, el amo Marcos había dejado este mundo.

    Lo siguiente que recuerdo es que alguien me tiro al piso y pateo uno de mis costados haciendo

    que perdiera el conocimiento, pero sino ante de jurar que cada uno pagaría por lo que habíanhecho. Para cuando recobre la conciencia, la habitación se encontraba ordenada como si la esce-na vivida hacia pocas horas jamás ocurrió y que todo fuese solo una mal pesadilla, pero el olor asangre y la ausencia de Marcos me dijo que en realidad no fue un sueño.

    Los días trascurrieron y con ello las preguntas de la desaparición de Marcos, pero rápidamen-te la gente dejo de hacerse esas preguntas, dado que los curiosos desaparecían, y yo sabía quiénestaba encubriendo la verdad. La razón por la que no se deshizo de mi es que yo no podía comu-nicarme verbalmente con las demás personas a mi alrededor. Para ir de mal en peor, la noticiaafecto demasiado al ya de por si al enfermo rey. El cual falleció a causas de la tristeza, y como loesperado para el culpable de la muerte de su hermano, el trono pasó a ser suyo. Y a partir de su

    coronación las cosas fueron en empicada para el reino y sus habitantes.

    ***

    La vida se tornó una pesadilla, cada día la crueldad y arrogancia de Sirius aumentaba, a talpunto en que la mayoría de los miembros de la corte jamás se atrevían a contradecirlo por temora ser ejecutado. Las conspiraciones para matarle, eran rápidamente descubiertas y castigadas delas formas más viles que parecían cada vez menos humanas.

    Los sirvientes del catillo pasaron de ser juguetes para su diversión enfermiza para aquel de-monio, aunque en la mayoría de los casos eran las mujeres la que se llevaban la peor parte de

    todo aquello. La primera que sufrió de ello fue la tierna Cáterin, aún recuerdo sus gritos desespe-rados de ayuda. Yo trate de ayudarle pero fue inútil, entonces trate de buscar ayuda de un guar-dia que sabía que tenía sentimientos hacia mi amiga, pero el muy cobarde jamás fue ayudarle.Tiempo más tarde ella se colgó de un árbol, porque no soporto lo que le hacia aquel bastardo quese nombraba así mismo rey.

    Para cuando disminuyo el número de jóvenes en el castillo, yo pase a ser su nuevo juguete,pero jamás le daría la satisfacción que él deseaba de mí. Aunque lo que me tocó vivir ni se acerca-

     ba a lo que le hizo a aquellas jóvenes. Simplemente un día mientras realizaba mis labores metono y me encerró en sus aposentos, el cual apestaba a cosas que no me atrevo a describir, por lorepulsivas que resultaban para mí.

    Sus primeras intenciones sobre diversión fueron privarme totalmente de alimento y agua,hasta el punto en que él consideraba que era divertido mi condición, solo cuando sentía que noaguantaría más me daba algunas sobras rancias de cualquier cosa que fueran. No tenía otraelección, si quería sobrevivir tendría que consumirlas fuera como fuera, sin objeción alguna.

    Para cuando sintió que eso ya no era suficiente entretenimiento, paso al siguiente nivel, endonde mis gritos de dolor le causaban risa, una muy enfermiza que era imposible sacarte de lacabeza. Solo me tomaba entre sus repulsivas manos, y en un abrir y cerrar de ojos comenzaba agolpearme hasta que perdía la conciencia o simplemente ya no salían más gritos de mí. Soloentonces perdía el interés, dejándome en el suelo de la habitación en silencio absoluto.

    Viví cerca de dos años aquella pesadilla, y conforme sus exigencias de diversión retorcidaiban en aumento, mi vida se iba deteriorando, pero no así mi odio y sed de venganza. Me jureque lo aria pagar por todo el mal que le causo a mis seres amados y en especial a Marco, eso era loque me motivaba a seguir con vida.

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    Pero una noche las cosas tomaron un rumbo totalmente diferente. Llego apestando alcohol,sus movimientos eran torpes y por cada paso que daba sorbía dos tragos más de la botella quetraía en mano. En cuanto Sirius trapazo la puerta me escondí por debajo de la cama haciendotodo lo posible para hacer su diversión más difícil de conseguir esta noche por parte mía. Alnotar cuales eran mis intenciones, esculco uno de sus bolsillos para mostrarme el muy sínico unpedazo de carme totalmente fresco, el cual me ofreció. Por lo débil que me encontraba no puderesistirme ante tal manjar. Así que con paso firme pero cauteloso fui acercándome cada vez más

    al trozo de carne y sin previo aviso me arrebato el suelo y comenzó a impactarme contra la pared.Esta vez no había escapatoria, con cada impacto que recibía sentía terribles dolores, peores quelos anteriores, y de pronto el sonido de algo parecido a un jarrón rompiéndose contra el suelo fuelo único que escuche antes de que una cortina negra cubriera totalmente mis ojos.

    ***

    El cuerpo sin vida de la gata negra de su hermano Marco atesoraba, ahora se encontraba cu- bierta en su sangre en sus manos, lo cual le saco una gran sonrisa a su podrido ser. Después detodo era lo único que le recordaba la vida antes de asesinar a su hermano con sus propias manos.Pero no podía quedarse con el cadáver como trofeo, y sin más preámbulos arrojo el cuerpo por la

    ventana, esperando no verlo de nuevo en su vida.

    ***

    Para cuando recobre la razón, mi cuerpo repentinamente se sentía cómodamente más livianoy el dolor punzante de hace unos instantes había desaparecido totalmente, y entonces lo entendí,yo ya no encontraba en el plano terrenal, estaba muerta. Me sentía feliz por salir de ese infierno,ahora podía descansar en paz pero sentía que todavía no era tiempo, no sin antes hacer pagar aSirius todo lo que sufrido a su lado, los golpes, los insultos, mentiras y la muerte de mis seresamados.

    El momento junto para mi venganza era ahora. El odio, la sed de sangre y la venganza era losdetonantes justos para impedir que traspasara la puerta del más allá. Renuncie al tan añoradoparaíso para llevar acabo mi plan. En esta ocasión tomaría la forma más influyente, que hacausado la caída de los hombres, de sus reinos e imperios, y aquel bastardo no sería la acepción.

    Mi cuerpo comenzó a cambiar, mi cola desapareció, mis orejas felinas fueron remplazadaspor humanas, mis patas por brazos y piernas y mi pelaje en una cabellera larga. Lo único queconserve fueron mis colmillos y ojos felinos, pero era más que suficiente para que ese bastardome reconociera.

    La brisa cálida acaricio mi piel carente de pelaje, y mis extremidades se hundieron en el cés-

    ped, me dieron a entender que me encontraba fuera del castillo pero no de sus murallas. La ver-dad no me interesaba como había llegado hasta allí, pero tenía que volver a entrar lo ante posi- ble, antes de ser descubierta. Con el conocimiento que poseía sobre las pasadizos secretos, no fuedifícil adentrarme nuevamente en la fortaleza y esconderme en lo que solía ser la habitación deCáterin. Su olor todavía se encontraba en el lugar después de tantos años, al igual que sus ropas.Desencadenando en mí rabia en esos momentos al igual que las ansias de ir tras el bastardo ese,pero no ahora, tendría que esperar el momento justo si quería tener éxito con mi venganza.

    Con el pasar de los días, estudie con detenimiento las rutinas de cada persona que era cercanaa Sirius, y una de ellas me trajo demasiado la atención. Al parecer era un traficante de esclavos,que solía traerle entrenamiento cada dos días a ese rey desgraciado. Lo que me dio una idea,

    talvez eso podría ser mi oportunidad si suplantaba a la chica de esta noche.

    Cuando la joven fue entregada, me dirigí rápidamente a donde se localizaba y le propuse queyo la remplazaría. Al principio desconfió de mis palabras, pero cambio de parecer cuando lerevelé un pasadizo que la llevaría lejos de las murallas. Rápidamente se decidio a intercambiar

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    sus prendas con las mías, para no levantar sospecha alguna del intercambio.

    ***

    La noche realmente era hermosa; la luna se encontraba totalmente en su apogeo, tan perfecta,al igual que yo para llevar acabo mi cometido, mientras era guiada por dos hombres a los apo-sentos reales. En cuanto ellos llamaron a la puerta, el no dudo en abrirla sin saber que eso sería lo

    último que vislumbraría en su miserable vida. Pues no dudo en invitar a la yo de ahora. Unahermosa joven de cabello negro como el ébano, unos verdes ojos esmeraldas y piel claramenteapetecible .Con un gento me hizo una señal para que pasara a sus aposentos. Sin vacilación algu-na entre y detrás de mí cerró la puerta para luego comenzar a deslizar sus manos inmundas pormis hombros hasta mi cintura. Luego fue guiándome a la cama, mientras se le formaba su sonri-sa diabólica, la que tanto conocía, pero yo tenía una mejor con colmillos incluidos.

    Para cuando noto mis oscuras intenciones ya era demasiado tarde, de un solo golpe hice quecayera de bruces al suelo produciendo un sonido placentero para mí, y sin desperdiciar tiempome hinque sobre él. Al parecer le gusto lo que hice pues no opuso resistencia laguna cuando lequite la camisa, descubriendo su abdomen para dar paso a mis afiladas uñas, clavándolas muy

    despacio en su carne. Como el macho que era trato inútilmente de ocultar su dolor pero even-tualmente sucumbió lanzando gritos de desesperación y agonía con las heridas que le causaba,pero no eran tan profundas como para causarle la muerte instantáneamente, no, él debía sufrirmás. Lo más irónico era que nadie vino a su rescate por más que suplicaba ayuda. Ahora sabiacomo me sentía, en esta ocasión yo era el amo y el la mascota. Como dice el dicho todo lo quecomienza tiene que acabar, así que con delicadeza fui abriéndolo lo suficiente para dejar susórganos expuestos.

    - ¿Quién eres perra? – apenas articulando las palabras en su dulce agonía.

    - Acaso ya te olvidaste de mí tan pronto – mostrado una trasformación parcial en felino – y

    yo que regrese para jugar un poco más.

    Su cara se puso un más blanca de lo que ya estaba, pues sabía cuál era mi verdadera identidad.Lo que me basto para liquidarlo instantes después, hundiendo mi mano en sus intestinos y ha-cerlos añicos. Pero ese no me hizo sentir mejor seguía insatisfecha, como si todo lo hecho hastaahora fue inútil, y dios, el vacío dentro de mi pecho parecía dolerme.

    Viendo mis manos y prendas ensangrentadas, sentí asco al instante; así que me las quite y lasarroje muy lejos de mí. Recobre mi forma felina y abandone el cuerpo sin vida sin mirar atrás, aligual que lo hice con mi hogar. Después de todo no tenía el valor suficiente de despedirme de laspersonas que amaba y que aún se encontraba convida, en especial de la abuelita Mabel. Ella

     jamás podría entender en lo que me convertir. Solo le causaría dolor saber lo que hice para sacarde su miseria al reino y sus habitantes.

    ***

    Mis días en este mundo pasaron volando al igual que las estaciones y los años, desde el día enque consumí mi venganza. También era el tiempo que llevaba viajando de un lugar a otro sinrumbo alguno. Por cada villa o ciudad que cruzaba me gustaba gozar de hacerles la vida misera-

     ble a los humanos que tenían el corazón podrido, aunque mis predilectos eran los hombres. Paramí era más fácil castigarlos que a una mujer. Ganando así una reputación y diversos apodosdurante mi labor.

    Hasta que una noche en las afueras de un pequeño poblado cuyo nombre he olvidado, sepresentó ante mí un sujeto de facciones inusuales. Era pelinegro con destellos azulados, como ellomo de un lobo salvaje, mientras su apariencia escuálida de muerto viviente decía estirare lapata en cualquier momento, y dios sus ojos no mostraban emoción o indicios de que su alma se

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    encontrara adentro de él. Sería acaso un cobrador del más allá que ha venido para espiar mispecados.

    No creo que ese fuera el caso, su olor decía que era totalmente humano y además se presentóa si mismo con el nombre de Fausto Lindisfarne. Pero eso a mí no me interesaba o el porqué de suvisita. Lo único que me importaba era irme en busca de la presa de esta noche. Aunque un pocode entretenimiento no me caería tan mal si me quedaba a escucharlo un poco.

    - ¿Qué es lo que quiere humano? – ganando la atención del desconocido ante mí.

    - E venido ante ti criatura de la oscuridad y desgracia, con el fin de arrebatarte tus poderesy hacerlos míos.

    Lo exclamaba con tanta determinación en su rostro como si en verdad pudiera hacer lo quedecía. Lo que causo que comenzara a reírme por lo estúpido que sonaba, hasta el punto en quemi estómago comenzó a doler. Cuando termine de burlarme, el semblante del extraño cambio, yeso hizo que dudara sobre mi inmunidad ante él. Si lo que realmente decía era cierto, entonces yo

    no se lo iba a poner tan fácil, después de todo no era diferente a los demás codiciosos y enfermode poder que solía atormentar, y en lo personal no interesaba el motivo que lo llevo a este punto,solo era escoria e inmundicia nada más.

    - Y ¿Cómo piensa hacerlo? A simple vista no podrías ni derrotar a un anciano y tú creespoder derrotarme.

    Fue mi primer movimiento, tratando de intimidarlo y hacerlo retroceder, al tiempo que melevante de la roca en donde me encontraba sentada y comencé a acercarme lo más amenazadora-mente posible. Pero aquel primer esfuerzo fue todo un fracaso, porque en ningún momentoretrocedió o huyo lleno de terror, lo cual le dolió a mi orgullo.

    Tan absorta en el propósito de causarle miedo, baje mi guardia. El no saber controlar misemociones iracundas siempre fue mi defecto, y creo que no debí subestimar al extraño hombre.Pues a solo siete pasos que no separaba, mi cuerpo comenzó a sentirse pesado y mis extremida-des comenzaron a desobedecerme, hasta llegar al punto de sentir mi cuerpo totalmente paraliza-do.

    - ¿Qu… que fue lo que me hi…hiciste maldito bastardo? – prácticamente deseaba que mispalabra se convirtiera en armas para acabar con el muy maldito, que se atrevía a mostrar-me su sonrisa triunfadora.

    - Nada del otro mundo para un demonio como tú. Debite ser más precavida e informativacon lo que te rodea. Acaso no escuchaste los rumores de que por los alrededores se encon-traba un alquimista.

    Aquella palabra la había escuchado de unos cuantos humanos tiempo atrás, pero no le tomeimportancia ya que no sé lo que es un alquimista o mejor dicho soy una gran ignorante con lostemas relacionados a la cultura actual. Lo único en lo que me basaba para sobrevivir eran misinstintos y mis vagos conocimientos sobre el mundo. Pero no tenía planeado decírselo a esesujeto, no quería darle más ventaja de la que tenia ahora.

    Estirando su mano escuálida, tomo mi mentón y movió mi rostro de un lado a otro en buscade algo que yo desconocía o es que solo quería burlase. Para cuando toco mis labios y el hecho deque aún conservaba la facultad del habla, me dio la idea de morderlo, lo cual hice con toda lasaña del mundo. Por desgracia me fue imposible arrancarle el dedo, porque mis dientes comen-

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    zaron a dolerme por la simple razón de que sus huesos eran como una roca. Un golpe o una bofe-tada era lo que esperaba en forma de reprimenda por parte suya, pero jamás llego solo algunosinsultos dignos de un niño que apenas y conoce las groserías.

    Recobrando la compostura nuevamente me examino de pies a cabeza, solo que evitandotocarme de nuevo, lo cual restauro mi orgullo herido momentos atrás. Al parecer también pen-saba con cautela las palabras que trataba de comunicarme porque su boca hacia los mismo movi-

    mientos que la de un pez sacado del agua, o era debido a que todavía padecía los letales efectosde mi mordida.

    - Primero lo primero tendré que sellar temporalmente tus poderes para prevenir futurosproblemas – diciendo la última palabra con énfasis – mi querida monstruito.

    Bosco por toda su vestimenta extrovertida y saco una gargantilla muy bonita; una que robaríagustosamente, si mi cuerpo respondiera. Luego comenzó a cantar y recitar que sabe que, conmovimientos inusuales parecidos a soy un gusano asándome en una roca caliente. Sin espérameque al término de todo eso, la gargantilla se iluminara con líneas doradas, que dibujaban el sím-

     bolo de una luna menguante, que por supuesto me coloco muy descaradamente en mi cuello.

    En un instante mi cuerpo comenzó a estremecerse y caí de rodillas en la tierra, estaba volvien-do a mi forma original ¿Cómo aquello era posible? Realmente he sido derrotada, y probable-mente sería mi fin. Pero pensándolo mejor talvez eso sería bueno, después de todo he vivido másque cualquier gato.

    - Ya veo, tu verdadera forma es un lindo y adorable gato, estoy desilusionado yo me imagi-naba algo con mayor clase pero eso ya no importa aquí lo que cuenta son tus poderes milinda prisionera.

    - ¡Bastardo miauuu…! - Saque mis garras para prepararme en arañarlo en el rostro.

    Por ningún motivo dejaría que me hiciera su prisionera, jamás volvería a ser la sombra deaquel indefenso animal, primero volvía a morir, en vez de esperar a que cosas tenía planeadohacer conmigo.

    - Ahora ya lo sabes ¿Qué tal se siente ser un pequeña e indefensa ga…ti…ta?

    ¿Quién se creía para decir semejantes palabras? esa miserable alimaña no tenía derecho ymucho menos sabía nada de mí y aun así me juzgaba. No me percate cuando me tomo con deli-cadeza, todo lo contrario de lo que yo me imaginaba y me coloco contra su pecho. Se sentía tancálido y no pude resistirme a acurrucarme en él ¿Qué demonios me pasaba y porque no pelea?Sería acaso esta persona diferente a los demás codiciosos, o se trataba del efecto que producía lagargantilla, talvez acaso con el transcurrir de los años me había vuelto blanda. La última opciónni yo me la creía, era improbable pero algo estaba claro, es que jamás había experimentado estatranquilidad en los brazos de alguna otra persona que no hubiese sido el amo Marco.

    ***

    Pase dentro de una jaula al menos cuatro días hasta llegar a nuestro destino. Durante el tra-yecto se sentía un gran silencio por parte de ambos, pero en ningún momento dejo de alimentar-

    me o darme agua, después de todo me necesitaba viva.

    Para cuando detuvimos nuestra macha; las edificaciones de piedra del lugar me hicieronpreguntarle al esquelético en qué lugar nos encontrábamos, al cual me respondió que se trataba

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    de la necrópolis, un nombre raro para un lugar raro. La ciudad en cuestión literalmente estabaen ruinas, mostrando lo descuidada y abandonada que estaba desde quien sabe cuánto. La ver-dad no me sorprendía que sus habitantes la hayan abandonado, el lugar era horrible; carecíarotundamente de árboles y flores, incluso el sonido de los grillos era inexistente en ese paramo.

    Subiendo una cuesta se encontraba la caverna de casa, a la que él llamaba hogar. En cuyointerior se encontraban unos escalones que se dirigían a la parte subterránea ¿Acaso ese sería el

    lugar en donde encontraría el fin de mi existencia? Esa sin duda era la pregunta que se formulabaen mi cabecita.

     Mi carcelero tomo una entorcha y comenzamos a descender conmigo. Los ecos de los pasos yla pérdida gradual de la luz natural, solo indicaban que la distancia con la superficie era cada vezmayor, y al parecer él era el único que sabía cuánto más descenderíamos dentro de aquel pasadi-zo espectral.

    Solo el iluminar de otras antorchas indicaron el paseo terminaba, mostrando ante nosotrosuna puerta llena de moho la cual jamás tocaría con esta patitas. Y tras ella se hallaba un total

    desorden por donde vieran mis ojitos. Las paredes se encontraban llenas de libros, pergaminos yfrascos llenos de sustancias viscosas, mientras que el piso estaba lleno de cachivaches oxidados ymontañas de más libros, que creaban un laberinto sin fin. Seguidamente el retiro algunos cuan-tos libros de una silla y me coloco en ese sitio y abrió mi jaula. En verdad era estúpido esa sería mioportunidad para escapar.

    Silenciosamente baje de la silla en dirección a la puerta que había olvidado cerrar. Pero encuanto trate de cruzarla salí disparada por una fuerza invisible que de nuevo me llevo al interiorde la habitación. En un despliegue totalmente impulsivo seque mis garras el pleno aire paraaferrarme a lo primero que tocase; y por azares del destino aterrice en el rostro de aquel indivi-duo. Por un momento no ocurrió absolutamente nada, de inmediato sentí una mano que me

    suspendía en el aire.

    - Ya veo que eres muy terca gata tonta, acaso no recuerdas que te puse un sello en la gargan-tilla que traes puesta.

     Lo mire fijamente a los ojos dándole un mensaje de te odio con todo mi ser. Pero no me res-pondió con un comentario negativo, tan solo se linito a fruncir su seño con un gesto reprobatorioante mi intento de escape. Suspiro y de nuevo me coloco con sumo cuidado en el suelo desorde-nado y en el acto dio media vuelta para dirigirme unas cuantas palabras en un todo no de regañomás bien de consejo.

    - No es prudente tratar de escapar con tu apariencia actual – al terminar de mencionar estaspalabras desapareció en las montañas de libros.

    Yo jamás obedecería o tomaría en cuenta lo que me dijese aquel sujeto. Tenía que salir a comodiera lugar y como primer paso tenía que conocer el lugar en busca de otro pasadizo o puerta queme llevase lejos, sin que la gargantillas interfiriese.

    Comencé por la zona llena de trastos oxidados los cuales mancharon con su oxido mi hermo-so pelaje. Conforme avanzaba entre en las enormes construcciones echas de libros y pergami-nos, y agregando la atmosfera lúgubre del sitio por la falta de iluminación, comenzó a crearse

    una sensación de pavor dentro de mí; todos mis sentidos se encontraban en alerta a cualquiersonido que reprodujera.Trascurrieron al menos unas cuantas horas cuando comprendí que meencontraba completamente perdida dentro de ese gran laberinto de cachivaches inútiles, notuve otra alternativa, tome la gran decisión de darme por vencida y darle la victoria al escuálido

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    ese.

    Después de todo estaba más perdida que nada y sin una carta a favor, no sabía cuánto tiempoen total había caminado y patitas ya me punzaban del dolor y si uno se hace la pregunta si losdemonios sienten dolor la respuesta es clara, pero no lo demostramos, ya que es un signo clarode debilidad ante cualquier enemigo potencial, en especial a la raza humana.

    Mire en todas direcciones y sin signo de ubicación alguna, observe unos cuantos papelesentremezclados a mi derechas y decidí descansar sobre ellos por el momento para recuperar laenergía perdida, en cuanto me acomodaba logre sentir un movimiento proveniente de atrás;rápidamente gire la cabeza pero antes que mi vista llagase quede totalmente enterada en loslibros, explote, no puedo creer que ni una siesta podía tomar. Después de destruir gran parte delo que me rodeaba, decidí tranquilizarme y dormir en la madriguera que accidentalmente habíacreado, por lo menos era un sitio cálido; y gradualmente fui entrando en un profundo sueño.Más tarde desperté de aquella placentera siesta, algo que no se disfruta a menudo en los bosquesgélidos de este país, pero esta paz fue efímera.

    En cuanto mis orejas comenzaron a captar el sonido del crujir de los papeles acompañado conun olor sumamente delicioso carne y verduras, mi miedo estallo, dado que me trajo nítidos re-cuerdos de aquella noche terrible. Los pasos cesaron temí lo peor y de la oscuridad emergió unamano que me tomo por la espalda. Acaso seria aquel bastardo que volvió desde la muerte comoyo lo hice.

    - Ven no tengas miedo.

    No creía esas palabras, así que le mordí, haciendo que retrocediera. En cuanto estuve libera-da, entre en lo más profundo de aquella improvisada madriguera para que no me alcanzase. Elmiedo era la emoción que no podía controlar al igual que mi ira, lo que era lamentable para al-

    guien con mi reputación.

    - Bueno aquí te dejo gata tonta – colocando el plato en la entrada de la madriguera.

    Ese tono esquelético, acaso no se percató de que prácticamente me orinaba del miedo por suculpa. Me tranquilizo al sentir su presencia ya no estaba por las cercanías y eso fue suficientepara traerme a la realidad. Luego proseguí a arrastrar el recipiente al lugar en donde me hallabapara devorarlo, mientras comía pesaba que si se portaba tan bien con migo tal vez podría sacarlode su casillas; y elabore otro plan ingenioso, en esta ocasión no había margen de error.

    Los siguientes días subsiguientes comencé a desgarras los libros del lugar y sin mencionar losregalitos que dejaba por todo el piso; me divertía ver la expresión de su rostro al encontrar uncrimen tan atroz y a sus víctimas consigo, se hincaba y maldecía. En cuanto a mí, veía la escenaperfectamente camuflada no muy lejos. En algunas remotas ocasiones en cuanto me encontrabaen el acto me perseguía sin descanso, pero como gata que soy siempre me las arreglaba paradesaparecer en laberinto de papeles.

    En ciertas ocasiones, también lo espiaba, ya que notaba su ausencia a una hora específica deldía o noche, o lo que fuera en ese momento; a un lugar desconocido dentro del inmenso espaciode la habitación. Pero nadie supera la astucia de esta gata. Me las arregle para escabullirme ydescubrir el lugar que con tanto afán trata de esconder de las personas no deseadas, dentro de un

    muro del ala norte del recinto se encontraba la habitación que guardaba su gran secreto.

    Espere el momento oportuno para introducirme, después que el muerto viviente entrase, y loque yacía dentro, era, sin duda el cadáver de una mujer de no más de diecinueve años, deducía

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    que por su estado en que se encontraba no tenía más de cuatro o seis días de muerta. Demoniossabía que aquel sujeto era espelúznate pero no al punto de ser un necrófilo, ahora más que nadame repugnaban los hombres. No les bastaba la compañía de una mujer viva, no, sino tambiéncadáveres; bueno estos últimos no se oponían resistencia alguna.

    Estaba tan sorprendida que no puse atención cuando fui descubierta por él. Lo único que mesaco de aquella emoción fue el sonido producido de un objeto al caer en el suelo, produciendo un

    eco casi eterno; me habían descubierto y por la expresión de su rostro las cosas no terminarían bien, tomo sus preciados libros y comenzó a arrojármelos y al mismo tiempo gritando a todo loque alcanzaba su voz las palabras.

    - ¿Por qué estáis aquí?......... sa….sal….¡SAL DE IMEDIATOOO¡

    No tuve más remedí que emprender la retirada. En cuanto salí, hice repaso de lo ocurridopara llegar a una conclusión coherente de los hechos, pero en el momento que comenzó recordarnote que la expresión del rostro de aquel sujeto estaba lleno de dolor y tristeza, me limite a decir-me a mí misma ¿A mí que me importa? Pero por más que quisiese no podía borrarme esa expre-

    sión suya. Sabía muy bien cómo se sentía, después de todo yo había perdido a muchos. No hablecon él por un largo tiempo, después de lo sucedido. Y una noche sin más, se acercó a mi guariacomo si nada, y permaneció un buen rato en silencio mientras que yo lo ignoraba, hasta que eldecidió romper ese silencio.

    - Pinzo en estos momentos que tienes preguntas y quieres repuesta gatita, no es así.

    - Si solo vienes a decir eso y no piensas decirme el resto puedes retirarte - lo dije tan fría-mente sin tomar el esfuerzo que le tomaba decirlo.

    - Está bien, contestare todas tus dudas solo deja de hablar tan groseramente.- lo dijo con

    un tono de descontento.

    - Podrías decime ¿Quién es la mujer que se encuentra en aquella espeluznante habitación?– le tomo unos segundo responder mi pregunta.

    - Su nombre es Tara, y es… es la única mujer que he amado en cuerpo y alma. – de nuevo semanifestó aquella expresión en su rostro mientras lo decía.

    - Y de que murió, miauuuu.- lo mencionaba con un tono tan frio y poco empático.

    - Se suicidó.

    - Ooo…Baya que los humanos son tan desconsiderados con sus propias vidas, siempretomando en camino fácil.

    - No es lo que tú piensa, disfrutaba su vida a plenitud.- y de nuevo cambio la expresión desu trato junto con su tono, haciendo señal que callase mí a boca.

    - Entonces, dime que la orillo a al suicidio. – en esta ocasión trate que mi tono no fuera tanhiriente.

    - Bueno esa es una historia larga.

    Por alguna razón me sentí ofendida por aquel comentario y de inmediato le conteste repro-chando y rasguñando su pantalón.

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    - No me vengas con eso ya he vivido mucho y lo que tengo de sobra es tiempo. – con aquelcomentario logre que sonriese aunque fuese brevemente.

    - Bueno todo comenzó hace tres años, en mi pueblo natal…

    - Espera esa mujer lleva tres años de muerta y yo que creía que no tenía mucho.- eso no melo esperaba, no pude imaginarme el esfuerzo que le tomo mantenerlo intacto por tantotiempo.

    - ¡Me vas a dejar contarte o no¡

    - Si pero no te molestes. – de inmediato agache las orejas en signo de apenada.

    - En donde iba, así, fue en mi pueblo natal, en aquel entonces tenía trece años, en aquellaépoca me enamore de la mujer más bella de este mundo y por suerte ella sentía lo mismo

    por mí, pero esa felicidad no duro mucho en cuanto su padre se enteró de lo nuestro,marco mi rostro y de inmediato busco a un lord que desde hacía un tiempo pedía la manode Tara para sí, así es como lograron separarnos, era tan impotente no pude proteger a lamujer que amaba y lo más irónico ella se casó a las pocas semanas, llegue a enterarmedespués de dos días, que en su noche de bodas se colgó antes de que aquel viejo la hicierasuya, así era el amor que me profesaba.

    No tardó mucho en brotar las primeras lágrimas de entre sus ojos, no sabía cómo consolarle jamás me había encontrado en una situación parecida; lo único que salió de entre mis labiosfueron las palabras.

    - Aquella mujer fue valiente.

    Si en efecto, ella tuvo más agallas que yo, al estar en la misma posición en que alguna vez meencontré, siendo la pertenecía y objeto de otro. Mientras él seguía redactando su historia yoestaba sumergida en mis pensamientos, lo único que le tome importancia fue a su última frase.

    - Y esa es la razón por la que te traje a este lugar gatita.

    - ¿Qué? Disculpa, mencionaste algo.

    - Te dije que quería tus poderes, no es así, los necesito para traerla a la vida, después demucho investigar encontré un modo de traerla pero para ello era necesario los poderes deun demonio o algo de mayor rango.

    - Ya veo, y si te dijese que no estor dispuesta a entregar mis poderes ¿Qué aras? ¿me losquitaras a la fuerza? – quería saber el camino que tomaría después de mi respuesta y si eramerecedor de mi ayuda.

    - La verdad es que no, Tara nunca me lo perdonaría, adema no tengo las fuerza suficientespara hacerle daño a otro ser viviente, bueno aunque tú eres un demonio.

    Aquel cometario me hizo enfadar pero de igual modo recapacitar, ahora me daba cuenta de lasensación que sentí en nuestro primer encuentro, estaba previsto que me encontraría con elhombre que tenía en frente.

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    - Te ayudare

    - En serio gatita, arias eso por mí.

    - No por ti esqueleto, sino por la mujer.

    El no perdió más tiempo y comenzó a ser los preparativos, y si yo iba a ceder mis poderes,mínimo contribuiría también con los preparativos. En cuanto estaba listo, trajo a Tara entre sus

     brazos y la coloco en el centro del símbolo de transmutación que con mucho esfuerzo él habíadibujado, todo prosiguió con forme lo planeado, en la extracción de mis poderes para cedérselosa ella; pero no todo en este mundo es perfecto en la mitad de la ceremonia, el cuerpo comenzó aponerse de pie y en un abrí y cerrar de ojos atravesó con su mano el abdomen de Fausto y porconsecuencia, produciendo que emanara una gran cantidad de sangre, por lo que alcance a veren su rostro no solo había dolor de alguna manera se sentía responsable de algo que desconocía.

    - Mi amado Fausto no desvistes.

    - Per… pero Tara. – lo mencionaba mientras la tomaba entre su brazos.

    En cuanto culminaron aquellas palabras el cuerpo de la mujer se desintegro y paso a ser ceni-zas, al mismo tiempo los poderes que me estaban arrebatando ase unos momento de nuevoregresaban, y en el otro lado de la habitación el esquelético se encontrar arrodillado y compri-miendo la herida mortal todo en medio de un charco de sangre yo no podía creerlo, corrí hacia suubicación para ayudarlo, pero de que serviría si estando en esta forma era totalmente inútil.

    - Resiste.- gritaba, al borde de la desesperación, era lo única que podía hacer, sin tan solo

    asumiera la apariencia que obtuve después de mi muerte, entonces estaría a mi alcance elpoder salvar su vida.

    - No te alteres, tenía la ligera idea que algo parecido podía pasar… gatita eres libre, puesmarcharte.

    De verdad era un caso perdido, no tenía la fuerza suficiente para dejarlo a su suerte, me daliael pecho en solo imaginar que porto no estaría a mi lado, estoce me llego a la mente una descabe-llada idea y no perdí más tiempo en dáselo a saber.

    - Conclúyelo Fausto, si haces eso podrás vivir, no es así, y no vayas a poner escusas. – lodecía con un nudo en la garganta.

    El no protesto y con su pocas fuerzas se arrastró dentro del circulo y de nuevo comenzó laceremonia, en este caso como él se encontraba aún vivo, solo necesito la mitad de mis poderes, altérmino de esto el perdió el conocimiento al igual que yo. No sé con exactitud el tiempo que pasoantes que despertase, pero en cuanto lo hice, mi prioridad era el escuálido.

    - Despierto Fausto, Fausto, Fausto,- no sé cuántas veces lo dije, solo pare en momento enque el despertó.

    - Ya te e…escuche no seas tan escandalosa. – colocando su mano en su rostro.

    - Pero…peroooooooo.

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    - En verdad gatita, cuantas veces dijisteis mi nombre.

    Ese comentario me hiso basilar y en él se manifestó un gesto de satisfacción, mientras removíael cabello de su rostro, ahora que lo pienso esa fue la primera vez que vi su rostro por completo,era sumamente apuesto que no pude evitar ruborizarme.

    - No sé, y no me digas gatita tonto.- haciendo un esfuerzo abrumador para contener las

    emociones que el verle me producía.

    - Entonces como debo llamearte mileidy.

    - No… no… se, nunca he tenido un nombre.

    - ¿Qué tal si por agradecimiento de doy uno?

    - En serio, pero que no sea feo.- me llene de alegría en cuanto me hiso aquella propuesta.

    - ¿Qué te parece Nocturna?

    A partir de entonces nos hicimos la promesa de nunca separarnos sin importar que, ya que alparecer nuestro cuerpos al igual que nuestras vidas no soportarían estar separadas mucho tiem-po sin la presencia del otro. Lo que me hizo pensar que lo condene a un destino peor que la muer-te, pues tendría que aguantarme hasta el fin de los tiempos. Aunque él me diga que está feliz altenerme a su lado no creo que sea del todo cierto, pero el tiempo lo dirá.