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Las recetas más tiernas de Martina

Elísabet Benavent

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PARA TI…

Martina, mi pequeña, es muchas cosas. Algunas las muestra conevidencia, ufana, orgullosa de ellas. Otras solo se intuyen a través del aireque la roza, del movimiento de su pelo, de sus sonrisas tímidas o de laspalabras de amor que está aprendiendo a decir a media voz.

Pero entre las que están a la vista, de la que más orgullosa se siente, de laque más ha podido presumir sin pecar en exceso de entusiasta, es de sutalento. Tener una cocinera como Martina dentro de El Mar fue siempre unlujo que pronto aprendí que no podría pagar, porque no hay dinero en elmundo para gratificar ese don.

Sabe de innovación, de técnicas y de tradición. Es minuciosa, precisa,limpia y detallista. Es la mejor repostera que conozco… y he conocido amuchos.

Sin embargo, aunque puede crear maravillas vanguardistas, son esospostres hechos con mimo, casi siempre en casa, los que me han enamoradoya no solo de la profesional que es, sino de cada rincón de nuestra cocinaque se tiñe del aroma de sus dulces. Martina, la madre amorosa, la mujerque se sonroja con picardía cuando le susurro al oído, la repostera, la jefa decocina, la chef, la amiga, la amazona…, el mar. El amor de mi vida. Todo loque es para mí se funde en el paladar cuando olvido que nunca me gustaronespecialmente los pasteles y confites para saborear algo que han hecho suspropias manos.

Y a ti, que nos acompañaste en este relato, en cada lágrima, en cada grito,

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reproche, hito, gemido o beso de alivio. A ti, que te hicimos parte denuestra historia de amor, abriéndonos en canal para que nos vieras pordentro hasta los mismos cimientos, te regalamos esto. Los dos. Uniendo susconocimientos con los míos, la nostalgia, el recuerdo, el sabor, nuestropaladar… Los dos, codo con codo, aunque ella prefiera quedar en unsegundo plano aquí y dejar que sea yo quien le dé forma de palabras. Unpequeño recetario lleno de aquellos dulces que cocinamos juntos, codo concodo, cuando esperamos visita o cuando queremos tener la excusa detontear en la cocina. Muchos de ellos tienen recuerdos adheridos a cada unode sus ingredientes; algunos nos acompañaron a Maldivas, otros formaronparte alguna vez de nuestras propias infancias o del recetario personal queelaboramos cuando empezamos en esto. Postres de nuestras madres,abuelas, sacados de recuerdos de fiestas de cumpleaños o de sobremesas dedomingo. Postres que Amaia come con las manos y que hasta se ha atrevidoa hacer en casa. Y si Amaia ha podido hacer rosquillas caseras…, créeme,tú también. Lo que contiene este pequeño librito son recetas que tú tambiénterminarás haciendo parte de tu vida y a las que unirás el sabor con lamemoria. Nada nos gustaría más que darte esto, a ti, que nos diste vida contu lectura, que nos acompañaste de madrugada y que casi saboreastenuestras palabras como un plato de nuestro menú. Y nada nos gustaría másque, si algún día decides cocinar alguna de estas recetas, la compartas connosotros con el hashtag #PostreHorizonteMartina porque, seremos comoseremos, pero también nosotros hemos tenido que subirnos al carro de lamodernidad.

Disfruta. Saborea. Ama. Amasa. Bate. Relámete. Comparte.Gracias.

Pablo Ruiz

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RECETAS DE LA ABUELA

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No puedo decir que mi madre me haya enseñado muchas recetas decocina. Ni siquiera se apaña con la Thermomix que le regalé hace unosaños, tan solo para hacer algún cóctel tan cargado de tequila que es beberloy que te salga pelo en el pecho. Ella es más de comprarlo hecho y luegofingir que se ha pasado la tarde batiendo y vigilando el horno. Todos loaceptamos aun a sabiendas de que está mintiendo como una bellaca.

Sin embargo, una de las cosas que he aprendido sobre cocina con losaños es que las técnicas y la innovación son conceptos importantes que hayque saber manejar, pero que no pueden dejar de lado a la tradición. Así que,en una especie de viaje en el tiempo, te traigo estas recetas «de la abuela»,para que recuerdes o crees recuerdos nuevos. Lo dejo en tu mano.

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Coca de almendra y nueces

Ingredientes:7 huevos grandes250 g de almendra molida250 g de harina normal400 g de azúcar1/2 vaso de aceite de girasol1 vaso de lecheLa ralladura de un limón3 sobres de limonada (bicarbonato sódico + soda)1 sobre de levadura1 puñado de nueces troceadas

Elaboración:Precalentamos el horno a 180 grados. Separamos las claras de lasyemas y las reservamos. Batimos las claras a punto de nieve. Después,añadimos el azúcar, las yemas, el aceite y la leche hasta que quede unamasa homogénea. Una vez mezclado lo anterior, agregamos también elresto de los ingredientes (harina, almendra, limón rallado, limonada,levadura y nueces). Es muy importante que la masa no tenga grumosasí que… dale al brazo, remueve todo bien. Quema menos calorías queuna clase de spinning pero es más agradable. Una vez vertida lamezcla en un recipiente apto para horno (los venden desechables siquieres, aunque yo no soy muy fan) lo metemos en el horno a 180

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grados durante aproximadamente una hora. Ojo…, aunque empezará aoler muy bien y sentirás unas irrefrenables ganas de abrir el horno paracotillear cómo va la cosa…, no lo hagas durante la primera media horao no subirá la masa.

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Coca de chocolate

Ingredientes:10 huevos grandes500 g de almendra molida400 g de azúcar1/2 vaso de aceite de girasol1 vaso de leche3 sobres de limonada (bicarbonato sódico + soda)1 sobre de levadura250 g de chocolate en polvo (y no, no vale Nesquik, Amaia ya lo

probó una vez y el resultado no es, seguro, el que esperas)

Elaboración:La preparación de esta receta es muy similar a la anterior. Empezamospor precalentar el horno, como siempre. Separamos las claras de lasyemas; reservamos las yemas y batimos a punto de nieve las claras…,ya tenemos experiencia. Añadimos el azúcar, las yemas, el aceite y laleche… Lo que vienen siendo los ingredientes «húmedos». Una vezmezclado, añadimos el resto de los ingredientes: harina, chocolate,limonada y levadura (los «secos»). Sé que me pongo muy pesado conesto pero… tenemos que tener especial cuidado en mezclar bien y nodejar grumos en la masa. Vertemos la mezcla en un recipiente aptopara horno y lo metemos en el horno a 180 grados durante

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aproximadamente una hora. Ojo…, ya sabes, deja intimidad al dulce yal horno, no lo abras durante la primera media hora o no subirá.

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Coca de yogur de limón

Ingredientes:2 yogures8 huevos2 sobres de levadura4 medidas de azúcar (tomando como medida elrecipiente del yogur)6 medidas de harina (tomando como medida el recipiente del yogur)2 medidas de aceite de girasol (tomando como medida el recipiente

del yogur)La ralladura de un limón

Elaboración:Como siempre precalentemos el horno, como en unos buenospreliminares. Si vamos a meter algo dentro… que esté preparado. Lode siempre: separamos las claras de las yemas, reservamos las yemas ybatimos las claras a punto de nieve. Si lo hace Martina, me pido laprimera fila para disfrutar del proceso como buen voyeur. Añadimos elazúcar, las yemas, el aceite y los yogures. Una vez mezclado,añadimos el resto de los ingredientes (harina, levadura y cortezarallada del limón). Recuerda que la medida es el mismo envase delyogur. Puedes vaciar los yogures en un cuenco y usar sus envases(después de enjuagarlos y secarlos con papel de cocina) para irmidiendo las cantidades. Mezcla bien y asegúrate de no dejar grumos.

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Los grumos no molan, grumete. Una vez mezclado, vertemos elresultado en un molde apto para horno. Con cariño, saludamos alhorno ya caliente, le hacemos un guiñito y metemos el molde a 180grados durante aproximadamente una hora. Ojo…, no seas cotilla y noabras el horno durante la primera media hora.

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Pastelitos de boniato

Ingredientes:500 g de almendra molida250 g de azúcar2 huevosRalladura de limónConfitura de boniato (o confitura de cabello de ángel)Obleas

Para «adornar»1 yema de huevoAzúcar para espolvorear

Elaboración:Saludamos al horno, nuestro fiel amigo, y lo precalentamos a unos 200grados. Si quieres decirle un par de guarradas para ponerlo a tonomientras tanto, seguro que las recibe con entusiasmo. Ya sabes:separamos las claras de las yemas, reservamos las yemas y batimos lasclaras a punto de nieve con mano dura..., que se enteren de quiénmanda aquí. Añadimos el azúcar, la almendra molida, la ralladura delimón y las yemas y mezclamos enérgicamente hasta tener una pastahomogénea. Cortamos la pasta en porciones de unos 25 gramos. Nohace falta que lo peses cada vez; pesa la primera porción y despuésguíate a ojo por el tamaño de la primera medida. Con cada una de las

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unidades se hace una bola, se coloca entre dos pedazos de filmtransparente y se pasa un rodillo por encima hasta que queden finas.Fina, fina, filipina. Quitamos el plástico de arriba y se les da formaredonda (si no tienes un cortador, puedes hacerlo con un vaso o untazón). Rellenamos con una cucharada del relleno elegido. No te paseso para cerrarlos te las vas a ver y desear. El resultado, si te pasas derelleno en cada pastelito, será una especie de empanadilla vomitona.Es mejor ser contenido en este momento. Cerramos con ayuda del filmtransparente hasta sellar las puntas. Cubrimos la bandeja del horno conlas obleas. Yo, como siempre, reservaré unas cuantas para comérmelassobre la marcha, aunque Martina se ponga nerviosa de verme masticarmientras cocino. Colocamos los pastelitos sobre las obleas y lesdeseamos mucha suerte en el horno, que ya anda calentito. Damosunas pinceladas sobre la superficie de los pastelitos con huevo batido yespolvoreamos azúcar por encima para ponerlos pintones. El horno nosrecibirá con una bocanada de calor cuando lo abramos. Es el momentode meter los pastelitos a 225 grados durante veinte minutos.

¡Ojo! ¡Vigila que no se oscurezcan!

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Bizcocho tradicional

Ingredientes:12 huevos420 g de azúcar300 g de harinaManteca (para el molde)

Elaboración:Nos acercamos al horno con andares sexis, le guiñamos el ojo, ledecimos que está muy guapo hoy y… lo precalentamos. Cogemos loshuevos y separamos las claras de las yemas, que aquí se llevan a matar.Reservamos las yemas y batimos las claras a punto de nieve comosabemos…, con energía. Añadimos el azúcar y la harina con cariño,mezclando bien hasta que quede una masa homogénea. A poder ser,que nadie como Amaia os ayude. Una vez terminé sacándome harinade la nariz. Untamos el molde con manteca (para evitar que se pegue)en plan: nena, voy a dejarte bien preparada…, y vertemos la masa. Elhorno debe estar ya a punto de alcanzar el clímax, así que metemos lamezcla a 180 grados entre cuarenta y cuarenta y cinco minutos. Dejaactuar al horno sin ojos inquisidores al menos la primera mediahora…, la masa y él tienen que entenderse sin que tú te asomes por lapuertecita.

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Brazo de gitano

Ingredientes:4 huevos100 g de azúcar90 g de harinaRelleno a escoger: puede ser cabello de ángel, chocolate para untar,

mermelada, dulce de leche…Manteca

Elaboración:Ya conoces el proceso: precalentamos el horno. Separamos las clarasde las yemas y reservamos estas últimas mientras batimos las claras apunto de nieve. No hace falta que lo hagas en un minuto, comoMartina. Añadimos el azúcar y la harina con calma, sin parar deremover y mezclamos bien hasta dejar una masa homogénea. Laextendemos en una bandeja plana untada en manteca y la alisamospara meterla en el horno a 180 grados unos diez minutos. Sacamos,dejamos enfriar (la masa, ahora mismo, está cabreada y hay que dejarleespacio) y cuando ya no humea…, añadimos el relleno. Enrollamos.Esto es divertido, sobre todo cuando Martina tiene prisa, lo hace muyrápido (y con fuerza), se le parte, se caga en todo el santoral y me miracon odio porque me estoy riendo. Moraleja…, trátalo con cuidado.

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INVITADOS EN CASA

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Pásate por casa a tomar café»…, ¿cuántas veces lo habremos dicho?Amaia y Javi vienen tan a menudo a la nuestra que ya no hace falta nisiquiera avisar. Para ellos siempre tenemos un trozo de bizcocho en lapanera y la cafetera italiana preparada. Pero para todas aquellas visitas conun poco más de protocolo, esas mismas que molestan tanto a Martinaaunque intente fingir lo contrario, tenemos unas recetas algo más especiales.Cositas dulces pintonas que presentar en una bandeja bonita o que servirdirectamente en el platito de café, junto a la taza, sin preguntar. Puedeselegir entre azúcar moreno sin procesar o sirope de ágape para endulzar tucafé, pero no tienes escapatoria en cuanto a los dulces…, los probarás y esmuy probable que acabes teniendo que sofocar un gemido. Pequeña…, soybueno en estas cosas. Déjate llevar.

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Shortbread

El shortbread es una galleta originaria de Escocia que probé durantemis años en Londres. Es una receta fácil para acompañar el café o el téy quedas de un fino y elegante que no se puede soportar, aunque llevespuesta una camisa de flamencos.

Ingredientes:130 g de mantequilla ablandada a temperatura ambiente60 g de azúcar caster (es decir, más fino que el azúcar normal pero

menos molido que el glass), más un poco para espolvorear65 g de harina normal65 g de harina de repostería60 g de harina de arroz o de maízPizca de sal

Elaboración:Mezclamos la mantequilla y el azúcar en un bol grande con unacuchara de madera (hasta donde se pueda y a continuación con lasmanos, que queda muy sexi) hasta que la masa esté esponjosa y tengaun tono pálido. Incorporamos los tres tipos de harina y la pizca de sal yremovemos bien hasta que la mezcla esté suave y uniforme.Colocamos la mezcla en una fuente de horno y la igualamos con laparte trasera de la cuchara. Con el pulgar vamos presionandoligeramente por todo el borde para hacer un adorno y luego con un

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cuchillo marcamos  las porciones (rectangulares si queremos sertradicionales) y con un tenedor pinchamos para adornar. Lo dejamosenfriar en la nevera durante treinta minutos para que adquieraconsistencia y mientras tanto precalentamos el horno a 170 grados; yasabes… con cariño. Sacamos el shortbread de la nevera y lohorneamos entre treinta y treinta y cinco minutos, o hasta que adquieraun tono ligeramente dorado…, como el color de la piel de Martina. Loretiramos del horno y espolvoreamos con azúcar. Lo dejamos enfriaren la fuente unos minutos antes de transferirlo a una rejilla para que seenfríe por completo. Una vez frío, repasamos las porciones y servimos.

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Espirales de manzana

Ingredientes (para 16 espirales):260 ml de leche40 g de levadura fresca50 g de azúcar50 g de mantequilla ablandada600 g de harinaUna pizca de sal1 huevo

Ingredientes para el relleno:20 g de mantequilla30 g de azúcar2 manzanasUn puñado de pasas

Ingredientes para el glaseado:50 g de azúcar glasZumo de medio limón

Elaboración:

Calentamos la leche hasta que esté tibia y disolvemos en ella la levadurajunto con una cucharada de azúcar. Dejamos reposar la mezcla tapada

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durante diez minutos. Ojo: el recipiente tiene que ser grande porque, con lalevadura, el volumen de la leche crecerá como yo cuando…, mejor no sigopor ahí. Mientras reposa, mezclamos la harina, la sal, el resto del azúcar, elhuevo y la mantequilla. Después incorporamos la leche con la levadura yamasamos bien, con ganas, hasta obtener una mezcla homogénea. Alprincipio será pegajosa (y un pelín asquerosa) pero poco a pococonseguiremos que resulte más manejable. Dejamos reposar tapada duranteuna hora en un lugar cálido como…, da igual, mejor tampoco sigo por ahí.Pelamos las manzanas, les quitamos el corazón (en plan cruel) y laspartimos en trocitos. A continuación las ponemos en un cazo junto con lamantequilla, el azúcar y una cucharada de agua y mantenemos estosingredientes a fuego medio durante unos quince minutos. Luego podemostriturarlo todo un poco o dejarlo como está, a gusto de cada uno. Lodejamos enfriar. Precalentamos el horno por arriba y por abajo a 200grados. Sobre una superficie enharinada extendemos la masa y le damosforma cuadrada. Encima de ella ponemos la mezcla de las manzanas y laspasas pero sin cubrir los extremos más cortos. Enrollamos a lo largo ycortamos en porciones. Colocamos papel vegetal en una fuente de horno,disponemos sobre él las espirales y horneamos entre veinte y veinticincominutos o hasta que veamos que empiezan a dorarse. Ahora preparamos elglaseado. Para ello removemos el azúcar glas con zumo de limón hastaobtener una mezcla poco espesa con un colorcillo… interesante. Cuando lasespirales estén listas, las sacamos del horno, las dejamos que se atemperenun poco y les vertemos el glaseado por encima con ayuda de un tenedor.

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Scones

Los scones son originarios de Escocia y forman parte de esas pastitasque acompañan la hora del té en todo Reino Unido. Podemosacompañarlos de mantequilla, mermelada, nata o yogur.

Ingredientes:450 g de harina leudante2 cucharaditas de levaduraUna pizca de sal50 g de mantequilla fría en dados15 ml de zumo de limón400 ml de leche aprox., y un poco más para pintarNata de DevonMermelada al gusto

Elaboración:Precalentamos el horno a 230 grados con calor por arriba y por abajo,a lo loco. En un bol mezclamos la harina con la levadura. Añadimos lamantequilla y lo integramos todo con las manos. Ya sabes que siempreopino que trabajar con las manos en la cocina es casi fundamental.Sentir lo que estamos haciendo y disfrutar de ello… En un bolpequeño batimos el zumo de limón y la leche y lo vamos vertiendopoco a poco en la mezcla anterior hasta conseguir una masa manejable,compacta y que se despegue bien de las paredes del recipiente. Sobre

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una superficie enharinada estiramos la masa ayudándonos con unrodillo y cuando tenga unos cinco centímetros de altura cortamos losscones con un cortapastas (un vaso también vale) y los disponemossobre una fuente de horno forrada con papel vegetal. Pintamos losscones con un poco de leche y horneamos unos veinte minutos o hastaque se doren ligeramente. Los envolvemos en un trapo limpio paramantenerlos templados y blanditos hasta que los vayamos a tomar.Entonces los partimos por la mitad y extendemos el relleno elegido.

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Galette de manzana

Ingredientes para el hojaldre (pero vaya, que también puedescomprarlo hecho, no te odiaré por ello):

250 g de harina½ cucharadita de levadura1 pizca de sal100 ml de leche tibia90 ml de aceite de girasol1 huevo batido

Ingredientes para el relleno:2 manzanas rojasZumo de ½ limón1 cucharadita de harinaUna pizca de canelaAzúcar glas para espolvorear1 huevo batido

Elaboración:Comenzamos preparando el hojaldre. Podemos hacerlo incluso lanoche anterior, pues se mantiene en la nevera hasta veinticuatro horasuna vez hecho. Para ello disponemos en un bol la harina, la levadura yla sal y lo mezclamos todo un poco. También unimos la leche tibia conel aceite y lo incorporamos al bol de la harina. Vamos amasando con

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las manos hasta obtener una masa esponjosa y cada vez menospegajosa. Formamos una bola con la masa, la cubrimos con papel filmy la dejamos reposar en la nevera al menos media hora.Descorazonamos las manzanas, las pelamos y las partimos en láminasmuy finas. Cuidado con los dedos. No quiero accidentes en mi cocina,grumete. Sacamos la masa de hojaldre de la nevera y sobre unasuperficie enharinada y con ayuda de un rodillo vamos dándole laforma, admite cualquier forma y tamaño. Martina la suele hacerredonda, yo cuadrada y Amaia se empeña en que es posible hacerlocon la forma de la cara de Javi…, en fin. Colocamos la manzanaformando un círculo y superponiendo unas láminas de manzana sobrelas otras hasta rellenar todo el centro. Dejaremos un par de dedos demargen por el borde para después doblar un poco de hojaldre.Mezclamos el zumo de limón con la harina y la canela hasta integrarlotodo bien. Con una cuchara repartimos esta mezcla sobre lasmanzanas. Cuidado…, no te creas Pollock creando. Doblamos losbordes del hojaldre, lo pintamos con huevo batido y horneamos a 180grados entre treinta y cuarenta minutos, o hasta que veamos que elhojaldre ya está dorado. Dejamos atemperar sobre una rejilla y cuandoya esté frío espolvoreamos el azúcar glas por encima para decorar. Sepuede tomar caliente o fría, y… con helado ya… increíble, sobre todosi Martina me deja comer el postre en la cama.

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Canutillos de hojaldrecon nata de fresa

Ingredientes:Hojaldre (venga, va, podéis comprarlo hecho)Azúcar glas para decorar200 ml de nata para montar4 cucharadas de azúcar blanco y un poco paraespolvorear2 cucharadas de mermelada de fresa1 huevo batido

Utensilios:Moldes metálicos aptos para horno para dar forma a los canutillos o,

en su lugar, papel de plataen forma de cono.

Elaboración:En primer lugar, precalentamos el horno a 180 grados con calor porarriba y por abajo con ventilador y todo, que estamos que loregalamos. Guardamos la nata en el congelador mientras hacemos loscanutillos para que después se monte mejor. Hacemos el hojaldresegún indique el fabricante. Si es congelado lo descongelamos como seindique. Si es fresco, lo sacamos de la nevera según las instrucciones.Pero haced caso a las instrucciones, grumetes. Cuando lo tengamos

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listo para poder trabajarlo, lo estiramos sobre una superficie planaligeramente enharinada. Espolvoreamos el azúcar blanco sobre elhojaldre y pasamos por encima un rodillo de cocina para adherirlo biena la masa y que quede más dulce. Si no disponemos de rodillo, sepuede hacer con cualquier vaso liso, botella o utensilio que tengamospor casa. Cortamos el hojaldre en tiras de un dedo de grosoraproximadamente. Untamos los moldes metálicos con un poco deaceite. Podemos hacerlo con un pincel de cocina o mojándonos unpoco un dedo y extendiéndolo por los moldes. Recuerda que si notienes moldes, puedes hacerlo con conos de papel de plata, pero concuidado de que no se deformen. Cogemos una primera tira de hojaldrey empezamos a pegarla en el borde del molde, subiendo poco a pocoformando una espiral. Hacemos lo mismo con el resto de las tiras dehojaldre. Te va a quedar tan mono que vas a querer casarte con cadacanutillo. Batimos el huevo y pintamos cada hojaldre para despuéshornearlos hasta que veamos que están dorados, quince minutosaproximadamente. Cuando se hayan enfriado un poco, losdesmoldamos con cuidado para no romperlos y los reservamos hastatener la nata. Retiramos la nata del congelador y comenzamos a batirlacon las varillas a velocidad baja. Cuando haya subido un poco,añadimos el azúcar y batimos a una velocidad mayor hasta que estébien montada. Debemos tener cuidado de no pasarnos o haremosmantequilla. Y no queremos mantequilla. Le añadimos la mermeladade fresa al gusto y mezclamos con una espátula con cuidado de nobajar mucho la nata. A continuación introducimos esta mezcla en unamanga pastelera o en una bolsa de congelar a la que le cortaremos unaesquinita. Vamos rellenando poco a poco nuestros canutillos, los

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espolvoreamos con azúcar glas para decorar y los guardamos en lanevera.

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Pastel de fresa y chocolate blanco

Ingredientes:100 g de harina de repostería125 g de chocolate blanco75 g de almendras molidasMedia cucharadita de levaduraUna pizca de sal100 g de mantequilla200 g de azúcar3 huevos1 cucharada de extracto de vainillaRalladura de medio limón75 g de chocolate blanco rallado200 g de fresas

Utensilios:Una fuente apta para hornoPapel de hornear

Elaboración:Precalentamos el horno a 180 grados con calor por arriba y por abajosin ventilador. Que pase calor. Derretimos los 125 gramos de chocolateblanco en un bol en el microondas a potencia baja, de treinta en treintasegundos, removiendo cada vez. Tamizamos la harina, las almendras

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molidas, la levadura y la sal. En otro bol mezclamos la mantequilla yel azúcar hasta que obtengamos una masa blanquecina. Añadimos loshuevos de uno en uno y batimos todo bien. Incorporamos el extractode vainilla y la ralladura del limón. Agregamos el chocolate fundido ymezclamos. Light, ¿eh? Que le den a la operación biquini. Añadimoslos ingredientes tamizados, removemos e incorporamos el chocolateblanco rallado. Con una cuchara extendemos bien la mezcla sobre lafuente apta para horno y decoramos con las fresas por encima.Horneamos a media altura entre veinticinco y treinta minutos o hastaque veamos que está dorado. Lo retiramos del horno y dejamos que seenfríe por completo antes de sacarlo de la fuente. Podemos decorarlocon más fresas y virutas de chocolate blanco, que las hacemos pasandouna tableta de chocolate blanco por un pelador.

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TARTAS

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Cuando uno se dedica a esto de la cocina, los amigos suelen abusar. Así,en confianza y con cariño: Amaia, contrata a un catering para los próximoscumpleaños. Fuera de bromas (y no tan bromas, Amaia, te puedo dar elnúmero de un par de sitios o… qué coño, ¡páganos a nosotros con algo másque con vino!). Lo cierto es que las tartas hechas en casa, tanto paracelebraciones como para un domingo lluvioso, tienen un ingrediente con elque nunca vendrán las compradas y no voy a decir la enorme moñada de«cariño» o «amor». Es solo que, estas tartas hechas en casa, a veces con unresultado estético algo inquietante, llevan detrás un tiempo, una dedicación,un alma… que el proceso comercial es fácil que elimine. Y aunque lo lleve,no se ha vivido en primera persona. El tiempo, visto lo visto, vivido lovivido, es uno de los recursos más valiosos de los que disponemos y unbuen regalo. Así que da igual si al desmoldar algo hay un desmoronamientolateral o si se te va el dedo, lo hundes dentro y luego queda una especie deombligo en su superficie… Si alguien a quien quieres cumple años, aquítienes una tarde de dedicación con un resultado… dulce.

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Tarta de queso tradicional

Tan fácil y tan agradecida, la pobriña mía…

Ingredientes:3 huevos3 cucharadas de azúcar2 tarrinas de queso de untar (600 g)Mermelada casera de moras1 paquete de galletas75 g de mantequilla

Elaboración:Introducimos las galletas en una bolsa cerrada y las aplastamos con unrodillo de cocina. Si estás enfadado con alguien, mejor. Esta parte es laúnica que se le da bien a mi madre, por ejemplo. Derretimos lamantequilla en el microondas y la mezclamos en un bol con lasgalletas trituradas hasta que la masa quede compacta. Esta masa es…bocado divino, pero cuidado que una vez me empaché y el recuerdo noes muy grato. En un bol más grande batimos los tres huevos yañadimos el azúcar y el queso de untar. Mezclamos todo bien.Precalentamos el horno por arriba y por abajo a 180 grados. Tú sabescómo, pequeña… En un molde apto para horno ponemos una primerabase de galletas. Nos aseguramos de que quede toda la base biencubierta y la aplastamos. Vertemos por encima la mezcla de queso.

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Horneamos entre veinticinco y treinta minutos o hasta que veamos quela masa de queso está hecha. Sacamos la tarta del horno, ladejamos  atemperar y la metemos en la nevera hasta el momento decomerla. Antes de servirla, la cubrimos con mermelada.

Nosotros te recomendamos que la mermelada sea casera, porque nopuede ser de otra manera…, somosunos puristas. Entenderemos que lacompres hecha pero, por si acaso, a continuación tienes una receta parahacerla tú misma/o.

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Mermelada de fresa

Ingredientes:350 g de fresas150 g de azúcar blancoZumo de medio limón

Utensilios:Tarros de cristal

Elaboración:Lavamos bien las fresas y las limpiamos, quitando el rabito en elproceso con precisión quirúrgica. O no, pero que no queden ramitas,vaya. Las ponemos a calentar a fuego medio-bajo junto con el zumo demedio limón y el azúcar y lo movemos de vez en cuando con unacuchara de madera. Mientras, esterilizamos los botes y las tapas en losque vamos a guardar la mermelada. Para ello los introducimos en aguahirviendo y los dejamos dentro veinte minutos. Después los retiramoscon cuidado de no quemarnos y los ponemos a secar sobre un trapolimpio. Dejamos las fresas en el fuego unos veinte minutos o hasta queveamos que va espesando. Podemos hacer la prueba de coger un pocode la mezcla en un platito y ver que ha espesado tanto queprácticamente no se cae al inclinarlo un poco. Cuando ya tenemos lamermelada en el punto deseado, con un cucharón —y un embudo sinos facilita la tarea— vamos rellenando los tarros de cristal. Después

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los cerramos y los dejamos boca abajo unas ocho horas, o toda unanoche. Con esto conseguimos que se cierren al vacío y que nos durenhasta tres meses en la nevera bien cerrados. El zumo de limón tambiénactúa de conservante, para que nos aguante un tiempo sin estropearse.Qué truquis, ¿eh? Una vez pasadas las ocho horas de reposo bocaabajo, los guardamos en la nevera, ya hacia arriba.

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Tarta de cumpleaños [1]

Ingredientes:2 paquetes de galletas de las rectangulares125 g de margarinaAzúcarCafé con lecheChocolate para fundirCoco rallado (para decorar)

Elaboración:Colocar el café con leche, templado, en un bol. Mezclar la margarina(a temperatura ambiente, no calentar) con el azúcar. Una a una, mojarla galleta brevemente en el café con leche y untarla con la margarinacon azúcar. Ir pegando las galletas unas a otras, en horizontal hastaconseguir dos tiras más o menos del mismo tamaño. Fundir elchocolate y echar por encima de las tiras de galleta. Dejar enfriar.Espolvorear de coco rallado. Para servir, ojo, hay que cortar endiagonal. Vale, Amaia, ya he incluido tu maldita receta. Deja de vigilarlo que escribo por encima de mi hombro y vete ya de mi despacho. No,no puedes llevarte mi jersey. Sí, te odio.

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AGRADECIMIENTOS DE LA AUTORA

A estas alturas ya he asumido que Pablo, por muy loca que me volvieradurante el proceso de creación de las novelas, no existe. Una pena, vaya,porque me hubiera enamorado de él hasta los zapatos, pero también mehubiera encantado sentarme una noche en su restaurante a probar aquelloque sus manos crearan.

Volví a «meterme en sus zapatos» esta vez para traerte estas recetas conlas que tanto Martina como Pablo y yo esperamos que maravilles a tusinvitados. Como ellos viven en mi imaginación y yo de cocina sé lo queaprendí de mi madre y durante el periodo de documentación de la bilogíaHorizonte Martina, esta vez he tenido que pedir ayuda a gente de mientorno. Por eso no me gustaría dejar pasar la oportunidad de agradecer aRafaela Ferri y Tomás Benavent, mis padres, el tiempo invertido entranscribir y escanear cada una de esas recetas clásicas que llenan la mesadurante el postre los domingos, cuando nos reunimos todos alrededor deunas tazas de café. También dar las gracias a Gonzalo Albert y a su mujerque han creado un blog de recetas que os recomiendo con entusiasmo.Milhojas de recetas es un rincón cuidado, hogareño y que siempre huelerico dentro de la inmensidad de la web. gracias por prestarme vuestrasrecetas y dejar que Pablo las haga un poco suyas.

Y a ti, que lees esto, como siempre… a tus pies.

ELÍSABET

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LA VIDA   

Siempre fui una niña maniática. Nunca comí con las manos, nunca meensucié la cara, nunca me dormí sobre un plato, me pinté la cara o hicealgún desastre similar. Siempre fui… pulcra. Tuve una infancia feliz, unaadolescencia nada problemática y una juventud muy plena. Pero es ciertoque siempre fui… seria. Muy contenida, a decir verdad. En mi casa todos losomos. Se respira cariño y respeto, pero no nos volvemos locos dando besosy abrazos cuando nos vemos. Ni siquiera nos vemos mucho. Mis padres sonde los que entienden que, llegada una edad, es normal que los polluelosvuelen lejos del nido. No nos van los mimos.

Puedo parecer una persona fría. Sé que a la gente le cuesta sentir simpatíapor mí, porque suelo dar una imagen errónea de impermeabilidad, como sitodo me resbalara, como si no necesitara a nadie y las emociones humanasme resultaran excesivas. Eso es porque he sido criada en la contención. Soyuna chica contenida, lo que no significa que no sienta. Pero es cierto, mecuesta horrores expresar mis emociones profundas; no llevo bien la sorpresay el coqueteo para mí es un tormento. Es como si mi piel fuera más gruesaque la de los demás y a veces me sorprendo imitando las reacciones de losde mi alrededor para obligarme a salir del cascarón. Suelo sentirme amenudo como un pez fuera del agua, pero tengo la suerte de tener cerca demí a personas que son mi zona de confort. No me recluyo en mi habitacióncon la música alta para aislarme…, muy al contrario, busco abrigo en migente. Mis padres son amigables a su manera y mis hermanosindependientes hasta el extremo, como yo, pero mis dos mejores amigassuplen con creces estas carencias.

Pero nada de lo anterior tiene que ver con mi pasión por la cocina. Sí,pasión, una palabra caliente que arde en mi lengua, en mis venas, cuando

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me encierro en una cocina. No es un hobby; para mí es una forma de vida.Mi forma de vida y de expresión. He llegado a pensar que sufro asperger yque esta es la única manera en la que me siento libre.

Es algo totalmente vocacional. Era una chica aplicada, que sacaba buenasnotas, devoraba libros y a la que todos imaginaban con un brillante futurocomo abogada o médico, quizá, pero yo siempre decía que quería ser chef.He tenido que luchar durante muchos años contra los prejuicios de losdemás acerca de mi pasión. Muchos me hablaron con una nota decondescendencia para tratar de poner luz sobre el asunto y aclararme quepodía hacer cuantos dulces quisiera en mi tiempo libre, pero que debíaestudiar una carrera. Nunca los escuché, porque todo ese fuego y esaespontaneidad que me falta en las relaciones sociales habituales me sobracuando me pongo a cocinar. Siempre quise ser chef. Y no cualquier chef.Siempre quise ser de las mejores. O la mejor.

A los dieciocho años me inscribí en la escuela de cocina a pesar de lasquejas de mis padres. Y trabajé durísimo para aprender todo cuanto pude; lohice con ganas y ahínco, a veces turbada por no saber si lo que me hacíaavanzar era el talento o el empeño. Fue en aquel momento cuando conocí aFernando. Tenía una sonrisa preciosa y los ojos brillantes. Nos miramosnada más entrar en el aula y la sensación fue electrizante. Lo malo es queno era un compañero con el que pasear cogida de la mano por el campus;Fernando tenía treinta años y era mi profesor. Él me enseñó en el aula labase de todo lo que sé ahora. Era apasionado, dedicado, un buen docente yel hombre más atractivo que había visto en mi vida. Moreno, alto, conmucha vida a sus espaldas, manos grandes y suaves. El sueño de cualquierposadolescente impresionable. Me enamoré como una colegiala. Un día mepreguntó si, siendo su alumna más aventajada, me apetecía acompañarle auna sesión de maridaje de vinos, como experiencia complementaria.

—Por probar si también tienes dotes de sumiller —dijo sin mirarmemientras ordenaba unos folios.

No, no las tenía, pero después de tanto vino, que los profesionalesescupieron pero nosotros nos lo bebimos de mil amores, me llevó a mi casay en el portal me confesó que algo le empujaba a pasar más tiempoconmigo y que nunca se había sentido más fascinado por alguien. Decía queera tremendamente madura, pero nunca consideré que lo fuera. Creo quesolo parecía menos pizpireta que el resto de chicas de mi edad; en realidad

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aún estaba a medio cocer, como mis compañeras, pero tenía un airetaciturno que me ayudaba a disimularlo.

Ya en nuestro primer beso supe que iba a ser uno de los hombres másimportantes de mi vida. Nos fuimos a vivir juntos tres años después ygracias a él me hice adulta de verdad. Lo nuestro duró una década. Duranteesos diez años, yo seguí formándome y trabajando para cumplir el sueño deser una de las mejores chefs de España y él siguió con sus clases; la vida eraapacible y tranquila. Terminé mis estudios y seguí con otros en laprestigiosa escuela Cordon Bleu, de la que salí, tras varios años y varioscursos, con mención de honor. Nunca podré agradecerle lo suficiente elapoyo que me brindó siempre, no solo económico. Fer era mi compañero enla vida. Era el alma de muchas de mis pasiones. Fer me enseñó muchascosas además de cocina. Él fue haciéndome consciente de las dimensionesde mi cuerpo y de todas las terminaciones nerviosas de mi piel. El placer.Fue el primer hombre con el que me metí en la cama de verdad a losdieciocho y… él tenía doce años de rodaje más que yo. Mientras misamigas se acostaban con críos inexpertos que no sabían más que empujar,Fernando me hacía gritar, empapada en sudor entre las sábanas. Tuve unatremenda suerte, pero la verdad es que dejó el listón demasiado alto.Nuestra relación fue siempre muy apasionada, muy sexual y satisfactoria.Esa faceta nunca empeoró.

Pero una noche de 2014, después de ochocientas discusiones sobrenuestro futuro, nos dimos cuenta de que él quería una cosa y yo otracompletamente distinta. Y vaya sorpresa descubrir que, a pesar de seguirexcitándonos, ya no estábamos enamorados. Fue un batacazo, una bofetadade realidad; nunca me planteé que pudiera querer tanto a una persona a laque no amaba pero que sí me excitaba. Los sentimientos son a vecesdemasiado complejos para alguien como yo. Éramos dos amigos muy bienavenidos en la cama que se habían habituado a tenerse. Pero él quería hijos,asentarse, dar un paso… y yo estudiar, crecer en mi profesión, viajar… yolvidé por completo que a sus ojos ya tenía edad de hacerle padre. ¿Hacerlepadre? ¿¿Es que estábamos locos?? Se sumaba la dificultad de que yo teníaun problema de salud, una malformación del útero, que hacía de laposibilidad de quedarme embarazada algo difícil y lejano. Fernando queríaponerse a ello ya, por si acaso, y a mí la idea sencillamente me horrorizaba.Aquella era una diferencia irreconciliable, por lo que decidimos romper esa

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misma noche, aunque aún compartimos piso durante más de siete meses. Ydormimos juntos. Y follamos mucho y muy bien, porque Fernando es unauténtico maestro en muchas cosas. Pero los dos sabíamos que ya noéramos nada y que aquello solo era un parche que terminaría por ser unproblema. Comprendimos que era el final.

Con todo el dolor de mi corazón fui diciendo adiós a toda esa calma, a lavida apacible y tranquila a la que me había acostumbrado. Fer siempre lodijo: el aburrimiento es la enfermedad que pudre las relaciones. Creo quenosotros no nos aburrimos jamás juntos como amigos, pero como pareja…es complicado.

Me busqué un piso y cuando ya estaba decidida a mudarme, Amaia, unade mis mejores amigas, me llamó y me dijo que se venía a vivir conmigo.Lo que me faltaba.

—Ya verás qué bien. ¡Montaremos orgías en la cocina! ¡Yo me lo montocon muchos tíos y tú con un par de pepinos!

Me lo pensé durante unos dos segundos antes de decirle que no. Un NOrotundo, además. Discutimos, claro. Amaia llegó a tirarme un montón deplátanos a la cabeza cuando una tarde, tratando de disuadirme, meacompañó al supermercado. Después Sandra, que con eso de ser opositoraestaba muy concentrada en esquemas, normativas y apuntes, nos redactó ladeclaración de convivencia en una cartulina de color hueso que colgamosenmarcada en el salón, porque si algo no se le puede decir a Amaia es queno.

Escogimos un piso viejo pero bonito en un edificio antiguo y señorial contres habitaciones y dos cuartos de baño. La habitación grande en suite fuepara mí, por haber sido la encargada de todo el papeleo y los marrones demudarnos. Amaia solo tuvo que venir con su maleta, ayudar a vaciar lanevera y encender la tele. Bueno, no le quitaré mérito, porque fue tambiénella quien me ayudó con el traslado de todas mis cosas desde el piso quecompartí con Fer. Lo guardé muy dentro, pero estaba triste y decepcionadaporque lo que habíamos creído que duraría de por vida se había acabadotras diez años. Y… me sentía confusa, porque no sabía qué debíaapetecerme en ese momento.

Y allí estábamos, en casa de Fernando, que ya no era mi casa, recogiendolo que quedaba de mi vida. Amaia, mucho más seria de lo habitual, me

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palmeó una rodilla y yo la miré con una sonrisa resignada. El salón estaballeno de cajas y yo las observaba con melancolía.

—¿Estás bien? —me preguntó.—Sí, sí. Ya sabes que todo esto es necesario. Antes de que acabe mal de

verdad. —Me encogí de hombros—. Pero son diez años. No deja de darpena.

—¿Vas a llorar? —preguntó sorprendida.—No. —Suspiré—. Pero me siento…, estoy confusa, ¿sabes? Demasiado

tiempo pensando que había sido el destino y que…—Fue el destino —me dijo muy segura—. Pero ahora necesitáis otra

cosa. Es un lujo que podáis seguir siendo amigos.—Ya. Eso ya lo sé. Pero… es como…—El paso final. Lo que lo va a materializar de verdad, ¿no?—Sí. —Me apoyé en su hombro con los ojos perdidos en el bonito suelo

de parqué—. Y ahora… ¿qué narices sé yo de ligar?—Si te sirve de consuelo, creo que nunca has sabido nada de ligar.Me reí entre dientes y lo mezclé con un insulto que ella aceptó con una

sonrisa.—Zorra cruel.Se escucharon las llaves de casa. Miré a Amaia y en un susurro le pedí

que se comportara con naturalidad. Fer entró en el salón y nos dedicó unasonrisa.

—Hola, ratón —me dijo—. Hola, Amaia, qué guapa estás.—Lo sé —contestó ella con un golpe de melena.—¿Os ayudo con las cajas?—No hace falta, Fer —dije levantándome.—Oye —contestó en voz muy baja acercándose—, esta decisión la has

tomado tú. Yo no tengo prisa por que te vayas. Ya lo sabes. No quiero hacerde esto un drama.

—No lo es. —Sonreí—. Pero… —Bajé más aún el tono convirtiendo laspalabras en un susurro—. Si no me voy, vamos a seguir bajo el mismotecho y bajo…

—Las mismas sábanas. —Los dos sonreímos y él me palmeó el trasero—. Dime, ¿qué cajas pesan más? Por dejárselas a Amaia, que se la ve muyen forma.

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Amaia le lanzó un cojín a la cabeza, que él atrapó y volvió a dejar en elsofá. Le señalé un par de bultos y él se arremangó para cargarlos. Nosotrasnos miramos y mi mejor amiga levantó el pulgar con gesto interrogante,como preguntándome otra vez si estaba bien. Asentí. Cogí una caja y seguícon mi mudanza.

Daba igual la decepción de decir adiós a una relación larga en la que aúnquedaba cariño porque sabía que estaba tomando la decisión adecuada; enel fondo sabía qué quería de la vida, pero era un término vago al que no eraposible aferrarse con uñas y dientes. Yo quería… pasión.

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© 2016, Elísabet Benavent© 2020, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona

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[1] Esta receta es de Amaia… Ha considerado que como seres humanos todos debemosincorporar esta receta a nuestra vida y me ha amenazado con horrores sinfín si no laincluyo. Me abstengo de hacer comentarios profesionales sobre lo que viene más adelante.Solo diré que… está buena. Genial para días de resaca.