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Actas XIV Congreso AIH (Vol. IV). Alicia PERDOMO. Las propuestas lúdicas en «Santo oficio ... - Las propuestas lúdicas en Santo oficio de la memoria Alicia Perdomo CITY UNIVERSITY OF NEW YORK Bueno, si lo vas a escribir, escribilo como fue, que es como yo te lo digo, como te lo estoy diciendo, me dices Santo oficio de la memoria MEMPO GIARDINELLI EN SANTO OFICIO DE la memoria 1 , la historia de Argentina se narra desde su fundación hasta la década de los noventa y se va presentando en forma paralela, aunque fragmenta- da. La intencionalidad del texto consiste en retomar la memoria de ese país. Quizá por eso, la novela se enmascara-paródicamente--en una especie de libro de crónica que registra los hechos desde perspectivas disímiles. Tendremos, entonces, la textualización de un acto narrativo, también pacto ficcional, donde el narrador holográfico, definición elaborada por nosotros 2 , marca arbitrariamente el discurso desde su holomovimiento y desde la metamorfosis especular tridimensional. El narratario, un sofisticado constructo que ha sido leído por algunos como proyección y extensión del narrador y por nosotros como prótesis y canal informativo, lo ayuda al refractar(se) mientras se permutan los roles y se muestra, abiertamente, la construcción del narrador y del acto de la narración. Dos metáforas clave, el piñón de la rueda de la bicicleta y las polillas alrededor de la luz, se suceden para mostrar verdades y mentiras ficcionales mientras que las voces se intercambian rechazando la omnisciencia y acogiendo la fragmentación, la tridimensiona- lidad, la holografia, la omnidimensionalidad y la virtualidad. Se trata de un caleidoscopio narrativo donde el narrador y el narratario holográfico transgreden y resignifican los códigos y donde los campos referenciales aparecen envueltos en la ambigüedad y la contradicción. En Santo oficio de la memoria el narrador se fragmenta en varios narradores y será en el último capítulo donde éste asuma una voz totalizante que envuelva a los demás narradores. Todos irán construyendo, a medida que narran y miran, el resto de los elementos ficticios. Esto generará personajes construidos holográficamente y elaborados en múltiples partes que el lector unirá para tener una visión total de cada uno de ellos. El 1 Mempo Giardinelli. Santo oficio de la memoria. Bogotá. Editorial Norma.1991. Trab'liaremos con esta edición. Alicia Perdomo. El narrador finisecular: hacia una morfología de la perversión. Caracas. Universidad Simón Bolívar. 1997. En esta tesis doctoral, desarrollamos las nuevas tipologías y nomenclaturas para los sofisticados narradores y narratarios presentes en la narrativa latinoamericana del siglo XX. 533 -1 .. Centro Virtual Cervantes

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Actas XIV Congreso AIH (Vol. IV). Alicia PERDOMO. Las propuestas lúdicas en «Santo oficio ...-

Las propuestas lúdicas en Santo oficio de la memoria

Alicia Perdomo CITY UNIVERSITY OF NEW YORK

Bueno, si lo vas a escribir, escribilo como fue, que es como yo te lo digo, como te lo estoy diciendo, me dices Santo oficio de la memoria

MEMPO GIARDINELLI

EN SANTO OFICIO DE la memoria1, la historia de Argentina se narra desde su fundación hasta la década de los noventa y se va presentando en forma paralela, aunque fragmenta-da. La intencionalidad del texto consiste en retomar la memoria de ese país. Quizá por eso, la novela se enmascara-paródicamente--en una especie de libro de crónica que registra los hechos desde perspectivas disímiles. Tendremos, entonces, la textualización de un acto narrativo, también pacto ficcional, donde el narrador holográfico, definición elaborada por nosotros2, marca arbitrariamente el discurso desde su holomovimiento y desde la metamorfosis especular tridimensional. El narratario, un sofisticado constructo que ha sido leído por algunos como proyección y extensión del narrador y por nosotros como prótesis y canal informativo, lo ayuda al refractar(se) mientras se permutan los roles y se muestra, abiertamente, la construcción del narrador y del acto de la narración. Dos metáforas clave, el piñón de la rueda de la bicicleta y las polillas alrededor de la luz, se suceden para mostrar verdades y mentiras ficcionales mientras que las voces se intercambian rechazando la omnisciencia y acogiendo la fragmentación, la tridimensiona-lidad, la holografia, la omnidimensionalidad y la virtualidad. Se trata de un caleidoscopio narrativo donde el narrador y el narratario holográfico transgreden y resignifican los códigos y donde los campos referenciales aparecen envueltos en la ambigüedad y la contradicción.

En Santo oficio de la memoria el narrador se fragmenta en varios narradores y será en el último capítulo donde éste asuma una voz totalizante que envuelva a los demás narradores. Todos irán construyendo, a medida que narran y miran, el resto de los elementos ficticios. Esto generará personajes construidos holográficamente y elaborados en múltiples partes que el lector unirá para tener una visión total de cada uno de ellos. El

1 Mempo Giardinelli. Santo oficio de la memoria. Bogotá. Editorial Norma.1991. Trab'liaremos con esta edición.

Alicia Perdomo. El narrador finisecular: hacia una morfología de la perversión. Caracas. Universidad Simón Bolívar. 1997. En esta tesis doctoral, desarrollamos las nuevas tipologías y nomenclaturas para los sofisticados narradores y narratarios presentes en la narrativa latinoamericana del siglo XX.

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resultado es un universo textual fragmentado y caótico en el que la trama se produce en un movimiento de avance y retroceso lo que genera un texto ambiguo y descentrante porque-aparentemente- no hay un eje ordenador de las secuencias. Todas las voces musitan: así que no me pidas coherencia, no la busques que no existe. Aquí me tenés hablando y hablando contándote cosas todo el tiempo (p.500)

El narrador que se aloja en Santo oficio de la memoria funciona en el dominio n-dimensional y en su estructura creación y disolución fluyen simultáneamente muchos otros narradores-residuos de él---que, posteriormente, en una metaficción productiva, proliferarán en las escenas narrativas ocultándose bajo múltiples máscaras. Ese narrador ha dejado de ser un conocedor total o parcial y ha asumido la omnidimensionalidad para convertir el texto en un universo auto-consciente donde él como constructo, junto a los personajes y a los narratarios, reconocen su estatuto ficticio mientras el lector-ya fictivizado-se hace espejo de lo narrado. Por ello, el narrador y el narratario pueden desplazarse-enmascarándose-a lo largo de la novela. Pero el espectáculo resultante de ese complicado truco no está destinado a ser visto por todos. Ello se debe en parte a que esta historia se ha desarrollado en una atmósfera saturada de óptica, de espejos y reflejos. Las reflexiones y las técnicas que permiten dominar las leyes de la propagación de este sofisticado narrador inmerso en una red textual fractal, permiten modifi-car-utilizándolas-las apariencias del mundo y termina desplazando las fronteras entre lo real y lo ficticio, entre lo objetivo y lo subjetivo de una manera que, necesariamente, tiene severas consecuencias para la condición del imaginario y especialmente para esta literatura metaficcional cuya característica propia es jugar con los límites. La novela tiene una estructura lúdica en el sentido de que contiene todos los conceptos o reglas que son seguidos en los actos de escritura y de lectura. Estas reglas que enfatizan el complejo proceso pueden verse como una invitación o exigencia que se hace al lector potencial para seguir las reglas del juego que propone el narrador dentro de un paradigma holográfico.

Como la novela es la textualización del oficio de la memoria, habrá un narrador que deseche la omnisciencia y opte por la omnidimensionalidad, mientras elabora, ayudado por El Tonto de la Buena Memoria, arriesgadas propuestas lúdicas. La memoria priva como construcción textual mientras que todo el discurso se edificará apoyándose en un sofisticado equipo de narradores cuya concreción se verificará en los cuadernos del Tonto de la Buena Memoria. Así se postula una profanda confianza en el discurso como forma de preservar la memoria, mientras que la oralidad se mediatiza siempre a través de la escritura porque el Tonto escribe lo que oye. Lo que él escucha son las voces y testimonios de imaginarios encontrados. Pero también se expone en la novela el acto de la comunicación y se enfatiza la diégesis en detrimento de la mímesis. La escenificación del proceso de factura de la obra y de lectura de la misma es posible por la existencia del narratario quien, en este caso, dramatiza al lector intra y metaficcionalmente.

Sin embargo, si la escritura se muestra en Santo Oficio de la memoria como una mediación, el juego de voces sigue otro itinerario: la ley que se impone intratextualmente es que no hay que formar parte de ninguna duración y que hay que eludir la omnisciencia a cualquier precio. Si bien explícitamente no se da ninguna orden de dispersión, los personajes y los narradores y el resto de los elementos ficticios que se desplazan están marcados holográficamente al punto que el dibujo final nunca puede completarse. Al ser metaficcional, esta novela se convierte en un texto declarativo. Todo lo decide el narrador

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desde su omnidimensionalidad y desde su tridimensionalidad holográfica porque él determina lo que podría ocurrir a aquel que ha caído en su red fractal. Hay que tomar en cuenta que él surge de la nada y del todo: potencialmente es cualquier figura que encarne y en la que se impersone. Su presencia es eternamente pasajera y el origen de su voz siempre se nos escapa. Solamente el narratario es capaz de seguir su ruta porque es una refracción de él. Pero no nos engañemos: todos los miembros que cohabitan en esta obra (que simula un orden desordenado, una espacialización imprecisa) tienen una responsabi-lidad, igual y total en la concepción metaficcional de la pieza y están conscientes de su estatuto ficticio.

La obra (y el narrador) se construyen sobre la metáfora del piñón de la rueda trasera de una bicicleta y por eso es que la narración registra un movimiento de avance y retroceso en múltiples direcciones, lo que unido a la capacidad proteica del narrador, obligará al lector a participar del proceso creativo donde el caos tiene un valor preponderante. El narrador y narratario, recursos que potencian la intencionalidad autorreflexiva, se desplazan por una matriz textual narcisista. Por eso, la historia que se cuenta es el acto mismo del contar, pero deberíamos preguntamos si el enmascaramiento de la auto-conciencia no es más que un otro nivel de simulación.

El narrador holográfico puede desplazarse en varias direcciones y, aparentemente, el patrón de su movimiento es caótico. Sin embargo, disocia su funcionamiento y tiende a mimetizarse. Mientras que en un instante se dirige y se presenta en una escena determinada, también se coloca estratégicamente en otra escena metamorfoseado y el lector, los narratarios o los personajes tienen que rastrear el texto para encontrarlo. Se trata de una construcción que se enmascara en otros narradores y narratarios y da distintas versiones de un mismo hecho, lo que amplía y desjerarquiza las estructuras de significado y afianza la provisionalidad y ambigüedad porque no se trata de una sola verdad, sino de infinitas posibilidades de esa verdad que al participar de un movimiento de construcción y deconstrucción caerán en el vacío (caos) de la ficción.

También será este narrador quien, desde su desplazamiento omnidimensional (porque rota el acto de narrar, no lo concentra como lo haría un narrador omnisciente) y desde su función holográfica, narre paródicamente las peripecias de otro narrador que pretende ser omnisciente para, posteriormente, arrojar el lápiz con el que lo escribe todo y el libro de Dios con el que lo sabe todo. En ese momento, se devela el narrador omnidimensional, aunque el engaño persiste bajo la máscara que ostenta el Tonto de la Buena Memoria:

No se me escapa nada y como tengo buena memoria, entonces escribo repitiendo lo que han dicho. Lo que dicen y lo que piensan. Es como si fueran muñecos que están en mi cabeza, marionetas apasionadas que sólo yo puedo mover, y ninguno se atreve a desmentirme. Tengo la verdad en mis manos. Soy el dueño de la verdad. Afuera salen las estrellas y tras los barrotes me veo allá arriba, lejos de aquí, en un parque verde y arbolado del que soy el único que conoce todos los secretos. Hay una mesa al aire libre, mi memoria es el libro de Dios y yo escribo. Soy feliz. Lloro ... y en un momento dado suelto el lápiz, aleteo burlándome de todos y riendo. Riendo a carcajadas siento como que me largo a volar y vuelo alto, altísimo. (p.68)

Otras veces, Santo Oficio de la Memoria repite una estructura fractal en la que un

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narrador contiene a otro(s) en configuraciones autosemejantes y fragmentarias. Este narrador realiza movimientos (casi imperceptibles) en el espacio textual-en escalas intermedias-lo que imposibilita su ubicación porque está, simultáneamente, en todas las dimensiones. Con su propuesta lúdica, Santo Oficio de la Memoria apunta a una construcción fractal y holográfica lo que resulta obvio en los cuadernos de Apuntes donde convergen todos los narradores, aunque el Tonto de la Buena Memoria repita incesante-mente que son escritos por él. La reiteración de la misma historia (la llegada de Pedro) a escalas cada vez menores y autosemejantes pero no auto-idénticas, porque cada uno cuenta desde su punto de vista y perspectiva, termina dibujando la fractalidad y la autorreflexividad del texto y de sus elementos y, además, pone en escena la falsa trama que encierra juegos paródicos. Esta presencia narrativa tridimensional puede mirar(se) directamente, alrededor, por encima, disfrazada, infinita en su capacidad proteica, pero siempre hará la representación completa de su papel y va a reflejar la pluralidad mientras dibuja el caos. Durante las peripecias narrativas, el narrador roba su propia imagen-reflejo y lleva una existencia metaficcional y funciona y se ve funcionar (ya sea contando o mirando) fomentando unajluctuación de la significación.

También se proyecta en un núcleo de escenas (por su misma posición, tiene el privilegio-holomovimiento mediante-de la metamorfosis especular) y reclasifica las categorías de la escritura. Una escritura que está localizada dentro de complejos campos de resonancias intertextuales que afectan la significación. Este narrador holográfico propone un paradigma radicalmente nuevo dentro del marco de la narrativa latinoameri-cana porque nos indica una inédita manera de contar y de ver o, sintetizando, una nueva forma de percibir. Incluso, podría pensarse que personajes y narradores avanzan, dentro de Santo oficio de la memoria, en círculos concéntricos (idea que potencia el hipotexto de la Divina Comedia) donde una serie de ondas similares-pero no idénticas-avanzan y chocan entre sí y en los puntos de encuentro se interfieren. Sin embargo, terminan trabajando juntas y refuerzan la única historia contada por muchos. En ese proceso se dan todas las combinaciones posibles y delirantes que el lector pueda imaginarse.

Si tenemos una tridimensionalidad proyectada en Santo oficio de la memoria, intentar capturar la fuente que emite la voz es muy dificil porque su desplazamiento distorsiona su presencia ficcional. Si el texto-holograma se rompe, cualquiera de sus partes reconstruirá la imagen toda o completa. Quizá esa sea una de las razones por las que el viaje y llegada de Pedro es contada hasta la saciedad, siempre en fragmentos que pueden reconstruir la peripecia vital de ese personaje. Dicha situación narrativa obliga a que todos los narradores sean a su vez narratarios porque la información se desplaza sufriendo siempre modificaciones. La idea fundamental en la que se basa la tridimensio-nalidad de este narrador es presentar al lector (y al resto de los elementos ficticios) una imagen en perspectiva que cambia cuando él se mueve, pero como deja un resto de sí en cada parte y en cada elemento ficticio, el texto todo se convierte en un gran espejo, enmascarado, que enloquece a los constructos intraficcionales.

En su itinerario, narrador y narratario se prolongan, se dispersan, se transforman, metamorfosean, horadan el espacio ficticio y dejan marcas y simulacros que confunden al lector mientras repiten una estructura autosimilar y obviamente fractal. El narrador, conteniéndose a sí mismo, manifiesta una propiedad fractal y, desplazándose, muestra el funcionamiento holográfico. Es la pureza del rol narrativo-también su perversión-lo que hace posible su existencia. Cada huella que él deja, registra una escena entera aunque

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desde una perspectiva ligeramente diferente por el punto de vista empleado. Reproduce, narcisismo mediante, imágenes que se multiplican simétricamente hacia su interior. Entonces, niveles, personajes, narradores y narratarios se superponen, se confunden y hasta se contradicen. El narrador de Santo oficio de la memoria es, también, un espejo que se instala en una red textual que refracta sus movimientos en medio de un juego óptico. Así se favorecen las metamorfosis especulares y de la misma manera se espejean y contraponen los discursos que aportan, pero también escamotean. Toda la novela ejemplifica esa factura catóptrica que es, por supuesto, un simulacro. ¿Será esa, acaso, la propuesta lúdica de Santo oficio de la memoria?

Las imágenes de los narradores catóptricos y narcisos se dislocan, se giran, se rehacen en una extravagante diversidad y las transmutaciones se producen con el menor desplazamiento del que allí se mira. Multiplicado, diferentemente dispuesto o curvado de distintas maneras, el narrador cambia las apariencias de la ficción que en él se deshace y recrea con absoluta independencia de sus medidas y de su equilibrio. Todo el texto se hace confuso y el narrador en tercera refiriéndose a Pedro (al que todos esperan y cuando llega el final de la espera, él escapa) da la clave de la obra en el último capítulo cuando se reconoce no sólo ficticio y producto de un sueño soñado por otro sino que revela la estructura de la novela. En este momento queda claro que el narrador holográfico crea espectros virtuales que se retiran al interior de la ficción y el teatro catóptrico estalla en varias direcciones. Todo ello envuelve a Pedro en la escena final-previa a su desaparición-y será el narrador quien se coloque a su lado con los narratarios en un convulso diálogo intraficcional generando formas patológicas. Esto significa que narrador y narratario, funcionando como generadores de fuerzas entrópicas, adoptan formas irregulares, enredándose, arrugándose a escalas cada vez más pequeñas en un proceso lúdico donde Eco se repite y Narciso se refleja.

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