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04.1: Programas con grupos de muy bajos ingresos / Hugo Rodrí guez Filippini 04.2: Reciclajes / Raúl Vallés 04.3: La irradiación latinoamericana de la experiencia / Alicia Dembrauskas - Gustavo González LAS NUEVAS MODALIDADES 04

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04.1: PPrrooggrraammaass ccoonn ggrruuppooss ddee mmuuyy bbaajjooss iinnggrreessooss / Hugo Rodrí guez Filippini 04.2: RReecciiccllaajjeess / Raúl Vallés 04.3: LLaa iirrrraaddiiaacciióónn llaattiinnooaammeerriiccaannaa ddee llaa eexxppeerriieenncciiaa / Alicia Dembrauskas - Gustavo González

LAS NUEVAS MODALIDADES

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UNA HISTORIA CON QUINCE MIL PROTAGONISTAS132

1. Una fresca y breve historia(*)

Esta historia comienza a mediados de 1990, enuna casa de pensión de la calle Ituzaingó al 1278,en la Ciudad Vieja de Montevideo. En marzo deese año había asumido la Presidencia de la Repú-blica el nacionalista Luis Alberto Lacalle y un mesantes el gobierno municipal de Montevideo(IMM) el frenteamplista Tabaré Vázquez.

En el mes de setiembre se produce el desalojo delos ocupantes de la pensión que, como tantos, vana dar a la calle. Son once familias que allí, en lavereda, se protegen como pueden, durante más deun mes, de la crudeza de los finales del invierno.Es en esas condiciones, en la calle, bajo unas ma-deras y cartones, que nace esta experiencia.

El 12 de octubre, reunidas en Asamblea, libre-mente, las once familias deciden constituirse enCooperativa de Vivienda por Ayuda Mutua. Asíes que, apoyados por el movimiento cooperativopor intermedio de la Federación Uruguaya deCooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua,FUCVAM, nace la “Cooperativa de Viviendas Itu-zaingó”, que de aquí en más será conocida porCO.VI.ITU. 78.

El primer logro del nuevo grupo es la obtenciónde la promesa, por parte de la Intendencia Muni-cipal de Montevideo (IMM), del otorgamiento de

Programas con grupos de muy bajos ingresos

[*] HUGO RODRIGUEZ FILIPPINI

Hugo Rodríguez Filippini, arquitecto, egresado en 1985 de laFacultad de Arquitectura de la Universidad de la República, esmiembro del Instituto de Asistencia Técnica “COVIMA” desde1987, trabajando como proyectista, calculista y director deobras. Como tal ha asesorado a múltiples organizaciones socia-les en el área de la vivienda popular, en especial a Cooperati-vas de Ayuda Mutua.

Ha sido Docente Investigador en el Instituto de la Construc-ción de Edificios (I.C.E.) de la Facultad de Arquitectura, dondetrabajó en investigaciones sobre nuevas tecnologías para lavivienda de interés social.

Tiene además una prolongada actuación como empresario, in-tegrando distintas sociedades.

Fotografías: Gustavo Castagnello_FUCVAM / Miguel Rojo_IMM/ banco del autor

págs 150 - 171

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LAS COOPERATIVAS DE VIVIENDA POR AYUDA MUTUA URUGUAYAS

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UNA HISTORIA CON QUINCE MIL PROTAGONISTAS

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((**)) Este trabajo fue realizado, para la prime-ra edición de este libro (1999) tomando co-mo base el aporte del Instituto CO.VIMA,instituto de asesoramiento técnico coope-rativo, que integra el autor, titulado “Veintepor Miles”. Para la segunda edición, de2007, se incorporó el parágrafo X., conside-rando que en una experiencia de tan espe-ciales características, era muy importantetrasmitir a los lectores cómo había conti-nuado.

((11)) Los Núcleos Básicos Evolutivos fueronincorporados como solución habitacionaladmisible dentro del marco de la Ley de Vi-vienda al aprobarse la ley N° 16.237, de2.1.1992, que introdujo diversos cambios altexto original de aquélla.

Los NBE consisten en “la vivienda mínima,destinada a los sectores más carenciadosde la población, capaz de brindar a sus des-tinatarios una solución habitacional inicial”.Su superficie no debe ser inferior a 30 m2(cifra posteriormente llevada a 32 m2). Serequiere asimismo que estén construidos enun predio de superficie no menor a 100 m2(posteriormente llevada a 120) y estar pro-yectados de forma tal que permita su evolu-ción, por ampliación o subdivisión. Los míni-mos referidos no tienen en cuenta la com-posición familiar del núcleo destinatario.

Con la formulación original de la ley N°13.728 estas soluciones no eran aceptablespues el mínimo habitacional era de treinta ydos metros cuadrados pero para la vivien-da de un dormitorio (art. 18) y el número deéstos para que la vivienda fuera considera-da adecuada debía proporcionarse a lacomposición del núcleo familiar (arts. 12 y14). (N del C).

un terreno para dar alojamiento precario a losdesalojados, aún sin certeza de si sería ése u otroel lugar de su destino final. Por esos días los pasi-llos de la IMM estaban abarrotados de gente ensimilar situación, que buscaba una respuesta a susurgencias de parte del primer gobierno de iz-quierda en el país.

Pocos días después, los desalojados lleganen camiones al terreno prometido. El barrio tie-ne un nombre sugestivo: Bella Italia. No cabenlas esperas, sólo hay lugar para la voluntad y laesperanza: por eso, y como el invierno todavía tie-ne fuerzas y las madrugadas son muy frías, surgenlos primeros ranchos de latas, tablas, cartones...todo sirve.

Días después, la búsqueda angustiosa deapoyo institucional para encontrar una salida ala emergencia da su primer triunfo importante: laIMM, en el marco de su nuevo programa de Ban-co de Materiales para familias carenciadas, conce-de 32 Unidades Reajustables en materiales, algomás de quinientos dólares de la época, a cada unade las familias ocupantes del terreno.

Es el momento en que es solicitado el apoyo téc-nico solidario al instituto asesor CO.VIMA, con elobjetivo de estudiar el mejor destino para los exi-guos recursos obtenidos. De la discusión que ten-drá lugar entre aquellos desalojados de la pensiónde la Ciudad Vieja, ahora ocupantes del terreno deBella Italia, surgirá el paso más importante en elcamino hacia una voluntad cooperativa: la deci-sión de unir aquel aporte, que individualmente nosolucionaba nada, para hacerlo recurso de todos yconstruir con él un Salón Comunal, que sería unrefugio seguro para la comunidad, con cocina ybaño para todos.

Si la empresa era posible, los ranchos tendrían unamejor sanidad, las familias un respaldo seguro co-mo refugio y el futuro una cooperativa. Y la em-presa fue posible: para el invierno siguiente estabaconstruido el Salón Comunal y la idea cooperativa

se hacía cada vez más firme.

Mientras tanto, a partir de las incansables gestio-nes realizadas, surgía la posibilidad que el Minis-terio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Me-dio Ambiente (MVOTMA) aportara, mediante unconvenio con la IMM, los recursos para cons-truir viviendas mínimas para las familias de la Co-operativa, experimentando así una modalidad queacababa de ser introducida: los llamados núcleosbásicos evolutivos (NBE)(1).

Sin embargo la Cooperativa, actuando ya en formaautogestionaria, se niega a aceptar esta alternativasin antes estudiar la posibilidad de mejorar -conlos mismos recursos- la vivienda propuesta y paraello solicitan nuevamente el apoyo de CO.VIMA.

De ese proceso, en el que se conjugan la propues-ta arquitectónica elaborada por el Instituto, el ase-soramiento de FUCVAM y el respaldo de la IMMa las iniciativas innovadoras en materia de vivienda,surge el planteo al MVOTMA de realizar laconstrucción por ayuda mutua, utilizando una ti-pología distinta a la que empleaba el Ministerio ensus programas, buscando de esa manera mejorarlos resultados obtenidos sin incrementar los costos.

La propuesta es aceptada, aunque todavía pasaríaun año antes que, en enero de 1992, luego deadjudicado efectivamente el terreno, aprobado elproyecto arquitectónico por la IMM y elaboradoel documento que formalizaría la acción, se firmeel Convenio y puedan comenzar las obras. Éstasdurarían un año. En marzo de 1993 se realiza lainauguración, se adjudican las viviendas y comien-za otra etapa que, seguramente, será otra histo-ria... aunque sea la misma.

La “emergencia” había durado casi tres años.

2. El desafío planteado

La historia de la construcción de viviendas por co-

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((22)) Existían sí algunas experiencias puntua-les, realizadas con financiamiento solidariode organizaciones benéficas internaciona-les, que se habían desarrollado en los últi-mos años de la dictadura. Las más notables,a nuestro juicio, fueron “La Calera”, llevadaa cabo por el Instituto Técnico “INTEC”, ylos emprendimientos de la Organización“San Vicente” en el marco de la obra delPadre Cacho. Estas experiencias habían si-do tomadas por el Movimiento Pro Vida De-corosa (MO.VI.DE.) que nucleaba a habitan-tes de asentamientos precarios, para levan-tar la reivindicación que, reconociendo lasespecificidades del caso, los sistemas deayuda mutua y autogestión se extendierantambién a sus barrios.

La Intendencia Municipal de Montevideohabía llevado a cabo, a su vez, en el período1985-1989, el luego llamado “Plan AquilesLanza” para la erradicación de “cantegri-les” (asentamientos precarios), iniciadoprecisamente por dicho Intendente. Esteprograma, muy ambicioso, recurría a la ayu-da mutua pero no a la autogestión, y no diolos resultados esperados.

La Administración Vázquez se había pro-puesto, por su parte, impulsar una serie deexperiencias en materia de vivienda, entrelas cuales se incluía la realización de pro-gramas autogestionarios, utilizando ayudamutua, con sectores de extrema pobreza.Para ello obtuvo en 1990, durante el perío-do que fue Ministro el Dr. Raúl Lago, el apo-yo del MVOTMA. El programa COVIITU 78se inscribió precisamente en esas expe-riencias. Lamentablemente, al abandonar elDr. Lago el Ministerio y hasta mucho des-pués, no fue posible continuar con este tipode emprendimientos. (N. del C.).

((33)) El grupo original fue ampliado, en fun-ción de las posibilidades que ofrecía el te-rreno.

operativas de ayuda mutua es larga y fructífera ennuestro país. Pero ella había estado ligada siempre,o casi siempre, a sectores de extracción económicamedia o medio-baja, muchas veces de extracciónsindical, con pautas culturales acordes a un paísque supo tener uno de los más altos niveles de al-fabetización, y generalmente con experiencias or-ganizativas previas.

No se había planteado antes la posibilidad que,con cierta masividad, el Estado apostase tambiénal cooperativismo de ayuda mutua en sectoresde extrema pobreza, para dar solución al tema vi-vienda y atender al mismo tiempo la cobertura deotros aspectos sociales(2).

Pero luego del período dictatorial (1973-1984) ycon el mantenimiento de políticas recesivas queprovocan una creciente desindustrialización, au-menta la desocupación y con ella el número y gra-do de la marginalidad. Una de las consecuenciasinmediatas más graves de esta situación se vinculaprecisamente con la demanda de un techo dondeprotegerse las familias y, antes todavía, de un pe-dazo de tierra donde levantar un refugio con laspropias manos y con cualquier recurso.

La insatisfacción de esa demanda ha hecho quehoy por hoy el fenómeno de las ocupaciones -or-ganizadas o no- de tierras fiscales o privadas en zo-nas periféricas se haya convertido en un hecho co-rriente. Estas ocupaciones, realizadas muchas ve-ces en lugares inadecuados desde el punto de vis-ta urbano, y asociadas con construcciones precarí-simas, son la respuesta que se da la población ca-renciada, en un problema en que no encuentraotras. Ello obliga, por tanto, a la búsqueda de so-luciones legales, sociales, constructivas, económi-cas, urbanas y organizativas a esta problemática.

Junto con COVIITU 78 y con otras expe-riencias similares que surgieron por la misma épo-ca en este campo, fue tomando forma una posibili-dad que hasta ese momento se había descartado: ladel cooperativismo de vivienda por ayuda mutua.

Con ello quedó planteado un desafío: el trasladode una experiencia que había sido muy exitosa enotras capas de población, a un sector social con ca-racterísticas diferentes. Ese traslado, que no podíaser en modo alguno mecánico, implicaba dar res-puesta a preguntas como las siguientes:

- ¿Tiene el sistema cooperativo de ayuda mu-tua la posibilidad de competir con las empresasconstructoras y con la producción seriada, enmateria de costos y soluciones arquitectóni-cas, de manera de constituirse en una solucióntanto o más eficiente?

- ¿Es viable la autogestión cooperativa en sec-tores de muy bajos recursos?

- ¿Quiénes deben asumir la responsabilidad dedar respuesta a las situaciones de emergenciasocial en el tema vivienda?

- ¿Debemos conformarnos con las solucionesevolutivas oficiales o aceptamos el desafío debuscar dignificarlas por medio de la gestióncooperativa, por encima de las limitacionesde los préstamos que se ofrecen?

- ¿Puede el sistema cooperativo mejorar las pers-pectivas sociales de estos sectores?

- ¿Cómo organizar una obra cuando debe reali-zarse en el mismo terreno en que viven pre-cariamente las familias destinatarias de las vi-viendas en construcción?

COVIITU 78 comenzó a dar respuesta a algunasde estas preguntas. Por eso nos parece importan-te, a modo de apuntes para extraer conclusionesfuturas, que deberán ser elaboradas colectivamen-te, aportar estas anotaciones sobre una experienciaque creemos abrió caminos.

3. Los protagonistas. El cooperativismo de los pobres

3.1. El perfil social del grupo

COVIITU 78 es un grupo de veinte familias(3) de

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extrema pobreza, con escasa inserción laboral que,cuando existe, se da en el sector no formal de laeconomía. La cuarta parte de los jefes de familiano trabajan regularmente.

Los datos se mantienen de manera sosteni-da: de las once familias provenientes del desalojode la Ciudad Vieja, en el grupo final de veinte só-lo quedaron seis familias (las otras cinco encontra-ron otro tipo de soluciones), pero ellas continua-ron siendo el soporte principal de la cooperativa.

El total de la población agrupada en las veinte fami-lias durante la obra era de noventa personas, lo queda un promedio de 4,5 por familia, con puntasque iban desde un núcleo integrado por una perso-na sola, hasta una familia de ocho integrantes.

La mitad de la población era menor de quinceaños y sólo seis, mayores de 51. La cuarta parte delos jefes de familia eran mujeres solas y únicamen-te un jefe de familia no estaba alfabetizado.

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3.2. Los patrones sociales

Las características grupales y los valores éticos ycomportamentales fueron determinantes de la for-ma de autogestión cooperativa alcanzada.

En efecto, la escasa relación laboral y el tipo detrabajo predominante, sin regularidad, generan di-ficultades en el aporte de la mano de obra de ayu-da mutua en tres sentidos:

- inconstancia en el cumplimiento de los com-promisos de horas y en la participación respon-sable, en general, en el quehacer cooperativo;

- problemas permanentes para trabajar organi-zadamente, en grupos de cooperativistas o in-tegrando equipos con el personal contratado;

- dificultades para autovalorarse, lo que impidedarle la dimensión adecuada a algunos elemen-tos de la realidad y, en particular, a la vivienda.

La primera conclusión es que, si bien la emergen-cia surge por la falta de vivienda, existe otra urgen-cia anterior y más fuerte, que actúa como una con-dicionante de cualquier solución de ésta y otrasproblemáticas sociales: la falta de trabajo. Queconstituye una necesidad para la subsistencia, perotambién para una cultura de vida.

La siguiente conclusión es que una cooperativa deeste tipo se enfrenta a dificultades enormes a la ho-ra de estructurarse como empresa constructora co-mo hacen las cooperativas “tradicionales”. Elloobliga a que el Instituto asesor asuma muchas ve-ces roles de gestión no previstos en aquéllas.

3.3. La organización

A la organización y la disciplina propias de una co-operativa de ayuda mutua “tradicional”, expre-sadas en sus reglamentos, se opone comúnmenteen este tipo de grupo una firme resistencia. Losparámetros que guían su conducta espontánea a lahora de trabajar son:

- la tarea individual distribuida por el responsa-ble (del Instituto, la obra o la Cooperativa);

- el trabajo en “malón”, todos juntos, detrás delas urgencias;

- la negación del funcionamiento institucional(comisiones, órganos colectivos, etc.), salvoen los extremos, siguiendo las actitudes ante-dichas: el respeto al líder y a la Asamblea.

Por todo esto, el funcionamiento de los organis-mos representativos estatutarios y la aplicacióndel Reglamento de Obra se vuelven muy difícilesy su puesta en funcionamiento pasa a ser una la-bor titánica, que obliga a un gran esfuerzo orga-nizativo adicional y dificulta la autogestión coo-perativa.

Este aspecto está vinculado directamente, paranosotros, al factor relación laboral de los integran-tes del grupo, así como a la distancia que se buscaponer siempre respecto de la responsabilidad indi-vidual. Aquí vale reiterar un concepto conocidopero no siempre suficientemente aquilatado: el co-operativismo no transforma mágicamente a loshombres en superhombres; es necesaria una ges-tión acertada y condiciones globales adecuadaspara que, con el tiempo, el proceso transformadorfructifique en hombres y mujeres más solidarios yresponsables.

3.4. La mujer y los niños

La mujer ocupa un lugar fundamental en la ejecu-ción de las obras de una Cooperativa: en los he-chos, en COVIITU 78 hubo etapas en las quefueron casi las únicas que trabajaron. Pero estaparticipación en el esfuerzo no se refleja a la horade la toma de decisiones, por cuanto en el grupose reproducen, acrecentados, los valores machistasde la sociedad.

Cuando veíamos la obra llevada adelante por lascompañeras, recordábamos siempre la respuesta

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((44)) Utilizamos aquí el término “rancho” ensu significación urbana, como equivalentede vivienda precaria, significación que esla que le dan los integrantes de COVIITU 78.Ella no refiere, por consiguiente a la cons-trucción tradicional de nuestro campo, quesus habitantes también llaman rancho.

((55)) El predio había sido destinado original-mente a espacio libre y fue desafectado deesa función para otorgarlo a la Cooperati-va. La misma situación se ha dado en todaslas administraciones municipales con otrosmuchos predios que no cumplían en los he-chos una función de espacios destinados ala comunidad (ver parágrafo V.). Pero eneste caso, el especial destino que se dabaal terreno y la acción de algunos agentespolíticos locales llevó a que se juntaran lasfirmas necesarias para solicitar al Parla-mento, usando un recurso constitucional,que anulara la medida. El Legislativo no lle-gó, en definitiva, a considerar la solicitudpor vicios formales de la misma. (N. delC.).

de la única mujer que estaba presente en la Asam-blea en la que se decidió la tipología de las vivien-das, al pedirle nosotros su opinión, precisamentecomo mujer. Ella, estando su compañero presen-te, contestó: “Lo que diga él está bien; es él el queva a trabajar”

En cuanto a los niños, hubo niños siempre por to-das partes. Se nos subían a los vehículos cuandollegábamos, saltaban entre las zanjas, se trepaban alos muros y andamios, jugaban con los hierros...Al comienzo se prohibió que estuvieran en lazona de obra, por razones de seguridad, peropronto quedó demostrado que esto no era posibley se terminó, con los mayorcitos, organizando eltrabajo, que al final fue un aporte invalorable demano de obra.

Jugaron, como niños que eran, pero sobre todose comprometieron con su vivienda. Afortunada-mente, la sencillez de la obra y los cuidados quese tomaron, permitieron que se llegase al final sinaccidentes, a pesar de la inevitable convivenciacon la obra.

Todo esto nos enseñó que dentro de los múltiplescambios que es necesario hacer en un programa deeste tipo respecto de una cooperativa tradicional,hay que tener muy presente estos tres factores: elrol de las figuras conductoras, el machismo y lapresencia de los niños.

3.5. Otros protagonistas

Pero no completaríamos la lista de auténticos pro-tagonistas de esta experiencia si no mencionáramosal personal contratado y al gremio cooperativo.

El personal contratado, porque en casos como és-te adquiere valor de condicionante fundamental elque tenga clara conciencia del tipo de trabajo querealiza y el medio en que lo está realizando. Entreotras cosas porque aquí la convivencia entre obre-ros contratados y socios no se da sólo en las horas

de cumplimiento del compromiso de trabajo, sinoque es permanente e involucra a las familias en suconjunto.

A su vez el gremio, FUCVAM, cumpliendo su pa-pel, fue el impulsor principal de esta experienciapiloto. Por ello, seguramente su presencia y con-clusiones serán determinantes para el desarrollofuturo de una opción como ésta.

3.6. El rol del Salón Comunal

La decisión de construir un Salón Comunal -yla posibilidad real de hacerlo- jugó un papel de-terminante en el camino hacia la vivienda, por loque consideramos que el Salón Comunal tuvotambién un papel protagónico.

Es que se trata de un hecho material muy impor-tante: por su función como servicio a la comuni-dad, pero aún más por esas cosas intangibles quesólo se pueden apreciar conviviendo con los pro-tagonistas:

- porque al levantarlo se consolida la voluntadde unir esfuerzos y de construir con las propiasmanos;

- porque permite hacer creíble el futuro, porcuanto esa voluntad consigue respaldos y con-vierte las esperanzas en realidad;

- porque organiza a los cooperativistas en tornoa un objetivo concreto común y, por último:

- porque permite hacer la experiencia de ayudamutua y aprender mucho sobre lo que es unaobra.

Por todo esto, siendo siempre importante la exis-tencia de un Salón Comunal en cualquier tipo deorganización comunitaria, en estos casos -dondehay una situación de emergencia, con precariedadde condiciones y ocupación del terreno- más queimportante, es fundamental, posibilitar la cons-trucción de un local con esos fines.

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4. El contexto ambiental. O cómo vivir en ranchos en una obra.

4.1. Los ranchos

Los desalojados (o los ocupantes de tierras en sucaso) no tienen otro lugar para vivir que el terre-no que les ha sido destinado o que han tomadopara construir. Allí se instalan las familias enteras,con sus pertenencias, levantando viviendas muyprecarias, ranchos(4), generalmente con materialesde deshecho (chapas, cartones, palos, nylon, etc.).

En el caso de COVIITU 78, las variantes que tu-vo el destino del predio (incluso con una impug-nación de la adjudicación ante el Parlamento depor medio)(5) implicaron que la mayoría de los ran-chos quedasen atravesando lo que fue la obra. Pe-ro de todos modos, aún sin esos problemas todolo que se puede hacer en estos casos es estudiar enqué parte de los retiros van a ubicarse las viviendasprovisorias.

La difícil mixtura de obra y viviendas complicó almismo tiempo la implantación y la convivencia.

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Las carretillas con materiales, además de niños, de-bían sortear ranchos, ropa tendida, animales de to-do tipo (perros, gatos, gallinas, conejos, pájaros,cerdos, etc.), cuando no sillas y mesas.

En los dos inviernos que tuvieron que soportar loscooperativistas en esas condiciones, no fueron po-cas las veces que debieron reparar o aún rehacersus ranchos, luego de una tormenta.

No obstante esa precariedad, no obstante el hacina-miento, la falta de intimidad familiar y lo insalubreen general de esta “vivienda”, cuando llegó la horade mudarse a la recién inaugurada, muchas familiassintieron esa sensación de “duelo” que implica unamudanza. Porque estos cooperativistas tan especia-les no descalifican a lo que llaman “ranchos”: paraellos los ranchos no son otra cosa que el lugar don-de vive la gente que no tiene donde vivir.

4.2. Los servicios de los “ranchos”

Cada mañana, aproximadamente a la misma hora,los habitantes de los ranchos comenzaban apasar hacia el salón comunal llevando los “servi-cios” nocturnos. Allí estaban los baños de todosy en ellos el único lugar para higienizarse.

En plena época de amenaza de cólera nuestra pre-ocupación estuvo centrada en el factor ambientaly hasta que se pudo conectar el saneamiento vivi-mos en permanentes sobresaltos.

Uno se preguntaba muchas veces, ante tanta pre-cariedad, si convivir en el terreno, en esas condi-ciones, era positivo o negativo. No cabe duda quefue un riesgo; tampoco, que no había otra alterna-tiva, aunque quizá se pudo haber sido más exigen-te cuando se implantó la obra.

Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, lle-gamos a una conclusión que al principio nos sor-prendió a nosotros mismos: la radicación en el lugarde la obra fue la que hizo posible la ayuda mutua.

Si los cooperativistas hubiesen tenido que trasla-darse a la obra desde una distancia importante -importante tanto en lo económico como en la exi-gencia del esfuerzo- seguramente se hubiese he-cho imposible el aporte de horas en familia y conello el trabajo de ayuda mutua. Porque las horas secumplían con toda la familia.

Por eso es tremendamente positivo, para una co-operativa de este tipo, tener ubicada la viviendaprecaria en el terreno de la obra o en su entorno.Pero ello debe complementarse con servicios ycon una adecuada implantación, que delimiteclaramente el área de la obra y la de las viviendasprovisorias.

5. El contexto urbano. Hacia una política de tierras.

5.1. El barrio

El lugar que se dispuso para la implantación deCOVIITU 78 está en una zona suburbana de lacapital, de red vial con perfil rural y una urbani-zación compuesta por viviendas unifamiliares deuna planta, con jardín al frente y terreno al fon-do, de nivel medio y bajo.

La composición social del barrio es heterogénea, es-tando integrado por familias de clase media, me-dio-baja y baja, aunque en todos los casos se trata depersonas con trabajos de tipo estable. Hay en la zo-na varias organizaciones de vecinos, y una coopera-tiva de vivienda de importancia (el Complejo Habi-tacional “Juana de América”, más conocido por“Mesa 5”, de cuatrocientas viviendas).

Completa el escenario urbano la presencia dealgunas fábricas importantes: maderera, lanera,metalúrgica.

5.2. La plaza

El predio destinado a COVIITU 78 estaba afec-

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((66)) El nombre de “cantegril” fue dado iróni-camente a los asentamientos precarios porsus propios pobladores, en la década del50, cuando este fenómeno recién despun-taba. “Cantegril” es un barrio de residen-cias veraniegas de clase alta en el balnea-rio Punta del Este, donde en aquella épocapasaban sus vacaciones los montevidea-nos adinerados.

La explicación es necesaria para los lecto-res que no conocen el Uruguay. (N. del C.).

((77)) Posteriormente el MVOTMA adoptóotras variantes tipológicas, algunas de lascuales superaban parte de estos proble-mas, y dispuso la entrega de los NBE con lacimentación del crecimiento ya ejecutada,solución que había sido impulsada por laIMM y financiada a su costo por ésta enlos Convenios MVOTMA-IMM. (N. del C.).

tado como plaza, aunque hasta ese momento prác-ticamente no tenía ningún equipamiento: sólo exis-tían unos pocos juegos de niños en un espacio deuna manzana. Frente a uno de los lados de la plaza,a su vez, hay un espacio parquizado de uno de losestablecimientos industriales antes mencionados.

Cabe señalar, sin embargo, que aunque toda la zo-na posee una buena relación de área verde a áreaconstruida, no hay otro espacio de esparcimientosimilar hasta seis cuadras de distancia.

5.3. La llegada de los constructores de cantegriles

Cuando los camiones que trasladaban a los coope-rativistas llegaron al terreno, para el barrio se pro-dujo un doble impacto negativo: desaparecía laposibilidad de tener algún día su plaza, y se ubica-ba en ella un futuro “cantegril”(6).

La consecuencia inmediata fue un rechazo muyfuerte de los vecinos a aceptar esta situación, quese concretó, cuando la Junta Departamental des-afectó el predio de su destino de plaza, en la reco-lección de firmas para impugnar esa resolución an-te el Parlamento Nacional.

La Cooperativa, que tenía ya suficientes motivosde preocupación, se encontró con que en lugar desolidaridad recibía rechazo. El problema de la fal-ta de tierras aptas para construir viviendas de estetipo en zonas con servicios, generó esta contradic-ción, que se repitió en casos similares, y que unapolítica de tierras planificada debería eliminar.

Esa política, unida a acuerdos con los vecinos, per-mitiría generar las mejores condiciones para la im-plantación de viviendas de estas características. Pa-ra ello las condiciones medio-ambientales se debe-rían tener en cuenta al menos con el mismo gradode importancia que los restantes factores. Cree-mos que sólo de esta manera se podría conseguirno agregar más “emergencias” a la situación deemergencia que viven los damnificados.

6. La propuesta tipológica. Una alternativa al NBE.

6.1. La solución de los Núcleos Básicos Evolutivos

En el momento del arranque de COVIITU 78, elMinisterio de Vivienda, Ordenamiento Territorialy Medio Ambiente venía aplicando en todas susobras una tipología basada en la concepción delllamado Núcleo Básico Evolutivo (NBE). Lamisma, a nuestro entender, no alcanzaba los ni-veles mínimos necesarios de confort, espacio yaccesibilidad para su evolución.

Las principales limitaciones de esa tipología eran,en nuestro concepto:

- su reducida superficie inicial (30,24 m2);- la imposibilidad de alcanzar con la evolución

los cuatro dormitorios (llegaba solamente a unmáximo de 50,16 m2);

- la imposibilidad de crecer en la zona de rela-ción;

- el exceso de circulaciones, al accederse por lacocina;

- la mala disposición de ésta;- la imposibilidad de aparear baños y cocinas y

disponer las viviendas en tiras, para economi-zar instalaciones y muros;

- el alto costo del “crecimiento” -que ponía enduda su viabilidad en el caso de sectores muycarenciados- y la imprevisibilidad de sus carac-terísticas arquitectónicas, al tenerse que cons-truir desde los cimientos los dos nuevos dor-mitorios(7).

6.2. En busca de una alternativa

Una noche de enero del 91, reunida en Asam-blea, COVIITU 78 analizó las dos propuestas ti-pológicas alternativas que le presentó el Instituto:una con crecimiento en planta baja y la otra, unavivienda tipo “cascarón”. Ésta última fue final-mente aprobada por unanimidad.

La tipología de la vivienda “cascarón” permite el

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crecimiento, por aumento de la superficie de en-trepiso, hasta completar una “dúplex” de cuatrodormitorios y 72 m2, que cumple con todas lascondicionantes reglamentarias.

El núcleo básico de la tipología propuesta consis-te en una planta baja de 37 m2, con baño, cocinay estar comedor. El techo de baño y cocina, únicosector de entrepiso que se construye en la prime-ra etapa, cumple la función de habilitar el primerdormitorio en planta alta.

El crecimiento queda previsto al dejarse cons-truidas dos vigas centrales (en hormigón arma-do) y un diente en las carreras laterales, en losque apoyará el futuro entrepiso. La simplicidadde esta solución permite recurrir a distintas va-riantes en los materiales a utilizar para construirel entrepiso: madera, metal u hormigón armadoen diversas formas.

Las razones que llevaron a la Cooperativa a optarpor la propuesta de la vivienda “cascarón”, fueronfundamentalmente:

- el costo mucho menor y la simplicidad muchomayor del crecimiento. La cimentación, losmuros maestros y el techo ya existen, y la vi-vienda gana área y espacios simplemente poragregación de tabiques y entrepisos;

- la tipología, al ser más compacta (por la agru-pación y por su condición de dúplex), permitedejar mayor espacio libre exterior, tanto de usoindividual como colectivo;

- las señas de identidad, desde el principio peromás aún al evolucionar, se acercan mucho alas de una cooperativa “tradicional” de ayudamutua, una imagen querida por el grupo.

Otra ventaja de la alternativa de la “vivienda-cásca-ra” es que asegura la posibilidad y características dela evolución. Por su sencillez y bajo costo, en efec-to, el crecimiento está al alcance del destinatario, ypor la forma en que ese crecimiento se opera, se ga-rantiza también que el resultado arquitectónico del

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mismo no modificará el paisaje urbano proyectadooriginalmente, sino para mejorarlo.

La solución constructiva elegida consistió en unsistema tradicional racionalizado, con muros debloques vibrados. Se optó por una cubierta supe-rior liviana, con chapa autoportante, esencialmen-te por razones de tiempo.

En cuanto a la disposición de conjunto, el agrupa-miento de las viviendas en tiras, apareando baños,cocinas y lavaderos, trata de ordenarse con la má-xima simplicidad en torno al salón comunal pree-xistente.

El costo de las obras se cubrió con aportes delMVOTMA y la IMM. En principio se preveía des-tinar 900 UR -a cargo del Ministerio- para las obrasde arquitectura y 125 UR, que pondría la Inten-dencia, para la infraestructura y pago del equipotécnico. Finalmente, luego de presupuestada laobra, el préstamo con el que se construyó la mismafue de N$ 297: (829 UR por vivienda) aportadospor el MVOTMA y N$ 70: (119 UR por vivienda)a cargo de la IMM, o sea un total de préstamo de948 UR por vivienda. El costo del terreno, aporta-do por la IMM, no está incluido en estas cifras.

La cooperativa aportó a su vez, por ayuda mutua,la mano de obra no especializada, siendo contrata-da la restante. Hubo además aportes “extraordina-rios”, provenientes de FUCVAM y del vecino Co-legio Lamennais, hasta un total de 35 UR por vi-vienda, lo que permitió completar los entrepisossegún las necesidades de cada familia.

Estos costos son similares a los de otros programasde NBE realizados por el MVOTMA en Montevi-deo, ejecutados por empresas constructoras priva-das. La gran diferencia estriba en que con ese di-nero la Cooperativa construyó, mediante la ayu-da mutua y la autogestión, un 125% más de espa-cio habitable por vivienda.

El tiempo de ejecución de las obras fue de docemeses. El plazo previsto era de diez, con un mar-

gen de cinco adicionales. Este tiempo de obra noes mayor tampoco que el empleado en varios delos programas de núcleos básicos que el MVOT-MA y la IMM construyeron por la misma épocapor empresas.

6.3. La vivienda a cinco años de ocupada.

Prácticamente en un plazo de uno a dos años apartir de la ocupación de las viviendas, todos loscooperativistas ejecutaron el crecimiento que ne-cesitaban, construyendo además -haciendo usode las destrezas adquiridas- distintas divisiones enplanta baja, estufas a leña y mejoras diversas segúnsus necesidades y en función de sus característicasfamiliares y posibilidades económicas.

En cambio fue mucho más difícil abordar la ter-minación de los espacios exteriores, ya que hapredominado la jerarquización del pequeño es-pacio propio de acceso a cada vivienda frente ala atención de las áreas comunes. Se repite, tam-bién en estas cooperativas, lo que ha sido tradi-cional en el proceso de construcción por ayudamutua: que la urgencia por ocupar la vivienda yel desgaste enorme producido en la etapa deobra, hacen que en el período inmediato poste-rior se dificulte el cumplimiento de las tareas determinación de los espacios comunes.

7. El sistema. Un compromiso entre cuatro Instituciones.7.1. El financiamiento. MVOTMA-IMM.

COVIITU 78 fue la primera experiencia culmina-da, de un conjunto de programas piloto de cons-trucción de viviendas por autogestión para secto-res de bajos ingresos, realizado por convenio entreel MVOTMA y la IMM(8). Fue seleccionada de co-mún acuerdo, según criterios acordados previa-mente entre ambas instituciones que, como se hadicho antes, cofinanciaron el programa.

((88)) El programa fue convenido en 1990 ycomprendía, además de COVIITU 78, a laCooperativa “COVIHON” y la Sociedad Civil“Villa Española”. COVIHON se construyócon resultados similares a los obtenidospor COVIITU, pero el restante programa,por diferentes problemas, quedó inconclu-so. Posteriormente se realizaron otras ex-periencias similares, tanto promovidas porla IMM como por ONGs -éstas con finan-ciamientos de instituciones benéficas inter-nacionales- pero el sistema no llegó a ins-titucionalizarse al cambiar la política delMinisterio de Vivienda.

Sin embargo, la semilla estaba sembrada, yal disminuir sensiblemente los niveles deingreso de las familias uruguayas a finesde los noventa y principios del nuevo siglo,las nuevas cooperativas “tradicionales”que se formaron, se parecen más aCO.VI.ITU que a las cooperativas de baseobrera de los primeros años (N. del C.).

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((99)) El equipo de CO.VIMA. que trabajó enCO.VI.ITU. 78 estuvo integrado por AnaEzeiza, Hugo Rodríguez y Diana Spatakis,Arquitectos; Rosamela Presa y Ma. ElenaZorzoli, Asistentes Sociales; Fabián Barba-to, Ingeniero Agrimensor; Hyara Rodríguez,Escribana; Antonio Deus, Contador, y Héc-tor Zapirain, Abogado.

A su vez, COVIITU 78, constituida como Co-operativa de Usuarios, eligió su equipo técnico ylo propuso al MVOTMA y la IMM, quienes acep-taron esa propuesta.

7.2. La cooperativa COVIITU 78. FUCVAM.

La Cooperativa COVIITU 78 asumió la responsa-bilidad de la administración de la obra y su cons-trucción por autogestión en los plazos establecidos.

No es posible, sin embargo, concebir la existenciade COVIITU 78 y la realización del programa, sinla promoción y apoyo que tuvo por parte de FUC-VAM. Fue FUCVAM, el gremio cooperativo, laque alentó la experiencia, apuntaló la gestión desus distintas etapas y apoyó sistemáticamente sudesarrollo, trabajándola como una experiencia pi-loto cuyo objetivo era no solamente la solución delproblema de vivienda de las veinte familias, sinotambién extraer conclusiones para políticas futuras.

7.3. El instituto de asistencia técnica (Co.VIMA)

El Instituto Cooperativo pro Vivienda y MedioAmbiente (Co.VIMA) asumió como OrganizaciónNo Gubernamental la responsabilidad de aportar laasistencia técnica multidisciplinaria necesaria parael desarrollo del objetivo cooperativo.

Tuvo en sus manos las responsabilidades de la ela-boración del proyecto, la dirección de obra, la cer-tificación de los avances de la misma y la supervi-sión del uso de los recursos por la administraciónde la Cooperativa, así como el apoyo social, elapoyo a la autogestión y el trabajo educativo delgrupo. También preparó la documentación nece-saria para las adjudicaciones, conjuntamente conlos técnicos de las instituciones públicas partici-pantes. Como ya lo hemos dicho, en los hechos elrol asumido por el Instituto excedió largamenteestas responsabilidades.(9)

7.4. Evaluación

El sistema, aparentemente complejo, funcionógracias a la buena disposición de todos los partici-pantes y llevó el programa a buen puerto.

En los hechos, se consiguió coordinar el com-promiso de todos quienes deben participar para lo-grar dar solución al problema urbano y de la vivien-da: el aporte económico del gobierno nacional; laregulación y apoyo infraestructural del Municipio; elempuje y participación privada (en este caso colecti-va, en la forma de Cooperativa), y el asesoramientotécnico en los más diversos campos.

Pero este sistema de convenio cuatripartito, paraque adquiera el carácter masivo que es preciso al-canzar, dada la dimensión del problema, requierela sistematización administrativa, la coordinaciónejecutiva y la eliminación de trabas burocráticas,de modo que cada paso a dar se transforme en unproceso natural y no en una pequeña proeza, sóloposible por la enorme voluntad de los actores.

8. Cooperativa y descentralizacion municipal.La microrregión.

El gobierno comunal de Montevideo viene apli-cando una política descentralizadora, mediantela constitución de Centros Comunales Zonales(CCZ), que hace que los organismos de gobier-no local cumplan un rol muy importante en estetipo de programas habitacionales. En particular,a partir de esta experiencia corresponde resaltarvarios aspectos:

- en la decisión sobre la política de tierras en lamicrorregión, el papel de los gobiernos localeses fundamental, no sólo porque al destinarseun terreno para un grupo en situación deemergencia no puede adoptarse un criterioque rompa con los planes preestablecidos, sinoporque del adecuado procesamiento del temaen la comunidad, depende que la integración

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del nuevo grupo humano al medio barrial nosea traumática. Por ello los organismos localesno deben verse sometidos a una “invasión”, si-no que tiene estar presente en la toma de de-cisiones su planificación microrregional;

- asimismo en las determinaciones que se to-men, eventualmente, respecto a la integraciónde nuevas familias al grupo “madre”, tiene queestar presente la opinión capacitada de los téc-nicos y actores locales, que conocen al barrio einclusive a las familias;

- no siempre sucederá que, como en este caso, laCooperativa cuente con apoyos sociales extra-institucionales. Por ello los CCZ deben estarpreparados para asistir a las demandas agrega-das, en distintos aspectos sociales, de la comu-nidad precariamente instalada;

- al terminar la etapa de obra y, con ella retirar-

se el Instituto Asesor, se genera un vacío en laasistencia al grupo, que será tanto más necesa-ria cuanto más trabas haya tenido el desarrollopleno de éste. A partir de ese momento la de-manda de apoyo se transfiere naturalmente alCCZ, que debe asumirla, aunque con un per-fil distinto al del IAT.

9. Una primera síntesis, hacia 1999

De todo lo dicho surgen claramente las conclu-siones a las que hemos llegado, que de algunamanera son la respuesta a las preguntas que for-mulábamos en el parágrafo II, y que configuranun balance crítico pero altamente positivo de es-ta experiencia:

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- que sí es posible que el sistema cooperativo“compita” en costos, producto y tiempos conlas empresas constructoras;

- que sí vale la pena buscar alternativas arquitec-tónicas al núcleo básico evolutivo;

- que sí puede optarse por la organización coo-perativa para buscar soluciones ante situacio-nes de emergencia.

Seguramente muchas conclusiones quedan paraextraer sobre el trabajo realizado y sobre lo que po-dría ser el futuro, futuro que depende del apoyoque se obtenga desde el Estado pero también -y enuna medida decisiva- de lo que otras Cooperativascomo COVIITU 78 hagan de aquí en más.

En los hechos ya lo están haciendo, por cuantohoy son varias las cooperativas que siguen los pa-sos de COVIITU 78. No sin dificultades para

conseguir que se reconozca la validez de esta pro-puesta, varios cientos de cooperativistas de estanueva modalidad integrada por sectores de muybajos ingresos, están construyendo o luchan porconseguir su préstamo en todo el país.

Y quizá dentro de un tiempo sean miles los quepuedan transitar ese camino, que veinte ayuda-ron a abrir.

10. COVIITU 78, quince años después

10.1. Algunos comentarios previos

La segunda edición de este libro brindaba laoportunidad de rever lo escrito, para evaluar si lavisión original se mantenía totalmente, y al mis-mo tiempo de ampliarlo, para incluir lo que pu-diera haber sucedido entre ambas ediciones, unlapso de ocho años.

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((1100)) El “Plan de Asistencia Nacional a laEmergencia Social” (PANES) puesto enpráctica por el gobierno que asumió en2005, para atender la situaciones de caren-cia social más graves, y que debe terminara fines de 2007, dando lugar al llamado“Plan de Equidad”. (N. del C.)

((1111)) En los cuales no hay ninguna participa-ción de los destinatarios ni ningún relacio-namiento entre ellos, hasta que se terminande construir y se adjudican las viviendas.(N. del C.)

Releído lo redactado en aquel momento, conside-ramos que conserva su validez, por lo que prácti-camente no lo hemos tocado. En cambio sí cree-mos útil volver a dirigir la mirada hacia COVIITUpara ver qué cambió -para mejor o para peor- eneste tiempo transcurrido. A esa mirada, ocho añosdespués, obedecen estas notas.

No se trata de un trabajo sistematizado de evalua-ción de la experiencia, sino solamente de las im-presiones colectivas de un grupo de técnicos delInstituto CO.VIMA (los arquitectos Ana Ezeiza,Diana Spatakis y quien esto escribe, y la AsistenteSocial Rosamela Presa) que, ante la oportunidadde incorporar comentarios a la reedición de unapublicación de mediados de los noventa, visitó enjulio del 2007 la Cooperativa COVIITU 78.

Queda pendiente, por lo tanto, la realización unaevaluación que consideramos necesaria, no sólo deesta cooperativa, sino de toda la experiencia reali-zada con grupos de muy bajos ingresos con el sis-tema de autogestión y ayuda mutua, y con solu-ción arquitectónica con vivienda “cáscara”, lo queincluye a varias cooperativas, asesoradas por dife-rentes institutos, y que debiera ser motivo de inte-rés de los actores institucionales. Más aún si con-sideramos que el país vive una etapa de desarrollode las vías de salida a un Plan de Emergencia cuyotiempo termina(10).

Ese análisis pendiente debe tener como un aspec-to clave a considerar la comparación del resultado-urbanístico, arquitectónico, económico y funda-mentalmente social- entre la experiencia coopera-tiva de ayuda mutua y la de la solución de núcleosbásicos construidos por empresas por el sistema“llave en mano”(11).

Un elemento insoslayable a estos apuntes que de-be ser tenido en cuenta, finalmente, es el marcohistórico y económico en que se desarrolló la vidade COVIITU 78 desde su construcción y ocupa-ción, hasta hoy. Entre los elementos más destaca-bles de ese marco están: la permanencia de un go-

bierno de izquierda en la Intendencia de Monte-video; la de gobiernos conservadores a nivel na-cional, hasta 2005; la no aplicación de políticas devivienda que favorezcan al cooperativismo, y eltránsito por una crisis económica que llegó a sumáxima expresión en la depresión de 2002, peroque abarca desde 1998 hasta 2004.

10.2. El después del cooperativismo de los pobres

Un primer elemento a constatar es la permanenciadel grupo cooperativo. Luego del período deconstrucción, sólo uno de los veinte núcleos fami-liares ha dejado la cooperativa. Éste es un aspectoa destacar con relación a la suerte de las experien-cias de núcleos básicos “llave en mano”: hay unaestabilidad social, a lo largo de quince años, queda una impronta e identidad, así como la posibili-dad de un seguimiento de la experiencia de formacolectiva por los protagonistas, que no siempre esposible en otros casos.

Otro aspecto social de fundamental presencia esque no ha habido cambios en las condiciones la-borales del grupo: sigue siendo un grupo socialcaracterizado por la extrema pobreza. Después deeste largo período de crisis son sólo seis, todavía,los núcleos familiares que tienen trabajo regular enla economía formal y que han podido lograr unacultura laboral en consecuencia. Es decir que no seha producido un movimiento claro en ningún sen-tido en la escala social y económica, salvo escasasexcepciones que no podemos evaluar debidamen-te todavía. Eso hace valorar aún más positivamen-te el hecho que el grupo haya logrado sobrevivirmanteniendo sus principales logros, aún transitan-do por un período tan grave de crisis.

Una tercera constatación es la inexistencia, hoy, deuna real estructura organizativa de carácter coope-rativo. Es como que, solucionada la emergenciasocial, lo cooperativo dejó lugar a lo individual. Aesto debemos agregar al menos otros dos elemen-

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UNA HISTORIA CON QUINCE MIL PROTAGONISTAS

tos: la absoluta carencia de recursos que pudierandar sustento a hechos colectivos, y la total pérdidade los apoyos externos que permitieron viabilizar,en su momento, el hecho cooperativo. Es muymarcado el sentimiento de abandono que expre-san los habitantes de COVIITU 78, respecto delos restantes actores de la experiencia: IMM, Ins-tituto, MVOTMA y FUCVAM.

Esa falta de funcionamiento cooperativo se expre-sa y simboliza dramáticamente en la situación delSalón Comunal, normalmente el corazón de unacooperativa y hoy parcialmente destruido y casiabandonado. El hecho arquitectónico que expresómaterialmente la decisión cooperativa y que luegofue el bastón que permitió sobrellevar la emergen-cia, dejó de cumplir su función, superada la mismay reinstalado el interés individual, y fue abandona-do. Éste es también, de alguna forma, el símbolodel abandono de parte de los demás actores socia-les e institucionales.

Sin embargo, hay algunos factores propios de loque fue la estructura y la concepción cooperativista,que persisten: uno es la solidaridad entre las fami-lias, que se expresa, por ejemplo, ante cualquieremergencia en salud o en el sostenimiento de lascondiciones de habitabilidad; otro es la permanen-cia de los roles organizativos de las figuras más acti-vas, como el Presidente (que aún sin el título, man-tiene el carácter de caudillo) o la Secretaria, que alvernos después de tanto tiempo, nos preguntó in-mediatamente si había que “hacer algún papel”.

Por último, un dato gratificante: la integración lo-grada con el entorno social. Después de los fuer-tes enfrentamientos vividos al comienzo, hoy díaCOVIITU 78 se encuentra plenamente integradoy aceptado por el barrio, a pesar que nunca fuecumplida la promesa de construir un espacio re-creativo en lo que fue parte de la plaza preexisten-te y a pesar del deterioro del salón comunal, dosaspectos que pudieron haber dado lugar a factoresde apoyo institucional a la integración.

10.3. El después de la alternativa arquitectónica

Es notoria la diferencia, en cuanto al manteni-miento, del hecho arquitectónico de uso indivi-dual, de aquel que exige apoyo externo y respues-ta cooperativa.

La vivienda ha respondido adecuadamente, en ge-neral, a las exigencias del uso cotidiano de estosusuarios: la estructura arquitectónica ha resistidodignamente el paso del tiempo, incluso ante he-chos climáticos muy violentos, como el temporalacontecido en agosto de 2005.

Salvo casos muy excepcionales, no hay fisuras es-tructurales, el cerramiento de chapa autoportanteestá todavía intacto y la respuesta de las aberturasde aluminio, que se encuentran en buenas condi-ciones, demuestra que su uso ha sido correcto. In-cluso se ha logrado un cierto confort, a pesar detratarse de viviendas con cerramientos perimetra-les de bloque vibrado sin revestimiento, que parael clima uruguayo es muy importante.

Lo que se demostró inadecuado fue el pequeño te-cho previsto en los accesos, lo que muestra que esnecesario pensar en elementos constructivos de ma-yor fortaleza estructural, en especial para detalles determinaciones exteriores. Lamentable-mente, porsu visibilidad, éste es un factor que ayuda a percibiren exceso el deterioro y la falta de mantenimientoque pueda haber. Hay que tener presente que las di-ficultades para un correcto mantenimiento y para lamejora permanente del hábitat logrado, radicantanto en la inexistencia de recursos como en la cul-tura de uso propia del grupo social.

La solución tipológica tipo “cáscara”, una de lasapuestas, se ha demostrado apropiada. Todos losgrupos familiares lograron ejecutar el crecimientoposible, a pesar de la carencia de recursos, lo queseguramente no hubiera sucedido en la opción dedesarrollo en planta baja. La decisión de los coo-perativistas de realizar el entrepiso en hormigónarmado (cuya ejecución resultaba conocida ahora

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para ellos), también parece haber sido adecuada.

El espacio colectivo, que desde el inicio no fue su-ficientemente valorizado, es la principal y más evi-dente carencia y lógico motivo de autocrítica de lapropuesta urbanística. La consecuencia es que, a laruina del salón comunal, se ha incorporado el de-terioro de los canales de desagüe de las pluviales yla no ejecución de los espacios exteriores previstos.Esto hace que el predio no esté en condiciones deevacuar adecuadamente las aguas de lluvia y se pro-duzca el ingreso de éstas en las viviendas.

Ahora está claro que era importante generar con-diciones que aseguraran la correcta evacuación delas pluviales, sin depender del mantenimiento co-lectivo de canales, para lo cual habría sido necesa-ria una mayor inversión en relleno, y en canales yaccesos con materiales adecuados.

10.4. Algunas conclusiones primarias

1. La primera y más importante, es que la expe-riencia valió la pena y que el resultado social y ar-

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quitectónico, más allá de los aspectos críticos -quesin duda existen- ha sido positivo. Queda pendien-te una comparación rigurosa con el modelo “nú-cleo básico”, pero estos usuarios claramente se hanafincado en su barrio y apropiado de su vivienda(no hay un solo elemento constructivo de una ca-sa que haya sido negociado o abandonado). Haysin embargo una importante deuda de “los miles”que siguieron los pasos de “los veinte” de COVII-TU 78: los COVILG, COVITRAB, COVIFU yotros. Lamentablemente, no queda claro cuál hasido la valoración institucional que se ha hecho pa-ra dejar de continuar y perfeccionar esta propues-ta, luego de los resultados de las experiencias rea-lizadas. Valdría la pena tener conclusiones este res-pecto en los distintos aspectos: sociales, arquitec-tónicos, económicos, urbanísticos, gremiales.

2. Terminada la respuesta a la situación de emer-gencia hay una tendencia, aparentemente muy in-tensa, a volver a los comportamientos culturalesanteriores, con predominancia del individualismo.En los “después” de estos grupos, incide fuerte-mente la génesis de los mismos. No obstante, a laapropiación de la vivienda y quizás como parte deese hecho, se incorpora una pauta cultural que,aún sin recursos, ha hecho que se supere la degra-dación social anterior y se sostenga el esfuerzo pormantener y mejorar el hábitat alcanzado. Se podrí-an dar múltiples ejemplos de esto, de enorme con-tenido humano y social.

3. Es muy difícil esperar que, sin la persistencia delapoyo institucional en lo social y aún en lo urba-nístico, se pueda sostener la organización y el es-píritu colectivo en estos casos. Menos lo coopera-tivo. Por ello, tanto el actor nacional, como el mu-nicipal y local, deben prever en estos casos una in-versión sostenida en aspectos sociales, organizati-vos y urbanísticos, por un tiempo que habrá queestudiar, pero que debería asegurar la capacidad deauto-reproducción permanente.

4. También en lo constructivo y en el proyecto de-

ben considerarse las experiencias recabadas en susaspectos críticos, en las que pesa decisivamente lafalta de recursos para trabajos de posobra y la ne-cesidad de asegurar la persistencia en el tiempo detodo lo infraestructural externo y urbanístico.

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1. Un marco de referencia

Dentro de las experiencias de producción de vi-viendas por ayuda mutua en el Uruguay, la moda-lidad de reciclaje representa una variante, cuya es-pecificidad está muy ligada a las particularidades fí-sicas y sociales del área central de la capital.

Montevideo no escapa a la dinámica sufrida por lamayoría de los centros metropolitanos de Latino-américa: en un proceso que lleva por lo menostreinta años, la mayoría de los barrios de las áreascentrales ha perdido población y calidad ambien-tal, junto a una progresiva tercerización y tuguri-zación de su estructura física.

Esto marca una aguda contradicción en el procesourbano: por un lado, la existencia de sectores dezonas céntricas subutilizados y degradados; porotro, una dinámica permanente de expulsión de lapoblación de menores recursos hacia la periferia,donde su relocalización genera siempre altos cos-tos sociales y urbanos.

El resultado, si continúa este proceso de expan-sión desregulada, sin un modelo de desarrolloque proponga alternativas, es previsible: segrega-ción socio-territorial, periferias mal servidas y de-terioro físico-ambiental.

Reciclajes

[]] RAUL VALLES

Raúl Vallés, arquitecto, integra el equipo técnico del Instituto“Hacer-Desur”. Trabaja en el campo de la vivienda desde 1990.Ha desarrollado su experiencia fundamentalmente en progra-mas de Rehabilitación Urbana en áreas centrales a partir de laautogestión de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua, re-alizando actividades de investigación-acción, en particular entemas de reciclajes. Es asimismo docente de Taller de Antepro-yecto y Director de la Unidad Permanente de Vivienda de la Fa-cultad de Arquitectura de la Universidad de la República.

Fotografías: Miguel Rojo_IMM / banco del autor

págs 172 - 187

04.2

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capítulo 4.0 I Las nuevas modalidades

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((**)) Para la segunda edición de este libro,organizamos el capítulo “Reciclajes” endos partes: por un lado, repetimos lo inclui-do en la primera edición, en la medida quees representativo de un momento inicial ysiguen siendo válidos los conceptos y ex-periencias que allí se describían. Por otro,a partir del desarrollo que esta experienciaha tenido en diferentes niveles en el lapsotranscurrido, se agrega, en el parágrafo fi-nal, un comentario de sus principales com-ponentes y alcances hasta el momento.

((11)) La definición legal del reciclaje en mate-ria de vivienda es “la realización de obrasde mejoramiento, complementación y sub-división en varias unidades de una viviendaexistente”. Esta definición está contenidaen el art. 462 de la ley N° 16.736 de 5 deenero de 1996, que modificó el art. 142 de laLey de Vivienda, reduciendo a seis el nú-mero mínimo de socios que se requiere pa-ra integrar una Cooperativa, en el caso queésta se plantee acceder a la vivienda a tra-vés de una operación de reciclaje. El nú-mero mínimo original era de diez, muy difí-cil de alcanzar en este tipo de operaciones.(N. del C.).

2. Aportes a la rehabilitación urbana mediantela participación de la población

Las experiencias que comentaremos aquí, partende una voluntad explícita de plantear alternativaspor parte del gobierno municipal de Montevideo,a partir de 1990. La Intendencia (IMM) contó pa-ra ello con la colaboración de organizaciones nogubernamentales que plantearon su trabajo en unámbito interdisciplinario. Las experiencias se ba-san fundamentalmente en el apoyo a grupos de ve-cinos organizados en condiciones de autogestión ycon voluntad para revertir los procesos negativosantes señalados.

Los programas desarrollados procuran articularla combinación de dos factores determinantes: a)la estructura física existente, y su potencialidadpara ser reutilizada y redensificada, y b) una tra-ma social que demanda un espacio de participa-ción y autogestión en el mejoramiento y produc-ción del hábitat.

En consecuencia se parte de la base del trabajocon la población residente que reivindica el dere-cho a permanecer en su ámbito histórico, enten-diendo la participación activa y la autogestión co-mo componentes que deben ser alentados e in-cluidos en estas propuestas de actuación y reha-bilitación de áreas centrales.

Planteadas en sus comienzos en el marco de la ac-

ción municipal descentralizada, estas experienciaspartieron de una serie de pautas que permitieronprecisar mejor sus objetivos y definir la metodolo-gía de trabajo a emplear:

- el no desplazamiento de la población residente;- la recuperación y aprovechamiento de la es-

tructura edilicia existente, que ya cuenta ade-más con servicios e infraestructura;

- la utilización de técnicas constructivas apropia-das y apropiables por la gente, para potenciali-zar sus posibilidades de aporte de ayuda mu-tua;

- el apoyo y asesoramiento a la organización yautogestión de los vecinos involucrados en unmarco de trabajo interdisciplinario amplio.

3. La estructura física existente y los antece-dentes de acciones de reciclaje

Aunque pueda parecer obvio, conviene recordar ladefinición de reciclaje como “la obtención de unproducto nuevo a partir del aprovechamiento delo existente”(1).

En nuestro medio las experiencias de reciclaje deconstrucciones se han asociado fundamentalmente aintervenciones sobre edificios de cierto valor históri-co o histórico-patrimonial, que generalmente, dadaslas características del tejido urbano de Montevideo,corresponden a las áreas centrales de la ciudad.

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04.2 I Reciclajes

((22)) Decreto N° 23.317 de 11.12.1986, com-plementado posteriormente por el DecretoN° 24.884 de 29.4.1991.

((33)) Esta línea originalmente preveía la con-cesión de créditos a inversores interesadosen realizar operaciones de reciclaje parasu venta a terceros. Luego fue ampliadapara otorgar créditos directamente a losdestinatarios personas físicas, a efectosque ellos mismos implementaran -sin inter-mediación- las acciones de reciclaje. Esalínea no contemplaba la concesión de fi-nanciamiento a personas jurídicas, por loque las Cooperativas de Vivienda quedabanexcluidas de la misma. Las experienciasque aquí se describen abrieron el caminopara que, en los primeros años del nuevosiglo, las primeras cooperativas de viviendapudieran construir con financiamiento esta-tal. (N. del C.)

((44)) Realizados a partir de 1990, con el apoyofinanciero de la Junta de Andalucía. “CasaVerde” consistió en la recuperación de unavivienda con destacados valores arquitec-tónicos en el emblemático “Barrio Sur” deMontevideo, con la participación de quie-nes la ocupaban y “Ana Monterroso” enuna operación similar en un antiguo corra-lón municipal del céntrico barrio “Cordón”,mediante la organización de los ocupantesen cooperativa de ayuda mutua, con elapoyo y asesoramiento de técnicos de laMunicipalidad (N. del C.)

La “materia prima” edificada está conformada enesas áreas mayoritariamente con ejemplos de la lla-mada “casa estándar” de fines del siglo XIX hastamediados de la década del XX, que corresponden auna arquitectura ecléctica de muy buena calidad deconstrucción.

La estructura física de estas construcciones hademostrado poseer una gran racionalidad y po-tencialidades -tanto en sus aspectos tipológicoscomo tecnológicos- para adaptarse a nuevosusos. Son asimismo de una gran calidad urbano-arquitectónica, pasible de ser conservada y re-convertida fácilmente, rescatando sus valores ti-po-morfológicos y aumentando su vida útil y ca-pacidad locativa.

En este sentido se cuenta hoy -con aciertos y erro-res- con una vasta experiencia en la reutilización deestos edificios, la que cobra fuerza a partir de laspropuestas del Grupo de Estudios Urbanos en ladécada del 70. Éstas se afirman al materializarse enejemplos concretos y fundamentalmente con elDecreto Municipal para la Rehabilitación de Vi-viendas de 1986(2), a lo que se suma la acción delBanco Hipotecario del Uruguay, que implementauna línea de acción especial para ese fin, a media-dos de los 80, enfocada hacia sectores de ingresosmedios y medio-altos.(3)

4. La acción municipal y las experiencias piloto

En este contexto, el gobierno municipal de Mon-tevideo que asume en 1990 plantea una serie de ac-ciones -en el marco de la descentralización- me-diante programas piloto demostrativos que procu-ran probar que era posible extender la experienciade las Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua(probadamente exitosa en la construcción de vi-vienda “de nueva planta”) a las operaciones de re-ciclaje. Programas como “Casa Verde” y “AnaMonterroso”(4) forman parte de una primera expe-rimentación social y arquitectónica en este sentido.

La segunda etapa de este proceso de investigación-acción es la realización de tres nuevas operaciones-y más tarde una cuarta-, que se procura rodear deun marco más amplio y participativo, con un invo-lucramiento pleno de los diferentes actores y unadefinición precisa de roles, y que se resuelve des-arrollar como experiencias piloto en los CentrosComunales Zonales (CCZ) 1, 2 y 3. Éstos corres-ponden a las distintas zonas del área central de laciudad, que entre los tres cubren completamente.

Esas experiencias se enmarcan en convenios tripar-titos entre:

- la IMM, que aporta las fincas a reciclar y la fi-nanciación de las obras;

- el grupo destinatario correspondiente, integra-

155LAS COOPERATIVAS DE VIVIENDA POR AYUDA MUTUA URUGUAYAS

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UNA HISTORIA CON QUINCE MIL PROTAGONISTAS

capítulo 4.0 I Las nuevas modalidades

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((55)) También conocida como “COVIGOES-Reciclaje” (N. del C.).

((66)) Posteriormente la IMM financió un quin-to programa, la cooperativa ªCOVICIVI IIª,también asesorada por el Instituto Hacer-Desur y proyectada y dirigida por el Arq.Vallés, autor de este artículo. COVICIVI II seubica en la misma manzana que COVICIVI yla intervención se realizó sobre un edificiohistórico del Siglo XVIII. (N. del C.).

((77)) Este artículo fue escrito en 1999, antesde la experiencia de “COVICIVI II”.

((88)) Equivalente aproximadamente a la “vi-vienda económica” definida por la ley N°13.728 (art. 22). Ver Capítulo 2.4, parágrafoVIII.c. (N. del C.)

do por vecinos residentes en la zona, con la ca-pacidad y organización necesarias para auto-gestionar la experiencia, a desarrollarse por lamodalidad de Cooperativa de Ayuda Mutua y,

- un Instituto de Asistencia Técnica, que asu-me la corresponsabilidad del emprendimien-to y se hace cargo de las tareas socio-educati-vas necesarias y del asesoramiento técnico-ar-quitectónico.

Por esta modalidad se desarrollaron cuatro expe-riencias piloto:

- en el CCZ 1, Programa “Mujefa”. Reciclaje acargo de la cooperativa “Mujefa” integradapor mujeres jefas de familia, en una finca ad-quirida por la IMM expresamente con ese fin.Asesoramiento: Instituto “IVIM”.

- también en el CCZ 1, Programa “Las Bóve-das”. Reciclaje y obra nueva a cargo de la Co-operativa “COVICIVI”, en fincas y padronesde propiedad municipal. Asesoramiento: Insti-tuto “Hacer-Desur”.

- en el CCZ 2, Programa “Pretyl”. Reciclaje acargo de la Asociación Civil “Pretyl”, en dosfincas (plantas baja y alta de la misma cons-trucción) adquiridas también expresamentepor la IMM con ese fin. Asesoramiento: Cen-tro Cooperativista Uruguayo.

- en el CCZ 3, Programa “Goes”. Reciclaje acargo de la Cooperativa “COVIGOES I”(5) enuna finca de propiedad municipal. Asesora-miento: “Hacer-Desur”(6).

5. La experiencia de “Hacer-Desur”

A modo de ejemplo comentaremos aquí las dosexperiencias en las que nos ha tocado aportar des-de nuestro ámbito(7). La primera oportunidad deintervención se planteó en el barrio Goes a impul-sos del CCZ 3 y en el marco del “Programa Go-es”, una propuesta más amplia en términos de re-

habilitación urbana, en la que nos ha tocado tra-bajar desde 1990 como integrantes del Instituto“Hacer-Desur”.

El programa involucra unas cien familias afincadasen dos manzanas de propiedad municipal, en unazona con alto grado de tugurización, conflictivi-dad y pobreza. Comprende el reciclaje de un edi-ficio y la construcción de vivienda nueva, plante-ándose como apoyo a la acción municipal descen-tralizada a partir del diagnóstico del CCZ 3. Esteprograma había sido previamente seleccionadopor la IMM en un llamado a propuestas de mejo-ramiento del hábitat que involucraran a la pobla-ción residente.

El reciclaje fue realizado por la cooperativa “CO-VIGOES I”, formada por vecinos del barrio que seorganizaron a esos efectos. La finca reciclada era yade propiedad municipal, estando ubicada en la es-quina de José L. Terra y Amézaga. El proyecto pre-veía la obtención de dieciocho unidades y un localcomún al programa en el subsuelo del edificio.

En una primera etapa se construyeron ocho unida-des con áreas y terminaciones similares a la Cate-goría “II” del BHU(8). Para viabilizar la obra fuenecesario instrumentar el realojo provisorio al in-terior de la manzana de once núcleos familiaresque ocupaban la finca.

El programa se completa con un proyecto de se-tenta viviendas, con una tecnología desarrolladapara la ayuda mutua en base a bloques autotraban-tes y de la cual la IMM ha financiado la construc-ción de veinte unidades.

Para el reciclaje se utilizó un sistema mixto, conso-lidando y acondicionando la envolvente o cáscarade edificios y subdividiendo el espacio con entrepi-sos livianos dentro de cada unidad, en base a perfi-les metálicos y madera.

La implantación y situación de la finca (una esqui-na de 12x34m, totalmente exenta) posibilitó muybuenas condiciones de iluminación y ventilación.

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A su vez, el programa “Las Bóvedas”, en el C.C.Z.1, se concreta hacia 1993, a partir de un proceso deorganización de un grupo de vecinos de CiudadVieja, proceso al que hemos podido aportar nuestrotrabajo desde Hacer-Desur, en un período de ricaexperiencia personal y profesional desde 1992.

El grupo demandante surge como organizaciónterritorial primero (Comisión Barrial) y luego co-mo una organización temática (Comisión de Vi-vienda), constituyéndose finalmente como Coo-perativa de Vivienda de Ciudad Vieja(CO.VI.CI.VI.).

En el marco de las experiencias piloto que mencio-nábamos en el parágrafo IV., la Intendencia ofre-ce la posibilidad de utilizar una serie de padronesde su propiedad, ocupados precariamente, ubica-dos en la Rambla “25 de Agosto de 1825” entrelas calles Ituzaingó y Juan Carlos Gómez, en la zo-na portuaria.

Las características de estos predios hicieron que seabriera la posibilidad de realizar una operación deconjunto de escala inusual en rehabilitación urbana,así como la oportunidad de actuar en un área conalto deterioro físico-ambiental y social. La primeraetapa del programa, culminada en mayo de 1998,implicó la construcción de treinta y cuatro unidadesde vivienda, tres locales comerciales, salón comunaly áreas de servicio, en una propuesta que combinaobra nueva con reciclaje de fincas existentes, de loque resulta un proyecto de 2.800 m2 de obra apro-ximadamente.

En este programa la premisa de no desplazamientode la población residente se vio afectada por una di-námica particular que dio como resultado, por unlado, el realojo en un predio periférico de algunosvecinos que por sus expectativas y ocupación (en sumayoría recicladores de basura) no pudieron ser asi-milados por el programa, mientras que otros, quemanifestaron su voluntad de sumarse a la experien-cia, sí fueron integrados. La parte de las fincas queocupaban estos últimos fue objeto de operaciones

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UNA HISTORIA CON QUINCE MIL PROTAGONISTAS

capítulo 4.0 I Las nuevas modalidades

158

((99)) “COVICIVI” (ahora COVICIVI I, porque elgrupo original generó ya otros dos herma-nos en la Ciudad Vieja) fue seleccionadacomo una de las cinco obras presentadaspor Uruguay para la nominación al PremioPabellón Mies van der Rohe de Arquitectu-ra Latinoamericana para construccionesrealizadas en 1997. Un ejemplo inmejorablede que se puede hacer muy buena arqui-tectura aún con presupuestos limitados. (N.del C.)

((1100)) Ver el Capítulo 3.1. (N. del C.)

de reorganización funcional, de ventilación e ilumi-nación, lo que mejoró sustancialmente sus condi-ciones de vida

La obra resultó de una gran complejidad encuanto a imprevistos, consolidación y puesta enservicio de las fincas existentes, lo que destacaaún más la potencialidad de la cooperativa pararesolver las diferentes situaciones planteadas so-bre la marcha y para asimilar y utilizar las tecno-logías propuestas en cada caso(9).

6. Características de los grupos, su organiza-ción y el trabajo de los equipos técnicos

La modalidad de reciclaje por cooperativas ofrecevariantes muy interesantes con respecto a este tema,donde los supuestos básicos de la organización tra-dicional, así como el asesoramiento técnico se hantenido que adaptar y recrear a partir de nuevos re-querimientos.

Una característica a resaltar sería su modo de vín-culo o reinserción en el barrio. Los grupos destina-tarios en general forman parte del entramado socialexistente. La transformación física y social no la ha-cen los “de afuera”.

Un área central consolidada ofrece un soporte fí-sico que es conocido y un espacio urbano en tan-to “ámbito”, apropiado. Esto se traduce en unagran potencialidad de los grupos que resuelven susproblemas prácticos y dirimen sus conflictos en unlugar al que pertenecen históricamente.

Este sentimiento de pertenencia permite un afian-zamiento y crecimiento del tejido social y estopromueve nuevas acciones colectivas hacia la me-jora del entorno. En todas estas experiencias ha si-do común la participación de la cooperativa eninstancias barriales como comisiones de diversa ín-dole, Concejos Vecinales, etc.

Este tema ha sido tradicionalmente un problema

en las implantaciones de conjuntos habitacionalesen otras zonas, sin una estructura clara donde elefecto “isla” y el trasplante de vecinos ha genera-do problemas de inserción y continuidad(10).

Por las condiciones de las fincas disponibles parareciclar, hasta ahora se ha trabajado con grupospequeños (el más numeroso, COVICIVI, cuentacon treinta y cuatro familias en su primera etapa)y esto ha facilitado el proceso de organización yautogestión del colectivo, que por otra parte casisiempre se forma a partir de lo territorial y no pro-veniente de un marco organizativo sindical o simi-lar. Esto le confiere una unidad en lo barrial perouna gran heterogeneidad en cuanto a las caracte-rísticas socioeconómicas y culturales.

Los Institutos de Asistencia Técnica en su rol deasesores-educadores, se han ido adaptando a estaspautas y han jugado un rol importante y viabiliza-dor, más allá de énfasis y perfiles de trabajo de ca-da equipo.

Trataremos de plantear aquí algunas líneas de ac-ción que hemos desarrollado con los grupos y al-gunos elementos que han surgido sobre la marcha.Ellos forman parte de la experiencia personal y detrabajo en equipo, en el marco de “Hacer-Desur”,en Goes y Las Bóvedas.

En primer término se entendió fundamental unenfoque interdisciplinario del trabajo, que implicauna puesta en común entre diferentes disciplinassobre un mismo tema y las formas de abordarlo.

A partir de allí el trabajo con el colectivo se ha des-arrollado priorizando el espacio de las “Asamble-as” y dentro de ellas la metodología de elabora-ción en “talleres”.

La tarea socio-educativa para la autogestión seprocesa haciendo énfasis en la participación yapropiación del grupo de su propio proceso. Par-ticipación que tiene diferentes niveles:

- en la discusión de las propuestas arquitectónicas;

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04.2 I Reciclajes

- en la organización del colectivo para la convi-vencia;

- en la producción, gestión y administración delprograma.

Según las características de los grupos y la dinámi-ca de los tiempos de gestión se ha planteado laparticipación del colectivo en las más variadas ins-tancias: la discusión de la propuesta organizativa ytecnológica, la organización para la producción(ayuda mutua), la gestión y administración de laobra, y la conformación de estructuras organizati-vas de convivencia, etc.

7. Particularidades del reciclaje cooperativo

7.1. Lo físico espacial

Trabajar el tema de la historia del colectivo tienerelación con la reafirmación en el sitio como lugarcomún. Se propone la comprensión y discusión enconjunto de los aspectos físicos de las edificacionesa reciclar y su entorno, su estructura, dimensiones,posibilidades de aprovechamiento espaciales y ma-teriales. No se participa necesariamente en el dise-ño, generando una falsa sustitución de roles, sinoen la comprensión de la materia prima que se va areciclar.

Comprender cómo están construidas las fincasayuda a plantear soluciones tecnológicas apropia-das y apropiables por los grupos de acuerdo a sucapacidad y potencialidad para la producción.

En el reciclaje de Goes se consolidó la “cáscara”con un sistema tradicional y se entrepisó y reali-zó tabiquería con un sistema liviano más apropia-do a la finca pero también a las posibilidades po-tenciales del grupo.

En el programa “Las Bóvedas”, con característicasdiferentes del colectivo (más organizado y mayoren número) pudimos plantear un sistema mixto deprefabricación y obra tradicional que se ajustaba

más a la estructura física y la potencialidad del gru-po que realizó un aprendizaje en la práctica deprocedimientos y técnicas constructivas.

Otro aspecto importante tiene que ver con lacomprensión de aspectos históricos o patrimonia-les. Esto se vive de una manera muy particular,donde la valoración de “lo viejo” no pasa tantopor una cuestión estilista o estética sino por las po-sibilidades de aprovechamiento espacial y material.Los materiales viejos no sirven hasta que se ve enforma concreta su reutilización.

Al respecto en “Las Bóvedas” se plantearon al ini-cio grandes dudas e interrogantes desde el colecti-vo sobre el aprovechamiento de unas fincas queposteriormente se reciclaron en un ochenta porciento y se reutilizaron materiales como ladrillo,piedra y madera en un volumen muy considerable.

También ha planteado un desafío la comprensiónespacial del edificio a reciclar. Hay cierta idea a prio-ri y un imaginario de la casa nueva. Pero imaginaruna vivienda dentro de otra es muy complejo. Nose parte del terreno baldío sino de una finca existen-te. Los modos de uso y utilización del espacio sondiferentes a los de una cooperativa tradicional, apa-recen el patio, la claraboya, la azotea, la escalera co-lectiva, y mucho más la vereda, la calle y el barrio.

También hay una variante interesante en las tipo-logías propuestas. En la medida que las viviendasson el resultado de la reorganización de un espa-cio existente, la resolución funcional por un ladoestá condicionada y por otro ofrece variedad y di-versidad de tipos posibles, que se adaptan muybien a las necesidades de los núcleos familiaresdestinatarios (siempre heterogéneos). Es posibleque comparando con la experiencia tradicional elreciclaje cooperativo ofrezca un marco más expe-rimental para la adaptación y el cambio.

En cuanto a las áreas, se han tomado parámetrossimilares a los de categoría II del BHU en cuantoa terminación y cantidad de dormitorios.

LAS COOPERATIVAS DE VIVIENDA POR AYUDA MUTUA URUGUAYAS 159

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capítulo 4.0 I Las nuevas modalidades

7.2 El trabajo en obra y la Ayuda Mutua

Esto ha sido en los hechos el gran desafío que hanencarado en conjunto los grupos cooperativos ylos IAT para abordar una obra compleja en loconstructivo y de alto riesgo en cuanto a seguri-dad, con un grupo de vecinos generalmente sinconocimientos en construcción.

La base organizativa en general ha sido la tradicio-nal del sistema cooperativo, con sus particularida-des. Aquí no es posible una programación y previ-sión de etapas como en una obra tradicional-racio-

nalizada. Hay un alto porcentaje de procedimien-tos constructivos especiales, ya sea por resoluciónfuncional o constructiva, o por imprevistos.

Importa determinar las capacidades y potenciali-dades, así como especializaciones que tenga elgrupo. Esto puede ser determinante a la hora derealizar la propuesta o el sistema constructivo aaplicar. Durante la obra muchos procedimientos sehan realizado a partir de propuestas de los vecinos,basadas en su conocimiento sobre determinadastécnicas, o en casos como COVICIVI, los propios

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04.2 I Reciclajes

cooperativistas han incorporado la instalacióneléctrica, la herrería y se han especializado reali-zando más de 1.500m2 de entrepisos prefabrica-dos entre otras tareas.

Asimismo por tratarse de obras complejas hay unagran dependencia del personal contratado, el queaún reducido en número incide notoriamente enlos costos finales.

Es necesario plantear sistemas constructivos apro-piables fácilmente por los grupos, de rápido mon-taje, que potencien el aporte de ayuda mutua, demodo de acotar el trabajo más especializado.

Pensamos que no se puede idealizar el trabajo deayuda mutua en obra como la única alternativa departicipación y abaratamiento de costos. Autoges-tión no es autoconstrucción, sino más que nadauna administración adecuada de los recursos. Seha visto una diferencia marcada entre horas reali-zadas y rendimiento o avance de obra, adquirien-do importancia en algunas etapas las jornadas co-lectivas que involucran en un día a toda o granparte de la cooperativa.

En cuanto al aporte semanal, la familia cooperati-vista -en su mayoría basada en el multiempleo o enel trabajo informal- difícilmente pueda cumplircon los compromisos históricos de 21 horas se-manales. En el caso de las experiencias que nos hatocado asesorar el promedio fue de quince horasen términos reales. De ahí la necesidad de plante-ar variantes que racionalicen y acorten los plazos,disminuyendo costos y el cansancio producto deprocesos muy largos.

7.3 La seguridad en obra

Un tema que también adquiere características par-ticulares es el de la seguridad en obra. Se ha traba-jado en asambleas y comisiones de obra, en ocasio-nes con especialistas en el tema. Tiene importan-cia desde la implantación, pues se trabaja sobre un

hecho construido, generalmente con alturas im-portantes y estructuras en franco deterioro.

La construcción de barandas en pretiles, apuntala-miento de entrepisos, demarcación de áreas tran-sitables, etc., se deberán controlar diariamente.

7.4 El papel de la mujer

Al igual que en las cooperativas tradicionales lamujer ha jugado un rol central en todas las expe-riencias de reciclaje piloto: el aporte de la mujer entodo sentido y aún en horas de trabajo ha sidomuy superior al del hombre.

Esto es una constante y tiene una base social muyclara, donde la referencia permanente o fija del nú-cleo familiar con hijos, es la madre. Frente a laconcepción machista del trabajo, la mujer defien-de su condición de igualdad con el hombre. Sinembargo es necesario plantear y trabajar con clari-dad el tema en el colectivo, marcando que hay di-ferencias físicas evidentes entre sexos y que es ne-cesario organizar las tareas de forma de estimulary potenciar su participación sin correr riesgos in-necesarios de seguridad y salud.

8. La ecuación de costos

Es necesario evaluar los costos de estos emprendi-mientos con una ecuación amplia que considereaspectos diversos: económicos, urbanos y sociales.

Evaluar costos es comparar con situaciones simila-res que propongan soluciones a un mismo fenó-meno. No es posible comparar sólo costos deconstrucción cuando se analizan dos situacionesurbanas diferentes como la rehabilitación y reden-sificación del tejido social y urbano en las áreascentrales por un lado y la implantación y expan-sión desreguladas y sin servicios de asentamientosen las periferias por otro, donde los costos socialesy de su urbanización son evidentes.

161LAS COOPERATIVAS DE VIVIENDA POR AYUDA MUTUA URUGUAYAS

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UNA HISTORIA CON QUINCE MIL PROTAGONISTAS

capítulo 4.0 I Las nuevas modalidades

162

((1111)) Esto es, unos 335 dólares de 2007 pormetro cuadrado. Sin embargo, más rele-vante que este dato (influido por las varia-ciones que sufre el costo de construcciónen dólares, en una economía que oscila en-tre la libre flotación de éste y su fijaciónadministrativa) es el hecho que señala elArq. Vallés, de que se ha logrado, con cos-tos similares, soluciones de calidad neta-mente superior a la que obtienen las em-presas privadas. (N. del C.).

((1122)) ???????????????

De todas maneras las experiencias han demostradoya que es posible reciclar por ayuda mutua a un cos-to por metro cuadrado que en todos los casos ha si-do inferior a los costos manejados por emprendi-mientos privados o por líneas de crédito del BHU.

Se han obtenido viviendas completas similares a lacategoría “II” del BHU en área y terminacionescon costos en el orden de las 25 UR/m2.(11) (12)

9. Así que pasen quince años

Luego de más de quince años de iniciada la prime-ra experiencia de reciclaje por Cooperativas deAyuda Mutua -COVIGOES 1- y culminados nue-vos casos y en marcha otros, la segunda edición deeste libro nos permite dar cuenta de los efectos yresultados producidos, que a nuestro juicio hansignificado un importante avance.

En efecto: de algunos casos aislados, cuya finali-dad fue explícitamente enunciada en tanto “ex-periencias piloto”, podemos hablar en la actuali-dad de un “programa de actuación” instalado, encuya producción y gestión intervienen diversosactores.

9.1 La Sociedad. Apropiación y consolidación

Haremos mención en primer término a la propiapoblación como protagonista principal de la conso-lidación del sistema en nuestro medio. La dimen-sión y potencialidad que ha adquirido la modalidadde “reciclaje cooperativo” (como simple y contun-dentemente se la llama frecuentemente), se puedeexplicar fundamentalmente a partir del proceso deapropiación que los grupos de vecinos organizadosen cooperativas han hecho de este sistema.

Importa destacar en ello el rol de FUCVAM, quesupo visualizar después de las dudas iniciales laspotencialidades de aquellos solitarios primerosemprendimientos, dando un marco gremial insti-

tucional decisivo para la organización y reproduc-ción de los mismos.

Este proceso de expansión tuvo en esta segundaetapa diferentes momentos, marcados por expe-riencias significativas:

- de 1998 a 2004 y a partir del ejemplo de CO-VICIVI 1, la Cooperativa COVICIVI 2 reali-zó un proceso de maduración, formación yconsolidación de su proyecto, a través de lacustodia, mantenimiento, reciclaje y restaura-ción de una propiedad municipal catalogadacomo Patrimonio Histórico Nacional: la lla-mada “Casa de Lecoq”. Se genera así, con elasesoramiento del Instituto “Hacer-Desur” yel financiamiento de la Intendencia Municipalde Montevideo, una de las experiencias máscontundentes, por su alcance y realización, pa-ra una cooperativa de ayuda mutua no tradi-cional. El programa incluye diecinueve vivien-das de sesenta y siete metros cuadrados en pro-medio, un salón comunal y un local de uso ba-rrial, todo ello mediante la restauración de unedificio de 1775;

- entre 2002 y 2005 se procesa la construcciónde COVIRAM, primera cooperativa de recicla-je financiada íntegramente por el Ministerio deVivienda, Ordenamiento Territorial y MedioAmbiente, configurando así el inicio de unanueva etapa en la consolidación del sistema anivel institucional; con ella, la fase de las expe-riencias piloto deja paso a otra, en que el siste-ma es reconocido oficialmente como mecanis-mo de producción habitacional cooperativa, aligual que la construcción de viviendas de nue-va planta;

- a nivel de la Ciudad Vieja de Montevideo seconforma, dentro de FUCVAM, una Mesa In-tercooperativa como organismo de discusión eimpulso de este tipo de programas, mesa quehoy agrupa a más de quince cooperativas, deCiudad Vieja y otras zonas centrales de Mon-tevideo. Ellas reúnen experiencias tanto de re-

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04.2 I Reciclajes

ciclaje como de obra de nueva planta, que tie-nen en común la característica de la centrali-dad. Éstas últimas pasan a concebirse de algúnmodo como una forma especial de reciclaje, enque lo que se aprovecha no es ya un edificio si-no la ciudad misma;

- un nuevo momento, en que se redobla el im-pulso, se transita actualmente con la obra enmarcha de tres casos de reciclaje: dos en Ciu-dad Vieja: COVICIVI 3 (instituto “CAEE-

SU”), y “El Hueco de la Cruz” (instituto“Hacer-Desur”) y una en el Barrio “Goes”:COVIREAL. (instituto “COVIMA”). Simul-táneamente se construyen, también en zonascentrales las cooperativas de viviendas de nue-va planta: “Inchalá” (Ciudad Vieja, Hacer-Desur), en Goes COVIFAME (instituto “IN-VIPO”) y COVICOA (instituto “TECNO-CONSULT”), y en Barrio Sur, “COVIREUSal Sur” (instituto “CCU”), mientras otra me-

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UNA HISTORIA CON QUINCE MIL PROTAGONISTAS

capítulo 4.0 I Las nuevas modalidades

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((1133 “Finca” está usado aquí en el sentidode construcción residencial que se le dafrecuentemente en Uruguay y no en el deheredad rural, común en otros países deAmérica Latina. (N. del C.)

((1144)) Asimismo las Oficinas de Rehabilita-ción, puestas en marcha por la IMM haciafines de los noventa, con el apoyo de laJunta de Andalucía, para facilitar financia-miento y asesoramiento para la mejora yrecuperación de viviendas en zonas cen-trales, por parte de sus moradores, contri-buyeron de manera interesante en la reha-bilitación de dichas zonas. Actualmente elprograma cuenta también con apoyo delMVOTMA (N. del C.)

dia docena o más de programas esperan el fi-nanciamiento. Producto todos ellos tanto de laacumulación social como institucional y confi-gurando una reafirmación de estos modos deproducción.

9.2 El Estado. Líneas de acción y financiamiento

Entre las instituciones estatales relacionadas al sis-tema, se destacan dos ámbitos relevantes: la Inten-dencia Municipal de Montevideo y el Ministeriode Vivienda, Ordenamiento Territorial y MedioAmbiente (MVOTMA).

A nivel de la IMM se desarrollaron dos instrumen-tos de gestión que han significado un importanteimpulso. En primer término, la formación de la“Cartera de Fincas”(13), iniciativa que jugó un pa-pel fundamental a través de la propiedad munici-pal existente o la adquisición de inmuebles porcompra o expropiación y venta (previo comodatopara su custodia), a las cooperativas agrupadas enFUCVAM. Por esta vía, las cooperativas accedie-ron a más de una veintena de lotes y fincas en áre-as centrales, que pagaron o pagarán al recibir suscréditos, constituyendo el punto de partida en lapromoción del acceso y permanencia de la pobla-ción de menores ingresos en la ciudad consolida-da.

En segundo lugar, la redacción y aprobación delPlan Especial de Ordenación, Protección y Mejo-ra de Ciudad Vieja, que generó en el marco te-rritorial áreas de promoción de uso preferente re-sidencial entre otras, sumó el marco normativo alos instrumentos de gestión que hemos mencio-nado antes. En esas áreas se han adquirido in-muebles para la promoción de vivienda social enel Centro Histórico y se están desarrollando lasactuales experiencias.

El programa “Ciudad Vieja Renueva”, que la IMMinstauró en 2004 con el apoyo de la ComunidadEconómica Europea, contribuyó asimismo a la for-mación de mano de obra calificada en restauración

y mantenimiento del estoc, involucrando a muchosde los cooperativistas del área y ayudando a pro-porcionar el trabajo especializado que se requeríaen muchas de las operaciones.(14)

Por su parte el MVOTMA, en base a los resulta-dos de las experiencias ya consolidadas, a partirdel año 2000 reconoce la necesidad y convenien-cia de incorporar al sistema de financiamiento acooperativas, la modalidad de reciclaje. Se hamencionado el primer caso de COVIRAM, alque le siguieron en el actual período las coopera-tivas COVICIVI 3 y El Hueco de la Cruz, conedificios y terrenos de la Cartera de Fincas de laIMM, y en una de las áreas definidas por el Plande Ciudad Vieja, y las demás ya señaladas enotros barrios centrales.

Este proceso, que lamentablemente no ha conti-nuado con la dinámica inicial, por dificultades eco-nómicas de la IMM y el MVOTMA, deja abiertoel camino al desarrollo del sistema de rehabilita-ción socio-residencial, en la medida que las políti-cas y los recursos sean concurrentes.

9.3 El asesoramiento técnico

En la maduración de estos programas, el rol de lostécnicos ha realizado su aporte tanto desde lapráctica como desde los ámbitos académicos. Hoyse cuenta con pautas de actuación más firmes y se-guras, a partir de instancias de evaluación, inter-cambio y de la transferencia de experiencias, quese está afirmando en el día a día.

Las particularidades de producción en un reciclajecooperativo requieren el desarrollo de estrategiasespecíficas y de un ajuste y redimensionado per-manente. Esta dinámica supone, quizá más que enotras modalidades, un abordaje complejo e inter-disciplinario para su gestión y desarrollo.

Desde la academia, el sistema se ha evaluado endiversos trabajos y la experiencia integra insumos

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en cursos de especialización de profesionales uni-versitarios.

9.4 Producto y proceso. El derecho a la ciudad

Si bien los resultados del sistema son tangibles enlas obras terminadas y en otras en marcha, es im-portante visualizar la importancia de un complejoy trabajoso proceso de producción y gestión, sin elcual los productos no necesariamente se diferen-ciarían de meras obras de intervención sobre el pa-trimonio construido.

Es precisamente ese proceso, integrado por actoresdiferentes pero concurrentes, lo que hace signifi-cativas a estas experiencias, y posibilita su inserciónen la trama socio-urbana del barrio, en el entrama-do vecinal y local, y en la estructura institucional.

Sin duda, el sistema cooperativo de vivienda se ha“apropiado” de esta variante de producción, de-mostrando su flexibilidad y capacidad de adapta-ción y expansión. Se construye así una alternativapotente y vital hacia la consolidación del acceso ala vivienda y al suelo en el área central y, por sobretodo, del Derecho a la Ciudad.

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UNA HISTORIA CON QUINCE MIL PROTAGONISTAS166

“El destino del hombre es la creación.Y el trabajo es creación, vale decir liberación.El hombre se realiza en su trabajo.”José Carlos Mariátegui.

1. Antecedentes

Desde épocas tempranas, FUCVAM ha manteni-do contactos con organizaciones más allá delcontexto nacional, fiel a la tradición internaciona-lista que ha signado el movimiento sindical y socialuruguayo, en gran medida influenciado en su gé-nesis por activistas gremiales y políticos que llega-ron al país integrando corrientes migratorias deorigen europeo, a principios del siglo XX.

En el caso de FUCVAM, esos vínculos, tuvierondos vertientes. Por una parte, el establecimientode relaciones con organizaciones cooperantes delámbito internacional, que en una primera instan-cia no superaron la prestación de soporte financie-ro para el fortalecimiento y desarrollo organizacio-nal de la misma Federación, acosada como institu-ción contestataria y referente de los trabajadoresorganizados, en un período de suspensión del ré-gimen democrático. En segundo término, el rela-cionamiento con federaciones cooperativas deAmérica y Europa, particularmente relevantes ensu apoyo durante ese aciago período de la dictadu-

La irradiación latinoamericana de la experiencia

[*] ALICIA DAMBRAUSKAS / GUSTAVO GONZALEZ

Alicia Dambrauskas, es socióloga y maestra, además de coope-rativista; ha realizado diversos trabajos de investigación so-bre la realidad centroamericana; su obra “Voluntades Unidas:de la transnacional bananera a la empresa autogestionaria”,Honduras, obtuvo el 1er. Premio de Ensayos de Investigaciónen el eje “C”, “Representaciones, discursos y políticas de eco-nomía, ambiente y sociedad” del Concurso Internacional de En-sayos de Investigación “Cultura y Transformaciones Sociales”,de la Universidad Central de Venezuela, Edición 2005.

Gustavo González, en su juventud trabajador de la industria dela bebida y estudiante de Magisterio, fue Secretario General deFUCVAM hasta comienzos de 2004, fecha en que pasó a desem-peñarse como Consultor en Hábitat y Vivienda del Centro Coo-perativo Sueco. Ya había sido Secretario General de FUCVAM enotras dos oportunidades: 1982-83 y 1989-90 y asimismo Presi-dente en dos períodos: 1984-85 y 1991-92. Es integrante deH.I.C. (Coalición Internacional del Hábitat) para el Cono Sur.

Fotografías: Gustavo Castagnello_FUCVAM / banco de los autores

págs 188 - 203

04.3

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LAS COOPERATIVAS DE VIVIENDA POR AYUDA MUTUA URUGUAYAS

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UNA HISTORIA CON QUINCE MIL PROTAGONISTAS

capítulo 4.0 I Las nuevas modalidades

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((11)) Existe también un importante anteceden-te de reproducción de la experiencia uru-guaya en Brasil, que por no formar parte delprograma que se describe en este artículo,no ha sido analizado por los autores.

El mismo comienza en la década de losochenta, por un lado con el trabajo de algu-nos uruguayos exiliados en Brasil, espe-cialmente del Arq. Leonardo Pessina, direc-tor de obra de la primera cooperativa deayuda mutua de nuestro país (Veinticincode Mayo) y por otro, con la difusión de losemprendimientos uruguayos por un conjun-to de jóvenes técnicos y militantes socialespaulistas, encabezados por el prematura-mente fallecido Ing. Guilherme Coelho,

La historia posterior pasa por convenios deFUCVAM con el Gobierno del Estado de RíoGrande do Sul y con la Prefeitura de la ciu-dad de Pelotas, en el mismo Estado, paraasesorar en la realización de experienciaspiloto de autogestión y ayuda mutua, y ac-tualmente por un programa que apunta almismo objetivo, prioritariamente en la re-gión del nordeste brasileño, impulsado porla União de Moradía Popular y con el apoyotambién del Centro Cooperativo Sueco. (N.del C.)

ra y que luego se extendió a otras organizacionesde trabajadores latinoamericanos, también preo-cupadas por la problemática habitacional.

A partir de esos contactos iniciales, cuando a finesde la década de los ochenta, desde órbitas guber-namentales se llamaba a la conformación de blo-ques regionales, como el MERCOSUR, desde lossectores populares se realizaba una convocatoria aorganizaciones de vivienda para defender sus inte-reses en común, dando partida de nacimiento auna organización de integración regional que lue-go sería bautizada en setiembre de 1990 comoSELVIP (Secretaría Latinoamericana de la Vivien-da Popular). Otra globalización, con un signo di-ferente al de la economía neoliberal, se estaba po-niendo en marcha.

En 1994 FUCVAM ingresa formalmente a HIC(Coalición Internacional para el Hábitat), con laque estrecha vínculos en el marco de los trabajospreparatorios para la Segunda Cumbre de Asenta-mientos Humanos (Hábitat II) realizada en Es-tambul en 1996. También es en ese contexto, quecomienza a articularse, con el Centro CooperativoSueco (SCC) -organización cooperante preocupa-da por el ejercicio del derecho a la vivienda ade-cuada como uno de los ejes de su actividad- unaalianza estratégica que posibilitará la extensión dela experiencia del modelo de cooperativismo de vi-vienda por ayuda mutua acuñado en FUCVAM, aotros países del continente.

Realizado, a fines de 1998, un acuerdo primario yexploratorio entre ambas organizaciones, a partirde sus prometedores resultados iniciales, hoy sonseis los países que han asumido el desafío de im-plementar experiencias de estas características: Bo-livia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicara-gua y Paraguay, y en otros dos: Costa Rica y Perú,el mismo movimiento comienza a expandirse(1).

Este modelo en clave uruguaya, ¿pudo entoncesser replicado con éxito en contextos políticos, so-ciales y culturales tan diversos? ¿Cuáles fueron las

dificultades enfrentadas? ¿Qué estrategias se utili-zaron para hacer viable la transferencia? ¿Qué ele-mentos nuevos se incorporaron? En suma, ¿quéaprendizajes pudieron elaborarse en esta décadade experiencia internacional latinoamericana?

Pasar revista a estas interrogantes será el cometidodel presente artículo. Seguiremos en principio unalógica temporal de la extensión del modelo, alabordar los sucesivos países con experiencias endesarrollo, subrayando los aspectos novedosos quese fueron delineando, para extraer finalmente al-gunas ideas generales a modo de conclusiones.

2. Una historia que comienza en Paraguay...

En el año 2000, Paraguay fue seleccionado por elSCC y FUCVAM como el primer país para la im-plementación de una experiencia símil al modelouruguayo, básicamente por entenderlo el SCC unpaís prioritario para la cooperación internacionalen razón de sus estándares de pobreza.

La metodología empleada para realizar el proceso,si bien sencilla en su concepción, distó de ser mecá-nica, dando lugar a un interesante proceso de inter-cambio y comunicación creativa entre la organiza-ción paraguaya elegida como contraparte, el CIPAE(Comité de Iglesias para Ayudas de Emergencia) através de sus técnicos, en principio, y los dirigentescooperativistas asesores de FUCVAM.

En este sentido, es importante señalar que si bienexistió el asesoramiento de diferentes profesiona-les académicos, la responsabilidad de la transferen-cia recayó, fundamentalmente, en los dirigentescooperativistas uruguayos. Esta particularidadesencial del modelo, la autogestión, que genera unsaber socialmente construido, se ha mantenido encada una de las experiencias implementadas a pe-sar de las diferencias contextuales y de las dudas apriori planteadas por los técnicos locales, en prác-ticamente todos los países.

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04.3 I La irradiación latinoamericana de la experiencia

En un mundo donde la construcción de conoci-miento es esencial para la determinación de inclu-siones y exclusiones, la conservación de esta carac-terística, que jerarquiza el saber colectivamenteapropiado, merece un particular señalamiento. Lostécnicos y profesionales asesorados por dirigentes,comienzan así a ejercitar un diálogo bajo reglas nohabituales, donde el saber académico y el empíricose interrogan y articulan, generando una vertientede comunicación antes no ejercitada y que se vuel-ve preparatoria de los futuros diálogos que deberánplantearse con los cooperativistas autogestionariosde las experiencias constructivas locales.

El Equipo Técnico Multidisciplinario (PromotorSocial, Arquitecto, Asesor Legal y Contable), fuecapacitado mediante asesoramientos teóricos en elpaís, pero su preparación también incluyó pasantí-as en el Uruguay, con una aproximación directa alos barrios cooperativos y sus habitantes, con loscuales podían departir libremente y evacuar dudase inquietudes, así como alcanzar la riqueza brinda-da por el relato de historias de vida. El valor peda-gógico de estas visitas trasciende ampliamente lasfacetas inherentes a la construcción material de lasviviendas, para apreciar el desarrollo de las comu-nidades en su conjunto, ilustradas con los aciertosy errores francamente compartidos por los y lascooperativistas uruguayos y uruguayas.

Cabe señalar que, como criterio general, este tipode visitas de campo y pasantías no se restringe a lostécnicos de los equipos, sino que se extiende a lospobladores cooperativistas participantes de las ex-periencias piloto en desarrollo. En este caso, el va-lor de la motivación lograda y compartida con loscompañeros y compañeras al retorno, al poder ob-servar la concreción del sueño de la vivienda dig-na en otros considerados sus iguales, la certeza deque también podrían materializar el propio, seconstató tenían un poder multiplicador funda-mental para los procesos en marcha. En los hechoslos pobladores pudieron constatar que la trilogíaautogestión-propiedad colectiva-ayuda mutua, pi-

lares de sustento del modelo, no era una falacia, si-no una estrategia absolutamente viable y funcionala su anhelo.

No obstante, en el mismo proceso, inicialmenteconcebido para la realización de una experiencia“piloto” entendida como “efecto demostración” -para, a partir de su suceso, extender la propuestadel modelo- fueron emergiendo algunas restric-ciones de carácter estructural, como la ausencia demecanismos de financiamiento accesibles a los sec-tores populares para solucionar sus problemas devivienda y la carencia de una política de tierras, ba-se material indispensable para la construcción, co-herente con esa misma finalidad. Esto mostró lanecesidad de acompañar las acciones de capacita-ción respecto al modelo con una propuesta de ac-ción política más amplia: la necesidad de generarespacios de incidencia, que hicieran visible la im-posibilidad de hacer efectivo el ejercicio de un de-recho constitucionalmente reconocido, pero in-viable en su consolidación si no se generan lascondiciones legales, financieras y materiales que leden sustento.

La que sin lugar a dudas se configuró como unacondición indispensable para alcanzar la concre-ción de los objetivos delineados, fue la participa-ción activa de los incipientes cooperativistas de vi-vienda paraguayos. Sin su acción organizada, la in-clusión de la búsqueda de soluciones para la vi-vienda en la agenda política sería inviable. Esto, enrealidad, no constituye un hallazgo particularmen-te inédito, pues la Ley de Viviendas del Uruguay(Nº 13.728), entendida como progresista en lamateria en el concierto latinoamericano, si bienfue elaborada durante un gobierno absolutamenteconservador y empujada por el lobby de las empre-sas constructoras, que necesitaban financiamiento,se realizó en un escenario de alza de las luchas delmovimiento sindical y social uruguayo.

Sin entrar en los detalles de las diferentes instanciasvividas en Paraguay, inabarcables en la extensión de

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capítulo 4.0 I Las nuevas modalidades

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este artículo, podemos sintetizar de la siguiente ma-nera los logros obtenidos:

- aprobación de una Ley de Vivienda que, sibien aún parcial, no sólo habilitó la organiza-ción de las cooperativas de vivienda, sino queademás brindó financiamiento estatal para suconstrucción;

- reconocimiento de la propiedad colectiva delas viviendas en las cooperativas, legitimándosela categoría de usuario como alternativa a la depropietario;

- la construcción del primer barrio cooperativode viviendas, “Aveiro Ytá”, llevado adelantepor las cinco cooperativas pioneras y cuya pri-mera etapa proporcionó el acceso a una vivien-

da adecuada a ciento treintaicinco familias pa-raguayas;

- la conformación de seis nuevas cooperativas yareconocidas sus personerías jurídicas y en espe-ra de sus préstamos para la construcción;

- el surgimiento de una Mesa Coordinadora deCooperativas, constituida en embrión de unafutura Federación del Hábitat, es decir, tras-cendiendo la figura de las cooperativas haciala inclusión de otras formas asociativas enprocura del acceso a la vivienda adecuada,ampliando así el campo de acción y la articu-lación de agentes para los procesos de inci-dencia;

- el involucramiento de diferentes actores en laejecución del proyecto, destacándose la pre-

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04.3 I La irradiación latinoamericana de la experiencia

((22)) Es interesante observar que varias dé-cadas antes, también el BID fue el organis-mo financiero que apoyó el desarrollo delas primeras experiencias uruguayas.

sencia del BID al proporcionar el financia-miento para la experiencia piloto del Barrio“Aveiro Ytá”;(2)

- la inclusión en el proyecto de vivienda de unaconcepción integral del hábitat, incorporandoen su desarrollo emprendimientos productivospara las familias asociadas, a efectos de viabili-zar la sostenibilidad del proyecto en el largoplazo, en razón de la desestructuración delmercado de trabajo formal y la incidencia de lainformalidad laboral como uno de los impac-tos más graves para los sectores más carencia-dos, de las políticas económicas neoliberalesimplementadas en la región.

A los efectos de la internacionalización del mode-lo, quizás la nota más relevante del proceso estuvodada por el enriquecimiento, mediante la praxis,de la teoría de partida sustentada. Así quedarondelineados ciertos ejes estratégicos que serán com-partidos luego por todas las experiencias genera-das pos-Paraguay. Ellos son:

- la importancia de contar con marcos legales;- la creación de carteras de tierras con finalidad

social;- la existencia de líneas de financiamiento estatal

accesibles a los sectores populares;- la formación de Equipos de Asesoramiento

Técnico;- la insustituible formación y participación de

los interesados en desarrollar cooperativas devivienda autogestionarias.

Concluida la primera etapa del trabajo de difusióndel modelo en Paraguay, la lección más perdurablefue que, si en el contexto paraguayo había fructi-ficado sin duda era viable también en otros paíseslatinoamericanos y con esa convicción, se iniciaronprocesos en otros lugares de la región.

3. ...sigue en Bolivia....

El punto de partida para iniciar la transferencia deexperiencias en Bolivia se constituye a partir de laUniversidad de San Simón en Cochabamba. Allí,la Organización No Gubernamental PROMESHAinstrumenta regularmente un curso destinado atécnicos latinoamericanos vinculados al HábitatPopular y en ese contexto, en 2001, se formalizaun espacio de encuentro entre FUCVAM, PRO-MESHA y el SCC, analizando la posibilidad dematerializar los acuerdos teóricos interinstitucio-nales de partida. Con ese cometido, se crea unaFundación, PROCASHA, con el concurso de ungrupo importante de académicos interesados enimplementar en su realidad nacional la propuestade FUCVAM, afirmada en su viabilidad interna-cional luego de la experiencia de Paraguay.

Los pasos generales para la instrumentación de es-ta iniciativa fueron similares a los practicados enParaguay (capacitación, organización, participa-ción e incidencia), denotándose, sin embargo, laemergencia de algunos elementos que aportaronnuevas dimensiones a considerar en el proceso:

- la irrupción del factor indígena se constituye enun tema central del abordaje. Si bien en Para-guay la incidencia de la diversidad étnica es sig-nificativa en términos de representación pobla-cional y se ha realizado una destacable preserva-ción del acervo cultural al conservar el idiomaprimigenio en el uso cotidiano, en Bolivia se su-ma a su universo cuantitativo y simbólico, el ca-rácter cualitativo de su acción directa, que asu-me un rol protagónico de tal envergadura quese sintetiza en la reciente asunción de un presi-dente indígena, Evo Morales (hecho inédito enel continente americano);

- como corolario de la situación señalada, la cultu-ra indígena impregnará los proyectos, estable-ciendo nuevos órdenes de relaciones sociales yuna adopción de la propiedad colectiva, no co-mo algo innovador sino afín a sus tradiciones y

LAS COOPERATIVAS DE VIVIENDA POR AYUDA MUTUA URUGUAYAS 171

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((33)) En los últimos tiempos, incluido, en bue-na medida, el propio Uruguay. (N. del C.).

((44)) Gustavo González ha sido presentado enel capítulo 3.2. y estuvo vinculado desde elprincipio a la difusión de la experienciauruguaya en América Latina, concebida porFUCVAM, de la que es un dirigente históri-co, como un salto cualitativo en su accio-nar. (N. del C.)

((55)) Dato del último Censo (2004) obtenidoutilizando el mecanismo de la autopercep-ción étnica

asumido como parte de su realidad cotidiana.Debe recordarse que el concepto de propiedadprivada de origen romano no es autóctono, sinoque fue introducido durante la conquista y sibien hoy se encuentra naturalizado, también loestán las prácticas de cultivo conjunto y la ayudamutua en las comunidades de matriz indígena;

- paralelamente, y como parte del mismo movi-miento social que habilitó el ascenso de Mora-les, que obviamente no estuvo ajeno a los con-flictos de intereses con los sectores socio-eco-nómicos hasta entonces dominantes, el proce-so de las experiencias cooperativistas se des-arrolló en medio de grandes convulsiones so-ciales, prolongando los tiempos de ejecuciónde las diferentes instancias planificadas. A pesarde estas dilaciones, las mismas no se tradujeronen desfallecimientos en el entusiasmo de losgrupos involucrados, que siguieron apostandoa las posibilidades de acceso a la vivienda dig-na por caminos hasta entonces no explorados;

- como consecuencia del modelo económiconeoliberal, reforzada por la tradicional inser-ción en la economía no formal por parte deluniverso indígena, a través de sus mercados deartesanías, textiles y bienes culturales, la in-mensa mayoría de los grupos formados en elproceso corresponde precisamente al mercadode trabajo no formal. Obviamente, esta parti-cularidad, que comienza a observarse comogeneral, realiza cuestionamientos a un modeloexperimentado originalmente con trabajadoresregularizados y fuertemente contenidos, obli-gando a establecer nuevos caminos para evitarla zozobra de la imprevisibilidad en la asun-ción de los costos de los proyectos;

- las mujeres se convierten en las principalesprotagonistas de los grupos organizados, sien-do claramente distinguible la fortaleza del bi-nomio vivienda-mujer y marcando una dife-rencia que se constatará luego como tendenciageneralizada en el continente(3);

- una vez más, surge claramente la importancia

de los marcos legales, en este caso, en formapositiva para fortalecer el protagonismo de loslíderes locales y las Alcaldías como efecto de laimplementación de la Ley de ParticipaciónCiudadana, votada tiempo atrás por el Parla-mento boliviano, en un auténtico proceso dedescentralización;

- específicamente en cuanto a política de vi-vienda, se ha puesto a consideración del Con-greso la aprobación de un marco legal propi-cio para el desarrollo de la vivienda popular yse encuentra en proceso de consolidación elGrupo Articulador de los Cooperativistas, co-mo instancia organizativa de segundo grado.

4. ...y se extiende por Centroamérica:

Habiendo realizado algunas visitas con carácterexploratorio previo, a partir de 2004, y comouna segunda etapa de fortalecimiento por partedel Centro Cooperativo Sueco a su apuesta en laimplantación del modelo uruguayo de cooperati-vas de vivienda por ayuda mutua, se instrumenta,sin desatender los procesos de Paraguay y Boli-via, la realización de una acción focalizada en laregión centroamericana, en el contexto de aque-llos países en los que se observan los mayores in-dicadores de pobreza.

Para realizar esa tarea, pasa a residir en el área unode los autores de este artículo, Gustavo Gonzá-lez(4), con la misión de estimular nuevos procesosde desarrollo del modelo en cuatro países simultá-neamente: Guatemala, El Salvador, Honduras yNicaragua. Es interesante señalar que si, desde elSur, Centroamérica es percibida como un istmohomogéneo, en parte por la distancia geográfica ycultural, y en parte por su acotada superficie, cadauno de los países que la integran, sobre una basehistórica y cultural compartida, ostentan particula-ridades y matices tan distintivos, que han hecho dela experiencia un campo fértil para la diversidad deaprendizajes.

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5. ...a Guatemala, ...

La situación social y política de Guatemala ha sidola que más dificultades ha presentado para la im-plementación de las experiencias piloto del mode-lo. Se han interpuesto obstáculos de carácter bu-rocrático-legal que no son más que la expresión deun sistema económico y político de carácter exclu-yente hacia los sectores más deprimidos, integra-dos mayoritariamente por etnias indígenas que, en

su diversidad, constituyen el 42%(5) de la poblaciónguatemalteca y que, sin embargo, sólo están repre-sentadas en el poder político marginalmente.

Guatemala es una sociedad escindida en dos uni-versos: uno blanco, que gobierna, y otro indígena,que denota una significativa correlación con la po-breza extrema. Dos de cada tres nacionales quepertenecen al estrato de la pobreza extrema son in-dígenas. Les siguen en esa condición los ladinos(6),

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((66)) El ladino es una categoría de uso co-rriente en Guatemala que distingue aque-llos individuos que han adoptado las cos-tumbres occidentales como referenciaidentitaria. No se trata de una adscripciónpor condiciones de mestizaje biológico, apesar de que suele involucrarlo, sino decarácter básicamente cultural.

((77)) Tratado de Libre Comercio según el clá-sico modelo usado por los Estados Unidos.

que constituyen la mayoría del estrato socioeconó-mico subsiguiente, es decir el de bajos ingresos.

Desde 1954 y hasta 1986, Guatemala ha sido ob-jeto de sucesivas dictaduras militares, dando lugara masacres infringidas básicamente contra pobla-ciones indígenas, masacres especialmente exacer-badas durante la década de los ochenta, generan-do un etnocidio aún no suficientemente conocidoen el ámbito internacional.

A una década de firmados los Acuerdos de Paz de1996, aún Guatemala sigue siendo un Estado po-licial y militarista, que continúa controlando a lapoblación mediante prácticas reñidas con el fun-cionamiento de un sistema democrático pleno.Así, es frecuente el ajusticiamiento de líderes so-ciales y gremiales, en circunstancias que suelen noterminarse de esclarecer.

A pesar de ese contexto, en los tres años transcurri-dos desde el inicio de las actividades para impulsarel modelo, con el esfuerzo mancomunado de la or-ganización local responsable, IDESAC (Institutopara el Desarrollo de América Central) y los miem-bros integrantes de las cooperativas que se forma-ron a ese efecto, se han realizado importantes avan-ces. Éstos se han producido, por un lado, en el pla-no de incidencia política, conformándose el MGAP(Movimiento Guatemalteco de Pobladores) quereúne a más de diez organizaciones de base y se en-cuentra trabajando en la presentación de un pro-yecto de Ley de Vivienda en el Congreso. En for-ma paralela, se han instrumentado tres experienciasde carácter piloto para reproducir el modelo coo-perativista de vivienda por ayuda mutua.

A partir de este recorrido, se comparten las inquie-tudes y reflexiones a los que el mismo dio origen:

- las dificultades de establecer un canal de co-municación eficaz entre dos sectores de unasociedad históricamente escindida y las reper-cusiones que esto puede generar en la imple-mentación de experiencias aparentemente aje-

nas a esa condicionante socio-histórica. Esta si-tuación se ha exteriorizado de un modo parti-cularmente sugerente en una de las experien-cias en marcha, que por estar integrada mayo-ritariamente por gente no-indígena, pero in-sertada en un territorio perteneciente a unaAlcaldía indígena, a tres años de adquirido elterreno y habiendo realizado diferentes obrasde mitigación de riesgos, aún les es negado elpermiso definitivo para construir. Es que eldiálogo intercultural puede ser de fácil enun-ciación volitiva pero de difícil instrumentaciónpragmática, cuando una sociedad tiene tantasasignaturas pendientes entre los sectores que laconstituyen;

- concomitantemente, también por el legado decostumbres ancestrales que a todos involucra,la figura de la propiedad colectiva, como enBolivia, no ha encontrado objeciones y respec-to a su disciplina y funcionamiento orgánico,las tres experiencias son profundamente orto-doxas y celosas del respeto al modelo imple-mentado;

- convoca a la reflexión el fuerte protagonismo delas mujeres en un contexto social y cultural im-pregnado de un profundo machismo, aún de-biendo pagar costos a nivel social, familiar y per-sonal, que remiten a una entrega que por sí mis-ma habla de la significación de la vivienda en elimaginario de la mujer. Esto llega a trascenderlo material -de por sí nada despreciable en unmedio donde sus derechos están restringidos-hacia lo simbólico, como incursión en el accesoa ámbitos de poder y reconocimiento antes in-accesibles.

6. ...a El Salvador,...

El “Pulgarcito de Centroamérica” también vivió enla convulsionada década de los ochenta su propiaguerra civil, que a pesar de los elevados costos hu-manos, dejó igualmente vigente los problemas es-

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tructurales que le dieron origen. Hoy se agrega aello el agravante de la firma de un TLC(7) con Esta-dos Unidos, que no sólo vuelve inoperante todo in-tento de revitalización de la agricultura, base pro-ductiva histórica, sino que continúa alimentando lamigración, ya no sólo rural-urbana, sino fundamen-talmente internacional.

El Salvador amortigua su pobreza estructural através de las remesas de sus emigrantes, que repre-sentan el 15% del PBI nacional, pagando por elloel costo de las familias desintegradas, con toda laproblemática social que eso conlleva. El país máspequeño de América Central está signado por unode los índices de violencia ciudadana mayores delcontinente, que condiciona y restringe la posibili-dad de recomponer y fortalecer los lazos socialesfracturados.

Si a este estado de cosas se le suma una mayúscu-la densidad poblacional (más de trescientos habi-tantes por quilómetro cuadrado) y condicionesgeomorfológicas que hacen de su accidentadageografía un concierto de desastres naturales(erupciones, deslaves, sismos, huracanes), podráentenderse que el problema habitacional presen-ta en este país un carácter crítico. Precisamente,la organización que actúa como contraparte localdel programa en El Salvador, FUNDASAL (Fun-dación Salvadoreña de Vivienda Mínima) iniciasu vida institucional en el año 1968 para actuaren la búsqueda de soluciones habitacionales lue-go de una catástrofe natural.

A partir de estas condiciones sucintamente rese-ñadas, la experiencia en El Salvador, que haabierto la discusión sobre políticas de suelo ypréstamos para los sectores más modestos de lapoblación y ha constituido una Mesa Coordina-dora de Cooperativas, ha alimentado además, di-versas reflexiones en torno a su evolución, que engeneral rondan la exploración de la versatilidaddel modelo en su funcionalidad a diferentes con-diciones contextuales:

- dado que prácticamente la mitad de la pobla-ción reside en el área rural y que ésta fue par-ticularmente afectada durante la guerra civilpor la política de tierra arrasada implementadapor el ejército regular, las necesidades de vi-vienda experimentadas en ese sector determi-naron la exigencia de una “ruralización” de unmodelo que nació en el medio urbano;

- por otra parte, no sólo se trabajó con una fuer-te presencia femenina, sino que fue necesarioadaptar y combinar el desarrollo del procesoconstructivo con el productivo local, para evi-tar afectar la propia subsistencia de las familiasinvolucradas. El desafío implicó la necesidadde mantener una organización cooperativaunida pero espacialmente distribuida en lotesdispersos, pues se trataba de familias que con-taban con adjudicaciones de tierras de caráctercomunal, por lo cual el cumplimiento de la au-togestión, la ayuda mutua y las compras a pro-veedores en común, exigieron una alta dosisde creatividad y flexibilidad en la instrumenta-ción de un sistema pensado con otras condi-cionantes de partida;

- cabe señalar además que los bloques de ce-mento utilizados en la construcción fueron fa-bricados por las propias familias, quienes orga-nizaron una cooperativa de producción a esosefectos, que aún permanece como emprendi-miento de producción colectivo, en un mediodonde la inserción laboral es absolutamentedificultosa. El éxito obtenido en una primeraexperiencia piloto no sólo se multiplicó enotras, sino que alumbró la posibilidad de serreplicada en otros grupos de la región, permi-tiendo la incorporación de núcleos campesinosa procesos hasta entonces exclusivos de cen-tros urbanos;

- otra área de acción, esta vez en el casco urba-no, la constituyeron los “mesones” del Cen-tro Histórico; reducidos espacios de hacina-miento para familias que, debido a sus men-guados e irregulares ingresos, no pueden ac-

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capítulo 4.0 I Las nuevas modalidades

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ceder a la renta de una unidad decorosa, Estaciudad oculta de los pobres urbanos, estimu-ló la creatividad para poder re-habitar esosmismos predios con dignidad y simultánea-mente devolver a la ciudadanía toda la posibi-lidad de reapropiarse de espacios urbanos desu propio centro cívico, hasta entonces luga-res destinados a una descarada especulacióninmobiliaria. Con esta inquietud, se abrió eldebate público para dar a conocer el terriblenegocio inmobiliario que tiene a los más po-bres como víctimas y se obtuvo la regulariza-ción de esos lotes de tierra urbana. Hoy ya sehan formado cinco cooperativas con habitan-tes de mesones, que dicen con orgullo lla-marse “cooperativistas” en vez de ser los es-tigmatizados “mesoneros” y están en el inicio

de sus respectivos procesos constructivos; - simultáneamente, en otros grupos, se han or-

ganizado cooperativas con el “modelo tradicio-nal uruguayo”, respetándose sus principios au-togestionarios, de ayuda mutua y propiedadcolectiva. Una de ellas, la Cooperativa “13 deEnero”, en el departamento de La Libertad, yase encuentra con la urbanización finalizada y suobra constructiva en marcha.

7. ...a Honduras,...

Honduras, en una mirada de larga duración, tienela particularidad de que no sólo su sistema de fun-cionamiento democrático pleno es reciente, pro-cesándose en las dos últimas décadas del siglo XX,

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sino que, además, su movimiento social y gremialha estado signado por dos males, en general aso-ciados: la cooptación de líderes y la corrupción.

Esto ha quitado continuidad a las acciones colecti-vas organizadas y también posibilidades a la confor-mación de un movimiento unificado, aún por sec-tores. Como caja de resonancia de esta dinámica, yacorde a las diferentes condicionantes históricas, sehan generado las más diversas figuras legales asocia-tivas, incluyendo en ellas las cooperativas y las lla-madas Empresas Asociativas Campesinas. Es enfunción de lo expuesto que las experiencias desarro-lladas en Honduras adoptan diferentes formas jurí-dicas, de acuerdo al contexto donde se instalan, noobstante lo cual se respetan los lineamientos sustan-ciales de la implementación del modelo.

La contraparte nacional para esta tarea ha sido ICA-DE (Instituto de Capacitación y Autodesarrollo),cuya presencia es nacional, pudiendo extender la ex-periencia a diversos municipios y contemplando re-alidades locales diferentes.

En Honduras, el trabajo combinó:

- experiencias organizativas y de lucha locales,articulando la vivienda como un componentede una estrategia de desarrollo integral. Estoes claramente constatable en una experienciacampesina desenvuelta en pleno enclave bana-nero, próxima a El Progreso, Costa Norte,donde la ocupación de tierras con fines pro-ductivos finaliza en la concreción de una nue-va urbanización, junto a la inauguración deuna agroindustria de autogestión campesina;

- redes de apoyo intercooperativas, estimulandola práctica de jornadas solidarias para facilitar elavance de las obras, y añadiendo el estímuloestratégico de la motivación compartida comouna visión alternativa a la constante históricade la fragmentación ante las mínimas dificulta-des emergentes;

- la delimitación de un área de impacto en la ins-trumentación del modelo, focalizando diversas

cooperativas en un municipio tradicionalmentecafetalero, que se encuentra experimentandouna acelerada transición rural-urbana y queadolece de serios problemas habitacionales,donde el gobierno local ha apoyado material ypolíticamente el impulso de estas experiencias;

- la estructuración de un importante proceso deincidencia que culminó con la creación delCOHVISOL (Consejo Hondureño de la Vi-vienda Solidaria), integrado por una diversidadde organizaciones populares rurales y urbanas,que con su lucha han dado génesis al PRO-VICCSOL (Programa de Vivienda y CréditoCiudadano Solidario), recientemente aproba-do por el Ejecutivo Nacional y llamado a seruna herramienta fundamental en el acceso acréditos para vivienda destinados a aquellossectores que no pueden acceder a las exigen-cias del mercado financiero inmobiliario.

8. ... y a Nicaragua

Si algo distingue a Nicaragua respecto a sus herma-nos centroamericanos, no son sus indicadores rela-cionados con el desarrollo humano, que la sumer-gen entre los más bajos, sino las características desus relaciones sociales. Nicaragua, siendo extrema-damente pobre y sacudida por la guerra sin tregua,desde su nacimiento a la vida independiente hastacasi fines del siglo XX, tiene los menores índices deviolencia de la región y lazos de solidaridad palpa-bles a pesar de las carencias materiales. Si a ello sesuma un destacado orgullo afincado en su identi-dad nacional, se entenderá que el descubrimientodel ejercicio ciudadano durante el proceso de la re-volución sandinista haya dejado huellas indelebles.Por tanto, la afinidad con un modelo cooperativoautogestionario de viviendas fue de rápida emer-gencia, constatándose:

- fuertes liderazgos en los grupos constituidos,afincados en experiencias organizativas previas yque alimentan la autoestima indispensable para

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capítulo 4.0 I Las nuevas modalidades

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el desarrollo de los procesos autogestionarios.;- la capacidad organizativa acumulada ha gene-

rado efectos e impactos que se traducen en unaoptimización de los tiempos previstos para lasdiferentes etapas de desarrollo cooperativo yparticularmente en la reducción temporal de laetapa constructiva, con una incidencia notoriaen la reducción de los costos;

- la importancia de la articulación de esfuerzoscon las Alcaldías, en especial para el acceso alsuelo urbano donde construir;

- la formulación de un concepto de viviendadigna extendido al hábitat, generando en lascooperativas organizadas la idea de construirun ámbito de satisfacción de las más diversasnecesidades: sanitarias, productivas y educati-vas. Así, en una de las cooperativas en cons-trucción, en forma simultánea a la obra fueronalfabetizados tres cooperativistas, por enten-derse que esa dificultad era una limitante parasu participación integral en la experiencia;

- respecto a los procesos de incidencia, se en-cuentra en el Congreso un anteproyecto deLey de Vivienda con la adhesión de más de do-ce organizaciones vinculadas al tema y se hallaen proceso de estructuración una central decooperativas de vivienda que las agrupe.

9. A modo de síntesis final

La irradiación de la experiencia del cooperativismode vivienda por ayuda mutua uruguayo hacia otrospaíses del continente latinoamericano puede en-tenderse como un proceso que recién está dandosus primeros pasos y que sin embargo, al hacerlo,ha permitido un enriquecimiento de la reflexiónen torno a la potencialidad de gestar un movi-miento transnacional en torno al hábitat popular,que trasciende ampliamente las diversas experien-cias piloto encaradas.

En el proceso han quedado evidenciadas las difi-cultades añadidas que conlleva la ausencia de mar-cos legales y financieros que posibiliten el acceso ala vivienda a los sectores de menores recursos y,como contrapartida, la relevancia de cuidarloscuando esos grandes pasos en el ámbito estatal hansido obtenidos, como en el caso uruguayo, o defortalecer los procesos de descentralización y la ar-ticulación con los gobiernos locales, como se hadado en varios de los países centroamericanos,particularmente para la obtención del acceso alsuelo urbano.

Un movimiento en su génesis totalmente urbano,sustancialmente de lucha sectorial y con liderazgosmasculinos, ha extendido así su ámbito de acciónincorporando experiencias rurales, ha ampliado su

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concepción hacia la búsqueda de soluciones inte-grales y ha mudado el género de sus liderazgos,como producto de las transformaciones en lascondiciones económicas, sociales y aún familiaresde sus integrantes.

Un modelo de matriz uruguaya y por tanto, de gé-nesis básicamente occidental, ha transitado el con-tinente para darse un baño de latinoamericanidad,y en esa simbiosis con las culturas ancestrales denuestra América, se ha visto recreado y enriqueci-do, abriendo el abanico de la posibilidad y la versa-tilidad, sin perder la esencia de sus principios fun-dacionales.

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