las nuevas aventuras de sherlock holmes - varios

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LAS NUEVAS AVENTURAS DE SHERLOCK HOLMES

Coleccin LOS ARCHIVOS DE BAKER STREET

Editadas por Martin Harry Greenberg y Carol Lynn Rssel Waugh

Relatos de Stephen King, John Gardner, Dorothy B. Hughes, Michael Harrison, Lillian de la Torre y otros

VALDEMAR

Las historias contenidas en este volumen tienen los siguientes copyrights: Prembulo The State of Sir Arthur Conan Doyle Poema titulado 221B Mollie Hardwick 1987 La Mquina Infernal John Lutz 1987 El ltimo Brindis Stuart M. Kaminsky 1987 La Habitacin Fantasma Gary Alan Ruse 1987 El Regreso de la Banda de Lunares Edward D. Hoch 1987 La Aventura del Incomparable Holmes Lon L. Breen 1987 Sherlock Holmes y La Mujer Michael Harrison 1987 Las Sombras en el Prado Barry Jones 1987 La Aventura del Secuestro Gowanus Joyce Harrington 1987 El Doctor y la Seora Watson en Casa Loren D. Estleman 1984. Reimpreso con el permiso del autor. Los Dos Lacayos Michael Gilbert 1987 Sherlock Holmes y Muffin Dorothy B. Hugues 1987 El Curioso Ordenador Peter Lovesey 1987 La Aventura del Francotirador Persistente Lillian de la Torre 1987 La Casa que Jack Construy Edward Wellen 1987 El Caso del Doctor Stephen King 1987 Moriarty y el Autntico Mundo del Hampa John Gardner 1976. Reimpreso con el permiso del autor. Ttulo original: The New Adventures of Sherlock Holmes Direccin Editorial: Rafael Daz Santander Juan Luis Gonzlez Caballero Diseo grfico de la coleccin: Cristina Belmonte Paccini Ilustracin de la cubierta: Cristina Belmonte Paccini Traduccin del Ingls: Lorenzo Daz Carroll & Graf Publishers, Inc 1987 (Collection) de la presente edicin: Valdemar [Enokia, S.L.| I.S.B.N. 84-7702-062-0

INDICERESEA............................................................................................................................................... 5 PREMBULO ..................................................................................................................................... 6 LA MQUINA INFERNAL ............................................................................................................. 8 EL LTIMO BRINDIS ..................................................................................................................... 23 LA HABITACIN FANTASMA ................................................................................................... 33 EL REGRESO DE LA BANDA DE LUNARES ............................................................................ 54 LA AVENTURA DEL INCOMPARABLE HOLMES .................................................................. 65 SHERLOCK HOLMES Y LA MUJER ........................................................................................ 73 LAS SOMBRAS EN EL PRADO..................................................................................................... 87 LA AVENTURA DEL SECUESTRO GOWANUS ..................................................................... 107 EL DOCTOR Y LA SEORA WATSON EN CASA ................................................................. 119 LOS DOS LACAYOS ..................................................................................................................... 123 SHERLOCK HOLMES Y MUFFIN .............................................................................................. 136 I ..................................................................................................................................................... 137 II .................................................................................................................................................... 140 III................................................................................................................................................... 147 EL CURIOSO ORDENADOR ....................................................................................................... 150 LA AVENTURA DEL FRANCOTIRADOR PERSISTENTE .................................................... 158 LA CASA QUE JACK CONSTRUY.......................................................................................... 174 I ..................................................................................................................................................... 175 II .................................................................................................................................................... 182 III................................................................................................................................................... 186 IV .................................................................................................................................................. 204 EL CASO DEL DOCTOR .............................................................................................................. 206 EPLOGO. MORIARTY Y EL AUTENTICO MUNDO DEL HAMPA ................................... 228 SOBRE LOS AUTORES ................................................................................................................. 233 ARCHIVOS DE BAKER STREET..................................................................................................... 235 LA MOMIA ANALFABETA DEI CRAIG MUSEUM ............................................................... 236 EL ANARQUISTA INCOMPRENSIBLE DE PICCADILLY CIRCUS .................................... 240

RESEALAS NUEVAS AVENTURAS DE SHERLOCK HOLMES Es un homenaje de eminentes autores de misterio Stephen King, John Gardner, Michael Harrison y otros realizado en el ao 1987 con motivo del centenario de la primera aparicin pblica de Sherlock Holmes en el Beetons Christmas Annual de noviembre de 1887, donde se dieron a conocer los hechos y la resolucin del misterio conocido como Un Estudio en Escarlata El juego comienza de nuevo

Contiene LA MQUINA INFERNAL John Lutz EL LTIMO BRINDIS Stuart M. Kaminsky LA HABITACIN FANTASMA Gary Alan Ruse EL REGRESO DE LA BANDA DE LUNARES Edward D. Hoch LA AVENTURA DEL INCOMPARABLE HOLMES Jon L. Breen SHERLOCK HOLMES Y LA MUJER Michael Harrison LAS SOMBRAS EN EL PRADO Barry Jones LA AVENTURA DEL SECUESTRO GOWANUS Joyce Harrington EL DOCTOR Y LA SEORA WATSON EN CASA Loren D. Estleman LOS DOS LACAYOS Michael Gilbert SHERLOCK HOLMES Y MUFFIN Dorothy B. Hughes EL CURIOSO ORDENADOR Peter Lovesey LA AVENTURA DEL FRANCOTIRADOR PERSISTENTE Lillian de la Torre LA CASA QUE JACK CONSTRUY Edward Wellen EL CASO DEL DOCTOR Stephen King EPLOGO. MORIARTY Y EL AUTNTICO MUNDO DEL HAMPA John Gardner LA MOMIA ANAFALBETA DEL CRAIG MUSEUM Enrique Jardiel Poncela EL ANARQUISTA INCOMPRENSIBLE DE PICCADILLY CIRCUS Enrique Jardiel Poncela

PREMBULOEl difunto Sir Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, escribi cuatro novelas y cincuenta y seis relatos cortos sobre el gran detective, empezando con Un Estudio en Escarlata, que se public por primera vez en el Beetons Christmas Annual de 1887. Arrasando en popularidad durante toda la dcada de 1890 y los primeros aos del siglo XX, Sherlock Holmes se convirti rpidamente en el punto de partida de una enorme cantidad de ficcin de misterio que vendra despus de l, y sigue siendo el ejemplo definitivo con el que se miden hoy en da los dems detectives de la literatura. Esta coleccin de nuevas historias de Sherlock Holmes, debida a conocidos autores ingleses y americanos de historias de misterio, es un homenaje sin precedentes por parte de los maestros modernos al talento de Sir Arthur, realizado y compilado con la aprobacin y el consentimiento de Lady Jean Conan Doyle, hija y heredera de Sir Arthur. John Lellenberg, en nombre del patrimonio de Sir Arthur Conan Doyle.

221 B (1887-1987) Nuestra moneda jams podr pagar un rescate para recuperar aquellos aos ahora presos del tiempo: El autobs ruge ahora donde antes el cabriol trotaba tras la pista del crimen. Ya no se oye un Stradivarius tocado por largos y giles dedos entonando un canto fnebre por los nefandos planes frustrados por El desde Baker Street. Podramos, acaso, con ojo clarividente, encontrar la puerta recordada con cario, ante la que, temblando, se pararon tantos clientes (hermosos o famosos)? En este lugar, Roylott, a la fuerza entr, como un oso salvaje; en este lugar, los brillantes ojos de Mary Morstan cayeron presos de la ardiente mirada de Watson. Si a ese tiempo pudiera haber un viaje otorgado por la gracia del cielo, quin no cambiara esta cansada era por una noche del ochenta y siete, en la que, como niebla que atraviesa cristal y cortinas y se arrastra hasta nosotros suave y gris, el sabio, inmortal, extrao y certero Sherlock toca su violn. MOLLIE HARDWICK 1987

LA MQUINA INFERNALJohn Lutz

No es que mi amigo y asociado Sherlock Holmes no supiera tocar en ocasiones esplndidamente el violn, pero en aquel momento la discordante y fluctuante melancola producida por el estridente instrumento estaba empezando a afectarme los nervios. Holmes, debe ser tan repetitivo en la eleccin de notas? dije, abandonando la lectura de mi ejemplar del Times. Es en esa misma repeticin donde espero encontrar alguna semblanza de orden y sentido. Mantuvo erguido su perfil aguileo, encaj con seguridad el violn bajo su afilada barbilla y continu emitiendo aquel chirrido, ciertamente de un modo mucho ms penetrante que antes.

Holmes! Muy bien, Watson. Sonri y devolvi el violn a su estuche. A continuacin se desplom en el silln que tena frente a m, rellen de tabaco su pipa de arcilla y asumi la actitud de un nio malcriado al que le han quitado un trozo de pastel por motivos disciplinarios. Yo saba a lo que se dedicara a continuacin, al no encontrar consuelo en el violn, y debo confesar que me sent culpable por haber sido duro con l. Cuando actuaba como un cazador en su capacidad de detective consultor, ningn hombre vibraba con ms intensidad que Holmes. Pero cuando llevaba varias semanas sin un caso, y no haba ninguno a la vista, era como un zombie que se retraa en el aburrimiento. Haca ya casi un mes desde que concluy con xito el caso del sello humedecido dos veces. Al or un ruido de pisadas en la escalera al otro lado de la puerta, Holmes movi bruscamente la cabeza a un lado, casi como un pjaro que espera coger a un gusano. La voz de la seora Hudson lleg hasta nosotros junto con sus pisadas ligeras y medidas. Una voz de hombre responda a sus comentarios. Ninguna de las voces se oa lo bastante alto como para que pudiera entenderse. Visitas, Watson. En el momento en que Holmes habl llamaron con firmeza a la puerta. Me levant, cruc la abarrotada habitacin y abr. Un tal seor Edgewick quiere ver al seor Holmes dijo la seora Hudson, retirndose a continuacin. Hice entrar a Edgewick y le rogu que se sentara en la silla donde yo haba estado hojeando el Times. Era un hombre alto y bien parecido, entrado en la treintena, que llevaba un traje bien cortado y unas botas lustradas, cuyas suelas estaban manchadas con un barro rojizo. Tena el cabello rubio y un bigote recortado ms rubio an. Me mir con expresin preocupada. Seor Holmes? me dijo. Viene de Northwood dije, sonriendo. Est soltero y le preocupa el bienestar de una mujer. Holmes tambin sonri. Asombroso, Watson. Por favor, dganos cmo lo ha hecho. Desde luego. La arcilla roja de las botas del seor Edgewick se encuentra principalmente en Northwood. No lleva alianza, por lo que no est casado. Y como es un hombre guapo y, obviamente, con preocupaciones personales, hay grandes probabilidades de que haya una joven implicada en todo esto. La mirada divertida de Holmes se clav en Edgewick, que pareca confundido por mi agudeza. La verdad es que estoy casado dijo. Tengo el anillo en el joyero para que le corrijan el tamao. El asunto que me trae aqu slo est relacionado indirectamente con una mujer. Y hace aos que no voy a Northwood. El coche de punto en el que ha venido debi llevar antes un pasajero de Northwood dijo Holmes. Con este da tan caluroso, el barro seguramente se secar mientras le espera abajo. Debo admitir que, al igual que Edgewick, me qued boquiabierto. Cmo ha podido saber que pidi al conductor que le esperara, Holmes? En ningn momento se ha acercado a la ventana.

Holmes hizo un gesto con el dorso de la mano agitando sus largos dedos. Si el seor Edgewick no ha estado en Northwood, Watson, el sitio ms lgico donde puede haber pisado el barro rojo es en el suelo de un coche de punto. Edgewick se inclin hacia adelante, intrigado. Pero, cmo ha podido saber, para empezar, que yo llegu en un coche de punto y que le dije al conductor que esperara abajo? Por su bastn. Dej que mis cejas se alzaran mientras volva a mirar a Edgewick. Qu bastn, Holmes? Ese cuyo extremo dej una huella circular en la bota derecha del seor Edgewick cuando se sent en la cabina y lo apoy en ella, como suelen tener por costumbre los hombres que usan bastn. El cuero todava conserva la impresin y, dado que no lleva el bastn consigo y que sus pisadas al subir la escalera imposibilitan que subiera con l o que lo haya dejado en el vestbulo, podemos deducir que lo dej en el coche de punto. Y, como no parece un hombre descuidado o poseedor de una innumerable cantidad de bastones, eso sugiere que orden al conductor que le esperase. Edgewick pareci encantado. Ha sido soberbio! Descubrir tanto de un mero par de botas! Un juego de saln cuando no se aplica de forma constructiva interrumpi Holmes. Volvi a sonrer mientras una las yemas de los dedos y le miraba por encima de ellos. Sus ojos eran ahora inmutables y estaban clavados con fijeza en nuestro invitado. Y sospecho que le trae algn asunto serio que me permitir aplicar adecuadamente mis habilidades. Oh, s, as es. Ah, me llamo Wilson Edgewick, seor Holmes. Holmes hizo un gesto en mi direccin. Mi socio, el doctor Watson. Edgewick asinti con la cabeza. S, he ledo sus relatos sobre algunas de sus aventuras. Por eso creo que podra ayudarme, o ms bien ayudar a mi hermano Landen. Holmes se retrep en su silln, entrecerrando los ojos. Yo saba que cuando asuma esa actitud no era por somnolencia, sino que entonces estaba completamente alerta, convirtindose en un receptculo de cualquier retazo de informacin que pudiera llegarle, aceptando esto como pertinente, rechazando aquello como irrelevante. Hblenos de ello, seor Edgewick dijo. Edgewick me mir. Y yo asent, animndole. Mi hermano Landen est comprometido con Millicent Oldsbolt. De Municiones Oldsbolt? pregunt Holmes. Edgewick asinti, nada sorprendido de que Holmes reconociera el nombre de Oldsbolt. Oldsbolt Limited era un importante proveedor de armas pequeas para el ejrcito. De hecho, cuando yo estuve al servicio de la Reina, haba disparado cartuchos Oldsbolt con mi revlver del ejrcito. La boda deba celebrarse la prxima primavera continu Edgewick. Cuando Landen, y yo mismo, estuviramos financieramente acomodados. Acomodados en qu? pregunt Holmes. Somos los representantes en Inglaterra de Richard Gatling, inventor del fusil Gatling. Qu diablos es eso? no pude evitar preguntar.

Es una mquina infernal que utiliza muchos tambores y una sola recmara dijo Holmes. Los cartuchos entran en la recmara mediante una larga cartuchera, mientras los tambores giran disparndolos uno tras otro en rpida sucesin. El que la maneja slo tiene que apuntar en la direccin deseada y girar una manivela con una mano, mientras aprieta el gatillo con la otra. Se dice que puede disparar casi cien balas por minuto, y se ha utilizado con gran efectividad en las llanuras de Amrica, en las guerras indias. Muy bien, seor Holmes!dijo Edgewick. Veo que est muy versado en cuestiones militares. Parece un artefacto diablico dije, imaginando esos tambores giratorios sembrando muerte entre hombres y bestias. Tan diablico como la guerra en s coment Holmes. No es ningn juego. Pero, prosiga con su relato, seor Edgewick. Landen y yo nos alojamos en la posada La Sota del Rey, en la aldea de Alverston, al norte de Londres, para estar cerca de la mansin Oldsbolt. Ver, queramos vender el fusil Gatling a sir Clive para que pueda fabricarlo para el ejrcito britnico. El fusil Gatling ha superado todas las pruebas, y sir Clive hizo una oferta que seguro que habra sido aceptada por el fabricante americano. Holmes frunci los labios pensativamente antes de hablar. Est hablando en pasado condicional, seor Edgewick. Como si se hubiera anulado la boda de su hermano. Como si Oldsbolt Limited ya no estuviese interesada en su mortfera arma. Ambos planes han recibido un golpe muy severo, seor Holmes. Ver, sir Clive fue asesinado anoche. Contuve el aliento por la sorpresa, pero Holmes se inclin hacia delante, profundamente interesado, casi complacido. Ah! Asesinado? Cmo? Sali muy tarde de la posada, y, volva a casa, solo en su carruaje, cuando dispararon contra l. Un aldeano le encontr esta maana, despus de haber odo anoche el ruido. Las fosas nasales de Holmes se contrajeron. El ruido? Disparos, seor Holmes. Disparos hechos en rpida y rtmica sucesin. El fusil Gatling. No, no. Eso es lo que dice el jefe de polica de Alverston. Pero el fusil que usamos para fines demostrativos se limpi y no ha vuelto a ser disparado. Lo juro! Naturalmente, tanto la polica local como los habitantes del pueblo piensan que Landen la limpi tras matar a sir Clive. Su hermano ha sido arrestado por el asesinato de su futuro suegro? pregunt asombrado. As es! dijo Edgewick muy agitado. Por eso me apresur a venir aqu en cuanto se lo llevaron detenido. Pens que slo el seor Holmes podra subsanar un error semejante. Tiene su hermano Landen algn motivo para asesinar al padre de su prometida? No! Todo lo contrario! La muerte de sir Clive significa la cancelacin de la compra de los derechos de fabricacin del fusil Gatling. Igual que de la boda de Landen y Millicent, claro est. Aun as... Holmes esper, con el cuerpo completamente rgido.

Aun as, seor Holmes, el sonido descrito por quienes estaban en la posada no puede ser ms que el estrepitoso y mecnico disparar del fusil Gatling. Pero usted ha dicho que lo examin y que no haba sido disparado recientemente. Oh, podra jurarlo, seor Holmes. De eso puede usted estar seguro. La semana pasada atravesamos el Atlntico con ella y el seor Gatling conoce el paradero de todas sus mquinas. Comprenda, seor, que es una mquina formidable que de caer en malas manos amenazara la existencia de cualquier nacin. Cambiar todo el concepto de la guerra y eso es algo que no debe tomarse a la ligera. Cuntos disparos alcanzaron a sir Clive? pregunt Holmes. Siete. Todos en el pecho, con balas de gran calibre, como las que dispara el fusil Gatling. El mdico del pueblo extrajo las dos balas que no traspasaron a sir Clive, pero se deformaron al tocar hueso y no puede determinarse su calibre exacto. Ya veo. Es todo muy interesante. Vendr cuanto antes a Alverston a ver lo que puede hacer por mi hermano, seor Holmes? Ha dicho que sir Clive fue alcanzado siete veces, seor Edgewick? As es. Holmes se levant de su silln bruscamente, como propulsado por un muelle. Entonces Watson y yo tomaremos el tren de la tarde a Alverston y nos encontraremos con usted en la posada de La Sota del Rey. Ahora, le sugiero que vuelva con su hermano y su prometida, donde sin duda es muy necesitado. Edgewick sonri abiertamente de alivio y se levant. Pienso pagarle bien, seor Holmes. Landen y yo no carecemos de medios. Y a discutiremos eso ms tarde dijo Holmes, posando una mano en el hombro de Edgewick y acompandolo a la puerta. Mientras tanto, dgale a su hermano que no tiene por qu preocuparse, si es inocente, y que muy bien podra vivir ms aos que el verdugo. Se lo dir, seor Holmes. Eso le reconfortar, estoy seguro. Que tengan un buen da. Sali por la puerta, pero volvi a entrar un momento despus. Gracias, seor Holmes, de mi parte y de la de Landen! Mi amigo y yo escuchamos cmo sus pisadas bajaban por la escalera. Holmes apart las cortinas y observ salir a nuestro visitante a Baker Street. Los gritos de los vendedores y el sonido de cascos de caballos entraron en la habitacin junto con los penetrantes olores de Londres. Un joven extremadamente preocupado, Watson. As es, Holmes. Se frot las manos con un regocijo y una animacin que habran resultado imposibles quince minutos antes. Debemos hacer las maletas, Watson, si queremos coger el tren de la tarde a Alverston. Su rostro enjuto adquiri una expresin de gravedad. Y le sugiero que lleve consigo su revlver de servicio. Ya haba pensado en hacerlo. Cuando a un miembro de la nobleza le disparan siete veces al volver de la posada a su casa, cualquier acto resulta posible, por horrendo que sea. La posada La Sota del Rey estaba a poca distancia de la estacin de tren de Alverston, justo en las afueras del pueblo. Era un edificio construido en la poca de los Tudor, rematado por

grandes chimeneas de piedra, una a cada extremo de su empinado tejado de pizarra. Wilson Edgewick no estaba entre la media docena de parroquianos que se sentaban a las pequeas mesas de madera. Un hombre grueso y de rostro rubicundo, con una delgada mata de cabello color jengibre peinada hacia atrs en su amplia cabeza, serva las bebidas, mientras una mujer rubia de aspecto frgil las llevaba a las mesas cojeando de una pierna. Yo me encargu de conseguir unas habitaciones adecuadas mientras Holmes examinaba el lugar. En una mesa cercana se sentaba un joven con aire desconsolado, como si hubiera tomado demasiadas copas, En otra mesa haba dos veteranos, uno con una bulbosa nariz roja y el otro de rostro afilado y gris, enzarzados en una partida de damas. Tres hombres de edad mediana, de los que trabajan la tierra, ocupaban una tercera mesa e interrumpieron su conversacin al vemos. Vaya, o mucho me equivoco o usted debe ser el seor Holmes, el famoso detective dijo el propietario de rubicundo rostro, cuyo nombre era Beech, con cierto tono de respeto mientras estudiaba el libro de registro que yo acababa de firmar. Vapores de alcohol flotaban en su aliento. He disfrutado de cierto xito admiti Holmes. Es usted igual a los dibujos del Daily Telegraph. Yo los encuentro muy poco halagadores. Uno de los nublados ojos de Beech le lagrimeaba y se lo enjug con el dorso de la mano mientras hablaba. No se necesita un detective para saber por qu est usted aqu. Muy cierto repuso Holmes. Un asunto trgico. Eso desde luego! Su rostro enrojeci ms an, y en su frente empez a latir descontroladamente una vena. Un brillo de complicidad asom a sus ojos. Sorbi por la nariz y volvi a secarse el ojo. Lo omos todo desde aqu, seor Holmes. Todos en la posada fuimos testigos del crimen. Cmo es eso? pregunt Holmes muy interesado. Estbamos todos aqu anoche, igual que ahora, seor, cuando omos a esa mquina infernal escupiendo muerte. El fusil Gatling? Eso es lo que era. Se inclin hacia adelante, secndose las fuertes y anchas manos en el manchado delantal. Fue como una especie de rat-a-tat-tat-tat dijo, escupiendo al describir el repetitivo sonido de los disparos. Ya habamos odo disparar a esa mquina y reconocimos enseguida el ruido. En esa direccin. Agit una mano hacia el norte. Al da siguiente, Ingraham Codder tom el camino del norte para visitar a sir Clive en su mansin, y se encontr el esplndido carruaje de dos caballos que suele utilizar el seor para bajar al pueblo, pero slo con un caballo sujeto a l. El otro caballo se haba soltado de algn modo y estaba a su lado. Sir Clive estaba desplomado en el carruaje, muerto. Lleno de agujeros de bala, seor Holmes. Siete tena. Eso tengo entendido. Hay alguien ms aqu que oyera ese ratatattat? Holmes consigui imitar el ruido de los disparos sin escupir. Nosotros tres dijo uno de los granjeros de la mesa. Fue tal y como lo ha descrito el seor Beech. Y a qu hora fue eso? pregunt Holmes. A las once y media en punto dijo Beech. Unos diez minutos despus de que el pobre

sir Clive se marchara de aqu. Los parroquianos manifestaron su acuerdo en esto. El joven que se sentaba solo levant la cabeza para mirarnos, y me qued sorprendido al comprobar que no estaba tan afectado por la bebida como su actitud me haba hecho suponer. Sus ojos grises se vetan despejados en su enrgico rostro; era de mandbula firme, con una nariz y unos pmulos enrgicos. Ya tienen entre rejas al asesino de sir Clive dijo. Al menos, eso dicen. Es Robby Smythe interrumpi Beech. Est obsesionado con los carros sin caballos. Puede usted imaginar algo semejante? Ah, s? dijo Holmes. S, seor. Tengo dos de ellos que estoy perfeccionando y pronto se podrn fabricar y vender en grandes cantidades, seor Holmes. Dentro de diez aos, todo el mundo en Inglaterra conducir uno. Todo el mundo? Qu va! no pude evitar decir. Usted no, Watson. Apostara a que usted no coment Holmes rindose. Aqu, el joven Robby tiene especial inters en que se haga justicia dijo Beech. Est prometido a Phoebe, la hija menor de sir Clive. Lo est todava?dijo Holmes. Entonces, sin duda conocer a los hermanos Edgewick. Smythe asinti. Conozco a ambos, seor. Y usted dira que Landen Edgewick es capaz de un acto as? Smythe pareci buscar la respuesta en su interior. A decir verdad, supongo que en determinadas circunstancias todos somos capaces de matar a un hombre al que odiamos. Pero nadie tena motivos para odiar a sir Clive. Era un hombre amable y bondadoso, pese a su severidad. El caso es que slo los hermanos Edgewick tenan acceso al fusil Gatling, y adems saban manejarlo dijo Beech. Yo estoy con la ley en que el asesino es Landen Edgewick. Eso parece admiti Holmes. Pero, por qu Landen Edgewick? Dnde estaba su hermano Wilson? Beech sonri y volvi a secarse el ojo lloroso. En su habitacin, al final de esas escaleras, seor Holmes. No pudo tener nada que ver con el asesinato de sir Clive. No tuvo ni el tiempo ni la oportunidad. Yo sal de detrs del mostrador y vi cmo sala de su cuarto justo despus de orse los disparos. Baj a continuacin y se tom una cerveza de malta. Le dijimos que habamos odo el fusil, pero se ri y dijo que eso era imposible, que estaba guardado en la casa de carruajes que su hermano y l haban alquilado cerca de la mansin de sir Clive. Solt una risotada y se llev a las caderas sus rubicundos puos. Guardado, y un cuerno, seor Holmes! Muy bien, seor Beechdijo Holmes. Me recuerda a mi amigo, el inspector Lestrade de Scotland Yard. Beech se dirigi con aire bastante complacido a la doncella para que nos condujera a sus mejores habitaciones. Wilson Edgewick lleg poco despus, pareciendo encantado de vemos. Si ello era posible, estaba ms preocupado an por el aprieto de su hermano. Haba ido a ver a la prometida de Landen, Millicent Oldsbolt, la hija del hombre supuestamente asesinado por su hermano, y

resultaba obvio que la reunin le haba trastornado. En esas circunstancias no resultaba muy adecuado celebrar una boda. Wilson nos explic que Landen haba llegado de Londres dos das antes que l y que fue quien contrat el alojamiento en la posada. Los hermanos haban declinado una invitacin para quedarse en la mansin Oldsbolt ya que deban realizar unos ltimos preparativos y unos ajustes tcnicos de cara a la demostracin del fusil Gatling ante sir Clive. La noche del crimen, contada desde el punto de vista de Wilson, no difera mucho de la descrita por Beech y los parroquianos de la posada, aunque Wilson haba estado en su habitacin en el momento de los disparos y no los haba odo. Al da siguiente, cuando se encontr el cuerpo de sir Clive, fui directamente a la casa de carruajes. El fusil Gatling estaba all, montado en su carromato, y sin haber sido disparado desde la ltima prueba y limpieza. Y le dijo eso a la polica? pregunt Holmes. Lo hice, en cuanto se llevaron a Landen acusado del crimen. El jefe de polica Roberts repuso que haba tenido tiempo suficiente para limpiarlo y volver furtivamente a su habitacin tras haber disparado a sir Clive. Nadie vio a Landen hasta la maana siguiente al asesinato, tiempo que l dijo haber pasado durmiendo. Holmes caminaba lentamente a uno y otro lado, acaricindose la barbilla con la mano. Qu vamos a hacer ahora, por el amor de Dios? barbot Wilson, incapaz de soportar el silencio. Holmes se detuvo y le mir. Watson y yo desharemos las maletas. Despus, usted nos llevar a examinar el escenario del crimen, y a hablar con la familia de la vctima. El resto de la tarde lo pasamos recolectando retazos de informacin grandes y pequeos, que significaran poca cosa para cualquiera que no fuese Sherlock Holmes, pero que yo le he visto utilizarlos una y otra vez para echar el nudo corredizo alrededor del cuello de todos aquellos que haban obrado mal. Era un proceso laborioso pero invariablemente efectivo. Abandonamos el camino en direccin a la mansin de sir Clive, pero nuestra primera parada fue donde haba sido asesinado. Fjese en esto, Watsondijo Holmes, saltando fuera del carruaje. El sendero se inclina hacia abajo al tiempo que efecta una curva, as que los caballos deben aminorar el paso. Y esa arboleda de ah es un buen escondite. Es un lugar perfecto para una emboscada. Tena razn, claro, como siempre. Pero el resto del terreno que haba alrededor del escenario del crimen era casi plano, y cualquier pistolero oculto deba correr el riesgo de que alguien de la vecindad le viera huir una vez cometido el crimen. Baj del carruaje y me par en el camino mientras Holmes se alejaba a examinar la arboleda. Volvi caminando con lentitud, con los ojos clavados en el suelo, parndose una vez para agacharse y pasar sus dedos por la tierra. Qu est buscando? me susurr Wilson Edgewick. Si lo supiramos, no tendra mucho significado para nosotros le dije. Se ha encontrado alguno de los cartuchos usados? le pregunt Holmes a Edgewick, cuando lleg a nuestra altura. Estaba limpindose con el pauelo una mancha oscura de los dedos. No, seor Holmes. Y los casquillos usados se quedan en la cartuchera de municiones del fusil Gatling en

vez de salir expulsados al dispararse? Exacto. Las cartucheras se llenan despus con nueva municin. Ya veo. Holmes se agach bruscamente. Hola. Qu tenemos aqu, Watson? Retir algo pequeo y blanco casi de debajo de m bota. Me inclin para verlo mejor. Una pluma, Holmes. Slo es una pluma blanca. l asinti, envolviendo con aire ausente la pluma en su pauelo para luego guardrsela en el bolsillo del chaleco. Y aqu es donde se encontr el cuerpo? dijo, sealando a la cerrada curva del camino. A unos treinta metros de aqu dijo Edgewick. La versin oficial es que los caballos siguieron trotando despus de que sir Clive muriera y soltara las riendas. Y qu hay del caballo que se encontr parado a un lado? Supongo que estara mal enganchado y conseguira soltarse repuso encogindose de hombros. Pasa a veces. S, lo s dijo Holmes. Camin un poco ms por los alrededores, mirando al suelo. Edgewick me mir, impaciente por llegar a la casa. Levant una mano para advertirle que no interrumpiera la meditacin de Holmes. Una bandada de reyezuelos abandon las copas de los rboles, retorcindose con el viento como si formaran una sola forma oscura. Tras examinar el escenario del crimen, nos dirigimos a la casa de carruajes para ver el fusil Gatling. Estaba fabricado con acero azul y ola a aceite. Era terriblemente hermoso. Esto no debera usarse en la guerra me o decir con voz sobrecogida. Es tan terrible que quiz acabe eliminando la guerra como posible alternativa y se convierta en un gran instrumento de paz. Es nuestra ms ferviente esperanza. Un concepto interesante dijo Holmes. Olfate los abarrotados tambores y recmaras de la mquina infernal. A continuacin, se limpi de los dedos algo de aceite que haba recogido del arma, y sonri. Creo que aqu ya hemos visto bastante. Podemos ir ya a la mansin? Vamos dijo Edgewick. Pareca tan molesto como impaciente. Da la impresin de que los progresos sern lentos, y no tan seguros. En absoluto dijo Holmes, acompandole hasta la puerta y esperando mientras echaba el candado. Ya he establecido que su hermano es inocente. Me o tomar aire. Pero, Holmes...! No voy a hacer ninguna revelacin an dijo Holmes, agitando lnguidamente una mano. Slo quera aliviar la angustia que nuestro joven amigo siente por su hermano. La explicacin todava est desarrollndose. Cuando llegamos a la casa fuimos recibidos por Eames, el mayordomo, un hombre enormemente alto pero cadavricamente delgado, que nos condujo hasta el saln. La habitacin ocupaba la mayor parte del ala oeste de la irregular casa cubierta de hiedra, y estaba forrada con paneles de roble y bien amueblada con sillas cmodas, una mesa de juegos, una alfombra persa y un ardiente fuego en una impresionante chimenea de piedra. Unas puertas de cristal se abran a un amplio csped. Wilson Edgewick nos present. La mujer delicadamente hermosa pero de ojos tristes sentada en la silla de cuero era Millicent, la prometida de Landen. Junto a la ventana haba una muchacha pequea y morena de agradable semblante: Phoebe Oldsbolt, hermana menor

de Millicent e inters romntico de Robby Smythe. Robby Smythe estaba sentado cerca de la chimenea de piedra. De pie, muy erguido, junto a un aparador y bebiendo de una copa de vino tinto, estaba un hombre corpulento vestido de tweed que fue presentado como mayor Ardmont, de la Caballera de la Reina. Sir Clive era un oficial de caballera retirado, verdad? pregunt Holmes tras mostrar sus condolencias a las desconsoladas hijas del difunto. S que lo era contest Ardmont. Conoc a sir Clive en Aldershot hace aos, y servimos juntos en Afganistn. Naturalmente, fue cuando ramos mucho ms jvenes. Pero, ahora, al volver de la India retirado, me enter de que sir Clive haba sitio asesinado. Consider que mi deber era venir aqu y prestar todo el apoyo que me fuese posible. Muy atento por su parte dije yo. Tengo entendido que es usted militar, Watson dijo Ardmont. Tena la piel bronceada y unos ojos de cazador de un azul pursimo que se clavaron en m. Esa mirada me produjo un escalofro, como si yo fuera su presa. S respond. He visto algo de accin. Hice el servicio como mdico. Bien dijo Ardmont, apartando la mirada, todos hacemos lo que podemos. El doctor Watson y usted deben dejar la posada e instalarse aqu hasta que se resuelva este horrible asunto! le dijo Millicent a Holmes. Hganlo, por favor! canturre su hermana Phoebe. Sus voces eran parecidas, agudas y musicales. Me sentira mucho mejor si estuvieran aqu dijo Robby Smythe. Daran proteccin a las damas. Yo me quedara, pero eso difcilmente resultara apropiado. Usted vive en la posada, verdad? pregunt Holmes. S, pero no s lo que oyeron esos locos. Yo estaba en mi taller, trabajando en mi automvil cuando tuvieron lugar los disparos. Holmes mir al mayor Ardmont, que le devolvi la mirada con esos penetrantes ojos azules. Mayor, usted no parece tener edad como para haberse retirado del servicio. No ha sido por la edad, seor Holmes. He sido licenciado por una vieja herida que me impide montar a caballo. Una lstima dije. Tengo entendido que, la noche del crimen, Eames oy a su padre discutir con Lauden Edgewick dijo Holmes, mirando a Millicent. Es lo que dice Eames, seor Holmes, y estoy segura de que dice la verdad. Pero s que, a pesar de sus diferencias, Landen nunca habra matado a mi padre... ni a nadie! Sus ojos bailaban de furia mientras hablaba. Una muchacha con nervio. No nos ha contestado, seor Holmes dijo Phoebe Oldsbolt. Aceptan usted y el doctor Watson nuestra hospitalidad? Son muy amables al ofrecerla, pero les aseguro que no ser necesaria dijo Holmes, sonriendo y aparentando perderse por un momento en sus propios pensamientos. Entonces asinti, como si hubiera tomado una decisin sobre algo. Quisiera hablar con Eames, y luego pasar unas horas en el pueblo. Millicent pareca sorprendida. Por supuesto, seor Holmes. Pero insisto en que, por lo menos, el doctor Watson y usted cenen con nosotros esta noche.

Holmes asinti con una ligera reverencia. Es una comida que espero con placer, seorita Oldsbolt. Igual que yo aad, y segu a Holmes hasta la puerta. Afuera, Holmes me habl aparte mientras esperbamos a que nos trajeran un coche de caballos. Le sugiero que se quede, Watson. Y que se ocupe de que nadie salga de aqu. Pero nadie parece tener intencin de marcharse, Holmes. Mir un momento al cielo. Ha visto algn ganso salvaje desde que llegamos aqu, Watson? Er... pues claro que no, Holmes. En octubre no hay gansos salvajes en esta parte de Inglaterra. Lo s bien; he cazado en esta regin. Precisamente, Watson. Holmes... El cochero trajo el coche. Holmes hizo restallar el ltigo y se fue. Me qued mirando la cada vez ms pequea imagen del coche con la delgada y erecta figura del asiento. En el momento en que se perdieron entre la neblina del paisaje, me pareci ver a Holmes inclinndose hacia adelante, obligando a la yegua a ir ms rpido. Ms tarde, cuando volvi, y estbamos vistindonos para bajar a cenar, le pregunt para qu haba ido al pueblo. Para hablar con Annie me dijo, estirando el enjuto cuello y abrochndose el botn superior. Annie? La camarera de la posada La Sota del Rey, Watson. Y sobre qu, Holmes? Sobre algo relacionado con sus deberes, Watson. Una llamada son en la puerta, y Eames nos avis de que la cena estaba lista. Supe que cualquier otra explicacin debera esperar al momento en que Holmes decidiera divulgar los hechos del caso. A la mesa del gran saln comedor estaban sentados los mismos que estaban en l la primera vez que llegamos. La habitacin era de techo alto y resultaba algo lgubre, con grandes ventanales que miraban a un jardn bien cuidado. En una pared colgaban retratos de varios Oldsbolts del pasado. Ninguno de ellos pareca especialmente feliz, quiz debido al triste negocio en que tanto tiempo llevaba metida la familia. El camero asado y los vegetales hervidos estaban soberbios, aunque la educada conversacin de la cena result vulgar y comprensiblemente tensa. Fue ms tarde, en el saln de paredes de roble, mientras disfrutbamos de un oporto, cuando Millicent Oldsbolt dijo: Ha hecho progresos en su viaje al pueblo, seor Holmes? Oh, s dijo el mayor Ardmont , ha descubierto alguna pista sobre la identidad del asesino? Es lo que fue a buscar, verdad? No exactamente dijo Holmes. Hace tiempo que s quin mat realmente a sir Clive. Mi viaje al pueblo tuvo como objeto buscar una confirmacin. Santo Dios!dijo Ardmont. Ya lo saba? Y encontr usted esa confirmacin? pregunt Robby Smythe, inclinndose hacia adelante en su silla.

As es dijo Holmes. Podemos decir que ya he reconstruido el crimen. El criminal esper a sir Clive en una arboleda cercana, vio cmo se aproximaba su carruaje, y sali de su escondite para que sir Clive lo viera y se detuviera. Dispar contra sir Clive sin mediar aviso, vaciando la pistola para asegurarse de que su presa mora. El fusil Gatling, querr decir dijo el mayor Ardmont. En absoluto. Una pistola del ejrcito alemn. Para ser precisos, de las que tienen siete balas en el cargador. Pero los disparos rpidos que se oyeron en la posada! exclam Robby Smythe. Enseguida llegar a eso dijo Holmes. El asesino escap a continuacin, pero descubri que no podra ir muy lejos. Tuvo que deshacer el camino recorriendo a pie toda una milla, coger uno de los caballos del carruaje de sir Clive y utilizarlo para alejarse de la escena del crimen. Robby Smythe lade la cabeza curiosamente. Y por qu iba Landen a...? Landen no le interrumpi Holmes. Otra persona. Cuando oy a un hombre discutir con sir Clive esa tarde, Eames slo supuso que era Landen. Landen estaba donde dijo estar en el momento del asesinato, durmiendo en su habitacin en la taberna. No volvi a entrar luego por la ventana sin que nadie le viera, como se obstina en afirmar el jefe de polica. La teora del jefe de polica concuerda con los hechos dijo el mayor Ardmont. Pero yo estoy contndole los hechos replic Holmes socarronamente. Entonces, qu disparos oyeron en la taberna? pregunt Millicent. No oyeron disparos dijo Holmes. Oyeron las explosiones continuadas de un motor de combustin interna cuyo amortiguador de sonido haba reventado. El conductor del carruaje sin caballos tuvo que pararlo de inmediato, si no quera despertar a todo el mundo en las cercanas, por lo que volvi a la escena del crimen e hizo que el caballo arrastrara el vehculo hasta donde quedase oculto. Luego solt al animal, sabiendo que volvera al carruaje, o que no parara hasta la casa. Pero, quin...? Phoebe Oldsbolt no consigui acabar su pregunta. Robby Smythe salt de su silla como un tigre. Arroj su vaso medio lleno de oporto contra Holmes, que se apart gilmente, y cruz las puertas de cristal, corriendo hacia donde tena aparcado su carruaje sin caballos, junto al ala oeste de la casa. Rpido, Holmes!grit, sacando mi revlver. Se escapa! No hay necesidad de apresurarse, Watson. Parece ser que las ruedas del seor Smythe son de tipo neumtico. Antes de cenar tom la precaucin de soltarles el aire. De tipo neumtico? dijo el mayor Ardmont. Llenas con una atmsfera bajo presin para que el vehculo pueda desplazarse sobre un colchn de aire, como usted bien sabe, mayor dijo Holmes. Enarbol el revlver y corr hacia las ventanas de cristal. Pude or pisadas detrs de m, pero no delante. Rec para que Smythe no hubiera conseguido escapar. Pero se encontraba forcejeando con una palanca en la parte frontal de un vehculo de aspecto extrao. Su motor renqueaba ahogado pero no consegua transmitir energa. Cuando me vio, abandon su carruaje sin caballos y ech a correr. Emprend la caza y, al darme cuenta de que nunca podra alcanzar a un hombre ms joven que yo y en buenas condiciones fsicas, dispar al aire. Alto, Smythe!

Se volvi y me mir. Mostrar la misma piedad que usted tuvo con sir Clive! grit. Titube, se encogi de hombros, y camin pesadamente de vuelta a la casa. Afortunadamente, el artefacto no arranc dije, mientras esperbamos en el saln a que Wilson Edgewick volviera con la polica. Tengo entendido que el carruaje sin caballos puede ser conducido con lentitud pese a tener las llantas deshinchadas, pero no si le falta esto dijo Holmes, exhibiendo lo que pareca un cordn negro y rgido. Creo que se llama cable del encendido. Prefer quitrselo como precaucin aadida. Todo el mundo pareca muy contento, a excepcin de Robby Smythe y Phoebe. Smythe suplicaba con sus ojos a la hija del hombre que haba matado, no recibiendo de ella ni tan siquiera una mirada caritativa. Cmo ha podido descubrirlo? pregunt Millicent. Miraba maravillada a Holmes, con sus delicados rasgos iluminados ahora que volva a tener su mundo parcialmente enderezado. Holmes cruz sus largos brazos y gir sobre los talones mientras yo apuntaba a Smythe con mi revlver. Esta tarde, cuando Watson y yo examinamos la escena del crimen, encontr una pluma cerca del terreno donde se descubri el cuerpo. Tambin descubr en el camino una sustancia negra y pegajosa. Aceite! exclam. Y mucho ms espeso que el utilizado para engrasar el fusil Gatling, como me asegur ms tarde. Entonces estuve razonablemente seguro de que en el crimen se haba utilizado un carruaje sin caballos, ya que el terreno haba absorbido poco y el aceite era reciente. La mquina deba haber estado ah recientemente. Cuando Smythe intentaba escapar tras disparar a sir Clive, el aparato amortiguador que deba silenciar el motor de la mquina se apag, o revent por la presin, y el tubo de escape de la combustin interna hizo un sonido semejante al rpido tableteo del fusil Gatling. Eso fue lo que indujo a los parroquianos de la posada a pensar que lo que oyeron en el momento del asesinato era el fusil Gatling. En esas condiciones, Smythe no poda conducir la mquina de vuelta a su establo, y no poda silenciarla, as que hizo que uno de los caballos de sir Clive la arrastrara de vuelta. Si la tierra no fuera tan dura, esto habra resultado muy obvio, puede que hasta para el jefe de polica Roberts. No es probable coment Millicent. Fue a Smythe a quien Eames oy discutir con sir Clive prosigui Holmes. Y el mayor Ardmont, que pertenece al ejrcito alemn, sabe por qu. Ardmont asinti lacnicamente. Cundo se dio cuenta de que no pertenezco a su caballera? pregunt. Supe que dijo la verdad en lo referente a pertenecer a la caballera y en lo de que sirvi en un clima soleado, pero la dbil huella del casco y el barboquejo en su frente, y su cara quemada por el sol no se corresponde a la del casco de la caballera de la Reina. Sugieren una sombra proyectada por el casco del soldado de caballera alemn. Supongo que su color moreno lo obtuvo sirviendo a su patria en Africa, y no en la India. Excelente, seor Holmes dijo Ardmont, con genuina admiracin. El seor Smythe

intentaba convencer a sir Clive para que interesase al ejrcito britnico en su mquina sin caballos, como medio de transporte para la tropa o la artillera. Con un viejo jinete como sir Clive, result ser una causa perdida. Smythe contact con nosotros y me present a sir Clive. Le dijo a sir Clive que si los britnicos no se interesaban por su mquina, tendra que negociar con nosotros. Y nosotros s habramos iniciado las negociaciones, seor Holmes. Los alemanes creemos que en la guerra hay un futuro para el motor de combustin interna. Resopl sonoramente, de forma parecida a un caballo. No me import. La imagen de un millar de hombres enarbolando un sable, avanzando sobre hordas de chisporroteantes maquinitas, me pareca absurda. Me temo que sir Clive se dej llevar por su temperamento prosigui Ardmont. No slo dio su negativa final a examinar siquiera la idea de la mquina de Smythe, sino que se opuso completamente a tener como yerno a alguien que pudiese negociar algo con nosotros. Posiblemente fuese eso lo que oy el mayordomo y lo que le hizo pensar que sir Clive hablaba de Landen Edgewick y Millicent, en vez del seor Smythe y Phoebe. Entonces usted estaba con sir Clive y Smythe cuando discutieron dije, pero permiti que la polica creyese que fue Landen Edgewick quien haba mantenido la discusin. Exacto dijo el mayor Ardmont, Que el seor Smythe escapase del verdugo otorgara a Alemania la iniciativa sobre una nueva mquina blica, no cree? Es despreciable! escup. No habra hecho usted lo mismo por su pas? pregunt Ardmont, sonriendo como una calavera. Prefer no responderle. Y la pluma? dije. Cul era la importancia de la pluma, Holmes? Era una pluma de ganso respondi. De las que se utilizan en las almohadas. Lo sospech en cuanto pens que deba haberse empleado una para amortiguar el sonido de los disparos realizados contra sir Clive. Es lo que explica que no se oyeran en la posada. Ah! Y entonces fue al pueblo a hablar con Annie... Para saber si ltimamente haba echado de menos alguna almohada en la posada. Y, efectivamente, se haba perdido una, la del cuarto de Robby Smythe. Un trabajo impresionante, seor Holmes dijo Ardmont. Me marcho ya. Se bebi el resto de su oporto y se movi en direccin a la puerta. No deberamos dejar que se vaya, Holmes! El bueno del mayor no ha cometido ningn crimen, Watson. Las leyes inglesas no le obligan a revelar nada si no se le hace una pregunta directa, y me temo que lo que saba de la discusin no tena una relacin muy precisa con el crimen. Muy bien, seor Holmes dijo Ardmont. Debi ser usted abogado. Afortunadamente para usted, no lo soy dijo Holmes, o puede estar seguro de que encontrara alguna forma de verle colgado junto al seor Smythe. Buenas noches, mayor. Dos das despus, Wilson y Landen Edgewick aparecieron en nuestros aposentos de Baker Street para expresamos su agradecimiento con un abultado cheque, una invitacin de boda, y fuertes apretones de manos. Dijeron dirigirse a Reading para hacer una demostracin del fusil Gatling ante el personal de compras del ejrcito Britnico. Les deseamos suerte yo con un escalofro premonitorio y nos despedimos de ellos. Espero que nadie compre los derechos de su arma dije.

Espera usted en vano me dijo Holmes, dejndose caer en su silln y apretando pensativamente la pipa. Me temo, Watson, que estamos viviendo al filo de una era de ciencia y mecanizacin que cambiar profundamente tanto la guerra como la paz. No pasar mucho tiempo sin que empecemos a experimentar con la misma base de la materia, y la dediquemos a nuestros fines egostas. No podemos sentamos y dejar que eso suceda en el resto del mundo, Watson. Inglaterra debe continuar en la vanguardia de la fabricacin de armas, para as descorazonar posibles ataques y conservar la paz mediante la fuerza. Muchas armas ms como el fusil Gatling, y quiz la guerra se vuelva algo insostenible, convirtindose en algo perteneciente a la historia. Crame, viejo amigo, sta puede llegar a ser una fuerza para la tranquilidad entre las naciones. Quiz Holmes est en lo cierto, como suele estarlo de forma casi invariable, pero esa noche, mientras estaba en la cama, a punto de dormirme, nunca me pareci ms reconfortante la suave luz de gas y el ruido de cascos de caballos en el empedrado de Baker Street.

EL LTIMO BRINDISStuart M. Kaminsky

Aquella noche Holmes no era el mismo. Irrumpi por la puerta de nuestras habitaciones en el 221B de Baker Street, del London West, poco antes del amanecer de un da de diario del invierno de 189... Se sent ante m sin quitarse el abrigo, en una silla de madera de respaldo recto, y mir a su alrededor como si viera la habitacin por primera vez. Debo confesar que me haba adormilado en mi butaca leyendo un artculo de The Lancet sobre el tratamiento de las infecciones en heridas de sable. No es que el artculo no consiguiera mantener mi inters, es que haba empezado a meditar sobre su contenido mucho despus del momento en que habra podido hacer acopio de las fuerzas necesarias para levantarme e ir a acostarme. Recuerdo haberme dicho que me limitara a cerrar los ojos un momento y que despus, ms descansado, despertara para disponerme a pasar una confortable noche de sueo. Cuando Holmes entr por la puerta, mis ojos se abrieron de pronto y experiment un momento de confusin. Holmes dije agachndome para recoger el The Lancet del suelo, le haca camino de Glasgow, le crea all a estas horas. Holmes se sent en las sombras provocadas por los ltimos rescoldos del fuego, que reaviv con el artculo causante de mi trastorno. Junt las yemas de los dedos ante MI rostro y

me mir de una forma que encontr irritante. En la penumbra, su voz sonaba un poco demasiado estudiada, sus rasgos parecan un poco demasiado agudos, como tensados por algn titiritero divino. Mi cara o mis gestos debieron traicionarme. Qu sucede, John?me dijo Holmes. Parece como si hubiera visto... Nada, Holmes. Ha sido una pesadilla. La sorpresa al verle, nada ms. Holmes se levant bruscamente, se quit el abrigo y lo dej caer en la silla. Un buen cigarro, John. Qu tal si fumamos en la oscuridad mientras le cuento La singular aventura que empez esta maana? Bueno... bien conced mientras Holmes se acercaba al humidificador. Estaba en la repisa de la chimenea junto a la correspondencia sin contestar, clavada con una navaja a la madera oscura. Abri el humidificador y tamborile con los dedos en la caja vaca. Parece que deberemos olvidar el placer del tabaco dijo cansadamente. Una lstima repuse con un bostezo. Pero nunca ha dependido mucho de los habanos. Yo le ofrecera un cigarrillo, pero como no le... Cierto asinti volviendo a su silln, mientras yo me levantaba con cierta languidez. Quisiera contarle lo principal de mi desventura. Ya sabe que recib una carta pidindome que fuera de inmediato a Glasgow, y que con la carta... ...haba un billete para el tren de la maana y una suma en metlico dije, revolviendo por toda la habitacin en busca de algo que necesitaba ensearle con urgencia. Setenta libras dijo. Una suma algo extraa. Pero la carta era urgente. Y el problema que presentaba, bastante intrigante aad, encontrando en un cajn cerca de la ventana lo que buscaba. Bastante concedi observando mis movimientos. Parece algo nervioso, John. Quiere que le prepare un t antes de proseguir? Esto bien puede convertirse en uno de sus ms interesantes relatos sobre mis hazaas. Lo siento, Holmes dije volviendo a mi silla con las manos metidas en los bolsillos de mi batn prpura de Randipur. Lo siento, pero no ha sobrado nada de la cena, para que usted pueda comer algo. No saba que volvera. En el aparador queda media docena de huevos, pero s cmo le desagradan... Una mirada de claro disgusto acudi a sus afilados rasgos, como si hubiera olido algo asqueroso. Puedo pasar sin los residuos de ave de corral dijo. Le cuento o no el caso? Debo decir, John, que le noto extraamente preocupado y yo le supona ansioso por escuchar este intrincado asunto. No tiene ni idea de lo intrigado que estoy por saber cul ha sido su paradero durante todo el da de hoy dije sentndome. Pero quiz deba hacerle antes una pregunta que considero de la mayor importancia. Pregunte, mi querido amigo dijo peinndose hacia atrs el pelo con la palma de la mano. Me levant, saqu mi pistola Webley del bolsillo y la apunt directamente a su pecho. Quin es usted? pregunt. Su rostro estaba iluminado desde abajo por los ltimos rescoldos del fuego. El ltimo pedazo de carbn crepit una y otra vez, pero no apart la mirada ni titube. Esperaba estar mirndole de manera tan ultraterrena como l a m.

Que quin soy...? Santo Dios, John, cunto ha debido beber hoy. Soy Sherlock. Sherlock Holmes no se llamara Sherlock a s mismo dije con seguridad. Sherlock Holmes nunca me llama John. Sherlock Holmes sabe muy bien que los cigarros no se guardan en el humidificador, sino en el cubo del carbn. A Sherlock Holmes le apasionan los huevos. Sherlock Holmes no rechazara cigarrillos cuando est metido en un caso. De hecho, aceptara cualquier clase de tabaco. Contine, se lo ruego dijo el hombre, mirando atentamente mi arma y volviendo a la silla donde haba dejado el abrigo. Hay poca luz, pero su nariz es un poco demasiado afilada, su cabello un poco demasiado oscuro, sus mejillas una pizca demasiado llenas y hay algo... En la forma que hablo y ando dijo. Eso tambin conced echndome hacia atrs. Tiene usted una semejanza diablica, lo admito, pero conozco demasiado bien a Holmes y su impostura no me ha engaado. Ahora, dgame lo que ha sido del autntico Holmes o disparar contra usted sin dudarlo. Esperaba muchas cosas; una mentira, una confesin, una advertencia, pero no que hiciese lo que hizo a continuacin: se ri. Con una risa profunda, natural. Sus manos dieron un aplauso. Se le han escapado varias cosas, Watson dijo. Por ejemplo, la mayora de la gente camina inclinando la cabeza a uno u otro lado dependiendo de la mano que favorezcan en el uso. Es algo casi imperceptible, salvo en los ancianos. Es algo que vemos en los dems, sin damos cuenta de que tambin est en nosotros. Me he preocupado de fijarme en esas cosas y de ser consciente de ellas. Lo que los dems llaman despreocupadamente instinto, yo s que es observacin inconsciente. As, aunque no se haya dado cuenta consciente de ello, sabe que yo camino sin inclinar la cabeza en ninguna direccin. Por cierto, es esa inclinacin la que hace que los hombres so pierdan en el desierto y caminen en crculo. El dimetro del crculo de un hombre que camina sin rumbo, debera bastar para saber cul es su edad y altura aproximada, a partir de sus huellas en un desierto o un pramo. Desde luego, yo podra decir si es zurdo o diestro. El general Kitchener... Tonterasdije levantando mi arma. No conseguir nada con esas tonteras. Dnde est Holmes? Tambin me he puesto alzas en los zapatos para conseguir un cuarto de pulgada sobre mi estatura normal continu diciendo, mientras iba hasta la zapatilla persa de la mesa y llenaba la pipa que haba sacado del bolsillo con el tabaco que haba en su interior. El arma que sostiene es un modelo 442 de 1872, con un cargador de 2 1/2 pulgadas. No tiene varilla eyectora. Los cartuchos usados se quitan extrayendo el cargador entero; un sistema bastante engorroso que vuelve rutinario el disparar y limpiar el arma. No le agrada la pesadez de limpiar un arma as y, como bien s, no la lu disparado nunca, y posiblemente ahora mismo ni siquiera est seguro de que haya un cartucho utilizado en cada recmara. Est satisfecho, Watson? En lo ms mnimo dije. Pero estoy impaciente y preocupado por Holmes. Entonces deje que termine con sus ltimos temores, amigo mo dijo y, con esto, se quit algo del puente de la nariz, se sac dos pequeas bolas de la boca, se limpi la cara con un pauelo que cogi de un bolsillo de su abrigo y se sent para encender su pipa. Holmes!exclam. Qu es todo esto? A qu viene esta extraa charada? Aparte el arma, eche unos cuantos carbones al fuego y sirva un poco de t dijo

tranquilamente. Entonces me explicar. Holmes, pues ahora saba que era Holmes, empez a sacarse del bolsillo del chaleco un papel cuidadosamente doblado, mientras yo echaba los carbones. Cuando me apart del fuego, que de pronto crepit volviendo a la vida, me limpi las manos en el trapo que tenamos junto a la repisa de la chimenea y cog el papel de su alargada mano. Un recorte de prensa dije abrindolo de espaldas al fuego para poder leerlo a las resucitadas llamas. Me haba movido para encender la lmpara de gas, pero Holmes me detuvo. Holmes aspir de su pipa y asinti antes do hablar. Es un anuncio del The Thespian Chronicle explic mirando al fuego en vez de a m. Est familiarizado con esa publicacin, Watson? No puedo decir que lo est dije, mientras intentaba leer las pequeas letras. Es una publicacin mensual. Cuatro hojas dedicadas principalmente a anuncios para profesionales del teatro, actuaciones musicales, actores en gira, tramoyistas y similares dijo. Este anuncio podra habrseme escapado, aunque suelo examinar ocasionalmente la publicacin, de no ser por uno de los irregulares de Baker Street, un muchacho bastante despierto llamado Chaplin, cuyos padres se dedican al teatro. El pequeo Charlie tiene buen ojo. Lee lo que se dirige a mi persona. El anuncio era muy sencillo: Se busca, para trabajo de una maana. Paga excelente. Actor discreto que pueda suplantar a un conocido consultor de Londres. Los aspirantes debern medir algo ms de seis pies, ser delgados, tener ojos penetrantes y una estrecha nariz de halcn. La barbilla deber ser prominente y cuadrada, que marca al hombre decidido. Presentarse en el 13 de Bellowdnes Road, a las 7 en punto de la maana del lunes. Cuando alc la vista, Holmes daba una bocanada a su pipa y contemplaba el fuego. Y bien? dije devolvindole el recorte, que l cogi y devolvi a su bolsillo sin desviar la mirada. Qu conclusiones saca del anuncio, Watson? Qu conclusiones? Que alguien quiere un actor para montar alguna clase de mascarada, y que supongo que usted quiere que diga que el actor solicitado debe parecrsele. Watson, esta descripcin est directamente sacada de su primer relato publicado contando mis andanzas. Quienquiera que escribiese esto esperaba que quienes lo contestasen supieran que iban a ser contratados para representar a Sherlock Holmes. El hecho de que mi nombre no se mencione, que la paga sea elevada y que sea un solo trabajo, sugiere... ...un posible propsito perverso conclu. Pero tambin puede ser para algn tipo de broma, e incluso para una promocin en algn lugar pblico. Puede ser para muchas cosas. Puede ser para muchas cosas concedi Holmes. Pero si combinamos el anuncio con la carta pidindome que acuda con urgencia a un caso en Glasgow, un caso que me habra llevado lejos de Londres*en el momento en que se elegira mi doble, y durante lodo el da siguiente, cuando, supongo, deban utilizarlo, nos encontraremos con una situacin muy prometedora entre manos. Prometedora, s conced sentndome en mi butaca para mirarle. Pero, prometedora de qu? Es lo que decid descubrirdijo Holmes con el rostro tapado por una bocanada de humo gris claro. Le dije a usted y a la seora Hudson que me iba a Glasgow. Incluso fui a la

estacin, sub al tren y viaj hasta la primera parada, por si acaso estaban vigilndome. Entonces, volv a toda prisa para presentarme a la audicin para el papel de Sherlock Holmes. Debera aadir que fue el engao ms difcil de mi carrera. He sido muchas cosas, un camarero borracho, un anciano italiano, un clrigo ingenuo, pero ser yo mismo ha sido el desafo definitivo. No veo por qu dije. Simplemente tena que... No hay nada simple en ello me interrumpi. Deba suponer que quien quiera que hubiese puesto el anuncio conocera el aspecto que tiene Sherlock Holmes. Probablemente incluso me habra visto, me habra examinado de cerca. As que deba parecerme a m, pero sin ser yo mismo. Imagine por un momento, Watson, que debe disfrazarse de John Watson, doctor en medicina. Qu alterara? Es usted consciente de su forma de caminar? De cmo inclina la cabeza a la derecha cuando est desconcertado, tal y como hace ahora? Enderec la cabeza y asent, dndome cuenta del problema que me planteaba. Puede usted alterar su habla ligeramente, pero no demasiado? Y cmo lo alterara sin dejar de parecerse a usted? Encuentro todo esto muy confuso, Holmes admit. Por qu no se limit a ir a esa direccin y enfrentarse a quienquiera que estuviera ah? Yo le habra acompaado con gusto. Y no habramos descubierto nadasuspir. Casi seguro que, cuando hubiramos cruzado la puerta del inmueble, quienquiera que estuviese ah tendra una historia preparada que le sirviera de tapadera, quiz muy estpida, pero no se habra infringido ninguna ley. No, si deba descubrir lo que significaba esto deba interpretar ese papel. Adems, las insinuaciones de ilegalidad del anuncio, el hecho de no mencionar mi nombre, y el que se hubieran llevado a cabo esos preparativos para alejarme de Londres, me convencieron de que se preparaba algn delito. As que se puso el disfraz dije. Eso hice convino Holmes. Llegu a Bellowdnes Road justo antes de las siete continu Holmes, mirando al luego como si volviera a ver los sucesos de la maana. Haba dos aspirantes ms al papel. El primero resultaba obviamente inadecuado, siendo demasiado alto y no slo delgado sino tuberculoso. A juzgar por su tos y su abrigo rado, era el ms necesitado de empleo de los tres. El otro aspirante se acercaba ms a los requisitos, ya que estaba mejor vestido y era de mi altura, pero su nariz nunca valdra..., era demasiado chata, obvia consecuencia de varios aos de pugilato profesional. Pateamos el suelo en la fra maana hasta que se abri la puerta y una mujer nos hizo pasar, mientras se tapaba el rostro con un mantn, como si padeciera un resfriado. Y no era as dije yo. Decididamente no convino Holmes. Nos condujo a un austero vestbulo donde haba un hombre sentado tras una mesa. El hombre y la mujer, que nunca se identificaron, nos hicieron preguntas, nos hicieron caminar, despidieron al enflaquecido actor tras darle un soberano por sus molestias, y nos interrogaron bastante minuciosamente al antiguo pgil y a m. Por unos instantes pareci dentro de lo posible que no me dieran el papel de Sherlock Holmes. El otro hombre era bastante bueno, y yo deba tener cuidado de no traicionarme. Qu acab haciendo que le dieran el papel? pregunt, asumiendo que Holmes acab consiguindolo.

Mi poco disimulado inters en hacer lo que hiciera falta, fuese legal o no. Cuando nos preguntaron por nuestro pasado, el pgil pas a contar sus mritos de buen ciudadano. Yo, en cambio, insinu algn encontronazo con la ley del que prefera no hablar. As que consigui el papel dije urgindole a continuar. Digamos que prob ser el actor ms apropiado para el papel dijo, e hizo una pausa para mirar la cazoleta de su pipa. Afuera, el clop-clop de un coche de caballos a cierta distancia puntu nuestro silencio. Muy bien, Holmes, por el amor de Dios, qu queran de usted, o del intrprete de Sherlock Holmes? pregunt finalmente. Mi irritacin tena varias causas: la tensin del momento, la tarda hora, un puntazo invernal en mi herida de guerra de la pierna. Arroj al fuego los restos de mi cigarro, y las anaranjadas llamas lo recogieron. Djeme prepararle algo de t, Watson. Esta noche parece especialmente nervioso coment Holmes empezando a levantarse, pero yo le hice un gesto para que volviera a sentarse. Limtese a contarme lo que sucedi, y a continuacin me ir a la cama. A la cama dijo mirando primero en mi direccin y luego a la ventana, por la que se aproximaba el sonido del coche de caballos. Me temo que no. Creo que necesitar su competente ayuda antes de que den las siete. Responder a su pregunta dicindole que, cuando el otro actor se march, fui interrogado ms a fondo sobre mi buena voluntad a la hora de acometer acciones menos que legales, para luego informarme que deba vestirme como Holmes con la ropa que ellos me proporcionaran. Estas mismas que ahora llevo puestas. Parecen las que lleva normalmente admit. Esta maana deba ir a la prisin de Dartmoor, justo antes de las siete, y entregar al preso Malcom Bell un pequeo frasco que llevara escondido en el dobladillo de mi abrigo. El hombre y la mujer dijeron que, hacindome pasar por Holmes, los guardias me dejaran entrar a ver a Bell y que Bell estara esperndome. Pero usted es responsable de que Bell est en Dartmoor y espere a ser ejecutado dije. Justamente. El plan es brillante. Quin mejor para entregar algo a un condenado que la persona que lo puso entre rejas? Bell jur matarle le record. S acord Holmes. Tengo un hambre diablica. Creo que quedaba algo que sobr de... Me levant y fui rpidamente al aparador, donde tena unos panecillos y una pequea porcin de queso cubiertos por una tela blanca. Llev la pequea bandeja a Holmes, que dej a un lado la pipa y empez a comer. Continu hablando entre bocado y bocado. La pareja me dijo que mi visita a Bell sera un acto de piedad. Bell sera ahorcado pblicamente el mircoles por la maana, y un hombre con su ego... Responsable de la muerte de seis personas aad. ...preferira frustrar al verdugo prosigui Holmes. Dijeron que el frasco contena un potente veneno inspido, que sera bienvenido por Bell. Mi paga sera de veinticinco libras en ese momento, y veinticinco ms al completar el trabajo. El ltimo pago se realizara en la misma direccin donde tuvo lugar la audicin. Ya veo dije. De verdad, Watson? Es capital. A m me llev un tiempo verlo.

Al decir esto, Holmes se llev a la boca un trozo de queso e hizo aparecer mgicamente un pequeo frasco que sostuvo entre los dedos pulgar y medio. A la luz de las bailoteantes llamas, el frasco pareca especialmente amenazador, como si el lquido ambarino de su interior tuviera virulenta vida. Holmes me mir un momento y quit el corcho del pequeo recipiente de vidrio. Antes de que yo pudiera reaccionar, se llev el frasco a los labios y bebi su contenido. Me qued con la boca abierta y me levant de la silla. Qu clase de locura es sta, Holmes? Mi amigo me sonri, devolvi el corcho a su sitio y me entreg el frasco. Watson, hgame el favor de rellenar este frasco con clarete. Quiz todava nos haga algn servicio. Debo decir, Holmes, que ha sido una broma de mal gusto dije cogiendo el frasco. Resulta obvio que vaci el contenido original y lo reemplaz con algn lquido inofensivo para montar esta escena teatral. Mir al frasco y a mi amigo, con una expresin que esperaba que fuese el frreo desprecio de un familiar herido en su amor propio. No, Watson, se lo aseguro. El lquido que acabo de tragar es el mismo que me entregaron esta maana ese hombre y esa mujer. Confieso que anteriormente abr el I rasco para oler y saborear su contenido. Era clarete con algo ms de una pizca de quinina. Fue entonces cuando me di cuenta de que la habitacin estaba cada vez ms iluminada. El sol estaba saliendo. Camin, frasco en mano, hasta la mesa que haba imito a la ventana, donde reposaba una garrafa de clarete junto a otra garrafa idntica que contena jerez. Le contrataron por cincuenta libras para entregar una bebida inofensiva a un condenado? pregunt, mientras llenaba cuidadosamente el frasco. No, el coste total asciende a casi un centenar de libras, incluyendo el billete de tren a Glasgow y el anticipo por el misterio que se supona deba resolver all. Para entregar... ...a Sherlock Holmes a un hombre que ha jurado matarlo dijo. Malcom Bell me ha estudiado bien. Utiliz a sus dos cmplices para atraerme al desafo de hacerme pasar por m mismo. Saba que no podra resistirme a ello. Habra vuelto aqu mucho antes, pero busqu primero al chico, a Chaplin, quien admiti prontamente que, aunque me haba reconocido en la descripcin del anuncio, el recorte lleg a sus manos mediante un actor alto y delgado, con una nariz chata, que coment en su presencia su intencin de presentarse a la audicin. El hombre que estuvo a punto de conseguir el papel, el pgil exclam. |Qu coincidencia tan extraordinaria! Coincidencia? Difcilmente. Charles Chaplin fue elegido para presentarme el cebo. No tengo ninguna duda de que el pgil le sigui hasta nuestras habitaciones para asegurarse de que me entregaba la publicacin. De no haberlo hecho, seguramente habran buscado otro medio, quiz menos sutil, de llamar mi atencin sobre el anuncio. Recuerde, Watson, que Bell no ha tenido otra cosa que hacer durante las tres ltimas semanas, mientras esperaba a ser ejecutado, salvo planear su venganza. Ahora, puedo sugerirle que cargue su Webley y venga conmigo? A Dartmoor? dije movindome para buscar la pistola. A Bellowdnes Road me corrigi. En cuanto nos ocupemos del caballero alto que debe acechar en alguna parte de la calle para asegurarse de que voy a Dartmoor y que la

funcin sigue su curso. Menos de quince minutos despus, Holmes sala a la calle y se encaminaba a la esquina. Yo le vigilaba desde la ventana a la creciente luz. Holmes iba abrigado para afrontar la fra maana. Cuando dobl la esquina, una figura sali de un pasaje y se movi en su direccin. Corr hasta la puerta y baj a la calle para seguirlo. Recorrimos las calles, formando un extrao tro jugando a seguir al jefe, con Holmes delante. Haba poca gente en las calles, encontrndonos slo con los que acudan a sus trabajos de primera hora de la maana y con un puado de repartidores. Por la empedrada calle bajaba el carro de un transportista, llevando carbn, en el momento que Holmes giraba bruscamente en una direccin que, claramente, no le llevara a Dartmoor. El hombre alto apresur el paso e hizo lo mismo. Holmes se meti en un callejn cerca de Old Surrey Lane. El hombre que le segua se esforz en alcanzarle. Consegu llegar a la entrada del oscuro callejn sin salida a tiempo de ver cmo Holmes daba media vuelta para enfrentarse al hombre que pareca tenerle atrapado. Qu juego es ste? dijo el hombre con voz que pareca ronca y seca. Avanz hacia Holmes con gesto amenazador, con la mano derecha muy metida en el bolsillo de su abrigo. Atrapar al criminal respondi Holmes, con piernas separadas y manos en los costados. El hombre alto ri y continu avanzando hacia mi amigo. Su mano derecha sac algo que parecan dos barras de metal. Bell se sentir decepcionado dijo el hombre. Quera matarle en persona. Entr en el callejn y alc mi Webley, apuntando a la espalda del hombre, que ahora estaba a no ms de cuatro pasos de Holmes. Era varias pulgadas ms alto que Holmes, tambin ms corpulento, y, adems de su experiencia como boxeador, tena en cada mano lo que podan llegar a ser armas mortferas. Estaba dispuesto a disparar en cuanto el hombre diera otro paso, pese a la advertencia que me hizo Holmes antes de salir, de que deba actuar con calma. Pero, antes de que pudiera dar ese paso, o de que yo apretara el gatillo, Holmes se lanz hacia adelante, inclinndose hacia la derecha y propin dos puetazos en el cuerpo del hombre, seguidos de sendos directos con la izquierda y la derecha a la cara. Las barras de metal empuadas por las nudosas manos del hombre resonaron en el empedrado del callejn, mientras ste caa en posicin sentada y volva el rostro en mi direccin con una mirada de completo asombro. Holmes levant al sorprendido hombre, lo puso en pie, y sac unas esposas, que cerr en sus muecas. Una accin muy peligrosa dije apartando el arma mientras caminaba hacia ellos. Ya haba presenciado antes su habilidad pugilstica, pero tuvo suerte de que... Suerte, Watson?dijo dando media vuelta al pgil y empujndolo hacia la salida de la calle. Cundo me ha visto usted confiaren la suerte? La derecha de este hombre est muy maltratada, mientras que su izquierda est casi normal, lo cual hace evidente el hecho de que prefiere boxear con la derecha y que, desde luego, golpeara primero con ella. Por tanto, yo me mov a su izquierda. Como puede ver, le han roto varias veces la nariz, lo cual me dijo que no sera especialmente vulnerable a un directo en ella. Por tanto, cuando me mov a su izquierda, le golpe el rin y luego el plexo solar, all donde los pulmones almacenan la mayor parte del aire. Ya estaba indefenso cuando le propin los siguientes dos golpes a los nervios de la mejilla y el cuello. Disclpeme, Holmes dije, con algo de sarcasmo, mientras volvamos a la calle y empezbamos a buscar un polica. Nunca deb pensar que podra llegar a necesitar mi

ayuda. Todo lo contrario, Watson. Me quedaba por saber cul era el arma que llevaba consigo, si es que llevaba alguna. De habernos tenido que enfrentar a armas de fuego, habra agradecido que le disparase certeramente entre los hombros. Soy un observador de la naturaleza humana, un aficionado al campo de la anatoma humana y un detective consultor, pero, desde luego, no soy un inconsciente. Encontrar un polica y explicarle la situacin result ser algo ms difcil de lo que le habra gustado a Holmes, pero por fin encontramos uno, un viejo amigo a punto de jubilarse que reconoci a Holmes y que se alegr de poder serle til. Estuvimos ante el edificio de Bellowdnes Road menos de una hora despus de dejar el 221B. Holmes pareca animado y despejado pese a no haber dormido en las ltimas veinticuatro horas. No se habrn ido? pregunt mientras llegaba a la puerta. Por qu iban a hacerlo? No tengo que estar en Dartmoor hasta las siete. Creen haberme engaado y esperarn a recibir la confirmacin de mi muerte a manos de Malcom Bell, que debera traerles el caballero que acabamos de entregar a la polica. 1'enga el arma preparada, Watson. El final de este singular caso est prximo. Prob el tirador de la puerta y, al no poder abrirla, llam con fuerza. La puerta se abri casi de inmediato y Holmes entr al interior, empujndola an ms para descubrir a una corpulenta mujer morena vestida de negro. Qu hace usted aqu? pregunt ella con indignacin. Devolver esto dijo enseando el frasco. Esto no es... empez a decir, pero fue interrumpida por una voz de hombre que surgi de las sombras del interior. Basta, Rose dijo el hombre. Lo sabe. Haga el favor de salir a la luz dije con aplomo, apuntando con mi Webley a la oscuridad e intentando aparentar que poda verlo claramente. Afortunadamente, coje hasta la polvorienta penumbra del pequeo umbral. Supongo que son parientes de Malcom Bell dijo Holmes. Yo soy su hermana Rose y ste es mi esposo Nicholas dijo la mujer. Entonces, de pronto, empez a derrumbarse y el hombre avanz para servirle de apoyo. Me temo que Malcom Bell va a sufrir una ltima decepcin dijo Holmes. Una fra rfaga de aire me azot el cuello y segu a Holmes al interior de la casa, cerrando la puerta con el hombro, sin dejar de apuntar con la pistola. No creadijo el hombre, llevando a su ahora sollozante esposa hasta una tosca silla de madera. Rose no llora porque nos haya descubierto. Malcom pens que usted podra resultar demasiado listo. Ya tena en su celda un frasco con veneno autntico, y si usted apareca por ella, pensaba cambiar los frascos, tanto si poda matarle como si no. Para as poder ser acusado de haber introducido el veneno dijo Holmes. Malcom Bell habra obtenido el mrito de haberme vencido, tanto si yo sobreviva como si no. Y si yo no me presentaba? Si usted no se presentaba antes de las siete, Malcom, a esa hora en punto, sacara el frasco de su escondite y lo bebera brindando por usted y por el verdugo. Quiz no pudiera obtener su venganza, pero habra evitado la horca y la justicia de usted. Rpido, Watson dijo Holmes. La hora. Faltan segundos para las siete dije sacando mi reloj del bolsillo. No veo que

podemos... Avseme cuando sean las siete en punto repuso Holmes, sacando de su bolsillo el frasco con clarete. El hombre, la desfallecida mujer y yo, intercambiamos una desconcertada mirada, pero unos diez segundos despus dije: Estn dando las siete. Holmes alz el frasco. Por un enemigo formidable al que me complace y entristece perder. Y se bebi el lquido ambarino hasta la ltima gota.

LA HABITACIN FANTASMAGary Alan Ruse

El brillante fogonazo del relmpago, seguido a continuacin por el seco chasquido del trueno, tuvo lugar cerca, alarmantemente cerca, de las ventanas de nuestro piso en Baker Street, iluminando cortantemente la habitacin y haciendo que me sobresaltara. Mi amigo Sherlock Holmes not mi turbacin y dej que un asomo de sonrisa irrumpiera brevemente en su solemne faz. A continuacin, volvi a centrar su atencin, engaosamente casual, en el presunto cliente sentado ante nosotros. Era media maana de un triste y gris da de primavera, y una lluvia miserable caa en el exterior pareciendo envolver en su hmeda mortaja a todo Londres, quiz a toda Inglaterra. Nuestras lmparas de gas estaban encendidas y un pequeo y alegre fuego ayudaba a disipar la penumbra adems de la humedad reinante. Y su clido brillo resultaba muy favorecedor a nuestra visitante, una joven a quien yo calcul veintitantos aos. Era hermosa de una forma serena, y sus modales eran cordiales y femeninos, pese a su postura decorosa y ceudo semblante. Holmes pareca intrigado por ella, sus ojos avisados la estudiaban con curiosidad analtica, y, tambin, con lo que me pareca anticipacin. Yo no dudaba que esperaba reencontrar la excitacin de un caso tras pasar varias semanas de aburrimiento. Pero, qu horribles eventos o actos miserables podan acechar a una joven tan corriente y agradable? Le ruego que contine le dijo Holmes. Iba a decimos lo que la trae aqu con un

tiempo tan espantoso. Watson, quiz a la seora le gustara una taza de t. S, gracias replic ella cuando yo me levant y cruc hasta la mesa donde esperaba una humeante tetera en la bandeja de la seora Hudson. La joven asinti agradecida al aceptar la taza y le dio un sorbo. Despus, pareci prepararse mentalmente para lo que iba a decir. Ha sido muy amable aceptando verme, seor Holmes, habindole avisado con un poco tiempo. En absoluto. Ha venido en buen momento. Empezar dicindoles que me llamo Grace Farrington, y que necesito su consejo con urgencia. Si parezco titubear al hablar, es slo por temor a que, cuando le haya contado mi historia, en el peor de los casos me considerar una loca, y en el mejor una necia. Entonces no tema por ello. Puede hablar libremente y estar segura de recibir toda nuestra respetuosa atencin. Quiero que sepa que soy una mujer racional asegur, poco dada a vuelos de la imaginacin, o a delirios de ninguna clase. No creo en fantasmas, ni en aparecidos, ni en espiritismos. Pero he visto algo que desafa toda explicacin. Holmes inclin ligeramente la cabeza, llevndose a los labios sus entrelazados dedos. Cundo y dnde ocurri ese suceso? Hace una semana, bien avanzada la noche, en la mansin de mi ta abuela lady Penlope, viuda del difunto vizconde de Thaxtonreplic. La mansin est en Surrey, cerca de Woking. Debera explicar antes que el da anterior haba vuelto a Inglaterra tras una larga ausencia. S dijo Holmes secamente. Noto que ha estado usted recientemente en la India, con su marido, un oficial del ejrcito de Su Majestad. Grace Farrington alz una delicada ceja en gesto de sorpresa. Cielos, seor Holmes! Cmo puede usted saber eso? Por mera observacin y simple razonamiento deductivo. Su complexin, aunque bella, muestra el vigor de un clima mucho ms tropical que el que puede encontrarse en Inglaterra, o en el resto de la Europa del norte, sobre todo tras un largo invierno. Su anillo de boda es amplia prueba de su estado de casada, y me he fijado en que el paraguas que ha trado consigo tiene un mango de madera incrustado en marfil siguiendo una pauta caracterstica de la India. La frula de latn del asa tiene grabada la cimera de un regimiento. Todos los indicios de ser un regalo de despedida para un oficial, o para la esposa de un oficial, y sus modales, su aspecto, su evidente educacin, todo, sealan en esa direccin. Tiene toda la razn replic ella, bajando su taza. Mi esposo, James, estaba destinado en la India, donde fue capitn del 112 de artillera. Nos conocimos all, hace catorce meses. Mi padre es el coronel Edward Colebrook, un soldado de carrera. Los ltimos tres aos los ha pasado destinado en la India, y mi madre y yo le acompaamos all como hicimos con sus otros destinos. Y sus padres siguen all? pregunt. La joven baj la mirada. Mi padre s. Perdimos a mi madre el pasado verano, durante un brote de clera. Lamentamos or eso dijo Holmes con genuina simpata, pero resultaba claro que quera que prosiguiera. Dgame, qu es lo que precipit su regreso a Inglaterra? Un nuevo puesto para su marido?

No, seor Holmes. Todo lo contrario. Mi marido fue licenciado del servicio al resultar seriamente herido en una pierna durante una rebelin. Salv con sus actos la vida de varios hombres y es todo un hroe, aunque suele sentirse muy embarazado cuando se le alaba por ello. Grace Farrington retorca nerviosamente las puntas de un pauelo de encaje que tena entre sus enguantadas manos, mientras sus preocupados ojos se clavaban alternativamente en Holmes y en m. En cualquier caso, debi estar convaleciente durante varios meses antes de estar en condiciones de viajar. El viaje de vuelta nos llev varias semanas ms, pero, al menos, tenamos una oferta de un lugar donde vivir y un posible puesto de trabajo. Mediante su ta abuela? pregunt Holmes. S, as es. Nunca estuve muy prxima a ella, debido a los deberes de mi padre en pases lejanos. De hecho, slo recuerdo haberla visto una o dos veces cuando era pequea. Pero empezamos a escribirnos casualmente hace unos aos y conseguimos desarrollar una esplndida amistad, aunque fuera de una forma tan indirecta. As que cuando supo que volveramos a Inglaterra en cuanto mi marido tuviera fuerzas para viajar, se ofreci a alojarnos en su mansin, e incluso insisti en ello. As que llegamos all la semana pasada. Ah, esplndido! dijo Holmes alegremente. Debi de ser una reunin muy esperada. Muy esperada, s. Pero no como la habamos imaginado. Pues los extraos sucesos que tuvieron lugar empezaron realmente en el momento de nuestra llegada. Cmo es eso? Todo estaba mal. O eso me pareci a m. La finca, aunque no grande, me pareca ms pequea an que en los recuerdos de mi infancia. Y la mansin, un slido edificio de dos pisos, era tan terriblemente siniestra y amenazadora de aspecto que su mera visin, aquel da gris en que llegamos con nuestro coche, bast para helarnos la sangre en las venas. Quiz fuese que os habais acostumbrado a vivir en tierras ms alegres no pude resistirme a sugerir. Volver con un tiempo tan siniestro... Lo s reconoci ella. Estoy segura de que hay algo de verdad en lo que dice. Pero eso no era toda la causa. Los terrenos estaban descuidados y en franco deterioro. Y cuando llamamos a la puerta, tuvimos una fra acogida. Nos hizo pasar un joven en la treintena, a quien apenas recordaba como primo lejano. Se llama Jeremy Wollcott, y su expresin al vemos en el umbral, equipaje en mano, fue tan lastimosamente perpleja que, de entrada, cremos habernos equivocado de sitio. Holmes se levant bruscamente de su silln y fue hasta la repisa que haba junto al escritorio, para rebuscar en un montn de peridicos, revistas y anotaciones en papel de oficio que haba dejado acumularse all. S, contine, seora Farrington. Bueno, mi marido y yo nos presentamos y explicamos por qu estbamos all, Jeremy pareca saber quin era yo, pero durante un momento muy largo se limit a mirarnos, sin hablar. Por fin extendi una mano para saludamos. Perdnenme nos dijo a mi marido y a m. Es que me sorprend al verles. Lady Penlope no me dijo que les esperaba, si no lo habra dispuesto todo para su llegada. Hay algn problema? le pregunt. Si va a resultar un inconveniente que nos quedemos aqu, buscaremos alojamiento en otro sitio. l titube por un momento antes de responder. No. Hay sitio para todos y, si lady Penlope les ha invitado, difcilmente podra decirles que se marchen. Pero, lamentablemente, las cosas ya no son como eran. Lady Penlope no se

encuentra bien. Su salud es frgil desde hace tiempo, y el devenir de los aos no ha sido bondadoso con ella. Yo... slo quiero prevenirles. Eso me result muy perturbador, seor Holmes, pues las cartas de mi ta abuela nunca mencionaron que tuviese mala salud. Jeremy me dijo que era demasiado orgullosa para quejarse de esas cosas y, mientras nos conduca a James y a m hasta el saln, continu dicindonos que los asuntos financieros de lady Penlope tambin iban mal. Haban tenido que despedir a los sirvientes, quedando slo una mujer que haca las veces de cocinera y ama de llaves. Supongo que eso explica el estado de la finca. Jeremy dijo que se ocupara de preparar una habitacin para nosotros, y fue a contarle nuestra llegada a lady Penlope. Estuvo ausente un largo rato y, cuando volvi, traa a lady Penlope con l. Las lgrimas inundaron los ojos de Grace Farrington y se las sec con el pauelo. Tena un aspecto tan pattico que... me lleg al corazn. Lady Penlope estaba confinada a una silla de ruedas. Pareca horriblemente vieja, toda gris y arrugada, apenas capaz de mantener erguida la cabeza mientras Jeremy la empujaba al interior de la habitacin. El haberla conocido a travs de sus cartas y verla por fin en semejantes circunstancias..., bueno, resultaba enormemente triste. Slo sus ojos evidenciaban un destello de vitalidad y agudeza. Llevaba una bata y un manto que le venan grandes a su encogida forma, y un chal sobre los hombros. La pobre mujer llevaba un delgado velo cubrindole parte de la cara, en un vano intento de ocultar sus muchas arrugas y su escaso color, pero le serva de poco. Cuando nos salud, su voz ronca y desentonada, apenas era un susurro. Y, lo que es peor an, no pareca sincera cuando dijo alegrarse de vemos, aunque sus palabras eran la misma esencia de la cordialidad. Y siempre trataba al pobre Jeremy de una forma vejatoria e intimidatoria, sin importarle lo mucho que se esforzara ste, intentando satisfacer hasta el ltimo de sus deseos. Por mucho que me apiadara de ella, me turbaba verla abusar de la devocin que le profesaba mi primo. En ese momento tuvo lugar en el exterior otro estrpito de relmpagos y truenos, esta vez un poco ms lejos. Holmes mir brevemente a uno de los peridicos que haba encontrado en el montn, luego volvi a su asiento y centr una vez ms toda su atencin en Grace Farrington. Dgame, cunto tiempo haca que recibi la ltima carta de lady Penlope? Yo dira que unos dos meses. Sherlock Holmes dej que su mirada vagara en el vaco. Dos meses? En dos meses pueden pasar muchas cosas. As es dije yo. Y podra aadir que no es infrecuente en personas de la edad y condicin de lady Penlope el volverse irascibles con los seres cercanos. He visto muy a menudo cmo pasaba entre mis pacientes ms ancianos. La joven seora Farrington asinti. S, pero ahora me pregunto si sus cartas, que siempre me parecieron tan dulces y encantadoras, no seran como sus palabras, cordiales pero carentes de sentimientos sinceros. Ni siquiera s si las escribi ella misma o si slo las dict. Holmes, en su asiento, se inclin hacia delante y el tono de su voz se volvi algo impaciente. Mi querida seora Farrington, me doy perfecta cuenta de que la reunin con su ta abuela fue decepcionante, entristecedora, y que incluso borde lo trgico. Pero seguramente

no es esto lo que la ha trado aqu. Cielos, no, seor Holmes! Slo precedi al suceso que tanto me asust. Y ahora que usted conoce las circunstancias, puedo explicarle el resto. Se inclin ligeramente hacia adelante, y su expresin se volvi ms impaciente y preocupada. Sucedi la primera noche de nuestra estancia all. La cena haba sido muy tensa para todos, aunque Jeremy intent animarla iniciando una conversacin. Haba ido a visitarle un amigo suyo, un tal Lester Thorn, que nos hizo varias preguntas sobre la India, a las cuales respondimos. Pero lady Penlope pidi ser llevada a su habitacin casi inmediatamente despus de cenar, y mi marido y yo nos retiramos una hora despus. Aquella noche no hubo tormenta. De hecho, el tiempo pareca estar despejndose. Pero no pude dormir, no s si por estar en una casa extraa, o por estar demasiado cansada de nuestro viaje. O quiz slo fuera el incmodo estado de las cosas con que nos habamos encontrado, pero el caso es que me pas horas dando vueltas en la cama. Mi querido esposo, Dios le bendiga, estaba profundamente dormido, obteniendo el descanso que tanto necesitaba, pero yo estaba completamente despierta. Por fin, a la una de la madrugada, no pude soportarlo ms. Me levant, me puse la bata y las zapatillas y dej nuestro cuarto lo ms silenciosamente que pude. Baj las escaleras, llevando una vela conmigo para poder ver por dnde iba, y me dirig al pasillo principal con la intencin de llegar a la cocina. Pens que un poco de leche caliente podra ayudarme a dormir. No pensaba despertar al ama de llaves, sabe? Me lo habra preparado yo sola encantada. Pero nunca llegu all. Qu pas? pregunt Holmes. Grace Farrington palideci visiblemente al recordarlo. El pasillo estaba desierto, como era de esperar a esa hora. Pero una de las puertas, a medio camino del largo pasillo, estaba abierta. Una dbil luz llenaba el suelo ante l y, a medida que me acercaba a ella, estuve segura de or extraos sonidos en su interior. Continu caminando en silencio, acercndome cada vez ms a la puerta abierta. Cuando llegu a ella, vi dos pequeos objetos en el suelo del pasillo, a unas pulgadas del umbral. Me detuve para recogerlo, y la luz de mi vela me dijo lo que eran. Uno era un guante de seora, extraamente manchado, con pequeas iniciales bordadas cerca de la mueca. El otro era un sonajero de beb. Hizo un pequeo ruido cuando lo recog. Francamente, seor Holmes, eso me dej desconcertada, ya que saba que lady Penlope no tena hijos y en sus cartas nunca me haba mencionado la presencia de nios en la casa. Fue entonces cuando un repentino soplo de aire apag mi vela, sobresaltndome contin