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Las Memorias de Sherlock Holmes Por Arthur Conan Doyle

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Page 1: Las Memorias de Sherlock Holmes

LasMemoriasdeSherlockHolmes

Por

ArthurConanDoyle

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ESTRELLADEPLATA

Estoy viendo, Watson, que no tendré más remedio que ir —me dijoHolmes,ciertamañana,cuandoestábamosdesayunándonosjuntos.

—¡Ir!¿Adónde?

—ADartmoor...,aKing’sPyland.

Nomesorprendió.Adecirverdad,loúnicoquemesorprendíaeraquenoseencontrasemezcladoyaenaquelsucesoextraordinario,queconstituíatemaúnicodeconversacióndeunextremoaotrodetodalasuperficiedeInglaterraMi compañero se había pasado un día entero yendo y viniendo por lahabitación,conlabarbillacaídasobreelpechoyelceñocontraído,cargandounayotravezsupipadeltabaconegromásfuerte,sordoporcompletoatodasmis preguntas y comentarios. Nuestro vendedor de periódicos nos ibaenviando las ediciones de todos los periódicos a medida que salían, peroHolmes los tiraba a un rincón después de haberles echado una ojeada Sinembargo,apesardesusilencio,yosabíaperfectamentecuáleraeltemadesuscavilaciones. Sólo había un problema pendiente de la opinión pública quepodíamantenerenvilosucapacidaddeanálisis,yeseproblemaeraelde laextraordinaria desaparición del caballo favorito de la Copa Wessex y deltrágicoasesinatodesuentrenador.

Poresosuanunciorepentinodequeibaasalirparaelescenariodeldramacorrespondióaloqueyocalculabaydeseaba.

—Meseríamuygratoacompañarlehastaallí,sinoleestorbo—ledije.

—Me haría usted un gran favor viniendo conmigo, querido Watson. Yopino que no malgastará su tiempo, porque este suceso presenta algunascaracterísticasqueprometenserúnicas.CreoquedisponemosdeltiempojustoparatomarnuestrotrenenlaestacióndePaddington.Duranteelviajeentraréenmásdetallesdelasunto.Meharíaustedunfavor llevandosusmagníficosgemelosdecampo.

Asífuecomomeencontréyo,unahoramástarde,enelrincóndeuncochedeprimera clase, en routehaciaExeter, a todavelocidad,mientrasSherlockHolmes,consucara,angulosayávida,enmarcadaporunagorradeviajeconorejeras,sechapuzabarápidamente,unotrasotro,enelpaquetedeperiódicosrecién puestos a la venta, que había comprado en Paddington. Habíamosdejado ya muy atrás a Reading cuando tiró el último de todos debajo delasiento,ymeofreciósupetaca.

—Llevamosbuenamarcha—dijo,mirandoporlaventanillayfijándoseen

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sureloj—.Enestemomentomarchamosacincuentaytresmillasymediaporhora.

—No me he fijado en los postes que marcan los cuartos de milla—lecontesté.

—Niyo tampoco.Pero en esta línea losdel telégrafo están espaciados asesentayardaselunodelotro,yelcálculoessencillo.¿Habráleídoyaustedalgo, me imagino, sobre ese asunto del asesinato de John Straker y de ladesaparicióndeSilverBlaze?

—HeleídoloquedicenelTelegraphyelChronicle.

—Esésteunodeloscasosenqueelrazonadordebeejercitarsudestrezaen tamizar los hechos conocidos en busca de detalles, más bien que endescubrirhechosnuevos.Hasidoéstauna tragedia tanfuerade locorriente,tancompletaydetantaimportancia,personalparamuchísimagente,quenosvemos sufriendo de plétora de inferencias, conjeturas e hipótesis. Lo difícilaquí es desprender el esqueleto de los hechos..., de los hechos absolutos eindiscutibles..., de todo lo que no son sino arrequives de teorizantes y dereporteros. Acto continuo, bien afirmados sobre esta sólida base, nuestraobligaciónconsisteenverquéconsecuenciassepuedensacarycuálessonlospuntosespecialesqueconstituyenelejedetodoelmisterio.ElmartesporlatarderecibísendostelegramasdelcoronelRoss,propietariodelcaballo,ydelinspector Gregory, que está investigando el caso. En ambos se pedía micolaboración.

—¡Martes por la tarde! —exclamé yo—. Y estamos a jueves por lamañana...¿Porquénofueustedayer?

—Puesporquecometíuna torpeza,miqueridoWatson...,yme temoqueestomeocurreconmuchamayorfrecuenciadeloquecreeránquienessólomeconocenporlasmemoriasqueustedhaescrito.Laverdadesquemeparecióimposible que el caballo más conocido de Inglaterra pudiera permanecerocultomucho tiempo, especialmente enuna región tan escasamentepobladacomoestadelnortedeDartmoor.Ayerestuveesperandodeunahoraaotralanoticiadequehabíasidoencontrado,ydequesusecuestradoreraelasesinode John Straker. Sin embargo, al amanecer otro día y encontrarme con quenada se había hecho, fuera de la detención del joven Fitzroy Simpson,comprendí que era hora de que yo entrase en actividad. Pero tengo lasensacióndeque,enciertosaspectos,nosehaperdidoeldíadeayer.

—¿Tieneusted,segúneso,formadayasuteoría?

—Tengo por lo menos dentro del puño los hechos esenciales de esteasunto.Voyaenumerárselos.Nohaynadaqueaclare tantouncasocomoelexponérseloaotrapersona,ysihedecontarconlacooperacióndeusted,debo

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porfuerzaseñalarlequéposiciónnossirvedepuntodepartida.

Me arrellané sobre los cojines del asiento, dando chupadas ami cigarro,mientras que Holmes, con el busto adelantado y marcando con su largo ydelgadodedoíndicesobre laplantade lamanolospuntosquemedetallaba,meesbozóloshechosquehabíanmotivadonuestroviaje.

—SilverBlaze—medijo—llevasangredeIsonomy,ysuhistorialenlaspistasestanlúcidocomoeldesufamosoantepasado.Estáensuscincoañosdeedadyhaidoganandosucesivamentetodoslospremiosdecarrerasparasuafortunadopropietario,elcoronelRoss.HastaelmomentodelacatástrofeeraelfavoritodelaCopaWessex,estandolasapuestasatrescontraunoafavorsuyo.Esprecisotenerencuentaqueestecaballofuesiempreelarchifavoritodelosaficionadosalascarreras,sinquenuncaloshayadefraudado;poresosehanapostadosiempresumasenormesasufavor,aundandoprimas.DeellosededucequemuchísimagenteestabainteresadísimaenevitarqueSilverBlazesehallepresenteelmartespróximocuandosedélaseñaldepartida.

Comoesdesuponer,enKing’sPyland,lugardondesehallansituadaslascuadras de entrenamiento del coronel, se tenía en cuenta ese hecho.Tomáronsetodaclasedeprecaucionesparaguardaralfavorito.JohnStraker,el entrenador, era un jokey retirado, que había corrido con los colores delcoronelRossantesqueelexcesivopesoleimpidiesesubiralabáscula.Cincoañossirvióalcoronelcomojokey,ysietedeentrenador,mostrándosesiempreunservidorlealyceloso.Teníaasusórdenestreshombres,porquesetratadeunascuadraspequeñas, en lasque sólo secuidabanen total cuatrocaballos.Todaslasnochesmontabaguardiaenlacuadraunodeloshombres,mientraslosotrosdosdormíanenelaltillo.Delostreshaylosmejoresinformes.JohnStraker,queeracasado,vivíaenunpequeñochalésituadoaunasdoscientasyardasde las cuadras.No teníahijos, teníaunbuenpasaryuna criada.Lastierras circundantes no están habitadas; pero a cosa demediamilla hacia elNorte se alza un pequeño grupo de chalés que han sido edificados por uncontratistadeTavistockparacuantos,enfermosono,deseendisfrutarde losairespurosdeDartmoor.ElpueblomismodeTavistocksehallasituadoaunasdosmillasalOeste;tambiénacosadedosmillas,perocruzandolosmarjales,está la finca de entrenamiento de caballos de Capleton, propiedad de lordBackwater, regentada por Silas Brown. En todas las demás direcciones laregión de marjales está completamente deshabitada, y sólo la frecuentanalgunosgitanostrashumantes.Ahítienecuáleralasituaciónelpasadolunesalocurrirlacatástrofe.Esatarde,despuésdesometersealoscaballosaejercicioydeabrevarlos,comodecostumbre, secerraron lascuadrascon llave,a lasnueve.Dosdelospeonessedirigieronentoncesalacasadelentrenador,yallícenaronenlacocina,mientrasqueeltercero,llamadoNedHunter,sequedabade guardia. Pocosminutos después de las nueve, la criada, EdithBaxter, le

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llevóalacuadrasucena,queconsistíaenunplatodecorderoconsalsafuerte.No le llevó líquido alguno para beber, porque en los establos había aguacorriente y le estaba prohibido al hombre de guardia tomar ninguna otrabebida.Lamuchachasealumbróconuna linterna,porque lanocheeramuyoscurayteníaquecruzarporcampoabierto.

YaestabaEdithBaxter amenosde treintayardasde las cuadras, cuandosurgiódeentrelaoscuridadunhombre,queledijoquesedetuviese.Cuandoel tal quedó enfocado por el círculo de luz amarilla de la linterna, vio lamuchachaquesetratabadeunapersonadeaspectodistinguido,yquevestíaternodemezclillagriscongorradepaño.Llevabapolainasyunpesadobastónconempuñaduradebola.Pero loque impresionómuchísimoaEdithBaxterfuelaextraordinariapalidezdesucaraylonerviosodesusmaneras.Suedadandaríaporencimadelostreinta,másbienquepordebajo.

—¿Puedeusteddecirmedóndemeencuentro?—preguntóél—.Estabayacasiresueltoadormirenelpáramo,cuandodistinguílaluzdesulinterna.

—Se encuentra usted próximo a las cuadras de entrenamiento deKing’sPyland—lecontestóella.

—¿Deveras?¡Quésuertelamía!—exclamó—.Mehaninformadodequeenellasduermesolotodaslasnochesunodelosmozos.¿Esqueacasolellevaustedlacena?Dígame:¿seráustedtanorgullosaquedesdeñeelganarseloquevale un vestido nuevo? —sacó del bolsillo del chakto un papel blanco,doblado, y agregó—:Haga usted que esemozo reciba esto esta noche, y leregalaréelvestidomásbonitoquesepuedecomprarcondinero.

Lamujerseasustóviendolaansiedadquemostrabaensusmaneras,ysealejó a toda prisa, dejándolo atrás, hasta la ventana por la que tenía lacostumbre de entregar las comidas. Estaba ya abierta, y Hunter se hallabasentadoalamesapequeñaquehabíadentro.Empezóacontarleloquelehabíaocurrido,yeneseinstantesepresentóotravezeldesconocido.

—Buenas noches—dijo éste, asomándose a la ventana—.Deseo hablarconustedunaspalabras.

Lamuchacha ha jurado que,mientras el hombre hablaba, vio que de sumanocerradasalíaunaesquinadelpaquetitodepapel.

—¿Aquévieneustedaquí?—lepreguntóelmozo.

—Aunnegocioque le puede llenar con algo el bolsillo—le contestó elotro—.UstedtienedoscaballosquefiguranenlaCopaWessex...SilverBlazeyBayard.Demedatosexactosacercadeellos,ynadaperderáconhacerlo.¿Escierto que, a igualdad de peso, Bayard podría darle al otro cien yardas deventajaenlasmildoscientas,yquelagentedeestascuadrashaapostadosu

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dineroasufavor?

—Demodoqueesustedunodeesoscondenados individuosquevendeninformesparalascarreras—exclamóelmozodecuadra—.LevoyaenseñardequémaneralesservimosenKing’sPyland—sepusoenpieyechoacorrerhaciadondeestabaelperro,parasoltarlo.

Lamuchachaescapóalacasa;perodurantesucarrerasevolvióparamirar,y vio que el desconocido estaba apoyado en la ventana. Sin embargo, uninstante después, cuando Hunter salió corriendo con el perro sabueso, eldesconocidoyanoestabaallí,yaunqueelmozodecuadracorrióalrededordelosedificios,nologródescubrirrastroalgunodelmismo.

—¡Unmomento!—dijeyo—.¿Nodejaríaelmozodecuadrasincerrarlapuertacuandosaliócorriendoconelperro?

—¡Muy bien preguntado,Watson,muy bien preguntado!—murmurómicompañero—.Esedetallemepareciódeuna importancia tal,queayerenviéuntelegramaaDartmoorconelexclusivoobjetodeponerloenclaro.Elmozocerró con llave la puerta antes de alejarse.Puedo agregar que la ventananotieneanchurasuficienteparaquepaseporellaunhombre.

Hunteresperóaquevolviesenlosotrosmozosdecuadra,yentoncesenvióunmensajealentrenador,enterándoledeloocurrido.Strakersesobresaltóalescuchar el relato, aunque, por lo visto, no se dio cuenta exacta de suverdaderoalcance.Sinembargo,quedóvagamenteimpresionado,ycuandolaseñoraStraker se despertó, a la una de lamadrugada, vio que sumarido seestabavistiendo.Contestandoalaspreguntasdelamujer,ledijoquenopodíadormir, porque se sentía intranquilo acerca de los caballos, y que tenía elpropósitode irhasta lascuadrasparaversi todoseguíabien.Ella lesuplicóquenosaliesedecasa,porqueestabaoyendoeltamborileodelalluviaenlasventanas;peronoobstantelassúplicasdelamujer,elmaridoseechóencimasuamplioimpermeableyabandonólacasa.

LaseñoraStrakerdespertósea las sietede lamañana,y seencontróconqueaúnnohabíavueltosumarido.Sevistióatodaprisa,llamóalacriadaymarchóalosestablos.Lapuertadeéstossehallabaabierta:enelinterior,todohecho un ovillo, se hallaba Hunter en su sillón, sumido en un estado deabsoluto atontamiento.El establodel caballo favorito sehallabavacío, ynohabíarastroalgunodelentrenador.

Losdosmozosdecuadraquedormíanenelaltillodelapaja,encimadelcuartodelosatalajes,selevantaronrápidamente.Nadahabíanoídodurantelanoche,porqueambostienenelsueñoprofundo.EraevidentequeHuntersufríalosefectosdealgúnestupefacienteenérgico.Ycomonoselogróquerazonase,ledejarondormirhastaqueladrogaperdiesefuerza,mientraslosdosmozosy

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las dos mujeres salían corriendo a la busca de los que faltaban. Aún lesquedabanesperanzasdeque,porunarazónoporotra,elentrenadorhubiesesacadoalcaballoparaunentrenamientodeprimerahora.Peroalsubiraunapequeña colina próxima a la casa, desde la que se abarcaba con la vista lospáramospróximos,nosolamentenodistinguieronporpartealgunaalcaballofavorito,sinoquevieronalgoquefueparaelloscomounaadvertenciadequesehallabanenpresenciadeunatragedia.

Acosadeuncuartodemilladelascuadras,elimpermeabledeJobStrakeraleteabaencimadeunamatadealiagas.Alotroladodelasaliagas,elpáramoformabaunadepresiónamododecuenco,yenelfondodeellafueencontradoelcadáverdeldesdichadoentrenador.Teníalacabezadestrozadaporungolpesalvajedadoconalgúninstrumentopesado,presentandoademásunaheridaenelmuslo,heridacuyocortelargoylimpio,habíasidoevidentementeinfligidacon algún instrumento muy cortante. Sin embargo, veíase con claridad queStrakersehabíadefendidovigorosamentecontrasusasaltantes,porque teníaen sumano derecha un cuchillomanchado de sangre hasta la empuñadura,mientrasquesumanoizquierdaaferrabaunacorbatadesedarojaynegra,quela doncella de la casa reconoció como la que llevaba la noche anterior eldesconocidoquehabíavisitadolosestablos.

AlvolverensídesuatontamientoHunterseexpresó tambiéndemaneraterminante en cuanto aquién era el propietariode la corbata.Con lamismacertidumbreaseguróquehabíasidoelmismodesconocidoquien,mientrasseapoyabaen laventana,habíaechadoalgunadrogaensuplatodecorderoensalsafuerte,privandodeesemodoalascuadrasdesuguardián.

Porloqueserefierealcaballodesaparecido,veíanseenelbarrodelfondodelcuencofatalpruebasabundantesdequeelanimalestabaallícuandotuvolugarlapelea.Perodesdeaquellamañananosehavistoalcaballo;yaunquesehaofrecidounagran recompensa,y todos losgitanosdeDartmoorandanbuscándolo,nadasehasabidodelmismo.Porúltimo,elanálisisdelosrestosde la cena delmozo de cuadras ha demostrado que contenían una cantidadnotabledeopioenpolvo,dándoseelcasodeque losdemáshabitantesde lacasaquecomieroneseguisoaquellamismanoche,noexperimentaronningunamalaconsecuencia.

Esossonloshechosprincipalesdelcaso,unavezdespojadosdetodaclasedesuposicionesyexpuestosdelapeormaneraposible.VoyarecapitularahoralasactuacionesdelaPolicíaenelasunto.

El inspector Gregory, a quien ha sido encomendado el caso, es unfuncionarioextremadamentecompetente.Siestuvieradotadodeimaginación,llegaría a grandes alturas en su profesión. Llegado al lugar del suceso,identificó pronto y detuvo, al hombre sobre quien recaían, naturalmente, las

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sospechas. Poca dificultad hubo en dar con él, porque eramuy conocido enaquellosalrededores.Sellama,segúnparece,FitzroySimpson.Erahombredeexcelente familia y muy bien educado, había dilapidado una fortuna en lascarreras,yvivíaahorarealizandounnegociocalladoyelegantedeapuestasenlos clubs deportivos de Londres. El examen de su cuaderno de apuestasdemuestraqueéllashabíaaceptadohastalasumadecincomillibrasencontradelcaballofavorito.

Alserdetenido,hizoespontáneamenteladeclaracióndequehabíavenidoa Dartmoor con la esperanza de conseguir algunos informes acerca de loscaballos de la cuadra de King’s Pyland, y también acerca de Desborough,segundo favorito, que está al cuidado de Silas Brown, en las cuadras deCapleton.No intentónegar quehabía actuado la noche anterior en la formaque se hadescrito, pero afirmóqueno llevabaningúnpropósito siniestro, yque su único deseo era obtener datos de primera mano. Al mostrársele lacorbatasepusomuypálido,ynopudo,enmaneraalguna,explicarcómoeraposibleque estuviese en lamanodel hombre asesinado.Sus ropashúmedasdemostraban que la noche anterior había estado a la intemperie durante latormenta,ysubastón,queesdelosquellamanabogadodePenang,rellenodeplomo,eraarmaquebienpodía,descargandoconelmismorepetidosgolpes,habercausadolasheridasterriblesaquehabíasucumbidoelentrenador.

Por otro lado, nomostraba el detenido en todo su cuerpo herida alguna,siendoasíqueelestadodelcuchillodeStrakerpodía indicarqueunopor lomenos de sus atacantes debía de llevar encima la señal del arma.Ahí tieneusted el caso, expuesto concisamente, Watson, y le quedaré sumamenteagradecidosiustedpuedeproporcionarmealgunaluz.

Yo había escuchado la exposición que Holmes me había hecho con laclaridad que es en él característica.Aunquemuchos de los hechosme eranfamiliares,yonohabíaapreciadolobastantesuinfluenciarelativanisumutuaconexión.

—¿Ynoseráposible—ledije—queel tajoque tieneStrakerse lohayaproducido con su propio cuchillo en los forcejeos convulsivos que suelenseguirsealasheridasenelcerebro?

—Es más que posible; es probable —dijo Holmes—. En tal caso,desapareceunodelospuntosprincipalesquefavorecenalacusado.

—Pero,auncontodoeso,nollegoacomprendercuálpuedeser la teoríaquesostienelaPolicía.

—Mucho me temo que cualquier hipótesis que hagamos se encuentreexpuesta a objeciones graves —me contestó mi compañero—. Lo que laPolicía supone, según yome imagino, es que Fitzroy Simpson, después de

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suministrarladrogaalmozodecuadras,ydehaberconseguidodeunmodouotrounallaveduplicada,abriólapuertadelestabloysacófueraalcaballoconintención,enapariencia,demantenerlosecuestrado.Faltalabridadelanimal,demodo queSimpson debió de ponérsela.Hecho esto, y dejando abierta lapuerta, se alejaba con el caballo por la paramera, cuando se tropezó o fuealcanzadoporelentrenador.Setrabaron,comoesnatural,enpelea,ySimpsonle saltó la tapa de los sesos con su bastón, sin recibir la menor heridaproducidaporelcuchillitoqueStrakerempleóenpropiadefensa;y luego,obienelladróncondujoelanimalaalgúnesconditequeteníapreparado,obienaquelseescapódurantelapelea,yandaahoravagandoporlospáramos.AsíescomoveelcasolaPolicía,yporimprobablequeéstaparezca, losonaúnmás todas las demás explicaciones. Sin embargo, yo pondré a prueba suveracidadasíquemeencuentre enel lugarde la acción.Hasta entonces,noveoquepodamosadelantarmuchomásdelaposiciónenqueestamos.

Iba ya vencida la tarde cuando llegamos a la pequeña población deTavistock, situada, como la protuberancia de un escudo, en el centro de laamplia circunferencia de Dartmoor. Dos caballeros nos esperaban en laestación:eraelunohombrealtoyrubio,depeloybarbaleonadosydeojosdeunazulclaro,deunararaviveza;elotro,unhombrepequeñoydespierto,muypulcroyactivo,delevitaybotines,patillitasbiencuidadasymonóculo.Esteúltimo era el coronel Ross, sportmanmuy conocido, y el otro, el inspectorGregory, apellido que estaba haciéndose rápidamente famoso en laorganizacióndetectivescainglesa.

—Meencantaquehayavenidousted, señorHolmes—dijoelcoronel—.El inspector aquí presente ha hecho todo lo imaginable; pero yo no quierodejarpiedrasinmoverenelintentodevengaralpobreStrakeryderecuperarmicaballo.

—¿Nohasurgidoningunacircunstancianueva?—preguntóHolmes.

—Siento tenerquedecirlequeesmuypoco loquehemosadelantado—dijo el inspector—. Tenemos ahí fuera un coche descubierto, y como ustedquerrá, sin duda, examinar el terreno antes que oscurezca, podemos hablarmientrasvamoshaciaallí.

Unminutodespuésnoshallábamostodossentadosenuncómodolandóyrodábamos por la curiosa y vieja población del Devonshire. El inspectorGregoryestabapletóricodedatos,yfuesoltandounchorrodeobservaciones,queHolmes interrumpía de cuando en cuando con una pregunta o con unaexclamación. El coronel Ross iba recostado en su asiento, con el sombreroechado hacia adelante, y yo escuchaba con interés el diálogo de los dosdetectives.Gregoryformulabasuteoría,quecoincidíacasiexactamenteconlaqueHolmeshabíapredichoeneltren.

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—LaredsevacerrandofuertementeentornoaFitzroySimpson—dijoamododecomentario—,yyocreoqueélesnuestrohombre.Nodejoporesodereconocerquesetratadepruebaspuramentecircunstanciales,yquepuedesurgircualquiernuevodescubrimientoqueechetodoportierra.

—¿Yquémedicedelcuchillo,deStraker?

—Hemosllegadoalaconclusióndequesehirióélmismoalcaer.

—Esome sugiriómi amigo, el doctorWatson, cuandoveníamos.De serasí,influiríaencontradeSimpson.

—Sin duda alguna. A él no se le ha encontrado ni cuchillo ni heridaalguna.Laspruebasdesuculpabilidadson,sinduda,muyfuertes:teníagraninterés en la desaparición del favorito; recae sobre él la sospecha de habernarcotizado almozo de cuadra; no hay duda de que anduvo a la intemperiedurantelatormenta;ibaarmadodeunpesadobastón,yseencontrósucorbataen las manos del muerto. La verdad es que creo que poseemos materialsuficienteparapresentarnosanteelJurado.

Holmesmoviónegativamentelacabeza,ydijo:

—Undefensorhábilloharíatodopedazos.¿Paraquéibaasacaralcaballodelestablo?Sipretendíaalgúndaño,¿porquéno lo ibaahacerallímismo?¿Selehaencontradounallaveduplicada?¿Quéfarmacéuticolevendióelopioenpolvo?Sobre todo,¿enquésitiopudoesconderuncaballocomoéste,él,forastero en esta región? ¿Qué explicación ha dado acerca del papel quedeseabaqueladoncellahiciesellegaralmozodecuadra?

—Aseguraquesetratabadeunbilletedediezlibras.Seleencontróenelbilleterounodeesasuma.Pero lasdemásobjecionesqueustedhacenosontan formidables como parecen. Ese hombre no es ajeno a la región. Se hahospedadopordosvecesenTavistockduranteelverano.Elopio se lo trajoprobablementedeLondres.Lallave,unavezquelesirvióparasuspropósitos,la tiraría lejos. Quizá se encuentre el caballo en el fondo de alguno de losantiguospozosdeminaquehayenelpáramo.

—¿Yquémediceapropósitodelacorbata?

—Confiesaqueessuya,yafirmaquelaperdió.Perohasurgidoenelcasounfactornuevo,quequizáexpliqueelquesacaraalcaballodelestablo.

Holmesaguzólosoídos.

—Hemos encontrado huellas que demuestran que la noche del lunesacampóunacuadrilladegitanosaunamilladelsitioendonde tuvolugarelasesinato. Los gitanos habían desaparecido elmartes.Ahora bien: partiendodel supuesto de que entre los gitanos y Simpson existía alguna clase deconcierto, ¿no podría ser que cuando fue alcanzado llevase el caballo a los

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gitanos,ynopodríaserquelotuviesenéstos?

—Desdeluegoquecabeenloposible.

—Se está explorando el páramo en busca de estos gitanos. He hechorevisartambiéntodaslascuadrasyedificiosaisladosenTavistock,enunradiodediezmillas.

—Tengo entendido que muy cerca de allí hay otras cuadras deentrenamiento.

—Sí, y es ése un factor que no debemosmenospreciar enmodo alguno.ComosucaballoDesborougheselsegundoenlasapuestas,teníaninterésenla desaparición del favorito. Se sabe que Silas Brown, el entrenador, llevaapostadas importantes cantidades en la prueba, y no era, ni mucho menos,amigo del pobre Straker. Sin embargo, hemos registrado las cuadras, sinencontrarnadaquepuedarelacionarloconlossucesos.

—¿TampocosehadescubiertonadaquerelacioneaesteSimpsonconlosinteresesdelascuadrasdeCapleton?

—Absolutamentenada.

Holmes se recostó en el respaldo, y la conversación cesó.Unosminutosdespuésnuestro cocherohizo alto junto aun lindochaléde ladrillo rojo, dealerossalientes,quesealzabajuntoalacarretera.Aciertadistancia,despuésdecruzarunprado,veíaseunlargoedificioanexodetejasgrises.Entodaslasdemás direcciones el páramo, de suaves ondulaciones y bronceado por loshelechos en trance demustiarse, dilatábase hasta la línea del horizonte, sinmásinterrupciónqueloscampanariosdeTavistockyunracimodecasas,alláhaciaelOeste,queseñalabalasituacióndelascuadrasdeCapleton.Saltamostodos fuera del coche, a excepción deHolmes, que siguió recostado, con lamirada fija en el cielo que tenía delante, completamente absorto en suspensamientos.Sólocuandoyoletoquéenelbrazodiounviolentorespingoyseapeó.

—Perdone —dijo, volviéndose hacia el coronel Ross, que se habíaquedadomirándole,algosorprendido—.Estabasoñandodespierto—habíaensus ojos cierto brillo y en sus maneras una contenida excitación que meconvencieron,acostumbradocomoestabayoasusactitudes,dequesehabíapuestosobrealgunapista,aunquenopodíaimaginarsilahabríaalcanzado.

—Quizáprefierausted,señorHolmes,seguirdirectamentehastalaescenadelcrimen—dijoGregory.

—Opto por quedarme unosmomentosmás aquímismo y abordar una odoscuestionesdedetalle.SupongoquetraeríanaquíaStraker,¿verdad?

—Sí, su cadáver está en el piso de arriba. Mañana tendrá lugar la

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investigaciónjudicial.

—Llevabaalgunosañosasuservicio,¿noescierto,coronelRoss?

—Siemprevienélaunexcelenteservidor.

—Dígame, inspector, harían ustedes, me imagino, un inventarío de todocuantoteníaenlosbolsillosalmorir,¿verdad?

—Sideseaustedverloqueseleencontró,tengolosobjetosenelcuartodeestar.

—Megustaríamucho.

Entramosenfilaenlahabitacióndelantera,ytomamosasientoentornoauna mesa central, redonda, mientras el inspector abría con llave un cofrecuadradodemetalycolocabadelantedenosotrosunmontoncitodeobjetos.Habíaunacajadecerillasvestas,uncabodedospulgadasdeveladesebo,unapipaA.D.P.deraízdeeglantina,unatabaqueradepieldefocaqueconteníamediaonzadeCavendishenhebralarga,unrelojdeplataconcadenadeoro,unlapicerodealuminio,algunospapelesyuncuchillodemangodemarfilyhojafinísima,recta,conlamarca«WeissandCo.Londres».

—Este es un cuchillo muy especial —dijo Holmes, cogiéndolo yexaminándolo minuciosamente—. Como advierto en él manchas de sangre,supongoquesetratadelqueseencontróenlamanodeldifunto.Watson,conseguridadqueestecuchilloesdelosdesuprofesión.

—Esdelaclasequellamamosparacataratas—lecontesté.

—Esomepareció.Unahojamuyfinadestinadaauntrabajomuydelicado.Artefacto raro para ser llevado por un hombre que había salido a unaexpedición peligrosa, especialmente porque no podía meterlo cerrado en elbolsillo.

—Lapuntaestabadefendidaporundiscodecorcho,quefuehalladojuntoalcadáver—dijoelinspector—.Laviudanosdijoqueelcuchillollevabayavarios días encima de la mesa de tocador y que lo cogió al salir de lahabitación.Comoarma,valíapocacosa;perofuequizálomejordequepudoecharmanoenesemomento.

—Esmuyposible.¿Yquépapelessonésos?

—Tresdeellossoncuentasdevendedoresdeheno,consurecibí.OtroesunacartaconinstruccionesdelcoronelRoss.Yésteotroesunafacturadeunmodista por valor de treinta y siete libras y quince chelines, extendida pormadame "Lesurier" de Bond Street, a nombre de William Darbyshire. LaseñoraStrakernoshainformadodequeeltalDarbyshireeraunamigodesumarido,yqueavecesledirigíanaquílascartas.

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—Esta madame Darbyshire era mujer de gustos algo caros —comentóHolmes,mirandodearribaabajolacuenta—.Veintidósguineasesunpreciobastanteelevadoparaunsolovestido¡Ea!,porlovisto,yanohaynadamásqueveraquí,ypodemosmarcharhastaellugardelcrimen.

Cuando salíamos del cuarto de estar, se adelantó una mujer que habíaestadoesperandoenelpasillo,ypusosumanosobrelamangadelinspector.Teníaelrostromacilento,delgado,ojeroso,conelsellodeunespantoreciente.

—¿Les han echado ustedes yamano? ¿Los han descubierto ustedes?—exclamójadeante.

—No, señoraStraker;peroel señorHolmes, aquípresente,havenidodeLondresparaayudarnos,yharemostodocuantoestéanuestroalcance.

Holmesledijo:

—SeñoraStraker,estoysegurodehabersidopresentadoaustedharáalgúntiempoenPlymouth,duranteunagardenparty.

—No,señor.Estáustedequivocado.

—¡VálgameDios!Puesyo lohabría jurado.Llevabaustedunvestidodesedacolortórtola,conguarnicionesdeplumadeavestruz.

—Enmividaheusadounvestidoasí—contestólaseñora.

—Entoncesyanocabeduda—dijoHolmes.

Se disculpó y salió de la casa del inspector.Un corto paseo a través delpáramonosllevóalahondonadaenquefuehalladoelcadáver.Lasaliagasdelas que había sido colgado el impermeable se hallaban al bordemismo delhoyo.

—Tengoentendidoqueesanochenohacíaviento—dijoHolmes.

—Enabsoluto;perollovíafuerte.

—En ese caso, el impermeable no fue arrastrado por el viento, sinocolocadoahídeliberadamente.

—Sí;estabaextendidosobrelasaliagas.

—Esome interesavivamente.Veoqueelsueloestá llenodehuellas.Sindudaquehabránpasadoporaquímuchospiesdesdelanochedellunes.

—Colocamosaquíal ladoun trozodeestera,yningunodenosotrospisófueradeella.

—Magnífico.

—TraigoenestemaletínunadelasbotasquecalzabaStraker,unodelos

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zapatosdeFitzroySimpsonyunaherraduraviejadeSilverBlaze.

—¡Miqueridoinspector,ustedseestásuperandoasímismo!Holmesechómanodelmaletín,bajóalahondonadaycolocólaesteramáshaciaelcentro.Después,tumbadobocaabajo,yapoyandolabarbillaenlasmanos,escudriñóminuciosamenteelbarropataleadoqueteníadelante.

—¡Hola!—dijodepronto—.¿Quéesesto?

Eraunacerillavesta,medioquemadaytanembarradaqueaprimeravistaparecíaunaastillitademadera.

—No me explico cómo se me pasó por alto —dijo el inspector, conexpresióndefastidio.

—Era invisible, porque estaba sepultada en el barro. Si yo la hedescubierto,hasidoporquelaandababuscando.

—¡Cómo!¿Queesperabaustedencontrarla?

—Creíquenoeraimprobable.

Holmes sacódelmaletín labotay el zapatocomparó las impresionesdeambosconlashuellasquehabíaenelbarro.Trepóactocontinuoalbordedelahondonadayanduvoagatasporentreloshelechosylosmatorrales.

—Sospecho que no hay más huellas —dijo el inspector—. Yo heexaminadomuyminuciosamenteelsueloencienyardasalaredonda.

—¡De veras!—dijo Holmes, levantándose—.No habría cometido yo laimpertinencia de volver a examinarlo, si usted me lo hubiese dicho. Pero,antes de que oscurezca, quiero darme un paseíto por los páramos, a fin depoderorientarmemañana,ymevoyameterestaherraduraenelbolsillo,aversimedabuenasuerte.

ElcoronelRoss,quehabíadadoalgunasmuestrasde impacienciaanteelmétodo tranquiloy sistemáticode trabajarque teníami compañero,miró sureloj.

—Inspector, yodesearía que regresaseusted conmigo—dijo—.Quisieraconsultarleacercadevariosdetalles,yespecialmentesobresinodeberíamosborraranuestrocaballodelalistadeinscripcionesparalacopa,mirandoporlasconvenienciasdelpúblico.

—Nohagasemejantecosa—exclamóHolmesconresolución—.Yo,ensucaso,dejaríaelnombreenlalista.

Elcoronelseinclinó,ydijo:

—Me alegromuchísimo de queme haya dado su opinión.Cuando hayaterminadosulabor,nosencontraráenlacasadelpobreStraker,ypodremosir

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juntosencocheaTavistock.

Regresóconelinspector,mientrasHolmesyyoavanzábamosdespacioporelpáramo.ElsolempezabaahundirsedetrásdelosedificiosdelascuadrasdeCapleton, y la dilatada llanura que se extendía ante nosotros estaba comoteñida de oro, que se ensombrecía, convirtiéndose en un vivo y rojizo colormarrón,enlossitiosdondeloshelechosyloszarzalescaptabanlaluminosidaddelatardecer.

—Porestelado,Watson—dijo,porfin,Holmes—.Dejemosdeladoporelmomento la cuestión de quién mató a Straker, y ciñámonos a descubrir elparaderodelcaballo.Puesbien;suponiendoqueseescapódurantelatragediaodespuésdeésta,¿haciadóndepudoir?Loscaballossonanimalesdeíndolemuy gregaria. Abandonado este nuestro a sus instintos, o bien regresaría aKing’sPylandosedirigiríaaCapleton.¿Quérazónpuedehaberparaquelleveuna vida selvática por los páramos? De haberlo hecho, con seguridad quealguien lohabríavisto a estashoras. ¿Yqué razónhay tambiénparaque losecuestren los gitanos?Esta gente se larga siempre de los lugares donde hahabidoalgúnasuntofeo,porquenoquierenquelaPolicíalescaigaencimacontoda clase demolestias.Ni por asomos podían pensar en vender un caballocomoéste.Correrían,pues,ungravepeligroynoganaríannadallevándoselo.Esoesevidente.

—¿Dóndeestá,pues,elcaballo?

—HedichoyaqueconseguridadmarchóaKing’sPylandoaCapleton.AlnoestarenKing’sPyland, tienequeestarenCapleton.Tomemosestocomohipótesis de trabajo, y veamos adónde nos lleva En esta parte del páramo,según hizo notar el inspector, el suelo es muy duro y seco; pero formapendienteendirecciónaCapleton,ydesdeaquímismosedistinguequehay,allálejos,unahondonadaalargada,quequizáestabamuyhúmedalanochedellunes. Si nuestra hipótesis es correcta, el caballo tuvo que cruzar esahondonada,yesenéstadondedebemosbuscarsushuellas.

Mientras hablábamos, habíamos ido caminando a buen paso, y sóloinvertimos algunos minutos en llegar a la hondonada en cuestión. Yo, apeticióndeHolmes,tiréhacialaderecha,siguiendoeltalud,yéltiróhacialaizquierda;nohabríaandadoyocincuentapasoscuandoleoílanzarungrito,yvi que me llamaba con la mano. Las huellas del caballo se dibujaban conclaridadenlatierrablanduzcaqueélteníadelante,ylaherraduraquesacódelbolsilloajustabaexactamenteenellas.

—Vea usted qué valor tiene la imaginación—me dijo Holmes—. Es laúnicacualidadquelefaltaaGregory.Nosotrosnosimaginamosloquepudohaber ocurrido, hemos actuado siguiendo esa suposición, y resultó queestábamosenlocierto.Sigamosadelante.

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Cruzamos el fondopantanosoy entramos enun espaciodeun cuartodemilladecéspedsecoyduro.Otravezelterrenodescendióendeclive,yotravez tropezamos con las huellas. Perdimos éstas por espacio demediamilla,perofueparavolveraencontrarlasmuycercayadeCapleton.ElprimeroenverlasfueHolmes,ysedetuvoparaseñalarlasconexpresióndetriunfoenelrostro.Paralelasalashuellasdelcaballo,veíanselasdeunhombre.

—Hastaaquíelcaballoveníasolo—exclamó.

—Asíes.Elcaballoveníasolohastaaquí.¡Hola!¿Quéesesto?

Lasdobleshuellascambiarondeprontodedirección,tomandoladeKing’sPyland.Holmesdejó escapar un silbido, y los dos fuimos siguiéndolas.LosojosdeHolmesnoseapartabande laspisadas,peroyo levanté lavistaparamiraraunlado,yviconsorpresaesasmismasdobleshuellasquevolvíanendireccióncontraria.

—Un tanto para usted, Watson —dijo Holmes, cuando yo le hice veraquello—.Noshaahorradounalargacaminataquenoshabríatraídodevueltasobrenuestrospropiospasos.Sigamosestahuelladeretorno.

Notuvimosqueandarmucho.Ladoblehuellaterminabaenlacalzadadeasfalto que conducía a las puertas exteriores de las cuadras deCapleton.Alacercarnos,saliócorriendodelasmismasunmozodecuadra.

—Aquínoqueremosociosos—nosdijo.

—Sólodeseohacerunapregunta—dijoHolmes,metiendoenelbolsillodelchalecolosdedosíndiceypulgar—.¿Serádemasiadotempranoparaquehablemos con tu jefe, el señor SilasBrown, si acaso venimosmañana a lascincodelamañana?

—¡VálgameDios,caballero!Sialgunoandaaesahoraporaquí, seráél,porque es siempre el primero en levantarse. Pero, ahí lo tiene ustedprecisamente, y él podrá darle en persona la respuesta.De ningunamanera,señor,deningunamanera;mejugaríaelpuestosiélmeverecibirdinerodeusted.Silodesea,démelomástarde.

EnelmomentoenqueSherlockHolmesmetíadenuevoenelbolsillo lamediacoronaquehabíasacadodelmismo,avanzódesdelapuertaunhombreentradoenañosydeexpresiónviolenta,queempuñabaenlamanounlátigodecaza.

—¿Qué pasa, Dawson? —gritó— No quiero chismorreos. Vete a tuobligación.Ustedes...,¿quédiablosquierenustedesporacá?

—Hablardiezminutosconusted,mibuenseñor—lecontestóHolmesconlamásmelifluadelasvoces.

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—No tengo tiempo para hablar con todos los ociosos que aquí sepresentan.Lárguense,sinoquierensalirperseguidosporunperro.

Holmesseinclinóhaciaadelanteycuchicheóalgoaloídodelentrenador.Estediounrespingoysesonrojóhastalassienes.

—¡Esoesunembuste!—gritó—.¡Unembusteinfernal!

—Perfectamente,pero¿quierequediscutamosacercadeelloenpúblico,oprefierequelohagamosenlasaladesucasa?

—Bueno,vengaconmigo,siasílodesea.

Holmessesonrió,ymedijo:

—No le haré esperarmás queunosminutos,Watson. ¡Ea! señorBrown,estoyasudisposición.

Antes de que Holmes y el entrenador reapareciesen pasaron sus buenosveinte minutos, y los tonos rojos se habían ido desvaneciendo hastaconvertirseengrises.JamáshevistocambioigualalquehabíatenidolugarenSilas Brown durante tan breve plazo. El color de su cara era cadavérico,brillaban sobre sus cejas gotitas de sudor, y le temblaban las manos de talmaneraqueellátigodecazaseagitabalomismoqueunaramasacudidaporelviento. Sus maneras valentonas y avasalladoras habían desaparecido porcompleto,yavanzabaalcostadodemicompañeroconlasmismasmuestrasdezalameríadeunperroasuamo.

—Seráncumplidassusinstrucciones.Seráncumplidas—ledecía.

—No quiero equivocaciones —dijo Holmes, volviéndose a mirar; y elentrenador parpadeó al encontrarse con la mirada amenazadora de micompañero.

—¡Oh, no, no las habrá! Estaré allí. ¿Quiere que lo cambie antes odespués?

Holmesmeditóunmomentoydeprontorompióareír.

—No, no lo cambie —dijo—. Le daré instrucciones por escrito a esterespecto.Nadadetrampas,o...

—¡Puedeustedconfiarenmí,puedeustedconfiarenmí!

—Ustedactuaráenesedíaigualquesifuerasuyo.

—Puedeusteddescansarenmí.

—Sí,creoquepuedohacerlo.Bueno,mañanasabráusteddemí.

Holmesdiomediavuelta,sinhacercasodelamanotemblorosaqueelotroletendió,ynospusimosencaminoparaKing’sPyland.

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—Rara vez he tropezado con unamezcla de fanfarrón, cobarde y reptil,como este maese Silas Brown —comentó Holmes, mientras caminábamosjuntosapasolargo.

—Entoncesesqueelcaballolotieneél,¿verdad?

—Mevinocon fanfarronadasqueriendohurtarelcuerpo,peroyo lehiceunadescripcióntanexactadetodoslospasosquehabíadadoaquellamañana,que ha acabado convenciéndose de que le estuve mirando. Usted, como esnatural, se fijaría en que la puntera de las huellas tenía una forma cuadradamuy especial, y también se fijaría en que las de sus botas correspondíanexactamentea ladelashuellas.Además,comoesnatural,ningúnsubalternosehabríaatrevidoasemejantecosa.Lefuirelatandocómoél,allevantarseelprimero,segúnteníaporcostumbre,vioqueporelpáramovagabauncaballosolitario;quesedirigióhastaellugarenqueestabaelanimal,yquereconocióconasombro,porlamanchablancadelafrentequedioalcaballofavoritosunombre, que la casualidad ponía en sus manos el único caballo capaz devenceralotro,porelqueélhabíaapostadosudinero.Actocontinuo,lecontéque su primer impulso había sido devolverlo a King’s Pyland, pero que eldemoniolehabíahechovercómopodíaocultarelcaballohastadespuésdelacarrera,yqueentonceshabíavueltosobresuspasosylohabíaescondidoenCapleton.Aloírcómoyolecontabatodoslosdetalles,sedioporvencido,ysolopensóyaensalvarlapiel.

—Perosehabíarealizadounregistroensusestablos.

—Bueno,unviejodisfrazacaballos,comoél,tienemuchasartimañas.

—Pero¿no leda austedmiedodejar el caballo enpoder suyo, teniendocomotienetodaclasedeinteresesenhacerledaño?

—Miqueridocompañero,esehombreloconservaráconelmismocuidadoquealasniñasdesusojos.Sabequesuúnicaesperanzadequeleperdoneneselpresentarloenlasmejorescondiciones.

—A mí no me dio el coronel Ross la impresión de hombre capaz demostrarsegeneroso,hagaélloquehaga.

—La decisión no está en manos del coronel Ross. Yo sigo mis propiosmétodos,ycuentomuchoocuentopoco,segúnmeparece.Eslaventajadenoactuarcomodetectiveoficial.Nosésiustedhabráreparadoenello,Watson;perolamaneradetratarmeelcoronelfueunpoquitínaltanera.Estoytentadoendivertirmeunpocoacostasuya.Nolehableustednadaacercadelcaballo.

—Desdeluegoquenoloharésinpermisodeusted.

—Además,estoresultaunhechosubalternosisecomparaconelproblemadequiénmatóaJohnStraker.

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—¿Aeseproblemaalqueustedsevaadedicar?

—Todolocontrario,ambosregresamosaLondresconeltrendelanoche.

Laspalabrasdemiamigomedejaroncomofulminado.Llevábamossóloalgunas horas enDevonshire, yme resultaba totalmente incomprensible quesuspendieseunainvestigaciónquetanbrillanteprincipiohabíatenido.Niunasolapalabramásconseguísacarlehastaqueestuvimosderegresoencasadelentrenador.Elcoronelyelinspectornosesperabanenlasala.

—Miamigoyyoregresamosalacapitalconelexpresodemedianoche—dijo Holmes—. Hemos podido respirar durante un rato el encanto de susmagníficosairesdeDartmoor.

Elinspectorpusotamañoojos,elcoroneltorciódesdeñosamenteellabio.

—VeoqueusteddesesperadepoderdeteneralasesinodelpobreStraker—dijoelcoronel.

Holmesseencogiódehombros,ydijo:

—Desdeluego,existengravesdificultadesparaconseguirlo.Sinembargo,tengotodaclasedeesperanzasdequesucaballotomaráelmarteslapartidaenlacarrera,yyo le suplico tengaparaello listoa su jokey.¿PodríapedirunafotografíadelseñorJohnStraker?

Elinspectorsacóunadeunsobrequeteníaenelbolsillo,yselaentregóaHolmes.

—QueridoGregory,ustedseadelantaatodoloqueyonecesito.Siustedestienen la amabilidad de esperar aquí unosmomentos, yo quisiera hacer unapreguntaalamujerdeservicio.

—No tengo más remedio que decir que me ha defraudado bastante suasesorlondinense—dijoelcoronelRoss,ásperamente,cuandomiamigosaliódelahabitación—.Noveoquehayamosadelantadonadadesdequeélvino.

—Tieneustedporlomenoslaseguridadquelehadadodequesucaballotomaráparteenlacarrera.

—Sí,tengolaseguridadqueélmehadado—dijoelcoronel,encogiéndosedehombros—.Preferiríatenermicaballo.

Ibayoacontestaralgoendefensademiamigo,cuandoéstevolvióaentrarenlahabitación.

—Yahora,caballeros,estoylistoparairaTavistock—lesdijo.

Al subir al coche, uno de los mozos de cuadra mantuvo abierta laportezuela.DeprontoparecióocurrírseleaHolmesunaidea,porqueseechóhaciaadelanteydioungolpecitoalmozoenelbrazo,diciéndole:

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—Veoahí,enelprado,algunasovejas.¿Quiénlascuida?

—Yolascuido,señor.

—¿No les ha pasado nada malo a estos animales durante los últimostiempos?

—Veráusted,señornohasidocosamuygrave,peroelhechoesquetresdelosanimaleshanquedadomancos.

MefijéenquelacontestacióncomplacíamuchísimoaHolmes,porqueserioporlobajoysefrotólasmanos.

—¡Ahítiene,Watson,untirodelargoalcance,dealcancemuylargo!—medijo,pellizcándomeelbrazo—.Gregory,permítamellamarlelaatenciónsobreestaextrañaepidemiadelasovejas.¡Adelante,cochero!

El coronel Ross seguía mostrando en la expresión de su cara la pobreopiniónquesehabíaformadodelashabilidadesdemicompañero;peroenladelinspectorpudeverquesuinteréssehabíadespertadovivamente.

—¿Daustedimportanciaaeseasunto?—preguntó.

—Extraordinaria.

—¿Existe algún otro detalle acerca del cual desearía usted llamar miatención?

—Sí,acercadelincidentecuriosodelperroaquellanoche.

—Elperronointervinoparanada.

—Ese es precisamente el incidente curioso —dijo como comentarioSherlockHolmes.

Cuatrodíasdespuésestábamosdenuevo,Holmesyyo,eneltren,caminodeWinchester, para presenciar la carrera de laCopa deWessex. El coronelRosssalióanuestroencuentro,deacuerdoconlacitaquelehabíamosdado,fuera de la estación, y marchamos en su coche de sport de cuatro caballoshastaelcampodecarreras,situadoalotroladodelaciudad.Laexpresióndesurostroeradeseriedad,y,susmaneras,enextremofrías.

—Nohevistoporpartealgunaamicaballo—nosdijo.

—Será usted capaz de conocerlo si lo ve, ¿no es así? —le preguntóHolmes.

Estoirritómuchoalcoronel,quelecontestó:

—Llevoveinteañosdedicadoalascarrerasdecaballos,ynadiemehabíahecho hasta ahora pregunta semejante. Cualquier niño sería capaz dereconoceraSilverBlazeporlamanchablancadelafrenteysupatadelantera

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jaspeada.

—¿Ycómovanlasapuestas?

—Ahí tieneusted locuriosodelcaso.Ayerpodíausted tomarapuestasaquince por uno, pero esta diferencia se ha ido reduciendo cada vez más yactualmenteapenasseofreceeldinerotresauno.

—¡Ejem! —exclamó Holmes—. Es evidente que hay alguien que sabealgo.

Cuandonuestrocochesedetuvoenelespaciocerrado,cercadelatribunagrande,miréelprogramaparaverlasinscripciones.Decíaasí:

CopaWessex.

52soberanosc.u.,con1.000soberanosmás,paracaballosdecuatroydecincoaños.Segundo,300libras.Tercero,200libras.

Pistanueva(unamillaymilcienyardas).

1. The Negro, del señor Heath Newton (gorra encamada, chaquetillacanela).

2.Pugilist,delcoronelWardlaw(gorrarosa,chaquetillaazulynegra).

3.DesboroughdelordBackwater(gorraamarillaymangasídem).

4.SilverBlaze,delcoronelRoss(gorranegraychaquetillaroja).

5.Iris,delduquedeBalmoral(franjasamarillasynegras).

6.Rasper,delordSingleford(gorrapúrpuraymangasnegras).

—Borramos al otro caballo nuestro y hemos puesto todas nuestrasesperanzasenlapalabradeusted—dijoelcoronel—.¿Cómo?¿Quéocurre?¿SilverBlazefavorito?

—CincoacuatrocontraSilverBlaze—bramabaelring—.¡CincoacuatrocontraSilverBlaze!¡QuinceacincocontraDesborough!¡Cincoacuatroporcualquieradelosdemás!

—Yahanlevantadolosnúmeros—exclamé—.Figuranallílosseis.

—¡Losseis!Entoncesesquemicaballocorre—exclamóelcoronel,presadegranexcitación—.Peroyonoloveo.Miscoloresnohanpasado.

—Sólohanpasadohastaahoracincocaballos.Seráesequevieneahí.

Mientras yo hablaba salió del pesaje un fuerte caballo bayo y cruzó pordelante de nosotros al trotecito, llevando a sus espaldas los bien conocidoscoloresnegroyrojodelcoronel.

—Esenoesmicaballo—gritóelpropietario—.Eseanimalnotieneenel

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cuerpounsolocabelloblanco.¿Quéesloqueustedhahecho,señorHolmes?

—Bueno, bueno; vamos a ver cómo se porta —contestó mi amigo,imperturbable. Estuvo mirando al animal durante algunos minutos con misgemelosdecampo.Deprontogritó—:¡Estupendo!¡Magníficoarranque!Ahílostenemos,doblandolacurva.

Desdenuestrocochedesport losdivisamosdemaneramagníficacuandoavanzaban por la recta. Los seis caballosmarchaban tan juntos y apareadosque habría bastado una alfombra para cubrirlos a todos; pero amitad de larecta la saeta de Desborough perdió su fuerza, y el caballo del coronel,surgiendo al frente a galope, cruzó el poste de llegada, a unos seis cuerposdelantedesurival,mientrasqueIris,delduquedeBalmoral,llegabatercero,muyrezagado.

—Seacomosea,lacarreraesmía—jadeóelcoronel,pasándoselamanopor los ojos—. Confieso que no le veo al asunto ni pies ni cabeza. ¿No leparece,señorHolmes,queeshorayadequeusteddesveleelmisterio?

—Desde luego, coronel. Lo sabrá usted todo. Vamos juntos a echar unvistazo al caballo. Aquí lo tenemos —agregó cuando penetrábamos en elpesaje,recintoalquesólotienenaccesolospropietariosysusamigos—.Notieneusted sino lavarle la caray lapataconalcoholvínico,yverácómosetratadelmismoqueridoSilverBlazedesiempre.

—¡Medejaustedsinaliento!

—Me lo encontré en poder de un simulador, y me tomé la libertad dehacerlecorrertalycomomefueenviado.

—Mi querido señor, ha hecho usted prodigios. El aspecto del caballo esmuybueno.Ensuvidacorriómejor.Ledeboaustedmilexcusasporhaberpuesto en duda su habilidad. Me ha hecho un gran favor recuperando micaballo. Me lo haría usted todavía mayor si pudiera echarle el guante alasesinodeJohnStraker.

—Lohiceya—contestócontranquilidadHolmes.

Elcoronelyyolemiramosatónitos:

—¡Quelehaechadoustedelguante!¿Ydóndeestá?

—Estáaquí.

—¡Aquí!¿Dónde?

—Enesteinstanteestáenmicompañía.

Elcoronelsepusocoloradoeirritado,ydijo:

—SeñorHolmes, confieso cumplidamente que he contraído obligaciones

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conusted;peroesoquehadicho tengoquemirarloocomounmalchisteocomouninsulto.

SherlockHolmesseechóareír,ycontestó:

—Coronel,leaseguroqueenmodoalgunoheasociadoelnombredeustedconelcrimen.¡Elverdaderoasesinoestádetrásmismodeusted!

Holmesavanzóypusosumanosobreelrelucientecuellodelpurasangre.

—¡Elcaballo!—exclamamosaunaelcoronelyyo.

—Sí,elcaballo.Quizáaminoresuculpabilidadsilesdigoquelohizoendefensa propia, y que John Straker era un hombre totalmente indigno de laconfianzadeusted.Peroahísuenalacampana,ycomoyomepropongoganaralgún dinerillo en la próxima carrera, diferiré una explicación más extensaparaotromomentomásadecuado.

Aquellanoche,alregresarentrenaLondres,dispusimosdelrincóndeunpullmanparanosotros solos; creoque el viaje fue tanbrevepara el coronelRoss como para mí, porque lo pasamos escuchando el relato que nuestrocompañero nos hizo de lo ocurrido en las cuadras de entrenamiento deDartmoor,ellunesporlanoche,ydelosmediosdequesevalióparaaclararlo.

—Confieso—nosdijo—que todas lashipótesisqueyohabía formadoabasedelasnoticiasdelosperiódicosresultaroncompletamenteequivocadas.Sin embargo, había en esos relatos determinadas indicaciones, de no haberestado sobrecargadas con otros detalles que ocultaron su verdaderosignificado.MarchéaDevonshireconvencidodequeFitzroySimpsoneraelverdadero culpable, aunque, como es natural, me daba cuenta de que laspruebascontraélnoeran,nimuchomenos,completas.

Mientras íbamosencoche,ycuandoyaestábamosapuntode llegara lacasadelentrenador,semeocurriódeprontoloinmensamentesignificativodelcorderoensalsafuerte.Quizáustedesrecuerdenqueyoestabadistraído,yqueme quedé sentado cuando ya ustedes se apeaban. En ese instante measombraba,enmimente,dequehubierayopodidopasarporaltounapistatanclara.

—Pues yo—dijo el coronel— confieso que ni aun ahora comprendo enquépuedeservirnos.

—Fueelprimereslabóndemicadenaderazonamientos.Elopioenpolvonoes,enmodoalguno.sustanciainsípida.Susabornoesdesagradable,perosíperceptible.Dehaberlomezcladoconcualquierotroplato, lapersonaque lohubiesecomidolohabríadescubiertosinlamenorduda,yesprobablequenohubiese seguido comiendo. La salsa fuerte era exactamente el medio dedisimularesesabor.Estehombredesconocido,FitzroySimpson,nopodíaen

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modoalgunohaberinfluidoconlafamiliadelentrenadorparaquesesirvieseaquella noche esa clase de salsa, y llegaría a coincidencia monstruosa elsuponerqueesehombrehabíaido,provistodeopioenpolvo,lanochemismaenquecomíanunplatocapazdedisimularsusabor.Semejantecasonocabeen el pensamiento. Por consiguiente, Simpson queda eliminado del caso, ynuestraatenciónsecentrasobreStrakerysuesposa,quesonlasdospersonasde cuya voluntad ha podido depender el que esa noche se haya cenado enaquellacasacorderoconsalsafuerte.Elopiofueechadodespuésqueseapartólaporcióndestinadaalmozodecuadraquehacíalaguarda,porquelosdemásdelacasacomieronelmismoplatosinquesufrieranlasmalasconsecuencias.¿Quién,pues,delosdostuvoaccesoalplatosinquelacriadaleviera?

Antesdedecidirestacuestión,habíayocomprendido todoel significadoque tenía el silencio del perro, porque siempre ocurre que una deducciónexactasugiereotras.PorelincidentedeSimpsonmehabíaenteradodequeenlacasateníanunperro,y,sinembargo,eseperronohabíaladradoconfuerzasuficienteparadespertaralosdosmozosquedormíanenelaltillo,apesardequealguienhabíaentradoysehabía llevadouncaballo.Eraevidentequeelvisitantenocturnoerapersonaalaqueelperroconocíamucho.

Yoestabaconvencidoya,ocasiconvencido,dequeJohnStrakerhabíaidoalascuadrasenlomásprofundodelanocheyhabíasacadodeellasaSilverBlaze. ¿Con qué finalidad? Sin duda alguna que con una finalidad turbia,porque,deotromodo,¿paraquéibaasuministrarunadrogaestupefacienteasu propio mozo de cuadras? Pero yo no atinaba con qué finalidad podíahaberlo hecho. Antes de ahora se han dado casos de entrenadores que hanganado importantes sumas de dinero apostando contra sus propios caballos,por medio de agentes y recurriendo a fraudes para impedirles luego queganasenlacarrera.Unasvecesvaliéndosedeljockey,quesujetabaelcaballo.Otrasvecesrecurriendoamediosmássegurosymássutiles.¿Dequémediopensabaservirseenestaocasión?Yoesperabaencontrarensusbolsillosalgoquemeayudaseaformarunaconclusión.

Eso fue lo que ocurrió. Seguramente que ustedes no han olvidado elextraño cuchillo que se encontró en la mano del difunto, un cuchillo queningún hombre en su sano juicio habría elegido para arma. Según el doctorWatsonnosdijo,setratabadeunaformadecuchilloqueseempleaencirugíapara lamásdelicadade lasoperacionesconocidas.Tambiénesanoche ibaaserempleadopararealizarunaoperacióndelicada.Usted,coronelRoss,conlaamplia experiencia que posee en asuntos de carreras de caballos, tiene quesaberqueesposiblerealizarunaleveincisiónenlostendonesdelacorvadeun caballo, y que esa incisión se puede hacer subcutánea, sin que quedeabsolutamente ningún rastro. El caballo así operado sufre una pequeñísimacojera, que se atribuiría a un mal paso durante los entrenamientos o a un

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ataquedereumatismo,peronuncaaunaaccióndelictiva.

—¡Canallaymiserable!—exclamóelcoronel.

—Ahí tenemos la explicación de por qué John Straker quiso llevar elcaballoalpáramo.Unanimaldetalvivacidadhabríadespertadoseguramentealmásprofundodormilónenelmomentoenquesintieseelfilodelcuchillo.Eraabsolutamentenecesariooperaralairelibre.

—¡Heestado ciego!—exclamóel coronel—.Naturalmentequepara esoeraparaloquenecesitabaeltrozodevela,yporloqueencendióunacerilla.

—Sindudaalguna.Peroalhaceryoinventaríodelascosasqueteníaenlosbolsillos, tuve la suerte de descubrir, no sólo el método empleado para elcrimen,sinotambiénsusmóviles.

Como hombre de mundo que es, coronel, sabe que nadie lleva en susbolsillos las facturas pertenecientes a otras personas. Bastante tenemos lamayorpartedenosotrosconpagarlasnuestraspropias.DedujeenelactoqueStrakerllevabaunadoblevida,yquesosteníaunasegundacasa.Laíndoledela facturamedemostró que andabade pormedio unamujer, unamujer queteníagustoscaros.Aunqueesustedgenerosoconsuservidumbre,difícilmentepuedeesperarsequeunempleadosuyoestéencondicionesdecomprara sumujervestidosparacalledeveinteguineas.InterroguéalaseñoraStraker,sinque ella se diese cuenta, acerca de ese vestido.Seguroya de que ella no lohabía tenido nunca, toménota de la dirección de lamodista, convencido dequevisitándolaconlafotografíadeStrakerpodríadesembarazarmefácilmentedeaquelmitodelseñorDarbyshire.

Desdeesemomentoquedótodoclaro.Strakerhabíasacadoelcaballoylohabíallevadoaunahondonadaenlaquesuluzresultaríainvisibleparatodos.Simpson, al huir, había perdido la corbata, y Straker la recogió con algunaidea,quizáconladeatarlapatadelanimal.Unavezdentrodelahondonada,sesituódetrásdelcaballo,yencendiólaluz;peroaquél,asustadoporelsúbitoresplandor, y con el extraordinario instinto, propio de los animales, de quealgomaloselequeríahacer,largóunacoz,ylaherraduradeacerogolpeóaStrakerenplenafrente.Apesardelalluvia,Strakersehabíadespojadoyadesu impermeable para llevar a cabo su delicada tarea, y, al caer, su mismocuchillolehizouncorteenelmuslo.¿Meexplicoconclaridad?

—¡Asombroso!—exclamóelcoronel—.¡Asombroso!Parecequehubieraestadoustedallípresente.

—Confieso quemi último tiro fue de larguísimo alcance. Seme ocurrióqueunhombretanastutocomoStrakernoselanzaríaarealizaresadelicadaincisiónde tendonessinunpocodeprácticaprevia.¿Enquéanimalespodíaensayarse?Me fijé casualmente en las ovejas, e hice una pregunta que, con

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bastantesorpresamía,medemostróquemisuposicióneracorrecta.

—SeñorHolmes,hadejadoustedlascosascompletamenteclaras.

—AlregresaraLondres,visitéalamodista,yéstareconocióenelactoaStrakercornounodesusbuenosclientes, llamadoDarbyshire,que teníaunaesposamuyllamativaymuyaficionadaalosvestidoscaros.Estoysegurodeque estamujer lometió a él en deudas hasta la coronilla, y que por eso selanzóaestemiserablecomplot.

—Unasolacosanonoshaaclaradoustedtodavía—exclamóelcoronel—.¿Dóndeestabaelcaballo?

—¡Ah!El caballo se escapó, y unode sus convecinos cuidóde él.Creoque por ese lado debernos conceder una amnistía. Pero, si no estoyequivocado,estamosyaenelempalmedeClapham,yllegaremosalaestaciónVictoria antes de diez minutos. Coronel, si usted tiene ganas de fumar uncigarro en nuestras habitaciones, yo tendré mucho gusto en proporcionarlecualquierotrodetallequepuedadespertarsuinterés.

LACAJADECARTÓN

Al elegir unos cuantos casos típicos que ilustren las notables facultadesmentales de mi amigo Sherlock Holmes, he procurado, en la medida de loposible,queofrecieranelmínimodesensacionalismo,ya lavezunaampliamuestra de su talento. Sin embargo, es imposible, lamentablemente, separarporcompletolosensacionaldelocriminal,yelcronistaseveeneldilemadetenerquesacrificardetallesqueresultanesencialesensuexposición,dandodeese modo una impresión falsa del problema, o verse obligado a utilizarmaterialesquelacasualidad,ynosuelección,lehaproporcionado.Trasestebreve prefacio pasaré a exponer mis notas acerca de lo que constituyó unacadenadeacontecimientosextrañosyparticularmenteterribles.

Eraundíadeagostoyhacíauncalorabrasador.BakerStreetparecíaunhornoyelrelumbredelaluzdelsolalincidirsobrelosladrillosamarillosdelacasadelotro ladode lacalle lastimaba lavista.Costaba trabajocreerqueaquellos fuesen losmismosmurosque se erguían tan lóbregospor entre lasnieblasdelinvierno.

Habíamos bajado a medias las persianas y Holmes se había acurrucadoencima del sofá, leyendo una y otra vez una carta que había recibido en elcorreodelamañana.

En cuanto amí, los años de servicio en la Indiame habían habituado a

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soportar el calor mejor que el frío, y que el termómetro pasara de treintagradosnomesuponíadificultadalguna.Elperiódicodelamañananoofrecíaningunanoticiainteresante.ElParlamentohabíainterrumpidosussesiones.Sehabían ido todos de la ciudady yo añoraba los claros delNewForest o losguijarros de Southsea. Mi reducida cuenta bancaria me había obligado aposponerlasvacaciones,yencuantoamiacompañante,nielcamponielmarleatraíanlomásmínimo.Leencantabapermanecerenelmismocentrodondepululabancincomillonesdepersonas,extendiendosus filamentosypasandoporentreellas,receptivoalmáspequeñorumorosospechadealgúndelitosinesclarecer. El aprecio de la naturaleza no se encontraba entre sus muchasdotes, y sólo cambiaba de parecer cuando, en lugar de centrarse en unmalhechor de la capital, trataba de localizar a algún hermano suyo deprovincias.

ViendoqueHolmesestabademasiadoabstraídopara conversar,yohabíaechadoaunladoelinsulsoperiódicoy,reclinándomeenelsillón,mesumíenprofundasmeditaciones.Deprontolavozdemiacompañanteinterrumpióelcursodemispensamientos:

—Lleva usted razón,Watson. Parece una forma absurda de dirimir unadisputa.

—¡Delomásabsurda!-exclamé,ydepronto,comprendiendoqueHolmessehabíahechoecodelpensamientomásíntimodemialma,meincorporédelsillónylemiréperplejo.

—¿Cómo es eso, Holmes?—grité—. Supera todo cuanto pudiera haberimaginado.

Élseriodebuenaganaalobservarmiperplejidad.

—Recuerde usted—me dijo— que hace algún tiempo, cuando le leí elpasajedeunodelosrelatosdePoeenelqueunminuciosorazonadorsiguelospensamientosnoexpresadosdesucompañero,ustedsesintióinclinadoatratarel asunto como unmero tour de force del autor. Al advertirle que yo solíahaceresoconstantemente,ustedsemostróincrédulo.

—¡Oh,no!

—Talveznollegaraaexpresarloenpalabras,miqueridoWatson,perolohizo sin duda con las cejas.Demodo que cuando le vi tirar el periódico alsueloyponerseapensar,mealegrémuchodetenerlaoportunidaddeleerleelpensamiento, y finalmente de poder interrumpirlo, demostrando así micompenetraciónconusted.

Aquellonomeconvenciódeltodo.

—En el ejemplo que ustedme leyó—le dije— el razonador extrajo sus

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conclusionesbasándoseenlaactuacióndelhombrealqueobservaba.Simalno recuerdo, aquel hombre tropezó con un montón de piedras, miró haciaarribaa lasestrellas,etcétera.Yo,encambio,heestadosentadoenmisillóntranquilamente,portanto¿quépistashepodidodarle?

—Es usted injusto consigo mismo. Las facciones le han sido dadas alhombreparapoderexpresarsusemociones,ylassuyascumplenesecometidofielmente.

—¿Quiere usted decir que leyó en mis facciones el curso de mispensamientos?

—En sus facciones y sobre todo en sus ojos. ¿Es posible que no puedaustedrecordarcómocomenzaronsusensueños?

—No,nopuedo.

—Entoncesselodiréyo.Despuésdetiraralsueloelperiódico,actoqueatrajo mi atención hacia usted, estuvo sentado durante medio minuto conexpresión ausente. Luego sus ojos se clavaron en el retrato, recientementeenmarcado,delgeneralGordonyporlaalteracióndesurostrocomprendíquehabíavueltoasumirseensuspensamientos.Másesonolecondujomuylejos.Sus ojos contemplaron fugazmente el retrato sin marco de Henry WardBeecher,queestabaencimadesuslibros.Entoncesmiróustedhaciaarribaalapared,yeraobviodesdeluegoloqueesosignificaba.Ustedpensabaquesielretrato estuviera enmarcado cubriría exactamente ese espacio desnudo depared,yharíajuegoconelretratodeGordonqueallíestaba.

—¡Mehacomprendidoustedalasmilmaravillas!-exclaméyo.

—Hasta ahí era poco probable que me perdiera. Pero ahora suspensamientos volvieron a Beecher, y usted le miró con severidad como siestudiaraelsemblantedelpersonaje.Entoncesdejóusteddeentornarlosojos,aunque sin dejar de mirar, y su rostro se quedó pensativo. Estaba ustedrecordando los incidentes que jalonaron la carrera de Beecher. Me dabaperfectacuentadequeustednopodíahaceresosinpensaren lamisiónqueemprendió durante la Guerra Civil en favor del Norte, pues recuerdo queexpresósufervienteindignaciónporlamaneraenquefuerecibidoporlosmásturbulentos compatriotas nuestros. Lo sintió usted tanto que yo sabía que leseríaimposiblepensarenBeechersinacordarsetambiéndeeso.Cuando,pocodespués, vi que sus ojos se apartaron del retrato, sospeché que ahora volvíausted a pensar en laGuerra Civil y, cuando observé que apretaba usted loslabios, que sus ojos echaban chispas, y que apretaba los puños, tuve laseguridaddeque,enefecto,estabaustedpensandoenelheroísmodemostradoporambosbandosenaquellabatalla sincuartel.Peroentonces,denuevosurostro sepusomás tristeydioustedmuestrasdedesaprobación.Hizousted

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hincapiéenlatristeza,elhorrorylainútilpérdidadevidashumanas.Acercóusted la mano sigilosamente a su vieja herida y una sonrisa tembló en suslabios,locualmeindicóqueelaspectoridículodeestemétododedirimirlascuestiones internacionaleshabíaafectadoasumente.Enesemismo instanteestuve de acuerdo con usted en que aquello era absurdo y me alegrócomprobarquetodasmisdeduccioneshabíansidocorrectas.

—¡Sinlugaradudas!—dijeyo—.Yahoraquemelohaexplicadousted,confiesoseguirtanasombradocomoantes.

—Fueun trabajomuy superficial,mi queridoWatson, se lo aseguro.Nomehabríainmiscuidosiustednohubiesemostradociertaincredulidadelotrodía. Pero tengo ahora entremanos un pequeño problema que puede resultarmás difícil de resolver que este insignificante intento mío de leer elpensamiento.¿Nohavistoustedenelperiódicounbrevesueltoquealudealextraordinario contenido de un paquete enviado por correo a la señoritaCushing,deCrossStreet,enCroydon?

—No,novinada.

—¡Ah! Entonces se le debe haber pasado por alto. Tíremelo.Aquí está,debajodelacolumnafinanciera.¿Tendríalaamabilidaddeleerloenvozalta?

Recogíelperiódicoquemehabíavueltoalanzaryleíelsueltoindicado.

Setitulaba«UNPAQUETEMACABRO».

«La señorita SusanCushing, que vive enCross Street,Croydon, ha sidovíctima de lo que debe ser considerado como una broma particularmenterepugnante, a no ser que se le atribuya al incidente un significado mássiniestro.

Ayer, a las dos en punto de la tarde, el cartero le entregó un paquetito,envueltoenpapeldeestraza.Dentrohabíaunacajadecartón, llenade salgruesa. Al vaciarla, la señorita Cushing encontró horrorizada dos orejashumanas, recién cortadas aparentemente. La caja había sido enviada desdeBelfastlamañanaanterioratravésdelserviciodepaquetespostales.Nohayninguna indicación acerca del remitente, y el asunto resultamásmisteriosotodavíayaquelaseñoritaCushing,queessolteraytienecincuentaaños,hallevado una vida de lo más retirada, y tiene tan pocas amistades ocorresponsales, que es un raro acontecimiento para ella el recibir algo porcorreo. Hace unos años, sin embargo, cuando residía en Penge, alquilóalgunashabitacionesdesucasaatresjóvenesestudiantesdeMedicina,deloscuales se vio obligada a deshacerse a causa de sus hábitos ruidosos yconductairregular.LapolicíaesdelaopinióndequeesteultrajealaseñoritaCushing puede haber sido perpetrado por estos jóvenes, que le guardanrencoryesperabanasustarlaenviándoleestosrestosmortalesprocedentesde

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lassalasdedisección.

Prestaba cierta verosimilitud a esta teoría el hecho de que uno de estosestudiantesprocedíadeIrlandadelNortey,segúnteníaentendidolaseñoritaCushing, del propio Belfast. Mientras tanto, se está investigando el asuntodiligentementey sehaencargadoelcasoal señorLestrade,unode losmásperspicacesdetectivesdelapolicía».

—DejemosyaesteasuntodelDailyChronicle—dijoHolmescuandoyoacabé de leer—. Hablemos ahora de nuestro amigo Lestrade. Esta mañanarecibíunanotasuyaquedice:

«Creoqueestecasoencajamuybienensuespecialidad.Tenemosmuchasesperanzasdeaclararelasunto,perotopamosconlapequeñadificultaddenotenernadaenquebasarnos.Hemostelegrafiado,porsupuesto,alaoficinadecorreos de Belfast, pero aquel día fueron entregados una gran cantidad depaquetesynohubomaneradeidentificaraesteenparticular,odeacordarsedel remitente.La caja, de lasdemedia librade tabaconegro, tampoconosfacilitanada la identificación.Lahipótesisdelestudiantedemedicinasiguepareciéndome la más plausible, pero si usted dispusiera de unas cuantashoraslibresmealegraríamuchoverloporaquí.Estaréencasatodoeldíaoenlacomisaríadepolicía».

—¿Qué leparece,Watson? ¿Puedeusted sobreponerse al caloryvenirseconmigo a Croydon ante la remota posibilidad de un nuevo caso para susanales?

—Estabaimpacienteporhaceralgo.

—Lotendráentonces.Llameanuestrobotonesydígalequepidauncoche.Volveréenseguida,cuandomehayaquitadoelbatínyllenadomipetaca.

Mientras íbamos en el tren cayó un aguacero y por tanto enCroydon elcaloreramuchomenossofocantequeenlaciudad.Holmeshabíaenviadountelegrama, demodo queLestrade, tan enjuto, tan atildado, y tan husmeadorcomo siempre, nos esperaba en la estación.Un paseo de cincominutos noscondujohastaCrossStreet,donderesidíalaseñoritaCushing.

Eraunacallemuylargaconcasasdeladrillodedospisos,limpiasybiencuidadas, con sus peldaños de piedra blanqueada y en las puertas pequeñosgrupos de mujeres con delantal cotilleando. A medio camino Lestrade sedetuvoy llamóaunade laspuertas,queabrióuna jovencriada.LaseñoritaCushingestaba sentadaenel salón,alquenoshizopasar.Eraunamujerderostroapacible,ojosgrandesydulces,ypeloentrecanoquesecurvabasobreambassienes.Unrecargadoantimacasaryacíasobresuregazoyjuntoaella,encimadeuntaburete,habíaunacestadesedasdecolores.

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—Esas cosashorribles están en ladependencia anexa—dijo ella cuandoentróLestrade—.Megustaríaqueselasllevara.

—Esoharé,señoritaCushing.Lasguardéahíhastaquemiamigo,elseñorHolmes,lashubieravistoensupresencia.

—¿Porquéenmípresencia,señor?

—Porsideseabahacerleaustedalgunapregunta.

—¿Paraquéibaahacermepreguntassiledigoquenosénadaenabsolutoacercadelasunto?

—Enefecto,señora—dijoHolmesconvoztranquilizadora—.Notengolamenordudadequeyalahanmolestadobastanteacercadeesteasunto.

—Yalocreo, señor.Soyunamujerdiscretay llevounavida retirada.Esalgonuevoparamíelverminombreen losperiódicosya lapolicía enmicasa.No quiero tener aquí esas cosas, señorLestrade. Si usted desea verlastienequeiraladependenciaanexa.

Eraunpequeñocobertizoenelangostojardínqueseextendíapordetrásdelacasa.Lestradeentróenélysacóunacajaamarilladecartón,unpedazodepapel de estraza y un cordel. Había un banco al final del sendero y nossentamosallímientrasHolmesexaminaba,unoauno,losobjetosqueLestradelehabíaentregado.

—Elcordelessumamenteinteresante—observó,poniéndoloacontraluzyoliéndolo—.¿Quéleparece,Lestrade?

—Quehasidoembreado.

—Exactamente. Es un trozo de bramante embreado. Sin duda habráobservadoquelaseñoritaCushinghacortadolacuerdaconunastijeras,comopuedeconjeturarseporsusdosextremosdeshilachados.Esoesimportante.

—Noveosuimportancia—dijoLestrade.

—Laimportanciaradicaenelhechodequeelnudolohandejadointactoyquesetratadeunnudodeuntipoespecial.

—Está hecho muy hábilmente. Ya me había dado cuenta de eso—dijoLestradeconsuficiencia.

—Dejemosyaelcordel,entonces—dijoHolmes,sonriendo—,ypasemosa laenvolturade lacaja.Papeldeestraza,conun inconfundibleoloracafé.¿Cómo,nolonotóusted?Creoquenopuedehaberlamenordudaalrespecto.Ladirecciónestáescritaconletrabastantedescuidada:«SeñoritaS.Cushing,Cross Street, Croydon». Está hecha con una pluma de punta gruesa,probablemente una J, y con tinta de muy escasa calidad. La palabra

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«Croydon»fueescritaalprincipiocon«i»,queluegosetransformóen«y».Elpaquete fue enviado, pues, por un hombre —la tipografía es claramentemasculina— de escasa educación y que no conoce la ciudad de Croydon.¡Hasta aquí, todobien!La caja es amarilla, de las demedia libra de tabaconegro,sinnadacaracterísticosalvo lashuellasdedospulgaresen laesquinaizquierda del fondo. Está llena de ese tipo de sal gruesa que se utiliza parapreservar el cuero y para otros usos comerciales más ordinarios. Y en ellaestánincrustadosesosobjetostansingulares.

Mientras hablaba sacó las dos orejas y, poniendo una tabla sobre susrodillas, las examinó minuciosamente, mientras Lestrade y yo, inclinadoshacia delante uno a cada lado de él, mirábamos alternativamente a esosespantososrestosyalrostropensativoyanhelantedenuestrocompañero.Porfin las devolvió otra vez a la caja y se sentó un rato, absorto en profundameditación.

—Habráobservadousted,naturalmente—dijoporfin—,quelasorejasnoformanpareja.

—Sí,mehedadocuentadeeso.Perosifueraunabromahechaporalgunosestudiantesconaccesoa lassalasdedisección, igualdefácil leshabríasidoenviarunpardeorejasdeunamismapersonaquedosorejasdesparejadas.

—Exactamente.Peronosetratadeunabroma.

—¿Estáustedsegurodeeso?

—La presunción en contra es muy sólida. En las salas de disección seinyecta a los cadáveres un fluido conservante. Estas orejas no muestran nirastro de ese fluido. Son recientes además. Han sido cortadas con uninstrumentoembotado,loquedifícilmentehabríaocurridosilohubierahechoun estudiante.Además, a cualquiermentalidadmédica se le habría ocurridoutilizar ácido fénico o alcohol rectificado como conservante y de ningunamanera sal gruesa.Repito que este caso no se trata de una broma, sino queestamosinvestigandoungravecrimen.

Unimprecisoescalofríomecorrióporelcuerpoalescucharlaspalabrasdemicompañeroycomprobar la sombríacircunspecciónquehabíaendurecidosusemblante.Estebrutalpreliminarparecíaanunciarlaproximidaddealgúnextraño e inexplicable horror. Lestrade, sin embargo, dio muestras dedesaprobacióncomosinoestuvieraconvencidodeltodo.

—Sindudasepuedenponer reparosa lahipótesisde labroma—dijo—,peroexistenrazonestodavíamásfuertesencontradelaotrateoría.Sabemosque esta mujer ha llevado una vida discreta y respetable en Penge y aquídurantelosúltimosveinteaños.Apenashaestadoausentedesucasaunsolodíaen todoese tiempo.¿Porquédemonios,por tanto, ibaaenviarleningún

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criminallaspruebasdesudelito,sobretodosicomoparece,amenosqueseaunaconsumadaactriz,sabetanpococomonosotrosdelasunto?

—Eseeselproblemaquetenemosqueresolver—respondióHolmes—,ypor loqueamíserefiere,mepondrémanosa laobra,con lapresuncióndequemirazonamientoescorrectoyquesehacometidoundobleasesinato.Unade estas orejas es demujer, pequeña, delicadamentemodelada, y perforadapara llevar un pendiente. La otra es de hombre, bronceada, amarillenta yperforada tambiénpara llevarunpendiente.Supongoqueestasdospersonashan muerto, pues en caso contrario ya hace tiempo que nos habríamosenteradodeloquelessucedió.Hoyesviernes.Elpaquetefueechadoalcorreoel jueves por la mañana. La tragedia ocurrió, por lo tanto, el martes o elmiércoles,oinclusoantes.Silasdospersonasfueronasesinadas,¿quiénsinosu asesino pudo enviar esa muestra de su delito a la señorita Cushing?Podemos suponer que el remitente del paquete es el hombre que buscamos.Pero debió de tener algún motivo poderoso para enviar este paquete a laseñorita Cushing. ¿Cuál fue, pues, ese motivo? Debe de haber sido paracomunicarle¡quésehabíacometidodichodelito!,otalvezparahacerlasufrir.Masenesecasoelladebíasaberdequiénsetrataba.¿Losabía,realmente?Lodudo.Si lo hubiera sabido, ¿por qué iba a llamar a la policía?Podría haberenterradolasorejas,ynadiesehubieraenterado.Esoesloquehabríahechosihubiese querido proteger al criminal. Pero si no quería protegerlo, habríacomunicadosunombre.Heaquíunenredoqueesprecisoresolver.

Se había expresado en voz alta, con suma rapidez,mirando al vacío porencima de la valla del jardín, pero inmediatamente se puso en pie de unenérgicosaltoyechóaandarendirecciónalacasa.

—TengoquehacerlealgunaspreguntasalaseñoritaCushing—dijo.

—En tal caso, sime lo permite, yomemarcho—dijo Lestrade—, puestengoentremanosotro asuntillo.Creoquenohaynadamásque la señoritaCushingpuedacontarme.Meencontraránenlacomisaríadepolicía.

—Pasaremosaverledecaminoalaestación—respondióHolmes.

Pocodespuésélyyoregresamosalsalón,dondelaimpasibledamaseguíatrabajando tranquilamente en su antimacasar. Al entrar nosotros lo pusoencima de su regazo y nos miró con sus ojos azules, de mirada franca ypenetrante.

—Estoyconvencida,señor—dijo—,dequeentodoesteasuntohayalgúnerror,queelpaquetenoibadirigidoamí.SelohedichovariasvecesaestecaballerodeScotlandYard,peroélseríedemí.Notengoningúnenemigoenelmundo,queyosepa,demodoque¿porquéibaagastarmenadiesemejantebroma?

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—Empiezo a ser de lamisma opinión, señoritaCushing—dijoHolmes,tomandoasientoasulado—.Creoqueesmásqueprobable...

Hizounapausay,almiraramialrededor,mesorprendióverqueteníalosojos clavados con singular atención en el perfil de la dama. Por un instantepudo leerse en su rostro anhelante sorpresa y satisfacción almismo tiempo,aunque cuando ella miró en torno para averiguar el motivo de su silencio,Holmesestabadenuevotanseriocomosiempre.Yomiréfijamentesuslisoscabellosentrecanos,suelegante tocado,suspequeñospendientesdeoro,susplácidasfacciones;peronopudevernadaquejustificaralaevidenteagitacióndemicompañero.

—Quedanunaodospreguntas...

—¡Estoyhartadepreguntas!—gritólaseñoritaCushingconimpaciencia.

—Ustedtienedoshermanas,segúncreo.

—¿Cómopuedesabereso?

—Nadamásentrarenlahabitaciónobservéquetieneencimadelarepisadelachimeneaunafotografíadeungrupodetresdamas,unadelascualesesustedmisma indudablemente,mientras que las otras dos se le parecen tantoquenoesposibledudardelparentesco.

—Sí,llevaustedrazón.EsassonmishermanasSarahyMary.

—Yaquí,alalcancedelamano,hayotroretrato,tomadoenLiverpool,desuhermanapequeña,encompañíadeunhombrequepareceuncamarerodebarco, a juzgar por su uniforme.Observo que entonces todavía no se habíacasado.

—Esustedunobservadormuyrápido.

—Esmioficio.

—Bueno, una vez más lleva usted razón. Pero se casó con el señorBrownerunosdíasdespués.Cuandofuetomadalafotografíaéltrabajabaenlacompañía South América, pero quería tanto a mi hermana que no pudosoportareltenerqueabandonarlaportantotiempoyseenrolóenlalíneaquecubríaLondresyLiverpool.

—¿TalvezenelConqueror?

—No,enelMayDay, segúnmisúltimasnoticias. Jimvinoavermeunavez. Eso fue antes de romper las relaciones; pero después, siempre quedesembarcaba se daba a la bebida, y bastaba que bebiese un poco paravolverse locodeatar. ¡Ay,aciagodíaaquelenquevolvióa tomarunacopa!Enprimerlugarseolvidódemí,luegosepeleóconSarah,yahoraqueMaryhadejadodeescribirnosnosabemoscómolesvanlascosas.

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EraevidentequelaseñoritaCushinghabíatocadountemaquelaafectabaprofundamente.Como lamayoríade lagenteque llevaunavidasolitaria,alprincipiosemostrabatímida,peroconeltiempollegabaaserextremadamentecomunicativa.

Nos contómuchos detalles de su cuñado el camarero de barco, y luego,desviándose hacia el tema de sus antiguos huéspedes, los estudiantes demedicina,noshizounextensorelatodesusfechoríasynosdiosusnombresyapellidos así como los hospitales en donde trabajaban.Holmes escuchó conatención,terciandodevezencuandoconalgunapregunta.

—Con respecto a su segunda hermana, Sarah—dijo él—,me sorprendeque,siendolasdossolteras,novivanjuntas.

—¡Ay!,siustedconocieraelmalgeniodeSarahdejaríadesorprenderse.LointentécuandovineaCroydon,yvivimosjuntashastahacedosmeses,enque tuvimos que separarnos. No quiero decir nada en contra de mi propiahermana,perolociertoesqueSarahsiemprehasidounaentrometidaymuydifícildecomplacer.

—DiceustedqueellasepeleóconsusparientesdeLiverpool.

—Sí, aunque hubo un tiempo en que fueron los mejores amigos. Condecirlequesefueavivirallíparaestarcercadeellos.Yahora,cuandohablade Jim Browner, no encuentra palabras lo bastante duras. Los últimos seismesesquepasóallínohablabadeotracosaquedelomuchoqueélbebíaydesus modales. Tengo la impresión de que debió de sorprender algunaintromisiónsuya,yledijocuatroverdades.Asífuecomoempezólacosa.

—Gracias,señoritaCushing—dijoHolmes, levantándoseyhaciendounareverencia—. Creo que me dijo usted que su hermana Sarah vive en NewStreet, Wallington, ¿no es cierto? Adiós, y siento mucho que la hayanmolestadopor un caso con el que, comousted dice, no tiene absolutamentenadaquever.

CuandosalíamospasóuncocheyHolmeslollamó.

—¿AquédistanciaestáWallington?

—Másomenosaunamilla,señor.

—Muybien.Suba,Watson.Ahierrocaliente,batirderepente.Aunqueelcasoessencillo,hayunoodosdetallesmuyinstructivosrelacionadosconél.Cochero,deténgasecuandopasepordelantedeunaoficinadetelégrafos.

Holmesenvióuntelegramabreveyduranteelrestodeltrayectoserecostóenelasiento,conelsombreroinclinadosobrelanarizparaimpedirqueelsolledieraenelrostro.Nuestrococherosedetuvodelantedeunacasaquenosediferenciaba apenas de la que acabábamos de abandonar. Mi compañero le

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ordenó que esperase, y ya tenía el llamador en lamano cuando se abrió lapuertayuncaballerojovenyserio,vestidodenegroyconunsombreromuylustroso,aparecióenelumbral.

—¿EstáencasalaseñoritaCushing?—preguntóHolmes.

—LaseñoritaSarahCushingestágravementeenferma—dijoel joven—.Desdeayerpadece síntomasmuygravesdemeningitis.Comomédico suyo,nopuedoasumirdeningunamaneralaresponsabilidaddepermitirquenadielavisite.Yolerecomendaríaquevolvieradentrodediezdías.

Sepusolosguantes,cerrólapuertaysefuecalleabajo.

—Bueno,loquenosepuede,nosepuede—dijoHolmesjovialmente.

—Esposiblequenopudiera,niquisiera,decirlemucho.

—Yonoqueríaquemedijeranada.Sólodeseabaverla.Sinembargo,creotener todo lo que quiero. Cochero, llévenos a algún hotel decente, dondepodamos almorzar algo. Después nos dejaremos caer por la comisaría depolicíaparaveranuestroamigoLestrade.

Tomamosunaagradablecomida juntos,durante lacualHolmesnohablómás que de violines, refiriéndome con gran júbilo cómohabía comprado supropio Stradivarius, que valía por lo menos quinientas guineas, a unchamarilero judío deTottenhamCourtRoadpor cincuenta y cinco chelines.EsolellevóaPaganini,yduranteunahoraestuvimosdelantedeunabotelladeclaretemientrasélmecontabaanécdotasymásanécdotasdeaquelhombreextraordinario. Cuando llegamos a la comisaría la tarde estaba ya muyavanzadayladeslumbradoraycálidaluzsehabíaatenuadohastaconvertirseenunsuaveresplandor.Lestradenosesperabaenlapuerta.

—Hayuntelegramaparausted,señorHolmes—dijo.

—¡Ajá!¡Ahíestálarespuesta!—abrióeltelegrama,leechóunvistazoy,estrujándolo,selometióenelbolsillo—.Todovabien—dijo.

—¿Hadescubiertoustedalgo?

—¡Lohedescubiertotodo!

—¡Cómo!—Lestradelemiróasombrado—.Estáustedbromeando.

—Jamás hablémás en serio en todami vida. Se ha cometido un crimenespantosoycreohaberpuestoyaaldescubiertotodossuspormenores.

—¿Yelcriminal?

Holmes garabateó unas cuantas palabras en el reverso de una de sustarjetasdevisitayselaarrojóaLestrade.

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—Ahítienesunombre—dijo—.Nopodráarrestarlohastamañanaporlanoche comomuy pronto. Preferiría que nomencionara ustedmi nombre enrelaciónconelcaso,yaquedeseoquenomeasocienmásqueconaquelloscrímenescuyasoluciónpresentealgunadificultad.Vamos,Watson.

Se fueron a grandes zancadas hacia la estación, dejando a LestrademirandotodavíaconcarasatisfechalatarjetaqueHolmeslehabíaarrojado.

—Este es un caso —dijo Sherlock Holmes esa noche mientrascharlábamos y nos fumábamos sendos cigarros en nuestras habitaciones deBakerStreet—enelque, comoen las investigacionesqueustedhadescritobajo los títulos «Un estudio en escarlata» y «El signo de los cuatro», noshemosvisto obligados a razonar al revés, de los efectos a las causas.Leheescrito a Lestrade pidiéndole que nos proporcione los detalles que aún nosfaltan, los cuales sólo conseguirá cuando haya puesto a buen recaudo a suhombre.Sintemoraequivocarsesepuedeconfiarenél,pues,auncareciendoporcompletoderaciocinio,encuantocomprendequéesloquetienequehacerestantenazcomounbulldog,yestatenacidadesrealmenteloquelehahechoascenderdentrodeScotlandYard.

—¿Entonceselcasonoestáconcluidotodavía?—pregunté.

—En sus puntos fundamentales lo está realmente. Sabemos quién es elautordelrepugnanteasunto,aunqueunadelasvíctimassenosescapetodavía.Claroqueustedtambiénhabrásacadosuspropiasconclusiones.

—Supongo que el hombre del que usted sospecha es Jim Browner,camarerodeunodelosbarcosdeLiverpool.

—¡Oh!,esmásqueunasospecha.

—Puesyonoaprecionadasalvovagosindicios.

—Para mí, por el contrario, no puede estar más claro. Repasemos losprincipales pasos dados hasta ahora. Abordamos el caso, como ustedrecordará, con la mente completamente en blanco, lo cual es siempre unaventaja. No habíamos concebido teoría alguna. Nos habíamos limitado aobservaryasacarconclusionesapartirdenuestrasobservaciones.¿Quéfueloprimeroquevimos?

«Unarespetableyapacibledama,queparecíaajenaacualquiersecreto,yunretratoquemerevelóqueellateníadoshermanasmásjóvenes.Alinstantese me ocurrió la idea de que la caja podía estar destinada a una de ellas.Desechélaideahastapoderrefutarlaoconfirmarlasinprisas.Luegofuimosaljardín, como usted recordará, y vimos el extraño contenido de la cajitaamarilla.

«Lacuerdaeradeesasqueutilizanlosvelerosabordodelosbarcosyen

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seguidatodoelasuntomeolióacosademar.Cuandoobservéqueelnudoerade un tipo muy frecuente entre los marineros, que el paquete había sidoenviadodesdeunpuerto,yquelaorejadelvarónestabaperforadaparallevarunpendiente,locualesmuchomáscorrienteentregentedemarquedetierrafirme, tuve la certeza de que íbamos a encontrar a todos los actores de estatragediaentrelamarinería.

«Cuando me puse a examinar la dirección del paquete observé que ibadirigido a la señoritaS.Cushing.Ahorabien, la hermanamayor se llamabatambién,porsupuesto,señoritaCushing,yaunquesuinicialeraasimismounaS,lomismopodíaperteneceracualquieradelasotras.Entalcasodeberíamoshabercomenzadonuestrainvestigaciónpartiendodeunabasecompletamentenueva.Porconsiguienteentréenlacasaconlaintencióndeaclararestepunto.EstabaapuntodeaseguraralaseñoritaCushingmiconvencimientodequesehabíacometidounaequivocacióncuando,comousted recordará,meparéenseco.Laverdadesqueacababadeveralgoquemellenódesorpresayquealavezlimitabaenormementeelcampodenuestrapesquisa.

«Watson, usted es consciente, como médico, de que no hay parte delcuerpo humano que varíe tanto de un individuo a otro como la oreja.Cadaorejaes,porreglageneral,completamenteinconfundibleydifieredetodaslasdemás. En el Anthropological Journal del año pasado encontrará usted dosbrevesmonografíassobreeltema,escritaspormí.Porconsiguiente,yohabíaexaminado las orejas de la caja con ojos de experto, yme había fijado condetenimiento en sus peculiaridades anatómicas. Imagine, pues, mi sorpresacuando al mirar a la señorita Cushing me di cuenta de que su oreja secorrespondía exactamente con el apéndice de mujer que yo acababa deinspeccionar. No podía tratarse de una coincidencia. Presentaba el mismoacortamiento del pabellón, la misma curva amplia del lóbulo superior, lamismacircunvolucióndelcartílagointerno.Eraenesencialamismaoreja.

«Desde luego comprendí inmediatamente la enorme importancia deaquella observación.Era evidente que la víctima tenía algún parentesco conella, probablementemuy cercano. Empecé a hablarle de su familia y, comousted recordará, en seguida nos proporcionó algunos detalles sumamentevaliosos.

«En primer lugar, su hermana se llamaba Sarah y hasta hacemuy pocotiemposudirecciónera lamisma,demodoqueerabastanteevidentequesehabíaproducidounerrorypodíafigurarseunoaquiénibadirigidoenrealidadelpaquete.

«Luegotuvimosnoticiasdeesecamarero,casadoconlatercerahermana,ynosenteramosdequeenun tiempotuvotal intimidadconlaseñoritaSarah,queestasetrasladóaLiverpoolparaestarcercadelosBrowner,aunqueuna

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posterior pelea los había separado. Esta pelea había interrumpido cualquierclase de comunicación entre ellos durante varios meses, de modo que siBrowner hubiese querido enviar un paquete a la señorita Sarah,indudablementelohabríahechoasuantiguadirección.

«El asunto comenzaba ahora a resolverse a las mil maravillas. Noshabíamosenteradodelaexistenciadeesecamarero,unhombreimpulsivo,yapasionado—recuerdequedejóunempleo,aparentementemuchomejorparaestar cerca de su esposa—, propenso también a ocasionales excesos con labebida.Teníamosmotivosparacreerquesuesposahabíasidoasesinada,yqueun hombre —presumiblemente marinero— había sido asesinado al mismotiempo.Enseguidapensamosenlosceloscomomóvildelcrimen.Pero¿porqué enviaron a la señorita Sarah Cushing esas pruebas del delito?ProbablementeporquedurantesuestanciaenLiverpoolellahabíatenidoalgoqueverconqueseprodujeranlossucesosquedesembocaronentragedia.Nosé si habrá notado que esa líneamarítima hace escala en Belfast, Dublín yWaterford;demodoque,suponiendoqueBrownerhubieracometidoeldelito,yquesehubieseembarcadoinmediatamenteensuvapor,elMayDay,Belfastseríaelprimerlugardesdeelquepodríaenviarporcorreoelterriblepaquete.

«Aestasalturaseratambiénposibleunasegundasolución,yaunqueamímeparecíasumamente improbable,decidíaclararlaantesdeseguiradelante.UnamanterechazadopodíahabermatadoalseñorylaseñoraBrowner,ylaoreja de varón podría haber pertenecido al marido. Podían ponerse seriosreparosaesta teoría,peroeraconcebible.Por tantoenviéun telegramaamiamigoAlgar,delapolicíadeLiverpool,ylepedíqueaveriguasesilaseñoraBrownerestabaencasa,y si elmaridohabíapartidoenelMayDay.LuegoseguimoshastaWallingtonparavisitaralaseñoritaSarah.

«Teníacuriosidad,enprimerlugar,porcomprobarhastaquépuntosehabíareproducido en ella el tipo de oreja de la familia. Además podíaproporcionarnos,desdeluego,informacióndevitalimportancia,sibiennomesentíademasiadooptimistaal respecto.Debedehaberseenteradodelsucesodeldíaanterior,yaqueenCroydonnosehabladeotracosa,ysóloellapodíasaberaquiénibadestinadoelpaquete.Sihubieseestadodispuestaaayudarala justiciaprobablemente sehabríapuestoyaencontactocon lapolicía.Sinembargo, era deber nuestro verla, evidentemente, de modo que fuimos avisitarla. Comprobamos que la noticia de la llegada del paquete—pues suenfermedaddatabadeesas fechas— lehabíaproducido tal impresiónque leprovocómeningitis.Estabamásclaroquenuncaqueellahabíacomprendidotoda su importancia, pero también era igual de claro que tendríamos queesperaralgúntiempoparaobtenerdeellacualquiertipodeayuda.

«Sin embargo, la verdad es que no dependíamos de su ayuda. Lasrespuestas a nuestras pesquisas nos esperaban en la comisaría de policía, a

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cuya dirección ordené a Algar que las enviara. Nada podía ser másconcluyente.LacasadelaseñoraBrownerllevabamásdetresdíascerrada,ylas vecinas opinaban que ella se había marchado al sur para visitar a susparientes. Se había comprobado en las oficinas de la compañía naviera queBrowner había zarpado en el May Day, y yo calculo que debe llegar alTámesismañanaporlanoche.CuandolleguesaldráasuencuentroelobtusoaunqueresueltoLestrade,ynotengolamenordudadequenospondremosalcorrientedelosdetallesquenosfaltan.

LasexpectativasdeSherlockHolmesnoquedarondefraudadas.Dosdíasmás tarde recibió un sobre voluminoso, que contenía unmensaje breve deldetectiveyundocumentoescrito amáquina,queocupabavariaspáginasdepapeldeoficio.

—Lestrade lo atrapó sin problemas. Tal vez le interese escuchar lo quedice.

«MiqueridoseñorHolmes:

De conformidad con el plan que nos habíamos trazado para comprobarnuestras teorías (el «nos» me parece admirable, ¿verdad Watson?), fui alMuelleAlbertayeralasseisdelamañanaysubíabordodelMayDay,quepertenece a la Liverpool, Dublín & London Steam Packet Company. AlsolicitarinformaciónaverigüéquehabíaabordouncamarerollamadoJamesBrowner,elcualsehabíacomportadoduranteelviajedemanerataninsólitaque el capitán se había visto obligado a relevarlo de sus obligaciones. Albajar a su camarote lo encontré sentado encima de un cofre con la cabezahundidaentrelasmanos,meciéndosedeunladoparaotro.Esuntipograndey fuerte, bien afeitado ymuymoreno; algo parecido aAldridge, el que nosayudóenelasuntodelafalsalavandería.Selevantódeunsaltoalenterarsedelmotivodemivisita.Yoteníayaelsilbatoenloslabiosparallamaraunapareja de la policía fluvial, quehabíaa la vuelta de la esquina, pero él noparecíateneránimosyalargólasmanoslosuficienteparaquelepusieralasesposas. Lo llevamos a una celda, y a su cofre también, pues creíamos quepodíahaberensuinterioralgoqueleincriminara;peronoencontramosnadaaexcepcióndeungrancuchilloafilado,comoelquesuelenllevarlamayoríadelosmarineros.

Sinembargo,nonoshacenfaltamáspruebas,puescuandolollevamosalacomisaríapidióalinspectorhacerunadeclaración,lacualfuetomada,porsupuesto,pornuestrotaquígrafosegúnélibadictándola.Sacamostrescopiasmecanografiadas,unade lascuales le incluyo.Elasunto,comoyopensaba,ha resultado ser sumamente sencillo, pero le estoy muy agradecido porayudarmeenmiinvestigación.Lesaludaatentamente,

G.Lestrade»

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—¡Ejem!Lainvestigaciónfue,enefecto,muysencilla—observóHolmes—,peronocreoqueesefuerasuparecercuandonosllamóensuayuda.Noobstante,veamosloqueJimBrowner tienequedecirensufavor.Estaessudeclaración,talcomolahizoanteelinspectorMontgomeryenlacomisaríadepolicíadeShadwell,ytienelaventajadeserliteral.

«¿Qué si tengo algo que decir? Claro que sí, tengo mucho que decir.Quiero confesarlo todo. Pueden ustedes ahorcarme, o dejarme en paz. Meimportaunbledo loquemehagan, les aseguroquenohepegadoojodesdequehiceaquello,ynocreoquevuelvanuncamásahacerlohastasuperarestavigilia.Avecesveoelrostrodeél,perosobretodoeldeella.Siempretengoantemíunouotro.Élmemiraconseveridadyodioy,porelcontrario,ellatieneenelrostrounaexpresióncomodesorpresa.¡Ay,pobrecriatura!Noesraroquesesorprendieraalleersusentenciademuerteenunrostroenelqueantescasinuncahabíavistootracosaqueamorhaciaella.

PerolaculpafuedeSarah,¡yojalálamaldicióndeunhombredestrozadoarruinesuvidayhagaqueselepudralasangreenlasvenas!Noesquequierajustificarme.Séquevolvíaentregarmealabebida,puessoyunbestia.Peroellame habría perdonado; se habríamantenido unida amí tan íntimamentecomoelcaboalmotón,siesamujernohubierapuestolospiesennuestracasa.PuesSarahCushingmeamaba—eseeselorigendetodoelasunto—,meamóhastaquetodoeseamorsetransformóenunodioperniciosocuandoseenteródequeyodabamásimportanciaalahuellademiesposaenelbarroqueasupropiocuerpoyalma.

Entotalerantreshermanas.Lamayoreraunabuenamujerfrancamente,lasegundaundemonio,y la terceraunángel.Sarah tenía treintay tresaños,yMaryveintinuevecuandomecaséconella.Cuandonosfuimosavivirjuntoséramosfelicesatodashorasdeldía,yentodoLiverpoolnohabíamejormujerquemiMary.

PorconsiguienteinvitamosaSarahapasarunasemanaconnosotros,ylasemanaseconvirtióenunmes,yunacosallevóa laotra,hastaqueellafueunamásentrenosotros.

En aquella época yo llevaba la cinta azul de la liga de los abstemios;ahorrábamos algo de dinero y todo resplandecía como un dólar nuevo. ¡PorDios Santo! ¿Quién demonios habría pensado que todo iba a terminar así?¿Quiéndemonioslohubieraimaginado?

Con frecuencia solía volver a casa los fines de semana, y a veces, si elbarco se retrasaba a causa del cargamento, pasaba allí toda una semana; deestamaneratuveocasióndetratarbastanteamicuñadaSarah.Eraunamujeradmirable,alta,morena,agudayviolenta,altanera,yconunbrilloenlosojoscomo chispa de pedernal. Pero en presencia de la pequeña Mary nunca

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pensabaenSarah,yesolojuroaligualqueesperoqueDiosseapiadedemí.

A veces me parecía que ella deseaba quedarse a solas conmigo, oengatusarme para que diera un paseo con ella, aunque yo nunca pensararealmente en eso.Perounanoche seme abrieron losojos.Habíavueltodelbarco yme encontré con quemi esposa había salido y en casa sólo estabaSarah.«DóndeestáMary»,lepregunté.«Haidoapagarunascuentas.»Yoibay venía por la habitación impaciente. «Jim, ¿es que no puedes ser feliz sinMarynisiquieracincominutos?»,medijoella.«Noesningúnhalagoparamíque no te contentes conmi compañía por tan poco tiempo.» «Llevas razón,muchacha», le dije yo, tendiéndole la mano de manera afectuosa.Inmediatamente ella la cogió entre las suyas, que ardían como si tuviesefiebre.Lamiréalosojosyloleítodoenellos.Nolehacíafaltahablar,niamítampoco. Fruncí el ceño y retiré la mano. Durante un rato ella permaneciójuntoamíensilencio,luegolevantólamanoymediounaspalmaditasenelhombro.

«¡Cálmate, Jim!», me dijo, y salió corriendo de la habitación con unaespeciederisaburlona.

Pues bien, desde entoncesSarahmeodió con todo su corazóny toda sualma, y es mujer que sabe odiar. Fui un tonto —un redomado tonto—permitiendo que se quedara con nosotros, pero no le dije a Mary ni unapalabra,puessabíaqueesolaapenaría.Lascosassiguieronigual,peroalcabode un tiempo empecé a notar un ligero cambio en la propiaMary. Siemprehabía sido muy confiada e inocente, pero ahora se volvió rara y suspicaz,queriendo saber dónde había estadoyo y qué había hecho, a quién escribía,quéllevabaenlosbolsillos,yotrasmilinsensatecesporelestilo.Díaadíasevolvía más rara y más irritable, y tuvimos incesantes riñas por nada. Todoaquello me tenía bastante desconcertado. Sarah me evitaba, aunque ella yMary eran inseparables. Ahora me doy cuenta de que estaba intrigando,tramando y envenenando la mente de mi esposa en contra de mí; pero yoestaba tanciegoentoncesquenopodíaentenderlo.Entonces rompímicintaazulyempecéabeberdenuevo,perocreoquenohabríaactuadoasísiMaryhubiese sido la misma de siempre. Ahora tenía algún motivo para estardisgustadaconmigo,ylabrechaentrenosotrosempezóaensancharsecadavezmás.FueentoncescuandoseinmiscuyóesetalAlecFairbairnylascosassevolvieronmuchomásaciagas.

La primera vez que vino a casa fue para ver a Sarah, pero en seguidaextendiósusvisitas tambiénamí,pueseraunhombreencantador,quehacíaamigos dondequiera que fuese. Era un tipo apuesto, fanfarrón, ingenioso ytortuoso, que había recorrido medio mundo y sabía hablar de lo que habíavisto.Eraunbuenacompañante,nolonegaré,yparasermarineroteníaunosmodales increíblemente corteses, demodo que creo que hubo un tiempo en

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quedebiódefrecuentarmáslatoldillaqueelcastillodeproa.Duranteunmesestuvoentrandoysaliendodemicasa,yjamássemeocurrióquesussuavesyastutosmodalespudieranhacermealgúndaño.Asíque,porfin,algomehizosospechar,ydesdeesedíayanohevueltoatenerpaz.

Fue,además,undetalleinsignificante.Habíaentradoyoinesperadamenteenelsalón,yaltraspasarelumbralviqueelrostrodemiesposaseiluminabade alegría. Pero cuando ella vio quién era realmente el recién llegado, sualegría se desvaneció de nuevo, y se alejó decepcionada.Aquellome bastó.Sólohabía otra persona con la quepodía haber confundidomis pasos:AlecFairbairn. Si lo hubiera visto entonces, lo habría matado, pues siempre mevuelvo como loco cuandomontó en cólera.Mary vio enmis ojos un brillodemoníacoyvino corriendohaciamí, sujetándomeel brazo con susmanos.«¡Nolohagas,Jim,no!»,medijo.«¿DóndeestáSarah?»,lepreguntéyo.«Enla cocina»,me respondió ella. «Sarah», le dije al entrar, «noquieroque eseindividuo, Fairbairn, vuelva a poner nuncamás los pies enmi casa». «¿Porquéno?»,mepreguntóella.«Porqueyoloordeno.»

«¡Caramba!»,dijoella,«simisamigosnosonlobastantebuenosparaestacasa,entoncesyotampocolosoy».

«Puedes hacer lo que te plazca», le dije yo, «pero si Fairbairn vuelve adejarse ver por aquí, te mandaré una de sus orejas como recuerdo». Laexpresión demi rostro la asustó, creo, pues no contestó nada, y esamismanochesemarchódemicasa.

Bueno,ahoranosésiaquellofuepuramaldadporpartedeesamujer,osiella creía poder enemistarme conmi esposa, incitándola a portarsemal. Encualquiercaso,Sarahalquilóunacasaadoscallesdedistanciadelanuestraysededicóaarrendarhabitacionesparamarineros.Fairbairnsolíaalojarseallí,y Mary solía ir a tomar el té con su hermana y con él. Ignoro con quéfrecuencia, pero un día la seguí y, al irrumpir en la casa, Fairbairn huyó,saltandoporencimadelatapiadeljardíntrasero,comoelcobardecanallaqueera.Lejuréamiesposaquelamataríasilaencontrabadenuevoencompañíadeaquelhombre,ymelavolvíallevaracasa,sollozandoytemblando,ytanblanca como una hoja de papel. Nunca más hubo entre nosotros el menorvestigiodeamor.Medicuentadequeellameodiabaymetemía,ycuandoesepensamientomeempujabaabeber,tambiénmedespreciaba.

SarahcomprobóquenopodíaganarselavidaenLiverpool,asíquevolvió,segúntengoentendido,avivirconsuhermanaenCroydon,yenmicasalascosascontinuaronmásomenoscomosiempre.Yasíhastalasemanapasada,contodassusamargurasyperdición.

Todoocurriódelamanerasiguiente.HabíamosembarcadoenelMayDayparaunviajedeidayvueltadesietedíasdeduración,perountonelsesoltóy

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conelloaflojóunadelasplanchasdelbarco,demodoquetuvimosquevolverapuertoporespaciodedocehoras.Abandonéelbarcoyfuiacasa,pensandoendarleunasorpresaamiesposayconlaesperanzadequetalvezlealegraseverme tan pronto. Pensaba en eso cuandomemetí enmi propia calle, y enaquelmomentopasópordelantedemíuncoche,enelqueibaellasentadaallado de Fairbairn, ambos charlando y riendo, sin pensar en mí que losobservabadesdelaacera.

Lesaseguro,puedodarlesmipalabra,quedesdeesemismomomentodejéde ser dueño demi destino y al recordarlo todome parece un vago sueño.Últimamente había estado bebiendo mucho y eso, unido a lo anterior, mevolviócompletamenteloco.Ahorasientodentrodemicabezaunaespeciedezumbido,comounosmartillazosdeestibador,peroaquellamañanamepareciótenerenlosoídostodoelestruendoyelborboteodelascataratasdelNiágara.

Puesbien,pusepiesenpolvorosaycorrídetrásdelcoche.Llevabaen lamanounpesadobastónderoble,ylesaseguroquedesdeelprimermomentoestaba hecho una furia, aunque según corría también se despertó en mí laastucia, yme rezagué un poco para observarlos sin ser visto.En seguida sedetuvieron en una estación de ferrocarril. Había una multitud de gentealrededordeldespachodebilletes,demodoquemeacerquébastanteaellossin queme vieran. Sacaron billetes paraNewBrighton. Yo hice otro tanto,perosubítresvagonesmásatrásqueellos.Cuandollegamosdieronunavueltaporelpaseoylosseguísinacercarmenuncaaellosmásdecienyardas.Porfin les vi alquilar un bote para dar un paseo, pues hacía mucho calor ypensaron,sinduda,queestaríanmásfrescosenelagua.

Eso fue como ponerse enmismanos. Había un poco de niebla y no sepodíavermásalládeunoscentenaresdeyardas.Alquiléunbotey salí trasellos. Podía ver el contorno borroso de su embarcación, pero iban casi tanrápidocomoyo,ycuandolesdialcanceestabanyaamásdeunamilladelacosta.Laneblinaeracomounvelo,yensuinteriorestábamosnosotrostres.¡Diosmío! ¿Cómo podré olvidar sus rostros cuando vieron quién iba en elbotequeselesaproximaba?Ellasepusoadarvoces.Éljurócomounlocoymehurgoneóconunremo,puesdebióverenmisojosunaamenazademuerte.Loesquivéyledevolvíelgolpeconmibastón,queleaplastólacabezacomosifueraunhuevo.Aellaposiblementelehabríaperdonadolavida,apesardetodamirabia,peroleechólosbrazosalcuelloysepusoagritarllamándole«Alec».Golpeédenuevoyellaquedótendidajuntoaél.Mesentíacomounafierasalvajequehasaboreadolasangre.SiSarahhubieraestadoallí,juroporDios que habría corrido la misma suerte. Saqué mi cuchillo y... bueno,¡caramba!,yahedichobastante.Sentíunaespeciedejúbilosalvaje,pensandoen lo que sentiría Sarah ante talesmuestras de lo que su intromisión habíaocasionado.Luegoatéloscadáveresalbote,rompíunatabladelfondo,yme

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quedéasuladohastaquesehundieron.Sabíamuybienqueelpropietariodelbotepensaríaquesehabríandesorientadoacausadelanieblayhabríansidoarrastradosmaradentro.Measeé,regreséatierra,ymeincorporéamibarco,sinquenadie sospechara loquehabíapasado.Esanocheenvolví elpaqueteparaSarahCushing,yaldíasiguienteloenviédesdeBelfast.

Ahí tienen ustedes toda la verdad del caso. Podrán ahorcarme, o hacerconmigo lo que quieran,mas no podrán castigarmemás de lo que ya lo hesido. No puedo cerrar los ojos sin que vea aquellos dos rostrosmirándomefijamente... igual que me miraron cuando mi bote se abrió paso entre laneblina.Yolosmatérápidamente,peroellosmeestánmatandopocoapoco;ysielsuplicioseprolongaunasolanochemásamanecerélocoomuerto.¿Nomepondrásoloenunacelda,verdad,señor?PoramordeDios,nolohaga,yojaláeldíaenqueustedagonicerecibaelmismotratoqueahoramedéamí.»

—¿Qué sentido tiene todo esto, Watson? —dijo Holmes solemnementemientras dejaba a un lado el documento—. ¿Qué propósito persigue estecírculodeaflicción,violenciaymiedo?Sindudahadetenderhaciaalgúnfinpues,sino,nuestrouniversoestáregidoporelazar, locuales inconcebible.Pero ¿qué fin? Ahí tiene usted el eterno problema sobre el cual la razónhumanaestátanlejosdepoderrespondercomosiempre.

ELROSTROAMARILLO

Esperfectamentenaturalqueyo,alpublicarestosbrevesbocetos,basadosenlosnumerososcasosenquelasextraordinariascualidadesdemicompañeromeconvirtieronamíenunoyentey,enocasiones,enactordealgúndramaextraño, es perfectamente natural, digo, que yo ponga de relieve conpreferencia sus éxitos y no sus fracasos.No lo hago tanto por cuidar de sureputación,porqueeraprecisamentecuandoélyanosabíaquéhacercuandosuenergíaysuagilidadmentalresultabanmásadmirables;lohagomásbienporquesolíaser lomás frecuentequenadie tuvieseéxitoallídondeélhabíafracasado,quedandoen talescasos,para siempre, lanovela sinun final.Sinembargo,diovariasveceslacasualidaddequesedescubrieselaverdad,aunen aquellos casos en que él iba equivocado. Tengo tomadas notas de unamediadocenadecasosdeestaclase;detodosellos,eldelasegundamancha,yestequevoyarelatarahora,sonlosqueofrecenrasgosdemayorinterés.

SherlockHolmeseraunhombrequeraravezhacíaejerciciofísicoporelpuroplacerdehacerlo.Pocoshombreserancapacesdeunesfuerzomuscularmayor,yresultaba,sindudaalguna,unodelosmáshábilesboxeadoresdesupesoqueyoheconocido;peroelejerciciocorporalsinunafinalidadconcreta

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considerábalocomounderrochedeenergía,yerararoqueélseajetreasesinoexistíaalgunafinalidaddesuprofesiónalaqueacudir.Cuandoestoocurría,era hombre incansable e infatigable.Resultaba digno de notar que SherlockHolmes se conservasemuscularmente a punto en tales condiciones, pero surégimen de comidas era de ordinario de lo más sobrio, y sus costumbresllegabanensusencillezhastaelbordedelaausteridad.Salvoque,decuandoencuando,recurríaalacocaína,Holmesnoteníavicios,ysiechabamanodeesa droga era como protesta contra la monotonía de la vida, cuandoescaseabanlosasuntosycuandolosperiódicosnoofrecíaninterés.

Cierto día, en los comienzos de la primavera, llegó hasta el extremo deholgarsedandoconmigounpaseoporelPark,enelquelosprimerosblandosbrotesdeverdeasomabanenlasramasdelosolmosylaspegajosasmoharrasde loscastañoscomenzabana romperseydejarpasoa sushojasquíntuples.Vagabundeamos juntos por espacio de dos horas, en silencio lamayor partedel tiempo, como cumple a dos hombres que se conocen íntimamente.ErancasilascincocuandonoshallábamosotravezenBakerStreet.

—Con permiso, señor—nos dijo el muchacho, al abrirnos la puerta—.Estuvouncaballeropreguntandoporusted.

Holmesmedirigióunamiradacargadadereproches,ymedijo:

—Se acabaron los paseos vespertinos. ¿De modo que ese caballero semarchó?

—Sí,señor.

—¿Leinvitasteaentrar?

—Sí,señor.Elentró.

—¿Cuántotiempoestuvoesperando?

—Mediahora,señor.Estabamuyinquieto,señor,ynohizootracosaquepasearse y patalear mientras permaneció aquí. Yo le oí porque estaba deguardiadel ladodeacáde lapuertaFinalmente, salióalpasillo,ymegritó:«¿Novaavenirnuncaesehombre?»Esasfueronsusmismaspalabras,señor.«Bastará con que espere usted un poquito más», le dije. «Pues entonces,esperaré al aire libre, porque me siento medio ahogado —me contestó—.Volverédentrodepoco.»Ydichoesto,selevantaysemarcha,sinquenadadeloqueyoledecíafuesecapazderetenerlo.

—Bueno,bueno;hasobrado lomejorquepodías—dijoHolmes,cuandoentrábamos en nuestra habitación—. Sin embargo,Watson, estomemolestamucho, porque necesitaba perentoriamente un caso, y, a juzgar por laimpacienciadeestehombre,sediríaqueeldeahoraesimportante.¡Hola!Esapipaquehayencimadelamesanoesladeusted.Conseguridadqueélsela

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dejóaquí.Esunabonitapipadeeglantina,conunalargaboquilladeesoquelos tabaqueros llaman ámbar. Yo me pregunto cuántas boquillas de ámbarauténticohabráenLondres.Hayquienestomancomodemostracióndequeloeselquehayaunamoscadentrodelamasa.Peroesodemeterfalsasmoscasenlamasadelfalsoámbarescasiunaramadelcomercio.Bueno,muyturbadoestabaelespíritudeesehombreparaolvidarsedeunapipaalaqueesevidentequeéltieneengranaprecio.

—¿Cómosabeustedqueéllatieneengranaprecio?—lepregunté.

—Veamos. Yo calculo que el precio primitivo de la pipa es de sietechelinesyseispeniques.Fíjeseahoraenquehasidoarregladadosveces: launa,enlapartedemaderadelaboquilla,ylaotra,enlapartedeámbar.Lasdos composturas, hechas con aros de plata, como puede usted ver, le hantenidoquecostarmásquelapipacuandolacompró.Unhombrequeprefiereremendarlapipaacomprarunanuevaconelmismodinero,esquelaapreciaenmucho.

—¿Nadamás?—lepregunté,porqueHolmesdabavueltasalapipaensumanoylaexaminabaconlaexpresiónpensativacaracterísticaenél.

Holmes levantó en alto la pipa y la golpeó con su dedo índice, largo ydelgado,comopudierahacerlounprofesorqueestádandounalecciónsobreunhueso.

—Las pipas ofrecen en ocasiones un interés extraordinario—dijo—.Nohaynada,fueradelosrelojesydeloscordonesdelasbotas,quetengamayorindividualidad. Sin embargo, las indicaciones que hay en ésta no son muyimportantesnimuymarcadas.Elpropietariode lamismaes,evidentemente,unhombremusculoso,zurdo,demuybuenadentadura,despreocupadoyquenonecesitasereconómico.

Miamigolargótodosestosdatoscomoaldesgaire;peromefijéenquememirabaconelrabillodelojoparaversiyoseguíasurazonamiento.

—¿Demodoqueustedconsideracomodebuenaposiciónaunhombrequeempleaparafumarunapipadesietechelines?—lepregunté.

—EstetabacoeslamezclaGrosvenor,ycuestaochopeniqueslaonza—contestóHolmes, sacando a golpecitos una pequeña cantidad de la cazoletasobrelapalmadesumano—.Comoesposiblecomprartabacoexcelentealamitaddeeseprecio,estáclaroquenonecesitaeconomizar.

—¿Ylosdemáspuntosdequehabló?

—Estehombretienelacostumbredeencenderlapipaenlaslámparasyenlospicosdegas.Fíjesequeestácompletamentechamuscadadearribaabajoporun lado.Claro estáque estono le habría ocurridodehaberla encendido

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conunacerilla. ¿Cómovanadieaaplicarunacerillaal costadode supipa?Peronoesposibleencenderlaenuna lámpara sinque la cazoletade lapiparesulte chamuscada.Esto le ocurre a esta pipa en el ladoderecho, y de ellodeduzcoqueestehombreeszurdo.Acerqueustedsupropiapipaalalámparayveráconquénaturalidad,usted,queesdiestro,aplicaelladoizquierdoalallama Es posible que le ocurra una vez hacer lo contrario, pero noconstantemente.Estapipahasidoaplicadasiempredeesaforma.Además,losdientesdelfumadorhanpenetradoenelámbar.Estodenotaquesetratadeunhombremusculoso,enérgicoyconbuenadentaduraPero,sinomeequivoco,le oigo subir por las escaleras, de manera que vamos a tener algo másinteresantequesupipacomotemadeestudio.

Un instante después se abrió la puerta y entró un hombre alto y joven.Vestíatrajecorrecto,peropocollamativo,decolorgrisoscuro,yllevabaenlamano un sombrero pardo de fieltro, blando y de casco bajo. Yo le habríacalculadounostreintaaños,aunque,enrealidad,teníaalgunomás.

—Ustedesperdonen—dijo con cierto embarazo—.Meolvidéde llamar.Sí,porquedebíhaberllamado.Laverdadesqueestoyunpocotrastornado,ypuedenustedesatribuirloaeso.

Se pasó la mano por la frente como quien está medio aturdido, y, actocontinuo,sedejócaerenlasilla,másbienquesesentó.

—Veoqueustedllevaunaodosnochessindormir—ledijoHolmesconsusimpáticafamiliaridad—.Elnodormiragotalosnerviosmásqueeltrabajo,yaúnmásqueelplacer.¿Enquépuedoservirausted?

—Queríaquemedieseconsejo.Noséquéhacer,yparececomosimividasehubiesehechopedazos.

—¿Deseaustedemplearmecomodetectiveconsultor?

—No es eso sólo.Necesito su opinión de hombre de buen criterio..., dehombredemundo.Necesito saberquépasos tengoquedar inmediatamente.¡QuieraDiosqueustedpuedadecírmelo!

Se expresaba en estallidos cortos, secos y nerviosos, y me pareció queincluso el hablar le resultaba doloroso, haciéndolo únicamente porque suvoluntadsesobreponíaasutendencia.

—Setratadeunasuntomuydelicado—dijo—.Aunolemolestatenerquehablaragentesextrañasdesuspropiosproblemasdomésticos.Esangustiosoel discutir la conducta de mi propia mujer con dos hombres a los que noconocíahasta ahora.Eshorrible tenerquehacer semejante cosa.Peroyohellegadoallímiteextremodemisfuerzasynecesitoconsejo.

—MiqueridoseñorGrantMunro...—empezóadecirHolmes.

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Nuestrovisitantesepusoenpiedeunsalto,exclamando:

—¡Cómo!¿Sabeustedcómomellamo?

—Me permito apuntarle la idea de que cuando usted desee conservar elincógnito—ledijoHolmes,sonriente—,dejedeescribirsunombreenelforrode su sombrero, o si lo escribe, vuelva la parte exterior del caso hacia lapersona conquien estáustedhablando.Yo iba adecirlequemi amigoyyohemos escuchado en esta habitación muchas confidencias extraordinarias yquehemostenidolabuenasuertedellevarlapazamuchasalmasconturbadas.Confíoenquenosseráposiblehacerlomismoenfavordeusted.Comoquizáeltiempopuedaserunfactorimportante,yoleruegoquemeexpongasinmásdilacióntodosloshechosreferentesasuasunto.

Nuestrovisitantevolvióapasarselamanoporlafrentecomosiaquelloleresultase muy cuesta arriba Yo estaba viendo, por todos sus gestos y suexpresión, que teníamos delante a un hombre reservado y circunspecto, decarácteralgoorgulloso,máspropensoaocultarsusheridasqueamostrarlas.Pero de pronto, con fiero ademán de su mano cerrada con el que parecióarrojaralosvientossureserva,empezóadecir.

—Elhechoes,señorHolmes,queyosoyunhombrecasado,yque llevotres años de matrimonio. Durante ese tiempo mi esposa y yo nos hemosquerido el uno al otro con tanta ternura y hemosvivido tan felices como laparejamásfelizquehayaexistido.Nohemostenidodiferenciaalguna,niunasola,depensamiento,palabraohecho.Ydepronto,desdeellunespasado,hasurgidoentrenosotrosunabarreraymeencuentroconque,ensuvidayensuspensamientos, existe algo tan escondido para mí como si se tratase de unamujerquepasaamiladoenlacalle.Somosdosextrañosyyoquierosaberlacausa.Antesdeseguiradelante,señorHolmes,quierodejarleconvencidodeunacosa,Effiemeama.Quenohayaningúnerroracercadeestepunto.Ellameamacontodosucorazónycontodasualma,hoymásquenunca.Losé,lopalpo. Sobre esto no quiero discutir. El hombre puede fácilmente ver si sumujerleama.Peroseinterponeentrenosotrosestesecreto,yyanopodremosserlosmismosmientrasnoloaclaremos.

—Señor Munro, tenga la amabilidad de exponerme los hechos —dijoHolmes,conciertaimpaciencia.

—VoyadecirleloqueyosédelavidaanteriordeEffie.Eraviudacuandoyolaconocí,aunquemuyjoven,puessóloteníaveinticincoaños.SuapellidodeentonceseraseñoraHebron.MarchóaNorteaméricasiendojovenyresidióenlaciudaddeAtlanta,dondecontrajomatrimonioconesteHebron,queeraabogado con buena clientela Tenían una hija única pero se declaró en lapoblaciónunagraveepidemiadefiebreamarillaymurieronambos,elmaridoylaniñaYohevistoelcertificadodedefuncióndelmarido.Estohizoqueella

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sintiesedisgustodevivirenAmérica.RegresóaMiddlesex,dondevivióconunatíasolteraenPinner.Noestarádemásquedigaquesumadreladejóenunaposiciónbastantebuenayquedisponíadeuncapitaldeunascuatromilquinientas libras, tanbien invertidasporél,que leproducíauna rentamediadelsieteporciento.CuandoyoconocíamimujerellallevabasóloseismesesenPinner,nosenamoramoselunodelotroynoscasamospocassemanasmástarde.

Yosoyuncomerciantedelúpulo,ycomotengouningresodesetecientasaochocientas libras al año, nuestra situación era próspera y alquilamos enNorbury un lindo chalet por ochenta libras anuales. Teniendo en cuenta locerca que vivíamos de la capital, nuestro pequeño pueblo resulta muycampero.Pocoantesdenuestracasahayunmesónydoscasas;alotro ladodel campo que tenemos delante hay una casita aislada; fuera de éstas no seencuentran más casas hasta llegar a la mitad de camino de la estación. Laíndoledeminegociomellevabaalacapitalendeterminadasestaciones,peroel trabajoaflojabaduranteelveranoyentoncesmiesposayyovivíamosennuestracasatodolofelicesquesepuededesear.Leaseguroaustedquejamáshuboentrenosotrosunasombrahastaqueempezóestecondenadoasuntodeahora.

Antesdepasaradelantetengoquedecirleunacosa.Cuandonoscasamos,mimujermehizoentregadesusbienes...,bastanteadisgustomío,porqueyocomprendíaquesimisnegociosmeibanmal, lasituaciónresultaríabastantemolesta. Sin embargo, ella se empeñó, y así se hizo. Pues bien, hará seissemanasellavinoadecirme:

—Jack,cuandotehicistecargodemidineromedijistequesiemprequeyonecesitaseunacantidaddebíapedírtela.

—Claroquesí,porquetodoélestuyo—lecontesté.

—Puesbien:necesitocienlibras—medijoella.

Mecausógransorpresaaquello,porqueyocreíquesetrataríasimplementedeunvestidonuevoodealgoporelestilo,ylepregunté:

—¿Paraquédiabloslasquieres?

—Mira—medijoella,juguetona—,medijistequetúerasúnicamentemibanquero,yyasabesquelosbanquerosnohacennuncapreguntas.

—Naturalmentequetendrásesedinero,siverdaderamenteloquieres.

—¡Oh!,sí,loquiero.

—¿Ynoquieresdecirmeparaquélonecesitas?

—QuizátelodigaalgúndíaJack,peronoporelmomento.

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Tuve, pues, que conformarme con eso, aunque era la primera vez quesurgíaentrenosotrosunsecreto.Lediuncheque,yyanovolvíapensarmásen el asunto. Quizá nada tenga que ver con lo que vino después, pero mepareciójustocontárselo.

Puesbien, haceunmomento les hedichoqueno lejosdenuestro chalethayunacasitaaislada.Nosseparanadamásqueuncampo;perosisequiereirhastaallíesprecisotomarporlacarreteraymeterseluegoporunsendero.Alfinaldelsenderohayunlindobosquecillodepinosalbares,yamímegustabamucho ir paseando hasta ese lugar, porque los árboles son siempre cosasimpática.Lacasitaaquéllallevabasinhabitarlosúltimosochomeses,yeraunalástima,porquesetratadeunlindoedificiodedospisos,conunpórticoalestilo antiguo rodeado de madreselvas. Yo lo contemplé muchas vecespensandoqueeraunalindacasitaparahacerenellaunhogar.

Puesbien,ellunespasadoibayoalatardecerpaseándomeporesecamino,cuandomecrucéconuncarrodetransportevacío,quevolvíaalacarreteraporese sendero, y vi junto al pórtico un montón de alfombras y de enseresamontonadosenlacespedera.Eraevidentequelacasitasehabíaalquiladoporfin.Pasépordelantedeellaymedetuveaexaminarla,comopudierahacerloundesocupado,preguntándomequéclasedegente sería laqueveníaavivircercadenosotros.Estandomirando,advertíquedesdeunadelasventanasdelpisosuperiormeestabaacechandounacara.

Yonosé,señorHolmes,quéteníaaquellacara;peroelhechoesquesentíun escalofríopor toda la espalda.Yoestabaunpoco apartado, ypor esonopude distinguir bien sus facciones, pero era una cara que tenía un algo deantinatural y de inhumano. Esa fue la impresión que me produjo y avancérápidamente para poder examinarmás de cerca a la persona queme estabamirando.Pero,alhacereso,lacaradesapareciósúbitamente,tansúbitamentecomosialguienlahubieseapartadoavivafuerzaparameterlaenlaoscuridadde la habitación. Permanecí durante cinco minutos meditando sobre loocurridoyesforzándomeporanalizarmisimpresiones.Nohabríapodidodecirsi la cara era de un hombre o de una mujer. Lo que se me había quedadoimpresoconmás fuerzaerasucolor.Uncoloramarillo lívido,apagado,conalgocomorígidoyyerto,dolorosamenteantinatural.Meprodujotalturbaciónque resolví enterarmealgomásacercade losnuevos inquilinosde la casita.Meacerquéyllaméalapuerta,siendoéstaabiertaenelactoporunamujer,altaytrasijada,derostroduroyantipático.

—¿Quédeseausted?—preguntóconacentonorteño.

—Soy el vecino de ustedes y vivo allí —le dije apuntando con unmovimientodemicabezahaciamicasa—.Veoqueacabandetrasladarseaquíypenséquesipuedoayudarlosenalgo...

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—Cuandolonecesitemos,lepediremosayuda—dijo,ymecerrólapuertaenlacara.

MolestoporunarespuestatandescortésvolvílaespaldaymeencaminéamicasaDurantetodalavelada,yapesardequeyomeesforzabaporpensarenotrascosas,mi imaginaciónvolvíasiempreaaquellavisiónqueyohabíavisto en la ventana y a la grosería de lamujer.Decidí no hablar nada amiesposa de aquella aparición, porque es de temperamento nervioso y muyexcitado,yyonoqueríaqueparticipasedelamolestaimpresiónqueamímehabíaproducido.Sinembargolecomuniquéantesdedormirsequelacasitasehabíaalquilado,aloqueellanocontestó.

Yosoyporlogeneralhombredesueñomuypesado.Enlafamiliasiemprebromean diciéndome que no había nada capaz de despertarme durante lanoche;perolociertoesqueprecisamenteaquellanoche,yafueseporlaligeraexcitaciónquemehabíaproducidomipequeñaaventuraoporotracausa,queyonolosé,lociertoes,digo,quemisueñofuemásligeroquedecostumbre.Y entre mis sueños tuve una confusa sensación de que algo ocurría en micuarto;me fui despertando gradualmente hasta caer en la cuenta de quemiesposasehabíavestidoyseestabaechandoencimaelabrigoyelsombrero.Abríloslabiosparamurmuraralgunaspalabras,adormilado,desorpresaydereconvención por una cosa tan a destiempo, cuando de pronto mis ojosentreabiertos cayeron sobre su cara, iluminada por la luz de una vela. Elasombromedejómudo.Teníaellaunaexpresióncomojamásyolahabíavistohastaentonces...,unaexpresióndelaqueyolahabríacreídoincapaz.Estabamortalmentepálidayrespirabaagitadamente;mientrasseabrochabaelabrigodirigíamiradasfurtivashacialacamaparaversimehabíadespertado.Luego,creyéndome todavía dormido, se deslizó con mucho tiento fuera de lahabitaciónya lospocosmomentos llegóamisoídosunagudorechinarquesólopodíaserproducidoporlosgoznesdelapuertadelantera.Mesentéenlacamaydiconmisnudillosenlabarandilladelamismaparacerciorarmedeque estaba verdaderamente despierto. Luego saquémi reloj de debajo de laalmohada.Eranlastresdelamadrugada¿Quédiablospodíaestarhaciendomiesposaenlacarreteraalastresdelamadrugada?

Llevaba sentado unos veinte minutos, dándole vueltas en mi cerebro alasunto, y procurando encontrarle una posible explicación. Cuanto más lopensaba, más extraordinario y más inexplicable me parecía Todavía estabatratandodesolucionarelenigma,cuandooíquelapuertavolvíaacerrarseconmuchotientoyactoseguidolospasosdemimujerquesubíaporlasescaleras.

—Dóndediabloshasestado,Effie?—lepreguntéalentrarella.

Aloírmehablardiounviolentorespingoy lanzóungritoqueparecíadepersonaquesehaquedadosinhabla.Esegritoyaquelsobresaltometurbaron

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aúnmás,porquehabíaenambosunasensaciónindescriptibledeculpabilidad.Miesposasehabíaportadosiempreconsinceridadyfranqueza,ymediounescalofrío al verla penetrar furtivamente en su propia habitación y dejarescaparungritoydarunrespingocuandosumaridohabló.

—¿Tú despierto, Jack?—exclamó con risa nerviosa—. Yo creí que nohabíanadacapazdedespertarte.

—¿Dóndehasestado?—lepreguntéconmayorserenidad.

—No me extraña que te sorprendas—me dijo, y yo pude ver que susdedostemblabanalsoltar loscierresdesucapa—.Norecuerdohaberhechootracosaigualentodamivida.Loquemeocurriófuequesentícomoquemeahogaba y que tuve un ansia incontenible de respirar aire puro. Creofirmementequedenohabersalidofuera,mehabríadesmayado.Permanecíenlapuertaalgunosminutosyyameherepuesto.

Mientrashacíaesterelatonomiróniunasolavezhaciadondeyoestabayeltonodesuvozeracompletamentedistintodelcorriente.Viclaroqueloquedecíaerafalso.Nadalecontesté,peromevolvíhacialaparedconelcorazónasqueadoyelcerebrollenodemilvenenosasdudasyrecelos.¿Quéeraloquemi mujer me ocultaba? ¿Dónde estuvo durante aquella extraña excursión?Tuvelasensacióndequeyanovolveríaagozardepazmientrasnolosupiese,y sin embargo, me abstuve de hacerle más preguntas después que ella mecontóunafalsedad.Entodoelrestodeaquellanochenohicesinorevolvermeydarsaltosenlacamahaciendohipótesisymáshipótesis,todasellasacuálmásinverosímiles.

Teníanecesidadde ir aqueldíaa laCity,peromispensamientosestabandemasiadorevueltosparapoderatenderalosnegocios.Mimujerparecíatantrastornadacomoyoylasrápidasmiradasescrutadorasqueacadamomentomedirigía,mehicieroncomprenderqueellasedabacuentadequeyonocreíasusexplicacionesyqueellanosabíaquéhacer.

Apenas si durante el desayuno cambiamos algunas palabras, einmediatamentedespuéssalíyoadarunpaseoafindepodermeditar,oreadoporelairepurodelamañana,enloocurrido.

LleguéenmipaseohastaelCrystalPalace,paséunahoraensusterrenosyregreséaNorburyparalaunadelatarde,Micaminatamellevócasualmentepor delante de la casita de campo, y me detuve un instante para ver siconseguíaverporalgunaventanaaaquellaextrañacaraqueeldíaanteriormehabíaestadomirando.¡Imagínese,señorHolmes,misorpresacuandomientrasyomiraba,seabriólapuertaysalióporellamiesposa!

Al verlamequedémudode asombro, peromis emociones no eran nadacomparadas con las que exteriorizó su cara cuando nuestras miradas se

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encontraron. En el primer momento pareció querer echarse hacia atrás ymeterse de nuevo en la casa, pero luego, al ver que todo ocultamiento erainútil,avanzópalidísimayconunamiradadesustoquedesmentíalasonrisadesuslabios.

—¡OhJack!—medijo—.Acababadeentrarenesacasaparaversipodíaserútilenalgoanuestrosnuevosconvecinos.¿Porquémemirasdeesemodo,Jack?¿Verdadquenoestásenojadoconmigo?

—¿Demodoqueesahídondefuistelanochepasada?—ledije.

—Pero¿adóndevasaparar?—gritóella.

—Túvinisteaquí.Estoysegurodeello.¿Quégentessonésasparaquetútengasquevisitarlasaunahorasemejante?

—Yonohabíavenidoaquíhastaahora.

—¿Cómopuedesdecirmeunacosaquetúsabesqueesfalsa?—exclaméyo—. Si hasta la voz se te altera cuando hablas. ¿Tuve yo alguna vez unsecretoparati?Entraréenesacasayveréloquehayenelfondodetodoeso.

—¡No, Jack; no lo hagas, por amor deDios!—dijo ella, jadeante y sinpoderdominarsuemoción.

Yalverqueyomeacercabaalapuerta,meagarródelamangaytiródemíhaciaatrásconenergíaconvulsiva:

—Jack,yotesuplicoquenohagaseso.Tejuroquealgúndíatelocontarétodo;perotuentradaenesacasasólopuedeacarreardesdichas.

Ycomointentase librarmedeella,seaferróamí,y llegóensussúplicashastadesvariar.

—Tenfeenmí,Jack—exclamó—.Tenfeenmí,porestavez.Notendrásnunca motivos para arrepentirte. Sabes que yo no soy capaz de tener unsecretocomono seaenbiende timismo.Estánen juegoaquípara siemprenuestrasvidas.Sivienesanuestracasaconmigo,nadamaloocurrirá.Sientrasalafuerzaenestacasita,todohabráterminadoentrenosotros.

Teníansuspalabrastalansiedadydelatabansusmanerastaldesesperación,queconsiguierondetenermeymequedéindecisodelantedelapuerta.

—Tendré feen ticonunacondición,ysóloconunacondición—dije,alfin—.Todosesosmanejosmisteriososdebenterminarahoramismo.Ereslibrede guardar tu secreto, pero has de prometerme que no habrá más visitasnocturnas, ni más andanzas a espaldas mías. Estoy dispuesto a olvidar loshechospasados,acondicióndequemeprometasquenovolveránarepetirseenadelante.

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—Estaba segura de que tendrías fe en mí —exclamó, dando un gransuspiro de alivio—. Se hará como tú lo deseas. ¡Vámonos de aquí! ¡Oh,vámonosdeaquíhastanuestrohogar!—mealejódelacasita,sindejardetirardemimanga.

Mientras íbamos caminando, volví yo la vista hacia atrás, y allí estabaaquella cara amarilla y cadavérica,mirándonos desde la venta del piso alto.¿Quéeslabónpodíaunir a aquel seryamíesposa?¿OcómoaquellamujerrudaygroseraestabaligadaaEffie?Eraaquélunenigmaextrañoyyoestabasegurodequenopodríasosegarhastahaberloaclarado.

Permanecí sin salir de casa dos días, y pareció que mi mujer cumplíalealmentenuestrocompromiso;nosalióalacalleniunasolavez,porloqueyosupe.Sinembargo,al tercerdía tuvepruebassobradasdequenisiquierauna solemnepromesabastabapara impedir que aquella influencia secreta laarrastrase,alejándoladesumaridoydesudeber.

Yovineesedíaalacapital,peroregreséconeltrendelasdosycuarenta,envezdehacerlo,comoesmicostumbre,coneldelastresytreintayseis.Alentrar yo enmi casa, acudió la doncella presurosa al vestíbulo con la carasobresaltada.

—¿Dóndeestálaseñora?—lepregunté.

—Creoquehasalidoadarunpaseo—mecontestó.

Seme llenó el alma instantáneamente de recelos. Corrí al piso superiorpara cerciorarme de que no estaba en la casa. Una vez arriba, mirécasualmente por una de las ventanas y vi que la doncella con la que yoacababadehablarcorríaacampotraviesaendirecciónalacasita.Comprendíconexactitudloquehabíaocurrido.Miesposahabíaidoallí,dejandoencargoalacriadadequeseleavisasesiyoregresaba.Echéacorrerescalerasabajo,ardiendoen ira,y tiréacampo traviesa, resueltoa terminardeunavezparasiempreconaquelasunto.Viquemimujery ladoncellaveníana todaprisapor el sendero, pero nome detuve a hablar con ella. Era en la casa dondeestaba el secreto que ensombrecía mi vida. Me juré que dejaría de serlo,ocurrieseloqueocurriese.Nisiquierallaméal llegara lacasa.Hicegirarelmanillardelapuertaymeabalancépasilloadelante.

Todoeraquietudy silencio en laplantabaja.Unaolla cantabapuesta alfuegoenlacocinayungatazonegrodormíaacurrucadodentrodeuncanasto,peronohabíanirastrodelamujerqueyohabíavistoenunaocasiónanterior.Corría laotrahabitacióny también laencontrévacíaMeprecipitéentoncesescalerasarriba, sóloparaencontrarmeconque lasdoshabitacionesestabanvacíasydesiertas.Nohabíanadieentodalacasa.Mobiliarioycuadroserandelomáscorrienteyvulgares,salvolosdelahabitaciónencuyaventanayo

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habíavistolacaraextraña.Estahabitacióneracómodayeleganteytodasmissospechas se inflamaronhasta convertirse enunahoguera furiosayviolentacuando descubrí, encima de la repisa de la chimenea, una fotografía a todotamaño de mi mujer que había sido hecha, a petición mía, sólo tres mesesantes.

Permanecídentrodelacasatodoeltiemponecesarioparaconvencermedeque estaba vacía en absoluto. Luego la dejé, sintiendo sobremi corazón unpeso como jamás lo había sentido. Al entrar yo en casa, mi mujer salió alvestíbulo,peroyomeencontrabademasiadodolidoyenojadoparahablarconellaLaapartéaunladoymemetíenmidespacho.Sinembargo,ellasemetiódetrásdemíantesqueyopudieracerrarlapuerta.

—Me pesa el haber roto mi promesa, Jack—me dijo entonces—. Peroestoyseguradequemeloperdonaríassilosupiesestodo.

—Cuéntamelo,pues.

—¡Nopuedo,Jack,nopuedo!—exclamóella.

—No puede existir confianza alguna entre nosotros dosmientras nomeexpliques quién vive en esa casita y a quién has dado tu fotografía —lecontesté,meapartédeellayabandonémicasa.

Esoocurrióayer,señorHolmes,ydesdeentoncesnohevueltoaveramiesposaynadamáshesabidodeesteextrañosuceso.Eslaprimerasombraquesehainterpuestoentrenosotrosymehatrastornadodetalmanera,quenoséloquemásmeconvienehacer.Estamañanasemeocurriódeprontoqueeraustedelhombre indicadoparaaconsejarme,mehedadoprisaenvenirymepongo sin reservas entre susmanos. Por encima de todo, le suplico quemedigarápidamentequéesloquedebohacer,porqueestacalamidadmeresultainsoportable.

Holmesyyohabíamosescuchadoconelmáximointeréstanextraordinariorelato,hechodelamaneranerviosaeinconexapropiadeunapersonaqueseencuentra bajo la influencia de una emoción extremada. Mi compañeropermanecióalgúntiemposentadoyensilencio,conlabarbillaapoyadaenlamano,perdidoensuspensamientos.

—Veamos—dijo al fin—. ¿Podría usted jurar que la cara que vio en laventanaeraladeunhombre?

—Meseríaimposibleafirmartalcosa,porquesiemprequelavifuedesdebastantedistancia.

—Sinembargo,laimpresiónqueaustedleprodujofuededesagrado.

—No parecía ser el suyo un color natural y mostraba además una rararigidez de facciones. Cuando me acerqué, la cara desapareció como de un

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tirón.

—¿Cuántotiempohacequesuseñoralepidiólascienlibras?

—Cercadedosmeses.

—¿Havistoustedenalgunaocasiónunafotografíadesuprimermarido?

—No;muy poco después de lamuerte de éste hubo enAtlanta un granincendioyquedarondestruidostodoslosdocumentosdemiesposa.

—Peroellaconservabauncertificadodedefunción.Ustedhadichoquelovioconsuspropiosojos¿noesasí?

—Sí;ellaconsiguióuncertificadodespuésdelincendio.

—¿Ha tratado usted con alguna persona que conociera a su esposa enNorteamérica?

—No.

—¿Lehahabladoenalgunaocasióndevolverporaquelpaís?

—No.

—¿Tampocoharecibidocartasdeallí?

—No,queyosepa.

—Gracias. Desearía poder meditar un poco más sobre el asunto. Si lacasitaencuestiónsehalladeshabitadaconstantemente,quizátengamosalgunadificultad. Por otro lado, si susmoradores fueron advertidos por alguien dequeustedibaapresentarseallí,yesoesloqueyomeimagino,ysemarcharonayerantesdequeustedllegase,entoncesesposiblequeestényaderegresoypodríamosaclararlotodoconfacilidad.Permítame,pues,queleaconsejequeregreseaNorburyyquevuelvaafijarseenlasventanasdelacasita.Siustedllegaalaconviccióndequelacasaestáhabitada,noentreenellaalafuerzayenvíenosuntelegramaamiamigoyamí.Alahoraderecibirloestaremosconustedynoscostarámuypocotiempollegaralfondodelasunto.

—¿Ysilacasasiguevacía?

—Enesecasoiremosavisitarloaustedmañanaycharlaremosdelasunto.Adiós, y por encima de todo, no se preocupe hasta que esté seguro de quetienerazónseriaparaello.

—Me temo, Watson, que este negocio resulte desagradable —dijo micompañero, después de acompañar al señorGrantMunro hasta la puerta—.¿Ustedquéhasacadoenlimpio?

—Amímesonóacosafea—contesté.

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—Enefecto.Omuchomeequivocoohayenelfondouncasodechantaje.

—Pero¿quiéneselchantajista?

—Puesveráusted,debedeseresapersonaqueviveenlaúnicahabitacióncómodadelacasitadecampoyquetienelafotografíadelaseñoraencimadelarepisadelachimenea.Leaseguro,Watson,queenesodelacaracadavéricade la ventana hay algo muy atrayente, y que por nada del mundo querríahabermeperdidoestecaso.

—¿Tieneustedformadayaunateoría?

—Sí,unateoríaprovisional.Peromesorprenderíaquenoresultecorrecta.Enesacasitaestáelprimermaridodeestaseñora.

—¿Porquépiensaustedsemejantecosa?

—¿Cómo podemos explicar de otramanera la ansiedad febril de que susegundomarido no entre allí?Los hechos, tal comoyo los veo, son,más omenos,así:estamujersecasóenNorteamérica.Sumaridoresultótenerciertascualidadesodiosas,oquizáestemosenlociertodiciendoquecontrajoalgunaenfermedadrepugnante,yresultóserleprosooidiota.Ella,entonces,huyódesu lado, regresó a Inglaterra, cambió de nombre e inició de nuevo, ella almenosasílocreía,suvida.Llevabayaaquícasadatresañosysecreíaenunasituación completamente segura... porque había mostrado a su marido elcertificado de defunción de algún hombre cuyo apellido ella se habíaapropiado... De pronto el primer marido, o también cabe suponer, algunamujerfaltadeescrúpulosquesehabíaunidoalinválido,descubrióelparaderosuyo. Escribieron a la señora Munro y la amenazaron con presentarse yponerla en la picota. Ella pide entonces cien libras e intenta comprar susilencio. A pesar de todo, ellos vienen a Inglaterra. Cuando el señor traecasualmente a colación la noticia de que en la casita hay gente nueva, laseñora sabe ya, de una manera u otra, que se trata de sus perseguidores.Entoncesesperaaquesumaridoestédormidoysaledecasaprecipitadamenteparatratardeconvencerlosdequeladejenenpaz.Nohabiendotenidoéxito,vuelve otra vez, a la mañana siguiente, y es entonces cuando su maridotropiezaconellaenelmomentoenquesalíadelacasita,talcomoélnoslohaexplicado. Lamujer le promete entonces que no volverá a ir, pero dos díasmástardeelanhelodedesembarazarsedeaquellosvecinostemiblesseimponeaellacondemasiadafuerza,yhaceotratentativa,llevandolafotografía,queesprobablelehubiesenexigidoantes.Cuandosehallanenesaentrevista,llegacorriendo la doncella para anunciar que el amo está de regreso; la esposa,entonces, segura de que aquél irá derecho a la casita, hace salirapresuradamente a sus moradores por la puerta trasera y ellos se escondenprobablemente en el bosquecillodepinos albaresque, segúndijo antes, haycerca de allí.De esemodo elmarido se encuentra con la casa desierta. Sin

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embargo, me sorprendería muchísimo que siga estándolo cuando el señorMunro lleve a cabo esta noche su reconocimiento. ¿Qué opina usted demiteoría?

—Quetodaellaesunapurasuposición.

—Porlomenosconellaseexplicantodosloshechos.Tendremostiempoderectificarlacuandolleguenanuestroconocimientootroshechosnuevosqueno quepan en la misma Por ahora no podemos hacer otra cosa hasta querecibamosunnuevomensajedenuestroamigodeNorbury.

Notuvimosqueesperarmucho.Nosllegóenelmomentoqueacabábamosdetomarelté.Elmensajedecía:

«Lacasitasiguehabitada.HevueltoaverlacaraenlaventanaSaldréalallegadadeltrendelassieteynodaréningúnpasohastaentonces.»

Nosesperabaenelandéncuandonosotrosnosapeamos,ypudimosver,alaluzdelaslámparasdelaestación,quesehallabamuypálidoyquetemblabadeexcitación.

—SeñorHolmes,siguenallí—dijo,apoyandounamanoenelbrazodemiamigo—.Cuandovenía para aquí vi las luces.Ahora lo pondremos todo enclarodeunavezyparasiempre.

—¿Qué plan tiene usted, según eso? —preguntó Holmes, mientrasavanzábamosporlacarretera,oscuraybordeadadeárboles.

—Voyaentraralafuerzayveréconmispropiosojosquiénhaydentrodelacasa.Quisieraqueustedesdosestuvieranallíencalidaddetestigos.

—¿Estáustedcompletamenteresueltoaello,noobstantelaadvertenciadesuesposadequeespreferiblequeustednoaclareesemisterio?

—Sí,estoyresuelto.

—Yocreoquehaceustedbien.Espreferiblelaverdad,cualquieraquesea,a una duda indefinida. Lomejor que podemos hacer es llegarnos allí ahoramismo.Mirandolascosasdesdeelpuntodevistalegal,nocabedudadequecometemosunactoindudablementeincorrecto,peroyocreoquevalelapenacorrereseriesgo.

La noche eramuy oscura, y empezaba a caer una fina llovizna, cuandodesembocamosdesdelacarreteraenunestrechosendero,deprofundashuellasy con setos a uno y otro lado. Sin embargo, el señor GrantMunro avanzóimpacienteynosotrosleseguimosatrompiconeslomejorquepudimos.

—Aquellas luces son las de mi casa—nos dijo por lo bajo, apuntandohacia un leve resplandor que se veía entre los árboles—, y aquí tenemos lacasitaenlaqueyovoyaentrar.

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Al decir esto, doblamos un recodo del sendero y nos encontramosmuycerca del edificio en cuestión. Una franja amarilla que cruzaba en sentidoverticalelfondonegronosmostróquelapuertanosehallabacerradadeltodoyenelpisodearribaveíaseunaventanabrillantementeiluminada.Aldirigirhaciaellanuestravista,vimoscruzarpordetrásdelvisillounasombranegraborrosa.

—Allílatienenustedes—exclamóGrantMunro—.Yavenporsuspropiosojos que en esa habitación hay alguien. Y ahora, síganme, y pronto losabremostodo.

Seacercóalapuerta,perosúbitamentesaliódelaoscuridadunamujeryquedódibujadaporelfocoluminosodelalámparaYonopodíaverlelacaraenlaoscuridaddelcontraluz,perosíviqueellaalzabalosbrazosenactituddesúplica.

—¡PoramordeDios, Jack,noentres!—gritó—.Teníaelpresentimientodequevendríasestanoche.Piénsalomejor,corazón.Vuelveatenerfeenmíynuncatendrásquearrepentirtedeello.

—Effie,he tenidofeen tidemasiadotiempo—exclamóélconseveridad—.¡Suéltame!Tengoqueseguiradelante.Misamigosyyovamosaponerenclaroelasuntodeunavezyparasiempre.

Hizoaunladoasuesposa,ynosotrosleseguimos,muydecerca.Cuandoabriódeparenparlapuerta,corrióacerrarleelpasounamujeranciana,peroél la hizo retroceder y un instante después subíamos todos escaleras arriba.Grant Munro se abalanzó hacia el cuarto iluminado y nosotros entramospisándolelostalones.

Erauncuartitoacogedorybienamueblado,condosvelasardiendoencimade la mesa y otras dos encima de la repisa de la chimenea. En un ángulo,inclinada sobre un pupitre, se hallaba una persona, que parecía ser unamuchachita.Cuandoentramos, ella teníavuelta la carahaciaotro lado,peropudimos ver que vestía un vestido encarnado y tenía puestos unos guantesblancos y largos. Al darse media vuelta para mirarnos, yo dejé escapar unpequeño grito de sorpresa y horror. La cara que nos presentó era del másextraordinario color cadavérico y sus rasgos carecían en absoluto deexpresión. Un instante después quedaba aclarado el misterio. Holmes,acompañandosuacciónconunarisa,pasósusmanospordetrásdelaorejadela niña y arrancó de su cara la corteza de una máscara, presentándosenosdelante una niña negrita como el carbón, quemostraba todo el brillo de sublanca dentadura con una expresión divertida al ver el asombro pintado ennuestrosrostros.Laalegríadelaniñahizoquerompierayoareírporunefectodesimpatía;peroGrantMunropermanecióinmóvil,asombradoyagarrándoselagargantaconlamano.

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—¡VálgameDios!¿Quépuedesignificaresto?—exclamó.

—Yotediréloquesignifica—legritósumujer,entrandoenlahabitaciónconunaexpresióndeorgulloyde firmezaensu rostro—.Mehasobligado,contrariandomipropiocriterio,aque te lodigayyaveremoscómo túyyopodemosarreglarlo.MimaridofallecióenAtlanta.Mihijalesobrevivió.

—¡Tuhija!

LaseñoraMunrosesacódelpechoungranmedallóndeplata,ydijo:

—Nuncalohasvistoabierto.

—Yoteníaentendidoquenoseabría.

Ellaapretóunresorteylapartedelanteradelmedallóngiróhaciaatrás.Enel interior había el retrato de un hombre, de gran belleza y expresióninteligente, pero cuyos rasgos llevaban el sello inconfundible de su razaafricana.

—EsteesJohnHebron,deAtlanta—dijolaseñora—,ynohubojamásenelmundounhombremásnoble.Yo rompí conmi razapor casarme con él.Mientras él vivió yo no lamenté ni un instante ese matrimonio. Nuestradesgraciaconsistióenquelahijaúnicaquetuvimossacóelparecidoalarazademimaridomás bien que a lamía.Es cosa que ocurre con frecuencia ensemejantes matrimonios y la pequeña Lucy salió más morena aún que supadre.Pero,morenaorubia,ellaesmihijitaqueridayelcariñodesumadre—lamuchachitaaloíresaspalabras,cruzócorriendoelcuartoy seapretujócontraelvestidodelaseñoraMunro.Estaagregó:

—CuandovinedeNorteamérica ladejéallí,pero fueúnicamenteporqueandabadelicadadesaludyelcambiodeclimapudierahaberleperjudicado.Laentreguéalcuidadodeunalealescocesaquehabíasidoentiempossirvientanuestra.Jamáspenséniporunmomentonegarqueella fuesehijamía.Perocuandolacasualidadtepusoatienmicamino,Jack,yaprendíaquererte,meentró miedo de hablarte acerca de mi hija. Que Dios me perdone. Temíaperderteymefaltóvalorentoncesparaconfesártelo.Meveíaenlanecesidaddeescogerentrevosotrosdosytuvelaflaquezadealejarmedemihijita.Hemantenidooculta su existenciadurante tres añosparaque túno lo supieses,perorecibíanoticiasdesuniñeraysabíaquevivíabien.Sinembargo,acabóporapoderarsedemíunabrumadordeseodevolveraestarconmihija.Luchécontraesedeseo,perofueenvano.Aunquesabíaelpeligroaquemeexponía,decidíqueviniesemihija,aunquesólofueseporalgunassemanas.Enviéuncentenardelibrasalaniñeraylediinstruccionesacercadelacasita,afindequepudieravenircomovecinasinqueyoaparecieseenmodoalgunocomorelacionadaconella.Llevémisprecaucioneshastaelpuntodedarleordendequenodejasesalirdecasaduranteeldíaalaniñaydequelecubrieselacarita

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y lasmanos demanera que ni aún quienes la veían en la ventana pudiesenchismorrearconlanoticiadequehabíaunaniñanegraenlavecindad.Sinohubiesetomadotantasprecauciones,quizáhubiesedemostradounaprudenciamayorperomevolvíamedio loca el temordeque tú averiguases laverdad.Fuiste túquienprimeromeanuncióque la casita estabaocupada.Yohabríaesperado hasta la mañana, pero no pude dormir del nerviosismo y acabéescabulléndomefuera,sabedoradequeeramuydifícilquetútedespertases.Peromevistemarchar y allí empezaron todasmis dificultades.Al siguientedíaestabamisecretoamercedtuya,perotúteabstuvistenoblementedellevaradelante tu ventaja. Sin embargo, tres días más tarde la niñera y la niñatuvieronel tiempojustoparaescaparpor lapuerta traseraenelmomentoenquetútemetíasencasaporlapuertadelantera.Yestanochelohassabidoporfintodo.Ahorayotepreguntoquévaaserdenosotros,deminiñaydemí.

La señoraMunro entrelazó lasmanos en ademan de súplica y esperó lacontestación.

PasarondoslargosminutosantesdequeGrantMunrorompieseelsilencio,ycuandocontestó,lohizoconunarespuestadelaqueamímeagradahacermemoria.Alzódelsueloalaniña,labesó,yluego,siempreconellaenbrazos,alargólaotramanoasuesposaydiomediavueltaendirecciónalapuerta.

—Podemoshablardetodoestoconmáscomodidadennuestracasadijo—.Effie,yonosoyunhombremuybueno;perocreo,contodo,quesoymejordeloquetúmehasjuzgado.

Holmesyyobajamostraselloshastasaliralsenderoymiamigometiródelamangaenelmomentoenquecruzamoslapuerta,diciéndome:

—EstoypensandoqueseremosmásútilesenLondresqueenNorbury.

Ya no volvió a hablar una palabra de aquel caso hasta muy entrada lanoche, en el momento en que, con la palmatoria encendida en la mano, sedirigíaasudormitorio.

—Watson—medijo—,sienalgunaocasiónleparecequeyomemuestrodemasiadoconfiadoenmisfacultadesosidedicoauncasounesfuerzomenordel que se merece, tenga usted la amabilidad de cuchichearme al oído lapalabraNorburyylequedaréinfinitamenteagradecido.

ELOFICINISTADELCORREDORDEBOLSA

Poco después de mi matrimonio compré su clientela a un médico en eldistrito de Paddington. El anciano señor Farquhar, que fue a quien se la

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compré, había tenido en otro tiempo una excelente clientela de medicinageneral;perosusañosylaenfermedadquepadecía...,unaespeciedebailedeSanVito..., la había disminuidomucho. El público, y ello parece lógico, seguíaporelprincipiodequequienhadesanara losdemásdebeserpersonasana,ymiraconrecelo lahabilidadcurativadelhombrequenoalcanzaconsusremediosacurarsupropiaenfermedad.Poresa razónfuemenguando laclientela demi predecesor amedida que él se debilitaba, y cuando yo se lacompré, había descendido desde mil doscientas personas a poco más detrescientasvisitadasenunaño.Sinembargo,yoteníaconfianzaenmipropiajuventudyenergíayestabaconvencidodequeenunplazodepocosañoselnegociovolveríaasertanflorecientecomoantes.

En los tres primeros meses que siguieron a la adquisición de aquellaclientela tuve que mantenerme muy atento al trabajo, y vi, en contadasocasiones, a mi amigo Sherlock Holmes; mis ocupaciones eran demasiadasparapermitirme ir devisita aBakerStreet, yHolmes rara vez salía de casacomo no fuese a asuntos profesionales. De ahí mi sorpresa cuando, ciertamañanadejunio,estandoyoleyendoelBristishMedicalJournal,despuésdeldesayuno, oí un campanillazode llamada, seguidodel timbredevoz, alto yalgoestridente,demicompañero.

—MiqueridoWatson—dijoHolmes, entrando en la habitación—, estoysumamenteencantadodeverlo. ¿Seha recobradoyaporcompleto la señoraWatson de sus pequeñas emociones relacionadas con nuestra aventura delSignodelosCuatro?

—Gracias. Ella y yo nos encontramos muy bien— le dije, dándole uncalurosoapretóndemanos.

—Espero también—prosiguió él, sentándose en la mecedora— que laspreocupaciones de la medicina activa no hayan borrado por completo elinterésqueustedsolíatomarsepornuestrospequeñosproblemasdeductivos.

—Todolocontrario—lecontesté—.Anochemismoestuverevisandomisviejasnotasyclasificandoalgunosdelosresultadosconseguidospornosotros.

—Confíoenquenodaráustedporconclusasucolección.

—Deningunamanera.Nadameseríamásgratoquesertestigodealgunoshechosmásdeesaclase.

—¿Hoy,porejemplo?

—Sí;hoymismo,siasíleparece.

—¿Aunque tuviera que ser en un lugar tan alejado de Londres comoBirmingham?

—Desdeluego,siustedlodesea.

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—¿Ylaclientela?

—Yoatiendoa ladelmédicovecinomíocuandoél seausenta,yél estásiempredispuestoapagarmeesadeuda.

—¡Pues entonces la cosa se presenta que ni de perlas!— dijo Holmes,recostándoseensusillaymirándomefijamenteporentresuspárpadosmediocerrados—.Porloqueveo,haestadoustedenfermoúltimamente.Loscatarrosdeveranoresultansiemprealgomolestos.

—Lasemanapasadatuvequerecluirmeencasadurantetresdías,debidoaunfuerteresfriado.Peroestabaenlacreenciadequeyanomequedabarastroalgunodelmismo.

—Asíes,enefecto.Suaspectoesextraordinariamentefuerte.

—¿Cómo,pues,supoustedlodelcatarro?

—Yaconoceustedmismétodos,queridocompañero.

—¿Demodoqueustedloadivinópordeducción?

—Desdeluego.

—¿Ydequélodedujo?

—Desuszapatillas.

Yobajé lavistaparacontemplar lasnuevaszapatillasdecharolqueteníapuestas.

—Pero¿cómodiablos?...—empecéadecir.

Holmescontestóamipreguntaantesqueyolaformulase,diciéndome:

—Calzaustedzapatillasnuevas,yseguramentequenolasllevasinodesdehaceunaspocassemanas.Lassuelas,queenestemomentoexponeustedantemivista,sehallanlevementechamuscadas.Penséporuninstantequequizásehabían mojado y que al ponerlas a secar se quemaron. Pero veo cerca delempeineunapequeñaetiqueta redondacon los jeroglíficosdel vendedor.Lahumedadhabríaarrancado,comoesnatural,esepapel.Porconsiguiente,ustedhabíaestadocon lospies estiradoshastacercadel fuego, cosaqueesdifícilqueunapersonahaga,nisiquieraenunmesdejuniotanhúmedocomoeste,estandoenplenasalud.

Al igual que todos los razonamientos de Holmes, este de ahora parecíasencillounavezexplicado.Leyóestepensamientoenmicara,ysesonrióconunasomodeamargura.

—Me temo que, siempre que me explico, no hago sino venderme a mímismo—dijoHolmes—.Los resultados impresionanmuchomáscuandono

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se ven las causas. ¿De modo, pues, que está usted listo para venir aBirmingham?

—Desdeluego.¿Dequéíndoleeselcaso?

—Lo sabrá usted todo en el tren. Mi cliente está ahí fuera, esperandodentrodeuncochedecuatroruedas.¿Puedeustedvenirahoramismo?

—Dentrodeuninstante.

Garrapateéunacartaparamiconvecino,echéacorrerluegoescaleraarribaparaexplicarleamimujerloqueocurría,ymereuníconHolmesenelumbraldelapuertadelacalle.

—¿Demodoque su convecino esmédico?—mepreguntó, señalándomeconunademándelacabezalachapademetal.

—Sí.Compróunaclientela,lomismoquehiceyo.

—¿Dealgúnmédicoquellevabamuchotiempoejerciendo?

—Igualqueenelcasomío.Ambossehallabanestablecidosaquídesdequeseconstruyeronlascasas.

—Peroustedcomprólamejorclientela,¿verdad?

—Creoquesí.Pero¿cómolosabeusted?

—Porlosescalonesdelapuerta,muchacho.Losdeustedestángastadosenunaprofundidaddetrespulgadasmásquelosdelotro.Peroestecaballeroqueestádentrodel cocheesmicliente, el señorHallPycroft.Permítameque lopresenteaél.Cochero,arreeasucaballo,porquetenemoseltiempojustoparallegaraltren.

Elhombreconquienmeenfrenté era joven,de sólidacontexturay tersocutis, con cara de expresión franca y honrada y bigote pequeño, rizoso yamarillo.Llevabasombrerodecopamuy lustrosoyun limpioysevero trajenegro, todolocual ledabaelaspectodeloqueera:UnelegantejovendelaCity,delaclasealaquesehapuestoelapododecockneys,perodelaqueseforman nuestrosmás valerosos regimientos de voluntarios, y de la que saleuna cantidad demagníficos atletas y deportistas, superior a la que produceningúnotrocuerposocialdeestasislas.Sucararedondayrubicunda,rebosabaalegría natural; pero las comisuras de su boca estaban, según me pareció,encorvadashaciaabajo,comoenunaccesodeangustiaque resultabamediocómica.Perohastaqueestuvimosinstaladosenunvagóndeprimeraclaseybien lanzadosennuestroviajehaciaBirmingham,no logréenterarmede lasdificultadesquelehabíanarrastradohaciaSherlockHolmes.

—Tenemospordelantesetentaminutosderecorridosinningunaestación—hizo notarHolmes—. SeñorMay Pycroft, sírvase relatar ami amigo su

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interesantecasotalycomomelohacontadoamí,oaúnconmásdetalles,sies posible. Me será útil el volver a escuchar otra vez cómo ocurrieron loshechos. Este caso, Watson, pudiera llevar algo dentro, y pudiera no llevarnada; pero presenta, por lo menos, esos rasgos extraordinarios y outré quetantonosagradanaustedyamí.Yahora,señorPycroft,cuenteconquenovolveréainterrumpirle.

Nuestrojovenacompañantememiróconmiradabrillante,ydijo:

—Lo peor de toda la historia es que yo aparezco en ella como uncondenado majadero. Claro está que aún puede acabar bien y no creo quepudierahaberobradodeotromodoquecomoobré;pero, si resultaque conelloheperdidomiapañosinconseguirnadaencambio,tendréquereconocerquehesidounpobretontaina.SeñorWatson,valgopocoparacontarhistorias,yhayquetomarmecomosoy.

Yo tuve hasta hace algún tiempo mi acomodo en la casa Coxon andWoodhouse,deDrapersGardens;peroaprincipiosdelaprimaverasevieronendificultades,debidoalempréstitodeVenezuela,comoustedesrecordarán,yacabaron quebrandomalamente. Yo llevaba cinco años con ellos, y cuandovinolacatástrofe,elviejoCoxonmeextendióunestupendocertificado;pero,como es natural, nosotros, los empleados, los veintisiete que éramos,quedamos en mitad de la calle. Probé aquí y allá, pero había infinidad deindividuosenidénticasituaciónqueyo,ydurantemuchotiempotodofuerondificultades para mí. Yo ganaba en Coxon tres libras semanales, y teníaahorradassetenta;peronotardéenmetermeporellas,yhastaensalirporelextremoopuesto.Finalmente, lleguéal límitedemisrecursos,hastaelpuntodecostarmetrabajoencontrarsellosdecorreoparacontestaralosanunciosysobres en que pegar los sellos. A fuerza de subir y bajar escaleras,presentándomeenoficinas, semehabíandesgastado lasbotas,ymeparecíaestartanlejoscomoelprimerdíadeencontraracomodo.

Vi, por último, que había una vacante en casa de los señoresMawsonyWilliams,lagranfirmadecorredoresdeBolsadeLombardStreet.Pudieraserque no anden ustedes muy enterados en cuestiones de Bolsa; pero puedoinformarlesdequesetrataquizádelacasamásricadeLondres.Alanunciohabíaquecontestarúnicamenteporcarta.Enviémicertificadoymisolicitud,aunquesinlamenoresperanzadeconseguirelpuesto.Mecontestaronavueltadecorreo,diciéndomeque,simepresentabaellunessiguiente,podíahacermecargoenelactodemisnuevasobligaciones,con talquemiaspectoexteriorfuese el conveniente. Nadie sabe cómo funcionan estas cosas. Hay quienaseguraqueelgerentemetelamanoenelmontóndecartasysacalaprimeracon que tropieza. En todo caso, esta vez la suerteme favoreció amí, y nodeseootrasatisfacciónmayorquelaqueaquellomeprodujo.Elsueldoeradeunalibramásporsemana,ylasobligacioneslasmismas,másomenos,queen

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lacasaCoxon.

Yahoravengoa lapartemás extrañadelnegocio.YoestabadepensiónmásalládeHampstead...,eneldiecisietedePotter’sTerrace.Puesbien:estabayofumandoysentadola tardemismaenquesemehabíaprometidoaquellacolocación, cuando se me presenta mi patrona con una tarjeta que decía:“Arthur Pinner, agente financiero”, en letra de imprenta. Era la primera vezqueyooíaaquelnombre,ynopodía imaginarmequéqueríaconmigo;pero,comoesnatural,ledijequelohicierasubir.Ysememetióenmicuarto...unhombredeestaturamediana,pelinegro,ojinegro,barbinegro,conunsiesnode judío en la nariz.Había en todo él un algo de impetuoso, y hablaba convivacidad,comoquiensabeelvalorquetieneeltiempo.

—HabloconelseñorHallPycroft,¿verdad?—preguntó.

—Sí,señor—lecontesté,acercándoleunasilla.

—El mismo que últimamente estuvo empleado con Coxon andWoodhouse?

—Sí,señor.

—¿YqueenlaactualidadfiguracomoempleadoenlacasaMawson?

—Exactamente.

—Puesveráusted.Heoídocontarciertoshechosrealmenteextraordinariosapropósitodesushabilidadesfinancieras.¿SeacuerdausteddeParker,elquefuegerentedeCoxon?Hablaynoacabadeesashabilidadesdeusted.

Meagradó,comoesnatural,oírledeciraquello.Siemprefuidespiertoenlasoficinas,peronuncasoñéquesehablasesobremídeesamaneraenlaCity.

—¿Esustedhombredebuenamemoria?—mepreguntó.

—Latengobastantebuena—lecontestéconmodestia.

—¿Sehamantenidoustedaltantodelmercadotodoestetiempoquellevasintrabajar?

—Sí;leotodaslasmañanaslalistadecotizacionesdeBolsa.

—¡Ahítieneustedunapruebadeauténticaaplicación!—exclamó—.¡Esaeslamaneradeprosperar!¿Nosemolestaráquelopongaaprueba?Veamos.¿CómoestálacotizacióndelosAyrshires?

—Entrecientocincoycientocincoycuartillo.

—¿YladeNewZealandConsolidated?

—Acientocuatro.

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—¿YladelasBritishBrokenHills?

—Desieteasieteyseis.

—¡Maravilloso! —exclamó él, levantando los brazos—. Esto cuadraperfectamente con todo lo que me habían contado. Muchacho, muchacho,ustedvaledemasiadoparasersimpleescribientedeMawson.

—Comoustedespodránsuponerse,aquelarrebatomeasombró,yledije:

—Pues laverdad, señorPinner,quenopareceque losdemás tenganunaopinión demí tan buena como la que tiene usted.Me ha costado luchar defirmeelconseguirestacolocación,ysoymuydichosodehaberlalogrado.

—Pero,hombre,¡usteddebierapicarunpocomásalto!Nosehallaustedsituadoensuverdaderaesferadeactividades.Peroescucheloqueyoquieroproponerle.Loqueyoquieroproponerleespocacosasiselacomparaconloqueustedvale;perosisecomparaconloqueleofreceMawson,escomoeldíafrentealanoche.Veamos.¿CuándoentraustedatrabajarenMawson?

—Ellunes.

—¡Ajajá!Puesvea:estoydispuestoacorrermeunpequeñoalburdeportivoapostandoaqueustednoentraenesacasa.

—¿QueyonovoyaentrarenlacasaMawson?

—No,señor.Paraesedíaestaráusteddesempeñandoelcargodegerentecomercial de la Franco-Midland Hardware Company Limited, con cientotreintaycuatrosucursalesenlasciudadesyaldeasdeFrancia,sincontarconlasquetieneenBruselasyenSanRemo,respectivamente.

Aquellomedejósinaliento,yluegoledije:

—Nuncaoíhablardeella.

—Es muy probable que no. No se ha querido jalearla, porque todo elcapital social fue suscrito por aportaciones particulares, y porque es unnegocio demasiado bueno para dar acceso en el mismo al público. Mihermano, Harry Pinner, ha sido el organizador, y entra en el Consejo de lasociedaddespués de serle asignado el cargode director gerente.Como sabequeyoestoymetidoaquídellenoenlacorrientedenegocios,mehapedidoquelebusqueenLondresunhombrequevalga,yaunpreciomenordelquevale; un hombre emprendedor, que tengamucho nervio. Para empezar, sólopodemosofrecerleunamiseriadequinientaslibraspero...

—¡Quinientaslibrasalaño!—exclamé,dandoungrito.

Solo para empezar, más una comisión del uno por ciento de todas lasventasquehagansusagentes,puedecreermesileaseguroqueeltotaldeesas

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comisionessuperaráasusalario.

—Peroyonoséabsolutamentenadadeferretería.

¡Vaya,vaya!Peroustedentiendedenúmeros,muchacho.

Sentía zumbidos en la cabeza, y solo a duras penas podía permanecersentadoenmisilla.Pero,depronto,meacometióunleveescalofríodeduda.

—Quieroserlesincero—ledije—.Mawsonnomepagasinodoscientas;pero Mawson es cosa segura. La verdad, es tan poco lo que sé de esacompañíadeustedes,que...

—¡Muy bien dicho, muy bien dicho! —exclamó, con una especie deéxtasisdeplacer—.¡Esustedelhombrequenosconviene!Austednose leengatusaconpalabras,ytieneustedmucharazón.Puesbien:aquítieneustedunbilletedecienlibras;sicreequepodemosllegaraunarreglo,métaseloenelbolsillocomoadelantoacuentadesusalario.

—Esunrasgomuyhermoso—ledije—.¿Cuándomeharécargodemisnuevasobligaciones?

—Hagausted acto de presenciamañana, a la una, enBirmingham—medijo—. Traigo en el bolsillo una carta, que usted llevará ami hermano. Loencontrará en el número cientoveintiséisBdeCorporationStreet, donde seencuentran las oficinas provisionales de laCompañía.Desde luego, él tieneque dar la conformidad a este arreglo nuestro, pero no habrá ningúninconveniente;pierdacuidado.

—No sé cómo expresarle a usted mi agradecimiento, señor Pinner—ledije.

—No tiene nada que agradecerme,muchacho.Usted alcanza con esto loque se merece, y nada más. Sólo quedan por arreglar dos cosillas, simplesformulismos.Veoquetieneustedahíunahojadepapel.Tengalaamabilidadde escribir en ella lo siguiente: «Acepto por propia voluntad el cargo degerentecomercialdelaFranco-MidlandHardwareCompanyLimited,conunsueldomínimodequinientaslibras.»

—Asílohice,yélsemetióelpapelenelbolsillo.

—Aúnfaltaotrodetalle—medijo—.¿QuépiensahacerustedconlodesucolocaciónenlacasaMawson?

Mialegríamelohabíahechoolvidartodo.

—Lesescribirédimitiendo—lecontesté.

—Esoesprecisamenteloqueyonoquieroquehaga.

He tenidounadiscusiónconelgerentedeesacasaapropósitodeusted.

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Me acerqué a él para pedirle informes suyos, y se mostró muy agresivo,acusándome de que intentaba engatusarlo a usted para que no entrase alserviciodelacasa,etcétera.Acabéporperdercasilosestribos,yledije:«Siusted quiere tener buenos empleados, págueles bien —y agregué—: Estoysegurodequepreferiránuestrapequeñezalasgrandezasdelacasadeusted.Leapuestounbilletedecincolibrasaqueasíqueseenteredelofrecimientonuestro ya no volverán ustedes ni siquiera a oír hablar de él.» Y él mecontestó: «¡Hecho! Nosotros lo hemos recogido del arroyo, y no nosabandonarátanfácilmente.»Estasfueronsuspropiaspalabras.

—¡Canalladesvergonzado!—exclamé—.Nisiquieraloconozcodevista.¿Quéobligacióntengoyodeserconsideradoconél?Demodo,pues,quenoleescribiré,siustedcreequenodebohacerlo.

—¡Perfectamente! ¡Esaesunapromesa!—dijoél,poniéndoseenpie—.Meencantahaberpodidoasegurarlosserviciosdeunhombrecomoustedparamihermano.Aquítieneeladelantodecienlibras,yaquíestálacartaparamihermano. Anote la dirección: «ciento veintiséis B. Corporation Street», yrecuerdequeestáustedcitadomañana,alauna.Buenasnoches,yquetengaustedtodalabuenasuerteaqueesacreedor.

Eso fue, hasta donde yo recuerdo, lo que pasó entre los dos. Imagínese,señorWatson,misatisfacciónantetamañabuenasuerte.Estuvelamitaddelanoche sentado, recreándome con ella, y a la mañana siguiente salí paraBirmingham, en un tren queme permitiría llegar con tiempo suficiente a lacita.LlevémiequipajeaunhoteldeNewStreet,ydespuésmeencaminéaladirecciónquemehabíasidodada.

Faltaba todavía un cuarto de hora, pero pensé que daría lo mismo. ElnúmerocientoveintiséisBeraunpasilloentredosgrandescomercios,porelquesellegabaaunaescaleraencurva,depiedra,delaquearrancabanmuchosdepartamentos,quesealquilabanparaoficinasacompañíasyahombresqueejercíansusprofesiones.Losnombresdesusocupantessehallabanpintadosenlapareddelaplantabaja,peronoseveíaentreellosnadaquesepareciesea Franco-Midland Hardware Company Limited. Se me cayó por unosmomentoselalmaalospies,preguntándomesitodoaquellonoseríauntrucobienestudiadoparaengatusarme.Enestoviacercarseaunhombre,yledirigílapalabra.Separecíamuchísimoalhombreaquienyohabíavisto lanocheanterior: igual tipoyvoz,perocompletamenteafeitadoyconelpelodeunatonalidadmásclara.

—¿EsustedacasoelseñorHallPycroft?—mepreguntó.

—Sí—lecontesté.

—¡Ah!Esperabasuvisita,perohallegadounpocoantesdelahora.Esta

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mañana recibí carta de mi hermano, en la que se hace lenguas de suscondiciones.

—Estababuscandolasoficinasenelinstantequehallegadousted.

—Todavía no hemos hecho inscribir nuestro nombre, porque hasta lapasada semana no hemos conseguido unas oficinas provisionales.Acompáñemearribayhablaremosdelasunto.

Leseguíhastaloaltodeunaempinadaescalera,Allí,bajoelmismotejadode pizarra, había dos habitaciones pequeñas, vacías y polvorientas, sinalfombrasnicortinas,yenellasentramos.Yomeimaginabaencontrarmeconunasgrandesoficinas,mesasbrillantesehilerasdeescribientes,queeraa loqueestabaacostumbrado,ynofaltoalaverdadsilesdigoquecontempléconbastantedisgustolamesitaydossillasdemaderaque,juntamenteconunlibrodecuentasyuncestoparapapelesinservibles,formabantodoelmobiliario.

—Nosedesanime,señorPycroft—medijoelhombrealqueacababadeconocer,viendocómosemehabíaalargadolacara—.Romanosehizoenundía, y nos respaldan fuertes capitales, aunque todavía no presumamos debrillantesoficinas.Hagaelfavordesentarseydarmesucarta.

Seladi,yéllaleyócongranatención.

—HacausadoustedunagranimpresiónamihermanoArthur,porloqueveo.Yséqueéleshombremuyagudojuzgandoalaspersonas.Considéresedesde ahora como admitido definitivamente. El jura por Londres y yo porBirmingham,peroestavezseguirésuconsejo.

—¿Cuálessonmisobligaciones?—lepregunté.

—En su debido momento se encargará usted de la gerencia del grandepósito deParís, que servirá para inundar con artículos de loza inglesa lastiendasdeloscientotreintaycuatroagentesquetenemosenFrancia.Faltaaúnuna semana para que queden completadas las compras. Entre tanto, ustedpermaneceráenBirmingham,procurandohacerseútil.

—¿Dequémanera?

Portodarespuesta,echómanodeunlibracodepastasencarnadasquesacódeuncajón,ymedijo:

—Aquí tiene una guía de París, en la que figura la profesión de cadapersona, a continuación de su nombre y apellidos. Llévesela usted a sudomicilioyentresáquemelosnombresydireccionesdetodosloscomerciantesdeferreteríayquincalla.Nosseránutilísimos.

—¿Ynohabrálistasyaclasificadas?—leapunté.

—Nosondefiar.Susistemaesdistintodelnuestro.

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Póngasedefirmealtrabajo,ytráigamelaslistasparaellunes,alasdoce.Buenosdías,señorPycroft.Siustedsiguemostrandoentusiasmoydiligencia,yaverácómolaCompañíasabeserbuenaconusted.

Regresé al hotel con el libraco bajo el brazo y con encontradísimossentimientosenmicorazón.Porunaparte,yoestabadefinitivamentecolocadoyteníacienlibrasenmibolsillo.Porotraparte,elaspectodelasoficinas,elnofigurarsunombreenlaparedyotrosdetalleseransusceptiblesdeproduciren el hombre de negocios unamala impresión acerca de la posición de suspatronos. Pero como, ocurriese lo que ocurriese, yo disponía de dinero,meapliquéamitarea.Trabajéfirmedurantetodoeldomingo;pero,contodoeso,no había llegado el lunes sino hasta laH.Volví a presentarme ami jefe, lohalléenelmismodepartamentodesamueblado,ymeordenóquesiguieseconellohastaelmiércoles,yquevolvieseentonces.Tampocoelmiércoleshabíaterminadoaúnporcompleto,ytuvequeseguirdándolehastaelviernes...;esdecir,hastaanteayer.VineentoncescontodolohechoalseñorHarryPinner.

—Muchas gracias —me dijo—. Me temo haber calculado en menos ladificultaddelatarea.Estalistameservirádeverdaderaayudaenmitrabajo.

—Mehallevadobastantetiempo—lecontesté.

—Puesbien—medijo—:ahoraquieroqueprepareustedunalistadelastiendasdemuebles,porquetodasellasvendenartículosdequincallería.

—Perfectamente.

—Puedeustedvenirmañana,alassietedelatarde,paraquemeenteredecómomarchasutrabajo.Peronoseexcedaenelmismo.Unpardehorasdecafécantanteporlanochenoleharíaningúndañodespuésdesulabordeldía.

Medecíaestoriéndose,yentoncesmefijéconunestremecimientoenqueel segundode susdientesdel lado izquierdoestabaempastadodeorodeunmodomuychapucero.

SherlockHolmessefrotólasmanossatisfecho,yyomiréconasombroanuestrocliente.Esteprosiguió:

—Haymotivosparaquesesorprenda,doctorWatson;peroesporlarazónsiguiente:cuandoyohabléconelotroindividuoenLondres,yseechóareír,burlándose de la idea de que yo pudiera ir a trabajar en Mawson, me fijécasualmenteenqueteníasudienteempastadodeidénticaforma.Fíjeseenqueloqueenamboscasosatrajomiatención fueelbrillodeloro.Alponeresedetalle juntoa la identidaddel tipoydelavozyverquenopresentabasinodiferencias que podían ser producidas por una navaja de afeitar y por unapeluca,nomequedódudaalgunadequesetratabadelmismohombre.Nadatienedeextrañoelencontrarunparecidoentredoshermanos,peronohastael

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punto de que tengan ambos elmismodiente empastado de idénticamanera.Me despidió con una inclinación, y yo me encontré en la calle sin darmecuenta de si caminaba de pies o de coronilla. Regresé a mi hotel, metí lacabeza enunapalanganade agua e intenté imaginarme lo queocurría. ¿PorquémehabíatraídodeLondresaBirmingham?¿Porquérazónhabíallegadoantesqueyo?¿Yparaquéhabíaescritounacartadesímismoparasímismo?Erademasiadoproblemaparamí,ynologréverlenipiesnicabeza.Perotuvedepronto la ideadequequizá fueseclaroparael señorSherlockHolmes loqueparamíresultabaoscurísimo.Tuveeltiempojustodecogereltrendelanoche para Londres, de visitarle esta mañana y de regresar con ustedes aBirmingham.

Cuando el escribiente del corredor de Bolsa terminó de contar susorprendenteexperiencia,hubounapausa.SherlockHolmes, recostadoeneltapizadorespaldodesuasiento,conexpresiónsatisfecha,perodecríticoenlamateria,lomismoqueunexpertoenvinosqueacabadedarelprimerpaladeoaldeunaañadaextraordinaria,memiródesoslayo,ymedijo:

—¿Verdad, Watson, que no está mal? Hay detalles en el caso que mesatisfacen.Creo que estará usted de acuerdo conmigo en que una entrevistaconelseñorArthurHarryPinner,enlasoficinasprovisionalesdelaFranco-MidlandHardwareCompanyLimited,hadeserunacosaquenosinteresaráalosdos.

—Pero,¿cómopodemosrealizarla?—lepregunté.

—¡Oh!, eso es bastante fácil —exclamó, con alegría, Hall Pycroft—.Ustedesdossonamigosmíosqueandanbuscandoacomodo,¿yquécosamásnatural puedehaber que el queyome los llevepara presentarlos al directorgerente?

—Nimásnimenos.Claroquesí—dijoHolmes—.Meagradaríaecharunvistazoaesecaballeroyversileencuentrosentidoaljueguecitoquesetrae.¿Qué cualidades tiene usted, amigomío, que puedan hacer tan valiosos susservicios?¿Oseráposibleque...?

Holmessepusoamorderselasuñasyamiraralalejaníaporlaventana,yyaapenassileoímoshablarhastaquenosencontramosenNewStreet.

A las siete del atardecer caminábamos los tres hacia las oficinas de laCompañía,enCorporationStreet.

—De nada sirve que lleguemos antes de la hora señalada —nos dijonuestro cliente—. Parece que él no viniera aquí sino para entrevistarseconmigo,porquelasoficinasestándesiertashastalahoraexactadelacita.

—Esoesmuyelocuente—hizonotarHolmes.

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—¡PorJúpiter!¿Quélesdije?—exclamóelescribiente—.Esequevaallí,delantedenosotros,esél.

Nos señaló a un hombre más bien pequeño, rubio y bien vestido, quemarchaba presuroso por el otro lado de la calle. Mientras nosotros levigilábamos,élmiróatravésdelacalleaunmuchachoquevoceabalaúltimaedicióndelperiódicodelatarde,cruzólacalzada,porentreloscochesylosómnibus, y le compró un ejemplar. Después, aferrando el periódico en lamano,desaparecióporelportaldeunacasa.

—¡Allí entró! —exclamó Hall Pycroft—. Allí están las oficinas de laCompañía y a ellas va. Acompáñenme, y combinaré la entrevista lo másrápidamenteposible.

Subimos tras él cinco pisos, hasta encontrarnos delante de una puertaentreabierta,alaquellamóconunosgolpecitosnuestrocliente.Unavoznosinvitó desde dentro: “¡Adelante!”, y entramos a un cuarto desnudo, sinmuebles,talcomoHallPycroftnoslohabíadescrito.Elhombrequehabíamosvistoenlacalleestabasentadodelantedelaúnicamesayteníaextendidoenésta su periódico. Levantó la vista paramirarnos, y yo no creo haber vistonuncaotra cara con tal expresióndedolor, deunalgoque era aúnmásquedolor: una expresión tan horrorizada que son pocos los hombres que lamuestranalgunavezensuvida.Elsudordababrilloasufrente,susmejillaserandeuncolorblancuzcodevientredepescado,ylamiradadesusojoseradedesatinoydeasombro.Miróasuescribientecomosinoloconociese,yporloatónitoquemostrabahallarsenuestroguía,comprendíqueésteencontrabaasujefecompletamentediferenteacomoeradeordinario.

—Pareceustedenfermo,señorPinner—exclamóelescribiente.

—Sí,nomesientomuybien—contestóelinterrogado,haciendoesfuerzosevidentesporrecobrarse,yhumedeciéndoseloslabiosresecosconlalengua,antes de contestar —. ¿Quiénes son estos caballeros que ha traído en sucompañía?

—Elunoes el señorHarris, deBermondsey,y elotro el señorPrice,deesta ciudad—contestó con volubilidad el empleado—. Son amigosmíos, ycaballerosexperimentados,perollevanalgúntiemposincolocación,yconfíanen que quizá encuentre usted para ellos algo en que trabajar dentro de laCompañía.

—Esmuyposiblequesí,esmuyposiblequesí—dijoelseñorPinnerconsonrisa cadavérica—. Sí, estoy seguro de que estaremos en condiciones dehaceralgoporustedes¿Cuálessuespecialidad,señorHarris?

—Soycontable—contestóHolmes.

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—Desde luego que necesitamos alguien por ese estilo. ¿Y usted, señorPrice?

—Escribientedeoficina.

—TengolamásvivaesperanzadequelaCompañíapodrádarlesacomodo.Selocomunicaréaustedesencuantohayamostomadounadecisión.Yahorales suplico que se retiren. ¡Por amor de Dios, déjenme solo! Estas últimaspalabras le salierondisparadas,comosielesfuerzoqueveníahaciendoparareprimirse hubiese estallado súbitamente y por completo. Holmes y yo nosmiramoselunoalotro,yHallPycroftdiounpasohacialamesa,diciéndole:

—Seolvidausted,señorPinner,dequemeencuentroaquícitadoporustedpararecibiralgunasinstruccionessuyas.

—Así es, señor Pycroft, así es—contestó el otro, ya conmás calma—.Puede esperarme aquí un instante, y no hay razón tampoco para que no lohagan sus amigos. Dentro de tres minutos volveré a estar a disposición deustedes,sipuedoabusardesupacienciadeaquíaentonces.

Se puso en pie con expresión de gran cortesía, nos saludó con unainclinación y desapareció por una puerta que había al fondo, cerrándola pordentro.

—¿Quéesesto?¿Nosvaadaresquinazo?—cuchicheóHolmes.

—Esoesimposible—contestóPycroft.

—¿Porquérazón?

—Porqueesaeslapuertadelahabitacióninterior.

—¿Ynotienesalida?

—Ninguna.

—¿Estáamueblada?

—Ayersehallabadesnuda.

—Peroentonces,¿quédiablosestáhaciendo?Hayenesteasuntoalgoquenoentiendo.Sihahabidoalgunavezunhombreenloquecidodeespanto,esehombresellamaPinner.¿Quéesloquehapodidoproducirlelatiritona?

—Sospechaquesomosdetectives—apuntéyo.

—Esoes—confirmóPycroft.

Holmesmoviónegativamentelacabeza.

—Noempalideció.Estabayapálidocuandoentramosenlahabitación.

—Esmuyposibleque...

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Lecortólapalabraunfuertemartilleoqueseoíahacialapuertainterior.

—¿Para qué diablos está golpeando su propia puerta? —exclamó elescribiente.

Volvió a oírse, más fuerte aún que antes, aquel martilleo. Todos nosquedamosmirandoconexpectaciónhacia lapuertacerrada.YomefijéenelsemblantedeHolmesypudeobservarsurigidezyconquéintensaexcitaciónechaba el busto hacia adelante. De pronto nos llegó un ruido glogloteante,como de alguien que gargarizaba, y un rápido repiqueteo sobre la madera.Holmes se abalanzó hacia la puerta y la empujó.Estaba cerrada por dentro.Siguiendo su ejemplo, nosotros también nos lanzamos con todo el peso denuestro cuerpo contra la puerta.Saltó unode los goznes, luego el otro, y lapuerta se vino abajo con estrépito. Abalanzándonos por encima de ella nosmetimosenelcuartointerior.

Estaba vacío. Pero nuestra desorientación sólo duró un instante. En unángulo,elmásinmediatoalahabitaciónqueacabábamosdedejar,habíaunasegundapuerta.Holmesseabalanzóhaciaellaylaabriódeuntirón.Tiradosporelsuelohabíaunachaquetayunchaleco,ydetrásdelapuerta,ahorcadodeunganchoconsuspropiostirantes,estabaeldirectorgerentedelaFranco-MidlandHardwareCompany.Teníalasrodillasdobladas,lecolgabalacabezaformandounánguloespantosoconsucuerpo,yeltaconeodesuspiescontrala puerta era lo que había interrumpido nuestra conversación. Un instantedespuésloteníayoagarradoporlacinturaylevantabaenvilosucuerpo,entanto que Holmes y Pycroft desataban las tiras elásticas que se le habíanhundido entre los pliegues de la piel.Lo trasladamos a continuación al otrocuarto,dondequedótumbado,conlacaradelcolordelapizarra,embolsandoydesembolsandosuscárdenoslabioscadavezquerespiraba...,convertidoenunaespantosaruinadetodoloquehabíasidocincominutosantes.

—¿Quéimpresiónleproduce,Watson?—preguntóHolmes.

Meinclinésobreélyloexaminé.Teníaelpulsodébileintermitente,perosu respiración se iba haciendomás profunda, y sus párpados tenían un levetemblequeoquedejabaverunaestrechatiritadelglobodelojo.

—Sehaescapadoporunpelo,peroyasepuededecirquevivirá—lesdije—.Haganelfavordeabriresaventanaydenmelabotelladeagua.

Leaflojéelcuellodelacamisa,vertíaguaensucaraylebajelosbrazoshastaquelovirespirarprofundamenteyconnaturalidad.

—Esyasólocuestióndetiempo—dijealalejarmedeél.

Holmespermanecíaenpiejuntoalamesa,conlasmanoshundidasenlosbolsillosdelpantalónylabarbillacaídasobreelpecho.

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—Me imagino que tendremos que avisar a la Policía —dijo—. Peroconfiesoquequisierapoderexponerleselcasocompletocuandovengan.

—Para mí sigue siendo un condenado misterio —exclamó Pycroftrascándoselacabeza—.¿Paraquéquisierontraermehastaaquí,siluego...?

—¡Bah!Todo eso está bastante claro—dijoHolmes con impaciencia—.Yomerefieroaeseúltimogiroinesperado.

—¿Demodoqueustedcomprendelodemás?

—Creoqueesbastanteevidente.¿Quédiceusted,Watson?

Yomeencogídehombros.

—Notengomásremedioqueconfesarquenotocofondo—lecontesté.

—Siustedestudialoshechosdesdeelprincipio,sólopuedenapuntarhaciaunaconclusión.

—Ycuálesesa?

—Puesbien:todoelasuntogirasobredoshechos.

El primero es el hacerle firmar a Pycroft una declaración escrita de queentrabaalserviciodeestaabsurdaCompañía.¿Noveustedcuánelocuenteesesto?

—Pues,laverdad,noloalcanzoacomprender.

—¿Paraquéibanaquererquelohiciese?Noseríacomotrámitecomercial,porquelocorrienteeshacerestosarreglosverbalmente,yenestecasonoseveuna condenada razón para salirse de las normas. ¿No ve usted, mi jovenamigo,que loqueellos anhelabanposeer eraunamuestrade suescritura,yqueeraeseelúnicomediodeconseguirlo?

—¿Yparaqué?

—Ahíestáprecisamentelacuestión.¿Paraqué?Cuandocontestemosaesapregunta habremos avanzado un poco en nuestro pequeño problema. ¿Paraqué? Sólo puede haber una razón adecuada. Alguien tenía necesidad deaprender a imitar su escritura, y para ello necesitaba procurarse antes unamuestra.Sipasamosahoraalsegundopunto,veremosqueambosseiluminanmutuamente.EstesegundopuntoeslapeticiónquelehizoelseñorPinnerdeque no admitiese usted el cargo, sino que dejase al gerente de aquellaimportantecasaconvencidodequeunseñorHallPycroft,alquenuncahabíavistopersonalmente,acudiríaasusoficinasellunesporlamañana.

—¡SantoDios!—exclamónuestrocliente—.¡Québorricohesido!

—Ahoraseexplicaustedeldetalledelaescritura.

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Suponga, por ejemplo, que se presentase a ocupar el puesto de ustedalguien con una letra totalmente distinta a la del documento enviadosolicitandoelpuesto:allí acababael juego.Peroelmuycanallaaprendióeneseintermedioaimitarladeusted,yentalcasopodíaestartranquiloporqueme imaginoquenadiedeentreelpersonalde lasoficinas lehabíaechadoaustedlavistaencima.

—Absolutamentenadie—gimióHallPycroft.

—Prosigamos.Era,comoesnatural,delamayorimportanciaimpedirqueusted recapacitasemejor sobre el asunto, y también que pudiera ponerse encontacto con nadie que pudiera hacerle saber que un doble suyo estabatrabajando en las oficinas de Mawson. Fue esa la razón que los movió ahacerle un espléndido adelanto sobre su salario, y a obligarle a que setrasladase a la regiónMidlands, donde le proporcionaron trabajo comoparaquenoregresaseaLondres,cosaquehubierapodidoestropearleseljuegoquesetraían.Todoesoestábastanteclaro.

—¿Yparaquéibaesteindividuoaquererpasarporsupropiohermano?

—Tambiénestoestábastanteclaro.Esevidentequeenestenegociosólointervienen dos individuos. El otro está haciéndose pasar por usted en lasoficinas.Estedeaquíhizoelpapeldecontratadordesusservicios,peroluegoseencontróconque,sihabíadebuscarleunpatrono,teníaquedarentradaauna tercera persona en el complot. No estaba dispuesto a ello. Transformótodo lo que pudo su aspecto exterior, y confió en que usted atribuiría lasemejanza, que no podía menos de advertir, a un parecido familiar. De nohabersidoporlafelizcasualidaddelempastadodeoro,esprobablequenuncasehubiesendespertadosussospechas.

HallPycroftagitóenelairesuspuñosapretadosyexclamó:

—¡Por Dios Santo! ¿Qué habrá estado haciendo este Hall Pycroft en lacasaMawson, mientras me engañaba a mí de esta manera? ¿Qué debemoshacer,señorHolmes?¡Dígameustedloquedebohacer!

—EsprecisoquetelegrafiemosaMawson.

—Lossábadoscierranalasdoce.

—Noimporta;quizáandeporallíalgúnporterooayudante...

—Esosí; tienenunguardiánpermanenteporque losvaloresqueguardanasciendenaunafuertesuma.RecuerdohaberlooídocomentarenlaCity.

—Perfectamente: telegrafiaremosyaveriguaremossinadamaloocurre,ysi trabajaallíunescribientedesunombreyapellido.Todoesoestábastanteclaro,peroloqueyanoloestátantoeselporquéunodeesosbandidossaliódeestahabitaciónalvernosanosotrosyseahorcó.

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—¡Elperiódico!—gruñóunavozanuestrasespaldas.Lívidoyexangüe,elhombre se había sentado: reaparecía en sus ojos la razón, y sus manosrestregaban nerviosamente la ancha franja roja que aún tenía marcadaalrededordelcuello.

—¡Naturalmente! ¡El periódico!—bramóHolmes en el paroxismo de laexcitación—.¡Quéidiotahesido!Tantopenséennuestravisita,queniporuninstantesemeocurrióquepudieraserelperiódico.Ahíestá,sindudaalguna,elsecreto.

Loalisóencimadelamesa,yungritodetriunfoescapódesuslabios.

—¡Fíjeseenesto,Watson!—gritó—.Esundiariolondinense,unaprimeraedicióndelEveningStandard.Aquíestáloquebuscábamos.Mirelostitulares:“Crimenen laCity.AsesinatoenMawsonandWilliams.”Ea,Watson, todosnosotrosestamos igualmenteafanososporescucharlo,así,pues, leaustedenvozalta.

Porellugardeldiarioenqueaparecíalanoticia,veíasequesetratabadelacontecimientodemayor importancia ocurrido enLondres, y el relato decíaasí:

“EstatardehaocurridoenlaCityunatemerariatentativaderobo,quehaculminadoconlamuertedeunhombreyenlacapturadelcriminal.MawsonandWilliams,lacélebrefirmafinanciera,vienesiendoelcustodiodevaloresque ascienden en conjunto a una suma muy superior al millón de librasesterlinas.TanconscienteestabalaDireccióndelacasadelaresponsabilidadquesobreellarecaíacomoconsecuenciadelosgrandesinteresesenjuego,queinstalócajasdeseguridaddelúltimomodelo,yunhombrearmadomontaba,noche y día, guardia en el edificio. Según parece, la firma tomó la pasadasemanaasuservicioaunnuevoescribiente,llamadoHallPycroft.PeroeltalPycroftnoeraotroqueBeddington,elcélebrefalsificadoryladrónquesaliórecientemente con su hermano de cumplir una condena de cinco años detrabajos forzados.Valiéndosedemediosquenoestánclaros,obtuvo,usandoun nombre falso, ese cargo oficial en las oficinas, y valiéndose delmismo,sacó losmoldes de diferentes cerraduras y un conocimiento completo de laposicióndelacámaraacorazadadelascajasfuertes.

Es costumbre en la casa Mawson que los escribientes abandonen lossábadoseltrabajoalmediodía.PoresoelsargentoTuson,delaPolicíadelaCity, se quedó sorprendido al ver, veinte minutos después de la una, a uncaballero portador de unamaleta, que bajaba la escalinata. Despertadas sussospechas,elsargentosiguióalhombreyconsiguiódetenerloconlaayudadelguardiaPollock,despuésdeunaresistenciadesesperada.Sevioenelactoquesehabíacometidounroboatrevidoygigantesco.Seencontrarondentrodelamaletatítulosdeferrocarrilesnorteamericanosporvalordecercadecienmil

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libras, aparte de otra importante cantidad de títulos mineros y de otrascompañías.Alhacerunregistroenloslocales,fuedescubiertoelcadáverdeldesdichadovigilante,acurrucadodentrodelacajafuertemásespaciosa.DenohabersidoporlarápidaintervencióndelsargentoTuson,elcadávernohubierasido descubierto hasta el lunes por la mañana. La víctima tenía el cráneodestrozadoporungolpequeleaplicóelasesinopordetrásconunhurgóndehierro.No cabe lamenor duda de queBeddington consiguió que le dejasenentrar alegando que se había dejado algo olvidado; una vez asesinado elvigilante, saqueó rápidamente la caja fuertemayor y se largó de allí con elbotín. El hermano de Beddington, que acostumbra a operar con él, no haaparecido todavía en este caso, o por lo menos nada se sabe del mismo,aunquelaPolicíarealizaenérgicasinvestigacionesparadarconsuparadero.”

—Bien,podemosahorrarlealaPolicíaalgúntrabajoaeserespecto—dijoHolmesechandounvistazoalafiguramacilentaacurrucadajuntoalaventana—.Lanaturalezahumanaesunacuriosamezcla,Watson.Yaveustedcómoun canalla y asesino puede inspirar a su hermano un cariño capaz deimpulsarlo al suicidio cuando se entera de que el cuello de aquel no puedeescapar a la horca. Pero, en este caso, nosotros no tenemos ahora opción.SeñorPycroft,siustedtienelabondaddellegarsealaComisaría,eldoctoryyoquedaremosaquídeguardia.

LACORBETAGLORIASCOTT

Tengoaquíunospapeles—medijomiamigoSherlockHolmes,sentadosuna noche invernal al lado del fuego— que creo de veras, Watson, quemerecerían un vistazo suyo. Se trata de los documentos acerca delextraordinariocasodelaGloriaScott,yésteeselmensajequetantohorrorizóaljuezdepazTrevorcuandololeyó.

Habíasacadodeuncajónunpequeñorollodeaspectoajadoy,desatandosucinta,meentregóunabrevenotagarabateadaenmediofoliodepapelgrispizarra.Decía:

«ElsuministrodecazaparaLondresaumentasincesar.Alguardabosqueen jefeHudson, según creemos, se le ha pedido ahora que reciba todos losencargos de papel atrapamoscas y que preserve la vida de vuestros faisaneshembra.»

Al levantar la vista, después de leer tan enigmático mensaje, vi queHolmessereíadelaexpresiónquehabíaenmirostro.

—Pareceuntantodesconcertado—medijo.

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—Nocomprendoqueunmensaje comoéstepueda inspirar horror.Amímeparecemásgrotescoquecualquierotracosa.

—Ynomeextrañaenabsoluto.Sinembargo,persisteelhechodequeellector,queeraunanciano robustoybienconservado, sedesplomóal leerlo,comosilehubieranasestadounculatazoconunapistola.

—Excitamicuriosidad—dije—.¿Porquéhadichohaceunmomentoquehabía razones muy particulares por las que yo debería estudiar estosdocumentos?

—Porquefueelprimercasoenelqueyointervine.

Amenudohabíatratadoyodesaberdelabiosdemicompañeroquéhabíaorientado por primera vez su mente en la dirección de la investigacióncriminal, pero hasta el momento nunca le había sorprendido en una venacomunicativa. Ahora se inclinó adelante en su sillón y extendió losdocumentos sobre sus rodillas. Después encendió su pipa y durante algúntiempopermaneciósentado,fumandoyhojeándolos.

—¿NuncamehaoídohablardeVíctorTrevor?—preguntó—.Fueelúnicoamigoquetuvedurantelosdosañosquepaséenelcolegiouniversitario.Yonuncafuiunindividuomuysociable,Watson,ysiemprepreferípermanecerenmihabitaciónydesarrollarmispequeñosmétodosdepensamiento,demodoquenuncaalternémuchoconlosjóvenesdemicurso.Exceptolaesgrimayelboxeo,yonoteníagrandesaficionesatléticasy,además,milíneadeestudioseramuydistintadeladelosdemáscondiscípulos,demodoquenoteníamosningún punto de contacto. Trevor era el único alumno al que yo conocía, yprecisamentedebidoalaccidenteocasionadoporsubull-terrier,queplantósusdientesenmitobillounamañana,cuandomedirigíaalacapilla.

Fueunamaneraprosaicadeforjarunaamistad,peroresultóefectiva.Tuveque permanecer echado diez días, y Trevor solía venir a preguntar cómoestaba.Alprincipiosólocharlábamosunpardeminutos,perosusvisitasnotardaron en prolongarse y antes de que terminara el curso éramos íntimosamigos.Éleraunmuchachocordialysaludable,llenodeánimoyenergía,elextremo opuesto amí enmuchos aspectos, pero descubrimos que teníamosalgunos interesesencomún,y seestablecióunvínculomáscuandoconstatéque carecía de amigos igual que yo. Finalmente me invitó a pasar unatemporada en la casa de su padre en Donnithorpe, Norfolk, y acepté suhospitalidadduranteunmesdelasvacacionesdeverano.

El viejo Trevor era, evidentemente, un hombre de buena posición y decierta categoría, juez de paz y terrateniente. Donnithorpe es un pequeñocaserío al norte de Langmere, en la región de los Broads. La casa era unamplioyantiguoedificio,convigasderobleyobrademampostería,conuna

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bonitaavenidaflanqueadaportilosqueconducíahastaella.Lasoportunidadesdecazarpatos silvestresen lospantanoseranexcelentes, así como lapesca.Teníaademásunapequeñaperoselectabiblioteca,procedente,segúnentendí,deunanteriorocupante,yunacocinatolerable,demodoquemuyremilgadohabíadeserelhombrequenopudierapasarallíunmesplacentero.

Trevorpadreeraviudo,ymiamigoerasuúnicohijo.Oídecirquehubounahija,peroquemuriódedifteriaenelcursodeunavisitaaBirmingham.Elpadreme interesóextraordinariamente.Eraunhombredepocacultura,perocon un vigor considerable tanto en el aspecto físico como mental. Apenashabía leído libro alguno, pero había viajado extensamente, había visto granpartedelmundoyhabíarecordadotodoloqueaprendió.Comopersona,eraun hombre grueso y fornido, con una buena mata de cabellos grises, caramorena,curtidaporlaintemperie,yunosojosazulescuyaagudezalindabaenla ferocidad. Sin embargo, gozaba de la reputación de ser un hombrebondadosoycaritativoentodalacomarcayerabienconocidalabenignidaddesussentenciascomojuez.

Unatarde,pocodespuésdemillegada,saboreábamosunvasitodeoportocomo rematede la cena, cuando el jovenTrevor empezó ahablar acercadeaquelloshábitosdeobservaciónydeducciónqueyoyahabíaconvertidoenunsistema, aunque todavía no había reconocido el papel que habrían dedesempeñar en mi vida. Evidentemente, el anciano creyó que su hijoexageraba en su descripción de un par de hechos triviales que yo habíaprotagonizado.

—Vamos, señor Holmes —me dijo, riéndose con ganas—, yo soy unexcelentesujeto,siesquepuedededuciralgodemí.

—Temoquenohayagrancosa—contestéyo—.Peropodríasugerirqueenlosdoceúltimosmeseshatemidoustedalgúnataquepersonal.

Larisadesapareciódesuslabiosymemiróconvivasorpresa.

—Pues es la pura verdad —dijo—. Tú ya sabes, Víctor —añadió,volviéndose hacia su hijo—, que cuando dispersamos aquella pandilla decazadoresfurtivos,juraronapuñalarnos,ydehechosirEdwardHobyhasidoagredido.Desdeentonces,yo siempremehemantenidoenguardia,peronotengolamenorideadecómopuedeustedsaberlo.

—Tiene un bastón muy elegante, señor Trevor —respondí—. Por lainscripción,heobservadoquenohacemásdeunañoqueobraen supoder.Pero se ha tomado usted el trabajo de agujerear su puño y verter plomoderretido en el orificio, a fin de convertirlo en un arma formidable. Hededucidoquenotomaríatalesprecaucionessinotemieraalgúnpeligro.

—¿Algomás?—preguntó,sonriendo.

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—Ensujuventud,ustedpracticómuchísimoelboxeo.

—¡Haacertadootravez!¿Ycómolohasabido?¿Acasotengolanarizalgodesviada?

—No—contesté—.Setratadesusorejas.Presentanelaplastamientoylahinchazónpeculiaresquedelatanalboxeador.

—¿Algomás?

—Ajuzgarporsuscallosidades,sehadedicadodefirmeacavar.

—Ganétodomidineroenloscamposauríferos.

—TambiénhaestadoenNuevaZelanda.

—Denuevohaacertado.

—HavisitadoJapón.

—Cierto.

—YhaestadoustedíntimamenteasociadoconalguiencuyasinicialeseranJ.A.,unapersonaalaquedespuésquisoolvidarporcompleto.

ElseñorTrevorselevantólentamente,clavóenmisusgrandesojosazulesconunamiradaextraña,desenfocada,yactoseguidosedesplomó,víctimadeun profundo desmayo, sepultando la cara entre las cáscaras de nuez quecubríanelmantel.

Puedeimaginar,Watson,cuálfuelaimpresiónqueestonoscausóasuhijoyamí.Sinembargo,elataquenodurómucho,ycuandoledesabrochamoselcuellodelacamisayrociamossucaraconelaguadeunvaso,diounpardeboqueadasyseincorporó.

—¡Ay,muchachos!—dijo,esforzándoseensonreír—.Esperonohaberosdadounsusto.Peseaparecertanfuerte,hayunpuntodébilenmicorazónynosenecesitagrancosaparaponermefueradecombate.Nosécómose lasarregla usted, señor Holmes, pero tengo la impresión de que todos losdetectivesdelarealidadylaficciónseríancomochiquillosensusmanos.Esteessucaminoenlavida,señor,ypuedecreerenlaspalabrasdeunhombrequehavistounpocoelmundo.

Yestarecomendación,juntoconlaexageradaestimacióndemisfacultadesque la precedió, fue, puede usted creerme,Watson, lo primero queme hizopensarquecabíaconvertirenprofesiónloquehastaentonceshabíasidomeraafición.Enaquelmomento, sin embargo, amímepreocupabademasiadoelsúbitodesvanecimientodemianfitriónparapensarennadamás.

—Esperonohaberdichonadaquelehayadisgustado—murmuré.

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—Desde luego, me ha tocado en un punto de lo más sensible. ¿Puedopreguntarlecómolosabeyquéesloquesabe?

Hablabaenun tonocomomedioenbroma,peroenel fondodesusojostodavíahabíaunaexpresióndeterror.

—Nopuedesermássencillo—contesté—.Cuandosearremangóunbrazoparameteraquelpezenlabarca,viquelehabíantatuado«J.A.»enelbrazo.Lasletrastodavíaeranlegibles,peroseveíabienalasclaras,ajuzgarporsuapariencia borrosa y por el teñido de la piel a su alrededor, que se habíanhechoesfuerzosconducentesasudesaparición.Eraobvio,pues,queenotrotiempo aquellas iniciales habían sidomuy familiares y que, posteriormente,habíaqueridoolvidarlas.

—¡Qué vista tiene usted, señor Holmes! —exclamó con un suspiro dealivio—.Estalcomousteddice,peronohablaremosdeello.Entretodoslosfantasmas, los de nuestros viejos amores son los peores.Venga a la sala debillaryfumetranquilamenteuncigarro.

Apartirdeaqueldía,yapesarde todasucordialidad,siemprehubounanotadesuspicaciaenlaactituddelseñorTrevorconmigo.Hastasuhijosediocuenta.«Ledistetalsustoaljefe—medijo—quenuncamásvolveráaestarsegurode loquesabesyde loquenosabes.»Tengo lacertezadequeél seesforzaba en no manifestarlo, pero la sospecha estaba tan firmementearraigadaensumentequeaflorabaencualquierocasión.Finalmente,lleguéaestartanconvencidodequelecausabatalinquietudquediporconcluidamivisita. Pero el mismo día de mi partida, antes de marcharme, ocurrió unincidentequedespuésdemostraríatenersuimportancia.

Estábamossentadoslostresensillasdeljardínysobreelcésped,tomandoel sol y admirando la vista a través de losBroads, cuando salió la sirvientaparadecirqueantelapuertahabíaunhombrequedeseabaveralseñorTrevor.

—¿Cuálessunombre?—preguntómianfitrión.

—Nohaqueridodarninguno.

—¿Quéquiere,pues?

—Dice que usted lo conoce y que sólo desea unos momentos deconversación.

—Hazlepasaraquí.

Un momento después apareció un hombrecillo apergaminado, con unaactitudservilyunosandaresbamboleantes.Llevabaunachaquetaabierta,conunagransalpicaduradealquitránenlamanga,unacamisaacuadrosrojosynegros, pantalones de tela basta y unas recias botas desgastadas. Tenía unrostro moreno, enjuto y sagaz, con una perpetua sonrisa que mostraba una

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líneairregulardedientesamarillos,ysusmanosarrugadasestabancerradasamedias, de un modo que es distintivo de los marineros. Al acercarse,encorvado,a travésdelcésped,oíque lagargantadelseñorTrevorproducíaun ruido semejante a un hipo y, abandonando de un salto su silla, corrióprecipitadamentehacia lacasa.Volvióalcabodeunosmomentosy,alpasarjuntoamí,miolfatocaptóunaintensavaharadadebrandy.

—Ybien,buenhombre—dijo—,¿quépuedohacerporusted?

Elmarinero lemirabaconojosentrecerradosycon lamismae incesantesonrisaensufaz.¿meconoce?—lepreguntó.

—¡Vaya, hombre! ¡Pero si esHudson!—exclamó el señorTrevor en untonodesorpresa.

—YHudsonsoy, señor—dijoelmarinero—.Esquehanpasadomásdetreintaañosdesdelaúltimavezquelevi.Yaquíestáustedensucasa,yyocomiendotodavíamitasajosacadodelbarrildeabordo.

—Tranquilo,hombre,puesverásquenoheolvidadotiemposyalejanos—dijoelseñorTrevory,avanzandohaciaelmarinero,lemurmuróalgoenvozbaja. A continuación, y en voz alta añadió—: Ve a la cocina, allí te daráncomidaybebida.Ynomecabedudadequeteencontraréunempleo.

—Gracias,señor—repusoelmarinero,llevándoselamanoalaviseradelagorra—.Llevabayadosañosenunvapordecabotajequenopasabade losocho nudos, y además con poca tripulación, y deseo tomarme un descanso.Penséqueloconseguiría,yafueraconelseñorBeddoesoconusted.

—¡Ah!—gritóelseñorTrevor—.¿SabesdóndeestáelseñorBeddoes?

—Por favor, señor, yo sé dónde están todosmis viejos amigos—dijo elhombreconunasonrisasiniestra,ysedeslizótraslasirvientaendirecciónalacocina.

ElseñorTrevormurmuróalgoacercadehabernavegadojuntoconaquelhombrecuandovolvióde lasminas.Despuésentróen lacasa,dejándonosalostresfuera.Alentrarnosotrosunahoramástarde,loencontramosborrachoperdido, echado en el sofá de la sala de estar.Todo el incidente dejó enmimente una impresión desagradable.Al día siguiente nome dolió abandonarDonnithorpe, pues pensaba quemi presencia podía sermotivo de embarazoparamiamigo.

Estoocurrióduranteelprimermesdelasvacacionesdeverano.Yovolvíamis habitaciones de Londres, donde pasé siete semanas dedicado a unosexperimentosdequímicaorgánica.Undía, sinembargo,cuandoelotoñoyaestababastanteavanzadoylasvacacionestocabanasufin,recibíuntelegramademiamigoenelquemerogabaquevolvieraaDonnithorpeafinderecabar

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miconsejoyayuda.

Me recibióconeldogcart en laestación,ycomprendíalprimervistazoque en los dos últimos meses le habían sometido a dura prueba. Habíaadelgazadoysenotabaqueleagobiabaalgunainquietud,pueshabíaperdidoaquellaactitudamableyjovialquetantolecaracterizaba.

—Eljefeseestámuriendo—fueronsusprimeraspalabras.

—¡Imposible!—grité—.¿Quéleocurre?

—Apoplejía.Unchoquenervioso.Todoeldíahaestadoalbordedelfinal.Dudodequeloencontremosconvida.

—Como puede imaginar, Watson, me sentí horrorizado por esta noticiainesperada.

—¿Cuálhasidolacausa?—pregunté.

—Ah,éstaeslacuestión.Subeypodremoscomentarloduranteeltrayecto.¿Recuerdasaquelindividuoquellególatardeanterioratupartida?

—Perfectamente.

—¿Sabesaquiéndejamosentrarencasaaqueldía?

—Notengonilamenoridea.

—¡EraelDiablo,Holmes!—exclamo.

Lomiréestupefacto.

—Sí,eraelDiablopersonificado.Desdeentoncesnohemostenidoniunahoradepaz,niunasola.Desdeaquella tarde,el jefeyanovolvióalevantarcabeza,yahoralehasidoarrebatadalavidayselehapartidoelcorazón,tododebidoaesemalditoHudson.

—¿Quépodertiene,pues?

—¡Ah,estoes loqueyodesearíasaberacualquierprecio!¡Elbuenodeljefe, tan amable y caritativo! ¿Cómo pudo caer en lasmanos de semejanterufián?Peromealegra tantoquehayasvenido,Holmes...Confíomuchísimoentubuenjuicioyentudiscreción,yséquemedaráselmejorconsejo.

Avanzábamosalolargodelalisayblancacarreterarural,yantenosotrosbrillabaellargotramodelosBroadsbajolaluzrojadelsolponiente.Enunaarboledaanuestraizquierda,yapodíaverlasaltaschimeneasyelmástildelabanderaqueseñalabanlamansióndelsquire.

—Mi padre nombró jardinero a aquel tipo—explicómi compañero—ydespués,yaqueestonolesatisfizo,loascendióamayordomo.Parecíacomosilacasaestuvieraasumerced;larecorríayhacíaenellacuantoseleantojaba.

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Lascriadassequejarondesuaficiónalabebidaydesulenguajesoez,ymipadre les aumentó el sueldo a todas para compensarles de estas molestias.Aquel individuo utilizaba la barca y la mejor escopeta de mi padre, y seregalaba con pequeñas cacerías. Y todo esto lo hacía con una cara taninsolenteyburlonaque,sihubierasidounhombredemiedad,veinteveceslehubieratumbadodeunpuñetazo.Teaseguro,Holmes,queentodomomentome he sometido a un férreo control, pero ahorame pregunto si no hubieraobradomuchomejorabandonándomeunpocomásamisimpulsos.

Puesbien,entrenosotroslascosasfuerondemalenpeor,yeseanimaldeHudson semostró cada vezmás entrometido, hasta que un día, al contestarcon insolencia a mi padre en mi presencia, lo agarré por un hombro y loexpulsé de la habitación. Se retiró con un rostro lívido y unos ojosponzoñosos, que proferían más amenazas de las que hubiese podidopronunciarsulengua.Noséquéocurrióentremipobrepadreyéldespuésdeesto,peropapámellamóeldíasiguienteymepreguntósinopodíayoofrecermisexcusasaHudson.Comopuedesimaginar,meneguéyalavezintuícómopodíapermitirmipadrequesemejantegranujasetomaratantaslibertadesconélyconelpersonaldelacasa.

—Ah,muchacho—medijo—,hablarcuestamuypoco,pero túnosabescuálesmisituación.Sinembargo,losabrás,Víctor.Yomeocuparédequelosepas,ocurraloqueocurra.¿Verdadquenocreesquetupobreyviejopadrehayacometidonadamalo?

Estabamuyemocionadoyseencerrótodoeldíaenelestudiodonde,comopudeveratravésdelaventana,escribíaafanosamente.

Aquella tarde seprodujo loque amíme representóungran alivio, puesHudsonnosanuncióqueibaadejarnos.Entróenelcomedor,dondenosotrosestábamos sentados después de cenar, y manifestó su intención con la vozpastosadelhombremediobebido.

—YaestoyhartodeNorfolk—dijo—.MeiréacasadelseñorBeddoes,enelHampshire.Séquesealegrarátantocomoustedcuandomevea.

—Esperoqueno irásamarcharteenfadado,Hudson—dijomipadreconunadocilidadquehizohervirmisangreenlasvenas.

—Nomehansidopresentadasexcusas—replicóél,ceñudoymirandoenmidirección.

—Víctor,¿noreconocesquehas tratadocondurezaaestebuenhombre?—preguntómipadre,volviéndosehaciamí.

—Muyalcontrario,creoquelosdoshemosmostradoconélunapacienciaextraordinaria—repuse.

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¿Ah, sí, conque éstas tenemos? —gruñó Hudson—. Pues muy bien,hombre.¡Yanosocuparemosdeesto!

Saliódelcomedorconlacabezagachaymediahoramástardeabandonólacasa, dejando a mi padre en un estado de penoso nerviosismo. Noche trasnoche,leoíapasearporsuhabitación,yprecisamente,cuandoyaempezabaarecuperarlaconfianzaensímismo,cayóporfinelgolpesobreél.

—¿Ycómofue?—inquiríconafán.

—Delmodomásextraordinario.Ayerporlatardellegóunacartadestinadaa mi padre con el matasellos de Fordingbridge. Mi padre la leyó, se llevóambasmanosalacabezayempezóacaminarporlahabitación,describiendopequeñoscírculos,comoelhombrequehaperdido lossentidos.Cuandoporfinlehiceecharseenunsofá,subocaysuspárpadossehabíandesviadoaunladoycomprendíquehabíasufridounataquedeapoplejía.EldoctorFordhamvinoenseguidayacostamosamipadre,perohoylaparálisishaaumentadoyno da señales de recuperar el conocimiento. Creo muy difícil que aún loencontremosvivo.

—¡Me horrorizas, Trevor! —exclamé—. ¿Qué podía haber leído enaquellacarta,paraquecausaraunresultadotanespantoso?

—Nada.Yestoes lo inexplicabledelasunto.Elmensajeera tanabsurdocomotrivial.¡Ah,Diosmío,comoyotemía!

Mientras hablaba enfilamos la curva de la avenidade entraday, a la luzmortecina,vimosquetodaslaspersianasdelacasaestabanechadas.Corrimoshacialapuerta,yelsemblantedemiamigoseconvulsionóporeldoloralveraparecerenelumbraluncaballerovestidodenegro.

—¿Cuándohaocurrido,doctor?—preguntóTrevor.

—Casiinmediatamentedespuésdemarcharseusted.

—¿Recobróelconocimiento?

—Porunosmomentosantesdelfinal.

—¿Algúnmensajeparamí?

—Sóloquelospapelesestánenelcajónposteriordelarmariojaponés.

Mi amigo subió con el doctor a la cámara mortuoria, mientras yopermanecíaenelestudio,dandoalasuntovueltasymásvueltasenmicabezay sintiéndomemás apenado que en ningún otro instante de mi vida. ¿Cuáldebía ser el pasado de Trevor, pugilista, viajero y buscador de oro, que sehabía puesto en manos de aquel marinero de rostro patibulario? ¿Por qué,asimismo,habíadedesmayarseanteunaalusiónalasinicialesmedioborradasen su brazo, y morirse de miedo al recibir una carta de Fordingbridge?

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Recordé entonces que Fordingbridge estaba en el Hampshire, y que aquelseñorBeddoes, al que había ido a visitar elmarinero, y presumiblemente aextorsionarle, también había sido mencionado como residente en elHampshire. Por consiguiente, la carta o bien podía proceder de Hudson, elmarinero,paraanunciarquehabíatraicionadoelculpablesecretoqueparecíaexistir,obienhaber sidoescritaporBeddoes, a findeadvertir aunantiguoconfederadosobre la inminenciadeestadelación.Hastaaquí lacosaparecíabastante clara. Pero en este caso, ¿cómo podía el mensaje ser trivial ygrotesco,talcomolodescribíaelhijo?Debíadehaberlointerpretadomal.Ysiera así, bien podía tratarse de uno de aquellos códigos secretos que quierendecir una cosamientras aparentandecir otra.Yo tenía que leer esa carta. Sihabíaenellaunsignificadooculto,yoconfiabaenpoderdesentrañarlo.

Durante una hora permanecí sentado, meditando al respecto en lasemioscuridad, hasta que finalmente una sirvienta llorosa trajo una lámpara.La seguíamiamigoTrevor,queentrópálidopero sereno,conestosmismospapeles que ahora tengo sobre mis rodillas. Se sentó ante mí, acercó lalámpara al borde de lamesa yme entregó una breve nota escrita, como veusted,enunasolacuartilladecolorgris.Decía:«ElsuministrodecazaparaLondresaumentasincesar.AlguardabosqueenjefeHudson,segúncreemos,selehapedidoahoraquerecibatodoslosencargosdepapelatrapamoscasyquepreservelavidadevuestrosfaisaneshembra.

Le aseguro que enmi cara se reflejó elmismo asombro que en la suyacuando leí por primera vez este mensaje. Acto seguido lo releícuidadosamente.Era,evidentemente,loquehabíapensadoyo,yunasegundaversión había de ocultarse en esa extraña combinación de palabras. ¿Y nopodía ser que tuviera un significado ya previamente convenido en palabrastalescomo«papelatrapamoscas»y«faisaneshembra»?Estesignificadoseríaarbitrarioydeningúnmodoselepodríadeducir.Sinembargo,mesentíapocoinclinadoacreerquefueraésteelcaso,ylapresenciadelnombre«Hudson»parecíaindicarqueeltemadelmensajeeraelqueyohabíasospechado,yqueprocedíadeBeddoesmásbienquedelmarinero.Probélalecturahaciaatrás,pero los resultados nada tenían de alentadores. A continuación probé conpalabrasalternativas,perotampocoparecióqueelsistemaprometieraaportaralguna luz.Yacontinuación,enun instante, tuveenmismanos laclavedelenigma, pues vi que cada tercera palabra, comenzando por la primera,construíaunmensajequebienpodíallevaralviejoTrevoraladesesperación:«El juego ha terminado. Hudson lo ha contado todo. Huye para salvar tuvida.»

VíctorTrevorhundióelrostroentresusmanostemblorosas.

—Hadeseresto,supongo—dijo—.Yestoespeorquelamuerte,porquesignifica también el deshonor. Pero, ¿cuál es el significado de ese

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«guardabosque»yesos«faisaneshembra»?

—Nada significan para elmensaje, pero podrían representarmucho paranosotros si no tuviéramos otros medios para descubrir al remitente. Él haempezadoporescribir:«El... juego...ha...»,yasí sucesivamente.Ydespués,paraajustarseal códigoacordado,ha tenidoquemeterdospalabrasencadaespaciovacío.Comoesnatural,utilizólasprimeraspalabrasqueacudieronasumente,yporhaberentreellastantasquehacenreferenciaaldeportedelacaza,cabe tener la tolerableseguridaddequeobienesunapasionadode lacazaotieneinterésporlacríadeanimales.¿TúsabesalgodeeseBeddoes?

—Ahoraquelomencionas—mecontestó—,recuerdoquemipobrepadrerecibíacadaotoñounainvitaciónsuyaparairacazarensuvedado.

—Entonces es indudable que la nota procede de él —dije—. Sólo nosquedadescubrirquéesestesecretoqueelmarineroblandíasobrelascabezasdeestosdoshombresricosyrespetados.

—Pordesgracia,Holmes,muchometemoqueseaunpecadovergonzoso—manifestó mi amigo—. Mas para ti yo no tengo secretos. He aquí ladeclaración que escribió mi padre cuando supo que el peligro por parte deHudsonsehabíahechoinminente.Laencontréenelarmariojaponés,talcomose lodijoélaldoctor.Léemela tumismo,puesyono tengofuerzasnivalorparahacerlo.

—Estossonlosmismosdocumentos,Watson,queélmeentregó,yahoraselosleeréaustedtalcomoaquellanocheselosleíaélenelviejoestudio.Como ve, hay un título bastante explícito: «Detalles del viaje de la corbetaGloriaScottdesdequezarpódeFalmouthel8deoctubrede1855,hastasudestrucción en latitud Norte 150º 20’, longitud Oeste 250º 14’, el 6 denoviembre.»Estápresentadoenformadecartaydicelosiguiente:

«Mi querido, queridísimo hijo... Ahora, cuando una inminente desgraciaempieza a oscurecer los últimos años de mi vida, puedo escribir con todaveracidadysinceridadquenoeseltemoralaley,nilapérdidademiposiciónenelcondado,ni tampocomicaídaalosojosdetodosaquellosquemehanconocido lo que más destroza mi corazón, sino la idea de que tengas quesonrojartepormiculpa...tú,quemequieresyqueraravez,quieroesperarlo,hastenidomotivoparanorespetarme.Perosicaeelgolpequedesdesiempreme está amenazando, entonces desearía que leyeras esto para que sepas atravésdemihastaquépuntosemepuedeculpar.Porotraparte,sitodovabien(¡AsíquieraconcederloDiosTodopoderoso!)ysiporazarestepapeltodavíapudiera ser destruido y cayera en tusmanos, por lamemoria de tu queridamadreyporelamorqueexisteentrenosotros,arrójaloalfuegoynuncamásvuelvasadedicarleunsolopensamiento.

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En cambio, si tus ojos recorren estas líneas, ello querrá decir que habrésido denunciado y arrebatado demi casa, o bien, lo que serámás probable,puesyasabesque tengouncorazóndébil,queyaceréconmi lenguaselladaparasiempreporlamuerte.

Minombre,queridohijo,noesTrevor.YoeraJamesArmitageenmisañosmozos,yahoracomprenderáslaimpresiónquemecausóhaceunassemanas,quetuamigodelcolegiomedirigieraunaspalabrasquedabanaentenderquehabíapenetradoenmisecreto.ComoArmitageentréatrabajarenunbancodeLondres.TambiéncomoArmitagefuiacusadodequebrantar las leyesdemipaísysentenciadoaladeportación.Nomejuzguescondureza,hijomío:meviobligadoapagarloquesellamaunadeudadehonory,parahacerlo,empleédineroquenoeramío,segurodequepodríadevolverloantesdequehubieralaposibilidaddequeloecharanenfalta.Peromepersiguióelmásatrozdelosinfortunios,eldineroconelqueyohabíacontadonuncallegóamismanos,yunaprematura revisiónde lascuentasbancarias revelómidesfalco.Micasohubierapodidoserjuzgadoconbenevolencia,perohacetreintaañoslasleyeseranaplicadasconmayordurezaqueahora,yeldíaenquecumplíaveintitrésañosmeviencadenado,comocualquierdelincuenteyjuntoconotrostreintaysietepresidiarios,enelentrepuentedelaGloriaScott,condestinoaAustralia.

Corríaelaño1855.LaguerradeCrimeaestabaensuapogeoylosviejosbarcos destinados a los presidiarios eran utilizados en sumayor parte comotransporteenelmarNegro.Porconsiguiente,elgobiernoseveíaobligadoaemplear embarcaciones más pequeñas y menos adecuadas para enviar aultramarsuspresidiarios.LaGloriaScotthabíatransportadotédeChina,peroeraunbuqueanticuado,deproaromaygranmanga,ylosnuevosclipperslohabíanarrinconado.Desplazaba500toneladasy,ademásdesustreintayochopresidiarios,llevabaabordounatripulacióndeveintiséishombres,dieciochosoldados,uncapitán,trespilotos,unmédico,uncapellánycuatroguardianes.En total, casi un centenar de almas íbamos a bordo cuando zarpamos deFalmouth.

Los tabiquesentre lasceldasde lospresidiarios,envezdeserdegruesoroble,comoesusualenlosbarcosquetransportanpresidiarios,eranbastantedelgados y frágiles. El preso contiguo, en dirección a popa, ya me habíallamado la atención cuando recorrimos elmuelle. Era un hombre joven, decarablancaeimberbe,narizlargaydelgada,ymandíbulabastantepoderosa.Mantenía la cabeza airosamente alta, caminaba con un cierto contoneo ydestacaba, sobre todo, por su extraordinaria altura.No creo que ninguno denosotros le llegara al hombro; estoy seguro de que nomedíamenos de seispiesymedio.Resultabaextrañoverentretantosrostrostristesyajadosunafaztan llenade energíaydeterminación.Suvisión fueparamí como ladeunareconfortantehogueraenplenatormentadenieve.Mealegréaldescubrirque

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eramivecino,ytodavíamáscuando,enplenanoche,oíunsusurrojuntoamioídoyobservéqueselashabíaarregladoparaabrirunorificioenladelgadatablaquenosseparaba.

—Hola,compañero—medijo—.¿Cómotellamas?¿Porquéestásaquí?

Selodijeypregunté,amivez,conquiénhablaba.

—SoyJackPrendergast—mecontestó—,yportodosloscielosteaseguroqueaprenderásabendecirminombreantesdeloquetardaencantarelgallo.

Yo recordaba haber oído hablar de su caso, pues había causado unasensaciónenormeentodoelpaís,pocoantesdemipropioarresto.Erahombrede buena familia y de una gran capacidad, pero con hábitos torcidos eincurables, y que,mediante un ingenioso sistema de fraude, había obtenidosumasenormesdelosprincipalescomerciantesdeLondres.

—¡Ajá!¿Conquérecuerdasmicaso?—exclamóconorgullo.

—Ymuybien,porcierto.

—Entoncestalvezrecuerdesalgoextrañoenél.

—¿Elqué?

—Yomehabíahechocasiconuncuartodemillón,¿noesasí?

—Asísedijo.

—Peronoserecuperóniuncéntimo,¿verdad?

—No.

—Bien,¿ydóndecreesqueestáelbotín?—inquirió.

—Notengonilamenoridea.

—Pues aquí, entremi pulgar y el índice—me aseguró—. PorDios quetengomás libras aminombreque túpelos en la cabeza.Y si tienesdinero,hijomío,ysabescómomanejarloyhacerlocircular,¡puedeslograrcualquiercosa! Y no irás a creer que un hombre que puede hacer cualquier cosa sedisponeagastarelasientodesuspantalonessentadoenlaapestosabodegadeun mohoso carguero de las costas de China, infestado por las ratas y lascucarachas,ysemejanteaunataúdviejoyputrefacto.No,señor,unhombrecomoyocuidarádesímismoycuidarádesusamigos.¡Puedesestarsegurodeello!Túconfíaenél,ytanciertocomolaBibliaqueéltesacaráadelante.

Talerasumaneradehablary,alprincipio,creíquenadasignificaba,peroal cabo de un tiempo, cuandome hubo puesto a prueba y juramentado contoda la solemnidad posible, me dio a entender que había realmente unaconspiraciónparaapoderarsedelbarco.Unadocenadepresidiarioslohabían

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tramado antes de subir a bordo; Prendergast era el jefe, y su dinero era elfactormotivador.

—Yo tenía un asociado—medijo—, un hombre de rara valía y tan lealcomolaculatadeunfusilalcañóndelmismo.Seordenócomosacerdote,¿ydóndecreesqueseencuentraenestemomento?Puesbien,eselcapellándeestebarco...¡Nadamenosqueelcapellán!Subióabordoconunabrigonegroysuspapelesenorden,yensucajallevadinerosuficienteparacomprarestetrastodesde laquillahasta loaltodelpalomayor.La tripulaciónes suyaencuerpoy alma.Pudo comprarla a tanto la gruesa condescuentoporpago alcontado,ylohizoinclusoantesdequefirmaranelconocimientodeembarque.Cuenta con dos de los guardianes y con Mercer, el segundo oficial, yconseguiríaalpropiocapitánsicreyesequevalíalapena.

—¿Quéhemosdehacer,pues?—pregunté.

—¿Qué te figuras?—repuso—.Vamos a hacer que las casacas de estossoldadossevuelvanmásrojasquecuandolascortóelsastre.

—Peroellosestánarmados—alegué.

—Ytambiénloestaremosnosotros,muchacho.Hayunpardepistolasparacadahijodemadredelosnuestros,ysinopodemosapoderarnosdeestebarcoconunatripulaciónquenosrespalde,valdrámásquenosmandenatodosaunpensionado de señoritas. Habla esta noche con tu vecino de la izquierda yentératedesisepuedeconfiarenél.

Asílohice,yaverigüéqueeraunjovenenunasituaciónmuysemejanteala mía, cuyo delito había sido el de falsificación. Se llamaba Evans, perodespuéscambiódenombre,igualqueyo,yhoyesunhombrericoyprósperoenel surde Inglaterra.Estabamásquedispuestoaunirsea laconspiración,como único medio para salvarnos, y antes de haber cruzado el golfo deVizcayasólodosdelospresidiariosnoestabanenteradosdelsecreto.Unodeelloseraundébilmentalenelquenonosatrevimosaconfiar;elotropadecíaunaictericiaynopodíasernosdeningunautilidad.

En realidad, desde el primer momento no hubo nada que pudieraimpedirnostomarposesióndelnavío.Latripulaciónlaformabanungrupoderufianes,especialmenteelegidosparaeltrabajo.Elsupuestocapellánentrabaen nuestras celdas para exhortarnos, equipado con un maletín negro enapariencia lleno de folletos religiosos, y tan a menudo nos visitaba que eltercerdíacadaunodenosotrosyahabíaocultadoalpiedelcamastrounalima,unpardepistolas,unalibradepólvorayveintepostas.Dosdelosguardianeseran agentes de Prendergast y el segundo oficial era su mano derecha. Elcapitán,losotrosdosoficiales,eldoctoryeltenienteMartinysusdieciochosoldados,eraatodoloquedeberíamosenfrentarnos.Noobstante,peseaesta

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providencia, decidimos no descuidar ninguna precaución y efectuar nuestroataque de repente y por la noche. Sin embargo, se produjo antes de lo queesperábamosydelmodosiguiente:

Una tarde, alrededor de la tercera semana después de nuestra partida, eldoctorhabíabajadoparavisitaraunodelospresidiariosqueestabaenfermoy,alponerlamanoenlaparteinferiordelcatre,palpóelperfildelaspistolas.Sihubieraguardado silencio,habríapodidoenviarlo todoal traste, peroeraunhombrecillo nervioso y lanzó una exclamación de sorpresa, y se puso tanpálido que el otro supo al instante lo que ocurría y lo inmovilizó. Fueamordazado antes de que pudiera dar la alarma y atado a la cama. Habíadejado abierta la puerta que conducía a cubierta y por ella salimos todosprecipitadamente.Losdoscentinelasfueronabatidosatirosytambiénuncaboqueacudiócorriendoparasaberquéocurría.Habíaotrosdossoldadosantelapuertadelsalón,masalparecersusmosquetesnoestabancargados,yaquenollegaron a disparar contra nosotros, y ambos fueron acribillados a balazosmientrastratabandecalarsusbayonetas.Corrimosentonceshaciaelcamarotedel capitán, pero al abrir lapuerta seoyóunadetonación en el interiory loencontramos con la cabeza apoyada en el mapa de Atlántico, sujeto conchinchetasalamesa,yconelcapellánjuntoaél,conunapistolahumeanteensumano.Losdosoficialeshabíansidohechosprisionerosporlatripulaciónylasituaciónparecíatotalmentedominada.

El salóneracontiguoal camarote; entramosenélynosacomodamosensusbancos,hablandotodosalavez,puesnosenloquecíalasensacióndegozarnuevamentedelibertad.Habíaarmariosanuestroalrededor,yWilson,elfalsocapellán, descerrajó uno de ellos y sacó una docena de botellas de jerez.Rompimossusgolletes,vertimoselvinoenvasosylosestábamosapurando,cuandodepronto,sinlamenoradvertencia,llegóelrugidodelosmosquetesanuestrosoídosyelsalónsellenódehumo,hastaelpuntoquenopodíamosveratravésdelamesa.Wilsonyotrosochohombresseretorcíanenelsuelo,unossobre otros; y la sangre y el jerez añejo sobre aquella mesa todavía meenfermancuandopiensoenello.Tantonos intimidóaquellavisión,quecreoquenoshubiéramosdadoporvencidosdenohabersidoporPrendergast,quebramócomountoroyseprecipitóhacialapuertacontodoslossupervivientespisándole los talones. Nos habían disparado a través de las lumbrerasentreabiertas del salón. Salimos a cubierta y allí, a popa, se encontraban elteniente y diez de sus hombres. Nos lanzamos sobre ellos antes de queconsiguierancargardenuevosusmosquetes;sedefendieronconcoraje,peropudimosconellosy,cincominutosdespués, todohabía terminado.Afemíaquedudoquehubieraunmataderocomoaquelbarco.Prendergastparecíaundemonio enfurecido y agarró a los soldados como si fueran chiquillos y losarrojóporlaborda,vivosomuertos.Habíaunsargentoconterriblesheridasy,sin embargo, semantuvo a nado durante un tiempo sorprendente, hasta que

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alguientuvolamisericordiadevolarlelatapadelossesos.Cuandoterminólarefriega, no quedaba con vida ninguno de nuestros enemigos, excepto losguardianes,losoficialesyeldoctor.

Precisamente por causa de ellos se produjo la gran disputa. Muchos denosotrosnosdábamosporsatisfechosconlarecuperacióndenuestralibertadyno deseábamos cargar con asesinatos nuestras conciencias. Una cosa eratumbaralossoldadosarmadosyotrapresenciarcómosematabanhombresasangrefría.Ochodenosotros,cincopresidiariosytresmarineros,dijimosqueno queríamos presenciar semejante atrocidad, pero no hubo manera deconvenceraPrendergastysusseguidores.Dijoquenuestraúnicaprobabilidaddesalvaciónradicabaenefectuaruntrabajoafondo,yquenodejaríaunasolalengua capaz de hablar más tarde en el estrado de los testigos. A puntoestuvimos de correr la misma suerte de los rehenes pero finalmentePrendergast dijo que, si queríamos, podíamos quedarnos con un bote desalvamentoy largarnos.Aceptamos en el acto, pues ya estábamoshartos detantossucesossangrientosysabíamosquelascosasnoharíansinoempeorar.Nosentregaronuntrajedemarineroacadauno,dosbarrilesdeaguayotrosdos,unodetasajoyotrodegalleta,yunabrújula.Prendergastnosarrojóunacarta de navegación, nos dijo que éramos marineros cuyo buque habíanaufragadoenlos50ºlat.Ny250ºlong.O,ydespuéscortólaamarraynosdejómarchar.

Yahora,miqueridohijo,viene lapartemássorprendentedemihistoria.Durantelarebelión,losmarineros,parainmovilizarelbarco,habíanpuestoenfacha la vela del trinquete, pero ahora,mientras nos alejábamos de ellos, laizaron de nuevo y, puesto que soplaba un suave viento del nordeste—losalisios—, la corbeta empezó a distanciarse lentamente de nosotros. Nuestrobotesubíaybajabaamerceddelmonótonooleaje,yEvansyyo,queéramoslos más cultos del grupo, estábamos sentados a popa calculando nuestraposiciónyplaneandohaciaquécostadeÁfricapodíamosdirigirnos.Eraunacuestiónpeliaguda,yaqueCaboVerdequedabasóloaunasquinientasmillasal noreste y Sierra Leona a unas setecientas al este. En resumidas cuentas,vistoquesoplabanafavorlosvientosalisios,pensamosquelamejoropciónseríaSierraLeona,ypusimosrumboenestadirección,cuandolacorbetacasiocultaba ya su casco a estribor. De pronto,mientras la estábamosmirando,vimosquebrotabadeellaunadensacolumnadehumo,quesecerniósobreelhorizontecomounárbolmonstruoso.Unossegundosmástarde,unaexplosiónretumbócomountruenoennuestrosoídosy,cuandolahumaredasedisipóunpoco, no vimos ni rastro de la Gloria Scott. Instantes después, viramos enredondoyremamoscontodasnuestrasfuerzashaciael lugardondeelhumoqueaúnflotabasobreelaguamarcabalaescenadelacatástrofe.

Pasóunalargahoraantesdequellegáramosaellayalprincipiotemimos

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quefuerayademasiadotardeparasalvaraalguien.Unbotehechoastillasyvariasjaulasdeembalajeyrestosdelaarboladura,quesebalanceabansobrelasolas,nosseñalarondóndesehabía idoapique lacorbeta.Alnoadvertirindiciosdevidaperdimostodaesperanza,yyanosalejábamoscuandooímosungritodeauxilioyvimosaciertadistanciaunosrestosdelnaufragio,conunhombre tendido sobre ellos. Cuando lo subimos a bordo de nuestro bote,resultóserunmarinerollamadoHudson,tanexhaustoyllenodequemadurasquehastalamañanasiguientenopudocontarnosloocurrido.

Alparecer,despuésdemarcharnosnosotros,Prendergastysupandillasehabíandedicadoadarmuertealosrestantesrehenes:elterceroficialylosdosguardianes fueron muertos a tiros y arrojados por la borda. Seguidamente,Prendergast bajó al entre-puente y con sus propias manos degolló alinfortunado cirujano. Sólo quedaba el primer oficial, un hombre audaz ydecidido que, cuando vio al presidiario acercarse a él con el cuchilloensangrentadoenlamano,sedesprendiódesusligadurasquedealgúnmodohabíaconseguidoaflojary,echandoacorrerporlacubierta,seprecipitóhacialabodegadepopa.

Unadocenadepresidiariosquebajaronpistola enmanoenposde él, loencontraronconunacajadecerillasenlamano,sentadojuntoaunbarrildepólvoraabierto,unodelcentenarquehabíaabordo,y jurandoque losharíavolaratodosporlosairessiselemolestaba.Uninstantedespuésseprodujolaexplosión, aunqueHudsoncreíaque fuecausadapor labalamaldirigidadeunodelospresidiariosynoporlacerilladeloficial.Perocualquieraquefuesela causa, significó el fin de la Gloria Scott y de la chusma que se habíaapoderadodelacorbeta.

Tales,miqueridohijo, lahistoriadeese terribleasuntoenelquemevienvuelto. El día siguiente nos recogió el bergantín Hodspur, con destino aAustralia, cuyo capitán no tuvo dificultad en creer que éramos lossupervivientesdeunbarcodepasajequesehabíaidoapique.LaGloriaScottfueconsideradaporelAlmirantazgocomoperdidaenaltamar,yniunasolapalabra se ha sabido jamás acerca de su verdadero sino. Tras un viajeexcelente, el Hodspur nos desembarcó en Sidney, donde Evans y yocambiamosnuestrosnombresynosdirigimosalasexcavacionesenbuscadeoro, donde, entre la multitud allí concentrada, procedente de todas lasnaciones, no tuvimos la menor dificultad en perder nuestras anterioresidentidades.

No es necesario que relate el resto. Prosperamos, viajamos, volvimos aInglaterracomoricoscolonos,yadquirimospropiedadesrurales.Durantemásdeveinteañoshemosllevadounaexistenciapacíficayútil,yesperábamosquenuestro pasado estuviera enterrado para siempre. Imagina, pues, missentimientoscuandoenelmarineroquenosvinoaverreconocíalinstanteal

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hombre que habíamos salvado del naufragio. De alguna manera habíaaveriguadonuestroparaderoyestabadispuestoaviviraexpensasdenuestromiedo.

Comprenderás ahora por quéme esforcé en vivir en paz con él, y hastaciertopuntocompartirásconmigolostemoresquemeinvaden,despuésdequese haya alejado demí ha ido en busca de otra víctima con amenazas en suboca.

Debajo había escrito con una mano tan temblorosa que el texto apenasresultabalegible:«BeddoesescribeenclavequeH.lohacontadotodo.¡QueelSeñorseapiadedenuestrasalmas!»

—TalfuelanarraciónqueaquellanocheleleíaljovenTrevor,yyocreo,Watson, que, dadas las circunstancias, era de lo más dramático. El buenmuchachosequedóconelcorazóndestrozadoacausadeellaysemarchóalasplantacionesdetédeTerai,donde,segúnheoídodecir,sedefiendebien.EncuantoalmarineroyaBeddoes,nuncamássevolvióasaberdeellosdesdeel día en que fue escrita la carta de advertencia. Ambos desaparecieronabsolutamente.Lapolicíanorecibióningunadenuncia,demodoqueBeddoesjuzgócomounhecholoqueeratansólounaamenaza.AHudsonselehabíavistoacecharfurtivamenteenlascercanías,ylapolicíallegóacreerquehabíaliquidadoaBeddoesyacontinuaciónhabíahuido.Pormiparte,creoque laverdad fue exactamente lo opuesto. Considero como lo más probable queBeddoes,movidoporladesesperaciónycreyéndoseyatraicionado,sevengódeHudsonyhuyódelpaíscontodoeldineroalquepudoecharmano.Talesson los hechos del caso, doctor, y si resultan de alguna utilidad para sucolección,leaseguroquelospongogustosamenteasudisposición.

ELRITUALDELOSMUSGRAVE

«¿Quérescoldosdevenganzaseconvirtierondeprontoenllamaradasenelalmadeaquellaapasionadamujer?»

Unaanomalíaqueamenudomellamabalaatenciónenelcarácterdemiamigo Sherlock Holmes era la de que, a pesar de que en sus métodos depensamientoeraelmásordenadoymetódicodetodosloshombres,yaunquetambiénmostraba un cierto esmero discreto en sumanera de vestir, en sushábitospersonalesera,encambio,unodeloshombresmásdesordenadosquejamáshayanllevadoaladesesperaciónauncompañerodepensión.Noesqueyo sea ni mucho menos convencional en este aspecto, pues la vidadesordenada en Afganistán, unida a una disposición de por sí bastante

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bohemia,mehanconvertidoenhombremásdescuidadodeloquecorrespondea un médico. Pero en mi caso existe un límite y, cuando encuentro a unhombre que guarda sus cigarros en el cubo para el carbón, su tabaco en lapuntadeunazapatillapersaysucorrespondenciasincontestaratravesadaporuna navaja de bolsillo en el centro de la repisa demadera de su chimenea,entoncesempiezoadarmeairesvirtuosos.

Siemprehesostenidotambiénquelaprácticadeltirodepistoladeberíaser,indiscutiblemente,unpasatiempopropiodelaire libre,ycuandoHolmes,enunodesusarrebatosdeextravagantehumorsesentabaenunabutaca,consurevólver y un centenar de cartuchos Boxer, y procedía a adornar la paredopuesta con unas patrióticas iniciales V.R. trazadas a balazos, yo creíafirmemente que ni la atmósfera ni la apariencia de nuestra habitaciónmejorabanconello.

Nuestros aposentos siempre estaban llenos de productos químicos y dereliquiasdelmundocriminal,queteníanlaparticularidaddedesplazarsehastalugares improbables y aparecer en la mantequera o en sitios todavía másindeseables. Peromi peor cruz eran sus papeles. Le causaba horror destruirdocumentos,enespecialaquellosqueguardabanrelaciónconanteriorescasossuyos, y sin embargo sólo una o dos veces al año reunía energías pararotularlosyordenarlos,pues,talcomohemencionadoenalgúnlugardeestasincoherentesmemorias,susarranquesdeapasionadaenergía,cuandollevabaacabo lasnotableshazañascon lasquevaasociadosunombre,eranseguidosporreaccionesletárgicasdurantelascualespermanecíatumbadoconsuviolínysus libros,casi sinmoverse, salvoparapasardel sofáa lamesa.Así,mestras mes se acumulaban sus papeles, hasta que en todos los rincones de lahabitación se apilaban fajos de textosmanuscritos que por nada delmundohabíandequemarseyquenopodíansercambiadosdelugarpornadiequenofuerasupropietario.

Una noche de invierno, sentados los dos frente al fuego,me aventuré asugerirleque,envistadequeyahabíaacabadodepegarrecortesensulibrodenoticias, bien podía emplear las dos horas siguientes en hacer un pocomáshabitablenuestrahabitación.Nopudonegar la justiciademipeticióny,concarauntantosevera,sefueasudormitorioyvolviódeélarrastrandotrasdesíuna gran caja metálica. La colocó en medio del suelo y, poniéndose encuclillasanteella,abriólatapa.Pudeobservarqueunatercerapartedeellayaestaba llena de fajos de papel sujetos con cinta roja para formar diferentespaquetes.

—Aquí hay casos de sobra, Watson —anunció, mirándome con ojosmaliciosos—.Creoque si supierausted todo loque tengoen esta caja,mepediríaquesacarapartedesucontenidoenvezdemetermáspapelesenella.

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—¿Estánenella,pues,losdocumentosreferentesasusprimerostrabajos?—pregunté—.Amenudohedeseadodisponerdesusnotassobreestoscasos.

—Sí,amigomío,todosellosfueronprematuros,anterioresalallegadademibiógrafoparaglorificarme.

—Levantabaunfajotrasotro,conmanoscuidadosas,casiacariciantes.

—No todo son éxitos,Watson—añadió—, pero entre ellos hay algunosproblemitasdelomásatractivo.HeaquílosdatosdelasesinatodeTarleton,yelcasodeVamberry,elcomerciantedevinos,ylaaventuradelaancianarusay el singular asunto de lamuleta de aluminio, así como un relato completoacercadeRicoletti, eldelpiedepiña,y suabominableesposa.Yaquí... ah,estosíqueesenrealidadalgounpocorecherché.

Hundióelbrazohastael fondode la cajayextrajounacajitademaderacon tapadeslizante, como lasquecontienenciertos juguetes infantiles.Sacóde su interior un trozo de papel arrugado, una llave de bronce de modeloantiguoytresdiscosmetálicosviejosyoxidados.

—Y bien, muchacho, ¿qué deduce usted de este lote? —preguntó,sonriendoalvermiexpresión.

—Esunacoleccióncuriosa.

—Muy curiosa, y la historia que la acompaña le parecerá todavía máscuriosa.

—¿Osea,queestasreliquiastienenunahistoria?

—Tanto,queellasmismassonhistoria.

—¿Quéquieredecirconesto?

SherlockHolmeslascogióunaporunaylasdepositóalolargodelbordede lamesa.Después, volvió a sentarse en su sillón y las contempló con undestellodesatisfacciónensusojos.

—Esto —me dijo— es todo lo que me queda para recordarme «LaaventuradelRitualdelosMusgrave».

Yo lehabíaoídomencionarelcasomásdeunavez,aunquenuncahabíapodidoverreunidossusdetalles.

—Meagradaríamuchoquemeofrecieraunrelatodelmismo—leaseguré.

—¡Dejando toda labasura tal comoestá!—exclamóconmalicia—.Veoque, después de todo, su amor al orden no soporta tensiones excesivas,Watson.Peroyomealegraríadequeagregaraestecasoasusanales,puesenélhaydetallesqueleconfierenuncarácterúnicoenlosarchivoscriminalesdeestepaíso,segúncreo,decualquierotro.Ciertamente,unarecoleccióndemis

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ínfimoslogrosestaríaincompletasinocontuvieraunrelatodeesteasuntotansingular.

Tal vez recuerde cómo el caso de la corbeta Gloria Scott, y miconversación con aquel hombre desdichado de cuyo destino ya le hablé,llamaronporprimeravezmiatenciónhacialaprofesiónquesehaconvertidoen el trabajo de mi vida. Usted me ve ahora, cuando mi nombre es bienconocidopordoquieryreconocidoengeneral,tantoporelpúblicocomoporlasfuerzasoficiales,comounúltimotribunaldeapelaciónencasosdudosos.Incluso cuando usted me conoció, en tiempos de aquel asunto que haconmemorado enEstudio en escarlata, yo ya había establecido una relaciónconsiderable, aunque nomuy lucrativa. No puede imaginar cuán difícil meresultótodoalprincipioycuantotiempotuvequeesperarantesdecomenzaraabrirmecamino.

Cuando llegué a Londres, tenía unas habitaciones en Montague Street,juntoalaesquinadelBritishMuseum,yallíesperé,rellenandomiabundantetiempo de ocio con el estudio de todas aquellas ramas de la ciencia quepudieran conferirmemayor eficiencia.De vez en cuando semepresentabancasos, sobre todopor lamediaciónde colegas estudiantes, puesmisúltimosañosen launiversidadhuboallí abundantescomentarios sobremipersonaysobremismétodos.EltercerodeestoscasosfueeldelRitualdelosMusgrave,yenelinterésquesuscitótansingularcadenadeacontecimientos,asícomoenlas importantes cuestiones que, según resultó, estaban en juego, sitúo yomiprimerpasoadelantehacialaposiciónqueahoraocupo.

Reginald Musgrave había pasado por mi colegio y nos conocíamossuperficialmente.Noerapopular engeneral entre los alumnos, aunque amísiempre me pareció que aquello que se consideraba como orgullo era enrealidadunintentodeocultarunaextrematimideznatural.Enapariencia,erahombredeuntipoquenopodíasermásaristocrático:alto,connarizrectayojos grandes, de ademanes lánguidos y sin embargo corteses. Era,efectivamente, el vástago de una de las familias más antiguas del reino,aunquelasuyaeraunaramamenorquesehabíaseparadodelosMusgravedelnorteenalgúnmomentodelsigloXVIysehabíaestablecidoenlaparteoestede Sussex, donde la mansión solariega de Hurlstone sea tal vez el edificiohabitado más antiguo del condado. Algo de su lugar natal parecía haberseadheridoaél,ynuncamirésusemblantepálidoyangulosonilaposturadesucabeza sin asociarle arcadas grises y ventanas con parteluz, y todos losvestigiosvenerablesdeunasedefeudal.Algunasvecesconversamosypuedorecordar que, enmás de una ocasión, expresó unmanifiesto interés pormismétodosdeobservaciónydeducción.

Durantecuatroañosdejédeverlo,hastaqueunamañanasepresentóenmihabitacióndeMontagueStreet.Pocohabíacambiado;vestíacomounjovena

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lamoda—siempre había tenido un toque de dandy—y conservaba aquellamismaactitudtranquilaysuavequesiemprelehabíadistinguido.

—¿Cómotevanlascosas,Musgrave?—lepregunté,despuésdehabernosestrechadocordialmentelamano.

—Te habrás enterado probablemente de lamuerte demi pobre padre—repuso—.Nosdejóhacecosadeunpardeaños.DesdeentonceshetenidoqueadministrarlasfincasdeHurlstone,comoesnaturaly,puestoquetambiénsoymiembro del Parlamento pormi distrito, he llevado una vidamuy atareada.Pero tengo entendido, Holmes, que estás canalizando con fines prácticosaquellasfacultadesconlasquesolíassorprendernos.

—Sí—contesté—,heoptadoporvivirdemiingenio.

—Me agrada oírlo, porque en este momento tu consejo me resultaráextraordinariamente valioso. Han ocurrido algunas cosas muy extrañas enHurlstone,ylapolicíanohasidocapazdearrojarningunaluzsobreelasunto.Setrata,enrealidad,deunasuntodelomásextraordinarioeinexplicable.

—Puede imaginar con qué interés lo escuchaba, Watson, pues parecíacomosiaquellaoportunidadqueyohabíaestadoanhelandoduranteaquellosmesessepresentaraporfin.Enmifuerointerno,creíaquesaldríaairosoallídonde otros habían fracasado, y ahora tenía la posibilidad de ponerme aprueba.

—Porfavor,dametodoslosdetalles—exclamé.

ReginaldMusgravesesentófrenteamíyencendióelcigarrilloqueyolehabíaofrecido.

—Debes saber —comenzó— que, aunque yo esté soltero, tengo quemantener una considerable plantilla de sirvientes enHurlstone, pues es unamansión antigua, muy grande e intrincada, y requiere mucha atención.También tengo un vedado y en la temporada del faisán suelo dar fiestas encasa, por lo que no podría ir escaso de personal. En conjunto, hay ochocriadas, una cocinera, elmayordomo, dos lacayos y unmuchacho. Jardín yestablos,desdeluego,cuentanconunaplantillaaparte.

Detodosestossirvientes,elquellevabamástiempoanuestroservicioeraBrunton,elmayordomo.Cuandolocontratómipadre,eraunjovenmaestrodeescuela sin destino, pero demostró ser un hombre de gran energía ymuchocarácter,yprontosehizoindispensableenlacasa.Eraunindividuoaltoybienplantado,conunafrentedespejaday,aunque llevaveinteañosconnosotros,nopuedetenerahoramásdecuarenta.Consusventajaspersonalesysusdotesextraordinarias, ya que habla varios idiomas y toca prácticamente todos losinstrumentosmusicales,esextraordinarioquesehayaresignadotantotiempo

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a ocupar este puesto, pero supongo que se sentía a sus anchas con él y lefaltaban energías para efectuar un cambio. El mayordomo de Hurlstone essiemprealgoquerecuerdantodosaquellosquenosvisitan.

Peroestedechadodeperfeccióntieneundefecto:esunpoquitíndonJuan,yyapuedesimaginarque,paraunhombrecomoél,noesunpapelmuydifícilderepresentarenuntranquilodistritorural.

Mientrasestuvocasado,todofuemuybien,pero,desdequeenviudó,nosha dado muchos quebraderos de cabeza. Hace unos meses, tuvimos laesperanzadequesedispusieraasentardenuevolacabeza,puesseprometiócon Rachel Howells, nuestra segunda camarera, pero ya la ha dejado y sededicaaJanetTregellis,lahijadelguardabosquemayor.Rachel,queesmuybuenachica,perotieneunexcitabletemperamentogalés,sufrióunarrebatodefiebrecerebral,yahoracirculaporlacasa,oalmenosasílohacíahastaayer,como un alma en pena y una sombra de lo que había sido. Tal fue nuestroprimerdramaenHurlstone,perounsegundodramanosloborródelacabeza,precedidoporlacaídaendesgraciayeldespidodelmayordomoBrunton.Asíocurrieronlascosas.

Yahedichoqueeraunhombreinteligente,yprecisamenteestainteligenciaha causado su ruina, ya que al parecer le produjo una curiosidad insaciablerespectoacosasquenimuchomenos leconcernían.Yonobarrunté lomuylejosaloqueestolellevaría,hastaqueunínfimoincidentemeabriólosojos.

Tambiénhedichoqueelcaserónesgrandeeintrincado.Unanochedelasemanapasada,el juevespor lanoche,parasermásexacto,constatéquenome era posible dormir, ya que después de la cena había cometido laimprudenciade tomaruna tazadefuertecafénoir.Despuésde lucharconelinsomniohastalasdosdelamadrugada,comprendíquetodoerainútil,porloquemelevantéyencendílavelaconlaintencióndecontinuarunanovelaqueestabaleyendo.Sinembargo,habíadejadoellibroenlasaladebillar,envistadelocualmeechélabataencimaymedispuseairabuscarlo.

Parallegarhastaallí,teníaquebajaruntramodeescaleraydespuéscruzarelcomienzodeunpasadizoqueconducealabibliotecayalaarmería.Puedesimaginarmisorpresacuando,almiraralolargodeestepasillo,viundestellode luz procedente de la puerta abierta de la biblioteca. Yo mismo habíaapagadolalámparaycerradolapuertaantesdeiraacostarme.Naturalmente,lo primero que pensé fue en ladrones. EnHurlstone, los pasillos tienen susparedesdecoradasengranpartecontrofeosabasedearmasantiguas.Deunodeellosdescolguéunhachadecombatey,dejandolaveladetrásmío,avancédepuntillasporelpasadizoyatisbéatravésdelapuertaabierta.

Quien se encontraba en labiblioteca eraBrunton, elmayordomo.Estabasentado en un sillón, con una hoja de papel que parecía unmapa sobre su

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rodilla, y la frente apoyada en su mano, como sumido en profundospensamientos. Estupefacto, me quedé mirándolo desde la oscuridad. Unavelita larga y delgada, colocada junto al borde de la mesa, proyectaba unadébil luzquebastóparaindicarmequeestabatotalmentevestido.Depronto,mientras yo miraba, abandonó el sillón, se encaminó hacia un escritoriosituado a un lado y abrió uno de los cajones. De éste sacó un papel y,volviendoasuasiento,loalisójuntoalavelitaycontraelbordedelamesa.Seguidamente empezó a estudiarlo con profunda atención. Me invadió talindignaciónporsudesparpajoy laformatanhogareñadeexaminarnuestrosdocumentos familiares, quedi unpaso adelanteyBrunton, alzando la vista,medescubrióenmarcadoenelumbral.Selevantódeunsalto,elmiedodiountonolívidoasusemblanteyocultóensupechoelpapelparecidoaunmapaqueanteshabíaestadoestudiando.

—¡Muybien!—exclamé—.¿Asínospagalaconfianzaquehemospuestoenusted?Mañanamismoabandonarámiservicio.

Se inclinó con el aspecto del hombre que se siente completamenteaplastado y pasó junto amí sin pronunciar palabra. La vela seguía sobre lamesayasuluzechéunvistazoparasaberquéeraelpapelqueBruntonhabíasacado del escritorio. Con sorpresa, constaté que no era nada que tuvieraimportancia, sino tan sólo una copia de las preguntas y respuestas en elsingularyantiguoceremonialconocidocomoRitualdelosMusgrave.Esunaespeciedeceremoniapeculiardenuestrafamilia,porlaquecadaMusgrave,alo largode lossiglos,hapasadoal llegarasumayoríadeedad,unacosadeinterésprivadoyacasodeunaciertapequeñaimportanciaparaelarqueólogo,comonuestrosescudosyblasones,perosinelmenorusopráctico.

—Mejorseráquedespuésvolvamosahablardeestepapel—dijeyo.

—Si lo consideras realmente necesario... —contestó Musgrave, no sincierto titubeo—. Siguiendo con mi relato, te diré que volví a cerrar elescritorio,utilizandolallavequeBruntonhabíadejado,yyamehabíavueltoparamarcharme, cuando quedé sorprendido al descubrir que elmayordomohabíaregresadoyseencontrabadepieantemí.

—SeñorMusgrave,miseñor—exclamóconunavozroncaporlaemoción—, no puedo soportar este deshonor. Siempre me he enorgullecido de misituaciónenlavidaycaerendesgraciamemataría.Misangrecaerásobresucabeza, señor, se lo juro, si me induce al desespero. Si no puede ustedconservarme a su lado después de lo que ha pasado, por el amor de Diosdéjemequemedespidayoymemarchedentrodeunmes,comosifuerapormipropiavoluntad.Estopodría soportarlo, señorMusgrave, peronoque semeechedelantedetodalagentequetanbienmeconoce.

—No merece tantas consideraciones, Brunton —repliqué yo—. Su

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conducta no ha podido sermás infame.No obstante, puesto que lleva largotiempocon la familia, nodeseoque caiga sobreusted lavergüenzapública.Sinembargo,unmesesdemasiadolargo.Márchesedentrodeunasemanaydélarazónquequieraparajustificarsupartida.

—¿Solounasemana,señor?—exclamóconladesesperaciónenlavoz—.Quincedías...digamosalmenosquincedías.

—Una semana—repetí—, y debe admitir que se le ha tratado con granbenevolencia.

Seretiróarrastrandolospiesyconelrostrohundidoensupecho,comounhombrehechoañicos,yyoapaguélaluzyvolvíamihabitación.

Durante un par de días después de lo ocurrido, Brunton se mostró másasiduoquenuncaenelcumplimientodesusobligaciones.Yonohicelamenoralusión a lo que había pasado y, no sin cierta curiosidad, quise ver cómoocultaba sudesgracia.Sinembargo, la terceramañanano sedejóver, comoerasucostumbre,despuésdeldesayunoafinderecibirmisinstruccionesparala jornada. Al salir del comedor, me encontré casualmente con RachelHowells, la camarera. Ya te he contado que hacía muy poco que se habíarestablecidodeunaenfermedadysurostroestabatanpálidoymacilentoquelareprendíporhabersereintegradoaltrabajo.

—Deberíasestarencama—ledije—.Vuelveatusobligacionescuandotesientasmásfuerte.

Memiró con una expresión tan extraña que empecé a sospechar que sucerebropudieraestarafectado.

—Estoyfuerte,señorMusgrave—mecontestó.

—Veremosloquediceelmédico—dije—.Demomento,dejadetrabajary,cuandobajes,dileaBruntonquequieroverle.

—Elmayordomosehamarchado—anunció.

—¿Quesehamarchado?¿Adónde?

—Sehamarchadoynadielohavisto.Noestáensuhabitación.¡Sí,sehamarchado,yalocreoquesehamarchado!

Se dejó caer de espaldas contra la pared, lanzando agudas carcajadas,mientrasyo,horrorizadoanteeserepentinoataquedehisteria,meprecipitabahacialacampanillaparapedirauxilio.Lajovenfueconducidaasuhabitación,entregritosysollozos,mientrasyoindagabaquésehabíahechodeBrunton.No cabía duda de que había desaparecido. No había dormido en su cama,nadielohabíavistodesdequelanocheanteriorseretiróasuhabitacióny,sinembargo,resultabadifícilaveriguarcómohabíapodidosalirdelacasa,yaque

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por la mañana tanto ventanas como puertas se encontraron debidamentecerradas. Sus ropas, su reloj e incluso su dinero se encontraban en suhabitación,perofaltabaeltrajenegroqueusualmentellevaba.Tambiénhabíandesaparecidosuszapatillas,perohabíadejadosusbotas.¿Adóndepudohaberido,pues,elmayordomoenplenanoche,ydóndepodíaestarahora?

Desdeluego,registramoslacasadesdeelsótanohastalasbuhardillas,peronosehallótrazadeél.Es,comoyahedicho,unviejocaserónlaberíntico,enespecialelalaoriginal,hoyprácticamentedeshabitada,perorecorrimostodaslashabitacionesyelsótanosindescubrirelmenorvestigiodeldesaparecido.A mí me resultaba increíble que hubiese podido marcharse, abandonandotodassuspertenenciasy,sinembargo,¿dóndepodíaestar?Llaméalapolicíalocalsinelmenorresultado.Habíallovidolanocheanterioryexaminamoselcésped y los caminos alrededor de la casa, pero en vano.Y así estaban lascosas, cuando un nuevo suceso desvió nuestra atención respecto almisterioanterior.

Durantedosdías,RachelHowellshabíaestadotanenferma,delirandoenciertosmomentos e histérica en otros, que se había buscado una enfermeraparaquelavelaraporlanoche.LaterceranochedespuésdeladesaparicióndeBrunton, la enfermera, al ver que su paciente dormía pacíficamente, seadormeció a su vez en una butaca, y cuando despertó a primera hora de lamañana encontró la cama vacía, la ventana abierta y ninguna traza de laenferma.

Me despertaron en el acto y, acompañado por dos lacayos, inicié almomentolabúsquedadelamuchachadesaparecida.Nofuedifícildeterminarla dirección que habla tomado, puesto que, comenzando por debajo de suventana, pudimos seguir fácilmente las huellas de sus pisadas a través delcésped hasta el borde del estanque, donde desaparecían, junto al camino detierraquesaledelafinca.Ellagotieneallíochopiesdeprofundidad;puedesimaginarloquepensamosalverquelapistadeaquellapobredesequilibradaterminabaalbordedelmismo.

Desde luego, en seguida buscamos medios de rastreo y se iniciaron lostrabajos para recuperar sus restos, pero no pudimos encontrar trazas delcadáver.Encambio,sacamosalasuperficieunobjetodelomásinesperado.Era una bolsa de lona que contenía un bloque de viejo metal oxidado ydescolorido, así comounos cuantos guijarros y trozosdevidrio deslustrado.Este extrañohallazgo fue todo loquepudimos sacardel estanquey, aunqueayer efectuamos todas las búsquedas e indagaciones posibles, nada sabemosde loquehayapodidoocurrirlesaRachelHowellsoaRichardBrunton.Lapolicíadelcondadosemuestraimpotenteyyoacudoaticomoúltimorecurso.

Puede usted imaginar,Watson, con qué afán escuché esta extraordinaria

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secuenciadehechos,ymeesforcéenensamblarlosyenbuscarunhilocomúndelquepudierancolgartodos.

El mayordomo había desaparecido. La camarera había desaparecido. Lacamarerahabíaamadoalmayordomo,perodespuéshabíatenidomotivosparaodiarlo. Era una joven de sangre galesa, violenta y apasionada. Se habíamostradoterriblementeexcitadainmediatamentedespuésdeladesaparicióndeél.Había arrojado al lago una bolsa de curioso contenido. Todos éstos eranfactoresquehabíandesertenidosencuentay,sinembargo,ningunodeellossesituabade llenoenelmeollodelasunto.¿Cuáleraelpuntodepartidaenesa cadena de eventos? En él radicaría el extremo final de tan embrolladoovillo.

—Debo ver aquel papel, Musgrave—dije—. Aquél que tu mayordomojuzgóquetantomerecíaserexaminado,aunariesgodeperdersucolocación.

—EseRitualnuestroesmásbienunacosaabsurda—mecontestó—,peroalmenosloexcusaenparteelvalordelaantigüedad.Tengoaquíunacopiadelaspreguntasyrespuestas,siesqueteinteresaecharlesunvistazo.

Meentregóestemismopapelque tengoaquí,Watson,y taleselextrañocatecismo al que cadaMusgrave había de someterse al hacerse cargo de lapropiedad.Voyaleerlelaspreguntasyrespuestastalcomoaparecenaquí:

—¿Dequiénera?

—Delquesehamarchado.

—¿Quiénlatendrá?

—Elquevendrá.

—¿Dóndeestabaelsol?

—Sobreelroble.

—¿Dóndeestabalasombra?

—Bajoelolmo.

—¿Conquépasossemedia?

—Alnortepordiezypordiez,alesteporcincoyporcinco,alsurpordosypordos,aloesteporunoyporuno,ypordebajo.

—¿Quédaremosporella?

—Todoloqueposeemos.

—¿Porquédeberíamosdarlo?

—Pararesponderalaconfianza.

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—El original no lleva fecha, pero corresponde a mediados del siglodiecisiete —observó Musgrave—. Temo, sin embargo, que en poco puedeayudarteestoaresolverelmisterio.

—Al menos nos ofrece otro misterio—repuse—, y un misterio que esincluso más interesante que el primero. Puede ser que la solución de unoresulte ser la solución del otro. Me excusarás, Musgrave, si digo que tumayordomomehacetodoelefectodehabersidounhombremuyinteligenteydehabertenidounapercepciónmásagudaquediezgeneracionesdesusamos.

—Nosigoturazonamiento,Holmes—dijoMusgrave—.Amí,elpapelmeparececarentedetodaimportanciapráctica.

—Puesamímepareceinmensamentepráctico,ycreoqueBruntoneradelamismaopinión.Esprobablequelohubieravistoantesdeaquellanocheenquetúlesorprendiste.

—Esmuyposible.Nuncahicimosnadaparaocultarlo.

—Yo imagino que él deseaba simplemente refrescar su memoria por sifueraaquellasuúltimaocasión.Segúntengoentendido,utilizabaunaespeciedemapaocartaqueestabacomparandoconelmanuscritoyquesemetióenelbolsilloalaparecertú,¿noesasí?

—Así es. Pero ¿qué podía tener esto que ver con esa antigua costumbrefamiliarnuestra,yquésignificatodaesajerigonza?

—No creo que vayamos a tener gran dificultad para determinar esto—respondí—. Con tu permiso, tomaremos el primer tren para Sussex yprofundizaremosunpocomásenelasuntoenellugarquelecorresponde.

Aquellamisma tarde nos plantamos los dos enHurlstone. Posiblemente,ustedhabrávisto fotografíasy leídodescripcionesde este famosoy antiguoedificio, de manera que limitaré mi descripción del mismo a decir que fueconstruidoenformadeL,cuyobrazolargoeslapartemásmodernayelmáscortocorrespondealviejonúcleoapartirdelcualseampliólaotra.Sobrelapuerta,bajaydereciospaneles,enelcentrodeestazonaantigua,secincelólafecha1607,perolosexpertoscoincidenenafirmarquelasvigasylaobradepiedrasonenrealidadmuchomásantiguas.

El enorme grosor de los muros y las ventanas diminutas de esta partemovieronalafamilia,enelsiglopasado,aedificarlanuevaala,ylaviejaseutilizabaahoracomoalmacénybodega,ellocuandoselautilizaba.Unparqueespléndido,conárbolesantiguosymagníficos,yel lagoalquemiclientesehabía referido, se encontrabanmuy cerca de las avenidas, a unas doscientasyardasdeledificio.

Yo ya estaba firmemente convencido,Watson, de que no había allí tres

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misteriosseparados,sinounosolo,yquesiconseguíadescifrarelRitualdelosMusgrave,tendríaenmimanolaclavequemepermitiríaaveriguarlaverdad,tantoaloquesereferíaalmayordomoBruntoncomoalacamareraHowells.Aello, por tanto, dediqué todasmis energías. ¿Porqué este criadohabíadesentirtantoafánpordesentrañaraquellaviejafórmula?Evidentemente,porquevioalgoenellaquehabíaescapadoatodasaquellasgeneracionesdehidalgosrurales, y de ese algo esperaba obtener alguna ventaja personal. ¿Qué era,pues,ycomohabíaafectadoasusino?

Fueperfectamenteobvioparamí,alleerelRitualdelosMusgrave,quelasmedidashabíandereferirsesindudaaalgúnpuntoalquealudíaelrestodeldocumento,yquesipodíamosencontraresepuntoestaríamosenbuencaminopara saber cuál era aquel secretoque los antiguosMusgravehabían juzgadonecesarioenmascarardeunmodotancuriosoypeculiar.Paracomenzarsenosdabandosguías: un robleyunolmo.En cuanto al roble, nopodíahaber lamenorduda.Directamenteantelacasa,alaizquierdadelcaminoquellevabaala misma, se alzaba un patriarca entre los robles, uno de los árboles másmagníficosqueyohayavistojamás.

—¿Yaestabaaquí cuando se redactóvuestroRitual?—preguntéalpasardelantedeél.

—Según todas las probabilidades, ya lo estaba cuando se produjo laconquistanormanda—merespondió—.Tieneunacircunferenciadeveintitréspies.

Asíquedabaaseguradounodemispuntosdepartida.

—¿Tenéisalgúnolmoviejo?—inquirí.

—Anteshabíaunomuyviejo,perohacediezañoscayósobreélunrayoysóloquedóeltocón.

—¿Puedesenseñarmedóndeestaba?

—Yalocreo.

—¿Ynohaymásolmos?

—Viejosno,peroabundanlashayas.

—Megustaríaverdóndecrecía.

Habíamosllegadoenundog-cart,ymiclientemecondujoenseguida,sinentrarenlacasa,aunacicatrizenlahierbaquemarcabadondesehabíaalzadoel olmo. Estaba casi a mitad de camino entre el roble y la casa. Miinvestigaciónparecíaprogresar.

—¿Supongoqueesimposibleaveriguarquéalturateníaelolmo?—quisesaber.

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—Puedodecírteloenseguida.Medíasesentaycuatropies.

—¿Cómolosabes?—preguntésorprendido.

—Cuandomiviejoprofesormeplanteabaunproblemade trigonometría,siempre consistía en una medición de alturas. Cuando era un mozalbetecalculélasdetodoslosárbolesyedificiosdelapropiedad.

Había sido un inesperado golpe de suerte ymis datos acudían amí conmayorrapidezdelaqueyohubierapodidoesperarrazonablemente.

—Dime—inquirí—,¿acasotumayordomotehizoalgunavezestamismapregunta?

ReginaldMusgravememiróestupefacto.

—Ahoraquemelorecuerdas—contestó—,Bruntonmepreguntólaalturadelárbolhaceunosmeses,debidoaunaciertadiscusiónquehabíatenidoconelcaballerizo.

Éstaeraunaexcelentenoticia,Watson,pues indicabaquemeencontrabaenelbuencamino.Miréelsol.Estababajoenelcielo,ycalculéqueenmenosdeunahorasesituaríaexactamentesobrelasramasmásaltasdelviejoroble,ysecumpliríaentoncesunacondiciónmencionadaenelRitual.Ylasombradelolmohabíadereferirsealextremodistantedelasombra,puesdelocontrariose habría elegido como guía el tronco. Por consiguiente, había de averiguardóndeseencontrabaelextremodistantedelasombracuandoelsolestuvieraexactamentefueradelárbol.

—Estodebiódeserdifícil,Holmes,dadoqueelolmoyanoestabaallí.

—Pero almenos sabíaque, siBruntonpudohacerlo, yo tambiénpodría.Además,dehechonohabíadificultad.Fui conMusgravea suestudioymeconfeccionéestaclavija,a laqueatéeste largocordel,conunnudoencadayarda. Cogí después dos tramos de caña de pescar, que representabanexactamenteseispies,yvolvíconmiclienteallídondehabíaestadoelolmo.El sol rozaba ya la copa del roble. Aseguré la caña de pescar en el suelo,marquéladireccióndelasombraylamedí.Sulongituderadenuevepies.

Desde luego,elcálculoeraahorade lomássencillo.Siunacañadeseispies proyectaba una sombra de nueve, un árbol de sesenta y cuatro piesproyectaríaunadenoventayseis,yambastendríanlamismadirección.Medíladistancia,loquemellevócasihastalapareddelacasa,yfijéunaclavijaenaquelpunto.

Puede imaginarmisatisfacción,Watson,cuandoaunpardepulgadasdemi clavija observé una depresión cónica en el suelo. Supe que ésta era lamarcahechaporBruntonensusmediciones,yqueyomeencontrabatodavíasobresupista.

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Desde este punto de partida procedí a dar mis pasos, después de haberverificadoprimerolospuntoscardinalesconmibrújuladebolsillo.Diezpasoscon cada pie me situaron paralelamente a la pared de la casa, y de nuevomarquélaposiciónconunaclavija.Didespués,cuidadosamente,cincopasosal este y dos al sur, lo queme llevó hasta elmismísimo umbral de la viejapuerta. Dos pasos en dirección oeste significaban ahora dos pasos por elpasadizoenlosado,yésteeraellugarindicadoporelRitual.

Jamáshesentidounasensacióntanheladadedesilusión,Watson.Porunosmomentosmeparecióquedebíadehaberalgúnerrorradicalenmiscálculos.Elsolponientedabade llenoenelsuelodelpasilloypudeobservarquelasviejas losas que lo pavimentaban, desgastadas por las pisadas, estabanfirmementeunidasentresíyque,desde luego,nosehabíanmovidoduranteaños.Bruntonnohabíatrabajadoallí.Golpeéelsuelo,peroelsonidoeraigualen todas partes y no había señal de grietas o rendijas. Pero por suerteMusgrave, que había empezado a valorar el significado de misprocedimientos,yqueahorasemostrabatanexcitadocomoyomismo,sacósumanuscritoparaverificarmiscálculos.

—¡Ypordebajo!—gritó—.¡Hasomitidoel«ypordebajo»!

Yohabía pensadoque esto significabaque tendríamosque excavar, peroahoravienseguidaque,evidentemente,estabaequivocado.

—¿Oseaquedebajodeaquíhayunsótano?—grité.

—Sí,ytanviejocomolacasa.Aquídebajo,atravesandolapuerta.

Bajamosporunaescaleradecaracoltalladaenlapiedra,ymicompañeroencendióunacerillayconellaunagranlinternaquehabíasobreunbarril,enel rincón.Al instante fueobvioquepor finhabíamosdadoconelverdaderolugar,yquenoéramoslosúnicosenvisitaraquelsitio.

Habíasidoutilizadocomoalmacéndeleña,peroloszoquetesdemadera,que evidentemente habían estado esparcidos en el suelo, estaban ahoraapiladosaloslados,afindedejarexpeditoelespaciocentral.Habíaenesteespaciounalosagrandeypesada,conunaoxidadaanilladehierroenmedio,alaquehabíasidoatadaunagruesabufandaacuadros,comolasusadasporlospastores.

—¡PorJúpiter!—gritómicliente—.¡ÉstaeslabufandadeBrunton!Selahevistopuestaypodríajurarlo.¿Quéhaestadohaciendoaquíestevillano?

Sugeríquesellamaraaunpardepolicíasdelcondadoparaqueestuvieranpresentes, y a continuación intenté alzar la piedra tirandode la bufanda.Loúnicoque logré fuemoverla ligeramente y sólo con la ayuda de unode losagentesconseguíporfincorrerlaaunlado.Unnegroagujerobostezababajo

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ella, y atisbamos su interior mientras Musgrave, arrodillado al lado, hacíabajarlalinterna.

Antenosotrosseabríaunapequeñacámaradesietepiesdeprofundidadycuatrodeanchura.Aun ladohabíaunarcademadera,másbienbajayconrefuerzosdemetal,cuyatapaestabaalzadaydecuyacerradurasobresalíaestallavetancuriosayantigua.

Dentro estaba cubiertopor una espesa capadepolvo, y la humedady lacarcomahabían raído lamaderahastaelpuntodequeen su interiorcrecíancolonias de hongos de color lívido. Varios discos de metal, aparentementemonedasantiguas,comolaquetengoaquí,estabanesparcidasenelfondodelarca,peroéstanoconteníanadamás.

Enaquellosmomentos,sinembargo,noprestamosatenciónalviejoarcón,puesnuestrosojosestabanclavadosenalgoqueseagazapabajuntoaél.Eralafiguradeunhombre,vestidodenegro,encuclillas,conlafrenteapoyadaenelborde del arca y con los brazos abiertos para abarcar todo el ancho de ella.Estaposturahabía agolpado toda la sangre estancándola en su cara, ynadiehubiera reconocido aquella fisonomía deformada y color de hígado, pero sualtura, su traje y sus cabellos bastaron para demostrar ami cliente, una vezhubimossubidoelcadáver,quesetratabaindudablementedesumayordomodesaparecido.Llevabamuertovariosdías,peroensupersonanoseapreciabanheridasnimagulladurasqueexplicarancómohabíaencontradotanespantosofinal.Unavezretiradosucuerpodelsótano,nosencontrábamostodavíaconun problema que era casi tan formidable como aquél con el que habíamoscomenzado.

Confieso que hasta elmomento,Watson,me sentía decepcionado enmiinvestigación.Yohabíacontadoconsolucionarelasuntoapenasencontraraellugar al que hacía referencia el Ritual, pero ahora me encontraba allí y, alparecer,tanlejoscomosiempredesaberquéeraaquelloquelafamiliahabíaocultadocontanelaboradasprecauciones.CiertoquehabíahecholuzrespectoalsinodeBrunton,peroahorateníaqueaveriguarcómosehabíaabatidoaquelsino sobre él, y qué papel desempeñó en la cuestión la mujer que habíadesaparecido. Me senté en un barrilete que había en un rincón y meditécuidadosamentetodolosucedido.

Ustedyaconocemismétodosentalescasos,Watson;mepongoenellugardel sujeto y, después de calibrar ante todo su inteligencia, trato de imaginarcómo habría procedido yo en las mismas circunstancias. En este caso, lacuestión se simplifica por el hecho de poseer Brunton una inteligencia deprimera fila, demodo que era innecesario proceder a una bonificación paraconseguir la ecuaciónpersonal, comodicen los astrónomos.Él sabía que sehabíaocultadoalgovalioso.Localizóelsitio.Descubrióquelapiedraquelo

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cubríaerademasiadopesadaparaqueunhombrepudieramoverlasinayuda.¿Quéibaahaceracontinuación?Nopodíaobtenerayudadelexterior,aunenelcasodecontarconalguienenquienpudieraconfiar,sindesatrancarpuertasy correr un riesgo muy alto de ser descubierto. Era mejor, si existía laposibilidad, disponer de un ayudante dentro de la casa. Pero ¿a quién podíapedírselo?Aquellachicalehabíaamadosinceramente.Aunhombresiempreleresultadifíciladmitirquefinalmentehayaperdidoelamordeunamujerpormuymal que él la haya tratado.Mediante unas pocas atenciones intentaríahacer las paces con la joven Howells, y acto seguido la enrolaría comocómplice.Iríanjuntosunanochealsótanoysusfuerzasunidasbastaríanparalevantarlapiedra.Hastaelmomento,yopodíaseguirsusaccionescomosienrealidadhubieraasistidoaellas.

Sin embargo, para dos personas, y una de ellasmujer, levantar la piedrarepresentaba un duro esfuerzo. Un robusto policía de Sussex y yo no lohabíamosconsideradonimuchomenosunatarealigera.

¿Qué podían hacer que les sirviera de ayuda? Probablemente, lo que yomismohubierahecho.Melevantéyexaminéatentamentelosdiferentestrozosdemaderaesparcidosporelsuelo.Casienseguida,encontréloqueesperaba.Untrozodeunostrespiesdelongitudteníabienmarcadaunamuescaenunextremo,entantoqueotrosvariosestabanesparcidosenlosladoscomosiloshubiesecomprimidoalgúnpesoconsiderable.Eraevidenteque,allevantarlapiedra,habíanintroducidocuñasdemaderaenlagrietaformadahastaquealfinal,cuandolaaberturayaeralobastantegrandecomoparapasarporella,lamantuviera expeditamediante un tronco colocado en sentido longitudinal yquemuybien pudoquedarmarcadopor unamuesca en el extremo inferior,dadoquetodoelpesodelapiedrahabíadepresionarlocontraelbordedeesaotralosa.Hastaelmomento,yoseguíapisandoterrenofirme.

Yseguidamente,¿cómoibayoaprocederparareconstruiraqueldramademedianoche? Estaba bien claro que sólo una persona podía introducirse enaquel agujero, y que esta persona fue Brunton. La chica debió de esperararriba. Brunton abrió entonces el arca, le entregó a ella el contenido,presumiblemente,puestoquenadasehaencontrado,yentonces...¿quéocurrióentonces?

¿Quérescoldosdevenganzaseconvirtierondeprontoenllamaradasenelalma de aquella apasionada mujer celta, cuando vio que el hombre que lahabía agraviado, acaso mucho más de lo que él pudiera sospechar, seencontrabaensupoder?¿FueunacasualidadqueelmaderoresbalarayquelapiedraencerraraaBruntonenloquesehabíaconvertidoensusepulcro?¿Eraella tansóloculpabledehaberguardadosilenciorespectoa lasuertecorridapor él? ¿Obien un golpe repentino asestado por sumanohabía desviado elsoporteypermitidoquelalosaseasentaradenuevoensulugar?Fueraloque

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fuese,amímeparecíaveraquellafigurafemenina,agarrandotodavíaeltesororecién hallado y subiendo precipitadamente por la escalera de caracol,mientras tal vez resonaban detrás de ella gritos sofocados y el golpeteo deunasmanosfrenéticascontralalosadepiedraqueestabaprivandodeaireasuamanteinfiel.

Taleraelsecretodelapalidezdeella,desusnerviosmaltrechosydesusarrebatosde risahistérica lamañanasiguiente.Pero¿quéhabíacontenidoelarca?¿Yquéhabíahechoellaconesecontenido?Desdeluego,debíatratarsedelmetalviejoynodelosguijarrosquemiclientehabíasacadodelestanque.Ellalohabíaarrojadotodoallíapenastuvounaoportunidad,afindeeliminarlaúltimatrazadesucrimen.

Durante veinte minutos yo había permanecido sentado e inmóvil,meditando sobre estas cuestiones. Musgrave seguía de pie, muy pálido susemblante,balanceandosulinternaymirandoelfondodeaquelagujero.

—Son monedas de Carlos I —dijo, mostrando las pocas que habíanquedado en el arca—.Como puedes ver, acertamos al calcular la fecha delRitual.

—EsposiblequeencontremosalgomásdeCarlosI—exclamé,yaquedeprontosemeocurrióelprobablesignificadodelasdosprimeraspreguntasdelRitual—.Déjameverelcontenidodelabolsaquepescasteenelestanque.

Subimosasuestudioypusoaquellosrestosantemí.Pudecomprenderquelesadjudicaratanpocaimportanciacuandolosmiréamivez,yaqueelmetalestaba ennegrecido y las piedras carecían de todo lustre. Sin embargo, frotéunadeellasconlamangaypocodespuésbrillócomounachispaenlaoscuracavidaddemimano.Lapiezametálica tenía la formadeunarodoble,perohabíasidodobladayretorcidahastaperdersuformaoriginal.

—Debestenerencuenta—dije—queelpartidorealistatuvociertopoderenInglaterra inclusodespuésde lamuertedel rey,yque,cuandofinalmentesus componentes huyeron, es probable que dejaran muchas de sus máspreciadaspertenenciasenterradas,conlaintencióndevolverenbuscadeellasentiemposmáspacíficos.

—Miantepasado,sirRalphMusgrave, fueuncaballeromuydestacadoymanoderechadeCarlosIIenlascorreríasdelrey—explicómiamigo.

—¿Deveras?—respondí—.Puesentoncescreoquedehechoestodeberíafacilitarnos el último eslabón que deseamos. Debo felicitarte por entrar enposesión,aunquedemaneramásbientrágica,deunareliquiaqueesdegranvalor intrínseco, pero de una importancia todavía mayor como curiosidadhistórica.

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—¿Quées,pues?—preguntóllenodeasombro.

—NadamenosquelaantiguacoronadelosreyesdeInglaterra.

—¿Lacorona!

—Exactamente.Piensa en lo quedice elRitual. ¿Cómo lo expresa? “Dequién era?” “Delque sehamarchado.”Esto fuedespuésde la ejecucióndeCarlos.Yacontinuación:“¿Quiénlatendrá?”“Elquevendrá.”EstosereferíaaCarlos II, cuyoadvenimientoyaestabaprevisto.Nocreoquepuedahaberduda de que esta diadema maltrecha e informe rodeó en otros tiempos lasrealesfrentesdelosEstuardo.

—¿Ycómofueapararalestanque?

—Ah,éstaesunapreguntacuyarespuestaexigiráalgúntiempo—declaré.Yactoseguido,leesbocétodalalargasecuenciadesupuestosypruebasqueyohabíaconstruido.

Anochecíayaylalunabrillónítidamenteenelfirmamentoantesdequeyoconcluyeraminarración.

—¿Ycómoseexplica,pues,queCarlosno recuperasesucoronacuandoregresó?—preguntóMusgrave,metiendodenuevolareliquiaensubolsadetela.

—Bien, aquí pones el dedo precisamente en el punto que según todaprobabilidadnuncapodremosaclarar.LomásseguroesqueelMusgravequedetentaba el secreto muriera en el intervalo y que, por un exceso de celo,dejara esta gula a su descendiente sin explicarle el significado. A partir deaqueldíayhastahoy,hapasadodepadreahijo,hastacaerenmanosdeunhombrequesupodesentrañarsusecretoyperdiólavidaenelintento.

YéstaeslahistoriadelRitualdelosMusgrave,Watson.Guardanlacoronaen Hurlstone, aunque tuvieron algunas dificultades legales y se vieronobligados a pagar una suma considerable antes de obtener permiso paraconservarla.Estoysegurodequesimencionaraustedminombre,lesdaríaunagransatisfacciónenseñársela.En loque respectaa lamujer,nadamássehasabido de ella y lo más probable es que se marchase de Inglaterra y setrasladase, junto con el recuerdo de su crimen, a algún país de allende losmares.

LOSHACENDADOSDEREIGATE

«Jamáshevistounaconfesióndeculpabilidadtanmanifiestaenunrostro

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humano.»

Watson

Pasó algún tiempoantesdeque la saluddemi amigo, el señorSherlockHolmes, se repusiera de la tensión nerviosa ocasionada por su inmensaactividad durante la primavera de 1887. Tanto el asunto de la Netherland-Sumatra Company como las colosales jugadas del barón Maupertins sonhechos todavía demasiado frescos en la mente del público y demasiadoíntimamenteligadosconlapolíticaylasfinanzas,parasertemasadecuadosenesta serie de esbozos. No obstante, por un camino indirecto conducen a unproblema tan singular como complejo, que dio ami amigo una oportunidadparademostrarelvalordeunarmanuevaentrelasmuchasconlasquelibrabasuprolongadabatallacontraelcrimen.

Al consultar mis notas, veo que fue el 14 de abril cuando recibí untelegrama desde Lyon, en el que se me informaba de que Holmes estabaenfermoenelhotelDulong.Veinticuatrohorasmástarde,entrabaenelcuartodel paciente y me sentía aliviado al constatar que nada especialmentealarmantehabíaensussíntomas.Sinembargo,suférreaconstituciónsehabíaresentidobajolastensionesdeunainvestigaciónquehabíaduradomásdedosmeses, un periodo durante el cual nunca había trabajado menos de quincehorasdiarias,ymásdeunavez,comoélmismomeaseguro,habíarealizadosutareaalolargodecincodíassininterrupción.Elresultadovictoriosodesusdesvelosnopudosalvarledeunareaccióndespuésdetantremendaprueba,y,enunosmomentosenquesunombreresonabaentodaEuropayenelsuelodesu habitación se apilaban literalmente los telegramas de felicitación, loencontrésumidoenlamásnegradepresión.Nisiquieraelhechodesaberquehabíatriunfadoallídondehabíafracasadolapolicíadetrespaíses,yquehabíaderrotado en todos los aspectos al estafador más consumado de Europa,bastabanparasacarledesupostraciónnerviosa.

TresdíasmástardenosencontrábamosdenuevolosdosenBakerStreet,peroera evidentequeami amigohabíade sentarlemuybienuncambiodeaires,ytambiénamímeresultabamásqueatractivopensarenunasemanadeprimaveraenelcampo.Miviejoamigo,elcoronelHayter,queenAfganistánse había sometido a mis cuidados profesionales, había adquirido una casacerca deReigate, en Surrey, y con frecuenciame había pedido que fuese ahacerle una visita. La última vez hizo la observación de que, si mi amigodeseaba venir conmigo, le daría una satisfacción ofrecerle también suhospitalidad. Se necesitó un poco de diplomacia, pero cuando Holmes seenteródequesetratabadelhogardeunsolteroysupoqueaélselepermitiríaplenalibertad,aceptómisplanesy,unasemanadespuésderegresardeLyon,nos hallábamos bajo el techo del coronel. Hayter era un espléndido viejosoldado que había visto gran parte del mundo y, tal como yo ya me había

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figurado,prontodescubrióqueélyHolmesteníanmuchoencomún.

La noche de nuestra llegada, nos instalamos en la armería del coroneldespués de cenar, Holmes echado en el sofá, mientras Hayter y yoexaminábamossupequeñoarsenaldearmasdefuego.

—Apropósito—dijoelcoronel—,creoquevoyallevarmearribaunadeestaspistolas,porsiacasoseproduceunaalarma.

—¿Unaalarma?—repetí.

—Sí,últimamentetuvimosunsustoenestascercanías.ElviejoActon,quees uno de nuestros magnates rurales, sufrió en su casa un robo conallanamiento y fractura el lunes pasado. No hubo grandes daños, pero losautorescontinúanenlibertad.

—¿Ningunapista?—inquirióHolmes,fijalamiradaenelcoronel.

—Todavíaninguna.Peroelasuntoesínfimo,unodelospequeñosdelitosde nuestro mundo rural, y forzosamente ha de parecer demasiado pequeñopara que usted le preste atención, señor Holmes, después de ese granescándalointernacional.

Holmesdesechóconungestoelcumplido,perosusonrisadenotóquenolehabíadesagradado.

—¿Huboalgúndetalleinteresante?

—Yodiría que no. Los ladrones saquearon la biblioteca y poca cosa lesaportaronsusesfuerzos.Todoellugarfuepuestopatasarriba,conloscajonesabiertos y los armarios revueltos y, como resultado, había desaparecido unvolumen valioso del Homer de Pope, dos candelabros plateados, unpisapapelesdemarfil,unpequeñobarómetrodemaderaderobleyunovillodebramante.

—¡Quésurtidotaninteresante!—exclamé.

—Esevidentequeaquellosindividuosecharonmanoaloquepudieron.

Holmeslanzóungruñidodesdeelsofá.

—Lapolicíadelcondadodeberíasacaralgoenclarodetodoesto—dijo—.Perosíresultaevidenteque...

—Está usted aquí para descansar, mi querido amigo. Por lo que másquiera, no se meta en un nuevo problema cuando tiene todo el sistemanerviosohechotrizas.

Holmes se encogió de hombros con una mueca de cómica resignacióndirigidaalcoronel,ylaconversaciónderivóhaciacanalesmenospeligrosos.

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Deseabaeldestino,sinembargo,quetodamicautelaprofesionalresultarainútil,pues,alamañanasiguiente,elproblemasenosimpusodetalmodoquefueimposibleignorarlo,ynuestraestanciaenlacampiñaadquirióuncarizqueningunodenosotroshubiesepodidoprever.Estábamosdesayunandocuandoelmayordomo del coronel entró precipitadamente, perdida toda su habitualcompostura.

—¿Se ha enterado de la noticia, señor? —jadeó—. ¡En la fincaCunningham,señor!

—¡Unrobo!—gritóelcoronel,consutazadecaféamediocaminodelaboca.

—¡No,señor!¡Unasesinato!

Elcoronellanzóunsilbido.

—¡PorJúpiter!—exclamó—.¿Aquiénhanmatado,pues?¿Aljuezdepazoasuhijo?

—A ninguno de los dos, señor. AWilliam, el cochero. Un balazo en elcorazón,señor,yyanopronunciópalabra.

—¿Yquiéndisparócontraél,pues?

—Elladrón,señor.Huyórápidocomoelrayoydesapareció.Acababadeentrarpor laventanade ladespensa,cuandoWilliamseabalanzósobreélyperdiólavida,defendiendolapropiedaddesuseñor.

—¿Aquéhoraocurrió?

—Alrededordelamedianoche,señor.

—Bien, entonces iremos allí en seguida—dijo el coronel, dedicando denuevo su atención fríamente al desayuno—. Es un asunto bastante feo —añadió cuando el mayordomo se hubo retirado—. El viejo Cunningham esaquíelnúmerounoentrelahidalguíaruralyunsujetodelomásdecente.Estolecausaráunseriodisgusto,puesestehombrellevabaañosasuservicioyeraunbuensirviente.EsevidentequesetratadelosmismosvillanosqueentraronencasadeActon.

—¿Los que robaron aquella colección tan singular? —observó Holmespensativo.

—Precisamente.

—¡Hum!Puederevelarsecomoelasuntomássencillodelmundo,perodetodos modos, a primera vista, resulta un tanto curioso, ¿no creen? De unapandilladeamigosde loajenoqueactúanen la campiñacabría esperarquevariasenelescenariodesusoperaciones,envezdeallanardosviviendasenel

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mismo distrito y en el plazo de pocos días. Cuando esta noche ha habladousted de tomar precauciones, recuerdo que ha pasado por mi cabeza elpensamientodequeéstaera,probablemente,laúltimaparroquiadeInglaterraa la que el ladrón o ladrones dedicarían su atención, lo cual demuestra quetodavíatengomuchoqueaprender.

—Supongoquesetratadealgúndelincuentelocal—dijoelcoronel—.Yen este caso, desde luego, las mansiones de Acton y Cunningham sonprecisamenteloslugaresalosquesededicaría,puestoquesonconmucholasmásgrandesdeaquí.

—¿Ylasmásricas?

—Deberíanserlo,peroduranteañoshanmantenidounpleitojudicialque,según creo, ha de haberles chupado la sangre a ambas. El anciano ActonreivindicalamitaddelafincadeCunningham,ylosabogadoshanintervenidodelolindo.

—Sisetratadeundelincuentelocal,noseríamuydifícilecharleelguante—dijoHolmesconunbostezo—.Estábien,Watson,notengolaintencióndeentrometerme.

—El inspector Forrester, señor —anunció el mayordomo, abriendo lapuerta.

Eloficialdepolicía,un jovenapuestoyde rostro inteligente,entróen lahabitación.

—Buenos días, coronel—dijo—.Espero no cometer una intrusión, perohemosoídoqueelseñorHolmes,deBakerStreet,seencuentraaquí.

Elcoronelmoviólamanohaciamiamigo,yelinspectorseinclinó.

—Pensamosquetalvezleinteresaraintervenir,señorHolmes.

—Elhadoestácontrausted,Watson—dijoéste,riéndose—.Hablábamosde esta cuestión cuando usted ha entrado, inspector. Acaso pueda darnos aconoceralgunosdetalles.

CuandoHolmesse repantigóensusillónconaquellaactitudya familiar,supequelasituaciónnoadmitíaesperanza.

—EnelcasoActonno teníamosningunapista,peroaquí las tenemosenabundancia; no cabe duda de que se trata del mismo responsable en cadaocasión.Elhombrehasidovisto.

—Sí,señor.Perohuyórápidocomounciervodespuésdedispararel tiroque mató al pobre William Kirwan. El señor Cunningham lo vio desde laventanadeldormitorio,yelseñorAlecCunninghamdesdeelpasilloposterior.Eran las docemenos cuarto cuando se dio la alarma. El señorCunningham

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acababa de acostarse y el joven Alec, ya en bata, fumaba en pipa. Ambosoyeron a William, el cochero, gritar pidiendo auxilio, y el joven Alec fuecorriendoaverquéocurría.Lapuertadedetrásestabaabiertay,alllegaralpiedelaescalera,vioquedoshombresforcejeabanafuera.Unodeelloshizoundisparo,elotrocayó,yelasesinohuyócorriendoatravésdeljardínysaltandoelseto.ElseñorCunningham,quemirabadesdelaventanadesuhabitación,vioalhombrecuandollegabaalacarretera,peroenseguidaloperdiódevista.El joven Alec se detuvo para ver si podía ayudar al moribundo, lo queaprovechó el villano para escapar. Aparte del hecho de que era hombre demediana estatura y vestía ropas oscuras, no tenemos señas personales, peroestamosinvestigandoafondoysiesunforasteroprontodaremosconél.

—¿YquéhacíaallíeseWilliam?¿Dijoalgoantesdemorir?

—Niunapalabra.Vivíaenlacasadelguardaconsumadre,ypuestoqueeraunmuchachomuyfiel, suponemosque fuea lacasacon la intencióndecomprobarquenohubieranovedadenella.Desdeluego,elasuntodeActonhabíapuestoatodosenguardia.Elladróndebíadehaberacabadodeabrirlapuerta,cuyacerraduraforzó,cuandoWilliamlosorprendió.

—¿DijoWilliamalgoasumadreantesdesalir?

—Esmuyviejayestámuysorda.Deellanopodremosconseguirningunainformación.Laimpresiónlahadejadocomoatontada,perotengoentendidoquenuncatuvounamentemuydespejada.Sinembargo,hayunacircunstanciamuyimportante.¡Fíjenseenesto!

Extrajounpequeñofragmentodepapeldeunalibretadenotasy loalisósobresurodilla.

—Esto lo hallamos entre el pulgar y el índice delmuerto. Parece ser unfragmento arrancado de una hoja más grande. Observarán que la horamencionada en él es precisamente la misma en la que el pobre hombreencontrólamuerte.Observenquesuasesinopudohaberlequitadoelrestodelahojaoqueélpudohaberlearrebatadoestefragmentoalasesino.Tienetodoelaspectodehabersidounacita.

Holmestomóeltrozodepapel,unfacsímildelcualseincluyeaquí.

—Y suponiendo que se trate de una cita—continuo el inspector—, es,desde luego, una teoría concebible la de que ese William Kirwan, aunquetuvieralareputacióndeserunhombrehonrado,pudierahaberestadoasociadoconelladrón.Pudohaberseencontradoconélaquí,inclusohaberloayudadoaforzarlapuerta,ycabequeentoncesseiniciaraunapeleaentrelosdos.

—Este escrito presenta un interés extraordinario—dijo Holmes, que lohabíaestadoexaminandoconunaintensaconcentración—.Setratadeaguas

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másprofundasdeloqueyomehabíafigurado.

Yocultólacabezaentrelasmanos,mientraselinspectorsonreíaalverelefectoquesucasohabíatenidoenelfamosoespecialistalondinense.

—Suúltimaobservación—dijoHolmesalcabodeunrato—acercadelaposibilidaddequeexistieraunentendimientoentreelladrónyelcriado,ydequeestofueraunacitaescritaporunoalotro,esunasuposicióningeniosaynodeltodoimposible.Peroesteescritoabre...

Denuevohundiólacaraentre lasmanosyporunosminutospermaneciósumido en los más profundos pensamientos. Cuando alzó el rostro, quedésorprendidoalverqueelcolorteñíasusmejillasyquesusojosbrillabantantocomo antes de caer enfermo. Se levantó de un brinco con toda su anteriorenergía.

—¡Voy a decirle una cosa!—anunció—.Me gustaría echar un breve ydiscreto vistazo a los detalles de este caso. Hay algo en él queme fascinapoderosamente. Si me lo permite, coronel, dejaré a mi amigo Watson conustedyyodaréunavueltaconelinspectorparacomprobarlaveracidaddeunpardepequeñas fantasíasmías.Volveréaestarconustedesdentrodemediahora.

Pasóunahoraymediaantesdequeelinspectorregresaraysolo.

—ElseñorHolmesrecorredeunladoaotroelcampo—explicó—.Quierequeloscuatrovayamosjuntosalacasa.

—¿AladelseñorCunningham?

—Sí,señor.

—¿Conquéobjeto?

Elinspectorseencogiódehombros.

—Noloséexactamente,señor.Entrenosotros,creoqueelseñorHolmestodavíanoseharepuestototalmentedesudolencia.Sehacomportadodeunmodomuyextrañoyestámuyexcitado.

—No creo que esto sea motivo de alarma —dije—. Generalmente, hepodidoconstatarquehaymétodoensuexcentricidad.

—Otros dirían que hay excentricidad en su método —murmuró elinspector—.Peroardeendeseosdecomenzar,coronel,por loqueconsideroconvenientesalir,siestánustedesdispuestos.

Encontramos a Holmes recorriendo el campo de un extremo a otro,hundida labarbillaenelpechoycon lasmanosmetidasen losbolsillosdelpantalón.

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—Aumentaelinterésdelasunto—dijo—.Watson,suexcursiónalcampohasidounéxitoevidente.Hepasadounamañanaencantadora.

—¿Deboentenderquehavisitadoelescenariodelcrimen?—preguntóelcoronel.

—Sí,elinspectoryyohemosefectuadounpequeñoreconocimiento.

—¿Conéxito?

—Hemosvistoalgunascosasmuy interesantes.Lecontaré loquehemoshechomientrascaminamos.Enprimerlugar,hemosvistoelcadáverdeaqueldesdichado.Desdeluego,murióheridoporunabaladerevólver,talcomosehainformado.

—¿Acasodudabadeello?

—Esque siempre conviene someterlo todo a prueba.Nuestra inspecciónno ha sido tiempo perdido. Hemos celebrado después una entrevista con elseñorCunninghamysuhijo,quenoshanpodidoenseñarellugarexactoenelque el asesino franqueó el seto de jardín en su huida. Esto ha revestido elmayorinterés.

—Naturalmente.

—Después hemos visto a la madre del pobre hombre. Sin embargo, nohemosobtenidoningunainformacióndeella,yaqueesunamujermuyviejaydébil.

—¿Ycuáleselresultadodesusinvestigaciones?

—La convicción de que el crimen ha sidomuy peculiar. Es posible quenuestravisitadeahoracontribuyaadisiparpartedesuoscuridad.Piensoqueahoraestamosdeacuerdo,inspector,enqueelfragmentodepapelenlamanodeldifunto,porelhechode llevar escrita lahoraexactade sumuerte, tieneunaextremaimportancia.

—Deberíaconstituirunapista,señorHolmes.

—Esqueconstituyeunapista.QuienquieraqueescribieseesanotafueelhombrequesacóaWilliamKirwandesucamaaesahora.Pero¿dóndeestáelrestodelpapel?

—Examiné el suelominuciosamente, con la esperanza de encontrarlo—dijoelinspector.

—Fue arrancado de lamano del difunto. ¿Por qué alguien ansiaba tantoapoderarse de él? Porque le incriminaba. ¿Y qué hizo con él? Con todaprobabilidad,metérseloenelbolsillo,sinadvertirqueunaesquinadelmismohabíaquedadoentrelosdedosdelmuerto.Sipudiéramosconseguirelrestode

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estacuartilla,nocabedudadequeavanzaríamosmuchísimoenlasolucióndelmisterio.

—Sí,pero¿cómollegaralbolsillodelcriminalantesdecapturarlo?

—Bien,ésteesunpuntoquemerece reflexión,perohayotroque resultaevidente.LanotalefueenviadaaWilliam.Elhombrequelaescribiónopudohaberlallevado,puesenestecaso,comoesnatural,hubieradadooralmentesumensaje.¿Quiénllevólanota,pues?¿Oacasollegóporcorreo?

—Hehechoindagaciones—dijoelinspector—.Ayer,Williamrecibióunacartaenelcorreodelatarde.Elsobrefuedestruidoporél.

—¡Excelente!—exclamóHolmesquediounapalmadaen la espaldadelinspector—.Ustedhahabladoconelcartero.Esunplacertrabajarconusted.Bien, aquí está la casa del guarda y, si quiere subir conmigo, coronel, leenseñaréelescenariodelcrimen.

Pasamosanteellindocottageenelquehabíavividoelhombreasesinadoycaminamosa lo largodeunaavenida flanqueadaporolmoshasta llegara laantigua y bonita mansión estilo reina Ana, que ostenta el nombre deMalplaquetsobreeldinteldelapuerta.Holmesyelinspectornosguiaronasualrededor hasta que llegamos a la verja lateral, separada por una zonaajardinadadelsetoqueflanquealacarretera.Habíaunpolicíajuntoalapuertadelacocina.

—Abra lapuerta,agente—dijoHolmes—.Puesbien,enestaescaleraseencontraba el joven señor Cunningham y vio forcejear a los dos hombresprecisamente donde ahora nos encontramos nosotros. El señor Cunninghampadre estaba junto a aquella ventana, la segunda a la izquierda, y vio alhombreescaparporlaparteizquierdadeaquellosmatorrales.Tambiénlevioelhijo.Ambosestánsegurosdeelloacausadelmatorral.Entonces,eljovenseñorCunninghambajócorriendoysearrodillóalladodelherido.Sepaqueelsueloesmuyduroynohaymarcasquepuedanguiarnos.

Mientras hablaba, se acercaban dos hombres por el sendero del jardín,despuésdedoblarlaesquinadelacasa.Unoeraunhombredeedadprovecta,conunrostroenérgicoymarcadoporacusadasarrugas,yojossomnolientos,yelotroeraun jovenbienplantado,cuyaexpresión radianteysonriente,ysuchillona indumentaria ofrecían un extraño contraste con el asunto que noshabíallevadoallí.

—¿Todavía buscando? —le dijo a Holmes el más joven. Yo creía queustedes,loslondinenses,nofallabannunca.Nomeparecequeseandelomásrápidodespuésdetodo.

—Hombre, esquenecesitamos algún tiempo—repusoHolmes conbuen

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humor.

—Vananecesitarlo—aseguróeljovenAlecCunningham—.Porahora,noveoquetenganunasolapista.

—Sólo hay una—respondió el inspector. Pensamos que sólo con poderencontrar...¡Cielosanto!¿Quéleocurre,señorHolmes?

Derepente,lacarademipobreamigohabíaasumidounaexpresióndelomásalarmante.Conlosojosvueltoshaciaarriba,contraídasdolorosamentelasfacciones y reprimiendo un sordo gruñido, se desplomó de bruces.Horrorizadosporloinesperadoygravedelataque,lotrasladamosalacocinayloacomodamosenunsillón,dondepudorespirartrabajosamenteduranteunosminutos.Finalmente,excusándoseavergonzadoporsumomentodedebilidad,volvióalevantarse.

—Watson les dirá que todavía me estoy restableciendo de una seriaenfermedad—explicó—.Tiendoapadecerestossúbitosataquesdenervios.

—¿Quiereque le envíe a casa enmi coche?—preguntó elmayorde losCunningham.

—Es que, puesto que estoy aquí, hay un punto del que me agradaríaasegurarme.Podemosverificarlocongranfacilidad.

—~Dequésetrata?

—Puesbien,amímepareceposiblequelallegadadeaquelpobreWilliamnoseprodujeraantes,sinodespuésdelaentradadelladrónenlacasa.Ustedesparecendarporsentadoque,apesardequelapuertafueforzada,elamigodeloajenonuncallegóaentrar.

—Amímeparecedelomásobvio—manifestóelseñorCunninghammuyserio—.TengaencuentaquemihijoAlectodavíanosehabíaacostado,yquesindudahubieraoídoaalguienquesemovieraporallí.

—¿Dóndeestabasentado?

—Enmicuartovestidor,fumando.

—~Cuálessuventana?

—Laúltimadelaizquierda,juntoalademipadre.

—¿Tantosulámparacomoladeélestaríanencendidas,verdad?

—Indudablemente.

—Hayaquíalgunosdetallesmuysingulares—comentóHolmes,sonriendo—.¿Noresultaextraordinarioqueunladrón,yunladrónquehatenidociertaexperienciaprevia,irrumpadeliberadamenteenunacasa,aunahoraenque,a

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juzgarporlasluces,pudoverquedosmiembrosdelafamiliatodavíaestabanlevantados?

—Debíaserunsujetodemuchasangrefría.

—Comoesnatural,sielcasonofuerapeliagudononoshabríamossentidoobligados apedirle austeduna explicación—dijo el jovenAlec—.Pero encuanto a su idea de que el hombre ya había robado en la casa antes de queWilliam le acometiera, creo que no puede ser más absurda. ¿Acaso nohabríamosencontrado lacasadesordenadayechadodemenos lascosasquehubierarobado?

—Depende de lo que fueran estas cosas —repuso Holmes—. Debenrecordarquenos lasestamosviendoconun ladrónqueesun individuomuypeculiar,yqueparece trabajarsiguiendounasdirectricespropias.Véase,porejemplo, el extraño lote de cosas que sustrajo en casa de losActon... ¿Quéeran?Unovillodecordel,unpisapapelesynosécuántostrastosmás...

—Bien,estamosensusmanos,señorHolmes—dijoCunninghampadre—.Tenga la seguridad de que se hará cualquier cosa que usted o el inspectorpuedansugerir.

—Enprimer lugar—repusoHolmes—,meagradaríaqueustedofrecierauna recompensa, pero suyapersonal, puestoque las autoridadesoficiales talvezrequieranalgúntiempoantesdeponersedeacuerdorespectoalasuma,yestas cosas conviene hacerlas con mucha rapidez. Yo ya he redactado undocumento aquí y espero que no le importe firmarlo. Pensé que cincuentalibrasseríanmásquesuficientes.

—De buena gana daría quinientas—aseguró el juez de paz, tomando lacuartillayellápizqueHolmesleofrecía—.Sinembargo,estonoesexacto—añadióalexaminareldocumento.

—Loheescritoprecipitadamente.

—Comove,comienzaasí:«Considerandoquealrededordelaunamenoscuartodelamadrugadadelmartessehizounintento...»,etcétera.Enrealidad,ocurrióalasdocemenoscuarto.

Me apenó este error, pues yo sabía lomuchoque se resentíaHolmes decualquier resbalónde esta clase.Era su especialidad ser exacto en todos losdetalles, pero su reciente dolencia le había afectado profundamente y estepequeñoincidentebastóparaindicarmequeaúndistabamuchodeserélotravez. Por unos momentos, se mostró visiblemente avergonzado, mientras elinspectorenarcabalascejasyAlecCunninghamdejabaescaparunacarcajada.Sinembargo,elancianocaballerocorrigiólaequivocaciónydevolvióelpapelaHolmes.

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—Delo a la imprenta lo antes posible —pidió—. Creo que su idea esexcelente.

Holmesguardócuidadosamentelacuartillaensulibretadenotas.

—Yahora—dijo—,seriadeverasconvenientequefuéramostodosjuntosalacasaynosaseguráramosdequeeseladrónuntantoexcéntriconosellevó,despuésdetodo,nadaconsigo.

Antesdeentrar,Holmesprocedióa efectuarunexamende lapuertaquehabíasidoforzada.Eraevidentelaintroduccióndeunescoploodeuncuchillode hoja gruesa que forzó la cerradura, pues pudimos ver en la madera lasseñalesdellugarenqueactuó.

—¿Noutilizanbarrasparaatrancarlapuerta?—preguntó.

—Nuncalohemosconsideradonecesario.

—¿Notienenunperro?

—Sí,peroestáencadenadoalotroladodelacasa.

—¿Aquéhoraseacuestanlossirvientes?

—Alrededordelasdiez.

—Tengoentendidoque,aesahora,Williamsolíaencontrarsetambiénenlacama.

—Sí.

—Es curioso que precisamente esta noche hubiera estado levantado. Yahora,señorCunningham,leruegotengalaamabilidaddeenseñarnoslacasa.

Un pasillo enlosado, a partir del cual se ramificaban las cocinas, y unaescalerademaderaconducíandirectamentealprimerpisodelacasa,conunrellano opuesto a una segunda escalera, más ornamental, que desde elvestíbulo principal ascendía a las plantas superiores.Daban a ese rellano elsalón y varios dormitorios inclusive los del señor Cunningham y su hijo.Holmescaminabadespacio,tomandobuenanotadelaarquitecturadelacasa.Yo sabía, por su expresión, que seguía una pista fresca y, sin embargo, nopodíaniimaginarenquédirecciónleconducíansusinferencias.

—Mi buen señor —dijo el mayor de los Cunningham con ciertaimpaciencia—seguroquetodoestoesperfectamenteinnecesario.Estaesmihabitación,alpiedelaescalera,ylademihijoeslacontigua.Dejoasubuenjuiciodictaminarsiesposiblequeelladrónllegarahastaaquísinquenosotrosloadvirtiéramos.

—Tengolaimpresióndequedeberíabuscarenotraparteunanuevapista—observóelhijoconunasonrisamaliciosa.

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—A pesar de todo, debo pedirles que tengan un pocomás de pacienciaconmigo.Megustaría ver, por ejemplo, hasta qué punto las ventanas de losdormitoriosdominanlapartefrontaldelacasa.Segúncreo,ésteeselcuartode su hijo—abrió la puerta correspondiente—y éste, supongo, es el cuartovestidor en el que él estaba sentado, fumando, cuando se dio la alarma. ¿Adóndemirasuventana?

Cruzóeldormitorio,abriólaotrapuertaydiounvistazoalotrocuarto.

—Esperoqueconestosesientasatisfecho—dijoelseñorCunninghamsinocultarsuenojo.

—Gracias.Creohabervistotodoloquedeseaba.

—Entonces,sirealmenteesnecesario,podemosiramihabitación.

—Sinoesdemasiadamolestia...

Eljuezseencogiódehombrosynoscondujoasudormitorio,queeraunahabitacióncorrienteyamuebladaconsencillez.Alavanzarhacia laventana,Holmesserezagóhastaqueélyyoquedamoslosúltimosdelgrupo.Cercadelpiedelacamahabíaunamesitacuadradaysobreellaunafuenteconnaranjasyunbotellóndeagua.Alpasar juntoaella,Holmes,conprofundoasombropormiparte,semeadelantóyvolcódeliberadamente lamesay todo loquecontenía. El cristal se rompió en unmillar de trozos y las naranjas rodaronhastatodoslosrinconesdelcuarto.

—Ahorasíque lahehechobuena,Watson—medijosin inmutarse.Veacomohaquedadolaalfombra.

Confundido, me agaché y comencé a recoger las frutas, comprendiendoque, por alguna razón,mi compañero deseaba cargarme amí la culpa. Losdemásasílocreyeronyvolvieronaponerdepielamesa.

—¡Hola!—exclamóelinspector—.¿Dóndesehametidoahora?

Holmeshabíadesaparecido.

—Esperen aquí un momento—dijo el joven Alec Cunningham. En miopinión,estehombreestámaldelacabeza.Vengaconmigo,padre,yveremosadóndehaido.

Salieron precipitadamente de la habitación, dejándonos al inspector, alcoronelyamímirándonoselunoalotro.

—Palabra que me siento inclinado a estar de acuerdo con el jovenCunningham—dijo el policía—.Pueden ser los efectos de esa enfermedad,peroamímepareceque...

Sus palabras fueron interrumpidas por un súbito grito de «¡Socorro!

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¡Socorro! ¡Asesinos!» Con viva emoción reconocí la voz como la de miamigo.Salícorriendoalrellano.Losgritos,reducidosahoraaunaespeciederugidoroncoeinarticulado,procedíandelahabitaciónquehabíamosvisitadoenprimerlugar.Irrumpíenellayentréenelcontiguocuartovestidor.

Los dosCunningham se inclinaban sobre la figura postrada de SherlockHolmes, el más joven apretándole el cuello con ambas manos, mientras elanciano parecía retorcerle una muñeca. En un instante, entre los tres losseparamos de él y Holmes se levantó tambaleándose, muy pálido y conevidentesseñalesdeagotamiento.

—Arresteaestoshombres,inspector—jadeó.

—¿Bajoquéacusación?

—¡Ladehaberasesinadoasucochero,WilliamKirwan!

Elinspectorselequedómirandoboquiabierto.

—Vamos,vamos,señorHolmes—dijoporfin—,estoysegurodequeenrealidadnoquieredecirque...

—¡Peromiresuscaras,hombre!—exclamósecamenteHolmes.

Ciertamente, jamáshevistounaconfesióndeculpabilidad tanmanifiestaenunrostrohumano.Elmásviejodelosdoshombresparecíacomoaturdido,conunamarcadaexpresióndeabatimientoensufazprofundamentearrugada.Elhijo,porsuparte,habíaabandonadoaquellaactitudalegreydespreocupadaque le había caracterizado, y la ferocidad de una peligrosa bestia salvajebrillabaensusojososcurosydeformabasuscorrectasfacciones.Elinspectornodijonada,pero,acercándosealapuerta,hizosonarsusilbato.Dosdesushombresacudieronalallamada.

—No tengootra alternativa, señorCunningham—dijo—.Confío en quetodoestoresulteserunerrorabsurdo,peropuedeverque...¿Cómo?¿Quéesesto?¡Suéltelo!

Su mano descargó un golpe y un revolver, que el hombre más jovenintentabaamartillarcayóruidosamentealsuelo.

—Guárdelo—dijo Holmes, poniendo en seguida su pie sobre él—. Leresultaráútileneljuicio.Peroestoesloquerealmentequeríamos.

Holmessosteníaantenosotrosunpapelarrugado.

—¡Elrestodelahoja!—gritóelinspector.

—Precisamente.

—¿Ydóndeestaba?

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—Donde yo estaba seguro de que había de estar.Más tarde les aclararétodoelasunto.Creo,coronel,queustedyWatsondeberíanregresarya,yyomereuniréconustedesdentrodeunahoracomomáximo.El inspectoryyohemosdehablarunpococonlosprisioneros,perocontodacertezavolveránustedesavermealahoradealmorzar.

SherlockHolmescumplió supalabra,pues alrededorde launa se reunióconnosotros en el salónde fumardel coronel.Le acompañabaun caballeromásbienbajoydeciertaedad,quemefuepresentadocomoelseñorActon,cuyacasahabíasidoescenariodelprimerrobo.

—Deseaba que el señor Acton estuviera presente al explicarles yo esteasuntillo—dijoHolmes—,puesesnaturalquetengaunvivointerésporsusdetalles.Muchometemo,miqueridocoronel,quelamenteelmomentoenqueustedadmitióensucasaaunpajarracodemalagüerocomosoyyo.

—Al contrario —aseguró vivamente el coronel—. Considero como elmayordelosprivilegiosquemehayasidopermitidoestudiarsusmétodosdetrabajo.Confiesoquesobrepasanenmuchocuantopudierayoesperar,yquesoytotalmenteincapazdeentendersuresultado.Dehecho,aúnnohevistonitrazadeunasolapista.

—Temoquemiexplicaciónledesilusione,perosiemprehasidomihábitoel no ocultar ninguno de mis métodos, tanto a mi amigo Watson como acualquiera capaz demostrar un interés inteligente por ellos. Pero ante todo,puesto que aún me siento bastante quebrantado por el vapuleo recibido enaquel cuarto vestidor, creo que voy a administrarme un trago de su brandy,coronel.Últimamente,misfuerzashansidosometidasaduraprueba.

—Confíoenqueyanovuelvaapadeceraquellosataquesdenervios.

SherlockHolmesseechóareírconganas.

—Yahablaremosdeestoensumomento—dijo—,ylesharéunrelatodelcasoensudebidoorden,indicándoleslosdiversosdetallesquemeguiaronenmidecisión.Lesruegoquemeinterrumpansialgunadeducciónnoresultalobastanteclara.

En el arte de la deducción, tiene lamayor importancia saber reconocer,entreunciertonúmerodehechos,aquellosquesonincidentalesyaquellosqueson vitales. De lo contrario, energía y atención se disipan en vez deconcentrarse. Ahora bien, en este caso no abrigué la menor duda desde elprimermomento, de que la clave de todo el asunto debía ser buscada en eltrozodepapelencontradoenlamanodeldifunto.

Antes de entrar en este pormenor, quiero llamarles la atención sobre elhecho de que si el relato de Alec Cunningham era cierto, y si el asaltante,

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después de disparar contra William Kirwan, había huido al instante, eraevidentequenopudoserélquienarrancaseelpapelde lamanodelmuerto.Pero si no fue él, había de ser el propioAlecCunningham, pues cuando elancianohubobajadoyahabíavariossirvientesenlaescenadelcrimen.Estepuntoesbiensimple,peroalinspectorlehabíapasadoporaltoporqueélhabíapartidode la suposicióndeque estosmagnatesdelmundo rural nada teníanqueverconelasunto.Ahorabien,yomeimpongonotenernuncaprejuiciosyseguirdócilmenteloshechosallídondemellevenéstos,yporconsiguiente,enla primera fase de mi investigación no pude por menos que examinar conciertasuspicaciaelpapelrepresentadoporelseñorAlecCunningham.

Actoseguidoefectuéunexamenmuyatentodelaesquinadelpapelqueelinspector nos había enseñado. En seguidame resultó evidente que formabapartedeundocumentomuynotable.Aquíestá.¿Noobservaahoraenélalgomuysugerente?

—Tieneunaspectomuyirregular—contestóelcoronel.

—¡Miapreciadoseñor!—exclamóHolmes—.¡Nopuedehaber lamenordudadequefueescritopordospersonas,abasedepalabrasalternadas!Silellamolaatenciónacercadelasenérgicas«t»enlaspalabrasatyto,ylepidoque las compare con las débiles de quarter y twelve, reconoceráinmediatamente el hecho.Un análisismuy breve de esas cuatro palabras lepermitiríaasegurarcontodacertezaquelearnymaybefueronescritasporlamanomásfuerte,yelwhatporlamásdébil.

—¡PorJúpiter,estoestátanclarocomolaluzdeldía—gritóelcoronel—!¿Yporquédiablosdoshombreshabíandeescribirdeestemodounacarta?

—Evidentemente, el asunto era turbio, y uno de los hombres, quedesconfiabadelotro,estabadecididoaque,sehicieraloquesehiciese,cadaunodebíatenerlamismaintervenciónenél.Ahorabien,quedaclaroquedelosdoshombreselqueescribióelatyeltoeraeljefe.

—¿Cómollegaaestaconclusión?

—Podríamos deducirla meramente de la escritura de una mano encomparaciónconlaotra,perotenemosrazonesdemáspesoparasuponerlo.Siexamina este trozo de papel con atención, concluirá que el hombre con lamano más fuerte escribió primero todas sus palabras, dejando espacios enblanco para que los llenara el otro. Estos espacios en blanco no fueronsuficientes en algún caso, y pueden ver que el segundo hombre tuvo quecomprimirsuletraparametersuquarterentreelatyelto,loquedemuestraqueéstasyahabíansidoescritas.Elhombrequeescribiótodassuspalabrasenprimerlugares,indudablemente,elmismoqueplaneóelasunto.

—¡Excelente!—exclamóelseñorActon.

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—Peromuysuperficial—repusoHolmes—.Sinembargo,llegamosahoraaunpuntoquesítieneimportancia.Acasonosepanustedesqueladeducciónde laedaddeunhombreapartirdesuescrituraesalgoenque losexpertoshanconseguidounaprecisiónconsiderable.Encasosnormales,cabesituaraunhombreenladécadaquelecorrespondeconrazonablecerteza.Yhablodecasos normales, porque la mala salud y la debilidad física reproducen lossignosde la edadavanzada, aunqueel baldado seaun joven.Enel presentecaso,examinando laescrituraenérgicayvigorosadeuno,y laaparienciadeinseguridaddelaotraescritura,quetodavíaseconservalegible,aunquelas«t»ya han empezado a perder sus barras transversales, podemos afirmar que laprimeraesdeunjovenylaotraesdeunhombredeedadavanzadaperosinserdeltododecrépito.

—¡Excelente!—volvióaaplaudirActon.

—Noobstante,hayotropuntoqueesmássutilyofrecemayorinterés.Hayalgo en común entre estasmanos. Pertenecen a hombres con un parentescosanguíneo. A ustedes, esto puede resultarles más obvio en las «e» de trazogriego,masparamíhayvariosdetallespequeñosque indican lomismo.Nome cabe la menor duda de que se detecta un hábito familiar en estos dosespecímenes de escritura. Desde luego, sólo les estoy ofreciendo en estemomentolosresultadosmásdestacadosdemiexamendelpapel.Habíaotrasveintitrésdeduccionesqueofreceríanmayorinterésparalosexpertosqueparaustedes,y todas ellas tendían a reforzar la impresiónenmi fuero internodequelacartafueescritaporlosCunningham,padreehijo.

Llegadoaestepunto,misiguientepasofue,comoeslógico,examinarlosdetalles del crimen y averiguar hasta qué punto podían ayudarnos. Fui a lacasa con el inspector y vi allí todo lo que había por ver. La herida quepresentaba el cadáver había sido producida, como pude determinar conabsolutacerteza,porundisparoderevólverefectuadoaunadistanciadepocomásdecuatroyardas.Nohabíaenlasropasennegrecimientocausadopor lapólvora.Porconsiguiente,eraevidentequeAlecCunninghamhabíamentidoaldecirque losdoshombresestaban forcejeandocuandosehizoeldisparo.Asimismo, padre e hijo coincidieron respecto al lugar por donde el hombreescapó hacia la carretera. En realidad, sin embargo, en este punto hay unazanjaalgoancha,conhumedadenelfondo.Puestoqueenestazanjanohabíani traza de huellas de botas, tuve la absoluta seguridad, no sólo de que losCunningham habían mentido otra vez, sino también de que en el lugar delcrimennuncahuboningúndesconocido.

Yahorateníaqueconsiderarelmotivodeestecrimensingular.Parallegara él, ante todo procuré aclarar elmotivo del primer robo en casa del señorActon.

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Poralgoquenoshabíadichoelcoronel,yoteníaentendidoqueexistíaunlitigio judicial entreusted, señorActon, y losCunningham.Desde luego, seme ocurrió al instante que éstos habían entrado en su biblioteca con laintencióndeapoderarsedealgúndocumentoquepudieratenerimportanciaenelpleito.

—Precisamente—dijoel señorActon—.Nopuedehaber lamenordudaencuantoasusintenciones.Yotengolareclamaciónmásindiscutiblesobrelamitaddesusactualespropiedades,ysielloshubieranpodidoencontrarciertopapel,queafortunadamenteseencontrabaenlacajafuertedemisabogados,sinlamenordudahubieraninvalidadonuestrocaso.

—Puesyalove—sonrióHolmes—,fueunaintentonaaudazypeligrosa,enlaquemeparecevislumbrarlainfluenciadeljovenAlec.Alnoencontrarnada, trataron de desviar las sospechas haciendo que pareciera un robocorriente,yconestefinsellevarontodoaquelloaloquepudieronecharmano.Todoestoquedabienclaro,perotodavíaeramucholoquesemanteníaoscuro.Loqueyodeseabaporencimadetodoeraconseguirlapartequefaltabadelanota.SabíaqueAleclahabíaarrancadodelamanodeldifunto,yestabacasiseguroquelahabríametidoenelbolsillodesubata.¿Enquéotrolugarsino?Laúnicacuestióneraladesitodavíaseguíaallí.Valíalapenahaceralgoparaaveriguarlo,yconesteobjetofuimostodosalacasa.

LosCunninghamseunieronanosotros,comosindudarecordarán,antelapuertade lacocina.Era,desdeluego,delamayor importanciaquenose lesrecordaselaexistenciadeaquelpapel,puesdelocontrarioeralógicopensarquelodestruiríansintardanza.Elinspectorestabaapuntodehablarlesdelaimportancia que le atribuíamos, cuando, por la más afortunada de lascasualidades,fuivíctimadeunaespeciedeataqueydeestemodocambiólaconversación.

¡Válgame el cielo!—exclamó el coronel, riéndose—. ¿Quiere decir quenuestracompasiónestabainjustificadayquesuataquefueunaimpostura?

—Hablandocomoprofesional,debodecirquelohizoadmirablemente—afirmé,mirandoconasombroaaquelhombrequesiempresabíaconfundirmeconalgunanuevafacetadesuastucia.

—Esunartequeamenudodemuestrasuutilidad—comentóél—.Cuandomerecuperé,melasarreglémedianteuntruco,cuyoingeniotalvezrevistieraescasomérito,paraqueelviejoCunninghamescribieselapalabratwelveafindequeyopudieracompararlaconeltwelveescritoenelpapel.

—¡Québorricofui!—exclamé.

—Pudeverquemeestabacompadeciendoacausademidebilidad—dijoHolmes,riéndose—,ysentícausarlelapenaquemeconstaquesintiópormí.

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Después subimos juntos y, al entrar en la habitación y ver la bata colgadadetrás de la puerta, volqué una mesa para distraer momentáneamente laatención de ellos y volví sobre mis pasos con la intención de registrar losbolsillos. Sin embargo, apenas tuve enmi poder el papel, que, tal como yoesperaba,seencontrabaenunodeellos, losdosCunninghamseabalanzaronsobre mí y creo que me hubieran asesinado allí mismo de no intervenir larápidayamistosaayudadeustedes.Dehecho,todavíasientoenmigargantalapresadeaqueljoven,yelpadrememagullólamuñecaensusesfuerzosparaarrancar el papel de mi mano. Comprendieron que yo debía saber toda laverdad,yelsúbitocambiodeunaseguridadabsolutaalaruinamáscompletahizodeellosdoshombresdesesperados.

TuvedespuésunabrevecharlaconelmayordelosCunninghamreferentealmotivodelcrimen.Semostróbastantetratable,entantoquesuhijoerapeorqueundemoniodispuestoavolarselossesos,olosdecualquierotrapersona,en caso de haber recuperado su revólver. Cuando Cunningham vio que laacusacióncontraélera tansólida,sedesfondóyloexplicótodo.Alparecer,William había seguido disimuladamente a sus amos la noche en queefectuaronsuincursiónencasadelseñorActony,altenerlesasíensusmanos,procedió a extorsionarlos con amenazas de denuncia contra ellos. Sinembargo,eljovenAlecerahombrepeligrosoparaquienquisierapracticarconélestaclasedejuego.Fueporsuparteunaocurrenciagenial ladeverenelmiedoalosrobos,queestabaatenazandoalapoblaciónrural,unaoportunidadparadesembarazarseplausiblementedelhombrealquetemía.Williamcayóenlatrampayunbalazolomató,ysóloconquenohubieranconservadoenteraaquellanotayprestadounpocomásdeatenciónalosdetallesaccesorios,esmuyposiblequenuncasehubiesensuscitadosospechas.

—¿Ylanota?—pregunté.

SherlockHolmescolocóantenosotrosestepapel

—Es en gran parte precisamente lo que yo me esperaba —explicó—.Desde luego, desconozco todavía qué relaciones pudo haber entre AlecCunningham,WilliamKirwanyAnnieMorrison,peroelresultadodemuestraquelaceladafuetendidaconsumahabilidad.Estoysegurodequehabránde

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encantarleslastrazashereditariasqueserevelanenlas«p»yenlascolasdelas «g». La ausencia de puntos sobre las íes en la escritura del anciano estambiénmuy característica.Watson, creo que nuestro apacible reposo en elcampo ha sido todo un éxito, y con toda certezamañana regresará a BakerStreetconsiderablementerevigorizado.

ELJOROBADO

«PonedaUríasfrentealomásreñidodelabatallayretiraosdedetrásdeélparaqueseaheridoymuera.»

IISamuel11,15

Una noche de verano, pocos meses después de casarme, estaba sentadoante mi chimenea, fumando una última pipa y dando cabezadas sobre unanovela, pues mi jornada de trabajo había sido agotadora. Mi esposa habíasubidoya,yelruidoalcerrarseconllavelapuertadeentrada,unratoantes,meindicóquetambiénlossirvientessehabíanretirado.Habíaabandonadomiasiento y estaba vaciando la ceniza de mi pipa, cuando oí de pronto uncampanillazo.

Miréelreloj.Eranlasdocemenoscuarto.Aunahoratantardíanopodíatratarse de un visitante. Un paciente, desde luego, y posiblemente toda lanocheenvela.Torciendoelgesto,medirigíalrecibidoryabrílapuerta.Congran asombro pormi parte, era SherlockHolmes quien se encontraba en laentrada.

—Vaya,Watson—dijo—,yaesperabayollegaratiempoparaencontrarletodavíalevantado.

—Adelante,porfavor,miqueridoamigo.

—¡Parece sorprendido y no me extraña! ¡Y aliviado también, diría yo!¡Hum! ¿O sea que todavía fuma aquellamezclaArcadia de sus tiempos desoltero? Esta ceniza esponjosa en su chaqueta es inconfundible. Es fácilobservarqueestabaustedacostumbradoavestiruniforme,Watson;nuncasele podrá tomar por un paisano de pura razamientras conserve el hábito deguardarelpañueloensumanga.¿Puededarmealojamientoporestanoche?

—Conmuchogusto.

—Medijoque teníaunahabitación individualparasoltero,yveoqueenestemomento no hay ningún visitante varón.Así lo proclaman los ganchosparasombrerosensuperchero.

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—Mecomplacerámuchoquesequede.

—Gracias.Llenaré,pues,uncolgadorvacante.Lamentoverquehatenidounoperariobritánicoencasa.Losenvíaeldemonio.¿Noseríaunproblemadedesagües,espero?

—No,elgas.

—¡Ah! Ha dejado dos marcas de clavos de su bota en su linóleo,precisamente allí donde da la luz.No, gracias, he cenado algo enWaterloo,perogustosamentefumaréunapipaconusted.

Leofrecímibolsadetabacoyélsesentófrenteamí;duranteunratofuméensilencio.Yosabíaperfectamentequesólounasuntode importanciapodíahaberletraídoamicasaasemejantehora,demodoqueesperéconpacienciaquedecidieraabordarlo.

—Veo que en estos momentos está muy ocupado profesionalmente —comentó,dirigiéndomeunamiradapenetrante.

—Sí, he tenido un día atareado—contesté—.Tal vez a usted le parezcaunanecedad—añadí—,perodehechonosécómolohapodidodeducir.

Holmesserioparasusadentros.

—Tengolaventajadeconocersuscostumbres,miqueridoWatson—dijo—.Cuandosurondaesbrevevaustedapie,ycuandoeslargatomauncochede alquiler. Ya que percibo que sus botas, aunque usadas, nada tienen desucias,nomecabedudadequeúltimamentesutrabajohajustificadotomarelcoche.

—¡Excelente!—exclame.

—Elemental,queridoWatson—dijoél—.Esunodeaquelloscasosenlosque quien razona puede producir un efecto que le parece notable a suinterlocutor,porqueaésteselehaescapadoelpequeñodetallequeeslabasede la deducción. Lo mismo cabe decir, mi buen amigo, sobre el efecto dealgunosdeesospequeñosrelatossuyos,queestotalmenteeldeunespejismo,puesto que depende del hecho de que usted retiene entre susmanos ciertosfactores del problema que nunca le son impartidos al lector.Ahora bien, eneste momento me encuentro en la misma situación de estos lectores, puestengoenestamanovarioscabosdeunodeloscasosmásextrañosquenuncahayan llenado de perplejidad el cerebro de un hombre, y sin embargo mefaltanunoodosquesonnecesariosparacompletarmiteoría.¡Perolostendré,Watson,lostendré!

Susojoscentellearonyun leveruborseextendióporsus flacasmejillas.Poruninstante,sealzóelveloantesunaturalezavivayentusiasta,perosólopor un instante. Cuando lemiré de nuevo, su cara había adoptado otra vez

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aquella impasibilidadde indiopiel rojaquehabíamovidoa tantosamirarlecomounamáquinaynocomounhombre.

—El problema presenta rasgos interesantes —dijo—; puedo decir queincluso características excepcionales muy interesantes. Ya he examinado elasunto y he llegado, según creo, cerca de la solución. Si pudiera ustedacompañarme en esta última etapa, me prestaría un servicio más queconsiderable.

—Meencantaría.

—¿PodríairmañanaaAldershot?

—NodudodequeJacksonmesustituiráenmiconsulta.

—Muybien.DeseosalirdeWaterlooeneltrendelasoncediez.

—Locualmedatiempodesobra.

—Puesentonces,sinotienedemasiadosueño,leharéunesbozodeloquehaocurridoydeloquequedaporhacer.

—Teníasueñoantesdellegarusted.Ahoraestoyperfectamentedespejado.

—Resumiré lahistoria tantocomoseaposiblesinomitirnadaquepuedaser vital para el caso. Es concebible que usted haya leído incluso algunareferenciaalmismo.EselsupuestoasesinatodelcoronelBarclay,delosRoyalMallows,enAldershot,loqueestoyinvestigando.

—Noheoídonadaalrespecto.

—Esquetodavíanohadespertadounagranatención,exceptolocalmente.Son hechos que sólo cuentan con un par de días. Brevemente, son lossiguientes:

Comoustedsabe,elRoyalMallowsesunode los regimientos irlandesesmás famosos en el ejército británico. Hizo proezas tanto en Crimea comoduranteelmotíndeloscipayosy,desdeentonces,sehadistinguidoentodaslasocasionesposibles.HastaellunesporlanochelomandabaJamesBarclay,un valiente veterano que comenzó como soldado raso y fue ascendido asuboficialporsubravuraen tiemposdelmotín.Llegaríaamandarelmismoregimientoenelqueenotrotiempoélhabíallevadounmosquete.

ElcoronelBarclay secasóen laépocaenqueera sargento,y suesposa,cuyonombredesolteraeraNancyDevoy,erahijadeunantiguosargentodelmismoregimiento.Huboportanto,comopuedeimaginar,algunalevefricciónsocialcuandolajovenpareja,puesjóveneseranaún,seencontróensunuevoambiente.Noobstante,pareceserqueseadaptaronconrapidezy,segúntengoentendido, la señora Barclay siempre fue tan popular entre las damas delregimientocomoloerasumaridoentresuscolegasoficiales.Añadiréqueera

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unamujer de gran belleza y que incluso ahora, cuando llevamás de treintaañoscasada,todavíapresentaunaespléndidaapariencia.

Todo indica que la vida familiar del coronel Barclay fue tan feliz comoregular. El mayor Murphy, al que debo la mayor parte de mis datos, measegura que nunca oyóque existiera lamenor diferencia entre la pareja.Enconjunto,élpiensaqueladevocióndeBarclayasuesposaeramayorquelaquesuesposasintieraporél.Barclaysesentíamuyintranquilosiseapartabadel lado de ella por un día. Ella, en cambio, aunque afectuosa y fiel, norevelaba un cariño tan avasallador. Pero los dos eran considerados en elregimientocomoelmejormodelodeunaparejademedianaedad.Nohabíaabsolutamente nada en sus relaciones mutuas que anunciara a la gente latragediaqueibaaproducirsemástarde.

Alparecer,elcoronelBarclaypresentabaalgunosrasgossingularesensucarácter.Ensutalanteusual,eraunviejosoldadoanimosoyjovial,perohabíaocasiones en que daba la impresión de ser capaz de mostrarseconsiderablementeviolentoyvindicativo.Sinembargo,porloqueparece,esteaspectodesunaturaleza jamássehabíavueltocontra suesposa.OtrohechoquehabíallamadolaatencióndelmayorMurphy,asícomodetresdelosotroscincooficialesconlosquehablé,eraelsingulartipodedepresiónqueavecesleacometía.Talcomoloexpresóelmayor,amenudolasonrisaseborrabadesuslabios,comosilohicieraunamanoinvisible,cuandoseestabasumandoalas bromas y el regocijo en la mesa de los oficiales. Durante varios días,cuandoestehumorseapoderabadeél,permanecíasumidoenelmásprofundoabatimiento. Esto y un cierto toque de superstición eran los únicos rasgosinusualesque,ensumaneradeser,habíanobservadosushermanosdearmas.Esta última peculiaridad asumía la forma de una repugnancia respecto aquedarse solo, especialmentedespuésdeoscurecido, y este detalle pueril enuna personalidad tan conspicuamente varonil había suscitado comentarios yconjeturas.

ElprimerbatallóndelosRoyalMallows,elantiguo117,llevavariosañosestacionadoenAldershot.Losoficialescasadosvivenfueradeloscuartelesy,durantetodoestetiempo,elcoronelhabíaocupadounavillallamadaLachine,a cosa de media milla del Campamento Norte. La casa se alza en terrenopropio, pero su ala oeste no se halla amás de treinta yardas de la carreteraprincipal.Unlacayoydoscamarerasconstituyenlaservidumbre.Ellos,juntoconsusseñores,eranlosúnicosocupantesdeLachine,yaquelosBarclaynoteníanhijos,ynoerausualenellostenervisitantesinstalados.PasemosahoraalosucedidoenLachineentrelasnueveylasdiezdelpasadolunes.

Alparecer, la señoraBarclaypertenecíaa la iglesiacatólica romanaysehabíainteresadovivamenteporlacreacióndelGremiodeSanJorge,formadoenconexiónconlacapilladeWattStreet,conlafinalidaddesuministrarropas

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usadasalospobres.Aquellanoche,alasocho,habíatenidolugarunareunióndelGremio,ylaseñoraBarclayhabíacenadoapresuradamenteafindellegarpuntual a la misma. Al salir de su casa, el cochero la oyó dirigir unaobservación de tipo corriente a su marido, y asegurarle que no tardaría envolver.LlamódespuésalaseñoritaMornison,unajovenqueviveenlavillacontigua,yfueronlasdosjuntasalareunión.Éstadurócuarentaminutosy,alasnueveycuarto,laseñoraBarclayregresóasucasa,despuésdedejaralaseñoritaMornisonantelapuertadelasuya,alpasar.

Hay en Lachine una habitación que se utiliza como sala de estar por lamañana.Daa lacarretera,yunagranpuertacristaleradehojasplegablesseabre desde ella sobre el césped. Este se extiende a lo largo de unas treintayardas, y sólo lo separa de la carretera un muro bajo rematado por unabarandilladehierro.EnestahabitaciónentrólaseñoraBarclayalregresar.Lascortinasno estaban corridas, yaque raravez seutilizaba aquella sala por lanoche, pero la propia señoraBarclay encendió la lámparaydespués tocó lacampanilla,parapediraJaneStewart,laprimeracamarera,quelesirvieraunatazade té, cosaqueeramásbiencontrariaa sushábitosusuales.Elcoronelhabía estado sentado en el comedor, pero al oír que su esposa ya habíaregresado, se reunió con ella en la sala mencionada. El cochero le vioatravesarelvestíbuloyentrarenella.Nuncamásselevolveríaaverconvida.

Eltéqueellahabíapedidolefuesubidoalcabodediezminutos,perolasirvienta,alacercarsealapuerta,oyó,sorprendida,lasvocesdesuseñorysuseñoraentregadosaunfuriosoaltercado.Llamó,sinrecibirrespuestaalguna,einclusohizogirar elpomode lapuerta,pero resultóqueésta estabacerradaponelinterior.Comoesnatural,bajócorriendoparaadvertiralacocinera,ylas dos mujeres, acompañadas por el lacayo, subieron al vestíbulo yescucharonladisputaqueproseguíaconlamismaviolencia.Todoscoincidenen que sólo se oían dos voces, la de Barclay y la de su mujer. Las frasesemitidasporBarclayeranbrevesyexpresadasconvozqueda,demodoqueningunadeellaslesresultabaaudiblealosqueescuchabantraslapuerta.Lasde laseñora,encambio,eranmáscortantesy,cuandoalzaba lavoz,seoíanperfectamente.«¡Eresuncobarde!»,lerepetíaunayotravez.«¿Quépodemoshacer ahora? ¿Qué podemos hacer ahora? ¡Devuélveme la vida! ¡No quierovolverarespirarnuncamáselmismoairequetú!¡Cobarde!¡Cobarde!»Estoeran fragmentos de la conversación de ella, que terminaron con un gritorepentinoyespantosoproferidoporlavozdelhombre,juntoconelruidodeuna caída y un penetrante chillido de la mujer. Convencido de que habíaocurrido alguna tragedia, el cochero se abalanzó hacia la puerta y trató deforzarla,mientrasdelinteriorbrotabaungritotrasotro.Nolefueposible,sinembargo,abrirla,ylassirvientasestabandemasiadoacongojadasporelmiedoparapoderprestarlealgunaayuda.Peroentoncesseleocurriósúbitamenteunaideaycruzócorriendolapuertadelvestíbuloysalióalaextensióndecésped,

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sobrelaqueseabría lagranpuertacristaleradehojasplegables.Unladodeéstas estaba abierto, cosa según creo usual en verano, y sin dificultad pudoentrarenlahabitación.Suseñorahabíadejadodegritaryestabaechada,sinconocimiento,enunsofá,en tantoque,con lospiessobreelcostadodeunabutaca y la cabeza en el suelo, cerca del ángulo del guardafuegos, yacía elinfortunadomilitar,muertoyenmediodeuncharcodesupropiasangre.

Naturalmente, el primer pensamiento del cochero, al descubrir que nadapodíahacerporsuamo,fueeldeabrirlapuerta,peroentoncessepresentóunadificultadtansingularcomoinesperada.Lallavenoseencontrabaenlaparteinterior de la puerta, y no fue posible encontrarla en parte alguna de lahabitación.Porconsiguiente,volvióasalirporlaventanayregresótrashaberconseguidolaayudadeunpolicíaydeunmédico.Laseñora,contralacualsealzaronlógicamentelasmásintensassospechas,fuetrasladadaasudormitoriotodavía en un estado de insensibilidad. El cadáver del coronel fue colocadoentoncessobreelsofáyseprocedióaunexamencuidadosodelescenariodelatragedia.

Secomprobóque laherida infligida al infortunadoveteranoerauncortedesigual,deunoscuatrodedosdelongitud,enlaparteposteriordelacabeza,queindudablementehabíasidocausadoporungolpeviolentoasestadoconuninstrumento contundente. Tampoco fue difícil deducir cuál pudo haber sidoestaarma.Enelsueloycercadelcadáverhabíaunacuriosamazademaderaduratallada,conunmangodehueso.Elcoronelposeíaunavariadacoleccióndearmastraídasdelosdiferentespaísesenlosquehablaluchado,ylapolicíaconjetura que esta maza figuraba entre sus trofeos. Los sirvientes nieganhaberlavistoantes,peroentrelasnumerosascuriosidadesquehayenlacasaesposiblequeleshubierapasadoporalto.Nadamásdeimportanciadescubriólapolicíaenlahabitación,salvoelhechoinexplicabledequenienlapersonadelaseñoraBarclaynisobrelavíctimanienpartealgunadelahabitaciónseencontró la llaveperdida.Finalmente, lapuerta tuvoqueabrirlauncerrajerodeAldershot.

Asíestabanlascosas,Watson,cuandoellunesporlamañanametrasladéaAldershot, a petición del mayorMurphy, para respaldar los esfuerzos de lapolicía.Piensoquereconoceráqueelproblemaofrecíayasuinterés,peromisobservacionesprontomehicieroncomprenderqueeraenrealidadmuchomásextraordinarioquetodocuantopudieraaparentaraprimeravista.

Antes de examinar la habitación, interrogué a los sirvientes, pero sóloconseguíobtenerloshechosqueyaheexplicado.OtrodetalleinteresantefueelquerecordólacamareraJaneStewart.Comoyalehedicho,aloírlosecosde la disputa bajó y regresó con los otros criados. Dice que en la primeraocasión,cuandoellaestabasola,lasvocesdesuseñorydesuseñoraerantanbajasqueapenaspudooírnada,yjuzgóporsustonos,másbienqueporsus

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palabras,quehabíaunaseriadesavenenciaentreellos.Sinembargo,alinsistiryoenmispreguntas,recordóhaberoídoelnombre«David»,pronunciadodosveces por la dama. Este punto tiene la mayor importancia para orientarnosrespectoalmotivodelasúbitapelea.RecordaráqueelnombredelcoroneleraJames.

Habíaalgoenelcasoquecausóprofundaimpresióntantoalossirvientescomoa lapolicía.Hablode ladeformaciónen lacaradelcoronel.Segúnsurelato, había quedado grabada en ella la expresión de miedo y horror mástremenda que pueda asumir una faz humana. Esto, claro está, encajabaperfectamenteconlateoríadelapolicía,enelcasodequeelcoronelhubierapodido ver a su esposa en elmomento de efectuar ésta un ataquemortíferocontraél.Ycontraestonorepresentabaunaobjeciónfatalelhechodetenerlaherida en la parte posterior de la cabeza, ya que pudo haberse vuelto paraevitarelgolpe.Noeraposibleobtenerinformaciónalgunadelaseñora,yaqueésta semostraba temporalmente desequilibrada a consecuencia de un agudoataquedefiebrecerebral.

Supepor la policía que la señoritaMornison, que, como recordará, salióaquellanocheconlaseñoraBarclay,negabatenerlamenorideaacercadeloquehabíacausadoelmalhumordesucompañeraalvolver.

Una vez reunidos estos hechos, Watson, fumé varias pipas mientrasmeditabasobreellos, tratandodeseparar losqueerancrucialesdeotrosqueeranmeramente incidentales. No cabía lamenor duda de que el puntomásdistintivoysugestivoenelcasoeraladesaparicióndelallavedelapuerta.Unregistro a fondo no había permitido encontrarla en la habitación y, porconsiguiente,habíandehabérselallevado.Peronielcoronelnilaesposadelcoronel pudieron apoderarse de ella. Esto quedaba bien claro. Porconsiguiente,teníaquehaberentradoenlahabitaciónunatercerapersona.Yesta tercerapersonasólopudohaberentradopor laventana.Meparecióqueunexamencuidadosodelahabitaciónydelcéspedpodíanrevelaralgunatrazadelmisteriosoindividuo.Ustedyaconocemismétodos,Watson,ynohuboniunosolodeellosqueyodejaradeaplicarenmibúsqueda.Yéstaconcluyóalencontrar yo trazas, pero muy diferentes de las que había esperado. Habíahabido un hombre en la sala, y este hombre había cruzado el césped,procedente de la carretera. Me fue posible obtener cinco impresiones muyclarasdelashuellasdesuspies:unaenlamismacarretera,enelpuntodondehabíaescaladoelmurobajo,dosenelcéspedyotrasdos,muydébiles,enlastablas enceradas cercanas a la ventana por la que entró. Al parecer, habíacorrido por el césped, pues las huellas del dedo gordo eran mucho másprofundasquelasdelostalones.Peronofueelhombreelquemesorprendió,sinosuacompañante.

—¿Suacompañante?

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Holmes extrajo de su bolsillo una hoja grande de papel plegada y ladesdoblócuidadosamentesobresurodilla.

—¿Quémedicedeesto?—preguntó.

El papel estaba cubierto por dibujos de huellas de patas de un animalpequeño. Tenía cinco almohadillas bienmarcadas y una indicación de uñaslargas,ytodalahuellamostrabamásomenoseltamañodeunacucharilladepostre.

—Esunperro—dije.

—¿Ha oído hablar alguna vez de un perro que trepe por una cortina?Encontréseñalesbienclarasdequeestacriaturalohabíahecho.

—¿Unmono,pues?

—Peroéstanoeslahuelladeunmono.

—¿Dequépuedeser,pues?

—Ni perro, ni gato, ni mono, ni criatura alguna con la que nosotrosestemosfamiliarizados.Hetratadodereconstruirlaapartirdelasmediciones.Heaquícuatrohuellasenlasqueelanimalhaestadoinmóvilydepie.Comopuede ver, no hay menos de quince pulgadas entre la pata delantera y latrasera. Añada a esto la longitud del cuello y de la cabeza, y tendrá unabestezueladenomuchomenosdedospiesdelongitud...probablementemás,si existe una cola. Pero observe ahora esta otra medición. El animal se haestadomoviendoytenemoslalongituddesupaso.Encadacasoestansólodeunas tres pulgadas. Como ve, existe una indicación de un cuerpo largo conunaspatasmuycortasunidasaél.Nohatenidolaconsideracióndedejarunamuestra de su pelo tras de sí, pero su forma general ha de ser la que heindicado,puedetreparporunacortinayescarnívoro.

—¿Cómolodeduce?

—Porque trepó por la cortina. En la ventana colgaba una jaula con uncanario;pareceserquesuobjetivoeraapoderarsedelpájaro.

—¿Quéera,entonces,esteanimal?

—Ah,sipudieradarleunnombrehabríaavanzadounbuentrechohacialasolucióndelcaso.Bienmirado,setrataprobablementedealgunacriaturadelatribudelascomadrejasolosarmiñosy,sinembargo,esmásgrandequetodoslosejemplaresdeestasespeciesqueyohayavistojamás.

—Pero¿quétuvoqueverconelcrimen?

—Estotambiénquedaoscuro.Pero,comoobservará,sabemosquehubounhombre en el camino, presenciando la disputa entre losBarclay, puesto que

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habíaluzenlahabitaciónylascortinasnoestabancorridas.Sabemostambiénque corrió a través del césped, entró en la habitación acompañado por unanimalextraño,yque,obiengolpeóalcoronel,oéstesedesplomóacausadeltremendosustoquelecausósuvisiónysepartiólacabezaenlaesquinadelguardafuegos.Finalmente,tenemoselcuriosohechodequeelintrusosellevólallavealmarcharse.

—Parece como si sus descubrimientos hubieran dejado el asunto másoscurodeloqueyaestaba—observe.

—Así es. Indudablemente, han demostrado que el caso es mucho másprofundodeloqueseconjeturóalprincipio.Meditédetenidamentelacuestiónylleguéalaconclusióndequedeboenfocarelcasodesdeotroaspecto.Perode hecho, Watson, le estoy manteniendo levantado y puedo contarleperfectamentetodoestoennuestroviajedemañanaaAldershot.

—Gracias,perohallegadodemasiadolejosparadetenerseahora.

—Yoteníalacertezadeque,cuandolaseñoraBarclaysaliódesucasaalassieteymedia,estabaenbuena relaciónconsumarido.Comocreohaberdichoya,nuncamostrabadeformaostentosasuafecto,peroelcocherolaoyódepartiramistosamenteconelcoronel.Ahorabien, lamismacertezatuvedeque, al regresar, se retiró inmediatamente a la habitación en que menosprobabilidadesteníadeverasuesposo,yallípidióté,comoerapropiodeunamujer presa de agitación. Y finalmente, al presentarse él, prorrumpió enviolentasrecriminaciones.

Porconsiguiente,algohabíaocurridoentre lassieteymediaylasnueve,algo que alteró por completo los sentimientos de ella respecto a él. Pero laseñoritaMornisonnosehabíaseparadodeelladuranteestahoraymedia,yeraabsolutamenteseguroportanto,apesardesunegativa,quealgoteníaquesaberellarespectoalasunto.

Mi primera conjetura fue la posibilidad de que entre esta joven y elveteranomilitarexistieraalgunarelaciónqueéstehubieraconfesadoahoraasu esposa. Esto explicaría la indignación de ésta a su regreso y también lanegativade la jovenen lo tocanteaquehubieraocurridoalgo.Tampocoeradeltodoincompatibleconlamayoríadepalabrasquepudieronoírse.

PeroexistíalareferenciaauntalDavidytambiénelcontrapesodelbiensabidoafectodelcoronelporsumujer,ellosinhablardelatrágicaintrusióndeesteotrohombreque,desde luego,bienpodíaestar totalmentedesvinculadade todo loocurridoantes.Noresultabanadafácilseguirlo todopasoapaso,pero en conjunto yome sentía inclinado a descartar la idea de que hubierahabidoalgoentreelcoronelylaseñoritaMornison,perocadavezestabamásconvencidodequeesta joven tenía laclavede loqueprovocóelodiode la

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señoraBarclaycontrasumarido.Porconsiguiente,tomélalógicamedidadevisitaralaseñoritaMornison,explicarlequeteníalaabsolutacertezadequeellareteníadatosqueobrabanensupoderyasegurarlequesuamigalaseñoraBarclaypodíaverseenelbanquillo,conpeligrodeunasentenciacapital,anoserqueseaclaraselacuestión.

LaseñoritaMornisonesunajovencitapequeña,conojostímidosyrubioscabellos,peroalaquenolefaltan,nimuchomenos,astuciaysentidocomún.Después de hablar yo, reflexionó durante algún tiempo y acto seguido,volviéndose resueltamente hacia mí, comenzó una notable declaración, queprocedoacondensarle.

—Prometí ami amiga no decir nada al respecto, y una promesa es unapromesa—dijo—.Perosideveraspuedoayudarlacuandoseencuentrabajouna acusación tan grave, y cuando su boca, pobrecita, se ve cerrada por laenfermedad,creoqueestoyliberadademipromesa.Yolediréexactamenteloqueocurrióellunesporlatarde.

RegresábamosdelamisióndeWattStreetaesodelasochoycuarto.EnnuestrocaminoteníamosquepasarporHudsonStreet,queesunacallemuytranquila.Sólohayunfarolenella,enlaaceraizquierda,yalacercarnosaél,vivenirhacianosotrosunhombrecon laespaldamuyencorvadayconalgosemejanteaunacajacolgadadeunhombro.Parecíadeforme,puescaminabacon la cabeza gacha y las rodillas dobladas.Al cruzarnos con él, levantó lacaraparamirarnosbajoelcírculodeluzqueproyectabaelfarol;alhacerlosedetuvoygritóconunavozterrible:«¡Diosmío,perosiesNancy!»LaseñoraBarclay se volvió con una palidez total y se hubiera caído de no haberlasostenido aquel ser de tan horrendo aspecto. Me disponía a llamar a unguardia,cuandoella,congransorpresapormiparte,dirigióeducadamentelapalabraalhombre.

—Duranteestostreintaañostehecreídomuerto,Henry—ledijoconvoztemblorosa.

—Yyo—contestóél.

Fueterribleoíreltonoconelquepronuncióestaspalabras.Teníaunrostromuymorenoytremebundo,yunbrilloenlosojosquetodavíavuelvoaverensueños.Cabellosypatillasestabanentreveradosdegris,y tenía toda lacaraarrugadayllenadesurcos,comounamanzanamarchita.

—Sigueunratotucamino,querida—medijolaseñoraBarclay—.Quierohablarunmomentoconestehombre.Nohaynadaquetemer.

Tratabadehablarconnaturalidad,peroestabatodavíamortalmentepálidayeltemblordesuslabiosapenaslepermitíaarticularlaspalabras.

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Hice lo que ella me pedía y los dos hablaron durante varios minutos.Después ella bajó por la calle con los ojos llameantes. Vi que el pobreinválido,depiejuntoalfarol,alzabalospuñoscerradosenelaire,comosilarabialehubieraenloquecido.Ellanodijonipalabrahastaquellegamosamipuerta,peroentoncesmeestrechólamanoymerogóquenocontaraanadieloocurrido.

—Esunantiguoamigomíoquehareaparecido—medijo.

Cuandoleprometíquepormínosesabríaniunapalabra,mebesóyyanohevueltoaverladesdeentonces.Leacabodecontartodalaverdad,ysimelacallé ante la policía fue porque no comprendí entonces el peligro en que seencontrabamiqueridaamiga.Ahoraséquesólopuederedundarensufavorelquesesepatodo.

Talfuesudeclaración,Watson,yparamí,comopodráimaginar,fuecomouna luz en una noche oscura. Todo lo que antes había estado desconectadoempezó en seguida a asumir su verdadero lugar, y tuve una primera y vagaidea de toda la secuencia de acontecimientos. Mi próximo paso consistía,evidentemente, en hallar al hombre que había causado una impresión tannotable en la señora Barclay. Si todavía se encontraba en Aldershot, lacuestiónnosería tandifícil.Nohayunnúmeromuyelevadodecivilesyunhombre deformado forzosamente había de llamar la atención. Pasé un díabuscandoy,alatardecer,aquelmismoatardecer,Watson,yahabíadadoconél.

El hombre se llamaHenryWood y vive en una habitación de lamismacalle en la que le encontraron las dosmujeres. Lleva sólo cinco días en lapoblación. Simulando ser un agente del registro, tuve una interesanteconversación con su patrona. El hombre ejerce el oficio de actor yprestidigitador.Unavezcaída lanoche,vadeunacantinaaotrayofreceenellassupequeñoespectáculo.Llevaconsigo,enaquellacaja,unanimalilloquealapatronaparececausarleunaconsiderableinquietud,yaquenuncahavistounanimalsemejante.Élloutilizaenalgunosdesustrucos,segúncuentaella.Esto fue lo que pudo explicarme la mujer, así como también que era muyextrañoqueelhombrevivierateniendoencuentalomuyretorcidoqueestaba,quehablabaavecesenunalenguaextrañayqueenlasdosúltimasnocheslehabíaoídogemiryllorarensuhabitación.Erabuenpagador,peroenloqueleentrególedioloqueparecíaserunflorínfalso.Meloenseñó,Watson,yeraunarupiaindia.

Y ahora, mi querido amigo, ya ve usted exactamente dónde nosencontramosyporquéquierotenerleamilado.Estáperfectamenteclaroque,cuando las damas se alejaron de ese hombre, él las siguió a distancia, quepresencióatravésdelaventanaladisputaentremaridoymujer,queirrumpióenlahabitaciónyqueelanimalilloquellevabaenlacajaquedóenlibertad.

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Todoestoofrecelamayorcerteza.Peroéleslaúnicapersonadeestemundoquepuededecirnosexactamenteloquesucedióenaquellahabitación.

—¿Ytienelaintencióndepreguntárseloaél?

—Desdeluego...peroenpresenciadeuntestigo.

—¿Yyosoyeltestigo?

—Sitieneesabondad.Siélpuedeexplicarlosucedido,puesmuybien.Ysiseniega,notendremosmásalternativaqueladepedirunmandamiento.

—¿Ycómosabequeélestaráallícuandonosotroslleguemos?

—Tengalaseguridaddequehetomadoalgunasprecauciones.HepuestoavigilarleaunodemischicosdeBakerStreet,queseagarraríaaélcomounalapafueraadondefuera.MañanaloencontraremosenHudsonStreet,Watson,yentretantoyosíqueseríauncriminalsilemantuvieraalejadodelacamapormástiempo.

Eramediodíacuandonosencontramosenlaescenadelatragediay,bajolaorientacióndemicompañero,nosdirigimossinpérdidadetiempoaHudsonStreet. A pesar de su capacidad para contener sus emociones, pude verfácilmente queHolmes se encontraba en un estado de excitación contenida,mientrasamímecosquilleabaaquella sensaciónplacentera,mitaddeportivamitadintelectual,queexperimentabainvariablementecuandomeuníaaélensusinvestigaciones.

—Estaeslacalle—dijoalenfilaruncortopasajeflanqueadoporsencillascasasdedosplantasyobravista—.Ah,ahíestáSimpson,quevieneadarelparte.

—Estáencasa,señorHolmes—exclamóunrapazconaspectodepillete,corriendohacianosotros.

—¡Muy bien, Simpson!—aprobó Holmes, dándole una palmadita en lacabeza—.Adelante,Watson,éstaeslacasa.

Hizopasarsutarjeta,juntoconelmensajedequehabíamosacudidoporunasuntoimportante.Unosmomentosdespuésnosencontramoscaraacaraconelhombrequedeseábamosver.Apesardeltiempocaluroso,estabaagazapadofrenteaunfuego; lapequeñahabitaciónparecíaunhorno.Elhombreestabasentado, todo él retorcido y acurrucado en una silla, de un modo queproporcionabaunaindescriptibleimpresióndedeformidad,peroelrostroquevolvióhacianosotros,aunquearrugadoyatezado,debiódehabersidoenotrotiempo notable por su belleza. Nos miró suspicazmente con ojos de unamarillobiliosoy,sinhablar,nilevantarse,nosindicóunpardesillas.

—¿El señorHenryWood, últimamente residente en la India, verdad?—

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preguntóHolmesafablemente—.HevenidoporeseasuntillodelamuertedelcoronelBarclay.

—¿Yquépuedosaberyoalrespecto?

—Estoesloquehevenidoaaveriguar.¿Supongoquesabeustedque,sinose aclara el caso, la señora Barclay, que es una antigua amiga suya, serájuzgada,segúntodaslasprobabilidades,porasesinato?

Elhombreexperimentóunviolentosobresalto.

—Yonoséquiénesusted—exclamó—,nicómohallegadoasaberloquesabe,perojuraríaqueesverdadloquemeestádiciendo.

—Sóloesperanqueellarecupereelsentidoparaprocederasuarresto.

—¡Diosmío!¿Yustedestambiénsondelapolicía?

—No.

—¿Cuáles,pues,sumisión?

—Esmisióndetodohombreprocurarquesehagajusticia.

—Puedeaceptarmipalabradequeellaesinocente.

—¿Entoncesustedesculpable?

—No,nolosoy.

—¿Quiénmató,pues,alcoronelJamesBarclay?

—FuelaProvidenciajusticieraquienlemató.Peroleaseguroque,siyolehubiera hecho saltar la tapa de los sesos, como ansiaba hacer, no habríarecibido demismanosmás que lo debido. Si su conciencia culpable no lohubierafulminado,esmásqueprobablequeyomehubieramanchadoconsusangre.Usteddeseaqueyocuenteloocurrido.Puesbien,noveoporquénodebierahacerlo,puesnadahayenelloquedebaavergonzarme.

Lascosasocurrieronasí,señor.Ustedmeveahoraconmiespaldacomoladeuncamelloymiscostillasdeformadas,perohubountiempoenqueelcaboHenry Wood era el hombre más apuesto del 117 de Infantería. Nosencontrábamos entonces en la India, acantonados en un lugar al quellamaremos Bhurtee. Barclay, el que murió el otro día, era sargento en lamisma compañía, y la beldad del regimiento, y además la mejor chica quehaya existido jamás, eraNancyDevoy, hija del sargento abanderado.Habíados hombres que la amaban y uno al que amaba ella. Ustedes sonreirán almiraraestepobreseracurrucadoanteelfuegoyoírmedecirquemeamabaporlobienplantadoqueerayo.

Peroaunqueyofuesedueñodesucorazón,supadreestabaempeñadoen

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quesecasaraconBarclay.Yoeraunmuchachoalgoatolondradoytarambana,yélhabíarecibidounaeducaciónyyaestabadestinadoallevarundíaespada.Perolachicasemantuvofielamíyparecíacomosiyofueraaconseguirla,cuandoseprodujolarebelióndeloscipayosysedesencadenóelinfiernoentodoelpaís.

Nuestro regimiento quedó bloqueado en Bhurtee con media batería deartillería,unacompañíadesikhsynumerososciviles,entreellosmujeres.Nosrodeabandiezmilrebeldes,mostrándosetanávidoscomounajauríadeterriersalrededordeuna jaulade ratas.Hacia la segunda semanadel asedio, senosterminóelaguaysurgiólacuestióndesipodíamosestablecercomunicacióncon la columna del general Neill, que estaba avanzando por la región. Eranuestraúnicaposibilidad,yaquenopodíamosesperarabrirnospasopeleando,contodasaquellasmujeresyniños,porloquemeofrecívoluntarioparairalencuentro del general Neill y explicarle el peligro que corríamos. Miofrecimiento fue aceptado y hablé de él con el sargentoBarclay, del que sedecía que conocía el terreno mejor que nadie, y trazó una ruta que mepermitiría atravesar las líneas rebeldes. A las diez de aquellamisma noche,comencémiexpedición.Habíaunmillardevidasquesalvar,perosóloenunapensabayocuandoporlanochesaltédesdeelparapeto.

Micaminodiscurríaalolargodeunterrenosecoque,segúnesperábamos,habíadeocultarmeanteloscentinelasenemigos,peroaldoblarunángulodelmismo me encontré frente a seis de ellos que me estaban esperandoagazapadosenlaoscuridad.Enuninstante,ungolpemeatontóyfuiatadodepies y manos. Pero el verdadero golpe lo recibí en el corazón y no en lacabeza, pues cuando volví en mí y escuché lo que pude entender de suconversación,oí lo suficienteparaenterarmedequemicamarada,elmismohombre que había trazado el camino que yo había de seguir, me habíatraicionado y, por medio de un sirviente nativo, me había entregado alenemigo.

Bien,noesnecesarioquedivaguesobreestapartedelahistoria.Yasabeahoradequeera capaz JamesBarclay.Bhurtee fue liberadaporNeill el díasiguiente, pero los rebeldes seme llevaron con ellos en su retirada.Pasaronlargos añosantesdequeyovolviera averun rostroblanco.Fui torturadoytratédehuir,perofuicapturadoytorturadodenuevo.Puedenustedesverenqué estado quedé. Algunos de los rebeldes, que huyeron a Nepal, se mellevaron consigo, y después me encontré más allá de Darjeeling. Losmontañesesdeestaregiónmataronalosrebeldesquememanteníanprisioneroy,poruntiempo,meconvertíensuesclavohastaquemeescapé,peroenvezdeirhaciaelsurtuvequeiralnorte,hastaencontrarmeconlosafganos.Allívagabundeévariosaños,yalfinalregreséalPunjab,dondevivícasisiempreentrenativosymegané lavida con los trucosdeprestidigitaciónquehabía

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aprendido.¿Dequéibaaservirmeamí,unpobreinválido,volveraInglaterra,o darme a conocer entremis antiguos camaradas de armas? Ni siquieramideseo de venganza podía impulsarme a hacerlo. Prefería que Nancy y miscompañerospensaranqueHenryWoodhabíamuertoconlaespaldaenhiesta,envezdequemevieranvivoymoviéndomeconayudadeunbastón,comounchimpancé. Ellos no dudaban de que yo había muerto, y me cuidé de quenunca supieran otra cosa.Oí queBarclay se había casado conNancy y queascendía rápidamente en el regimiento, pero ni siquiera esto me movió ahablar.

Perocuandounoenvejece,leasaltalanostalgiadesupatria.Duranteañosyo había soñado con los verdes y espléndidos prados y setos de Inglaterra.Finalmente,decidíverlosantesdemorir; ahorré lo suficienteparaelviajeymevineentoncesaquí,unlugardesoldados,puesyoconozcosusaficionesysécómodivertirlosconelloganolobastanteparasustentarme.

—Sunarraciónnopuedesermásinteresante—dijoHolmes—.YaheoídohablardesuencuentroconlaseñoraBarclayysumutuaidentificación.Segúntengo entendido, entonces usted la siguió hasta su casa y vio a través de laventanaunaltercadoentreellaysuesposo,duranteelcualellaleechóencarasuconductaconusted.Sus sentimientos ledominaron,atravesócorriendoelcéspedeirrumpióallídondeestabanlosdos.

—Asífue,señor.Yalvermeamí,élasumióunaexpresióncomonuncaselahevistoaningúnhombreysecayó,dándoseungolpeenlacabezacontraelguardafuegos.Peroyaestabamuertoantesdecaerse.Leílamuerteensucaratanclaramente comoahorapuedo leer ese textoa la luzdel fuego.Lameravisióndemipersonafuecomounabalaqueatravesarasucorazónculpable.

—¿Yentonces?

—Nancysedesmayóyyolearranquédelamanolallavedelapuerta,conla intención de abrirla y pedir auxilio. Pero mientras lo hacía, me pareciómejordejarloyhuir,yaquelascosaspodíanponersenegrasparamí.Porotraparte,simedeteníanmisecretoquedaríaaldescubierto.Enmisprisas,metílallaveenmibolsilloydejécaermibastónmientrasdabacazaaTeddy,quesehabíasubidoalacortina.Unavezlotuveensucaja,delaquehabíaescapado,mealejédeallícontodalarapidezposible.

—¿QuiénesTeddy?

Elhombreseinclinóyalzólapartefrontaldeunaespeciedeconejeraquehabía en un rincón. Al instante salió de ella un bellísimo animal de colorcastaño rojizo, esbelto y sinuoso, con patas de armiño, un hocico largo ydelgado, y el par de ojos más hermosos que nunca hubiera visto yo en lacabezadeunanimal.

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—¡Esunamangosta!—grité.

—Algunoslollamanasíyotroslollamanicneumón—dijoelhombre—.Cazador de serpientes es el nombre que le doy yo, y es sorprendentementerápidoconlascobras.Aquítengounasincolmillos,yTeddylacapturacadanocheparadivertiralosclientesdelacantina.¿Algunacosamás,caballero?

—Tal vez tengamos que verle de nuevo si la señora Barclay llegara aencontrarseenungraveaprieto.

—Enestecaso,desdeluego,yomepresentaría.

—Perosinoesasí,nohaynecesidaddesuscitaresteescándalocontraunhombrequeyaestámuerto,porvergonzosoquehayasidosucomportamiento.Tieneusted,almenos,lasatisfaccióndesaberque,durantetreintaañosdesuvida, su conciencia siempre le reprochó su malvada conducta severamente.Ah,allívaelmayorMurphy,porelotroladodelacalle.Adiós,Wood.Quierosabersihaocurridoalgonuevodesdeayer.

Tuvimostiempoparaalcanzaralmayorantesdequellegasealaesquina.

—Ah,Holmes—dijo—,supongoquesehabráenteradodequetodoestejaleohaterminadoennada.

—¿Quéhasido,pues?

—Acaba de terminar la diligencia judicial. Las pruebas médicas handemostradoconcluyentementequelamuertefuedebidaaunaapoplejía.Yaveque,despuésdetodo,fueuncasobiensencillo.

—Ya lo creo, notablemente superficial —repuso Holmes, sonriendo—.Vamos,Watson,nocreoqueenAldershotsenosnecesiteya.

—Hayunacosa—dijemientrasnosencaminábamosalaestación—.SielmaridosellamabaJamesyelotroHenry,¿aquéveníahablardeuntalDavid?

—Esta sola palabra, mi estimado Watson, hubiera tenido que contarmetodalahistoriadehabersidoyoelrazonadoridealqueaustedtantoleagradadescribir.Era,evidentemente,untérminousadocomoreproche.

—¿Comoreproche?

—Sí.Yasabeustedque,devezencuando,Davidseextralimitabaunpoco;en una ocasión lo hizo en elmismo sentido que el sargentoBarclay.Ustedrecordará el asuntillo de Urías y Betsabé. Mucho me temo que misconocimientosbíblicosesténunpocooxidados,peroencontraráestahistoriaenelprimerosegundolibrodeSamuel.

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ELPACIENTEINTERNO

«Aunquelaleybritánicanohayapodidoprotegerlo,laespadadelajusticiasiguepresenteparavengarle.»

DoctorTrevelyan

Aldarunaojeadaalaserieuntantoincoherentedememoriasconlasquehe tratadode ilustrar algunasde laspeculiaridadesmentalesdemi amigoelseñor Sherlock Holmes, me ha chocado la dificultad que siempre heexperimentado al elegir ejemplos que respondan en todos los aspectos amipropósito.YesqueenaquelloscasosenlosqueHolmeshaefectuadoalgúntour-de-force de razonamiento analítico y ha demostrado el valor de suspeculiaresmétodosdeinvestigación, loshechosensíhansidoamenudotanendebles o tan vulgares que no he encontrado justificación para exponerlosanteelpúblico.Porotraparte,haocurridoconfrecuenciaquehaintervenidoen alguna investigación cuyos hechos han sido de un carácter de lo másnotableydramático,peroenlaquesuparticipaciónendeterminarsuscausashasidomenospronunciadadeloqueyo,comobiógrafosuyo,pudieradesear.ElasuntilloqueherelatadobajoeltítuloEstudioenescarlatayaquelotrocasorelacionado con la desaparición de la Gloria Scott, pueden servir comoejemplos de esas Escila y Caribdis que siempre están amenazando a suhistoriador.Bienpuedeserque,enelcasosobreelqueahoramedispongoaescribir, el papel interpretado por mi amigo no quede suficientementeacentuadoy, sinembargo, toda la secuenciadecircunstanciases tannotablequenomeesposibleomitirlasinmásenestaserie.

No puedo estar seguro de la fecha exacta, pues algunos de mismemorandosalrespectosehanextraviado,perodebiódeserhaciaelfinaldelprimerañoduranteelcualHolmesyyocompartimoshabitacionesenBakerStreet.Hacíauntiempotempestuosopropiodeoctubreylosdosnoshabíamosquedado todoeldíaencasa,yoporque temíaenfrentarmealcortantevientootoñal conmi quebrantada salud, mientras que él estaba sumido en una deaquellas complicadas investigaciones químicas que tan profundamente leabsorbíanmientrasseentregabaaellas.Alatardecer,sinembargo,laroturadeuntubodeensayopusounfinalprematuroasubúsquedaylehizoabandonarsusillaconunaexclamacióndeimpacienciayelceñofruncido.

—Unajornadadetrabajoperdida,Watson—dijo,acercándosealaventana—.¡Ajá!Hansalidolasestrellasyhamenguadoelviento.¿QuémediríadeunpaseoatravésdeLondres?

Yo estaba cansado de nuestra pequeña sala de estar y asentí con placer,mientrasmeprotegíadelairenocturnoconunabufandasubidahastalanariz.Durante tres horas caminamos los dos, observando el caleidoscopio siempre

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cambiantedelavida,consusmareasmenguanteycrecientealolargodeFleetStreetydelStrand.Holmessehabíadespojadodesumalhumortemporal,ysuconversación característica, con su aguda observación de los detalles y sutilcapacidad deductiva, me mantenía divertido y subyugado. Dieron las diezantesdeque llegáramosaBakerStreet.Unbroughamesperabaantenuestrapuerta.

—¡Hum! Un médico... y de medicina general, según veo —comentóHolmes—. No lleva largo tiempo en el oficio, pero tiene mucho trabajo.¡Supongoquehavenidoaconsultarnos!¡Esunasuertequehayamosvuelto!

Yoestabasuficientemente familiarizadocon losmétodosdeHolmesparapoderseguirsurazonamiento,yverquelaíndoleyelestadodelosdiversosinstrumentosmédicosenelcestodemimbrecolgadojuntoalfarolillodentrodelcochelehabíaproporcionadolosdatosparasurápidadeducción.Laluzdenuestra ventana, arriba, denotaba que esta tardía visita nos estabaefectivamentededicada.Conciertacuriosidadrespectoaquépodíahabernosenviadouncolegamédicoa semejanteshoras, seguíaHolmeshastanuestrosanctum.

Un hombre de cara pálida y flaca, con rubias patillas, se levantó de suasientojuntoalfuegoapenasentramosnosotros.Suedadtalveznorebasaralostreintaytresotreintaycuatroaños,perosusemblanteojerosoyelcolorpocosaludabledesutezindicabanunaexistenciaquelehabíaminadoelvigorylehabíadespojadodesujuventud.Susademaneserantímidosynerviosos,comolosdeunhombremuysensible,ylamanoblancaydelgadaqueapoyabaenlarepisadelachimeneaeraladeunartistamásbienqueladeuncirujano.Suindumentariaeradiscretayoscura:levitanegra,pantalonesgrismarengoyuntoquedecolorensucorbata.

—Buenas noches, doctor —le saludó Holmes afablemente—. Metranquilizaverquesólollevaunosminutosesperando.

—¿Hahabladoconmicochero,pues?

—No,me lo ha dicho la vela en lamesa lateral. Le ruego que vuelva asentarseymehagasaberenquépuedoservirle.

—SoyeldoctorPercyTrevelyan—dijonuestrovisitante—,yvivoenelnúmero403deBrookStreet.

—¿No es usted el autor de una monografía sobre oscuras lesionesnerviosas?—inquirí.

La satisfacción arreboló sus pálidas mejillas al oír que su obra me eraconocida.

—Tan rara vez oigo hablar de ella que ya la consideraba como

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definitivamentedesaparecida—dijo—.Miseditoresmedanlasnoticiasmásdesalentadoras sobre su cifra de ventas. Supongo que usted también esmédico...

—Cirujanomilitarretirado.

—Mi afición han sido siempre las enfermedades de origen nervioso.Hubieradeseadohacerdeellasmiúnicaespecialidad,pero,comoesnatural,hayqueaceptarloprimeroquesepongaamano.Sinembargo,estosesaledenuestroasunto,señorSherlockHolmes,ymeconstalomuyvaliosoqueessutiempo. Lo cierto es que ha ocurrido recientemente una singular cadena deacontecimientosenmidomiciliodeBrookStreetyestanoche lascosashanllegadoaunextremoquemehaimpedidoesperarniunahoramásparavenirapedirleconsejoyayuda.

SherlockHolmessesentóyencendiósupipa.

—Gustosamente procuraré darle ambas cosas—repuso—. Le ruego quemehagaunrelatodetalladosobrelascircunstanciasquelehaninquietado.

—Alguna de ellas es tan trivial —dijo el doctor Trevelyan—, que enrealidadcasimeavergüenzodemencionarla.Peroelasuntoestaninexplicableyelcarizquerecientementehatomadoestanenrevesado,queseloexplicarétodoyustedjuzgaráloqueesesencialyloquenoloes.

Para empezar, me veo obligado a decir algo acerca de mis estudiosuniversitarios.LoscurséenlaUniversidaddeLondres,yestoysegurodequeno creerán que me dedico indebidas alabanzas si digo que mis profesoresconsideraban como muy prometedora mi carrera estudiantil. Después degraduarme,seguídedicándomealainvestigación,ocupandounaplazamenoren el King’s College Hospital, y tuve la suerte de suscitar un interésconsiderable con mis trabajos sobre la patología de la catalepsia y ganarfinalmente el premio y lamedallaBruce Pinkerton por lamonografía sobrelesionesnerviosasa laqueacabadealudirsuamigo.Noexageraríasidijeraque en aquella época existía la impresión general de que me esperaba unacarreradistinguida.

Peromigranobstáculoconsistíaenmiperentorianecesidaddeuncapital.Comoustedcomprenderáperfectamente,unespecialistaconmirasaltastieneque comenzar en alguna de una docena de calles de los alrededores deCavendishSquare,todaslascualesexigenalquileresenormesygrandesgastosde amueblamiento. Además de este desembolso preliminar, ha de estar encondiciones para mantenerse varios años y para alquilar un carruaje y uncaballopresentables.Estosehallabamuchomásalládemisposibilidades,ysólopodíaesperarque,afuerzadeeconomías,endiezañospudieraahorrarlobastante para permitirme colgar la placa. Pero de pronto un incidente

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inesperadoabrióantemíunaperspectivatotalmentenueva.

SetratódelavisitadeuncaballerollamadoBlessington,queeraparamíunperfectodesconocido.Vinounamañanaamishabitacionesyalinstantefuealgrano.

—¿Es usted el mismo Percy Trevelyan que ha cursado una carrera tandistinguidayúltimamentehaganadoungranpremio?—preguntó.

Yomeincliné.

—Contéstemeconfranqueza—prosiguió—,puescomoverá,elloredundaen su interés.Tiene usted toda la inteligencia que proporciona el éxito a unhombre.¿Tienetambiéneltacto?

Nopudeevitarunasonrisaantelabrusquedaddeestapregunta.

—Confíotenerelquemecorresponde—repliqué.

—¿Alguna mala costumbre? Supongo que no le dará por la bebida,¿verdad?

—Verdaderamente,caballero...—exclamé.

—¡Muy bien! ¡Todo muy bien! Pero no tenía más remedio quepreguntárselo.Ycontodasestascualidades,¿cómoesquenoejerce?

Meencogídehombros.

—Vamos, hombre, vamos —exclamó con voz estentórea—, la viejahistoriadesiempre:«Haymásenuncerebroqueensubolsillo»,¿noesasí?¿YquédiríasiyoleinstalaraenBrookStreet?

Mequedémirándoleestupefacto.

—¡Sí,peroobroenmiinterés,noeneldeusted!—gritó—.Lehablaréconperfectafranqueza,ysiustedestádeacuerdo,yoloestarétambién.Sepaquetengounoscuantosmilesdelibrasparainvertir,ycreoquevoyajugármelosconusted.

—¿Peroporqué?—balbuceé.

—Escomocualquierotraespeculación,seloaseguro,ymásconvenientequelamayoríadeellas.

—¿Yquédebohaceryo,pues?

—Seloexplicaré.Yobuscarélacasa,laamueblaré,pagarélascriadasyloadministrarétodo.Loúnicoquedebeustedhaceresdesgastarelasientodesusillaenelgabinetedeconsulta.Ledejaréquedispongadedinerodebolsilloydetodolonecesario.Después,ustedmeentregarálastrescuartaspartesdeloqueganeysereservaráparasíelotrocuarto.

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Ytalfuelaextrañaproposición,señorHolmes,conlaquesemepresentóese Blessington. No le cansaré con el relato de nuestros regateos ynegociaciones, pero terminaron con mi traslado a la casa el día de laAnunciación y el comienzo de mi labor prácticamente en las mismascondicionesqueélhabíasugerido.Elvinoavivirconmigo,enlacategoríadeun paciente interno. Tenía, según parece, el corazón débil y necesitaba unaconstante supervisión médica. Convirtió las dos mejores habitaciones de laprimera planta en sala de estar y dormitorio para él.Era hombre de hábitossingulares,queevitabalascompañíasymuyraravezsalíadecasa.Suvidaerairregular,peroenunaspectoeralaregularidadpersonificada.Cadanoche,alamismahora,entrabaenmiconsultorio,examinabaloslibros,depositabacincochelinesytrespeniquesporcadaguineaqueyohubieraganadoysellevabaelrestoparaguardarloenlacajafuertedesuhabitación.

Puedo afirmar confiadamente que jamás tuvo motivo para lamentar suespeculación. Desde el primer día, ésta fue un éxito. Unos cuantos casosacertadosylareputaciónqueyomehabíaforjadoenelhospitalmesituaronenseguidaenprimerafila.Eneltranscursodelosúltimosañoshehechodeélunhombrerico.

Y esto es todo, señor Holmes, en lo tocante ami historia pasada ymisrelaciones con el señor Blessington. Sólo me queda por explicar lo que haocurridoymehatraídoaquíestanoche.

Hace unas semanas, el señor Blessington acudió a mí, presa, según mepareció,deunaconsiderableagitación.Mehablódeunroboque,segúndijo,sehabíaperpetradoenelWestEnd.Recuerdoquesemostróexageradamentealarmadoalrespecto,hastaelpuntodedeclararquenopasaríaniundíamássinqueañadiéramosunoscerrojosmássólidosanuestraspuertasyventanas.Durante una semana se mantuvo en un peculiar estado de inquietud,acechando continuamente desde la ventana y dejando de practicar el brevepaseoqueusualmenteconstituíaelpreludiodesucena.Porsuactitud,tuvelaimpresióndequeerapresadeunmiedomortalcausadoporalguienoporalgo,pero, cuando le interrogué al respecto, se mostró tan efusivo que me viobligado a abandonar ese tema. Gradualmente, con el paso del tiempo sustemoresparecieron extinguirse, yyahabía reanudado sushábitos anteriores,cuandounnuevoacontecimientoloredujoalpenosoestadodepostraciónenelqueahoraseencuentra.

Loqueocurriófuelosiguiente.Hacedosdíasrecibílacartaqueahoraleleeré.Nollevadirecciónnifecha:

«UnnoblerusoqueahoraresideenInglaterra,sealegraríadeprocurarselaasistenciaprofesionaldeldoctorPercyTrevelyan.Haceañosqueesvíctimadeataquesdecatalepsia,enlosque,comoesbiensabido,eldoctorTrevelyanes

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unaautoridad.Tienelaintencióndevisitarlemañana,alasseisycuartodelatarde,sieldoctorTrevelyancreeconvenienteencontrarseensucasa.»

Estacartameinteresómuchísimo,pueslaprincipaldificultadenelestudiodelacatalepsiaeslararezadeestaenfermedad.Comprenderá,pues,quemeencontrase en mi consultorio cuando, a la hora convenida, el botones hizopasaralpaciente.

Eraunhombredeavanzadaedad,delgado,deexpresióngraveyaspectocorriente, sin corresponder ni mucho menos al concepto que uno se formasobre un noble ruso. Mucho más me impresionó la apariencia de suacompañante. Era un joven alto, sorprendentemente apuesto, con una caramorenaydeexpresiónfiera,ylasextremidadesypechodeunHércules.Conlamanobajoelbrazodelotroalentrar, leayudóasentarseenunasillaconunaternuraquedifícilmentesehubieraesperadodeél,dadosuaspecto.

—Excusemiintromisión,doctor—medijoeninglésconunligeroceceo—. Es mi padre, y su salud es para mí una cuestión de la más extremaimportancia.

Meemocionóestaansiedadfilialydije:

—Supongoquequerráquedarseaquídurantelavisita.

—¡Por nada delmundo!—gritó con una expresión de horror—.Esto esparamímáspenosodeloqueyopuedaexpresar.Sillegaraaveramipadreenunodeestosterriblesataques,estoyconvencidodequenopodríasobreviviraello.Mi sistemanervioso es excepcionalmente sensible.Con supermiso, yomequedaréenlasaladeesperamientrasustedreconoceamipadre.

Como es natural, asentí y el joven se retiró. El paciente y yo nosentregamos entonces a una conversación sobre su caso, y yo tomé notasexhaustivas.Noerahombrenotableporsuinteligenciaysusrespuestaserancon frecuencia oscuras, cosa que atribuí a sus limitados conocimientos denuestro idioma. De pronto, sin embargo, mientras yo escribía, dejó decontestar a mis preguntas y, al volverme hacia él, me causó una fuerteimpresión verle sentadomuy enhiesto en su silla, mirándome con una cararígida y totalmente inexpresiva. Una vez más, era presa de su misteriosaenfermedad.

Miprimersentimiento,comoyahedicho,fuedecompasiónyhorror,peromuchometemoqueelsegundofuesedesatisfacciónprofesional.Toménotadelpulsoylatemperaturademipaciente,palpélarigidezdesusmúsculosyexaminé sus reflejos. No había nada acusadamente anormal en ninguno deestos factores, lo cual coincidía con mis anteriores experiencias. En estoscasos yo había obtenido buenos resultados con la inhalación de nitrito deamilo,yelactualparecíaunaadmirableoportunidadparaponerapruebasus

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virtudes.Labotellaestabaabajo,enmilaboratorio,porloque,dejandoamipacientesentadoensusilla,corríabuscarla.Meretraséunpoco,buscándola,digamos cinco minutos, y regresé. ¡Imagine mi estupefacción al encontrarvacíalahabitación!¡Elpacientesehabíamarchado!

Desdeluego,loprimeroquehicefuecorrerenseguidaalasaladeespera.Elhijohabíadesaparecido también.Lapuertadelvestíbulodeentradahabíaquedado entornada, pero no cerrada. Mi botones, que hace pasar a lospacientes, es un chico nuevo en el oficio y nada tiene de avispado. Esperaabajo,ysubeparaacompañarloshastalasalidacuandoyotocoeltimbredelconsultorio.No había oído nada, y el asunto quedó envuelto en elmisterio.Pocodespués,llegóelseñorBlessingtondesupaseo,peronoleconténadadelo sucedido, puesto que, para ser sincero, he adoptado la costumbre demantenerconél,dentrodeloposibleunmínimodecomunicación.

Puesbien,nopensabayoquevolvieraasaberalgomásdelrusoysuhijo,y puede imaginar mi asombro cuando esta tarde, a la misma hora, ambosentraronenmiconsultorio,talcomohabíanhechoantes.

—Creodoctorqueledebomissincerasexcusaspormibruscapartidadeayer—dijomipaciente.

—Confiesoquemesorprendiómucho—repuse.

—Lociertoes—explicó—que,cuandomerecuperodeestosataques,mimente siempre queda como nublada respecto a todo lo que haya ocurridoantes. Me desperté en una habitación desconocida, tal como me parecióentonces amí, yme dirigí hacia la calle, como aturdido,mientras usted seencontrabaausente.

—Yyo—añadióelhijo—,alveramipadreatravesarlapuertadelasalade espera, pensé, como es natural, que había terminado la visita.Hasta quellegamosacasa,noempecéacomprenderloqueenrealidadhabíasucedido.

—Bien —dije yo, riéndome—, nada malo ha ocurrido, excepto que elhechomeintrigómuchísimo.Porconsiguiente,caballero,simehaceelfavordepasaralasaladeespera,yocontinuarégustosamentelavisitaqueayertuvounfinaltanrepentino.

Duranteunamediahora,comentéconelancianosussíntomasydespués,trashaberleextendidounareceta, levimarcharseapoyadoenelbrazodesuhijo.

YalehedichoqueelseñorBlessingtonelegíageneralmenteestahoradeldía para salir a hacer su ejercicio. Llegó poco después y subió al piso.Momentosmástardeleoíbajarprecipitadamenteyentróatropelladamenteenmiconsultorio,comoelhombrealquehaenloquecidoelpánico.

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—¿Quiénhaentradoenmihabitación?—gritó.

—Nadie—contesté.

—¡Mentira!—chilló—.¡Subayloverá!

Paséporaltolagroseríadesulenguaje,yaqueparecíacasidesquiciadoacausadelmiedo.Cuandosubíconél,meseñalóunashuellasdepisadasenlaalfombradecolorclaro.

—¿Seatreveráadecirquesonmías?—gritó.

Desdeluego,eranmuchomásgrandesquelasqueélhubiesepodidodejary eran evidentemente muy recientes. Como saben, esta tarde ha llovido defirmeylosúnicosvisitanteshansidoellosdos.Debiódeocurrir,pues,queelhombre de la sala de espera, por alguna razón desconocida y mientras yoestaba ocupado con el otro, hubiera subido a la habitación de mi pacienteinterno. Allí nada se tocó ni nada había desaparecido, pero la evidencia deaquellashuellasdemostrabaquelaintrusióneraunhechodelquenosepodíadudar.

El señor Blessington parecía más excitado por el suceso de cuanto yohubiesecreídoposible,aunque,desdeluego,lasituacióneraaptaparaturbarlatranquilidaddecualquiera.Llegóinclusoasentarseenunabutaca,llorando,yapenaspudeconseguirquehablaraconcoherencia.Fuesugerenciasuyaqueyovinieseaverleaustedy,claro,enseguidaviqueeraunaideaacertada,yaquenocabedudadequeelincidenteesdelomássingular,aunquesetengalaimpresióndequeélexageraenormementesuimportancia.Siquierenustedesvolverconmigoenmibrougham,almenospodráncalmarlo,aunquemecuestaimaginarquepuedadarunaexplicaciónaestenotablesuceso.

SherlockHolmesescuchóesta larganarraciónconunaatenciónqueamímeindicabaquelehabíadespertadounvivointerés.Sucaraeratanimpasiblecomosiempre,perosuspárpadoshabíandescendidoconmayorpesadezsobresusojos,yelhumosehabíaensortijadoconmásespesoralsalirdesupipa,comoparadarénfasisacadaepisodiocuriosoenelrelatodeldoctor.Alllegarnuestrovisitantealaconclusióndelmismo,Holmesselevantódeunsaltosinpronunciar palabra, me entregó mi sombrero, cogió el suyo de la mesa yseguimosaldoctorTrevelyanhasta lapuerta.Alcabodeuncuartodehora,nosapeábamosantelapuertadelaresidenciadelmédicoenBrookStreet,unade aquellas casas sombrías y de fachada lisa que uno asocia con la prácticamédica en elWest End. Nos abrió un botonesmuy jovencito y en seguidaempezamosasubirporlaampliaybienalfombradaescalera.

Sinembargo,unasingularinterrupciónnosobligóainmovilizamos.Laluzenlapartealtaseapagóderepenteydelaoscuridadbrotóunavozagudaytemblorosa.

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—¡Tengo una pistola—chilló—, y les juro que dispararé si se acercanmás!

—¡Esto ya es insultante, señor Blessington! —gritó a su vez el doctorTrevelyan.

—Ah,esusted,doctor—dijolavozconungransuspirodealivio—.Peroestosotrosseñores...¿sonloquepretendenser?

Fuimosconscientesdeunlargoexamenatravésdelaoscuridad.

—Sí,sí,estábien—aprobóporúltimolavoz—.Puedensubir.Sientoquemisprecaucionesleshayanmolestado.

Mientras hablaba, volvió a encender la luz de gas en la escalera y nosencontramos ante un hombre de singular catadura, cuya apariencia, al igualque suvoz, atestiguabaunosnerviosmaltrechos.Estabamuygordo,pero alparecer en otro tiempo lo había estado mucho más, ya que la piel colgabaflácidamente en su rostro, formando bolsas, como las mejillas de un perrosabueso.Teníauncolorenfermizoysuscabellos,escasosypajizos,parecíanerizados por la intensidad de su emoción. Sostenía en sumano una pistola,peroalavanzarnosotrosselaguardóenelbolsillo.

—Buenas noches, señorHolmes—dijo—.Le agradezcomuchísimo quehaya venido.Nadie ha necesitado nuncamás que yo sus consejos. Supongoque el doctor Trevelyan le ha contado esa intolerable intrusión en mishabitaciones.

—Así es—contestó Holmes—. ¿Quiénes son estos dos hombres, señorBlessington,yporquédeseanmolestarlo?

—Bueno—contestóelpaciente residentenosinciertonerviosismo—,esdifícil,claro,decirlo.Noesperaráquecontesteaesto,señorHolmes.

—¿Quieredecirquenolosabe?

—Venga,hágameelfavor.Tengalabondaddeentraraquí.

Indicó el camino hasta su dormitorio, que era amplio y estabaconfortablementeamueblado.

—¿Veesto?—dijo,señalandounagrancajanegrajuntoalextremodesucama—.Nuncahesidounhombremuyrico,señorHolmes,ysólohehechounainversiónentodamivida,comolespuededecireldoctorTrevelyan.Peroyo no creo en los bancos; nunca confiaría en un banquero, señor Holmes.Entre nosotros, lo poco que tengo se encuentra en esta caja, de modo quecomprenderá lo que significa para mí que gente desconocida se abra pasohastamishabitaciones.

HolmesmiróinquisitivamenteaBlessingtonymeneólacabeza.

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—Nomeesposibleaconsejarlesi,comoobservo,tratausteddeengañarme—dijo.

—¡Perosiselohecontadotodo!

Holmesgirósobresustalonesconunaexpresióndedisgusto.

—Buenasnoches,doctorTrevelyan—dijo.

—¿Ynomedaningúnconsejo?—gritóBlessingtonconvozquebrada.

—Elconsejoqueledoy,señor,esquedigalaverdad.

Unminuto después nos encontrábamos en la calle y echábamos a andarhacia casa.Habíamos cruzadoOxford Street y recorrido lamitad deHarleyStreet,yaúnnohabíaoídoniunasolapalabrademicompañero.

—Lamentohaberlehechosaliracausadeunagestióntaninútil,Watson—dijoporfin—.Noobstante,enelfondonodejadeseruncasointeresante.

—Pocoesloqueentiendoenél—confesé.

—Resulta evidente que hay dos hombres, acaso más, pero dos por lomenos, que por alguna razón están decididos a echarle mano a eseBlessington.Nomecabelamenordudadeque,tantoenlaprimeracomoenlasegunda ocasión, aquel joven penetró en el dormitorio de Blessington,mientras su compinche, valiéndose de un truco ingenioso, impedía todainterferenciaporpartedeldoctor.

—¿Ylacatalepsia?

—Unaimitaciónfraudulenta,Watson,aunquenomeatreveríaainsinuarletalcosaanuestroespecialista.Esunadolenciamuyfácildeimitar.Yomismolohehecho.

—¿Yquémás?

—Por pura casualidad, Blessington estuvo ausente en cada ocasión. Larazóndeellosparaelegirunahorataninusualparaunaconsultamédicaera,obviamente, ladeasegurarsedequenohubieraotrospacientesen lasaladeespera. Ocurrió, sin embargo, que esta hora coincidía con el paseoacostumbrado de Blessington, lo cual parece indicar que no estaban muyfamiliarizados con la rutina cotidiana de éste. Desde luego, si meramentehubieran ido en pos de algún tipo de botín, habrían hecho almenos algunatentativaparabuscarlo.Además,séleerenlosojosdeunhombrecuandoessupielloquecorrepeligro.Esinconcebiblequeeseindividuosehayahechodosenemigos tan vengativos como éstos parecen ser, sin él saberlo. Tengo lacerteza, por tanto, de que sabe quiénes son estos hombres, y de que pormotivosqueélconocesuprimeestedato.Cabelaposibilidaddequemañanasemuestredeuntalantemáscomunicativo.

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—¿Noexisteotraalternativagrotescamenteimprobable,sinduda,perocontodoconcebible?—sugerí—.¿Nopodríatodalahistoriadelrusocatalépticoysu hijo ser una invención del doctor Trevelyan, que con finalidades propiashayavisitadolashabitacionesdeBlessington?

Ala luzdelgas,pudeverqueHolmesexhibíaunasonrisadivertidaanteestebrillanteplanteamientomío.

—Miqueridoamigo—dijo—,fueunade lasprimerassolucionesquesemeocurrieron,peroprontopudecorroborarelrelatodeldoctor.Aquel jovendejóenlaalfombradelaescalerahuellasquehicieronsuperfluopedirquemeenseñaranlasquehabíamarcadoenlahabitación.SiledigoquesuszapatoserandepuntacuadradaenvezdepuntiagudoscomolosdeBlessington,yquesu longitudera superior enmásdeunapulgadaa losdeldoctor, reconoceráque no puede haber ninguna duda en cuanto a su identidad. Pero ahorapodemosdormirsobreesteasunto,puesmesorprenderíaqueporlamañananooyéramosalgomásreferenteaBrookStreet.

LaprofecíadeSherlockHolmesnotardóencumplirse.Lociertoesquesecumplió de un modo harto dramático. A las siete y media de la mañanasiguiente,conlasprimeraslucesdeldía,levidepieyenbatajuntoamicama.

—Unbroughamnosestáesperando,Watson—medijo.

—¿Quéocurre,pues?

—ElcasodeBrookStreet.

—¿Algunanoticiafresca?

—Trágicaperoambigua—mecontestó,subiendolapersiana—.Fíjeseenesto: una hoja de una libreta de notas, con «Por el amor deDios, venga enseguida. P.T.», garrapateado en ella con un lápiz. Nuestro amigo el doctorestabaenapuroscuandoloescribió.Deseprisa,amigomío,puesse tratadeunallamadaurgente.

Enpocomásdeuncuartodehoranosencontramosdenuevoencasadelmédico.Estesaliócorriendoarecibirnosconelhorrorpintadoensucara.

—¡Vayacalamidad!—gritó,llevándoselasmanosalassienes.

—¿Quéhasucedido?

—Blessingtonsehasuicidado.

Holmesdejóescaparunsilbido.

—Sí,sehaahorcadodurantelanoche.

Habíamos entrado y el médico nos había precedido hasta lo que era,evidentemente,lasaladeespera.

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—¡Apenasséloquehago!—exclamó—.Lapolicíayaestáarriba.Esalgoquemehacausadounaimpresióntremenda.

—¿Cuándolodescubrió?

—Cadamañanasehacesubirunatazadetéaprimerahora.Cuandoentrólacamarera,aesodelassiete,eldesdichadoestabacolgadoenelcentrodelahabitación.Habíaatadolacuerdaalganchoenelqueestuvosuspendidaunalámpara de gran peso, y había saltado precisamente desde lo alto de la cajafuertequenosenseñóayer.

Holmespermanecióunosmomentosenprofundacavilación.

—Consupermiso—dijoporfin—,megustaríasubiryecharunvistazoalosucedido.

Subimoslosdosseguidosporeldoctor.

Fue una visión espantosa la que presenciamos al cruzar la puerta deldormitorio. Ya he hablado de la impresión de flaccidez que causaba aquelhombre llamado Blessington, pero, colgado del gancho, esta impresión seintensificabayexagerabahastaquesuaparienciaapenaserahumana.Elcuelloestabaretorcidocomoeldeunpollodesplumado,yestohacíaqueelrestodeldifunto pareciera más obeso y antinatural por contraste. Sólo llevaba sucamisón largo y por debajo de éste aparecían sus hinchados tobillos ydeformes pies. Junto a él, un inspector de policía de porte marcial tomabanotasenunalibreta.

—¡Ah,señorHolmes!—exclamócordialmentealentrarmiamigo—.Mealegramuchoverle.

—Buenosdías, señorLanner—contestóHolmes—.Estoy segurodequenomeconsiderará comoun intruso. ¿Haoídohablar de loshechosquehandesembocadoenestefinal?

—Sí,algoheoídodeellos.

—¿Sehaformadoalgunaopinión?

—Porloquepuedosaber,elmiedoprivóaestehombredesusanojuicio.Comove,hadormidoenestacama;hayenellasuimpresión,ybienprofunda.Comousted sabe, hacia las cinco de lamañana es cuando se producenmássuicidios. Y ésta debió de ser, más o menos, la hora en que se ahorcó. Alparecer,fuecosamuybienestudiada.

—Yodiríaquellevamuertocomounastreshoras,ajuzgarporlarigidezdelosmúsculos—dijeyo.

—¿Haobservadoalgopeculiarenlahabitación,señorLanner?—preguntóHolmes.

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—Heencontradoundestornilladoryunoscuantos tornillos enel lavabo.Asimismo, parece ser que durante la noche fumó lo suyo. Aquí hay cuatrocolillasdecigarroqueencontréenlachimenea.

—¡Hum!—dijoHolmes—.¿Havistosuboquillaparacigarros?

—No,nohevistoninguna.

—¿Sucigarrera,pues?

—Sí,estabaenelbolsillodesuchaqueta.

Holmeslaabrióyolisqueóelúnicocigarroquecontenía.

—Estoesunhabano,yestascolillascorrespondenaunoscigarrosdeltipopeculiarqueimportanlosholandesesdesuscoloniasenlasIndiasOrientales.Suelenirenvueltosenpajay,dadasulongitud,sonmásdelgadosquelosdecualquierotramarca.

Cogiólascuatrocolillasylasexaminóconsulupadebolsillo.

—Dos de ellos fueron fumados con boquilla y los otros dos sin ella—prosiguió—.Dosfueroncortadosporunanavajanomuyafiladaylaspuntasde losotrosdos fueronmordidasporunadentadura en excelente condición.Esto no es un suicidio, señor Lanner, es un asesinatomuy bien planeado yrealizadoasangrefría.

—¡Imposible!—exclamóelinspector.

—¿Porqué?

—¿Porquéalguienhabíade asesinar aunhombreporunprocedimientotantorpecomoeldecolgarlo?

—Estoesloquetenemosqueaveriguar.

—¿Cómopudieronentrar?

—Porlapuertaprincipal.

—Estabaatrancada.

—Puesfueatrancadadespuésdesalirellos.

—¿Cómolosabe?

—Visustrazas.Excúsemeunmomentoypodréofrecerlemásinformaciónalrespecto.

Holmesseacercóalapuerta,hizofuncionarlacerraduraylaexaminóasumanerametódica.Despuéssacólallave,queestabapuestaporelinteriorylainspeccionótambién.Lacama,laalfombra,lassillas,larepisadelachimenea,la cuerda y el difunto fueron examinados por turno, hasta que se declaró

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satisfechoy,conmiayudayladelinspector,bajóaquellospobresrestosylosdepositóreverentementebajounasábana.

—¿Quésesabedeestacuerda?—preguntó.

—Hasidocortadadeaquí—contestóeldoctorTrevelyan,sacandoungranrollo que había debajo de la cama—. Tenía un temor morboso al fuego ysiempreguardabaestojuntoasíparapoderescaparporlaventanaencasodequeardieselaescalera.

—Estolesdebehaberallanadoelcamino—comentóHolmespensativo—.Sí, loshechosensísonmuysimples,ymesorprenderíaquepor la tardenopudiera ofrecerle también los motivos de los mismos. Me llevaré estafotografíadeBlessingtonqueveosobrelarepisadelachimenea,yaquepuedeayudarmeenmisinvestigaciones.

—¡Perononoshadichoustednada!—exclamóeldoctor.

—Bien, no puede haber duda en cuanto a la secuencia de losacontecimientos —repuso Holmes—. Intervinieron tres sujetos: el hombrejoven, el viejo y un tercero sobre cuya identidad carezco de pistas. Esinnecesarioobservarquelosdosprimerossonlosmismosquesepresentarondisfrazadoscomoelconderusoysuhijo,porloquetenemosunadescripciónmuycompletadeellos.Lesfranqueólaentradauncómplicesituadodentrodela casa.Simepermiteofrecerleunbreveconsejo, inspector,yoarrestaría albotones, que, según tengo entendido, bien poco tiempo lleva a su servicio,doctor.

—Esqueesejoventunantenoaparece—contestóeldoctorTrevelyan—.Lacamareraylacocineralohanestadobuscandohaceunosmomentos.

Holmesseencogiódehombros.

—Harepresentadoenestedramaunpapelquehatenidosuimportancia—dijo—.Despuésdesubirlostreshombresporlaescalera,cosaquehicierondepuntillas,coneldemásedadenprimer lugar,elmás jovenensegundoyelhombredesconocidodetrás...

—¡MiqueridoHolmes!—nopudepormenosqueexclamar.

—Esquenopuedehaberdiscusiónencuantoalasuperposicióndehuellas.Tuvelaventajadesaberlanochepasadaaquiénpertenecíacadaunadeellas.Subieron así los tres a la habitación del señor Blessington, cuya puertaencontraron cerrada. Sin embargo, con la ayuda de un alambre forzaron lallaveyledieronvuelta.Inclusosinlupa,percibiránustedeslosarañazosenlaguardadondefueaplicadalapresión.

Al entrar en la habitación, su primera acción debió de consistir enamordazar al señor Blessington. Puede que éste durmiera, o puede que

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quedaratanparalizadoporelterrorquefueseincapazdegritar.Estasparedessongruesasyesconcebiblequesuchillido,siesquetuvotiempoparaproferiruno,nolooyeranadie.

Unavezinmovilizado,meresultaevidentequetuvolugaralgunaclasedeconsulta.Probablemente,setratódealgosimilaraunprocedimientojudicial.Debió de haber durado bastante tiempo, ya que fue entonces cuando sefumaronestoscigarros.Elhombredemásedadestabasentadoenestesillónde mimbre, y era él quien utilizaba la boquilla. El hombre más joven sesentaba algomás allá, pues dejaba caer su ceniza en esta cómoda.El tercerindividuopaseabadeunladoaotro.CreoqueBlessingtonestabasentadoenlacama,aunqueerguido,perodeestonopuedoestarabsolutamenteseguro.

Puesbien,lasesiónterminóahorcandoaBlessington.Laoperaciónestabatanprevistaquetengolaimpresióndequehabíantraídoconsigounaespeciedegarruchaopoleaquepudieraservircomohorca.Esconcebiblequeaqueldestornillador y aquellos tornillos estuvieran destinados a montarla. Sinembargo,alverelgancho,comoesnaturalseahorraronestetrabajo.Unavezconcluidasutarea,semarcharon,ylapuertafueatrancadadetrásdeellosporsucompinche.

Habíamosescuchadotodos,conelmásprofundointerés,estebosquejodeloshechosnocturnosqueHolmeshabíadeducidodeunossignostansutileseimperceptiblesque,inclusocuandoyanosloshabíaindicado,apenasnoseraposibleseguirleensusrazonamientos.Elinspectorseausentópresurosoparaindagarsobreelbotones,mientrasHolmesyyoregresábamosaBakerStreetparadesayunar.

—Volveré a las tres —me dijo una vez terminada nuestra colación—.Tanto el inspector como el doctor se reunirán aquí conmigo a esta hora, yesperoque,paraentonces,habrédisipadocualquierpuntooscuroqueelcasopuedatodavíapresentar.

Nuestros visitantes llegaron a la hora concertada, pero dieron las cuatromenoscuartoantesdequemiamigohicierasuaparición.Sinembargo,porsuexpresiónalentrar,pudeverquetodolehabíasalidoredondo.

—¿Algunanoticia,inspector?

—Hemosdadoconelmuchacho,señor.

—Excelente.Yyohedadoconloshombres.

—¡Hadadoustedconellos!—gritamoslostresalavez.

—Al menos he conseguido su identidad. El llamado Blessington es, talcomoyoesperaba,bienconocidoen la jefaturadepolicía,y lomismocabedecirdesusasaltantes.SusnombressonBiddle,HaywardyMoffat.

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—¡LabandadelbancoWorthingdon!—exclamóelinspector.

—Exactamente—confirmóHolmes.

—¡EntoncesBlessingtonteníaqueserSutton!

—Estoes.

—Pues bien, con esto, todo queda tan claro como un cristal —dijo elinspector.

PeroTrevelyanyyonosmiramosdesconcertados.

—Recordarán,sinduda,elasuntodelgranroboenelbancoWorthingdon—dijoHolmes—,enelquetomaronpartecincohombres,estoscuatroyunquinto llamadoCartwright.Tobin, el vigilante, fue asesinado,y los ladroneshuyeronconsietemillibras.Estoocurrióen1875.Loscincofuerondetenidos,perolaspruebascontraellosnoteníannadadeconcluyentes.EseBlessington,oSutton,queeraelpeordelapandilla,seconvirtióendelatory,debidoasudeclaración, Cartwright fue ahorcado y los otros tres fueron sentenciados aquinceañoscadauno.Cuandosalieronenlibertadelotrodía,unosañosantesde cumplir toda la condena, se confabularon, como han podido ver, parabuscaraltraidoryvengarlamuertedesucompañero.Pordosvecestratarondellegarhastaélyfallaron,peroalatercera,comosaben,sesalieronconlasuya.¿Hayalgomásquepuedaexplicar,doctorTrevelyan?

—Creoque loha expuesto todoconnotable claridad—dijo eldoctor—.Sin duda, el día que se mostró tan excitado fue aquél en que leyó en losperiódicosquehabíansoltadoaaquelloshombres.

—Precisamente. Sus temores acerca de un robo no eran más que unapantalla.

—Pero¿porquénopodíacontarleaustedtodoesto?

—Puesbien,miestimadoseñor,puestoqueconocíaelcaráctervengativode sus antiguos asociados, trataba de ocultar su identidad ante todos, tantotiempocomolefueraposible.Susecretoeravergonzosoynopodíadecidirsea divulgarlo. No obstante, pormiserable que fuese, seguía viviendo bajo elamparodelaleybritánica,ynomecabeduda,inspector,dequeaunqueesteescudonohayapodidoprotegerlo,laespadadelajusticiasiguepresenteparavengarle.

Tales fueron las singulares circunstancias relacionadas con el pacienteinternoyelmédicodeBrookStreet.Apartirdeaquellanoche,nadahasabidola policía de los tres asesinos, y en Scotland Yard hay la sospecha de quefiguraban entre los pasajeros del malhadado vapor Norah Crema, quedesaparecióhaceunosañoscontodasutripulaciónenlacostaportuguesa,avariasmillasalnortedeOporto.Laacciónjudicialcontraelbotonestuvoque

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interrumpirseporfaltadepruebas,yel«MisteriodeBrookStreet»,comofuellamado,nuncahasidotratadoafondoenningúntextoaccesiblealpúblico.

ELINTÉRPRETEGRIEGO

«Recuerde,Melas,quesihablaconalguiendeesto,aunqueseaconunasolapersona,¡queDiostengapiedaddesualma!»

WilsonKemp

A lo largo de mi prolongada e íntima amistad con el señor SherlockHolmes, nunca le habíaoídohablar de suparentela, y apenasde supasado.Esta reticenciapor supartehabía incrementadoel efectoun tanto inhumanoqueproducíaenmí,hasta elpuntodequeavecesme sorprendíamirándolocomoun fenómeno aislado, un cerebro sin corazón, tan deficiente en afectohumanocomomásqueeminenteeninteligencia.Suaversiónalasmujeresysunulainclinaciónacontraernuevasamistades,eranlasdosnotastípicasdeun carácter nada emocional, pero no más que su total supresión de todareferenciaasupropiafamilia.Yohabíallegadoacreerqueeraunhuérfanosinparientes vivos, pero un día, con gran sorpresa por mi parte, empezó ahablarmedesuhermano.

Fue después de tomar el té una tarde de verano, y la conversación, quehabíaerradodeformainconexayespasmódicadesde lospalosdegolfhastalascausasdelcambioenlaoblicuidaddelaelíptica,desembocófinalmenteenla cuestión del atavismo y las aptitudes hereditarias. El tema sometido adiscusióneraeldehastaquépuntocualquierdonsingularenunindividuosedebíaasulinajeyhastacuálasupropioytempranoaprendizaje.

—Ensucaso—dije—,portodoloquemehadichopareceobvioquesufacultaddeobservaciónysupeculiarfacilidadparaladeducciónsedebenasuadiestramientosistemático.

—Hasta cierto punto—me contestó pensativo—. Mis antepasados eranterratenientes rurales que al parecer llevaron más o menos la misma vida,comoesnaturalensuclase.Sinembargo,mitendenciaenestesentidoestáenmisvenasy tal vezprocedademi abuela, que era la hermanadeVernet, elfamosoartistafrancés.Elarteenlasangreadoptalasformasmásextrañas.

—Pero¿cómosabequeeshereditario?

—PorquemihermanoMycroftloposeeenungradomásaltoqueyo.

Desdeluego,estoeratotalmentenuevoparamí.SihabíaenInglaterraotrohombrecontansingularespoderes,¿cómoseexplicabaquenilapolicíaniel

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público hubieran oído hablar de él? Hice esta pregunta, con un comentarioacercadequeseríalamodestiademiamigoloquelehacíareconocercomosuperiorasuhermano.

Holmesseechóareíraloírestasugerencia.

—Mi queridoWatson—dijo—, no puedo estar de acuerdo con aquellosque sitúan la modestia entre las virtudes. Para el lógico, todas las cosasdeberíanservistasexactamentecomoson,ysubestimarseesalgotanalejadode laverdadcomoexagerar laspropias facultades.Porconsiguiente, cuandodigoqueMycroftposeeunospoderesdeobservaciónmejoresque losmíos,puedetenerlaseguridaddequeestoydiciendolaverdadexactayliteral.

—¿Esmásjovenqueusted?

—Essieteañosmayorqueyo.

—¿Ycómoseexplicaquenoseleconozca?

—Oh,ensucírculoesmuybienconocido.

—¿Dónde,pues?

—EnelDiógenesClub,porejemplo.

Nunca había oído hablar de esta institución, y mi cara así debióproclamarlo,puesSherlockHolmessacósureloj.

—ElDiógenesClubeselclubmáspeculiardeLondres,yMycroftunodesussociosmáspeculiares.Siempreseleencuentraallídesdelascincomenoscuartoalasochomenosveinte.Ahorasonlasseis,demodoque,sileapetecedarunpaseoenestahermosa tarde, seráparamíunaverdadera satisfacciónpresentarledoscuriosidades.

Cincominutosdespuésnosencontrábamosen lacalle,caminodeRegentCircus.

—Se preguntará usted—dijomi compañero— cómo es queMycroft noutilizasusfacultadesparaunalabordetectivesca.Esincapazdeello.

—Peroyocreíaquehabíadicho...

—Hedichoqueessuperioramíenobservaciónydeducción.Sielartedeldetective comenzara y terminara en el razonamiento desde una butaca, mihermano sería elmayor criminólogo que jamás haya existido. Pero no tieneambición ni energía. Ni siquiera se desvía de su camino para verificar sussoluciones,ypreferiríaqueseleconsideraseequivocadoantesquetomarselamolestiadeprobarqueestabaenlocierto.Repetidasveceslehepresentadounproblema y he recibido una explicación que después ha demostrado ser lacorrecta.Ysinembargo,estotalmenteincapazdeelaborarlospuntosprácticos

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que deben dilucidarse antes de poder presentar un caso ante un juez o unjurado.

—¿Noessuprofesión,pues?

—Enmodoalguno.Loqueparamíesunmedioquemepermiteganarmela vida, es para él la simple afición de un diletante. Tiene una facilidadextraordinariapara losnúmerosyrevisa los librosenalgunosdepartamentosgubernamentales. Mycroft se aloja en Pall Mall, y dobla la esquina, endirecciónaWhitehall,cadamañanayregresacadatarde.Alolargodetodoelaño no hace más ejercicio que éste, y no se le ve en ninguna otra parte,excepto tan sólo en el Diógenes Club, situado exactamente enfrente de sualojamiento.

—Nopuedorecordarestenombre.

—Y esmuy lógico. Ya sabe que hay en Londresmuchos hombres que,unosportimidezyotrospormisantropía,nodeseanlacompañíadelprójimo,y no obstante se sienten atraídos por unas butacas confortables y por losperiódicos del día. Precisamente para conveniencia de éstos se creó elDiógenesClub,queahoradaalberguealoshombresmásinsociablesymenosamantes de clubs de toda la ciudad.Aningúnmiembro se le permite dar lamenor señal de percepción de la presencia de cualquier otro. Excepto en elSalón de Forasteros, no se permite hablar en ninguna circunstancia, y tresfaltas eneste sentido, si lleganaoídosdel comité, exponenalhabladora lapena de expulsión.Mi hermano fue uno de los fundadores, y yomismo heencontradoallíunaatmósferamuyrelajante.

HabíamosllegadoaPallMallmientrashablábamos,ydescendíamosporéldesdeelextremodeSt.James.SherlockHolmessedetuvoanteunapuerta,apoca distancia del Carlton, y, advirtiéndome que no hablase,me precedió através del vestíbulo. Reflejada en los espejos, capté una visión de una salaampliaylujosa,enlaqueunnúmeroconsiderabledehombressentadosleíanperiódicos, cada uno en su rincón. Holmes me hizo pasar a una pequeñahabitaciónquedabaaPallMally,trasdejarmesolounminuto,volvióconunacompañantequesólopodíatratarsedesuhermano.

MycroftHolmeseraunhombremuchomásgruesoymacizoqueSherlock.Su figura era la de una persona realmente corpulenta, pero su cara, aunqueancha,habíaconservadoalgodelaagudezadeexpresiónquetannotableeraenladesuhermano.Susojos,queerandeungrisacuosopeculiarmenteclaro,parecíanmantenerentodomomentoaquellamiradaremotaeintrospectivaquesólohabíaobservadoenSherlockcuandoejercíaplenamentesusfacultades.

—Encantadodeconocerle,caballero—dijo,alargándomeunamanoanchaycarnosa,comolaaletadeunafoca.HeoídohablardeSherlockpordoquier,

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desde que usted es su cronista. A propósito, Sherlock, esperaba verte lasemanapasadaparaconsultarmerespectoaaquelcasodeManorHouse.Penséquetalveztesintierasunpocodesorientadoconél.

—No,loresolví—contestómiamigo,sonriendo.

—FueAdams,claro.

—Sí,fueAdams.

—Tuveestaseguridaddesdeelprimermomento.

—Losdoshombressesentaronjuntoalaventanamiradordelclub—.Esteesellugaradecuadoparatodoaquélquequieraestudiarlahumanidad—dijoMycroft—. ¡Miraqué tipos tanmagníficos!Fíjate,porejemplo, enesosdoshombresquevienenhacianosotros.

—¿Eljugadordebillaryelotro?

—Precisamente.¿Quésacasenlimpiodelotro?

Losdoshombressehabíandetenidofrentea laventana.Unasmarcasdeyesosobreelbolsillodelchalecoeranlasúnicasseñalesdebillarquepudeverenunodeellos.Elotroeraunindividuobajoymuymoreno,conelsombreroechadohaciaatrásyvariospaquetesbajoelbrazo.

—Unmilitarveterano,porloqueveo—dijoSherlock.

—Y licenciado hace muy poco tiempo —observó su hermano—. Congraduacióndesuboficial.

—ArtilleríaReal,diríayo—señalóSherlock.

—Yviudo.

—Peroconuncríodepocaedad.

—Críos,muchacho,críos.

—Vamos—exclaméyo,riéndome—,creoqueestoyaesdemasiado.

—Seguramente—repusoHolmes—noseatandifícildecirqueunhombreconesteporte,unaexpresióndeautoridadyunapieltostadaporelsolesunmilitar,algomásquesoldadorasoyquehallegadodelaIndianohacemuchotiempo.

—Que ha dejado el servicio hace poco lo demuestra el hecho de quetodavía lleve sus «botas de munición», como suelen llamarlas —observóMycroft.

—No tiene el paso inseguro del soldado de caballería y, sin embargo,llevabasugorra inclinadaaunlado,comolodemuestra lapielmásclaraen

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ese ladode la frente.Supesonoeselpropiodel soldadode ingenieros.Haservidoenartillería.

—Y,desde luego, su luto rigurosomuestraquehaperdidoaun sermuyquerido. El hecho de que haga élmismo sus compras da a entender que setratódesuesposa.Observaquehaestadocomprandocosasparaloschiquillos.Lleva un sonajero, lo que indica que uno de ellos es muy pequeño.Probablementesumujermurieraaldaraluz.Yelhechodequellevebajoelbrazouncuadernoparapintardenotaquehayotropequeñoenelquehadepensar.

Empecé a comprender lo que quería decir mi amigo al asegurar que suhermanoposeíaunasfacultadestodavíamásnotablesquelassuyas.Memiródesoslayoysonrió.Mycrofttomóunpocoderapédeunacajitadeconchaysacudió el polvillo caído en su chaqueta, con ayuda de un gran pañuelo desedaroja.

—Apropósito,Sherlock—dijo—,hansometidoami juicioalgoquea tiha de encantarte. Un problema de lo más singular. En realidad, no reunísuficientesenergíasparaseguirlo,salvodemaneramuyincompleta,peromefacilitó una base para varias especulaciones sumamente agradables. Si teapeteceoírloshechos...

—MiqueridoMycroft,meencantará.

Suhermanoescribióunaslíneasenunapáginadesulibretadenotas,pulsóeltimbreyentregóelpapelalcamarero.

—Hepedidoal señorMelasquevengaavernos—explicó—.Viveenelpiso sobre el mío y, como nos tratamos superficialmente, ello le movió aacudir amí a causa de su perplejidad. El señorMelas es de origen griego,según tengo entendido, y es un notable lingüista. Se gana la vida en partecomointérpreteenlostribunalesdejusticiayenpartehaciendodeguíaparalosorientalesricosquefrecuentanloshotelesdeNorthumberlandAvenue.Voyadejarqueélmismonosnarreasumanerasucuriosísimaexperiencia.

Unosminutosmástardesereunióconnosotrosunhombrebajoyrobusto,cuyo semblante de tez olivácea y sus negrísimos cabellos proclamaban suorigenmeridional, aunque su dicción era la de un inglés educado. Estrechócalurosamente lamanodeSherlockHolmes, y susojososcurosbrillarondesatisfaccióncuandocomprendióqueelespecialistaansiabaoírsuhistoria.

—Noconfíoenquelapolicíamecrea...palabraqueno—dijoconunavozplañidera—.

Consideran que una cosa así no es posible, sólo porque nunca han oídohablardeello.Peroyoséquejamásvolveréaestartranquilohastasaberqué

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fuedeaquelpobrehombreconelesparadrapoenlacara.

—Tieneustedtodamiatención—leaseguróHolmes.

—Ahoraeselmiércolesporlatarde—empezóMelas—.Puesbien,fueellunespor lanoche,hace tansólodosdías,cuandoocurrió todoesto.Yosoyintérprete,comotalvezlehayaexplicadomivecino,aquípresente.Traduzcotodoslosidiomas,ocasi todos.Pero,puestoquesoygriegodenacimientoyllevo un nombre griego, mi principal relación es con esta lengua. DurantevariosañoshesidoelprimerintérpretegriegoenLondres,yminombreesdesobraconocidoenloshoteles.

Ocurre, y con cierta frecuencia, que acuden amí, a horas intempestivas,extranjerosqueseencuentranenalgunadificultad,oviajerosquellegantardeynecesitanmisservicios.Nomesorprendióportanto,ellunesporlanoche,que un tal señor Latimer, un joven vestido a la últimamoda, subiera amishabitacionesymepidieraqueleacompañaseenuncabqueestabaesperandoante la puerta. Un amigo griego había ido a visitarle por cuestiones denegocio,explicó,y,puestoqueambossólosabíanhablarsupropioidioma,sehacíanindispensableslosserviciosdeunintérprete.Medioaentenderquesucasanoquedabamuylejos,enKensington,ydiolaimpresióndetenermuchaprisa, ya queme hizo subir rápidamente al cab apenas hubimos bajado a lacalle.

Digo en el cab, pero pronto empecé a pensar queme encontraba en uncarruajedemuchamáscategoría.Sinduda,eramuchomásespaciosoquelosordinarios coches de cuatro ruedas que tanto afean Londres, y sus adornos,aunqueajados,erandemuybuenacalidad.ElseñorLatimersesentófrenteamí y, cruzando Charing Cross, remontamos Shaftesbury Avenue. HabíamosdesembocadoenOxfordStreetyyoaventurabaunaobservaciónenelsentidode que describíamos un rodeo para ir a Kensington, cuando interrumpímispalabrasalobservarlaextraordinariaconductademiacompañante.

Sacódesubolsillounaporradeaspecto formidable, rellenadeplomo,yempezóamoverlaadelanteyatrásvariasveces,comoparaprobarsupesoyresistencia.Después, sinpronunciarpalabra, lapusoenel asientoa su lado.Hecho esto, subió los cristales de las ventanillas en cada lado y, con gransorpresamía, descubrí que estaban cubiertos conpapel para impedir queyovieseatravésdeellos.

—Sientoprivarledelavista,señorMelas—medijo—.Lociertoesquenotengolamenorintencióndequeveaellugarqueseránuestrodestino.Pudieraser inconveniente para mí que usted pudiera encontrar de nuevo el caminohaciaelmismo.

Como puede imaginar, semejante explicación me dejó estupefacto. Mi

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acompañanteeraunhombrejovenyfornido,deanchoshombros,y,apartedesuarma,enunforcejeoconélyonohubieratenidonilamenorposibilidad.

—Suconductaesdelomásextraordinario,señorLatimer—tartamudeé—.Debesaberqueloqueestáhaciendoestotalmenteilegal.

—Me tomo una cierta libertad, desde luego —repuso—, pero se locompensaremos. Sin embargo, debo advertirle, señor Melas, que si encualquiermomentodeestanocheintentadarlaalarmaohaceralgoquevayaencontradenuestrosintereses,descubriráqueincurreenunerrormuygrave.Deberecordarquenadiesabedóndeseencuentrausted,yque,tantosiestáenestecochecomoenmicasa,sehallaigualmenteenmipoder.

Hablaba con calma, pero había en sus palabras un tono irritante queresultabamuyamenazador.Guardésilencio,preguntándomecuálpodíaserlarazón para secuestrarme de un modo tan extraordinario. Y cualquiera quefuese,quedababienclaroquedenadapodíaservirmiresistenciayquesólomecabíaesperarparaverquésucedía.

Durantedoshorasviajamossinqueyotuvieraelmenorindiciodellugaralquenosdirigíamos.Aveces,eltraqueteosobrepiedrashablabadeuncaminopavimentado, y, en otras, nuestramarcha silenciosa y suave sugería asfalto;perosalvoestavariaciónenelsonidonohabíaabsolutamentenadaquenidela manera más remota pudiera ayudarme a barruntar dónde nosencontrábamos.El papel en cada ventana era impenetrable para la luz, y sehabíacorridounacortinaazulanteloscristalesdelapartedelantera.

EranlassieteycuartocuandosalimosdePallMall;mirelojmeindicóquefaltaban diez minutos para las nueve cuando por fin nos detuvimos. Miacompañante bajó la ventana y capté una breve visión de un portal bajo yarqueado,conunalámparaencendidaencima.Mientrassemeordenababajardelcarruaje,seabriólapuertadegolpeymeencontréenelinteriordelacasa,conunavaga impresión,obtenidaalentrar,decéspedyárbolesacada lado.Sinembargo,sisetratabadeunterrenoprivadoobienruralyaesmásdeloquepuedaaventurarmeadecir.

Dentroalumbrabaunalámparadegasdepantallacoloreada,conunallamatanbajaquepocacosapudever,exceptoqueelvestíbuloeramásbienamplioyensusparedescolgabanvarioscuadros.Bajoaquellaluzmortecinapudeverque la persona que había abierto la puerta era un hombrecillo de aspectocorriente,demedianaedadyhombroscaídos.Alvolversehacianosotros,eldestellodelaluzmehizoverquellevabagafas.

—¿EselseñorMelas,Harold?—preguntó.

—Sí.

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—¡Buen trabajo! ¡Buen trabajo!Espero que no nos guarde rencor, señorMelas,peronopodíamospasarnossinusted.Sijuegalimpioconnosotros,nololamentará,perosiintentaalgunajugarreta...¡queDiosleproteja!

Hablaba de una manera nerviosa, como a sacudidas, e intercalandopequeñas risitas entre sus frases, pero,no séporqué,me inspirómás temorqueelotro.

—¿Quéquierendemí?—pregunté.

—Tansólohacerleunascuantaspreguntasaunseñorgriegoquenosestávisitando, y comunicarnos sus respuestas. Pero no digamás de lo que se leindique que ha de decir (de nuevo la risita nerviosa), omejor sería que nohubieraustednacido.

Mientrashablaba,abrióunapuertaynosprecedióenunahabitaciónqueparecía estar muy ricamente amueblada; pero una vez más la única luz laproporcionabauna sola lámpara con su llamamuy reducida.La sala era sindudagrandeylamaneradehundirsemispiesenlaalfombraalatravesarlameindicósulujo.Captélapresenciadesillastapizadasenterciopelo,deunaaltarepisadechimeneaenmármolblancoyde loqueparecía serunaarmadurajaponesaaunladodelamisma.Habíaunsillónprecisamentebajolalámpara;elhombredemásedadmeindicóporgestosquedebíasentarmeenél.

Elmás joven nos había dejado, pero de repente regresó por otra puerta,acompañandoaunhombrevestidoconunaespeciedeampliabataqueavanzólentamentehacianosotros.Alentrarenelcírculodedébilluzquemepermitióverle conmayor claridad,me horrorizó su apariencia.Mostraba una palidezmortalyestabaterriblementeenflaquecido,conlosojossalientesybrillantesdel hombre cuyo ánimo es mayor que su fuerza. Pero lo que todavía meimpresionómásquecualquiersignodedebilidadfísicafueelhechodequesucaraestuvieragrotescamentecruzadapor tirasdeesparadrapo,yqueunadeellas,muchomásgrandequelasdemás,letaparalaboca.

—¿Tienes la pizarra, Harold? —exclamó el más viejo, al desplomarseaquel extraño ser en una silla, más bien que sentarse en ella—. ¿Tiene lasmanossueltas?Puesdalelatiza.Ustedhadehacerlaspreguntas,señorMelas,y él escribirá las respuestas. Pregúntele en primer lugar si está dispuesto afirmarlospapeles.

Losojosdelhombrede lacaracruzadapor tirasdeesparadrapoecharonchispas.

—Nunca,escribióengriegosobrelapizarraaquellapiltrafahumana.

—¿Bajoningunacondición?—preguntéapeticióndenuestrotirano.

—Sólosilaveocasadaenmipresenciaporunsacerdotegriegoalqueyo

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conozca.

Elhombresoltósumalignarisita.

—¿Sabeloqueleespera,pues?

—Nomeimportaloquepuedaocurrirmeamí.

Estos son ejemplos de las preguntas y contestaciones que constituyeronnuestraextrañaconversación,mediohabladaymedioescrita.Unayotraveztuve que preguntarle si cedería y firmaría el documento. Y una y otra vezobtuvelamismaréplicaindignada.Peroprontosemeocurrióunafelizidea.Empecé a añadir breves frases demi cosecha a cada pregunta, inocentes alprincipio, para comprobar si alguna de los dos hombres entendía algo, ydespués,alconstatarquenodabanseñalesdeello,puseenprácticaunjuegomáspeligroso.Nuestraconversacióntranscurriómásomenoscomosigue:

—Denadapuedeservirleestaobstinación.(¿Quiénesusted?)

—Tantomeda.(SoyforasteroenLondres.)

—Seráresponsabledeloqueocurra.(¿Cuántotiempollevaaquí?)

—Puesqueasísea.(Tressemanas.)

—Lapropiedadnuncapuedesersuya.(¿Quélehanhecho?)

—Nocaeráenmanosdeunosmiserables.(Meestánmatandodehambre.)

—Sifirmaquedaráenlibertad.(¿Quéesestelugar?)

—Jamásfirmaré.(Nolosé.)

—Aellanoleestáhaciendoningúnfavor.(¿Cómosellamausted?)

—Quierooírlodelabiosdeella.(Kratides.)

—Laverásifirma.(¿Dedóndeesusted?)

—Entoncesnolaverénunca.(DeAtenas.)

—Cincominutosmás,señorHolmes,yhubieraaveriguadotodalahistoriaante las narices de aquellos hombres. Mi siguiente pregunta quizás habríaaclarado la cuestión, pero en aquel instante se abrió la puerta y entró unamujerenlahabitación.Nopudeverlaconsuficienteclaridadparasaberalgomás,apartedequeeraaltayesbelta,concabellosnegros,yquellevabaunaespeciedetúnicablancayholgada.

—¡Harold!—exclamó,hablandoenuninglésconacento—.Nohepodidoquedarmeallípormástiempo.Estáaquellotansolitario,consólo...¡Oh,Diosmío,perosiesPaul!

Estasúltimaspalabraslasdijoengriegoyenelmismoinstanteelhombre,

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conunesfuerzoconvulsivo,searrancóelesparadrapodeloslabiosy,gritando«¡Sophy!¡Sophy!»,seprecipitóhacialosbrazosdelamujer.Sinembargo,suabrazosóloduróunmomento,porqueelhombremás jovenhizopresaen lamujerylaobligóasalirdelahabitación,mientraseldemásedaddominabafácilmente a su debilitada víctima y lo arrastraba fuera, a través de la otrapuerta.Porunossegundosmequedésoloenelcuarto;melevantésúbitamenteconlavagaideadequetalvezpudieraobtenerdealgúnmodounapistaqueindicaraenquécasameencontraba.Afortunadamente, sinembargo,nohicenada, pues cuando alcé la vista, descubrí que el hombre de más edad seencontrabadepieenelumbraldelapuerta,conlosojosclavadosenmí.

—Esto es todo, señorMelas—medijo—.Ya ve que le hemos otorgadonuestraconfianzaenunasuntodeuncaráctermuyprivado.Nolehubiéramosmolestado, pero un amigo nuestro que habla griego y que inició estasnegociaciones se ha visto obligado a regresar a Oriente. Nos era del todonecesarioencontraraalguienqueocuparasulugar,ytuvimoslasuertedeoírhablardesusfacultades.

Meincliné.

—Aquí hay cinco soberanos—medijo, acercándose amí—, que esperoconstituyan unos honorarios suficientes. Pero recuerde —añadió, dándomeunos golpecitos en el pecho y dejando escapar su risita— que si habla conalguiendeesto,aunqueseaconunasolapersona,¡queDiostengapiedaddesualma!

Nopuedoexpresarlarepugnanciayhorrorquemeinspirabaaquelhombredeaspectoinsignificante.Ahorapodíaverlemejor,pueslaluzdelalámparabrillabasobreél.Susfaccioneseranblandasyamarillentas,ysubarba,cortaypuntiaguda,eramásbienralaymalcuidada.Alhablar,adelantabaelrostro,ysuslabiosypárpadosseestremecíancontinuamente,comoenelhombrequepadece el mal de san Vito. No pude menos que pensar que su extraña ypegajosa risita era también un síntoma de alguna enfermedad nerviosa. Loterroríficodesucararadicabasinembargoensusojos,deungrisaceradoyque brillaban fríamente, con unamaligna e inexplicable crueldad en lomáshondodeellos.

—Si habla de esto, nosotros lo sabremos —dijo—. Poseemos mediospropiosdeinformación.Ahoraleesperaelcoche;miamigoelseñorLatimercuidarádeacompañarle.

Atraveséconrapidezelvestíbuloysubídenuevoalvehículo,obteniendootra vez aquella visión momentánea de unos árboles y un jardín. El señorLatimer,quemeseguíapisándomelostalones,ocupóelasientoopuestoalmíosin decir palabra. En silencio, cubrimos nuevamente una distanciainterminable,conlasventanascerradas,hastaqueporfin,pocodespuésdela

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medianoche,sedetuvoelcarruaje.

—Bajará aquí, señorMelas—dijomi acompañante—.Sientodejarle tanlejosdesucasa,peronohayotraalternativa.Cualquierintentoporsupartedeseguiralcoche,terminaríamalparausted.

Abrió la puerta mientras hablaba y, apenas tuve tiempo para apearme,cuandoelcocheropropinóunlatigazoalcaballoyelcarruajesealejó.Miréami alrededor lleno de asombro. Me encontraba en una especie de campocubiertodebrezos,moteadoaquíyalláporoscurosmatorralesdeaulaga.Alos lejos, se extendía una hilera de casas con alguna que otra luz en lasventanassuperiores.Alotroladovi las lámparasrojasdeseñalizacióndeunferrocarril.

Elcarruajequemehabíaconducidohastaallíyasehabíaperdidodevista.Seguímirandoamialrededorypreguntándomedóndepodíaestar,cuandoviquealguien seacercabaamíen laoscuridad.Alcruzarseconmigo,observéqueeraunmozodeestación.

—¿Puededecirmequélugareséste?—pregunté.

—WandsworthCommon—mecontestó.

—¿Puedotomaruntrenquemellevealaciudad?

—Sicamina cosadeunamilla, hastaClaphamJunction—mesugirió—,llegará justo a tiempo para tomar el último tren con destino a la estaciónVictoria.

Yéste fueel finaldemiaventura, señorHolmes.Nosédóndeestuveniconquiénhablé,ninadamásapartedetodoloquelehecontado.Perosíséqueocurreallíun feoasunto,yquieroauxiliaraaqueldesdichado, simeesposible.AlamañanasiguienterelatétodalahistoriaalseñorMycroftHolmesyposteriormentealapolicía.

Seguimos todos sentados y en silencio durante un buen rato, después deescuchar tan extraordinaria narración. Finalmente, Sherlock miró a suhermano.

—¿Algunamedida?—lepreguntó.

MycrofttomóelDailyNewsquehabíasobreunamesalateral.

—«Todo el que facilite alguna información sobre el paradero de uncaballero griego llamado Paul Kratides, de Atenas—leyó—, que no hablainglés, será recompensado.Una recompensa similar se entregará a quien déinformaciónsobreunaseñoragriegacuyonombredepilaesSophy.X2473.»

Estoaparecióentodoslosdiarios.Ningunarespuesta.

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—¿Ylalegacióngriega?

—Hepreguntado.Nosabennada.

—UntelegramaaljefedelapolicíadeAtenas,pues.

—Sherlockposeetodalaenergíadelafamilia—dijoMycroft,volviéndosehaciamí—.Bien,ocúpatetúdelcaso,entodossusaspectos,yhazmesabersiconsiguesalgúnresultado.

—Desde luego—contestómi amigo, abandonando su silla—.Te loharésaber,ytambiénalseñorMelas.Entretanto,señorMelas,yoestaríamuyalertaensulugar,pues,comoeslógico,atravésdeestosanunciosdebensaberqueustedloshatraicionado.

Alvolver juntosacasa,Holmessedetuvoenunaoficinade telégrafosymandóvariostelegramas.

—Ya ve, Watson, que no hemos perdido ni mucho menos la tarde —observó—.Algunosdemiscasosmásinteresantesmehanllegado,comoéste,atravésdeMycroft.Elproblemaqueacabamosdeescuchar,aunquenopuedaadmitir más que una explicación, no deja de poseer algunas característicasdistintivas.

—¿Tieneesperanzasderesolverlo?

—Pues bien, sabiendo todo lo que sabemos, sería muy raro que noacertáramos a descubrir el resto. Usted mismo debe de haberse formadoalgunateoríaqueexpliqueloshechosquehemosoídorelatar.

—Conciertavaguedad,sí.

—¿Cuálessuidea,pues?

—Amíme ha parecido evidente que esa joven griega había sido traídaaquíporeljoveninglésllamadoHaroldLatimer.

—¿Traídadesdedónde?

—DesdeAtenas,quizás.

SherlockHolmesnegóconlacabeza.

—LatimernosabíaniunapalabradegriegoySophyhablababastantebienel inglés. De lo cual se deduce que ella había pasado algún tiempo enInglaterra,peroqueélnohabíaestadoenGrecia.

—Bien,puesentoncessupondremosqueellavinoaInglaterradevisitayLatimerlapersuadióparahuirconél.

—Estoesmásprobable.

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—Y entonces, el hermano, pues supongo que ésta debe ser la relaciónfamiliar, viene de Grecia para entrometerse. Imprudentemente, se pone enmanosdeljovenysuasociadodemásedad.Estoslosecuestranyempleanconél la violencia a fin de hacerle firmar unos documentos que les entregan lafortunadelajoven,delaquetalvezdisponeenfideicomiso.Suhermanoseniegaahacerlo.Paranegociarconél,handeconseguirunintérprete,yeligenaeseseñorMelas,trashaberutilizadoantesalgúnotro.Alachicanoseledicenadadelallegadadesuhermanoyseenteragraciasaunmeroaccidente.

—¡Excelente,Watson!—exclamóHolmes—.Piensodeverasquenoandaustedlejosdelaverdad.Yavequenosotrosposeemostodaslascartas,ysólohemosde temer algún repentino actodeviolenciaporparte de ellos.Si nosdantiempo,podremosecharleselguante.

—¿Perocómopodemosaveriguardóndeseencuentraaquellacasa?

—Sinuestraconjeturaescorrectayelnombredelajovenes,oera,SophyKratides, no deberíamos tener dificultades para encontrarla. Esta ha de sernuestra principal esperanza, ya que el hermano, desde luego, es totalmenteforastero.EstáclaroquehatranscurridoalgúntiempodesdequeHaroldiniciósus relaciones con la muchacha, unas semanas como mínimo, ya que elhermano tuvo tiempo para enterarse desde Grecia y viajar hasta aquí. Siduranteestetiempohanestadoviviendoenelmismolugar,esprobablequeelanunciodeMycroftrecibaalgunarespuesta.

Mientras hablábamos, habíamos llegado a nuestra casa de Baker Street.Holmessubióelprimeropor laescaleray,alabrir lapuertadenuestra sala,lanzóunaexclamacióndesorpresa.SuhermanoMycroftfumabasentadoenlabutaca.

—¡Adelante,Sherlock!¡Entrecaballero!—dijoamablemente,sonriendoalvernuestrascarassorprendidas—.¿Verdadquenoesperabastantaenergíapormiparte,Sherlock?Pero,esquenoséporqué,estecasomeatrae.

—¿Cómohasllegadohastaaquí?

—Osadelantéenuncochedepunto.

—¿Sehaproducidoalgunanovedad?

—Herecibidounacontestaciónamianuncio.

—¡Ah!

—Sí,llegóunosminutosdespuésdequeosmarcharais.

—¿Yconquécontenido?

MycroftHolmessacóunahojadepapel.

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—Aquí está —dijo—, escrita con una plumilla sobre papel folio colorcrema,porunhombredemedianaedadydébilconstitución.

Dice: «Señor, como respuesta a su anuncio con fecha de hoy, paso ainformarleque conozcomuybien a la joven señora en cuestión.Si no le esmolestiaveniraverme,podrédarlealgunosdetallessobresupenosahistoria.ViveactualmenteenLosMirtos,Beckenham.Atentamente,J.Davenport.»

MycroftHolmesprosiguió:

—EscribedesdeLowerBrixton.¿Nocreesquepodríamosiraverloahora,Sherlock,yenterarnosdeestosdetalles?

—MiqueridoMycroft,lavidadelhermanoesmásvaliosaquelahistoriade la hermana. Creo que deberíamos ir a buscar al inspector Gregson, deScotlandYard,y trasladarnosdirectamenteaBeckenham.Sabemosqueaunhombreseleestállevandoalamuerte,ycadahorapuederesultarvital.

—Mejor será recoger al señorMelas por el camino—sugerí—. Tal veznecesitemosunintérprete.

—¡Excelente!—aprobóSherlockHolmes—.Mandealbotonesquevayaabuscar un carruaje y en seguida nos pondremos en marcha. —Mientrashablaba abrió el cajón de lamesa y observé que semetía el revólver en elbolsillo—.Sí—dijo,comorespuestaamimirada—,porloquehemosoído,yodiríaquenoslashabemosconunabandaparticularmentepeligrosa.

Casi oscurecía antes de que nos encontrásemos en Pall Mall, en lashabitacionesdeMelas.Uncaballeroacababadevisitarleysehabíamarchado.

—¿Puededecirmeadónde?—inquirióMycroft.

—Nolosé,señor—contestólamujerquehabíaabiertolapuerta—.Sóloséquesemarchóenuncocheconaquelcaballero.

—¿Dioalgúnnombreelcaballero?

—No,señor.

—¿Eraunhombrejoven,moreno,altoyapuesto?

—¡Ohno, señor!Eraunseñorbajito,congafas,decara flaca,peromuyagradable,puesmientrashablabanoparabadereírse.

—¡Vamos!—gritóbruscamenteSherlockHolmes—.¡Estoseponeserio!—observómientrasnosdirigíamosaScotlandYard—.Esoshombres sehanapoderado nuevamente deMelas. Es un hombre que carece de valor físico,como ellos sabenbien después de la experiencia de la noche pasada.Aquelvillano consiguió atemorizarlo apenas lo tuvo en su presencia. Sin duda,deseansusserviciosprofesionales,pero,alhaberloutilizadoya,puedentener

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laideadecastigarloporloqueellosconsideraráncomounadecididatraiciónporsuparte.

Nuestra esperanza consistía en que tomando el tren pudiéramos llegar aBeckenhamalmismotiempoqueelcarruaje,oantesqueél.Sinembargo,alllegar a Scotland Yard, pasó más de una hora antes de que pudiéramosdisponerdel inspectorGregsonycumplimentar las formalidades legalesquehabíandepermitirnosentrarenlacasa.EranyalasdiezmenoscuartoantesdellegaralLondonBridge,ylasdiezymediacuandoloscuatronosapeábamosen el andén deBeckenham.Un trayecto demediamilla en coche nos llevóhastaLosMirtos,uncaseróngrandeyoscuroquesealzabaenterrenopropioalgo lejosde lacarretera.Allídespedimosel cocheyavanzamos juntosa lalargodelcaminodeentrada.

—Todas las ventanas están a oscuras—observó el inspector—. La casaparecevacía.

—Nuestrospájaroshanvoladoyelnidoestádesierto—confirmóHolmes.

—¿Porquédiceesto?

—Durante la última hora ha salido de aquí un carruaje con abundantecargadeequipaje.

Elinspectorseechóareír.

—Hevistolasseñalesderuedasalaluzdelalámparadelaverja,pero¿dedóndemesacalodelequipaje?

—Usted debe haber observado las mismas huellas de ruedas en la otradirección. Pero las del carruaje que salía eranmuchomás profundas, tanto,que cabe afirmar con certeza que el vehículo llevaba una carga muyconsiderable.

—Aquí me ha sacado usted una cierta ventaja —dijo el inspector,encogiéndose de hombros—. No será fácil forzar la puerta, pero lointentaremossinologramosquealguiennosoiga.

Accionó ruidosamente el llamador y tiró del cordón de la campanilla,aunquesinelmenoréxito.Holmessehabíaalejado,perovolvióalpocorato.

—Heabiertounaventana—anunció.

—Esunasuertequeestéustedalladodelapolicíaynocontraella,señorHolmes—señaló el inspector al observar la habilidad con la quemi amigohabía forzado el pestillo—. Bien, yo creo que, dadas las circunstancias,podemosentrarsinesperarunainvitación.

Uno tras otro nosmetimos en una gran sala, que era, evidentemente, lamisma en la que se había encontrado el señor Melas. El inspector había

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encendidosulinterna;graciasaellapudimosverlasdospuertas,lacortina,lalámparaylaarmadurajaponesaqueaquélnoshabíadescrito.Enlamesahabíadosvasos,unabotelladebrandyvacíayrestosdecomida.

—¿Quéesesto?—preguntóHolmessúbitamente.

Todos nos inmovilizamos, escuchando. Un ruido bajo y plañidero nosllegaba desde algún punto por encima de nuestras cabezas. Holmes seprecipitóhacialapuertaysalióalrecibidor.Elinquietanteruidoprocedíadelpisosuperior.Subiórápidamente,conelinspectoryyopisándolelostalones,mientrassuhermanoMycroftseguíacontantaceleridadcomoselopermitíasucorpachón.

En la segunda planta nos hallamos ante tres puertas, y de la del centrobrotabanlossiniestrosruidos,queunasvecesseconvertíanensordomurmulloyotrasseelevabandenuevoenunagudogemido.Lapuertaestabacerrada,perolallaveseencontrabaenelexterior.Holmeslaabrióyseprecipitóhaciaelinterior,peroenseguidavolvióasalir,llevándoseunamanoalagarganta.

—¡Escarbóndeleña!—gritó—.¡Démosletiempo!¡Sedespejará!

Mirando hacia dentro, pudimos ver que la única luz de la habitaciónprocedía de una llama azul y poco brillante que bailoteaba en un pequeñotrípode de bronce colocado en el centro. Proyectaba un círculo lívidofantasmagóricoenelsuelo,mientrasqueenlassombras,másallá,percibimosel vago bulto de dos figuras agazapadas contra la pared. De aquella puertareciénabiertasalíaunahorribleyponzoñosaemanaciónquenoshizojadearytoser a todos. Holmes subió corriendo a lo alto de la escalera y abrió unportillo para dar entrada a aire puro, y después, volviendo a la habitación,abrió de par en par la ventana y arrojó al jardín el trípode con el carbónencendido.

—Dentro de un minuto podremos entrar —jadeó al salir otra vez—.¿Dóndehabráunavela?Dudodequepodamos encenderuna cerilla en estaatmósfera.Manténlaluzjuntoalapuertaynosotroslossacaremos,Mycroft.¡Ahora!

Sin perder un instante, agarramos los dos hombres envenenados y losarrastramos hasta el rellano. Ambos estaban inconscientes, con los rostrosabotargadosycongestionados,loslabiosazuladosylosojosprotuberantes.Enrealidad, tan deformadas estaban sus facciones que, de no ser por su barbanegraysufigurarobusta,nohabríamospodidoreconocerenunodeellosalintérprete de griego que sólo unas pocas horas antes se había despedido denosotros en el Diógenes Club. Sus manos y sus pies estaban sólidamenteatados, y mostraba la señal de un golpe violento sobre un ojo. El otro,inmovilizado de modo similar, era un hombre alto, en el último grado del

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enflaquecimiento,convariastirasdeesparadrapodispuestasdeformagrotescasobresurostro.Habíacesadodegemircuandolodepositamosenelsuelo,yuna mirada me indicó que, para él, al menos, nuestra ayuda había llegadodemasiadotarde.ElseñorMelas,encambio,todavíaestabavivoy,enmenosdeunahora,conlaayudadelamoníacoydelbrandy,tuvelasatisfaccióndeverleabrirlosojosydesaberquemimanolehabíaarrancadodeloscurovalleenelquetodosloscaminosseencuentran.

Fueunasencillahistorialaquenoscontó,ysuspalabrasnohicieronsinoconfirmarnuestraspropiasdeducciones.Alentraren sushabitaciones, aquelvisitante se había sacado de la manga una cachiporra flexible, y tanto leimpresionóeltemoraunamuerteinstantáneaeinevitable,queMelassedejósecuestrarporsegundavez.Dehecho,eracasihipnóticoelefectoqueelrufiándelasrisitasprodujoenelinfortunadolingüista,pueséstenopodíahablardeél sinmostrar unasmanos temblorosas y una gran palidez en el semblante.HabíasidoconducidorápidamenteaBeckenham,actuandocomointérpreteenuna segunda entrevista, todavíamásdramáticaque laprimera, en laque losdos ingleses amenazaron a su prisionero con la muerte instantánea si noaccedíaasusexigencias.Finalmente,alcomprobarquenosedejabadoblegarpor susamenazas, lodevolvierona suprisióny, tras reprocharle su traición,delatada por el anuncio en los periódicos, lo atontaron, asestándole unbastonazo. Luego, ya no recordaba nada más hasta vernos a nosotrosinclinadossobreél.

Y tal fue el caso singular del intérprete griego, cuya explicación todavíasigueenvueltaenalgúnmisterio.Alponernosencontactoconelcaballeroquecontestóalanuncio,pudimosaveriguarqueaquellainfortunadajovenprocedíadeunaopulentafamiliagriega,yquehabíaestadovisitandoaunosamigosenInglaterra.Durante suestancia, conocióaun joven llamadoHaroldLatimer,queadquiriógraninfluenciasobreellayquefinalmentelapersuadióparaqueseescaparaconél.Susamigos,escandalizadosporestehecho,selimitaronainformarasuhermanoenAtenasy,acontinuación,se lavaron lasmanosenesteasunto.

Elhermano,alllegaraInglaterra,cometiólaimprudenciadecaerbajolainfluencia de Latimer y del asociado de éste, un hombre llamado WilsonKemp,queteníalospeoresantecedentes.Estosdos,aldescubrirque,acausade su desconocimiento del idioma, el hermano se hallaba impotente en supoder, lomantuvieron cautivo y se esforzaron, a través de la crueldad y elhambre, en obligarle a firmar la cesión de sus propiedades y las de suhermana. Lo tenían prisionero en la casa sin que la joven lo supiera, y elesparadrapoensucara teníacomofinalidaddificultarsu identificaciónenelcasodequeellapudieraverloenalgúnmomento.Noobstante,supercepciónfemenina vio inmediatamente a través del disfraz cuando, en ocasión de la

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primeravisitadelintérprete,seencontróantesuhermanoporprimeravez.Sinembargo,lapobremuchachaeratambiénunaprisionera,puesnadiemáshabíaenlacasa,exceptoelhombrequehacíadecocheroysumujer,queerandosinstrumentosdelosconspiradoresyasesinos.Alconstatarquesusecretohabíasidodescubiertoyquenolograríanimponerseasuprisionero,losdosvillanos,juntoconlajoven,huyeronpocashorasantesdelacasaamuebladaquehabíanalquilado.Peroprimeropensaronenvengarse,tantodelhombrequeleshabíadesafiadocomodelqueloshabíadelatado.

Meses más tarde, nos llegó desde Budapest un curioso recorte deperiódico.Explicabaquedosinglesesqueviajabanencompañíadeunamujerhabían tenido un trágico final. Al parecer, ambos fueron apuñalados, y lapolicíahúngaraeradelaopinióndequesehabíanpeleadolosdoseinfligidoheridasmortaleselunoalotro.Sinembargo,yoséqueHolmestienediferentemaneradepensar,y todavíahoysostieneque,si fueraposibleencontrara lajovengriega,ello talvezpermitiríasabercómofueronvengadas lasafrentassufridasporellaysuhermano.

ELTRATADONAVAL

Elmesde julioque siguió amiboda sehizodignodemenciónpor trescasosenlosquetuveelprivilegiodevermeasociadoconSherlockHolmesyestudiardecercasusmétodos.Tengoestoscasosrecogidosenmisnotasbajolos encabezamientos de «La aventura de la segundamancha», «La aventuradel tratadonaval»y«Laaventuradelcapitáncansado».Elprimerodeéstos,sin embargo, trata de asuntos de tal importancia e implica a tantas de lasprimerasfamiliasdelreino,quehastapasadosmuchosañosnopodráhacersepúblico. No obstante, ningún otro caso de los que Sherlock Holmes hayallevadohailustradodeunmodotanclaroelvalordesusmétodosanalíticosoha impresionado tan profundamente a quienes trabajaban con él en esemomento.Todavíaconservouninformecasi literaldelaentrevistaenlaquedemostró la verdad de los hechos en relación con dicho caso a MonsieurDubuque, de la policía de París, y a Fritz von Waldbaum, el conocidoespecialistadeDantzig,quieneshabíanmalgastadosusenergíasenloquesedemostraríaquenoeransinocuestionessecundarias.Habráqueesperar,pues,aliniciodeunnuevosigloparapodercontarlahistoriaconseguridad.Entretanto, paso al segundo, el cual también prometía en sumomento tener unaimportancianacionalyquefuenotableporciertosincidentesqueleotorgaronuncarácterbastantesingular.

Durante mis días escolares tuve como íntimo amigo a un muchacho

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llamadoPercyPhelps,queeraexactamentedemimismaedad,aunqueibadosclasespordelantedemí.Eraunchicobrillante,quearramblócon todos lospremios que daba la escuela, y terminó sus proezas escolares ganando unabecaquele llevaríaa terminarsutriunfantecarreraenCambridge.Recuerdoqueestabamuybienrelacionadoe incluso,cuandonoéramosmásqueunosniños,sabíamosmuybienqueelhermanodesumadreeraLordHoldhurst,elgran político conservador. Poco bien le hacía en la escuela este llamativoparentesco;porelcontrario,senosantojabaqueandarpersiguiéndoloportodoelpatio,dándoleconelarodecroquetenlasespinillas,eraunjuegobastantedivertido.Perotodocambiócuandosalióalmundo.Supevagamentequesusaptitudes y la influencia que tenía en sumano le habían ganado una buenaposición en el Foreign Office; después se borró de mi mente, hasta que lasiguientecartamerecordósuexistencia:

BRIARBRAE,WOKING

MiqueridoWatson:Sindudarecordaráal«Renacuajo»Phelpsquehacíaquintocursoenelmismoañoenqueustedhacíatercero.Es inclusoposiblequehayasabidoque,pormediodelasinfluenciasdemitío,pudeconseguirunbuenpuestoenelForeignOfficeyquemeencontrabaenunasituacióndeconfianza y honor, hasta que un horrible infortunio vino a destrozar derepentemicarrera.

Denadasirvequeleescribaahoralosdetallesdeesehorriblesuceso.Enelcasodequeustedaccedaalapeticiónquevoyahacerle,esprobablequetengaquenarrárselosentonces.Acaboderecobrarmedeunaencefalitisquemehaduradonuevesemanasytodavíameencuentroextremadamentedébil.¿Creeustedquepodríatraerasuamigo,elseñorHolmes,avermeaquí?Megustaríatenersuopiniónsobreelcaso,aunquelasautoridadesmeaseguranque ya no hay nada que hacer. Por favor, intente hacerlo venir lo antesposible.Cadaminutoquepasapareceunahoramientrassigaviviendoenestehorrible suspense.Dígale que, si no le he pedido consejo antes, no ha sidodebidoaquenotuvieraenconsideraciónsutalento,sinoaquedesdequemesobrevino este duro golpe no he estado totalmente en mis cabales. Ahoravuelvo a estar en disposición de pensar, aunque nome atrevo demasiado ahacerlo por temor a una recaída. Estoy todavía tan débil que, como ve, hetenidoqueescribirlealdictado.Inténteloytrágameloaquí.

Suantiguocompañerodeescuela.

PERCYPHELPS

Alleerestacartahuboalgoquemeemocionó;esasreiteradassúplicasparaquelellevaraaHolmesteníanalgodelastimoso.Asíque,conloemocionadoqueestaba,inclusoaunquehubierasidounasuntodifícil,lohubieraintentado;pero,por supuesto, sabíaperfectamentequeHolmes amaba tanto su trabajo,

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que estaba siempre tan dispuesto a prestar ayuda, como dispuesto estaba sucliente a recibirla.Mimujer estabade acuerdo conmigo enqueno se debíaperder un momento en exponerle el asunto, así que una hora después dedesayunarmeencontrabadenuevo,unavezmás,enlasviejashabitacionesdeBakerStreet.

Holmes, ataviado con un batín, estaba sentado en su mesa de trabajo,trabajandoafanosamente enuna investigaciónquímica.Una largay curvadaretorta estabahirviendo furiosamente sobre la llamaazuladadelmecherodeBunsen y las gotas destiladas se iban condensando en una medida de doslitros. Mi amigo apenas levantó la vista cuando entré y, viendo que suinvestigación debía de tener mucha importancia, me senté en un sillón yesperé.Introducíasupipetadecristalenunabotellayenotra,extrayendodeellasunascuantasgotas,finalmentepusosobrelamesauntubodeensayoquecontenía cierta solución. En la mano derecha tenía un trocito de papel detornasol.

—Llegaenunmomentocrítico,Watson—dijo—.Sielpapelpermaneceazul,esquetodovabien.Siseponerojo,significalavidadeunhombre—lointrodujoeneltubodeensayoyelpapeladquirióuncolorcarmesíapagadoysucio—.¡Hum!,yamelohabíaimaginadoyo—exclamó—.Enseguidaestoyconusted,Watson.Encontrarátabacoenlababuchapersa.

Sevolvióhacia suescritorioyescribióvarios telegramas,queentregóalbotones. Tras esto se dejó caer en la silla que estaba enfrente de mí,levantando las rodillas hasta que sus manos estrecharon sus largos y finostobillos.

—Un pequeño asesinato de lo más común—dijo—. Imagino que ustedtienealgomejor.Pareceanunciaruncrimen.¿Quépasa,Watson?

Lealarguélacarta,queleyóconlamáximaatención.

—Nodicemucho,¿verdad?—observó,mientrasmeladevolvía.

—Casinada.

—Y,sinembargo,lacaligrafíaesinteresante.

—Perosinoeslasuya.

—Precisamenteporeso,esladeunamujer.

—¡No,seguroqueesladeunhombre!

—No, ladeunamujer;unamujerdecaráctersingular.Mire,al iniciodeuna investigación tiene su importancia saber si el cliente tiene una relacióníntima con alguien que, para bien o para mal, posee una naturalezaexcepcional. Esto me ha despertado un interés en el caso. Si está usted

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preparado, partiremos en seguida paraWoking y veremos a ese diplomáticocuyasituaciónestanfunestayaladamaaquiendictósucarta.

Tuvimos la suertedepillarunode losprimeros trenesenWaterloo,yenmenos de una hora nos encontrábamos entre los bosques de abetos y losbrezosdeWoking.Briarbraeresultóserunaampliacasaconstruidaenmediodeunagranextensióndeterreno,apocosminutosdelaestación.Trasentregarnuestras tarjetas de visita, nos hicieron pasar a un salón elegantementedecorado, donde a los pocos minutos se nos unió un hombre bastantecorpulento, que nos recibió con gran hospitalidad. Estaba más cerca de loscuarentaquedelostreinta,perosusmejillaserantansonrosadasysusojostanalegres,queseguíadandolaimpresióndeunmuchachoregordeteytravieso.

—Quécontentoestoydequehayanvenido—dijo,dándonosefusivamentela mano—. Percy lleva toda la mañana preguntando por ustedes; pobrehombre,seagarraaunclavoardiendo.Supadreysumadremepidieronquelosrecibierayo,yaqueparaellosesenextremodolorosalasolamencióndelasunto.

—Todavíanotenemosdetalles—observóHolmes—.Veoqueustednoesunmiembrodelafamilia.

Nuestroconocidopareciósorprendidoy,mirandoelsuelo,empezóareír.

—Porsupuesto,sehafijadoustedenlasiniciales«J.H.»demimedallón—dijo—.Porunmomentopenséqueselehabíaocurridoalgointeligente.MinombreesJosephHarrisony,comoPercyvaacasarseconmihermanaAnnie,seremos al menos parientes políticos. Encontrará a mi hermana en lahabitación de Percy; ha estado entregada a sus cuidados durante estos dosúltimosmeses.Quizáseríamejorqueentráramoscuantoantes,porquesécuánimpacienteestá.

Laestanciaalaquefuimosintroducidossehallabaenelmismopisoqueelsalón.Estabaamuebladaenpartecomouncuartodeestaryenpartecomoundormitorio;habíajarronesdefloresdispuestosconungustoexquisitoentodoslosrinconesdelahabitación.Unhombrejoven,muypálidoycomoagotado,yacíaenun sofá juntoa laventanaabierta,pordondeentrabanel agradablearomadel jardíny la suavebrisadelverano.Unamujerestaba sentadaa suladoyselevantóalentrarnosotros.

—¿Meretiro,Percy?—preguntó.

Elagarróconfuerzasumanoparadetenerla.

—¿Cómo está usted, Watson?—dijo cordialmente—. Nunca lo hubierareconocidoconesebigoteymeatreveríaadecirqueustedno juraríaque lapersonaqueestáviendosoyyo.Supongoqueélessucélebreamigo,elseñor

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SherlockHolmes,¿noesasí?

Lespresentéconpocaspalabrasynossentamos.Elhombrecorpulentonoshabía dejado, pero su hermana permanecía allí con su mano entre las delinválido, era una mujer de una apariencia impresionante, un poco baja ygruesa, pero conunhermoso cutis aceitunado, unosojosgrandesyoscuros,como de italiana, y un cabello abundante de un negro oscurísimo. Sumagnífica tez contrastaba con la palidez de su compañero, quien a su ladoparecíatodavíamásfatigadoyojeroso.

—Nolesharéperdertiempo—dijoél,levantándosedelsofá—.Entrarésinmáspreámbuloseneltema.Yoeraunhombrefelizydeéxito,señorHolmes,y a punto de casarme, cuando un inesperado y horroroso infortunio vino aecharportierratodasmisesperanzas.

Trabajaba, como ya le habrá dichoWatson, en el ForeignOffice, donderápidamente ascendí hasta una posición de responsabilidad. Cuando estaAdministración hizo a mi tío ministro de Asuntos Exteriores, él empezó adarmemisionesdeimportanciay,comoyolasresolvieraconéxito,llegóporúltimoatenerlamáximaconfianzaenmihabilidadytacto.

Haceaproximadamentediezsemanas(parasermásexactoel23demayopasado)mellamóasudespachoprivadoy,trasfelicitarmeporelbuentrabajoque había hecho, me informó de que tenía para mí una nueva misión deconfianza.

Esto—dijo,tomandodesuescritoriounrollodepapelgris—eseloriginaldeesetratadosecretoentreInglaterraeItalia,sobreelcualsientodecirqueyacorren rumores en la Prensa. Es extremadamente importante que no hayaninguna filtración más. Las embajadas francesas o rusas pagarían enormescantidades de dinero por conocer el contenido de estos documentos. Nodeberían salir de mi despacho, pero es absolutamente necesario hacer unacopiadeellos.¿Tienesescritorioentuoficina?

—Sí,señor.

—Entonces, coge el tratado y guárdalo allí.Daré instrucciones para quetengasquequedartecuandosevayanlosotros,demodoquepuedashacerloatusanchassintemoraquealguienteestévigilando.Cuandotermines,vuelvea guardar bajo llave en tu escritorio tanto el original como la copia yentrégamelospersonalmentemañanaporlamañana.

Tomélosdocumentosy...

—Perdónemeun inciso—dijoHolmes—.¿Estabansolosduranteaquellaconversación?

—Absolutamente.

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—¿Esunaestanciaamplia?

—Treintapiesencadadirección.

—¿Enelcentro?

—Sí,másomenos.

—¿Hablandobajo?

—Lavozdemitíoessiempremuybaja.Yocasinohablé.

—Gracias —dijo Holmes, entornando los ojos—. Por favor, tenga labondaddeseguir.

—Hiceexactamenteloquemehabíaindicadoyesperéhastaquelosotrosempleadossemarcharon.Unodeellos,quetrabajaenelmismodespachoqueyo,CharlesGorot,teníaqueterminaruntrabajoatrasado,asíqueledejéallíyme fui a cenar.Cuandovolví sehabía ido.Quería terminar cuanto antesmitrabajo, porque sabía que el señorHarrison, a quien acaban ustedes de ver,estabaen laciudady tomaríael trende lasonceparavolveraWokingyyoqueríacogerlotambién.

Cuandome puse a examinar el tratado, en seguidame di cuenta de queteníaunaimportanciatal,quemitíonohabíaexageradonadaconloquehabíadicho. Sin entrar en detalles, puedo decir que definía la posición de GranBretañaenrelaciónconlaTripleAlianzaypredecíalapolíticaqueibaallevarese país en el caso de que la flota francesa aventajara en importancia a laitalianaenelmarcodelMediterráneo.Lascuestionestratadaseranpuramentenavales. Al final estaban las rúbricas de los altos dignatarios que lo habíanfirmado.Lesechéunamiradaymeapliquéalatareadecopiarlo.

Eraunlargodocumento,escritoenfrancés,yconteníaveintiséisartículosseparados. Copiaba lomás de prisa que podía, pero a las nueve sólo habíaterminadonueveartículosyperdí las esperanzasdepoder coger el tren.Mesentía soñoliento y estúpido, en parte debido a la cena y en parte tambiéndebido a un largo día de trabajo. Una taza de café me despejaría. Hay unporteroquesequedatodalanocheenunpequeñogaritosituadoalpiedelasescaleras;éstetienelacostumbredeprepararcaféensuinfernillodealcoholpara los oficiales que se quedan haciendo horas extraordinarias. Toqué eltimbre,pues,paraqueviniera.

Paramisorpresafueunamujerlaquerespondióalallamada;unamujerdeedad, grande, de cara tosca, que llevaba un delantal.Me explicó que era lamujerdelportero,quehacíalosrecados;lepedíquemesubierauncafé.

Escribídosartículosmásy,entonces,sintiéndometodavíamássoñoliento,melevantéypaseéarribaydebajodelahabitaciónparaestirarlaspiernas.Elcaféseguíasinvenirymepreguntabacuálseríalacausadeesteretraso.Abrí

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la puerta y me encaminé por el pasillo con el fin de descubrirlo. Era uncorredor poco iluminado que partía de la habitación en la que había estadotrabajando, constituyendo su única salida. Terminaba en una escalera curvaconelgaritodelporteroenelcorredorqueestáalfinaldelaescalera.Amitaddecaminodelaescalerahayundescansilloalquedaotrocorredorformandounángulorectoconéste.Estesegundocorredorlleva,atravésdeunaescalera,aunapuertalateralqueesusadaporlossirvientesytambiéncomoatajoporlosempleadoscuandoentrandesdeCharlesStreet.

Aquítieneunplanoesquemáticodellugar.

—Gracias.Creoquelesigobastantebien.

—Es muy importante que tenga en consideración este punto. Bajé lasescalerasy lleguéalhall,dondeencontréalporteroprofundamentedormidoensugaritoyelaguahirviendofuriosamenteenelhervidorsobreelinfernillo,salpicandotodoelsuelo.Alarguélamanoyestabaapuntodedarleunmeneoalhombre,queseguíaplácidamentedormido,cuandosonóconfuerzaunadelascampanillassituadassobresucabezaysedespertósobresaltado.

—SeñorPhelps,¡señor!—dijo,mirándomeatónito.

—Hebajadoaversimicaféestabapreparado.

—Estabahirviendoelaguacuandomequedédormido,señor.

Memiróamíyluegomiróhaciaarriba,alacampanillaquetodavíaseguíaestremeciéndose,ysuasombroibaenaumento.

—Siustedestáaquí, señor, ¿quiénha tocadoentonces lacampanilla?—preguntó.

—Lacampanilla—dijeyo—.¿Dequécampanillasetrata?

—Eslacampanilladelahabitaciónenlaqueustedestabatrabajando.

Mequedéhelado.Alguien,pues,estabaenmihabitacióndondeelpreciosotratadoestabaextendidoencimademimesa.Subífrenéticamentelasescalerasyavancécorriendoporelcorredor.Nohabíanadieenéste,señorHolmes.Nohabíanadieenlahabitación.Todoestabatalcomolohabíadejado,salvoquealguien había cogido de mi escritorio el documento que me había sidoencomendado.Lacopiaestabaallí,peroeloriginalhabíadesaparecido.

Holmes searrellanóen suasientoy se frotó lasmanos.Medi cuentadequeelproblemalellegabaalcorazón.

—Dígame,porfavor,¿quéhizoustedentonces?—murmuró.

—Almomentome di cuenta de que el ladrón debía de haber subido lasescaleras desde la puerta lateral. Tenía que haberme encontrado con él si

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hubieravenidoporelotrolado.

—¿Estabaconvencidodequenopodíahaber estadodurante todoel ratooculto en la habitación, o en el corredor que usted acaba de describir comomaliluminado?

—Esabsolutamenteimposible.Nisiquieraunaratapodríaocultarsenienlahabitaciónnienelpasillo.Nohayesconditeposible.

—Gracias.Leruegoquesiga.

—Elportero,viendoenlapalidezdemirostroquehabíaalgoquetemer,mehabíaseguidoescalerasarriba.Echamos losdosacorrerporelpasilloyporlasescalerasquellevabanaCharlesStreet.Lapuertaalpiedelaescaleraestabacerrada,perono tenía la llaveechada.Laabrimosdeungolpeynosprecipitamos fuera. Recuerdo claramente que al hacerlo oímos trescampanadasenelcarillóndeunaiglesiavecina.Eranlasdiezmenoscuarto.

—Estotienemuchaimportancia—dijoHolmes,tomandonotaenelpuñodelacamisa.

—Lanocheeramuyoscuroycaíaunalluviafinaycálida.NohabíanadieenCharlesStreet,peroalfondo,enWhitehall,eltráfico,comoesnormalallí,eramuydenso.Corrimosporlaacera,sinquenosimportaraelirdescubiertos,y en la última esquina de la calle encontramos un policía que estaba allíparado.

—Acaba de cometerse un robo —dije jadeando—. Un documento demuchovalorhasidorobadodelForeignOffice.¿Hapasadoalguienporaquí?

—Llevouncuartodehoraaquíparado—dijo—;solamentehapasadounapersona en este tiempo, una señora mayor, alta, que llevaba un chal decachemira.

—¡Ah!, esa es mi mujer—exclamó el portero—. ¿No ha pasado nadiemás?

—Nadie.

—Entonceselladróndebedehaberseguidoelotrocamino—exclamómicompañero,tirándomedelamanga.

Pero yo no estaba satisfecho con esto, y los intentos que hacía paraalejarmedeallíaumentabanmissospechas.

—¿Quécaminosiguiólaseñora?—exclamé.

—Nolosé,señor.Lavipasar,perono teníaningunarazónespecialparafijarmeenella.Parecíallevarprisa.

—¿Cuántotiempohacedeesto?

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—Oh,nohacemuchorato.

—¿Duranteestosúltimoscincominutos?

—Puessí,nopuedenhaberpasadomásdecinco.

—Estáperdiendoeltiempo,señor—gritóelportero—,yahoraunminutopuedesermuyimportante.Ledoymipalabradequemimujernotienenadaqueverenesto;vayamosahoraalotroextremodelacalle.Bueno,sinoquiereusted,loharéyo—yconestosaliócorriendoenlaotradirección.

Peroalcabodeunmomentolehabíaalcanzadoylecogíporlamanga.

—¿Dóndevive?—dijeyo.

—Enelnúmero16deIvyLane,Brixton—contestóél—;peronosedejellevar por un rastro falso, señor Phelps. Vamos hacia el otro extremo de lacalleyveamossiseoyealgo.

Noperdíanadasiguiendosuconsejo.Conelpolicíanosapresuramoscalleabajo, pero sólo para descubrir otra calle rebosante de tráfico,mucha genteyendoyviniendo,perotodosellosibanapresurados,deseososdeencontrarunlugardondeguarecerseenunanochetanhúmeda.Nohabíaungandulquenospudieradecirquiénhabíapasado.

Entoncesvolvimosalaoficinaybuscamossinresultadoporlasescalerasypor el pasillo. El pasillo que lleva hasta la habitación está cubierto por unlinóleocolorcremosoquemuestrafácilmentecualquiertipodehuella,peronoencontramosniunrasguñoniunapisada.

—¿Habíaestadolloviendotodalanoche?

—Desdelassiete,másomenos.

—¿Cómopuedeser,entonces,quelamujerqueentróaesodelasnuevenodejaraningunahuelladesusembarradasbotas?

—Mealegraque toqueesepunto.Semeocurrióentonces.Lasasistentasqueseencargandehacerlosrecadostienelacostumbredequitarselasbotasenlagaritadelportero,poniéndosezapatillasdesuelalisa.

—Eso lo deja claro. Así que no había huellas, aunque la noche estabasiendo húmeda, ¿no? La sucesión de los acontecimientos tiene un interésextraordinario.¿Quéhizodespués?

—Tambiénexaminamoslahabitación.Nohabíaposibilidaddequehubieraunapuertasecreta,y lasventanasestánacasi treintapiesdelsuelo.Lasdosestaban cerradas por dentro. La alfombra impedía la posibilidad de unatrampilla y el techo está sencillamente encalado.Apostaría pormi vida quequien quiera que fuese el que robómis documentos sólo pudo entrar por la

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puerta.

—¿Quémedicedelachimenea?

—No la hay. Hay, en cambio, una estufa. El cordón de la campanillacuelga de un alambre colocado justo a la derecha de mi escritorio. El quellamara tuvoquevenirdirectamenteamiescritorioparahacerlo.¿Peroparaquéquierehacersonarlacampanillauncriminal?Esunmisterioinsoluble.

—Ciertamente el incidente no es habitual. ¿Qué pasos dio después?¿Examinólahabitación,comosupongoquehizo,paraversiel intrusohabíadejadoalgúntipoderastrotrasdesí,unacolillaounguantetiradoenelsuelo,unahorquilladepeloocualquierotrabaratija?

—Nohabíanadadeeso.

—¿Ningúnolorespecial?

—Nopensamosenello.

—Ah,unaromadetabaconosserviríademuchoenunainvestigacióndeestetipo.

—Yo no fumo nunca, de modo que me hubiera dado cuenta si hubieraolidoatabaco.Nohabíaningunapistadeestetipo.Elúnicohechotangibleeraquelamujerdelportero,laseñoraTangey,sehabíaapresuradoaabandonarellugar.Elnodioningunaexplicacióndeestehecho,salvoqueéstaeramásomenoslahoraenlaquelamujersolíavolveracasa.Elpolicíayyoestábamosdeacuerdoenqueelmejorplaneradarcazaalamujerantesdequepudiesedeshacersedelosdocumentos,enlapresuncióndequeeraellaquienlostenía.

A esas alturas la alarma había llegado ya a Scotland Yard y el señorForbes, el detective, llegó rápidamentey tomóen susmanos el caso, dandomuestras de una gran energía. Alquilamos un simón y a la media horallegamosa ladirecciónquenoshabíandado.Abrió lapuertauna joven,queresultó ser la hija mayor de la señora Tangey. Su madre todavía no habíavueltoynoshizopasaralcuartodelanterodelacasaaesperar.

Alcabodediezminutosaproximadamentellamaronalapuertadelacasaconlosnudillos,yaquícometimosunerrordelquemesientoculpable.Envezdeabrirnosotroslapuerta,dejamosalachicaquelohiciera.Laoímosdecir:«Madre,haydoshombresesperándola»,yuninstantedespuésoímoslospasosdealguienqueavanzabaprecipitadamenteporelpasillohaciaelinteriordelacasa.Forbesabriólapuertadegolpeyamboscorrimosalahabitacióntraseraococina,perolamujerhabíallegadoantesquenosotros.

—Pero,¡cómo!,sieselseñorPhelps,eldelaoficina—exclamó.

—Vamos,vamos,¿quiéncreyóqueéramoscuandohuyódenosotros?—

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preguntómicompañero.

—Pensé que eran los agentes de seguros —dijo ella—; hemos tenidoproblemasconunvendedor.

—Esanoesrazónsuficiente—contestóForbes—.TenemosrazonesparacreerqueustedhacogidounosimportantesdocumentosenelForeignOfficeycorrióhastaaquíparadejarlos.TienequevenirconnosotrosaScotlandYardparasercacheada.

Protestóyseresistióenvano.Trajeronuncarruajeylostresvolvimosenél.Previamentehabíamosinspeccionadolacocina,yespecialmenteelfuego,con el fin de saber si ella no habría intentado eliminar los papelesmientrasestuvosola.Nohabíaindicios,sinembargo,decenizasotrozosdepapel.

CuandollegamosaScotlandYardfueconducidade inmediatoa lamujerqueefectúaloscacheosalasmujeres.Esperéenunaagoníadesuspensehastaqueéstavolvióconelinforme.Nohabíaindiciosdelosdocumentos.

Entonces,porprimeravez,mehiceplenamenteconscientedelhorrordemisituación. Hasta aquí había estado tan seguro de que recuperaría losdocumentosrápidamente,quenomehabíaatrevidoapensarencuálesseríanlasconsecuenciassinoloconseguía.Peroahorayanoquedabanadaporhacery tenía tiempo para darme cuenta demi situación. ¡Era horrible!Watson lehabrá dicho que en la escuela yo era un chico nervioso y sensible. Es minaturaleza.PenséenmitíoyensuscolegasdelGabinete;enlavergüenzaquetendríaquepasarpormiculpa,enlaquetendríaquepasaryoytodoslosquetenían relación conmigo. ¿Qué importaba que yo fuera la víctima de unextraordinario accidente? No hay lugar para los accidentes cuando losintereses diplomáticos están en juego. Estaba arruinado; vergonzosamente,desesperadamentearruinado.Noséloquehice.Imaginoquedebídehacerunaescena.Tengounvagorecuerdodeungrupodeoficialesapiñadosentornoamíintentandoaplacarme.UnodeellosmecondujohastaWaterlooymemetióenuntren.CreoquehubierahechotodoelcaminoamiladodenoserporqueeldoctorFerrier,queviveaquíallado,volvíadelaciudadenesemismotren.Eldoctorsehizoamablementecargodemí,ymenosmalquelohizo,porquetuveunataqueenlaestaciónyantesdequellegaraamicasamehabíavueltoyaunmaníacodelirante.

Puedeustedimaginarseelestadodecosasaquícuandoeldoctor,alllamaralapuerta,lossacódelacamaymeencontraronamíensemejanteestado.Lapobre Annie, a quien ven ustedes aquí, y mi madre tenían el corazóndestrozado.EldetectivehabíadadoaldoctorFerrierlainformaciónsuficienteenlaestaciónparaqueéstepudieradarlesunaideadeloquehabíasucedido,ysunarraciónnoechabaningúnparchealproblema.Eraevidentequeyohabíacaído enfermo con una enfermedad que sería larga; así que Joseph fue

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desalojadodesualegrehabitación,queconvirtieronenuncuartodeenfermopara mí. Aquí he yacido durante más de nueve semanas, señor Holmes,inconscienteydelirantedebido a la fiebre.Denohaber sidopor la señoritaHarrisonyporloscuidadosdeldoctornoestaríaahorahablandoconustedes.Ellamehacuidadoduranteeldía,yporlanochecontrataronlosserviciosdeuna enfermera, porque en mis ataques era capaz de cualquier cosa. Poco apocofuirecobrandolarazón,peronohasidosinoenestos tresúltimosdíascuandoherecuperadolamemoria.Algunasvecesdeseonohaberlarecobradonunca. La primera cosa que hice fue telegrafiar al señor Forbes, en cuyasmanosestabaelcaso.Estevinoymeaseguróque,aunquesehabíahechotodoloposible, no sehabían encontradopruebasni pistas.Habían interrogado alporteroyasumujerdetodoslosmodosposibles,sinconseguirhacerunpocode luz sobre el asunto.Las sospechasde la policía fueron a recaer entoncessobreeljovenGorotque,comoustedrecordará,sequedófueradehoraenlaoficinaaquellanoche.Elhabersequedadoysuapellidofrancéseran losdosúnicospuntosquepodíansugerirunasospecha;perodehechoyonoempecéatrabajar hasta que él ya se había ido; y su gente, aunque de ascendenciahugonota,tieneunasimpatíayunascostumbrestaninglesascomolasdeustedycomolasmías.Noseencontrónadaporloquepudieraestarimplicadoenelasuntoyaquí renunciarona seguir investigando.He recurridoausted, señorHolmes,comomiúltimaesperanza;simefalla,perderéparasiempremihonorymiposición.

El inválido se hundió de nuevo en los cojines, agotado por el largomonólogo, mientras su enfermera le servía un vaso de cierto medicamentoestimulante. Holmes estaba sentado en silencio con la cabeza echada haciaatrás y los ojos cerrados, en una actitud que podría parecer apática a unextraño,peroqueyosabíaquedenotabalamásintensaabstracción.

—Suinformehasidotanexplícito—dijoporúltimo—,quemehadejadopoco lugar a que le hagamás preguntas.Queda, sin embargo, una de sumaimportancia. ¿Le había dicho usted a alguna persona algo sobre la especialtareaqueteníaquellevaracabo?

—No,anadie.

—¿NisiquieraalaseñoritaHarrison,aquípresente,porejemplo?

—No.NovolvíaWokingenelespaciodetiempoquehuboentrerecibirlaordenyejecutarla.

—¿Ynadiedesusfamiliaresoamigoshabíaido,porcasualidad,averle?

—Nadie.

—¿Alguno de ellos sabe el camino que hay que seguir para llegar a suoficina?

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—Oh,¡claro!Todoselloshansidointroducidospormíalgunavez.

—Detodosmodos,porsupuesto,sinodijonadaanadiesobreesetrabajo,estaspreguntassonirrelevantes.

—Nodijenada.

—¿Sabeustedalgosobreelportero?

—Nada,exceptoqueesunsoldadoretirado.

—¿Dequéregimiento?

—Oh,meparecehaberoídoquedelos«ColdstreamGuards».

—Gracias. No me cabe duda de que podré conseguir más detalles pormedio de Forbes. Las autoridades son excelentes a la hora de amontonarhechos, aunque no siempre los usan en su propio beneficio. ¡Qué cosamásbonitaesunarosa!

Fue detrás del diván, abrió la ventana y, tomando en su mano el talloinclinadodeuna rosa cubiertademusgo, contempló la exquisitamezcladelcarmesí con el verde. Esta faceta de su carácter era nueva para mí porquenuncalehabíavistodemostraruninterésprofundoporlosobjetosnaturales.

—Nohaynadadondeladeducciónsea tannecesariacomoen lareligión—dijo, recostándose en las contraventanas—. El razonador puede construirconellaunacienciaexacta.SiempremehaparecidoquelaseguridadsupremaenlabondaddelaProvidenciadescansaenlasflores.Todaslasdemáscosas,nuestros poderes, nuestros deseos, nuestro alimento, todos son realmentenecesariosenprimerainstanciaparanuestraexistencia.Peroestarosasenosda por añadidura. Su aroma y su color son un adorno de la vida, no unacondición de ésta. Sólo la bondad se da por añadidura y por eso, repito,tenemosmuchoqueesperardelasflores.

PercyPhelpsysuenfermeramiraronaHolmesduranteestademostraciónconsorpresayuntantodedesilusiónescritaensusrostros.Élhabíacaídoenunaensoñación,conlarosaentresusdedos.Pasóunratoantesdequelajovenrompieraelsilencio.

—¿Veustedalgunaposibilidaddesolucionarestemisterio,señorHolmes?—preguntóconciertaaspereza.

—Oh, ¡el misterio! —contestó él, volviendo con un sobresalto a lasrealidades de la vida—. Sería absurdo negar que el caso es oscuro ycomplicado; pero puedo prometerles que estudiaré el asunto y que les harésaberlospuntosquemeimpresionen.

—¿Vealgunapista?

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—Mehaproporcionadoustedsiete,pero,porsupuesto,debocomprobarlasantesdepronunciarmesobresuvalor.

—¿Sospechadealguien?

—Sospechodemí.

—¿Qué?

—Dellegaraconclusionesdemasiadorápidas.

—EntoncesvayaaLondresycompruebesusconclusiones.

—Suconsejoesexcelente,señoritaHarrison—dijoHolmes,levantándose—.Creo,Watson, que no podemos hacer nadamejor.No se deje llevar porfalsasesperanzas,señorPhelps.Elasuntoestámuyenmarañado.

—Estaré en un estado febril hasta que le vuelva a ver —exclamó eldiplomático.

—Bueno,vendréenelmismo trenmañana, aunqueesmásqueprobablequemiinformeseanegativo.

—Dios lebendigaporsupromesadevenir—exclamónuestrocliente—.Me hace cobrar nuevos ánimos el saber que se está haciendo algo. Apropósito,tuveunacartadeLordHoldhurst.

—¡Ah!,¿quédecía?

—Se mostraba frío, pero no severo. Me atrevería a decir que mi graveenfermedadhaevitadoquelofuera.Volvíaarepetirqueelasuntoeradesumaimportanciayañadíaqueno sedaríapasoalgunoen relaciónconmi futuro(con locual,por supuesto, se referíaamidestitución)hastaquemehubierarecuperadoytuvieralaoportunidadderepararmiinfortunio.

—Bueno,fuerazonableyconsiderado—dijoHolmes—.Vamos,Watson,quetenemosunbuendíadetrabajoantenosotros.

El señor Joseph Harrison nos condujo a la estación, y en seguida nosencontramos inmersos en el rápido traqueteo de un tren que venía dePortsmouth. Holmes se hundió en sus pensamientos y apenas abrió la bocahastaquepasamosClaphamJunction.

—QuéagradableesllegaraLondresatravésdeunadeestaslíneasquelepermitenaunoverlascasasdesdearriba,comoenestecaso.

Penséquebromeabaporquelavisiónerabastantesórdida,peroenseguidaseexplicó.

—Mire esos grandes grupos de edificios que se levantan aislados porencimadelostejadosdepizarra;parecenislasdeladrilloenunmarplomizo.

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—Sonlosinternados.

—¡Los faros,muchacho, los faros! ¡Almenaras del futuro!Cápsulas concientosdepequeñas,brillantessemillasencadauno;deellassurgiráelinglésdel mañana, más inteligente, mejor. Supongo que ese hombre, Phelps, nobeberá,¿no?

—Nocreo.

—Ni yo tampoco. Pero estamos obligados a tener en cuenta todas lasposibilidades.Elpobrediablosehametidoenaguasdemasiadoprofundasylacuestiónqueahoraseplanteaessipodremosonosacarloaflotesanoysalvo.¿QuépiensausteddelaseñoritaHarrison?

—Esunamuchachaconuncaráctermuyfuerte.

—Sí, pero, o yo estoy equivocado, o se trata de unamuchacha bastantesensata. Ella y su hermano son los únicos hijos de un fabricante de hierroasentadoenalgún lugar caminodeNorthumberland.Phelps se comprometióconellaconocasióndeunviajequerealizóelañopasado;ellavinodespués,consuhermanocomoescolta,paraqueéllepresentaraasufamilia.Entoncessucedióesteaccidenteyella sequedóacuidara suamado,mientrasquesuhermanoJoseph,encontrándosecómodo,decidióquedarsetambién.Heestadohaciendoalgunainvestigaciónpormicuenta.Perohoyhadeserundíallenodeellas.

—Miclientela...—empecéadeciryo.

—Oh,siustedencuentrasuscasosmásinteresantesquelosmíos...—dijoHolmesconaspereza.

—Ibaadecirquemiclientelabienpuedeirtirandosinmíporundíaodos;alfinyalcaboeselperíodomástranquilodelaño.

—Excelente —dijo él, recobrando su buen humor—. Entoncesestudiaremos juntos este asunto. Creo que debemos empezar por ir a ver aForbes. Probablemente él podrá darnos todos los detalles que precisamos,hastaquesepamospordóndehadeabordarseelasunto.

—Usteddijoqueteníaunapista.

—Bueno, tenemos varias, pero sólo podremos saber si valen para algomedianteunainvestigaciónposterior.Elcrimenmásdifícilderastrearesaquelque carece de un objetivo claro. Ahora bien, éste sí que tiene un objetivo.¿Quiénvaabeneficiarse?Estánelembajadorfrancésyelruso;estáasimismoquienquiera que sea el que vaya a vendérselo al uno o al otro, y está LordHoldhurst.

—¡LordHoldhurst!

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—Bueno,sepuedeconcebirqueunhombredeEstadoseencuentreenunasituaciónenlaquenoleimportaríaqueciertodocumentodesaparecieradeunmodoaccidental.

—NounhombredeEstadoconunhistorialtanhonorablecomoeldeLordHoldhurst.

—Es una posibilidad y no podemos permitirnos el lujo de desecharla.VeremosaestehonorableLordhoyydescubriremossipuededecirnosalgo.Entretantoyahepuestoenmarchaalgunasinvestigaciones.

—¿Ya?

—Sí,enviételegramasdesdelaestacióndeWokingatodoslosperiódicosdelatardedeLondres.Esteanuncioapareceráentodosellos.

Me tendióunahojadepapelarrancadade sucuadernodenotas.Enéstaaparecíaescritoalápiz:

«Diez libras de recompensa a quien pueda dar información sobre elnúmerodelvehículoquedepositóaunpasajeroenlapuerta,oalrededoresdelForeign Office en Charles Street, a las diez menos cuarto de la noche delpasado23demayo.Dirigirseal221BdeBakerStreet.»

—¿Creeustedqueelladrónfueensimón?

—Sinofueasí,tampoconosperjudicaelintentarsaberlo.Pero,sielseñorPhelpstienerazónalafirmarquenohayesconditeposiblenienlahabitaciónnienlospasillos,lapersonadebedehabervenidodesdeelexterior.Sientródesdelacalleenunanochetanpasadaporagua,sindejar,noobstante,huellaalgunasobreellinóleo,quefueexaminadopocosminutosdespuésdequeesapersonahubierapasado,enesecasoesaltamenteprobablequevinieraenunsimón.Sí,creoquepodemosdeducirconseguridadquevinoenunsimón.

—Suenaprobable.

—Estaesunadelaspistasdequehablaba.Puedellevarnoshastaalgo.Y,porsupuesto,estáademáslacampanilla,queeslacaracterísticamásdistintivadelcaso.¿Porquéteníaquesonarlacampanilla?¿Intentaballevaracabounafanfarronadaelladrónquelohizo?¿Olohizoalguienqueestabaconelladrónconlaintencióndeevitarelcrimen?¿Ofueunaccidente?¿Ofue...?

Se hundió de nuevo en la intensa y profunda reflexión de la que habíasalido;peroamímepareció,acostumbradocomoestabaatodossusestadosdeánimo,quehabíacaídoenlacuentadeunanuevaposibilidad.

Eranlastresyveintecuandollegamosalfinaldenuestrorecorridoy,trasunbrevealmuerzoen lacantinade laestación, rápidamentenospusimosencaminoendirecciónaScotlandYard.HolmesyahabíatelegrafiadoaForbes,y

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lo encontramos esperándonos; un hombre pequeño, de aspecto zorruno, conuna expresión aguda, pero no por ello más amable, en el rostro. Fuedecididamente seco en su comportamiento con nosotros, especialmentecuandosupoelmotivoquenosllevabaaél.

—Conozco sus métodos, señor Holmes —dijo agriamente—. Estádispuesto a usar toda la información que la policía puede poner a sudisposiciónparaintentarterminarelcasoporsímismoydesacreditarla.

—Todo lo contrario —dijo Holmes—. De los cincuenta y tres últimoscasosquehetenido,minombresólohaaparecidoencuatro,llevándosetodalafamalapolicíaenlosotroscuarentaynueve.Noleculpopornosaberesto,porqueesjovenysinexperiencia;pero,sideseaprogresarensunuevocargo,trabajeconmigo,nocontramí.

—Estaría encantado de que me diera alguna otra indicación —dijo eldetective cambiando susmodales—.Hasta ahora no he tenido ningún éxitoconestecaso.

—¿Quépasoshadado?

—Hemos seguido la pista a Tangey, el portero. Dejó el ejército con unbuen informe sobre su conducta y nopodemos encontrar nada contra él. Sumujeresunamalapersona,sinembargo.Imaginoquesabemásdelasuntodeloqueintentaaparentar.

—¿Lahanseguido?

—Tenemos a una de nuestras mujeres detectives tras ella. La señoraTangeybebe,ynuestrodetectiveha estadoconella endosocasiones en lasqueestababastantechispa,peronopudosacarlenada.

—Creoquetuvieronalosagentesdesegurosencasa.

—Sí,perolespagaron.

—¿Dedóndeprocedíaeldinero?

—No vimos nada irregular en lo que al dinero se refiere. Les debían lapensióndeél;nohandadomuestrasdequelessobreeldinero.

—¿Qué explicación dio al hecho de que acudiera ella cuando el señorPhelpsllamóparapediruncafé?

—Dijoquesumaridoestabamuycansadoyqueríaayudarlo.

—Bueno, esto estaría ciertamentedeacuerdoconelhechodequeél fueencontrado,unpocomástarde,dormidoenlasilla.Nohaynadacontraellos,pues, salvoel carácterde lamujer. ¿Lepreguntóporqué llevaba tantaprisaaquellanoche?Suapremiollamólaatencióndelnúmerodepolicía.

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—Eramástardedelohabitualyqueríallegaracasa.

—¿Le hizo ver que usted y el señor Phelps, que salieron por lo menosveinteminutosdespuésdeella,llegaronallíantes?

—Ellaloexplicaporladiferenciaentreuncochedepuntoyeltranvía.

—¿Hizo alguna aclaración de por qué cuando llegó a casa se precipitóhacialacocina?

—Porqueteníaallíeldineroconelquepagaraloscorredores.

—Por lomenos tieneunarespuestapara todo.¿Lepreguntósialsalirsehabía encontrado con alguien o había visto a alguien merodeandosospechosamenteporCharlesStreet?

—Novioanadie,salvoalnúmerodepolicía.

—Bueno,pareceque lehahechounconcienzudo interrogatoriocruzado.¿Quémáshahecho?

—El empleado, Gorot; le hemos estado siguiendo la pista durante estasúltimasnuevesemanas,perosinresultado.Notenemosningunapruebacontraél.

—¿Algomás?

—Bueno,nocontamosconningúnotrohechosobreelquepodamosseguirunainvestigación.

—¿Sehaformadoustedyaalguna teoríasobrecómopudollegarasonaresacampanilla?

—Bueno,tengoqueconfesarqueeseasuntomepuede.Quienquieraquelohayahechotienequetenerunasangrefríaimpresionanteparaasí,sinmás,iryhacersonarlaalarma.

—Sí, es algo bastante extraño. Muchas gracias por todo lo que me hadicho. Sabrá de mí en el caso de que pueda entregarle al hombre. ¡VamosWatson!

—¿Dóndevamosairahora?—preguntéaldejarlaoficina.

—VamosairaentrevistarnosconLordHoldhurst,elministrodelGabineteyfuturoprimerministrodeInglaterra.

TuvimoslasuertedequeLordHoldhurstestabatodavíaensudespachodeDowning Street y, tras hacerle llegar Holmes su tarjeta de visita, nos hizopasaral instante.Elpolíticonosrecibióconesaextremadacortesía,unpocopasada de moda, que le caracteriza; nos ofreció asiento en dos lujosos ycómodossillonessituadosaambos ladosde lachimenea.El,depiesobre la

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alfombraqueseextendíaentreambos,consuesbeltayligerafigura,surostroagudo y pensativo y su rizado cabello prematuramente cano, parecíarepresentareltipo,yanodemasiadocomún,delnoblequeesnobledeverdad.

—Su nombreme esmuy familiar, señorHolmes—dijo sonriendo—.Y,porsupuesto,nopuedofingirquedesconozcoelobjetodesuvisita.Sólohahabido un suceso en estas oficinas que puede haber requerido su presenciaaquí.Pero,permítamequelepregunteporcuentadequiénactúa.

—DelseñorPercyPhelps—contestóHolmes.

—¡Ah, mi infortunado sobrino! Como usted puede comprender, nuestroparentescome hace todavíamás difícil el intentar protegerle de unmodo uotro.Temoqueesteincidentetendráunefectomuyperjudicialensucarrera.

—Pero,¿ysiencontramoseldocumento?

—¡Ah!,enesecasoseríadiferente.

—Megustaríahacerleunaspreguntas,LordHoldhurst.

—Estaré encantado de poder ofrecerle toda la información que seencuentraenmipoder.

—¿Fueenestahabitaciónendondeledioasusobrinolasinstruccionesdecómodebíallevarseacabolacopiadeldocumento?

—Estaera.

—Entonces difícilmente pudo haber alguien que sorprendiera suconversación.

—Porsupuesto.

—¿Le habíamencionado a alguien que tenía la intención de entregar eltratadoaalguienconelfindehacerunacopia?

—Nunca.

—¿Estásegurodeello?

—Absolutamente.

—Bueno,puestoqueniustedse lodijoanadie,niel señorPhelps se lodijoanadie,ninadiemássabíaalgosobreelasunto,lapresenciadelladrónenlahabitaciónfue,pues,algopuramenteaccidental.Viounaposibilidadynoladejóescapar.

Elpolíticosonrió:

—Esoyanoesdemicompetencia—dijo.

Holmessequedóunmomentopensativo.

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—Hayotroaspectodelasunto, tambiénmuyimportante,quemegustaríacomentar con usted —dijo—. Tengo entendido que usted temía las gravesconsecuencias que acarrearía el hecho de que se llegaran a conocer ciertosdetallesdeltratado,¿noesasí?

Unasombracubrióelexpresivorostrodelpolítico.

—Verdaderamente,gravesconsecuencias.

—¿Ylashahabidoya?

—No,todavíano.

—¿Si el tratado hubiera llegado, pongamos por caso, al Ministerio deAsuntosExterioresfrancésoruso,losabría?

—Sí, tendríaquesaberlo—dijoLordHoldhurst,poniendounaexpresióndedisgustoenelrostro.

—Entonces,puestoquehanpasadocasidiezsemanasytodavíanosesabenada,¿seríaciertosuponerqueeltratadonohallegadoaellos?

LordHoldhurstseencogiódehombros.

—Nopodemos suponerqueel ladróncogióel tratadopara enmarcarloycolgarlodelapared.

—Posiblementeestéesperandoapodervenderloamejorprecio.

—Si espera un pocomás, ya no podrá venderlo en absoluto. Dentro deunoscuantosmeseseltratadodejarádesersecreto.

—Esoesmuyimportante—dijoHolmes—.Porsupuesto,noestáfueradeloposiblequeelladrónseencuentreaquejadodeunasúbitaenfermedad.

—¿Un ataque de encefalitis, por ejemplo? —preguntó el político,lanzándoleunarápidamirada.

—Yo no diría eso—dio Holmes imperturbable—. Y ahora nos vamos,LordHoldhurst;yalehemosquitadomuchodesuvaliosotiempo,ysólonosquedadesearlequetengaustedunbuendía.

—Ledeseosuerteensuinvestigación,seaquienseaelcriminal—contestóelnoblecaballero,altiempoquenosdespedíaconunareverencia.

—Es un buen tipo —dijo Holmes cuando salimos a Whitehall—. Perotieneenormesdificultadesparamantenersuposición.Andalejosdeserricoytienemuchosgastos.¿Sediocuentadequesusbotinesteníanechadasmediassuelas? Ahora, Watson, no quiero tenerle alejado más tiempo de susobligaciones.Noharénadamáshoy,anoserquealguiencontestealanuncioque puse en el periódico. Pero le estaría agradecido en extremo si quisiera

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acercarse conmigomañana aWoking; cogeremos elmismo tren que hemoscogidohoy.

Mereuní,pues,conélalamañanasiguienteehicimoselviajejuntoshastaWoking.Nadiehabíacontestadoalanuncio,dijo,ynadahabíasucedidoqueechara una nueva luz sobre el asunto. Tenía, cuando así lo deseaba, laprofundainexpresividaddeunpielroja.Yyonopudededucirporsuaspectosi estaba o no satisfecho con la situación del caso. Recuerdo que suconversación giró en torno al sistema Bertillon de medidas y expresó unaentusiastaadmiraciónporelsabiofrancés.

Encontramos a nuestro cliente todavía bajo los cuidados de su fielenfermera, pero teníamuchomejor aspecto que antes.Cuando entramos, selevantósindificultaddelsofáynossaludó.

—¿Algunanovedad?—preguntóconvehemencia.

—Mi informe, como esperaba, es negativo—dijoHolmes—.He visto aForbes y a su tío y he puesto enmarcha una o dos investigaciones que nospuedenllevarhastaalgo.

—¿Noestá,pues,descorazonado?

—Enabsoluto.

—¡Dioslebendigapordecirtalcosa!—exclamólaseñoritaHarrison.

—Laverdadterminaráporsaliralaluzsiseguimossiendovalerososynoperdemoslapaciencia.

—Nosotrospodemosdarlemásnoticiasdelasqueustedhapodidodarnos—dijoPhelpsvolviéndoseasentarenelsofá.

—Esperabaquetuvieranalgoquedecirme.

—Sí, ayer por la noche nos sucedió algo que podría ser serio —suexpresiónsefuehaciendomásgravesegúnhablabaysumiradaexpresabauntipodesentimientoparecidoalmiedo—.¿Sabeusted—dijo—queempiezoacreer que estoy siendo, sin darme cuenta, el centro de una monstruosaconspiraciónquenosóloatentacontramihonorsinotambiéncontramipropiavida?

—¡Ah!—exclamóHolmes.

—Pareceincreíble,porquenotengo,queyosepa,unsoloenemigoenestemundo.Y, sin embargo, a partir de la experiencia de ayer por la noche, nopuedollegaraotraconclusión.

—Porfavor,tengalabondaddecontarmecómofue.

—Tienequesaberqueayerporlanochefuelaprimeravezquedormísin

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unaenfermeraenlahabitación.Meencontrabamuchísimomejorquelosdíaspasados, tanto, que decidí que podía pasar sin ella. Tenía, no obstante, unalamparilla encendida. Bueno, a eso de las dos de la madrugada me habíahundido en un sueño ligero, cuando un ruiditome despertó de repente. Erasimilaral ruidoquehacen los ratonesal roer las tablasdelentarimadoymequedéunratoescuchando,pensandoqueesadebíadeserlacausa.Entoncessehizomásfuerte,hastaquealfinaloíenlaventanaungolpeagudoymetálico.Mesentéasombrado.Ahorayanohabíadudasobrelaprocedenciadelruido.Losmásdébilesloshabíaproducidoalguienalintentarforzarlosbastidoresdelaventanayelsegundoloprodujoelpestilloalsaltar.

Trasesto,todoquedóensilencioduranteunosminutos,comosilapersonaestuvieraesperandoaversielruidomehabíadespertadoono.Entoncesoíuntenuechirrido,altiempoquelaventanaseibaabriendolentamente.Nopudeaguantarmás,porquemisnerviosyanosonloqueerany,saltandodelacama,abrídegolpe lascontraventanas.Habíaunhombreagazapadoen laventana.Apenaspudeverlo,porqueechóacorrerconlavelocidaddelrelámpago.Ibaenvuelto en algo parecido a una capa, que le ocultaba la parte inferior delrostro.Sóloestoysegurodeunacosa,yesquellevabaunarmaenlamano.Me pareció un cuchillo.Vi claramente el brillo de éste cuando él se volvióantesdeecharacorrer.

—Estoesdelomásinteresante;ydígame,¿quéhizoustedentonces?

—Habríasaltadoporlaventanaylehubieraseguido,simehubierasentidomásfuerte.Loquehicefuetocarlacampanillaylevantaratodalacasa.Mellevóunratoporquelascampanillassuenanenlacocinaytodoslossirvientesduermenarriba.Grité,portanto,locualhizobajaraJoseph,queseencargódedespertar al resto. Joseph y el mozo de cuadra encontraron pisadas en elmacizodefloresqueestádebajodelaventana,peroeltiempohasidotansecoúltimamente,quepensaronque sería imposible seguirlaspor todoel césped.Noobstante,mehandichoquehayunlugarenlacercademaderaquebordeala carretera quemuestra signos como si alguien hubiera pasado por encimarompiendoun listónal hacerlo.Todavíanohedichonadaa lapolicía local,porquepenséqueharíamejorensaberprimerosuopiniónsobreelasunto.

EsterelatodenuestroclientepareciótenerunefectoextraordinariosobreSherlock Holmes. Se levantó de su asiento y se puso a ir y venir por lahabitaciónenunestadoincontrolabledeexcitación.

—Lasdesgraciasnuncavienensolas—dijoPhelpssonriendo,aunqueeraevidentequeestesucesolehabíadejadountantoestremecido.

—Ya ha sufrido usted lo suyo, verdaderamente—dijo Holmes—. ¿Creequeseríacapazdedarunavueltaconmigoalrededordelacasa?

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—¡Oh,sí!Meagradaríamuchoquemedieraunpocoelsol.Josephvendrátambién.

—¡Yyotambién!—dijolaseñoritaHarrison.

—Siento mucho tener que decirle que no —dijo Holmes moviendo lacabeza—.Creoquetengoquepedirlequesequedesentadaexactamenteenelmismolugarenelqueestáahora.

Lajovendamavolvióaocuparsuasientoconciertoairededisgusto.Sinembargo, suhermano sehabíaunido anosotrosy salimos los cuatro juntos.Dimoslavueltaporelcéspedquebordealacasahastallegaralaventanadelahabitación que ocupaba el joven diplomático. Había, como él había dicho,algunas huellas en el macizo de flores, pero eran totalmente borrosas eimprecisas.Holmesseinclinóunmomentosobreellas,traslocualseirguiódenuevoencogiéndosedehombros.

—Nocreoquenadiepuedasacarmuchoenclarodeesto—dijo—.Demosunavueltaenteraalacasayveamosporquéelladrónescogióestahabitaciónenparticular.Yopensaríaquelasampliasventanasdelsalónydelcomedorlehabríanatraídomás.

—Sevenmásdesdelacarretera—sugirióelseñorJosephHarrison.

—¡Ah, sí, claro! Hay aquí una puerta por la que quizá haya intentadopasar.¿Paraquélausan?

—Es lapuerta lateral,queutilizan loscomerciantes.Porsupuesto,por lanocheestácerradaconllave.

—¿Leshabíasucedidoalgoparecidoenalgunaotraocasión?

—Nunca—dijonuestrocliente.

—¿Tieneencasaplataoalgoquepuedaatraeralosladrones?

—Nadadevalor.

Holmes se dio un paseo alrededor de la casa. Llevaba lasmanos en losbolsillosymostrabaunaspectobastantenegligente,algoinusualenél.

—Apropósito—ledijoaJosephHarrison—,creoquehaencontradoustedunlugarpordondeeltipopudohabersaltadolacerca;echémosleunvistazo.

El joven nos condujo hasta un lugar en donde podía verse que la partesuperiordeunodeloslistonesqueformabanelcercadoestabaresquebrajada.Habíauntrocitodemaderacolgando.Holmesloarrancóyloexaminóconairecrítico.

—¿Cree usted que esto lo hicieron anoche? Parece que tiene bastantetiempo,¿no?

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—Bueno,posiblemente.

—Nohayhuellasqueindiquenquealguienhayasaltadodesdeelotrolado.No,nocreoqueestelugarvayaasernosútilennuestrabúsqueda.Volvamosaldormitorioyrecapacitemossobreelasunto.

Percy Phelps caminaba despacio, apoyándose en el brazo de su futurocuñado.Holmesatravesólapraderaapasoligeroyllegamosjuntoalaventanaabiertamuchosantesquelosotrosdos.

—SeñoritaHarrison—dijoHolmes,poniendomuchocuidadoensumododedirigirseaella—,tieneustedquequedarsetodoeldíaenellugarenelqueestá ahora. No consienta que nada le impida hacerlo. Esto tiene unaimportanciavital.

—Claroqueloharé,siasílodeseausted—dijolamuchachaasombrada.

—Cuandosevayaadormir,cierreporfueralapuertadeestahabitaciónyguardelallave.Prométamequelohará.

—Pero¿yPercy?

—VendráaLondresconnosotros.

—¿Yyovoyaquedarmeaquí?

—Esporsubien,¡puedeserleustedmuyútil!¡Rápido!¡Prométamelo!

Asintióconlacabezaenelmismomomentoenquellegabanlosotros.

—¿Porquétequedasahíhaciendomuecas,Annie?—legritósuhermano—.Salaquetedéelsol.

—No,gracias,Joseph;tengounligerodolordecabezayestahabitaciónesdeliciosamentefrescaysedante.

—¿Qué propone que hagamos ahora, señor Holmes? —dijo nuestrocliente.

—Bueno, no debemos perder de vista la investigación principal porandarnospreocupandodeunasuntillosinimportancia.MeprestaríaunagranayudasipudieraustedveniraLondresconnosotros.

—¿Ahoramismo?

—Bueno, lo antes posible, siempre que no le suponga un trastorno.Digamosdentrodeunahora.

—Mesientolobastantefuerte,siesquedeverdadpuedoserleútilenalgo.

—Utilísimo.

—Posiblementequieraquemequedeapasarlanocheallí.

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—Esoesloqueibaaproponerle.

—Enesecaso,simiamigonocturnovuelveavisitarme,veráqueelpájaroha volado. Estamos todos en sus manos, señor Holmes: tiene usted quedecirnos loquequierequehagamos.¿A lomejorprefiereque Josephvengaconnosotrosparahacersecargodemí?

—Oh, no; mi amigo Watson es médico, sabe, y se ocupará de usted.Comeremos aquí, si nos lo permite, y después partiremos juntos hacia laciudad.

Se decidió hacerlo tal como él lo había sugerido, si bien la señoritaHarrison, de acuerdo con la sugerencia de Holmes, se excusó por noabandonar la habitación. Yo no podía concebir cuál era el objeto de lamaniobrademiamigo,anoserquesepropusieramanteneraladamaalejadade Phelps, quien, lleno de alegría por haber recobrado la salud y por lasperspectivasdeacción,comióconnosotrosenelcomedor.Holmesnosteníareservada, sin embargo, otra sorpresa todavía más grande, porque, trasacompañarnoshastalaestacióneintroducirnosenelvagón,nosanunciócontodacalmaquenoteníalaintencióndeabandonarWoking.

—Haytodavíadosotrespequeñascuestionesquemegustaríaaclararantesde ir —dijo—. Su ausencia, señor Phelps, me será de alguna manera útil.Watson,cuandolleguenaLondres,hágameelfavordedirigirserápidamenteconnuestroamigoaBakerStreetydequedarseallíconélhastaquevolvamosavernos.Esunasuertequeseanantiguoscompañerosdeescuela,porqueasítendrán mucho de que hablar. El señor Phelps puede ocupar el cuarto dehuéspedesyyovolveréaestarconustedesmañanaalahoradeldesayuno,yaquehayuntrenquemedejaráalasochoenlaestacióndeWaterloo.

—¿Pero qué pasará con nuestra investigación en Londres? —preguntóPhelpspesaroso.

—Podremos hacerlamañana. Creo que en estemomento puedo sermásútilaquí.

—DígalesenBriarbraequeesperoestardevueltamañanaporlanoche—gritóPhelpscuandoeltrenempezabaadejarelandén.

—NoesperovolveraBriarbrae—contestóHolmes,despidiéndonosconlamanomientraseltrenibasaliendocadavezmásdeprisadelaestación.

Phelps y yo hablamos de ello durante el viaje, pero ninguno de los dospudo imaginarse una razón satisfactoria que explicara este nuevoacontecimiento.

—Supongoquequerráencontraralgunapistarelativaalrobodeanoche,siesquesetratabadeunrobo.Pormiparte,nocreoquesetrataradeunrobo

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ordinario.

—¿Quéideatieneusted,pues,delasunto?

—Puedeustedachacárseloonoaladebilidaddemisnervios,peropalabraquecreoquesoyelcentrodeunaprofundaintrigapolíticayque,poralgunarazón que se me escapa, los conspiradores apuntan contra mi vida. Suenaexaltado y absurdo, pero ¡considere los hechos! ¿Por qué iba un ladrón aintentar forzar la ventana de un dormitorio en el que no podía haberposibilidadderoboyporquéibaallevaruncuchilloenlamano?

—¿Estáustedsegurodequenoeraunaganzúa?

—Oh,no;erauncuchillo.Viclaramenteelbrillodelahoja.

—Pero¿porquédemonioslevanaperseguircontalanimosidad?

—¡Ah!,esaeslacuestión.

—Bueno, siHolmes tiene elmismopuntodevista, esoestaría conformeconelhechodequeélsehayaquedadoallí,¿no?Suponiendoquesuteoríaseacorrecta,sipuedeecharleelguanteaquienleamenazóaustedanoche,habráavanzadomuchoenlabúsquedadelapersonaquesellevóeltratadonaval.Esabsurdo suponer que tiene usted dos enemigos; uno que le robamientras elotroatentacontrasuvida.

—PeroelseñorHolmesdijoquenoibaairaBriarbrae.

—Leconozcodesdehacealgúntiempo—dijeyo—,yséquenuncahacenadasinocuentaconunabuenarazónparahacerlo.

Yconestonuestraconversaciónsaltóaotrostópicos.

Perofueundíaagotadorparamí.Phelpsestabatodavíamuydébiltrassularga enfermedad y sus infortunios le habían vuelto quejica y nervioso. Envanome propuse atraer su interés hacia otros temas tales comoAfganistán,India, los problemas sociales; cualquier cosa que le quitara de la cabeza elproblema que le tenía obsesionado. Siempre terminaba volviendo aldesaparecido tratado;preguntándose,haciendoconjeturas,especulandosobreloqueestaríahaciendoHolmes,loquedecidiríaLordHoldhurst,lasnoticiasquetendríamosporlamañana.Aliravanzandolatarde,suexcitaciónsehizocasidolorosa.

—¿TieneunafeimplícitaenHolmes?—preguntó.

—Lehevistollevaracabohechosasombrosos.

—¿Pero logró esclarecer alguna vez algún otro asunto tan oscuro comoéste?

—Oh, sí; le hevisto resolver casos quepresentabanmenospistas que el

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suyo.

—¿Peroalgunoenelquetantosinteresesestuvieronenjuego?

—Esonolosé.LoquesíséseguroesquehaactuadoenrepresentacióndetresdelascasasreinantesdeEuropaenasuntosvitales.

—Pero usted lo conoce bien, Watson. Es un tipo tan inescrutable, quenuncaséquepensardeél.¿Creequetieneesperanzas?¿Creequecuentaconacabarelasuntoconéxito?

—Nohadichonada.

—Esoesunmalsigno.

—Porelcontrario,mehedadocuentadequecuandonosabepordóndeva, lodice.Escuandohuelealgo,perotodavíanoestá lobastantesegurodequeestáenlocierto,cuandosemuestramástaciturno.Ahora,queridoamigo,nopodemosevitarlosproblemasponiéndonosnerviososconellos,asíquelesuplicoqueseacuesteconelfindequepuedaestarustedfrescoparaloquenosaguardemañana,sealoquesea.

Finalmente pude persuadir a mi compañero de que siguierami consejo,aunque sabía, por el estado de excitación en que se encontraba, que nodormiríanada.Enrealidad,suestadodeánimoeracontagioso,porqueyomepasélamitaddelanochedandovueltasenlacama,rumiandoaquelextrañoasunto e inventándome cientos de teorías, cada una de ellas, si cabe, másimposiblequelaanterior.¿PorquésehabíaquedadoHolmesenWoking?¿PorquélehabíapedidoalaseñoritaHarrisonquesequedaraenlahabitacióndelenfermotodoeldía?Medevanélossesoshastaquemequedédormidoenelempeñodeencontrarunaexplicaciónqueabarcaratodosloshechos.

Eranlassietecuandomedesperté,yrápidamentemeencaminéalcuartodePhelps,encontrándoloojerosoyagotadotrashaberpasadolanocheenblanco.SuprimerapreguntafuesiHolmeshabíallegadoya.

—Estará aquí a la hora prometida—dije yo—, y ni un instante antes odespués.

Ymispalabrasfueronciertas,porquepocodespuésdelasochountaxiseparóantelacasaynuestroamigosaliódeél.Depie,juntoalaventana,vimosquetraíavendadalamanoizquierdayquesurostroestabapálidoyconunairelúgubre.Entróenlacasa,peropasóunratoantesdequesubiera.

—Pareceunhombrevencido—exclamóPhelps.

Meviforzadoacontestarqueeraverdad.

—Después de todo—dije yo—, la clave del asunto es probable que seencuentreaquíenlaciudad.

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Phelpsexhalóungemido.

—Nosécómoserá—dijoél—,perohabíaesperadotantosuvuelta...Peroayernollevabalamanovendada,¿verdad?¿Aquépuededeberse?

—¿Noestaráustedherido,Holmes?—preguntéyo,cuandonuestroamigoentróenlahabitación.

—¡Qué va! Sólo es un rasguño debido a mi propia torpeza—contestó,dándonoslosbuenosdías—.Estecasosuyo,señorPhelps,esciertamenteunodelosmásoscurosqueyohayainvestigado.

—Temíaqueloencontraramásalládesusposibilidades.

—Hasidounaimportanteexperiencia.

—Estavendahablapor sí solade las aventurasquehacorrido—dije—.¿Nonoscontaráloquesucedió?

—Después del desayuno mi querido Watson. Recuerde que vengo derespirar el aire matutino de Surrey. Supongo que ningún taxista habrácontestado a mi anuncio, ¿no? Bueno, bueno, no podemos esperar estarmarcandotantostodoelrato.

Lamesaestabapuestay,enelmismomomentoenqueyoibaahacersonarla campanilla, entró la señora Hudson con el té y el café. Unos minutosdespuéstrajolasbandejascubiertasytodosnossentamosalamesa;Holmeshambriento,yocuriosoyPhelpsenunestadodeprofundadepresión.

—La señora Hudson se ha superado para la ocasión —dijo Holmesdestapando una fuente de pollo al curry—. Su cocina es un poco limitada,pero, como escocesa que es, tiene una buena idea de lo que debe ser unauténticodesayuno.¿Quétieneustedahí,Watson?

—Jamónyhuevos—contestéyo.

—¡Bien!¿Quévaustedatomar,señorPhelps?¿Polloalcurry,huevososeservirádelabandejaquetieneasulado?

—Gracias,nopuedocomernada—dijoPhelps.

—Bueno, entonces —dijo Holmes haciéndome un travieso guiño—,supongoquenotendráningúninconvenienteenservirmedeesabandejaquetieneasulado,¿noesasí?

Phelps destapó la bandeja y, al hacerlo, lanzó un grito y se quedómirándolaconelrostrotanpálidocomoelplatoqueteníaantesí.Enelcentrode la bandeja había un pequeño cilindro de papel color azul grisáceo. Locogió,lodevoróconlamiradaydespuéssepusoabailarlocamenteportodalahabitación, cayendodespués enun sillón tandebilitadoy exhaustopor la

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emoción,que tuvimosqueecharlebrandypor lagargantaparaevitarque sedesmayara.

—¡Venga!¡Venga!—decíaHolmes,intentandocalmarlomientrasledabaunosligerosgolpecitosenelhombro—.Hasidodemasiadoestodelanzárseloasídesorpresa;peroWatson,aquípresente,sabequenopuedoresistirmeadaruntoquededramatismoalascosas.

Phelpscogiósumanoyselabesó.

—Dioslebendiga—exclamó—.Hasalvadoustedmihonor.

—Bueno, el mío también estaba en juego, ¿sabe?—dijo Holmes—. Leaseguroqueesparamí tanodiosoel fracasar enuncaso, comopuede serloparaustedelcometerunerrorenalgoqueselehaencargado.

Phelpsmetió el precioso documento en el bolsillomás escondido de sulevita.

—Nomeatrevoaseguirinterrumpiéndoleseldesayunopormástiempoy,sinembargo,memueroporsabercómoloconsiguióydóndeestaba.

Sherlock Holmes se bebió una taza de café, aplicándose después a loshuevosconjamón.Trasestoselevantó,encendiósupipayseacomodóensusillón.

—Lesdiréloquehiceenprimerlugarycómomelasapañédespués—dijo—. Tras dejarlos en la estación me fui, dando un encantador paseo por elmaravilloso escenario deSurrey, hasta un bonito pueblecito llamadoRipley,dondetoméeltéytuvelaprecaucióndellenarmicantimplorayecharmealbolsillounabolsadebocadillos.Mequedéallíhastalatarde,trasemprenderelcamino de regreso a Woking, me encontré en la carretera a la puerta deBriarbrae,justodespuésdelapuestadelsol.Bueno,esperéhastaquenohubonadieenlacarretera(noesunacarreteramuyfrecuentadaaningunahora)ydespuéstrepéporlacerca.

—Seguramente la cancelade la cercaestaría abierta, ¿no?—exclamóderepentePhelps.

—Sí;pero tengoungustopeculiarenestosasuntos.Escogíel sitioenelque se levantan los tres abetos y, amparado por su protección, salté dentro,segurodequenoexistía lamenorposibilidaddequealguienpudieravermedesdelacasa.Meagachéenlosmatorralesquehayaeseladodelacerca,yfui reptando de uno a otro (el lamentable estado de las rodilleras de mispantalonesestestigodeello),hastaquealcancéelmacizoderododendrosqueestájustoenfrentedelaventanadesuhabitación.Allímequedéagazapadoyesperéeldesarrollodelosacontecimientos.

Todavíanohabíanbajadolapersianadesuhabitaciónyveíaalaseñorita

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Harrisonsentadaallí leyendo juntoa lamesa.Eran lasdiezycuartocuandocerróel libro,atrancó lascontraventanasyse retiró.Laoícerrar lapuertaytuvelacasiabsolutaseguridaddequehabíadadolavueltaalallave.

—¿Lallave?—exclamóPhelps.

—Sí,lehabíadadoinstruccionesalaseñoritaHarrisonparaquecerraralapuertaporfueraysellevaralallavecuandosefueraalacama.Llevóacabomisinstruccionesalpiedelaletraysinsucooperaciónnotendríaustedahoraesedocumentoenelbolsillodesulevita.Ellasefue,laslucesseapagaronyyomequedésolo,encuclillas,traselmacizoderododendros.

Hacíaunabuenanoche,perodetodosmodosfueunaesperaaburrida.Porsupuesto,habíaenellaalgodeesasuertedeexcitaciónquesienteelcazadorcuandoestátumbadoensupuestojuntoalaguaesperandoelcomienzodelagrancaza.Fuemuylarga,sinembargo,casi tanlarga,Watson,comoaquellavezenlaqueustedyyotuvimosqueesperarenunahorripilantehabitación,cuandoandábamosinvestigandoaquelproblemillade«Labandadelunares».ElrelojdeunaiglesiadeWokingdabaloscuartosymásdeunavezpenséquesehabíaparado.Porfin,noobstante,aesodelasdosdelamadrugada,oíderepenteelsuavesonidodeuncerrojoqueseabríayelchirridodeunallave.UnmomentodespuésseabriólapuertadeservicioyelseñorJosephHarrisonsalióalaluzdelaluna.

—¡Joseph!—exclamóPhelps.

—Ibadescubierto,perosehabíaechadounacapasobreloshombrosconelfindepoderocultarsurostrorápidamenteencasodeemergencia.Caminabadepuntillas, amparándoseen la sombraquehacían lasparedesde la casay,cuandollegóalaventana,metióuncuchillodehojamuylargaporlaranuraylevantóelpestillo,abriendoentonceslaventanadegolpe,traslocualmetióelcuchilloporlaranuradelascontraventanas,hizosaltarlatrancaylasabriódeparenpar.

Desde el lugar en el que estaba veía perfectamente el interior de lahabitaciónypudeseguirtodosycadaunodesusmovimientos.Encendiólasdos velas que estaban en la repisa de la chimenea y entonces procedió alevantarunaesquinade laalfombracercade lapuerta.Derepenteseparóysacó una pieza cuadrada del entarimado, de esas que se dejan para que losfontanerospuedanaccederalosempalmesdelastuberíasdelgas.Estacubría,dehecho,elempalmeenformadeTdondeseunelatuberíaqueabastecedegas a la cocina, que está justo debajode esahabitación.Sacó el cilindrodepapel fuera del escondite, volvió a poner la piezadel entarimado, arregló laalfombradejándolacomoestaba,apagólasvelas,ycayóenmisbrazosalestaryoesperándolebajolaventana.

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Bueno, el señorito Joseph tiene más maldad de la que yo le hubieraadjudicado,sí,señor,muchamás.Selanzócontramíblandiendoelcuchilloytuvequegolpearlehasta tumbarlepordosveces,cortándomeen losnudillosantesdedominarle.Cuandoterminólapeleaparecíaquerer«asesinarme»conlamiradadelúnicoojoquelehabíaquedadosano,peroseatuvoarazonesysoltó los papeles. Tras haberlos conseguido le dejé ir, pero estamañana hetelegrafiado a Forbes dándole una información completa. Si es losuficientementerápidoyconsiguecazaralpájaro,¡tantomejor!Perosi,comosospecho,elpájaroabandonóelnidoantesdequeélllegue,¡puesbien,muchomejorparaelGobierno!ImaginoqueLordHoldhurst,porunlado,yelseñorPercyPhelps,porotro,preferiríanconmuchoqueelasuntonollegaranuncahastauntribunalpolicial.

—¡Diosmío!—dijo nuestro cliente con voz entrecortada—. ¿Está usteddiciéndomequeduranteestasdiez largassemanasdeagonía losdocumentosrobadosestuvierontodoelratoconmigoenlamismahabitación?

—Asífue.

—¡YJoseph!¡Josephuntraidoryunladrón!

—¡Hum! Lamento tener que decirle que el carácter de Joseph es másprofundoypeligrosode loqueuno juzgaríapor su aspecto.Por loqueestamañana he podido enterarme, he sacado la conclusión de que ha perdidomucho dinero por meterse sin saber nada en el mundo de la Bolsa, y estádispuestoahacercualquiercosaparasanearsufortuna.Comoesunhombretotalmente egoísta, cuando se le presentó la ocasión, ni la felicidad de suhermana,nilareputacióndeustedlehicierondetenerse.

PercyPhelpssehundióenlasilla.

—Lacabezamedavueltas—dijo—,suspalabrasmehanmareado.

—Laprincipaldificultadensucaso—observóHolmes,coneldidactismoquelecaracteriza—estabaenelhechodequehabíademasiadosdatos.Loqueeravitalestabacubiertoyocultoporloirrelevante.Detodosloshechosquesenospresentaron,tuvimosqueescogerlosquejuzgamosesencialesyentoncesjuntarlosdándolesunordenconelfindereconstruirestaespecialísimacadenadeacontecimientos.YoyahabíaempezadoasospechardeJosephapartirdelhecho de que usted tenía la intención de viajar con él aquella noche y, portanto,erabastanteprobableque,conociendobienelForeignOfficecomo loconocía,élhubieraidoabuscarledecamino.Cuandosupequehabíahabidoalguien que había intentado entrar en su dormitorio de un modo tandesesperado,enelcualnadiesinoJosephpodíahaberocultadoalgo(ustednoshabíadichoensurelatocómohabíaechadoaJosephdelahabitaciónlanocheenquellegóconeldoctor),missospechasseconvirtieronenunacertezatotal,

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especialmentecuandoelintentosehizoenlaprimeranochequelaenfermeraestabaausente,locualmostrabaqueelintrusoestababieninformadodeloquesucedíaenlacasa.

—¡Quéciegohesido!

—Los hechos, hasta donde yo he podido descubrir, son éstos: JosephHarrisonentróenlaoficinaporlapuertadeCharlesStreety,comoconocíaelcamino,sedirigiódirectamenteasuhabitaciónunmomentodespuésdequeusted la hubiera abandonado. Al no encontrar a nadie allí, hizo sonar lacampanilla y, al hacerlo, se fijó en el documento que estaba sobre lamesa.Conunasolamiradasediocuentadequelasuertehabíapuestoensucaminoundocumentode inmensovalory, sinperderun segundo, se lometió en elbolsilloysefue.Pasaroncomoustedrecordará,unoscuantosminutosantesdeque el portero le llamara a usted la atención sobre la campanilla, y éstosbastaronparadarlealladróntiempodeescapar.

HizoelcaminohastaWokingenelprimertreny,trasexaminarsubotínyasegurarse de que realmente tenía un inmenso valor, lo escondió en lo quepensóseríaunlugarseguro,conlaintencióndevolverloasacarenundíaodosy llevarloa laEmbajada francesaoacualquier sitioquepensaraque leharían un buen precio. Entonces vino su precipitado regreso. El, sin previoaviso, se vio obligado a abandonar su habitación y, desde ese momento,siemprehuboalmenosdospersonaspara impedirle rescatarsu tesoro.Debede haber sido algo enloquecedor entrar en la habitación, pero su insomniofrustróeste intento.Recordaráustedqueno tomóaquellanochesudrogadecostumbre.

—Lorecuerdo.

—Imaginoqueélhabíatomadosusmedidasparaacrecentarlaeficaciadeladrogayqueconfiabaenqueustedestuvierainconsciente.Porsupuesto,medi cuenta de que repetiría el intento cuando pudiera llevarlo a cabo conseguridad.Laposibilidadqueandababuscandoselaproporcionóelhechodeque usted abandonara la habitación. Mantuve a la señorita Harrison allídurantetodoeldía,conelfindequeélnosenosanticipara.Trasestoytrashaberlehechocreerquenohabíamorosenlacosta,hiceguardiadelmodoqueleshedescrito.Yoyasabíaquelosdocumentosprobablementeestabanenlahabitación,peronodeseabadestrozartodoelentarimadoytodoelzócaloensu búsqueda. Por tanto, dejé que él mismo los sacara del escondite,evitándomeasímuchosproblemas.¿Deseanquelesaclarealgomás?

—¿Porquéintentóentrarporlaventanaenlaprimeraocasión—dijeyo—,cuandopodíahaberlohechoporlapuerta?

—Hubiera tenido que pasar por delante de siete dormitorios para

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alcanzarla.Porotrolado,podíasalirconfacilidadalcésped.¿Algomás?

—¿Nopiensausted—preguntóPhelps—que tenía intenciones asesinas?Sólosehareferidoustedalcuchillocomoherramienta.

—Puede ser —contestó Holmes encogiéndose de hombros—. Lo únicoquepuedodecirconcertezaesqueelseñorJosephHarrisonesuncaballeroacuyaclemenciapornadadelmundomeencomendaría.

ELPROBLEMAFINAL

Con extremada tristeza tomo hoy mi pluma para escribir estas últimaspalabras,con lasquedejarépara siempreconstanciade los singularesdonesque distinguían a mi amigo, el señor Sherlock Holmes. De un modoincoherente y, viéndolo ahora en profundidad, totalmente inadecuado, mepropuse dar cuenta de las extrañas experiencias que tuve en su compañía:desde el primer encuentro casual que nos uniría en la época de Estudio enescarlata hasta los tiempos de su intervención en el asunto del «Tratadonaval»,una intervenciónque tuvoel incuestionableefectodeevitarunserioembrollo internacional. Tenía la intención de haberme detenido aquí y decallarmetodolorelativoaaquelsucesoquedejóunvacíotalenmivida,queun lapso de dos años no ha podido llenar. Me veo forzado, no obstante, acontinuar,debidoalasrecientescartasenlasqueelcoronelMoriartydefiendelamemoriadesuhermano;nomequedamásremedioqueexponerloshechosanteelpúblicoexactamentecomoocurrieron.Sóloyosétodalaverdadsobreelasuntoymealegraquehayallegadoelmomentoenelquedejadeserbuenoyprovechosoelcallarse.Porloquesé,solamentesehandadotresinformesenla prensa pública: el del Journal deGenève del 6 demayo de 1891; el deldespacho de noticias Reuter, aparecido en los periódicos ingleses del 7 demayo,yfinalmentelascartasalasqueacabodealudir.Losdosprimeroseranextremadamenteconcisos,mientrasqueelúltimoes,comoenseguidapasaréademostrar,unaabsolutadesnaturalizaciónde loshechos.Demídependequepor primera vez se cuente lo que de verdad tuvo lugar entre el profesorMoriartyyelseñorSherlockHolmes.

Debe recordarse que, tras mi matrimonio y mi posterior inicio en laprácticaprivadadelamedicina,larelaciónverdaderamenteíntimaquehabíaexistido entre Holmes y yo quedó hasta cierto punto modificada. Seguíaviniendoavermedecuandoencuento,siemprequenecesitabaquealguienleacompañaraenlasinvestigaciones;peroestasvisitassefueronhaciendocadavezmásraras,hastaqueenelaño1890fuerontanescasasquesólohubotrescasosdelosqueyopudieraguardaralgunaanotación.Duranteelinviernode

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ese año y en el inicio de la primavera de 1891 leí en los periódicos que elGobierno francés le había contratado en relación con un asunto de supremaimportanciayrecibídospequeñasnotassuyas,launafechadaenNarbonneyla otra en Nimes, de lo que deduje que su estancia en Francia iba a serprobablementelarga.Mesorprendió,portanto,verleentrarenmiconsultoriolanochedel24deabril.Mechocósuaspecto,porqueparecíamásdelgadoymáspálidodelonormalenél.

—Sí, me he estado cuidando muy poco últimamente —observó enrespuestaamimiradamásqueamispalabras—.Estosúltimosdíashansidomuyagitados.¿Leimportaríaquecerraralascontraventanas?

Lalámparasobre lamesaen laqueyohabíaestado leyendoera laúnicaluzquehabía en lahabitación.Holmes, caminandopegadoa lapared, llegójuntoaellasylascerródegolpe,echandodespuéselpestillo.

—¿Tienemiedodealgo?—preguntéyo.

—Puessí,lotengo.

—¿Dequé?

—Delaspistolasdeairecomprimido.

—MiqueridoHolmes,¿quéquieredecirconesto?

—Creo queme conoce lo suficiente,Watson, para saber que no soy enabsolutounhombrenervioso.Almismotiempoesunaestupidezmásqueunavalentía el negarse a reconocer que uno corre peligro. ¿Podría darme unacerilla?

Sacósupitilleracomosiagradecieraelefectorelajantedeltabaco.

—Debo excusarme por aparecer a semejante hora —dijo—, y ademástengo que pedirle que por una vez sea tan poco convencional como parapermitirmequesalgadesucasasaltandoporelmuroposteriordesujardín.

—¿Peroquésignificatodoesto?—pregunté.

Alargólamanoyalaluzdelalámparaviqueteníadosnudillosquemadosyquelesangraban.

—Ya ve que no se trata de una nadería —dijo sonriendo—. Por elcontrario,esalgolosuficientementeimportantecomoparaqueunhombresedejeenellossusmanos.¿EstálaseñoraWatsonencasa?

—Estádevisitafueradelaciudad.

—¡Estupendo!¿Estáustedsolo,pues?

—Másomenos.

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—Esto me facilita el proponerle que se venga conmigo una semana alcontinente.

—¿Adónde?

—¡Oh!,acualquierlado.Meesigual.

Habíaalgoextrañoen todoesto.NoeranormalenHolmes tomarseunasvacacionessinmás,yhabíaalgoenlapalidezyenelcansanciodesurostroquemedecíaquedebíadeestarsufriendounafuertetensiónnerviosa.Violapregunta en mi mirada y, juntando las manos y apoyando los codos en lasrodillas,meexplicólasituación.

—EsposiblequenuncahayaoídohablardelprofesorMoriarty—dijo.

—Nunca.

—Sí, ahí está lomaravilloso del asunto—exclamó—.Lamaldadde esehombreimpregnatodoLondresynadiehaoídohablardeél.Estoesloquelecolocaenlacumbredelcrimen.Ledigo,Watson,hablandocontodaseriedad,quesipudieraderrotaraesehombre,sipudieralibraralasociedaddeél,mepareceríahaberalcanzadolacimademicarreraypodríadisponermeallevaruna vida más plácida. Entre nosotros, los recientes casos en los que heprestado mis servicios a la Familia Real de Escandinavia y a la RepúblicaFrancesamehandejadoensituacióndepoderllevarunavidaapacible,loquemeseríamuygrato,ydepoderconcentrarmeenmisinvestigacionesquímicas.Peronopodría descansar,Watson, nopodría sentarme tranquilamente enunsillón sabiendo que un hombre como el profesorMoriarty se está paseandolibrementeporlascallesdeLondres.

—¿Quéesloquehahecho?

—Hizo una carrera extraordinaria. Es un hombre de buena familia yrecibió una esmerada educación; tiene, además, por naturaleza, unasexcepcionalesdotesparalasmatemáticas.AlaedaddeveintiúnañosescribióuntratadosobreelTeoremadelBinomio,queestuvomuyenbogaenEuropa.Fundándoseenesto,ganóunacátedradematemáticasenunadeesaspequeñasUniversidades nuestras y todo parecía indicar que tenía ante sí unabrillantísima carrera. Pero ese hombre tenía una tendencia hereditaria de lomás diabólica. Llevaba en la sangre un instinto criminal que, en lugar deatenuarse, se acentuó, haciéndose infinitamentemás peligroso, debido a susextraordinarias facultades mentales. En la Universidad empezaron a correrrumores sobreél,obligándoleporúltimoa renunciar a la cátedrayvolver aLondres,endondeseestableciócomotutorenelEjército.Estoesloquesabelagente,peroloquevoyacontarleesloqueyohedescubierto.

Comobiensabeusted,Watson,nohaynadieenLondresqueconozcatan

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bien como yo el mundo del crimen. Durante años no he dejado de serconsciente de que tras elmalhechor existe un poder oculto, un cierto poderorganizado,queactúaenlasombrasinsalirsedelaleyyquesiempreamparaal delincuente.Una y otra vez, en casos diferentes—casos de falsificación,robos,asesinatos—,hesentido lapresenciadeestafuerzayhecolegidoquehabía actuado enmuchos de esos crímenes sin descubrir, en los que no fuidirectamenteconsultado.Durantetodosestosañoshepuestotodomiempeñoen atravesar el velo que lo envuelve, y por último,me llegó elmomento, ydandoconelhilo lo seguí; ésteme llevó, trasun sinfíndeastutasvueltasyrevueltas,hastaelexprofesorMoriarty,lacelebridadmatemática.

Es elNapoleón del crimen. Es lamente organizativa de lamitad de loshechosdepravadosde losque se tieneconocimientoydecasi todos losquepasaninadvertidosenestagranciudad.Esungenio,unfilósofo,unpensadorabstracto. Tiene un cerebro de primer orden. Permanece sentado, inmóvil,comounaarañaenelcentrodesured;peroestaredtienemilesdehilosyelconocemuybienelmododevibrardecadauno.Elmismohacepoco.Sóloplanea.Perosusagentessonnumerososyestánespléndidamenteorganizados.Quehayuncrimenquecometer,pongamosporcasoundocumentoquehacerdesaparecer,unacasaquedesvalijar,unhombrequequitardeenmedio;selehacellegaralprofesoryelasuntoseorganizaysellevaacabo.Puedencogeral agente. En ese caso se encuentra el dinero necesario para su fianza odefensa. Pero nunca se coge al poder central que se sirve de él; nunca pasamás allá de la sospecha. Esta era la organización que yo había deducido,Watson, y a la que dediqué todami energía con el fin de sacarla a la luz yacabarconella.

Pero el profesor estaba rodeado de medidas de seguridad tan bienconcebidas que, hiciera lo que hiciera, parecía imposible conseguir unaevidenciaquepudieradeclararle culpableenpresenciadeun tribunal.Ustedconoce mis facultades, mi queridoWatson, y, sin embargo, al cabo de tresmeses tuve que confesarme a mí mismo que por fin había dado con unantagonistaqueeraintelectualmenteigualamí.Mihorrorporsuscrímenesseperdióenmediodemiadmiraciónporsuhabilidad.Perofinalmentecometióun error, sólo un pequeño, un mínimo error, que era más de lo que podíapermitirse,estandoyotancercadeél.Nodesechélaoportunidady,partiendodeesepunto,hetejidomiredentornoaél,teniendoahoratododispuestoparacerrarla. Dentro de tres días, es decir, el próximo martes, el asunto estarámaduro,yelprofesor,contodoslosmiembrosprincipalesdesubanda,estaráenmanosdelapolicía.Despuésvendráelmayorjuiciodelsiglo,laaclaracióndemás de cuarentamisterios y la horca para todos ellos. Pero si actuamosprematuramente, ¿comprende usted?, podrían escaparse de nuestras manosinclusoenelúltimomomento.

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Ahorabien, sipudierahaberhechoesto sinelconocimientodelprofesorMoriarty,todohubieraidobien.Peroélerademasiadoastutoparaeso.Siguiótodoslospasosqueyodiparaextendermisredesen tornosuyo.Unayotravez luchóparaescaparsedeellas,perounayotravez legané lapartida.Lediré, amigomío,que si seescribieraun informedetalladodeesta silenciosacompetición,ocuparíasu lugarcomoel trozoescritosobre lacazaycapturamás brillante de la historia detectivesca. Nunca llegué tal alto, nunca unoponentemehabíaseguidotandecerca.Elhilabafino,peroyoaúnmás.Estamañanadielúltimopasoysólonecesitabatresdíasparadarporconcluidoelasunto.Estaba sentadoenmihabitación reflexionando sobreello, cuando seabriólapuertayvialprofesorMoriartyantemí.

Tengo unos nervios a toda prueba,Watson, pero tengo que confesar quetuveunsobresaltocuandovialmismohombrequetantolugarhabíaocupadoenmispensamientosparadoenelumbraldemipuerta.Suaspectomeeracasifamiliar. Es extremadamente delgado y alto, con la frente muy blanca yprotuberanteylosojosprofundamentehundidos.Vacuidadosamenteafeitado,loqueresaltasupalidez,dándoleunaaparienciacasiascética;conservaensusrasgos algo del catedrático que fue. Tiene la espalda curvada por elmuchoestudio,yllevaelrostroechadoparadelante,noparandoéstenuncadeoscilarlentamentedeunladoaotrodeunmodocuriosamentereptilesco.Meobservócongrancuriosidaddesdesusfruncidosojos.

—Tieneustedmenosdesarrollofrontaldelqueyohubieraesperado—dijofinalmente—. Es una costumbre muy peligrosa esa de tener el dedo en elgatillodeunarmacargadametidaenelbolsillodelbatín.

Elhechoesque,alentrarélenlahabitación,medicuentaalinstantedelgran peligro personal en que me encontraba. El único escape que él podíaconcebirenesemomentoeraeldecerrarmelaboca.Enuninstantesaquéelrevólver del cajón yme lometí en el bolsillo y en esemomento le estabaapuntadoatravésdelatela.Trassuobservación,saquéelarmayladepositéamenazantesobrelamesa.Elseguíasonriendoypestañeando,perohabíaalgoensumiradaquemehizosentirmeencantadodetenerelarmaamano.

—Evidentementeustednomeconoce—dijo.

—Todolocontrario—contestéyo—,creoqueesevidentequeleconozcobastantebien.Leruegoque tomeasiento.Disponedecincominutossi tienealgoquedecir.

—Todoloquetengoquedeciryahapasadoporsupensamiento—dijo.

—Entoncesposiblementemirespuestahapasadoporelsuyo—contesté.

—¿Semantienefirmeensupropósito?

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—Absolutamente.

Seechólamanoalbolsilloyyocogílapistoladeencimadelamesa.Perono sacó de éste sino una agenda en la que tenía descuidadamente anotadasalgunasfechas.

—Secruzóustedenmicaminoel4deenero—dijo—.El23memolestó;amediadosdefebrerovolvióustedacausarmeunseriotrastorno;afinalesdemarzoobstaculizóabsolutamentemisplanesyahora,cuandoyavaafinalizarabril,sucontinuapersecuciónmehapuestoenunasituaciónenlaquecorroseriopeligrodeperdermilibertad.Lasituaciónseestáhaciendoimposible.

—¿Quésugiereusted?—dije.

—Deberenunciaraloquesepropone,señorHolmes—dijo,moviendolacabezadeunladoaotro—.Realmentedebehacerlo,¿sabe?

—Despuésdellunes—dijeyo.

—¡Vengaya!—dijo—.Estoysegurodequeunhombredesuinteligenciaenseguidasedarácuentadequeesteasuntonotienemásqueunasolución.Esnecesarioqueseapartedemicamino.Hahechoustedquelascosastomaranun cariz tal que ahora sólo nos queda una salida. Ha supuesto para mí unplacer el verle luchar a brazo partido en este asunto y puedo decir, sinexagerar, queme causaría unagranpena el verme forzado a tomarmedidasextremas.Sonríeusted,caballero,peroleaseguroqueesasí.

—Elpeligroformapartedemitrabajo—observé.

—Nosetratadepeligro—dijo—.Esladestruccióninevitable.Estáustedobstaculizando el paso no de una sola persona, sino de toda una poderosaorganización, cuyo alcance, con toda su inteligencia, sería usted incapaz deconseguir.Quítesedeenmedio,señorHolmes,sinoquiereseraplastado.

—Losiento—dijeyo,levantándome—,peroelplacerdelaconversaciónmehahechoolvidarqueunasuntodeimportanciameestáesperandoenotrolugar.

Selevantóymemiróensilenciomoviendotristementelacabeza.

—Bueno, bueno—dijo finalmente—.Es una pena, pero yo he hecho loquehepodido.Conozco losmovimientosdesu juego.Nopuedehacernadaantes del lunes. Ha sido un duelo entre usted y yo, señor Holmes. Ustedesperabavermesentadoenelbanquillodelosacusadosyyoledigoquenuncameverá.Esperabavencermeyyoledigoquenuncalohará.Sicuentaconlasuficiente inteligencia como para acarrearme la destrucción, esté seguro dequeyonomequedaréatrás.

—Me ha hecho usted varios cumplidos, señor Moriarty —dije yo—.

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Déjeme devolvérselos ami vez diciéndole que, sime asegurara lo primero,estaríaencantadodeaceptar,eninteréspúblico,losegundo.

—Puedo prometerle lo uno pero no lo otro —dijo gruñendo, y luego,volviendohaciamí su curvada espalda, salió de la habitación, husmeándolotodosindejardeparpadear.

EstafuemisingularentrevistaconelprofesorMoriarty.Confiesoquemedejóbastanteperturbado.Sugraveyprecisamaneradehablardaunaideadesinceridad,queunsimplefanfarrónnopodríaproducir.Porsupuesto,ustedsedirá:¿Porquénotomarprecaucionespolicialescontraél?Larazónesqueyoestoytotalmenteconvencidodequeelgolpelodaránsusagentes.Tengotodaslaspruebasdequeseráasí.

—¿Lehanatacadoyaalgunavez?

—Mi querido Watson, el profesor Moriarty no es un hombre que dejecrecer lahierbabajo suspies.Salí a esodelmediodíaporunosasuntosqueteníaquearreglarenOxfordStreet.AlpasarlaesquinaquevadesdeBentinckStreethastaelcrucedeWelbeckStreet,apenastuvetiempodeverunfurgóndedoscaballosqueveníazumbandohaciamí,cuandosemeechóencimaalavelocidaddelrayo.Saltéalaaceraymesalvéporunafraccióndesegundo.Elfurgón giró rápidamente enMarylebone Lane y desapareció en un instante.Trasestonovolvíasalirmedelaacera,Watson,pero,cuandobajabaporVereStreet un ladrillo vino a caer desde el tejado de una de las casas y se hizoañicos amis pies.Llamé a la policía e hice que examinaran el lugar.Habíatejasyladrillosacumuladoseneltejadopreparadosparahacerunareparaciónymehabríanconvencidodequeelvientohabíahechocaerunodeéstos.Porsupuestoyosabíaalgomás,peronoteníaningunaprueba.Trasestotoméunsimón y me fui a las habitaciones de mi hermano en Pall Mall, donde hepasadoeldía.Ahorahevenidoaverleausted,yenelcaminomeatacóunmatónarmadoconunaporra.Lederribéyahoraestácustodiadoporlapolicía;pero puedo decirle con toda seguridad que nunca se establecerá conexiónalgunaentreeltipocontracuyosdientesmeacabodedespellejarlosnudillosyel catedrático de matemáticas retirado, quien, me atrevería a decir, seencuentra a diezmillas dedistancia solucionandoproblemas enunapizarra.Noséquepreguntaráahora,Watson,porquéloprimeroquehicealentrarensucasafuecerrarlascontraventanasyporquémehevistoobligadoapedirlepermiso para salir de su casa utilizando una salida menos llamativa que lapuertaprincipal.

Amenudohabíasentidoadmiraciónporelvalordemiamigo,peronuncamás que ahora, al verle examinar la serie de incidentes cuya combinacióndebíadehaberconstituidoundíadehorrorparaél.

—¿Pasaráaquílanoche?—dije.

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—No,amigomío;seríaunhuéspedpeligrosoparausted.Yahehechomisplanes y todo irá bien. Las cosas han llegado tan lejos, que pueden seguiravanzando sin mi ayuda siempre y cuando se lleve a cabo el arresto; mipresenciaserá,empero,necesariaalahoradedictarsentencia.Esobvio,portanto,quelomejorquepuedohacerahoraesalejarmedurantelospocosdíasquequedan,antesdequelapolicíaestéenlibertaddeactuar.Seríaparamíungranplacer,pues,sipudieraustedacompañarmealcontinente.

—Miclientelameestádandopocotrabajoestosdías—dije—.Yademástengo un colega en el vecindario que me sustituiría de buen grado. Meencantaríair.

—¿Ysalirmañanaporlamañana?

—Sifueranecesario.

—¡Oh,sí,esdelomásnecesario!Entonceséstassonsusinstruccionesyleruego,miqueridoWatson,quelascumplaalpiedelaletra,porquedesdeestemomentoesustedmiparejaenunapartidadedoblesenlaqueustedyyonosenfrentamoscontraelmásinteligentedelosgranujasyelsindicatodelcrimenmás poderoso de Europa.Ahora escuche. Enviará usted por un recadero deconfianzaelequipajequetengointencióndellevar,sindirección,alaestaciónVictoria esta noche. Mañana por la mañana enviará a buscar un simónpidiéndolealapersonaquevayaquenocojanielprimeronielsegundoquelesalgan al encuentro. Se montará en ese simón y se dirigirá a la LowtherArcade,endondeéstadaalStrand,dándoleladirecciónescritaalcocheroypidiéndolequenolatire.Tengapreparadoelimporte,yenelmomentoenquese detenga el carruaje precipítese en la Arcade y atraviésela, calculando eltiempo que va a llevarle, para estar en el otro lado a las nueve y cuarto.Encontrará una pequeña berlina esperándole pegada al bordillo y conducidaporuntipovestidoconunpesadoabrigonegroconelcuelloribeteadoderojo.Se subirá en ésta y llegará a la estación Victoria a tiempo de coger elContinentalExpress.

—¿Dóndemeencontraréconusted?

—Enlaestación.Elsegundocompartimientodeprimeraclaseempezandoporlacabezadeltrenestáreservadoparanosotros.

—¿Elcompartimientoesnuestrolugardecita?

—Sí.

Envano lepedíaHolmesquesequedaraapasar lanoche.Eraevidentequepensabaquepodríacausarproblemaseneltechobajoelquesehallaba,yésteeraelmotivoqueleobligabaapartir.Conalgunasprecipitadaspalabrasrespectoanuestrosplanesparaeldíasiguienteselevantóysalióconmigoal

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jardín,escalandoelmuroquedaaMortimerStreet; inmediatamentedespuésleoíllamarauntaxiyalejarseenél.

Alamañanasiguienteobedecísusórdenesalpiedelaletra.Meprocuréunsimón,tomandotodaslasprecaucionesparaevitarquefueraunoquehubieranpodidosituarallíapropósitoparaengañarme,e inmediatamentedespuésdeldesayunomedirigíaLowtherArcadeylaatraveséatodalavelocidadquemepermitieron las piernas.Me esperabaunaberlina conun corpulento cocheroenvuelto en un abrigo oscuro; éste, no bien hube yo subido, hizo sonar ellátigo y al instante empezamos a traquetear hacia la estación Victoria. Alllegarallígiróelcarruajeysealejóatodaprisasinmirarmesiquiera.

Hastaaquítodohabíaidoadmirablemente.Teníaelequipajeesperándomey no tuve dificultad en encontrar el compartimiento que Holmes me habíaindicado;tantomenoscuantoqueeraelúnicoentodoeltrenconelcartelde«Reservado». Mi única fuente de ansiedad era ahora el que Holmes noacababadeaparecer.Enel relojde laestaciónfaltabansieteminutospara lahora de salida del tren. En vano busqué entre los grupos de viajeros yacompañantes la ágil figura demi amigo.No había signos de su presencia.Pasé cinco minutos ayudando a un venerable sacerdote italiano, quien seempeñabaenhacerlecomprenderaunmaleteroenuningléschapurreadoquesu equipaje teníaque ser registradovíaParís.Luego, tras echarotrovistazoalrededor, volví ami compartimiento, en donde encontré que elmaletero, apesardelcartelde reservado,mehabíapuestoamidecrépitoamigo italianocomocompañerodeviaje.Denadamevalióexplicarlequesupresenciaeraunaintrusión,porquemiitalianoeratodavíamáslimitadoquesuinglés;conqueme encogí de hombros resignadamente y seguí buscando ansiosamentecon lamirada ami amigo.Me dio un escalofrío al pensar que su ausenciapodría significar que algo le había sucedido durante la noche. Ya habíancerradolaspuertasyeltrenempezabaasilbarcuando...

—MiqueridoWatson—dijounavoz—,nisiquierahatenidoeldetallededecirmebuenosdías.

Mevolvíasombrado.Elancianosacerdotehabíavueltosucarahaciamí.Enuninstanteselesuavizaronlasarrugas,lanarizseleseparódelabarbilla;ellabioinferiordejódesobresalirylabocadetemblar;losapagadosojosseleiluminaron y la encogida figura se estiró. Tras esto, todo el montaje sederrumbó y Holmes reapareció con la misma rapidez con que habíadesaparecido.

—¡Santocielo!—exclamé—.¡Quésustomehadado!

—Todas las precauciones siguen siendo necesarias —susurró—. Tengorazonesparapensarquenossiguendecerca.¡Ah!¡Mire,ahíestáenpersona!Moriarty.

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El tren ya había empezado amoverse cuandoHolmes empezó a hablar.Mirandohaciaatrásviaunhombrealtoqueseabríapasoaempujonesentrelamuchedumbre,agitandolamanocomosiconestoindicarasudeseodequeeltrensedetuviera.Erademasiadotarde,sinembargo,porqueíbamosganandovelocidadrápidamenteyunmomentodespuéssalíamosdelaestación.

—Contodaslasprecaucionesquehemostomado,noshemossalvadoporpoco—dijoHolmes riéndose. Se levantó y, quitándose la negra sotana y elsombreroquehabíanconstituidosudisfraz,losmetióenunabolsademano.

—¿Haleídoelperiódico,Watson?

—No.

—¿Nohaleídonada,entonces,deloquehapasadoenBakerStreet?

—¿BakerStreet?

—Prendieron fuego a nuestra casa ayer por la noche. No causó grandesdaños.

—¡Santocielo!Estoesintolerable.

—Debierondeperdermeporcompletolapistadespuésdequearrestaranalmatón.Denoserasí,nohubieranpensadoqueyohabíadevolveramicasa.Habíantomadolaprecaucióndevigilarleausted,yesoesloquelohatraídoaMoriartyhastalaestaciónVictoria.¿Cometióustedalgúnerroralvenirhaciaaquí?

—Hiceexactamenteloquemeaconsejó.

—¿Encontrólaberlinaesperándole?

—Sí,meestabaesperando.

—¿Reconocióalcochero?

—No.

—EramihermanoMycroft.Esunaventajaelpoderapañárselasencasossemejantessintenerquetomarunmercenario.PeroahoratenemosqueplanearloquevamosahacerconMoriarty.

—Puesto que esto es un expreso y los horarios del barco están encorrespondencia con éste, creo que nos lo hemos quitado de encima de unmodobastanteefectivo.

—Mi querido Watson, evidentemente usted no se da cuenta de lo quesignificanmispalabrascuandodigoquepuedeconsideraraestehombreenelmismo plano intelectual que yo. No se imaginará usted que, si yo fuera elperseguidor,ibaadejarquemedetuvieraunobstáculotanmínimo.¿Porqué,

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pues,vaustedaconsiderarlocomounhombremediocre?

—¿Quéhará?

—Loqueyoharía.

—¿Quéharíausted,pues?

—Tomaruntrenparticular.

—Peroyaserátarde.

—Enabsoluto.EltrenseparaenCanterburyysiemprehayporlomenosuncuartodehoraderetrasoenlasalidadelbarco.Noscogeráallí.

—Uno pensaría que somos nosotros los criminales. Hagamos que loarrestenalllegarnosotros.

—Esoecharíaaperdereltrabajodetresmeses.Cogeríamosalpezgordo,pero los pequeños saldrían disparados, escapándose de la red. El lunes lostendremosatodos.No,nopodemospermitirnosunarrestoahora.

—¿Entonces,qué?

—NosapearemosenCanterbury.

—¿Yentonces?

—Bueno, entonces tendremosque hacer el recorridohastaNewhaven enesos trenesdevía estrechaque separan en todas las estacionesydesde allícruzaremos aDieppe.Moriarty volverá a hacer lo que yo haría.Continuaráhasta París, señalará nuestro equipaje y esperará dos días en el depósito.Mientras tanto,nosotrosnoscompraremosunpardebolsosdeviaje, iremosfavoreciendocontodasnuestrascomprasalosfabricantesdetodoslospaísespor lo que pasemos y seguiremos nuestro apacible camino hacia Suiza, víaLuxemburgoyBasilea.

Soy un viajero lo bastante experimentado para que me preocupara lapérdida demi equipaje, pero debo confesar queme incomodaba un poco laideadevermeforzadoaandarmezafandoyescondiendodeunhombrecuyonegro historial estaba plagado de crímenes. Era evidente, sin embargo, queHolmesentendíalasituaciónmásclaramentequeyo.Asípues,nosapeamosen Canterbury sólo para descubrir que teníamos que esperar una hora paracogeruntrencondirecciónaNewhaven.

Estaba todavía mirando con pesar hacia el furgón de equipaje quedesaparecía rápidamentedemivista con todomiguardarropaen su interior,cuandoHolmesmetiródelamangaymeseñalólavía.

—Mire,yaviene—dijo.

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A lo lejos,por entre losbosquesdeKentish, surgíauna finacolumnadehumo.Unminutodespuésvimosunvagón con sumáquina tomando a todavelocidadlaabiertacurvadeentradaenlaestación.Apenashabíamostenidotiempodeocultarnostrasunapiladeequipajescuandoéstepasópordelantecon su estrepitoso traqueteo y nos lanzó una bocanada de aire caliente a lacara.

—Ahí va —dijo Holmes, mientras mirábamos cómo el tren se alejababalanceándose al pasar por las agujas—. La inteligencia de nuestro amigo,comove,tienesuslímites.Hubieradadouncoup-de-maîtredehaberdeducidoyobradoenconsecuenciaconloqueyohubieradeducido.

—¿Y qué es lo que hubiera hecho en el caso de que nos hubieraadelantado?

—Nocabedudadequehubieraatacadoconfinesasesinos.Sinembargo,esésteunjuegoqueadmitedosjugadores.LoquenosdebemosplantearahoraessialmorzamosaquíaunahoraqueseríalapropiadeldesayunoocorremoselriesgodemorirnosdehambreantesdellegaralacantinadelaestacióndeNewhaven.

Esa noche hicimos el camino hasta Bruselas, donde pasamos dos días,llegamos el tercer día hasta Estrasburgo. En la mañana del lunes, Holmestelegrafió a la policía de Londres, y por la noche teníamos la respuestaaguardándonos en el hotel. Holmes rasgó el sobre y luego,maldiciendo, loechóalachimenea.

—¡Deberíahaberlosupuesto!—gruño—.¡Sehaescapado!

—¡Moriarty!

—Hanatrapadoatodoslosdesubandamenosaél.Seleshaescapadodelasmanos.Evidentemente,alirmeyounosdíasfueradelpaís,nohubonadiecapazdeenfrentarseconél.Perodeverdadpensabaqueleshabíadejadotodohecho.CreoquelomejorquepuedehaceresvolveraInglaterra,Watson.

—¿Porqué?

—Porqueyo seríaparaustedunacompañíapeligrosa si sequedara.Estehombresehaquedadosinocupación;estáperdidosivuelveaLondres.Sileconozcobien,creoquededicará todassusenergíasavengarsedemí.Así lodijo en nuestra breve entrevista y creo que lo decía en serio.De verdad, lerecomiendoquevuelvajuntoasuclientela.

Noeramuyacertadodarleunconsejosemejanteaalguienque,ademásdeser un veterano del Ejército, era un viejo amigo suyo. Nos sentamos en lasalle-à-mangerdelaestacióndeEstrasburgoydiscutimoslacuestióndurantemedia hora, pero esa misma noche ya habíamos reanudado viaje y nos

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dirigíamoshaciaGinebra.

Estuvimos durante una encantadora semana vagabundeando por el valledelRódanoyluego,dejandoésteaunladoenLeuk,nosencaminamoshaciael puerto de Gemmi, todavía cubierto de nieve y, una vez atravesado éste,hacia Meiringen, pasando por Interlaken. Fue un viaje precioso, con eldelicadoverdeprimaveral en la llanuray lavirginalblancura invernal en loalto de las montañas; pero yo me daba perfecta cuenta de que Holmes noolvidabanisiquieraunsoloinstantelasombraqueleperseguía.Puedoinclusodecir,porsumaneradeescrutarconunarápidamiradalascarasconquenoscruzábamos, que él parecía estar convencido de que, estuviéramos dondeestuviéramos, ya fuera en los hogareños pueblecitos alpinos como en elsolitariopuertodemontaña,nopodíamospasearlibresdelpeligroquenosibasiguiendolospasos.

Enunaocasiónrecuerdoquenosencontrábamospaseando, trasatravesarel puerto deGemmi, a orillas delmelancólicoDaubensee, cuando una granroca que se había desprendido de las crestas que se levantaban a nuestraderecha cayó, rodando estrepitosamente, al lago justo detrás de dondeestábamosnosotros.EnunmomentoHolmessesubióalacrestay,depieenun elevado pináculo, estiraba el cuello en todas las direcciones.De nada lesirvió a nuestro guía el asegurarle que el desprendimiento de rocas era algobastantecomúnenaquellugarenprimavera.Nodijonada,peromesonrióconla cara del hombre que acaba de ver el cumplimiento de lo que estabaesperando.

Y,sinembargo,apesardetodaestavigilancianosedeprimiónunca.Porelcontrario,norecuerdohaberlevistonuncadetanbuenhumor.Unayotravezvolvíaalhechodeque,sipudieraestarsegurodequelasociedadestabalibredelprofesorMoriarty,consumogustodaríaporconcluidasucarrera.

—Creoquepuedodecirsinestarmuydesencaminado,Watson,quenohevividocompletamenteenvano—observóenunaocasión—.Simihistorialsecerrara esta noche no dejaría de ser ecuánime al examinarlo. El aire deLondres es más dulce con mi presencia. En más de mil casos nunca heutilizadomisfacultadesenbeneficiodelmal.ÚltimamentemeestátentandoelinvestigarlosproblemasquenosproporcionalaNaturalezamásqueaquellosmás superficiales de lo que es responsable nuestro artificial estado desociedad.SusMemoriasllegaránasupuntofinal,Watson,eldíaenelqueyocorone mi carrera con la captura o extinción del criminal más peligroso ycompetentedeEuropa.

Seré breve, pero exacto, en lo poco queme queda por contar.No es untemaenelquemegustedemorarmey,sinembargo,soyconscientedequeesmidebernoomitirningúndetalle.

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Fueel3demayocuandollegamosalpueblecitodeMeringen,dondenosalojamosenlaEnglischerHof,llevadaentoncesporelviejoMetedeLondres.Siguiendo su consejo, en la tarde del 4 salimos juntos con la intención decruzarlascolinasydepasarlanocheenelHamletdeRosenlaui.Noobstante,nosdioinstruccionesparaque,bajoningúnconcepto,pasáramoslascataratasdeReichenbach,queestánamediocaminodelacolina,sindarunapequeñavueltaparaverlas.

Es,deverdad,unlugarqueimponeterror.Eltorrenteacrecentadoporlasnievesfundidassesumeenuntremendoabismodelquesubeunafinalluviaque lo envuelve todo como si se tratara del humo de una casa ardiendo. Ellechoporelqueseprecipitaelpropio ríoesuna inmensa sima limitadaporunas rocasnegrasy resbaladizasque se estrecha enunpozode incalculableprofundidad, de aspecto cremoso e hirviente, en el que se arremolina lacorrientealpasarporentresusmelladosbordes.Elcontinuomovimientodelacorrienteverdosa cayendodesde lo altoy la espesa cortinade siseante aguapulverizadaquenodejadesubirdesdeelabismo,mareanaunhombreconsutorbellino y clamor constantes. Nos quedamos en el borde, observando elbrillo del agua que se estrellaba contra las rocasmuy por debajo de dondeestábamosyescuchandoelgritocasihumano,parecidoaunintensogemido,queproducíalanubedeaguaquesubíadesdeelabismo.

Hanabiertouncaminoquerodeamediacatarataconelfindepermitirunavista completa, pero éste acaba bruscamente y el viajero ha de volver pordondehavenido.Yanoshabíamosdadolavueltaparadisponernosaregresar,cuandovimosaunmuchachosuizoqueveníacorriendoporésteconunacartaenlamano.Llevabaelmembretedelhotelqueacabábamosdeabandonaryelpatrón la enviaba a mi nombre. Decía que a los pocos minutos de salirnosotros había llegado una dama inglesa que se encontraba al borde de lamuerte. Había pasado el invierno en Davos Platz y se encontraba de viajeahoraparareunirseconunosamigosenLucerna,cuandolehabíasobrevenidounasúbitahemorragia.Pensabanquesóloviviríaunashoras,perosupondríaun gran consuelo para ella que la viera unmédico inglés y, si yo fuera tanamabledevolver,etc.,etc.ElbuenodeSteilermeasegurabaenunaposdataque él mismo consideraría mi asentimiento como un gran favor, ya que ladama se había negado en redondo a que la viera un médico suizo, y él seencontrabaenunasituacióndegranresponsabilidad.

Nosepodíaignorartalllamada.Eraimposiblenegarsealrequerimientodeunacompatriotaqueseencontrabaalbordedelamuerteentierraextraña.Y,sinembargo,sentíaescrúpulosdedejaraHolmes.Finalmenteacordamosqueelmuchacho suizo sequedaría conélhaciéndoledeguíaycompañeroyyovolveríaaMeiringen.MiamigodijoquesequedaríaunratoenlacataratayluegoiríapaseandotranquilamenteporlascolinashastaRosenlaui,dondeyo

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mereuniríaconélporlanoche.AlalejarmeviaHolmesapoyadoenunarocaconlosbrazoscruzadosylamiradafijaenelcorrertumultuosodelasaguas.Estaseríalaúltimavisiónquetendríadeélenestemundo.

Cuando estaba casi al pie del camino de bajada miré hacia atrás. Eraimposibleverlascataratasdesdeallí,peroseveíaelserpenteantesenderoquesubeporlaladeradelacolinahastaésta.Recuerdoqueviaunhombrequeibacaminandoa todaprisaporel sendero.Me fijé enélpor la energíaconquecaminaba,perodesapareciódemimente,apresuradocomo ibaacumplirmiencargo.

Debióde llevarmeunpocomásdeunahora llegaraMeiringen.ElviejoSteilerestabaenelporchedelhotel.

—Bien—dijecorriendohaciaél—,esperoquenoestépeor.

Hizoungestodesorpresayempezóaparpadearsinsaberdequéleestabahablando,yenesemomentomediounvuelcoelcorazón.

—¿Nohaescritoustedesto?—dije,sacandolacartademibolsillo—.¿Nohayunamujerenfermaenelhotel?

—Pues claro que no—exclamó—. Pero la carta lleva el membrete delhotel. ¡Ajá!Debedehaberlaescritoelcaballero inglésque llegódespuésdequeustedessefueran.Dijo...

Peroyonoesperéalasexplicacionesdelpatrón.Conunestremecimientodemiedoechéacorrercalleabajoymeencaminéalsenderodelqueacabadedescender.Mehabía llevadounahorabajar.Apesarde todosmis esfuerzospasaron otras dos antes de que me volviera a encontrar en la catarata deReichenbach.ElbastóndepaseodeHolmesseguíaapoyadoenlarocadondeyolehabíadejado.Peronohabíaindiciosdesupresenciaydenadamesirviógritar.Laúnica respuestaqueobtuve eramipropiavoz, quemultiplicaba elecodelosriscosquemerodeaban.

Fuelavisióndelbastóndepaseoloquemedejófrío.Nohabíaido,pues,aRosenlaui.Sehabíaquedadoenaquelestrechosenderodenomásdetrespiesde anchura con una pared que se levantaba a pico a un lado y una caídasemejanteporelotro,hastaquesuenemigolohabíaalcanzado.Eljovensuizohabíadesaparecidotambién.LomásprobableesquetambiénéltrabajaraparaMoriartyyloshubieradejadosolos.¿Yquéhabíasucedidodespués?¿Quiénnosloibaadecir?

Me quedé quieto un rato, intentado recobrar el dominio de mí mismo,porqueestabatotalmenteaturdidoporelhorror.Luegoempecéapensarenlospropios métodos de Holmes y a ponerlos en práctica interpretando estatragedia.Sóloque,¡ay!,erademasiadosencillo.Durantenuestraconversación

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nohabíamosidohastaelfinaldelsenderoyelbastónseñaladaellugarenelquenoshabíamosquedado.Latierranegruzcaestásiempreblanda,debidoalaincesantelluvia,yunpájarohubieradejadosushuellasenella.Doslíneasdepisadasestabanclaramenteimpresasalolargodelcaminoyambasseguíanelcamino hasta más allá de donde yo estaba. No había ninguna que volvierahaciamí.Aunasyardasdelfinalelsueloeraunamasijodebarrototalmentesurcadodepisadas,y laszarzasy loshelechosdelbordedelabismoestabantodosarrancadosyaplastados.Metumbébocaabajoyahoranopodíaversinoel brillo de la humedad aquí y allí en las negras paredesy allá abajo en lasprofundidadesdelabismoelbrillodeaguastumultuosas.Grité,perosólomerespondióelgritocasihumanodelacatarata.

Pero el destino había previsto que, después de todo, tuviera una últimapalabra de agradecimiento de mi amigo y compañero. Ya he dicho que subastóndepaseoestabaapoyadoenlarocaquesobresalíadelsendero.Vialgoque brillaba encima de ésta y, levantando la mano, descubrí que el brilloprocedía de la pitillera de plata que solía llevar consigo.Al cogerla cayó alsuelo un cuadrado de papel sobre el que ésta había sido depositada. Lodespleguéyviqueconsistíaentrespáginasarrancadasdesulibrodenotasyqueestabandirigidasamí.Comocorrespondíanasucarácter,ladireccióneratan precisa y la escritura tan firme y clara como si las hubiera escritocómodamentesentadoensuestudio.

«MiqueridoWatson—decía—,leescriboestaslíneasgraciasalacortesíadel señorMoriarty, que me ha dejado elegir el momento para discutir porúltimavezcuestionesqueseinterponenentrenosotros.Mehahechounbreveresumende losmétodosquehaseguidoparaesquivara lapolicía inglesaymantenersealtantodenuestrosmovimientos.Estosconfirmanlayamuyaltaopinión queme había formado de sus habilidades. Estoy contento de saberquepodrélibraralasociedaddelosefectosdesupresencia,aunquemetemoque sea a un precio que supondrá un gran dolor para mis amigos y enespecial,miqueridoWatson,parausted.Noobstante,yaleheexplicadoquemicarrerahabíallegado,encualquiercaso,asumomentocrítico,yningunaotrasoluciónposiblesería tandemiagradocomoésta.Dehecho,sipuedoserle totalmente sincero, estaba casi seguro de que la carta procedente deMeiringeneraunatretaypermitíquesefueraconlaconviccióndequeseríaalgoasí loque sucederíaacontinuación.Dígaleal inspectorPattersonquelos documentos que necesita para declarar culpable a la banda están en elcasillero“M”,guardadosenunsobreazulenelqueestáescrito“Moriarty”.Dispuse el reparto de mis propiedades antes de abandonar Inglaterra,cediéndole todo a mi hermano Mycroft. Salude en mi nombre a la señoraWatson y créame, querido amigo, que nunca he dejado de serlo suyosinceramente.

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SHERLOCKHOLMES.»

Pocaspalabrasbastanparacontarelresto.Traselexamendellugarllevadoa cabopor expertos noquedódudadequeunapeleapersonal entre los doshombresterminó,comonohabríapodidoserdeotromodoensemejantelugary situación, en un despeñarse en el abismo abrazados el uno al otro. Todointento de recuperación de los cuerpos era una imposibilidad, y allí, en laprofundidadde aquella horrorosa caldera de aguas turbulentas, yaceránparasiempreelmáspeligrosodeloscriminalesyelmásgrandedefensordelaleyde su generación. Nunca se volvió a encontrar al joven suizo y no cabe lamenor duda de que era uno de los numerosos agentes que trabajaban paraMoriarty.Encuantoalabanda,todavíahoyhadeestarenlamemoriadelasgentescómoloshechosqueHolmeshabíaidoacumulandoponíantotalmentealdescubiertosuorganizaciónycómopesabasobreelloslamanodelhombreahora muerto. Pocos detalles relativos a éste salieron a la luz durante elproceso,yelqueahoramehayavistoobligadoahacerunaexposiciónexactade su carrera se debe a esos imprudentes paladines que intentan limpiar sumemoria, atacando a aquél a quien siempre consideraré como elmejor y elmásinteligentedeloshombresqueyohayaconocido.

FIN