las leyes económicas en la historia

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    Laissez-Faire, No. 40-41 (Marzo-Sept 2014): 70-98

    Adrin Ravier

    Existe relativo consenso en la profesin

    en afirmar que la economa es una ciencia

    y que como tal puede formular ciertas

    leyes econmicas. Pero el consenso desa-

    parece cuando se abre el interrogante

    acerca del significado de dichas leyes. Ms precisamente, nos preguntamos:

    Qu tipos de leyes econmicas produce

    la ciencia econmica? Cun seguros

    podemos estar de las afirmaciones que

    hacen los economistas? Tienen estas

    leyes una aplicacin universal o son slo

    aplicables a circunstancias particulares de

    tiempo y lugar?

    Desde luego que el economista mo-

    derno se forma con un lenguaje propio de

    la disciplina, pero en general no sabe dis-

    tinguir si la oferta y demanda, la utili-dad marginal o los rendimientos decre-cientes son leyes, principios o postula-dos, si son derivados de algn axioma y

    bajo qu supuestos o hiptesis tienen va-

    lidez. En la medida que no haya relativos

    consensos acerca de las respuestas a estas

    preguntas, la economa como ciencia se-

    guir tambaleando, generando descon-

    fianza, y lamentablemente una porcin

    importante de su produccin de trabajo

    cientfico seguir siendo intil.

    Desde luego que hay cierta literatura

    en epistemologa de la economa que merece ser leda, pero lamentablemente

    slo

    solo un porcentaje nfimo de los econo-

    mistas trabajan en este campo de estudio,

    y slo una cuanta muy pequea de los

    economistas modernos acostumbra leer o

    reflexionar sobre estas investigaciones

    bsicas o esenciales de la disciplina. De

    hecho, hoy est mal visto que un econo-

    mista profundice en la historia del pen-

    samiento econmico (Ravier 2011a), pero

    hay que agregar tambin que el mismo

    mensaje es ofrecido a aquellos jvenes

    que quieren acercarse a aspectos metodo-

    lgicos o epistemolgicos de la econo-

    ma. Se exige a los profesionales de cada

    campo que ofrezcan trabajo emprico en

    sus tesinas de grado y posgrado, e incluso

    en sus tesis de doctorado, pero muy pocos

    conocen los lmites de la disciplina y el

    modo de encarar y describir los hechos econmicos.

    Ms sorprendente aun (para quien es-

    cribe) es que dentro de la tradicin aus-

    traca, se le sugiera a los jvenes docto-

    randos desatender la filosofa de la cien-

    cia, desconociendo que es precisamente

    este entendimiento el que le ha permitido

    a los autores de esta escuela generar un

    Las Leyes Econmicas en la Historia

    del Pensamiento Econmico

    Adrin Ravier es Doctor en Economa Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid) y Profesor de la Escuela de Negocios de la Uni-versidad Francisco Marroqun (aravier@ufm. edu).

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    programa de investigacin ms frtil y

    progresivo que el de sus competidores intelectuales.

    En este artculo el objetivo es preci-

    samente trabajar en ese vaco de la dis-ciplina, comenzando con una breve rese-

    a de un trabajo lo suficientemente am-

    plio como para introducir al lector en la

    problemtica descripta, pero intentando

    dar un paso ms en esta difcil bsqueda.

    Se trata de la tesis doctoral de Joseph

    Keckeissen (de aqu en ms JK), quien

    asistiera al seminario de Ludwig von Mi-

    ses en la Universidad de Nueva York,

    quien escribiera precisamente esta diser-

    tacin bajo la direccin de Israel M.

    Kirzner, y quien fuera profesor de eco-

    noma de la Universidad Francisco Ma-

    rroqun desde 1972 hasta el 2011 (Molina

    Caldern 2010, Cole 2011, Ramrez

    Ochoa 2011).

    Este trabajo titulado The Meanings of Economic Law fue presentado ante un tribunal de la Universidad de Nueva

    York en 1976 y permaneci en las som-

    bras, al menos para quien escribe, hasta

    hace unos pocos meses, en que Julio H.

    Cole editor de Laissez Faire me invi-tara a researlo. Es una enorme satisfac-

    cin que haya sido traducido al espaol, y

    que haya sido publicado como libro re-

    cientemente por la Universidad Francisco

    Marroqun, pues cubre sin duda un alto

    porcentaje del vaco mencionado. El trabajo en cuestin es un modelo de cmo

    hacer una tesis doctoral. Est bien docu-

    mentado, bien sistematizado, con un obje-

    tivo claro, consciente de sus lmites y

    encuentra una conclusin relevante. Ani-

    mo a los jvenes doctorandos a leer este

    trabajo para comprender lo que su direc-

    tor de tesis pretende que se haga en una

    tesis doctoral.

    Pienso, no obstante, que a esta tesis le

    han faltado dos captulos, y es precisa-

    mente en ello donde deseo intentar con-

    tribuir. Nuestros objetivos con este traba-

    jo son, entonces, (1) repasar, siguiendo a

    JK, lo que los economistas reconocidos

    en la historia del pensamiento econmico

    han aportado sobre el significado de las leyes econmicas, (2) diagramar, tam-bin siguiendo a JK, una posible clasifi-

    cacin para ese material, (3) identificar a

    JK con la posicin austraca y profundi-

    zar en la praxeologa, lo que nos permiti-

    r ofrecer una nueva clasificacin de es-

    tas leyes, (4) analizar crticamente las

    diversas posiciones a partir del enfoque

    austraco, y (5) ofrecer un programa de

    investigacin alternativo al positivismo

    dominante, que intente compatibilizar el

    trabajo que economistas tericos, histo-

    riadores econmicos, econometristas y

    macroeconomistas vienen desarrollando

    en distintos campos y bajo distintas acep-

    ciones del trmino ley econmica.

    Estructuramos nuestro trabajo en seis

    partes. En las primeras cuatro sintetiza-

    remos la tesis de JK, distinguiendo entre

    economa sin ley y con ley, y abriendo

    luego el abanico de esto ltimo en tres

    alternativas: leyes econmicas dbiles, leyes normales y leyes fuertes. En la quinta parte, profundizamos en el mtodo

    seguido por Ludwig von Mises (padre

    intelectual de JK), en este caso bajo la

    lectura que recibi de Fritz Machlup y el

    ordenamiento epistemolgico ofrecido

    por el profesor Gabriel Zanotti (2009).

    Notar el lector que este ordenamiento

    nos permite avanzar en nuestra compren-

    sin del significado de las leyes econmi-

    cas, en particular, ofreciendo una nueva

    clasificacin, adems de mostrar que la

    praxeologa contiene en su sistema tanto

    leyes tericas como empricas. En la sex-

    ta parte, resumimos los argumentos por

    los cuales pensamos, junto a JK, que el

    enfoque austraco es superador respecto

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    de sus alternativas metodolgicas. Final-

    mente, arrojamos unas reflexiones finales

    que definen este programa de investiga-

    cin como integrador del trabajo desarro-

    llado, no slo por economistas tericos,

    sino tambin por historiadores, macro-

    economistas y econometristas, al tiempo

    que abrimos una serie de debates que

    necesitan ms investigacin.

    1. La economa sin ley.

    La tesis doctoral de JK se inserta en el

    campo de estudio de la epistemologa,

    definido como el estudio del conoci-miento, en nuestro caso del conocimiento

    que obtenemos en la economa. Lo que en

    general se pretende con la epistemologa

    es determinar cun vlido es nuestro co-

    nocimiento, qu es lo que realmente sa-

    bemos y cun seguros podemos estar de

    ello (Keckeissen 2014, p. 12).

    El objetivo de la tesis se define ya en

    su ttulo: Estudiar el significado de las

    leyes econmicas. Qu cualidades son

    propias de las leyes econmicas? Son

    universales, absolutas, inmutables? O

    son histricas, provisionales, ms o me-

    nos exactas? En definitiva, qu es exac-tamente una ley cientfica? (Keckeissen 2014, pp. 19-20). En estas 241 pginas

    JK recorre la historia del pensamiento

    econmico para extraer de los autores

    ms destacados de la disciplina el trata-

    miento que cada uno de ellos ofreci a

    este tema tan importante. Se excusa el

    autor, ya desde el comienzo, en que no

    pudo atender a trabajos que no estuvieran

    disponibles en ingls, pero logra a mi modesto modo de ver sintetizar una extensa literatura y sin notables ausen-

    cias.

    El Captulo II precisamente busca

    ofrecer un mapa que sirva de gua para el

    estudio, preguntndose inicialmente dos

    cuestiones: (1) cules economistas servi-

    rn mejor como gua, y (2) de qu modo

    clasificar la extensa literatura estudiada.

    Respecto de la primera pregunta, JK

    recorre la historia de la evolucin de las

    ideas, indaga en las obras fundamentales,

    y extrae referencias esenciales sobre lo

    que cada uno de estos autores selecciona-

    dos reflexion sobre el significado de las

    leyes econmicas. Respecto de la segun-

    da pregunta, se abre un abanico de opcio-

    nes acerca de cmo clasificar o agrupar

    dichas reflexiones:

    Podramos habernos conformado con usar

    la clasificacin usual (y ms simple) de

    leyes empricas y tericas, o lo que Fraser

    describe como los aspectos enumerativos

    y universales de la ley. O, siguiendo a

    Briefs, podramos haber optado por una

    triple clasificacin de leyes, basadas en

    los tres mtodos de derivacin: el mtodo

    de aislamiento, el holstico y el matem-

    tico separando luego las leyes econo-mtricas de las matemticas. Briefs, como hemos sealado, tom la metodo-

    loga como criterio para su anlisis. Esta

    solucin nos hubiera planteado obvias di-

    ficultades. Por un lado, tendramos que

    clasificar a Hutchison, el principal expo-

    nente del positivismo lgico, en la misma

    categora que los institucionalistas; resul-

    ta evidente que estos no comparten ideas

    similares sobre el tema. Y cmo po-

    dramos distinguir a Friedman de Mar-

    shall o de Mises? Segn el esquema de

    Briefs, todos ellos son aislacionistas,

    aunque en nuestro estudio hemos mostra-

    do que estos autores ejemplifican tres en-

    foques muy diferentes: economa sin le-

    yes, ley como tendencia y leyes absolutas

    (Keckeissein 2014, p. 209).

    De aqu surge la estructura de la tesis

    que resumimos en el Cuadro 1, con cua-

    tro captulos en los que JK estudia cada

    una de estas categoras. En primer lugar,

  • Cuadro 1. Las leyes econmicas en la historia del pensamiento econmico.

    No

    La economa sin Ley

    1. Historicistas alemanes

    (Roscher, Hildebrand, Knies, Schmoller)

    2. Institucionalistas Dbiles Normales Fuertes(W. Mitchell, Gruchy)

    3. Leyes como reflejo de intereses 1. Leyes empricas 1. Padres fundadores. 1. Austriacos

    especiales (Kaufmann, Hutchison) (Fisicratas y Adam Smith) (Bastiat, Wicksteed,

    Menger, Bhm Bawerk,

    4. Economistas modernos y cientficos 2. Leyes cuantitativas 2. Escuela clsica Mises, Hayek, Robbins,

    sociales (econometra) (Ricardo, Malthus, Say, Mc. Culloch, Senior Rothbard)

    (Cassel, Robinson, Chamberlin, Fisher, y J. Mill)

    Baumol) 3. Leyes histricas 2. Marxistas

    3. Clsicos posteriores y Escuela Neoclsica (Weber, Marx, Engels)

    5. Filosofa opuesta a la ley 4. Leyes macroeconmicas (J. S. Mill, Cairnes, Marshall, J. N. Keynes,

    (Friedman, Popper, Hayek) (J. M. Keynes) J. B. Clark, Seligman, Knight)

    5. Otras ciencias sociales 4. Escuela matemtica

    (Walras, Pareto, Hicks)

    -Clasificacin de Joseph Keckeissen-

    Es posible formular leyes econmicas?

    Si

    La economa con ley

    Qu tipos de leyes econmicas?

    Fuente: Elaboracin propia a partir de Keckeissen (2014).

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    en el Captulo III, estudia a aquellos auto-

    res que niegan la existencia de leyes eco-

    nmicas y en su lugar prefieren hablar de

    postulados o principios. En segundo lu-

    gar, estudia a aquellos economistas que

    aceptan que la ciencia econmica puede

    formular leyes econmicas, pero ahora

    las distingue en leyes econmicas dbiles

    (Captulo IV), normales (Captulo V) y

    fuertes (Captulo VI). Admite JK que un

    mismo autor puede pertenecer a distintas

    categoras, lo que se manifiesta en la pre-

    sencia de estos autores en los distintos

    captulos.

    Algunos economistas, incluso econo-

    mistas modernos, han optado por dejar de

    hablar de leyes econmicas. Entienden

    que la economa es una ciencia muy dife-

    rente a la fsica, carente de consensos,

    que las generalizaciones son apresuradas

    y prefieren enfocarse en el anlisis del

    mundo real sin un entendimiento terico

    previo. Tal es el caso, en primer lugar, de

    los historicistas alemanes como Wilhelm

    Roscher, Bruno Hildebrand, Karl Knies y

    especialmente Gustav Schmoller. Este

    ltimo precisamente mantuvo un debate

    fundamental con Carl Menger acerca del

    tema que nos compete, conocido en la

    literatura como la Methodenstreit.

    Afortunadamente, hoy encontramos

    El mtodo de las ciencias sociales de Carl

    Menger traducido al espaol por Unin

    Editorial, libro en el que el autor conside-

    ra la cuestin metodolgica como la ms urgente de la economa poltica, y traba-jo en el que logra reivindicar la legitimi-

    dad y la primaca de la teora econmica

    como un imperativo particularmente ur-

    gente en esos tiempos, ante el predominio

    que por entonces ejerca la Nueva Es-cuela Histrica sobre el estudio de las ciencias sociales.

    JK incluye tambin una referencia a

    los institucionalistas, considerando en

    particular los trabajos de Wesley C. Mit-

    chell y Allan G. Gruchy. Concretamente

    estos economistas criticaron el intento

    neoclsico de aislar los fenmenos de la Esttica Econmica y descubrir las leyes

    que los gobiernan. Pero no slo se que-daron en ello. Siguiendo a John R. Com-

    mons, distinguieron entre la verdad lti-

    ma y una verdad adaptable:

    Las verdades pragmticas dependen del

    estado actual del conocimiento en un de-

    terminado campo cientfico; a medida

    que las fronteras de la ciencia se expan-

    den y mejora el estado del conocimiento,

    las verdades pragmticas tambin se alte-

    ran, mejoran y se ensanchan (Commons,

    citado por Keckeissen 2014, p. 56).

    Gruchy es todava ms categrico y ataca

    el modelo que ms adelante vamos a pro-

    poner como metodologa adecuada para

    la economa poltica:

    Cuando el economista se propone esta-

    blecer como ncleo de su ciencia un con-

    junto de principios formales y universa-

    les, lo que descubre despus es que es

    imposible recubrir la estructura lgica de

    su sistema de pensamiento con el tejido

    de la realidad (Gruchy, citado por

    Keckeissen 2014, p. 58).

    El tercer grupo de economistas que

    niegan las leyes econmicas son aquellos

    que las entienden como un factor para

    alcanzar intereses especiales. JK recono-

    ce que hasta los economistas socialistas produjeron leyes grandilocuentes basa-das en intereses y pasiones personales y de clase, lo cual pervirti la teora eco-nmica (Keckeissen 2014, p. 61). De ah que autores como J. A. Hobson, rechaza-

    ron las leyes neoclsicas y socialistas.

    Entre los economistas modernos tam-

    bin hay quienes se oponen a la ley (Gus-

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    tav Cassel, Joan Robinson y Edward

    Chamberlin), prefiriendo otros trminos

    como teorema, proposicin, postu-lado o principio, y dejando el trmino ley para casos excepcionales como la ley de rendimientos.

    Por ltimo, cabe recordar los aportes

    de Milton Friedman, Karl Popper y Frie-

    drich von Hayek, quienes representan,

    segn JK, una filosofa opuesta a la ley.

    En el caso de Friedman, JK analiza La metodologa de la economa positiva (Friedman 1953), trabajo en el que el

    autor argumenta que la economa no es

    un cuerpo de verdades y cnones lgicos

    de inferencia, sino de proposiciones tran-

    sitorias e instrumentos usados primaria-

    mente por su poder predictivo (Keckeis-

    sen 2014, p. 65). Friedman, a diferencia

    de los austracos, enfatiza que no importa

    tanto la comprensin sino la predic-cin, y al efecto es poco relevante si los supuestos utilizados como punto de parti-

    da son verdaderos o no.

    Friedman reconoce, sin embargo, que

    la economa, como toda ciencia, necesita

    de ciertas regularidades o generalizacio-

    nes, pero dada la imposibilidad de alcan-

    zar certeza, prefiere llamarlas hiptesis. Poco despus de que Popper insertara en

    las ciencias sociales los trminos de con-

    firmacin y refutacin, Friedman introdu-

    ca la economa positiva, entendida como aquella en la cual las hiptesis se-

    rn vlidas o no en la medida que puedan

    ser probadas en el mundo real a travs de la evidencia emprica:

    Considerada como un conjunto de hipte-

    sis sustantivas, la teora debe juzgarse por

    su poder predictivo respecto de la clase

    de fenmenos que pretende explicar. Slo la evidencia emprica puede mostrar

    si es correcta o incorrecta o, mejor an, si es tentativamente aceptada como vlida o rechazada La nica prueba

    relevante de la validez de una hiptesis es

    la comparacin de sus predicciones con la

    experiencia La evidencia emprica nunca puede demostrar una hiptesis; slo puede fracasar en refutarla (Fried-man, citado por Keckeissen 2014, p. 70).

    (Friedman bas gran parte de su trabajo

    en la teora o ecuacin cuantitativa de

    Irving Fisher, y dedic gran parte de su

    vida a mostrar evidencia emprica que

    confirmara su validez y utilidad en la

    prediccin [Ravier 2012b].)

    En el mismo sentido, Popper insisti

    que las generalizaciones nunca pueden

    ser demostradas o verificadas en forma

    concluyente, y slo son retenidas hasta

    que sea encontrada otra proposicin me-

    nos insatisfactoria que tome su lugar:

    Debemos considerar todas las leyes o teoras como hiptesis o conjeturas; es

    decir, como suposiciones (citado por Keckeissen 2014, p. 74). Popper no niega

    que la verdad exista, pero no es posible para nosotros estar seguros de haberla

    alcanzado, y ni siquiera tener certeza de

    habernos aproximado.

    Pero Popper dir ms tarde que la in-seguridad parcial sin caer en el relati-vismo que tenemos sobre las leyes eco-nmicas, es la misma que tenemos sobre

    todas las ciencias, incluso la fsica, lo que

    nos deja, en este sentido, con un monis-

    mo metodolgico fundamental. La eco-

    noma no debe abandonar el uso del tr-

    mino ley porque no podamos ser capa-ces de alcanzar plena certeza en los men-

    sajes que estas transmiten.

    Por el lado de Hayek, JK seala que

    este pensador cuestionaba la relevancia

    del trmino ley en el caso de fenmenos complejos:

    [Hayek] piensa que el trmino ley solo es til para describir las relaciones econ-

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    micas ms simples, resultando inadecua-

    do a medida que la ciencia progresa de

    los modelos ms simples hacia los ms

    complejos. Puesto que los fenmenos so-

    ciales requieren un nmero de variables distintas mucho mayor que las que se requieren en los fenmenos fsicos, no es

    posible teorizar sobre los primeros si nos

    encasillamos en el marco de referencia de

    una metodologa cientfica simple

    (Keckeissen 2014, p. 75).

    Aqu tenemos un dualismo metodolgico,

    dado que en las ciencias sociales, a dife-

    rencia de la fsica, no se nos permite ais-

    lar al objeto de estudio para concentrar-

    nos en la relacin causal que existe entre

    unas pocas variables. El mundo social es

    entonces mucho ms complejo que el

    laboratorio, lo que nos obliga a buscar

    mtodos diferentes de estudio.

    Para cerrar esta seccin, debemos re-

    conocer dos puntos. Por un lado, que aun

    estos cientficos sociales que JK estudi

    con profundidad no dedujeron de esta

    filosofa que la economa sera incapaz de

    elaborar o descubrir leyes econmicas.

    Por el contrario, con las aclaraciones per-

    tinentes, los tres autores defendieron las

    leyes econmicas cientficas para esta

    disciplina. Por otro lado, si bien notamos

    hoy una posicin positivista en la mayor

    parte de los economistas, esto no significa

    que la profesin descrea de las leyes eco-

    nmicas. El positivismo encajar en la

    prxima seccin con una versin dbil de

    ley econmica, en particular con las leyes

    empricas o economtricas.

    2. La economa emprica y las leyes

    econmicas dbiles.

    El Captulo IV abre el anlisis del trabajo

    de aquellos economistas y escuelas de

    economa que utilizan el concepto de ley

    econmica como herramienta de estudio

    en su anlisis de la realidad. En este pri-

    mer caso, nos concentraremos en las le-

    yes dbiles, representando con esto a re-

    gularidades menos pretenciosas que las

    renombradas leyes clsicas, y que no de-

    penden de una rigurosa metodologa a

    priori. En otros trminos, los economistas

    e historiadores que se agrupan a conti-

    nuacin no han sealado que las leyes

    descubiertas sean de carcter universal o

    que sean inmutables, sino que se trata de

    la relacin entre unas pocas variables con

    validez local a las circunstancias espe-cficas de tiempo y lugar en donde fue

    encontrada o descubierta. Siguiendo la

    distincin de Schultz o de Jevons entre

    leyes tericas y exactas, por un lado, o

    leyes aplicadas y empricas por otro, las

    leyes dbiles se corresponden con estas

    ltimas. Lo relevante aqu es que las leyes tericas son generales, atemporales

    y abstractas, mientras que las leyes emp-

    ricas son detalladas, concretas e involu-

    cran sucesin temporal (Keckeissen 2014, p. 94). Nosotros vamos a disentir

    con esta visin, especialmente cuando

    expliquemos el Cuadro 3.

    En primer lugar, JK destaca las leyes

    empricas basadas en mtodos inductivos

    simples de recopilacin de informacin.

    Los autores de estas leyes suelen cons-

    truir sus generalizaciones basadas en da-

    tos fcticos. Al respecto F. Kaufmann y

    T. W. Hutchison se han destacado por sus

    crticas a la economa pura (al estilo

    Kant), y su nfasis en observaciones con-

    cretas. Hutchison incluso distingue entre

    ciencias y seudociencias, indicando que

    las primeras tratan sobre regularidades

    del mundo real, mientras que las segun-

    das se ocupan de proposiciones generales

    que son deducidas introspectivamente y

    que no pueden ser verificadas en el mun-

    do externo.

    En segundo lugar, JK analiza las leyes

  • __________________________________________________________________

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    empricas que surgen de la econometra

    como herramienta de anlisis. Est claro

    que la econometra puede cuantificar la

    relacin que existe entre dos variables,

    pero no puede demostrar causalidad en

    esa relacin. Cuando JK se refiere a los

    econometristas, se refiere especialmente a

    aquellos autores que utilizan la herra-

    mienta sin un modelo terico detrs, as-

    pecto que tiende a ser corregido en las

    dcadas posteriores a que la tesis fuera

    escrita.

    En tercer lugar, JK estudia las leyes

    histricas que surgen directamente de los

    datos, sin basarse en teoras preexistentes.

    JK nos recuerda la crtica de Mises y

    Popper a la historia aterica, sealando el

    primero que gran parte del trabajo de los

    historiadores econmicos carece de im-

    portancia precisamente por ser ajeno a un

    conocimiento terico previo:

    El historiador examina su materia sir-

    vindose de la lgica, la praxeologa y las

    ciencias naturales. Si su conocimiento es

    defectuoso, su anlisis de los materiales

    estar viciado. Buena parte de las contri-

    buciones de los ltimos ochenta aos a la

    economa y a la historia social carecen de

    utilidad a causa de la insuficiente com-

    prensin de la economa por parte del es-

    critor. La tesis historicista segn la cual el

    historiador no necesita conocer los pro-

    blemas de la economa y debe prescindir

    de ellos ha arruinado el trabajo de varias

    generaciones de historiadores. El efecto

    del historicismo fue an ms perjudicial

    para aquellos que llamaban investigacin

    econmica a sus propios estudios sobre

    las diversas condiciones sociales y co-

    merciales (Mises 1957, p. 257).

    Los macroeconomistas, por su parte,

    tambin desarrollan ciertas leyes macro-

    econmicas. En el caso de Keynes, por

    ejemplo, se destaca la propensin mar-ginal a consumir o el multiplicador (Keckeissen 2014, p. 123). JK dedica

    cierto espacio a discutir el caso de la

    Curva de Phillips, sealndola como un ejemplo de estadstica aplicada que no se

    basa en doctrinas econmicas tradiciona-

    les (Keckeissen 2014, p. 94). De nuestro lado, aceptamos la crtica si identificamos

    como Curva de Phillips nicamente a

    aquella elaborada por el propio A. W.

    Phillips en 1958, de pendiente negativa.

    Pero si avanzamos a desarrollos posterio-

    res como el de Friedman (1977), me pa-

    rece que la Curva de Phillips monetarista,

    vertical, s est basada en un cuerpo te-

    rico formal.1

    En su anlisis de estas leyes econmi-

    cas dbiles JK se presenta crtico, sea-

    lando que en la prctica, ningn princi-pio universal fue descubierto por estos

    economistas. Muchas de sus leyes fue-ron modelos ad hoc, con fundamentos

    endebles, sin contacto con el resto de la

    teora econmica y sin relacin alguna

    con una definicin rigurosa de la ciencia

    econmica (Keckeissen 2014, p. 129). Sin embargo, persiste el interrogante

    acerca de las causas del auge del trabajo

    emprico, y la muerte del trabajo teri-co:

    Hay acadmicos de renombre que pro-

    claman, en forma provocativa, el fin de la teora con un dato cuantitativo difcil de refutar: en las revistas especializadas,

    la cantidad de estudios tericos cae en pi-

    cada, mientras que los trabajos empricos

    o experimentales, con datos reales, es-tn en pleno auge .... [Noah] Smith apela

    a un trabajo que releva los tipos de estu-

    dios publicados en revistas especializadas

    entre 1963 y 2011 centenares de miles

    1Este caso es de especial inters para quien

    escribe, porque justamente desarroll en mi

    tesis doctoral una versin austraca de la

    Curva de Phillips de pendiente positiva, que

    es consistente con el enfoque terico de Vie-

    na en lo que refiere a la teora del capital y de

    los ciclos econmicos (Ravier 2010a y 2013).

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 78

    y all se ve que los textos tericos eran

    ms de la mitad en las primeras dcadas,

    y llegaron a un pico del 57.6 % en 1983.

    En ese mismo ao, las investigaciones

    empricas apenas superaban el 35 % y los

    papers experimentales no llegaban a 1 %

    (el resto estaba en la categora de teora con simulaciones) .... A partir de 1987 comienza el tobogn de la teora econ-

    mica. Los estudios de este tipo bajan a

    32% del total en 1993, a 28 % en 2003 y

    a 19.1 % en 2011. Dos aos atrs, el

    segmento estrella es el de investigaciones

    empricas con datos propios (34 %), se-

    guido por el de las empricas con datos

    prestados (29.9 %). Los trabajos que des-

    criben experimentos ya ocupan 8.2 % del

    ancho de banda acadmico, mientras que los tericos con simulaciones estn

    apenas por encima, con 8.8 % del total ....

    Cul fue el meteorito que impact contra

    el planeta de la teora econmica a me-

    diados de los ochenta e hizo extinguir a

    los viejos dinosaurios? (Campanario

    2013).

    3. La economa clsica/neoclsica y las

    leyes econmicas normales.

    JK destina el Captulo V al estudio de las

    leyes econmicas normales, recordndo-

    nos las leyes clsicas de la produccin, del valor y del precio, de la oferta y la

    demanda, del consumo y de la distribu-

    cin. Estas leyes, dice JK, son clara-mente de otro calibre que las leyes dbi-

    les citadas arriba:

    Estn basadas en postulados firmes y se

    derivan generalmente de un riguroso ar-

    gumento deductivo o matemtico. Se su-

    pone que describen lo que sus autores

    consideran como condiciones econmicas

    normales o un estado de equilibrio . Los economistas han formulado y refor-

    mulando leyes econmicas normales des-

    de los tiempos de Ricardo. Aunque el si-

    glo XIX podra considerarse la poca do-

    rada de este concepto de ley, existen no

    obstante autores modernos que tambin

    se expresan de esta manera. Por tanto, no

    es la cronologa per se la que constituye

    la lnea divisoria entre las leyes normales

    y las otras dos categoras, sino, como ve-

    remos, el paquete entero de supuestos, postulados y mtodos que los diversos

    autores, independientemente de la poca,

    han incorporado en las mismas (Keckeis-

    sen 2014, pp. 132-33).

    Qu autores se agrupan aqu? El

    Cuadro 1 tambin nos brinda la respuesta.

    Son los padres fundadores de la economa

    (fisicratas y Adam Smith), la Escuela

    Clsica (especialmente Ricardo, Malthus,

    Say, McCulloch, Nassau Senior y James

    Mill), los Clsicos posteriores y la Escue-

    la Neoclsica (John Stuart Mill, John

    Elliot Cairnes, Alfred Marshall, John

    Neville Keynes, John Bates Clark, Edwin

    Seligman y Frank Knight) y la Escuela

    Matemtica (en particular Len Walras,

    Vilfredo Pareto y John Hicks). Todos

    estos autores crean firmemente en leyes

    econmicas:

    Debemos reconocer como fundamento

    una ciencia positiva de la economa pol-

    tica que se ocupa exclusivamente de lo

    que es y que busca determinar leyes eco-

    nmicas. Al postular, entonces, la posibi-

    lidad de una ciencia de la economa pol-

    tica, lo nico que queremos decir es que

    es posible descubrir leyes generales de

    los fenmenos econmicos, coordinar es-

    tas leyes y explicar hechos econmicos

    especficos por medio de ellas (John Ne-

    ville Keynes, citado por Keckeissen

    2014, pp. 134-35).

    Ms adelante, agrega Neville Keynes:

    La economa es necesariamente una ciencia de causa y efecto. O en palabras de John Stuart Mill: Lo que sucede una vez, suceder de nuevo, bajo circunstan-

    cias suficientemente similares (ambos citados por Keckeissen 2014, p. 166).

    En este caso, el anlisis se enfoca en

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 79

    un homo oeconomicus, donde el hom-bre bsico no cambia y su naturaleza es invariable y perenne. A partir de esto los economistas deducen regularidades y

    estn dispuestos a plantear proposiciones

    inverificables (en el sentido de Hutchi-son) como premisas en su razonamiento.

    Aunque muchos de ellos enfatizan la im-

    portancia de la induccin y de estudios

    empricos, la mayor parte de sus aportes

    son de tipo analtico.

    Estos economistas tenan que basarse

    en algn principio fundamental, una

    fuerza unificadora o cimiento para las estructuras que erigan. En ello no

    hubo consenso: algunos basaron su es-

    tructura en el derecho natural, otros en el

    utilitarismo clsico, otros en modernos

    principios de racionalidad (Keckeissen

    2014, p. 138). Desde ya que el debate

    acerca de cul de estos principios debiera

    ser el cimiento de la ciencia econmica

    permanece abierto entre los defensores de

    las leyes normales.

    Un concepto central aqu es el valor normal al cual tiende la economa, que con el tiempo a partir de Marshall y Walras se ha convertido en el concepto de equilibrio:

    Smith y Ricardo hablaban de un valor

    natural. John Stuart Mill interpretaba este valor como un punto en torno al cual el valor oscila, y hacia el cual siem-

    pre tiende a retornar; el valor central, ha-

    cia el cual, como lo expresa Adam Smith,

    gravita constantemente el valor de mer-

    cado de cualquier cosa; cualquier desvia-

    cin es solo una irregularidad temporal

    que, desde el momento en que se presen-

    ta, pone en movimiento fuerzas tendien-

    tes a corregirlo. Este punto, deca Mill, es el centro de todas las oscilaciones, as

    como el nivel del mar es la norma terica

    para el ocano. Marshall repeta este

    mismo pensamiento (Keckeissen 2014,

    pp. 140-41).

    Para estos economistas las leyes eran

    de aplicacin universal. Frank Knight,

    por ejemplo, explicaba que existe una ciencia de la economa, una ciencia ver-

    dadera y exacta, que se expresa en leyes

    tan universales como las de la matemtica

    y la mecnica (citado por Keckeissen 2014, p. 163), y otros expresaban ideas

    similares:

    Say escribi que las mximas de la Eco-noma Poltica son inmutables. Cairnes se burlaba de los burdos intentos de anu-lar las leyes de la naturaleza y Laughlin hablaba de lo intil que resulta pelearse con dichas leyes. Neville Keynes, sin

    embargo, reconoca que aunque las fuer-zas de la competencia podran usualmen-

    te ejercer una influencia preponderante en

    el mundo econmico, no poseen la uni-

    versalidad y la necesidad que aqu se les

    atribuye (Keckeissen, p. 168).

    Cuando estas leyes no se cumplan,

    estos economistas se escudaban en que el

    mundo es dinmico, perversiones que

    para John Bates Clark podran deberse al

    monopolio, al desgobierno, a las guerras

    o la anarqua. Las fricciones de este ti-po, afirm, van de la mano con la di-nmica, y no existen en el estado estti-

    co (citado por Kekeissen, p. 164). Con ello, estos autores estaban sealando cier-

    tas hiptesis auxiliares fundamentales concepto que trabajaremos ms adelante

    en referencia al marco institucional en el que las leyes econmicas tendrn lugar.

    Esta cita de Clark sobre el mercado labo-

    ral ilustra el caso:

    Los salarios en el mundo prctico, con

    todos sus cambios radicales y con todas

    las fricciones que entorpecen la accin de

    la ley pura, de hecho fluctan en torno a

    los estndares estticos; y las variaciones

    respecto de estos niveles estn, ellas

    mismas, sujetas a una ley (citado por

    Keckeissen, p. 165).

    A lo que Toynbee agrega:

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 80

    Ensenles [a los obreros] que el nivel de

    salarios no es el resultado de causas acci-

    dentales, controlables por los hombres,

    sino de grandes leyes naturales ms all

    de su control, y todo marchar bien (cita-

    do por Keckeissen, p. 172).

    De ah que JK advierte que, segn Clark,

    el conocimiento de las leyes econmicas [clsicas o normales] es til para la con-

    duccin del estado, o para ser ms preci-so, para conducir la poltica econmica.

    Agrega JK que estas leyes han sobrevi-vido admirablemente, y la mayora de

    ellas aparecen en los textos modernos,

    aunque a menudo sin el epteto de ley (Keckeissen, pp. 173, 176).

    4. La economa austraca/marxista y

    las leyes econmicas fuertes.

    Como ya hemos visto, los clsicos han

    sido los primeros economistas en formu-

    lar leyes econmicas que JK sintetiz arriba como normales pero a partir de sus escritos surgieron otras escuelas o

    tradiciones que reelaboraron la doctrina

    econmica en un sentido algo diferente.

    La revolucin marginalista no fue ex-

    clusivamente una refutacin de la teora

    del valor-trabajo y el origen del margina-

    lismo en economa. Fue mucho ms que

    eso. El marginalismo vino acompaado

    de la economa moderna, que si bien se

    bas en la ley de utilidad marginal y otras

    leyes clsicas como esencia del cuerpo

    terico, tambin focaliz la atencin en

    ciertos debates metodolgicos fundamen-

    tales para la disciplina. Los economistas,

    a partir de 1776, lograron mostrar a la

    economa como una ciencia independien-

    te del resto de las ciencias sociales, pero a

    partir de 1871 dieron un paso ms, sea-

    lando que la economa cientfica era bas-

    tante ms que simple historia, una cien-cia que tena sus propias leyes de carcter

    universal y su propio lenguaje. Esto fue

    precisamente uno de los mximos objeti-

    vos de la obra de Carl Menger.

    Por supuesto que no todos aceptaron

    la revolucin marginalista. Marx y sus

    seguidores elaboraron una fuerte resisten-

    cia en pro de la teora del valor-trabajo,

    aunque existe un amplio consenso en

    economa sobre el fracaso de aquellos

    intentos (Ravier 2011d).

    JK define las leyes econmicas fuertes

    (en el sentido que le dieron precisamente

    los austracos y los marxistas), como le-

    yes aprioristas, vlidas en todo tiempo y

    en todo lugar. Entre los austracos JK

    coloca en una misma bolsa a Carl Men-

    ger, Eugen von Bhm-Bawerk, Ludwig

    von Mises y Friedrich von Hayek, aunque

    no me parece correcto incluir a este lti-

    mo en el grupo. JK incluye, adems, a

    Frdric Bastiat, Philip Wicksteed y Lio-

    nel Robbins, siendo este ltimo quizs

    quien mayor xito alcanz en el campo de

    la metodologa apriorista. Si bien no lo

    hace al comienzo, luego JK agregar refe-

    rencias a Murray Rothbard y Fritz Mach-

    lup, autores que para nosotros resultan

    centrales ms adelante.

    Estas leyes no son, en ningn sentido,

    empricas, histricas, matemticas o esta-

    dsticas. Ms bien, se generan mediante

    deduccin lgica, a partir de un limitado

    nmero de postulados bsicos, el ms

    importante de los cuales es que el hombre

    escoge los medios ms aptos para lograr

    sus fines (Robbins) o acta a fin de mejo-

    rar sus circunstancias (Mises). Aunque

    tiene libertad para decidir entre cursos de

    accin alternativos, al intentar mejorar

    sus condiciones de vida, en su conducta

    el hombre necesaria e invariablemente

    obedece a ciertas regularidades formales

    que pueden determinarse mediante razo-

    namiento discursivo, a partir de postula-

    dos fundamentales (Keckeissen, p. 180).

    JK coloca entre los supuestos austra-

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 81

    cos a la racionalidad, aunque hay que

    sealar que este racionalismo no tiene

    nada que ver con el de los modelos de

    equilibrio general, ni con los modelos

    ms modernos de expectativas racionales.

    El sentido de racionalidad austraco pre-

    fiero definirlo como humanamente ra-cional, representando con ello, un senti-do de racionalidad imperfecto, compati-

    ble con la incertidumbre. En aclarar estas

    diferencias han trabajado especialmente

    Mario Rizzo y Gerald ODriscoll en un libro que ya constituye un clsico (Ra-

    vier, 2012c).

    Los marxistas, por su parte, coinciden

    con los austracos en la posibilidad de

    descubrir leyes aprioristas, as como en la

    crtica austraca a los modelos de equili-

    brio, los supuestos ideales de la mayora

    de los modelos neoclsicos o la presun-

    cin de conocimiento. En un modo simi-

    lar a las leyes normales o clsicas, las

    leyes de Marx regulan la produccin capitalista, lo mismo que la divisin del

    trabajo y la eficiencia de la mano de obra.

    Otras leyes definen la naturaleza, la circu-

    lacin y el intercambio de mercancas (Keckeissen 2014, p. 199). Aunque de-

    bemos agregar que la ley econmica fuer-

    te marxista se basa en su propia filoso-fa, el materialismo dialctico, y est en-

    raizado en su propia base meta-

    econmica, el materialismo histrico (Keckeissen 2014, p. 194). Debido a esto,

    La validez de las leyes marxistas depen-

    der, entonces, de la aceptacin de una

    larga serie de doctrinas, algunas de las

    cuales seran: la teora del valor-trabajo,

    la plusvala, capital variable y constante,

    la creciente miseria del proletariado, el

    ejrcito industrial de reserva. Dados estos

    supuestos, se deduce lgicamente un

    formidable sistema de leyes (Keckeissen

    2014, p. 198).

    Sintetizando, JK presenta las leyes eco-

    nmicas austracas y marxistas como

    inexorables, eternas o apodcticas:

    Nunca se intenta explicar sus excepciones

    o limitar su aplicabilidad, una vez esta-

    blecidas sus condiciones de aplicacin.

    En su propio contexto son universales,

    causales, necesarias y, al menos en el ca-

    so austraco, teleolgicas. Hay mucho

    menos nfasis en su cuantificacin o en

    su verificabilidad (Keckeissen 2014,

    p. 205).

    5. Profundizando en la praxeologa.

    El Cuadro 1 y lo dicho en las cuatro sec-

    ciones anteriores resumen la tesis de JK,

    esto es, presentar un estudio sistematiza-

    do de aquello que los economistas elabo-

    raron respecto del significado de las leyes

    econmicas. Sostengo, sin embargo, que

    a esta tesis le han faltado dos captulos,

    precisamente porque JK no llega a mos-

    trar en profundidad el enfoque que l

    considera superador, y al mismo tiempo

    porque tampoco ofrece un anlisis crtico

    y sistematizado de cada posicin. Es cier-

    to que el autor referencia algunas crticas

    en la exposicin de cada captulo, pero el

    lector puede no tener claro qu posicin

    tena JK sobre este material. Esto no debe

    leerse como una crtica, pues JK no per-

    segua este desafo en su tesis. Pero pien-

    so que analizar estos dos aspectos puede

    permitir un progreso adicional en el vaco

    bajo estudio.

    No es casual que JK haya elegido el

    campo de estudio de las leyes econmicas

    para su tesis doctoral. Como decamos en

    la introduccin, JK asisti al seminario de

    Ludwig von Mises en Nueva York el que tuvo lugar entre 1948 y 1969 y sa-bemos por distintas fuentes que en esos

    aos la metodologa era una de las gran-

    des preocupaciones de Mises y de los

    asistentes al seminario. Teora e historia

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 82

    (1957) y El fundamento ltimo de la

    ciencia econmica (1960) son parte del

    resultado de aquella preocupacin. Nadie

    puede dudar de la importante influencia

    que JK recibi de quien denomin siem-

    pre como su maestro, ya que nunca dej de pensar sobre los temas econmi-

    cos en los trminos expuestos en La ac-

    cin humana (1949). Numerosos profeso-

    res y alumnos pueden dar cuenta de los

    emotivos y cariosos homenajes que JK

    ofreca en memoria de su padre intelec-

    tual durante su estancia en la Universidad

    Francisco Marroqun.

    Una vez hayamos profundizado en es-

    ta metodologa misesiana, conocida bajo

    el trmino praxeologa, podremos dar un

    paso ms en la siguiente seccin para

    explicar brevemente las razones por las

    cuales pensamos que la posicin austraca

    es superadora de las alternativas expues-

    tas. Al efecto, comenzaremos precisa-

    mente con la fundacin de la Escuela

    Austraca, en particular, con la obra de

    Carl Menger y la Methodenstreit.

    Dice Juan Carlos Cachanosky, en su

    introduccin a la Escuela Austraca:

    El primer libro de Menger, Grundstze

    der Volkswirtschaftslehre (1871) (Prin-cipios de economa poltica), significaba un ataque tanto a la Escuela Histrica

    Moderna como a los economistas clsi-

    cos. A la primera porque el libro implica-

    ba la existencia de leyes econmicas uni-

    versales y atemporales que eran negadas

    por los historicistas, y a los segundos,

    porque daba un giro copernicano con res-

    pecto a la teora de los precios. [] En la dcada de 1870 en Alemania haba sola-

    mente cuatro revistas profesionales dedi-

    cadas a la economa. Los Grundstze

    aparecieron comentados en tres de ellas.

    El comentario del Zeitschrift pierde la

    idea central del libro; el del Vierteljahr-

    schrift es un poco mejor. En cambio, el

    Jahrbcher, fundado por el historicista

    Bruno Hildebrand, deplora que el libro

    sea breve y est escrito por una persona

    joven. El Schmoller Jahrbuch no hizo

    ningn comentario.

    Menger capt inmediatamente que la

    causa del fracaso de su primer libro era el

    predominio del mtodo historicista y de-

    cidi, entonces, interrumpir sus activida-

    des docentes para dedicar su tiempo a es-

    cribir su segundo libro, Untersuchungen

    ber die Methode der Sozialwissenschaf-

    ten und der Politischen konomie insbe-

    sondere (1883) (Investigacin sobre el mtodo de las ciencias sociales y de la

    economa poltica en especial). Este tra-tado critica en especial la posicin meto-

    dolgica de la Escuela Histrica Moderna

    y defiende la posibilidad de una teora

    econmica universal y atemporal.

    Obviamente, las Untersuchungen recibie-

    ron una acogida desfavorable. Schmoller,

    que en el caso del primer libro de Menger

    permaneci en silencio, reaccion ahora

    con una fuerte crtica en su Jahrbuch, en

    un tono muy ofensivo.

    Menger respondi en una serie de dieci-

    sis cartas, que posteriormente fueron

    publicadas bajo el ttulo de Die Irrtmer

    des Historismus in der Deutschen Natio-

    nalkonomie (1884) (Los errores del historicismo en la economa poltica ale-

    mana). Eran muy polmicas y algunas de ellas resultaban injuriosas para Sch-

    moller. Menger justificaba el bajo nivel

    acadmico de sus comentarios y los ata-

    ques ad hominem contra Schmoller ar-

    gumentando que cuando los acadmicos

    se ven atacados por un ignorante deben aprovechar la oportunidad para dirigirse

    al pblico en general en un nivel que le

    sea accesible.

    Schmoller cerr el debate negndose a

    comentar los Irrtmer y devolviendo a

    Menger la copia que ste le haba enviado

    con una carta no muy amistosa. En esta

    disputa, conocida con el nombre de Me-

    thodenstreit, no slo participaron Schmo-

    ller y Menger, sino que se plegaron tam-

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 83

    bin a ellos discpulos de ambas partes

    (Cachanosky 1984, pp. 22-23).

    La Methodenstreit no dej, segn Mi-

    ses, nuevos avances cientficos, pero s

    nos dej un claro mensaje: La economa

    no debe ser un producto de la historia.

    La economa debe ser ms ambiciosa que

    eso. La economa debe ser capaz de cons-

    truir a un nivel abstracto una serie de

    teoremas de aplicacin universal.

    Simplificar en este pequeo espacio lo

    que los austracos entienden por praxeo-

    loga sera un desafo inalcanzable, pero

    unas breves notas servirn para que el

    lector ajeno a este paradigma se acerque

    al enfoque. Puede resultar paradjico,

    pero as como los austracos han denun-

    ciado el abuso de la matemtica por parte

    de los profesionales de esta disciplina,

    tambin sostienen que el mtodo adecua-

    do para la economa es precisamente el

    mismo que el de las matemticas. Sin

    entrar en el debate de si las matemticas

    son o no una ciencia, diremos siguiendo a Russell (2010 [1919]) que las mate-mticas son un cuerpo de teoremas abs-

    tractos, vacos de contenido emprico, que

    se deducen lgicamente de ciertos axio-

    mas. Luego, bajo ciertas definiciones, las

    matemticas tienen numerosas aplicacio-

    nes en el mundo real.

    La praxeologa precisamente sigue es-

    te mtodo. Define un axioma como punto

    de partida, y deduce de l una serie de

    teoremas, que podemos llamar leyes eco-

    nmicas fuertes en el sentido de JK, por-

    que son de aplicacin universal y vacas

    de contenido emprico.

    Este enfoque es claramente anti-

    positivista (Friedman 1953), porque sos-

    tiene que no es posible refutar las leyes

    econmicas que se deducen del axioma

    central a travs de la evidencia emprica.

    Un ejemplo de las matemticas que acos-

    tumbra ofrecer Juan Carlos Cachanosky

    en sus clases puede resultar til para mos-

    trar el punto. Imaginemos que yo deposi-

    to 4 manzanas en una heladera vaca.

    Luego mi esposa me comenta que deposi-

    t otras 8 manzanas en la heladera. Ahora

    imaginemos que al abrir la heladera cuen-

    to 13 manzanas. Refuta el caso los res-

    pectivos teoremas de las matemticas?

    Claro que no. Al aplicar los axiomas y

    teoremas deducidos lgicamente sobre el

    mundo real, debo hacer ciertas observa-

    ciones empricas, subjetivas, ajenas al

    modelo. Luego, los errores de prediccin

    (pasados y futuros) no son necesariamen-

    te problemas del modelo terico. A lo

    sumo, nos pueden prender una luz de

    alarma de que puede haber all un pro-

    blema. Para refutar un teorema matemti-

    co se necesita una demostracin lgica en

    la deduccin de los teoremas. Para refutar

    una ley econmica fuerte del tipo aus-traco tambin se necesita una demostra-

    cin lgica en la deduccin de los teore-

    mas.

    Podemos sostener entonces que los

    teoremas de la matemtica o la economa

    son siempre verdaderos y que es imposi-

    ble su refutacin? Claro que no. Todos

    los teoremas son construcciones tericas

    abiertas al debate, pero no debemos con-

    fundir la contrastacin o refutacin de

    estos teoremas, respecto de la contrasta-

    cin o refutacin de las predicciones em-

    pricas que surgen de aplicar estos teore-

    mas. En el primer caso, necesitamos lgi-

    ca para desmantelar el sistema. En el se-

    gundo, las observaciones sobre hechos

    empricos pueden ayudarnos a identificar

    un problema.

    Y qu podemos decir de los axio-

    mas? Por conveniencia metodolgica los

    axiomas se toman como vlidos, indiscu-

    tibles y no se contrastan directamente con

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 84

    la evidencia emprica. Sin embargo, al

    introducirnos en el arte de la prediccin (Cachanosky 2000) s se contrastan los

    axiomas de un modo indirecto. Esto es lo

    que llamamos macro-predicciones que

    pondrn a prueba el conjunto del sistema

    que incluir desde el axioma de punto de

    partida, hasta los teoremas deducidos y

    las observaciones subjetivas y empricas

    del analista. Un error en la prediccin, sin

    embargo, no anula al sistema, ni al axio-

    ma de punto de partida. El analista deber

    empezar por el final, analizando si sus

    observaciones subjetivas fueron correc-

    tas, y si no encuentra errores all, volver

    la atencin sobre la deduccin de los teo-

    remas.

    Dicho esto, hay que decir que Menger

    (1871, 1884) slo dio los primeros pasos

    en la construccin de este sistema. Bhm-

    Bawerk ofreci algunos avances ms

    tarde en su trabajo en tres tomos, Capital

    e inters (1884, 1889, 1921), pero corres-

    ponde a Mises el mrito de ofrecer una

    primera sistematizacin integrada de la

    economa, especficamente en su tratado

    La accin humana (1949). Hoy contamos

    adems con nuevas contribuciones que

    reforzaron esa lnea de trabajo, pero aqu

    me interesa destacar el notable aporte del

    profesor Gabriel Zanotti, en el que ofrece

    un ordenamiento epistemolgico de la

    economa de la accin humana, que per-

    mite mostrar con mayor claridad los ele-

    mentos de la praxeologa: (1) un sub-

    ncleo central no-falsable, que surge de

    una descripcin del axioma praxeolgico

    central y una descripcin de los 24 teo-

    remas o leyes econmicas fuertes que se pueden deducir de ese axioma; (2) una

    serie de hiptesis auxiliares, de carcter

    emprico, que son fundamentales para

    pasar de las leyes econmicas fuertes al

    anlisis de la economa pura de mercado,

    del intervencionismo y del socialismo; (3)

    una descripcin de los teoremas o leyes

    econmicas empricas que describen la

    economa pura de mercado, y que se pue-

    den deducir del axioma central + las leyes

    econmicas fuertes + hiptesis auxiliares;

    (4) una descripcin de los teoremas o

    leyes econmicas empricas que descri-

    ben la teora general del intervencionis-

    mo, describiendo en particular aquellos

    teoremas que advierten de las consecuen-

    cias de la accin estatal al distorsionar los

    precios que surgen en una economa pura

    de mercado; y (5) una descripcin de los

    teoremas o leyes econmicas empricas

    que describen el socialismo, definido bajo

    la propiedad pblica de los medios de

    produccin (Zanotti 2009).

    Todo esto intentamos resumirlo en el

    Cuadro 2, el que adems presenta ejem-

    plos concretos de cada uno de estos teo-

    remas o sub-hiptesis auxiliares, para que

    el lector se haga una correcta imagen del

    planteamiento del profesor Zanotti.

    Es tiempo ya de definir qu entende-

    mos nosotros por ley econmica. Si no lo hicimos antes, esto obedece a que exis-

    ten tantas definiciones de ley como filsofos de la ciencia. Nosotros diremos

    que ley econmica es aquel teorema que se deduce directa o indirectamente

    del axioma praxeolgico central. Pero

    debemos advertir que en este sistema

    coexisten distintos tipos de leyes.

    Del Cuadro 2 se pueden deducir pre-

    cisamente tres diferentes tipos de leyes

    econmicas. Para definirlas utilizaremos

    cuatro ejemplos concretos de teoremas,

    todos los cuales forman parte del sistema

    praxeolgico. En este caso, nos concen-

    traremos en cuatro leyes que estn conec-

    tadas, pero que son de naturaleza diferen-

    te, a saber, (1) la ley de utilidad marginal,

    (2) la ley del intercambio, (3) la ley de

    formacin de los precios, y (4) la ley de

    control de precios mximos.

  • Cuadro 2. La economa de la Accin Humana.

    Axioma Praxeolgico 24 teoremas o leyes econmicas en sentido fuerte

    Central Son implicaciones lgicas de la descripcin de la accin humana Intercambio Dinero

    La Accin Humana 1. Medios y fines 9. Ley de utilidad marginal Oferta y Demanda Precios

    2. Medios versus condiciones generales

    Intencional 3. Preferencias y valoraciones subjetivas 14. Ley de rendimientos decrecientes Precios de los Factores de la produccin

    Deliberada 4. Tiempo

    Humanamente Racional 5. Escasez 16. Ley de preferencia temporal Tasa de inters Ahorro = Inversin

    6. Incertidumbre

    Individualismo metodolg. 7. Expectativas Formacin de capital

    Antropolgicas 1. Alertness empresarial Teorema 55: Todo modo de intervencin humana que modifique la hiptesis auxiliar

    2. Principio de maximizacin institucional y los precios como sntesis de conocimiento disperso (teorema 7) produce

    una mayor dispersin del conocimiento y menor coordinacin entre expectativas de oferta

    Sociolgicas 3. Cooperacin social y demanda

    4. Ley de divisin del trabajo Precios

    Moneda

    Institucionales 5. Propiedad privada Teora del ciclo econmico

    6. Libre contrato Trabajo y Salarios

    7. Libertad de entrada al mercado Recursos naturales La imposibilidad del clculo econmico

    Otras restricciones

    SISTEMA AXIOMTICO DEDUCTIVO

    (un ordenamiento epistemolgico de Gabriel J. Zanotti)

    (5) Socialismo

    (2) Sub-Hiptesis Auxiliares

    (3) Economa Pura de Mercado

    (4) Teora general del intervencionismo

    (1) Sub-ncleo Central No Falsable

    Fuente: Elaboracin propia a partir de Zanotti (2009).

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 86

    Diremos que la primera es una ley

    econmica en sentido fuerte, universal,

    vaca de contenido emprico: El valor otorgado a las unidades de un bien for-

    mado por n unidades es mayor que el

    otorgado a las unidades del mismo bien

    formado por n + 1 unidades y menor que

    el otorgado a las unidades del mismo bien

    formado por n 1 unidades (ley de utili-dad marginal) (Zanotti 2009, p. 34). Partiendo del axioma praxeolgico cen-

    tral de la accin humana, su deduccin es lgica y slo puede ser refutada me-

    diante esta herramienta. Tomemos ahora

    la ley del intercambio:

    La ley de utilidad marginal y la [hiptesis

    auxiliar de la] divisin del trabajo consti-

    tuyen dos condiciones necesarias para el

    intercambio de bienes y servicios (mer-

    cado). Segn la hiptesis auxiliar 3, en la

    cooperacin social cada persona concen-

    tra su labor en aquello para lo cual posee

    mayor productividad. Por lo tanto, cada

    persona dispondr de mayor cantidad de

    unidades del bien que produce que del

    bien que no produce. Luego, dada la ley

    de utilidad marginal (axioma 9), si A

    produce a y si B produce b, el valor de

    las unidades de a ser para A menor que

    para B, y el valor de las unidades de b se-

    r menor para B que para A. En ese caso,

    cada persona valora menos lo que posee

    que lo que no posee, y dado el axioma 1,

    tender a realizarse el intercambio

    (Zanotti 2009, pp. 37-38).

    Puede confundir al lector que aqu Zanot-

    ti define como axioma 1 y 9 lo que noso-

    tros definimos inicialmente como teore-

    mas. Lo que ocurre es que dentro del sis-

    tema representado en el Cuadro 2 hay dos

    sub-sistemas axiomtico-deductivos. El

    primero tiene como axioma a la accin

    humana, esto es, el axioma praxeolgico

    central, del cual se derivan los 24 teore-

    mas praxeolgicos. El segundo sistema,

    tiene como axiomas a los 24 teoremas

    praxeolgicos, de los cuales se derivan

    luego los teoremas de la economa pura

    de mercado, el intervencionismo y el so-

    cialismo.

    Volviendo sobre la ley del intercam-

    bio, no podemos suponer a priori que

    siempre habr intercambio. Para ello de-

    bemos suponer la existencia de ms de un

    individuo y una determinada interaccin

    social entre ellos. Pero esa cooperacin

    social (y tambin la divisin del trabajo)

    requieren como condicionante de ciertas

    instituciones que Zanotti coloca como hiptesis auxiliares como por ejemplo, el derecho de propiedad o la libertad de

    contratos, los que no necesariamente apa-

    recen en el mundo real. Hubo otros tiem-

    pos (y hay hoy muchos lugares) en que

    tales asociaciones voluntarias no ocurrie-

    ron (ni ocurren hoy). La teora de los jue-

    gos, por ejemplo, se preocupa precisa-

    mente por mostrar centenares de situacio-

    nes en que los agentes no cooperan.

    Luego, bajo todo lo dicho, podemos

    pasar a la ley de determinacin de los

    precios: Oferta y demanda encuentran una valoracin comn en el precio. Si A

    demanda 3 b y por ellos ofrece 2 a, y B

    demanda (valora) 2 a pero por ellos ofre-

    ce 1 b, no hay intercambio. Luego, para

    que haya intercambio el valor esperado

    mnimo del oferente (yo no vendo por menos de ) debe ser menor o igual al valor esperado mximo del demandante

    (yo no compro por ms de ). Luego, si se produce el intercambio, oferente y

    demandante se han encontrado, comuni-

    cado, en una valoracin en comn que se

    denomina precio. El precio no es enton-

    ces el precio esperado del vendedor ni del

    comprador, sino el precio en el momento

    del intercambio. Es el encuentro de ex-

    pectativas entre oferente y demandante lo

    que se denomina precio (Zanotti 2009, pp. 38-39).

    Estos dos teoremas, el de la ley de in-

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 87

    ..

    tercambio y la ley de formacin de pre-

    cios son para nosotros leyes econmicas

    empricas que nos permiten comprender

    una parte de la economa pura de merca-

    do. No podemos calificarlas como leyes

    fuertes porque no son vacas de conte-nido emprico.

    Debemos aclarar aqu nuestra discre-

    pancia con JK, cuando afirm que las

    leyes tericas son generales, atemporales y abstractas, mientras las leyes empricas

    son detalladas, concretas e involucran

    sucesin temporal (Keckeissen 2014,

    p.

    p. 94). Si bien entendemos lo que quiso

    decir, para evitar confusin nosotros di-

    remos que las leyes econmicas empri-

    cas lo son, porque no son vacas de con-

    tenido emprico, lo que no implica que

    sean detalladas, concretas y que involu-

    cren sucesin temporal. Estas leyes eco-

    nmicas empricas tambin son generales,

    atemporales, abstractas, aunque habr que

    prestar atencin a las hiptesis auxiliares

    para definir su aplicabilidad.

    Finalmente, el profesor Zanotti nos

    recuerda la ley de precios mximos que es

    Cuadro 3. Teora General del Intervencionismo.

    ,

    MERCADO DE BIENES Y SERVICIOS MERCADO LABORAL

    MERCADO CREDITICIO

    TEORA GENERAL DEL INTERVENCIONISMO

    Of

    D

    Pe

    Pcio. Mximo

    Qof QdEscasez

    Of

    D

    Pe

    Salario Mnimo

    Qof Qd

    Desempleo

    Of

    D

    i

    Expansin

    crediticia

    S ' I '

    Auge

    (ciclo econmico)

    Of '

    i '

    S = I

    (Ahorristas)

    (Firmas)

    Fuente: Elaboracin propia a partir de Mises (1949) y Zanotti (2009).

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 88

    generalmente aceptada en el campo de la

    microeconoma: Toda fijacin de un precio por debajo de lo que el mercado lo

    hubiera fijado (precio mximo) genera

    una retraccin de la oferta y un aumento

    en la demanda, lo cual implica un faltante

    en el mercado (Zanotti 2009, p. 70). Esta ley econmica tambin es emprica, por-

    que se basa en una intervencin del esta-

    do sobre un aspecto de la economa pura

    de mercado. Pero si bien es una ley eco-

    nmica emprica, debemos advertir que

    no es parte de la economa pura de mer-

    cado, sino de una teora ms amplia del

    intervencionismo. El Cuadro 3 muestra

    sintticamente tres casos de esta teora,

    concretamente, la intervencin del go-

    bierno sobre el mercado de bienes y ser-

    vicios, sobre el mercado laboral y sobre

    el mercado de crdito.

    En todos los casos, ceteris paribus,

    puede observarse que una poltica eco-

    nmica (bien o mal intencionada) que fije

    esos precios en un nivel diferente al que

    genera el propio mercado producir con

    el tiempo una reaccin del mercado que

    necesariamente conducir a un efecto

    contrario al buscado.

    Podemos tomar como ejemplo, el teo-

    rema enunciado arriba que resume la ley

    de control de precios mximos. Concre-

    tamente, esta ley muestra que si el go-

    bierno intenta bajar el precio de cualquier

    bien a un nivel inferior al que el mercado

    determina, los incentivos a una mayor

    demanda y a una menor oferta contribui-

    rn a su escasez, lo que ms tarde har

    elevar an ms su precio de mercado, lo

    que agravar indeseablemente el proble-

    ma inicial. Advertir el lector que esta ley

    es aplicable a todos los bienes y a todos

    los servicios, incluyendo la salud y la

    educacin, y tambin, como ha demostra-

    do Gary Becker, al mercado de las dro-

    gas, los rganos humanos, el matrimonio,

    la discriminacin o el crimen organizado

    (Becker 1976).

    Pero ahora podemos extender nuestra

    atencin al teorema que resume la ley de

    precios mnimos, que convertida en sala-rio mnimo y aplicada al mercado labo-ral, implicar un aumento del desempleo:

    Toda fijacin de un precio por encima de lo que el mercado lo hubiera fijado

    (precio mnimo) genera una expansin de

    la oferta y una retraccin en la demanda,

    lo cual implica un sobrante en el merca-

    do. Aplicado al mercado laboral, la fijacin de un salario mnimo produce

    desocupacin institucional (Zanotti 2009, pp. 70, 80). Aplican aqu tambin

    otros teoremas para analizar polticas

    econmicas que elevan el costo laboral,

    con consecuencias similares.

    Lo mismo se puede decir del mercado

    de crditos: Un incremento de medios fiduciarios, por decisin pblica, en el

    mercado de capitales, produce una baja

    en la tasa de inters bruta, lo cual implica

    una serie de inversiones adicionales que

    no se hubieran producido sin el aludido

    incremento (Zanotti 2009, p. 76). Este teorema detalla una serie de efectos: (1)

    la expansin lateral de las inversiones, (2) la expansin longitudinal de la in-versin, (3) mayor inversin en nuevos

    bienes de capital, (4) aumento en la de-

    manda de bienes de capital, (5) incremen-

    to en el consumo, (6) aumento en la de-

    manda de mano de obra, (7) aumento en

    las expectativas de ganancias por parte de

    los empresarios. Cuando cesa la expan-sin crediticia, comienza la segunda fase

    del ciclo, donde las consecuencias de la

    primera fase se invierten, mutatis mutan-

    dis, dice Zanotti, notando adems que la primera fase del ciclo econmico no puede prolongarse indefinidamente (Za-notti 2009, pp. 77, 78).

    El Cuadro 2 trabaja finalmente el caso

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 89

    del socialismo, lo cual es relevante para

    mostrar que el sistema no limita su utili-

    dad nicamente al caso especfico del

    capitalismo, sino a todos los sistemas

    econmicos posibles (o ms bien, cono-

    cidos). Si definimos socialismo como

    ausencia de propiedad privada, entonces

    surge un nuevo teorema: El clculo eco-nmico es imposible bajo el socialismo (Zanotti 2009, p. 88). En comparacin

    con la economa pura de mercado, uno

    puede notar lgicamente que la ausencia

    de propiedad privada de los medios de

    produccin implicar ausencia de merca-

    dos para esos medios de produccin. Sin

    estos mercados no habr precios para

    esos medios de produccin, lo que impli-

    ca lgicamente que no es posible realizar

    clculo econmico, lo que en definitiva es

    una gua para la funcin empresarial en

    cuanto a qu bienes y servicios deben ser

    producidos. Cabe notar que este teorema

    elaborado por Mises (1922) anticip el

    caos en la produccin que habra en cual-

    quier economa que rechace la propiedad

    privada de los medios de produccin.2

    Antes de pasar a la siguiente seccin

    2Mark Blaug uno de los tratadistas de ma-yor prestigio en la historia de las ideas re-conoci que de forma lenta y extremada-mente reacia he llegado a darme cuenta de

    que ellos (los tericos de la Escuela Austra-

    ca) estn en lo cierto y de que todos los de-

    ms hemos estado equivocados, afirmando adems, al evaluar la aplicacin del paradig-

    ma neoclsico cara a justificar la posibilidad

    del clculo econmico socialista, que es algo

    tan ingenuo desde el punto de vista adminis-trativo como para dar risa. Slo aquellos

    embriagados con el modelo de equilibrio

    esttico perfectamente competitivo pueden

    haberse tragado semejante tontera. Yo mis-

    mo fui uno de los que se la trag en mis aos

    de estudiante en la dcada de los 50s, y aho-ra no hago sino maravillarme ante mi propia

    falta de agudeza (Blaug y De Marchi 1991, p. 508).

    para ofrecer un anlisis comparativo con

    los otros enfoques metodolgicos, corres-

    ponde sealar que estos teoremas son

    slo un punto de partida, que deber ser

    corregido y ampliado por nuevos econo-

    mistas en el futuro:

    El desarrollo de estos teoremas puede ser

    continuado y perfeccionado ad infinitum.

    Los ideales de ciencia terminada ya ha-ce mucho tiempo que concluyeron. La

    epistemologa ha dado un verdadero pro-

    greso con el tema de los lmites del cono-

    cimiento humano, en las ciencias natura-

    les, ciencias sociales y formales . Tra-bajos como estos no slo no cierran los

    temas sino que los abren a mayores desa-

    rrollos. Pero esa apertura tiene que ver

    con un orden epistemolgico de los con-

    tenidos. Tal ha sido nuestro principal in-

    tento (Zanotti, 2009, pp. 90-91).

    6. La metodologa austraca como

    superadora de sus alternativas.

    Debemos aclarar que la praxeologa de la

    seccin anterior no se corresponde con la

    lectura conocida de Murray Rothbard ms bien extrema de la metodologa de Mises, sino con la lectura ofrecida por

    Fritz Machlup, ms moderada (Zanotti y

    Cachanosky 2014). En un artculo de esta

    revista, el profesor Zanotti resuma estas

    diferencias en los siguientes trminos:

    Hace tiempo que vengo sosteniendo que

    la interpretacin Rothbard de Mises debera competir en igualdad de condi-

    ciones con la interpretacin Machlup de Mises . Por intepretacin Roth-bard aludimos a la conocida y difundida interpretacin de la epistemologa de Mi-

    ses como extremadamente apriorista, co-

    mo si Mises hubiera presentado su eco-

    noma como un sistema axiomtico-

    deductivo donde, entre medio de los

    axiomas (praxeologa) y sus teoremas

    (economa), no fueran necesarias ningn

    tipo de hiptesis auxiliares intermedias

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 90

    que no fueran deducibles de la praxeolo-

    ga . Pero se desconoce habitualmente cul es el origen de esta interpretacin Rothbard (IR a partir de aqu). Es preci-samente una respuesta que Rothbard da a

    Machlup en 1957 [Rothbard 1957]. En

    1955, Machlup haba publicado su famo-

    so artculo sobre la verificacin en la

    economa [Machlup 1955], que se consti-

    tuy un clsico de la epistemologa de la

    economa, ms para el paradigma habi-

    tual de epistemologa de la economa que

    para los austracos [Blaug 1980, Caldwell

    1982], precisamente porque fue opacado,

    en el paradigma austraco, por la IR. El

    contradictor de Machlup no fue, en su

    momento, precisamente Rothbard, sino

    Hutchison, a quien Machlup haba clasi-

    ficado como extremo empirista. Ello dio origen a un debate [sintetizado en

    Caminos Abiertos (Zanotti 2013)], tam-

    bin reseado habitualmente por episte-

    mlogos no-austracos, debate importan-

    tsimo para el tema del papel de las hip-

    tesis auxiliares en la economa y que ade-

    lant, casi 10 aos antes, mucho de lo que

    luego Lakatos va a elaborar como pro-

    gramas cientficos de investigacin. En

    ese debate, Machlup defiende que las

    fundamental assumptions son a priori,

    cuya evaluacin epistemolgica nunca

    puede ser mediante un testeo emprico di-

    recto sino, como mucho, pueden ser

    ilustradas en la operatoria global de un sistema donde deben ser aplicadas a un

    conjunto de assumed conditions de donde

    emerge una prediccin general. Como

    vemos, las assumed conditions se parecen

    mucho al papel a priori del ncleo cen-tral en la entonces futura epistemologa

    de Lakatos. Machlup queda entonces a la derecha de los positivistas en econo-ma, y por eso Hutchison asume la defen-

    sa de un testeo emprico ms duro en

    economa (Zanotti 2011, pp. 30-31).

    Sera injusto categorizar a JK bajo alguna

    de las dos lecturas, puesto que hay refe-

    rencias en ambos sentidos. En ciertos

    pasajes de la obra, pareciera identificar el

    enfoque austraco con una metodologa

    completamente apriorista y no-emprica,

    sin identificar una divisin en los distin-

    tos tipos de leyes que nosotros enuncia-

    mos. Pero en otros pasajes, reconoce siguiendo a Mises que [l]a divisin del trabajo no es una ley, sino un dato (Mi-ses, citado por Keckeissen, p. 189), y es

    difcil imaginar la deduccin completa de

    teoremas sin apoyarse en esa hiptesis

    auxiliar. De cualquier forma, si JK defen-

    di una postura u otra es un interrogante

    que quedar abierto. En lo que respecta a

    este ensayo, la distincin es fundamental

    porque lo que sigue se construye a partir

    de la praxeologa desarrollada bajo la

    lnea Mises-Machlup-Zanotti.

    Iniciaremos el estudio crtico con el

    historicismo, resumido por Mises en los

    siguientes trminos:

    La tesis fundamental del historicismo es

    que, fuera de las ciencias naturales, la

    matemtica y la lgica, no hay ms cono-

    cimiento que el que nos ofrece la historia.

    No hay regularidad ni concatenacin de

    los fenmenos y acontecimientos en la

    esfera de la accin humana. En conse-

    cuencia, los intentos de desarrollar una

    ciencia econmica y de descubrir leyes

    econmicas son intiles. El nico mtodo

    razonable para estudiar la accin humana

    y las instituciones es el mtodo histrico.

    El historiador refiere todos los fenmenos

    a sus orgenes. Describe cambios que se

    operan en los asuntos humanos. Se acerca

    a su material, que son los documentos del

    pasado, sin ningn prejuicio ni ideas pre-

    concebidas. El historiador utiliza a veces

    los resultados de las ciencias naturales al

    realizar exmenes meramente tcnicos y

    secundarios de estas fuentes como, por

    ejemplo, para determinar la edad del ma-

    terial en que se escribi un documento de

    autenticidad dudosa. Pero, en su propio

    campo, la narracin de los acontecimien-

    tos pasados, no se apoya en ninguna otra

    rama del conocimiento. Los patrones y

    principios generales a que recurre al tratar

    el material histrico han de ser tomados

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 91

    de ese conocimiento, y no prestados por

    otras fuentes. No deben ser tomados de

    ninguna otra fuente (Mises 1957, p. 178).

    El problema con el historicismo, sin em-

    bargo, es que el historiador no puede leer

    la historia sin anteojos o estudios tericos

    previos al anlisis de los hechos reales y

    concretos. Para ilustrarlo podemos tomar

    el ejemplo en la Gran Depresin de los

    aos 30s. Primero, enumeramos una serie de hechos:

    1. Se observ en la dcada de 1920 un

    auge en la actividad econmica.

    2. En 1929 hubo un crack de la bolsa.

    3. Entre 1929 y 1933 hubo una gran de-

    presin de la economa, con alto desem-

    pleo y recesin.

    4. La economa no logr recuperar el ni-

    vel de empleo previo al crack hasta des-

    pus de la Segunda Guerra Mundial.

    Lo dicho, sin embargo, no es historia.

    Es slo una enumeracin de hechos sin

    significado. El historiador econmico

    debe analizar adems por qu ocurrieron

    esos hechos. Qu factores causaron ese

    auge y qu otros factores causaron la cri-

    sis y depresin posterior. Tambin debe

    analizar por qu las polticas del New

    Deal fracasaron en recuperar la actividad

    econmica y el empleo. Para ello, se han

    formulado distintas teoras (vacas de

    contenido emprico), todas ellas capaces

    de abstraerse a un nivel terico indepen-

    diente de los hechos concretos (vase

    Cachanosky 1989). Desde ya que en este

    campo es comprensible que persista cierta

    ausencia de consensos, pero aceptar la

    necesidad de una teora abstracta en las

    discusiones de historia econmica es en s

    mismo un gran progreso, pues focaliza la

    atencin en dos planos, el terico (abs-

    tracto) y el emprico (la lectura de los

    hechos).

    En el mismo sentido, constituye el

    desafo ms importante de la macroeco-

    noma moderna, ofrecer microfundamen-

    tos al anlisis macroeconmico. Mises

    demostr en La accin humana que exis-

    ten teoremas macroeconmicos (ahorro,

    inversin, teora del capital, crecimiento

    econmico, ciclos econmicos, comercio

    internacional, desempleo, inflacin) que

    bien pueden ser deducidos lgicamente

    de un axioma central, sus teoremas deri-

    vados y ciertas hiptesis auxiliares. Sin

    ello, los agregados no tienen sustento, y

    pareciera ser que el macroeconomista

    trabaja en el aire.3

    Los econometristas han abandonado

    la prctica penosa de elaborar regresiones

    en el vaco de la teora econmica. Cual-

    quier manual moderno inicia el estudio de

    la econometra como una herramienta

    estadstica que debe apoyarse necesaria-

    mente sobre un modelo que defina, a

    priori, una serie de variables y su relacin

    causa-efecto.4 Diremos que la cuantifica-

    cin de esta relacin que dicta la teora

    puede no ser exacta, pero sin duda es til

    3Esto se puede observar claramente en la

    crtica de Hayek a Keynes en su debate de los

    aos treinta en la London School of Econo-

    mics (vase Caldwell 1996). 4Al efecto, podemos citar el famoso manual

    de Alpha Chiang cuando concluye que el trabajo estadstico necesita de la teora eco-

    nmica como gua, en orden a determinar la

    direccin de investigacin ms relevante y

    fructfera (Chiang 1987, p. 6), o tambin a Clive Granger en su libro Construccin de

    modelos empricos en economa, cuando

    afirma que la construccin de un modelo ser un trabajo en equipo, con aportaciones

    de tericos, datos, y economistas que estn al

    tanto de los hechos locales o de las limitacio-

    nes institucionales relevantes. Cuando ms

    grandes se hacen los proyectos ms se resalta

    la necesidad del trabajo en equipos (Granger 2007, p. 71).

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 92

    en varios sentidos. La moderna econome-

    tra ha demostrado cierta capacidad para

    cuantificar el impacto que una poltica

    econmica tiene sobre una variable a un

    nivel que hace algn tiempo pareca im-

    posible. Sin embargo, Mises mantiene

    razn en afirmar que los intentos por

    cuantificar con precisin tales impactos

    son intiles. El objetivo de Mises no fue

    con ello desalentar el anlisis cuantitati-

    vo, sino sealar los lmites de estas he-

    rramientas.

    Al mismo tiempo, debe sealarse que

    la historia econmica (hacia atrs), as

    como la prediccin en economa (hacia

    delante) representan un arte que est lejos

    de ser cientfico. Aqu debe entonces se-

    pararse el anlisis econmico elaborado

    por cientficos que discuten sobre teora

    econmica a priori, de historiadores,

    econometristas y analistas econmicos

    que utilizan la teora elaborada a un nivel

    abstracto buscando explicar hechos pasa-

    dos o predecir hechos futuros. Pensar que

    los austracos han rechazado este trabajo

    de utilidad prctica es errneo, pues re-

    sultan evidentes los fines prcticos, tanto

    a nivel gubernamental como empresarial.

    En este sentido, concluye Cachanosky

    (2000):

    Como no hay manera objetiva de anti-cipar las condiciones futuras del mercado

    las proyecciones de los flujos de fondos

    es un arte. La teora econmica no ga-rantiza que las proyecciones sean correc-

    tas slo ayuda a razonar y ordenar siste-

    mticamente. La teora econmica por

    ejemplo nos dice que si la demanda de un

    producto aumenta su precio tambin au-

    mentar si el resto de las condiciones se

    mantienen constantes. Sin embargo la

    teora nada puede decir acerca de si la

    demanda aumentar o disminuir o si el

    resto de las condiciones se mantendrn

    constantes. Es en esta parte donde las

    hiptesis de la prediccin se basan en juicios subjetivos de relevancia. En otras

    palabras la teora es objetiva pero las hiptesis de la prediccin son subjeti-vas.

    Quizs es necesario insistir que lo dicho

    no anula el trabajo historiogrfico. Por el

    contrario, pensamos que este trabajo es

    indispensable, pero en lo que concierne a

    las leyes econmicas y a los debates cien-

    tficos de la disciplina entendido como debate sobre teora econmica pura los historicistas alemanes, los institucionalis-

    tas, los econometristas, los historiadores

    econmicos y los macroeconomistas (nos

    referimos aqu a los keynesianos) tienen

    poco que aportar.

    Si regresamos por un momento a

    aquella desafortunada referencia de

    Gruchy sealada en la primera seccin,

    ahora podemos comprender que es posi-

    ble para la praxeologa y para sus leyes econmicas formales y universales re-cubrir la estructura lgica de su sistema

    de pensamiento con el tejido de la reali-

    dad, aunque para ello sern fundamenta-les las hiptesis auxiliares.

    Para cerrar esta ltima seccin, nos

    queda el desafo de confrontar la praxeo-

    loga con lo que JK defini como las le-

    yes econmicas normales. Pero aqu debemos hacer otra aclaracin previa, ya

    que la clasificacin elaborada en el Cua-

    dro 1 no es del todo afortunada. Como

    muestra Zanotti en su obra Caminos

    abiertos, Senior, Cairnes y John Stuart

    Mill debieran ser considerados los inicia-

    dores de una metodologa axiomtica-

    deductiva. Siendo as, muchas de las refe-

    rencias sealadas en la tercera seccin

    son consistentes con el modelo propuesto

    en la seccin anterior. En otras palabras,

    lo que sugerimos es reclasificar a algunos

    de los clsicos junto a los austracos en el

    desarrollo del mtodo axiomtico-

    deductivo, y luego a otros clsicos junto a

    los neoclsicos en el desarrollo de estas

  • __________________________________________________________________

    __________________________________________________________________ 93

    teoras econmicas normales, que pode-

    mos caracterizar como leyes expresadas

    bajo modelos matemticos y nociones de

    equilibrio (general o parcial).

    Qu elementos distinguiran a unos

    de otros? JK destaca que estos ltimos

    han descontinuado el trmino ley, mientras que los primeros lo mantienen

    (Keckeissen, p. 179). Pero ms importan-

    te an me parece el hecho de que los pri-

    meros parten en su deduccin de teore-

    mas o leyes econmicas de un axioma

    central, mientras que los segundos parten

    de ciertos supuestos de dudosa credibili-

    dad. Estos ltimos creen adems que la

    economa necesita ser expresada formal-

    mente a travs del uso de la matemtica,

    al punto de pensar, como lo ha manifes-

    tado George Stigler que el mtodo mate-

    mtico necesariamente conduce a una

    buena teora econmica: The greatest claim that can be made for the mathema-

    tical method is that it necessarily leads to

    good economic theory (Stigler 1950, p. 40). Cachanosky se ocup de mostrar

    lo equivocado de esta afirmacin, dejan-

    do claro que ha habido un abuso de la

    matemtica en economa y que el mtodo

    no carece de vicios: [The mathematical method] is an entirely vicious method,

    starting from false assumptions and

    leading to fallacious inferences (Mises, citado por Cachanosky 1985, p. 133).

    En la prctica economtrica, muchos

    economistas o econometristas han logra-

    do desarrollar la habilidad de crear ciertos

    modelos que permiten arrojar los resulta-

    dos deseados. Luego, la prctica es ms

    bien un juego y no trabajo cientfico, y su

    utilidad real es prcticamente nula. Con

    esto no debemos concluir que todos los

    modelos econmicos slo arrojan conclu-

    siones falsas, pero nuestra impresin es

    que la economa debe desarrollar un m-

    todo que elimine por completo estos ex-

    cesos. Cules modelos sern consistentes

    con la praxeologa y cules no es un pro-

    ceso que deber comenzar a estudiarse

    una vez que el positivismo y la economa

    neoclsica definitivamente se derrumben.

    Reflexiones finales

    Zanotti concluye en uno de los artculos

    citados que aceptar la lectura de Machlup

    sobre Mises coloca a nivel de dilogo a la epistemologa de Mises con el

    mainstream de la epistemologa de la

    economa (Zanotti 2011, p. 34). Noso-tros nos sumamos a esta hiptesis, y mos-

    tramos a continuacin que el trabajo de