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LAS LAGUNAS ENCANTADAS

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Page 1: Las lagunas encantadas jm

LAS LAGUNAS ENCANTADAS

Elaborado por el grupo de trabajo formado por:

Juan Miguel García Blázquez.

Francisco Hidalgo Quintanilla.

Elena Cerro Moreno.

Paula Tarancón Sánchez.

Ana Felicidad Sáez.

Danna Lucía García Bautísta.

Page 2: Las lagunas encantadas jm

Cuenta Don Miguel de Cervantes, que el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, visitó la Cueva de Montesinos ubicada en el paraje de las Lagunas de Ruidera (Albacete), y cuando se encontraba a doce o catorce estados de profundidad, encontró una concavidad con espacio capaz de albergar en ella un gran carro con sus mulas. Don Quijote, caminó por ella hasta que se cansó y se quedó dormido; cuando este despertó, se halló en medio de un bello prado junto a un real palacio, cuyos muros parecían de cristal. Entonces, se abrieron dos grandes puertas, por las que salió un venerable anciano de barba larga y blanca y que en vez de armas, portaba un rosario de cuentas en la mano. Se acercó a Don Quijote y lo abrazó, dándole la bienvenida. Era el mismísimo Montesinos, quien le contó que esperaba su visita para que anunciase al mundo lo que allí dentro de la cueva sucedía.

Montesinos, acompañó a Don Quijote al interior del palacio y en una sala baja y fresca de alabastro, le mostró el sepulcro de mármol donde se encuentra tendido y con la mano derecha en el corazón, un valiente caballero. Montesinos dijo a Don Quijote:

“Este es mi amigo Durandarte, flor y espejo de los caballeros enamorados y valientes de su tiempo, aquí permanece encantado, por el Mago Merlín, como yo lo estoy y otros muchos y muchas”.

Durandarte, en ese momento, y como si estuviese vivo, gritó:

“¡Oh mi primo Montesinos! Os ruego que cuando muera y mi ánima sea arrancada, llevéis mi corazón a donde Belerma estaba, sacándomelo del pecho con un puñal o con daga”.

Oyendo esto, Montesinos se puso de rodillas ante el caballero, y con lágrimas en los ojos dijo: “Ya señor Durandarte, ya hice lo que me mandaste, os saqué el corazón lo mejor que pude, lo limpié y partí con el para Francia, para llevárselo a vuestra amada Belerma, la cual vos y conmigo y con Guadiana, vuestro escudero, y con la dueña Ruidera y sus siete hijas y dos sobrinas y con muchos de vuestros conocidos y amigos, nos tiene aquí encantados el mago Merlín ya muchos años. Y aunque pasan de quinientos, no se ha muerto ninguno de nosotros; solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales lloraron tanto, que por compasión que debió tener Merlín de ellas, las convirtió en lagunas, que ahora en el mundo de los vivos, y en la provincia de Albacete, las llaman “Las lagunas de Ruidera”. A Guadiana, vuestro escudero, lo convirtió en río, el cual desemboca en Portugal, y a lo largo de su cauce, aparece y desaparece, según su estado de ánimo.”

Desde entonces, contó Montesinos a Don Quijote, cuatro días en semana, una procesión precedida por la señora Belerma con el corazón de Durandarte en las manos, y seguida de doncellas hermosas vestidas de luto, lloran sobre el cuerpo tendido de su amado. Y quien se adentra en la cueva, puede escuchar sus lamentos.

Don Quijote, al fin salió de la cueva y le contó lo sucedido a Sancho. Y como le había pedido Montesinos, a través de Miguel de Cervantes, la noticia fue transmitida a todo el mundo.