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1 Las FARC EP, el Estado colombiano y la producción de marcos discursivos sobre el conflicto colombiano 1 Carlos Arbeláez 2 Pontificia Universidad Javeriana [email protected] Jaime Otavo 3 Pontificia Universidad Javeriana [email protected] Introducción El objetivo de este artículo es analizar los marcos discursivos de las FARC-EP, como organización político militar durante los últimos 40 años. Es decir, considerando a esta organización como productora de significados sobre el conflicto colombiano. No obstante, también nos interesa el Estado colombiano, representado en sus élites gobernantes y en las fuerzas armadas, como productoras de discursos, desde su función de confrontación armada y política con esta organización. Consideramos como sociólogos que no sólo las estructuras sociales explican y condicionan las acciones de los sujetos, sino que además los significados de estas acciones, contribuyen a conformar, reforzar y cuestionar las identidades de los individuos y de los grupos y las estructuras sociales en las que estos se enmarcan. En este caso las acciones significativas que una organización como las FARC y una institución como el Estado puedan construir sobre el conflicto, sobre las problemáticas del país y sus posibles salidas. En tal sentido, el análisis de la construcción y consolidación de la identidad de las FARC como organización y de los objetivos de su movilización en el tiempo, también nos llevan indudablemente a preguntarnos por los marcos discursivos que el Estado colombiano ha estructurado en su relación y confrontación con esta organización político- armada. En tal sentido, este artículo ofrecerá simultáneamente el enmarcaje cognitivo de ambos discursos en el mismo período. Cabe aclarar que nos ubicamos en un plano de análisis discursivo de marcos de interpretación que no entra a cuestionar y valorar el impacto y los efectos políticos, económicos y sociales actuales del accionar militar y político de esta organización, ni del Estado en su confrontación con ella. La noción de marcos de interpretación que utilizamos aquí hace referencia a un conjunto de creencias, utopías, mitos, y discursos que orientan la acción colectiva de esta organización y que tiene incidencia simbólica y material en la realidad. Ahora bien, el análisis de marcos en este articulo, se hace en varios contextos de coyuntura nacional, donde se producen correlaciones de fuerza entre los protagonistas, donde hay acontecimientos que desencadenan y revelan contradicciones sociales, económicas y políticas manifiestas en los discursos de ambos actores y donde existen especialmente nudos críticos, es decir, momentos de mayor condensación de contradicciones, de presión y tensión entre ambos. Este análisis se realiza a partir de un corpus de textos emitidos en estas coyunturas políticas particulares, los cuales nos permiten dar cuenta de la correlación de fuerzas entre las FARC-EP y el Estado Colombiano, así como los marcos de interpretación frente al 1 Artículo resultado de un proceso de investigación formativa realizado en la asignatura “Cambio y Organización Social” orientado por la socióloga Lina Medina durante el primer semestre de 2008. 2 Estudiante de sociología - Septimo semestre. 3 Estudiante de sociología - Sexto semestre.

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1

Las FARC – EP, el Estado colombiano y la producción de marcos discursivos

sobre el conflicto colombiano1

Carlos Arbeláez

2

Pontificia Universidad Javeriana

[email protected]

Jaime Otavo3

Pontificia Universidad Javeriana

[email protected]

Introducción

El objetivo de este artículo es analizar los marcos discursivos de las FARC-EP, como

organización político – militar durante los últimos 40 años. Es decir, considerando a

esta organización como productora de significados sobre el conflicto colombiano. No

obstante, también nos interesa el Estado colombiano, representado en sus élites

gobernantes y en las fuerzas armadas, como productoras de discursos, desde su función

de confrontación armada y política con esta organización. Consideramos como

sociólogos que no sólo las estructuras sociales explican y condicionan las acciones de

los sujetos, sino que además los significados de estas acciones, contribuyen a

conformar, reforzar y cuestionar las identidades de los individuos y de los grupos y las

estructuras sociales en las que estos se enmarcan. En este caso las acciones

significativas que una organización como las FARC y una institución como el Estado

puedan construir sobre el conflicto, sobre las problemáticas del país y sus posibles

salidas. En tal sentido, el análisis de la construcción y consolidación de la identidad de

las FARC como organización y de los objetivos de su movilización en el tiempo,

también nos llevan indudablemente a preguntarnos por los marcos discursivos que el

Estado colombiano ha estructurado en su relación y confrontación con esta organización

político- armada. En tal sentido, este artículo ofrecerá simultáneamente el enmarcaje

cognitivo de ambos discursos en el mismo período.

Cabe aclarar que nos ubicamos en un plano de análisis discursivo de marcos de

interpretación que no entra a cuestionar y valorar el impacto y los efectos políticos,

económicos y sociales actuales del accionar militar y político de esta organización, ni

del Estado en su confrontación con ella. La noción de marcos de interpretación que

utilizamos aquí hace referencia a un conjunto de creencias, utopías, mitos, y discursos

que orientan la acción colectiva de esta organización y que tiene incidencia simbólica y

material en la realidad. Ahora bien, el análisis de marcos en este articulo, se hace en

varios contextos de coyuntura nacional, donde se producen correlaciones de fuerza entre

los protagonistas, donde hay acontecimientos que desencadenan y revelan

contradicciones sociales, económicas y políticas manifiestas en los discursos de ambos

actores y donde existen especialmente nudos críticos, es decir, momentos de mayor

condensación de contradicciones, de presión y tensión entre ambos. Este análisis se

realiza a partir de un corpus de textos emitidos en estas coyunturas políticas

particulares, los cuales nos permiten dar cuenta de la correlación de fuerzas entre las

FARC-EP y el Estado Colombiano, así como los marcos de interpretación frente al

1 Artículo resultado de un proceso de investigación formativa realizado en la asignatura “Cambio y

Organización Social” orientado por la socióloga Lina Medina durante el primer semestre de 2008. 2 Estudiante de sociología - Septimo semestre.

3 Estudiante de sociología - Sexto semestre.

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conflicto colombiano. Los textos que hemos seleccionado y que dan cuenta de los nudos

críticos en el conflicto armado son los siguientes: a) Programa agrario de los

guerrilleros de las FARC-EP (1964); b) La VI brigada explica la “Operación

Marquetalia” (1964); c) La plataforma política de las FARC-EP (1993); d) El discurso

FARC-EP en el marco de la inauguración de los diálogos de Paz en San Vicente del

Caguán (1999); e) El discurso presidencial de Andrés Pastrana en la inauguración de los

diálogos de paz en San Vicente del Caguán (1999); f) La política de consolidación de la

seguridad democrática (2002) y g) La 9ª conferencia de las FARC-EP: “Por la Nueva

Colombia, la Patria Grande y el socialismo (2007)

En el desarrollo de la investigación aplicamos la metodología de análisis de marcos y

análisis de discurso a los actores en conflicto (FARC-EP y Estado). Esta metodología,

como veremos más adelante desde diversas perspectivas teóricas, permite comprender

cómo los agentes se organizan, movilizan, interpretan y producen narrativas frente a sus

formas de organización y movilización. Desde esta óptica, hemos tenido en cuenta cinco

componentes o dispositivos básicos en el análisis de marcos discursivos: a) el

protagonista; b) el antagonista; b) el problema; c) las metas y d) la audiencia. Cada uno

de estos dispositivos será analizado en los textos y coyunturas identificadas. Es

importante anotar aquí que en el estudio de los movimientos sociales y las

organizaciones, ha prevalecido el análisis de los aspectos políticos y estructurales, sin

embargo, en nuestro estudio, se le dará predominio a la organización guerrillera y al

Estado en su papel de confrontación, como productoras de significado.

El artículo está organizado de la siguiente manera. En un primer apartado nos

concentramos en el contexto histórico de surgimiento y transformación de las FARC –

EP y del Estado en su confrontación con ellas. En este apartado nos interesa señalar el

origen y mito fundacional de las FARC como organización, es decir la forma como se

imagina y construye como organización en el tiempo. Además hacemos referencia

también, desde algunos analistas del conflicto colombiano, a cómo se recomponen y

transforman en un proceso de cuarenta años, las FARC y el Estado en su confrontación

con ellas. En un segundo momento presentamos los elementos conceptuales básicos que

permiten potenciar el análisis de marcos discursivos para nuestro estudio, con base en

algunas referencias teóricas revisadas. Además se presenta el grueso del análisis de

marcos desde los cinco dispositivos mencionados arriba, en los que se evidencia la

construcción de diversas textualidades sobre el accionar de estos actores en el marco de

diversas coyunturas nacionales. Por último realizamos unas consideraciones de cierre

en el que realizamos un balance general de los diversos momentos de construcción y

producción de significados de estos dos actores sobre el conflicto nacional.

1. La genealogía de un mito fundacional de las FARC – EP y su transformación en

el tiempo4

“la acción o actitud del intelectual que, al tomar conciencia de su pertenencia

a la sociedad y al mundo de su tiempo, renuncia a una posición de simple

espectador y coloca su pensamiento o su arte al servicio de una causa. En

momentos de crisis como el que vive actualmente América Latina, ese

compromiso solo podría ser con la transformación de la sociedad actual en

una sociedad mejor. El compromiso implica dos planos: por un lado, la

4 Para la realización del contexto histórico hemos utilizado las siguientes referencias: Guzman, Fals Borda

y Umaña Luna (1964); Pizarro León Gómez ((1991); Melo (1991); Jaramillo (1991); Pécaut (1976);

Uribe (2007); Medina y Uribe (2002).

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conciencia de los problemas de la sociedad; por otro, el conocimiento de la

teoría y los conceptos aplicables a esos problemas. Por lo tanto no son dos

niveles paralelos e independientes, sino que se trata de dimensiones

simbióticas de un mismo conjunto científico que ejerce mutuos efectos en el

proceso de sistematización y avances del conocimiento. Por eso, el

compromiso-acción, aunque ideológico no queda fuera de los procesos

científicos. Todo ello, en su entender no es contradictorio con la objetividad de

la ciencia. Esta no es neutral, pero si objetiva. Sucede que en la mayoría de los

casos se confunde objetividad con indiferencia moral, lo que es una forma de

compromiso con el estatus quo”.

Orlando Fals Borda (1976: 67)

1.1 Breve genealogía de “La Violencia” y el enmarcamiento histórico del mito

fundacional

Para poder entender el origen y el mito fundacional de las FARC-EP como organización

político - militar, consideramos fundamental comprender el conflicto armado y social

del país en términos de proceso. Es decir, no podemos entenderlo como un hecho

aislado en el tiempo, o un simple accidente histórico en la realidad nacional, sino como

un proceso histórico y social de larga duración, que se viene gestando desde el siglo

XIX, pasando por la independencia de 1810, el periodo republicano, la “Guerra de los

Mil Días”, las hegemonías conservadora y liberal, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán,

la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, el periodo de La Violencia (bipartidista) y el

surgimiento de las autodefensas campesinas. Si bien, todos estos momentos

corresponden a coyunturas políticas nacionales, se enmarcan en un proceso de

maduración de condiciones sociales y económicas donde se ha hecho evidente la

incapacidad de las elites nacionales para canalizar institucionalmente las demandas de

amplios sectores de la población, que con notorias excepciones, han terminado por

quedar excluidas de la política nacional. En este sentido, la ausencia de canales

institucionales para canalizar las múltiples demandas sociales, permiten comprender en

parte la búsqueda de medios ilegítimos, como la vía armada, para acceder a la política,

pero también el mito fundacional de las FARC. Precisamente, en un rápido barrido

histórico, pero teniendo en cuenta la noción de proceso, daremos cuenta de las

principales condiciones que configuraron la fundación de las FARC-EP, como una

organización “político-militar”.

En la historia nacional, durante el periodo Republicano se conformaron dos grupos bien

diferenciados, los conservadores, heredados del régimen colonial, y los liberales,

defensores de hacer reformas generales y de eliminar los monopolios. Ambos grupos

implementaron visiones divergentes respecto al papel de la Iglesia Católica en la vida

política, y a la naturaleza del Estado, que para los conservadores debería ser centralista,

y para los liberales, federalista. A mediados del siglo XIX los partidos liberales y

conservados sirvieron de encuadre básico a la política y a la guerra en Colombia. Esto

tuvo como consecuencia la concentración del poder político alrededor de unas elites

urbanas y rurales que, hasta bien entrado el siglo XX estuvieron adscritas a ambos

partidos. Durante el siglo XIX las elites de ambos partidos fueron las protagonistas de

numerosas guerras civiles a partir de las cuales se definieron jefaturas políticas, el

control territorial del naciente Estado y las candidaturas presidenciales. Sin embargo,

estas guerras civiles no fueron nunca un escenario revolucionario, más bien fueron el

lugar para la repartición burocrática y la vinculación al aparato institucional de los

grupos de poder.

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Ahora bien, según Jaramillo (1991), tanto en las luchas independentistas como en las

guerras civiles de mediados del siglo XIX y principios del XX, la guerra de guerrillas

fue un recurso utilizado por los campesinos aparceros en varias regiones del País,

modalidad de lucha que nunca fue del agrado de los jefes políticos y militares que

lideraron las contiendas. Por otro lado, durante la primera mitad del siglo XX se dieron

dos importantes confrontaciones entre liberales y conservadores. La primera de ellas

puede ubicarse entre 1930 y 1934 durante el gobierno del presidente liberal Enrique

Olaya Herrera, sus escenarios fueron algunos departamentos del área andina central del

país. La segunda contienda fue la verdadera guerra, debido a su mayor magnitud y

escenario de conflicto, la cual abarcó un mayor número de departamentos. Esta segunda

contienda es conocida genéricamente como “La Violencia”5, y tuvo lugar entre 1946 y

1964, dejando a su paso más de 200.000 muertos. Sin embargo, para la mayoría de los

violentólogos, el verdadero detonante de “La Violencia” puede ubicarse exactamente el

9 de Abril de 1948, día en el que fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá. Es

importante anotar que las implicaciones históricas de esta segunda confrontación entre

liberales y conservadores serán duraderas y profundas, siendo solo el preámbulo de un

conflicto social y armado que se ha extendido hasta la actualidad, entre el Estado y la

guerrilla de las FARC.

Durante el periodo de “La Violencia” y tras el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer

Gaitán, los campesinos liberales se organizaron para contrarrestar la persecución de los

“pájaros”, también denominados “Chulavitas6”, leales al partido conservador en

Colombia y verdugos implacables de liberales y comunistas. Sin embargo, siguiendo a

Hobsbawm (1986), consideramos que “La Violencia” fue la expresión de “un hambre

de tierras y luchas agrarias aunque en general se la presente como si se tratara de

campesinos conservadores asesinando y arrojando a los liberales y viceversa”

(1986:367-377). En este sentido, Hobsbawm considera que durante estos años de

anarquía, una clase media rural en ascenso se valió del ejercicio de la violencia para

adquirir riqueza y poderío, la que no hubiera podido adquirir por otros medios debido a

la naturaleza feudal (señorial) de la sociedad rural.

Haciendo eco de lo mencionado por Hobsbawn es posible considerar entonces que el

periodo de “La Violencia” no solo fue una lucha política entre liberales y

conservadores, sino, principalmente una lucha económica, específicamente agraria. En

la cual se encontraban enfrentados los intereses latifundistas por mantener su estructura

dominante, y el campesinado desposeído y en algunos casos los minifundistas. Así, en

el seno del movimiento de resistencia campesina que se originó en la zona andina de

Colombia antes y durante “La Violencia”, se perciben dos tendencias. Por un lado,

estaría todo el proceso que se dio en la región del Sumapaz y el Tequendama en

Cundinamarca liderado por el campesino Juan de la Cruz Varela. Sin embargo, a pesar

de su importancia y beligerancia, este movimiento campesino nunca logró

independizarse completamente de la tutela del partido liberal, además, factores como el

ascenso de Rojas Pinilla al poder y el proceso de paz que él emprendió con las guerrillas

liberales, hacen que este movimiento campesino se desarme y desmovilice

5 Se utiliza el entrecomillado para darle una connotación discursiva especial al período que denota no sólo

unas prácticas específicas de violencia, sino también una forma de ordenamiento social, político e

histórico de la nación en un período específico. 6 Los Chulavitas eran policías al servicio del partido Conservador que tenían reputación de ser crueles,

extremadamente sectarios y despiadados. Fueron los autores de numerosas masacres en la que murieron

mutilados y despedazados gran cantidad de campesinos liberales.

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completamente. Por el otro, se encuentra el proceso que tuvo lugar en el sur del Tolima,

alrededor del municipio de Chaparral y que estuvo tutelado por dirigentes campesinos

como Isauro Yosa y Pedro Marín, y dirigido políticamente por el Partido Comunista

Colombiano. Este último proceso (el de los campesinos del sur del Tolima) según Uribe

(2007: 64) “dará lugar al surgimiento de una identidad política entre sus protagonistas

que romperá la condición de subalternidad respecto a los partidos tradicionales,

erigiéndose en un movimiento anti-hegemónico y anti-estatal.”. Precisamente, este será

el movimiento campesino, que con la “Operación Marquetalia”, dará inicio a las FARC-

EP.

Podemos afirmar entonces que el telón de fondo de “La Violencia” en Colombia, que

fue reducido a una lucha política, fue ante todo en sus orígenes una lucha agraria, cuya

principal manifestación fue la dicotomía entre hacendados y colonos. Es decir, por un

lado, se encontraban los colonos y campesinos abriendo la frontera agrícola,

desmontando tierras agrestes y convirtiéndolas en tierras aptas para el cultivo, sin

embargo, no podían legalizar estas tierras a través de la política de adjudicación de

baldíos, debido a que esta legalización no solo implicaba un viaje hasta Bogotá, sino,

también costos jurídicos y legales para la adjudicación del baldío a su propiedad. Por el

otro, se encontraban los hacendados, los cuales, usurpaban las tierras de frontera

agrícola abiertas por los colonos a través de mecanismos legales, debido a que los

hacendados tenían los recursos para viajar a Bogotá y financiar el proceso jurídico y

legal que implicaba la adjudicación de baldíos, en donde escrituraban como suyas las

tierras trabajadas por los colonos, así como sus haciendas. Este fenómeno ha sido

denominado como “usurpación de baldíos” (Uribe, 2007) y se produjo a nivel nacional,

creando así una gran cantidad de campesinos desposeídos a los cuales no les quedaba

otra opción que volver a empezar. Por lo tanto, fue debido a la usurpación de baldíos

por parte de latifundistas lo que hizo emerger los movimientos de resistencia y

autodefensas campesinas, para protegerse del hambre de tierras de los hacendados y del

avance del latifundio. En este sentido, según Uribe “estas cosmovisiones antagónicas

habrán de convertirse en la contradicción fundamental de la estructura política y social

del agro colombiano y al tenor de la cual se han articulado muchas de las luchas que tan

tenido lugar durante los dos últimos siglos” (2007:67).

A partir de los movimientos de resistencia campesina que se conformaron durante “La

Violencia” en Colombia, específicamente en los departamentos del Tolima y Huila y

que configuraron un hito político, social y económico en su momento, comienza un

proceso de maduración en ciertos sectores campesinos de una nueva concepción del

trabajo, la justicia y la propiedad. En este sentido, de acuerdo con Uribe (2007), cuando

la estructura de poder de un país es firme y cerrada, los campesinos se mantienen en sus

posturas habituales y esperan a que cambien las condiciones, pero cuando la estructura

empieza a abrirse o quebrarse, los campesinos se preparan para la acción. Esto fue

precisamente lo que sucedió a propósito del sentimiento de injusticia que embargó a los

campesinos durante las últimas décadas del siglo XIX y primeras del siglo XX. Se

trataba de un sentimiento relacionado con la lucha por la tierra y con la forma como los

latifundistas habían adquirido sus grandes propiedades. Cabe señalar que, los

campesinos alzados en armas en 1960 estuvieron precedidos por el reclamo pacifico y

paciente de los mismos campesinos que se sometieron a un proceso de batallas

burocráticas por la posesión de la tierra, y que fueron reprimidos por los terratenientes y

su ejército privado conservador, los “Chulavitas”. Por otro lado, consideramos que el

reclamo de los campesinos que precedieron la insubordinación armada de los sesentas

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fue un factor clave que nos permite hablar de la existencia de un movimiento social que

en sus orígenes se conformó sobre la base de solidaridades primarias y del compromiso

campesino en sus reclamos al Estado. Cabe recordar aquí que en el año de 1936 el

presidente López Pumarejo expidió la Ley 200, la cual confirió legitimidad a las tierras

adquiridas por los terratenientes mediante la usurpación de baldíos con anterioridad a

1926. Según Uribe “con esta ley empezó a cerrarse la posibilidad de redistribuir la tierra

entre los campesinos, privilegiando a empresarios y terratenientes y creando el clima

político que habría de enmarcar la radicalización de los reclamos que los campesinos le

venían haciendo al Estado. El ciclo culmino con la Ley 100 de 1944 que termino por

consolidar la nueva alianza que se venía gestando entre las elites bipartidistas y los

grandes propietarios rurales” (2007: 69).

Ahora bien, “La Violencia” duraría en el país 16 años (1948-1964) y se destacaría por

su magnitud, por la fractura de la Nación y por la impunidad que acompañó los actos

atroces que se cometieron durante esos años. Fue una confrontación que, aunque

permitió que las tierras cambiaran de manos mediante la expulsión de sus atemorizados

dueños, en lo fundamental no alteró la estructura agraria que venía prevaleciendo en el

país, ni tampoco la distribución general de la riqueza, ni las condiciones de la

dominación política. En este sentido, “La Violencia” puede ser interpretada o bien,

como el escenario propicio para el surgimiento de formas entreveradas de resistencia

campesina, bandolerismo, clientelismo, y agrarismo, que se salen de los canales

institucionales y oficiales del ejercicio de la acción política; o bien, como una gesta

punitiva de los latifundistas en contra de la resistencia armada campesina que había

ocupado las tierras de los grandes señores de la tierra entre 1930 y 1964.

Finalmente, es importante anotar, que las autodefensas campesinas que van a surgir en

el período de “La Violencia” se enmarcan en la coyuntura política del Frente Nacional,

firmado en 1958 por Laureano Gómez, Alberto Lleras Camargo y Alfonso López

Pumarejo. Este Frente básicamente va a representar una coalición política y electoral

colombiana entre liberales y conservadores, vigente entre 1958-1974, la cual, si bien

“solucionó” la fractura entre la elite política, desencadenó en un monopolio de la

democracia en manos de los intereses bipartidistas, excluyendo al campesinado de

representación política democrática. Una de las consecuencias directas fue precisamente

la radicalización de la protesta armada campesina. De esta manera, el Frente Nacional

contrajo la estructura de oportunidad política para la movilización de los sectores no

representados en el sistema bipartidista. Lo que generó que el movimiento campesino se

movilizara en respuesta a los cambios en las reglas de acceso a la política,

concretamente como una reacción al Frente Nacional.

1.2 La resistencia campesina del sur del Tolima: el mito de origen de las FARC

La resistencia campesina en algunos municipios del sur del Tolima, particularmente en

Chaparral, adquirió la forma de autodefensa propuesta en 1949 por el PCC, como parte

de su política de masas. Con ella, las autodefensas campesinas y el PCC pretendían

contrarrestar la arremetida violenta que los conservadores y la policía “Chulavita”

habían implementado contra los liberales y los comunistas. El PCC definía la resistencia

campesina concretamente como una “defensa armada y la organización de

destacamentos armados y de peones revolucionarios”.

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De esta manera la región del sur del Tolima se caracterizó por la múltiple presencia de

conflictos agrarios y por los ataques cruzados entre liberales, conservadores,

comunistas, soldados y policía. Así, los terratenientes sindicaban a varios dirigentes

agrarios del sur del Tolima (Isauro Yosa, Raúl Balbuena, Alfonso Castañeda y Eliseo

Manjarrés) de los mismos delitos que le imputaban a los colonizadores de baldíos de las

zonas de Sumapaz y Tequendama, a saber: asociación para delinquir, invasión arbitraria

de terrenos ajenos, alteración y destrucción de mojones, hurto de frutos, robos de

madera e injurias. Por lo tanto, lo que confluyó alrededor de estos dirigentes campesinos

antecesores del las FARC fue un tradición de lucha agraria, una marcada antipatía hacia

los partidos tradicionales y un sentimiento de injusticia acumulado a través de varios

años de infructuosa lucha por la tierra.

Por otro lado, si bien podemos hablar de actores que antecedieron la lucha agraria y

política de las FARC, hay que tener en cuenta los escenarios simbólicos que ayudaron a

configurar el marco de acción colectiva y discursiva del movimiento en sus orígenes y

que solidificaron el mito fundacional de su organización. Si bien los sucesos de

Marquetalia fueron el detonante de la consolidación como organización armada, El

Davis7 (1953) es un claro antecesor de Marquetalia, y el modelo de las “repúblicas

independientes” (Marquetalia, Riochiquito, El Pato, y Guayabero). La resistencia

armada campesina de Chaparral se caracterizo por la alianza de familias campesinas que

optaron por defenderse de las comisiones punitivas integradas por civiles conservadores

y policías Chulavitas. Durante esos mismos años el PCC ejerció una influencia notoria

sobre el movimiento de resistencia campesina a la cual se sumó la experiencia

acumulada por los colonos en su lucha contra los hacendados. Sin embargo, acciones

militares adelantadas por el ejército obligaron a los campesinos de Chaparral a moverse

y a buscar sitios donde esconderse, ello los llevó a conformar una columna de marcha,

que contaba con 200 hombres armados, la cual se desplazó por varias regiones del sur

del Tolima. Después de recorrer varios municipios del sur del Tolima, los integrantes de

la columna de marcha se establecieron en un sitio denominado “El Davis”, en donde

conformaron un enclave guerrillero. Es importante anotar que es con el asentamiento en

“El Davis” donde el movimiento campesino adopta la disciplina militar. El

desplazamiento es narrado por los insurgentes en términos épicos, lo cual lo convierte

en parte del mito fundacional de las FARC. Según la descripción hecha por Marulanda

y citada por Uribe (2007:79): “El Davis era una mezcla de cuartel militar y de

asentamiento campesino, pues estaba integrado no solo por los combatientes, sino, por

mujeres, ancianos y niños no combatientes que seguían a los guerrilleros buscando su

protección. Ese fue el embrión de la guerrilla de las FARC, cuyos integrantes provenían

mayoritariamente del municipio de Chaparral. Los integrantes del Davis, no solo se

defendían de las agresiones de los conservadores, sino, que organizaban acciones

ofensivas […] Con el objeto de coordinar las acciones militares se creó un estado mayor

conjunto que estuvo integrado por campesinos liberales y comunistas del cual

dependieron cerca de cinco mil personas”8

De esta manera el Davis, fue el embrión de una nueva manera de organización

campesina. En efecto, allí se implementaron ciertas prácticas novedosas que no eran

7 El Davis fue “un inmenso refugio humano situado en el corazón de la zona de operaciones militares, una

organización exiliada en medio de una región que era cien por ciento liberal.” Tomado de Marulanda

Vélez, Manuel. Cuadernos de campaña. Citado en Uribe (2007: 79). 8 Las descripciones sobre el Davis han sido tomadas de Marulanda Vélez, Manuel. Cuadernos de

campaña, citado en Uribe (2007); Matta Aldana (1999); Medina (1986).

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comunes entre los campesinos liberales, como el reparto colectivo de los bienes, que

permitió a liberales y comunistas convivir en un mismo asentamiento a partir de la

definición de dos enemigos comunes, el sistema político bipartidista y los latifundistas.

Por otro lado, también se implementaron en la organización campesina algunas

prácticas delincuenciales como el secuestro, las masacres de civiles inermes y los

fusilamientos extrajudiciales. Estos últimos comportamientos formaran parte de la

historia de la guerrilla de las FARC, impidiéndole en muchos casos diferenciarse a

cabalidad de los delincuentes comunes.

Como mencionábamos arriba, El Davis fue el modelo de las repúblicas independientes

que se reprodujeron en algunas zonas del sur del Tolima. Las repúblicas independientes

fueron unos enclaves campesinos ubicados en zonas agrestes apartadas de los centros

urbanos y conocidos bajo los nombres de Marquetalia, Riochiquito, El Pato, y el

Guayabero. Precisamente, en el trabajo de archivo con fuentes de periódicos, pudimos

observar, que, tanto en los comunicados emitidos por los campesinos que conformaron

las repúblicas independientes, como, en los boletines militares de la época, quedaron

plasmadas las representaciones que tanto guerrilleros como militares se hacían de sí

mismos y de sus enemigos. Esto mismo lo confirma Uribe cuando comenta que “los

comunistas, consideraban que lo que el establecimiento llamaba “repúblicas

independientes” no era más que una construcción mitológica que no dejaba conciliar el

sueño a los millonarios del Frente Nacional. Según ellos, los ataques del gobierno

buscaban liquidar no un grupo de bandoleros, como afirman sus dirigentes, sino, a un

movimiento organizado de campesinos trabajadores, progresistas y revolucionarios que

defendían los principios democráticos de un pueblo largamente azotado por la violencia

de los grandes capitalistas. Los insurgentes consideraban que la violencia que los

acosaba era un respuesta global de los terratenientes y de las elites contra el

campesinado liberal y comunista que se mostraba reacio a entrar en los causes políticos

tradicionales. Dicha insubordinación amenazaba con desvertebrar algunos de los

grandes latifundios, lo que representaba una amenaza para el régimen.” (2007: 85).

Según nuestra percepción, La Operación Marquetalia llevada acabo por el ejército

colombiano fue un intento militar para liquidar las llamadas “repúblicas independientes”

que existían sólo en la cabeza de Álvaro Gómez. Marquetalia hizo parte de esas

repúblicas independientes, donde los campesinos se organizaron alrededor de la tierra,

cultivándola y defendiéndola con las armas. En este sentido, nos parece pertinente lo

que Ferro y Uribe (2002: 26) comentan sobre el asunto en tanto consideran que “esta

organización autogestionaria de producción y defensa les daba a los campesinos la

seguridad que nos les proporcionaba el Estado ante el avance del latifundio”. Sin

embargo, fue en este intento de organización donde surgieron diferencias entre las

guerrillas liberales y las comunistas, estas últimas caracterizadas por una estructura

militar más rígida y un objetivo político más definido. De allí que si bien el proceso de

la conformación de las FARC podemos ubicarlo en el momento de esta escisión, fue la

operación Marquetalia y sus bombardeos, dentro de la operación de exterminio a las

repúblicas independientes lo que daría origen a este movimiento guerrillero.

Ahora bien, desde la perspectiva de las FARC, su origen se percibe de la siguiente

forma:

“El 27 de mayo de 1964, bajo la presidencia del conservador Guillermo

León Valencia (1962-1966), las fuerzas militares desatan la Operación

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Marquetalia, bajo los lineamientos generales del plan LASO, Latin

America Security Operation, diseñado por el pentágono estadounidense

y la embajada norteamericana, para que de una vez por todas queda claro

de donde partieron en última instancia las ordenes de la operación

militar. Comienza la operación militar contra Marquetalia, el más grande

operativo militar realizado hasta el momento en Colombia. Es el

comienzo de nuevo de la resistencia armada en Colombia. Por meses se

combate en la montaña y en la selva y el pequeño y valerosos grupo de

48 hombre se convierte en guerrilla móvil, dirigidos por Manuel

Marulanda Vélez, un maestro de la guerra popular guerrillera […] el

ejercito toma simbólicamente la región de Marquetalia, pero

militarmente les fue imposible, a pesar de su nueva concepción contra

guerrillera, acabar con la simiente de la lucha que había emergido en

esas tierras. Esa simiente es la raíz de las FARC-EP. Marquetalia es

pues, el símbolo de esa etapa prolongada del movimiento guerrillero

moderno de nuestra patria.” (Citado en Ferro y Uribe, 2002: 27)

Lo anterior nos lleva entonces a considerar que el hito fundacional de las FARC está

sostenido sobre la base de la importancia simbólica que representan los acontecimientos

en el sur del Tolima y que giran en torno a la “Operación Marquetalia”, dirigida por el

coronel Joaquín Matallana y el comandante de la VI Brigada coronel Currea Cubides

bajo la orden presidencial de Guillermo León Valencia. Este hito fundacional y su

implicación simbólica serán retomados una y otra vez en los discursos posteriores de las

FARC-EP, la mayoría de las ocasiones presentado bajo la forma de una “deuda

histórica” con 48 campesinos a los cuales el Estado expropió por la fuerza “fincas,

ganado, cerdo y aves de corral”. Deuda que tendrá en el ejército y la oligarquía dos

responsables directos.

Teniendo en cuenta lo anterior, podemos entonces afirmar que Marquetalia funge como

un mito de origen de las FARC, mito que funciona a la manera de un “dispositivo de la

memoria, y a la vez, [una] construcción utópica que se estructura a partir de

determinadas condiciones sociales, políticas y culturales” (Uribe, 2007: 32). Pero

también como un “proceso discursivo [que] condensa elementos tomados de diferentes

fuentes, los destila y, una vez ejecutados ambos procedimientos, propone derroteros

para la acción […]” (Uribe, 2007: 32). Sin embargo, también funciona como una

construcción que se nutre de la historia, y a la vez de [unos] mundos posibles que le

dan sentido a la lucha insurgente a largo plazo […] (Uribe, 2007: 32).

Además para Uribe los mitos fundacionales se convierten en mecanismos privilegiados

de integración, en “tanto articulan el pasado con el futuro, llenando de sentido el vacío

del presente mediante una sobredeterminacion de la memoria. Su eficacia reside en que

facultan para actuar a partir de la fuerza de los efectos y de lo que se considera

verdadero, sin importar que definición de la verdad y de la realidad tengan sus adeptos.

En este sentido los mitos condensan lo afectivo, lo emotivo y lo cognitivo en un plano

simbólico de gran intensidad […] (Uribe, 2007: 32). Y en igual forma, según Uribe,

suelen recubrir, recortar, distorsionar e incluso invertir los contenidos mismos de los

proceso históricos. De allí que según la autora “cada actor sociopolítico vea como

mascara las concepciones del adversario y considerare su propia explicación del mundo

y de la vida como la única válida y digna de provocar los mayores sacrificios.” (Uribe,

2007: 32).

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De acuerdo con lo anterior Marquetalia representa para las FARC-EP una construcción

mítica de suma importancia para la configuración, orientación y transformación de la

acción estratégica de enmarcamiento de la organización y de sus atribuciones de

identidad a largo plazo. De esta forma, desde Marquetalia es posible trazar una línea

divisoria entre la acción colectiva no organizada antes del ataque militar, e impulsada

por las autodefensas campesinas con ayuda del PCC, y una solidificación con aire

organizativo de la acción colectiva post - marquetaliana. En este sentido, además de la

importancia simbólica de la resistencia en Marquetalia, son estos acontecimientos los

que solidifican la identidad del movimiento campesino bajo la consigna de la lucha

armada popular, que durante la segunda conferencia el 5 de Mayo de 1966, toma el

nombre oficial de Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Finalmente, en palabras de uno de los líderes de las FARC, Iván Ríos, fallecido

recientemente, el principio fundacional de esta organización se resume en que “la

actitud de la gente de Marquetalia fue una actitud de dignidad, de asumir lo que está

haciendo y no someterse a las condiciones del otro en una inferioridad de condiciones

totales. Y ese gesto se extiende, por que los marquetalianos no son simplemente los que

empezaron ahí, sino, los que siguieron, los combatientes que se vinculan hoy. Mucha

gente se ha vinculado por dignidad […]. La palabra resistencia sintetiza todo, porque es

armada, política e ideológica. Nosotros que le venimos diciendo a la gente, hay que

resistir, y si hay que hacer dos o tres Marquetalias, pues las haríamos, podemos hablar

de una cultura Fariana, la cultura de la resistencia, la cultura de la igualdad, son valores

que identifican a la organización.” (Ferro y Uribe, 2002: 29).

1.3 La configuración postmarquetaliana de las FARC y del Estado colombiano

Es importante anotar, que las FARC a partir del hito fundacional de Marquetalia dejan

de representar una organización de autodefensa campesina, y pasan a convertirse en una

organización que resiste al Estado por todos los medios, tanto políticos como militares.

Sin embargo, si queremos ofrecer una visión de ellas como actores protagonistas de la

historia nacional de estos últimos cuarenta años, más allá de lo discursivo, es necesario

mostrar cómo se han configurado militar y políticamente. En ese sentido, es posible

afirmar que tras Marquetalia, las FARC comienzan a extenderse como estructura

armada hacia el oriente colombiano, por los frentes de colonización del Meta, Caquetá,

Guaviare y Putumayo, además del río magdalena, desde su nacimiento hasta el

magdalena medio. También van a instalarse en Urabá, aprovechando la concentración

de trabajadores del eje bananero, y el conflicto causado por la distribución de la nueva

riqueza. (PNUD, 2003) De esta manera, la guerrilla dejó de limitarse a acciones

defensivas, como lo fueron las autodefensas, y pasaron a realizar acciones ofensivas en

contra de establecimiento, principalmente atacando los sectores económicos estratégicos

y la infraestructura del país.

En esa medida podemos afirmar que las FARC han evolucionado a la par de las

múltiples transformaciones del conflicto armado y social en Colombia. Aunque

tuvieron su nacimiento ideológico y armado en regiones de colonización, fueron

expandiéndose a las regiones donde imperaba el latifundio tradicional. En parte ello

obedeció a la frustración que tuvo el movimiento campesino, con el fracaso de un

intento de reforma agraria en el 71, y a la represión que ejercieron sobre el movimiento

campesino desde el 68 las fuerzas políticas (PNUD, 2003). La frustración popular por la

imposibilidad de reformas agrarias estructurales permitiría que en la década de los

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sesentas y setentas, las poblaciones campesinas de las regiones afectadas tuvieran una

adhesión al proyecto político y económico de esta organización, a la vez que permitiera

su movilización. .

Sin embargo, en la década de los ochentas, bajo la tregua pactada con el gobierno de

Belisario Betancur, las FARC siguieron profundizando su influencia armada y política

en las regiones de dominio tradicional y abrieron nuevos frentes para acercarse a las tres

ciudades principales del país: Bogota, Medellín y Cali. Con el cese al fuego pactado, las

FARC se politizaron y fundaron la Unión Patriótica para buscar una representación

electoral e implementar todas las formas de lucha en contra del régimen. Esto les

permitiría a varios de sus representantes políticos salir de la clandestinidad, pero

también con el tiempo ser exterminados, lo que frustraría por completo el cese al fuego

pactado en el gobierno de Belisario Betancur y continuado por el de gobierno de

Virgilio Barco. A finales de los ochenta, las FARC abortarían la vía política

institucional para acceder al poder, haciendo un voto decidido por la lucha armada y por

la creación de movimientos políticos clandestinos, como el bolivariano. Esto por

supuesto haría que el Estado cambiara su visión y acción frente a las FARC, pasando a

combatirlas mediante ofensivas militares más intensas en las regiones, con la

colaboración de las nacientes estructuras paramilitares.

Además en este escenario la guerrilla de las FARC, específicamente el bloque oriental,

se inicia en el negocio del narcotráfico en las zonas de frontera agrícola, con la

intención de financiar su estrategia de todas las formas de lucha en particular, y la

guerra en general. Además van a intensificar ciertas prácticas delincuenciales que

continúan hasta el día de hoy como la extorsión, el secuestro y el asesinato. Estas

prácticas se ejercieron principalmente en contra de los sectores económicos estratégicos

del país y los latifundistas, incluyendo en esta última categoría a los agroindustriales y

ganaderos. Para finales de los ochenta y comienzos de los noventa las FARC están

consolidadas militar, política y económicamente, extendiéndose desde el sur del país

hasta la Sierra Nevada, creando el corredor norte, con la intención de manejar pasos

estratégicos para el tráfico de drogas. De la misma manera, van a crear un corredor

desde la selva amazónica hasta el pacifico con la misma intención. Adicionalmente, se

crean y consolidan frentes de combate en las zonas económicamente productivas y

estratégicas de país, iniciando ofensiva contra dichos sectores estratégicos, como por

ejemplo en las explotaciones de petróleo, específicamente en Caño Limón y la agro-

industria.

No obstante, a finales de los ochenta, con el cese al fuego, las FARC se instalan en Casa

Verde a negociar la paz con el gobierno, siendo ocupado su campamento en 1990. Este

ataque disperso del ejército al mando central de la guerrilla, al igual que en Marquetalia,

representó para él primero una toma simbólica de la zona, aunque militarmente las

FARC siguieron ejerciendo su dominio en la zona. A partir de allí, las FARC iniciarían

una feroz ofensiva en contra del Estado en todas sus regiones de influencia,

concentrando su escalada ofensiva en tres regiones: el Magdalena Medio, la región de

Córdoba y en la cordillera oriental. A finales de 1997 las FARC van a tener su punto

más alto de derrota militar al ejército colombiano. Sin embargo, a comienzos del 99 se

van a iniciar nuevos diálogos de paz, esta vez con el presidente Andrés Pastrana.

Diálogos que nuevamente serían fracasados.

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Podríamos decir entonces que durante la década de los noventa las Farc van a consolidar

su accionar político y militar en todo el territorio nacional, pasando de ejercer dominio,

como lo fue en un principio, en las zonas periféricas y de frontera agrícola, para

expandirse y ejercer su accionar militar y política en las zonas mas productivas del país,

que es donde se encuentran los sectores económicos estratégicos, de esta manera,

comenzaron a asediar los grandes enclaves económicos como el ganadero, la

monocultivo, el petróleo, además de la infraestructura del país. Además tuvieron que

enfrentarse con los paramilitares y el narcotráfico en zonas donde antes eran absolutas

dominadoras. Las FARC llegarían entonces a ejercer una presión mucho más fuerte

sobre los gobiernos y el estado, como la que nunca antes habían tenido.

Durante el 2002, tras el fracaso de los diálogos de San Vicente del Caguán con el

presidente Andrés Pastrana, viene un relativo cierre de oportunidad política para las

FARC de firmar la paz. Este cierre se profundiza con la implementación del Plan

Colombia, con la posesión de Álvaro Uribe Vélez y la puesta en práctica de la política

de seguridad democrática. La correlación de fuerzas comienza entonces a cambiar

radicalmente para las FARC con la mayor campaña bélica emprendida por gobierno

alguno contra esta organización. Atendiendo los lineamientos de Washington el

gobierno de Uribe Vélez da inicio en el 2004 al “Plan Patriota”, el cual es esencialmente

un refuerzo militar del Plan Colombia financiado por los Estados Unidos con la

pretensión de aniquilar por la fuerza a la guerrilla de las FARC-EP, la cual es entendida

y considerada por las elites dominantes y por algunos sectores económicos (la industria,

las multinacionales, los ganaderos, los latifundistas, etc.) como un problema de orden

publico, como una amenaza “terrorista” y como un enemigo interno.

Finalmente, desde el 2002 hasta ahora podríamos decir que las FARC han tenido que

enfrentar un contexto político nacional donde la seguridad democrática pretende su

derrota militar como condición para una negociación política con esta organización. Es

evidente entonces el giro de las correlaciones de fuerza entre la guerrilla de las FARC y

el Estado colombiano en el conflicto armado. De ser una estructura armada y política

ofensiva, pasa a ser una guerrilla replegada en las fronteras, con un estatuto político y de

beligerancia en crisis o no reconocido por la comunidad nacional e internacional.

2. Los marcos discursivos de las FARC-EP y del Estado colombiano. Los textos y

las coyunturas desde el análisis de marcos.

2.1 Los “marcos” y su potencial analítico

En la teoría de los movimientos sociales la construcción de la identidad es un

componente esencial de la acción colectiva, ya que permite que los actores involucrados

en un conflicto se vean así mismos, se construyan y se movilicen como individuos o

grupos unidos entre sí por intereses, valores, e historias compartidas. La definición de la

identidad en los movimientos sociales supone a su vez una definición de la realidad

social sobre la base de unos marcos que tienen una doble función, tanto interna como

externa. Por un lado, lo interno del movimiento social permite establecer el campo de

identificación del actor, es decir quién es él como protagonista, quién es su antagonista,

cuál es el problema frente al cual se moviliza, cuáles son las metas que persigue como

organización, y cuál es su audiencia. Por otro lado, lo externo del movimiento se

articula a la movilización de potenciales consensos sociales, mediante los cuales

persigue el apoyo y la movilización de la sociedad a favor de él.

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Para autores como Hunt, Snow y Benford (1994) al realizar análisis de movimientos

desde una perspectiva de marcos habría que distinguir analíticamente entre el campo de

identidad y el enmarcado del problema. Estos dos elementos configuran lo que ellos

denominan el proceso enmarcado (framing process), el cual se constituye en una

estrategia para aumentar las capacidades de identificación y movilización de los actores.

El campo de identidad está personificado por tres actores: el protagonista, el antagonista

y la audiencia.El protagonista es aquel que promueve o simpatiza con los valores, metas

y prácticas de un movimiento social, beneficiándose de las acciones del movimiento. El

antagonista es aquel que se opone a los esfuerzos de los protagonistas. Finalmente, la

audiencia estaría representada por individuos o grupos que son neutrales o son

observadores no comprometidos, aunque algunos de ellos puedan responder o informar

de los acontecimientos que presencien, además de reaccionar positivamente a las

actividades y el discurso del movimiento social, y unirse a el como aliados potenciales.

Por su parte, el enmarcado del problema abarca los marcos de diagnostico y pronostico.

El primero implica la definición de una situación como un problema, paso importante si

se quiere lograr la movilización de una audiencia. Esta movilización puede ser más

efectiva si se definen además los agentes causales del problema. El segundo, ofrece

soluciones y propone estrategias específicas para resolver el problema. Desde nuestra

perspectiva este enmarcamiento discursivo, tanto del campo de la identidad como del

problema, es lo que nos interesa respecto de las FARC – EP como organización y del

Estado en su confrontación con ella. Veamos un ejemplo empírico de como se presenta

el framing process en el programa agrario de los guerrilleros de las FARC en 1964, que

consideramos uno de los documentos trascendentales, debido a que es el documento

(manifiesto) con el que se funda la organización guerrillera en Colombia, el cual será

analizado detalladamente más adelante con otros documentos emitidos en álgidas

coyunturas políticas. Sin embargo, es importante anotar, que el framing process se

percibe a lo largo de todos los documentos analizados en este artículo, permitiéndonos

observar cómo se identifican y enmarcan el problema de la realidad social colombiana

ambos actores (las FARC-EP y el Estado colombiano).

Por lo tanto, podemos identificar el framing process, en el documento de 1964, de la

siguiente manera: por un lado, podemos observar cómo se definen e identifican las

FARC-EP a sí mismas y como definen e identifican a sus enemigos y audiencia, para

esto procedimos metodológicamente con el análisis de marcos propuesto por Snow en

donde se identifica, por una parte, un protagonista, un antagonista y una audiencia, que

permiten establecer la identidad de la organización guerrillera, la de sus enemigos y la

audiencia a la cual se dirigen. En el año 64 las FARC se define e identifica a sí misma

como un “grupo de campesinos sin tierra del sur del Tolima, Huila y Cauca”, que han

sido “víctimas de cinco guerras”, de la “política de sangre y fuego”, de la “furia

latifundista” y de “una guerra de exterminio”. Circunstancias que, según ellos, los han

llevado a organizarse militar y políticamente en un “movimiento guerrillero

revolucionario popular de tradición libertaria” que “recoge la bandera Bolivariana”, y en

el cual se ven representados los intereses del pueblo y de los sectores populares. Por

aquel entonces se definen de forma genérica como un “pueblo alzado en armas”.

(Extraído de: Las FARC y el Programa agrario del 64. En:

http://bolivarsomostodos.org/index.php?option=com_content&task=blogcategory&id=0

&Itemid=45). En este momento, las FARC identifican básicamente cuatro grandes

enemigos. En primer lugar el latifundio, representado por los grandes ganaderos, el gran

comercio, los gamonales de la política oficial, los comerciantes de la violencia, los

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grandes señores de la tierra, el paramilitarismo de entonces (los Chulavitas). En

segundo lugar, la oligarquía, representada por los monopolios financieros, la clase

dominante “rapaz y reaccionaria”, los especuladores, las instituciones oficiales y

semioficiales de crédito, el “fascismo” y la “seguridad nacional”. En tercer lugar, los

militares, representados sobre todo por los altos mandos y las fuerzas armadas oficiales.

Finalmente, en cuarto lugar el Imperialismo, representado en “las bestialidades de un

régimen podrido”, en las compañías imperialistas norteamericanas, y en los especialistas

militares norteamericanos. Por último, en lo que respecta a la cuestión de la identidad

del framing process, encontramos a la audiencia, permitiéndonos afirmar, que en la

medida en que se autoperciben como portavoces revolucionarios del pueblo su

audiencia se concentra básicamente en tres grandes sectores. El primero de carácter

popular, representado por los campesinos, colonos, ocupantes, arrendatarios, aparceros,

terrazgueros, agregados, obreros, empleados, artesanos, soldados y policías. El segundo

relacionado con las fuerzas políticas, sociales y económicas del momento, es decir,

pequeños comerciantes, burguesía nacional, partidos y corrientes políticas de izquierda

y de centro, oficiales patriotas, comunidades indígenas, fuerzas democráticas

progresistas y revolucionarias, la alianza obrero campesina, los sindicatos, comité de

usuarios y las juntas comunales. Finalmente, un sector de opinión informada

representada por, intelectuales demócratas, revolucionarios y estudiantes.

Por el otro lado, se encuentra la otra parte del framing process, el enmarcamiento del

problema, que se divide analíticamente en un diagnostico y un pronóstico de la realidad,

que para nuestro caso es el conflicto armado colombiano. Por un lado, el diagnostico,

identifica las causas y consecuencias del problema, es decir, del conflicto económico,

social, político y humanitario que azota a Colombia desde hace cuarenta años. Por el

otro lado, el pronóstico no propone únicamente los medios y los fines, es decir, los

medios para alcanzar las metas propuestas para cambiar la realidad, sino que también,

es lo que permite la movilización política y armada, no solo de la organización

guerrillera, sino también, de sus audiencias y simpatizantes que se adhieren emocional y

racionalmente a la causa y a la lucha armada y política de la organización guerrillera.

Veamos cómo se evidencia esto empíricamente en el programa agrario de los

guerrilleros de las FARC. Respecto al diagnostico podemos afirmar, que en este

documento es claro y explicito que el problema diagnosticado en el año 64 es la

persistencia de una vieja estructura latifundista en Colombia. Y respecto al pronostico,

podemos afirmar, que es posible identificar tres grandes metas. Las primeras en el orden

económico están relacionadas básicamente con la defensa de una política agraria

revolucionaria, que consiste en transformar de raíz la estructura social del campo y

elevar el nivel de vida material y cultural del campesinado. Lo cual implica para ellos la

defensa de la soberanía nacional, la generación de subsidios al campo y el control social

de los precios de los productos agrícolas. Las segundas metas son de carácter político y

tienen que ver con la construcción de un gobierno revolucionario y democrático, por

medio del protagonismo histórico del campesinado. Lo anterior implica un cambio de

régimen a través de la lucha armada y revolucionaria por el poder, y el establecimiento

de un frente único democrático, progresista y revolucionario. Finalmente, unas metas

sociales que consisten básicamente en la salida política y democrática al conflicto, en la

defensa de la soberanía popular y en un proteccionismo económico.

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Ahora bien, el concepto de marcos que utilizamos aquí, hace referencia según Snow

(1986: 464-476) “a esquemas de interpretación que permiten al individuo localizar,

percibir, identificar y etiquetar ocurrencias en su espacio vital y en el mundo en

general”. En este sentido, según Snow “al dar significado a los eventos u ocurrencias, la

estructura se pone en marcha para organizar la experiencia y guiar la acción, sea

individual o colectiva” (1986: 464-476). De tal forma que los marcos organizan las

creencias y significados que orientan la acción y legitiman las actividades de un

movimiento social. (Snow y Benford, 1992). Llegando incluso el marco a representar el

esquema mental con el que los individuos interpretan y orientan los acontecimientos.

Podemos definir los marcos como una especie de plantilla preexistente, por medio de la

cual filtran la realidad exterior, ordenándola y clasificándola, haciéndola inteligible. En

suma, los marcos en tanto dispositivos de significación permiten interpretar cómo

funciona la política para los actores, cómo en coyunturas especiales se constituyen

temas que atraen la atención de unas audiencias sobre un asunto particular, y cómo se

proveen en coyunturas y contextos particulares explicaciones a los problemas. En este

sentido, los marcos reúnen un conjunto de dimensiones para interpretar procesos

políticos en general y procesos políticos en particular.

Sin embargo, si bien utilizamos a Snow (1986) para definir la noción de marcos,

debemos también reconocer la deuda que esta noción tiene con su creador, Erving

Goffman (1974). Para este sociólogo el marco hace referencia a esquemas de

interpretación que permiten a los individuos ubicar, percibir, identificar y clasificar los

acontecimientos ocurridos dentro de su espacio de vida y en el mundo en general. En tal

sentido, una vez que se otorga significado a los acontecimientos, los marcos funcionan

para organizar la experiencia y guiar la acción individual y colectiva. Particularmente

en el contexto de los movimientos sociales, los marcos de referencia para la acción

colectiva destacan ciertos aspectos de la realidad, y también actúan como base para la

atribución y articulación de significados. Mediante ellos (los marcos y el framing

process) se puede atribuir identidades, definir un problema y ofrecer soluciones

(enmarcamiento del problema).

De otra parte no nos ha interesado sólo definir la noción de marco sino también ubicarla

en el terreno del análisis de discurso. Este enfoque parte del supuesto teórico de que el

lenguaje construye la realidad social y no sólo es un reflejo de ella (Phillips y Hardy,

2002; Fairclough y Wodak, 2000). Su objetivo analítico de largo aliento es comprender

cómo el discurso constituye el mundo social y cómo éste no puede ser conocido si

separa del discurso. Ahora bien, el análisis de discurso nutre el análisis de marcos en

cuanto permite comprender los esquemas de interpretación y de discurso mediante los

cuales los individuos y grupos filtran la realidad exterior, ordenándola, nombrándola y

orientando su acción social a partir de ella.

En nuestro trabajo, a partir de la noción de marcos propuesta por Snow, Goffman y la

vinculación con el análisis de discurso, hemos considerado pertinente utilizar la noción

de “marco discursivo” entendida como el conjunto de dispositivos y mecanismos

cognitivos y sociales que los sujetos y grupos estructuran interior y exteriormente para

definir la realidad frente a la que se movilizan, y frente a la cual, producen elementos

ideológicos, por medio de cuales interpretan y significan de la realidad social. Esta

categoría nos proporciona entonces pistas importantes acerca de la ideología de la

organización armada, y del Estado en su confrontación con ella, además que nos

permite observar en qué circunstancias ocurre la cohesión social necesaria para la

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acción colectiva de dicha organización como actor político y armado, cómo se organiza

y moviliza la lucha durante un período de más de 40 años. Además nos permite

comprender cómo el Estado se percibe y se identifica en la confrontación, como

clasifica y combate a sus adversarios y cómo interpreta las coyunturas nacionales del

conflicto armado y social.

En este punto, considero importante hacer referencia a Karl Mannheim y a su “obra

magna” Ideología y utopía, la cual nos proporcionara una bases teóricas solidas acerca

de los conflictos entre los diferentes modos de pensar, lo cual nos permitirá

aproximarnos mejor al problema que estamos analizando. De esta manera, podemos

iniciar el análisis realizando la misma pregunta con la que Mannheim empieza dicha

obra: ¿cómo es posible que idénticos procesos de pensamiento, relacionados con el

mismo mundo, produzcan concepciones divergentes de ese mundo? Y de ahí preguntar:

¿no es posible que los procesos en cuestión no sean en modo alguno idénticos? No hay

más que un paso. ¿No podría ser que una vez examinadas todas las posibilidades del

pensamiento humano encontráramos que existen muchos caminos entre los cuales se

puede elegir?” (Mannheim; 2004; 41). Podemos afirmar entonces, que ambos actores,

las FARC-EP y el Estado colombiano (representado en sus elites políticas y altos

mandos militares) han percibido el problema a lo largo del tiempo desde diferentes

perspectivas, las cuales responden a las condiciones materiales, relacionales,

existenciales y a la visión del mundo que poseen los dirigentes de ambos actores

colectivos. De este modo, según Mannheim, “La sociología del conocimiento se ocupa

no tanto de las deformaciones debidas a un propósito deliberado de engañar, como a las

varias maneras en que se presentan los objetos al sujeto, según las diferencias del marco

social. Así, pues, las estructuras mentales se deforman inevitablemente de un modo

diferente, según las diferencias del ambiente social e histórico.”(Mannheim; 2004; 302).

Veamos otro ejemplo empírico de cómo ambos actores enmarcan e interpretan de

maneras diferentes el mismo conflicto y escenario socio-histórico: en el documento del

periódico El tiempo: La VI brigada y la “Operación Marquetalia” del 64, podemos

observar la manera en la que las FFAA diagnostican el problema frente al cual se

movilizan las FARC-EP: Según el diagnostico del Estado, las FARC desinforman a los

campesinos con versiones irresponsables sobre lo que ocurre en el país y en las

regiones, con la única finalidad de generar confusión y desorden en ellos, y así

conducirlos a que se armen, se agrupen, y se levantes en armas, en contra de las

autoridades institucionales legitimas. También, afirman que las FARC “posan” ante los

campesinos como autodefensas regulares con el fin de movilizarlos y armarlos en

regiones ricas, “donde siempre ha habido tranquilidad y concordia”, impidiendo con

ello la acción de control, vigilancia y seguridad del Estado. Por otro lado, las FARC-EP

perciben la operación Marquetalia, en palabras del fallecido miembro del “secretariado”

Iván Ríos, de la siguiente manera: “la actitud de la gente de Marquetalia fue una actitud

de dignidad, de asumir lo que está haciendo y no someterse a las condiciones del otro en

una inferioridad de condiciones totales. Y ese gesto se extiende, por que los

marquetalianos no son simplemente los que empezaron ahí, sino, los que siguieron, los

combatientes que se vinculan hoy. Mucha gente se ha vinculado por dignidad […]. La

palabra resistencia sintetiza todo, porque es armada, política e ideológica. Nosotros que

le venimos diciendo a la gente, hay que resistir, y si hay que hacer dos o tres

Marquetalias, pues las haríamos, podemos hablar de una cultura Fariana, la cultura de la

resistencia, la cultura de la igualdad, son valores que identifican a la organización.”

(Ferro y Uribe, 2002: 29). Por lo tanto, es evidente que ambas partes tienen un

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enmarcaje diferente del problemas y una interpretación y significación de la realidad

diferente que corresponde a sus condiciones materiales, existenciales y relacionales con

el mundo y con los otros, en donde ambos actores se plantean en sus pronósticos como

la utopía y califican a su oponente de ideológicos y de visiones distorsionadas de la

realidad, como se hace evidente en el documento anterior, sin comprender que dichas

visiones antagónicas de la realidad responden a condiciones materiales, relacionales,

socio-históricas y existenciales en su relación con el mundo y con los “otros”, es por

esta relación con el mundo y con los otros, lo que hace pensar a las personas y a los

grupos lo que piensan, es esa relación con el mundo y con los otros, que se produce de

acuerdo a la posición relativa que los actores ocupan en la estructura social, la que

permite que existan posiciones antagónicas de pensamiento e interpretaciones

divergentes acerca de una misma realidad o de un mismo problema.

De otra parte, conviene puntualizar aquí que al referirnos a la noción de marco

discursivo desde unos textos y unas coyunturas específicas, no estamos desconociendo

la noción de “marco maestro”, la cual desempeña la misma función que un marco de

significación para la acción colectiva, pero a una escala mayor que la aquí nos interesa:

por ejemplo una lucha por la transformación de la sociedad a nivel latinoamericano o

bolivariano o transcontinental Sin embargo, vale la pena anotar, que lo que nos ha

interesado detallar es el enmarcamiento de un campo de luchas que se va construyendo

en coyunturas nacionales más amplias que las que los textos revisados dan cuenta y la

misma interpretación que hacemos aquí en el artículo, como puede ser el caso de El

Frente Nacional, la Operación Marquetalia, los diálogos de San Vicente del Caguán, la

política de seguridad democrática, entre otros. También es importante anotar que

cuando hablamos de análisis de coyuntura dentro del análisis de marcos discursivos

estamos comprendiendo por lo primero el estudio de una arena política específica en el

tiempo, donde existe un actor protagonista, un antagonista, una audiencia, un problema

y unas metas. No estamos olvidando entonces el análisis estructural de largo aliento,

simplemente estamos situándonos en un momento del proceso.

A continuación, ofreceremos una visión del esquema interpretativo de marcos para los

dos actores en conflicto en los siete documentos analizados. Detallaremos cómo el

Estado y las FARC se perciben como protagonistas del conflicto, cómo definen a sus

antagonistas, a qué audiencia pretenden llegar, cómo diagnostican la realidad nacional y

que soluciones pretenden ofrecer.

2.2 Los marcos discursivos de las FARC y del Estado frente al conflicto armado y

social. Los textos y sus coyunturas.

2.2.1 Las Farc y el Programa agrario del 64

a. ¿Cómo se define las FARC? En el año 64 las FARC se define e identifica a sí

misma como un “grupo de campesinos sin tierra del sur del Tolima, Huila y Cauca”,

que han sido “víctimas de cinco guerras”, de la “política de sangre y fuego”, de la “furia

latifundista” y de “una guerra de exterminio”. Circunstancias que, según ellos, los han

llevado a organizarse militar y políticamente en un “movimiento guerrillero

revolucionario popular de tradición libertaria” que “recoge la bandera Bolivariana”, y en

el cual se ven representados los intereses del pueblo y de los sectores populares. Por

aquel entonces se definen de forma genérica como un “pueblo alzado en armas”.

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b. ¿Cómo definen a su enemigo? En este momento, las FARC identifican básicamente

cuatro grandes enemigos. En primer lugar el latifundio, representado por los grandes

ganaderos, el gran comercio, los gamonales de la política oficial, los comerciantes de la

violencia, los grandes señores de la tierra, el paramilitarismo de entonces (los

Chulavitas). En segundo lugar, la oligarquía, representada por los monopolios

financieros, la clase dominante “rapaz y reaccionaria”, los especuladores, las

instituciones oficiales y semioficiales de crédito, el “fascismo” y la “seguridad

nacional”. En tercer lugar, los militares, representados sobre todo por los altos mandos y

las fuerzas armadas oficiales. Finalmente, en cuarto lugar el Imperialismo, representado

en “las bestialidades de un régimen podrido”, en las compañías imperialistas

norteamericanas, y en los especialistas militares norteamericanos.

c. ¿Cómo diagnostican el problema o los problemas frente al cual o los cuales se

movilizan? En este documento es claro y explicito que el problema diagnosticado en el

año 64 es la persistencia de una vieja estructura latifundista en Colombia.

d. ¿Cómo las FARC definen sus objetivos de acción y estrategias de lucha? Es

posible identificar tres grandes metas. Las primeras en el orden económico están

relacionadas básicamente con la defensa de una política agraria revolucionaria, que

consiste en transformar de raíz la estructura social del campo y elevar el nivel de vida

material y cultural del campesinado. Lo cual implica para ellos la defensa de la

soberanía nacional, la generación de subsidios al campo y el control social de los

precios de los productos agrícolas. Las segundas metas son de carácter político y tienen

que ver con la construcción de un gobierno revolucionario y democrático, por medio

del protagonismo histórico del campesinado. Lo anterior implica un cambio de régimen

a través de la lucha armada y revolucionaria por el poder, y el establecimiento de un

frente único democrático, progresista y revolucionario. Finalmente, unas metas sociales

que consisten básicamente en la salida política y democrática al conflicto, en la defensa

de la soberanía popular y en un proteccionismo económico.

e. ¿A qué público se dirigen? En la medida en que se autoperciben como portavoces

revolucionarios del pueblo su audiencia se concentra básicamente en tres grandes

sectores. El primero de carácter popular, representado por los campesinos, colonos,

ocupantes, arrendatarios, aparceros, terrazgueros, agregados, obreros, empleados,

artesanos, soldados y policías. El segundo relacionado con las fuerzas políticas, sociales

y económicas del momento, es decir, pequeños comerciantes, burguesía nacional,

partidos y corrientes políticas de izquierda y de centro, oficiales patriotas, comunidades

indígenas, fuerzas democráticas progresistas y revolucionarias, la alianza obrero

campesina, los sindicatos, comité de usuarios y las juntas comunales. Finalmente, un

sector de opinión informada representada por, intelectuales demócratas, revolucionarios

y estudiantes.

2.2.2 La VI brigada y la “Operación Marquetalia” del 64

a. ¿Cómo se autodefine el Estado (gobierno y FFAA)? Para aquella época el Estado

representado, en el Gobierno y las FFAA se percibe y se nombra básicamente como una

autoridad institucional legítima y una fuerza constitucional y armada que se encargada

del control, la vigilancia y la seguridad.

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b. ¿Cómo definen a su enemigo? En este momento el Estado define y construye a las

FARC como un grupo de campesinos armados en campos y ciudades que están en

contra del progreso, la paz, las autoridades legítimas, y el orden constitucional. Aquí las

FARC son vistas como una “amenaza” que ejerce una feroz ofensiva militar contra

regiones campesinas, atropellando el derecho de libre opinión, libre asociación y libre

trabajo.

c. ¿Cómo diagnostica el Estado la situación frente a la cual se moviliza y confronta

a las FARC? Según el diagnostico del Estado, las FARC desinforman a los

campesinos con versiones irresponsables sobre lo que ocurre en el país y en las

regiones, con la única finalidad de generar confusión y desorden en ellos, y así

conducirlos a que se armen, se agrupen, y se levantes en armas, en contra de las

autoridades institucionales legitimas. También, afirman que las FARC “posan” ante los

campesinos como autodefensas regulares con el fin de movilizarlos y armarlos en

regiones ricas, “donde siempre ha habido tranquilidad y concordia”, impidiendo con

ello la acción de control, vigilancia y seguridad del Estado.

d. ¿Cómo el Estado define sus objetivos de acción? Por esta época, es posible

identificar dos grandes metas del Estado en su ofensiva contra las FARC. De un lado

están las metas políticas, básicamente expresadas en someter a los bandoleros al imperio

de la ley. Pero es interesante observar como se asume Marquetalia como un plan cívico-

militar legítimo que busca defender los intereses nacionales mediante el mandato de las

fuerzas armadas en las regiones donde no se ha tenido presencia. De otra parte están las

metas sociales, las cuales ratifican la necesidad de combatir a las FARC mediante la

rehabilitación de los campesinos tolimenses a través de un plan cívico-militar que

incluya “campañas medico asistenciales, construcción y reparación de caminos, de

escuelas, repartición de marcados, instrucción cívica y respeto a los emblemas de la

patria”, además de convertir al campesino en un “amigo del orden” y en un “informante

seguro”.

e. ¿A qué público se dirigen? El Estado se dirige de manera genérica a una población

civil representada en los campesinos tolimenses y del Huila. Aunque se coloca especial

interés en los “campesinos honrados y pacíficos” que se sitúan dentro del orden

institucional.

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2.2.3 Plataforma Política de las FARC-EP (1993)9

a. ¿Cómo se define las FARC? De manera muy sucinta las FARC aparecen aquí ya no

como una “organización de autodefensa”, sino como una “organización Bolivariana,

pluralista patriótica y democrática”.

b. ¿Cómo definen a su enemigo? Aquí sus enemigos son básicamente tres: “El

latifundio”, “los policías” y “los militares”

c. ¿Cómo diagnostican el problema o los problemas frente al cual o los cuales se

movilizan? Esencialmente el problema sigue siendo el mismo treinta años después, es

decir la persistencia histórica de una estructura latifundista en la sociedad colombiana.

Sin embargo, lo justifican de forma más ampliada, a través de dos factores estructurales,

en primer lugar, la exclusión social, económica y política de amplios sectores de la

sociedad y, en segundo lugar, la ausencia de soberanía social, económica y política de

nación frente a los recursos naturales (la selva, el petróleo, las minas; la industria) y los

sectores estratégicos de la nación (el agua, la luz, las telecomunicaciones, y el sector

energético).

d. ¿Cómo las FARC definen sus objetivos de acción y estrategias de lucha? Como

metas políticas las FARC consideran prioritario la solución política al conflicto, además

de ofrecer una solución política al fenómeno de producción, comercialización, y

consumo de narcóticos y alucinógenos y de priorizar la integración regional y

latinoamericana Como metas económicas el énfasis se coloca en la lucha por la defensa

de la soberanía de los recursos naturales, industriales, y estratégicos de la nación,

además de la aplicación de un modelo de desarrollo y de modernización económica con

justicia social y de la aplicación de una política “agraria proteccionista y democrática”.

Además de la renegociación de la deuda externa, la redistribución social del ingreso

mediante una afectación a los que más ganan y la afectación del impuesto de IVA, solo

a bienes y servicios suntuarios. Finalmente como metas sociales estarían principalmente

la defensa de la soberanía nacional, la conformación de un gobierno nacional, pluralista,

patriótico y democrático. Además de considerar como fundamental destinar el 50% del

presupuesto nacional para la inversión en el bienestar social.

e. ¿A qué público se dirigen? Básicamente las FARC consideran que su audiencia son

“todos los colombianos”, representados en los sectores populares, los gremios, las

organizaciones sindicales, populares, los entes académicos y científicos.

2.2.4. Discurso FARC-EP: Inauguración de los diálogos de Paz en San Vicente del

Caguán (1999)10

a. ¿Cómo se define las FARC? En este documento, las FARC siguen siendo los

colonos y campesinos expropiados por el Estado. Aunque enfatizan en su condición de

como organización politico-militar, de “fuerza insurgente” y “ejército guerrillero del

pueblo”.

9 Treinta años después, pasando por un fallido proceso de paz con el presidente Belisario Betancur y la

constituyente de 1991, las FARC emiten su plataforma política 10

Discurso emitido por Joaquín Gómez, durante el comienzo de los diálogos con el presidente Andres

Pastrana.

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b. ¿Cómo definen a su enemigo? En este documento los enemigos de las FARC

básicamente son cuatro. En primer lugar la clase gobernante y la elite política,

representada en actores personificados en las figuras de Guillermo León Valencia,

Laureano Gómez, Rojas Pinilla, Álvaro Gómez, Belisario Betancur, Virgilio Barco,

Cesar Gaviria, Ernesto Samper, Andrés Pastrana, y el Frente Nacional. En segundo

lugar, el Estado, el cual es significado como una “maquinaria excluyente”, como

“estructura vieja” y como un “agente expropiador” En tercer lugar, los militares,

representados en los altos mandos militares. Y finalmente, otros actores, más dispersos

y menos homogéneos en el discurso, como los paramilitares y Carlos Castaño, los

monopolios nacionales y extranjeros, y el narcotráfico.

c. ¿Cómo diagnostican el problema o los problemas frente al cual o los cuales se

movilizan? Para las FARC el problema básico es una deuda histórica del gobierno

nacional (la elite gobernante) para ofrecer una salida al conflicto social y armado

nacional con justicia social y soberanía. Para ellos esa deuda histórica azota el país

desde hace 150 años, donde las principales víctimas han sido los campesinos, entre ellos

las FARC. Sin embargo, sobresale en este documento el que las FARC consideren que

parte del problema es la ausencia de reconocimiento de su condición de actor político y

beligerante en la estructura política nacional a lo largo del tiempo; lo que quiere decir,

es que el Estado nunca ha permitido acceder a la política nacional a los sectores

populares, convirtiéndose en una maquinaria política excluyente, una democracia

oligarquía. Por último, estaría el falso reconocimiento de la confrontación armada y

social del país, es decir, que el conflicto que vive el país es reducido a un problema de

orden público, desconociendo el factor económico y político.

d. ¿Cómo las FARC definen sus objetivos de acción y estrategias de lucha? En este

texto y coyuntura nacional las FARC únicamente definen metas políticas y sociales,

habiendo una ausencia de las metas económicas. Dentro de las metas políticas sobresale

la solución política al conflicto nacional y la transformación radical de las viejas

estructuras del Estado. Dentro de las metas sociales sobresale la salida al conflicto con

justicia social y soberanía. Es de señalar que las FARC reconocen aquí una “salida

institucional al conflicto armado y social” por medio de una asamblea constituyente,

con la representación de los distintos estamentos de la sociedad.

e. ¿A qué público se dirigen? Al igual que en los otros textos las FARC privilegian los

sectores populares como su auditorio primordial. Estos estarían representados por los

agricultores, el campesinado, los desplazados por la violencia y los otros insurgentes.

También toman en consideración a las fuerzas políticas, sociales y económicas,

representadas por los partidos políticos, intelectuales, industriales y organizaciones de la

sociedad civil.

2.2.5 Discurso presidencial de Andrés Pastrana en la inauguración de los diálogos

de paz en San Vicente del Caguán (1999)

a. ¿Cómo se autodefine el Estado (gobierno y FFAA)? En este documento el Estado

se define de dos formas, en primer lugar, como un gobierno, representado por el jefe de

Estado y las FFAA. Y en segundo lugar, como vocero del pueblo, en el cual el

presidente Andrés Pastrana representa la voz de un país que “quiere paz y busca justicia

social”

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b. ¿Cómo definen a su enemigo? El antagonista, en este documento, es contundente y

explicito, Manuel Marulanda Vélez.

c. ¿Cómo diagnostica el Estado la situación frente a la cual se moviliza y confronta

a las FARC? Para el gobierno de Pastrana, el conflicto colombiano tiene sus raíces en

la injusticia social. De forma retórica este gobierno considera que la “guerra de la paz”

se gana en el empleo, en la vivienda, en la nutrición, en la salud, en la educación, en el

respeto a la ecología, y en la certeza de la supervivencia siempre abierta a la felicidad.

Por otro lado, según el presidente, Colombia no puede seguir dividida en tres países

irreconciliables, en donde “un país mata, otro país muere, y un tercer país, horrorizado

agacha la cabeza y cierra los ojos”

d. ¿Cómo el Estado define sus objetivos de acción? Como metas sociales el Estado

considera prioritario, la reconciliación nacional para superar la división de la nación,

luchar contra la pobreza y la corrupción. Ahora bien, se considera que el Estado debe

buscar la creación de condiciones para dar empleo seguro y confiable, luchar contra el

secuestro, la construcción de una nación civilizada. Como metas políticas se coloca

especial atención, a la instalación de una mesa de diálogos para acordar una agenda de

conversaciones con las FARC, el reconocimiento del carácter político de las FARC

como organización, la humanización del conflicto, respeto pleno al derecho

internacional humanitario, la aplicación del Plan Colombia, y fortalecer la imagen de

Colombia en el exterior. Y por ultimo, como metas económicas, se percibe que el

Estado debe trabajar por la sustitución agrícola y la eliminación de los cultivos

vinculados al tráfico de drogas. En este documento no se hace referencia alguna al

problema agrario estructural.

e. ¿A qué público se dirigen? El público al que se dirige el Estado, representado en

Andres Pastrana, está básicamente representado en tres grupos. En primer lugar, se

encuentran los sectores populares, que cobija a los campesinos, las madres de familia,

los desplazados, los soldados, los insurgentes, los secuestrados, los desaparecidos, los

huérfanos y los niños. En segundo lugar, a los grupos de presión y de poder,

representados por los embajadores, empresarios y la comunidad internacional. Y en

tercer lugar, se encuentran los iconos nacionales, representados en “Dios”, “el pueblo”,

“la bandera”, la gloria de “Gabo”, la “maestría de Botero”, la “jugada del Pibe”, la

“letra original de Shakira y los Aterciopelados”, la “ciencia de Patarroyo y Rodolfo

Llinás”, y “el profundo orgullo de ser colombianos”

2.2.6 Novena Conferencia de las FARC-EP: “Por la Nueva Colombia, la Patria

Grande y el socialismo 200711

a. ¿Cómo se definen las FARC? Las FARC-EP se autodefinen como una fuerza

beligerante político- militar.

b. ¿Cómo definen a su enemigo? Aquí las FARC identifican unos enemigos internos y

externos que mantienen cierta continuidad desde el 64. Los externos con presencia

directa en el país son “El Plan Colombia”, “El Plan Patriota” y “La Casa Blanca”. Los

internos son básicamente el “sistema electoral tramposo”, la “gran prensa”, los distintos

gobiernos de la historia nacional, los dueños del poder, de las haciendas y del dinero,

11

Este texto es generado en el contexto de la seguridad democrática y del segundo gobierno de Uribe

Vélez. Debido al asedio de las FFAA la conferencia se realizó de forma virtual, por internet.

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las fuerzas policiales y militares oficiales, el “Estado paramilitar y mafioso de

características fascistas”, un régimen ilegítimo, el “terror del Estado”, los capos del

narcotráfico Pablo Escobar Gaviria, don Berna y los hermanos Castaño Gil, el

presidente Álvaro Uribe, las Convivir, la oligarquía, las “mafias enquistadas en el

aparato del Estado. Sin embargo sobresale específicamente el uribismo y el

paramilitarismo como enemigos centrales.

c. ¿Cómo diagnostican el problema o los problemas frente al cual o los cuales se

movilizan? Los problemas que las FARC-EP mencionan en este documento son

principalmente siete, en primer lugar, el oprobioso incremento y accionar de las tropas

gringas en el territorio nacional y de las operaciones del llamado Plan Colombia las

cuales están dirigidas principalmente contra la población civil. En segundo lugar, la

ausencia de soberanía nacional y la imposición desde la Casa Blanca de las políticas

para el país, de unas concepciones de Estado, de unas estrategias y planes de la fuerza

pública, y de unas reglas ajenas a la realidad nacional para las finanzas, la industria y el

comercio. En tercer lugar, una profunda crisis social y económica cuyos efectos golpean

no a los ricos, sino al pueblo, a través de la cotidianidad de una violencia económica,

social, militar y moral como consecuencia de un ordenamiento político corrupto, apenas

justificado por un sistema electoral tramposo y una gran prensa adocenada. En cuarto

lugar, la arremetida criminal de terratenientes y latifundistas que ambicionan las tierras

de indígenas, colonos y afrodescendientes. En quinto lugar, el proceso de la para

política que está demostrando los profundos y sólidos nexos entre el poder político, el

militarismo, la corrupción administrativa y el narcotráfico. En sexto lugar, el incremento

del poder de las mafias enquistadas en el aparato del Estado. Y finalmente, la profunda

crisis que atraviesan los partidos tradicionales y la institucionalidad.

d. ¿Cómo las FARC definen sus objetivos de acción y estrategias de lucha? En este

documento sobresalen especialmente las metas de orden político. Básicamente enuncian

siete metas, a saber: 1) la solución democrática, patriótica y de profundo contenido

popular a la crisis nacional, con la plena participación de las FARC. 2) la construcción

de una Nueva Colombia fundada sobre principios de soberanía, democracia cierta,

justicia social y ética. 3) la construcción de una nueva institucionalidad, de profundo

contenido bolivariano como la señalada en la plataforma para un nuevo gobierno de

reconciliación y reconstrucción nacional. 4) la unidad popular y democrática por la

nueva Patria. 5) el canje de los prisioneros políticos. 5) la construcción clandestina del

movimiento bolivariano por la nueva Colombia. 6) persistir en la organización y

fortalecimiento del Partido Comunista Clandestino. 7) el fortalecimiento de todas las

modalidades de democracia directa en cada localidad, barrio, vereda, caserío y

municipio. Dentro de las metas sociales se pretende básicamente alcanzar un sistema

social acorde con las realidades del siglo XXI, que reivindique las tradiciones, valores y

riquezas, que mantenga viva la dignidad de nuestro pueblo por la autodeterminación y

contra la injerencia imperial. Además se esgrime la idea de “defender la vigencia del

ideario bolivariano de felicidad para nuestros pueblos”. Una sola meta económica,

aunque contundente encontramos en este documento y es la defensa del patrimonio

colectivo de la nación, en este caso de Ecopetrol

e. ¿A qué público se dirigen? De nuevo, como en los otros documentos, el público al

cual se dirigen las FARC está representado en el pueblo colombiano, los indígenas, los

campesinos, los colonos, los afro-descendientes, la comunidad internacional, la

guerrillerada, los milicianos bolivarianos, los lisiados de guerra, los familiares de los

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guerrilleros caídos. Destaca sin embargo, la mención que realizan de los prisioneros de

guerra (Sonia y Simón Trinidad), así como los integrantes de los núcleos bolivarianos,

los integrantes de células clandestinas, los integrantes de las diferentes organizaciones

populares y uniones de lucha, los convencidos de la necesidad del canje y de la solución

política. También la mención tácita que realizan de los presidentes latinoamericanos que

representan hoy con su actitud independiente, la dignidad de los pueblos.

2.2.7 “Documento de la Política de Seguridad Democrática 2003: Consolidación de

la seguridad democrática”12

a. ¿Cómo se autodefine el Estado (gobierno y FFAA)? El Estado se representa

básicamente en sus fuerzas militares y de policía nacional.

b. ¿Cómo definen a su enemigo? Se enfatiza a lo largo del documento en la noción de

“grupos criminales” para nombrar a las FARC. Hace presencia la idea de unas “lógica y

estructuras criminales”, también la idea de “fuerzas dispersas que llevan a cabo

acciones terroristas”. Las FARC son básicamente construidas como terroristas y

narcotraficantes.

c. ¿Cómo diagnostica el Estado la situación frente a la cual se moviliza y confronta

a las FARC? El Estado no identifica un conflicto armado y social como causa del

problema, sino más bien una “amenaza terrorista” que debe ser combatida con

seguridad democrática. En este sentido, se identifica como problema a una estructura

terrorista que busca el desgate de las fuerzas del Estado, además de influir en espacios

políticos nacionales e internacionales en búsqueda de reconocimiento y percepción de

legitimidad.

d. ¿Cómo el Estado define sus objetivos de acción? Las metas de la seguridad

democrática, son esencialmente políticas, y van orientadas a la derrota militar de las

FARC, aunque no se puede negar que la política de la seguridad democrática, tiene, por

otro lado, la intención de proteger la agro-industria y la inversión extranjera en el país,

lo cual es claramente una meta económica. En términos generales las metas de la

política de la seguridad democrática se pueden resumir en: a. el fortalecimiento de la

estrategia de seguridad ciudadana a cargo de la Fuerza Pública (Policía y Ejército

Nacional); b. el debilitamiento de las estructuras armadas y las amenazas de los grupos

insurgentes; c. El fortalecimiento de la inversión extranjera.

e. ¿A qué público se dirigen? La audiencia a la que se dirige la política de la seguridad

democrática es la ciudadanía y la comunidad internacional.

3. Consideraciones finales

Los marcos de interpretación aunque varíen en su grado de organización, la mayoría de

las veces son presentados como un sistema complejo de entidades, postulados y reglas;

que si bien, puede que no tengan alguna aparente y bien definida articulación,

proveyendo apenas una eredución de entendimiento, un acercamiento o apenas una

perspectiva. Estos, brindan y habilitan a los actores, la viabilidad para localizar,

percibir, identificar y etiquetar convincentemente una gran variedad de ocurrencias

12

Este documento hace parte de la política del Ministerio de Defensa de Colombia en el marco de la

Política de Seguridad Democrática

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concretas. Desde las cuales, resulta posible para los actores evaluar y organizar la

realidad social misma, como un todo coherente y significativo que los individuos

entienden y con la que lidian. En este orden de ideas, los cinco componentes que hemos

tenido en cuenta para el análisis de discurso, nos ha permitido leer e interpretar las

proyecciones y narrativas que los actores en conflicto (FARC-Estado) han producido en

coyunturas particulares sobre la confrontación armada colombiana de más de cuarenta

años de historia.

Es así que, en suma, podemos enunciar algunas consideraciones finales:

1. A lo largo de este artículo nos ha interesado detallar el proceso de enmarcamiento de

dos actores protagónicos del conflicto armado y social colombiano, como son las

FARC como organización político - militar y el Estado, representado en sus élites

políticas y sus fuerzas armadas. Hemos enfatizado que para explicar este proceso es

necesario acudir al análisis de marcos para comprender como producen discursos y

significados sobre la realidad nacional que permiten movilizar su acción colectiva. Esto

nos ha llevado no obstante a mostrar que en diversas coyunturas nacionales y bajo

diversas formas discursivas que van desde Marquetalia en el año 64 hasta la seguridad

democrática a comienzos del 2000, se estructura un campo de luchas y producción de

significados donde unos y otros se enmarcan como protagonistas, definen a sus

antagonistas, construyen una audiencia e identifican un diagnostico de país, y ofrecen

una perspectiva de pronóstico sobre el mismo. También, podemos afirmar, que la

modulación de marcos de los dos actores para identificar el conflicto a lo largo del

tiempo, pero la modulación no es estática sino dinámica, es decir, que responde a la

coyuntura y de acuerdo con esta se construyen las narrativas. De pro-sovietico a

bolivarianos. Este es el potencial analítico de los marcos, es decir, que a diferencia de la

ideología los marcos permiten modular a los actores su interpretación de la realidad y el

texto del discurso más fácilmente, de esta manera, el enmarcaje de ambos actores

modula de acuerdo a las diversas coyuntura nacionales, así las FARC-EP pasa de

declararle una total guerra al Estado en 1964 a optar por una salida negociada al

conflicto a partir de los diálogos entablados con Belisario Betancur. Por otro ado,

podemos ver como el Estado colombiano a re-significado y re-interpretando el conflicto

de acuerdo a las diversas coyunturas y jefes de Estado, así el Estado pasa de significar a

este grupo guerrillero de bandoleros y autodefensas campesinas en 1964 a

narcoterroristas con la victoria presidencial de Álvaro Uribe en el 2000.

2. En el proceso de investigación, la utilización del análisis de marcos, el análisis de

discurso y la categoría de marcos discursivos nos han permitido mostrar cómo los

actores se definen y frente a que se movilizan. Sin embargo, consideramos que es

importante anotar, que la realidad no se limita al discurso, sino, que este, hace parte de

la realidad, pero también la construye. La manera en la que los actores se definen,

significan la realidad diagnosticando el problema, proponen soluciones y frente a que

causas se movilizan, las hemos rastreado en siete documentos que hemos considerados

claves para nuestro análisis. Documentos producidos en medio de coyunturas nacionales

específicas. Esto último no significa que hayamos olvidamos el análisis estructural de

largo aliento en el que ha tomado lugar el desarrollo del conflicto. Solo nos situamos en

un momento del proceso, donde la coyuntura alcanza un momento álgido

3. En el análisis de marcos se ha podido identificar a las FARC como una organización

político – militar que se ha construido y consolidado sobre la base de un mito

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fundacional que buscan mantener vigente a toda costa, con relativo éxito en ciertas

coyunturas pero en declive en otras, especialmente hoy en el marco de la seguridad

democrática. Este mito fundacional les ha permitido en las coyunturas de relativo éxito

cohesionarse ideológicamente y movilizar sus causas.

4. La vigencia del mito fundacional en las FARC, retomado una y otra vez por sus

combatientes en las narrativas producidas aún a comienzos del siglo XXI. Nos brinda

un valioso potencial analítico a través del cual se podría reflexionar sobre los caracteres

que aglutinan y mantienen cohesionado al movimiento insurgente tras casi medio siglo

de confrontación armada con el Estado. Frente a lo que es posible argumentar que

además del componente disciplinal - militar, la importancia de las dimensiones

ideacionales y simbólicas configuran, orientan y transforman pero sobre todo

cohesionan moralmente las practicas de esta organización guerrillera a lo largo del

tiempo. En este orden de ideas, el entendimiento del fenómeno insurgente no debe

desprenderse nunca de sus misterios, de sus virtudes trascendentes, de sus rituales

catárticos; específicamente, de su intensa e incomprensible emocionalidad que vuelve

rigurosa y densa sus relaciones de solidaridad. La teoría social y la racionalidad del

método científico, en estos términos, deben entender esta “mitificación” alejándose y

renunciando al denominado proyecto de desmitificación. Sin que esto signifique, que la

racionalidad de la disciplina deba renunciar a los métodos intelectuales que “permiten

una relación critica y descentrada con el mundo” (Alexander. 2000; P 127)

5. En el discurso de las FARC ha sido esencial establecer la conexión de sus luchas con

una deuda histórica y asumirse como víctimas de múltiples guerras, con el fin de

generar en la audiencia una base emocional que incite a involucrarse en una

movilización social junto con ellas. Además han reconstruido su propia versión

genealógica del conflicto armado y social de los últimos 40 o 50 años. Sin embargo,

esto no es exclusivo de las FARC, puesto que tanto el Estado como otras organizaciones

armadas desde las propias genealogías que han construido y legitimado también han

reivindicado su condición de víctimas y de unas deudas históricas.

6. El análisis de marcos nos ha permito comprender que tanto las FARC como el Estado

estructuran sus respectivos discursos anclándose en asideros emotivos y significativos,

desde el cual, las figuras y episodios emblemáticos a las que ambos actores rinden culto,

faciliten el reconocimiento y legitimación de una audiencia que los lee de modo

altamente significativo. De ahí que, la narración que las FARC han producido sobre el

ataque militar a Marquetalía se ha caracterizado por la construcción de componentes

épicos y contornos míticos que feminizan el escenario de resistencia del que nace el

movimiento campesino armado; y cuyos relatos han adoptado el retrato de “victimas de

cinco guerras” en el que el Estado les expropio “ganado, cerdos, y aves de corral”. El

Estado, por su parte, ha construido sus propias figuras emblemáticas representadas en

las imágenes de iconos nacionales como, “Shakira, “Gabo”, Botero, el Pibe, y los

Aterciopelados.

7. A partir de la lectura que se haga de los episodios y figuras emblemáticas a las que la

organización político-militar de las FARC-EP ha rendido culto guerrillero, y que se

hace explicita en sus discursos, bajo el nombre de “Marquetalía, Bolivar, Manuel

Marulanda, entre otras; se podría sugerir que la estructura interna de esta organización

se organiza sobre basamentos cuasi-religiosos que además de cohesionar moralmente a

sus integrantes, propone derroteros para la acción militar “{…} por la lucha y búsqueda

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de cambios políticos” (Aldana. 1999; P 163) En este sentido, Las FARC-EP como

organización político-militar, coincide en integrar los aspectos sociales y estructurales

con las dimensiones ideacionales y simbólicas, desde las cuales la fantasía, la magia, la

religión, los significados y las creencias, se funden, pero sobre todo organizan

autónomamente el componente estructural, formando un todo integrado, que cohesiona

e imprime el accionar “revolucionario” de la guerrilla colombiana.

8. El análisis de marcos nos ha permitido también comprender que las FARC como

organización y el Estado como institución que las combate, deben ser vistas en términos

de proceso. Es decir, como agentes que se encuentran en constante estructuración,

modulada ésta a partir del contexto crítico y particular en el cual se enmarcan, se

organizan, luchan y se movilizan.

9. Por su parte para el Estado ha sido problemático reconocer a las FARC como actor

político. En diversas coyunturas han cerrado las oportunidades para este proceso,

aunque también lo ha facilitado en algunas. Sin embargo, desde el 2002 para acá se ha

empeñado en negar el conflicto armado y los actores del mismo, calificándolos como

narcotraficantes y terroristas. Negando con ello, desde la propia genealogía que realizan

del conflicto, la existencia de un conflicto agrario, económico y político. La

construcción discursiva de la insurgencia como “narcoterroristas” como se hace

evidente en el documento de la Política de Seguridad Democrática de 2003, sin

desconocer la magnitud de los crímenes cometidos por esta organización, ha puesto un

velo sobre el verdadero problema económico, político y social, pero ante todo agrario de

la nación.

10. El desconocimiento de la dimensión política de las FARC como actor no obstante

no es problema único de esta última década. Ha estado presente en varias coyunturas

nacionales, donde las categorías de “bandoleros”, y “antisociales” explicitas en el

documento “La VI brigada y la “Operación Marquetalia” del 64”; y de “terroristas y

narcotraficantes” mencionadas en el documento de la Política de Seguridad

Democrática de 2003”, han sido emergentes.

11. Finalmente, lo que expresan estos diversos textos y coyunturas es que ha habido un

cierre de oportunidades políticas de parte y parte de los actores. Las elites políticas en

tanto han sido incapaces de canalizar institucionalmente las demandas políticas y

económicas de amplios sectores de población. Las FARC por no saber aprovechar los

momentos coyunturales de protagonismo político

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