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Cuentos para el día de la Paz

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LAS CIGARRAS

Como era conocido por todos, don Roque Grillote era my insociable. Viva en la propiedad junto al ro y bajaba al centro de Villa Grilla slo para abastecerse de alimentos. Una maana lleg de peor humor que de costumbre y, adems de comprar los alimentos se dirigi a la tienda de don Lin Won.

-En qu puedo selvile, don Loque? -dijo Lin Won.-Necesito balines queos, plvora... y binoculares -respondi don Roque.-Ehhh! Pasa algo? Hay guela? -Se inquiet el chino.-S, estoy en guerra... con unas cigarras que no me dejan dormir con sus cantos!- declar don Roque, airadamente.-Lo siento, don Loque, pero no vendo almas.

Sin decir una palabra, don Roque gir sobre sus talones y se march de la tienda. Esa misma noche mont guardia, con una gran cantidad de piedras para arrojrselas a las intrusas. Pero las cigarras no aparecieron. Claro, esa noche fueron a cantar frente a la casa de don Lin. Y as, noche tras noche, las cigarras cantan por aqu y por all. Lleg un momneto en que en Villa Grilla slo se hablaba de las cigarras cantoras. Las opiniones estaban divididas, a doa Griselda y a Hrcules les gustaban las cigarras y se arrullaban con sus cantos. Don Lin estaba de acuerdo con don Roque, el canto era desesperante y no dejaba dormir. Entretanto, las cigarra cantaban hasta el amanecer y en el da desapareca. Hasta que una tarde...-Prense... toma! Ah va esta! -deca don Roque, mientras corra detrs de las cigarras.

Don Roque persegua a las cigarras arrojndoles piedras. Ya estaba harto. Las cigarras corrieron despavoridas y se refugiaron en la Villa. Don Roque, sin darse por vencido, corri tras ellas y cuando las tuvo en la mira, les arroj una piedra que, para su mala fortuna, cay en la ventana de la casa de Griselda. Esta se enfad mucho y peda que se le pagara su vidrio de inmediato.

Las cigarras cruzaron para esconderse en la tienda de don Lin. Don roque las vio y afinando su puntera les lanz otra piedra. Esta vez le dio a la gran ventana de la tienda y la dej hecha aicos. El pacfico don Lin, viendo su ventana destrozada no lo dud por un momento, tom una piedra y comenz a perseguir a las cigarras. Lanz una piedra y le peg a la ventana de Hrcules Grilln. En unos minutos se rompieron decenas de vidrios. Se haban formado dos bandos y las piedras iban de un lado a otro. Unos atacaban a las cigarras, otros las defendan. De prono, aparecieron en la calle las cigarras con una banderita blanca. Aprovechando la tregua, la comunidad de Villa Grilla se reuni para dialogar.

-Debera darles vergenza -dijo don Grille, quien era el ms viejo y considerado como autoridad moral de la Villa-La culpa es de las cigarras! -exclam don Roque.-Eso no es verdad -protest doa Griselda

Entonces, don Grille haciendo uso de sus habilidades, condujo la conversacin. Le daba la palabra a uno y peda silencio para que todos escucharan. As, despus de dialogar largamente, ante el asombro de todos, doa Griselda confes que haba contratado a las cigarras:Yo slo quera darle una leccin al cascarrabias de don Roque...

Doa Griselda, as no se resuelven los conflictos. La mejor manera es dialogar, conversar. Si seguimos as, la paz de Villa Grilla se acabar para siempre -sentenci don Grille.

Lo siento, don roque, disculpe -dijo avergonzada doa Griselda

Acepto sus disculpas -repuso don Roque, algo distante.

Don Grille suspir. Los habitantes de Villa Grilla estaban satisfechos por haber participado todos en la solucin del conflicto de una manera pacfica. As que organizaron una feria y con los fondos recaudados repararon los daos. El jbilo era general. La paz volva a Villa Grilla, las vecinas y vecinos supieron aplicar el viejo refrn: Conversando, compartiendo, se entiende la gente.