las guerras y las paces de las malvinas

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Las guerras (y las paces) de las Malvinas Escrito por Daniel E. Arias autor de ‘Aquella guerrita olvidada’

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  • Las guerras (y las paces)

    de las Malvinas

    Escrito por Daniel E. Arias autor de

    Aquella guerrita olvidada

  • 2 Aquella guerrita olvidada

    Preface

    El tema de la soberana de las Malvinas-Falklands surge recurrentemente en la agenda mundial. Llamarlas Malvinas molesta a los ingleses, Falklands a los argentinos, y Malvlinas-Falklands me molesta a m: es largusimo y, peor an, polticamente ultracorrecto y apesta a cosa inarreglable.

    Ms de 30 aos despus de la guerra, poca gente sabe de estas islas, de por qu se disputa su soberana, y cuanto sufrieron, cambiaron o incluso mejoraron despus de la guerra de 1982.

    Soy Daniel E. Arias, autor de Aquella guerrita olvidada, y doy algunos datos e ideas. Toda imparcialidad que emerja de los mismos es inevitable o involuntaria.

  • 3 Aquella guerrita olvidada

    Como recuerdo de la guerra de 1982, las islas todava tienen entre 18.000 y 25.000 minas antipersonales argentinas enterradas en los alrededores de Port Stanley, la capital, Port Howard, Baha Fox y Goose Green. Algunas estn en playas donde los kelpers hoy adultos acostumbraban a jugar cuando nios.

    La lluvia media anual en las islas no llega a los 700 milmetros anuales, lo que no es mucho en otros ecosistemas ms clidos. Sin embargo en las Malvinas el fro establece turberas, y cuando llueve, llovizna o nieva, los suelos pantanosos retienen el agua como esponjas. Son tan hmedos y barrosos que resultan casi intransitables a pie. El congelamiento de dedos del pie (trench foot) fue la principal causa mdica de evacuacin de soldados britnicos en 1982.

  • 4 Aquella guerrita olvidada

    Por el maltrato sistemtico de los oficiales del Ejrcito Argentino hacia la tropa propia, la cifra de soldados argentinos muertos por desnutricin y falta de abrigo sigue oculta, pero fueron decenas. Con una prdida de peso promedio mayor de 17 kilogramos por soldado tras 2 meses en los puestos menos abastecidos, algunos adolescentes se dorman en sus trincheras avanzadas y simplemente no se despertaban jams. Unos pocos casos fueron evacuados al continente en condiciones desesperantes. En el Hospital Naval de Puerto Belgrano, Baha Blanca, ya no se los poda salvar.

    La tortura fsica a cargo de sus superiores en general, estaquear a un soldado desnudo sobre la turba hmeda durante horas- era rutina. Habitualmente se la aplicaba para castigar el robo de comida (meterse a hurtadillas en algn depsito de alimentos no distribuidos, o matar ovejas). Muchos oficiales y suboficiales argentinos coman muy bien, gracias, SU comida y tambin la de los soldados. Algunos altos jefes del rea logstica revendan en el continente hasta los chocolates enviados como donacin por los civiles a los soldados en las islas, como parte del esfuerzo blico.

    Ya en El gaucho Martn Fierro, el poema narrativo nacional argentino, conocido para cualquier compatriota, el autor Jos Hernndez denuncia la costumbre de los oficiales del Ejrcito Argentino de hambrear a su tropa en la Lnea de Frontera y lucrar con la venta de sus raciones y armas. El libro se public en 1872 y tuvo un xito furibundo. En las estancias ganaderas, los peones analfabetos se congregaban a la noche en la cocina comunal para escucharlo ledo en voz alta por el capataz, y terminaban aprendindose los versos de memoria, y a veces la novela entera. El Martn Fierro les contaba sus propias historias, como sobrevivientes del enrolamiento forzoso en el Ejrcito.

    Eso sucedi 110 aos antes de la guerra de las Malvinas.

  • 5 Aquella guerrita olvidada

    En 1982, los soldados britnicos descubrieron que sus botas de compuestos celulsicos eran inservibles en semejante esponja de suelo. As, aunque algunos de sus enemigos argentinos murieron con las botas puestas, una vez convenientemente difuntos las perdieron de inmediato: eran de cuero y mucho ms resistentes al agua. Muchos de los paras que retomaron Port Stanley, desfilaron en triunfo marchando con botas argentinas, sas de las que haban venido a librar a los pisoteados kelpers.

  • 6 Aquella guerrita olvidada

    El archipilago consta de 2 grandes islas y 776 islotes, con un clima martimo parecido al de las Shetland del Reino Unido, aunque ms seco y con inviernos ms severos. El 90% de la superficie insular se usa para la cra extensiva de alrededor de medio milln de ovejas, cuya lana se exporta fundamentalmente a Inglaterra.

    El clima martimo subantrtico, con sus galernas invernales, es excelente para la fauna salvaje litoral, tolerable para las ovejas y bastante hostil para gentes venidas de climas ms gentiles. Muchos kelpers asentados en islas y estancias remotas son descendientes de sptima generacin de escoceses del norte impvidos al fro, el viento, el aislamiento, la humedad. La soledad y el clima les parecen perfectos, y se sienten orgullosos de la enorme libertad en la que viven. El viento es tan constante y feroz que los escasos insectos locales son, en muchos casos, variaciones evolutivas de antecesores patagnicos, pero han perdido enteramente las alas o las tienen muy reducidas.

    Enteramente cubiertas de turba, pedregales, roca con liquen o pastizales y matorrales duros, las islas no tienen rboles en absoluto. En el siglo XIX, importaban no slo madera de construccin y para reparaciones navales, sino incluso lea cortada para hogares, salamandras y fogones de herrera. La mayor parte vena de los bosques de Tierra del Fuego (Argentina).

    Qu vuelve tan codiciada, a travs de los siglos, una geografa tan hostil? Ayer, los lobos marinos y ballenas, hoy la pesca y el control de trnsito marino entre el Atlntico y el Pacfico, maana, el acceso a una Antrtida en pleno deshielo, y siempre: los puertos.

    Alcanza con mirar el mapa de Sudamrica para responder. La costa patagnica argentina, desde el punto de vista portuario, es un desastre: rectilnea, expuesta a todos los vientos, suma miles de kilmetros de acantilado, con o sin playa de canto rodado al pie, y a la que se llega cruzando arrecifes y restingas a travs de un oleaje normalmente violento.

    Fuera de Ushuaia, los pocos puertos naturales de la Patagonia argentina, tienen cada cual su coleccin de problemas: oleaje, corrientes de marea muy veloces, bajos, etc.

    Las Malvinas, en contraste, son una coleccin de puertos profundos cavados por glaciares. Y estn bien al abrigo de las tempestades que son asunto de rutina en el Atlntico al sur del paralelo 40.

  • 7 Aquella guerrita olvidada

    En tiempos ms inocentes, cuando se peleaba slo por pieles de lobo o por aceite de ballena, la lucha entre potencias por la posesin de las Malvinas era apenas intermitente y no llegaba a los extremos de ferocidad que se vieron en el siglo XX.

    Y por qu un imperio o pas querra pelear por estas islas peladas? Con sus puertos abrigados y su productividad biolgica marina, el archipilago era un excelente centro de operaciones para cosechar pieles, llenar barriles de grasa de cetceos, y dedicarse a la reparar la propia nave, que hay que ver cmo se rompen los barcos con semejantes ventarrones de 150 km/h, corrientes de marea de 7 nudos y escarceos de 8 metros. En 1740 hubo una primera batalla naval entre Espaa e Inglaterra por el control del archipilago, sin ningn vencedor claro.

    El conde y explorador francs Luis de Bougainville, en 1764, estableci a 115 colonos en la isla Soledad (Western Falkland), pero en 1766 Espaa reclam el sitio a la corona francesa y lo obtuvo, a cambio de indemnizar a Bougainville y cambiarle el nombre a la ciudad-puerto francesa, que pas de ser Port Saint Louis a Puerto de la Santsima Virgen de la Soledad.

    Como se sabe, es casi intil buscar un puerto espaol sin un largusimo nombre de virgen, pero como los apelativos resultantes son inmanejables, pierden rpidamente su longitud, empezando por la virginidad, algo que tampoco dura mucho en los ambientes portuarios. Buenos Aires y Soledad son prueba suficiente. De modo que los colonos franceses se encogieron de hombros y se quedaron en bueno, Soledad, y bajo el nuevo gobierno del comandante espaol Felipe Ruiz Puente.

  • 8 Aquella guerrita olvidada

    En aquella dcada del siglo XVIII todava se poda arreglar las cosas sin preguntarle nada a los ingleses. O a eso apostaba Espaa.

    Ruiz Puente fue el primero de veinte gobernadores quienes, a lo largo de 32 perodos gubernamentales, impusieron como mejor pudieron la declinante autoridad naval espaola en la zona, desde 1767 hasta 1811. Durante este tiempo, la colonia mantuvo algunas casas, precarias fortificaciones, varias bateras de caones de costa, una capilla, un presidio, y la actividad principal adems de ir a misa y correr toros los domingos, o salir de caza- consista en esperar los barcos con provisiones que llegaban en verano desde Montevideo.

    La tarea bsica era estar ah, y molestar todo lo posible la continua actividad de matanza de lobos y ballenas por parte de centenares de particulares franceses, ingleses y estadounidenses. En semejante laberinto de islas, islotes, caletas y puertos, ello habra requerido de fuerzas de patrullaje muy superiores a las que se dispona. Pero ya que no se poda impedir que los ingleses vinieran, lo fundamental era impedir que se establecieran en las islas en forma permanente.

    Y adivinen qu hicieron los ingleses? S, exactamente, fundaron subrepticiamente Port Egmont, en la isla exterior de Trinidad. Ambas colonias militares convivieron sin molestarse, ya que en la inmensa dispersin geogrfica del archipilago, la espaola ignoraba la presencia de la inglesa. Pero en 1769 un barco espaol se cruz casualmente con otro ingls, y Ruiz Puente, oliendo gato encerrado, se tom el trabajo de buscar, detectar y hostilizar de mil modos a los colonos de Puerto Egmont desde 1771. Los britnicos, tras pensar un rato si vala la pena declarar la guerra por ello, se comprometieron a desalojar formalmente el sitio en 1774.

    El carcomido imperio espaol y el ascendente imperio ingls ya sumaban hartas razones en medio planeta para irse a las manos. Pero los espaoles ya no podan solos contra la Royal Navy, al menos no sin ayuda francesa, y no la obtuvieron. De modo que se vieron forzados a aplazar sabiamente el desastre y cedieron a todo lo pedido por el Primer Ministro William Pitt en las Convenciones de Nootka, en 1790. Los espaoles a este acto lo llamaron con gravedad Tratado de San Lorenzo del Escorial, como si hubieran ganado algo de l.

    En tales negociaciones, Espaa perdi todo, salvo su derecho a que no le fundaran ms asentamientos ingleses en costas donde ya estuvieran aposentadas otras espaolas, y eso vala para la costa patagnica y las Malvinas. Los gobernadores isleos, sin embargo, daban por hecho que Inglaterra no cumplira ni siquiera con ESA parte del tratado, y a cada momento deban desalojar loberos y balleneros ingleses cuyos precarios apostaderos parecan brotar como hongos en los miles de kilmetros de costa del archipilago, y en forma recurrente, en Puerto Egmont.

    Era un indicio de cmo estaba cambiando la correlacin de fuerzas en el mundo.

    En 1774, Inglaterra estaba transitoriamente dbil y no daba para imponerse en el Atlntico Sur: vena perdiendo su guerra contra las colonias rebeldes norteamericanas. Aquel ao, apurada por Ruiz Puente, Britania sac a sus ltimos hombres de Puerto Egmont, pero dej una placa de plomo reclamando las islas como propiedad del rey Jorge III. Cualquiera que la lea al parecer queda convencido de la justicia de ese reclamo, pero los espaoles a quienes no se les da bien el

  • 9 Aquella guerrita olvidada

    idioma ingls- la desatornillaron y llevaron a Buenos Aires, donde cmicamente- sera capturada en 1806 por el jefe de la primera invasin inglesa a la ciudad, William Carr Beresford, quien a su vez terminara derrotado y prisionero de las milicias porteas.

    Las cosas sucedieron as. En 1802 Inglaterra derrot para siempre a Espaa como potencia naval en la Batalla de Trafalgar. Desde junio de 1806 hasta septiembre de 1807, ya en pleno Rule the Waves, Britania invadi el Ro de la Plata. Pero aunque el Virrey Sobremonte huy desde Buenos Aires a Crdoba como un conejo (con perdn de los conejos), en esa ciudad el ejrcito ocupante enfrent una resistencia mucho peor de la esperable de parte de la poblacin civil y las milicias locales, y tras harta carnicera en las calles, su ejrcito fue despedazado, desarmado, y Beresford tuvo que rendirse, reembarcarse e irse silbando bajito.

    Pero de Montevideo, donde estaba cmodamente aposentada, Inglaterra slo se fue cuando fracas su segundo y mucho ms poderoso intento de ocupar Buenos Aires, que en esta ocasin involucr el uso de 100 barcos, 8000 soldados y 18 caones. Entrar por segunda vez tampoco fue tan difcil, y por segunda vez, lo imposible era quedarse y sobrevivir. Rodeado y capturado por milicias municipales y una desastrada legin de civiles en armas en el centro mismo de esa ciudad, el teniente general John Whitelocke debi firmar el retiro incondicional de la fuerza expedicionaria britnica no slo de la actual capital argentina, sino tambin de Montevideo, en noviembre de 1807. Durante el ao y tres meses que dur el intento britnico de conquistar el Virreinato del Ro de la Plata, la colonia espaola en Malvinas se qued sin reaprovisionamiento estival.

    Las dos invasiones inglesas de Buenos Aires no slo inundaron el pas de manufacturas inglesas de alta calidad, a las que la gente se acostumbr de inmediato, sino que inauguraron la costumbre de deponer virreyes y sustituirlos por Cabildos, cnclaves de vecinos poderosos. As se haba hecho en medio del combate con Sobremonte, por cobarde e inepto.

    En 1810, ante la acefala de la corona borbnica, Buenos Aires encabez la rebelin anticolonial de esta parte del mundo, depuso al nuevo virrey Cisneros, y el poder espaol remanente en el Ro de la Plata qued acorralado y ms bien aterrorizado en Montevideo. La posicin de la colonia espaola en Malvinas entonces se volvi tan insostenible que en 1811 Espaa desocup las islas y al igual que Inglaterra en 1774- dej otra placa. Ignoramos si era tan convincente como la inglesa, o cunto logr durar en su sitio.

    Durante 27 aos, no volvi a correr sangre al menos humana- en el archipilago. Pero sin control estatal alguno, la matanza de ballenas, lobos marinos e incluso pinginos alcanz su techo. Segn la estacin del ao, all jams haba menos de 30 y hasta 50 buques ingleses o estadounidenses; y se ganaban fortunas.

    En 1820, el coronel de marina David Jewett tom posesin de Puerto Soledad donde raramente anclaba menos de medio centenar de barcos- y distribuy la correspondiente proclama a un asombrado pblico de loberos y balleneros ingleses y estadounidenses. Que deban sentirse extraadsimos, porque Jewett, nacido en Connecticut y al mando de la fragata Herona, representaba como corsario a la futura Repblica Argentina, entonces Confederacin de las Provincias Unidas del Ro de la Plata. Hay que reconocer que con 2/3 de su tripulacin diezmados por un amotinamiento y luego un brote de escorbuto, amn de arribar con una nave

  • 10 Aquella guerrita olvidada

    estropeada por las tormentas, don David no vena en plan de decomisar naves o cargas, ni respirando autoridad.

    La Confederacin, los porteos, los argentinos? Cmo llamarlos? Nadie contaba con este nuevo actor en escena. Pero tras desbaratar y expulsar a Espaa de casi todos sus dominios sudamericanos, incluidas las actuales repblicas de Chile, Bolivia y Per, entre 1828 y 1831, la triunfante Confederacin consider que las islas, sin casi poblacin fija, deban considerarse herencia virreinal y decidi mostrar all un poco de capacidad de gestin. Como los terratenientes porteos tienen tanta vocacin marinera como los sherpas, eso implicaba contratar empresarios europeos y darles bastn de mando. Sin embargo, con tanto lobero y ballenero extranjero en la zona, hacerse respetar all era casi tan difcil para la Confederacin como gobernar a sus propios y siempre rebeldes compatriotas continentales.

    Tras la dbil entrada en escena de Jewett como primer acto de posesin, Buenos Aires mand a Soledad-Puerto Luis Vernet, quien a fuerza de suizo se tomaba las cosas sin humor, y quien estorb con arrestos y decomisos la actividad lobera extranjera, un vale todo que duraba desde 1806. Estos argentinos todava no lograban siquiera ser un pas unificado, pero empezaban a molestar tanto como antes los espaoles.

    Como respuesta ante semejante intromisin contra la libre empresa y la libertad de los mares, en 1831 la corbeta USS Lexington arras a con sus caones de 24 libras el enclave argentino de Puerto San Luis (o Soledad, que se los llamaba de ambos modos), desembarc marines que invadieron el casero, volaron el polvorn, capturaron a 7 colonos que no se escaparon a tiempo, y a esos se los acus de piratera (eso es original!) y se los deport a Montevideo, donde, ya fuera por humanidad o por no iniciar prematuramente el futuro odio regional al Yanqui Malo, el To Sam los dej en libertad.

    En 1832, la Argentina fracas en su tercer intento de enraizarse mejor en la zona con la fundacin de una colonia penal en las islas, por amotinamiento. Mi instinto de argentino me dice que los soldados coman poco y los presos, nada. Pero no tengo pruebas de ello. Entonces aparece la fragata Sarand, nuevamente de la Confederacin, cuyo capitn Jos Mara Pinedo, sofoca la rebelin con ayuda de algunos gauchos locales leales al gobierno. Empieza formalmente el cuarto intento.

    Y as en 1833, cuando Vernet ya est gozando de los frutos de la Pax Argentina (es decir, comiendo ganado cimarrn y aprestndose a retomar su negocio de cazar a los cazadores ingleses y yanquis), aparece nada menos que la Royal Navy, representada por la fragata HMS Clio, la cual retoma fcilmente el control efectivo de Soledad. Pinedo y la Sarand sencillamente no hacen nada.

    Es posible que el hecho de tener un 80% de ciudadanos ingleses como marineros haya impedido todo intento de coraje blico por parte del capitn.

  • 11 Aquella guerrita olvidada

    Es el momento de confesar mi extraeza ante el nudo de contradicciones llamado Armada Argentina. La fund el almirante William Brown, un bravo corsario que jams escap de un combate o lo perdi, y que mantuvo libres las costas y rutas comerciales argentinas de armadas espaolas, brasileas y europeas. Casi siempre pele contra fuerzas considerablemente superiores a la suya. Habiendo sido dos veces prisionero de guerra de ingleses y franceses, era un irlands con escaso amor por Su Graciosa Majestad.

    Pero a lo largo del siglo XIX la institucin que fund devino tan anglfila que ha comprado los barcos y copiado hasta los uniformes de la Royal Navy, aunque por desgracia- no muchas de sus tradiciones. Ser por eso que en 1982 salvo por su brazo aeronaval y su infantera de marina- la Armada Argentina se mostr remisa a enfrentarse con Gran Bretaa. Su Flota de Mar slo hizo una breve salida, en la que el crucero ARA Belgrano fue hundido por torpedos, mientras los destructores de escolta ARA Bouchard y ARA Piedrabuena se escapaban y abstenan de dar pelea o prestar ayuda. El total de la fuerza, incluido el portaviones 25 de Mayo, dio media vuelta y prefiri pasar el resto de la guerra en su base continental de Puerto Belgrano, que es lo mejor que hay para la salud.

    Y es que desde 1976 la Marina se haba especializado demasiado en otras tareas, como la de administrar la Escuela de Mecnica de la Armada, el mayor campo de exterminio del pas, en Buenos Aires, donde fueron torturados y muertos unos 5000 civiles.

    En eso la Armada super por lejos su propia hazaa de 1955, cuando, para manifestar su disconformidad con el gobierno elegido por voto del general Juan Pern, la Aviacin Naval bombarde sorpresivamente la Plaza de Mayo, en el centro de Buenos Aires, y mat a 400 civiles que iban tranquilamente a sus trabajos.

    En 1982 el capitn Alfredo Astiz, jefe de un grupo de comandos navales, se rindi, sin haber disparado un tiro, ante los ingleses en Grytviken, Islas Orcadas del Sur. Se esperaba ms de un hombre con tantas hazaas previas: en intrpido

  • 12 Aquella guerrita olvidada

    combate contra civiles desarmados y prisioneros, haba tirado desde un helicptero a dos monjas francesas y asesinado a una adolescente sueca que no lograba recuperarse de las demasiadas torturas. Cmo devolverla a sus padres tan estropeada?

    Tras tanta accin gloriosa y en suelo firme de nuestros almirantes, adems haba que pelear contra Gran Bretaa, y en el mar? Hay lmites incluso para el coraje ms naval.

    Nota al pie: el almirante Brown tena sus ideas respecto del honor militar. El 16 de mayo de 1814 don Guillermo recibi una bala de can en una pierna mientras terminaba de desbaratar con fuerzas muy pequeas la considerable flota espaola que vena bloqueando Buenos Aires desde Montevideo. Inmutable, Brown sigui dirigiendo el ataque desde una camilla en el puente. Gan, como siempre.

    Mucho ms tarde, el 15 de agosto de 1842, peleando contra la flotilla de Giuseppe Garibaldi que representaba al partido uruguayo Colorado- en la batalla por el ro Paran, algunos de sus hombres torturaron y castraron a un prisionero enemigo. Ganado el combate y anoticiado del crimen, Brown hizo desnudar a los torturadores y los oblig a correr a travs de una doble fila de marineros argentinos armados de garrotes. No todos los torturadores llegaron vivos al final de ese corredor.

    Acto seguido, Brown se neg a aceptar, por vergenza, la victoria sobre Garibaldi (prisionero a la sazn, y candidato seguro al fusilamiento a manos del hombre fuerte argentino, Juan Manuel de Rosas). Brown lo design ganador y lo liber.

    Hacerle cosas as a Rosas era suicida. Brown lo hizo, y nadie se atrevi a tocarle un pelo. Ya era un smbolo viviente.

    Cmo la Armada Argentina llega de Brown a Astiz es un misterio para casi todos mis compatriotas.

    Un punto probable de inflexin: en 1893, el Fiscal General de la Armada, Jorge Hobson Lowry, pide la pena de muerte para el capitn Leopoldo Funes, y 6 a 10 de crcel para un puado de oficiales que lo secundaron. La acusacin? Haber abandonado el 8 de julio del ao anterior a la torpedera ARA Rosales, en condiciones de flotabilidad, en medio de una tormenta frente a Cabo Polonio, Uruguay.

    Antes de escapar, los oficiales confabulados se apoderaron a punta de revlver de los botes salvavidas de a bordo (capacidad para 34 personas), y abandonaron la tripulacin a su suerte. Se cree que murieron 70, el nmero total se ocult, y 2 de ellos probablemente fueron baleados tratando de abordar las chalupas como fuera. Apaados por sus familias patricias y llenas de conexiones gubernamentales, los oficiales acusados salieron libres de culpa y cargo.

    Cmo se regresa de Astiz a Brown? Es un camino largo, pero quizs se estn dando los primeros pasos. El 16 de febrero de 2013 el tribunal oral federal N1 conden a trece represores acusados de crmenes de lesa humanidad cometidos contra 69 vctimas en los centros clandestinos de detencin dependientes de la Armada y que funcionaron en la Base Naval, en el edificio de Prefectura y en la Escuela de Suboficiales de Infantera de Marina (Esim). Siete fueron sentenciados a prisin perpetua mientras que los seis restantes recibieron penas que van de los 25 a 3 aos de prisin.

  • 13 Aquella guerrita olvidada

    En 1833, cuando Inglaterra tom el control del archipilago, enfrent problemas inesperados en la minscula sociedad kelper: los gauchos y los indios que fungan de trabajadores rurales. William Dickson, irlands nombrado gobernador interino por el capitn John Onslow, de la Clio, rega la venta de provisiones del nico almacn del archipilago.

    Pero el administrador del exiliado Vernet, el ingls Matthew Brisbane, amn del francs Jean Simon y varios otros propietarios de tierras, les pagaban a sus peones no con dinero sino con vales. El sistema afectaba a los 14 gauchos e indios que, rehusando la amable invitacin de Onslow, se negaron a volver al continente con Vernet.

    Cuando los trabajadores trataban de canjear dichos vales por vituallas y ropa, Dickson no los aceptaba, o se los tomaba muy por debajo de su valor nominal. Y como los peones tenan prohibido matar ganado de cra, slo les quedaba sobrevivir de la caza y trabajar casi gratis.

    Es interesante contrastar esta versin de los hechos con la britnica, segn la cual la poblacin islea, a partir de 1833, no es implantada, sino voluntaria y por ende legtima, dado que Onslow ofreci lugar en la Clio a quienes no aceptaran el nuevo orden de cosas. Pero a los 14 criollos que se obstinaron en quedarse, entre el gobernador y los terratenientes los condenaron a la esclavitud y el hambre.

    No todos aceptaron esto con resignacin. El gaucho oriental Antonio Rivero y 7 otros confabulados, de los cuales 5 eran indios charras (en suma, los 8 venan de tierras hoy de Uruguay) aprovecharon la partida de la Clio y a la primera distraccin del teniente Lowe, polica de Dickson, emboscaron y mataron al citado, a Brisbane, a Simon y a otros dos colonos europeos: el portugus Ventura y el alemn Vehingar. La breve guerrilla de Rivero cort por lo ms rico y lo ms europeo: al resto de la poblacin, ya fueran colonos, indios, negros y criollos que se exceptuaron del alzamiento, 17 personas en total, los 8 rebeldes los trasladaron a la isla Celebroa,

  • 14 Aquella guerrita olvidada

    Kidney Island para los britnicos (Turf Island, segn otros relatos), ostracismo del seran rescatados en 1834 por el barco lobero ingls Hopeful.

    Las versiones inglesas de estos hechos (la del capitn Robert Fitz Roy, del HMS Beagle, la de su compaero de viaje, Charles Darwin, por ejemplo), fueron escritas luego de la segunda visita del bergantn a las islas en 1834, cuando ya reinaba ah la Pax Britannica. Son relatos ms severos: los peones rprobos eran meros bandidos, punto. Incluso habran exigido el reparto de los bienes que haban sido de Vernet (socialistas avant la lettre, caso raro dado que los 8 eran analfabetos).

    Las versiones argentinas nacionalistas en cambio hoy hablan de Rivero como un defensor de la bandera patria, del cual circulaban leyendas en los cafs de Buenos Aires. Esto es dudoso porque a) los argentinos tomaban mate en sus casas y alcohol en las pulperas. El primer caf notorio de su capital, el Tortoni, se fund recin en 1858, b) La lite portea estafaba a sus peones con vales como los de Dickson, y tena tanta simpata por los gauchos rebeldes, propios o ajenos, como los patos por la municin. Gaucho era mala palabra en los salones porteos, donde los ingleses eran siempre invitados distinguidos c) Las noticias de las islas pasaban antes por Europa que por el Ro de la Plata, donde llegaban con un ao de atraso.

    Rivero y los suyos fueron capturados uno a uno, tras un extenuante rastreo por el interior de la isla Soledad a cargo de una partida militar mandada por el teniente Henry Smith, nuevo gobernador. Deportados y juzgados en Londres, los rebeldes eludieron la sentencia de muerte y fueron absueltos por un asunto tcnico: el tribunal consider que los actos de los rebeldes haban sucedido fuera de su jurisdiccin legal y en la de nadie, dado que las islas todava no tenan un Poder Judicial propio.

    Qu sucedi luego con Rivero no es siquiera un enigma histrico: su nombre no lleg a ser olvidado por la siempre distrada Argentina, porque nunca haba odo de l. Es casi seguro que se lo deport a Montevideo. Es probablemente un invento del nacionalismo romntico argentino que Rivero haya muerto en batalla contra la flota anglofrancesa en Vuelta de Obligado, 1847.

    Nada de esto es entendible si no se considera que la Confederacin y la Corona eran frenemies casi ntimos. La Argentina tuvo un amplio apoyo ingls en su guerra de liberacin contra Espaa, pero desde 1826 se endeud hasta los codos con el banco Baring Brothers, y ya desde antes de su independencia oficial, en 1816, los britnicos dirigan todo su comercio exterior de materias primas, adems de monopolizar la importacin de manufacturas, dejando una tajada en la Aduana de Buenos Aires.

    Era amor a pualadas: en 1845, Inglaterra y Francia (ya dotadas de barcos a vapor, capaces de remontar ros a contracorriente) estaban tcnicamente en condiciones de penetrar profundamente en el interior argentino por el ro Paran, sin dejar un centavo en la Aduana. Para imponer la libre navegacin de aguas interiores de la Confederacin, capturaron la escuadra argentina, bloquearon Buenos Aires, forzaron las defensas de artillera costera del Paran en la batalla de la Vuelta de Obligado, y llegaron con su flota (mitad de guerra y mitad mercante) tan aguas arriba como el Paraguay.

    Pero como la Argentina, consciente de que se jugaba su integridad territorial, no dej nunca de pelear, a lo largo de todo el camino la flota sufri prdidas

  • 15 Aquella guerrita olvidada

    insoportables en efectivos militares, barcos, carga comercial. Nuevamente, el saldo comercial, diplomtico y poltico termin siendo francamente ruinoso para la alianza franco-inglesa. Sudamrica entera, llena de frgiles repblicas que trataban de consolidar sus fronteras, le declar su odio diplomtico al intervencionismo colonial.

    En cuanto al odio militar, la cuenta total de muertos de ambos bandos en este nuevo intento ingls de hacerse una colonia en el Cono Sur, no es muy diferente de la de la guerra del Atlntico Sur en 1982.

    En 1847, el tratado Arana-Southern estableci la paz y la soberana argentina sobre sus ros. Hasta qu punto la guerra limitada formaba parte del business as usual de las relaciones entre Argentina e Inglaterra lo da el hecho de que durante los dos aos de bloqueo de su comercio exterior, la Confederacin le sigui pagando puntillosamente la deuda a la Baring Brothers. En el fondo, nadie quera arruinar los buenos negocios.

    En los tiempos de navegacin a carbn, los barcos tenan poca autonoma. Deban carbonear con frecuencia. Eso hizo del archipilago un asunto estratgico para la Royal Navy entre 1850 y 1920: las Malvinas eran el puerto perfecto para repostar combustible, agua, vveres, y adems haban adquirido una pequea pero muy capacitada mano de obra en materia de reparacin de naves. Port Stanley, como se rebautiz a la capital insular, era el nico astillero posible en esta parte del planeta.

  • 16 Aquella guerrita olvidada

    Si a eso se le suman decenas de buenos puertos naturales y la posibilidad de cerrar desde all el trnsito interocenico a cualquier enemigo, se entiende el inters de Su Graciosa Majestad por quedarse en la zona, cuando ya las focas peleteras y las ballenas se haban prcticamente extinguido.

    Tampoco era por la lana que la Union Jack segua flameando en las Malvinas, pese a la amarga ira que eso despertaba en la Argentina. El enojo criollo no era un dato menor para Whitehall: finalizadas las guerras civiles, hacia 1880 la economa argentina se perfilaba como la quinta ms importante del mundo, y el pas como LA subpotencia regional.

    La demostracin de tapa de libro de por qu de todos modos convena irritar a los argentinos y quedarse en las Malvinas los ingleses la dieron al mundo a comienzos de la 1ra Guerra Mundial. A fines de 1914, la escuadra Alemana de Asia Oriental, comandada por el almirante conde Von Spee, vena escapando de la Royal Navy y la Armada Imperial Japonesa. Bajaba a todo vapor a lo largo de la costa chilena, con la intencin pasar al Atlntico por el Cabo de Hornos y refugiarse en Alemania.

    El 1 de noviembre, el contraalmirante Sir Christopher Cradock trat con coraje suicida y/o estpido de interceptar la escuadra alemana con fuerzas muy inferiores en cantidad y calidad. Eso sucedi frente a la isla chilena de Coronel, y signific la primera derrota naval inglesa en ms de un siglo, con el hundimiento de 2 cruceros y la muerte de 1570 de sus tripulantes. Los alemanes slo tuvieron 3 heridos, un resultado increblemente asimtrico.

    Von Spee, recibido en triunfo como hroe por la poblacin alemana cuando recal en Santiago de Chile, no se haca ilusiones sobre sus posibilidades de escapar de la venganza inglesa. Acept una ofrenda floral de las seoritas alemanas de Santiago con la cida frase de que serviran para adornar su tumba.

    No se equivoc. Spee fue totalmente engaado por la inteligencia naval inglesa, cuyos

    criptgrafos en la luego famosa room 40 haban descifrado los cdigos de seales de la Kaiserliche Marine. Con una comunicacin naval fcil de decodificar y de apariencia incompleta, los espas britnicos convencieron al contraalmirante de que las Malvinas- carecan de proteccin, y que la nica fuerza naval inglesa realmente de cuidado estaba muy al Norte, frente al Ro de la Plata.

    Audazmente, Spee ingres al Atlntico por el cabo de Hornos, pero contra la opinin de sus oficiales, en lugar de escaparse sin dilacin hacia Alemania se propuso antes atacar Port Stanley, y no para acopiar carbn (que en realidad le sobraba), sino quizs con la idea de destruir la nica estacin de reabastecimiento bajo bandera inglesa de la Royal Navy en el Cono Sur. Habra sido todo un saludo a su Majestad: Bien, el Pacfico es de Uds., pero el Atlntico Sur ahora no es de nadie.

    El alemn atac con una flota ya algo escasa de municiones. Y navegando a todo vapor en lnea de batalla y con Port Stanley ya a la vista, se encontr de pronto, ms all de todo escape posible, con una fuerza muy superior a la suya, que lo esperaba en el puerto lista para zarpar. Sbitamente los alemanes quedaron bajo el fuego del Canopus, un vetusto acorazado ingls sin casi capacidad motriz, pero con grandes caones de 300 mm. perfectamente funcionales. El Canopus haba sido deliberadamente varado en una posicin invisible para la flota atacante. Sorprendido totalmente, Spee orden un escape inmediato, pero los barcos ingleses ya estaban

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    saliendo de puerto uno tras otro, y eran ms en nmero, en velocidad y en potencia de fuego.

    La persecucin de la flota alemana dur desde las 10;00 de la maana hasta las 21:23, ya anocheciendo, cuando la octava nave alemana de aquel da destinada a irse al fondo fue acorralada y despachada. En aquella emboscada perfecta, las prdidas nuevamente fueron desproporcionadas: 1871 alemanes murieron y 217 fueron salvados y hechos prisioneros, frente a slo 10 britnicos cados. Inglaterra no perdi ningn barco.

    El contraalmirante Graf von Spee y sus dos hijos murieron aquel da. La Royal Navy, a partir de ese momento y hasta la batalla de Jutlandia, el 31

    de mayo de 1916, rein sobre el Atlntico y se pudo concentrar con xito en bloquear las lneas de suministro y estrangular a Alemania de suministros vitales (combustibles y comida), lo que a su vez desat el hambre y la rebelin social que finalmente determinaron la rendicin de las Potencias Centrales en 1918.

    En los aos de entreguerras, el carbn perdi silenciosamente su preeminencia ante los combustibles lquidos tanto en la economa mundial como en la propulsin naval, y los nuevos barcos resultantes tenan no slo mayor autonoma, sino que podan repostar petrleo fcilmente en cualquier lugar secreto de altamar, un operativo que en tiempos del carbn era endiabladamente difcil.

    As, en la opinin de parte de la Kriegsmarine de Hitler, el modo de bloquear la economa inglesa a distancia sera patrullar los mares del mundo con unos pocos acorazados construdos como castillos de acero y dotados de caones inmensos. Sueltos por los mares, estos monstruos obligaran a la Royal Navy a dispersar y extenuar sus fuerzas por todo el planeta slo para seguirles el rastro, y en caso de enfrentamiento, podran comerse cruda cualquier fuerza con que los britnicos les salieran al cruce.

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    Como apostadero remoto, las Malvinas seguiran siendo un buen modo de complicar esta estrategia alemana con muy poco desgaste britnico. Un barco al acecho, ah, con los marineros fumando tranquilos sus pipas en el silencio de los fiordos malvineros, poda acudir en 48 horas a cualquier lugar del Atlntico Sur, incluidas la costa Oeste africana y la Este sudamericana, all donde sonara la alarma.

    El 14 de diciembre de 1939, la idea funcion y volc contra Alemania la primera e indecisa batalla naval de la 2da Guerra Mundial. Esa se haba librado el da anterior entre el acorazado de bolsillo llamado Graf von Spee (justamente!) y un escuadrn de tres cruceros, uno pesado y dos livianos (HMS Exeter, HMS Ajax y NZD Achilles), reunidos de apuro para darle batalla. En una hora y media, el Exeter qued arrasado casi hasta la lnea de cubierta, aunque a flote de algn modo, y los muy vapuleados Ajax y Achilles persiguieron al Spee, averiado en sus lneas de combustible, hasta el puerto neutral uruguayo de Montevideo. Hasta ah, empate.

    Entre tanto, desde las Malvinas el crucero pesado HMS Cumberland lleg jadeante en 36 horas justas para cerrar, junto a los descalabrados Ajax y Achilles, un cerco que cortara las rutas de escape del Spee, Era un corral bastante precario, habida cuenta de la potencia de fuego intacta del acorazado alemn.

    La espera no fue larga. Obligado por las convenciones de La Haya a dejar puerto el 17 de diciembre sin haber podido reparar su nave, que haba absorbido 70 impactos de artillera, el capitn Hans Langsdorff mostr ms inteligencia y humanidad que Cradock, 25 aos antes, en Coronel. El capitn alemn se neg a hacer morir a toda su tripulacin en una batalla aparentemente suicida. La inteligencia britnica le haba hecho creer que ro afuera lo aguardaba una escuadra avasallante, que inclua al portaaviones HMS Ark Royal y al acorazado HMS Renown. Una total mentira, al menos para aquella fecha.

    En aras de salvar a su tripulacin de lo que supona una masacre intil, Langsdorff hizo evacuar su barco, lo sac de puerto y lo dinamit frente a Montevideo. Hitler, se dice, se puso violeta de furia al enterarse. Luego, en Buenos Aires, como para dejar en claro que lo suyo no haba sido cobarda, Langsdorff se suicid. En Argentina se le dieron funerales de estado, y no faltaron altos oficiales navales ingleses para rendirle homenaje.

    En slo 3 meses de campaa, el Spee haba hecho estragos en la navegacin comercial de los ocanos ndico y Atlntico Sur, con 9 cargueros apresados y hundidos. Es fama que Langsdorff, en lugar de librar a su suerte a aquellas tripulaciones civiles, las acogi a bordo, con la idea de liberarlas en el primer puerto de recalada que termin siendo el ltimo.

    Durante el resto de la guerra, la poblacin inglesa tuvo acceso a un flujo irrestricto de trigos y carnes congeladas desde el Ro de la Plata. Con su flota de bandera a salvo de ataques de submarinos alemanes por ser la Argentina un pas neutral (hasta tres das antes de la cada de Berln), la Pampa Hmeda fue la panera y el freezer de Gran Bretaa, lo que volvi ms tolerable el racionamiento alimentario, que fue muy duro. Se ha dicho mucho de la disimulada germanofilia del gobierno argentino durante la 2da Guerra, pero poco y nada de cmo eso evit hambrunas en Inglaterra en lo peor de la Batalla Atlntica, entre 1941 y 1942. La historia humana abunda en tales contradicciones y omisiones.

    La Kriegsmarine no volvi jams al Atlntico Sur con sus grandes unidades de superficie. En contraste, los submarinos alemanes atacaron ferozmente los

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    embarques desde Brasil incluso antes de que este pas, indeciso hasta 1942, terminara por plegarse al bando aliado, harto de que le hundieran barcos. De modo que salvo para los kelpers que marcharon a la guerra en otros frentes, el archipilago regres a su agreste y ventoso aburrimiento. Hasta 1982.

    La explicacin podr parecer innecesariamente extensa, pero no hay marina de guerra en el mundo en cuyas academias no se ensee esta historia, con solo algunas variantes. Las Malvinas son un activo estratgico fabuloso, y hoy constituyen el nico enclave aeronaval de la OTAN en el Atlntico Sur. Son, como dijo Churchill de la isla de Malta durante la Segunda Guerra Mundial, un portaaviones de piedra.

    Con el recalentamiento global, ese portaaviones cuida otros intereses: el derretimiento de los hielos en las orillas de la Antrtida se est volviendo la pesadilla de casi todas las ciudades costeras del mundo, pero a las mineras y petroleras les abre el acceso al nico continente geolgicamente virgen del planeta.

    La Antrtida est protegida precariamente de estas industrias (y de los reclamos de soberana tanto de pases vecinos como de potencias distantes) por el Tratado Antrtico de 1959; pero nadie puede dar certeza de que este documento siga vivo de aqu a 20 o 30 aos. Se firm en un mundo bipolar, donde exista la Unin Sovitica, Gran Bretaa todava retena pedazos de su imperio, y China, la India y Brasil no importaban mayormente.

    Si el tratado empieza a ser impugnado, se vern reclamos de propiedad, incidentes diplomticos y militares, y sonar el trueno de espadas sobre escudos mientras los pases y las empresas se aprestan a repartirse pedazos del Continente Ya No Tan Blanco.

    Mi pronstico, por lo poco que vale: incluso si el achicamiento econmico, diplomtico y militar de Inglaterra volviera impagable su permanencia en la Fortaleza de las Malvinas, Estados Unidos tomara su lugar de a poco, a cara de perro, y con Argentina y Brasil mostrndole los dientes. S, claro, por ahora la Argentina no tiene dientes que mostrar.

    Pero si conozco a mi pas, ya le volvern a crecer.

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    La economa malvinera actual depende ya no slo de la lana, sino de la venta de licencias pesqueras. Tras la victoria de 1982, desde 1986 los isleos pudieron hacer efectiva su soberana sobre las 200 millas de Zona Econmica Exclusiva, algo a lo que jams antes se hubieran atrevido para no provocar a la Argentina. Esa poltica hoy sera imposible de mantener si el archipilago no fuera una fortaleza. En realidad, fue la guerra de 1982 la que sac a la poblacin islea de una economa rural, macilenta y ms bien propia del Tercer Mundo, y la coloc de golpe en el Primer Mundo.

    El turismo ayuda. En un mundo superpoblado y urbano, un enclave pastoril y rico en fauna costera en medio del Atlntico Sur atrae a los eco-turistas, que visitan playas, miran la fauna, se hospedan en las estancias y pasean por los campos de batalla de 1982 donde ya no hay minas. Se cuentan 36.000 visitantes por ao, nada mal para una poblacin residente de 3140 habitantes (sin contar a los militares britnicos, que tambin dejan dinero).

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    La defensa siendo cara pero la paga Inglaterra. Los precios de la lana suben y bajan, pero lo determinante es que las licencias pesqueras otorgadas por el gobierno isleo recaudan cada vez menos: se pas de 20 y 25 millones de libras anuales en los 80 a entre 12 y 15 hoy. An as, con tan poca poblacin local, el ingreso anual per cpita oscila en los 25.000 dlares: unos 10.000 dlares ms que el de los argentinos y 10.000 menos que el de los ingleses, segn el Banco Mundial (cifras de 2005 a 2010).

  • 22 Aquella guerrita olvidada

    Sumando todo, dado que la pesca (tarea muy ardua en estos mares) la ejercen fundamentalmente terceros pases, las ovejas se cuidan relativamente solas (aunque deben esquilarse) y los turistas vienen a ver paisajes desolados (algo que garantizan la naturaleza y la ganadera extensiva), ser isleo todava es un negocio excelente. Se vive como un neozelands, pero con mucho menos trabajo. Los antes denominados kelpers ahora se han rebautizado como isleos y se han vuelto rentistas. Los argentinos los siguen llamando kelpers slo para molestarlos, lo que no los afecta demasiado: son dueos del ltimo resto del viejo Estado Benefactor Britnico en todo el planeta.

    Las licencias pesqueras valen me nos porque en las aguas Malvineras se pesca calamar (con un cupo de 200.000 toneladas anuales), pero el recurso est biolgicamente amenazado, como en el resto del Atlntico Sur y tambin del planeta. Debido a la trayectoria migratoria del calamar Illex, antes de que ste llegue a aguas hoy exclusivas de las Malvinas, primero debe atravesar parte del Mar Argentino, un paraso de depredacin a cargo de empresas espaolas y asiticas. Argentina tambin vende licencias, pero adems sobrevende de un modo grosero, y no controla en absoluto. Las pesqueras extranjeras en Argentina son vacas sagradas, con perdn de las vacas. Dado que esta poltica de larga data engorda los bolsillos de los polticos argentinos y adems inflige daos colaterales a los kelpers, se la podra llamar corrupcin patritica.

  • 23 Aquella guerrita olvidada

    Esta poltica pesquera demencial de la Argentina no tiene por objetivo hacer sangrar a los kelpers. Viene de mucho antes de la Guerra de las Malvinas y - visto el crack del caladero del Mar del Norte - el saqueo de los mares no es siquiera un invento argentino, pero es notorio que empeor durante los 90. En 2001, los stocks pesqueros argentinos cayeron tanto que hubo que suspender la actividad durante tres aos, y ms de 30.000 obreros pesqueros quedaron en la calle.

  • 24 Aquella guerrita olvidada

    No hay petrleo o gas dignos de explotacin en las aguas adyacentes a las

    Malvinas, incluso si los hidrocarburos vuelven a sus precios anteriores a 2008. Lo dicen gelogos petroleros de fama regional que han investigado la zona durante una dcada, como Daniel Kokogin. Las petroleras grandes lo saben y evitan invertir en el rea, a diferencia de las petroleras malvineras que son, en realidad, compaas de bienes races de Port Stanley que estn inflando sus paquetes accionarios con petrleo virtual, y a la larga terminarn dejando un tendal de ahorristas.

    El da en que se logre almacenar a bajo costo electricidad generada por el viento, (por ejemplo, como hidrgeno generado por electrlisis) es decir cuando la oferta de electricidad elica abandone el reino de lo intermitente, las islas podrn ser autosuficientes en energa, o incluso exportarla. Claro que lo mismo suceder en parte del resto del planeta, especialmente en la estepa patagnica argentina.

  • 25 Aquella guerrita olvidada

    En 1982, cuando Argentina invadi o retom las islas, segn se considere, en el cambio general de nomenclatura y legislacin, Port Stanley, su capital, fue rebautizada Puerto Rivero durante algunas horas, y con ese nombre apareci incluso en la prensa argentina. Y quin carajo es este Rivero?, quera saber el pblico criollo.

    Ese lapsus dur lo que los generales argentinos derechistas acrrimos- tardaron en entender que estaban reivindicando a un guerrillero, y los guerrilleros, como se sabe, son todos barbudos, comunistas y parecidos a Fidel Castro. Entonces le dieron a esa pequea ciudad el nombre de Puerto Argentino y Rivero, aquel gaucho largamente olvidado, volvi al olvido.

  • 26 Aquella guerrita olvidada

    Durante la 2da Guerra Mundial, expresiones como Hacete a un lau!, y otros gritos de guerra gauchos podan leerse en los fuselajes de varios Hurricanes, Spitfires, Mosquitos y Tempests. Al mando de esos y otros aviones menos famosos iban por lo menos 554 pilotos provenientes de la Argentina. Se haban ofrecido voluntariamente para combatir en la Royal Air Force (RAF), con los aliados.

    En su gran mayora eran hijos de inmigrantes de raz inglesa que queran evitar que Alemania triunfara en la guerra. Otros eran de origen profundamente criollo pero sentan la responsabilidad personal de ponerle el pecho a la expansin mundial del nazismo. Por supuesto, eran todos muy jvenes. As fue como desaparecieron los principales equipos de rugby de Rosario y de Capital Federal: literalmente en el aire, volando en la RAF.

    Qu fue de ellos? Unos 300 regresaron a la Argentina, 122 murieron en combate y el resto qued disperso en Nueva Zelanda, Inglaterra, Canad y Estados Unidos.

  • 27 Aquella guerrita olvidada

    Daniel E. Arias naci en 1953 y se pag la carrera de Literatura en la Universidad de Buenos Aires manejando camiones y como empleado administrativo, vendedor de tuercas, tornillos y abrasivos, profesor de ingls, traductor y operador de tlex, una tecnologa de telecomunicaciones de la poca del vapor. Ya como profesor de literatura y para cerrar las cuentas, en 1985 fue intrprete, trabaj en una mina de hierro y se fue volviendo divulgador cientfico (en los diarios Clarn, La Nacin y otros), asunto por el que en 2007 le dieron el mayor premio periodstico de su pas (el Knex). Como kayakista, trekker, buzo, tirador prctico y piloto de aviones ultralivianos, se gan la amistad de bastantes locos y la gratitud de un nmero equivalente de traumatlogos. Public cinco libros: Dinosaurios (Norma, Buenos Aires, 2001, novela), Argentina mirada y pensada (Lunwerg-Planeta, Barcelona, 2008, un coffee table book), Eternidad maldita (Alfaguara, Serie Roja, Buenos Aires, 2009, novela) y Aquella guerrita olvidada (Guid Publicaciones, 2011, novela). Todos mis padres, Comindose a los canbales, (Guid Publicaciones, 2014), es la primera parte de una triloga y forma parte de su obra narrativa ms ambiciosa, empezada en 1982 y, tras muchas peripecias, terminada oficialmente ahora. Y Can salv al doctor (Guid Publicaciones, 2015), es la segunda parte y Aquella madre infinita (Guid Publicaciones, 2015), que termina la triloga.

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    El paperback en Yenny-El Ateneo, entre otras libreras en la Argentina, y Amazon.com

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