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20 investigación Una de las primeras referencias que conocemos de esta gran balsa o almadía, denominada también balsa lambayecana de pertrechos, está inspirada en un dibujo realizado en el siglo XVIII por el marinero y pintor José Cardero, que viajó en la expedición de Malaspina a bordo de la corbeta Descubierta. Otras referencias se encuentran en La relación de viaje, de Jorge Juan que, en el capítulo noveno de su libro cuarto, describe con todo lujo de detalles cómo eran estas balsas, desde sus características hasta la madera idónea para su fabricación. De 1736 a 1744, Jorge Juan –un gran científico, matemático, astrónomo, marino y sabio– y su compañero Antonio de Ulloa estuvieron comisio- nados en el Virreinato del Perú por orden de Carlos III –y apadrinados por el Marqués de la Ensenada–, para hacer un estudio sobre la forma de la Tierra y la medición de un grado del meridiano terrestre. En sus muchos viajes por aquella zona, destacan sus investigaciones sobre esas balsas poco conoci- das del río Guayaquil. En sus recorridos a través de los ríos marcando sus rutas, en una de esas balsas, Jorge Juan emplea de ocho a nueve días en la na- vegación entre Guayaquil y Caracol, por ir contra corriente; a la vuelta, solo tarda dos días, por ir a favor de corriente. LA EXPEDICIÓN DE TÚPAC YUPANQUI Pero estas embarcaciones no solo navegaban por ríos, sino que también lo hacían por mar. Habría que remontarse a lo que dicen Pedro Sarmiento de Gamboa (1530-1592), Miguel Cabello Balboa (1533-1608) o Marín de Murua (1560-1611) sobre la expedición que realizó el Inca Túpac Yupanqui. Estas memorias comentan cómo aquella expedi- ción, compuesta por numerosas balsas –dotadas de una única y enorme vela cuadrada y palo o cabria doble– se internaron mar adentro hasta abordar, meses después, dos islas (Auachumbi y Ninachum- bi), en el Pacífico de la Melanesia. Sarmiento de Gamboa advierte que estas islas serían las que, en 1567, divisó a lo lejos cuando navegaba por la mar del sur. “Así la denominó Vasco Núñez de Balboa cuando en 1513 la descubrió entrando por el Da- rién (Panamá)”. Sarmiento de Gamboa señala que la gran expedición marítima de Túpac Yunpanqui In the 16th century, the Incas sailed the Pacific aboard fragile-loo- king vessels that were, nonetheless, capable of making long trips. Texto: Miguel Godoy Sánchez (Restaurador, investigador y modelista del Museo Naval de Madrid y miembro de la National Geographic Society) Fotos: Juan Antonio Clemente Izquierdo y Diego Godoy LAS BALSAS DE GUAYAQUIL En el siglo XVI, los incas navegaron por el Pacífico a bordo de navíos de aspecto frágil, pero capaces de hacer largas travesías. THE RAFTS OF GUAYAQUIL En 1947, el noruego Thor Heyerdahl lle- gó hasta las costas de la Polinesia a bordo de una balsa como las utilizadas por los incas. Su travesía duró casi cuatro meses. In 1947, theNorwe- gian sailor Thor Heyerdahl reached the coasts of Polynesia aboard a raft like those used by the Incas. His journey lasted al- most four months. © Cordon

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Page 1: LAS BALSAS DE GUAYAQUIL - w3.trasmediterranea.es · la expedición que realizó el Inca Túpac Yupanqui. Estas memorias comentan cómo aquella expedi-ción, compuesta por numerosas

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Una de las primeras referencias que conocemos de esta gran balsa o almadía, denominada también balsa lambayecana de pertrechos, está inspirada en un dibujo realizado en el siglo XVIII por el marinero y pintor José Cardero, que viajó en la expedición de Malaspina a bordo de la corbeta Descubierta. Otras referencias se encuentran en La relación de viaje, de Jorge Juan que, en el capítulo noveno de su libro cuarto, describe con todo lujo de detalles cómo eran estas balsas, desde sus características hasta la madera idónea para su fabricación. De 1736 a 1744, Jorge Juan –un gran científico, matemático, astrónomo, marino y sabio– y su compañero Antonio de Ulloa estuvieron comisio-nados en el Virreinato del Perú por orden de Carlos III –y apadrinados por el Marqués de la Ensenada–, para hacer un estudio sobre la forma de la Tierra y la medición de un grado del meridiano terrestre. En sus muchos viajes por aquella zona, destacan sus investigaciones sobre esas balsas poco conoci-das del río Guayaquil. En sus recorridos a través de los ríos marcando sus rutas, en una de esas balsas, Jorge Juan emplea de ocho a nueve días en la na-

vegación entre Guayaquil y Caracol, por ir contra corriente; a la vuelta, solo tarda dos días, por ir a favor de corriente.

LA EXPEDICIÓN DE TÚPAC YUPANQUIPero estas embarcaciones no solo navegaban por ríos, sino que también lo hacían por mar. Habría que remontarse a lo que dicen Pedro Sarmiento de Gamboa (1530-1592), Miguel Cabello Balboa (1533-1608) o Marín de Murua (1560-1611) sobre la expedición que realizó el Inca Túpac Yupanqui. Estas memorias comentan cómo aquella expedi-ción, compuesta por numerosas balsas –dotadas de una única y enorme vela cuadrada y palo o cabria doble– se internaron mar adentro hasta abordar, meses después, dos islas (Auachumbi y Ninachum-bi), en el Pacífico de la Melanesia. Sarmiento de Gamboa advierte que estas islas serían las que, en 1567, divisó a lo lejos cuando navegaba por la mar del sur. “Así la denominó Vasco Núñez de Balboa cuando en 1513 la descubrió entrando por el Da-rién (Panamá)”. Sarmiento de Gamboa señala que la gran expedición marítima de Túpac Yunpanqui

In the 16th century, the Incas sailed the Pacific aboard fragile-loo-king vessels that were, nonetheless, capable of making long trips.

Texto: Miguel Godoy Sánchez (Restaurador, investigador y modelista del Museo Naval de Madrid y miembro de la National Geographic Society)

Fotos: Juan Antonio Clemente Izquierdo y Diego Godoy

LAS BALSAS DEGUAYAQUIL

En el siglo XVI, los incas navegaron por el Pacífico a bordo de navíos de aspecto frágil, pero capaces de hacer largas travesías.

THE RAFTS OF GUAYAQUIL

En 1947, el noruego Thor Heyerdahl lle-gó hasta las costas de la Polinesia a bordo de una balsa como las utilizadas por los incas. Su travesía duró casi cuatro meses. In 1947, theNorwe-gian sailor Thor Heyerdahl reached the coasts of Polynesia aboard a raft like those used by the Incas. His journey lasted al-most four months.

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One of the fi rst references we have of this large raft or float, also called a balsa lambayecana de pertrechos (lambayecan supply raft), is a drawing done in the 18th century by the sailor and painter José Cardero, who travelled on the Malaspeina Expedition aboard the Descubierta. Other references are found in La relación de viaje, a travel journal written by Jorge Juan, which, in the ninth chapter of the fourth book, describes these rafts in great detail, from their characteristics down to the ideal wood for making them. From 1736 to 1744, Jorge Juan –a great scientist, mathematician, astronomer, sailor and thinker– and his colleague Antonio de Ulloa were commissioned by Charles III –and sponsored by the Marquis of Ensenada– to travel to the Viceroyalty of Peru in order to conduct a study on the shape of the Earth and the measurement of one degree of the Earth’s meridian. The reports they wrote on their many trips around that area highlight these little-known rafts of the Guayaquil River. On their journeys down the

rivers, they marked their routes, and in one of these rafts, it took Jorge Juan between eight and nine days to travel from Guayaquil to Caracol against the current, and just two days to travel back, with the current.

THE TUPAC YUPANQUI EXPEDITIONBut these boats sailed not only on rivers but also on the ocean. Evidence of this is provided by Pedro Sarmiento de Gamboa (1530-1592), Miguel Hair Balboa (1533-1608) and Marín de Murua (1560-1611) who wrote about the expedition undertaken by the Tupac Inca Yupanqui. These memoirs describe how that expedition, which included numerous rafts equipped with enormous square sails and single masts or biped masts, sailed on the open ocean until arriving, months later, on two islands (Auachumbi and Ninachumbi) in the Pacific Islands of Melanesia. Sarmiento de Gamboa suggested that these were the same islands he had made out in the distance, in 1567, when he was sailing the southern sea.

Para manejar una de estas balsas, que podían cruzar un océano, era necesaria una tripulación de seis hombres

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debió de tener lugar alrededor del año 1500 y tuvo que contar con una fl ota de numerosísima canti-dad de balsas, todas de vela, en las que embarcaron más de 20.000 soldados. Para arribar a esas lejanas islas, tardó más de nueve meses; algunos autores agregan que fue un año. Sarmiento de Gamboa afi rma que había identifi cado esas legendarias is-las alegando que, al menos, estaban a “ducientos y tantas leguas de Lima”(la legua marítima equivale a 5.555 metros y 55 centímetros), pero le prohi-bieron explorarlas cuando navegaba con Álvaro de Mendaña, poco antes de descubrir las islas Salo-món en el archipiélago de la Melanesia. Estas balsas, según cuenta Cabello Balboa, esta-ban hechas de palos de balsa o palos de madera, también llamada de boya. Por encima de ellas, se levantaba un recinto (una especie de caseta) cons-truido de cañizos. Estas embarcaciones perduraron durante todo el período colonial. En 1810, en plena Guerra de la Independencia Es-pañola, Alexander von Humboldt y otros estudiosos americanistas de la época las dibujan con grandes velas, con sus troncos perfectamente unidos, con una superficie que presenta un tabladillo y unos enormes maderos verticales que conforman la ca-

“That is what Vasco Núñez de Balboa called it, when, in 1513, he discovered it, entering through the Darién (Panama).” Sarmiento de Gamboa argued that Tupac Yupanqui’s great maritime expedition must have taken place around the year 1500 and must have included a fl eet with a huge number of rafts, all with sails, carrying more than 20,000 soldiers. It took them more than nine months to reach these far-away islands; some authors suggest that it took a full year. Sarmiento de Gamboa claimed to have identifi ed these legendary islands, alleging that they were at least “two-hundred and some leagues from Lima” (a maritime league is equivalent to 5,555 meters and 55 centimetres), but that he was prohibited from exploring them while sailing with Álvaro de Mendaña, not long before discovering the Salomon islands in the Melanesian archipelago. According to Cabello Balboa, these rafts were made out of balsa logs or logs of wood, also called driftwood. An enclosure (a type of hut), built out of wattle, was then erected on top of them. These boats continued to be used throughout the entire colonial period.

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Modelo de balsa de Guayaquil de la colección particular “Del Atlántico al Pacífi co”, de Miguel Godoy. A model of a Guayaquil raft from Miguel Godoy’s private collection, “From the Atlantic to the Pacifi c”.

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Arriba, Heyerdahl durante una de sus expediciones. Abajo, mostrando una foto.Above, Heyerdahl during one of his expeditions. Below, holding up a photo.

HEYERDAHL Y LAS TRAVESÍAS DEL PACÍFICOHEYERDAHL AND THE PACIFIC VOYAGES

Thor Heyerdahl, en su investigación sobre las travesías del Pacífi co que partían desde las costas ecuatoperuanas, retoma lo considerado por Gamboa y Balboa y llega algo más allá: él dice que no solamente abordó aquellas islas descritas por los navegantes españoles, sino que, además, pudieron seguir viaje hacia Oceanía. Con una embarcación de similares características, que él construye siguiendo paso a paso la pauta marcada por los estudios de Jorge Juan, Heyerdahl demues-tra que esas balsas con las que contaban los antiguos peruanos y ecuatorianos permitían alcanzar lugares muy lejanos de la costa. De 1952 a 1957, Heyerdahl realiza, con sus embarcaciones Kon-Tiki y Aku-Aku, una travesía, aprovechando la dirección de las corrientes marinas, llegando por el Pacífi co sin problemas a las Islas Marquesas y a Rapa-Nui o Isla de Pascua.Thor Heyerdahl, in his research about the Pacifi c voyages that left from the coasts of Ecuador and Peru, picked up where Gamboa and Balboa left off and took their theories a bit further: Thor suggested that Tupac Yupanqui not only landed on the islands described by the Spanish sailors but may also have continued travelling towards Oceania. With a boat of similar characteristics, which he built by meticulously following the accounts written by Jorge Juan, Heyerdahl demonstrated that the rafts used by pre-colonial Peruvians and Ecuadorians were capable of reaching places very far from the coast. From 1952 to 1957, Heyerdahl sailed the Pacifi c with his boats Kon-Tiki and Aku-Aku and, taking advantage of the direction of the sea currents, reached the Marquees Islands and Rapa-Nui, or Easter Island, without any trouble.

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bria doble, y con una gran y única verga, portando una gran vela cuadrada. Otros estudiosos, como En-rique Brüning, hablan de una choza en su cubierta. El almirante francés Pâris la denomina “yangada” o balsa de Guayaquil, haciendo una descripción ex-traordinaria y aportando dibujos donde se ven bal-sas de muy distintas formas, aunque la base princi-pal de los troncos sea exactamente igual en todas.

ESTRUCTURA DE LA BALSALa balsa de Guayaquil tiene una ramada o casa, construida originalmente con carrizos y cañas, que son las paredes; el tejado está realizado con hojas de vijahua entretejidas con bejucos; el techo de la caseta también es de hojas de vijahua, amarrándo-las igualmente con tiras de bejucos. Con el tiempo, deben de ir sustituyéndose, pero es relativamente fácil volver a construir y perfeccionar dichas ca-setas con su nueva armazón. Jorge Juan comenta que, normalmente, son construidas con un número impar de troncos, pero con el tiempo esto varía y, a veces, pueden tener hasta diez troncos.Los indios del Darién la denominan “pucro”, y he conseguido encontrar similitudes con balsas europeas remontándonos a lo que, al respecto, dice Plinio de las mismas: una menor, a la que los grie-gos nombraban “nartechia”; y otra mayor, llamada “narthex” (muy grande). Nebrija, en castellano, las llama “caña beja”; Jorge Juan, durante su estancia en Malta, apenas encontró grandes diferencias con las que los malteses llaman “ferula”.

Los troncos de la balsa fl otante son de madera de balsa, descrita por Jorge Juan como madera “blan-quizca, fofa y muy ligera. Tanto que un trozo de 3 o 4 varas de largo y un pie de diámetro lo levanta un muchacho y lo lleva de un lugar a otro sin molestia; sobre ella un soler tillado o pequeña cubierta”. La cabria o palo bípode es, originalmente, de made-ra de mangle, muy dura y fl exible. La unión de los palos siempre se hace por medio de bejucos, ama-rrando unos con otros. Con el tiempo, los naturales se encargan de ir sustituyendo los bejucos, sobre todo si tienen pendiente alguna gran travesía.

MANERAS DE NAVEGARTienen tres timones, también llamados “guares”, que ejercen la tarea de gobierno y de orza. El de popa es un auténtico timón que va acomodado verticalmente en la parte posterior –o popa–, don-de sobresalen dos troncos. Los de proa ejercen un interesante trabajo de ayuda y sirven para ahondar y sacar los mismos cuando conviene. Por ejemplo: consiguen que la balsa orze, arribe, vire de bordo por delante, o en redondo y se mantenga a la capa según convenga la faena. Es curioso que esta ma-nera de navegar, como señala el propio Jorge Juan, es una “invención que hasta ahora se ha ignorado en las más cultas naciones de Europa”. Según Jorge Juan, la determinación en que se mueve una embarcación impelida del viento es una línea perpendicular a la vela (así también lo demuestra M. Renau en la Teórica de maniobras,

Estudiosos americanistas dibujan estas balsas con unos maderos verticales que conforman la cabria doble y con una única verga, portan-do una gran vela cuadrada

A la derecha, la ‘Kon-tiki’ en el interior del museo dedicado que tiene en Oslo. To the right, ‘Kon-tiki’ inside the mu-seum dedicated to this journey, in Oslo.

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In 1810, in the middle of the Spanish War of Independence, Alexander von Humboldt and other scholars of indigenous American culture, drew these rafts with large sails, perfectly joined logs with a platform-like surface, enormous vertical logs that made up the biped mast, and a large and unique rod, carrying a large square sail. Other scholars, such as Enrique Brüning, spoke of a hut on the deck. Admiral Pâris, of France, called it a “yangada” or Guayaquil raft, providing an extraordinary description and including drawings depicting very different types of rafts, which, nonetheless, always had the exact same log foundation.

THE STRUCTURE OF THE RAFTGuayaquil rafts included a shelter or hut. The walls of these huts were originally made out of reeds and wattle and the roof was made out of vijahua leaves interwoven with reeds. Over time, these huts had to be replaced, but it was relatively easy to reconstruct and perfect them with their new frames. Jorge Juan said that

they were normally built with an odd number of trunks, but that this changed over time and, sometimes, up to ten trunks were used.The Darién Indians call these rafts “pucros”, and I have managed to fi nd similarities between these rafts and European rafts by going back to what Plinio said about them: a smaller one, that the Greeks called “nartechia”; and larger one, called “narthex” (which was very large indeed). Nebrija, in Spanish, calls them “caña beja”; Jorge Juan, during his stay in Malta, found few significant differences between these rafts and those that the Maltese called “ferula”.These fl oating rafts were made of balsa wood, described by Jorge Juan as a “whitish, soft and very light” wood. They were so light, in fact, that a young boy could pick up and carry a log measuring 3 or 4 yards long and one foot in diameter without any trouble. The single mast or bipod mast was originally made out of very hard and flexible mangrove wood. The masts were always held together by reeds that were woven together. As time went by, the locals replaced

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cap. 2, artículo primero; hablando de Bernoulli, en su cap. 1º, artículo 4, y Pitot, artículo 13). Como la reacción sea igual y contraria a la acción, será la fuerza con que se opone el agua al movimiento de la embarcación, en una perpendicular a la vela-que va de sotavento a barlovento, impeliendo con más fuerza el cuerpo mayor que el menor, en razón compuesta de sus superfi cies (esto es, la suposición de velocidades iguales) con que se sigue, siempre que se sumerjan un guare u orza en la proa de la embarcación orzará; y, por el contrario, arribará si se saca. De la misma forma, sumergiéndolo en popa arribará y sacándolo, orzará. En defi nitiva, este mé-todo, que era un auténtico y portentoso juego de timones o guares, es el que siguen los nativos de aquella zona para controlar el rumbo de sus balsas. Y era algo asombroso que, en la Europa ilustrada del siglo XVIII, se desconocía por completo. Una cabria o mástil bípode sujeta una verga cons-truida igualmente de madera de mangle –porque es flexible– y porta arriba una pequeña cofa. La

vela incluso tiene, a ambos costados, unas bolinas que, con su maniobra, llegan a una especie de bau-prés clavado al tronco central o crujía de la balsa.

LA TRIPULACIÓNEsta balsa de pertrechos cuenta con una tripula-ción de seis hombres: un marinero va pendiente del timón, orza o guare, en la popa; otro, en la proa, se ocupa de las maniobras de bolina de la vela y maneja los dos guares de proa; un tercer marinero se encarama por un cabo hacia la cofa; otro asiste el orden de las tablas que, perfectamente ordena-das, se ven estibadas en cubierta; otro, dentro de la caseta, amarra las diferentes piezas de pertrecho que allí se encuentran, y un sexto hace la función de cocinero organizando un fuego sobre un cajón metálico con una cama de arena, controlándolo para evitar cualquier peligro o incendio. Se pueden observar también otros elementos al lado y detrás de este marinero, como son baldes para el agua y las botijas de aguada al lado de un hacha. ■

the reeds, especially if they knew they had a big journey ahead.

WAYS OF SAILINGThese rafts had three daggerboards, also called “guares”, which were used for steering and luffi ng. The daggerboard in the stern was a real tiller. It was placed vertically in the back part of the boat −or stern− where two logs extended past all the others. The daggerboards in the prow played a supporting role and were used to bury or lift those logs, as needed. For example, they get the raft to luff, come around, and tack upwind or downwind, while holding the helm in the correct position. It is interesting that this way of sailing, as Jorge Juan said, was an “invention that, until now, was unknown in the most cultured nations of Europe”. According to Jorge Juan, boats propelled by the wind move perpendicular to the sail. This was also demonstrated by M. Renau in his Theory of Manoeuvres, Chapter 2, Article 1, speaking of Bernoulli, in Chapter 1, Article 4, and Pitot, in Article 13). Since every action has an equal and opposite reaction, the force with which the water opposes the movement of the ship perpendicular to the sail which goes from leeward to windward, impelling the greater body with more force than the lesser body, in terms of its combined surfaces (that is, the assumption of equal velocity), whereby it follows that, whenever a guare or daggerboard is submerged

in the prow of the boat, it will luff; and, to the contrary, it will come about it if is taken out. In the same way, submerging it in the stern will make the raft come about and taking it out will make it luff. This method, which was a really wonderful game of tillers or guares, is what the natives of the area still use to control the course of their rafts. And it was quite amazing that, in the enlightened Europe of the 18th century, this method was totally unknown. The single or bipod mast held up a pole, also made out of flexible mangrove wood and was often topped with a small crow’s nest. The sail even had bowlines on either side that could be fastened to a type of bowsprit nailed to the main trunk or platform of the raft.

THE CREWThis supply raft had a crew of six men: one sailor manned the tiller, daggerboard or guare, in the stern; another, in the prow, manned the bowlines of the sail and the other two guares in the prow; a third climbed a rope towards the top; another helped to align the planks which, perfectly aligned, were packed tight on the deck; another, inside the hut, fastened the different pieces of equipment that are found there, and a sixth worked as the cook, making a fi re over a metal box with a bed of sand, keeping a close eye on it in order to avoid any danger or a fi re. Other elements can also be seen beside and behind this sailor, such as buckets and jugs for water next to an axe. ■

Miguel Godoy, autor de este reportaje, en el taller del Museo Naval de Ma-drid. Miguel Godoy, the author of this article, in the work-shop of the Naval Museum of Madrid.

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