laclau. hegemonía y estrategia socialista

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LACLAU, Ernesto y Chantal MOUFFE. Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia. Madrid: Siglo XXI, 1987. Prefacio a la edición española [1987] [pp. VII-X] “nuestro texto sugiere que el hilo de Ariadna que preside la subversión de las categorías del marxismo clásico es la generalización de los fenómenos del ‘desarrollo desigual y combinado’ en el capitalismo tardía, y el surgimiento de la ‘hegemonía’ como nueva lógica de constitución de lo social que recompone, a un nivel distinto del postulado por la tradición marxista, los fragmentos sociales, dislocados y dispersos por esa desigualdad del desarrollo”. (p. VIII) o “esto significa que la hegemonía, como lógica de la facticidad y la historicidad que no se liga, por tanto, a ninguna ‘ley necesaria de la historia’, sólo puede ser concebida sobre la base de una crítica a toda perspectiva esencialista acerca de la constitución de las identidades colectivas”. (p. VIII) para Gramsci, el núcleo de toda articulación hegemónica continúa siendo una clase social fundamental. Es aquí justamente donde la realidad de las sociedades industriales avanzadas –o postindustriales– nos obliga a ir más allá de Gramsci y a deconstruir la noción misma de ‘clase social’”. (p. VIII) o “la noción tradicional de ‘clase’ suponía la unidad de las posiciones de sujeto de los diversos agentes; [/] en tanto que en las condiciones del capitalismo maduro, dicha unidad es siempre precaria y sometida a un constante proceso de rearticulación hegemónica”. (pp. VIII-IX) “Esto nos ha conducido a redefinir el proyecto socialista en términos de una radicalización de la democracia; es decir, como articulación de las luchas contra las diferentes formas

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Page 1: LACLAU. Hegemonía y Estrategia Socialista

LACLAU, Ernesto y Chantal MOUFFE. Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia. Madrid: Siglo XXI, 1987.

Prefacio a la edición española [1987] [pp. VII-X]

“nuestro texto sugiere que el hilo de Ariadna que preside la subversión de las categorías del marxismo clásico es la generalización de los fenómenos del ‘desarrollo desigual y combinado’ en el capitalismo tardía, y el surgimiento de la ‘hegemonía’ como nueva lógica de constitución de lo social que recompone, a un nivel distinto del postulado por la tradición marxista, los fragmentos sociales, dislocados y dispersos por esa desigualdad del desarrollo”. (p. VIII)

o “esto significa que la hegemonía, como lógica de la facticidad y la historicidad que no se liga, por tanto, a ninguna ‘ley necesaria de la historia’, sólo puede ser concebida sobre la base de una crítica a toda perspectiva esencialista acerca de la constitución de las identidades colectivas”. (p. VIII)

“para Gramsci, el núcleo de toda articulación hegemónica continúa siendo una clase social fundamental. Es aquí justamente donde la realidad de las sociedades industriales avanzadas –o postindustriales– nos obliga a ir más allá de Gramsci y a deconstruir la noción misma de ‘clase social’”. (p. VIII)

o “la noción tradicional de ‘clase’ suponía la unidad de las posiciones de sujeto de los diversos agentes; [/] en tanto que en las condiciones del capitalismo maduro, dicha unidad es siempre precaria y sometida a un constante proceso de rearticulación hegemónica”. (pp. VIII-IX)

“Esto nos ha conducido a redefinir el proyecto socialista en términos de una radicalización de la democracia; es decir, como articulación de las luchas contra las diferentes formas de subordinación –de clase, se sexo, de raza, así como de aquellas otras a las que se oponen los movimientos ecológicos, antinucleares y antiinstitucionales–”. (p. IX)

Introducción [pp. 1-5]

“Lo que está actualmente en crisis es toda una concepción del socialismo fundada en la centralidad ontológica de la clase obrera, en la afirmación de la Revolución como momento fundacional en el tránsito de un tipo de sociedad a otra, y en la ilusión de la posibilidad de una voluntad colectiva perfectamente una y homogénea que tornaría inútil el momento de la política”. (p. 2)

“El carácter plural y multifacético que presentan las luchas sociales contemporáneas ha terminado por disolver el fundamento último en el que se basaba este imaginario político poblado de sujetos ‘universales’ y constituido en torno a una Historia concebida en

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singular: esto es, el supuesto de ‘la sociedad’ como una estructura inteligible, que puede ser abarcada y dominada intelectualmente a partir de ciertas posiciones de clase y reconstituida como orden racional y transparente a partir de un acto fundacional de carácter político”. (p. 2)

“El hilo conductor de nuestro análisis lo han constituido las transformaciones del concepto de hegemonía, en tanto superficie discursiva y punto nodal fundamental de la teorización política marxista. Nuestra conclusión básica al respecto es la siguiente: detrás del concepto de ‘hegemonía’ se esconde algo más que un tipo de relación política complementario de las categorías básicas de la teoría marxista; con él se introduce, en efecto, una lógica de lo social que es incompatible con estas últimas”. (p. 3)

o “Frente al racionalismo del marxismo clásico […] la lógica de la hegemonía se presentó desde el comienzo como una operación suplementaria y contingente, requerida por los desajustes coyunturales respecto a un paradigma evolutivo cuya validez esencial y ‘morfológica’ no era en ningún momento cuestionada”. (p. 3)

“es la expansión y determinación de la lógica social implícita en el concepto de ‘hegemonía’ –en una dirección que va, ciertamente, mucho más allá de Gramsci– la que nos provee de un anclaje a partir del cual las luchas sociales contemporáneas son pensables en su especificidad, a la vez que nos permite bosquejar una nueva política para la izquierda, fundada en el proyecto de una radicalización de la democracia”. (p. 3)

“Es solamente renunciando a toda prerrogativa epistemológica fundada en la presunta posición ontológicamente privilegiada de una ‘clase universal’, que el grado de validez actual de las categorías marxistas puede ser seriamente discutido”. (p. 4)

Hegemonía: Genealogía de un concepto [pp. 7-52]

“El concepto de ‘hegemonía’ […] aun en sus humildes orígenes en la social democracia rusa, donde estaba llamado a cubrir un área limitada de efectos políticos, aludía ya a un tipo de intervención contingente requerida por la crisis o el colapso de lo que hubiera sido un desarrollo histórico ‘normal’”. (p. 7)

“con Gramsci, el término [hegemonía] habrá de adquirir un nuevo tipo de centralidad que trasciende sus usos tácticos o estratégicos: ‘hegemonía’ es ahora el concepto clave para la comprensión del tipo mismo de unidad existente en toda formación social concreta”. (p. 7)

Hegemonía: el difícil nacimiento de una nuevo lógica política [pp. 53-104]

“Ni el campo de la economía es un espacio autorregulado y sometido a leyes endógenas; ni hay un principio constitutivo de los agentes sociales que pueda fijarse en un último núcleo de clase; ni las posiciones de clase son la sede necesaria de intereses históricos”. (p. 101)

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“El marxismo sabía, desde Kautsky, que no hay determinación socialista espontánea de la clase obrera y que esta determinación dependía de la mediación política de los intelectuales. Pero esta mediación no era concebida como articulación –es decir, como construcción política que parte de elementos disímiles– ya que tenía un fundamento epistemológico: los intelectuales socialistas leían en la clase obrera su destino objetivo”. (p. 101)

“En Gramsci, por el contrario, la política es concebida como articulación, y a través de su concepto de bloque histórico se introduce una complejidad radical y profunda en la teorización de lo social. Pero, incluso para Gramsci, el sujeto hegemónico constituye el núcleo último de su identidad en un punto exterior al espacio que articula: la lógica de la hegemonía no ha desplegado todos sus efectos deconstructivos en el espacio teórico del marxismo clásico”. (p. 101)

“La no-fijación ha pasado a ser la condición de toda identidad social”. (p. 102)

Más allá de la positividad de lo social: Antagonismo y Hegemonía[pp. 105-67]

“el espacio de la hegemonía no es simplemente el de un ‘impensado’ localizable: es el del estallido de una concepción de la inteligibilidad de lo social que reduce sus distintos momentos a la interioridad de un paradigma cerrado”. (p. 105)

“las distintas superficies de emergencia de la relación hegemónica no confluyen armoniosamente en la constitución de un vacío teórico que un nuevo concepto debería colmar; por el contrario, algunas de ellas parecerían ser superficies de disolución del concepto, ya que al afirmar el carácter relacional de toda identidad social, se disuelve la diferenciación de planos, el desnivel entre articulante y articulado en el que el vínculo hegemónico se funda”. (p. 105)

“Construir el concepto de hegemonía no supone, pues, un mero esfuerzo especulativo en el interior de un contexto coherente, sino un movimiento estratégico más complejo, que requiere negociar entre superficies discursivas mutuamente contradictorias”. (p. 105)

Así pues, “el concepto de hegemonía supone un campo teórico dominado por la categoría de articulación”. (p. 105)

o “si la articulación es una práctica y no el nombre de un complejo relacional dado, implica alguna forma de presencia separada de los elementos que la práctica articula o recompone”. (p. 105)

Hay dos formas de considerar la organización de fragmentos separados: o se trata de una organización contingente (en cuyo caso hablamos de una articulación), o se trata de una organización necesaria (en cuyo caso hablamos de una mediación).

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o “las distancias entre una y otra [articulación y mediación] se han presentado en los discursos filosóficos, más que como una clara divisoria de aguas, como una nebulosa zona de ambigüedades”. (p. 107)

“Debemos ubicarnos firmemente en el campo de la articulación, y para ello debemos renunciar a la concepción de la sociedad como totalidad fundante de sus procesos parciales”. (p. 108)

“una crítica a la concepción de la sociedad como conjunto unificado por leyes necesarias no puede reducirse a señalar el carácter no necesario de la relación entre elementos, ya que esto mantendría el carácter necesario de la identidad de los elementos mismos”. Una concepción que niegue todo enfoque esencialista de las relaciones sociales debe también afirmar el carácter precario de las identidades y la imposibilidad de fijar el sentido de los ‘elementos’ en ninguna literalidad última”. (p. 108)

“una estructura discursiva no es una entidad meramente ‘cognoscitiva’ o ‘contemplativa’; es una práctica articulatoria que constituye y organiza a las relaciones sociales”. (p. 109)

o “En tal sentido, podemos hablar de una complejización de la fragmentación creciente de las sociedades industriales avanzadas […] en tanto que se constituyen en torno a una asimetría fundamental: la existente entre una creciente proliferación de diferencias –entre un exceso de sentido de lo social–, por un lado, y, por otro, las dificultades que encuentra toda práctica que intenta fijar esas diferencias como momentos de una estructura articulatoria estable”. (p. 109)

Formación social y sobredeterminación

Althusser busca superar la postura hegeliana que reduce la complejidad de la realidad a un camino trascendente y unitario. Por ello, asume una complejidad “inherente a un proceso de sobredeterminación”. (p. 110)

“El concepto [de sobredeterminación] procede del psicoanálisis, y su extensión tuvo mucho más que un carácter superficialmente metafórico”. (p. 110)

Para Freud, la sobredeterminación no es simplemente un proceso de fusión o mezcla; más bien, se trata de “un tipo de fusión muy preciso, que supone formas de renvío simbólico y una pluralidad de sentidos”. (p. 110)

“El concepto de sobredeterminación se constituye en el campo de lo simbólico, y carece de toda significación al margen del mismo. Por consiguiente, el sentido potencial más profundo que tiene la afirmación althusseriana de que no hay nada en lo social que no esté sobredeterminado, es la aserción de que lo social se constituye como orden simbólico”. (p. 110)

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“El carácter simbólico –es decir, sobredeterminado– de las relaciones sociales implica, por tanto, que estas carecen de una literalidad última que las reduciría a momentos necesarios de una ley inmanente”. (p. 110)

“A partir de este punto, parecía abrirse la posibilidad de elaborar un nuevo concepto de articulación fundado en el carácter sobredeterminado de las relaciones sociales. Y, sin embargo, esto no ocurrió”. (p. 111)

o “Si el concepto de sobredeterminación no pudo producir la totalidad de sus efectos deconstructivos en el interior del discurso marxista, fue porque desde el comienzo se le intentó hacer compatible con otro momento central del discurso althusseriano, que es, en rigor, contradictorio con el primero: la determinación en última instancia por la economía”. (p. 111)

“en la formulación althusseriana original había el anuncia de una empresa teórica muy distinta: la de romper con el esencialismo ortodoxo no a través de la desarticulación lógica de sus categorías y de la consecuencia fijación de la identidad de los elementos desagregados, sino de la crítica a todo tipo de fijación, de la afirmación del carácter incompleto, abierto y políticamente negociable de toda identidad. Esta era la lógica de la sobredeterminación”. (p. 118)

o Según esta perspectiva, toda identidad está sobredeterminada, no está fijada: es siempre una articulación que no se da como piezas engazadas en un mecanismo de relojería, sino “en la medida en que la presencia de unos [objetos] en otros hace imposible suturar la identidad de ninguno de ellos”. (p. 118)

“estamos en el campo de la sobredeterminación de unas identidades por otras y de la relegación de toda forma de fijación paradigmática al horizonte último de la teoría”. (p. 119)

Articulación y discurso

“llamaremos articulación a toda práctica que establece una relación tal entre elementos, que la identidad de éstos resulta modificada como resultado de esa práctica”. (p. 119)

“A la totalidad estructurada resultante de la práctica articulatoria la llamaremos discurso”. (p. 119)

“Llamaremos momentos a las posiciones diferenciales, en tanto aparecen articuladas en el interior de un discurso”. (p. 119)

“Llamaremos […] elementos a toda diferencia que no se articula discursivamente”. (p. 119)

“Una formación discursiva no se unifica ni en la coherencia lógica de sus elementos, ni en el a priori de un sujeto trascendental, ni en un sujeto que es fuente de sentido –como

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en Husserl– ni en la unidad de una experiencia. El tipo de coherencia que atribuimos a una formación discursiva es cercano […] al que caracteriza al concepto de ‘formación discursiva’ elaborado por Foucault: la regularidad de la dispersión”. (p. 119)

o “Foucault […] hace de la dispersión misma el principio de unidad, en la medida en que esta dispersión está gobernada por reglas de formación, por las complejas condiciones de existencia de los elementos dispersos”. (p. 119)

“la formación discursiva puede ser vista también desde la perspectiva de la regularidad en la dispersión y pensarse en tal sentido como conjunto de posiciones diferenciales. Este conjunto de posiciones diferenciales no es la expresión de ningún principio subyacente exterior a sí mismo –no es susceptible, por ejemplo, ni de una lectura hermenéutica ni de una combinatoria estructuralista–, pero constituye una configuración, que en ciertos contextos de exterioridad puede ser significada como totalidad”. (p. 120)

“en una totalidad discursiva articulada, en la que todo elemento ocupa una posición diferencial –en nuestra terminología: en la que todo elemento ha sido reducido a momento de esa totalidad– toda identidad es relacional y dichas relaciones tienen un carácter necesario”. (p. 120)

“si la contingencia y la articulación son posibles es porque ninguna formación discursiva es una totalidad suturada, y porque, por tanto, la fijación de los elementos en momentos no es nunca completa”. (p. 121)

“todo objeto se constituye como objeto de discurso, en la medida en que ningún objeto se da al margen de toda superficie discursiva de emergencia”. (p. 121)

“afirmaremos el carácter material de toda estructura discursiva. Suponer lo contrario es aceptar una dicotomía muy clásica: la existente entre un campo objetivo constituido al margen de toda intervención discursiva y un ‘discurso’ consistente en la pura expresión del pensamiento”. (p. 123)

“la práctica de la articulación como fijación/dislocación de un sistema de diferencias tampoco puede consistir en meros fenómenos lingüísticos, sino que debe atravesar todo el espesor material de instituciones, rituales, prácticas de diverso orden, a través de las cuales una formación discursiva se estructura”. (p. 125)

Desde Gramsci hasta Althusser, los marxistas fueron tomando conciencia de la materialidad de la ideología. Pero se mantuvieron todavía vinculados a un elemento fundamental, a un supuesto esencialista que no era abandonado:

o Gramsci se refería “al papel unificante de una clase”. (p. 125)}o Althusser se refería a “los requerimientos funcionales de la lógica de la

reproducción”. (p. 125)

o “una vez que este supuesto esencialista es abandonado, es el estatus teórico de la categoría de articulación el que cambia: la articulación es una práctica discursiva

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que no tiene un plano de constitución a priori o al margen de la dispersión de los elementos articulados”. (p. 125)

“si aceptamos […] que una totalidad discursiva nunca existe bajo la forma de una positividad simplemente dada y delimitada, en ese caso la lógica relacional es una lógica incompleta y penetrada por la contingencia. La transición de los ‘elementos’ a los ‘momentos’ nunca se realiza totalmente”. (p. 127)

o “Se crea así una tierra de nadie que hace posible la práctica articulatoria”. (p. 127)

o “Pierden su carácter necesario tanto las relaciones como las identidades. Las relaciones, como conjunto estructural sistemático, no logran absorber a las identidades; pero como las identidades son puramente relacionales, ésta no es sino otra forma de decir que no hay identidad que logre constituirse plenamente”. (p. 127)

“El carácter incompleto de toda totalidad lleva necesariamente a abandonar como terreno de análisis el supuesto de ‘la sociedad’ como totalidad suturada y autodefinida”. (p. 127)

“La tensión irresoluble interioridad/exterioridad es la condición de toda práctica social: la necesidad sólo existe como limitación parcial del campo de la contingencia”.

o “Es en el terreno de esta imposibilidad tanto de la interioridad como de una exterioridad totales, que lo social se constituye”. (p. 127)

“Ni la fijación absoluta ni la no fijación absoluta son, por tanto, posibles”. (p. 128)

o “Pero el hecho mismo de que la reducción de lo social a la interioridad de un sistema fijo de diferencias es imposible, implica que también lo es la pura exterioridad, ya que las identidades, para ser totalmente externas las unas respecto a las otras, requerirían ser totalmente internas respecto a sí mismas”. (p. 127)

“Hemos hablado de ‘discurso’ como de un sistema de identidades diferenciales –es decir, de momentos. Pero acabamos de ver que un sistema tal sólo existe como limitación parcial de un ‘exceso de sentido’ que lo subvierte. Este ‘exceso’, en la medida en que es inherente a toda situación discursiva, es el terreno necesario de constitución de toda práctica social. Lo designaremos con el nombre de campo de la discursividad”. (p. 128)

o “él determina a la vez el carácter necesariamente discursivo de todo objeto, y la imposibilidad de que ningún discurso determinado logre realizar una sutura última”. (p. 128)

“La imposibilidad de fijación última del sentido implica que tiene que haber fijaciones parciales. Porque, en caso contrario, el flujo mismo de las diferencias sería imposible”. (p. 129)

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“El discurso se constituye como intento por dominar el campo de la discursividad, por detener el flujo de las diferencias, por constituir un centro. Los puntos discursivos privilegiados de esta fijación parcial los denominaremos puntos nodales. (Lacan ha insistido en las fijaciones parciales a través de su concepto de points de capito, es decir, de ciertos significantes privilegiados que fijan el sentido de la cadena significante. Esta limitación de la productividad de la cadena significante es la que establece posiciones que hacen la predicación posible –un discurso incapaz de dar lugar a ninguna fijación de sentido es el discurso del psicótico)”. (p. 129)

“si aceptamos el carácter incompleto de toda formación discursiva y, al mismo tiempo, afirmamos el carácter relacional de toda identidad, en ese caso el carácter ambiguo del significante, su no fijación a ningún significado, sólo puede existir en la medida que hay una proliferación de significados”. (p. 130)

“La sociedad no consigue nunca ser idéntica a sí misma, porque todo punto nodal se constituye en el interior de una intertextualidad que lo desborda”. (p. 130)

o “La práctica de la articulación consiste, por tanto, en la construcción de puntos nodales que fijan parcialmente el sentido; y el carácter parcial de esa fijación procede de la apertura de lo social, resultante a su vez del constante desbordamiento de todo discurso por la infinitud del campo de la discursividad”. (p. 130)

“Lo social es articulación en la medida en que lo social no tiene esencia –es decir, en la medida en que la ‘sociedad’ es imposible”.

“La necesidad, por tanto, no existe bajo la forma de principio subyacente, de fundamento, sino como esfuerzo de literalización que fija las diferencias de un sistema relacional. La necesidad de lo social es la necesidad propia de identidades puramente relacionales […]; no la ‘necesidad’ natural o la necesidad de un juicio analítico. ‘Necesario’, en tal sentido, equivale simplemente a ‘sistema de posiciones diferenciales en un espacio suturado’”. (p. 131)

“el carácter abierto e incompleto de toda identidad social permite su articulación a diferentes formaciones histórico-discursivas”. (p. 131)

o “la identidad de la misma fuerza articulante se constituye en el campo general de la discursividad –lo que elimina toda referencia a un sujeto trascendental u originario”. (p. 131)

La categoría de ‘sujeto’

“Siempre que en este texto utilicemos la categoría de ‘sujeto’, lo haremos en el sentido de ‘posiciones de sujeto’ en el interior de una estructura discursiva”. (p. 132)

“los sujetos no pueden ser el origen de las relaciones sociales, ni siquiera en el sentido limitado de estar dotados de facultades que posibiliten una experiencia, ya que toda

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‘experiencia’ depende de condiciones discursivas de [/] posibilidades precisas”. (pp. 132-33)

“la especificidad de la categoría de sujeto no puede establecerse ni a través de la absolutización de una dispersión de ‘posiciones de sujeto, ni a través de la unificación igualmente absolutista en torno a un ‘sujeto trascendental’”. (p. 140)

o “La categoría de sujeto está penetrada por el mismo carácter polisémico, ambiguo e incompleto que la sobredeterminación acuerda a toda identidad discursiva”. (p. 140)

“la subjetividad del agente está penetrada por la misma precariedad y ausencia de sutura que cualquier otro punto de la totalidad discursiva de la que es parte”. (p.140)

Antagonismo y objetividad

Hay que diferenciar “oposición real” de “contradicción” de “antagonismo”.

o “La oposición real es una relación objetiva –es decir, precisable, definible, entre cosas”. (p. 145)

o “la contradicción es una relación igualmente definible entre conceptos”. (p. 145)

o “el antagonismo constituye los límites de toda objetividad –que se revela como objetivación, parcial y precaria”. (p. 145)

“Si la lengua es un sistema de diferencias, el antagonismo es el fracaso de la diferencia y, en tal sentido, se ubica en los límites del lenguaje y sólo puede existir como disrupción del mismo –es decir, como metáfora”. (p. 145)

“El antagonismo escapa a la posibilidad de ser aprehendido por el lenguaje, en la medida en que el lenguaje sólo existe como intento de fijar aquello que el antagonismo subvierte”. (p. 145) Según entiendo, el antagonismo es una especie de irrupción de lo que Lacan llama lo Real.

En el antagonismo se muestran (no se dicen [Wittgenstein dice que lo que no se puede decir se muestra]) “los límites de toda objetividad”. (p. 146)

“si, como hemos visto, lo social sólo existe como esfuerzo parcial por instituir la sociedad –esto es, un sistema objetivo y cerrado de diferencias– el antagonismo, como testigo de la imposibilidad de una sutura última, es la ‘experiencia’ del límite de lo social”. (p. 146)

Los antagonismos “establecen los límites de la sociedad, la imposibilidad de esta última de constituirse plenamente”. (p. 146)

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“La sociedad no llega a ser totalmente sociedad porque todo en ella está penetrado por sus límites que le impiden constituirse como realidad objetiva. Debemos, pues, pasar a considerar la forma en que esta subversión se construye discursivamente, lo que significa, según hemos visto, la determinación de las formas que asume la presencia de lo antagónico como tal”. (p. 147)

Equivalencia y diferencia

“la ambigüedad que penetra a toda relación de equivalencia: dos términos, para equivalerse, deben ser diferentes (de lo contrario se trataría de una simple identidad)”. (p. 148)

o “Pero, por otro lado, la equivalencia sólo existe en el acto de subvertir el carácter diferencial de esos términos. Este es el punto en el que, según dijimos antes, lo contingente subvierte lo necesario impidiéndole constituirse plenamente. Esta no constitutividad –o contingencia– del sistema de diferencia se muestra en la no fijación que las equivalencias introducen”. (p. 148)

“ciertas formas discursivas, a través de la equivalencia, anulan toda positividad del objeto y dan una existencia real a la negatividad en cuanto tal”. (p. 149)

“lo social está penetrado por la negatividad –es decir, por el antagonismo– que no logra el estatus de la transparencia, de la presencia plena, y que la objetividad de sus identidades es permanentemente subvertida. A partir de aquí la relación imposible entre objetividad y negatividad ha pasado a ser constitutiva de lo social”. (p. 149)

“si negatividad y objetividad sólo coexisten a través de su subversión recíproca, esto significa que ni las condiciones de una equivalencia total ni las de una objetividad diferencial total, son nunca plenamente logradas”. (p. 149)

“Cualquier posición en un sistema de diferencias, en la medida en que es negada, puede constituirse en sede de antagonismo. Con esto está claro que hay una multiplicidad de posibles antagonismos en lo social, muchos de ellos de signo contrario”. (p. 151)

“cuanto más inestables sean las relaciones sociales, cuanto menos logrado sea un sistema definido de diferencias, tanto más proliferarán los puntos de antagonismo; pero, a la vez, tanto más carecerán éstos de una centralidad, de la posibilidad de establecer, sobre la base de ellos, cadenas de equivalencia unificadas”. (p. 151)

Hegemonía

“El campo general de emergencia de la hegemonía es el de las prácticas articulatorias, es decir, un campo en el que los ‘elementos’ no han cristalizado en ‘momentos’”. (p. 155)

“Es por que la hegemonía supone el carácter incompleto y abierto de lo social, que sólo puede constituirse en un campo dominado por prácticas articulatorias”. (p. 155)

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“Esto, sin embargo, plantea inmediatamente el siguiente problema: ¿quién es el sujeto articulante?” (p. 155)

o “de Lenin a Gramsci se afirma […] que el núcleo último de una fuerza hegemónica lo constituye una clase social fundamental. La diferencia entre fuerza hegemonizante y fuerzas hegemonizadas se plantea como una diferencia ontológica entre los planos de constitución de ambas”. (p. 155)

“El sujeto hegemónico, como el sujeto de toda práctica articulatoria, debe ser parcialmente exterior a lo que articula –de lo contrario no habría articulación alguna–; pero, por otro lado, esa exterioridad no puede ser concebida como la existente entre dos niveles ontológicos diversos”. (p. 155)

“tanto la fuerza hegemonizante como el conjunto de los elementos hegemonizados se constituirían en un mismo plano –el campo general de la discursividad–, en tanto que la exterioridad sería [/] la correspondiente a formaciones discursivas diversas”. (pp. 155-56)

“para hablar de hegemonía, no es suficiente el momento articulatorio; es preciso, además, que la articulación se verifique a través de un enfrentamiento con prácticas articulatorias antagónicas. Es decir, que la hegemonía se constituye en un campo surcado por antagonismos y supone, por tanto, fenómenos de equivalencia y efectos de frontera”. (p. 156)

o “a la inversa, no todo antagonismo supone prácticas hegemónicas”. (p. 156)

“Las dos condiciones de una articulación hegemónica son, pues, la presencia de fuerzas antagónicas y la inestabilidad de las fronteras que las separan. Sólo la presencia de una vasta región de elementos flotantes y su posible articulación a campos opuestos –lo que implica la constante redefinición de estos últimos– es lo que constituye el terreno que nos permite definir a una práctica como hegemónica. Sin equivalencia y sin fronteras no puede estrictamente hablarse de hegemonía”. (p. 157)

“nos apartamos de la concepción gramsciana en dos puntos clave: en cuanto al plano de constitución de los sujetos hegemónicos –para Gramsci éste [/] es, necesariamente, el plano de las clases fundamentales–; y en cuanto a la unicidad del centro hegemónico –para Gramsci, excepto durante los interregnos constituidos por las crisis orgánicas, toda formación social se estructura en torno a un centro hegemónico”. (pp. 158-58)

“la forma hegemónica de la política sólo se impone a comienzos de los tiempos modernos, en la medida en que la reproducción de las distintas áreas sociales se verifica en condiciones siempre cambiantes, que requieren constituir constantemente nuevos sistemas de diferencias –con lo que se amplía inmensamente el área de las prácticas articulatorias”. (p. 159)

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“Hegemonía es, simplemente, un tipo de relación política; una forma, si se quiere, de la política; pero no una localización precisable en el campo de una topografía de lo social. En una formación social determinada puede haber una variedad de puntos nodales hegemónicos”. (p. 160)

“Si la hegemonía es un tipo de relación política y no un concepto topográfico, está claro que tampoco puede ser concebida como una irradiación de efectos a partir de un punto privilegiado”. (p. 163)