la postura de normas geras sobre hegemonía y estrategia socialista de laclau y mouffe

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PAPDI Programa de Análisis Político de Discurso e Investigación Seminario de Formación Categoría: Discurso Junio de 2008 Post-Marxism? Las críticas de Norman Geras a la propuesta teórica y política de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe en Hegemonía y estrategia socialista Documento preparado por Ernesto Treviño Ronzón Correo: [email protected] Contenido del documento 1. Presentación............................................................................................................................................. 2 2. Ubicación general del texto ................................................................................................................ 2 3. La lectura de Geras ................................................................................................................................ 4 3.1 La dicotomía de Laclau y Mouffe ................................................................................................... 4 3.2 Un recuento empobrecido del Marxismo ................................................................................... 6 3.3 Empobrecimiento teórico y vacío práctico-normativo ......................................................... 7 4. ¿Qué aprendemos a partir de la crítica de Geras? .................................................................. 10 5. Otras rutas críticas para el post-marxismo ............................................................................... 12

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Page 1: La postura de Normas Geras sobre Hegemonía y Estrategia Socialista de Laclau y Mouffe

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Programa de Análisis Político de Discurso e Investigación Seminario de Formación

Categoría: Discurso Junio de 2008

Post-Marxism? Las críticas de Norman Geras a la propuesta teórica y política de Ernesto Laclau

y Chantal Mouffe en Hegemonía y estrategia socialista

Documento preparado por Ernesto Treviño Ronzón Correo: [email protected]

Contenido del documento 1. Presentación............................................................................................................................................. 2

2. Ubicación general del texto ................................................................................................................ 2

3. La lectura de Geras ................................................................................................................................ 4

3.1 La dicotomía de Laclau y Mouffe ................................................................................................... 4

3.2 Un recuento empobrecido del Marxismo ................................................................................... 6

3.3 Empobrecimiento teórico y vacío práctico-normativo ......................................................... 7

4. ¿Qué aprendemos a partir de la crítica de Geras? .................................................................. 10

5. Otras rutas críticas para el post-marxismo ............................................................................... 12

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La dialéctica erística es el arte de disputar, y

precisamente el arte de disputar de modo que uno

tenga razón; y ello per fas et nefas.

A. Schopenhauer, Dialéctica Erística…, p. 17

1. Presentación

El artículo Post-Marxism? escrito por Norman Geras —publicado en el número 163 de

la revista New Left Review, bimestre mayo-junio de 1987— es una de las respuestas

que desde distintos lugares fueron presentadas al texto Hegemonía y estrategia

socialista —o HES— publicado en 1985 por Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.

El propósito de esta presentación es abordar algunos de los aspectos tratados

por Geras a lo largo de su exposición, poniendo atención principal en los

señalamientos que hace de la revisión del marxismo postulada por Laclau y Mouffe, y

en su propuesta teórico-política. Como se sabe, en el mismo 1987, Laclau y Mouffe

dieron respuesta a varias de las críticas de Geras en el texto Post-marxismo sin pedido

de disculpas, documento en el que además presentan desarrollos complementarios

sobre su postura política, su post-marxismo y sobre una de sus categorías teóricas

centrales, discurso. Este debate ha sido motivo de distintas referencias tanto en libros

como artículos especializados.

Por razones de espacio he optado por hacer una presentación básicamente

descriptiva, reservándome un breve lugar para postular algunas reflexiones

personales en el último apartado de la exposición. Me parece que este ejercicio es útil

pues permite construir más referentes en el abordaje de la discusión entre los

pensamientos marxista y post-marxista.

2. Ubicación general del texto

Al momento de escribir estas líneas Norman Geras es profesor emérito de la

Universidad de Manchester, Inglaterra. Su línea de especialización es la teoría política,

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y publica comentarios regulares en el periódico The Guardian. Su texto Post-

marxismo? está organizado en 20 apartados donde la exposición adopta la forma de

un comentario crítico de la revisión histórica, las tesis y las argumentaciones que

Laclau y Mouffe vierten en HES.

Su exposición inicia señalando, entre otras cosas, que a lo largo de su historia,

el marxismo ha experimentado tomas de distancia, rechazos o salidas de diferentes

intelectuales marxistas so pretexto de un avance intelectual (Geras, 1987: 41). Este

sería el caso de pensadores como Bernstein quien, para Geras, más que una revisión

del marxismo, emprendió una renuncia. Las retiradas tendrían diferentes causas: los

compromisos del intelectual con su audiencia, su auto imagen, una falta de

identificación con los objetivos históricos del marxismo, falta de energía o esperanzas

debido al paso del tiempo o lo complejo del entorno, la autocomplacencia, las modas

intelectuales, entre otras (Geras, 1987: 41-42).

Y es desde esta plataforma, en este marco referencial, que a lo largo de los

apartados restantes Geras analizará la obra de Laclau y Mouffe y la contrastará con

sus propias maneras de entender el marxismo. Así, once de los apartados del texto —

llamaría a esto la primera parte de su exposición— son dedicados a discutir la

deconstrucción que Laclau y Mouffe hacen del marxismo, y a partir del subtítulo

Practices of the game (1987: 62) —o segunda parte— se hace la revisión de la

propuesta teórica de los autores, principalmente sobre las nociones de discurso y

hegemonía.

Antes de avanzar, el tono de la escritura de Geras merece una referencia, puesto

que es difícil sustraerse de él. Y es que hay pocas partes de la exposición donde el

autor no incorpora lo que podríamos llamar un saborizante amargo o irónico

descalificador en su exposición, y con ello, el uso de expresiones del tipo: intellectual

malady (1987: 43, 47), absence of reasonable constrain (1987: 63), intellectual vacuity

(1987: 69) para referirse al HES y sus autores. Esta clase de gestos, más allá de otro

tipo de consideraciones, dificultan una lectura rigurosa de los puntos de vista

filosóficos y teórico-políticos de Geras.

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3. La lectura de Geras

La primera parte del texto Post-Marxism? puede a su vez dividirse en dos momentos.

Uno tratando principalmente lo que para Geras es el juego de la dicotomía de Laclau y

Mouffe; el segundo, dedicado a una crítica al tratamiento que los autores hacen de

diferentes pensadores de tradición marxista

3.1 La dicotomía de Laclau y Mouffe

En el primer momento de la primera parte, Geras señala que en el trabajo de Laclau y

Mouffe hay un vacío teórico y normativo, y que muestran un sin sentido al presentarse

a sí mismos como post-marxistas, puesto que muchos de sus planteamientos son

atribuibles a cualquier no-Marxista (1987: 44). Geras se refiere al rechazo de Laclau y

Mouffe a ideas como que la condición de clase sea el determinante primario de las

identidades sociales y políticas; que la metáfora de base y superestructura sea

teóricamente viable; que hay tendencias estructurales hacia la unificación de la clase

trabajadora, o que ésta tenga lugar privilegiado en la lucha socialista, entre otras

(Geras, 1987: 43-44).

Geras señala que HES está repleto de acusaciones al marxismo de: comunista

esencialista, ortodoxo, economicista, clasista y racionalista, y que frente a esto se

presenta a sí mismo como defensor de una idea de apertura total de lo social, donde el

momento de sutura final nunca llega (1987: 44-45). En esta línea, según Geras, si bien

el movimiento de Laclau y Mouffe recupera la idea de sobredeterminación de Althusser

—quien había introducido este concepto para distanciar al marxismo de la dialéctica

hegeliana y para introducir una idea de mayor complejidad y apertura—, termina por

marcar una frontera entre todo el marxismo —el cual estaría viciado sin esperanza por

su esencialismo— y su propuesta post-marxista (1987: 46).

Así pues, para Geras, Laclau y Mouffe apelan a un juego maniqueo, pues aunque

sostienen una idea familiar a la de Althusser al favorecer la complejidad, a diferencia

de éste, ahora cualquier explicación histórica o principio de inteligibilidad que intente

mostrar cómo funciona la sociedad puede ser desechado en el nombre de la apertura y

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la indeterminación de lo social. Más aún, Althusser cuando menos tenía un ánimo de

esclarecimiento al proyecto de razón e investigación científica, en el esfuerzo de

comprender y explicar. Laclau y Mouffe habrían optado por el obscurantismo (1987:

47).

Según Geras, Laclau y Mouffe presentan al marxismo como esencialista y

economicista porque de él solamente hacen un recuento caricaturesco, una parodia

que lo reduce a un fragmento de sí mismo, y lo que sería peor, toda la tradición a unos

cuantos absolutos dogmáticos (1987: 48).1 Y esto, es lo que les permite jugar la lógica

del todo nada, la cual consistiría en postular dos alternativas opuestas sin considerar

puntos intermedios.

Geras aborda esto vía tres “ejemplos” presentes en HES. El primero sería el

rechazo que se hace de la noción de autonomía relativa del estado: según los autores la

noción de autonomía relativa se presentó en un marco que aceptaba la idea de una

sociedad suturada, por ejemplo, a través de la determinación en última instancia por

la economía. Debido a esto, sería una incoherencia lógica pensar la posibilidad de una

autonomía relativa, pues no podría haber autonomía si previamente se sostiene que

hay una determinación en última instancia por la economía. Pero bajo la mirada de

Geras, Laclau y Mouffe nos empujan, o bien a aceptar que hay determinantes básicos

que explican la naturaleza así como los límites de lo que sería la autonomía relativa,

con lo que no habría autonomía en absoluto; o a aceptar que la entidad autónoma es

efectivamente autónoma, con lo que la idea de una sociedad suturada podría ser

descartada y nos quedamos con la irreductible pluralidad de lo social. Tales

determinantes, en otras palabras, o determinan todo, o no determinan absolutamente

nada. Esta sería, según Geras una alternativa inflexible, y Laclau y Mouffe nos dejan

sin un punto intermedio con lo que caemos en un absolutismo conceptual. Este

absolutismo es el que permitiría a los autores presentarse a sí mismos como la

solución ante el esencialismo del pensamiento marxista (1987: 57). En este punto

Geras ofrece un ejemplo que rechaza la disyuntiva: aunque estuviera atado a una

1 Geras reclama en este sentido el uso condescendiente que Laclau y Mouffe harían de letras capitales para referirse a la Revolución, el Partido, la Clase, la Huelga General (1987: 48).

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cadena que me impidiera moverme, que limitara mi estilo de vida, aun tengo cierta

autonomía (1987: 49).

Un segundo ejemplo de esta lógica de la dicotomía estaría presente en el

análisis que Laclau y Mouffe hacen de la unificación de la clase trabajadora como una

fuerza revolucionaria a partir de muchos elementos heterogéneos, donde: o bien la

pura necesidad económica lleva a la unidad de la clase obrera, o bien, las leyes de la

economía fracasan y se tiene fragmentación simple (1987: 50).

El mismo caso tendríamos en el análisis que los autores hacen de la idea de

intereses objetivos de clase. Según Geras, en este tercer ejemplo, Laclau y Mouffe

verdaderamente se exceden al afirmar que esta categoría no tiene ninguna base

teórica y que es una atribución arbitraria. Como resultado nos dejarían con la opción

de creer que, o bien la clase obrera se puede unir completamente, y volverse

transparente a sí misma —con lo que estaríamos autorizados para hablar de los

intereses objetivos de clase—; o bien nos quedamos con que eso no es posible y

entonces la idea de interés objetivo no tiene sentido. Frente a esto, Geras sostiene que

es posible creer en que la clase trabajadora o una gran mayoría de ella, se volverá más

conciente de los problemas con el orden social burgués, y en que estos pueden ser

transformados para mejorar la vida de millones de personas. Geras dice: sobre la

fuerza de esta sentencia: we may hold that we are entitled to speak of objective interests

(1987: 51).

Aquí, con todo lo poéticamente agraciado, moralmente edificante y

políticamente correcto que uno pudiera valorar la expresión de Geras, no se puede

dejar de señalar al paso que, un asunto importante con los intereses — de “clase”,

“género”, “raza”— es que son una construcción social-histórica y esto —esta tensión

ontológica entre lo objetivo y lo histórico-social— es algo que Geras no parece mirar.

3.2 Un recuento empobrecido del Marxismo

Hablemos ahora del segundo momento de la primera parte de la exposición. Aquí

Geras, señala de nuevo, que HES contiene un recuento empobrecido de la tradición

marxista. Tal recuento, recordemos, trataría según los propios Laclau y Mouffe (2004),

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sobre la genealogía del concepto de hegemonía y la desintegración del esencialismo

marxista. Para ello, los autores despliegan un recorrido por el pensamiento de

Luxemburgo, Trotsky, Lenin, Sorel, Gramsci, entre otros.

El principal argumento de Geras aquí es que en HES los autores se contradicen

al atribuir a la tradición marxista a la vez un esencialismo y un dualismo (1987: 53) y

no solamente eso, sino que reducen el alcance, el contenido y la riqueza del

pensamiento marxista (1987: 58). Laclau y Mouffe, señalan por ejemplo que en Rosa

Luxemburgo hay al mismo tiempo, un espontaneismo que alude a la imposibilidad de

prever el resultado de un proceso revolucionario —donde habría lugar para la

contingencia—, pero que tal espontaneismo se ve finalmente cooptado por la

afirmación —esencialista— de que el resultado del proceso es la unificación de la

clase, señalamiento que Luxemburgo sólo podría hacer por su creencia en las leyes

objetivas del capitalismo (1987: 52).

Para Geras, esta forma de lectura es reduccionista, y es la misma lógica de

lectura dualista que estaría presente en el recorrido que los autores hacen del

pensamiento de Labriola, Krauski, Bernstein, Sorel, Trotsky, Lenin, Gramsci, Althusser.

Así, según Geras, estas afirmaciones sólo son posibles debido al trastocamiento de los

argumentos originales de dichos autores. Y pese a esto, Laclau y Mouffe, con cierta

arbitrariedad, parecerían tratar mejor a unos autores que otros. Este sería el caso de

Althusser y Gramsci, quienes habrían logrado avanzar un poco más en romper con el

esencialismo, sin lograrlo del todo (1987: 54-56; 64).

3.3 Empobrecimiento teórico y vacío práctico-normativo

La segunda parte de la exposición de Geras. Aquí se vierten algunas críticas sobre al

aparato teórico de Laclau y Mouffe. Primero, que sería una inversión conceptual, un

mero idealismo, decir que todos los objetos obtienen su ser gracias al discurso, lo que

implica decir que no hay objetividad o realidad pre-discursiva (1987: 66). En esta

lógica, Geras se pregunta: ¿acaso el mundo natural, pre-humano, no fue un campo

objetivo construido fuera de toda invención discursiva? Y todavía hoy… ¿no hay

realidades de la naturaleza no solamente dadas fuera de todo discurso, si no que son

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las condiciones materiales del mismo? Geras critica, pues, que se pierda la distinción

entre el “mundo real” y “lo hablado, escrito o pensado” (1987: 67). Esta preocupación

de Geras se reflejará páginas adelante en su exposición al referirse a la articulación

hegemónica, donde la crítica alude a que Laclau y Mouffe harían un uso excesivo de la

idea de condiciones discursivas de posibilidad, mientras que las condiciones de

posibilidad del discurso no les preocupan (1987: 69).

Después, Geras señala que, usando la misma lógica que Laclau y Mouffe aplican

en su lectura de Luxemburgo, es posible afirmar que en HES hay una doble nulidad:

vacío de sustancia teórica y ninguna especificidad o dirección práctico normativa

genuina. El vacío teórico está en su discursivismo, su distinción entre elementos y

momentos y la forma en que describen la relación entre no fijación, fijación parcial,

exterior constitutivo, la imposibilidad de hablar de una total interioridad o exterioridad,

y el uso de expresiones como “pluralism is radical only to the extent that each term of

this plurality of identities finds within itself the principle of its terms”. Para Geras, esto

habla de una circularidad de argumentos, de dualismo, y esto se muestra otra vez, al

decir, primero, que hegemonía es un tipo de relación que nunca logra ser idéntica a sí

misma y después que es un juego que elude el concepto (1987: 72-73).

Geras pregunta ¿qué tanto nos dice en realidad la noción de articulación

hegemónica? Para él, no mucho, pues afirmar que la sociedad se constituye de

prácticas hegemónicas aunque ninguna es estructuralmente privilegiada no nos ayuda

a comprender o explicar nada específico en absoluto. ¿Hay algunas prácticas

hegemónicas que sean más susceptibles de prevalecer que otras? si es así ¿en qué

condiciones? ¿Debemos solamente asumir que la apertura e indeterminación de lo

social implica que cualquier número de resultados es siempre posible, de tal manera

que ningún resultado en particular, ninguna especificidad, puede ser comprendida o

explicada? Si lo que resulte siempre puede ser sumido bajo la redescripción del

mundo social como una pluralidad discursiva con algunos puntos normales, es difícil

no ver esto como un completo vacío teórico (1987: 74).

En cuanto al vacío práctico normativo de HES, éste se encuentra en que hay

bases para que cualquier dirección política particular u orientación pueda emerger.

Aquí Geras señala que aunque Laclau y Mouffe utilizan términos como progresivo, la

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izquierda o la nueva izquierda es difícil saber qué significa cualquiera de estos

términos para ellos. Puesto que han rechazado toda vinculación con el clasicismo y

con la edad de los discursos universales no parecen dejar lugar para una noción

transhistórica o universal de justicia. ¿Cuál serían entonces las bases o significado de

una dirección que pudiéramos llamar progresista o para cualquier dirección específica

de cualquier tipo? (1987: 76).

Algo que causa particular desencanto a Geras se deriva de aquí y se vincula con

las nociones de subordinación, antagonismo y opresión de Laclau y Mouffe. Geras acusa

a los autores de haber relativizado lo que se puede entender por opresión y de haber

negado todo fundamento normativo desde donde juzgar una relación como de

opresión al afirmar que: una relación de subordinación se convierte en antagonismo, y

así en una opresión, cuando el discurso en el que es construido es interrumpido por

otros discursos, cuando hay un exterior discursivo desde el cual el discurso de

subordinación puede ser interrumpido.2 Si tomáramos a los autores en serio, dice

Geras, sus conceptos de subordinación y opresión no proporcionan ninguna

referencia útil de lo que es progresivo dado que son demasiado vagos y fluidos. Y si no

los tomamos en serio tendríamos que regresarnos a otras teorías que ellos mismos

han rechazado (1987: 77).

Para cerrar aquí, vale señalar dos razones más por las cuales Geras ve a Laclau

y Mouffe como anti-marxistas. Una es la relación entre socialismo y democracia. Para

Geras es axiomático que el socialismo es democrático, por ello le resulta extraño que

los autores hablen constantemente de un proyecto de democracia radical, o de un

pluralismo más democrático, sugiriendo incluso que la democracia ha sido algo

extraño al socialismo. Geras dice: uno podría esperar alguna elaboración acerca de su

propia concepción de democracia radical, algo acerca de sus formas y procedimientos

institucionales, estructuras con niveles de representación, normas constitucionales, etc.

Pero sólo proporcionan una sola sentencia refiriendo que la democracia directa no

puede ser la única forma de organización (1987: 79).

2 La posición de un esclavo se muestra como antagonismo sólo en los términos de una formación discursiva, como la de los derechos humanos, en que la subordinación puede ser “construida como opresión” (1987: 97).

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Una razón más es la postura de Laclau y Mouffe en cuanto a que no es posible

mirar a la clase trabajadora como lugar privilegiado en la lucha por el socialismo, pues

otros antagonismos democráticos de igual valor pueden surgir. Aquí Geras señala que

si los autores solamente sugirieran que los trabajadores no son socialistas

automáticamente por el hecho de ser trabajadores, no habría problema con la

afirmación. La sugerencia, sin embargo, de que no hay mayor relación entre el

socialismo y la clase trabajadora, de lo que hay entre el socialismo y cualquier otra

figura es un idealismo o indeterminación, pues si el socialismo es todavía un momento

interno de la revolución democrática, entonces la relación específica de explotación,

que es definitoria de lo que el capitalismo es, todavía tiene que ser abolida y es engañoso

pensar que el agente subordinado por esta relación no es central en el proyecto de su

abolición (1987: 81).

4. ¿Qué aprendemos a partir de la crítica de Geras?

Es costumbre personal, después de enfrentarme a un texto como el de Geras,

preguntarme qué aprendizajes es posible construir. Creo que teóricamente es

plausible preguntar ¿cómo queda la propuesta teórica de Laclau y Mouffe, y cómo sus

lectores, después de un análisis tal? Dado que no soy especialista en el pensamiento

marxista, ni en la historia del marxismo, y me considero un lector de nivel apenas

intermedio del trabajo de Laclau y Mouffe, sólo puedo proceder como el aprendiz de

brujo de Goethe.

Queda claro que la mirada de Geras sobre la propuesta teórica y política de

Laclau y Mouffe es cualquier cosa menos amistosa. El rechazo que muestra, de lado a

lado de HES, no deja lugar a dudas. Geras no sólo está en contra de la lectura que los

autores han hecho de la tradición marxista, sino también de su forma de entender los

procesos de organización de la realidad social, sus categorías de análisis, y la idea de

presentarse como marxistas mientras rechazan el conjunto de elementos que según él

gobiernan toda idea de marxismo.

Sin embargo, teniendo como referencia el trabajo de los mismos Laclau y

Mouffe, después de leer el texto de Geras, uno no puede más que tener la sensación

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que buena parte del desacuerdo radica en que el segundo no los ha entendido, que ha

confundido los planos o niveles de discusión. Así como también queda la sensación de

que efectivamente, la lectura se desarrolla desde un lugar más bien dogmático en

términos políticos y poco informado en términos teóricos.

En este sentido, como lector del intercambio creo que es válido sugerir que

Geras desperdicia varias oportunidades de presentar un debate teórico y político más

profundo. Por ejemplo, en el tema de la autonomía relativa se presenta una excelente

oportunidad para entablar una teorización acerca de la emergencia de las identidades

políticas, de la forma de construcción de un espacio de lucha, de los intercambios, la

constitución de alianzas, la comunicación y la representación, entre otras. Sin

embargo Geras no aborda esta discusión y pone un ejemplo que poco aporta para

debatir la idea de Laclau y Mouffe tanto en términos de lucha teórica, como en

términos de la acción o la militancia que tanto le preocupa. Y con lo que nos quedamos

es con una salida que no nos ofrece mucho para dilucidar los dogmas, lugares

comunes o aceptaciones tácitas que han sido identificadas por distintos autores en el

pensamiento marxista y que, por cierto, Geras no acepta.

Otro lugar donde se abriría la puerta para un debate más edificante es en

relación con la lógica de la articulación hegemónica, Geras sostiene que hay ámbitos de

lo social que tendrían mayor privilegio que otros para desencadenar o funcionar como

ejes articuladores en una lucha revolucionaria; esto es, rechaza la afirmación de que

no hay lugar estructuralmente privilegiado. Uno podría pensar, en todo caso, que Geras

en tanto marxista, y dado que lo que le preocupa es el marxismo, está autorizado para

pelear por eso que él considera el noumen del marxismo: el derrocamiento del

capitalismo y sus efectos nocivos, y que por tanto no tiene por qué importarle, en

principio, otro tipo de movimientos que no sean los vinculados con lo económico. Más

allá de que esto pudiera parecernos corto de miras, dicha postura requeriría mayor

argumentación, pues parecería que cuando menos a nivel epistemológico, a Geras le

preocupa la capacidad predictivo —liberador— de la teoría.

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5. Otras rutas críticas para el post-marxismo

En esta línea, para ampliar el espectro de referencias a debate, podemos incorporar la

pregunta de Best y Kellner (1991) en relación con HES, y quienes a mi parecer, cuando

menos empujan la línea unos centímetros más: ¿hay algunas prácticas articulatorias

más críticas que otras? ¿Podrían las luchas por la libertad sexual ser igual de

importantes que la lucha de los trabajadores para cambiar los sistemas

contemporáneos? Según ellos y siguiendo a Nicos Mouseliz, Laclau y Mouffe no tienen

medios teóricos para responder tal cuestión, pues la especificación de tales

diferencias no puede descansar en una suposición a priori de la esencia o la naturaleza

de la sociedad y sus agentes —apertura, incompletud—; en cambio, necesita

construirse sobre resultados de análisis históricos-empírico de eventos y contextos

políticos específicos (Best y Kellner, 1991: 200).

Según estos mismos autores, aunque el trabajo de Laclau y Mouffe es útil para

comprender la dificultad de formar una alianza política, y aunque reconocen que han

acertado al incorporar en su discusión sobre política democrática temas como la

igualdad de género o la lucha racial, proveen pocos elementos acerca de la

emergencia de tales movimientos, sus metas, tácticas o la construcción de alianzas.

Incluso, se quedarían cortos al no distinguir suficientemente a la burguesía de la

socialdemocracia, lo que a su vez requeriría una teoría detallada de democracia

económica que profundice en términos claves como equidad y autonomía económicas

(1991: 202 - 204).3 Es decir, si aceptamos la tesis de que la economía no es la última

instancia, podríamos preguntarnos qué roles podemos atribuirle en el horizonte de la

problematización por lo social, la democracia, el sujeto, pero esto requiere, sin duda,

nuevas problematizaciones sobre lo oeconomicous.

Volviendo a Geras, es difícil hablar de la forma rudimentaria en que toca el

tema del discurso o de la afirmación de que Laclau y Mouffe disuelven toda base

normativa para distinguir entre lo que es o no opresión. En su descargo podríamos

3 Estos mismos autores señalan que donde Laclau y Mouffe afirman que “ninguna democracia es posible sin renunciar al discurso de los universales” es argumentable que la democracia es imposible sin el carácter universalmente comprometedor de la ley, los derechos, y las libertades (Best y Kellner, 1991: 204). Aunque es una crítica pertinente, ésta es fácilmente deconstruible en el nivel de la teoría siguiendo la lógica misma de la hegemonía.

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decir que no es el único al que discurso le ha dado problemas. Con todo, su trabajo

sirvió para fortalecer algunos flancos del pensamiento de Laclau y Mouffe. Mirando en

perspectiva, veinte años después de post-marxismo?, dicha propuesta se ha

fortalecido. Sus lectores nos hemos multiplicado, y algunas líneas de trabajo se han

abierto en diversas áreas de investigación, con lo que, queriendo o sin querer algunas

de los cuestionamientos planteados a inicio de los 90 se han venido respondiendo.

Para cerrar, vale la pena citar a Laclau y Mouffe en relación con su idea de post-

marxismo: consiste en profundizar ese momento relacional que Marx, pensando desde

una matriz hegeliana y, en todo caso, propia del siglo XIX, no podía desarrollar más

allá de un cierto punto. En una era en que el psicoanálisis y la transformación del

pensamiento de Nietzsche a Heidegger y Wittgenstein, ha socavado decisivamente el

esencialismo filosófico, podemos reformular el programa materialista de un modo

mucho más radical de lo que era posible para Marx (Laclau y Mouffe, 1990: 127).

Referencias

Best, Stevens y Douglas Kellner (1991) “Marxism, feminism and political

Postmodernism”, en Post-modern theory: critical interrogation, NY, The Guilford

Press, pp. 181-214.

Geras, Norman (1987) “Post-Marxism?”, en New Left Review, N. 163, London, pp. 40-

82.

Laclau, Ernesto y Chantal Mouffe (1990) “Post-marxismo sin pedido de disculpas”, en

Nuevas reflexiones sobre la revoluciones de nuestro tiempo, Buenos Aires, Nueva

visión, pp. 111-148.