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Sábato/¿Laboratorios de investigación o fábricas de tecnología? Kaplan/Política científica y ciencia política

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Sábato/¿Laboratorios de investigación o fábricas de tecnología?

Kaplan/Política científica y ciencia política

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Jorge A. Sábato ¿Laboratorios

de investigación o fábricas de tecnología?

Marcos Kaplan Política científica y ciencia política

Editorial CIENCIA NUEVA

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Los libros de Ciencia N u e v a

Portada: Isabel Carballo

© 1972 by Editorial Ciencia Nueva SRL Avda. Pte. R. Sáenz Peña 825, Buenos Aires

Hecho el depósito de ley

Impreso en la Argentina - Printed in Argentina

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¿Laboratorios de investigación o fábricas de tecnología *

Jorge A. Sábato

* Trabajo preparado para el Departamento de Asuntos Científicos de la OEA.

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En un volumen que reúne tres de sus trabajas * Jorge A. Sábato se describe así:

Argentino (¡hasta la muerte!). 45 años (¡cuántos!). Metalurgista (que investiga en metalurgia, no que pertene-ce a la Unión Obrera Metalúrgica). Trabaja (más o menos, pero full-time) en la Comisión Na-cional de Energía Atómica.

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Ha realizado investigaciones en la Universidad de Bir-mingham (Gran Bretaña), en la Universidad de Stanford (Estados Unidos), en Place Pigalle (Francia) y en el ba-rrio de Floresta (donde vive). Como todo señor de 45 años que se respete pertenece a pilas de instituciones: Fundación Bariloche, Fundación Di Telia, Instituto de Desarrollo Económico y Social, Institute of Metals, Centro de Estudios Industriales, Acta Metalúrgica, Scripto Metalúrgica, Club Corazón Juvenil, etc. (pero no cobra ni un guita en ninguna de ellas). Ha publicado trabajos científicos (y de los otros) en castellano, inglés, francés, portugués, alemán, lunfardo y hasta en una revista distinguidísima que se llama Ekistics.

Es hincha de Gardel, Artaud, el Comandante Prado, Joyce, el Malevo Muñoz, Dostoiewski, Arlt, Joyce Cary, Falú, Ruggiero, Vivaldi, el guiso de arroz, los foratti con tuco, Berni. . . simple: hincha de la autenticidad.

Hoy podríamos agregar que después de haber sido Jefe del Departamento de Metalurgia y Gerente de Tecnología, abandonó la Comisión Nacional de Energía Atómica, que hizo un corto pero significativo paso por la Presidencia de SEGBA y que ahora vive en Colegiales, barrio del cual seguramente también es hincha.

* Ciencia, tecnología, desarrollo y dependencia. Universidad Nacional de Tucumán, 1971.

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"Let me say that everyman who joins this organization knows tvhy we are doing research: to make a profit for General Elec-trie".

A. M. Bueche 1

Introducción

1. Si bien desde el punto de vista antropológico la Tecnología es una de las principales manifestaciones de la creatividad humana, en el actual sistema socio-económico la Tecnología es algo que se produce y se comercializa; es, pues, una mercancía más del circuito económico, una verdadera "commodity of commerce".

2. En otro trabajó 2 hemos analizado algunas de las propiedades principales de esta mercancía —en parti-cular su dinamismo, su. efecto multiplicador y su na-turaleza social— y los aspectos más importantes de su comercio: formas más corrientes de comercialización, volumen de las corrientes de importación y exportación, modalidades del mercado, etc.

En este trabajo nos proponemos estudiar las carac-terísticas más destacadas de la producción de Tecno-logía, con énfasis especial en la existencia, estructura y funcionamiento de lo que denominamos "empresa" y "fábricas" de Tecnología, unidades destinadas espe-cíficamente a la producción ('"fabricación") de Tecno-logía, que si bien existen desde hace décadas en un buen número de países no suelen ser comúnmente reconoci-das como tales.

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I. — La producción de tecnología

3. Comencemos por precisar algunos conceptos y des-tacar ciertas relaciones:

3.1. Definimos Tecnología como el conjunto orde-nado de conocimientos utilizados en la producción y comercialización de bienes y servicios.

Si se divide en etapas el proceso generalmente com-plejo que permite producir y comercializar un bien o un servicio, se suele atribuir una tecnología a cada una de esas etapas y es así que es corriente hablar de tec-nología de estudio de mercado, tecnología de diseño y cálculo, tecnología de "lay-out" y de montaje, tecno-logía de producción propiamente dicha (o de proceso), tecnología de distribución y venta, etc. En los trabajos académicos se suele asignar mayor importancia relativa a las tecnologías de proceso, pero ello no siempre es así en la vida real y, según sean las circunstancias, cua-lesquiera de las otras tecnologías que intervienen pue-de tener igual o mayor importancia que la de proceso. La decisión de utilizar o desarrollar una dada tecnolo-gía global se toma en función de todas y cada una de las etapas y por lo tanto todas las tecnologías tienen importancia.

3.2. El conjunto de conocimientos que definen una cierta tecnología está integrado no sólo por conoci-mientos científicos —provenientes de las ciencias exac-tas, naturales, sociales, humanas, etc., sino también por conocimientos empíricos como los que resultan de ob-servaciones y ensayos, o se reciben por tradición oral o escrita o se desarrollan gracias a alguna determinada aptitud específica (intuición, destreza manual, sentido común, etc.). Hay tecnologías en las que predomina el conocimiento científico, como ocurre con la mayoría de las modernas tecnologías de proceso, a diferencia de lo que ocurre —por ejemplo— con las tecnologías de comercialización en las que prima aún el conocimiento empírico. Pero aun en las de proceso hay una gama extensa de variación, desde aquellas basadas casi exclu-sivamente en conocimiento científico —como las em-pleadas en la fabricación de computadoras— hasta las

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que sólo utilizan conocimiento empírico —como ocu-rre en gastronomía— pasando por muchas en las que conocimiento científico y conocimiento empírico se em-plean combinadamente, como ocurre en el forjado de metales, en la construcción de edificios, en la fabrica-ción de muebles y artefactos de madera, etc.

3.3. Por definición, la Tecnología es un elemento necesario para la producción y comercialización de bie-nes y servicios, y en consecuencia, ella misma constitu-ye un objeto de comercio entre los que la poseen y están dispuestos a cederla, canjearla o venderla, y los que no la poseen y la necesitan. La Tecnología adquie-re así un precio de venta y se convierte en mercancía, según la definición de K. Boulding: 3 "A commodity is something which is exchanged, and, therefore, has a pnce".

Es, por supuesto, una mercancía valiosa y en su co-mercio —cada vez más activo, tanto nacional como internacionalmente— se presenta a veces como si fue-ra una materia prima, incorporada a bienes físicos (tal el caso de una máquina herramienta, por ejemplo, que lleva en sí misma la tecnología para la cual se la ad-quiere); otras veces, cuando está contenido en docu-mentos y/o en personas, como si fuera un bien de ca-pital (por ejemplo, si se adquiere el "know-how" de un proceso, se puede realizar ese proceso tantas veces como se desee); y en la mayoría de los casos, en una mezcla de ambas, en las proporciones que corresponde a la tecnología en cuestión (así, en la tecnología de una planta de laminación —por ejemplo— hay tecnología incorporada en el 'know-how" del proceso).

3.4. Además de su valor mercantil, es bien sabido que la Tecnología posee valor estratégico, y cada vez mayor, como lo prueba el hecho de que en los últimos años se use con frecuencia creciente expresiones tales como "dependencia tecnológica", "neo-colonialismo tecnológico", "autonomía tecnológica", etc., que dan cuenta de la existencia de naciones que poseen Tecno-logía y de naciones que no la tienen, y que por lo tanto dependen de las otras para el abastecimiento de elemen-to tan importante. Por eso, tanto para los países como para las empresas, tener o no tener Tecnología, "that is the question".

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3 5 . ¿Cómo es posible, sin embargo, asegurar h producción regular de mercancía tan valiosa cuando, de acuerdo a la definición que hemos dado, entran en su composición elementos no fácilmente controlables ya que el conjunto de conocimientos que constituye una dada tecnología puede ser el resultado buscado de un esfuerzo dirigido, pero también la consecuencia cir-cunstancial de resultados de otras acciones (observa-ción casual, descubrimiento inesperado, intuición, co-nexión fortuita de observaciones diferentes, etc.)?

La respuesta está en que si bien todavía hoy ni toda la tecnología deriva de la investigación científico-téc-nica ni todos los resultados de la investigación se trans-forman en tecnología, cada vez más el conocimiento científico-tecnológico es el insumo más importante de un número creciente de tecnologías. La producción "ar-tesanal" de una dada tecnología se convierte en "pro-ducción industriar' en la medida que aumente en ella la cantidad de conocimientos científicos. Es por ello que la producción y organización de los conocimientos científico-técnicos que integran esas tecnologías se ha convertido más y más en un objetivo específico, resul-tado de una acción determinada y de un esfuerzo sos-tenido.

3.6. Este esfuerzo organizado se denomina Inves-tigación y Desarrollo ( ID) y su objetivo es la creación, propagación y aplicación de conocimientos científicos. La OECD la ha definido en los siguientes términos: 4

" ID comprende todas las tareas que se realizan para el avance del conocimiento científico con o sin un fin práctico definido, y para el uso de sus resultados diri-gidos hacia la introducción de nuevos productos o pro-cesos o la mejora de los existentes".

La relación entre ID y una dada tecnología puede ilustrarse con una descripción de las diferentes etapas que integran la producción de la tecnología necesaria para fabricar y vender un producto absolutamente nue-vo:

a) Investigación científica que lleva al descubrimien-to de un nuevo hecho, ley o teoría que será el funda-mento del nuevo producto.

b) Investigación centífico-técnica que lleva la con-cepción del nuevo producto por aplicación de lo des-

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cubierto en a) más el empleo de otros conocimientos ya existentes.

c) Diseño e ingeniería del producto. d) Ingeniería de manufactura del producto, espe-

cialmente desarrollo del herramental que será utiliza-do en su producción industrial.

e) Aplicación de la ingeniería de manufactura en escala de planta piloto.

f) Investigación del mercado y primeras experien-cias —es escala piloto— de comercialización.

En esta cadena de acontecimientos hay una perma-nente realimentación entre cada uno de sus eslabones, incluyendo los más alejados. Por ejemplo, los resulta-dos de f) pueden obligar a introducir modificaciones en b) e incluso a buscar nuevos resultados en a), y es así como se estructura la trama que vincula Ciencia, Técnica y Tecnología.

3.7. La producción de Tecnología deja de ser algo aleatorio y librado a circunstancias más o menos for-tuitas para pasar a ser un proceso orgánico, sistemático, continuo, industrial, cuando es posible establecer entré Tecnología e ID una correlación positiva que expresé que a un dado esfuerzo en ID como input correspon-de un cierto avance tecnológico como output. Pierre Maurice afirma: 5 que para muchas tecnologías es posi-ble definir una "función de producción" entre cada una de ellas y el esfuerzo realizado en ID, función dt pro-ducción que hace teóricamente posible organizar la producción de esas tecnologías según una metodología similar a la que se emplea en la producción de otras mercancías, y dar por lo tanto origen a una verdadera industria. Como afirman F. Russo y R. Erbes: 6 "La recherche-développement est bien une industrie puis-qu'elle peut se définir comme une structure, plus ou moins stable, d'operations de production et de distri-bu tion de biens économiques".

3.8. Las tecnologías de proceso empleadas en quí-mica, electrónica, informática, energía nuclear, astro-náutica, óptica, etc., son ejemplos bien conocidos de tecnologías producidas en forma orgánica a partir de un esfuerzo sistemático de ID, dirigido y organizado para obtener esas tecnologías. El éxito obtenido con ellas ha llevado a organizar esfuerzos similares en otros

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sectores de la producción y la comercialización, en don-de las tecnologías empleadas tienen todavía muy poco contenido de ID, con el objetivo de poder también en ellas definir "funciones de producción" entre tecnolo-gía e ID que hagan posible programar la producción de esas tecnologías. El control numérico en máquinas herramientas, la "xerografía" en la copia de documen-tación, la fundición continua, la revelación directa (Po-laroid) en fotografía, los tejidos de lana "inarruga-bles", las hojitas de afeitar de acero inoxidable, son al-gunos ejemplos de importantes éxitos obtenidos en sec-tores que hasta hace pocos años dejaban más o menos librado al azar el desarrollo de las tecnologías que em-pleaban. También en las tecnologías de comercializa-ción se realiza un esfuerzo similar, y la creciente cali-dad de los estudios de mercado, la mayor eficiencia en los sistemas de distribución, el mejor dimensionamien-to de los stocks, etc., son algunos de los resultados que demuestran la conveniencia y factibilidad de aumentar sensiblemente el contenido de ID en territorios donde hasta hace poco la experiencia, la intuición y el senti-do común eran el único fundamento de las tecnologías en uso.

II. — Fábricas y laboratorios

4. Como es sabido, la producción de mercancías se realiza en fábricas o talleres. Y bien: lo mismo ocurre con la tecnología, con la única diferencia de que las fábricas o talleres de tecnología se llaman "laboratorios de investigación y desarrollo", o "departamento de ID", o "centros de ID" o nombres similares en los que siempre figura al menos la palabra "investigación". Son verdaderas fábricas —y así debieran llamarse, pa-ra evitar confusiones— porque su objetivo es produ-cir una mercancía: Tecnología.

Toda empresa que produce bienes o servicios está compuesta de un conjunto de unidades productivas, donde se manufacturan y procesan los distintos insü-mos (materias primas, productos intermedios, partes, sub-conjuntos que permitirán obtener el producto final, etc.). La función de esas unidades es "the conversión

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of matter and energy into useful producís for markets" según la feliz definición de "manufacturing" que han dado D. Frey y J . Goldman.7 El "laboratorio" de esa empresa manufactura y procesa un insumo (conoci-miento, tanto el que desarrolla por sus propios medios como el que obtiene del "stock" universal) con el que produce la tecnología (o tecnologías) que será a su vez insumo del bien o servicio que produce la empresa. Glosando a Frey y Goldman podría decirse que la fun-ción del "laboratorio" es "the conversión of know-ledge into technology, a useful product for manufac-turing" por lo que, como las otras unidades producti-vas que integran la empresa, debe estar organizado para producir, ya que debe su misma existencia a esa misión productora. Por eso creemos más correcto llamarlo "fábrica": un verdadero laboratorio de inves-tigaciones ( el de una Universidad, por ejemplo) tiene por misión producir conocimiento científico-básico o aplicado— por el conocimiento mismo; en cambio el "laboratorio" de una empresa produce conocimiento básico o aplicado— para ser utilizado. R. Gershino-witz 7 lo ha expresado muy claramente: "it would be senseless to do research if the results of research could not be put to use".

5. La mayoría de las fábricas de tecnología ("la-boratorios") pertenecen a empresas cuyo objetivo fun-damental no es producir tecnología sino producir otras mercancías en las que utiliza tecnología propia o ad-quirida. Así ocurre con las fábricas de tecnología de las empresas manufactureras, de las empresas de servi-cios públicos (gas, electricidad, agua, comunicaciones, etc.), de las empresas de comercialización. Pero las fá-bricas de tecnología pueden también formar parte de empresas destinadas exclusivamente a la producción y/o comercialización de tecnología, es decir, empresas en que la tecnología misma es el objeto de su existencia, el producto final y no un insumo para otros productos. Las llamaremos "empresas de tecnología" para subra-yar el carácter exclusivo de su función. El ejemplo más conocido —y más exitoso— es el de la Bell Telephone Laboratories, cuyo objeto no es producir teléfonos sino exclusivamente tecnología en el campo de las teleco-municaciones.

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Hay muchos otros ejemplos de empresas de tecno-logía: los institutos de investigación del tipo del Batte-lie Memorial Institute de EE. UU., el Fullmer Research Institute de Gran Bretaña, el I IT de Colombia, el IMIT de México, etc.; los institutos nacionales de in-vestigaciones industriales, como el INTI de la Argen-tina, el INTEC de Chile, el IPT de Brasil, etc.; los centros de investigación de sectores industriales como el IRSID de Francia, el British Non-Ferrous Metals Research Association, de Inglaterra; el Centro Elettro-tecnico Sperimentale Italiano, el Instituto de Investi-gaciones de la Industria de la Máquina-Herramienta de la URSS, el Instituto del Mar, del Perú, el Central Research Leather Laboratory de la India, etc.; las em-presas de ingeniería y las de consultoría, que general-mente no producen tecnología, sino que la comerciali-zan; las empresas que desarrollan bienes de capital (co-mo Sciaky en soldadura, Cincinatti en máquina-herra-mientas, Sheppard en fundición, etc.) y fabrican pro-totipos, pero no los producen masivamente; las em-presas de informática, que producen tecnología de in-formática que luego aplican a la comercialización de otras tecnologías, etc.

Además, hay otras organizaciones que, como aquel personaje de Moliere que no sabía que hacía prosa cuando hablaba, son realmente empresas de tecnología, muchas veces sin saberlo. Tal el caso de las comisio-nes nacionales de energía atómica de la mayoría de los países, que tienen por objetivo la producción de tec-nología nuclear, que luego comercializan directamente —en sus propias fábricas de combustibles, en sus cen-tros de irradiación, etc.— o a través de otras empresas a quienes se la transfieren, generalmente a precios muy inferiores a los de producción para fomentar así el es-tablecimiento y desarrollo de la industria nuclear. Tam-bién son empresas de tecnología los centros de inves-tigación del espacio y otras empresas similares que in-tegran la familia de instituciones conocidas con el nom-bre de "mission oriented laboratories,,, denominación que indica claramente que el sustantivo "laboratorio", a secas, no es suficiente para caracterizar con precisión su verdadero objetivo.

6. Las empresas y fábricas de tecnología tienen una

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preocupación fundamental: procesar conocimiento para producir tecnología. Para tal fin podrían teóricamente no hacer ninguna clase de investigación ya que les bas-taría usar el conocimiento existente y producido por los auténticos laboratorios de investigación. D. Alli-son 9 señala que "the greatest capability that the in-dustrial laboratory possesses (is) the ability to exploit new knowledge". Es la experiencia la que ha demos-trado la conveniencia de realizar investigación propia, especialmente para poder utilizar con mayor eficiencia el conocimiento generado por otros. Esa conveniencia de realizar investigación debe poder medirse por un mejoramiento de los resultados operativos de la em-presa, que justifiquen los gastos que dicha investiga-ción insume porque en eso reside finalmente el fun-damento de la legitimidad de la investigación indus-trial: "Research is an activity of a company that makes it possible for the company to increase its profits".10

Pero esa tarea de investigación puede producir co-nocimiento no aplicable inmediatamente, conocimien-to puro o básico como se lo suele llamar. Eso ocurre naturalmente —por definición de investigación— y ese conocimiento puede ser de tan alta calidad como el me-jor que se produce en los laboratorios de investigación, al extremo de permitir a sus descubridores obtener re-compensas académicas del más alto nivel, incluyendo el Premio Nobel, como ocurrió en 1932 (I . Langmuir, que dirigía la fábrica de Tecnología de la General Elec-tric), en 1937 (Davisson de la Bell) y en 1956 (Shock-ley, Brattain y Bardeen, también de la Bell). Pero, co-mo diría un economista, estas recompensas son "exter-nalidades" de una fábrica de tecnología. Esta no existe para ganar Premios Nobel; si su personal los obtiene, mejor, porque ello no sólo da prestigio a la compañía, sino que demuestra que tiene personal muy calificado y que ha sabido organizado de modo tal de hacer po-sible la creación científica al nivel más alto; pero si la fábrica produjese solamente premios y recompensas académicas, no cumpliría con su función específica y en consecuencia debiera ser radicalmente re-estructu-rada. Como lo ha expresado Robert Hershey,11 vice-presidente de ID de Dupont, "Research per se is not a süitable objetive for an industrial organization. Re-

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search and its application, taken together and viewed -as inseparable, are the legitímate goal".

Por su parte, los legítimos laboratorios de investi-gación, que existen solamente para producir conoci-miento "for the sake of it", suelen también producir tecnologías, que son así "externalidades" de su fun-ción específica. Es también natural que ello ocurra por-que la tarea de investigación no tiene fronteras rígidas y por lo tanto muchos investigadores no se detienen en la obtención de un determinado conocimiento sino que se interesan en su aplicación y realizan así trabajos que no son específicos de un laboratorio de investigaciones sino de una fábrica de tecnología. Hay numerosos ejem-plos: equipos e instrumentos científicos (microscopio electrónico, microscopía a emisión de campo, micro-sonda electrónica, espectrómetro de masa, aceleradores -de partículas —linear, en cascada, ciclotrón, etc.—, de-tectores de partículas, ultracentrífugas, etc.) que fue-ron inventados y fabricados por primera vez, en labo-ratorios universitarios; procesos, como la mayoría de los empleados en la química orgánica industrial; pro-ductos como el láser y el polaroid, etc. Estos desarro-llos exitosos, realizados en laboratorios que teóricamen-te tenían otra misión, inspiró la creación de los ahora llamados "mission-oriented laboratories" justamente con el objeto de hacer explícita una función que ellos habían cumplido casi sin proponérselo. Tal el caso de laboratorios universitarios como el jet-Propulsion La-boratory del California Institute of Technology, el Lin-coln Laboratory del MIT, etc., que son verdaderamen-te fábricas de tecnologías instaladas en campos univer-sitarios donde tratan de optimizar las "economías ex-ternas" de las tareas de investigación.

7. Por cierto que las semejanzas formales entre fá-bricas de tecnología y laboratorios de investigación son muy grandes. En primer lugar, los elementos físicos son prácticamente indistinguibles: edificios similares, situados en paisajes parecidos (cada vez más se instala la fábrica de tecnología alejada de las otras fábricas que integran la empresa), equipados con las mismas má-quinas, instrumentos, aparatos, muebles y enseres, etc. La semejanza es aún mayor y más significativa, en el personal: científicos y técnicos tienen curricula simi-

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lares y son dirigidos por hombres de altas calificaciones profesionales y académicas; por eso no debe extrañar que haya gran circulación de personal entre "fábricas" y "laboratorios", circulación que a su vez contribuye a hacer aún mayor el paralelismo entre ambos tipos de instituciones.

Todo esto es consecuencia, por supuesto, de que tan-to las fábricas de tecnología como los laboratorios de investigaciones basan su funcionamiento en el uso de una misma herramienta epistemológica: el método cien-tífico, cuyo empleo a lo largo de muchas décadas ha terminado creando un sistema de hábitos de trabajo, división de tareas, distribución de espacio y tiempo, etc., que es común a todos los lugares donde se realizan tareas de ID. No debe extrañar entonces que haya tan-tas semejanzas formales entre instituciones donde se trabaja de la misma manera aunque sí con distinto fin. Lamentablemente estas semejanzas suelen ocultar la di-ferencia de fondo que existe entre ambos tipos de ins-tituciones y se produce entonces una confusión de roles que tiene serias consecuencias sobre la eficiencia de aquellas organizaciones que siendo en realidad fábricas se ven a sí mismas como laboratorios. H. Brooks 12

llama la atención sobre "a frequent paradox observed in civil service laboratories is the high level of scien-tific performance of individuáis contrasted with the often disappointing results from the organization". Lo que ocurre realmente es que tales "civil service labo-ratories" son realmente fábricas de tecnología pero no lo entienden así los científicos y técnicos que en ellos trabajan. Creen que pertenecen a un laboratorio de in-vestigaciones —¡y generalmente así lo dice el nombre oficial de institución!— y por lo tanto entienden que su deber es producir buena ciencia; se sienten entonces satisfechos con sólo producir conocimiento, cuando en realidad no debieran estarlo hasta lograr transformar esos conocimientos en tecnología. Esta confusión de roles es muy frecuente y suele acarrear hasta la destruc-ción de instituciones que en principio poseen todos los atributos necesarios para funcionar excelentemente. Pe-ro es esencial que el personal científico y técnico sepa y acepte qué es lo que de él se espera. El científico que trabaja en una fábrica de tecnología —y que ha

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tomado conciencia de e l lo— tiene una determinada ac-titud hacia la investigación, que D. Allison 13 ha des-cripto muy gráficamente: " i t is difficult to capture his interest in a problem or a discovery, however exciting it might appear to you, unless he can sense that the thing might have commercial valué. His favorite word is relevance".

8. Las fábricas de tecnología nacieron hacia fines del siglo pasado y primeras décadas de este siglo. Hasta ese entonces la producción de Tecnología era mucho más el resultado de esfuerzos individuales que de pro-cesos sistemáticos. Se promovía y premiaba al inventor individual, como lo hacían instituciones como la Roy al Society de Inglaterra y la Academie des Sciences de Francia. Las industrias más importantes de la época (textil, mecánica, metalúrgica) progresaban técnica-mente sin mayor relación con lo que ocurría en la cien-cia de la época. Pero esta situación iba a cambiar ra-dicalmente con el nacimiento y desarrollo de las indus-trias química y eléctrica, que necesitaban imperiosa-mente de conocimientos científicos y técnicos; fueron las primeras industrias en las que se tomó conciencia de que el conocimiento puede ser más importante que las materias primas. En la década del 20 ocurren en EE. UU. dos hechos que influirían poderosamente en el futuro desarrollo de la producción de tecnología. En primer lugar, un enérgico desarrollo del National Bu-reau of Standards, que trae como consecuencia que a sus tradicionales funciones de ensayos y mediciones se le agregue la de desarrollar tecnologías útiles para la in-dustria manufacturera americana, con lo que la mayo-ría de los laboratorios del NBS se convierten así en los primeros laboratorios gubernamentales (norteame-ricanos) "mission-oriented". En segundo lugar, la crea-ción de la Bell Telephone Laboratories como empresa independiente, a partir de los laboratorios de investi-gación de la Western Electric Company: por primera vez se crea una empresa con el objetivo explícito de producir tecnología como una mercancía independiente, una empresa independiente de la que va a usar la tec-nología que ella produzca.

Los importantes éxitos del NBS y la Bell los con-vertirían en paradigmas que luego serían imitados

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no sólo en EE. UU. sino también en muchos otros países.

Hasta la Segunda Guerra Mundial el proceso de to-ma de conciencia de la posibilidad de producir Tecno-logía en forma sistemática se desarrolla gradualmente, especialmente a través de la instalación y/o crecimien-to de fábricas de tecnología en las grandes empresas: I. G. Farben Industrie y Siemens en Alemania, I. C. I. en Gran Bretaña, Philips en Holanda, Dupont, West-inghouse y Alcoa en EE. UU., etc.

Es en la Segunda Guerra cuando se produce la de-mostración más terminante de la factibilidad de pro-ducir tecnología casi a voluntad mediante el uso de ID. Varios desarrollos (el radar, las "bombas voladoras", las turbinas para los aviones a chorro, etc.) son ejem-plos contundentes de esa capacidad, pero el éxito más sensacional es el Manhatan Project que se propone y logra la fabricación de la bomba atómica a partir de un descubrimiento científico obtenido en laboratorios de investigación: la fisión del uranio. El ex-presidente H. Truman describió el Manhatan Project con palabras que destacan lo que fue realmente fundamental: "But the greatest marvel is not the size of the enterprise, its secrecy, ñor its cost, but the achievement of scientific brains in putting together infinitely complex pieces of knowledge held by many men in different field of sciences into a workable plan". Exacta descripción de lo que es el desarrollo de una tecnología y, por eso mismo, una de las lecciones más importantes de aquel proyecto, porque después de su éxito no quedaron du-das sobre que era posible producir tecnologías aplican-do una metodología similar. Esta toma de conciencia se traduce de inmediato en el crecimiento explosivo de los presupuestos tanto públicos como privados— des-tinados a ID, en la creación de nuevas instituciones y laboratorios "mission-oriented", en el apoyo masivo a las carreras científicas (físicos y matemáticos pasan a figurar entre los profesionales mejor pagados!) y a las universidades y centros de formación de personal cien-tífico y técnico. En los últimos quince años se produce así una verdadera explosión en el campo de la produc-ción de Tecnología como lo pone de manifiesto la in-troducción y uso de expresiones tales como "science

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based industries", "research intensive industries", "eco-nomy of knowledge", etc. Definitivamente, la produc-ción de Tecnología se convierte en una actividad in-dustrial y su comercialización adquiere importancia; estas son las características relevantes de lo que se ha dado en llamar "la segunda revolución industrial". Se-gún D. Cordtz 13 bis "few dogmas have permeated U.S. industry so quickly and thoroughly as the ideas that research is indispensable. In the last fifteen years cor-porate spending on basic and applied research has risen more than fourfold, to an estimated u$s 3 billion last year (1970)" .

9. Durante este proceso histórico las empresas lí-deres productoras de bienes y servicios aprendieron que "their research and development activity is not an appendage to other functions of the firm but is an in-tegral part of it" 14 y en consecuencia dieron cada vez más importancia a sus fábricas de tecnología, hecho que trasmitieron al gran público a través de publicidad ma-siva con textos como los siguientes:

"Research, in a climate of innovation, is our solid base for future growth".15

"To keep thinking ahead. . . Hoechst employs 10300 people in R&D with a research investment this year of more than £ 60 million".16

"Progress is our most important product".17

"Anticipating tomorrow's needs today, through re-search — in chemicals".18

"Union Carbide is constantly developing new and improved producís —and researching new ideas".19

Pero la mayoría de estas empresas no sólo producen íecnología para sus propios fines sino que además —y en forma crecieníe— la venden. Han incorporado así a su línea de comercialización un nuevo producío, co-mo lo expresa en forma muy elocueníe el siguieníe avi-so comercial: "Hiíachi Lid. . . . is now in the business of selling ideas as well as manufactured goods, the first Japanese company to do so".20 Es por eso que las grandes corporaciones incluyen por lo menos una em-presa de tecnología que comercializa la tecnología que producen las diversas fábricas de tecnología de la cor-poración, optimizando así la inversión realizada en ID. Los ejemplos son bien conocidos: todas las grandes

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corporaciones venden cada día más tecnología, sea in-corporada en sus productos, sea desincorporada en pa-tentes, contratos de "know how", diseños y planos, asistencia técnica, etc. Probablemente sea justamente la tecnología el instrumento más poderoso de penetra-ción en el mercado mundial. Esas corporaciones son además cada vez más "research intensive", con lo que fortalecen su dominio tecnológico.

III. — Tipos de empresas y fábricas

10. La experiencia ha permitido definir con preci-sión cada vez mayor las diferentes funciones que una fábrica de tecnología cumple en el seno de una empresa o corporación. Entre las más importantes, figuran las siguientes:

Ser una fuente crítica de información científica y técnica, capaz de evaluar sus posibilidades presentes y futuras para la empresa.

Responder a las consultas científico-técnicas que plantean otros sectores de la empresa (producción, co-mercialización, compra, etc.).

Evaluar la factibilidad de nuevos desarrollos que la empresa desea realizar.

Realizar investigación en problemas planteados por la dirección de la empresa o elegidos por la misma di-rección de la fábrica. La investigación podrá ser básica o aplicada, según la naturaleza del problema; general-mente será una combinación de ambas.

Asesorar a la empresa en la planificación de futuros desarrollos tecnológicos.

Mantener estrecho contacto con la comunidad cien-tífico-técnica externa a la empresa, buscando descu-brir nuevos talentos, explorar nuevos campos y esti-mular la realización de investigaciones que puedan ser de utilidad para la empresa.

Mantener estrecho contacto con los laboratorios de control de calidad de la empresa, no sólo para ayu-dar a éstos a mejorar sus servicios a través del desarro-llo de nuevas técnicas, equipos, etc., sino porque el control de calidad es una fuente importante de proble-mas, una especie de "ventana abierta" a través de la

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cual el personal de la "fábrica de tecnología" mejora su contacto con la realidad.

Por cierto que todas estas funciones adquieren ma-yor relevancia aun en el caso de las "fábricas" que per-tenecen a las empresas llamadas "science-based", dado que ellas simplemente no podrían existir si la "fábri-ca" dejase de alimentarlas continuamente de nuevas tecnologías. Para una empresa "science-based" la fá-brica de tecnología es lo que un alto horno a una acería integrada. Es obvio que estas empresas existen sólo porque es posible producir tecnología de manera pla-nificada y así como en el siglo pasado la producción regular de acero permitió la fabricación regular de má-quinas y equipos, en nuestros días es la producción y procesamiento regular de conocimiento —mediante ac-ciones de I D — lo que hace posible la fabricación regu-lar de los productos llamados "science-based".

11. En lo que se refiere a empresas de tecnología en las dos últimas décadas, no sólo han crecido noto-riamente en número y variedad —como ya lo hemos señalado en 8 .— sino que los servicios que ofrecen cubren un espectro muy amplio. La publicidad que rea-lizan provee de algunos ejemplos reveladores:

"Bechtel processing technology. Everything from to-matoes to copper".21

"TWR Inc. A diversified technology company spe-cializing in producís, systems and services for world wide markeís" 22

"Unused inveníions waníed. Producí Developmení Consultanís serves professional inveníors and corpo-raíions by helping ío íurn dormant inveníions . . . inío royalty-paying licensing agreements" 23

"Deposit or draw from íhe iníernaíional exchange bank of profiíable íechnology".24

La gran variedad de empresas de íecnología se pue-de apreciar en la siguieníe clasificación:

Empresas sectoriales: Son las que producen íecno-logía para un deíerminado secíor: indusíria, agriculíu-ra, ganadería, comercio, minería, servicios, eíc. Períene-cen a esíe grupo empresas privadas (como el Baíelle Memorial Insíiíuíe de EE. UU., el I IT de Colombia, eíc.), empresas esíaíales (como el INTI y el INTA de Argeníina, el NBS de EE. UU., el Insíiíuío del Mar

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de Perú, etc.), empresas paraestatales (como el Insti-tuto de Investigaciones Forestales de Chile, el INTEC también de Chile), empresas estaduales (como el IPT de San Pablo, Brasil), empresas regionales (como el ICAITI, de Centro América), empresas universitarias (como el Centro de Estudios en Cuencas y Vertientes de la Universidad de La Plata, Argentina), etc.

Empresas por ramas: Son las que producen tecnolo-gía para una determinada rama, tales como la indus-tria metalúrgica, de la construcción, eléctrica, mecáni-ca, etc.; o cereales, ganado ovino, fibras industriales, etc.; o minerales no metalíferos, petróleo, etc. Tam-bién en esta categoría hay empresas privadas (como la Bell Telephone Laboratories en telecomunicaciones, la Lockhead R&D en aeroespacial. la Sciaky en soldadu-ra, etc., de EE. UU.), empresas mixtas (como el IRSID de Francia), empresas cooperativas (como el British Non Ferrous Metals Research Association), empresas estatales (como el Instituí Frangais du. Pétrole, el La-boratorio Nacional de Hidráulica de Argeníina), em-presas paraesíaíales (como el Insíiíuío de Fomento Pesquero de Chile), empresas universiíarias (como el Insíiíuío de Invesíigación de Alia Tensión de la Uni-versidad de La Plaía, Argeníina, el Ceníro de Invesíi-gaciones de la Lana en la Universidad del Sur, Argen-íina), eíc., eíc.

Por cierto que esía clasificación es solameníe parcial e incompleía. Habría que agregar muchas oirás empre-sas, como las que esíán especializadas en productos es-pecíficos, las que operan en un campo íécnico deíer-minado (como los oganismos nacionales de energía aíómica o los de invesíigaciones especiales), las empre-sas de ingeniería que venden mulíiíud de lecnologías difereníes, eíc., Sin olvidar las empresas de íecnolo-gía de las grandes corporaciones que por sí solas cu-bren diversos campos, sectores y ramas. "R&D in Ge-neral Elecíric is exíremely diversified, covering vir-íually all areas of íhe physical sciences, and exíending into the life sciences".25 O como dice un aviso: "At GT&E, research gets resulís — in communicaíions, chemisíry, elecíronics, lighíning, meíallurgy".26

12. Freníe al mercado, las empresas de íecnología proceden de muy difereníe manera según el íipo de

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empresa que sea, la naturaleza de su propiedad (priva-da, estatal, mixta, etc.), las características de las tec-nologías que produce y vende, el grado de independen-cia de su dirección, el alcance de su mercado (nacional o internacional, limitado a un cliente o abierto a todos), etc. La Bell, por ejemplo, que sirve al sistema de la American Telegraph and Telephone del que forma par-te, opera de manera distinta al Battelle Memorial Ins-titute, que opera en varios sectores y ramas y sirve en principio a cualquier cliente que esté dispuesto a pagar por sus servicios. En el caso de la Bell, su producción de tecnología —limitada a telecomunicaciones— resul-ta de una interacción oferta-demanda entre ella y las restantes empresas que integran la AT&T. Por cierto que éstas demandan desarrollos tecnológicos determi-nados a la Bell pero más importante es el hecho de que debido a su elevada autonomía, la Bell puede ofertar a la AT&T —y lo hace permanentemente— desarro-llos que ésta no había ni siquiera pensado. Probable-mente en esa circulación de oferta en Tas dos direccio-nes resida una de las claves del éxito de la Bell, ya que gracias a ello ésta no va a la zaga de las necesidades de la AT&T sino que realmente puede conducir el pro-ceso de innovación.

En cambio, el Battelle es multisectorial y multidis-ciplinario y opera en mercado abierto, no sólo nacional, sino internacional. Horizonte tan amplio de actividades supone serios peligros que sólo pueden ser superados en base a una extrema flexibilidad operativa y a una agresiva política de ventas; y probablemente a ambas se deba el éxito del Battelle, más meritorio aún si se tiene en cuenta que muchos institutos —organizados para competir con Battelle— fracasaron y desaparecie-ron. Por análogas causas es muy poco probable que los llamados institutos nacionales de investigación indus-trial —empresas estatales de tecnología organizadas para servir a todas las ramas de la industria de un país— puedan tener éxito: las rigideces burocráticas del aparato estatal —particularmente en los países en vía de desarrollo— hacen prácticamente imposible lo-grar una operación flexible y una agresiva política de ventas (en estos institutos, las ventas interesan mucho menos como fuente de recursos que como un mecanis-

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mo de acople con la realidad). Si a esto se agrega el hecho de que la mayoría de esos institutos no ha to-mado aún conciencia de que son empresas de tecnolo-gía, no debe sorprender que los resultados obtenidos con ellos hasta ahora estén muy por debajo de las ex-pectativas que se tuvieron en el momento de su crea-ción. En estos países sería más conveniente la organi-zación de empresas mixtas o paraestatales (las privadas carecen de viabilidad por la debilidad del sector eco-nómico nacional al que deben servir) por ramas (in-dustria metalúrgica, industria eléctrica, industria ali-menticia, etc.) y aun por productos (hierro y acero; lana, cuero, café, petróleo, energía eléctrica, etc.). Al operar en un territorio más restringido y definido con mayor precisión, disminuyen los riesgos al par que aumentan las ventajas, especialmente las derivadas de un mejor contacto con los problemas reales que se pre-sentan en el desarrollo de la rama o producto en cues-tión. Es probable que ello haya influido positivamente en los éxitos del Instituto de Investigación del Cuero de la India, del ITT de Colombia, que pese a su nom-bre de Instituto de Investigaciones Tecnológicas res-tringe de hecho sus actividades a la industria alimen-ticia; del SATI de la Argentina, que opera en el sector metalúrgico pero con especialización en soldadura, frac-tura y grandes componentes.

Las empresas que pertenecen a grandes corporacio-nes transnacionales se ven favorecidas por la escala de sus operaciones y por el hecho de que su producción de tecnología se comercializa principalmente a través de los bienes o servicios que vende la corporación; a su vez, como dichos bienes y servicios se venden fun-damentalmente porque poseen tecnologías de avanza-da —que les da ventajas comparativas en el mercado— esto actúa como re-alimentación en la producción de tecnología, impulso que ayuda fuertemente a su desa-rrollo ininterrumpido.

13. Un ejemplo importante, que sirvió y sirve de modelo a la mayoría de los laboratorios "mission oriented", es el de los organismos nacionales de ener-gía atómica que, con nombres diferentes (Atomic Ener-gy Commission de EE. UU., Atomic Energy Authority de Gran Bretaña, Commisariat a l'Energie Atomique

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de Francia, Junta de Energía Nuclear de España, Co-misión Nacional de Energía Atómica de la Argentina, etc.) cumplen en los distintos países una misma fun-ción: en el campo de la energía nuclear, desarrollar conocimiento científico-técnico y sus aplicaciones. En los países desarrollados, su creación fue inspirada por el resonante éxito del Proyecto Manhattan e impulsa-da por el interés y la urgencia de desarrollar, práctica-mente desde cero, un campo totalmente nuevo: el de la tecnología nuclear y sus aplicaciones militares y pa-cíficas. Esos organismos fueron pues verdaderas em-presas de tecnología, y a ellos se debe —directa o in-directamente— prácticamente la totalidad de la tecno-logía nuclear que hoy se emplea en el mundo. De acuerdo con las modalidades propias de cada país, de cada organismo y de cada problema, esas empresas a veces realizaron únicamente (o hicieron realizar por terceros) tareas de ID, encargando la producción de la tecnología correspondiente a otras empresas (caso de las membranas empleadas en las celdas de difusión del hexafluoruro de uranio, en EE. UU.); a veces, de-sarrollaron la tecnología en forma completa, que luego cedieron a empresas para su comercialización y utili-zación (caso de los prototipos de reactores de poten-cia a uranio enriquecido y agua hirviente —desarrolla-do por la AEC de EE. UU.—, a uranio natural, grafito y gas, desarrollado por la U.K.A.E.A. de Gran Breta-ña, etc.); en otros casos, no sólo desarrollaron la tec-nología sino que tomaron a su cargo la producción y comercialización de los bienes para los cuales se necesi-taba esa tecnología (caso de los elementos combusti-bles para reactores nucleares en Gran Bretaña, etc.).

A medida que transcurrió el tiempo y la industria nuclear fue fortaleciéndose, la tarea de producir tec-nología nuclear fue pasando paulatinamente a otras empresas —principalmente privadas o mixtas— liga-das más directamente a la producción de bienes y ser-vicios nucleares, con lo que el rol de los organismos nacionales se fue debilitando y sus objetivos se torna-ron menos precisos. En cierto sentido, dejaron de tener razón como empresas de tecnología nuclear y a ello se debe que en los últimos años entraran en profundas crisis —que podrían calificarse de "crisis de personali-

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dad"— y que, al menos en Gran Bretaña y en Francia, han dado origen a importantes transformaciones es-tructurales.

En cambio, en los países en vía de desarrollo, los organismos de energía atómica comenzaron por ser ins-titutos de investigación básica, pasaron luego a reali-zar tareas de ID y sólo posteriormente comenzaron a transformarse en empresas de tecnología, generalmente sin clara conciencia de que ello debía ocurrir necesaria-mente. Por cierto que cada una de esas transformacio-nes ocasionaron —y ocasionan— crisis, originadas prin-cipalmente en lo difícil que resulta a su personal asu-mir el cambio de roles, dificultad que se agrava por la relativa ignorancia que aún rodea a los objetivos y funcionamiento de las empresas de tecnología.

14. La gran mayoría de las empresas y fábricas de tecnología están instaladas en los países desarrollados, que por lo tanto monopolizan prácticamente la pro-ducción de Tecnología.27 Los países no desarrollados, en cambio, tienen muy pocas empresas y fábricas— que además funcionan generalmente por debajo de su real capacidad— y por lo tanto son productores de muy escasa significación. La consecuencia de este estado de cosas es una suerte de "nueva división internacional del trabajo" que Osvaldo Sunkel ha des-cripto en los siguientes términos: 28

"En las plantas, laboratorios, departamento de dise-ño y publicidad y núcleos de planeamiento, decisión y financiación que constituyen su cuartel general y que se encuentra localizado en un país industrializado, la gran corporación multinacional desarrolla: a) nuevos productos; b) nuevas maneras de producir esos pro-ductos; c) las maquinarias y equipos necesarios para producirlos; d) las materias primas sintéticas y pro-ductos intermedios que entran en su elaboración y e) la publicidad para crear y dinamizar sus mercados.

En las economías subdesarrolladas, por su parte, se realizan las etapas de producción final de aquellas ma-nufacturas, dando lugar a un proceso de industrializa-ción de las nuevas maquinarias e insumos y al uso de las marcas, licencias y patentes correspondientes, in-dependientemente o asociadas con subsidiarias extran-jeras, todo ello apoyado en el crédito público y privado

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externo y aun en la asistencia técnica internacional. . . Aparece . . . la especialización del centro en la genera-ción de nuevo conocimiento científico y tecnológico, y de la periferia en su consumo y utilización rutinaria''.

15. La producción de tecnología no sólo está alta-mente concentrada en ciertos países, sino que dentro de éstos también lo está en ciertas empresas. Así en EE. UU. en 1964 sólo 12.000 empresas realizaban tareas de ID ligadas a la producción de tecnología, y de ellas, 418 efectuaban el 86 % de esas tareas.29 Esta concentración es aún mayor en los países, europeos, en donde —fuera de las instituciones estatales y paraes-tatales— solamente las grandes corporaciones producen tecnologías en forma significativa, siendo además muy pocas las empresas de tecnología independientes, con excepción de fuertes empresas de ingeniería y de con-sultoría.

Además de la concentración institucional en EE. UU. se ha dado un fenómeno muy interesante: el de la con-centración geográfica, particularmente en las vecinda-des de Boston —en la ahora famosa Ruta 128 y en la región de la bahía de San Francisco, en California. Este fenómeno recuerda las clásicas concentraciones del hierro y el acero en el Ruhr (Alemania) y Pitts-burgh (EE. UU.).

¿Cuáles fueron las razones que llevaron a más de 70 empresas —la gran mayoría "Science based" y todas ligadas estrechamente a la producción de tecnología— a instalarse en la Ruta 128? Un reciente estudio29

propone que ello se debe a la convergencia —en esa región— de tres factores determinantes: un flujo de "energía", un flujo de informaciones y una red estre-cha de comunicaciones. El flujo de "energía" está re-presentado por la disponibilidad de "capital de riesgo" y la abundancia de contratos de todo tipo —particu-larmente gubernamentales— que permiten el lanza-miento, creación y desarrollo de las empresas. El flujo de informaciones proviene de las universidades y cen-tros de investigación situados en las proximidades del complejo industrial. Las comunicaciones estrechas y ge-neralmente personales entre científicos, industriales y personal de las agencias gubernamentales favorecen la circulación de ideas nuevas y la fertilización recíproca.

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Estos tres factores, que permitirían explicar el fenó-meno de concentración en la Ruta 128, deben ser teni-dos muy en cuenta en toda decisión referente a la crea-ción y organización de empresas de tecnología. En el caso de muchos institutos estatales de investigación de los países no desarrollados generalmente no se presta ninguna atención a los últimos dos factores ("informa-ción" y "comunicación") y el primero es atendido só-lo en forma precaria y, sobre todo, con escasa continui-dad y muchas trabas burocráticas.

IV. — Estrategia de producción

16. La producción de tecnología plantea los pro-blemas clásicos en la producción de cualquier mercan-cía. En primer lugar, los económico-financieros: ¿cuán-to invertir?; ¿cómo invertir?; ¿cómo medir la eficien-cia de esa inversión: retorno del capital, rentabilidad, etc.?; ¿cómo presupuestar: cuánto en bienes, cuánto en personal, cuánto en gastos corrientes, cómo evaluar imprevistos y los inevitables cambios de programa, etcétera?

Luego, los industriales: ¿cómo instalar la fábrica?; ¿cómo organizar la producción?; ¿cómo medir la pro-ductividad?; ¿cómo incentivar la producción?; ¿cómo administrar el personal?, etc.

Finalmente, los comerciales: ¿cómo evaluar el mer-cado?; ?cómo penetrarlo?; cómo hacer frente a la com-petencia?; ¿cómo financiar las ventas?; ¿cómo expor-tar?, etc.

Si la producción está destinada fundamentalmente al "consumo interno" de una empresa o corporación cuyo objetivo es la producción de otros bienes o servi-cios, lin problema mayor es cómo asegurar la articula-ción entre la fábrica de tecnología y las otras fábricas y departamento de la empresa, de modo de optimizar el flujo de "oferta" y "demanda" entre esas unidades que se traduce en preguntas tales como ¿cuál es la correcta ubicación de la fábrica de tecnología en el organigrama de la corporación?; ¿qué grado de autonomía puede concedérsele en la formulación de sus propios progra-

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mas?; ¿cuánta libertad en su propia organización in-terna?, etc.

17. Lamentablemente, las respuestas a la mayoría de estas preguntas son bastante imprecisas y, muchas veces, contradictorias. El "management" de la produc-ción de tecnología ha sido calificada por D. Cordtz 13 bis

como "the most elusive of corporate functions" y aña-de: "The task remains baffingly complex and pro-gress is painfully slow. Research success, when it is achieved, is often difficult to demónstrate and even harder to explain".

Así, por ejemplo, se ha debatido extensamente ía posibilidad de evaluar la rentabilidad de I D por medio de análisis costo-beneficio. Roger Demonts, quien ha estudiado el problema en profundidad, expresa termi-nantemente: " . . . mais en l'état actuel de nos connais-sances nous sommes obligés de diré que Fanalyse des couts et rendements ne permet, dans la généralité des cas, ni de suivre ex-post les couts et rendement d'une operation de recherche, ni d'établir ex-ante un ordre de préférence entre plusieurs projets de recherche". Y no sólo esta técnica de costo-beneficio no ha podido ser aplicada con éxito solo en contados casos, sino que otras técnicas cuantitativas tampoco han permitido rea-lizar evaluaciones consistentes y confiables. Por eso, James Hillier, vicepresidente de I D de la RCA, ha sido también terminante: 31 " I don't know the head of any research organization who really knows how to evalúa-te his own laboratory. He can do it intuitevely, but he has not real means of comparison."

H. Brooks comparte esa opinión cuando afirma que "More broadly, \ve do not know to measure the effi-ciency of science, either in relation to technology or even relative to its own internal goals".32 Es por eso que el sistema de evaluación más usado s el sugeri-do por Ference, de los laboratorios de ID te la Ford Motor Co., que consiste simplemente en \ juntarse : " I n what way, directly or indirectly, haye you increased the profit of our company".

Algo similar ocurre con el problema crucial de cuán-to invertir. Lo único qué se sabe es que las corpora-ciones que actúan en los sectores dinámicos invierten en promedio del orden del 9 % de sus ventas netas

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con un máximo de 25 % en las industrias aeroespa-ciales y un mínimo del 4,4 % para las industrias quí-micas mientras que las empresas que operan en sec-tores tradicionales invierten del orden del 1,5 % de sus ventas netas.33 De todas maneras ésta es informa-ción ex-post, y si bien da una orientación general, no sirve de mucho en el momenf tomar decisiones. "My first point is that there is j golden rule which can be used. . . to decide how much should be spent on research , and I profoundly distrust statements that research expenditure should be so many percent of the turno ver of the company", es lo que ha afir-mado Sir Alan Wilson, presidente de la compañía bri-tánica Glaxo y distinguido científico (es fellow de la Royal Society) en un reciente reportaje.34 Watson, pre-sidente de IBM '—corporación para la cual ID es vi-tal—, dice que en problema tan complejo lo único que el puede informar es que 35 "he would be uneasy if IBM's spending for R&D fell below 5 % of sales or rose above 8 %.

Sin embargo, esta imprecisión —que puede llegar a ser indeterminación— no debe extrañar, ya que hay sólidas razones para que así ocurra. En primer lugar la poca experiencia histórica en este tipo de producción (pocas décadas), agravada por el hecho de que se ha realizado —y se realiza— en sectores muy diferentes entre sí. Luego, la naturaleza especial del producto (Tecnología) y de su insumo fundamental ( ID), en la que la creatividad personal desempeña rol tan esen-cial, porque si bien el trabajo en equipo y con recursos abundantes aumenta la eficiencia y puede que estimule la creación —aunque muchas veces la inhibe— es muy difícil que la produzca: la creación es un acto singular de una mente singular. Por eso mismo debe ser cali-ficada de actividad muy riesgosa en la que los resulta-dos no pueden ser anticipados con la precisión necesa-ria para formular estrategias rígidas. Una medida de ese riesgo lo dan los fracasos de empresas con larga y exitosa tradición en la producción, uso y comercializa-ción de tecnologías, como lo ocurrido con Dupont y su sustituto del cuero (el Corfam) donde después de varios años de trabajo y casi 100 millones de dólares de gastos, aún no ha podido obtener el producto de-

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seado; o con la Rolls-Royce, cuyo fracaso tecnológico en la producción de turbinas para el nuevo avión Ten-Star llevó a esa prestigiosa empresa a la quiebra.

Una tercera dificultad para manejar tan delicada pro-ducción deriva de la importancia fundamental que tiene la comunicación entre los diferentes participantes en el proceso. D. Cordtz 36 dice al respecto que: "if management is to avoid wasted effort, confussion and low morale its must effectively communicate to its scientists both the overall company goals and the con-tribu tion that research is expected to make". Y con-cluye: "No other problem is so pervasive and so po-tentially mischievous as the failures of top managers and researchers to* communicate with each others".

En la producción de otras mercancías la comunica-ción por escrito es generalmente suficiente para lograr lo que se busca: en tecnología, todos los estudios reali-zados coinciden en que nada puede reemplazar aún a la comunicación verbal directa. Como dice Sumner Myers 37 "they get the word by ear rather than by eye. . . reading seems to play a relatively small part in the process. . . conversing in far more important".

18. Por todo lo que antecede, es evidente que la realización de ID y la aplicación de sus resultados a la producción de Tecnología es un delicado y complejo proceso en el que los aspectos socioantropológicos de-ben ser muy tenidos en cuenta, especialmente cuando se trata de organizar empresas y fábricas de tecnolo-gía. En resumidas cuentas, una fábrica de tecnología —como un laboratorio de investigaciones— no vale tanto por las dimensiones del edificio en donde está instalada ni por los recursos en los equipos e instru-mentos que posea sino por la calidad y la cantidad de inteligencia de los hombres que la integran. Un cientí-fico mediocre producirá ideas mediocres y si se suman científicos mediocres, las ideas continuarán siendo mediocres por más dinero que se les inyecte.

Tampoco basta con integrar el personal con cientí-ticos y técnicos brillantes: es condición necesaria pero no suficiente. Hay que saberlos motivar para que su creatividad se ponga al servicio de los objetivos de la empresa. "An extremely important element in the con-duct of applied research is to create circumstances that

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ensure the confrontation of scientists with practical problems".38 Además, por su educación y por el sis-tema de valores del grupo humano que integran, no es fácil lograr que los científicos acepten de entrada que su trabajo debe forzosamente traducirse en resultados útiles para los negocios de la empresa. Por eso la ma-yoría de los estudios sobre el tema dan énfasis en par-ticular "at the never ending tensión between the im-peratives of the profit motive and the needs of the creative minds".39 Y esto vale también para las empre-sas 4ínon-profit" como los institutos nacionales de inves-tigación industrial, las comisiones de energía atómica y demás organismos análogos que si bien no comer-cializan tecnología en el sentido estricto del término, producen conocimientos para ser utilizados en objetivos extra-científicos y, por lo tanto, psicológicamente ale-jados de las preocupaciones centrales de las mentes que los crean. La productividad de las empresas gira pues en buena medida alrededor de este problema de la correcta motivación de su personal y al respecto, si bien tampoco hay recetas mágicas, la experiencia demuestra que salarios y otras recompensas materiales no bastan y que los científicos y técnicos necesitan otros incentivos tales como desafío intelectual en los temas y problemas que deben estudiar, utilidad socio-política de los resultados que pueden obtener, posibilidad de progreso profesional en su propia disciplina, etc. Un factor interno que afecta poderosamente a la motiva-ción en el grado de burocratización de la organización de la empresa o fábrica: trabas, controles y reglamen-tos deben ser reducidos al mínimo porque de lo con-trario la creatividad disminuye peligrosamente, por fuerte que sean los otros estímulos empleados. Una de las formas de disminuir la burocratización es organi-zar la empresa o fábrica en forma cuasi-horizontal, de manera que entre la cima y la base haya un número pequeño de escalones intermedios. Claro que esto plantea un problema difícil de resolver cuando la fá-brica pertenece a una empresa cuyas otras unidades integrantes están organizadas según el clásico modeló vertical o piramidal. La co-existencia de ambos estilos de organización origina crisis internas, que si se resuel-ven por el simple mecanismo de obligar a la fábrica

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de tecnología a adoptar la estructura vertical —y las reglas de comportamiento que le son propias— traen como consecuencia a mediano plazo una notoria dismi-nución de productividad.

Este tipo de problemas determina que el rol del di-rector de fábrica —generalmente llamado "director de investigación y desarrolo"— sea realmente clave. Como lo ha definido H. Brooks 40 "he is the individual who matches the world of science tothe world of society, with a foot in management and a foot in science". El está en el centro mismo de ese mundo conflictivo y debe equilibrar cuidadosamente dos personalidades po-co compatibles: "from the point of view of manage-mente he is the man responsible for putting techno-logy to corporate use. From the point of view of his scientists, he is the champion of the scientifie valué system in the corporation".41 De aquí que no resulte exagerado afirmar que, al igual que lo que ocurre en los laboratorios de investigación —y con mayor razón aún—, el jefe de una fábrica de tecnología es el prin-cipal factor determinante de la calidad de la mercan-cía que en ella se produce.

19. Este complejo conjunto de factores hace suma-mente difícil la formulación e implementación cíe estra-tegias en la producción de Tecnologías. Para poder apreciar cómo se realiza en las grandes corporaciones, nada mejor que describir detalladamente un ejemplo concreto, como el presentado por James B. Quinn en un trabajo reciente:42 "A large international oil com-pany reviews its strategy annualy and develops inte-grated long-range plans to support its chosen strategy. At corporate levels, two planning staffs (economic analysis and operations analysis) reports to a Long-Range Planning Committee consisting of members of the Board of Directors and major corporation officers. In addition, each operating división has its own long-range planning staff. Semi-annually, the Economic Ana-lysis group forecasts major macro-economic parame-ters . . . Operation Analysis distills world-wide imputs on expected political conditions, pricing and supply trends, major technological developments, etc., an uses these to analyse the company's strengths and weaknes-ses in each major marketing and production area world

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wide. . . From these the corporate executive committee determines desired overall corporate objectives. . . These goals, along with specific policy limitations and planning assumptions are communicated to operating división heads . . . Operating divisions then draw up proposals. . . As a component of those proposals, each operating división works with the Central Research and Engineering División to draw up integrated scien-tifc and technological plans. The company's se ver al R&D departaments perform basic research in selected scientific fields of general interest to the work of the company, work on applied problems of specific inte-rest to operating units and try to mantain cióse con-tact with university and industrial scientists through the world . . . Each operating unit forecasts the par-ticular technological problems and opportunities it faces in its own areas. . . Finally, each division's plans are reviewed by top corporate officers and staff mem-bers to determine their final fit into overall corporate strategy. . .

Esta larga descripción da una idea del grado de ar-ticulación que se puede obtener en la planificación de la producción de tecnología, sobre todo en las grandes empresas. Pero aun con ellas, esa articulación no debe ser tan rígida que elimine totalmente acciones que es-capando a la planificación, pueden resultar de gran be-neficio. Un ejemplo muy rotundo es el desarrollo del disco de memoria de las computadoras, que fue rea-lizado en IBM sin que nadie lo hubiese ordenado o aprobado, en una verdadera operación "underground", como lo calificara el propio presidente de la empresa.43

V. — Una empresa de tecnología para la industria eléctrica

20. El 4 de setiembre de 1882 se puso en funciona-miento la primer usina eléctrica comercial del mundo: estaba ubicada en la calle Pearl Street de Nueva York, su potencia era de 30 kw y había sido construida e ins-talada por T. A. Edison y sus colaboradores. En rea-lidad, Edison hizo algo mucho más importante: inven-tó el concepto de usina, es decir, el de una central

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capaz de generar y vender energía eléctrica a diversos consumidores, con lo que inventó el negocio de la pro-ducción y comercialización de electricidad. Fue éste un desarrollo perfectamente conciente, quizá el primer caso y con seguridad uno de los más netos, de produc-ción de tcnología a partir de conocimientos científicos empleados en forma sistemática. En su cuaderno de notas Edison definió ese objetivo con admirable cla-ridad: "Electricity versus gas as general illuminant. Object: electricity to effect exact imitation of all done by gas, to replace lighting by ges by lighting by elec-tricity, to improve the illumination to such an extent as to meet all requeriments of natural, artificial and commercial conditions". Para ello se sirvió de los des-cubrimientos científicos que habían realizado Ohm, Oersted, Laplace, Joule y sobre todo Faraday. Con ellos, fabricó tecnología eléctrica, no sólo sus dos in-ventos centrales —la lámpara eléctrica y la usina— sino varios centenares más, imprescindibles para ex-plotar aquéllos dos, entre los cuales un tipo de dínamo, el regulador de voltaje, el medidor de kw-h, llaves, fu-sibles, aisladores para cables, interruptores, etc.

21. La producción conciente de tecnología, realiza-da mediante lo que ahora llamamos ID, dio pues ori-gen a la industria eléctrica —y han sido tecnología e ID las que han hecho posible su impresionante desa-rrollo, uno de los más espectaculares en toda la acti-vidad económica (en la mayor parte de los países, la producción y comercialización de energía eléctrica y sus aplicaciones ha crecido —y sigue creciendo— a una tasa anual acumulativa promedio del 7 al 10 %. (Re-sulta muy ilustrativo hacer una lista parcial de los prin-cipales desarrollos tecnológicos realizados en este sector en sólo 8 décadas.

El sistema de generación de Edison (corriente con-tinua) incluyendo el dínamo y todas sus partes (regu-ladores, llaves, interruptores, etc.).

La turbina de vapor como el principal convertidor de energía térmica en energía eléctrica.

La turbina con ciclo de recalentamiento, a alta tem-peratura y alta presión.

La refrigeración por hidrógeno de los grandes turbo alternadores.

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La refrigeración de estatores con líquidos circulantes por conductores huecos.

La caldera enfriada con agua. La caldera a presión supercrítica. La caldera que utiliza carbón pulverizado. La torre de enfriamiento, que independiza la ubi-

cación de la usina. El transformador de corriente alterna. La red de transmisión en alta tensión. El sistema de reíais de alta velocidad. El diseño de la aislación eléctrica de todo su sis-

tema de transmisión. La red de distribución en corriente continua desa-

rrollada por Edison. La red de distribución en corriente alterna. El desarrollo de sistemas de distribución hasta ten-

siones de 34,5 kv. La transmisión por corriente continua en alta ten-

sión. El desarrollo de los sistemas de interconexión. El despacho unificado de energía entre diferentes

centrales, programado y comandado por computadoras. El empleo de corriente portadora para comunicación,

control, medición y protección de líneas de alto vol-taje.

Mayor impacto popular han tenido varios útiles y enseres electrodomésticos (la lámpara eléctrica, la plan-cha eléctrica, el tostador, el refrigerador, el lavarropas automático, el ventilador, el acondicionador de aire, la radio y la televisión) cuyo desarrollo fue impulsado por la electricidad y que, a su vez, impulsaron el desarrollo eléctrico.

El avance tecnológico sostenido ha producido drás-ticos aumentos en la eficiencia de las centrales: " . . .in 1920 over three pounds of coal were required to ge-nerate 1 Kw-h. Since 1954 less than one pound has been needed. Shortly after 1900, one million Kw of electric power would have required 200 generators each rated at 5000 Kw. The machinery necessary for this capacity would have filled several football fields, Today the same 1 million Kw are available from one unit 200 feet long".44

Philip Sporn, Chairman del System Development

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Committee de la American Eléctrica Power Company ha sintetizado expresivamente la gran significación que ID ha tenido en la industria eléctrica: "The growth that has taken place over the past 80 years has been influenced by the research, development and inventive skill of thousands of people, some of whom were wi-thout doubt entitled to be ranked among the great geniuses the world has produced".45

22. Para hacer frente a sus necesidades, la industria eléctrica ha inducido —e induce—- importantes desa-rrollos tecnológicos en otros sectores industriales. Así, por ejemplo, en la manufactura de metales, aleaciones, materiales aislantes, etc., que son empleados en la fa-bricación de máquinas, equipos y redes utilizadas en la producción y comercialización de electricidad. Entre otros se pueden citar los siguientes ejemplos:

Materiales magnéticos blandos con pérdidas mínimas (especialmente hierro-silicio para transformadores eléc-tricos ).

Conductores de aluminio con alma de acero para la transmisión en alto voltaje.

Cobre libre de oxígeno para ser utilizado en aquellas piezas y partes refrigeradas con hidrógeno.

Materiales plásticos para recubrimiento aislante de conductores y cables.

Cerámica y vidrios para piezas aislantes. Manejo del carbón pulverizado como un fluido. La creciente complejidad de los sistemas de trans-

misión y distribución así como la interconexión de un número cada vez mayor de sub-sistemas, ha necesitado relevantes desarrollos de "soft-ware" especialmente en álgebra de redes, estabilidad dinámica de sistemas, pro-gramación del despacho unificado de energía, estudios probabilísticos de oferta y demanda, etc.

23. No puede extrañar que en una industria que ha nacido y se ha desarrollado por acción de ID y la tecnología por ella producida existan numerosas e im-portantes empresas y fábricas de tecnología. En primer lugar las que pertenecen a las grandes empresas que producen y comercializan energía eléctrica: Electricité de France, Central Electricity Board de Gran Bretaña, Consolidated Edison de Nueva York, Ente Nazionale per l'Energia Elettrica, de Italia, etc. En todos estos

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organismos, grandes departamentos de investigación y desarrollo, de diseño e ingeniería, de análisis económi-co, etc., trabajan activamente en la producción y apli-cación de conocimientos científicos y técnicos en el campo de la energía eléctrica y sus aplicaciones.

Luego las fábricas de tecnología de los grandes pro-ductores de máquinas, equipos y artefactos como Ge-neral Electric, Westinghouse, Hitachi, Combustión En-gineering, Associated Electric Industries, Brown Bo-veri, Ansaldo, Alsthom, Sony, Siemens, Philips, etc. En ellas se han producido algunos de los desarrollos tecnológicos más importantes.

Son importantes las empresas de ingeniería y con-sultoría, a través de las cuales se comercializa —sobre todo en los países en desarrollo— la tecnología pro-ducida por las grandes empresas y fábricas.

Existen también empresas dedicadas exclusivamente a la producción y comercialización de tecnología eléc-trica, como el Centro Electrotécnico Sperimentale Ita-liano, el Laboratoire Central des Industries Electriques de Francia, la KEMA SA de Holanda, etc. En estas empresas los propietarios son generalmente empresas de servicio público asociadas con empresas productoras de equipos y materiales. Así, por ejemplo, en el CESI de Italia se asocian el Ente Nazionale per l'Energia Elettrica, la Azienda Elettrica Municipale de Milán, la Pirelli S.p.A. de Milán, la Compagnia Generale DI Elettricitá de Milán, la Societá Ceramica Italiana Ri-chard-Genari de Milán, la Officina Tranformatori Elet-trici de Bergamo y varias otras empresas más. Otro ejemplo interesante es el Electric Research Council de EE.UU. que define su objetivo como "a means by which the various segments of the electric utility in-dustry in the United States can join together in coope-rative sponsoring research of industry-wide importan-ce" y que está integrado por diversas empresas (Nor-thern States Power Company; Philadelphia Electric Co.; Consolidated Edison Co., de New York; etc.) asociadas con organismos como la Tennessee Valley Authority, la American Public Power Association, the National Rural Electric Cooperative Association, etc.

24. Inspirada en estos ejemplos y respondiendo a las necesidades de su propio desarrollo —tanto cien-

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tífico y técnico como eléctrico e industrial— se creó en Argentina, en enero de 1971, la Empresa Nacional de Investigación y desarrollo Eléctrico S.A. (ENIDE) cuyo objetivo fundamental está definido en el artículo 4- inciso a) de su estatuto: "Producir, distribuir, com-prar, vender, exportar, importar e intercambiar cono-cimiento técnico-científico en el campo de la energía eléctrica y su aplicaciones". De acuerdo con esta defi-nición, ENIDE S.A. es una empresa de tecnología eléc-trica, la primera en su género en el país. Es una socie-dad anónima de estado y sus socios son la Secretaría de Estado de Energía y Combustibles y tres empresas estatales productoras y comercializadoras de electrici-dad: SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires), Hidronor S.A. y Agua y Energía Eléctrica.

La creación de ENIDE obedeció a diversas circuns-tancias:

24.1. La existencia de un mercado importante y en rápido crecimiento: la potencia eléctrica total instalada en servicio público es de 5000 MW y deberá ser de 12000 MW en 1980. (En 1971 el consumo de energía eléctrica fue 10,8 % superior al de 1970.) Para tal crecimiento, las empresas deberán invertir del orden de 330-400 millones de dólares por año durante los próximos 10 años en equipos y materiales.

24.2. En el campo de la energía eléctrica, la Argen-tina es neto importador de tecnología. Buena parte de los equipos y materiales, sobre todo en transmisión, distribución, control y medición se fabrican en el país pero en su gran mayoría con tecnología importada.

24.3. En numerosas instituciones (universidades, institutos nacionales y provinciales de investigación, comisiones de energía atómica y de investigaciones es-paciales, etc.) existe capacidad científico-técnica apta para la producción de tecnología eléctrica. La demanda interna es, sin embargo muy escasa y de poca signifi-cación cualitativa.

24.4. Por tratarse de un tipo de actividad con poca tradición en el país, sobre cuya necesidad no existe aún conciencia clara y que requiere capital de riesgo, solo el Estado está en condiciones de ponerla en marcha.

25. La creación de ENIDE provocó polémicas, en

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particular porque para algunos ENIDE no era más que un nuevo laboratorio de investigaciones mientras que para otros no sería sino una empresa consultora más que vendría a competir —en condiciones muy venta-josas por su naturaleza de empresa estatal— con las ya existentes en Argentina. Por cierto que ENIDE no es ni una cosa ni la otra y la confusión resulta fun-damentalmente de que el concepto de "empresa de tecnología" no está aún suficientemente difundido en nuestro medio. Además en el inciso b) del artículo 4° de su estatuto se establece sus relaciones con otros or-ganismos e instituciones: "Colaborar con aquellos or-ganismos, institutos, universidades, centros de investi-gación, laboratorios públicos y privados, empresas con-sultoras y estudios de ingeniería que desarrollen activi-dades en el campo de la energía eléctrica y sus aplica-ciones". En realidad ENIDE debería constituirse en un verdadero promotor de las actividades de investi-gación científico-tecnológico en el campo eléctrico así como en un proveedor permanente de tecnología para las empresas consultoras que hasta el presente sólo co-mercializan tecnología eléctrica importada.

26. Finalmente, el parágrafo c) del mismo artículo 4? define las acciones que efectuará ENIDE: "Realizar por sí y por terceros investigaciones, ensayos, estudios, proyectos y recomendaciones que brinden asistencia y apoyo técnico-científico a la adminstración pública centralizada, descentralizada, empresas y entidades del Estado o en que el Estado participe, usuarios, conce-sionarios o permisionarios de servicios públicos, indus-trias y particulares del país y del extranjero en todo lo relativo a la producción, transmisión, distribución, co-mercialización y aplicación de la energía eléctrica. De esta manera ENIDE, al tiempo que se propone crear una estrategia para la producción y comercializa-ción de tecnología eléctrica, procurará fomentar al má-ximo la creación de conocimientos en ese campo, des-centralizando sus operaciones al utilizar recursos ya existentes o a crearse en otros organismos. Junto con su objetivo específico en el campo eléctrico ENIDE persigue también un objetivo más general: el de servir de modelo de demostración que permita organizar otras fábricas de tecnología en otros sectores.

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Ello sólo será posible cuando los resultados hayan permitido evaluar el éxito (o fracaso) de esta primera experiencia. Lamentablemente ENIDE S.A. no ha sido aún puesta en operación pese a que fue fundada le-galmente hace ya 15 meses.

1 Reportaje a A. M. Bueche, director del Research and Development Center de General Electric (International Science and and Technology, February 1967, pág. 76) .

2 El Comercio de Tecnología, Jorge A. Sábato (trabajo pre-parado para CACTAL).

3 Beyond Economics, K. Boulding (The University of Mi-chigan Press, 1968).

4 Gaps in Technology Between Member Countries, OECD, 1968.

5 La rentabilité de la recherche, Pierre Maurice (Cahiers de l'ISEA, n? 148, serie T, n? 4, 1964).

6 La Recherche-Development, F. Russo y R. Erves (Cahiers de l'ISEA, t. 1, n? 84, págs. 7-14).

7 Applied Science and Manufacturing Technology, D. Frey y J . Goldman (Applied Science and Technological Progress, a report by the National Academy of Sciences, 1967).

8 Criteria for Company Investment in Research, with Par-ticular Reference to the Chemical Industry. H. Gershinowitz (Applied Science and Technological Progress, a report by the National Academy of Sciences, 1967, pág. 137).

9 The Industrial scientist, D. Allison (International Science and Technologv, Feb. 1967, pág. 21) .

1 0 Idem, pág. 150. 1 1 Citado por D. Cordtz en "Bringing the Laboratory Down

to Earth" (Fortune, January 1971). 1 2 Applied Research, Definitions, Concepts, Themes, H.

Brooks (Applied Science and Technological Progress, a report by the National Academy of Sciences, 1967, pág. 46) .

« Idem (10) , pág. 21. ib bis Uem (11) , pág. 106. 1 4 Tecnology and Change,, Donald Schon (Dell Publishing

Co.). 1 5 Aviso de la General Telephone and Electronic (contra-

tapa de la revista Internacional Science and Technology, August 1965).

1 6 Aviso de la compañía Hoechst (New Scientist el 30/ 12/71).

1 7 Lema de la compañía General Electric que figura en to-dos los avisos que publica en más de 100 países.

1 8 Aviso de Enjay Chemical Company (contratapa de Inter-national Science and Technology July 1965).

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1 0 Aviso de la Unión Carbide (International Science and Technology, August 1965, pág. 65) .

2 0 Aviso de Hitachi Ltd. (Business Week, September 1$, 1971, pág. 59) .

2 1 Aviso de Bechtel (Business Week, September 18, 1971, pág. 88) .

2 2 Aviso de TWR (Scientific American, September 1971, pág. 13).

2 3 Aviso de Ja Product Development Consultants (Interna-tional Science and Technology, August 1967, pág. 69) .

2 4 Aviso publicado en The Economist, March 20, 1971, pág. 10.

2 5 Cases of Research and Development in a Diversified Com-pany, C. Guy Suits and A. M. Bueche (Applied Science and Technological Progress, a report by the National Academy of Sciences. 1967).

2 0 Aviso publicado en la contratapa de International Science and Technology, August 1965.

2 7 El Marco Histórico del Proceso de Desarrollo y Subde-sarrollo, Osvaldo Sunkel (Cuadernos de ILPES, Serie I I , n? 1, Santiago de Chile, 1967).

2 8 Summary of the Proceedings, Summer Myers (Techno-logy Transfer and Innovation, National Science Foundation, 1966, pág. 2 ) .

2 0 La route 128 (Le Progress Scientifique n? 134, octubre 1969, pág. 11).

3 0 Roger Demonts (Economie Appliqués, t. X X , n? 4, 1967). 3 1 Idem (13 bis), pág. 119. 3 3 Idem (8) , pág. 140. 3 4 The Times, January 10, 1972, pág. 18. 3r> Idem (13 bis), pág. 120. 3<> Idem (13 bis), pág. 108. 3 7 Idem (28) , pág. 3. 3 8 Idem (25) , pág. 342. 3» Idem (13) . 4 0 Idem (12) , pág. 10. 4* Idem (14) . 4 2 Scientific and Technical Strategy at the National and Ma-

jor Enterprise Level, J . B. Quinn (The role of Science and Technology in Economic Development, Unesco, 1970, p. 93) .

4 3 Idem (14) , pág. 117. 4 4 Objectives, Organization and Activities of the Electric

Research Council and the International Research Exchange, C. E. Watkins (Presentado al 33rd. Anual Meeting of the Ame-rican Power Conference, 1971).

4 5 Research in Electric Power, Philip Sporn (Pergamon Press, 1966).

4'6 Idem (44) , pág. 4.

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Política científica y ciencia política

Marcos Kaplan

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Marcos Kaplan es Doctor de Derecho y Ciencias Sociales. Especialista en Ciencia Política. Ha sido profesor e in-vestigador en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires; en la Facultad de Derecho y en el Instituto de Estudios Internacionales de la Uni-versidad de Chile; en el Departamento de Sociología de la Universidad de Tulane (Estados Unidos); en la Escue-la de Ciencia Política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO, Santiago de Chile); en el Centro de Estudios Urbanos y Regionales del Instituto Torcuato Di Telia. Obtuvo una beca de la John Simón Guggenheim Memorial Foundation para 1971. Actualmen-te es Profesor Visitante en el Departamento de Sociología de la Fundación Bariloche, y Profesor Titular en la Li-cenciatura de Derecho de la Integración Latinoamericana (Instituto de Estudios Económico-Financieros, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de La Plata).

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Además de numerosos artículos, ha publicado los siguien-tes libros:

"Petróleo, Estado y Empresas en la Argentina, 1907-1922". "Economía y Política del Petróleo Argentino (1939-1956)". "La Crisis del Radicalismo". "Política y Vida Cotidiana". "Países en Desarrollo y Empresas Públicas". "Problemas Estructurales de América Latina y Planifica-ción para el Desarrollo" (en colaboración con Raúl Ba-saldua). "Problemas del Desarrollo y de la Integración de Amé-rica Latina". "Formación del Estado Nacional en América Latina". "La Ciencia Política Latinoamericana en la Encrucijada". "El Estado en el Desarrollo y en la Integración". "Aspectos Políticos de la Planificación en América Latina". "Corporaciones Públicas Multinacionales en América La-tina" (volumen colectivo, con estudio introductorio del autor). En prensa: "Aspectos de la Urbanización Latinoame-ricana".

Tiene en preparación un libro sobre "Estructuras de poder y política científica: El caso de América Latina".

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Este trabajo se propone explorar el aporte que la ciencia política podría efectuar al análisis de las políti-cas de desarrollo científico y técnico de América Lati-na, tal como se han dado hasta el presente, y a la for-mulación de estrategias y políticas tendientes a impri-mir nuevas orientaciones y ritmos a ese desarrollo y a un proceso de cambios generales y profundos. Se supo-ne que dicho aporte puede efectuarse en dos etapas. En la primera se cumpliría un esfuerzo de exploración y i elevamiento del campo, de elaboración de un esquema analítico, de ubicación y análisis de la información exis-tente. En una segunda etapa, se trataría del diseño y realización de investigaciones empíricas sobre casos na-cionales concretos, a nivel global y sectorial, y de estu-dios comparativos entre dos o más de aquéllos así como de la determinación de los requisitos y componentes indispensables para nuevas políticas científicas.1

Observaciones introductorias

La evaluación de la ciencia y la técnica y de las polí-ticas referidas a las mismas, en América Latina —su si-

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tuación, su estructura y su dinámica, su papel actual y sus posibilidades futuras— parece estar despertando un creciente interés en la vida académica, profesional, eco-nómica y política, y hasta en la opinión pública de los países componentes. Este interés se explica por la re-volución científica y técnica del siglo xx y, sobre todo, de las últimas décadas; por el ascenso espectacular y el veloz avance de la ciencia y de la técnica como fuerzas, actividades e instituciones sociales de primordial im-portancia e influencia decisiva y como componentes or-ganizativos de significado y comportamiento creciente-mente estratégicos. El carácter exponencial del avance se expresa en hechos significativos. La mayor parte de los grandes científicos de toda la historia están vivos. Se han efectuado más progresos científicos en las tres o cuatro últimas décadas que en toda la historia ante-rior. Se ha gastado en ciencia, desde 1939, el triple del dinero y del esfuerzo correspondiente a toda la mile-naria trayectoria precedente. La ciencia se duplica cada doce años aproximadamente. El desarrollo acelerado y la convergencia general de todas las ciencias y las téc-nicas en el siglo xx, la multiplicidad e intensidad de sus impactos, han afectado no solamente a aquéllas, sino a todos los niveles y aspectos de la economía, la sociedad, la política, la cultura, la organización y el comporta-miento del sistema internacional.2

La disponibilidad de ciencia y técnica en cantidad y calidad adecuadas, la aptitud para su desarrollo autóno-mo, se vuelven necesidad ineludible para la superviven-cia y para las posibilidades de progreso de cualquier país. Esta circunstancia adquiere especial relevancia pa-ra los países del llamado "Tercer Mundo". La ciencia y la técnica son cada vez más mundiales por los pro-blemas que asumen, y por la escala de difusión de los descubrimientos, las invenciones y las innovaciones. Su distribución entre regiones y países dista sin embargo de ser uniforme, se torna enormemente desigual en tér-minos de focos de emergencia y producción, de itine-rarios de propagación, de productividad y uso de los resultados. El proceso se caracteriza por una tendencia a la concentración del avance científico y técnico en los Estados Unidos y en la Unión Soviética, en desme-dro del resto de sus respectivos bloques, y por la ere-

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cíente postergación de los países semidesarrollados y en vías de desarrollo. La brecha tecnológica se con-vierte en factor fundamental de diferenciación entre países de desarrollo primario y secundario; contribuye a concentrar el poder en la cumbre, dentro de cada país y en el sistema internacional; refuerza la división del mundo en conjuntos de naciones —foco—, polo o pri-marias, y naciones periféricas, satélites o secundarias, a través del surgimiento de un sistema de interdepen-dencia en la desigualdad de las estructuras científicas y técnicas.3

En América Latina, la discusión de esta problemá-tica presenta algunas características que dificultan el correcto planteamiento del problema, su adecuada di-lucidación, la concreción de los resultados del debate y del análisis en estrategias operativas. La cuestión ha emergido de modo relativamente tardío y se discute en un clima de considerable confusión. Varias posiciones opuestas o poco conciliables, expresión de enfoques parciales y distorsionantes, parecen haber ido surgien-do en la praxis colectiva de los conjuntos, los grupos y los individuos.

Una primera posición, reflejo de una actitud conser-vadora y colonialista, niega importancia a la cuestión. No admite la necesidad ni la posibilidad de que los países latinoamericanos cuenten con una ciencia y una técnica autónomas en su generación y en su crecimien-to sostenido. Confía en que la creciente incorporación de los países latinoamericanos al sistema hegemónico de los países capitalistas avanzados, y sobre todo de los Estados Unidos, o la alianza con el bloque socialista, aportará a los primeros lo que éstos no serían capaces de crear y usar por sí mismos. Esta posición ha sido objeto de acertadas críticas, a las que me remito, por exceder su análisis los propósitos de este trabajo.4

Una segunda posición, impregnada de determinismo, considera a la ciencia y a la técnica como fundamental-mente autónomas. Las visualiza como au-todetermina-das por su propia dinámica interna, constituidas en va-riables independientes con aptitud para generarse y ex-pandirse por sí mismas, sin reconocimiento de las rela-ciones y acciones recíprocas con la sociedad global; con una capacidad para influir de modo unilateral y mecá-

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nico sobre las estructuras y procesos de tipo socioeco-nómico, político y cultural, que se convertirían así en variables independientes de las primeras. Los aspectos socioeconómicos, sociales, políticos y culturales de la ciencia y de la técnica resultan así indignos de investi-gación. El análisis de aquéllas se reduce a un catálogo enumerativo de éxitos y conquistas —en términos de teorías, métodos, descubrimientos, invenciones e inno-vaciones— ilustrado, en el mejor de los casos, por ejem-plos de sus efectos sobre los restantes procesos y es-tructuras. La actividad, el aporte, la influencia de am-bas, no se insertan en el flujo real de la sociedad. No se puede explicar por qué el progreso de la ciencia no es mera repetición y acumulación por variaciones. Se pierde el carácter sociohistórico esencial de la ciencia y de la técnica, su progresividad, su aptitud generado-ra de novedad, la irreversibilidad e irrepetibilidad de sus avances.

Una tercera posición, variante peculiar del agnosti-cismo, niega la existencia de conexiones directas y com-probables entre ciencia y técnica por una parte, y la so-ciedad por la otra, dadas la complejidad de los aspectos y niveles implicados y la consiguiente imposibilidad de hallar y analizar elementos determinantes y condicio-nantes, relaciones e interacciones precisas. ' Una última posición, simétricamente opuesta a la se-gunda, aunque como ella, determinista en sentido in-verso, y divergente de la tercera, afirma el predominio prácticamente absoluto de las fuerzas y procesos de ti-po socioeconómico sobre los cambios científicos y téc-nicos, que serían así meros reflejos, productos, epife-nómenos de las primeras.

La confusión no es casual, ni imputable meramente a las deficiencias de los grupos implicados, sus miem-bros, representantes y voceros. Refleja, por una parte, las condiciones históricas específicas en la formación y en el desarrollo de los países latinoamericanos y, por la otra, dificultades científicas y metodológicas aún no superadas en el análisis de los distintos aspectos y ni-veles de las estructuras, sistemas y procesos sociales, y de las correlaciones e interacciones entre unas y otros. Las disciplinas, o ramas de disciplinas sociales, que se ocupan de la ciencia y la técnica, son todavía demasiado

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nuevas, conjeturales, carentes de una masa adecuada de investigaciones teóricas y empíricas originales. No se ha llegado aún al análisis aproximativamente riguroso y concreto de todos los factores y movimientos que afectan la génesis y la evolución, la estructura y el com-portamiento de la ciencia y de la técnica.

La necesidad de llenar este peculiar rezago cultural de las ciencias sociales ha comenzado a ser reconocida y enfrentada en las últimas décadas, tanto por especia-listas de las ciencias físicas y naturales, como por los de las ciencias sociales (Historia, Economía, Sociología, Antropología, Política). Ello se ha manifestado en la gradual emergencia de un cuerpo de conocimientos cien-tíficos sobre la ciencia, su naturaleza, su organización y su funcionamiento. Las distintas disciplinas —Histo-ria, Economía, Sociología, Antropología, Teoría Polí-tica, de la Ciencia y de la Técnica—, implicadas en esta tarea, exhiben grados variables de evolución, de auto-nomía del campo, de técnicas especiales, de coherencia de partes, de caracteres propios; y comienzan a pro-ducir retroacciones sobre las disciplinas madres.5 Ge-neradas por piezas, aquellas ramas especializadas con-vergen luego en algunos intentos interdisciplinarios, y comienzan a integrarse en un conjunto mayor que la suma de sus partes, la Ciencia de la Ciencia, concebida como el esfuerzo sistemático de logro de conocimiento científico sobre la ciencia y la técnica, en sí mismas, en sus comportamientos, relaciones e interacciones con los restantes subconjuntos que integran la totalidad social.0

La Ciencia Política ha revelado particularmente un atraso respecto al tratamiento de esta problemática. Tal como lo reconoce uno de sus practicantes interesado en el campo, Ward Morehause, no puede considerarse que "la ciencia política de la ciencia y de la tecnología'' haya llegado hoy a estar en condiciones de "dar res-puesta a todos los interrogantes de las complejas inter-acciones de la ciencia, la tecnología y la sociedad. Como practicante tenaz de lo que algunos consideran una 'casi-ciencia', renuncio a toda pretensión de la paternidad de la Política entre las ciencias sociales. Otras disciplinas pueden resultar adecuadas para parafrasear el dicho ingenioso de George Orwell sobre la igualdad, en Ani-mal Farm: 'Todos los animales son iguales, pero algu-

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nos de ellos son más iguales que otros'. La ciencia política, en cambio, no cabe dentro de la categoría de las más iguales".7 La comprobación del atraso acumu-lado y del déficit actual no autoriza la abdicación de todo intento de intervenir en el campo por parte de los científicos políticos de América Latina. Aquellas cir-cunstancias, y la indiscutible relevancia de la esfera po-lítica en los problemas de la ciencia y de la técnica, constituyen estímulos combinados para la asunción de tal tarea. En lo que sigue se trata de determinar los niveles y aspectos de un sistema social como el de los países latinoamericanos que un científico político de-bería tomar en cuenta para el análisis de la política científica existente hasta hoy en cualquiera de ellos, y para la formulación de un nuevo tipo de política cien-tífica que debería integrarse en una auténtica estrategia de desarrollo económico, cambio social, democratiza-ción política y atenuación o liberación de la dependen-cia externa.

El enfoque global

El punto de partida del esquema analítico que se pretende elaborar, visualiza todo sistema social como unidad compleja, conjunto de aspectos, niveles o ins-tancias, cada uno con estructuras propias y eficacia es-pecífica, a la vez que constituyendo una matriz unitaria de acuerdo al tipo particular de articulación de los dis-tintos aspectos y de predominio de uno de ellos. La existencia, la especificidad y la eficacia de cada uno de los niveles depende de su ubicación y de su función, de los otros niveles y de sus modos de articulación con ellos y con la unidad del conjunto.

Ciencia y técnica nunca son entidades totalmente autónomas, aisladas y estáticas, determinadas de una vez para siempre. No surgen ni se realizan exclusiva-mente por sí solas ni para sí mismas. Son parte de un mundo social real en permanente cambio. Se configu-ran como actividades e instituciones sociales, con raíces y consecuencias sociales, ligadas a las demás actividades e instituciones, ancladas en ellas y en continua inter-acción con las mismas. Una constelación de factores,

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fuerzas, agentes, sujetos, relaciones, estructuras, proce-sos, de tipo económico, político y cultural, presentes y operantes en un sistema o sociedad y en una etapa his-tórica, contribuyen a determinar y condicionar la emer-gencia, la perduración, el crecimiento y, eventualmente, la decadencia de la ciencia y de la técnica; los proble-mas, las demandas, los fines, los obstáculos, los recur-sos; los caracteres, actividades, contenidos y productos, y el uso que de éstos se hace; la receptividad y la difu-sividad; los efectos mayores sobre otros niveles, aspec-tos, estructuras y procesos de la sociedad global y sobre ésta en su conjunto. Las influencias sociales no deter-minan ni condicionan a la ciencia y a la técnica sola-mente desde el exterior, como cuadro relativamente exógeno, sino que también afectan de manera directa y considerable su constitución interna y sus actividades mismas.

Con relación a los factores socioeconómicos y polí-ticos, de papel esencial, la ciencia y la tecnología tienen en principio un papel relativamente secundario. Los pri-meros contribuyen a determinar el movimiento general de la ciencia y la técnica y sus avances más espectacu-lares. Las segundas tienen una actuación no motora, sino de aceleración o freno sobre sí mismas y sobre el conjunto social; producen efectos catalizadores, no ge-neradores del cambio. Su importancia puede, sin em-bargo, llegar a ser, en determinadas circunstancias, real-mente decisiva. La comprensión de esta posibilidad obliga a introducirse en los movimientos de sentido inverso.

La determinación y el condicionamiento de la cien-cia y de la técnica por la sociedad global, sus principales subconjuntos, grupos e instituciones, aunque efectivas y primordiales, no son, sin embargo, absolutas. La re-lación que se establece entre ambos órdenes no es de causalidad linear y mecánica, automática ni unívoca. Sería quizá preferible hablar de relaciones de paralelis-mo y correspondencia, de ubicación en la misma "lon-gitud de onda sociohistórica". En todo caso, los fenó-menos que tienen lugar en los niveles científicos y téc-nicos no pueden referirse de modo simplista a los as-pectos correspondientes a los desarrollos económicos, sociales y políticos, ni pueden ser considerados como

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meros ecos de éstos. Tampoco suele existir una armo-nización automática entre los distintos términos de las relaciones existentes.

Ciencia y tecnología son, a la vez, partes e indicado-res del grado de desarrollo de las fuerzas productivas, de la economía, del sistema de relaciones sociales, de la cultura, de las estructuras políticas e institucionales y de la formación global. Al mismo tiempo, ciencia y téc-nica constituyen un nivel con especificidad, autonomía relativa, eficacia propia, capacidad de retroacción sobre sí misma y sobre los aspectos, niveles o instancias que actúan como determinantes y condicionantes ubicados fuera de la esfera de aquéllas. Pueden actuar sobre es-tas últimos como factores de estructuración, movimien-to, destructuración y cambio. Nacidas, la ciencia y la técnica, a partir y dentro del marco de determinadas constelaciones de condiciones relativamente externas a ellas, una vez que logran cierto grado de madurez y dinamismo y se establecen como medio de generar be-neficios, poderes y progresos, pueden lograr contenidos y potencialidades que trascienden los motivos y los me-dios que contribuyeron a crearlas y desarrollarlas, in-troducirse en todas las esferas del pensamiento y de la práctica, operando como factor influyente y a menudo decisivo de la vida socioeconómica, política y cultural. En tales condiciones, la ciencia y la técnica suscitan cambios en las fuerzas productivas, el quantum del ex-cedente económico, las bases materiales de la sociedad, las relaciones sociales, las estructuras y procesos de tipo político y cultural en suma, en todas las formas de or-ganización, de funcionamiento y de conciencia de una sociedad. Estos cambios, a su vez, pueden estimular por segunda retroacción, el avance de la ciencia y de la técnica. En el proceso por el cual contribuyen al cam-bio en otros aspectos y niveles, la ciencia y la técnica siguen cambiando en sí mismas y refuerzan su propio reconocimiento, su status y su prestigio, sus posibilida-des operativas.

Así, entre los niveles de la ciencia y de la técnica, y los otros niveles de la sociedad, existe una interde-pendencia estructural y funcional, se teje una completa red de interacciones. Cambios en un orden o nivel in-fluyen en los otros, en grados y con ritmos variables,

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y también los desarrollos sociohistóricos más amplios. Este enfoque general aporta las premisas y orienta-

ciones más generales que han guiado la elaboración del esquema analítico que paso a considerar y que se refie-re, sobre todo, al problema específico de las políticas científicas.

Elementos para un esquema analítico: aspectos y niveles, variables, relaciones

El análisis de la política científica parte de la supo-sición de que ésta constituye uno de los subconjuntos o subsistemas integrantes de la totalidad considerada (país, región, mundo). Cada subconjunto o subsistema aparece organizado, con estructuras estables y procesos activos, relativamente abierto, en perpetuo intercam-bio con el exterior, es decir, el sistema global, consi-derado como medio circundante general, y con los de-más subconjuntos o subsistemas. Estos son:

1? El sistema internacional 2? El sistema social nacional. 3? El sistema de la ciencia nacional. 4? El sistema de la política científica.

Cada uno de ellos incluye, como aspectos o niveles específicos, estructuras y actividades de tipo: i) econó-mico; ii) social; iii) cultural e ideológico; iv) político; v) institucional; vi) militar; vil) científico-técnico.

La división en subsistemas y en aspectos o niveles se adopta, por supuesto, para fines analíticos, sin per-derse de vista la conexión e interacción de todos ellos entre sí y con la totalidad real, ni el hecho de las rami-ficaciones mutuas, en virtud de las cuales las estructu-ras y actividades que aparecen autónomas y como fines en sí mismas por una parte, poi: la otra inciden o exis-ten y operan en el interior de los demás, como compo-nentes y medios de ellas. El esquema analítico adopta-do supone asimismo que las fuerzas, estructuras y pro-cesos correspondientes a los sistemas internacional, so-cial y nacional y de la ciencia nacional constituyen in-sumos que concurren a la formación del producto e-

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presentado por el sistema de la política científfica. El sistema de la ciencia nacional no es objeto de trata-miento separado en este trabajo, aunque se haga reite-rada referencia a él durante la consideración de los otros sistemas. Finalmente, ciencia pura ciencia aplicada-tec-nología-técnicas-actividades de desarrollo, constituyen una continuidad en la que aquéllas interactúan de mo-do multívoco y tienden cada vez más a constituirse y funcionar como subsistema único dentro del sistema de la sociedad global. Por ello, en lo sucesivo se usará la palabra ciencia en el antiguo significado baconiano, ca-da vez más adoptado por los medios de la política científica, es decir, como expresión abreviada para la ciencia y técnica, investigación y desarrollo, disciplinas físico-naturales y sociales.

El sistema internacional

Los niveles y aspectos del sistema internacional que tienen ingerencia en el funcionamiento de la política científica en un país latinoamericano son esencialmente los siguientes:

a] Estructura y dinámica de la economía y de la política mundiales.

b] Focos o polos de formación e incremento de la información científica y técnica, itinerarios de propaga-ción, mecanismos de incorporación y formas de inci-dencia en el sistema social nacional y en la ciencia na-cional.

c] La relación de dependencia: i]Comercio exterior. ii) Inversiones extranjeras y otras formas de finan-

ciamiento. iii) Asistencia técnica. iv) Subordinación cultural e ideológica. v) Sometimiento político y diplomático.

vi) Integración militar. d] Formas y mecanismos de cooperación internacio-

nal y regional.

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El sistema social nacional

Dentro del sistema social nacional se presta atención sobre todo al papel de las estructuras económicas, so-ciales, culturales e ideológicas, político-institucionales.

Estructuras económicas 9

i) Grado de desarrollo previo de las fuerzas produc-tivas (condiciones emergentes del territorio, la pobla-ción, la división del trabajo social, el nivel técnico he-redado ).

ii) El sistema de producción e intercambio. iii) Medios y modos específicos de asignar recursos,

y de producir, distribuir, apropiar y usar bienes, servi-cios e ingresos, para la satisfacción de necesidades ma-teriales y culturales de la sociedad, subconjuntos y grupos.

iv) División por sectores, ramas y regiones. v) Grado de diversificación estructural, móviles

fundamentales y predisposición dinámica del sistema económico (en convergencia e interacción con las es-tructuras sociales).

vi) Producción, intercambio, consumo, inversión, ciencia, como integrantes de una red de varios polos, en acciones y reacciones complejas, entre los cuales circu-lan flujos de bienes y servicios, de ingresos, de infor-mación y de poderes.

vii) Acción de la ciencia sobre el crecimiento econó-mico y, eventualmente, sobre el desarrollo.

Estructuras sociales 10

El cuadro de fuerzas, relaciones y condiciones socia-les incide sobre la ciencia y sobre la política científica en dos niveles: uno general, y otro correspondiente a los científicos como grupo.

Nivel general, constituido por los siguientes aspectos relevantes:

i) Red de relaciones jerarquizadas de clases y gru-

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pos, de estratificación y movilidad sociales, y de pro-cesos de creación y modificación de aquéllas.

ii) Control de propiedad, recursos, ingresos, poder de decisión.

iii) División y organización del trabajo social, de las funciones y de los roles.

iv) Intereses, valores, actitudes, tendencias y com-portamiento de las clases y de los grupos.

v) Grado y condiciones de escasez, desigualdad y compulsión; formas de explotación y dominación; di-námica del conflicto, de la lucha y del cambio sociales.

vi) Ejercicio de la hegemonía y de la dominación, o aspiración a ellas, por clases ascendentes, dinámicas, productivas y transformadoras; o por clases instaladas largo tiempo en el poder y en la dominación y explo-tación del resto de la sociedad; en relación con el sis-tema de alianzas y conflictos que unas u otras estable-cen con otras clases y grupos.

vii) Grado de diversificación estructural, móviles fundamentales y predisposición dinámica de las estruc-turas sociales (en interrelación con las estructuras eco-nómicas); especialmente en términos de demandas, oportunidades, recursos, ocupaciones, experiencias, in-centivos y disuasivos; y de tipos humanos con influen-cia social significativa.

El científico como grupo social.n La ciencia no es practicada ni difundida por la sociedad en su conjunto, ni por clases y grupos como un todo, sino por indivi-duos y equipos especializados de modo exclusivo y pro-fesionalizado en funciones y tareas científicas, en entes y lugares determinados, dentro del marco de normas e instituciones que definen sus funciones, sus activida-des, sus posibilidades y su status. Los científicos están englobados así en un doble sistema de relaciones: a) externas, con referencia a las estructuras sociales e ins-tituciones más amplias que configuran su situación glo-bal; b) internas, entre los miembros del o de los gru-pos y con referencia intrínseca a la actividad especí-fica. Son personas sociales, miembros de una gran va-riedad de grupos (familiares, profesionales, clasistas, nacionales, ideológicos, políticos), expresión, punto de confluencia y nexo de vinculaciones complejas. Respon-den a problemas surgidos de las múltiples demandas

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de la sociedad global, de las clases y de los grupos que integran o con los cuales se conectan, según prioridades cuya jerarquía relativa varía en el espacio y en el tiem-po. La incidencia de estas influencias y controles (in-cluso de las de la propia comunidad científica) se ma-nifiesta sobre todo en los siguientes niveles y aspectos:

i) Emergencia y persistencia, nivel cuantitativo de los científicos como grupo social.

ii) Reclutamiento, formación básica, entrenamien-to.

iii) Preferencias, discriminaciones, tests barreras (clasistas, políticas, étnicas, edad, apariencia, persona-lidad, sexo).

iv) Calificación: niveles y tipos de habilidad reque-ridos para el desempeño de trabajos científicos, que cambian con el avance de la ciencia y con la modifica-ción de las demandas sociales.

v) Valores, normas y principios, que a su vez se ma-nifiestan en la importancia asignada a los problemas y en los criterios de selección de los mismos como objeto de actividad; en los juicios que inciden sobre la obje-tividad y exactitud del trabajo; y en las pautas de rigor científico.

vi) Motivaciones reales y aparentes de la actividad. vii) Actitudes y comportamientos generales y espe-

cíficos. viii) Tipos predominantes, según origen social, tra-

bajo, modo de actuación (señor ocioso, profesional de dedicación exclusiva; explorador, teórico, tecnólogo).

ix) Organización. x) Medios de subsistencia personal y de trabajo (se-

des, equipos, materiales). xi) Teorías, métodos y técnicas; tendencias y escue-

las. xii) Tipos de producción y uso de los resultados. xiii) Mecanismos de información y comunicación. xiv) Evaluación de conductas, tareas y resultados,

por los pares y por los grupos sociales con quienes los científicos se asocian o de quienes dependen (gobier-no, empresas, universidades, fundaciones, opinión pú-blica).

xv) Otorgamiento o no de status, según satisfacción o no de requerimientos provenientes de los grupos so-

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cíales con influencia decisiva que convergen y se foca-lizan en los individuos y grupos científicos (derechos, privilegios, obligaciones, prestigio, inmunidad, autori-dad).

xvi) Grado de autonomía relativa, de eficacia pro-pia y de capacidad de retroacción de los grupos cientí-ficos sobre la sociedad global y sobre sus componentes fundamentales.

Estructuras culturales e ideológicas 12

En esta esfera aparecen tres niveles de interconexio-nes: el impacto de las estructuras culturales e ideoló-gicas sobre la ciencia y sobre la política científica; los elementos culturales e ideológicos específicos de los grupos científicos; la retroacción de la ciencia y de la política científica sobre la cultura y las ideologías.

Impacto de las estructuras culturales e ideológicas

Las teorías y los métodos, los descubrimientos, in-venciones e innovaciones no son exclusivamente me-ros resultados de actividades lógicas y empíricas intrín-secamente consideradas. Reflejan la atmósfera intelec-tual y emocional, no científica, de un lugar y de una época. Los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad son interpretados también en términos sociales, cultu-rales, ideológicos y políticos. Los factores y elementos relevantes que pueden actuar como frenos o estímulos del desarrollo científico y que se relacionan con las es-tructuras económicas y sociales ya consideradas, son sobre todo los siguientes:

i) Persistencia y predominio de creencias y actitu-des mágicas; de dogmas y tabúes; de prejuicios sociales contra ocupaciones y actitudes de búsqueda, innova-ción, crítica y cuestionamiento.

Tradicionalismo generalizado; exaltación y defensa del orden; estabilidad valorizada sobre el cambio y el progreso; actitud contemplativa;, alto grado de inmo-vilidad mental.

ii) En sentido inverso a i) , apertura y ensancha-

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miento de marcos y horizontes geográficos, sociales y culturales, y emergencia de un clima de fermentación sociopolítica y cultural en el que se valoriza el cambio, la crítica, la invención y la innovación.

Aparición y vigencia de los valores culturales de la ciencia moderna (racionalismo; imanentismo, natura-lismo, secularización; empirismo; supremacía de la ló-gica y de la experimentación; pragmatismo; ascetismo mundano; escepticismo hacia la tradición y la autori-dad; optimismo; reivindicación de la libertad crítica y creadora).

Diversificación de cuestiones, disciplinas y orienta-ciones^ y multiplicación de interacciones entre ellas y los grupos interesados en las mismas.

Alta evaluación y popularidad de la ciencia y de la técnica, otorgamiento de status y prestigio a quienes la practican.

iii) Existencia o no de grupos significativos, intere-sados en la acumulación de conocimientos y técnicas sobre el mundo natural y humano, en su aplicación a la práctica social en todos sus niveles; peso específico e influencia real de los grupos de orientación divergen-te y antagónica.

Modo y grado de distribución y equilibrio de los po-deres socioeconómicos, culturales y políticos.

iv) Posibilidad de competencia entre orientaciones culturales e ideológicas, o monopolio, autoritarismo y capacidad represiva de una de ellas.

Grado de libertad de especulación, experimentación, difusión y confrontación.

Elementos culturales e ideológicos en los grupos científicos

Los grupos científicos, como grupos especializados en una actividad profesional autónoma, incorporan en su conciencia y en su comportamiento elementos cultura-les e ideológicos. Estos pueden ser tomados de las in-fluencias y demandas de la sociedad global y de las clases y grupos dominantes o en ascenso hacia el po-der, recbidos y reelaborados, en condiciones y con características, por los grupos científicos; o bien éstos

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pueden crear sus propios productos culturales e ideo-lógicos.

La cultura de las clases y grupos dominantes proyec-ta sobre los científicos una constelación de ideas y ac-titudes básicas, imbuidas de prejuicios y justificaciones, tales como las siguientes:

i) Concepción de la ciencia como sistema indepen-diente y autodeterminado, aislado del resto del univer-so social, independiente de consideraciones socioeconó-micas, ideológicas y políticas, separado en principio de las aplicaciones prácticas.

ii) Enfatización del individualismo, de la competi-tividad y de las motivaciones de progreso personal,

iii) Visión del científico como miembro de una élite aparte de la sociedad, mantenido por ésta para que, por los éxitos de su actividad específica, brille sobre la masa.

iv) Tendencia a la autosegregación; dificultades pa-ra la cooperación y para el trabajo en equipo; acepta-ción de barreras entre científicos, entre ciencias y entre países.

v) Defensa de la libertad, identificada con la anar-quía, y traducida de hecho en el sometimiento a las formas existentes de poder y de organización social y científica.

Desconfianza hacia la organización, que se tiende a reducir al mínimo, para permitir el esfuerzo libre y es pontáneo de los científicos individuales.

vi) Despreocupación por la falta de control efectivo sobre el uso del propio trabajo y de sus resultados, y por las consecuencias sociales y políticas de la ciencia tal como se practica.

Evasión de la propia responsabilidad social y ética, eludida mediante el recurso a la tradición de la ciencia como búsqueda desinteresada de la verdad, indiferente a los efectos que pueda producir; y transferencia de la responsabilidad a los empresarios, políticos y otros gru-pos de interés, de presión y de poder.

En sentido inverso, científicos individuales y agru-pados pueden, en determinadas circunstancias, interio-rizar de tal manera las normas de rol, status, excelen-cia y ética profesional, y los objetivos de la propia ac-tividad, y vincularse en tal grado a los aspectos irihe-

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rentes a la especialización en su función a derivados de ella, que sus ideas, sentimientos, actitudes y com-portamientos llegan en algunos casos a trascender las demandas, las orientaciones y los límites que crean o imponen las clases y grupos dominantes y las institu-ciones en las cuales ellos están anclados o de las cuales dependen. Los factores y afectos de esta dinámica son, entre otros, los siguientes:

i) Tendencia intrínseca a la búsqueda del saber nue-vo, y al mejor uso y mayor relación de elementos del saber conocido.

Amor al conocimiento, a la investigación, a la ex-periencia y a la innovación.

Interiorización de la búsqueda de la verdad y de la actitud crítica como valores fundamentales.

Revaluación del criterio de verdad a través de la in-troducción de una perspectiva provisionalista que la visualiza como función en movimiento y lleva a recha-zar la idea de conocimiento completo y a adoptar una actitud de búsqueda permanente.

Reivindicación del descubrimiento, la invención, la innovación, como resultados de una actividad esponta-nea, lúcida y gratuita.

ii) Conciencia del valor del propio trabajo, a través de la actividad específica, y del surgimiento de una apreciación generalizada por parte de las clases y gru-pos dominantes, de la opinión pública, de la sociedad y del Estado.

Confianza en sí mismos; sentido de superioridad, ca-pacidad actual de progreso y posibilidades futuras ili-mitadas.

Conciencia de mayores poderes, derechos y respon-sabilidades simultáneamente.

iii) Generalización de la actitud de búsqueda, críti-ca y cuestionamiento, de la ciencia hacia la sociedad.

Reivindicación de la libertad de pensamiento, exten-dida hacia la libertad de los otros.

Sentido de la propia dignidad, con tendencia al re-conocimiento de la dignidad humana, y al rechazo de todo lo que implique estupidez, irracionalidad, sufri-miento inútil, persecución.

iv) Planteo de cuestiones no solamente intrínsecas a las actividades específicas, sino también respecto a

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la sociedad, la cultura y la política: fines de la inves-tigación; relaciones entre la ciencia y el bienestar; res-ponsabilidad social de la ciencia; dialéctica libertad-planificación de la ciencia.

v) Posibilidad de conflictos con grupos dominantes e instituciones vigentes.

Falta de coincidencia o divergencia entre los puntos y líneas del crecimiento científico, y los puntos y líneas de crecimiento de las demandas socioeconómicas, polí-ticas e institucionales, que pueden traducirse en dife-rencias de ritmo, contenido y orientación.

Vacíos o brechas entre las disponibilidades y posibi-lidades científicas, y las demandas e imposiciones efec-tivas.

Obstáculos al progreso científico, falta de uso o uso irracional o negativo de sus productos.

De manera general, los científicos pueden rechazar demandas que consideren injustificadas o destructivas, reconstruir tradiciones obsoletas y obstaculizantes, a la luz de nuevas teorías y experiencias, y del impacto de la propia dinámica y de la presión de clases ascen-dentes, grupos disidentes, nuevas alternativas y opcio-nes.

Acción de la ciencia sobre la cultura y las ideologías

La ciencia puede retroactuar sobre la cultura y las ideo-logías, ya sea directamente, ya de modo indirecto, so-bre las estructuras socioeconómicas y políticas que a su vez influyen en aquéllas. En la medida que ello ocu-rre, la ciencia puede irradiar o reforzar un tono, un ethos, un clima a la sociedad global. Genera o estimula nuevos modos de hablar, de pensar, de sentir y de ac-tuar sobre las cosas y los seres, sobre los hechos y las teorías, que conducen a nuevas visiones de los proble-mas científicos, económicos, sociales, culturales, ideo-lógicos y políticos. Puede difundir y generalizar las ac-titudes de provisionalismo, crítica y cuestionamiento. Puede impactar el modelo general prevaleciente, para sancionarlo, modificarlo o destruirlo y remplazarlo; contribuir al rechazo y descarte de viejas ideas y prác-

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ticas y a la sanción de otras nuevas, así como a una mayor racionalización de la sociedad.

El sistema social nacional se completa finalmente con las estructuras políticas, cuyo tratamiento entron-ca ya con el de la política científica, exigiendo ambos una consideración conjunta y por separado.

Estructuras políticas y política científica 13

Desde un punto de vista general, política es el con-junto de fuerzas, procesos y estructuras por los cuales y a través de los cuales se asigna y ejercita el poder en una sociedad. La ciencia está estrechamente entrelaza-da con el sistema político de cualquier país considera-do. Es parte de un orden social que también es integra-do por el sistema político; es afectada por ambos y a su vez los afecta.

Particularmente en la actualidad, y de modo crecien-te y acelerado, el conocimiento científico es poder po-tencial o efectivo para las clases y los grupos, las na-ciones y los gobiernos, en términos de creación y uso de recursos y riquezas, de prestigio e influencia, de ca-pacidad de dominación política y superioridad militar, dentro de cada país y en el sistema internacional. Pero, si bien el conocimiento científico es virtualmente equi-valente al poder, tiene escaso valor en sí mismo si no va acompañado por la capacidad para hacer uso efectivo de él, y ello depende de fuerzas, estructuras e institu-ciones de tipo socioeconómico y cultural, y de fuerzas, procesos, arreglos y estructuras de tipo político que ex-presan, configuran y condicionan el medio en que la ciencia existe y funciona. La creación y la aplicación de la ciencia depende cada vez más de su generación, di-fusión y captación por sociedades, grupos e individuos, y cada vez más determina consecuencias que sólo pue-den ser enfrentadas y manejadas en términos sociales y sobre todo, políticos.

Toda decisión y toda actividad relacionada con las condiciones de creación de ciencia, y del uso de ella y de sus resultados, tienen así un ineludible carácter po-lítico. Las decisiones y actividades de carácter científi-co no se definen en y por sí mismas. Son el resultado

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final de los intereses, las necesidades y las exigencias de distintos subconjuntos, sectores y grupos, de sus juicios de valor sobre prioridades configuradas en pro-gramas de naturaleza política, y de sus poderes poten-ciales o efectivos. Surgen y se desarrollan por los con-cursos y los conflictos de múltiples influencias particu-lares, y dentro de una estructura social de poderes que ellas expresan, refuerzan y modifican; y sobre todo lo cual, por añadidura, se ejerce siempre necesariamente un arbitraje de tipo político. En esta perspectiva, las fuerzas sociales reales, más que las estructuras y los órganos formales, son los que realmente cuentan.

La política aparece así virtu-almente como obstáculo o como estímulo para el desarrollo científico, en fun-ción de que los factores y variables relevantes para aquél estén sometidos al control y uso por clases, gru-pos y élites hostiles al cambio o favorables a él, y a la creación, acumulación y uso de conocimientos sobre cosas y personas. En el primer caso, cabe observar que el desarrollo científico racional no se encuentra hoy impedido por razones materiales y técnicas, sino por factores socioeconómicos, culturales, ideológicos y, so-bre todo, políticos. La política aparece así, como obser-vara John D. Bernal, como la justificación de lo que no se hace. En el segundo caso, la política puede actuar positivamente, decidiendo la promoción de la ciencia como parte de una determinada estrategia global de desarrollo que dé respuestas específicas a una gama de alternativas posibles. La experiencia histórica revela el papel fundamental de las transformaciones políticas, que sacuden los sistemas, liberan fuerzas, descartan premisas tradicionales sobre el mundo natural y social, crean nuevas condiciones generales y específicas y nue-vas pautas de pensamiento y conducta.14

En el contexto que surge de las consideraciones pre-cedentes, la política científica, en el sentido más am-plio, engloba el conjunto de intervenciones, decisiones y actividades de distintos tipos de poderes coexisten-tes en una sociedad dada, tendientes a obstaculizar o estimular el progreso de la investigación científica, y la aplicación de sus productos con referencia a deter-minados objetivos de naturaleza socioeconómica, polí-tica, militar y cultural.

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La política científica presenta las siguientes carac-terísticas fundamentales:

1) Su necesidad surge de la insuficiencia compro-bada de las acciones espontáneas de sujetos y agentes operantes en un medio dado para el logro de una ma-ximización que se considera deseable; y de la necesidad consiguiente de un arbitraje decisivo entre las fuerzas y poderes en concurso y conflicto.

2) Tiene como presupuesto e idea reguladora una cierta noción del progreso: ¿qué novedades (teoría o concepto, descubrimiento, invención patentable, inno-vación) y qué frutos de ellas deben surgir y propagarse, con qué velocidad y en qué direcciones, a qué costos humanos, en qué conjunto, con qué grado de universa-lidad de resultados, beneficios y perjuicios y para quié-nes?

3) Engloba respuestas a alternativas, bajo formas de decisiones y opciones.

4) Supone un esquema de la sociedad, a mantener y reformar, o a modificar y remplazar.

5 ) Busca beneficiar subconjuntos (sectores, ramas, clases, grupos, regiones) en el seno de un conjunto, de modo desigual en relación a otros que resultan poster-gados o perjudicados.

6) Da prioridad a ciertos progresos, elige focos o polos de formación e incremento de la información científica, itinerarios de propagación y formas de con-creción de los progresos en el -seno del conjunto.

7) Reparte, de cierto modo, recursos escasos para obtener, al menor costo posible, el mejor resultado de-seado para el conjunto y para uno o varios de sus sub-conjuntos.

8) Es siempre una respuesta específica a una serie de cuestiones básicas interconectadas: ¿qué ciencia y qué técnicas son buenas? ¿Para qué y para quiénes? ¿Cuánta? ¿Cómo?

Es preciso distinguir por lo menos entre dos catego-rías específicas de políticas científicas, que confluyen y se integran en la política científica genérica: la na-cional y la gubernamental.

La política científica nacional está constituida por el conjunto de políticas científicas correspondientes a las unidades componentes de los subsistemas político,

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social, productivo, educativo y científico propiamente dicho.

La política científica gubernamental se configura co-mo el conjunto de medidas de intervención y acción de los poderes públicos, para frenar o estimular el avan-ce de la ciencia y, con él, un tipo particular de progreso socioeconómico que se considera deseable.

Una política científica puede o no ser explícita. Pue-de concretarse o no en planes, programas, proyectos científicos. Puede o no establecer una comunicación más o menos regular y armónica con otras políticas, incluso la política económica y general del Estado, sus planes, programas y proyectos.

El carácter reciente, prácticamente inédito, de la po-lítica científica, la presenta como innovación social cu-ya existencia en la realidad es difícil de detectar y pro-bar y cuya investigación supone arduas dificultades. Ello se expresa y refuerza por la inadecuación de la teoría, de la metodología y de las técnicas existentes para la percepción y el análisis, e incluso por la inexis-tencia de un lenguaje unificado para el tratamiento de las funciones y problemas de la política científica.

Los procedimientos de determinación de la política científica son todavía poco científicos. Aún no puede hablarse de la existencia y aplicación de una previsión científica sobre modelos; ni tampoco de proyecciones claramente explicitadas, clasificadas y agrupadas de exi-gencias científicas en términos de gastos y resultados. No ha llegado a ser posible calcular de modo explícito y riguroso cuál es la mejor de las soluciones teórica-mente realizables en un campo de posibilidades. La ponderación de objetivos, la determinación de priori-dades y opciones, la asignación preferencial de medios, son raramente explicitadas de manera precisa y cuanti-tativa, justificada hasta en los detalles. Conserva una gran parte de apuesta. Resulta en medida primordial de relaciones de fuerzas y de decisiones de tipo polí-tico.

El hecho clave al respecto está dado por la plurali-dad, la diversidad, el carácter complejo y heterogéneo de los centros de intereses, de poder y de decisión, sus estrategias y "misiones", sus influencias: clases sociales, grupos y entes científicos, técnicos, políticos, guberna-

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mentales, administrativos, empresariales, sindicales, nacionales e internacionales. La resultante es una pro-liferación de racionalidades de todo tipo: de los sujetos y agentes, y de los centros de intereses, poder y deci-sión; de función (científica, técnica, económica, polí-tica, militar . . .); de fines y medios. Las racionalida-des múltiples coexisten y. entrechocan; tratan de usar a las otras como medios para sus propios fines; se con-vierten las unas en las otras sin identificarse completa-mente; operan unas veces como desarrolladas y domi-nantes y otras como subdesarrolladas y dominadas. En-tre las distintas racionalidades se establecen diálogos, intercambios de información, ensayos y errores, conflic-tos, negociaciones, compromisos. La heterogeneidad y la incoherencia recíproca de las racionalidades, misio-nes y decisiones parciales significan que ninguna de ellas pueda ser completamente sacrificada a otra, ni tampoco optimizable como si fuera única.

Por consiguiente, la pluralidad de los centros, las funciones, los fines y los medios —principales y secun-darios, dominantes y dominados—, deben ser articula-dos, integrados y simultáneamente optimizados por el arbitraje político del Estado, en una decisión única, referida a la elección de una junción de preferencia globalizante y compleja, determinada por la racionali-dad de la coherencia y de la estabilidad del sistema to-tal.

La función de preferencia no es una simple yuxta-posición de racionalidades. Representa la fusión parcial —que no excluye las diferencias— en un conjunto complejo que participa en mayor o menor grado de to-das las racionalidades sin identificarse totalmente con ninguna. Es una unidad determinada por el predomi-nio temporario de una o varias racionalidades sobre las restantes, con la consiguiente elección de prioridades y la selección de sujetos y agentes beneficiarios. El po-der latente de contestación de las racionalidades domi-nadas respecto a las dominantes explica la capacidad de evolución de la función de preferencia.

La racionalidad de la coherencia, la función de pre-ferencia que la expresa y concretiza, resultan de un pro-ceso siempre parcial e incompleto de integración. Las proporciones coherentes u óptimas entre los participan-

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tes y componentes nunca son conocidas ex ante. Se es-tablecen de modo gradual, lento, desigual, bajo la pre-sión de los hechos, empíricamente y por aproximacio-nes sucesivas, para la corrección de desequilibrios y rezagos comprobados e insoportables mediante la adop-ción de coherencias experimentadas. Ese proceso tien-de a lograr, desde la ausencia de incoherencias mayo-res, hasta la constitución progresiva de racionalidades previsorias cada vez menos imperfectas.

En síntesis, los conflictos y compromisos de racio-nalidades parciales, dentro, y fuera del Estado, se ma-nifiestan, resumen y resuelven relativamente en y a través de la política científica de aquél. Finalmente, tal como observa Yves Barel —cuyo trabajo me ha resul-tado particularmente inspirador para esta parte del análisis—, "la racionalidad de la política científica par-ticipa evidentemente de la racionalidad del régimen so-cial en el cual se elabora. Está condicionada por esta racionalidad del régimen, a la vez en sus posibilidades y en sus límites, y puede volverse a su vez uno de los elementos de apreciación de aquélla".15

El examen de la política científica no es fácilmente divisible en partes separadas. Exige un enfoque total que supere la indigencia de los métodos actuales, apa-rentemente insuficientes para reunir en un todo inte-grado elementos y puntos de vista fragmentarios y he-terogéneos.

La búsqueda de este enfoque global presupone y exige, sin embargo, un esfuerzo analítico que no pierda de vista la visión del conjunto. Este análisis comienza por referirse a los siguientes aspectos y niveles esencia-les:

1) Ambiente político general de la política cientí-fica (sujetos y agentes, estructuras y procesos).

2) Elementos constitutivos e indicativos de la exis-tencia y grado de desarrollo de una política científica.

3) Contenido y resultados de la política científica en sí misma: formación, dispositivo, financiamiento, cooperación internacional.

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El ambiente político general

En un sentido amplio, el ambiente político general de la política científica puede ser concebido como resul-tante de la existencia e interacción de fuerzas, estruc-turas y procesos de sujetos y agentes (clases, grupos, organizaciones, individuos), cuyas motivaciones, acti-vidades y productos configuran en conjunto el marco y el ámbito dentro de los cuales la ciencia emerge, es determinada y condicionada, desarrollada y utilizada, para la satisfacción de necesidades más o menos defini-das de la sociedad global o de sectores de la misma. La configuración y el análisis del ambiente político deben tener en cuenta el papel de quienes ocupan posiciones clave en el sistema del poder (grado de autoridad, orientaciones, decisiones), y el de las fuerzas sociales que aquéllos representan, que los influyen y presionan, los apoyan y resisten, en una compleja red de interre-laciones y de convergencias y conflictos de intereses, fines y medios.

Este enfoque amplio, que engloba influencias direc-tas e indirectas, puede ir acompañado de otro más res-tringido e inmediato, que toma en cuenta sobre todo la composición, la estructura y la dinámica del personal o comunidad de la política científica en un país y pe-ríodo dado, es decir, el conjunto de individuos, grupos y organizaciones que se ocupan, en tiempo parcial o completo, del desarrollo, de la comunicación y del uso de la ciencia.

En general, el ambiente político se configuraría así por los sujetos y agentes, los procesos y estructuras, y los arreglos institucionales con mayor o menor influen-cia y eficacia en la creación de condiciones que maximi-cen la producción, los resultados y los usos de la ciencia. Los componentes que interesa destacar y tener en cuen-ta en cualquier investigación empírica son los siguien-tes.

1) El Estado, sus órganos, instituciones, funciones y procesos.16

Los órganos a tener en cuenta son primordialmente los siguientes:

i) El Poder Ejecutivo: presidente; gabinete; minis-

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terios; asesores (individuales o comisiones); elementos clave en ministerios que ayudan a determinar y ejecutar la política científica; burocracia gubernamental; conse-jos o juntas de planeamiento; empresas públicas des-centralizadas.

ii) Parlamento: grado de interés; procesos de infor-mación, debate y decisión; comisiones ordinarias y co-mités especiales.

iii) Poder Judicial. El papel del Estado se despliega, no sólo a través

de los órganos indicados, sino también a través de sus funciones generales:

i) Institucionalización. ii) Creación de legitimidad y consenso para sí mis-

mo y para el sistema en su conjunto. iii) Legalidad. iv) Coacción social. v) Educación y propaganda. vi) Organización económica. vii) Relaciones internacionales, pacíficas y bélicas. Cabe aclarar que estas funciones son distinguibles

por exigencias analíticas, pero se entrelazan de hecho por el origen común y el centro de imputación —Es-tado—, y por la convergencia o identidad de sus fi-nes y resultados. Las estructuras políticas son multi-funcionales, y ninguna de ellas está especializada de modo total y exclusivo. Una misma estructura o ins-titución puede tener funciones diversas. Grupos, es-tructuras e instituciones de tipo privado pueden desem-peñar funciones políticas, estatales o paraestatales, de acuerdo a las tendencias burocrático-corporativas que parecen adquirir una creciente importancia en las nue-vas formas del proceso político mundial.

A través de estos distintos órganos y funciones se configura el grado de capacidad del gobierno y de la administración, y del sistema estatal en su conjunto, para captar y procesar información y asumir exigencias y objetivos de desarrollo y cambio, incluso las implica-ciones y los requisitos del progreso científico y técnico, para la sociedad, los principales subconjuntos y el Es-tado mismo. El grado de capacidad real puede depen-der de circunstancias generales tales como las siguien-tes:

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i) La medida en que el sistema social y político y el Estado expresan o no fuerzas interesadas y favora-bles al desarrollo y al cambio; el equilibrio o desequili-brio de las fuerzas de signo diferente o contrario; la combinación o el conflicto de fines.

ii) La existencia o no de una necesidad imperiosa, de éxitos realizados o inmediatamente posibles, y de popularidad generalizada, respecto a la ciencia, en re-lación a la sociedad nacional y a los grupos fundamen-tales.

iii) La incidencia que i) y ii) pueden tener en el reclutamiento, la capacidad, la información, las actitu-des, los comportamientos, los poderes reales y las de-cisiones concretas de quienes ocupan altas posiciones en el gobierno y en la administración del Estado. Más particularmente, disponibilidad de gobernantes y admi-nistradores con ilustración intelectual, con actitud ade-cuada para la protección y promoción de la ciencia, y el enfrentamiento de los problemas y consecuencias de aquélla.

De manera general, la intervención del Estado puede traducirse, separada o combinadamente, en:

1) Demandas y apoyos, de tipo directo e indirecto, a los núcleos y polos de investigación científica e inno-vación técnica, para el logro de soluciones a problemas que interesan a la sociedad en su conjunto, a algunos de sus grupos fundamentales, y al Estado mismo.

ii) Creación política, legislativa y administrativa, de condiciones directa o indirectamente favorables, para el desarrollo científico; y consagración jurisprudencial de las mismas.

iii) Acción deliberada del Estado para la formula-ción de una doctrina y de estrategias y tácticas adecua-das para el avance de la ciencia; asignación de recur-sos; asunción directa de tareas cientfícas.

2) Fuerzas, movimientos y partidos políticos, espe-cialmente sus dirigentes, voceros y cuadros, en la me-dida en que participan activamente en la lucha por el poder y en los procesos de gobierno de un país, ya sea formando parte del Estado o de la oposición.

3) Instituciones económicas y sociales-, empresas, sindicatos, entes culturales, universidades.17

4) Grupos de interés} presión y poder: organiza-

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ciones empresarias y sindicales, fuerzas armadas, Igle-sia. Los mismos deben ser considerados en la medida en que despliegan formas de intervención activa y di-recta en el sistema político, ya sea desde afuera del Estado, en interrelación con individuos que ejercen funciones políticas, o desde el interior mismo del apa-rato de gobierno y administración pública.

5) Personal o comunidad de la ciencia. La importancia de este grupo, de sus componentes

organizados y de sus líderes, puede ser determinada y evaluada sobre todo con relación a los siguientes as-pectos:

i) Número de miembros, global y por categorías; diversificación del cuerpo; complejidad del sistema ins-titucional.

ii) Capacidad de presión sobre las élites políticas y administrativas, y de creación de alternativas de po-líticas para aquéllas.

iii) Número, complejidad, regularidad e intensidad de las relaciones entre el Estado y los otros compo-nentes enumerados del ambiente político general, y la comunidad científica, especialmente en términos de ofertas y demandas, y de estímulos y disuasivos.

iv) Existencia o no de representación y de acceso institucionalizado al poder.

v) Inserción o no, y en caso afirmativo el grado, en el sistema nacional de decisiones y de planeamiento.

vi) Grados y formas de influencia de los componen-tes del ambiente político general en la estructuración y la dinámica del personal o comunidad de la ciencia, en sus actitudes, comportamientos y logros.

Otro componente que presumiblemente tendría im-portancia en la configuración y funcionamiento del am-biente político de la política científica, pero cuya de-terminación teórica y empírica apenas ha comenzado, es el referido a los llamados sujetos-motores, los gru-pos e individuos que pueden participar en un proceso de desarrollo socioeconómico y político, incluso promo-verlo y dirigirlo, y que así mantienen, atraen, animan y movilizan el potencial de investigación y los equipos dispersos.

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Elementos constitutivos y configurativos

El surgimiento y la existencia efectiva de una política científica, en un país y en una etapa de su evolución, constituyen un prerequisito esencial para la supresión de obstáculos y la reducción de desniveles y distorsio-nes en el desarrollo y uso eficaz de la ciencia referidos al logro de objetivos de progreso nacional. Ello con-tribuye asimismo a la coordinación entre la política científica misma y otras políticas socieconómicas del país, disminuye las incertidumbres en los procedimien-tos de negociación tendientes al logro de decisiones en materia científica; puede contribuir a determinar la inexistencia, la reducción o la supresión de la bre-cha tecnológica.

La imperiosa urgencia de contar con una política científica real y operante, se ve reforzada por el ine-vitable rezago que la misma sufre siempre, aun en los casos más favorables. La velocidad del progreso cien-tífico, su interdependencia y su influencia recíproca con las restantes esferas, niveles y aspectos de la so-ciedad y con ésta en su conjunto, complican la tarea del Estado para la adaptación a los cambios y para la imposición de una orientación que se juzgue positiva; alteran los términos de los viejos problemas y hacen surgir problemas nuevos; determinan continuas modi-ficaciones de las estructuras, funciones y modalidades de la política científica, que siempre surgen y se cum-plen en retraso respecto a la dinámica real.

La existencia y la efectividad de una política cientí-fica puede ser determinada mediante una serie de cri-terios e indicadores, referidos a pautas, estructuras y procesos sociales de pensamiento, de organización y de acción, y a tipos de información y comunicación. Los criterios e indicadores pertinentes pueden ser agru-pados en cuatro órdenes significativos: 1) Ideología de la política científica. 2) Grado de desarrollo de las organizaciones de investigación. 3) Grado de desarro-llo de los órganos centrales de política científica y de su integración en el sistema nacional de decisiones. 4) La política científica como sistema de información y comunicación.

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Ideología de la política científica18

La emergencia y el grado de desarrollo de la ideología de la política científica en un país y momento dados, reflejan la convicción compartida, en mayor o menor grado, por los dirigentes y componentes de las prin-cipales instituciones sociales sobre la importancia de las interacciones entre ciencia y sociedad, y se expre-san en un acuerdo mínimo sobre la necesidad de uti-lizar la ciencia y la técnica como actividades indispen-sables para encarar y resolver los problemas básicos del crecimiento o del desarrollo económicos, del cambio social y del sistema político (nacional e internacional), y de operar en tales esferas de modo racionalizante y deliberado. Ello depende de factores y circunstancias como las siguientes:

i) Nivel del desarrollo general del país; tipos de estructura socieconómica, de cultura y de sistema po-lítico.

ii) Monto e intensidad de la actividad científica cumplida en el país, en el pasado y en la actualidad, y grado de difusión y uso de los resultados.

iii) Grado de actuación efectiva de las distintas ins-tituciones sociales en el cumplimiento de actividades identificadas con la ciencia o vinculadas con ella.

iv) Conocimiento de los dirigentes y componentes de las instituciones sociales sobre la importancia de la ciencia en el propio país, y sobre las realizaciones de otros países y sistemas.

v) Confrontación y discusión sistemáticas entre los dirigentes de las principales instituciones sociales, y en el público general, sobre el papel de la ciencia y sobre la necesidad de una política deliberada al respecto.

Organizaciones de investigación científica 19

Las manifestaciones de una ideología de la política científica configuran un indicador necesario pero no suficiente de la existencia y efectividad de aquélla. Se requieren otros indicadores adicionales que permitan revelar el paso de la fase embrionaria de formulaciones

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abstractas, a la fase de plena expansión, de realizacio-nes y de penetración real de la política científica en la sociedad. Estos indicadores están referidos ante todo a la dimensión y a la complejidad de las estructuras, las funciones y los mecanismos del personal o comu-nidad de la ciencia, es decir, de los grupos y organiza-ciones que se ocupan, total o parcialmente, del desa-rrollo, difusión y uso de la ciencia. Esta esfera parece presentar, en la mayoría de los países considerados, una diferenciación sucesiva o coexistente de elementos o formas componentes, tales como los siguientes:

i) Investigación como resultado de la actividad de científicos individuales, aislados o unidos en asociacio-nes (con o sin algún grado de reconocimiento estatal).

ii) Establecimiento de centros propios por empresas privadas, universidades, facultades, grandes escuelas, con o sin apoyo y financiamiento gubernamentales.

iii) Creación de instituciones de investigación rela-tivamente autónomas o semiautónomas (institutos, academias, fondos, fundaciones), para el apoyo o para la realización de investigaciones en diversos campos.

iv) El Estado establece investigaciones instituciona-lizadas de servicio público (metereología, astronomía, agricultura, geodesia, salud), y centros para tareas con-sideradas de importancia nacional (energía atómica).

v) Multiplicación de organismos de investigación (institutos, centros, laboratorios, servicios, estaciones), generalmente agrupados en conjuntos más o menos vastos, con grado variable de autonomía jurídica y ad-ministrativa, y diferencias de naturaleza, de contenido y de alcance de sus actividades.

Para la clasificación de estas formas parecería conve-niente la combinación de dos criterios: el institucional y el de la especialidad científica.

Organos centrales de política científica20

La multiplicación de actividades y entes de investiga-ción, de tipo público y privado, sugiere y exige cada vez más la necesidad de una política y de órganos de coordinación de esfuerzos y de planificación del desa-rrollo de la ciencia.

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Las funciones de tales órganos, si se resume la di-versidad semántica que se despliega en el conjunto de leyes de creación y estatutos rectores, parecerían tender a ser las siguientes:

i) Estímulo, promoción, intensificación, mejora-miento, desarrollo de la ciencia.

ii) Canalización, coordinación, equilibrio, integra-ción de los esfuerzos aislados.

iii) Decisión, control, supervisión. iv) Proyección y prospección, programación, plani-

ficación. v) Uso adecuado de los resultados. La responsabilidad por el cumplimiento de esas fun-

ciones puede ser asumida por: i) La oficina del Presidente o del Primer Ministro. ii) El gabinete en su conjunto. iii) Un comité interministerial. iv) Un ministro, o un comité ministerial o un re-

parto de funciones entre varios ministerios. v) Un cuerpo nacional consultivo y/o administra-

tivo. vi) Una comisión nacional( v. gr.y para la energía

atómica). Circunstancias relevantes se refieren a las distancias

entre los órganos superiores de política científica y el centro del Poder Ejecutivo; a los diferentes grados de participación y de integración de los primeros en el sistema nacional de decisiones; a la mera existencia en el papel, o la mayor o menor conversión en me-canismos y pautas de acción social.

La política científica corno sistema de información y comunicación 21

Los subconjuntos o grupos que producen o usan cien-cia, y que configuran el ambiente en que ello ocurre y en que se elabora y ejecuta una política científica, pueden ser considerados como subsistemas integrantes de un sistema de información y comunicación de la política científica. Como la política científica en gene-ral, su sistema de información y comunicación consti-tuye una innovación social reciente, apenas emergente,

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difícilmente detectable y susceptible de comprobación en la realidad social. No existe aún un modelo general del sistema de información y comunicación de la polí-tica científica, ni siquiera en un estadio primario de elaboración; ni tampoco un estudio sistemático de los componentes de base en tal sistema.

La hipótsis básica a este respecto es que cada uno de los subconjuntos o grupos que tiene alguna partici-pación o influencia en la creación, desarrollo y utili-zación de la ciencia y de la política científica, genera y trasmite informaciones específicas sobre la ciencia y sobre sus lazos con los procesos socioeconómicos, po-líticos y culturales en un ámbito determinado (nación, región plurinacional, mundo), y usan los elementos informativos proporcionados por los demás subcon-juntos o grupos. La información está referida esencial-mente al potencial, los componentes, los procesos y los resultados de la investigación y de la innovación, y a la interacción de aquéllos con los restantes componen-tes y procesos sociales.

El subsistema de la política científica, en la medida en que tenga algún grado apreciable de desarrollo, re-cibe así la materia prima necesaria para su propia for-mulación y ejecución, proveniente de los subsistemas internacional, social nacional y de la ciencia nacional. Elabora y utiliza la información para dar a las estruc-turas y procesos de investigación e innovación plena eficacia en función de los objetivos buscados. Coordina funciones entre las estructuras y procesos correspon-dientes a distintos niveles y esferas. Mejora los meca-nismos de formulación y solución de los diferentes pro-blemas, y el grado de eficacia de funcionamiento del subsistema científico en sentido amplio (investigación y desarrollo). Asume, concreta y pone en práctica las consecuencias que todo ello tiene para la estrategia, la dirección y administración, la ejecución, el control de gestión y de operaciones.

Puede suponerse, en consecuencia, que la existencia misma de la política científica, su grado de madurez, su eficacia, son funciones directas de su desarrollo como subsistema de información y comunicación; de su complejidad, flexibilidad y sensibilidad con respecto a todos los sectores y medios relacionados con la cien-

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cia; de la cantidad y calidad de información que recibe, produce, trata y trasmite a través de la sociedad, sobre el estado y desarrollo de la ciencia y de la política científica, y sobre las interacciones de ambas con los componentes y procesos de la sociedad global.

A su vez, el desarrollo y madurez del subsistema de información y comunicación de la política científica depende de la creación y vitalidad del mayor número posible de sus componentes; de su ligazón con otros subsistemas relevantes (internacional, social nacional, científico, de decisiones); de la medida en que dichos componentes y sus estructuras existan sólo en el papel, o cumplan nada más que algunas de las funciones atri-buidas, o tengan capacidad para transformarse en una plenitud de acción social efectiva.

Una distinción es digna de señalarse al respecto. El sistema formal de información y comunicación de la política científica es un reflejo, que retiene sólo los rasgos mayores netamente objetivados, de un sistema mucho más complejo y difícil de percibir y analizar: el sistema no formal de comunicación de la política cien-tífica. En este último se hace la mayor parte del trabajo diario, y se toman las decisiones concernientes al desa-rrollo y uso de la ciencia en base al compromiso entre las fuerzas concurrentes y las alternativas y opciones emergentes.

El nivel de evolución y la organicidad del sub-sistema de información y comunicación de la política científica determina, e incorpora como uno de sus principales componentes e indicadores, la función de coordinación de actividades cumplidas en distintas es-feras y aspectos. A su vez, esa función incide en la eficacia de las estructuras mismas de la política cien-tífica y en la naturaleza dinámica de sus relaciones con otros elementos correspondientes a los otros sub-sistemas, especialmente el científico nacional.

El grado de desarrollo de la función de coordina-ción puede ser evaluado según una escala que incluye requisitos y tareas como las siguientes:

i) Intercambio entre agencias de información sobre planes en curso: inventario de trabajos en ejecución; análisis de doble empleo, indicación de fallas posibles, evaluación del contenido de los programas y proyectos.

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ii) Exposición comprensiva de los fines comunes hacia los que se supone deben tender la política gu-bernamental general y la formulación y ejecución de planes, programas y proyectos.

iii) Estudios de políticas de recambio, con evalua-ción de sus consecuencias.

iv) Comunicación entre agencias sobre planes fu-turos; proposiciones con evaluación presupuestaria.

v) Coordinación entre agencias para la planificación futura en común tendiente al logro de objetivos al nivel gubernamental; comparación de estos objetivos con el conjunto de planes de las agencias; concertación de acuerdos para llenar los vacíos y evitar los dobles empleos, y para el uso en común de medios especia-lizados.

vi) Atribución o reasignación de programas, ten-diendo a conferir al esfuerzo total el máximo de efica-cia; transferencia de funciones y de recursos, y pro-posición de modificaciones legislativas.

El contenido de la política científica 22

La evolución de la política científica como innovación social puede ser determinada, no solamente por los elementos ya analizados, sino también, más en detalle, por otros criterios adicionales, cuyo tratamiento debe ser omitido en este trabajo por razones de espacio. Es pertinente en cambio desplazar ahora la atención hacia el contenido de la política científica, referido especial-mente a los siguientes aspectos: formación, disposi-tivo, financiamiento, cooperación internacional.

Formación. Este aspecto y fase de la política cientí-fica incluye necesariamente por lo menos las siguientes tareas:

a] Disponibilidad de información cuantitativa, en un nivel adecuado de abundancia, precisión, regulari-dad, sobre el estado actual de la ciencia y análisis de esa información, todo ello referido especialmente a:

i) Instituciones y órganos. ii) Personal: número de estudiantes sobre pobla-

ción; número de profesores, investigadores, graduados.

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doctorados: científicos empleados en el gobierno, universidad, la empresa privada.

iii) Producción: volumen de literatura científica; y en general, por campos, autores, fechas; cantidad de trabajo y número de trabajadores científicos en los cen-tros de investigación y desarrollo, etcétera.

b] Visión prospectiva de objetivos, generales y sec-toriales. simples y compuestos, y de sus ligazones (cien-tíficas, técnicas, económicas, políticas, militares), du-rante períodos medios y largos.23

c] Traducción de objetivos en medios materiales,, financieros y humanos.

d] Examen del uso de los conocimientos científicos y de las innovaciones técnicas, en el presente, en pro-yección y en perspectiva.

Dispositivo del personal, los equipos y los materia-les, en unidades de producción científica y de innova-ción técnica. Especialmente:

i) Racionalización de las unidades, en cuanto a su dimensión y organización óptimas, y en cuanto a los la-zos existentes o a crear entre ellas.

ii) Convergencia de esfuerzos entre unidades (accio-nes concertadas, circulación de información) .

iii) Formación de personal que resulte insuficiente —en número, calidad y especialización en el momen-to de formular la política científica y con respecto a los objetivos trazados.

Fmandamiento.2* El análisis de este nivel debe in-cluir como mínimo los siguientes aspectos:

a] Agentes y procesos de decisión en la asignación de tareas y recursos.

b] Mecanismos de negociación y arbitraje entre centros político-administrativos, científicos, empresa-riales, sociales de diverso tipo, sobre alternativas, prio-ridades, opciones, montos, etcétera.

c] Criterios teóricos y prácticos de estimación de necesidades, y de evaluación y medición del gasto cien-tífico y de sus consecuencias globales y parciales.

d] Naturaleza de los recursos: económicos, financie-ros, materiales, humanos.

e] Origen de los recursos: i) Nacional: público, privado. ii) Internacional: por países, públicos y privados;

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organismos internacionales o supranacionales, públicos y privados.

f] Destinatarios: i) Ciencia pura, aplicada, desarrollo. ii) Militares, civiles. iii) Universidad, sector público, sector privado. iv) De alcance nacional, regional o local; por sec-

tores y por disciplinas. v) Laboratorios, institutos, centros, plantas piloto.

Cooperación internacional 25

a]Existencia o inexistencia de definición y de crite-rios precisos y exactos respecto al supuesto dilema: es-fuerzo nacional especializado vs. cooperación interna-cional y regional.

b] Criterios, formas y resultados de la especializa-ción nacional.

c] Formas y métodos de la cooperación internacio-nal:

i) No gubernamentales. ii) Intergubernamentales. iii) Estructuras orgánico-funcionales de cooperación. d] Perspectivas de cooperación a través de la inte-

gración latinoamericana: i) Ventajas y requisitos. ii) Obstáculos. iii) Antecedentes internacionales y regionales. iv) Diseño de formas institucionales (v. gr.y corpo-

tación pública multinacional para el desarrollo cientí-fico conjunto).

Fuentes

La elaboración detallada y la puesta en aplicación pa-ra casos concretos del esquema analítico que se ha expuesto, requieren la utilización de amplias y diversas fuentes de información, entre las cuales destacan las siguientes:

a] Escritos, declaraciones, estudios, informes, ema-nados de:

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i) Presidente, primer ministro, ministros, jefes de departamentos o de grandes organismos gubernamen-tales.

ii) Comités consultivos de la política científica, con-sejos de investigación, academias, fundaciones.

iii) Partidos políticos, sus dirigentes y voceros; pro-gramas, .declaraciones electorales, resoluciones parla-mentarias.

iv) Consejeros de la política científica, científicos en actividad, autoridades universitarias, empresarios.

b] Presupuestos nacionales, provinciales y locales que mencionen gastos concernientes a la investigación.

c] Programas de investigación de empresas, agen-cias, universidades, institutos, laboratorios, entes socia-les, impresos separadamente o como parte de un plan general.

d] Publicaciones periódicas de series estadísticas so-bre diferentes indicadores del estado y tendencias de la investigación, correspondientes a todas las organiza-ciones y niveles de la ciencia y de la política científica (potencial, programa, recursos, realizaciones, etcétera).

e] Estudios, revistas, informes (conferencias, sim-posios, comisiones, libros, sobre:

i) Historia, economía, sociología, psicología, polí-tica, administración de la ciencia.

ii) Cuestiones y problemas de política científica, general o sectorial.

iii) Casos particulares de toma de decisión y ejecu-ción de investigaciones e innovaciones, por parte de organizaciones e instituciones dedicadas a tales activi-dades.

f ] Periódicos, diarios y otras publicaciones que, de manera exclusiva o parcial, regular o episódica, contie-nen materiales sobre problemas y aspectos básicos de la política científica.

Estas fuentes pueden contener elementos concernien-tes a:

i) El nivel internacional, nacional, provincial y lo-cal.

ii) Sectores particulares: gobierno, universidades, empresas públicas y privadas, agro, industria.

iii) Investigación fundamental, aplicada, de desarro-llo.

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iv) Dominios particulares: ciencias físicas, natura-les, sociales.

De la evaluación crítica a la afirmación estratégica

El aporte que la Ciencia Política puede hacer a la pro-blemática bajo examen no puede ni debe limitarse a la mera comprobación de la situación existente, para de-plorar sus limitaciones e inconvenientes y, eventual-mente, agregar algunas tímidas sugerencias de reformas parciales. La contribución de los dentistas políticos la-tinoamericanos debe combinar la evaluación crítica de las estructuras y tendencias actuales con la formulación de una estrategia operativa que inspire y vigorice el trazado y la ejecución de una nueva política para el avance científico y técnico de los países de la región, en estrecho enlace con una estrategia global de desa-rrollo económico, cambio social, democratización polí-tica, creatividad cultural y recuperación de la autono-mía en el sistema internacional. La exploración de este ámbito excede los fines y límites del presente trabajo y requiere un tratamiento separado. Para terminar, y como puente para dicha tarea a cumplir en algún tra-bajo futuro, es pertinente destacar que la formulación de una política científica alternativa requiere el replan-teo previo o concomitante de algunas cuestiones bási-cas de tipo general, y la toma de posición al respecto.

Por una parte, es imprescindible que cada uno deci-da, al nivel de su individualidad y de su papel en la vida colectiva, su opción ante el dilema que en la ac-tualidad se presenta cada vez más claramente a escala nacional y mundial: ciencia al servicio de la monopo-lización extrema de la riqueza y del poder, de la buro-cratización y de la tecnocratización llevadas a extremos inhumanos, en un mundo polarizado para la coacción, la asfixia, y la destrucción de la libertad humana; o ciencia para la superación del reino de la necesidad y el paso a la creación de posibilidades ilimitadas de bienestar, libertad y expansión de la personalidad in-dividual y colectiva.

Por otra parte, la formulación de una política cien-

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tífica integrada en una estrategia global de desarrollo, cambio y democratización, presupone la determinación precisa y realista de los siguientes elementos:

a] El sistema de valores que se adopta, como base y criterio para la toma de decisiones frente al espectro de alternativas, para la fijación de prioridades y metas, para el rechazo del modelo vigente hasta ahora y para la creación y adopción de otro modelo dinámico y creativo.

b] La elaboración y difusión de una ideología capaz de proporcionar el esquema intelectual, los criterios orientadores, el estímulo a la movilización sociopolíti-ca de los grupos dinámicos y renovadores y de las ma-yorías nacionales, el sacudimiento y transformación de los partidos políticos y de las instituciones.

c] Los intereses y las fuerzas, los beneficiarios y los agentes, actuales y potenciales, del desarrollo que se busca; su gravitación relativa; sus posibilidades y mo-dos de articulación, alianza y liderato; los enemigos y cómo neutralizarlos o anularlos.

d] Los objetivos, condiciones, métodos e instru-mentos del desarrollo; el escalonamiento en etapas; las exigencias, requisitos y consecuencias; los cambios so-ciales concomitantes y resultantes; los tipos de econo-mía, de sociedad, de régimen político, de estructura institucional, de cultura y de ubicación en el sistema internacional, que se buscan y se prevén como resulta-do del proceso.

e] La inserción y el papel de la ciencia y de los cien-tíficos en el esquema planteado.

Este trabajo intenta, como ya se dijo, diseñar y fun-damentar un esquema analítico que pueda ser aplica-do al estudio de la política científica de uno o varios países latinoamericanos y a la formulación de políticas científicas alternativas. Es evidente que una tarea de esta índole puede ser abordada en primera aproxima-ción, pero no agotada, por un solo investigador ni por un grupo reducido. Requiere un prolongado e intensa trabajo interdisciplinario, a cargo de un conjunto nu-meroso de científicos sociales de las más diversas for-maciones y especialidades. Su importancia dista de redu-cirse al ámbito puramente teórico; está, por el contra-rio, grávido de implicaciones socioeconómicas, cultura-

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les y políticas de gran trascendencia, y permite combi-nar la relevancia científica con la apertura de posibili-dades pragmáticas, Constituye, pues, un desafío inelu-dible para la capacidad, la imaginación y el coraje de los científicos sociales de la región. Nada justifica que ese desafío deje de ser enfrentado de manera decidida y exitosa.

1 Este trabajo se vincula con el proyecto de investigación sobre la política científica en el caso argentino, en curso de realización conjunta a cargo de los Dres. Amílcar Herrera y Marcos Kaplan, con el patrocinio de la Fundación Bariloche y de la Escuela Latinoamericana de Ciencia Política y Adminis-ción Pública (FLACSO).

2 Para diversas apreciaciones sobre la revolución científica, véanse: Maurice Goldsmith y Alan Mackay (Ed.), The Science of Science, Penguin Books, Hardmondsworth, Middlesex, 1966; Jacques Ellul, The Technological Society, Vintage Books, Nue-va York, 1964; Ritchie Calder, Man and the Cosmos-The ta-ture of Science Today, A Mentor Book, Nueva York y Toronto, 1968; R. J . Forbes, The Conquest of Nature, A Mentor Book, Nueva York y Toronto, 1968; Nigel Calder (Ed.), The World in 1984y Penguin Books, Baltimore, Maryland, 1965 (vols. I v i l ) .

3 Sobre la brecha tecnológica, cf.: Richard N. Adams, "La brecha tecnológica. Algunas de sus consecuencias en el desarro-llo de América Latina"; en Foto Internacional, vol. X, núm. 1, julio-septiembre, 1969. El Colegio de México, México.

4 Cf.: P. M. S. Blackett, The Scientist and Underdeveloped Countries, y C. F. Powell, "Priorities in Science and Techno-logy for Developing Countries", en Goldsmith and Mackay, The Science. . . ; Amílcar Herrera, "La Ciencia en el Desarrollo de América Latina", en Comercio Exterior, Banco Nacional de Comercio Exterior, S. A., México, vol. X I X , núm. 9, septiem-bre de 1969, págs. 704-712.

5 Sobre Historia de la Ciencia, cf.: S. Lilley, Men. Machines and History, Cobbett Press, 1948; Herbert Butterfield, The Origins of Modern Science, 1300-1800, Macmillan, 1950; John D. Bernal, Historia Social de la Ciencia, 2 vols., Ediciones Península, Barcelona, 1967; Guy S. Métraux y Frangois Crou-zet (Ed.) , The Evolution of Science-Readings from the History of Mankind, A Mentor Book, Nueva York-Toronto-Londres, 1963; Thomas S. Kuhn, The S truc ture of Scientific Revolu-tions, The University of Chicago Press, Chicago-Londres, 1962.

Sobre Sociología de la Ciencia, cf.: Bernard Barber and Wal-ter Hirsch (Ed.), The Sociology of Science, The Free Press, Nueva York, 1962; Bernard Barber, "The Sociology of Scien-ce", en Robert K. Merton, Leonard Broom, Leonard S. Cottrell, Jr . (Ed.), Sociology Today-Problems and Prospects, Harper Torchbooks, Nueva York-Evanston, 1959; Gerald Degré, Scien-

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ce as a Social Institution, Random House, Nueva York, 1965; Francis A. Alien, Hornell Hart, Delbert C. Miller, William F. Ogburn, Meyer F. Nimkoff (Ed),Technology and Social Chan-ge, Appleton-Century-Crofts, 1957; Joseph Ben-David, "In-troduction", en International Social Science Journal, UNESCO, Vol. X X I I , núm. 1, 1970.

Sobre Economía de la Ciencia, cf.: Recherche et Activité Eco-nomique, sous la direction de Franqois Perroux, Armand Colin, París, 1969; Ivés Barel, La Rationalité de la Politique Scienti-fique, trabajo presentado en la Conferencia de Marinaské Laz-ne, abril, 1968, Grenoble, mimeografiado, 48 págs.; "Science and the Economy", en Organization for Economic Cooperation and Development, Problems of Science Policy, París, 1968.

6 Sobre la Ciencia de la Ciencia, cf.: Goldsmith and Mackay, op. cit.; Stevan Dedijer, ' T h e Science of Science: A Program-me and a Plea", en Minerva, vol. IV, núm. 4, verano de 1966.

7 Ward Morehause, "El Rey filósofo. La influencia del am-biente político sobre la ciencia y la tecnología en los países en desarrollo", en Foro Internacional, vol. I X , núm. 4, abril-junio, 1969, El Colegio de México.

s Elementos para la formulación de un esquema analítico pueden ser encontrados en : Stevan Dedijer, "Politique de la science, genése et evolution", en Economies et Sociétés, Ca-hiers de PI.S.E.A., t. I I I , núm. 4, abril, 1969, Librairie Droz, Genéve; Morehause, op. cit., nota 7; Jorge Sabato y Natalio Botana, "La ciencia y la tecnología en el desarrollo futuro de América Latina", en Revista de la Integración, núm. 3, no-viembre, 1968, BID-INTAL.

9 Cf. op. cit., nota 5 sobre Economía de la Ciencia; Orga-nization de Cooperation et de Développement Economiques, Politique S cien tifique et Développement, edición mimeografia-da, París, 25 de noviembre, 1968; B. R. Williams, "Research and Economic Growth-What should we expect", en Minerva, vol. I I I , núm. 1, Autumn, 1964; Herbert M. Phillips, "Notes d'introduction: Science, technologie et développement écono-mique, en Revue Internationale des Sciences Sociales, vol. X V I I I , núm. 3, 1966, UNESCO.

1 0 Cf. op. cit., nota 5, sobre Sociología de la Ciencia. 1 1 Cf. op. cit., en nota 5, sobre Sociología de la Ciencia; y

también: Joseph Ben-David, "The growth of the professions and the class system", en Reinhard Bendix and Seymour Mar-tin Lipset (Ed.), Class, Status and Power-Social Stratification Comparative Perspective, segunda edición, The Free Press, Nueva York, 1966; Joseph Ben-David, "The Scientifie Role: The Conditions of its Establishment in Europe", en Minerva, vol. IV, núm. 1, Autumn, 1965; A. Rahman, "Scientists in In-dia: the impact of economic policies and support in historical and social perspective", en International Social Science Journal, vol. X X I I , núm. 1, 1970; Abdus Salam, "The Isolation of the Scientist in Development Countries", en Minerva, vol. IV, núm. 4, Summer, 1966; Ladislav Tondl, "Conflict situations in scientific communities", en International Social Science Jour-nal, vol. X X I I , núm. 1, 1970; Re por t of the United Nations Interregional Seminar on Employment, Development and Role

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of Scientists and Technical Personnel in the Public Service of Developing Countries, Tashkent, URSS, del 1 al 14 de octubre de 1969, mimeografiado.

1 2 Cf. Berber and Hirsch, op. cit.; Degré, op. cit.; Berna!, op. cit.; Joseph Schumpeter, "Science and Ideology", en Ame-rican Economic Review, marzo, 1949, págs. 345-359; Hans Speier, "The Social Determination of Ideas", en Social Order and the Risks of War: Papers in Political Sociology, George W. Stewart Publishers, Nueva York, 1952; Irving Louis Horo-witz (Ed.), The New Sociology-Essays in Social Science and Social Theory in Honor of C. Wright Mills, Oxford University Press, Nueva York, 1965.

1 3 Sobre estructuras políticas de la ciencia y política cien-tífica, cf.: Ward Morehause, op. cit.; Sabato y Botana, op. cit.; Fran^ois Perroux, "Le plan scientifique, son contenu et son évaluation", en Recherche... op. cit., nota 5; Steven Dedijer, "Research Policy-From Romance to Reality, en Golds-mith and Mackay, op. cit.; OCED, Problems of Science Policy, op. cit.; OCED, Ministers Talk About Science y París, 1965; Council of Europe-OCED, Science and Parliamenty París, 1965; William R. Nelson (Ed.) , The Politics of Science y Oxford Uni-versity Press, Londres-Toronto, 1968; Don K. Price, Govern-ment and Science, Oxford University Press, Nueva York, 1962; Don K. Price, The Scientific State, Oxford University Press, Londres-Oxford-Nueva York, 1965; Daniel S. Green-berg, The Politics of American Science y Penguin Books, 1969; Indicaciones para la aplicación de la ciencia y la tecnología al desarrollo de América Latina, informe final de la Conferencia sobre la Aplicación de la Ciencia y la Tecnología al Desarrollo de América Latina, organizada por la UNESCO en cooperación con la Comisión Económica para América Latina, Santiago de Chile, 13-22 de septiembre de 1965: "La Recherche Scientifi-que, l'Etat et la Société", en Prospective, núm. 12, Presses Universitaires de France, París, 1965.

1 4 Un buen análisis al respecto sobre un período concreto se hace en E. J . Hobsbawn, The Age of Revolution, 1789-1848, A Mentor Book, Nueva York, 1962.

1 5 Barel, op. cit., nota 5. 1 6 Sobre el papel del Estado, cf.: Morehause, op. cit.; De-

dijer, op. cit. (notas 8 y 13) ; Sabato y Botana, op. cit.; Pe-rroux, op. cit.; Ellul, op. cit.; Dedijer, op. cit., nota 13; DominiqueDubarie, "La recherche scientifique et l 'Etat", en Prospective, op. cit., nota 13, Barel, op. cit.

1 7 Sobre el papel de las universidades, ver: Joseph Ben-David, Fundamental research and the universities-Some com-ments on international differences, OCED, París, 1968; José Medina Echavarría, Filosofía, educación y desarrollo, Siglo X X I , México, 1967; S. M. Lipset y A. E. Solari, compiladores, Elites y Desarrollo, Paidós, Buenos Aires, 1967; Víctor L. Urquidi y Adrián Lajous Vargas, Educación superior, ciencia y tecnología en el desarrollo económico de México, El Colegio de México, 1967. |

1 8 Ver Dedijer, op. cit., nota 13. 1 9 Sobre las organizaciones de la investigación científica, ver:

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Paul Gérard, "La recherche scientifique et ses institutions", en F. Perroux y otros, Recherche et Activité Economique, loe. cit.; Vladimir Kourganoff, La Recherche Scientifique, Presses Universitaires de France, París, 1965. Para un interesante es-tudio sobre un caso nacional latinoamericano, ver Olga Gas-parini, La investigación en Venezuela-Condiciones de su desa-rrollo, Publicaciones IVIC, Caracas, 1969.

2 0 Véase: OCED. Problems of Science Policy, loe. cit., y Reviews of National Science Policy Series (Bélgica, Francia, Grecia, Japón, Reino Unido, Alemania, Suecia, Canadá, Es-tados Unidos, Italia, URSS) ; Goldsmith and Mackay (Ed.) , op. cit. (nota 2 ) .

2 1 Ver: Dedijer, op. cit., nota 8; Herbert Goblans, "The Communication of information", en Goldsmith and Mackay, op. cit.; Diana Crane, "The nature of scientific communication and influence", en International Social Science Journal, vol. X X I I , núm. 1, 1970; Robert Jungk, "Quelques remarques sur Pavenir de l'information publique au sujet du progrés scienti-fique", en Prospective, núm. 12, op. cit.

2 2 Ver bibliografía nota 13; Barel, op. cit.; Morehause, op. cit.

2 3 Ver Radovan Richta et Ota Sulo, "La previsión de Pave-nir et la révolution scientifique et technique", en Revuei Inter-nationales des Sciences Sociales, vol. X X I , núm. 4, 1969.

2 4 Sobre financiamiento, ver: OCED, Government and allo-cation of resources to science, París, 1966, Fundamental re-search and the po\icies of governments, París, 1966, Problems of Science Policy. op cit.; Barel, op. cit.; Perroux y otros, op. cit.

2 5 Ver: Alexander King, "Science International", en Golds-mith and Mackay, op. cit.; Jean-Jacques Salomon, "Interna-tional Scientific Policy", en Minerva, vol. I I , núm. 4, verano de 1964; Norman W. Storer, "The internationality of science and the nationality of scientists", en International Social Scien-ce Journal, vol. X X I I , núm. 1, 1970; Pierre Piganiol, "Scien-tific Policy and the European Community", en Minerva, vol. VI , núm. 3, Spring, 1968; OCED, International Scientific Orga-nizations (un volumen y un suplemento), París, 1965; Edward Miles, Reletionships between technology and íntergovernmental cooperation in international organizations, Conference on Func-tionalism and the Changing Political System, Bellagio, noviem-bre 20-24, 1969.

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