la venta del istmo

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Y TAREAS Pnnamn 5

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historia

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  • YTAREASPnnamn 5

  • TAREASDireccin: Ricaurte Soler ; Leopoldo Fuentes del Cid; Fabin

    Echevers ; Carlos Ayala, Carlos Bolvar Pedres-chi; Csar Pereira B.

    Redaccin: Alfredo Castillero C . ; Csar A. Young Nez;Bernardo Selles ; Ornel Urriola ; Jaime De Len.

    Corresponsales:DAVID : Evelia Alvarado.

    CHITRE: Moiss Chong Marn.

    ANION: Luis Vliz.

    Exterior :MARACAIBO : Carlos Wong.

    RIO DE JANEIRO : Hornero Icaza Snchez.

    SANTIAGO DE CHILE : Aristides Martinez.

    Patrocinadores:Carlos Franco ; Juan A. Tack; Joaquin Franco ; RobertoRichards; Ivn Tejeira; Ren Brenes ; Rafael Gonzlez;Luis Alberto Franco ; Jos Angel Noriega; Jorge ContePorras ; Carlos Be Diego; Reina Torres de Araz;Leonel Ferguson; Nidia Cardoze ; Carmelo Garcia ; JosL

    . Castillo ; Mario Galindo ; Bonifacio Pereira; PedroSalazar.

    Correspondencia : Apartado 3560, Panam, R . de Panam .

  • TAREASAo I

    Panam, Agosto-Diciembre de 1961

    N9 5

    INDICE

    Pgina

    Editorial : PELIGROSA POLITICA EXTERIOR

    _ . III

    Belisario Porras : REFLEXIONES CANALERAS 0 LA VEN-TA DEL ISTMO 3

    Alfredo Castillero C . : EL MOVIMIENTO DE 1830 . . . . . . . . 12

    Ciarence Finlayson : PRESENTACION DE LA FILOSOFIAEN LA AMERICA LATINA 57

    Ricaurte Soler : BENJAMIN CONSTANT : IDEOLOGIA PO-LITICA Y COMPROMISO SOCIAL 88

    COMENTARIOSLA PRENSA SURAMERICANA COMENTA LA LABOR DEL

    PROFESOR CESAR. A . DE LEON --- 102

    A PROPOSITO DE LA EXPOSICION DBE ARBOLEDA . PorAlberto Dutary 115

  • EDITORIAL

    Peligrosa Politice ExteriorHace poco tiempo, una ex-111inistro de Relaciones

    Exteriores, en un programa televisado en que se deba-ta nuestras relaciones con los Estados Unidos de Am-rica, censur duramente la forma como el actual Gobier-no est manejando su poltica exterior. Entre otroscargos de especial gravedad, el ex-Canciller llanto laatencion sobre el hecho de que la conducta de Panamen los organismos internacionales dejaba mucho quedesear de nuestra condicin de Estado. soberano.

    Posteriormente, otro ex-Ministro de RelacionesExteriores, tambin de la pasada administracin, criticseveramente la posicin de nuestra Cancillera en rela-cin con los problemas que, entre Panama y EstadosUnidos de Amrica, ha suscitado el canal interocenico.Esta ves, el cargo concreto se haca consistir en que elAinistro actual, era la Memoria correspondiente a sudespacho, incurra en apreciaciones que el ex-Cancillera que aludimos calificaba de derrotistas y peligrosas.Entre estas apreciaciones se destaca la que sostiene queel concepto de soberana ha perdido vale- y que "resultaincapaz ale ofrece- una solucin, racional a los conflictos

    III

  • de derechos y jurisdicciones que esta situacin peculiarengendra" ,y la de que Panam "nunca lograr una in-terpretaciaa favorable a sus intereses". A esto pode-mos agregar el deficiente tratamiento que la misma.Memoria le da y la psima orientacin que le imprimea tesis tan vertebrales para el pas como la dela na-cionalizacin del canal y la neutralizacin del mismo ,yde la Repblica como tal. Ile aqu, en todo caso, losconceptos que a la actual dministracin le merecen su-gestiones tan patriticas como la n.aeionali-Jacin ,y lavzeutralizaciu, del canal:

    "A este respecto no debe olvida rse que esto de latiacioazalizcaciva del Canal de Panam no tiene ningunasimilitud con la nacionalizacin, deVCanal de Suez efec-tuada por el Gobierno Egipcio".

    "En el caso del Canal de Panam con la idea de lanacionalizacin lo que se perseguiria es rectegrar a lallena ,jurisdiccin de la. Repblica el territorio de la Zo-na del Canal dentro del cual esta ubicado el Canal, SINQUE ESTO IMPLICARA, NECESARIAMEN-TE, QUE EL ESTADO PANAMEO SE CON-VIRTIERA EN EL DUEO O ADMINISTRA-DOR DEL CANAL".

    "Si por neutralizar el Canal de Panam o la Rep-blica de Panam, debe entenderse dejar a ambos sindefensa eficaz contra ua agresor que no est dispuestoa respetar tratados de neutralidad, vos parece que lamedida podra resultar suicida. Si por -tal cosa debeentenderse gane la defeatsa del Camal debe ser exclusivo,competencia de Panczmz, la defensa resultara evidente-mente ineficaz".

    Ciertamente la forma como el actual Gobiernoviene administrando nuestra poltica exterior ha moti-vado honda y especial preocupacin en el pais. Lasdeclaraciones de los ex-Ministros aludirlos son las que

    IV

  • Hus se conocen, y las que han encontrado mayor relieve,nicccine.te en radn de la investidura picblicd que hanostentado ?f poi, razn de los medios de expresin a quehan. tenido acceso . Sin embargo, es comwn en la plazapblica, en los crculos obreros, profesionales, estudian-tiles y docentes, la idea de que el asomo de irndependen-ria politica que se produjo durante la pasada adminis-oracin se encuentra en franco ?l peligiroso deterioro.

    El tono de nuestro lenguaje diplomtico ; las arre--,netidas contra el principio de no intervencin y delibre determinacin de los pueblos; la participacin enalianzas nnilitares con dictaduras y ,gobeii .os antide-mocrticos de centroanirica; la facilidad con que Pa-nam se allana a hacer aquello que virtualnente coan-place al Depa.rtaniento de Estado ; su posicin frente aproblemas iiNundiales ?1 latinoamericanos ; las ii.necesa-4as, inoportunas einmotivadas alabanzas del Presiden-te de la Repblica al Gobierno norteamericano y a suspersoneros en la. Zona del Canal, la alarmante prodiga-lidad con que el Jefe del Ejecutivo adjudica condeco-raciones a magnates y capitalistas norteamericanos, la;ndiferencia frente a. una guerra nuclear ; la ningunasimpata que le merece una politica de neutralidad engeneral y la ninguna consideracin que al Ejecutivo leha merecido la idea de un pacto de neutralizacin entreias grandes potencias ,y Panam sugerida por el Dr.Ernesto Castillero Pimentel ,y respaldada por gruesossectores de opinin; Id poltica de retaguardia del Eje-cutivo ante los reiterados incumplimientos de los trata-dos por parte del Gobierno norteamericano ; y el ma-nifiesto desaprovechamiento de las distintas coyunturasdiplomticas que se han presentado para afirmar nues-tra personalidad internacional ,y derivar los beneficioseconmicos y politicos correspondientes, son apenas al-gunos signos que distinguen y sellan la actual polticaexterior de Panam . Como no es de extraar, estapolti.ea se ha trdi.cido en, clesprestigo y disniinu.cin

    V

  • er sibles de nuestra personalidad internacional y enevidentes perjuicios para los intereses vitales de nues-tra nacionalidad.

    Contrasta dolorosa lt lacerctn.teaneute con, la politicapanamea, sealada en los prrafos que preceden, bipoltica del Presidente Kennedy que, entre otras cosas,se niego a cerrar aetividades econmicas como la Le-chera -Mindi, no obstante la violacin que tal prctica.implica a los tratados existentes y el perjuicio que ,ni-pone para la economa nacional ; que en proteccin deos intereses de las poderosas com .pacas ac~reas norte-americanas, se niega a reconocerle a Panarma el derechoa manejar dos rutas areas a los Estados Unidos noobstante el texto del Convenio de Aviacin. vi .( jente entre ambos pases; que se resiste a cerrar los estableci-mienlo.s comerciales e industriales que compiten con lospanameos; que se niega a. que la bandera j~arrameaasea i,-acta en todos los lugares de la Zona del Canal,rara citar slo algunos de los aspectos de tal politIca.

    Los ]techos que dejamos enunciados, y que la obli-gante brevedad de una nota editorial no permite ahon-dar ms, constitu,tlen motivo de seria meditacin paralis sectores responsables de opinin y que conviene seaenmendada lo cantes posible para evtar as tan mayo)deterioro de nuestra personalidad eomo Estado indc-pendiente y soberano .

    VI

  • Reflexiones Canaleras o ia Venta del Istmo }Por Belisario Porras

    Que amarga irona la de la Historia, enfrentarse aPpresente con las manos vacas, impotente ante nuestraspasiones, pero comprendiendo que ella se levantar comoun juez severo, con un arma ms poderosa que la de nues-tras manos y nuestros corazones ; un arma que es el smbolode la verdad : La Palabra.

    Publicado en el "Constitucional" , San Salvador, 18de Julio de 1903'.

    La revista TAREAS se complace en publicar el artculotitulado REFLEXIONES CANALERAS 0 LA VENTA DELISTMO, escrito por el Dr. Belisario Porras . Se trata de unavaliosa pieza histrica, publicada en "El Constitucional' deSan Salvador, en su edicin de 18 de julio de 1903, en donde elinsigne estadista panameo y caudillo liberal comenta el tra-

    tado Herran Hay y seala las consecuencias econmicas, po-liticas y culturales que se habran de derivar de un tratadocanalero con los Estados Unidos de Amrica.

    El artculo en cuestin es prcticamente ignorado por lasgeneraciones presentes y por buena parte de la- pasada yconstituye no slo un valioso documento histrico sino unalegato de gran actualidad en vista,de que ha vuelto a tapeteel tema de nuestras relaciones con los Estados Unidos de Am-rica y la posibilidad de negociar un

    .nuevo tratado.

    Al registrar TAREAS su .satisfaccin por la reproduc-cin del artculo ea referencia, desea consignar su agradeci-miento al estudiante universitario Abel Espino Porraspor cuyo conducto recibi tan sealada colaboracin.

    3

  • El Istmo de Panam, sujeto hoy a la ruta de las am-biciones norteamericanas, ajeno a su propia direccin, im-pulsado por hombres pequeos y temerosos, que no sabenni defender sus derechos ms elementales, no recuerdanhoy que cuando nos emancipamos, lo hicimos sin sacrificiosde nadie, sin el esfuerzo de los hroes legendarios de Ca-rabobo y Boyac, enfrentndonos al imperio colonial msgrande que conocieron todos los siglos de Grecia y deRoma.

    Ciertamente que todos los colombianos deseamos quese abra el Canal Interocenico por nuestro territorio delIstmo, pero ahora que los norteamericanos hacen la pro-posicin de construirlo y que han celebrado con la Rep-blica de Colombia el Tratado Herran Hay, con este objeto,as como hay quienes son partidarios de l, a todo trance,y que piden por consiguiente que este contrato sea apro-bado sin modificaciones, tambin hay quienes pensamosque solo podr aceptarse modificndolo y que si ha deconstruirse el Canal, sea sin mengua de la integridad denuestra soberana, de la honra de la patria, y de nuestraseguridad econmica.

    Moderen sus clculos los que imaginan que los nor-teamericanos habrn de construir esta obra para nuestrobeneficio y recurdese que stos no han sido capaces derespetar sus obligaciones contractuales desde el ao 1849,en que la seguridad del-Istmo ha sido amenazada y contro-lada caprichosamente por la direccin que le ha venidoimponiendo aquel pas.

    Los que combatimos al Tratado Herrn Hay, somosuniformes en nuestras argumentaciones y lgicos con no-sotros mismos, no discrepando en un solo punto . Los es-nalistas a toda costa, se distinguen por la falta de unifor-midad y de lgica . No solo se contradicen unos a otros, sinoa s mismos. Nos ha parecido que los primeros son demasia-do conformes o ingenuos para comprender la verdad.

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  • Para los que sostenemos la soberania, la nonra, la ui-tegridad de la patria y la seguridad econmica del Istmola verdad resplandece y nos gua a todos como un foco deluz, en tanto que los que se olvidan de estos principios queson de conservacin, se dejan arrastrar por mviles menoselevados, menos resplandecientes, menos fijos, ms par-ticulares, y por sto se van por diversas vas, empleandorecursos desiguales, como si dijramos vehculos distintos.

    Los norteamericanos han tenido dominio absoluto deiIstmo desde el ao de 1849 sobre la lnea frrea de Pana-m a Coln, lo que consideran en cierto modo una prolon-gacin de la lnea costanera de los Estados Unidos , y losIstmeos con temor debemos comprender el peligro que en-traa para nuestro porvenir estas pretensiones del norte-americanismo ; el Tratado Herrn Hay no limita las ambi-ciones y propsitos norteamericanos, sino que abre las puer-tas por completo a la dominacin norteamericana. Por ellodeducimos en buena lgica que de aprobarse el TratadoHerrn Hay, sto constituir en pocas palabras UNA VEN-TA DEL ISTMO.

    Acaso queremos echar el Istmo en brazos de los nor-teamericanos . . . ?

    Deshacernos de l por diez millones de pesos en oro . ..y qu . . .?

    Olvidan los istmeos que nos nan numniado los norte-americanos, tan slo con el dominio de la lnea frrea dePanam a Coln; si les ofrecemos y les entregamos unafaja de terreno en el Istmo, es lgico que en poco tiempopretendern dominar en los 900 mirimetros cuadrados delterritorio que compone el Istmo de Panam, y si han deavanzar como avanzan hoy, los norteamericanos nos colo-nizarn con la mayor firmeza y rapidez . . .!

    Pero no han de llegar . . .!! Antes de que se cumpla este

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  • supuesto destino irremediable, que nos hunda el mar y nossepulte entre las corales y las ostras . . .!!

    Las publicaciones que hasta el presente se han hecho,no estudian este punto, lo rozan apenas como el batir delave con sus alas . Cuando advierten que la Constitucinde la Repblica a nadie ha conferido, ni al gobierno, ni alPoder Legislativo, ni a ninguna autoridad, la facultad deenajenar ni siquiera una pequea parte de nuestros terri-torios, ni siquiera con el propsito de administrar el CanalInterocenico.

    La soberana Colombiana debe ser mantenida a todacosta, y que la bandera tricolor de Colombia, ondee sintemores y sin retiscencias desde Bocas del Toro, hasta Cun-dinamarca . . .! Que ninguna bandera extranjera sea plan-tada en nuestro territorio, ni siquiera con el pretexto deabrir un camino en nuestra tierra para abrazar los mares . . .!!

    Por qu creer que ste es el principio fundamentalde que ninguna autoridad, por elevada que sea, puede ejer-cer facultades para enajenar nuestro territorio y concederlos derechos soberanos? La integridad de la patria debeser mantenida a toda costa, y si ha de intentarse construirel Canal Interocenico, que se asegure y se explique queslo nuestro ejrcito, nuestra polica, nuestros jueces, po-drn administrar justicia . . .!

    Todos los tratadistas de derecho, desde Blunstschi hastaFiore, sin excepcin de uno solo, sostienen que la sobera-na es indivisible, que la soberana es inajenable, que lasoberana es nica, y que es una condicin inmanente a lanacin ; el territorio de la patria no puede ser dividido, nisiquiera alquilado, ni siquiera con el pretexto de abrir elcanal interocenico.

    No comprendemos qu ley de la Repblica, qu poderdel Estado, puede tener facultades para desmembrar nues-tro territorio y entregar parte de l a la administracinde los norteamericanos!

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  • Las cosas hay que hablarlas con entera franqueza yclaridad. El Istmo de Panam es decir Colombia sim-plemente est ofreciendo la posibilidad de abrir el CanalInterocenico, contando con el ms valioso capital, quees la tierra y la posicin . geogrfica, sin cuyo concurso losnorteamericanos no podrn abrir dicho canal, y sino que lointenten desde Florida a California . . .!

    El Istmo de Panam es la franja ms angosta del con-tinente americano, y ofrece su territorio para la magnaobra ; no se puede :menospreciar el capital que constituyeel aporte de la Repblica de Colombia, ya que es sin dudael ms valioso ; porque estamos seguros de que si los norte-americanos no construyen el Canal con todo su enorme ca-pital er_onmico, cualquiera otra potencia europea en mejorocasin, preferir nuestra ruta, a la de cualquier otro pas.Si no, dganlo con elocuencia, las rutas en proyecto deTehuantepec y de Nicaragua, las cuales fueron deshechadasen minucioso examen y que vino a determinar el proyectode Lesseps y Bonaparte Wyse.

    El argumento que ha venido esgrimiendo el norteame-ricano del peligro europeo, constituye en s una respuestaal peligro norteamericano que vemos venir con todo el te-mor los que combatimos el tratado Herrn Hay . Insisti-mos en que esa franja de territorio que se dar a los norte-americanos, les har dueos de nuestro territorio, y si noque lo digan con elocuencia la aplicacin de la doctrinaMonroe en nuestra propia tierra americana, a donde hansembrado sus manos de sangre . . .!!

    Los norteamericanos contemplan con todo el clculola posibilidad de hacerse dueos del Istmo de Panam, peronos dicen con todo el cinismo . . . "los europeos nos acechan,estn prontos a devorarnos, y es necesario que nosotros losprotejamos, contra sus intereses imperialistas . . ." . Casi pa-reciera que los norteamericanos son nuestros amigos, a ma-nera del lobo con la oveja, siempre que nos dejemos devorar

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  • tan slo por ellos aunque bien pienso que as seranigualmente los europeos indiscutiblemente.

    Nos dicen los norteamericanos que sern nuestra garan-ta si les entregamos una faja de nuestro territorio, peroque sern nuestra amenaza si nos resistimos contra ellos . ..ya desde el canal francs han venido amenazndonos y ental sentido se ha pronunciado profusamente la prensa- orteamericana.

    Se ve, pues, que se nos coloca como los navegantes,erseguidos en Neptuno en la Odisea de Homero, entre:aribdis y Escila ; expuestos a sucumbirnos entre los astros,omo fauces de uno de los dos monstruos mitolgicos ; poranto se desprende que estas cosas deben tratarse con cui-tado, slo estudiando las preferencias y ventajas ; un go-derno inteligente, podr sacar mejor provecho de la insis-encia norteamericana no dejando caer en el olvido porompleto, que entre las naciones europeas pueden encon-rarse mejores garantas de respeto y de dignidad, que lalue nos ofrecen hoy los norteamericanos con el tratadolerrn Hay.

    Los norteamericanos quieren absorvernos . . .vendrn aqu-en el mensaje de su lengua y de su folklore, son de una:ondicin que no respeta ms hegemona cultural que la;uya; vendrn a colonizarnos, no slo como se explota una~arca, con propsitos comerciales o polticos- sino pornedio de su cultura, sinceramente incompatible con lanuestra . A dnde est nuestro valor civil, a dnde nuestralignidad, a dnde nuestro concepto de la nacionalidad, yle la cultura hispnica, de nuestros derechos y de nuestra)ersonalidad definida . . .!

    Admitimos y comprendemos el peligro europeo, sabemoslue entraa un peligro como el del norteamericano, perono nos intimida tanto, porque allende el mar, una vez unagran nacin pretendi dominarnos e imponernos su autori-dad por los siglos, y el Istmo, sin armas casi, se levant por

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  • su propia voluntad para deshacer los lazos polticos . . . LOSCULTURALES NO, nunca jams!

    Los norteamericanos nos dicen que nos tienen muchacario; no pocas veces hemos ledo en la prensa norte-americana, crticas violentas contra la poltica imperialistade los europeos contra los latinoamericanos ; no pocas veceshemos ledo en la prensa norteamericana crticas contra lapoltica de los europeos, que vienen desarrollando en elcontinente negro de quienes parece que quieren convertir-se en defensores qu irona, para los que defiendan lateora de McKinley de la expansin territorial y del racis-ino, y de imponer por la fuerza, una poltica del panameri-canismo, que se administra desde las fronteras norteame-ricanas, si no, dganlo con elocuencia . . . Mxico, Cuba, Hait,Filipinas, Puerto Rico . . . o nosotros mismos!

    El ponderado cario de que nos hablan los norteameri~canos, coincide con su propio inters, proclamando la doc-trina Monroe; porque para su propia integridad, son un pe-ligro las agresiones y amenazas de la Santa Alianza, y sise opusieron a Maximiliano en Mxico, fue por temor a supropia integridad, y si se opusieron a la dominacin deCuba y de Puerto Rico, por consejo desde los tiempos deJefferson fue por ejercer una hegemona, que hoy su-frimos, y que ha sido de ingentes provechos para el pas delos norteamericanos.

    Sinceramente stos no son hombres sinceros, hombresde virtud y de palabra, stos no aman los ideales del dere-cho con alma pura y fe . Quin no recuerda los ros desangre que hicieron derramar para mantener la esclavitudde los negros Ren su propia tierra y quin no recuerda laimpasividad, la indiferencia con que han visto las coloniasde Jamaica y la de Guayana en el propio centro del enor-me pas latinoamericano.

    El negro redimido no ha dejado de ser esclavo, y hoy,cansado de recibir ultrajes y horribles brutalidades, en el

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  • propio pas donde levant ros de oro con sus propias manos,no conoce ni siquiera el amparo para l, y lleno de zozobrasy de angustias, como un nufrago vuelve sus ojos espanta-dos de llanto, ante el misericordioso Zar de todas las Ru-sias padrecito de millones de esclavos en busca de pro-teccin.

    No hablaremos con detalle de la dominacin norteame-ricana en Puerto Rico, porque ella forma parte de una largapgina de interminables horrores, denunciados al mundopor Luis Muoz Rivera, y basta citar a Filipinas, persegui-da, hostigada, cazada de cerca como una fiera, que se ex-tingue en medio de torturas y humillaciones, bajo el fustede sus nuevos amos . . .!

    Qu prueba sto? Que debemos creer en el cario delos norteamericanos, padres y protectores de la enorme isladel nuevo continente, y que debemos someternos a su vo-luntad?

    No, y mil veces . . .NO! Porque Panam no necesita delCanal ; pero si ese ha de ser nuestro inexorable destinohistrico, que se recuerde que el Istmo de Panam cuentacon el ms valioso tesoro para su construccin y que ellosno lo construirn sin nuestro concurso.

    No somos, sin embargo, de los que creemos que el Istmode Panam debe construir el Canal a toda costa, an a ries-go de la desmembracin de nuestra patria colombiana, sies verdad que el Istmo ha adquirido su propia personalidada travs de toda su historia y que tiene el derecho de exigir,como advertimos con claridad en nuestra Acta de Indepen-dencia en el ao 1821, LA AUTONOMIAc.FEDERAL, paraconservar nuestra INDEPENDENCIA INTERNA, no soy,repito, de los que creen que debemos separarnos de Co-lombia; ajenas al sueo del Libertador, las provincias latino-americanas han ido dividindose, no consiguiendo otra cosaque su debilitamiento, cuando debemos volver nuestros ojoshacia la unin latinoamericana, uniendo en un solo pas las

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  • provincias que hablan una misma lengua en una mismacultura ; no podemos pensar mezquinamente en que debe-mos separarnos de Colombia. Tal vez sea sto lo que quie-ren los norteamericanos para dominarnos, sabiendo quejunto a un pas grande y fuerte podemos exigir mucho msde ellos, que como un pequeo pas dbil y aislado.

    El Tratado Herrn Hay, irrespetando y violando lasleyes de la Repblica Colombiana, pretende fraccionar nues-tra soberana y ponerla bajo la proteccin norteamericana,y sto constituye una cesin falaz, por medio de un falsoarrendamiento, hecho para acopiar mucho oro, pero slopara los norteamericanos.

    No olvidemos que la Historia est frente a nosotros, yque somos responsables ante nuestras generaciones venide-ras de lo que decidamos hoy; recurdese que la demasiadaconfianza en los norteamericanos, slo nos traer remordi-mientos tardos . Pensemos que, antes que todas nuestrasilusiones, est un deber para la patria y para con nuestroshijos : el de conservar ntegro el patrimonio nacional, quenos legaron nuestros padres .

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  • El Movimiento de 1830Alfredo Castillero Calvo

    1830 en la historiografa tradicional.En esta ocasin vamos a ocuparnos de uno de los hechos

    histricos que, como tantos otros, nuestra historiografatradicional se ha empeado en mostrar de manera recor-tada y manca, y por lo tanto errnea, pero que constituyeel primero de una serie trgica de eslabones que mantuvie-ron en distencin agnica los resortes sociales de nuestraprimera aventura republicana . Nos referimos al movi-miento escicionista de 1830 . De ah data el origen histricodel encuentro de dos clases abocadas a una lucha, a vecescruenta, que se prolongar ms de un siglo . De ah datantambin, las primeras fatigas de un pueblo sufrido y vejadopor obtener la liberacin de las oligarquas dominantesy la conquista de su redencin econmica, base de la ver-dadera libertad.

    Demasiado pundonorosos, nuestros historiadores de an-tao y hogao han tratado de evitar a toda costa, contactosexcesivamente ardientes con la casta Clo . Cualquier fric-cin o roce con las contradicciones de la realidad, cualquierencuentro con las tensiones de coexistencia social de nues-tros antepasados, pareciera resultar demasiado violento pa-ra aquel puado de anticuarios ocupados en procurar unaporcin de cielo a sus arcngeles muertos. Complacida ycmodamente, se han contentado en forjar una ilusin de-rada del pasado panameo . Y el resultado ha sido siempreel mismo: una historia surtida de sofismas y de falsas ge-neralizaciones . Consagrada as, nuestra historiografa tra-dicional, a la dileccin macabra de incensar los hroesmuertos, ha ocultado necesariamente en una espesa cortinade humo, la entraa viva de nuestro autntico pasado, y noha logrado reconocer por debajo de la epidermis de los he-chos externos, la existencia de un mundo aturdido por cons-tantes contradicciones sociales . Ha atribudo al problema

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  • poltico que suscit en el Istmo la disyuntiva planteaaapor la amenaza de disolucin de la Gran Colombia, un ran-go principal. Y, en cambio, ha situado en un orden secun-dario cuando no lo ha planteado siquiera, las posiblescontradicciones y antagonismos que entonces pudieron sus-citar peligrosos conflictos entre las clases populares (lospequeos propietarios los empleados pblicos, los artesa-nos, los asalariados y los esclavos) que demandaban la sa-tisfaccin de sus derechos, y las minoras ricas (la nacienteburguesa comercial), dispuestas a no renunciar lo conquis-tado, pero sobre todo, dispuestas a explotar su superioridadcon una falta absoluta de escrpulos.

    En un suelto aparecido en la Gaceta Oficial de Bogot,de 17 de noviembre de 1850, Jos de Obalda acusaba a JosDomingo Espinar, refirindose a los sucesos de 1830, de"autor de la nica revolucin de castas que estall en laantigua Colombia" . Esta acusacin y la respuesta que aella di Espinar en "Resumen Histrico" (1), son dos testi-monios que conocen muy bien nuestros historiadores . Porlo dems, nuestra historiografa ya ha reconocido la ausen-cia en el escenario de 1830, de los "crculos liberales" (oli-garqua liberal) y, en cambio, la innegable participacinde las "turbas del arrabal" (2) . Pareciera, sin embargo,que nuestros historiadores hubiesen arreglado sus libroscomo la cartomancia arregla sus cartas e invertido el cursoreal de la historia . No ignorando el papel que le cupo alas "turbas del arrabal" en la intentona del 30, han persis-tido en descubrir puntos de contacto entre aquel movimien-to y los del 31, el 40 y el 61, que fueron obra, como poarademostrarse muy fcilmente, de clases sociales ms podero-sas desde el punto de vista econmico : las mismas que en1830, precisamente, ocuparon un rol totalmente secundario.

    (1) Vase ESPINAR, Jos Domingo : Resumen histrico que haceel general . . . de los acontecimientos ocurridos en Panam enen el ao de 1830, apellidados ahora revolucin de castas porel seor Jos de. Obalda . Imprenta de Jos Angel Santos,Panam, 1851.

    (2) Vase ALFARO, Ricardo J . : Vida del General Toms Herrera,Imprenta de Ilenrich y Compaa . Barcelona 1909. pg. 69.

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  • Ciertamente, que la revisin de la historia de Panamdurante el siglo XIX, todava en muchos aspectos tan des-conocida, puede conducir a resultados que a muchos podranparecer extraos . A medida que se descubren nuevas ma-neras de escribir la historia se comprueba con sorpresa, yan asombro, que les resultados que arroja la investigacinen los archivos, el anlisis detenido de los documentos yel testimonio de infinitos autores, pueden revelar ciertoserrores que la general aceptacin ha consagrado como ver-dades incuestionables . Voltaire ha dicho: "lo que hay enla historia de ms profundo pudiera ser lo que hay enella de ms seguro" . Sumar al cmo descriptivo de nuestrahistoriografa oficial, el por qu por qu 1830? quearrojara el anlisis de los cimientos mismos de la estruc-tura socio-econmica de entonces, equivale nada menosque a trocar una perspectiva fragmentaria y manca de larealidad por otra, tanto ms envolvente y reveladora delos hechos cuanto ms vigorosa y dinmica por la visinintegral ,y ancha que promete. Para tener una nocinclara del sentido del movimiento de 1830 es por cierto in-dispensable intentar una aproximacin a las coordenadashistrico-sociales del Istmo en el transcurso de 1821 1830.Detenerse, siquiera sea de paso, en los perfiles generales deese elemento humano que en un mohn despectivo las"personas principales" de la poca llamaban "masas delarrabal" concretamente, su situacin socio-econmica enaquel lapso; en el proceso psicolgico que debi operarseen aquellos hombres al ver que la revolucin no habatrado los cambios esperados, etc ., etc. Slo as podraestablecerse un balance exacto de la posicin del movi-miento del 30 en el complejo engranaje de la maquinariahistrica que ha mantenido a nuestro pas en una lucha tr-gica cuyo objetivo final an est por realizarse.Origen y desarrollo de nuevas diferencias sociales.

    1821 marca el comienzo de un proceso de separacinde dos pocas completamente distintas entre s. Un rosadooptimismo haba caracterizado a los panameos en su lucharevolucionaria. Contra lo esperado la independencia notrajo, sin embargo, la felicidad prometida a la porcin msnumerosa del pueblo de Panam . Los cambios, en efecto,no lo fueron tanto , ni podan serlo en el aspecto econmico

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  • y social . Roto el marco jurdico y social sobre el que seasentaba el mundo hispano-panameo, los elementos quecontribuyeron a configurar la nueva sociedad, no tardaronen entrar en conflicto. La casta dominante se troc en unacamarilla plutocrtica y no tard en iniciar la explotacinconsciente de sus ventajas materiales . Sin vacilacin al-guna, la nueva clase puso sus plenos poderes polticos alservicio de sus intereses econmicos y transform el usoen derecho, reglamentado el derecho pblico segn la me-dida de sus imperativos de dominacin. No tardara en-tonces la plebe en confirmar lo que hasta entonces slohaba presentido instintiva y confusamente : el hecho deque en el festn del triunfo revolucionario se le haba deja-do puertas afuera . La lucha larga y dolorosa que carac-terizara la vida del Istmo en los aos sucesivos resultabainminente.

    Aunque las masas populares, que en Panam eran uncompuesto sobre todo de negros y mestizos, no tuvieron enla revolucin una presencia demasiado activa y directa,puede decirse que de esta lucha data la primera historiacomn de las dos clases que componen la nacin . La luchalibrada en comn contra la dominacin hispana, uni es-piritual y transitoriamente a toda una poblacin divididapor rgidos linderos sociales . Hubo, de momento, unacomo nueva e indita simpata por una humanidad menosacorralada en fronteras enemigas. El pueblo se vale dellenguaje del propietario y habla como ste, de la necesidadque tiene de liberar la tierra del yugo extranjero . Ha sidopermead'o por la ideologa clasista del propietario, "alienado"por "su" lenguaje nacionalista . La ideologa de las cla-ses dominantes acaba por ser la ideologa de las clasesdominadas . Contagiado por la fraseologa de las nacientesburguesas criollas, el pueblo habla de la Patria ,y de laLibertad corno si la Patria y la Libertad tuvieran un mis-mo significado para cada uno . Es la fascinacin misma delas masas por un contenido ideolgico orquestado por unode sus encarnizados enemigos, el gran propietario, quien leda vigencia y fuerza histrica al nuevo vocabulario . Elpueblo bebe en el mismo vaso que su. enemigo y del conte-nido que produce ' Ia euforia burguesa, pero desconoce queen el programa revolucionario no estn representadas susreivindicaciones .

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  • En toda la extensin del pas, la alta burguesa impusodesde el origen su predominio poltico. Y no poda suce-der de otro modo, pues era fatal que quien impulsaba elcomercio, base entonces de la vida del Istmo, tomase sudireccin . Desde los inicios, una oligarqua reclutada en-tre los comerciantes ms notables haba asumido en casitodas partes el gobierno departamental . En toda la fuer-za del trmino, dicho gobierno fue un gobierno de clase.Responsable ante el Gobierno de Santa F, haba estadodesempeando con energa, clara visiny lealtad los in-tereses pblicos que se le haban encomendado, ya que es-tos se confundan con los intereses que garantizaban . Laobra que realiz demuestra altamente el grado de concien-cia que tena de s misma, su firme solidaridad, su compac-ta unidad, y la clara nocin de su destino colectivo . .Desdelas primeras gestiones gubernativas se anuncian ya losrasgos que han de distinguir tal gobierno hasta el final.Ya conocemos las actividades que hasta 1826 despleg enel sentido de solicitar a las Cmaras bogotanas una re-gimentacin econmica que se adecuase ms a sus necesi-dades y la apertura del camino interocenico (3) . Estasactividades se acentuaron hacia 1830 . En pocas palabras,en el lapso que va de 1821 hasta la fecha, intent por todoslos medios de salvar al pas de la ruina que lo amenazabao, lo que es lo mismo decir, la ruina que amenazaba suspropios intereses.

    Es probable que inicialmente, muestra naciente bur-guesa comercial, as como se inspir en un nuevo sentidode la economa, se hubiese inspirado en sentimientos de hu-manidad, pero es el hecho que una vez que tom concienciade s misma, de su misin colectiva, se olvid de los "otros".Se niega a reconocer la masa de hombres concretos que larodean. Sabe de los "otros" lo que quiere saber de ellosy los coloca dentro de un cuadro de interpretaciones quele son necesariamente convenientes. E ignorndolos, seerige a s misma en tutora de esos "otros", en la encargada

    (3) Vase mi trabajo : El Movimiento Anseatista de 1826. Pri-mera tentativa autonomista de los istmeos despus de laanexin a Colombia, Revista TAREAS No . 4 . Panam, mayo-julio de 1961 .

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  • de realizar sus aspiraciones de bienestar y libertad . Bie-nestar y libertad que deben alcanzarse en un mundo de"orden" y "seguridad" . Responsable de dar cumplimientoa este "orden" y a esta "seguridad", nuestro criollo sabraplicar, para tal fin, la consabida tcnica de todas las cla-ses dominantes : encubrir fines utilitrios con invocacionesa los valores espirituales, buscar la santificacin del pri-vilegio.

    Carcter oligrquico de la estructura poltica.

    Una caracterstica de la sociedad istmea, sobre tododurante la primera mitad del siglo XIX como sucede encasi toda Hispanoamrica, es que no constituye una au-tntica democracia, sino ms bien una oligarqua

    . La de-mocracia, tal como la entendan los padres de la patria erauna democracia de privilegiados . Conceban ellos la vidaintelectual y poltica como un patrimonio exclusivo de suclase. Esta pretensin los llev a construir la pirmidegubernativa sobre la riqueza individual.

    Despus de la revolucin de independencia, la presen-cia de las masas pauprrimas haba planteado al criollismoamericano, una necesidad apremiante : la de adoptar uninstrumento de gobierno capaz de garantizar los derechosde la propiedad individual contra los posibles atentados departe del pueblo. Para dar cumplimiento a esta empresanuestros legisladores tenan a su disposicin una formida-ble tradicin. La Revolucin Francesa, que como todossaben, haba significado, no la emancipacin de la clasetrabajadora, sino el triunfo del comerciante, del industrialy del banquero, es decir, de la burguesa frente al absolu-tismo del Ancien Rgime, consagr la repblica oligrquicacomo forma de organizacin poltica . Y a imitacin deFrancia, todos los pases de la cultura occidental, para ase-gurar el orden, y el predominio burgus, consagraron a lolargo del siglo XIX, el sufragio censitario como base delsistema poltico . Benjamn Constant, nutrido de los su-puestos ideolgicos de la revolucin francesa, aunque con-dicionado por otra coyuntura histrica la Restauracindeca :

    "Los propietarios, por el ocio de que disponen, porsu mejor educacin, por su espritu libre y por su

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  • vocacin a las "luces ", son los naturalmente lla-mados a ser los representantes del pueblo. Porlo dems, slo los propietarios deben ejercer losderechos polticos como quiera que, desde el pun-to de vista de la nacin, son ellos sus mejores de-fensores en lo interior y en lo externo en ra-zn de los intereses concretos que han de defen-der. La defensa de sus intereses implica la de-fensa de los intereses de la nacin, pues estos l-timos consisten en la suma de los intereses indi-viduales de los miembros que la integran" (4).

    Para Constant, exista una relacin directa entre la ri-queza y el ,poder , entre la estructura poltica y la estruc-tura de la propiedad:

    "Para que un gobierno sea pacfico deca, elpoder y la propiedad deben estar de acuerdo . Ha-br lucha si se les separa, y al final de esa lucha,o la propiedad ser invadida, o el gobierno de-rrocado' (5).

    Tambin en los Estados Unidos de Norte Amrica do-minan en la pasada centuria, una mentalidad' y un sistemaoligrquicos . Franklin haba dicho, que era "impropio quepuedan elegir legisladores quienes no poseen bienes ra-~es " (6) y Hamilton, el ms conocido de los colaboradoresle Washington, pensaba que no era justo considerar aluienes no tenan ninguna propiedad como si poseyeranjoluntad propia.

    (4) Citado por SOLER, Ricaurte : Benjamn Constant : IdeologiaPolitica y Compromiso Social . En POLITICA, Nm . 15.Caracas, Venezuela, abril-mayo, 1961 . Subrayado nuestro.TAREAS reproduce en este nmero el artculo de Soler.Vase en las pginas 94 y 95 de esta entrega la noticia citada.

    (5) Ibid.(C) Citado por RANDALI, Jr ., John Herman : La Formacin del

    Pensamiento Moderno . Editorial Nova . Buenos Aires, Ar-gentina, 1952, pg . 353 .

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  • "el pueblo turbulento ,y voluble escriba Ha-milton, pocas veces puede juzgar o resolver conacierto . . ." "No es verdad que la voz del pueblosea la voz de Dios . . ." "Las sociedades se dividenen dos grupos : el de los pocos y el de los muchos.Los primeros son los ricos o bien nacidos; losotros forman la masa del pueblo. Dad, pues ala primera clase, a la de los pocos una participa-cin distinta y permanente en el gobierno . Do-minarn la inestabilidad de la otra clase, y comonada ganarn con un cambio, mantendrn siem-pre un buen gobierno" (7).

    La concepcin de la naturaleza cuya premisa mayorera la conveniencia de qu las funciones del Estado se acor-daran con la voluntad de los detentadores del poder eco-nmico, debe, sin embargo, retrotraerse a los idelogos dela "gloriosa revolucin" de 1688, en particular a John Locke.El ideal burgus, de-que el Estado era una sociedad depropietarios ; la opinin muy generalizada de la poca, deque los propietarios son los gobernadores naturales de lasociedad ; y la conviccin de John Houghton, de que "lamayora de los pobres son muy manirrotos y holgazanes",fueron los elementos con que John Locke form la sntesisliberal del S .XVII (8).

    Sera inevitable que sobre las mentes de los constitu-yentes latinoamericanos, pesaran las mismas ideas . Porcierto, el criollismo triunfante americano, al organizar "su"victoria, se olvid de los trabajadores y los excluy de todaintervencin en el gobierno . A los cuerposlegislativos ydems instituciones polticas slo poda llegar el contri-buyente. Todas las repblicas hermanas del Mundo His-pano Americano, al igual que Francia y Estados Unidos,

    (7) Citado por HEIZ GONZALEZ, Julio : El ConstitucionalismoChileno en el Siglo XIX . El Constitucionalismo a Mediadosdel Siglo XIX . Publicaciones de la Facultad de Derecho.U.N.A .M., Mxico, D .F . 1957.

    .Tomo I, pg. 488.

    (8) Vase sobre el particular : LASKI, Harold J . : El LiberalismoEuropeo. Fondo de Cultura Econmica. Brevario Nm. 81.Mxico, 1961 . 3a. Edicin en espa%l, pgs . 134 ss.

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  • consagrarn a lo larga del siglo pasado la renta y la pro-piedad como base del poder poltico.

    La Constitucin colombiana del 21, as como la - del 30,y las constituciones panameas del 31 y el 40, para re-ferirnos slo a las primeras, traducen lnea a lnea las exi-gencias de un sistema de gobierno estructurado para res-guardar los intereses de la clase alta . Los debates de losconstituyentes del 21 como los del 30, el 31 y el 40, slotuvieron presente una organizacin poltica que permitieraasegurar el orden y el predominio de las clases afortuna-das. Los uadres de la Revolucin distinguieron claramenteentre la democracia pura y la repblica representativa.Respirando la atmsfera semicolonial de la primera mitaddel siglo YI rechazarn en forma unnime la democra-cia pura. Ellos deban asegurar, antes que nada, que suclase gobernase . La repblica representativa, con exclu-sin de los que nada poseen, era la nica frmula posibledentro del clima mental de la poca.

    La Constitucin del ao 21 consagr el sufragio censi-tario limitando el ejercir_io de la soberana a los dueos de"una propiedad raz que alcance el valor libre de 500 pe-sos, o gozar de un empleo de trescientos pesos anuales,o profesar alguna ciencia o tener un grado cientfico" .

    Adems para ser representante ante la Cmara, senecesitaba a lo menos ser usufructuario de una renta te500 pesos y de "una propiedad que alcance el valor librede 4.000 pesos en bienes races", para ser elegido senador.En esta forma, la suma de individuos capaces de ejercitarlos derechos polticos quedaba reducida a los que contro-laban todos los' aspectos de la vida pblica.

    A semejanza de la Constitucin de Ccuta ; la del 30,que produjo el Congreso "Admirable", y las constitucio-nes panameas del 31 (9) y del 40, exigan para gozar delos derechos ciudadanos una pequea renta o propiedadrazy no ejercer ocupacin de sirviente o jornalero . Deesta manera, como el mayor nmero de habitantes colom-

    (9) Esta Constitucin, o ms bien Decreto de Organizacin funromnlgada como ley fundamental provisional del Estadoistmeo hasta tanto la dieta territorial constituyente se reunie-

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  • bianos perteneca a esta ltima categora, de hecho y de-recho dira el historiador colombiano Joaqun Tama-yo (10)--, se les asimil a la condicin de esclavos.

    El Congreso "Admirable" estableca que los senadoresdeberan ser propietarios de finca por valor de 8 .000 pesos,libre de hipoteca, o tener renta de 1.500 pesos al ao paraejercicio profesional o negocio establecido . En cuanto alos representantes, en menor escala las condiciones prescri-tas tambin partan de su capacidad econmica . En Pana-m, la Constitucin del 40 exiga a los diputados bienes yraces por el valor libre de 1 .000 pesos o tener una rentaanual de 200 pesos "procedentes de bienes races, o endefecto de esto, una de trescientos pesos que sea el pro-ducto de algn empleo o del ejercicio de algn gnero deindustria o profesin" (11) . A los no nacidos en el Istmose les exiga, para la diputacin, "ser dueo de bienes ra-ces que alcancen al valor de dos mil pesos, o tener una

    ra y pidiera ln Constitucin que debera regir ez lo su-cesivo

    . No tenemos noticia de si la Dieta territorial consti-tuyente en el breve Ispso de dos meses que dur la separacinde 1831, logr expedir la Constitucin prometida ; pero lo msprobable es que no lo hizo

    . Puede pues considerarse el De-creto de Organizacin de 1831, como la primera Constitucinestructurada por panameos que,hemos tenido

    . La obra deVctor Florencio Goyta dedicada a Las Constituciones dePanam (Ediciones de Cultura Hispnica, Madrid, 1954), noslo no incluye el Decreto, sino que ni siquiera lo menciona

    . 1,0mismo sucede con la obrita, casi desconocida, de Gustavo A.Amador : Gua Histrica -del Derecho Constitucional Panameoa contar desde el 20 de julio de 1810 hasta 1922 (Imprenta Ca-tlica, Panam, 1922)

    . Basta donde sabemos, el Decretojams ha sido dado a la publicidad por historiador panameoalguno

    . Conocemos una copia manuscrita hecha por EnriqueJ. Arce, ahora en posesin del historiador Ernesto Castillero

    Reyes, quien nos la ha facilitado gentilmente para su consulta.(lo) Vase TAMAYO, Joaqun : Nuestro Siglo XIX

    . La Gran Co-lombia . Editorial Cromos, Bogot, 1941, pg

    . 380.

    (11) Constitucin del Estadio Libre del Istmo. 1840. En GOYTIA,

    Vctor Florencio : Las Constituciones de Panam. Ediciones(le Cultura Llispnica, Madrid, 1954, pg

    . 75.

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  • renta de cuatrocientos pesos que sea el producto de algnempleo, o del ejercicio de cualquier industria o profe-sin" (12).

    En el estado de extrema pobreza en que se hallabantanto Colombia como Panam, en una poca en la cual,segn el Cnsul francs Le Moyne, "no haba entonces cin-co personas en Bogot que vivieran exclusivamente de susrentas, ni en la nacin diez comerciantes con $100.000 decapital" (13), no era entonces de extraar, que los derechospolticos implicaran un privilegio con todas sus conse-cuencias. Si los ditirambos lanzados a la Patria y a laLibertad haban servido de algo en la lucha contra la opo-sicin hispana, en la Repblica, no seran sino promesasengaosas detrs de las cuales se intent disimular siem-pre la explotacin masiva de las fuerzas de trabajo delpueblo a manos de las burguesas comerciales . La revolu-cin sigui siendo todava para muchos una hermosa pro-mesa.

    Con toda razn, un poeta festivo poda decir del 9 dediciembre de 1824, fecha del triunfo de Ayacucho, que selldefinitivamente la lucha de liberacin de los pueblos ame-ricanos contra Espaa:

    "Ultimo da del despotismoY primero de lo mismo" .

    Han quedado rezagados demasiados vestigios suprsti-tes del malhadado sistema colonial . Y el pueblo lo hacomprendido as.

    Situacin del esclavo y el liberto.Otro de los factores que contribuy a abonar las

    diferencias sociales, fue el sistema de esclavitud here-dado del coloniaje que, a pesar de las declaraciones cons-titucionales, continu subsistiendo en la Repblica . El 21de julio de 1821 fue aprobado por el Congreso reunido enCcuta, un proyecto que estableca que todos los nacidos

    (12) Ibid.(13) Citado por TAMAYO, Joaqun : op ., cit ., pg . 380.

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  • de mujer esclava de esta fecha en adelante fueran libres.Para los nacidos antes de 1821, la ley creaba las Juntas deManumisin, encargadas de rescatar esclavos con los di-neros que la ley destinaba al fondo que deba formarse contal objeto (14) . Pero la inspirada proclamacin de libertadde vientres no ahorr sufrimiento a los esclavos . Ni lasmanumisiones pusieron fin a su existencia (15).

    Mientras se mantuvo activa la Zona de Trnsito porel auge comercial de principios de siglo, los esclavos pro-curaron la mano de obra indispensable para el trasbordode las mercancas de los fondeaderosy puertos a tierra fir-mey el acarreo de stas a travs del Istmo . Algunos eranempleados en las escasas explotaciones agrcolas que haba;y otros se utilizaban en el servicio domstico, en la misma

    (14) Vase RESTREPO CANAL, Carlos : La libertad de los Escla-vos en Colombia . 0, Leyes de Manumisin. Imprenta Na-cional, Bogot, 1938, pg. XXVII,

    (l) En realidad, slo el tiempo hubiera acabado entre nosotroscon la esclavitud . Por cierto, el artculo 20 . del decreto de21 de julio de 1821 estableca que los nios hijos de esclavasseguiran sometidos al dominio del dueo de sus madres para

    -

    " (indemnizarlos) de los gastos impedidos en su crianza " ,hasta cumplir los 18 aos . De suerte que los negros nacidosen 1821 habran de esperar hasta pasados 18 aos, es decir,hasta 1839, para ser totalmente libres . (Ver Recopilacinde Leyes de la Nueva Granada . Formada Publicada encumplimiento de la le de 4 de mayo de 1843 i por comisindel Poder Ejecutivo por Lino de Pombo, miembro del Senado.Bogot, febrero de 1845 . Imprenta de Zoilo Salazar, por Va-lentn Martnez . Tratado I, Parte VI, Ley 7, pg. 104).Sobre el fondo de manumisin, la ley de 21 de julio de 1821estableca que ste se comprenda : lo.De un tres por cientocon que se grava para tan piadoso objeto el quinto de losbienes de los que mueren dejando descendientes lejtimos;2o .-De un tres por ciento con que tambin se grava el terciode los 'bienes de los que mueren dejando ascendientes leji-timos ; 3o .-Del tres por ciento del total de los bienes de aque-llos que mueren dejando herederos colaterales ; 4o.-En fin,del diez por ciento que pagar el total de los bienes de losque mueren dejando herederos estraos.

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  • casa de sus amos . La mano de obra esclava constitua,.por lo tanto al menos en la Zona de Trnsito, un renglnimportante de nuestra riqueza, ni ms ni menos que la basede las comodidades en el orden privado (16).

    La situacin del esclavo comenz a variar, san embar-go, a causa de la brusca flexin que se produjo en la vidaeconmica del Istmo como consecuencia de la paralizacincomercial . En efecto, con el decaimiento de la actividadcomercial, y la consiguiente estagnacin de la vida eco-nmica que sobrevino apenas se consum la Revolucin,el rendimiento de la mano servil dej de considerarse pro-ductiva A partir de entonces, result ms ventajoso ven-der a los esclavos cartas de franquicias que eximan a stosdel trabajo forzoso . Debi suceder en Panam como enotras partes de 'Hispanoamrica, que al esclavo no le estabaprohibido constituir, merced a trabajos suplementariosque debieron no ser muy escasos en tiempos del augemercantil, un pequeo peculio personal, del que podadisponer para redimirse, si su dueo consenta en ello.Asi, es probable que no pocos esclavos estuviesen en con-dicin de pagar de 100 350 pesos, que era lo que aproxi-madamente se exiga por el pago de su liberacin (17).Libertar a un hombre o una mujer en cambio de esta sumadeba resultar sin duda ms provechoso que seguir mante-niendo a una servidumbre que ya empezaba a considerarseintil.

    De la consulta de d?versos Instrumentos que se con-servan en la Notara 1" de Circuito de los Archivos de la

    (16) Con relacin a los usos domsticos que se les daba a losesclavos puede consultarse : LADY MALLET : Sketches ofSpanish-Colonial Life in Panama. New York Sturgis andWalton Company, 1915

    . Esta obrita ha sido traducida al es-paol por Agustn Ferrari y reproducida en Panam en dosocasiones : la primera, en el "9Boletn de la Academia de laHistoria", Ao II, Nm

    . 6, enero-abril de 1934, Imprenta Na-cional, Panam ; la segunda, en "Lotera", Segunda poca,marzo 1961, Nm

    . 64, pgs . 48 ss.(17) Sobre el particular pueden consultarse diversos Instrumentos

    en la Notara la. de Circuito de Panam en los Archivos

    Nacionales.

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  • Nacin ; se desprende que algunos amos accedan a decla-rar "libre de captura e-servidumbre" a algunos de sus es-clavos (18) . Pero aunque sos gestos revelan mucho denoble ideal, es fcil reconocer que en ellos intervenan tam-bin sutiles motivaciones econmicas . No es muy seguro,aunque s bastante verosmil, que la carga que deba repre-sentar un nmero excesivo de esclavos indujese a muchosamos que vean acrecentarse el peligro de la ruina por lapostracin econmica a suprimir o atenuar por diversosmedios la servidumbrey reservarse slo aquella que resul-taba absolutamente indispensable . Formas y pretextos pa-ra liberar esclavos no faltarn . Empero, la clase servil nofu eliminada ,y en Panam siguieron existiendo esclavos,durante muchos aos . Sigui siendo corriente que al es-clavo se le considerase como objeto patrimonial del quepoda disponerse como mero objeto de cambio ; y que el ne-gro continuase arrastrando su msera existencia de siervo,de simple cosa poseda . En 1825 dice un documento deentonces Mara Carolina Velarde, "vecina de Panam",vende a Manuel Lorenzo Vidaurre por la suma de 362 pe-sos 4 reales, una negra natural de Angola, de nombre Can-delaria Marn (19) . Esta prctica pervivir uor muchosaos .

    En otras partes del Istmo, donde el auge ni la parali-zacin vertiginosa de la actividad comercial pre-novembrinasurtieron grandes efectos, la condicin del esclavo no varipara nada de la existente antes de la revolucin, En 1823,en las festividades ejecutadas en Santiago de Veraguas encelebracin del cumpleaos del Libertador, se abri una"subscripcin entre los vecinos filantrpicos de la ciudad a,fin de que se reuniera la cantidad suficiente para dar li-bertad a un esclavo de la ciudad : subscripcin que con pron-

    (18) Vase, por ejemplo : Notara 1a. de Circuito de Panam, Pro-tocolo No . 1, Ao 1826, Instrumento Nm

    . 29, folio 84, Ar-chivos Nacionales, Panam.

    (19) Cf. Notara la . de Circuito, Panam, Protocolo Nm . 21 Ao1825, Instrumento Nm

    . 43, Archivos Nacionales, Panam.

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  • titud qued allanada" (20) . He aqu una crnica de lapoca que describe la manera cmo procedi a sortearsela liberacin entre los 123 esclavos entonces residentes enSantiago :

    "El sorteo se verific delante del retrato de S .E.:para esto se colocaron 123 cdulas con los nom-bres de los esclavos en papelitos enrroyados enun cilindro de cristal, y en otro, igual nmero decdulas en blanco, a excepcin de una en que seinscribi LIBRE POR BOLIVAR . Las cdulasfueron sacadas de los cilindros en el orden res-pectivo por un nio vestido de indgena, con fle-cha en una mano, y aljaba en las espaldas, y pre-sentadas al Escribano, una por una, se pronuncia-ron por este los nombres de dichas cdulas envoz alta y a continuacin pronunci la voz deblanco hasta que sali la que deca LIBRE PORBOLIVAR despus del nombre de Juliana Ca-mao, esclava de la Ciudadana MagdalenaBal" (21).

    Es obvio que esta manera de liberar la mano de obraservil, que ms pareca juego de azar y entretenimiento dericos ociosos que gesto de verdadera filantropa y humani-tarismo, no constitua la frmula ms feliz y efectiva paraaminorar la poblacin esclava que por entonces deba haberen Veraguas (22).

    (20) Cumple-aos del Libertador Presidente de Colombia SIMONBOLIVAR, O Fiestas celebradas cn este motivo en la Pa-tritica Ciudad de Santiago, Capital de la Provincia de Vera-guas. Promovidas por su Gobernador el benemrito CoronelMiguel Antonio Figueredo y auciliadas por el entusiasmo desus habitantes . Panam. Por Diego Santiago Gonzlez . Aode 1523, pg . 6.

    (21) Ibid.(22) En Veraguas, sin embargo, donde la esclavitud jamS re-

    present una fuerza de trabajo de importancia, la cantidad denegros deba ser muy escasa . Como las fincas y las hacien-das no eran fuentes de explotacin para exportar, no se re-quera una gran multitud de mano de obra servil . A lo sumo,

    26

  • los esclavos se utilizaran, en las faenas del campo a manerade ayudantes, bajo la mirada alerta de los amos, ms bienque como instrumentos industriales . En las ciudades, comopor ejemplo Santiago, se les empleaba sobre todo en el ser-vicio domstico.

    Es pues un error considerar, como hace Hernn Porras(Papel histrico de los grupos humanos de Panam . En Pa-num, 50 aos de Repblica . Edicin de la Junta Nacional delCincuentenario . Imprenta Nacional, Panam, 1953), que eldecreto de liberacin de esclavos de 10 de junio de 1851, pro-dujo en el Istmo un "trauma" de importantes consecuencias"principalmente (en) la regin agrcola que dependa de (laesclavitud) para su mano de obra" ; "fortaleci, relativamen-te, a la Zoca de Trnsito y promovi un aumento de la migra-cin a la Capital" (pg . 80) . La regin agrcola dependientede mano de obra esclava a. que se refiere Porras correspondea la Sabana Tropical, segn su propia nomenclatura, que en-vuelve la vertiente pacfica del Istmo, desde el centro de laProvincia de Panam, hasta la costa de Chiriqu, con excep-cin de la Pennsula de Azuero, "por no depender (sta) depiano de obra africana" (pgs . 66, 76 y 81).

    Nada sera ms esencial para medir las posibles conse-cuencias que pudo tener en el Istmo la supresin de la escla-vitud en 1851, que el conocimiento de cifras exactas sobre lapoblacin esclava . Los escasos datos de que disponemos slopermiten, por desgracia, una visin de conjunto . No obstante,si nos basamos en las indicaciones, algunas de ellas suma-mente precisas, que se han conservado sobre la poblacinservil existente en Veraguas en 1843 y 1851, podramos con-jeturar con cierta aproximacin la escasa poblacin de manode obra africana que deba haber en el Interior hacia la fechadel decreto de liberacin.

    Segn Ernesto Castillero R . (Sucesos y Cost's de Antao.Lo que Usted no sabe . En la revista "Epocas", Panam, sep-tiembre de 1951, Nm . 140, pg . 6), en 1843 haba en el Istmo

    1 .186 esclavos, de los cuales, 1103 estaban localizados en laprovincia de Panam y segn prece, en su inmensa mayoraconcentrados en la Zona de Trnsito, y los restantes 183en la de Veraguas (debe tenerse en cuenta que para esa fechaVeraguas se extenda hasta lo que actualmente comprendenlos territorios de Chiriqu y Bocas del Toro) . Y, segn loscensos de poblacin de 1851, en la misma provincia de Vera-

    27

  • -guas, haba slo 60 esclavos -23 hombres y 37 mujeres. Enslo Santiago, segn este ltimo censo, haba 31 negros esclavos-19 mujeres y 12 hombres, esto es, ms de la mitad de lapoblacin esclava de la provincia

    . (Cf. Ordenanzas espedidaspor la Cmara Provincial de Veraguas en sus sesiones de 1851

    ..

    Bogot, imprenta del Neo-Granadino, 1852, cuadro final).Debe recordmr se, sin embargo,- que hacia 1851 Veraguas sehallaba reducida a los lmites que hoy posee

    . En 1849 lehaba sido segregado el Cantn de Alanje-para formar de lla provincia de Chiriqu, a la que, a partir de 1851, el Con-greso le incorpor el territorio de Bocas del Toro

    . Para esafecha, la poblacin de Veraguas ascenda a 33

    .864 habitantes,sto es, que por cada mil habitantes, slo haba 13 esclavos,es decir, que slo el 0 .13% de la poblacin era esclava

    . Debetenerse en cuenta, adems, que la ley del vientre libre hacavarios lustros que se haba hecho efectiva y quienes seguansiendo esclavos eran aquellos que no haban sido afectadospor ella, por haber nacido antes de 1821, esto es, hombresque en su mayora, sino lindaban en la cuarentena, andabanmuy cerca de ella o eran an ms viejos ; en fin, fina manode obra con capacidad de trabajo ya muy reducida.

    Pos' ltimo, es interesante sealar qu en 1851, en otrassecciones del Istmo como por ejemplo la recin creada pro-vincia de Azuero, no fu preciso "practicar ninguna de lasdiligencias de que hablan los artculos 20 ., 30 ., 40 ., i 50 ., de lale de 21 de mayo (sobre manumisiones), la que prueba quelos pocos esclavos que existan en aos anterin;es fueron ma-numitidos o libertados" (Cf. Informe del Gobernador de Azue-ro (Antonio Baraya), i Ordenanzas de la Cmara Provincialen 1.852, Panam, Imprenta de Bartolom Calvo, 1852, pg

    . 25,subrayado nuestro) ; de modo que en 1851 en Azuero, que com-prenda los territorios que hoy ocupan las provincias deIlerrera, Los Santos y parte de Veraguas, no haba un soloesclavo. Es sin duda un tanto que se anota Porras. Aunquesu interesante trabajo sobre nuestros Grupos Humanos re-vela a ratos cierta escasez de fuentes documentales indis-pensables ; a ratos tambin, tiene felices intuiciones

    . El se-Halar a la provincia de Azuero como no dependiente de lamano de obra africana para su economa, es uno de esoscasos

    . Su error fu constreir esa, intuicin a la sla pe-nnsula azuerea.

    Por cierto, como es pues fcil apreciar, la afirmacin dePorras, segn la cual la liberacin de esclavos logr fortale-

    28

  • rey la Zona de, Trnsito y promover, un aumento de la migra-cin a la Capital implica demasiadas hiptesis, tanto en loque se refiere -a la fuerza econmica que poda representar amediados de siglo la mano de obra africana de nuestra"Sabana Tropical" , como a la proporcin numrica de la po-blacin servil.

    Par medir el grado de desproporcin demogrfica quehaba en el Istmo a mediados del siglo, entre la poblacinesclava del Interior, y la poblacin del resto del pas, bas-tara sealar que, segn los censos de 1851, sta ascendaa 128.897 habitantes (Cf . SUSTO, Juan Antonio : Censos Pa-nameos en el Siglo XIX, Publicaciones de la Revista "Lotera ".Nm. 15, Panam, Imprenta La Academia, 1960, pg. 21) ; en1852, esto es, el ao en que procedi a darse cumplimiento ala ley abolicionista, la poblacin del Istmo ascendi a 138 .108habitantes (Cf. "Gaceta Oficial, Bogot, sbado 17 de juliode 1852, Nm .. 1 .405 ; Vase, adems CAMACHO ROLDAN,Salvador: Memorias, Librera Colombiana, Camacho Roldn& Tamayo, Bogot, 1923, pg . 248 s) . Temer entonces quea partir del decreto de liberacin, al abandonar la heredady emigrar a la Capital los esclavos de nuestra SabanaTropical, se hubiese producido un desbalance demo-grfico de grandes proporciones o siquiera "fortalecido laZona de Trnsito" , carece totalmente de sentido. Ni la Ca-pital, cuya poblacin ascenda a no menos de 5 mil habitantes(Cf. MINOT, Georges : History of Panama, Kingston, Jamaica,1892, pg . 73 .), poda "fortalecerse" con tan exigua inyeccindemogrfica . Ni, pongamos por caso, Veraguas, con sus 34mil habitantes corra el peligro de perder su equilibrio de-mogrfico al ausentarse sus 60 esclavos.

    Tampoco es correcto pensar que ciertas regiones de nues-tra Sabana Tropical, pongamos por caso Chiriqu y Veraguas,dependiesen de la mano de obra esclava para su produccinagrcola; y que al decretarse la extincin de la esclavitud suvida econmica se viese afectada gravemente . Ms arribadijimos que los esclavos no constituan en nuestro Interioruna autntica fuente de riqueza, porque se les ocupaba sobretodo en el servicio domstico . Y aunque se les hubiese emplea-do en las labores agrcolas, por su escaso nmero, no podanconstituir, en ningn caso, una fuerza de trabajo de gran im-portancia

    . Por esa. misma razn, el hecho de que asumieran lalibertad no poda tener grandes repercusiones en el mundoeconmico, social y poltico .

    29

  • La supervivencia de la esclavitud, estaba en evidentecontradiccin con las instituciones del nuevo orden repu-blicano, fundado en la libertad y la igualdad del ciudadano.Y esto no poda escapar a la masa popular a la que ningu-no de los mitos polticos y sociales de la hora independistaconmovi y fascin tanto como aquel tan decantado de lanivelacin igualitaria. La idea de una libertad presentiday la esperanza de un cambio de condicin haca latir confrecuencia los corazones ms humildes . El capitn escocsBasil Hall, que estuvo en el Istmo poco tiempo despus deproclamada nuestra independencia, comentaba con estuporel entusiasmo de nuestros esclavos negros al cantar "lacancin patritica del da" cuyo "estribillo era Libertad!Libertad! Libertad!" (23) . Sin duda, el pensamiento, pe-ro sobre todo la espectativa que los negros podan basaren tantas promesas de una abolicin ms o menos prxi-ma, deba contribuir a hacer ms duro el yugo y ms in-soportable la vida del esclavo.

    Los negros urbanos que estaban en condicin de pagarpor su liberacin, al adquirirla, deban abandonar la he-redad, perdiendo as una fuente segura de subsistencia.Aunque no poseemos datos estadsticos, estamos en condi-cin de afirmar que los libertos no formaban un grupomuy numeroso. Pocos o muchos, constituan, sin embargo,un potencial humano de trabajo al que haba que encontrarun cauce productivo. Pero como las fuentes de rendimien-to se hallaban agotadas por la paralizacin comercial, aquelnuevo tipo de mano de obra no encontr a la Capital pre-parada para recibir ni para absorber su capacidad de tra-bajo (24) . Era inevitable que los que continuaban toda-

    (23) C HALL, Basil : El General de San Martn en el Per, B.Aires, Argentina, 1920 . En "Lotera% Panam, 1945, -Nm.44 . Hall se refera sin duda al Himno Nacional Argentino,una de cuyas estrofas dice as : Od mortales el grito sagrado:Libertad, Libertad, Libertad, (Cf. LOPEZ MONTENEGRO, S .:Prlogo a MARX, Carlos : Simn Bolvar . Ediciones de Hoy,Buenos Aires, , Argentina., 1959, pg . 14).

    (24) He aqu las reflexiones de un contemporneo sobre la situacindel liberto en la Capital poco despus de la declaracin deindependencia : " . . .mientras a las masas (recin salidas o no

    30

  • va como esclavos obturaran el incremento de la mano deobra libre, de tipo proletario, y acapararan gran parte delas pocas actividades que los libertos podan desempear.

    El programa revolucionario se haba inspirado en elideario liberal . Y la Repblica insert en su Estatuto lalibertad del trabajo, consagr la libertad y el derecho de

    de la esclavitud) se las deja como hasta hoi crecer en la in-cultura i en la inmoralidad ; tan lejos de obtener el fin pro-puesto, el de formar una Repblica democrtica, no debe es-perarse fundadamente el ensanche de la ciudadana, sin temerseun retroceso que arrastre al pueblo a la barbarie . - I no se digaque el sucesivo trnsito de jente civilizada culta nos pro-ducir el bien de desarrollar los instintos sociales de nuestropueblo, pues ya lo vemos, en dos aos de roce, sacudir todoyugo legal i religioso i moral; ya le vemos reclamar el de-recho de igualdad fsica tan desmedida que casi no hai diqueque oponer al torrente de desmoralizacin que nos amenaza.Tampoco es cierto que vayamos adquiriendo indistintamenteel hbito del trabajo

    . Trabaja por ejemplo el pen en uncarguo que le deja . 4 pesos diarios, i cuando le falta estaocupacin no tronar otra que solo le produzca ocho reales alda .

    "Se perder muy breve entre nosotros el conocimiento iprctica de las artes i oficios : los nativos sern reemplazadosen los talleres por extranjeros ms morales e intelijentes, iapnas quedar a nuestra jente del pueblo el miserable recursoque de torcer cigarros, i eso mintras se traigan mquinaspara hacerlos mejores i a mas bajo precio . I cuando hayamosdescendido aceleradamente por esta escala social, i vemosdetenido el pueblo entre las breas, culparemos entonces lasleyes? no atribuiremos necesariamente este mal a los que tanestpidamente nos gobernasen? i no nos culparemos nosotros.mismos que, queriendo perpetuar las cadenas i esposas en elpueblo i mantenerlo bajo nuestra aeja coyunda i dependencia,lo hemos mantenido en las calles i plazas en vez de frecuentarlas escuelas i talleres, los hemos acostumbrado a perpetuar ensus hbitos, los defectos i aun los vicios de sus . antepasados?"(Cf. ESPINAR, .les Domingo : op . cit ., pgs . 5-6. Subrayadonuestro) .

    31

  • producir (25) . Pero la ley que haba dado a todos el de-recho de producir la riqueza por el trabajo, no hizo ricoa los trabajadores, ni atenu para nada la miseria . Y sobreel negro sigui pesando un destino cruel.

    Desalojado de los oficios por el trabajo servil, no habaque extraar pues que aquel agregado humano quedasesumido en una extrema indigencia. La miseria, que debiextenderse entonces por todo el pueblo, no fu, sin embargo,nada nuevo. Pero sin duda que el hecho de haberse que-dado tantos trabajadores sin su "diario" sustento, agra-vara mucho la situacin . Nada debe extraar pues, quepoco tiempo despus, en la Capital, donde la poblacin es-clava era mucho mayor y donde la carga del negro erams insufrible, harto de soportar tanta explotacin y ul-traje, el pueblo del arrabal se aprestase a la lucha, procla-mando su voluntad', no slo de que se le hiciera justicia ensu condicin de humanidad, sino incluso, de asumir unpapel activo en el gobierno de la nacin.

    Pronto veremos qu rumbo tom nuestra historia so-cial, cuando una parte de nuestra poblacin desposeda yvejada, quiso dar curso a ese programa.

    Los Tres Rangos Sociales.

    Es muy probable que en 1821 las masas explotadas nodistinguiesen con toda precisin que adems de la Metr-poli como fuerza enemiga, existan las clases explotadorasnacionales. El fervor revolucionario debi sin duda dis-frazar, en aquel trance, la explotacin de que eran vctimaslas masas por parte de nuestras nacientes burguesas co-merciales . No obstante, si el nacionalismo adormeci laconciencia de clase que deba haber entre aquellas masascuyos antepasados sociales se haban revelado en los siglos16, 17 y 18 contra sus explotadores, esto fu slo momen-tneo. El anti-espaolismo y el fervor patritico no po-dan disipar por s solos la conciencia de que existan pro-

    (25) Cf. Constitucin de la Repblica de Colombia - (1821). EnPOMBO, Manuel Antonio y GUERRA, Jos Joaqun : Constitu-ciones de Colombia . Biblioteca Popular de Cultura Colombia-na, Bogot, 1951 . pg . 99 .

    R9.

  • pietarios y desposedos; ricos y pobres. Por eso, cuandocon el correr de los aos comprendi la masa que la revo-lucin haba sido realizada por y para quienes la explo-taban, las tradiciones liberacionistas del pasado no tarda-ron en convertirse en una fuerza ideolgica que hallara_su mejor va de escape en el deseo de dar cumplimiento alo que ella deba considerar la verdadera Revolucin.

    Entre 1821 y 1836, la poblacin negra y mestiza noslo se vi privada de muchos derechos polticos ; fu vcti-ma, adems, de toda clase de discriminaciones. La pobla-cin blanca era inevitablemente racista, sin duda, muchoms que ahora . Rgidos prejuicios de clase y raza, la eti-queta y el formulismo puntilloso de una sociedad hermti-camente cerrada, cuya proyeccin ms ostensible la cons

    -

    titua la afrentosa muralla ptrea extendida entre el arra-bal de Santa Ana e intramuros, haban dado el tono y elcolor del paisaje social panameo durante la poca colonial.Durante el coloniaje, en efecto, comentaba en "ResumenHistrico" Jos Domingo Espinar, la poblacin istmea es-taba dividida en tres rangos sociales:

    "1el de las familias de los conquistadores , de sus descen-dientes, de los espaoles europeos que venan en clasede empleados de hacienda, de los militares destinadosa la guarnicin i de los comerciantes i ricos propie-tarios;

    2"el de las familias del estado-llano que ms se acerca-ban a la raza europea i que obtenan destinos subal-ternos de hacienda, cargos concejiles, i otros, de losartesanos europeos i otros industriales;

    39el de los artesanos criollos, el de los europeos sir-vientes domsticos, de los libertos, i dems menestra-les de la clase poco cruzada en . que predominaba laraza africana. Los esclavos concluye Espinar noformaban parte de la asociacin istmea" (26).

    Fu intil que la guerra de la independencia procurasemezclar de derecho "los tres rangos" de que hablaba Es-pinar

    . Por cierto, aunque aqu no pudo formarse ni estratri-

    (26) ESPINAR, Jos 13omingo : op . cit . pg. 5.

    33

  • Picarse una clase aristocrtica tan recelosa como la que enotros pases fija y mantiene inexorables fronteras sociales,result muy difcil que la poblacin blanca adinerada pu-diese, al menos en los primeros aos, superar una largaserie de prejuicios inveterados. Por cierto tambin, quepocos pases como el nuestro han experimentado un tanprecoz y tumultuoso proceso de fusin . Pero si con el trans-curso de los aos la conquista de los ideales republicanosallanara aquella separacin rencorosa basada en la casta,.el color y el prejuicio social, de hecho, esto permanecerslo como un ideal durante muchos aos.

    Las propias masas trabajadores blancas deban estarenvenenadas en su espritu por el racismo alimentado porpeninsulares y "criollos" en tres siglos de esclavitud. Du-rante la Colonia, los esclavos ejercan los "trabajos baxose viles" . Y debi suceder en Panam, como en el resto deHispanoamrica, que los blancos se resistan an al preciode la miseria ms abyecta, a trabajar junto con los negros.Debi ser muy grande la hostilidad contra los negros paraque en vsperas del 28 de noviembre hubiesen credo des-cubrir en la insurreccin la nica va de escape (27) . Noobstante, cuando el blanco revolucionario se arroja a lahucha, lo secunda, porque cree que ponindole fin a ladominacin espaola, su situacin econmica, social y po-ltica cambiara . La experiencia republicana de los aossiguientes le dara a los negros, sin embargo, muchas sor-presas . Pero esta experiencia sera su mejor Maestra . ,

    Sera inevitable que en los primeros tiempos algunospuestos elevados, sobre todo en el ejrcito, estuviesen abier-tos a las clases plebeyas de negros y mestizos y que, deesta manera consiguieran aunque por la puerta trasera, elacceso a altos cargos estatales. El hecho de que jefes inte-ligentes y fieles a la causa revolucionaria como Jos Do-mingo Espinar fueran negroides (28), que estos mismos

    (27) Vase MOLLIEN, Gaspar : Viaje por la Repblica de Colombiaen 1823 . Publicaciones del Ministerio de Educacin de Colom-bia . Imprenta Nacional, Colombia, 1944, pgina 315.

    (28) Aunque no sera del caso confeccionar aqu una lista de losnegros panameos que participaron en la guerra de indepen-dencia y alcanzaron altos cargos militares, no estara dems,

    34

  • liombres se encontrasen preparando ,y dirigiendo la Rep-blica, contribuy sin duda, a alentar las esperanzas para laincorporacin masiva del negro.

    Nuestro patriciado blanco no estaba muy dispuesto acompartir con los plebeyos negros y mestizos los honoresexteriores y formales del gobierno del Estado . E hizocuanto estuvo a su alcance para mantener cerrados los con-ductos que podan llevar al poder a todos aquellos que nopertenecan a las pocas familias que lo ejercan, a la vistade todos, exclusivamente en provecho propio . La plebeno estaba dispuesta, sin embargo, a abandonar sus pre-tensiones de participar en la actividad gubernativa . Elrgimen de gobierno democrtico que pretenda instaurarla nueva situacin poltica, haba abierto nominalmente laesfera del poder para todos los habitantes del pas. Cual-quiera de los ciudadanos poda, al menos en teora, desem-pear el ms importante cargo pblico . Esta rgida opcinabierta a todas las capacidades que, como sabemos no secumpla tan lisa y llanamente inauguraba, en principio,un sistema de competencia individual cuyos resultadospodan proclamarse ventajosos para la clase popular . Lafrreay justa decisin de la plebe de conservar sus conquis-tas y de realizar nuevos progresos en el campo polticono tard entonces en despertar recelos entre nuestros pa-

    sin em1bargo, senalar siquiera dos ejemplos probablementelos ms notables, que dan la tnica de la situacin que ve-nimos describiendo

    . Nos referimos al caso del negro porto-beleo Fernando Ayarza y de un tal Benancio al que se re-fiere en su obra Lady Mallet, antiguo esclavo de la casa deRamn Vallarino Jimnez, hermano de Jos Vallarino Jimnez,ambos prceres de la independencia

    . Ayarza y el antiguoesclavo de la casa de los Vallarinos alcanzaron el grado deGeneral . Y Cuntase que no da Benancio ya convertidoen General, se encontr en la calle con su antiguo amo, yporque ste "no le salud con el debido respeto, utiliz suinfluencia ,y consigui que propiedades de aqul fueran con-fiscadas" . Vase Lady MALLET, op . cit . : en Boletn de laAcademia Panamea de la Historia" . Ao II Nm. 6, Enero-Abril, Panam, Imprenta Nacional, 1934, pg . 28; en "Lotera".Segunda Epoca . Vol . VI, No . 64. Marzo, 1961, pg. 80.

    35

  • tricios blancos. Y demasiado a menudo, este recelo se

    revel por actos de bajo despecho.De diversos testimonios puede inferirse con bastante

    claridad que algunos funcionarios patricios al referirse asus colegas plebeyos lo hacan con altanera de casta o,como dira Rodrigo Mir (29) al hablar de Mariano Arose-mena, interponiendo una distancia ; ,y de las damas patri-cias se refiere que trataban con especial desprecio a losoficiales negros de la guarnicin que se hallaba acantonadaen Panam.

    "Panam dice Gaspar Mollien (30) consta dedos ciudades: la alta y la baja ; esta ltima se lla-ma El Varal (31) ; es la ms poblada ; por sus ca-lles no se ve transitar sino gente de color : sta,aunque est admitida en sociedad y a pesar deque se afecte tener consideracin ,y deferenciapara con ella, sin embargo, en un baile que huboa poco de llegar yo, las seoras blancas se negarona bailar con los oficiales negros de la guarnicin

    . . . "

    Las primeras explosiones del resentimiento popular,que fermentaba haca mucho tiempo, no podan pues ha-cerse esperar ms.

    A principio de 1828, fu presentado ante Jos AntonioZerd, Alcalde Municipal del Cantn en. Panam, el denun-cio que en la noche del domingo 6 de enero de ese ao,en casa de Hermenegilda Cajar, de Salsipuedes, el Te-tiente Manuel Fuentes, del Batalln Girardot, dirigindosea varios esclavos que le acompaaban prorrumpi con lassiguientes palabras:

    " Ustedes sern libres porque a la fuerza haremosjurar la Constitucin Boliviana, quiranlo o nolos blancos de Panam!"

    (29) Vase MIRO, Rodrigo : Dos Palabras, en AROSEMENA, Maria-no : Independencia del Istmo, pg. XV.

    (30), MOLLIEN, Gaspar:op. cit ., pg . 317.(31) Arrabal, quiere decir .

    36

  • Y luego, al terminar una conversacin que sostuvo conuno de los esclavos, a quien se le conoca por el apodo deTbano :

    "!Viva la Constitucin Boliviana y muera quienno la quiera!" (32).

    Estos eran ya los primeros truenos en la larga lucha,sostenida durante ms de un siglo de violenta exasperacin.Al despecho de las lites blancas, detentadoras del poder,respondan las masas con un odio racial sin duda ms ar-diente . Se haba dado la seal de un conflicto que, a tra-vs de peripecias sangrientas, deba prolongarse, con algu-nos intervalos, hasta el presente.

    En la violenta manifestacin de hostilidad de ManuelFuentes y los esclavos hacia los blancos, de 1828, es precisoreconocer, sin embargo, no slo un indicio irrecusable delhasto de las masas de tanto disfraz y de la violacin detanta palabra comprometida . Es tambin manifestacin delnacimiento de una conciencia popular, en trance de lucha;del anhelo de las masas de introducir siquiera ajustes par-ciales a una situacin que resultaba a todas luces demasiadoinhumana e injusta . Sobre este hecho de trascendentalimportancia nos ocuparemos de inmediato . Por de prontoimporta hacer un recuento de lo que hasta aqu se ha ex-puesto.

    Siguiendo el orden de la exposicin, las causas prin-cipales que coadyuvaron al levantamiento en armas del pue-blo contra la oligarqua altanera y explotadora que lo do-minaba, en 1830, son pues, resumiendo:

    I .Carcter oligrquico de la estructura poltica, que ex-clua al pueblo insolvente, de la participacin en elpoder pblico.

    II .Estado de miseria de la mayora de la poblacin, a laque el trance emancipista haba conmovido con el grito

    (32) C CONTE BERMUDEZ, Hctor : "La Seguridad Pblica y laConstitucin Boliviana en las calles de Panam". En "Boletnde la Sociedad Bolivariana de Panam". Ao I, Nos. A y 5.Octubre 1032, pgina 235 .

    37

  • de la nivelacin igualitaria, pero que no tard endescubrir que el movimiento revolucionario haba sidode y para las lites.

    III.Continuacin de prcticas supervivientes del sistemacolonial, tales como la esclavitud.

    IV.Situacin de descontento de las masas asalariadas,semi-asalariadas y de las masas de libertos a las quela revolucin no di trabajo en que ocuparse.

    V.Discriminacin racial practicada por las oligarquascomerciantes contra la poblacin negra y mestiza dela capital.

    VI .Formacin de una conciencia de clase : una concienciaespontnea particularmente entre los negros reciente-mente liberados de la esclavitud que tenan aun fres-cas las cicatrices en su piel, y una conciencia sin dudams depurada en cierta categora de obreros urbanosy de empleados pblicos.

    Faltaba sin embargo una cosa para que la clase indi-gente estuviese en condicin de formular de manera efec-tiva sus tareas histricas : La existencia de una fuerte ideo-loga que reflejara las exigencias de la realidad material delas masas populares, de un conjunto de concepciones queexpresaran los intereses cardinales de la clase.

    Hasta entonces, las ideas del pueblo se haban caracte-rizado por su falta de claridad . Y stas se expresaban,principalmente, por simples negaciones . El odio a la castaadinerada, al rgimen de explotacin ,y privilegios, y alas instituciones del nuevo orden republicano que, no obs-tante haber nacido bajo los signos amables de la libertady la igualdad, negaban al pobre el derecho a la representa-cin poltica y conservaban la servidumbre personal, porun lado ; y por otro, el mito igualitario, las tradiciones li-beracionistas de sus antepasados sociales, los cimarrones,y la confusa e incondicionalf en algunos de los postuladospolticos del Libertador o ms bien, en la figura del Li-bertador, no bastaban por cierto para expresar sus im-perativos de lucha . Ninguna de estas "ideologas", era su-ficiente para formular con eficacia las mltiples exigen-cias materiales de la clase . Urga conquistar a todotrance, una expresin ms depurada ,y completa que pu-

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  • diera garantizar la liberacin absoluta de los esclavos;el pleno derecho a la igualdad ciudadana, anulando el podereconmico como base para el acceso al poder poltico ; enotras palabras, un arma ideolgica que estuviera capacitadapara acelerar el proceso por el cual las masas irredentasalcanzaran su liberacin como clase social autnoma, au-tntico objetivo de la lucha.La plebe ,y la Constitucin Boliviana.

    En 1826 nace la Constitucin boliviana. En septiembrede ese ao, nuestras lites repudian el Estatuto . En octubreson sometidos por la fuerza (33) . La presencia de las ma-sas no se revela en los documentos que poseemos de aque-llos acontecimientos. Pero no nos cabe duda de que stashubiesen batido palmas por la decisin de las milicias deimponer en aquel trance "la Dictadura y la Boliviana " .La facilidad con que el teniente Manuel Fuentes logr in-ducir a varios exponentes de la clase popular a "tomar par-tido para que juren la Constitucin boliviana, alucinndo-los con la libertad de que disfrutaran en el momento en quese realizara ese propsito, e interesndolos con la idea dematara los blancos de esta plaza, que son los que en suconcepto hacen mayor oposicin a este Cdigo, lo que argu-ye respecto a lo que ha dicho de los miembros del GranCrculo y otras personas notables" (34), demuestra que estodebi ser as . Para las mayoras, Bolvar era el supremoexponente de los ideales republicanos y vean en l el solocapaz de resolver la situacin existente . Unida a la mi-seria y a las tradiciones libertarias del pasado, la conviccinde que en el Estatuto boliviano resida la clave para la so-lucin de todos sus males, se convierte entonces en la an-siada arma ideolgica del pueblo, el lumpenproletario yel esclavo, que azuzado por sus rencores y la quimera desus esperanzas, se hallaba abandonado a la eterna ilusinde un mundo basado en la justicia y la igualdad. La cons-

    (33) Sobre el particular vase CONTE BERMUDEZ, Hctor : LaCreacin de Bolivia y la Constitucin Boliviana en el Istmo dePanam. Imprenta Nacional, Panam, 1930.

    (34) Cf. CONTE BERMUDEZ, Hctor: La Seguridad Pblica y laConstitucin Boliviana en las calles de Panam, pgs . 233-234.

    39

  • titucin que implant el Libertador en Bolivia en 1826como medida desesperada contra la anarqua que se habadesatado, y que quiso implantar tambin en el resto de lospases por l libertados, aunque acogida al principio conentusiasmo el mismo Santander que_ luego se distinguipor la virulencia de su oposicin al proyecto escribi aBolvar dicindole que consideraba la Constitucin "li-beral y popular, fuerte y vigorosa " (35)-, no tard enanticipar una poca de obcecacin en que las pugnas pol-ticas acabaran por echar al traste la unidad grancolombiana.La censura ms punzante contra el proyecto, se concentren la perpetuidad del presidente, "su faz ms prominente",como dijera O'Leary (36) . Harto se ha escrito ya sobrela significacin de la presidencia vitalicia que provea elEstatuto Boliviano y lo que ms podramos hacer es remitiral lector a las obras ms conocidas que se han. consagradoal tema. No se trata, por cierto, de establecer aqu un ba-lance de los aciertos y desaciertos que corresponden tantoa los detractores como a los apologistas de la clusula queestableca la presidencia vitalicia . S importa, en cambio,insistir sobre ciertos aspectos del Cdigo cuya significacinhistrica no ha sido suficientemente valorada : no veramosotra manera de explicar la clida acogida de que fu objetoen su tiempo, en diversos sectores sociales de los Estadosdel Sur y, segn todo parece indicarlo, tambin entre lasmasas populares de Panam.

    La Boliviana estableca en el artculo V del captulo2, ttulo II, que "todos los que hasta el da han sdo escla-vos . . . quedarn, de hecho libres en el acto de publicarseesta Constitucin : por una ley especial se determinar laindemnizacin que se debe hacer a sus antiguos . due-os" (37) . Para comprender la significacin histrica de

    (35) O ' LEARY, Daniel Florencio : El Congreso Internacional dePanam en 1826. Desgobierno y Anarqua de la Gran Colom-bia . Editora Amrica, Madrid, 11920, pg . 41.

    (36) Ibid . pg . 35.( :37) Proyecto de Constitucin Boliviana elaborado por el Libertador,

    En POMBO, Manuel Antonio y GUERRA, Jos Joaqun : op.cit ., pg. 128 .

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  • tal disposicin, bastara sealar el hecho de que no fuhasta 1854 que el Presidente Jos Rufino Echenique pordecreto constitucional expedido el 19 de noviembre de aquelao proclamara la abolicin de la esclavitud en el Per,que en Colombia no fuera prohibida la importacin y ex-portacin de esclavos hasta la ley 23 de abril de 1847 y de-cretada la libertad absoluta el 21 de mayo de 1851 . Y quela abolicin de tal supervivencia colonial fuera retardada enArgentina, hasta 1860, en los Estados Unidos de NorteAmrica hasta 1863, en Cuba, hasta 1886 y en Brasil, hasta1888 . Bolvar, el propietario que otorgara la libertad delos siervos de su heredad ; el estadista que en Angostura(1818) pronunciara aquellas memorables palabras en quesolicitaba la aprobacin de los actos gubernamentales porlos que haba concedido la libertad a los esclavos ; el soldadoque en recompensa al triunfo de Carabobo (1821) pidierala libertad absoluta de la esclavitud, haba sabido anticiparprecozmente con el cdigo de 1826 el cabal cumplimientode uno de los ms caros postulados del ideario republicano,que hasta entonces haba permanecido como simple expre-sin de un ideal no realizado : la igualdad ciudadana . Qutena pues de extrao que una porcin de humanidad, lams explotada, la ms sencilla e indigente la masa es-clava de Panam y de Amrica descubriera en Bolvarel sumum de las virtudes republicanas y en el nuevo Cdigola expresin institucional ms noble de su redencin eco-nmica?

    Adems, el Mensaje que el Libertador present junto alproyecto de Constitucin al Congreso constituyente de Bo-livia reunido en 1826, estableca enfticamente : "No se exi-gen sino capacidades, ni se necesita de poseer bienes, pararepresentar la augusta funcin del Soberano ; mas debe sa-ber escribir sus votaciones, firmar su nombre y leer lasleyes. Ha de profesar una ciencia o un arte que le asegureun alimento honesto No se le ponen otras exclusiones quelas del vicio, de la ociosidad y de la ignorancia absoluta.Saber y honradez, no dinero, requiere el ejercicio del PoderPblico" (38) . Esto, en una poca en que toda la estruc-

    (38) MENSAJE con que el Libertador present su Proyecto de Cons-titucin al Congreso Constituyente de Bolivia

    . En POMBO,Manuel Antonio y GUERRA Jos Joaqun : op

    . cit ., pg . 116.

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  • tura del poder poltico reposaba sobre la propiedad indivi-dual, sobre la riqueza! El nuevo Cdigo iba a permitir, porprimera vez, el rescate del poder poltico del crculo res-tringido de gente adinerada que hasta entonces lo habaacaparado exclusivamente en provecho propio . El hombredel pueblo, el que nada posea, debi comprender muy cla-ramente que su participacin masiva en la direccin de laRepblica, que su verdadera liberacin de las oligarquasexplotadoras y el derrumbe del sistema imperante, innega-blg supervivencia del antiguo sistema colonial, iban a ser po-sibles gracias a aquella frmula constitucional justiciera.El nuevo Cdigo era un formidable instrumento para ven-cer nuevamente la Colonia.

    Probablemente ninguna innovacin del Estatuto boli-viano encontr mayor oposicin de parte de las oligarquasdominantes, que la que abra a las masas el libre acceso alpoder poltico . En la Gran Colombia, como en el resto deAmrica y en la generalidad de Europa, durante la mayorparte del siglo XIX el gobierno no se present a las clasespropietarias sino como la muralla defensiva con que susprivilegios se protegan de la invasin de los pobres. Lanecesidad de garantizar la seguridad de la riqueza, cons-titua para la clase econmicamente poderosa, una ideaarmada que deba defender a todo precio. En una pala-bra, las formas polticas del liberalismo burgus, dependande la permanencia de una concepcin tradicional de la so-ciedad que le permitiera a la clase adinerada la continuidaddel goce exclusivo de sus ventajas materiales . De ah pues,que el incremento de las fundadas aspiraciones de las masas,de compartir las responsabilidades del liderato poltico,entraran en contradiccin con los ttulos sobre el dividen-do nacional que reclamaban quienes uosean los instrumen-tos del poder econmico . El temor a la democracia pura aprincipios del siglo XIX fu, sobre todo, el de que su ex-tensin destruyera la seguridad de la clase poseedora . Estoexplica la alarma de las oligarquas grancolombinasante la innovacin democrtica boliviana . Y esto expli-ca, tambin, que con el fin de asegurar sus imperativos dedominacin, recurrieran a las medidas ms desesperadas_Desgraciadamente, desconocemos la referencia pormenori-zada de cmo la oligarqua grancolombina hizo su luchaen aquella peripecia poltica ; su oposicin al nuevo Esta-

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